Está en la página 1de 5

sin duda es común a todo individuo.

Precisamente esto posi- El individuo y la libertad


bilita el reunirse para la comida común, y en la socialización
mediada de este modo se desarrolla Ia superación del mero
naturalismo del comer. Si no fuera algo tan bajo, no habría
encontrado, pues, este puente, atravesando el cual asciende
hacia la significatividad de la comida sacrificial, hacia la esti-
lizacióra y estetificación de sus últimas formas. Si la esencia
de lo trágico es que lo elevado se rompe en sí mismo, si sus Es la opinión europea general que la época del Renaci-
figuras más conmovedoras hacen luchar a los valores ideales miento italiano creó aquello que denominamos individuali-
precisamente contra valores ideales y por ello se hunden en dad: el desprendimiento interno y externo por parte del in-
lo bajo y futil, entonces el desarrollo aquí perseguido es el dividuo particular de las formas comunitarias de la Edad
exacto contrario de este destino. Pues aquí lo bajo y fútiI ha Media que habían ligado su configuración vital, funciones y
crecido por sí mismo sobre sí mismo; la profundidad, porque rasgos esenciales en unidades niveladoras; con esto habían
es profundidad, se ha alzado a la altura de lo más espiritual hecho desvanecerse en cierto modo los contornos de la per-
y más pleno de sentido. Aquí como en ninguna otra parte, la sona y habÍan refrenado el desarrollo de libertad personal, la
significatividad del tipo vital se pone de relieve en el hecho de unicidad que descansa sobre sí, la. autorresponsabilidad. No
que tampoco rechaza configurarse según lo insigniflcante. entro en la cuestión de si en la Edad Media escaseaban los
rasgos de la individualidad realmente en una medida tan cuan.
tiosa. Pero su consciente acentuación fundamental parece ser,
en cualquier caso, ante todo la realización del Renacimiento y
ciertamente, sobre todo, en la forma de que la voluntad d-e
poder, de distinguirse, de ser notado y famoso, se extendió
entre los hombres en un grado desconocido. Si en el comien-
zo del período, como ya se dijo, no hubo en Florencia ningu-
na moda aceptada de las vestimentas masculinas, porqrie
cada uno deseaba portarla a su modo peculiar, sólo propio
de é1, entonces no estuvo con toda seguridad en tela de jui-
cio la simple distinción, el ser-otro, sino que el individuo
quiso llamar la atención, quiso ofrecerse a la vista más fa-
vorablemente, más digno de ser tenido en cuenta, de 1o que
era posible en las formas aceptadas. Es el individualismo
de la distinción, en conexión con la ambición del hombre
renacentista, con sLl imponerse sin miramientos, con su acen-
tuación del valor del ser-único, el que aquí se ha convertido
en hecho.
Evidentemente, está en la naturaleza de la cosa el que este
anhelo y esta realización no puede ser una constitución perse-
verante del hombre y de la sociedad, sino que debe pasar
como una borrachera. En la medida en que el individualis-
mo apareció aqui como el esfuerzo hacia la exaltación, toda-
vía deja atrás en las hondonadas o generalidades de la exis-
tencia, tantas ligazones, tantas imposibilidades del individuo
para desarrollar sus fterzas, para desplegar libremente su
270 271
Pero el individualismo a cuya materialización se aspiraba
vida, para palpar la au de este modo tenía como fundamento la igualdad natural de
ción de esta presión c los individuos, la representación de que todas aquellas ata-
estallido en mil pedaz duras eran desigualdades artificialmente creadas; y el que,
rección, otro concepto cuando se eliminasen éstas con su arbitrariedad histórica,
más íntima no era la distinción, sino la libertad. su injusticia, su opresión, entraría en escena el hombre per-
La libertad se convirtió para el siglo xvrrr en la exigencia fecto; y porque era precisamente perfecto, perfecto en mora-
ría sus múltiPles oPre-
lidad, belleza, felicidad, no podía mostrar, de este modo, nin-
l?l',iÍ,1,1;i,:,3"ffi ;ruI guna diferencia. La corriente histórico-cultural más profun-
comPetencia de los in- da que porta esto, fluye a partir del concepto de naturaleza
del siglo xvrrr, que estaba orientado de una forma absoluta-
tereses particulares como eI orden natural de las cosas; en
mente mecánico-científico-naturalmente. Para este concepto
su configuración sentimental por Rousseau para el que la sólo existe la ley general, y cualquier fenómeno, un hombre
violentación del hombre por la sociedad históricamente sur' o una estrella nebulosa en la Vía Láclea, es sólo un caso par-
gida es el origen de toda ruina y de toda maldad; en su con'
iormación po1ítica por la Revolución Francesa que elevó de
ticular de la misma, es, a pesar incluso de la más plena irre-
petibilidad de su forma, un mero punto de intersección y una
este modo la libertad personal hasta lo absoluto, para rregat
a los trabajadores incluso la unión para la salvaguardia de unión indisoluble de conceptos nomológicos generales. Por
esto el hombre genérico, el hombre en general, está en el
sus intereses; en sLr sublimación filosófica por Kant y Fichte,
que convirtieron aI Yo en portador centro de intereses de esta época, en lugar del hombre histó-
y a su autonomía absoluta en el valor ricamente dado, del específico y diferenciado. Este último es
La deficiencia de las formas vitale fundamentalmente da persona indi-
vidual vive, en tant al, áquel hombre
el siglo xvrrr, en relación con I genérico, así como
les y espirituales de la época, r muy específica-
mente configurado esencia la conti-
individuos como una atadura
nua ley de la materia.
así, por ejemplo, tanto los privilegios de las capas superiores
Pero de esto resulta inmediatamente el derecho de que li-
como el control despótico del comercio y del tráfico, tanto los
bertad e igualdad pertenezcan de antemano la una a lJoha.
restos aun poderosos de la estructura gremial como la coer-
Pues si lo humano general, por así decirlo, la ley natural hom-
ción iutransigente de la Iglesia, tanto los deberes de servi- bre, existe como el núcleo esencial en cada hombre indivi-
dumbre feudal de la población carrpesina como la tutela dualizado por propiedades empíricas, posición social, fortuita
política en Ia vida estatal y las restricciones de las constitu-
educación, entonces sólo se necesita liberaflo de todas estas
ciones de las ciudades. En la opresión por tales instituciones,
que habían perdido todo derecho interno, surgió el ideal de influencias y desviaciones históricas, que violentan su más
profunda esencia, para que se pongan de relieve en é1, como
la mera libertad del individuo; pues, si cayesen aquellas li' tal esencia, lo común a todos, el hombre como tal.
gazones que obligaban a las fuerzas de la personalidad a aco-
modarse a sus antinaturales vías, entonces todos los valores
Aquí reside el punto pto de indivi-
internos y externos, para los que ya existían las energías po' dualidad que pertenece i histórico-es-
pirituales: si el hombre é1 no es com-
tenciales, pero que estaban impedidos política, religiosa y eco-
pletamente, entonces permanece como la auténtica substancia
nómicamente, se desarrollarían, y transportarían la sociedad
desde la época de la sinrazón histórica hasta la de la racio-
de su existencia el hombre por antonomasia, la humanidad
que rrive tanto en él como en cualquier otro, el fundamento
nalidad natural.t
siempre idéntico que sólo se viste, empe
histórico-empíricamente. Esta es la signifi
* Tomo algunas de estas formulaciones de mis dos libros: Kanf. a partir de la que la literatura de la época
16 Vorlesungen y Goethe.

