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vida de la polis. Por este carácter estático de las esencias, la metodología
politica presupone cl acierto de un método privativo, autónomo, y perniaiiente,
capaz de transformar los enuiiciados imprecisos en datos firmes. Esta con-
cepción no corresponde a la teoría política vista como ciencia, arte, historia,
sociología, o jurisprudericia. Aclaremos que, los principios generalcs del de-
recho y su sistemática jurídica son, por definición, filosófica jurídica. Como
tal tiene un método estático. La filosofía general y sus ramas políticas y jurí-
dicas requieren dc la intuición y dc la deducción induitiva (lo general captado
en la afirmación particular). Así: el valor justicia es una idea general aprchen-
dida para que sea recogida inductivamente en la equidad que cs rl valor
justicia manifestado en la aplicación del caco concreto. Cualquiera de los
valores jurídicos y políticos, derivados de los dos modelos claves correspon-
dientes, a saber: l a justicia y el bien común deberán ser investigados en la
conexión causal de la mencionada deducción inductiva, como principio ge-
iieral aplicado al caso particular, o como inducción-deductiva, cuando se tratii
de relacionar, el caco equidad, con el concppto justicia.
13 análisis y la lógica, son los dos grandes recursos metodológicos auxilia-
res de los métodos particulares descritos, que configuran la inducción y la
deducción.
Algunos <le los autores qur, a través del tiempo han dispuesto de un mé-
todo particular, personal y apropiado, de interés y relación coi1 la teoría
politica, en un enfoque filosófico o científico son los siguientes:
1.-Sócraies, (469-399 a. d i C.) con su mayéutica (alumbramiento dc
las ideas).
11.-Los sofistas, siglos V y IV a. de C., (Protágoras, Calicles, l'rasímaco,
Gorgias, Pródico, Hipias, etc.) y su retórica, auspiciado en el sofisma (razo.
namiento conscientemente falso, manejado para llegar a una conclusión pre.
viamente fijada).
111.-Platón (427.312 a. de C.) y su intuición del paradigma cidéticu,
(arquetipo, o verdadera realidad; el ser a que aspiran las cosas, etc., etc.,
aplicable a la filosofía politica).
1V.-Aristótelcs (384-322 a. de C.) y su lógica, la más genuina aporka-
cióu metodológica. Don inmortal dado al hombre, en su incesante búsqueda
de conocimiento procedente del dato cierto (Ciencia politica).
V.-La patrística universal, siglos IV, V y VI de nuestra era (Saii Amhro-
sio de Milán, San Agustín, San Gregorio, Papa) y la revelación. (Teología
política).
VI.-La lógica del racionalismo revelador, de la escolástica de los siglos
XIII al XVII (Alberto Magno, Santo Tomás, Guillermo de Ockam, Suárez).
E:ntii.iidase por esi~olistic;i,-11 srgiiiida acepi:ióii, la ni& utii\rr.al y conocida,
derivada d r la cscii<,laiornisia. y su ortodoxia ratólic:i, FI intrnio dv ro<)r<li-
nar la i-rvclacióii (p3tris:i,.nl (,o11la razón.
1'11.--1ltmé Dcscartcs I 1596-1650) y sil duda siitcrnática. ya eiiiincindn
< , t i San Ag~isiíii,par3 hallar. ),ur lnpdio d i la iiitiricióii <Iidiiciiii, In primera

vrrilüd deinostrahlr i r i ::í mimia, (proliosicióri apo<licticaj <le1 "Cogitr> crgo


yiini", y que araba trarisforrriindosc r n rl solipeismo isoliis ipse) drl siil~jc-
tivismo relativista que coiidiicr a u11 idealismii qiie siirFr. sin más principio
i i i fin, roiiio acepción <le 10 inmaterial iIdenli.smn politiro).

V111.--Francis Buron (1561-1626j. Hncriri, y i i i i-rirnl>lrjo,por ra.s:u; eni.


pirisinci induciivo <1<.Ieii:cn<liiiiicnto-scnsacií,~~ (Pra;iiri;iiismo poliiiro).
IX.-Lo.; cnciclopcdistns <le1siglo XVIll (Voltairc: Diderot, d'Alamberti
y el anilicis lbgiro (Sociología polílica racionalifiaj.
X.-Johii Locke (1632.1704). Iacke, y los i<leÓlogosfranceses (Condilla;,
Destiiti de Sracy, Helvelius, Hulbacli) con la gknesis ?~nsiinlisiade las idea:
(1,a sociedncl politiea y su g6nr:is cri la reprr.icntaci<iiist.visoria1).
XI.--Daiid IIunie (171 1-1776) y su sensualismo ~ n ~ p i r i cist,iisarii,n3
o r<,-
prescritacióri. rellcxióii) 11.a sociedad politica origiiiacla en la utilidad praF-
mitica) .
Xll.--C~orge \V. 1:. FIegel ,1770-1831) y su dialéctirn idealista (irsis.
oiiiíiesis) romo afirmaci6ri. tiegació~i. euprracióri <IP la i d ~ a .Por inani-
festarse dial&ciican~ciit~ la rwli<lad, rl riiki«<lo dr arerigiiacibn ha de ser
dialéctico. (Estado y Espiriiii ali.~oloto[ir un p u e l ~ l o ) .
XII1.-Carlos Mar>; (1816.1883) y sil dialéctica materialista determinante
de la historia del homl~rc (La fiiiiira soci~dadsi11 clases como resuliado de
las internas coiitradccioncc rapitalistasj.
X1V.-Wilh~lm I>ililiq ( 183i3-1911) y su a~itogn,iiosiicomo coriocimie~ito
<le la concirricin que coiiducc a la realizaciUn unirerial iI<. los valorel-. (Hnin-
hre y mundo del intuir).
XV.-Thomaa 1-Iobl~es(1588.1679) y su mrcaiiicismo t,inpirico o raciu-
nalisino material. (La soci~dadpolítica como ohra de prrfeccióii matemitira
inecanicista).
XV1.-Immanuel Kaiit (1724,-1804) y su racionalismo idealista (que ti«
significa exclusivamentr im inmatcrialismo, puesto que tiene contenido pro-
pio) y que se dividc rii: empiri~mo-matemático,y criticismo trascendental
que abarca las sigiiientrs disciplinas: estética: mat~mática; física y mctafi-
sica. (Homhr*, sorieda<l y natural~za,rn una trilogia unida en la que el
Fztado es la sociedad de Iiomhres bajo leyps jurídicas).
254 AURORA ARNAIZ

Inicia J. Jellinek los estudios del método1 recoiiociendo la existencia de


dos ámbitos: el de la naturaleza, y el de la cultura. Entre las características
del primero figura la capacidad de reducir las calidades a caiitidades, y la
constante del principio de identidad. Así, un átomo de carbono es igual a
cualquier otro átomo de carbono. Pero en el mundo del hombre no sucede
así. Comencemos por el propio sujeto. Cada individuo (indi-viso) es distinto
a otro. Posee cualidades y manifestaciones peculiares, dentro del género, que
lo hacen diferente a los demás individuos. La certrza del principio de iden-
tidad de los elementos naturales, compete al científico afirmarlo y averiguarlo.
Así, Ia integración de la materia atómica se manifiesta al hombre de nuestros
días, en la constante química y física de la composición de los elementos
naturales.
Todo hecho natural, aceptémoslo, se presenta bajo una forma determinada
r actúa en dirección preconcebida. Sólo el hombre es individualidad mani-
$estada en actividad distinta en relación con los demis hombres. El actuar
d e su vida es totalmente diferente al de los millones de seres humanos de
ayer, hoy y mañana. Pues el determinismo del hombre se rige por un amplio
margen de decisión propia. Entre el número inliriito de hombres, afirma
jrllinek, no se encuentran dos que sean idénticos.
Este razonamiento es aplicable a los hechos sociales. En el transcurso his-
tórico, ni el móvil, ni los métodos, ni las finalidades del actuar político, son
idénticos. No hay repeticiones históricas propiamente dichas. Sin embargo,
"en unos y otros existen caracteres comunes y un fondo común". Luego, en
los hechos sociales si bien no opera el principio de identidad, existe el de
aiialogia.
Detengámonos un momento a la explicación de este principio de analogía.
Llevémoslo al campo jurídico. Concretamente, a la situación del hombre frente
a la ley. Son tan poderosas las modalidades y circunstancias que rodean al
caso concreto que puso en actividad la necesidad de aplicación de una norma,
q u e la historia de dicha ley obedece: a casos determinados, peculiares y dife-
renciados con sujetos distintos, en cada caso, con sus móviles, y finalidades
propias enclavadas todas ellas en una constante: la aplicación de una norma
juridica que corresponde a un concepto jurídico -delito, o causa-, maiii-
festados y recogidos en ella.
1 J. Jellinek: "L'etat nioderne et son droit". Vol. 1. París, 1913. Edit. M. Giar~l i.t
E. Briere.
I'odríamos decir qiw la nccl>ción de i<lciiticlid i!rl ;imLito natural se ma-
tiilicsla en rl de la cultura 1,0r CI <Ic las nnalogias típicas.
J. Jellinek. crea e11 este capiiulo del método .u famosa teoris de los
rlemcnti>s típicos que integran determinados grupos dr. coinunidadr~spoli-
ticai. n estatale;. i k b e r á <,iitendrrse por tipo "l<i r,rrfi.r.to dr: iiiia esprcie".
Así, si ar<.ptamo~liis dos c r t r ~ m o spolíticos, tan freciiciiti.m~~nte opucstos por
los inv~siigadores,el idi,al y rI material. habrá eii clli,s iiis tipus rt,spertivos
i1iiecomprenderán la pcrier.rióii ideal y la material.
Pcro i,íimo conceptuar lo ideal y lo inaterinl para qiit. les apliqueiiios 13
<:aptacióri típira rcspcctirn? El tipo idral. ~i~<~r?ariainriitr. ha de ser referido
siguiriido los dclin~amieiitosdel primer gran filósofo político (primero en ~1
tiempo y pn la profun<li~la<l). Su cidiir;, o videre con los ojos drl alma
(intiiiión) conduce a la captación de la raziiii final dc las cosas. Esta posi-
ción trleológica conceptual nos recuerda la definición por los fines descit.
I~iertapor Aristótrlr,s, estr "vntrrrador de la glorioiri tradición idealista grie-
ga" (Simone Weil) cuya persistente iiiflii~ncia.dura~it?l o siglos 111 al XI\'
<Ir. la Cpoca iu~dieval.Iin ci>ntril>iiídoa que las ciencia.< S? <Irsarrollen fal-
tas <Ir la claridad enunciativa quc presilponc la drfinirión por los firics, rii
Iiigar dr: harrrlo atriii&nd<ir<- a los elemento coii.~titiitivoso Cormativos propios
<IP la rama cieniifira a averiguar.
(:oniÚnmente, la piicirióri matrrialista siirle adoloccr del defecto de ser
~,iili,cadndrsde e1 purit<, <1<. xista de opi~sirióna la idealista, cual ocurre con
1,)s conceptos r ~ a l(tangil~lr)r, icl~al (ali~tracción).1.0 material, es, r n una
act+ón relativamente cierta, lo no ideal, trs decir 10 concreto y tangible di:
algo. Hasta eiimológicamciitc r s así, pues id vocablo materia viene de madera.
Pcro, iiiia idpa maieriiilista puede serlo rn la forma tangilile (arte) o en la
ahsiracta como guía de la acción (técnica). Digamcis qut, la realidad, es, por
coiisiguicnte, la materializaci6n d r la idea.
Hay en política un tipo ideal extremoso: el utópico. I<ii él la elaboración
racional ha dejado e1 paso a la imagiriaci6n y a ~ s o sconceptos altruistas d e
compasión, caridad y amor al prójimo, con los que no siempre la sociedad
Iia sido modificada ya que frecncntementr no pasair del cómodo mundo de l a s
Iiuiiins intenciones. Las utopías son doctritras d r aiilorrs dcstacado~.Estas
obras y no por casiialidad. se prodiijcron rri VI criicial siglo XVI, una ile las
ccniurias m i s ingriites dc la historia. cuya hcrciicia inrt.iipdora fuc reribida
y ciiriqtir~ida,en proporciones inconmeiisurables, en iiiieti-o siglo XIX. Tomás
Moro y sil "Utopía", Campaiiella con la "Ciudad del sol" y Francisco Bacon
coi, "1.a n'iirra Atláiitida", soti los autores mis reprr~eiitativosdel $nero.
256 AURORA ARNAlZ

