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la síntesis del siglo xvur solventó con su fundamentación de
la igualdad sobre menoscabo de que las figuras sean mentadas como tipos' Por
dad. En el lugar d muchas veces que éstas se repitan en la realidad, permanece
profundo de la hu la significación interna de cada una, a saber, el hecho de que
todo ser realizada, cada una es diferente en su último fundamento de las otras,
como allí la igualdad, sólo requiere la libertad para, salién- en las que se agita el destino; de la
dose de su, a menudo, mera materialidaa y poslbilidad, de- vida y del desarrollo no desca abso-
terminar la existencia humana). La libertad pennanece como Iutamente propio. Aquí habla n res-
denominador común, también en esta contradictoriedad de pecto del ideal de las personalidades libres e iguales, que, en
su correlato. Tan pronto como el Yo se fortaleció suficiente- óierta ocasión Fichte, resumiendo en una frase esta corrien-
mente en el sentimiento de igualdad y generalidad, buscó de te espiritual de1 siglo xvrrr, fonnuló así: «Un ser racional
nuevo la desigualdad, debe ser, sin duda alguna, un individuo, pero no precisamen-
rior. Después de que te este o aquel determinado.r, Y como en afilada antítesis a
del individuo de las o este respecto, Friedrich Schlegel captó eI nu.evo individualis-
sia, prosiguió ésta en mo en la fórmula: «Precisamente la individualidad es lo ori-
autonomizad iaÍse entre sí: ya no ginario y eterno en eI hombre; la personalidad no contiene
importa que duo particular libre, tanto,»
sino que se ado á intransferible. Esta forma de individualismo encontró su filósofo en Sch-
leiermacher. Para él la tarea moral es precisamente ésta,
que cada uno represente la humanidad de una forma pecu-
liar. Ciertamente, cada individuo particular es una síntesis
de las fuerzas que configuran el universo. Pero cada uno con-
queda del individuo va hacia sí mismo, hacia un punto de so- forma este material común a todos en una figura completa-
lidez y carácter inequívoco, el cual se necesitabá tanto más mente única, y la materialización de esta incomparabilidad,
urgentemente debido al in la ocupación de un marco reservado sólo para é1, es al mismo
p"étirru teórica y p.á"ti"r ?tI;:t; tiempo su tarea moral; cada uno está llamado a materializar
que precisamente por esto en nin- su propia, sólo propia de é1, protoimagen. El gran pensamien-
guna instancia externa al alma. to histórico-mundial de que no sólo la igualdad entre los hom-
De este modo, todas las relaciones con el otro final- bres es una exigencia moral, sino también su diferencia, se
convirtió gracias a Schleiermacher en punto de apoyo de
una Weltanschauung.
Para este individualismo (podría denominárselo el cuali-
tativo frente aI numérico del siglo xvrrr, o el de la unicidad
frente al del pormenor) eI Romanticismo fue quizás el canal
más amplio, a través del cual desembocó en la consciencia
del siglo xrx. Así como Goethe le creó la consciencia artís-
tica y Schleiermacher la metafísica, así el Romanticismo le
creó la base del sentimiento, del experimentar vivencial. Los
románticos se aclimataron por vez primera de nuevo, según
Herder, en la especiflcidad, unicidad de las realidades histó-
ricas; en este sentido Novalis quiere hacer que se metamor-
fosee su «único espíritu, en infinitos espíritus ajenos, Pero
sobre todo: el romántico experimenta en el interior de su
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dad, el agudo y cuentre de Ia mejor forma en virtud del esfuerzo individual
mentos y mom sin miramientos en pro del beneficio: ésta es la metafísica
entre las partes con la que el optimismo naturalista det siglo xvrrr justiflca
tica siente una socialmente la libre competencia.
cuales aparece en eI instante de su ser-vivida como absoluta, Con el individualismo del ser-otro, con la profundización
acabada, autosuficiente, para ser superada en Ia próxima y sa- de la individualidad hasta Ia incomparabilidad de la esencia,
borear completamente en el ser-otro de la una frente a la otra así como con la realización a la que se es llamado, fue en-
la mismidad de cada una. «Quien sólo se adhiere a un punto, contrada, en efecto, también la metafísica de la división del
trabajo. Los dos grandes principios que cooperaban inextrica-
blemente en la economía del siglo xrx: competencia y divi-
sión del trabajo, aparecen de este modo como las proyeccio
nes económicas de los aspectos metafísicos del individuo so-
cial, Ciertamente, las consecuencias que la ilimitada compe-
sentido de su existencia en virtud de su diferencia frente a los tencia y la unilateralización de la división del trabajo dieron
otros, en virtud de la unicidad personal de su esencia y de como resultado para la cultura interna de este último, no apa-
sus acciones. recen precisamente como el saldo más favorable de esta cul-
tura.
Estas grandes fuerzas de la cultura moderna (activas en Pero quizá por encima de la forma económica de su coo-
innumerables ámbitos externos e internos y en innumerables peración (la única hasta eI momento realizada) haya toda'
transformaciones) persiguen interminablemente la igualación: vía otra más elevada, que configure el ideal oculto de nuestra
el anhelo por la personalidad autosuficiente que porta en sí cultura. Pero más bien quisiera creer que la idea de la per-
el cosmos y cuyo aislamiento posee el gran consuelo de ser sonalidad absolutamente libre y la de la personalidad peculiar
igual a todos los demás en su núcleo natural más profundo; no son la última palabra del individualismo; antes bien, que
y el anhelo por la incomparabilidad del ser-único y del ser' el incalculable trabajo de la humanidad logrará levantar cada
otro que se resarce de sa aislamiento en el hecho de que cada vez más formas, cada vez más variadas, con las que se afir-
uno puede cambiar con el otro un bien que sólo él posee y mará la personalidad y se demostrará el valor de su existen-
cuyo cambio entrelaza a ambos en la interacción de miembros cia. Y si en períodos felices estas multiplicidades se ordenan
orgánicos. Grosso modo podría decirse que eI individualis- conjunta y armónicamente, entonces tampoco su contradic-
mo de las personalidades simplemente libres, pensadas fun- ción y lucha será meramente un estorbo para aquel trabajo,
damentalmente como iguales, determina el liberalismo racio' sino que precisamente lo invitará a nuevos desenvolvimientos
nalista de Francia e Inglaterra, mientras que el que se dirige de fuerzas y lo conducirá a nuevas creaciones.
a la unicidad e intransformabilidad cualitativas es asunto del
espíritu germánico.
El siglo xrx hizo amalgamarse a ambos en la configuración
de los principios económicos; pues obviamente la teoría de
la libertad e igualdad es el fundamento de la libre compe-
tencia, y la de las personalidades diferenciales es el funda-
mento de la división del trabajo. El liberalismo del siglo xvrrr
puso al individuo sobre sus propios pies, y aquél podía ir
tan lejos como éstos le llevasen. La teoria hace cuidar a la
constitución de las cosas, naturalmente dada, de que la ili-
mitada competencia de los individuos particulares converja
en una armonía de todos los intereses, de que el todo se en-
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