272 273
¡l
rl

275
274

)
la síntesis del siglo xvur solventó con su fundamentación de
la igualdad sobre menoscabo de que las figuras sean mentadas como tipos' Por
dad. En el lugar d muchas veces que éstas se repitan en la realidad, permanece
profundo de la hu la significación interna de cada una, a saber, el hecho de que
todo ser realizada, cada una es diferente en su último fundamento de las otras,
como allí la igualdad, sólo requiere la libertad para, salién- en las que se agita el destino; de la
dose de su, a menudo, mera materialidaa y poslbilidad, de- vida y del desarrollo no desca abso-
terminar la existencia humana). La libertad pennanece como Iutamente propio. Aquí habla n res-
denominador común, también en esta contradictoriedad de pecto del ideal de las personalidades libres e iguales, que, en
su correlato. Tan pronto como el Yo se fortaleció suficiente- óierta ocasión Fichte, resumiendo en una frase esta corrien-
mente en el sentimiento de igualdad y generalidad, buscó de te espiritual de1 siglo xvrrr, fonnuló así: «Un ser racional
nuevo la desigualdad, debe ser, sin duda alguna, un individuo, pero no precisamen-
rior. Después de que te este o aquel determinado.r, Y como en afilada antítesis a
del individuo de las o este respecto, Friedrich Schlegel captó eI nu.evo individualis-
sia, prosiguió ésta en mo en la fórmula: «Precisamente la individualidad es lo ori-
autonomizad iaÍse entre sí: ya no ginario y eterno en eI hombre; la personalidad no contiene
importa que duo particular libre, tanto,»
sino que se ado á intransferible. Esta forma de individualismo encontró su filósofo en Sch-
leiermacher. Para él la tarea moral es precisamente ésta,
que cada uno represente la humanidad de una forma pecu-
liar. Ciertamente, cada individuo particular es una síntesis
de las fuerzas que configuran el universo. Pero cada uno con-
queda del individuo va hacia sí mismo, hacia un punto de so- forma este material común a todos en una figura completa-
lidez y carácter inequívoco, el cual se necesitabá tanto más mente única, y la materialización de esta incomparabilidad,
urgentemente debido al in la ocupación de un marco reservado sólo para é1, es al mismo
p"étirru teórica y p.á"ti"r ?tI;:t; tiempo su tarea moral; cada uno está llamado a materializar
que precisamente por esto en nin- su propia, sólo propia de é1, protoimagen. El gran pensamien-
guna instancia externa al alma. to histórico-mundial de que no sólo la igualdad entre los hom-
De este modo, todas las relaciones con el otro final- bres es una exigencia moral, sino también su diferencia, se
convirtió gracias a Schleiermacher en punto de apoyo de
una Weltanschauung.
Para este individualismo (podría denominárselo el cuali-
tativo frente aI numérico del siglo xvrrr, o el de la unicidad
frente al del pormenor) eI Romanticismo fue quizás el canal
más amplio, a través del cual desembocó en la consciencia
del siglo xrx. Así como Goethe le creó la consciencia artís-
tica y Schleiermacher la metafísica, así el Romanticismo le
creó la base del sentimiento, del experimentar vivencial. Los
románticos se aclimataron por vez primera de nuevo, según
Herder, en la especiflcidad, unicidad de las realidades histó-
ricas; en este sentido Novalis quiere hacer que se metamor-
fosee su «único espíritu, en infinitos espíritus ajenos, Pero
sobre todo: el romántico experimenta en el interior de su
l
l