Y i,cónnio no meiicionar al horripilante Raljelais y su "Garganiúa y Paii-


zagruei"? La sutopias son falsas salidas contra los males iniperantes en sus
tiempos. Como lo son la ironía, la critica mordaz, la caricatura, y esa aniia
politica, tan de pueblos latinos: la ridiculización de los gobernantes iriediaiite
l a propalación de chistes de maligna corrosióii.
La sociedad del hombre no se modifica ni por las salidas utópicas ni por
las compasivas. Sigue un proceso objetivo en el que influyen no sí110 sus
propias contradicciones iiiteriias, siiio elemrntos ajenos a la propia estructura
social, como los grandes descubrimientos capacrs dc transformar, inesperada-
niente, las formas de vida de los pueblos.
Para la averiguación d e los tipos politicos ideal y material hahrá de
seguir en un primer paso, los métodos generales de deducción, (general a lo
particular) en el primero, y de inducción (particular a lo general) en el
segundo caso. Si nos valcmos de la intuición habremos de recurrir a la imagen
represeiitativa típica, de los elementos constitutivos o formativos. Así, ¿cual
es la idea represeniaiiva de una mesa, de un niño: de uri caballo? ¿Cuál
la idea de la comunidad política, del Estado Moderno? Necesariamente 1.1
captación ha de nuspiciarse en la abstracción. de grneralidades típicas, ci~ii-
formativas de los elementos mesa, niño, caballo. coniunidad política, Estado
Moderno. No ecjuiralc esta abstrarción ni a indeteriiiiiiación iii a vaguedad,
sino coritrariamentr, .i coiiformadóii. Todas las generalidades d ~ tipo l coiis.
tituyen un tipo ideal medio, o un tipo material mcilir~.
Si aplicamos estos enunciados metodológicos a lo que es el Estado Mo-
derno, en sus generalidadrs comunes y en las pri\.ativas de algurios dr ellos,
tendremos que tener t,n cuenta una gran a11ortaci;in dc Jcllinek, la de apartar
a aquellos Estados que proceden de un mismo tronco cultriral, de lino misma
forma de gohieriio, de iina tradición, o racial, o &tiiico, etc.: i,ic.
Elije Jelliiiek el Estado Federal, para aplicar su preniisa. Aparta tres
Estados Federales a los quc seguidamente pasa a analizar: los Estados Unidos
d e América, Suiza, y el Imperio Alemán. Acertadamente incliiye Jellinck a
Suiza en el régimen fedrral (un pueblo, una soheranía. un icrritorio) a
pesar de la confusióii de si es o no confederación (pluralidad de pueblos, de
soberanías, de territorios unidos sobre bases concretas y deterrniiiadas). El
equivoco proviene de que la Unión se denomina oficialmente Confederación.
El Poder C o n ~ t i t u ~ e nque
l e en 184,s elahoró la Carta Magna dp la asociación
fue denominada "Constitución Federal de la Confederación Siiiaa". Veamos
la disección que podemos fiacer aplicando los dc.lineamirntos di: Jellinek.
Sabido es que PI sistenia frrleral surgió en los Estados Unidos de Nortc-
américa. Le p r ~ r e d i ó ,rii corto trrcho. una sólida dortrina jurídica: con ci-
niicnt<~s<Ir sistemitica. l,ai esencias del sistema. sus generalidades, provienen
d<.CSLF Preredcnte nortramrricano que Iia dado origiir a tipos particulares de
fedcralisirius. doctriiiarios y pr:~ciicos; que formar1 la rspecie rrsprctiva. C u o l ~
quier i,siiidio compnratiici del federalismo hnhrá de partir del modelo norte-
:imericaiii,. La inducci6ii <le las particiilaridadr de los Estados Federales
~ . nrompararión condiicirán a eiitresacsr las instituciones cornunrs, y aislar
lar priratiras. Aqii<,llasiiit<yrarári.por dcduccióii, el concepto cnrrcsporidiente.
M&xicr><,S iin Estado Compur.~toIormado piir una iinióii de Estados. lSsta
rsir~ictiira politica y su organización queda estal>lccida I,II ariiculos de la
Ci>nsfiiiiciói~ vigente. ronio el 41, 4,2, 115. 116, 117: 118, 120. etr.
El 9 r l . 4 1 es. cii sil primer enuiiriarlii. r,r~nsetuenriai l e la declaración
vi,riitituciir~ralimportantp. recogida en los Arts. 39. y 1,0;a saber: la fijacióii
<Ir la sol,erniiin dpl piicl,lu; y su voloiitarl dr crinstitiiirsr en uiia Rt.píil,lica
represrrliiatira, deniocritii:a, federal. Esia flirma política no tia sido fijada
para iii etrrnum. Quedará estahlr rii taiito rl purhlti así lo drsec. I'rcrisa-
I I I P I I ~ PIR atrihliciíin ~oI>craliareside; en el dc,rcrlio d i estal>lcccr ramljioi ])o-
litirns. Uc !u roritrario cl soberano dejaría de srirlo.
I.:ii VI Ari. 4,1, sc declirrn q u e las Coristitucion<~s dc los Estados no "podiíiti
ci,iitra~r,nirlas cstipulacioiics del Pacto Federal". En sii conscciieiicia, 10.-
po<leres de la Unión siirgidos de iiiia Coiistitiiciíiri originaria por euaiitn la
de los Estarlos Fedr,rativoi hal~ráiide coin~:idircon aq~iella:poscrn, imp!irita
o e:;plir.iiamcnte (arts. 46. 73. 74. 76; 00, 9.1,. 10::) atriliiicii>n de iiitt~gracibii
nacional y eciatal. 0ri:iiinria rorisiitiiiivamt-iiti. el Est:idii RIrxicaiir> re rs-
talilcrr +kil>~-r 1111 ~ j ~ d sol)rrano:
rr cl del pii~lhlo. ! sii Caria &'IaFiia: la Cunc-
iituri611l'oli;i<,a <1(. la I'cdrrucibn.
1 . l r t . 41 fija la rxiuit=iicia rn MPxico de, iiii zolo pu~liloq t corrt>sl>oride
~
al drl irriitorio narioiinl. Tal s i <lispreii<l~ <le la exigencia de qiic lai Consti.
tiicii>rirc <i<,111:' rntidadpz fctlrratiras rio piirdari contravenir las "e~ti~iiilacio-
iies" di,! pacto federal. Ile aqiii sc ilcilnri qur, PI p o d ~ rr o n s t i t ~ ~ r n tde r la?
eritida<lcz. iio es solicrano ni para crear las Cuiistitucionps, ni para alterarla?
lil~rcrnriiit,. 1,s afirmacibii contraria presumiría la cxisteiicia de autéiiticos
Esinclos coi1 sus resprctivos pue1)los soberanos capaces de iritegrar una unión
<Ir I:,tn<!os, lil,rt3s para salir del pacto asociativo. Esto, y la posesión d i Coiis-
titiiriiirici particulares originarias con p o d ~ r e slihres <Ii: cspriifiracií~nmiilii-
ciosa o dc condicionada atribu(:ión, diferencia a la iiiii6n de Estados 1;nidop.
<le un l':\iado Federal.
hIéxicii e?. ?n su coriscriiencia. un E:iado Federal integrado por pntidadei
frtlcrativas <!? indepeiidenria es~jecífir.arnciitrdeiermiriada, supeditadas a la
Cotiqtitucióii Fi~deraly a 511s poderes. El ).:siado Fetlrral M~xicaiioposee un
258 AURORA ARNA1.Z

solo (titular de la soberania) una nación (integración racial unitaria)


y un territorio nacional. (Cap. 11, del Título 11 de la Constitución). Si en
una acepción elemental y clásica los elementos constitutivos del Estado son:
pueblo, territorio y poder, qucda demostrado cómo constitucionalmente los
denominados Estados Unidos Mexicanos forn~anun solo Estado adscrito a la
forma compuesta federal.
En su consecuencia es incorrecta la expresión de Estados de la Federación
y su división territorial (Art. 115).
El Art. 116 se refiere a los "Límites" de los Estados. Debería decirse
demarcación de las entidades federativas, dejando el vocablo líniite para el
teiritorio estatal.
El Art. 117 al establecer lo que los Estados no pueden, en ningún caso
hacer, no presupone que en lo demás sean libres. A este artículo habrá de su-
mársele lo estipulalo en el Art. 118 y cuanto caso concreto llegue a presen-
tarse que pueda contravenir lo concertado en el pacto federal.

Dice este autor que para compreiider el presenle de una institución po-
lítica es necesario estudiar cómo fue en el pasado, con sus lagunas y trans.
formaciones. Pues toda ciencia evoluciona. Las instituciones históricas nacen,
se desarrollan y mueren. No siempre la modificación presupone que la ins.
titución hubiere alcanzado su mayor desarrollo. De los propios hábitos, usos
y costumbres del pueblo, sigue afirmando Jeiiinek, surgen las instituciones
sociales y su transformación. Para demostrar este aserto recurre el autor a
tres formas jurídicas de Derecho Civil, hoy incuestionablemente reconocidas,
que provieuen de antecedentes históricos no jurídicos: la adopción (apareció
por la costumbre de los miembros de una misma familia de rendir ofrenda
a los antepasados muertos), el sacramento matrimonial (precedido: i e l rapto,
primero, de la venta de la futura esposa, después, y por último de la dote)
y el contrato matrimonial (surgido de la costumbre establecida por la Iglesia
de que los futuros esposos habían de manifestar libremente ante dos testigos
su voluntad de unirse sacramentalmente).
Pero ¿qué interés tiene para la adopción, o el casamiento civil, sacra.
mento y contrato, saber que proceden de costumbres religiosas? Con este
acertado planteamiento, seguidamente se contesta Jellinek: ninguno, como no
sea histórico, pues la adopción y el contrato matrimonial deberán ser estu-
diados en sus elementos propios de derecho civil que no guardan relación
alguna con sus fundamentos religiosos.
I.:I iiifoque es de preci-ión iiidudat,le. 30 l<i t.-. tanto la afiriiiaci6n de
que el Estado corno el Derecho surgen:
a ) por una actividad consciente;
b ) por fucrzas superiores a los individuos contra las cliales nada cs p u -
sihlc haccr.
Es decir, por la actividad cabal de los hombrcs ). por las fuerzas cirgas
de la naturaleza. 1.a primera afirmación es medianamente acertada, pues no
siempre las transformaciones socialcs pro\irncii, segiiri nuestro criterio, de la
actividad consciente. Sabido es que tanto las fiicrras irracionales como las
contratendeiicias socialcs, irreflexivamente manifestadas, llegan a alterar la
estructura social y la organización del Estado. Posiblemente en los momentos
ilecisivos del actuar colectivo, las previsiones lógicas fracasan ante insospr-
rhadas desviaciones fácticar. No siempre en política, las consecuericias soii
l6gicas. Los compartimientos standars no son aplicables, con prel-ista prr.
. .,
í:ision, a los posibles derroteros que pueda11 tomar las luchas sociales. Así.
las actividades conscientes del hombre político deberán ser analizadas, al st,r
totalmente realizadar. Las predicciones políticas requieren de saber nianejar
complicados sistemas metodológicos en los qiie se toman en consideración
datos complementarios p secundari<i~maiieja<ir>si,ri el rampo de lu posiltlc
y decisivo. Pero entonces. ya no ha)- predicción sino mariejo intrlig~ntedr
posibilidades elevadas a factorrs.
¿,Puede11 existir, en el ámbito político fuerzas ciegas coritra las cuales vl
liombre liada piirdr hacer? j,Existcn realmente elementos irracionales en
e1 acontecer histórico? La historia política es ci\ilizacihn porque en ella
queda recogida todo cuanto influyó positivamente en la hrriin<:ia de pcrfci..
ción humana. Cuanto heclio d ~ pasado l no ha coiitrihuido a este enfoque
son áltos en el camino, retrocesos, búsquedas de orientación. Así ocurre
tamhién en el aciiiar individual. Lo positivo dcl quehacer hizo mercccdora
su vida. Lo oscuro y negativo es existencia. Pero rio vivenria merecida.

Lo social. dice Jelliriek, es siempre "la suma de la \zoluiitad Iiumana dis-


puesta según un plan determinado".
El método histórico en la doctrina política parte de una delimitación
previa: la búsqueda del dato político Iiistórico. En su consecuencia, el enun-
ciado método jurídico plantea al ser transferido a la doctrina del Retado, la
siguiente premisa: se trata (le hallar el dato jurídico adscrito a un áml~ito
estatal. Por otra parte cualquier manifestación de los elementos sociales se
plaiitra politicamente en tina adscripción al Estado.
260 AURORA ARNAIZ

