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3 Observacion - Participante
3 Observacion - Participante
OBSERVACIÓN PARTICIPANTE
La
observación
participante
es
la
principal
técnica
etnográfica
de
recogida
de
datos.
El
investigador
pasa
todo
el
tiempo
posible
con
los
individuos
que
estudia
y
vive
del
mismo
modo
que
ellos.
Toma
parte
en
su
existencia
cotidiana
y
refleja
sus
interacciones
y
actividades
en
notas
de
campo
que
toma
en
el
momento
o
inmediatamente
después
de
producirse
los
fenómenos
(para
una
exposición
más
detallada
de
la
observación
participante,
véase
McCall
y
Simmons,
1969;
Spradleyu,
1980).
En
las
notas
de
campo,
el
investigador
incluye
comentarios
interpretativos
basados
en
sus
percepciones;
dichas
interpretaciones
están
influidas
por
el
rol
social
que
asume
en
el
grupo
y
por
las
reacciones
correspondientes
de
los
participantes.
Muchas
de
estas
notas
interpretativas
surgen
de
la
empatía
con
los
participantes
que
el
etnógrafo
desarrolla
al
desempeñar
roles
sucesivos.
Janes
(1961)
comenta
los
diferentes
datos
a
que
tuvo
acceso
a
medida
que
su
rol
iba
siendo
progresivamente
redefinido
durante
sus
ocho
meses
de
trabajo
de
campo
en
una
pequeña
ciudad
del
Medio
Oste.
Everhart
(1977),
cuya
estancia
en
una
escuela
secundaria
de
primer
ciclo
duró
dos
años,
menciona
cambios
en
su
sensibilidad
hacia
distintos
tipos
de
datos
debidos
al
mismo
fenómeno.
La
observación
participante
sirve
para
obtener
de
los
individuos
sus
definiciones
de
la
realidad
y
los
constructos
que
organizan
su
mundo.
Puesto
que
todo
ello
se
expresa
mediante
pautas
de
lenguaje
específicas,
es
esencial
que
el
investigador
esté
familiarizado
con
las
variantes
lingüísticas
o
la
jerga
de
los
participantes.
Los
evaluadores
dedicados
al
estudio
de
los
niños
y
adolescentes
en
las
escuelas
deben
conocer
el
lenguaje
juvenil
actual
y
no
dejarse
impresionar
por
él;
asimismo,
deben
tener
presente
y
reconocer
la
tendencia
del
discurso
del
profesor
a
centrarse
en
descripciones
de
lo
que
es
socialmente
aceptable
y
no
en
sus
actividades
reales
(Keddie,
1971).
Es
fundamental
la
recogida
de
relatos,
anécdotas
y
mitos,
como
los
que
surgen
en
las
conversaciones
y
charlas
cotidianas
de
las
salas
de
profesores
o
de
los
grupos
de
alumnos,
pues
ayudan
a
comprender
el
sentido
de
los
temas
que
más
interesan
a
docentes,
alumnos
y
padres.
Asimismo,
ofrecen
una
base
para
determinar
la
medida
en
que
se
están
alcanzando
los
fines
y
objetivos
formales
e
informales
de
los
grupos.
Por
ejemplo,
Nelson,
en
su
estudio
sobre
los
directores
de
instituciones
de
educación
especial
en
un
estado
del
Medio
Oeste
(1979),
analizó
las
declaraciones
de
objetivos
que
cruzaban
informalmente
los
directores
y
sus
superiores
jerárquicos
para
averiguar
cómo
los
primeros
conseguían
que
se
aceptaran
sus
programas
y
temarios.
Uno
de
los
problemas
que
se
le
plantea
a
un
investigador
es
la
frecuencia
con
que
difieren
la
información
suministrada
por
los
participantes
acerca
de
sus
actividades
y
creencias
y
sus
comportamientos
observados.
Como
medio
para
determinar
las
percepciones
y
comportamientos
de
los
individuos
en
su
mundo,
la
observación
participante
permite
al
investigador
verificar
si
los
participantes
hacen
lo
que
creen
(o
cree
el
investigador)
que
hacen.
En
la
evaluación
del
currículo,
la
observación
participante
permite
al
investigador
averiguar
si
los
individuos
están
procesando
la
El
hecho
de
que
no
se
alcanzara
uno
de
esos
objetivos
(la
participación
estudiantil
en
la
toma
de
decisión
institucional)
fue
documentado
desde
la
perspectiva
de
los
alumnos.
Los
investigadores
lo
explicaron
en
función
de
factores
históricos
y
de
maduración
ajenos
al
control
del
profesorado.
Combinando
la
observación
participante
y
las
entrevistas
con
cuestionario
y
otros
instrumentos
estandarizados,
Deal
(1975)
realizó
una
evaluación
comparativa
de
dos
escuelas
secundarias;
el
éxito
organizativo
de
una
y
el
fracaso
de
la
otra
se
debieron
a
las
distintas
soluciones
dadas
a
los
problemas
de
autoridad.
La
evaluación
de
Richberg
(1976)
de
la
puesta
en
práctica
de
un
Programa
de
Continuación
de
Estudios
en
una
comunidad
choctaw
detectó
dificultades
semejantes
derivadas
de
conflictos
de
competencias.
Trend
(1979),
con
su
evaluación
de
un
programa
federal
de
viviendas
para
familias
de
bajo
nivel
de
renta,
puso
de
manifiesto
que
la
conciliación
de
las
discrepancias
entre
los
datos
recogidos
mediante
la
observación
participante
y
la
información
obtenida
con
procedimientos
cuantitativos
convencionales
permite
aportar
una
explicación
más
completa
de
los
problemas
que
surgen
en
este
tipo
de
programas.
La
Belle,
Moll
y
Weisner
(1979),
han
propuesto
una
estrategia
de
investigación
que
permite
a
los
observadores
participantes
perfeccionar
el
proceso
de
recogida
de
datos
para
obtener
una
información
válida
y
fiable
de
los
efectos
de
un
programa,
en
su
análisis
de
los
problemas
de
ejecución
de
los
componentes
de
observación
participante
en
los
diseños
de
evaluación,
otros
investigadores
(Burnes,
1975;
Center
for
New
Schools,
1976;
Everhart,
1976;
Herriott,
1977)
han
identificado
áreas
de
discrepancia
valorativa,
pautas
de
interacción
social
y
métodos
para
la
resolución
de
conflictos
entre
participantes,
creadores,
evaluadores
y
responsables
políticos
que
bloquean
el
cumplimiento
de
los
objetivos
de
los
programas.