ritmo interno la incomparabilidad, el derecho a la singulari-


276 I

l 277
dad, el agudo y cuentre de Ia mejor forma en virtud del esfuerzo individual
mentos y mom sin miramientos en pro del beneficio: ésta es la metafísica
entre las partes con la que el optimismo naturalista det siglo xvrrr justiflca
tica siente una socialmente la libre competencia.
cuales aparece en eI instante de su ser-vivida como absoluta, Con el individualismo del ser-otro, con la profundización
acabada, autosuficiente, para ser superada en Ia próxima y sa- de la individualidad hasta Ia incomparabilidad de la esencia,
borear completamente en el ser-otro de la una frente a la otra así como con la realización a la que se es llamado, fue en-
la mismidad de cada una. «Quien sólo se adhiere a un punto, contrada, en efecto, también la metafísica de la división del
trabajo. Los dos grandes principios que cooperaban inextrica-
blemente en la economía del siglo xrx: competencia y divi-
sión del trabajo, aparecen de este modo como las proyeccio
nes económicas de los aspectos metafísicos del individuo so-
cial, Ciertamente, las consecuencias que la ilimitada compe-
sentido de su existencia en virtud de su diferencia frente a los tencia y la unilateralización de la división del trabajo dieron
otros, en virtud de la unicidad personal de su esencia y de como resultado para la cultura interna de este último, no apa-
sus acciones. recen precisamente como el saldo más favorable de esta cul-
tura.
Estas grandes fuerzas de la cultura moderna (activas en Pero quizá por encima de la forma económica de su coo-
innumerables ámbitos externos e internos y en innumerables peración (la única hasta eI momento realizada) haya toda'
transformaciones) persiguen interminablemente la igualación: vía otra más elevada, que configure el ideal oculto de nuestra
el anhelo por la personalidad autosuficiente que porta en sí cultura. Pero más bien quisiera creer que la idea de la per-
el cosmos y cuyo aislamiento posee el gran consuelo de ser sonalidad absolutamente libre y la de la personalidad peculiar
igual a todos los demás en su núcleo natural más profundo; no son la última palabra del individualismo; antes bien, que
y el anhelo por la incomparabilidad del ser-único y del ser' el incalculable trabajo de la humanidad logrará levantar cada
otro que se resarce de sa aislamiento en el hecho de que cada vez más formas, cada vez más variadas, con las que se afir-
uno puede cambiar con el otro un bien que sólo él posee y mará la personalidad y se demostrará el valor de su existen-
cuyo cambio entrelaza a ambos en la interacción de miembros cia. Y si en períodos felices estas multiplicidades se ordenan
orgánicos. Grosso modo podría decirse que eI individualis- conjunta y armónicamente, entonces tampoco su contradic-
mo de las personalidades simplemente libres, pensadas fun- ción y lucha será meramente un estorbo para aquel trabajo,
damentalmente como iguales, determina el liberalismo racio' sino que precisamente lo invitará a nuevos desenvolvimientos
nalista de Francia e Inglaterra, mientras que el que se dirige de fuerzas y lo conducirá a nuevas creaciones.
a la unicidad e intransformabilidad cualitativas es asunto del
espíritu germánico.
El siglo xrx hizo amalgamarse a ambos en la configuración
de los principios económicos; pues obviamente la teoría de
la libertad e igualdad es el fundamento de la libre compe-
tencia, y la de las personalidades diferenciales es el funda-
mento de la división del trabajo. El liberalismo del siglo xvrrr
puso al individuo sobre sus propios pies, y aquél podía ir
tan lejos como éstos le llevasen. La teoria hace cuidar a la
constitución de las cosas, naturalmente dada, de que la ili-
mitada competencia de los individuos particulares converja
en una armonía de todos los intereses, de que el todo se en-

278 279

También podría gustarte