Si todo Derecho, como ordenamiento elahorado y declarado por las iiisti-


tuciones estatales competentes, es derecho político, el método jurídico tendrá
dos considerables ramas: la del derecho público y la del privado. Esta consi-
deración no es tomada en cuenta por Jellinek quien se refiere exclusivamente
al método jurídico correspondiente al Derecho Público omitiendo el del De-
recho Privado.
¿Cabe hablar de identificación del método jurídico aplicado a las dos
ramas del Derecho? Si hiciésemos la separación ¿correspondería una diIe-
renciación por las deIiniciones de dichos derechos o por sus fines? Según
sea la respuesta así serán diferentes los canales metodológicos y, por consi-
guiente, sus resultados.
El derecho espcculativo, como doctrina en sí misma, tiene un contenido
propio. Al ser aplicado adquiere este contenido función relacional. Los con-
ceptos valen en tanto son los medios al servicio de finalidades sociales: jiis-
ticia, equidad, bien comúii, utilidad, orden, progreso, seguridad, etc. La
doctrina jurídica, como abstracción, can las ideas del derecho, y sus con-
ceptos. Manifiestan grneralidades, principios intnitivos, ahistóricos. Cada
expresión es una deducción aislada. Al formar la sistemática jurídica hay
tina concatenación concel~tual,de esencias.
El método de la jurisprudencia requiere de otros enfoques. Por tratarsc
de una ciencia práctica, de aplicación, interpretación y recreación (nueros
matices que llegan a presentar tanto la interpretación de la norma como sil
aplicación provenieiite directamente de los hechos), cl método básico ha de
S P ~el inductivo, y sus derivados.
Posiblemente se vienr daiido a las averiguaciones metodológicas propor-
ciones extremas. Vivimos los abusos que correspoiiden a desafortunada pro-
yección y extensión de la madurez científica. Hacer de la metodología política
un fin en sí mismo, en olvido de que por principio todo método no es sino
medio para la investigación, es perder de vista el contenido a averiguar. Este
contenido es la política. Su ontología, sistemática, y finalidades.
La elección del método político plantea el problema del objpto dimen-
siones de la cie~icia~>olítica.De si está limitada por d Estado. O de si tiene
alcances sociales que culminan en la fisonomía y autoridad estatal. Plantea
la exigencia de la definición dcl término política y del Estado. Topamos de
inmediato, con el prohlema del poder del Estado. De la autoridad que manda.
Y de los ciudadanos que ohedecen. Del porqué de esta obediencia. Y de su
para qué. Inexorablemente nos vemos envueltos en la posición t e l ~ o l i > ~ i c a .
En la temida y escurridiza posición de la definición por los fines.
Los elementos sociales 110 se diferencian de los rstatal~cpor ciiestiin de
grados, voirio pretenden los sociúloaos niodrmos. fIay una diferencia implí-
rita que proviene de la propia naturaleza dcl spr social y d ~ estatal. l 1.a iii-
ierrelación social se produce en un cuadro amorfo, de tenue presión, d<,
lihre espansiún. Lo irracional de su realirarión es propio de su carácter
movedizo y transitorio. Lo politico ofrece en rdación con lo estatal una diir-
i-imicia jerárquica (Ir grado. 1.0s elementos socialc~no integran lo estatal.
l.o- políticos son su iniciacióii. El Estado es la riilininarión de las accionrs
~~oliticac. Lo social crea la sociedad como ámlii~u.Al igual que la polítira
v i rl 5mliitu del Estado. El dcr~clioregula tanto lo social como lo político,
Injo e1 coriirol del Estado. Los sujetos <le la sociedad y del Estado (ámhito
interno rlpl mismo) son los hombres.
I>sistc una ciencia política: la artividad social cliil homhrc que tiende a
lttirt-r posible la coiirirencia individual ron e1 grupo. Así cuanto elemento
social es considerado desde el punto de vista dc c.Sta convircncia constituye
si~riolii~ia política. Existirá por consiguiente una sociología propiamente di-
rliü. integracla por sus elementos, en orden a la interrelación y Iiilcs inter-
I>rr;o~ialcs.Tales s ~ i á ni1 lenguaje, la actividad pública, las creencias co-
IIIIIIIPE, los denomin:idos conrencionaiismos sociales, etc. Estos elrm~ntossor)

políricoc ciiando directamente están ~nrauza<losa hacer posihle la i-ida del


Iioriibrc con su romiiiiidad. Los cli~mrntoisciciales dejan de s i r coiii~,iicin-
riales. al traspafar el imliiio político, y se transforman en principios perennes
q11e p í a n al homlirr en la acción política. Por psrnr.ia la politiea <,S nsioliigín
rnlcrtira.
1.a historia política rios i,nsrfia qiic ti« pxistt,ii r..structuras snrinl~sriFidas
rii iIr1initivas. Que C I I PI i n ~ u e s t i o n a l ~avance
l~ progresivo del Iiombre liacin
-11 riiay~>rperfeccibn. los roiiceptos politiros van rvnliieionando. haci6ndost
iii& ti.ciricos y drpurados. Griiari la transforinacióri todo iin miindo de ira-

ilici<riral rnioqiii: <IP li>s prol)lrmns. Piics nada. rri la \-irla iiidiri<l~ial3 social
<IcI honilir~.siirgr por ~t-tieracióii ~ ~ ~ p o i i r i n cSudo a . tiene i i r i aritecedeirt~.
tina caiisa y un motivo. No siempre racioiial. ni l6gico. AIFiiiios <le rlliis
aral>ar:iii i;i,idiGtlclosi cri ~l vacío de los actos a i.t,ctificar. El error; como lo
iiripcrfccto, tiene i<iiisrcurncias sociales, sin duila algiiiia. ~ I I C x&n , wcii-
lica<lns: para volver al Iiili, dr lo q i i ~<lcl>ií>wr. y no fuc.
I>ii r:onvrnrional los cotiiciicioiia~ismos socialec, son contingrntes. El
rt~r<ladrr<> <,i>nienid<ipo-.i!ivo iio s i alicra. 1.o quc es privati\-<>d~ las geiie-
i~icioiii.~ politicas e . el c6nio Iiieron captados los modelos a seguir. De los
lieclio- humanos liistóriro rcsplaridcce un ha,: de logros y de grandes acici-
tos, aun en los momcntus de g r a n d e y r r u r i a l ~rriiis; ~ ahicrlrr- al e-repti-
risrno y n la ~ . P I I L I ~~a1~1iatii'a.
<,~;~
La sociedad más valiosa del hombre, cs la política. Con ella se ha reali-
zado la historia, cuando los móviles se han institucionalizado. Por consi-
guiente hay que distinguir entre la politica propiamente dicha, y su institu-
cionalización. Aquella forma lo social. Esta, el Estado, mantcnido por los
fines comunes. Una sociedad organizada para hacer posil~lela vida comunal
del hombre necesita de organismos, e instituciones, personas (gobernantes y
luncionarios) y leyes orgánicas. Pues lo contingente de los hechos contem-
porineos, privativos y movedizos son posibles por las ideas eternas. univer-
salw, inalt~rables,como ronceptos.
Intcresa por igual a golirrnantes que a gohernados, el encauzar la direc-
ción racional de lo social. La improvización y lo espontáneo no son elementos
provcchosos. Una dc las miíí genuinas aportaciones y características de nues-
tro siglo es el auge de planificación. Se trata de una culminación de la
técnica racional como medio. Pero toda técnica [Irhe ir prendida en algo.
Ida planificación es su contenido. Con ello se va reduciendo el trabajo iudivi-
dual y ampliando el de los equipos, concepto y vocablo este muy caracterís-
tico, también de nuestra época. La planificación política por excelencia, ea
la internacionalizacibn de los problemas políticos, y su institucionalidad.
En el ámbito interno del Estado, sus cuestiones territoriales trascienden hacia
rl ámbito internacional y se institucionalizan. Es ésta, sin duda alguna, una
<le los más i'aliosas aportaciones políticas de niicstro siglo XX.
Con este cambio de enfoque, se modifican también los medios para sil
corisecución. La metodología politica deberá h a c ~ r s cmás g~neralizadapucsio
que cada rama del saber político está entroncada en finales extraterritorialrs.
En su consecuencia lo privativo y peculiar de la investigación aislada, de-
I ~ e r áabrir paso hacia cimientos más sólidos que corresponderán a la inter-
nacionalización de lo nacional y estatal. Este nuevo enfoque alterará los
métodos políticos y, las acciones, con la perspectiva de más potentes alcances
r n la que los elementos políticos entran por nuevos cauces.
Esta fundamentarión sociológica d r la política dehrri sustituir al entro-
namiento del poder como base de las instituciones estatales. El poder del
gohernante y el grado de obediencia de los gobernados ha sido, desde rl
I(enacimiento, concretamente con Maquiavelo, el leit motif de la doctrina
política, y de la vida de los pueblos. La gran antinomia entre la obediencia
a la autoridad que manda porque tiene poder, y los principios de los derecho3
innatos, originó la gran crisis estructural que romienza en la Revolucióri
Francesa y que continúa abierta en niiestros días. El Estado no debe rislum-
tirarse con el primer plano de los gobernantes; sus debilidades, sus eternas
ansias de mando, arbitrariedades e imposicionre auspiriadas en el poder de
mando rspecífico. E1 ~ r i m e rplano de las instituciones eslatales deberá sei
tumudo por una estructura social de fines inter individuales, y comunes, cii
la acción de los hombres que la ocupan. El gobernante es consecuencia de
esta a<:cii>n,pero nunca las acciones de los g<ileriiaiiti~sdeberá11 ocasionar las
instituriones.
Los fines inte~nacioiiales~ sociales, individuales, re presentan en uii á n ~ .
!>iio: el territorial. Eii El Iiay una forma de vida que corresponde a la idio-
sincrasia y peculiaridad del grupo étriico-político correspondiente. La super-
esiructnra de esta forma de vida no proviene del gobernante, sino de la
acción común de los honihres asentados en un territorio. El poder del Estado
pertenece a los pohlador~sde este territorio. Es decir, al pueblo. Procede por
consiguiente, la revisión de los fundamentos metodológicos, no encaminados
a la averiguación de la dinámica del poder. sino dc la acción colectiva hii-
mana creadora de la liistoria del hombre, forjadora de su civilización nni-
versal.
Para contrarrestar la tendencia al abuso del poder de los go1,eriiantc.s es
iiisnficieiite disponer las cosas para que el abuso no suceda. Proviene el
problema de la relisión del enfoque político, pasando al primer plano los
rnóviles del Iionihre, sus finalidades asociativas los medios institucionali-
aados para obtenerlo. Y a u11 segundo plano, el mandatario del
pueblo, que esti en el poder político, p dispone de él dentro de los límites
del mandato. Para ello sc reqiiiere de una más efectiva participacióii de los
piieblos en la vida política. De un cambio radical dc enfoque. Con anterio-
ridad el homl~re,riiemigo consigo mismo, lo i r a tambiin de Iijs demás hom.
I~res,tanto individual como social e internacionalmente. Por consiguiente s i
preparaba al hombre, desde sus primeros aiios. para atacar y defenderse de
sus semejantes, dejindose suelto al enemigo número uno del deserliiilibrio
político: el del 3-0 iiitirrii~del propio hombre.
PUPSsi I~ienla política es la acción organizada de la interrelación social,
)- el Estado ~s la institución que rcsulta de ~ s t norganización, ambos con.
crpios proceden del hombre. Ticiicn raíz humana.

Por ser nuestro propósito hacer, de rstr autor. un estudio fundamental,


pero no exhaustivo, hemos de limitarnos n nianejar .u olira principal, deno-
minada "Teoría General del Estado". '
-
1 Hniis Kelsen: "Teoría General del E s t o d ~ " triil.
~ (Ir Lixis I.egar Lacarnhia. Edir.
1-nbor. Alndrid, 1934.
Haiis Kelsen se coiisidera adscrito, en iuaiito al niEtodu iiiicial, a la
escuela positivista alemana de Cerbcr, Labaiid 1- Jellilit~k,a la que tan ligado
se encuentra, por declaraciíin propia, así como por algunos de los contenidos
esenciales de la obra.
Pues Kelsen hizo suyo el problema que nos legara Kaiit: a cada rama
del conocimiento le correspoiide un método privativo, y no utro. Si por pro-
cedimientos no específicos se analiza una ciencia d~terminada,s r ohtcndráii
conclusiones y enfoques que no corresponden a los d i la ciriiria en ciiestióii.
En sus justos términos el problema hubiera quedado plariirado asi: un mé-
lodo para cada cieiicia. Ppro el exorhitado desenfoque que los pensadores
rieokantianos dieron al problema metodológico acabó por convertirlo en una
cieiicia para un método. Y así fue creada la metodología r l ~ lmétodo eii la
que se hizo de éste un fin en sí mismo.
Icelsen se mantiene eii la más fina pureza del principio, como lo deniiii.s-
ira el lugar que el método ocupa en la estriictura de si1 teorétira. Así, la
disección de los elementos más fundamentales de su obra nos conduce al si-
@nte cuadro sinóptico, en la que el método n o forma parte ni de la esencia
político-jurídica, en su principio de identidad de ambos términos, ni aun
de la validez (jurídica) de los elementos que conslitu)-en la estática del 1%-
tado. El método es encuadrado por Icelsen en las etapas creadoras del E.;ta<lri
a través de la dinámica del mismo. Veamos:

Realidad.

Estado. Dereihu.
Moral.

Estática del Estado Elementos Poder.


(Validez del ordeii Constitutivos Territorio.
jurídico) del Estado Pueblo.

Dinámica di.1
etapas de creación (cap. VII).
Estado (libro
órganos de creación (cap. VIII)
111, cap. VII,
método de creación (cap. XIX) .
VIII, I X ) .

Necesariamente, dado el encuadramiento que el autor hace del método,


hemos de emplear en su análisis una terminología distinta a la que ha co-
rrespondido a la exposición de Jellinek. Si se tiene en cuenta que H. Heller
a s r u l ~ arii un c<tlo capítulo Iqiie iiu por casiialida<l r s r l capitulo primero
de su teoría) el ohjeto y e1 método de la teoría d<,l I<stado. )- q ~ PSi rn ~ el
iriciqi, del mEtodo donde enfoca la teoría del Estado i.rimci i.ii,ricia ioriolú-
gica d r la realidad. ( y como ciencia di! rstriictura-, 1- 110 histbrica j . Ilrga-
rrmos a la conclusión d i que iOh ironía.! la sistemitica del niétodo (le
Ki.1~t.n y FIeller proceden dc un mismo imbito: el (ir la actividad creadora
d r la vida piilíti<,a, que tiene i.1 siihstrato romíiii de la sociedad. Eti FIellrr
rstc xibstrato genirará la i-~alidadsocial. En Kclsen "la iiniilad del poilcr
estatal y la pluralidad dp los poderes o funciunci del Estado".
En la búsqueda de Kelseii por sitii;ir rl iml>itii l < itvmas~ mr,ti>dolópir<is.
tiay iina coi~sidrracibnqiit- mi:rvcr ser rstiidiada. AIirina que "por regla
general. la funcióii designada coii 10s nonil~res d i administración o podir
rjtrcnti~ono suele considerarse ni romo <:rraciíiri ni c<im» aplicaciún dcl De.
recho, sino como algo csencialmenti <listinto de t i d a fiiri<:ióii jiirídica: como
iina actividad al i ~ r v i c i od r los finrs dc podir o de cultura ilel Estado. Por
lo tanto, como una función negativa por referrncia al Derecho; por rso se1
la define como aqurlla fiinción drl Estado que se realiza ciinrido ya !io
q u ~ d anada por hacer a la l ~ ~ i s l a c i ó(crración
n <le1 Drreclio) ni a III jii-
risdirción".
Lri alirmación está lirclia i:on rpfrreiicin al r é ~ i r n r i iparlamriitario. i a -
racterístico de las drmr>rra<:iasruropeaq. En los r ~ g í m ~ n presidenciales
rs el
enfuquc r s otro. 1.a legislación y jurisdii:<:ión se prrsentan por exclusión dc
las lal,or,~s del Ejecutivo. Todo cuanto no es del rjeciiti\o, al mrnos en la
prártica si no en el espíritu de las Cartas Magnas, y en sus disposiciones,
pertenrre a los otros dos podercs. De aquí nuestra persisteiicia en considerar
los r ~ g í r n ~ n epresidericiales,
s en términos gt-n~raleey sin rrfrrencia a situa.
ciorirs de I.:stndo~ roncrrtos, como sul>ervivcncias dc las Monarquías absolii-
tas. antecedente inmediato clrl Estado Modcrno.
Pero, ni en uno u otro sistema cabe la afirmar:ióti de que la función
~jrcutiva Era esencialmente distinta de toda función jurídica. Si r n alguna
teoría drl Estado no cabe tal afirmación, es p r r c i ~ a m ~ n trii e la krls~riiana
ron su idrritificación del Estado con el derrilio. Y tan no caLe que para
Kelsen tanto r:l rrglamento como la s ~ n t r i i r i ason f u ~ n t ~rreadoras
s drl Dp-
recho. En su coiisrcuencia la afirmación rle "por r ~ p l apeneral" ~ ~ l i l i la iy~
posirión particular del autor.
Ida no identificacibri del Estado con e1 Derecho no presupone estar de
acuerdo coi, PI antediclio critrrio general. P i i ~ stoda lahor de las institucio-
nes estatales, a través de siis organismos o funciones están relacionadas di-
rectamente con el drre<.ho (Poder constitu!-ente. fiincióii legislativa) o son
266 AURORA ARNAIZ

consecuencia de su creación: poder ejecutivo, administración, aplicación del


derecho. En los regímenes presidenciales, el ejecutivo está "autorizado" para
crear el derecho en casos concretos. En época de normalidad, por medio dc
los decretos, y en anormales debido a los plenos poderes. Las Normas Su-
premas fijan los límites de aquellos y establecen las situaciones que originar)
los segundos, precedidos de la obligada suspensión de las garantías consti-
tucionales.
Cualquier actividad que niegue el derecho, es arbitraria. Los organia-
mos, y órganos del Estado, han de actuar conforme al derecho establecido.
Asimismo la autoridad, los funcionarios, y hasta esa masa amorfa que se
denomina el público y su opinión. Decir actividad política gubernamental
es afirmar la conformidad jurídica, o el acomodo de la conducta con el
Derecho Positivo del Estado. Posiblemente sea cierto que, en los regímenes
parlamentarios, la actividad política de los gobernantes y de la autoridad
está sobreentendida como exclusión a la labor desempeñada por las otras
dos funciones claves en la vida estatal. Pero ello es una visión simplista, pa-
recida a la tradicional de las gentes de escasas luces para quienes el Estado
es la antoridad que recauda los impuestos o impone tributos, cargas fiscales
y obligaciones materiales. Kelsen, con razonamientos abstractos, de fina per-
cepción jurídica, refuta el infantil concepto. En sus argumentos reside uno
de los puntos fuertes de la teoría kelseniana, que parte de la distinción entre
legislación y jurisdicción. Sin la sentencia, nos dice "el derecho abstracto
caracería de forma o estructura concreta". Hay involucración de los térmi-
nos. La sentencia podría modificarse mediante la jurisprudencia, la forma
del Derecho. Tal como lo plantea Kelsen parece como si la jurisprudencia
fuese causa inicial conformadora del Derecho substantivo. Es exactamente lo
contrario.
Los argumentos de la distinción rntre ley y reglamente como grados
diversos de la creación jurídica no obliga a la identificación del Estado con
el Derecho. La actividad política de los gobernantes y gohernados está direc-
tamente relacionada con la ley. La administrativa con el reglamento. Pero
estos reglamentos contienen reglas jurídicas, las infracciones son sanciona-
bles y frente a su contenido se admiten los grandes recursos de revisión.
Tales argumentos, convincentes, van preparando la conclusión kelseniana
final: sobre las diferencias de matices entre la ley, el reglamento, y la sen-
tencia, así como entre los actos políticos y los administrativos, impera el
común fundamento jurídico. Son normas del Derecho Positivo del Estado.
Y lo son tanto por su contenido, como por los fines, aplicación, etc. La dis-
tinción es cuestión de técnica, tan solo, (tribunales legislativos o jurisdic-
cio:iaics y autoridades adiniiiistratiias), cntre los proc<:dimientiis a seguir:
fijos )- rígidos los jurídicos, flexil~les,menos formales, los reglamentarios. La
distincióii entre las autoridades y procedimiento, es clara y terminante. Eii
su consecuencia, iio es aceptable la afirmación de iíelsen de que la distiiici3ii
rntre la nutoridaii judicial y la administrativa es explicable por motivos cir-
euristanriales, históricos, riada más. Es, añade "una arbitrariedad Iiisti,rii.a".
la diferrticiacióii riilrc los actos jiidiciales y los admiriistrativos.
l'iir'~ tivlii.ri tvl í i ! ~<Ir l i ~ad~nir>ictrarii)l~
1.5 dv ~ ~ o Ud de
~ rcnliiira. Tia
e x p r ~ i i l npor iiiuy vitga rp-ulta imprecisn. El primcro porque afecta a la
total neiividnd del Estado. El segiiir<lo por su rclación directa con el ámbito
social. Cnltiira j- poder político, si han de scr definidos por los finrs, pre-
cisan la ccp~cificaci6n axiológica. E1 poder del Estado recoge su iiiisiVii
poli~icafundaniental: el bien comón. Ida cultura ticne por niisióii realizar
t.1 perfeccionamiento del Iiombre. Cuando el poder político y la cultura son
canalizados a través de los iini,s superindividuales, existe la intervciiciúii
directa d ~ Estado l y la transfnrmacióii de la liistoria del h o n i l ~ ~<vi
e civi-
lización.
I'ero I<rlsen orriitc, tal distinción. Pa1.n él VI roncepto jurídici, material
<leIa Adriiiiiistracióii es rnfocado de preferenria drsde el estrecho ángiiln drl
í i i ~ i o i a r i ode la iiifracrión y d r la pciin, 1- la ~listíiicióii discipliiiaria
clcl r re supuesto, que acarrea consecuencias de c<inducta "cii)-a contraria es
ilícita". Pues "el dereello cs eii esencia. mi ordrii coactivo. y el Estadi) uri
aparato de coar:cióir".
En las etapas de vreacióii estiidia Kelspii los problemas de la Coristitiición
de la divisiún de poderes: seguidameiite a loz delineamirntos arriha es-
puestos solire la admiiiistración, en cl que nos hrrnos detenido por su rela-
<ión con los problemas inctitucionales y jiirí~licos del Estado que el autor
g~riudioal exponer rl iiltimo capitulo r l p la olira, dedicada al método.

El articulado dc los órgarios de <:reación guarda relaci6n nieiios estrecha


r.nri los problemas dcl método. Sr atirne al cuncepto jurídico-formal di1 ór-
gario del Estado, así romo al material. Vamos a detenernos, susrintamente
ron aquellos rrifoqiie* ri,frri<los con el método.
1.a primera afirinurión del capítulo VI11 (enunciado A) es mi taiito
dcsroiiccrtante: "pl Organo del Fktado conio errados y ejccuti>r del orden
rstatal':; (pág. ?Al). Acclita iíelscn qur, la ilinimicn di.\ E-iado \crt.acióii,
iírganos, métodos) alecta a la crearibn como a la cji,cuci6n de la esencia
jiiridica, (estitica di:] 1,:stadu). Todo el enfoque de este enunciado adolece
<le confiisionismo. El Estatlo es el ser abstracto todopoderoso, capaz de crear
por sí mismo sus variadas manifestaciones, y concretamente la jurídica. Es
este enfoque, en Kelseii, supervivencia {le aquellas doctrinas ornicistas qiie,
junto con el positivismo negador de la esencia filosófica, predominó en el
siglo XIX, como reminiscencia tardía y adulterada del siibstrato psíquico,
que en la organización estatal encontraran Hegel, Purhta, y Savigiiy. El po-
sitivismo y el organicismo dan un contenido concreto a la vacía teoría kelse-
niana en la que, por grande que sea el propósito del estudioso de no incurrir
~ i prrjuicio
i ni en posición anti, lo vacío de la teoría, ese no sal~era dónde
\-a el autor, ni el contenido de la averiguación, se presenta insisteiitemente.
Debido n dlo, la abstracción Estado, acaha, traiisformáiidose eri ficción. En
la bonita ficción de la cajita de monerías o chucherías.
La institución estatal da forma a través de la actuación de los gobernan-
les y gobernados, al principio jurídico elaborado por el puehlo. El Derecho
Positivo del Estado t.s la manifestación del precepto ético que el pueblo forja
eii decantación lenta a través de la aglutinante de los elerrieiitos étnicos-
sociales. El Estado no tiene voliintad. Es la forma política de un pueblo
estructiirarado e institucionalizado. Es muy cierta la siguiente afirmación
kelseniana (página 342) : "por relación a la norma superior, determinante
de 'u fuiición creadora, rl órgano dcl Estado es siempre un realizador, legis
executor". La certeza proviene d~ que esta norma superior está elaborada
por el Poder Constituyente, primer mandatario del pueblo, en aquellos Es-
tados Modernos en que el titular <Ir la soheranía es el pueblo (Suiza, Estados
Unidos, México, con la salvedad de una forzada o forzosa, interpretación al
4 r t . 39, en omisión del enunciado: la soheranía nacional.. .").
Las personas encargadas de los organismos oficiales del Estado (autori-
dades, funcionarios, etc.) encauzan las labores polítiras, jurídicas y admi-
nistrativas del mismo. El concepto político es amplio. Deberá ente~idersepor
política la interrilación social encaminada a hacer posible la convivencia
del homhre coi] su grupo étnico territorial, y con los demás hombres de las
agrupaciones exteriores, segíin el bien común y la tabla de valores de él
derivada. Esta interrelarión la encamina tanto el individuo como la sociedad
y el Estado.
El Derecho realiza tamhién la interrelación y la convivencia, al aplicar
PI especifico valor jiirídico denominado justicia: y su contenido individual y
concreto, la equidad, consistente en dar a cada uno lo suyo. No es cierto que,
en nuestra imperfecta estructura capitalista, la sociedad deha proporcionar
al hombre exactamente lo que éste proporciona a la sociedad. Tal principio
rqiiilibrnrl<>rcqui<,rc elr iiiia rstructura social arniúliica 1.11 VI qiic iiii~)csce1
principio (le una igualdad iriicial, hoy por hoy inexistente, como tampoco
rxietió ni ~ i eli pasado tiuciiiicu di: Orirntc, iii en el racial <Ic Grecia (I>:ii.-
I~aro; sometidos a la rsclaviiud rii favor del griego) iii eii i l tcol<\gico-
rit~meiitaldrl i l p d i i ~ ~irniindo
o latino).
I'or adniinistra<.ióii < I t , I i ~ i - , i t.iiit.ridcrse la Iiibor (Ir. la iarr,a concreta y
diaria, retroiraída' fuiidainrntalmrntr, al ámbito interno del Estado, entre r.1
funcionario y rl púl)lico, regidos por rl reglamento especifico de la funcií>i~.
Si la ejecuciún de la criai:riiiri no coiistitiiyc norma (Kilscii) ¿,por qué Iia
de ionstituirla la propia ci>ac<ión? ¡Por qué la co~rribilida(1es atrihiiti~
l>rimario del derecho? Si Iiirri lo corrcibl~ cuali<lad jiiridira y como tal '
rss un carácter espccífiro rli,l d~rechci.su rcconociiiiipiiti, no implica identilicar
la coacción ron el contenidir drl Derer:lio.
El Estado enciiaa, viitrr otriis, dos fincs prinior<lialrs: ~l respeto a loa
<I~rcchosiiinalos drl hciml,r~,y el bicn comiin. En su ralidad humana drl
jus_ integra e1 homtlre la cumiinidad jurídica. Pues la intrrrelación social y
la con~ivenriadel Iiombrc con sil grupo polítiro sólo e.? posible con la cxie-
tiricia <le iiiia tabla rrgiiladora (le 1-aloris CIIIP ~~01111i<~i~~nr c>I I~irn,que rijn
i1 mal. R'i cii las tci~ríasque fijan la titularidad de la solicsanía i r 1 PI pu~l>lo,
i Altiisii,, lioiis.s<,aii.C:onsiitiici<>iirsSiliza, de 1,)s Estados I i ~ i d u s ,rtc.), ni en
aqin~llaiqtir atrpt;iri qiiv la iol,csanía rs atrihuto r,onstitiitivo del I.:stado,
tiene cabida el elemcnio liomlirc como iirgano iii-tit~icionnl< I d Eftado, como
lo pi.,.ii,ii<lt,Jrlliiirk_ ti11 prctrii?ibn iraiisIoriiia al piiclilo i : i iireaii<i del Estado.
La romiinidad política e i t i formada y conipiirita por Ii~iml>rcs.E1 Es-
tado lo csti rii siis organismos y funciones. E1 liiirlilo. iitiilar dc la sulteraiiía
manifiesta sii \-aluntad ml>rraria para la rraliaari6n dc llis finrs parti<:iilaris
comunal*^. En ruanio SP awpta este criterio, tan contrario a la posicihn a\.a-
lorativa kcls~iiiaiia, iiinicdia~amcnte qurda fijado el contenido de la ridn
pulítica del hombri.
La ~~rrsoiialidad jiiridii.a <Ir1 Estado, obligado requisito, no muy con-
i-inwnte, pero iiecesario para cetahlccer los dcrechos y oliligaciones de los
hombres ascritados s<ilire i i i i trrritorio, en la coii\i\ciivia y defensas de las f i -
iialida<lcs sup~rintlividiial~i de la relneión, no d e l ~ r r iopacar la realidad tari-
gible dc la persona Iiumana, ol)liga<la, por su propio deierminismo natural.
a vivir y convivir con los drniás hombres. Precisamente de este dtternii.
iiiemo se <I*rira el entrimqiic o trasfondo jiirnaturalirta de las rrlaciones
-
1.n ciialiclnd
1 ria er~iiiinle al ser sino a s ~ i scoractrrrs. 1.n r~il,it.iiici:~es ronlenido
l Las riinlidades ~ i i selementos adscrito<, por ser ~.aiecoriosdel ser.
genttiro d ~ ser.
270 AURORA ARNAlZ

humanas que el derecho, como principio jurídico crea, y el Estado establece


y fija, a t r a v á de sil orgaiiización y organismos institncionales. Tales enfo-
ques no tienen cabida eii la deshumanizada ciencia política kelseniana.
En el inciso B del capítulo VIII, Kelsen nos presenta la desconcertaiite
afirmación que fielmente transcribimos: "por eso el Estado no es tampoco,
como piensa la teoría orgánica, iin organismo a medias, iina especie de semi-
organismo; y la analogía con el organismo natural iio es sólo parcialmente
exacta -como suponen los seguidores de la teoría naturalista, que no se
atreven a llegar a las últimas consecuencias- sino a6sdutamente cierta, con
una sola circunstancia de que se trata de dos sistrmas que radican en ám-
bitos diferentes del coiiociniieiito. La iiicoiisecuencia de la concepción orgá-
nica del Estado, que no se atreve a considerarlo un organismo propiamente
dicho, y sin embargo, le rcconoce "órganos", y por lo drniás trata de com-
prenderlo como un todo orgiinico, es una manifestacióii de su método hí-
brido, vacilando de continuo entre dos sistemas: el de Ia naturaleza y el
del espiritn. . .":
En relacióii coi1 1.1 iiltimo párrafo transcrito iios preguntamos: jel mniido
del espíritu no forma parte de la naturaleza del hombre? Que se sepa la
naturaleza humana está compuesta de dos partes genéricas: la física (cuerpo)
y la psíquica (espíritu, alma, posiblemente formando parte de la propiii
constitución material corpórea del hombre).
Hemos transcrito los anteriores párrafos, como demostración de la ads-
cripciin sin reserva del autor, en el libro más fundamental de su extraña
doctrina, a las infantiles y ridiculas teorías organicistas, con las que a niii-
gnna parte se llega pues son como un callejón sin salida. Los dos primeros
inciso3 del capítulo VIII, en los que se trata de encontrar al sujeto del
Estado, y en los que se niega que sea el hombre (no se hace referencia al
pueblo como comunidad política) acaba sosteniéndose una política inmanente
en favor del propio Estado que, inexorablemente, conduce a llenar la auseiicia
concreta del titular y la finalidad de las instituciones estatales con las caducas
ficciones organicistas. Estas escuelas llevan a aceptar el misterio hipostático
d e un Estado-Leviatan, gendarme, fiscalizador de las vidas y haciendas del
Iiombre, hipotético y ficticio. Y si la hipostasía dejase de ser ficticia y se
,canalizara experimentalmente, al ser el hombre mi medio para la realización
.de los fines del Estado, se acabaría en el Estado totalitario. Afortunada.
,mente para la liistoria iiniversal del hombre, la vida de la comunidad está
forjada sobre el derecho que expresa un contenido axiológieo, y los fines
inmanentes del propio Estado (su existencia propia, su coexistericia coi: los
Esiailos <Ir1exterior) están siipeilitndos y son eoiisei.iieiicia de los fiiics poli.
iicos. nxiológiros. d d iridiridiio y de la comiiiiidad.
Eii rl inciso !J. Kel~riipersiste eii sil punto de \iita <I~shiimaiii~ado, al
a l i r n i ~ rrliii: "resulta de lo dicho que, un homljre no puerle ser conjiderado
romo brgano de la comunida<l.. . ~ i i iu11 nrilrii rnlificnil<ir de ese homhre, o
<Ir sil lunrió~i". Ta Irasi, srría ace1>tahle si e1 ordeii i~nlificador tuviera uii
i.<iiiteiiidopositi~-o.Pero dio <:on.;tituiría, sigiiiiiiilo liri; drliiirarnieiitos y ter-
minol<ipia ilrl niitur. manif~ctarioncsmelajiiri<iicas.
,,Dr. <Ióii<:eproiicneii, imi Krlsen, los <.iriiccptoc (Ir niitoridad, 1p;alidail
y legitimidad? El primero lo relaciona con la fiinciíiii jiiridico-material del
órgaiio rstatal respectivo. El razonamieiito rs tan ahstrncio que dificilmente
piieile incontrarse e11 61 la dilerenciación entre autoridad y autoritarismo.
Para lograrlo hul,iera sido preciso señalar el presupiirstu <le legitimidad con
el que Iian de ser medidos. S e limita Kclsen a ~ r í i a l a r"la presunción de
legalidad de los actos estatales siiperi<ires". Pero da<lo que la ley en el autor
es indiferente a los conceptos <le juridirida<l y Iegitinii<ln<l,el de autori<lad
queda prendido de tina sitiiaciíiii de Iirclio. .iiiiorid;i<l rs. quien tien? poder,
quien oliliga a la ohcdienria.
1.0 lrgitimacióri del acto IIO es r.<irnpei~ii,.iude I;i c.itiii:ia juridicri. i-egiin
Liclsi.11. sino i l d Tribiiiial Siiprcmo, aunque "eii últiiiio tkrniiiio, es la razón
pura siil~jetivista la qiir legitima objeiivameiitr el wntido suhjrtivo iiima
rieritr, cuando coiilierc sii sigiiilicacií>ri esperilica. sii sentido jiiridico a los
Iiechos afris11nd«s en siitcni;~utiiiario, por la Iiipótcsis <~.siablccida por aquélla,
ir se lo ~riiifirmaeii s u trndeiicia de participar en tal sciitido".

Igriuramos qué <Ichi: riitrndrrsc por "raa6n piira iiibjctiva". Si fiiera el


prtwpto ético, o aún niejor, t.1 iniperatiro categórico, Iisllarianios acomodo
ti iiiia ratio inicial qiir daría contcriido al acto político provenien:e d~ auto-
ridad, y aun a la auiuridad misma. Ppro si esta razóil pura sutijetira es
rxcliisirameiite la cuin<.id~iiciaci,n la Iiilii>tv~islorriia Siilirrmn I'riniera
que fija la aceprióri dt, legalidad de los lir.cho.5 rclaciuiia<los. escritos de
niodclo axiulógico (legitimidad), careceriaii los actos políticos de uii común
deiioiniiiador para cstal~lererel por qiié de lo permisible y prohibitivo. El
homlire seria el autómata del ortlrn legal. Ertahleciilo la pirámide juridica,
la infiariióii de los térmiiios fijaría por rI incumpliniirnto con la impo-
sición lrgal rxrnta de juri~iicidad. L i y srría lo qnr or<lcria la Sorma, y
rio 10 que expresa. Ello 1.5 conscciiericia lógica. y 1iit.11 cni~ocidade la teoría
kelseiiiana.
Fijado ya el eslal~óii jcr5rquiio del ordeii jurídico, v a y a n ~ oen ~ busca
de la Irgalidail dc la institu(ionalidad e5tatnl. V~amo.3:i li, hallamos y, en
su consecuencia, si podemos ~ncontrar eii la Teoría del Estado de Hans
Kelsen la justificacióii de la existencia del Estado, de la autoridad y de la
obediencia del súlidito a la ley. Lo que da validez kelseiiiana a los actos
d e los órganos dcl E:.stado es la existencia de una jerarqiría orgánica la cual
depende a su vez; de la jerarquía del orden jurídico. El órgano iiiferior está
regulado por el supt:rior, y éste a su vez, por el anterior jerárquico. El supe-
rior crea la regularidacl del iiiferior (prinripio de legalidad que obliga a su
reconocimiento). u11 acto, o un órgano es irregiilar, y en su consecuencia
aiiiilahle cuando iio está jerárrjuicameiite enlazado en la serie de instancias
de inferior a superior. Piir coiisiguient~la validez de los actos políticos, auto-
ridades y órganos depende11 del eslabón legal (orden jurídiro). Y así aun
cuando el autor haya afirmado en incisos antri-iori,. la identidad rriire los
conceptos orden y organización, qncda lógicamtmt~ establecido en su teo-
rética la separación de 111s términos. 1.a organiaaciún politica krlseiiiana es
ronseciiencia de iinn primera rausa: e1 ordrii jurídico.
Para rl auior im acto polític<i irrcgiilar riiando no cs legal. Es dwir
cuando no procede de la suhordinación del inferior al orden superior jerbr-
quico. Pero, "liablar dc iiiia funrión irrccular parwe iinn ritiitradirtio in
adjecto, a p r i m ~ r n>-ida: pues un liecho no ronsiituye fiiiirión orgánica sino
e n tanto que se corrrsponde con una norma" (pág. 371).
P o r consiguieiitt. rii la teoría kelseiiiana además de la famora pirámide
juridica deberá aceptarse la pirámide política, que queda establecida en la
rclación jerárquica entre el Órgano inferior ron el superior, tanto para los
actos políticos como para dar validez al principio de aiitoridad. Queda estc
principio válidamente sujeto a la legalidad establecida por la autoridad sii-
perior que la originú y el acto político que le dio forma, y con él legalidad
(obediencia obligatoria frente al súbdito y validez formal para la creación
como organismo superior de los órganos inferiores de él derivados), regulada
esta legalidad por e1 principio de la ruiirat~iiacióii <le instanrias (superior
con inferior).
Siendo así ¿cómo pxplirar el reronocimiento krlseiiiann de la existenciii
de órganos autónomos? Eii realidad, no lo reconoce; purs In autonomía rqiii-
valdría a irregularidad, por carecer de roiiexióii <:o11 las pirámides jurídica
y política.
Y así como no tienen cabida en la teoría krlseniana los brganos autó.
iiuinos, tampoco es Ibgico aceptar cl denomina<lo sileiicio <le la ley. En
dereclio, dice el adagio, lo que no esti proliil>i<lo.~ s t ápermitido. En la teoría
kelseniaiia el silencio de la ley rqiiivale a invalidez. Nos permitimos hacer la
aseveración como dedurriiiii I6gica de las p r r m i ~ a sjerárqiiicas: o piromi<les
jiiriclica y política. "Cuando p u r s i l ~ i ~ c i<le
o la ley r1 que 1x1 de t-jerutar la
norma está autorizado para examinar y decidir su regularidad, es indudable
qiic si estima que ella es irregiilar, no lia de ciimplirla o ejccutarla. Esti
autorizado para tratar la norma en un ca.so concreto, como nula" (pág. 376).
Es decir una ley es irregular cuando no esth siijcta en cl sistema de ins-
taiicias. Cuando no forma parte del orden jurídico. La irregularidad equivalc
a ausencia, nulidad, o invalidez absoluta p<ir iiicriitrncia. Lo decidirá el
órgano <le competencia siiperior 3- como excepción e1 ejecutor. En cualquiera
do los dos casos no cabe ineiicionar el principio de autolegitimación <le la
ley. P i ~ osí es posihle mencionar la autolegitimiilad del acto de autoridad
ípá:. J 8 3 j o como un principio rcgulado por el <lereclio positivo para c.1
caso rspecifico de drcidir sobre la regularidad del iIc.rcclio creado por el pro-
pio brgaiio siempre )- cuaiido su rjecucibn o incjeciición no sea de su propia
competencia. Es decir, la validez de la disl~osición dependerá de la auto-
ridad superior, y no dc la propia autoridad del órgano cncarg;i<lo de la
decisión. o "de la derisiiiii de una instancia iieiitral. rlistirita del creador y
del cjrvutur de la norma".

I*:I subtítulo qur da Kilseii a los métodos dc crracióii gira alrededor de


la "Teoría d r las formas del Estado". Parte del conocido ciclo aristotélico
de las formas puras r iiupiiras, y concluye iiisistiendo en qiie e1 querer dcl
Estado es el deber s t jurídiro,
~ ya que "la voluntad estatal no es niás que
la iina:+-n d<,l .ii.ctivna iiorinativo unitario <Ir1ordcn pstatal".
;,Qué significa en Krlcen rl deber scr jurídico? Neccsariamentc ha de
telicr un significado. Si 10 tuviera, en la arrpción clásica: el deljer ser juri-
dico habría de raponer las esencias filosóficas recogidas en la norma jii-
ridica concreta. Dificilmeiite podríamos compartir este criterio coi1 los si-
guientes párrafos que traiiscribimos de la página 119 (ob. y enc. cit.) : "una
vci que la autocraciii cs de Derecho positivo, implica una restricción inadnii.
siblc. puramente jiisiiaturalista de1 concepto del Derechn, no admitir conlo
"Dererho" en scriii<Io propio y estricto sino el creado con método democrá-
tico, es decir, p~rtii.ipando en su producción los mismos que han de so-
m<,tersr a é1':.
Si la autocracia rs por sí, la imposición de la arbitrariedad, difícilmente
Iia de formar partt.. :i ser, Derecho Positivo. O el derecho expresa el Jus
(justicia, equidadj o no es Derrcho cuando uri contenido dado, hastardo,
puede recuhrir los formulismos legales del Procesalisn?~púhlico, a saber:
aciierdo, promnlgación, y publicación de la ley por instituciones y personas
legales, pero no legitimas. Como tampoco la coacción, ni la ejecución de la
ley por consecuencia de la infracción son derecho sui géneris.
Por mucho que Kelsen fuerce el argumento en pro de su tesis de que rl
Derecho es a la rez en un sentido forma, y en otro contenido, tal enunciado
es insostenible. El Derecho o es tina cosa (forma, Derecho Procesal) o t~
otra (contenido, Derecho Substantivo). La aceptación de la aseveración kel-
seniann es muy siigestiva para un punto de vista filosófico (ser y devenir,
tiempo y espacio, categorías, etc., etc.). Pero tales enfoques son mctajurídicos.
Pues el Derecho es o no es. Si es, expresa un contenido axiológico. O no es
nada más que procedimiento y ejecución por irifraccióii del precepto. Lo que,
estamos de acuerdo con el autor, no es derecho. Entonces ¿qué es el Derecho,
según Kelsen? Hemos tratado de averiguarlo, antes de entrar por los verirue-
tos de los métodos creadores del Derecho. Y no lo hemos hallado. El Derecho
kelseniano no es expresión. Existe y estií ahí, de aruerdo con una hipotética
Norma Suprema primera, proveniente de un hecho simple: que fue eiahorada.
Por quiénes, y por qué, eso es también "rnetajuridico''. "Partiendo d e esta
idea de libertad social, exige el Derecho Natural que la primera constitución
se funde en iin pacto, esto es, que nazca con el consentimiento de todos aque-
llos sobre los cuales pretende alcanzar validez el orden estatal.. ." Pero este
pacto no obliga para in eternum. Las gentes futuras a los suscriptos deberán
manifestar in continum su consensus. Explícita o implícitamente. La no oposi.
ción significa acatamiento. En los razonami~ntos que sigue11 (pig. 4.11)
se omite algo esencial de la teoría contractual, y de los regímenes de-
mocráticos: el consensus, incesantemente renovado frente a la ley y a la
autoridad. Se sobreentiende el asentimiento mientras ambos no sean recon-
siderados por medio de los recursos ordinarios legales, o los extraordinarios
(facultades expresas de revisión constitucional, etc.). La omisión es grave
ya que la prueba del consensus es una teoría decantada en la más fina tra-
diciún contractualista (Locke). Bien es cierto que el razonamiento es exclu-
sivamente para la opinión política individual. Para lo colectivo deberá impc-
rar el sistema mayoritario. &o' queda vira opcióii que el acatamiento a la
decisión adoptada por el mayor número. "Pero, la autocracia y la democracia
no son tipos ideales. La realidad social del 1)rrecho Positivo representa apro-
ximaciones o alejamientos más o menos marcados a alguno de los tipos ideales
contrapuestos; la realidad es una serie de transacciones e interferencias. LIna
pura autocracia es tan irrealizable como una democracia". Luego, si el pro-
pio autor (Kelsen) lo reconoce, deberá optarse por la fórmula mejor, dentro
de la imperfección. Es decir, por la democracia, pero nunca por la autocracia.
N,,siempre los a~itoresliaccn iina distinciún específica rntri: fiirmas di.
Estado y formas de Gobieriio. Si aceptamos el criterio distiiitiro predominante
de que aqiiellas se estrurturan teiiieiido eii cuerita las elcmcntos constitutivos
del Estado, y ésta la de los fiiies; estaremos en disposición de captar las línea:
generalrs (tiposi de la distinción.

Prepara el enfoque con doniinio de experto avezado en el coiiocimieiii<i


{le los problemas del Derecho y del Estado. La voluntad del titular, es la
Yorma, nos dice, ya provenga del Monarca, o de este y el parlam~iito.Y
añade: "Considerar que pl moiiarca: tiene un d r r ~ c h opropio y primario a 711-
funciones especificas implica uria reciisaci6n del Dcrt.ct~o positivo coinci
fuente de aquel, pero no la renuncia a buscarle iina fiirnte m i s inliosa. Estr
PS el moderno ropaje de que se revistc hoy la antiqiiísima teoría del origeii
d i ~ i i i odel poder, propia de las teorías sociales m i s primitivas." Las si-
guientes afirmaciones de Kelsrii, dr jiistcza y ~irrcisióii histórica sobre PI
origen de las formas políticas y sus causas concreta., ma~iifiestanel conoci-
miento de la realidad, fuera <le ficciones.
"Ni siquiera en el despotismo que es cl tipo real m i < cercano a la idea
de autocracia, se ofrece la posibilidad de reconocer al sobcrano iina situación
Iiicra drl orden por él creado, que es a lo que tirnde la teoría del derecho
11rol~iodel monarca.. . El déspota es órgano porque ciiste para crear nor-
ma?. . .'' La falla principal (le la t ~ o i í akelseniana r.ii la que la legitimidad
equivalc a legalidad -según hemos <lemostrado- se agrava con la asevera-
ciím siguipnte en la que lo mismo obliga al súhdito el autoritai-i-mo qiic la
aiitoridad del Estado:
"J,o qiie se llarnal~aarl~itrario,no era más que la posil~ilidad jurídica
de retener toda decisión, dc determinar IihGrrimamerite la actividad de lo<
órga~iosinf~riores, y de surpender o modificar, cii todo o eii par[<., y FII
ciialquirr tiempo, las normas por él creadas. Este Estado es un Estado
d13 Drrecho, aún cuando -e le juzgue inconveiiiciite y perjudicial. Pero.
f o n ~ b i é ntiene alguna crntaju: clnram~mte lo drmuchtra la frecurntc invo.
cación n la dictadiira, en el moderno Estado de Derecho. 1- como en rl
drspotismo puede procederse también ilegalmeiite, tal forma de Estado iio
puede distiiiguirse por nada esencial de las nionarquias absolutas e ilimi.
tadas". Creemos que la g r a r ~ d a dde cuEtpntar tal criterio, se conienta por
si sola sin más corolarios. Nitisiin hiimnnista piiede acrptarlo. Y si el Derp.
276 AURORA ARNAIZ

cho y el Estado no está11 al servicio del humanismo ¿para qiié ~ ~ u e d eser-


n
vir? ¿Dónde encoiitrar la razúii de su existir? ¿Por qué y para qué han de
existir el Estado y el Derecho si aquel equivaliese a dominio y éste a con-
cesión?
". . .Este control del poder legislativo sobre el ejecutivo (que rompe
abiertamente con el principio de separaciún de poderes). . ." Que sepamos
los Modernos Estados de Derecho maiitienen el primado controlador del
poder legislativo sobre los demás poderes. Pues el Poder Constituyente y
los denominados representantes del pnehlo son los mandarios primeros d e
la voluntad del pueblo soberano. El poder legislativo es uii mandatario del
mandario. Esto es así aún eii los regímenes presidenciales. El pretendido
equiliLrio de poderes ha de mantenerse en el recoiiocimiento d e este pri-
mado. De lo contrario el poder ejecutivo acabaría en la práctica por actuar
con plenos podcres disfrazados sobre una fácil plataforma de legalidad
basada en afirmaciones que iio se corresponderían con la realidad fáctica.
No solamente Grecia, sino algunos pueblos primitivos, dice Kelcen se
regían por la democracia directa y las cuestiones se reeolvíaii por obligada
unanimidad (así es por ejemplo, entre los germanos). Las normas jurídicas
generales eran producto de la costumbre, no requerían de discusióii. La
dirección bélica la realizaba el caudillo autocrático. La democracia directa
es forma primitiva, propia de pequeñas comunidades. "Allá donde todavía
.se conserva, como en los pequ~6o.scantones suizos, la constitución no puede
renunciar a un parlameiiio ii úrgaiio de legislacióii indirecta, quedando en
vigencia el principio de la democracia directa para la creación de iiormas
generales, y ciertos actos ejecutivos de cierta importancia política, como la
elección de funcionarios, la aprobacióii del presupuesto, etc., etc."
En los párrafos transcritos hace el autor una clara distinción de los
temas que atañen a la moderna democracia directa, que, como superviveiicia
de las formas políticas primitivas, de fondo común entre los pueblos de la
antigüedad, se nos ofrece en Suiza, con las limitacionzs aiitedichas.
El tema sugiere cómo en los estadios primitivos de la humanidad existió
también la propiedad comunal o tribal, forma política primitiva, en coiiso-
nancia con la vida rudimentaria, atascada eii la tradición rural. En ella el
hombre carecía de p~rsonalidad. El afán de progreso iio existía. El indivi-
duo formaba la grey. El totem fue la primera razón política de unificacióii
étnica. Junto a él se perfiló el caudillo que acabaría cediendo el paso al
lider carismático, forjador de pueblos y encauzador de civilizaciones. El
carisma sustituyó al totem y se mantuvo hasta que surgió en todo su desarro-
llo el canon cristiano de la ekklesia medieval. De aquí que, hasta los albores
dvl l.:-tad« tloderlio. la religii>ii (totriu. cari.-iiia. caiioii) ¡laya sido la mani-
Icstaci6ii más valiosn de iiiiificacióii pulitica 111 10% puehlos. Bici1 es verdad
qiie la estructura 5ori;il se fijaba rri las fiirrzas eronómicas irascciididai
rii ri ~'oderpolitico. No es sino Iiasta la apariiiijn drl cal>italismo cuando lo
ecoiii~mivoadqiiitrr. alreddor di: los i n t r r ~ i r srnc~~raiitilistasd r las gpiitri
airntaila~sobre 1111 territorio. 711 oran fiierza unificadora. Drucle los comieii-
o XS. ir perfila la <lisjri~;aciiiii de las f i i ~ ~ r i a~iolíticas
zos d r i ~ u t ~ t rsiglo s
nacioiialcs y mercaiitilistas. Coii la aliaririón dc los I>otentes Trii-ti y Cartellc,
prini<,ri.. y ron las F:stndos mipresas. cfr~piiés.lo autóctoiio FP retrotrae cada
vr,a m i . hacia rrcenrias. tradicioiirs, coltusa y raza. La dirección interna-
<.ioiiaI I,or la l>osesii>iid r mercados. la competrricia que roii anierioridad se
r ~ ~ o l v oi : trataba
~ de ser rrsoelta, por medios I>klicos.hoy día ya no sirven.
h t a 1.9 iiiia de las poderosas razoiirs del iriiliacto iriterna<:ionalista de nue5-
L T 0 4 ti<mpos. LO que iio pudieroii lograr tcorini como rl mar.xirnio, iii con

antci-ioridacl los socialistas románticos. iii los iiioliistas (Hacori, Carnpanella,


o e . lo esti o\>tcriirndo la obligarla drft,iisa de 104 intereses ecoii6-
niicos <ir1 Estado inirrrriicioiiista. La empresa priiada vt: rrdiicidos sus cani-
IIOWI~, acción. Las ciciicias: sus grandcs Jt,u<,ubrimir,ntos. rl acortamiento
(le I:is ilistancia~.(,t<:.. están gestando la trayectoria di: la sociedad i ~ i t u r ay
dc1 E ~ t a d o ;por camirios iiisoip~chados,al margeri de los deseos compasivo^
del Iiiimanista. y aútt d r las ~~retcndidas coritrniliccionez intrriias del propio
si.;trina ialiitali~ta.

La di,inocraci~ indirecta ~irorieiie para Kels~ride la división drl tra-


Iiajo. E.; consecurricia liigica del rnfoqiie dado, coii e c i ~ r t ohistórico, al pro-
Idema (IP la democracia dirccta. 1.a autodrtrriiiinacióii de los I>u<,bloscomo
roliiiitatl <le lihertail I,olítica l,aia icgún t.1 aiitor. s ciertos íirg-arios. La re.
p r e ~ n t a c i ó nsiirgr rti dvtrimerito i1t.1 sistema dpinocrütico (de d~mocracia
directa) cosa bicii saliida. Taii r,s a ~ que í Hobhes. c.1 d ~ ~ c u b r i d del
o r concel>t»
político d r rt,psest~iitacii,ii cs. cii drfiniiiva. drfeiisor del absolutisiiio real.
Pero cs iiiacrptalile la afirinacií>iidt. que cori t4lo "se da 1u:ar a la ficción
(le qiie t.1 pueblo se resrrvs la fuiicióii que por riaturaleza Ir rorreil~oiid~, iio
obstaiitr Iiaberla trasl~asadoa siir 6rgaiios".
La más demeiital iio<.ióii y rii Kelsen la;. iiocioiies (conociiiiit~iito)iiuiicn
;oii elementales, ~ i l l orhaliusti~a- d r los cor~cc~itos(derecho-. iiiiiatos; de-
inoc~.acia.sobrraiiio. ilirisión d< ~~o<lerrs. r~yircscr~tacióiipolitica. etr.) RX-
cluyen categóricamente la afirmacióii clc qur al r<,l)reseiitaiile politico se Ic
traspase ninguna de las funciones (facultades soberanas) del pueblo. Sc
le concede la posesión, el iiso condicionado, no la titularidad. Tan es a ~ í
que hasta en el absolutista Hobbes hay cesión de derechos al representantr
político (no de la facultad soberana) condicionada a esa magnífica cons-
trucción de que el Jefe del Estado ha de respetar las cláusulas esenciales
del contrato social para cuyo cumplimiento fue nombrado, que pasan a
constituir los fines del propio Estado. Su ejecución obliga al siibdito a la
obediencia ya que a través del rrpresentante político surge el Estado al trans-
formarse lo heterogéneo de las voluntades dispersas, en voluntad bomo,'menea.
Ni aun en Hobbes tiene cabida el frío rigor d e 1111 dogmatismo formal sin
salida. El súbdito sabe por qué y para qué obedece. No ignora cuando puede
y debe dejar d e obedecer. 1.a antinomia entre el hombre que ohedece a la
autoridad, que presupone dcjación del principio de la dignidad humana,
queda salvado en la teorja dc Ilobbes, magistralmente, con certeza aún mayor
a la aportada por Rousseau en su famosa fórmula del contrato ~ o c i a l :hallar
la ley para que d hombre obcdcci6ndoln, se obedezca a sí mismo.
Por consiguiente ni cn la representacibn existe traspaso de facultades
que compiten al pueblo soberano, ni la función soberana es ficción. Cual-
quier teoría del Estado que no trate d e centrar los problemas politicos en
el titular pueblo acabará en la quimera de bordar en el vacío. Pues la
razón del Estado no es otra que la de haccr posible la convivencia del hom-
bre con su grupo político, y con las de los otros grupos extraterritoriales.
Todo análisis del Estado cs posterior al punto de partida primario de esta
razón de la convivencia asentada sobre el titular de la agrupación política,
es decir, del pueblo.
Pero dc6mo pretender, cual lo hace Kdsen (pág. 436) que la soberanía
popular pueda ser compatible con la autocracia? "En todo tiempo, los mo-
narcas absolutos se han considerado servidores de su pueblo; de la misma
manera todo grupo que ha logrado o quiere lograr el poder, pretende ser
considerado como representaiitc de la sociedad, y así, también, por fin, se
intenta justificar el principio de mayoría alcgando que la mayoría repre-
senta a la minoría: en verdad, contra su voluntad realmente manifestada,
pero no contra su voluntad verdadera racional".
Que sepamos no ha habido tirano en el mundo, desde el de pretensión
culta o ilustrado como Cesar, Napoleón, Catalina la Grande, Pedro de Ru-
sia, etc., etc., hasta el más vulgar, que no haya pretendido gobernar al
mejor servicio del pueblo. No sabemos de tirano alguno que haya confesado
lo contrario. De haberlo hecho hubiera durado en el poder menos tiempo
qiir el cniplzado cii dcrir su iritcnciúii. Al afirmar KrI.:rii que lo.? monarcas
absolutas sc han considerado ~ervi<lores de su pueblo, ha cometido un lal~ius.
Posihlrn~rritclo yue quiso decir fue lo coiitrario: que los Monarcas ahso.
lutos coiisi(1'eraron al piieblo roiiio su servidor. Ni ;aún rii aqui.1 gran jrfe
dcl Ilatado FraricCs qiic rigib conio nadie. a su propio seri-icio y al de su
faniilia. los i n t r r r ~ e sde la Europa de riitoiirr;. Lui- XIV. taii spñor, al
ruiclar n la vicia usanza los intereses de sus síibditoi: pateriialmriitr. como
algo ~ n o p i o ,pero en su br,iirficio personal, cabría la antedicha afirmacibii.
Ailniitimos ~ I I Pen 1 0 m o n a ~ c i I 3ahso1~~toj.
cc ~>ws;.rntaba
una uiiificaci6n
de roliiiitadcs disl)crsas3 enuiiciado obligado para la existencia del Estado
que t,ri dcliriitiva es la unidad de síntesis (Heller). Por exteiisióii, también
es cierto que las iniiiorías dctentadoras del poder poli:ico (las que rn Ami..
rica g i r ~ nalrededor de los plenos poderes que de heclio hoy por Iioy riirec~:
que están disfrotaiido aquellos país"? qiie vi~r.iideiitro de lo;. r i ~ i i n c n e s
~>residrir~:ialistasj acostuml>raii a m a n ~ j a riina drcadente teriniiiologia revo-
lucionaria errciibridora de In 111ri:a I>oti,stad cii qiir .'e d < ~ i ~ i ~ i - u rr.1
l i -pr o d i ~
cjccutivo de dichos Estados.
A Iwsar de las reservas que adopta Kelsri~sobre el sistema mayoritario
como obligadam~iitr rcsolutiro, acaba acclitúiidolo, pero sin rectificar la.
prevenciones hechas rii .;alugar oportuiio. Preconiza la necesidad de la igual.
dad del sufragio para que "todos los rotos influyaii cii el resiiltado electoral"
y propone soliicioiics para lograrla, tanto por la adopción del sistrnia de ma-
yorías, como por ~l de proporcionalidad, o por r1 rc,speto al ini3mo número
dv electores que deberán formar las circunccripciones.
Maritirne I<dsrii rl iriirrio de que "la idea democrática exige que el
úrgano legislativo S? coiirl>oilyn d r urra sola rúmara". La com~~leineiitaii cier-
tos mr<lios c~atraordinariosqiir garantizan la fiscalizncióri del ~>uebloen la
marcha d r los asiilitos I > ú b l i ~y~ sque el autor señala coiicrctam~iite:la ini-
riativa: y la deiicióii po1,ular o refrreiidum.
Sin diida la iiiiciativa ~><ipular para prrseiitar proyectos de Ir) al I'ar-
lainciito, es inrdida rniiy coiivinct~iitc que ha sido recogida coii dcniasia~lri
ainplitu<l por las "ioiiiin.5 Suprernac de los E-tados \Ioderiios. Kuestra Cons.
titiicióti hl1.lic2~iii~:iantieiiela facultad, condicioiiada a detcrminadoi requi-
.<;tos, ,del amparo directo contra leyes: pero no recoge la libre iniciativa
iiidividual, d r zriipos, o de la comunidad política para hacer proyectos dc
1t.y. Dado qii~,iiiirstra Coiistitrición fija en el pueblo la titularidad de la
sobrrania iari. :+Y) el rrroriocimiriito de la iniciativa para proponer leyes
a las Ciinaras Legislativas (Federal y dt. los Estados) es coiisecueilcia obli-
gada que vendría a st.r coinplrmpntada coi1 las ntribucioiie~ del Amparo
Directo como materia <le revisión.
La mayoría de las Constituciones Modernas, recurren al plel~iscitoy al
referendum para someter al pueblo la decisión sobre determinadas leyps
(caso de discrepancia entre las Cámaras, o entre éstas y el poder ejecutivo)
o sobre apirntos de marcado interés público decisivo (recientemente eri Fraii-
cia se recurrió al referendum para decir sí o no, a la autonomía de Argel).
Sin duda alguna el recurso de Amparo es, en materia legislativa, m i s
decisivo que el plebiscito puesto que la iniciativa no parte de los propios
organismos del Estado, sino de los particulares. Pero en materia política el
plebiscito y el r ~ f e r e n d u mEon perfectamente compatibles con la adopciúri
del sistema anterior. Nuestra Constitución presenta c,.5tii última Iagiin~.Conio
frecuentemente re confiinden los términos de aplicación del plehiscito y del
referendum, es aconsejable que el vocablo plebiscito sea aplicado para la
revisión jurídica (leyes) y el referendum para los asuntos (coi,-
culta al país sobre problemas nacionales). Así la consulta del caso de Argelia
que la prensa de la América Latina divulgó como plebiscito, fue mi refe-
rendum, de acuerdo con la separación que acabamos de establecer.
El problema del Parlamento corporativo que tan en boga estuviera eii
las discusiones doctrinarias en la treintena de nuestro siglo, por influencia
recíproca entre el fascio y el nacional socialismo (nazismo) que imprimie-
ron, sobre todo el primero, la estructura corporativa al Estado italiano de
Illussolini, y al alemán Hitler, es tratado por Icelsen, considerándolo, histb-
ricamente "la forma en la que uno o varios grupos trataban de dominar a
los otros, por lo cual puede sospecharse, con seguridad de acertar, que
ciiancto hoy se reclama insistentemente la instauración del corporativismo,
no se trata tanto de la necesidad d e una participación orgánica (esto es,
"justa") de las grupos profesionales en l a formación de la voluntad estatal,
como de la aspiración de poder de ciertos sectores de intereses, a los que la
constitución democrática parece no ofrecer ya garantías d e éxito político".
Estas palabras han sido proféticas. El sistema corporativo de los parla-
mentos fascistas, nazistas y franquistas fue el más fiel instrumento político
al servicio de la minoría detentadora del poder del Estado. Lo curioso es que
predominaba en este apoderamiento dictatorial la defensa de credos e idealrs
políticos, Tras ellos se ocultaba un sustrato mercantilista, expansioiiista y
económico. Un intento de que los tres países salieran del estrecho marco
autoctonista que detenía las posibilidades de influencia exterior e imperio.
Un intento, en el fascio, de que el mundo romano volviese a ser lo que fue.
En el nncismo, la búsqueda del lugar predominante que el orbe bárbaro
nunca diliiiith, opacado por ~l c;pl<.ir<lor dr. los ~iucl>losde la curiica drl
Mediierránro. Y la Espaóa de Franco asentó sus rvdr; iriilitaristas y aut6-
cratas en la gucrra fratricida más sangrienta. estéril y Iirutal de put,lilo al-
:iiiio. Se reco con izó eii ella un equivocado concepto <le la hispaiiidad: t:ma
estr que no encuadra en cl prrsente trabajo y que (Iejamos peridientc, l>o.>i.
li!emrnte, para <:iiantlo ahordcmos VI problrma de las raict,s étnicas de las
'
comunidades políticas ?ir iiiia criiica rrvi.iorii=ia rlc la c.rriiiiia tcoría de
Sprngler sohre el pariiciilar.
Los tres Estados totalitarios mriicionadi~scuhricroii ~ i i s~<,rdadci.o.pr«-
pósitos leraritando una cortina de hunio ariiicomiiiiiita. Kvrrrdecirron la
frasi ron Ía qiie rrnpisra PI Manifiesic Corrliiiiista dr 18.18: "Uii espectro
recorre a Europa, el espectro di.1 cninuni?mo". Obligaron a las democracias,
ya rii rl camiiio de los hirlios IiCÍicur. a aliarse coi1 el E~tatloTotalitario
SoriCtico que salió de rilla, y de sii \alcrosa )1articipaci6ii e11 la roiitienda,
transformado en iinn inciir~iiotial~le primera ~iotciicia muii<lial. El error.
para Hitier, de la ruptura del pacta gri-niano-ioriéiico. fiie forzadamente
aprovechado por las drinocracias para ate]-itar In iiicorl,oracióii soliética al
hando Occidental. Las drmorraciai gaiiaroii a ii~<,diasla gucrra. Mucho-.
herhos intr,rnacionales actuales parrcrn mo'trar que si: trató de uiia trc-
gua <,ii I:i qiir los aliados rontra PI naci~mo-ftisci~ino eliminaron estos dos
Estados totalitarios. La positiva rrctificaciiin d i la I:usia <le 110y de aquellus
puntos dp contacto que propiciaro~irl pacto germano-soviktico, drjan abivrta
la cqwrznza a la total rlimiriarióii rle u s rc~sidiios.r n faior dc una autéiitiv:~
coexistencia pacífica entre todos los purl>los. P ~ i r ?iitia guerra jani:iv com-
pensa rl sacrificio humano. De ciitrr ella:, la gucrra rivil PS l n di! roiise-
curncias más I>ereiincs y t r j ~ i c a s .
El estiidio de Keli.eri sohre Ja ri,prcst,ntacii>n corporativa, adernis di:
ac<,rta<lorn.uli6 vidente: "aún supuesto qiie se resolviesen estas inso!ublii
ciicstiones, y aiiii darido por cierto que Ilrgase a constituirse un cuerlw
representativo a base de clases profesionales, siempre quedaría el problema
de deiermiiiar el principio con arrcglo al ciial debería formarse una voluii-
t3d unitaria di:iitro de ese orgariisino. No tendría que recurrirse, en definitiva,
al principio mecánico de la mayoria. Y si así fuese ¿qué sentido triidria
organizar tal pnrlameiito a base de las clascu I>rofexionaltis? Si eii el parla-
mento corl~orativola niayoría decide coritra la minoría, en todo o en parir.
parece preferihle que el parlamento sea elegido no liar los perteiiecientes
a una determinada profesióii, en calidad de mipmbros de la misma, sino
-
.~
1 \;ase \fanurl Cari.ii hlor<iitt,: 'Idvas de la Hirpaniilad."
282 AURORA ARNAIZ

por los miembros de la comunidad estatal; por quienes no solo sc interesa11


por las cuestiones de su profesión sino por todos aquellos asuntos que pueden
constituir el objeto de la voluntad del Estado. Esta es la raz6n última por
la cual la organizacióri corporativa no puede nunca sustituir por completo
al parlamento y solo puede existir juntamente con él, o con el 1IIonarca,
como factor consultivo, iio decisivo; limitando su función principal a seíia-
lar los intereses que pueden ser afectados en la creación jurídica, e informar
al legislador propiamente dicho. Por eso no basta el principio de la orga-
nización corporativa para resolver el problema de la forma del Estado. Queda
intacta la alteriiativa fundamental: o democracia o autocracia". (pp. ,455 y
456 ob. cit.).

Sin duda alguna, cuaiito mayor es la participacióii activa del pueblo


en las tareas del gobierno, menor ha de ser la necesidad de la división de
poderes, puesto que ésta se establece para reducir la posibilidad de los des-
manes de los gobernantes. En la democracia directa la división de funciones
de la polis quedaba establecida en orden a las actividades del Estado. Eii
nuestras democracias indirectas se fija, tal como fue concebida por Mon-
tesqnieu, y por su antecedente en Polibio, Por consiguiente a mayor actividad
del pueblo, menor es la posibilidad d e abusos de los gobernantes. Anihsi;
ideas, democracia y separación de poderes, no son antinómicas, sino com-
plementarias. Lo que garantiza la vida democrática d e un país es la no
dejación del pueblo de sus deberes frente a la causa pública. Muchos de los
abusos del poder de los gobernantes y del triunfo de las dictaduras provie-
nen de esta dejaciún. La autocracia suele ser, col1 frecuencia, obligado coro-
lario de la indiferencia popular.
Pero ¿ante quién es responsable el goheriiante? Si lo es ante rl deno-
minado Jefe del Estado (Monarca o Presidente) estaremos en presencia o
de una Monarquía representativa, o de un régimen presidencial. Si lo es
ante el pueblo sohcraiio y su mandatario más inmediato, el Poder Legisla-
tivo, la intervención drl pueblo en los asuntos del Estado estará más ase-
gurada que en el anterior.
Cuanta forma política poseemos en el presente tuvo su precedente en la
antigüedad. Pero Kelsen pretende que la democracia "se caracteriza por una
cierta tendencia al primitivismo". ¿Qué diríamos, entonces d e las autocra-
cias (teológicas, raciales, económicas), de la extraña sumisión al lider
METODOLOGIA Y CIEXCIA POLITICA 283

celosamente obedecido? Lo Giiico que es privativo de nuestra época actual


es el sistema capitalista. No ha surgido éste por gerieracibn espontánea pues
todo en la historia tirne un precedente. Pero afirmamos que en nuestro tiem-
po el capitalismo ha adquirido su mayor grado de desarrollo, y con él, se ha
iniciado la decadencia del sistema. De aquí que las dos últimas guerras.
denominadas mundiales, tanto la surgida en 1914 como la de 1939, apare-
cieron, entre otras causas, por la necesidad de revisión y ajuste a la estruc-
tura interna y externa de los sistemas políticos,
¿Entonces, hacia dónde va el Estado moderno, cuyas formas I>olíticas co-
mo método <le creacibn ron analizadas por Kelsen desprovistas de todo liga-
men humanista? ¿ D e qué nos sirve adentrarnos por una metodología del
método, prendida cn ~l vacío d e una forma carente de contenido? Las figu-
ras geométricas son aceptables para la geometría. Cuando se trata de seres
humanos, sus problemas han de ser estudiados humanamente. Así como
sería absurdo pretender que las matemiticas tuvieran una fundamentación
humanista -mayor dislntc no cabria-, asimismo, todo cuanto al hombre
atase directamente, ha de ser analizado humanamente,
En su consecuencia tampoco es aceptable la posición, un tanto despec-
tiva, de Kelsen sobre el Derccho Natural. Este derecho es originario del
Derecho Positivo del Estado, es decir, del Derecho de la comunidad política,
organizada en él y por él. Siendo como es el pueblo, presupuesto necesario
del Estado, él, y su principio jurídico son los nexos primarios del enunciado
político. Sin él no existen instituciones estatales, pues el Estado es la forma
politica de un pueblo. O no es nada.
No podemos agotar el tema de los métodos de creación kelseniana, sin
insistir sobre el punto de vista humanista, ético, necesario para las relacio-
nes políticas del hombre y su comunidad.
Nos desviamo-, por consiguiente, antes de finalizar las diez escasas pá-
ginas que nos quedan de la obra de Kelsen, hacia el problema de la trayecto-
ria del Estado Moderno. Tres tendencias se perfilan en él: la administrativa,
la constitucional, y la económica. Ninguna d r ellas son esporádicamente nue-
vas. Cuando en el siglo XVlI aparece el Estado Moderno, estas tendencias
quedaron opacadas la primera, por un exceso d e contenido político en su
acepción de hegembnico, dado por las nueras y poderosas potencias estatales
de Europa. Lo positivo del Estado como labor administrativa es la finalidad
del servicio público disolvente en el que ha decantado aquel bien común
que tan magistralmente manejaron nuestros clásicos (Platón, Santo Tomás,
Rousseau) .
284 AURORA ARA'AIZ

La tendcncia constitucional planteada, opacada, por Ia imperiosa


necesidad de que el titular d e la soberanía fuese el Monarca absoluto, quien
creaba, declaraba, fijaba y ejecutaba, ya sea por sí, o por sus mandatarios
personales, el Derecho del Estado.
El improiito económico se encuadró: en el liberalismo no intervencio-
nista respetador de la iniciativa privada y de los intereses iiidividuales. La
curva ascendente culminó en el XIX, e inició su decadencia por los embates
de las denominadas fuerzas "progresivas políticas" de los más variados ma-
tices d e las izquierdas. El problema queda centrado en la actualidad con la
aparición del Estado-Empresario (Estados Unidos de Norteamérica. y Unión
Soviética) sostenido por una minoría detentadora drl poder político a su
propio servicio personal clasista: capitalismo y proletariado, en cada uno
de los dos ejemplos tomados.
Frente a este panorama, se nos presenta como lo más positivo a legar a
las generaciones venideras, una marcada tendencia internacionalista de los
problemas políticos, así como su reconocimiento y encauzamiento.
¿Qué fuerzas se oponen a esta tendencia, única que, con una plataforma
de fraternidad universal evite el aniquilamiento del hombre?: los imperia-
lismos de las grandes potencias, y los nacionalismos de las pequeñas.
La nación es la estructura étnica del Estado Moderno. Entonces ¿qué
es el nacionalismo? Remito al lector a la lectura de: "La idea de la hispa-
nidad" de Manuel García Morente, a la "Historia del nacionalismo" d e Hans
Kohn y al Tratado de Teoría del Estado de Mario de la Cueva (apuntes
d e clase) quien hace un acertado análisis político del significado del nacio-
nalismo en la génesis drl Estado Moderno y en la estructura social de los
pueblos actuales.
Carlos Marx al referirse en cierta ocasión a la obligada dcsaparición
del capitalismo afirmó que en su día llegará a ser exhibido en los museos
de la historia, junto a la rueca y el arado. Así hoy día el nacionalismo es un
peso muerto que detiene l a marcha ascendente d e las relaciones humanas
internacionales. Es curioso observar cómo el nacionalismo es la fuerza to-
témica incrustada en los tiempos modernos. Es la regresión al pasado étnico,
tribal. Si por nacionalidad se entiende la creencia en las coiidiciones y fac-
tores étnicos-políticos de las gentes que constituyen la relacióii política es-
tatal, la carencia de ésta conducirá inmediatamente a la ruptura de la unidad
de síntesis que constituye el Estado. Es éste el único a p e c t o positivo del
nacionalismo incrustado en el Estado-nacional. El negativo está formado por
la existencia de los grandes complejos nacionales como el patrioterismo y el
chovinismo que niegan, sistemáticamente, el reconocimiznto d e los valores
ajenos, y rxaltan los falsos valores ~ ~ r o p i o ?Soti . estos complejos lo5 quc
contribuyvron a traii.iformar e! Estado-Nación en los Estados nacionalistas
raci5tas (nazismo y fascisnio) en los que la idea nacional e3 ideología
nacionalista.
Es c u r i o ~ oohsrrvar quí: ha quedado de aquel Estado Yariún de la Re-
voliiciíin Fraiirisa que declaraha tener a la Kacióii como titular do la sobe-
ranía. Su caricatura última f u e PI Estado nacionali~tael que a s u YPZ carica-
titrizii r-1 concc&~to dc raza transform:indolo Fn h a ~ eracisla. Quedaron. e n su
coiiicci;rncia, alterados los conceptos rle naciorialida<l y i:iiidadania. Si acep.
tamos que por nacionalidad d<,herU cntcndrrse "el ríriculo juridico-político
de unión entre persona y Esiado" y por ciitdadaní:~"la capacidad <le ejer-
cicio de los d ~ r r c h o spolitiros", r s lógica la ronclucióri a que I l r p Mario
de la Ciicva de que rl E ~ i a d oe$ la "estructura politira de la Naci6n" (1111. 271
y sig. d r la oh. cit.). O "la organizaciún jurídica d r la Nación" o también:
"
12 or,oaniznciúi~que drriva de la Constitiición formularla por la Nacibn".
E1 r n t r r i ~ j i d onacional p r ~ ~ s ~ nuna
t a visión unitaria de las geiiirs q u r
\.iv<.n sohrr iin territorio v que poseen prohlc.ma5 romiitics qu<: han de wr
rrsueltos mayoritariamente. Los partido. politico~ como las clases socialr,~
rnrnpeii e?ia unidad. En ellos los i n t c r ~ s r snacionales, de todes, iio roiiicidcn
con los irtt.rrses de los partidarios. Las antiuomias político sociales persigurii
v sc oponen al perfeccionamirnto político. A?í el hoinhrc del partido poli-
tico rompe la unidad dcl hombrr nacional, o ionnacioiial, y &te el de la
posicibn intrrnacional.
Para Kr,lseii que el Estado ,le partidos re convierta r n pl Estado autó-
crata di: un partido es eonsccut~nciaobligada. Todo e? problema d? ir cen-
trando el poder alrededor (Ir isna sola persona ( r e ~ i m c npreid<,ricialista
amrricano) hasta que Ilcgue ésta a disfrittar de lo? plenos liodcres ~>oliiicos
<Ir1 Estado (dictaduras). Ciilminaii éstos pn la militarizaciún de la i-ida
social. La admini~trarión,el derecho. la eroiiomía. las relaciones del tiomhrc
con el l?-tado SP efectúan con el impronto militar. Impcran c.1 dogmatismo y
el dogma. La n;iii¿>n di.1 Iiomlire se transforma en miiióii del Estado. Una
p s i r o ~ i scolecti~adomina a la vida pública.
Para Kclscn la d~rnocracia y la autocracia iio col1 sitio "mi.todos d r
creaci6n de nn orden social". La aprrciaciiin es dcniasiado abstracta. Es
prollia dt: un rspectador que ccde la visión dirrrta del objeto por la pro-
yrcciún panorUsnica. Ricn PS verdad que el teórico político como el socióloyo
no con gentes de acciún, sino de contemplación. Pero hay una giari difr.
rcncia m t r e rl investigador que hace suyos los prcblcmas d~ su época y
aquel <ir los e-!iidia d ~ s r l ela campana neumática del aislacionismo. Pues
286 AURORA ARNAIZ

un presente no es historia sino para las gentes futuras. Las de una época
han de vivir los problemas como algo propio implícitos en la vivencia indi-
vidual. Así, equiparar fríamente la democracia con la autocracia como mé-
todos que crean un orden social es lamentable vacío, ausente de realidad.
Kelsen eleva al absurdo, a la plena deshumanización de la política, su
enunciado metodológico, cuando dice en la p. 472 de su ob. cit.: "Por eso,
la decisión entre la democracia y la autocracia -la cuestión dramática dr
toda política- no puede deducirse ni del contenido deseado del orden social
(pues solamente sus métodos de creación es lo que se discute) ni cabe enfo.
carla hacia la posibilidad de asegurar por un método u otro la realización
de un orden social cuyo contenido se estima justo. La cuestión es otra:
todo gira en torno a si uno se cree facultado para considerar aquel contenido
como justo, absoluta o relativamente. La cuestión decisiva es ésta: ¿hay o
no un conocimiento de la verdad absoluta, una visión de los valores ab-
solutos?"
Toda posición relativista de los valores es incompatible con las filosofías
jurídica y política. ¿Cómo estudiar el derecho suhstantivo y la teoría polí-
tica sin la raíz filosófica? ¿Qué común denominador puede medir la tabla
de valores sociales capaz de exigir el bien y el mal? Cuando mi verdad no
coincide con la de un tercero ¿cómo decidir, en justicia, quien está en la
posesión auténtica de la verdad objetiva? Para ello se necesita del modelo
axiológico que diga que es el bien y el mal. Si el precepto ético es aislado
y desconectado por cada individuo de la colectividad ¿cómo exigir a éste
determinada conducta? El hombre vive en la colectividad política en tanto
cumple con el precepto social. Su incumplimiento rompe la interrelación y
es causa de desorden. S i el modelo objetivo del bicn y del mal, no existiera
inmutable en el tiempo, con las variaciones de lo accesorio ¿cómo pretender
que la ignorancia de la ley no exima de su cumplimiento? Bastaría alegar
desconocimiento del precepto jurídico para que la sanción no procediese.

BIBLIOGRAFIA

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