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Colección

Clásicos del Pensamiento Jeremy Bentham


fundada por Antonio Truyol y Serra

Director:
Eloy García
Un Fragmento
sobre el Gobierno

Estudio preliminar, traducción y notas de


ENRIQUE BOCARDO CRESPO

SEGUNDA EDICIÓN

temos
c
PREFACIO

Motivos de la presente empresa


La época en la que vivimos es una época atarea-
da; en la que el conocimiento está rápidamente avan-
zando hacia la perfección. En el mundo natural, en
particular, cada cosa rebosa de descubrimientos y de
adelantos. Las más distantes y recónditas regiones de
la tierra recorridas y exploradas -el siempre vivifi-
cante y sutil elemento del aire tan recientemente ana-
lizado nos resulta conocido- son llamativas eviden-
cias de esta grata verdad, mientras otras aguardan.
Correspondiente a los descubrimientos y a las
adelantos en el mundo natural se halla la reforma en
el mundo moral; si aquello que parece una noción
común fuera, en efecto, una verdadera, no quedaría
ya en el mundo moral ningún asunto por descubrir.
Quizá, no obstante, no sea éste el caso: tal vez entre
tales observaciones que sería mejor calcular para ser-
vir de fundamentos a la reforma, haya algunas que,
siendo observaciones sobre materia de hecho que
hasta ahora o son conocidas incompletamente, o no
habiéndolo sido, cuando se produzcan, parezcan

[3]
4 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 5
capaces de llevar el nombre de descubrimientos: con Tal enemigo ha sido mi desgracia (y no sólo la
tan poco método y precisión han estado aún las con- mía) verlo, o imaginar cuando menos que lo vi, en
secuencias de este axioma fundamental por desarro- el Autor del celebrado C O M E N T A R I O S sobre las L E Y E S
llar, es la máxima felicidad del mayor número lo que de I N G L A T E R R A ; un Autor cuyas obras han tenido sin
es la medida de lo bueno y de lo malo. comparación una circulación más extensa, han obte-
Sea como fuera, si hay lugar para realizar, y pro- nido una porción mayor de estima, de aplauso, y en
vecho en publicar, los descubrimientos en el mundo consecuencia de influencia (y que por derecho por
natural, seguramente no habrá menos ocasión para muchas razones tan indisputable) que ningún otro
realizarlos, ni menos provecho en proponer la escritor que sobre esa materia haya aun aparecido.
reforma en el moral. Si es un asunto de importan-
cia y de provecho para nosotros haber conocido los Historia de ella
paises distantes, seguramente no será un asunto de Es sobre esta relación sobre la que concebí, algún
mucha menor importancia, ni de menor provecho tiempo ha, el propósito de señalar algunas de las que
para nosotros, llegar a conocer más y mejor los prin- me parecían a mí las tachas capitales de aquella obra,
cipales medios para vivir felizmente en el nuestro: en particular esta grande y fundamental, la antipatía
si es de importancia y de provecho para nosotros hacia la reforma; o mejor, en efecto, el de poner de
conocer los principios del elemento que respiramos, manifiesto y exponer la universal inexactitud y con-
seguramente tampoco será de menor importancia ni fusión que parecían a mi entendimiento dominarla
de mucho menos provecho comprender los princi- por completo. Porque, en efecto, una antipatía tan
pios, y el esfuerzo en el perfeccionamiento de aque- tacaña parecía de por sí bastante para prometer una
llas leyes, por las que sólo respiramos en seguridad. vena general de oscuro y torcido razonamiento, del
Si en este empeño tuviéramos que imaginar cual- que no se puede derivar un conocimiento claro e
quier Autor, especialmente un Autor de gran renom- invaluable; tan íntima es la conexión entre algunos
bre, que se ha de, en la medida en que en un caso de sus dones del entendimiento, y algunas de la afec-
semejante se pueda esperar, confesar como un deter- ciones del corazón.
minado y perseverante enemigo, ¿qué tendríamos En esta opinión, pues, cogí de la mano aquella
que decir de él? Tendríamos que decir que los inte- parte del primer volumen a la que el Autor ha dado
reses de la reforma, y por ellos el bienestar de la el nombre de I N T R O D U C C I Ó N . ES en esta parte de la
humanidad, estarían inseparablemente conectados obra en la que está contenida cualquier cosa que
con la ruina de sus obras: de una gran parte, al venga bajo la denominación de principios generales.
menos, de la estima y de la influencia, que estas Es en esta parte de la obra en la que se contienen
obras pudieran bajo cualquier título haber adqui- tales opiniones preliminares como las que le pare-
rido. cieron propias a él dar sobre ciertos objetos reales o
6 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 7

imaginarios, que encontró vinculados con sus obje- no son maneras distintas en su propósito, una vez que
to de la L E Y con idéntico nombre: dos o tres clases han sido establecidas, sino sólo con respecto a la
de L E Y E S de Naturaleza, la L E Y revelada, y un cier- fuente en la que su establecimiento tuvo principio)
to D E R E C H O de las Naciones. Es en esta parte de la el Estatuto o derecho Escrito, como es llamado, y el
obra en la que ha tocado varios asuntos relacionados Común o No Escrito: - una explicación de lo que se
con todas las leyes o instituciones en general, o al
3 llaman Costumbres Generales, o instituciones vigen-
menos con todas las clases de instituciones sin rela- tes en todo el imperio, o al menos en toda la nación;
ción alguna entre sí. - de lo que se llama Costumbres Particulares, insti-
Para hablar con más particularidad, es en esta tuciones de extensión local establecidas en distritos
parte de su obra en la que ha dado la definición, tal particulares; y de tales instituciones adoptadas de
cual es, de toda esa rama del derecho que él había una extensión general, como son las parcelas de lo
tomado por su cometido; aquella rama, que algunos, que se llaman Civiles y Canónicos; todos los tres en
considerándola como una provisión principal, la el sentido de tantas ramas de lo que se llama Derecho
denominarían D E R E C H O sin más; y que él, para dis- Común: - en resumen, una explicación general de la
tinguirla de aquellas otras que son sus ramas cola- Equidad, esa caprichosa e inaprensible amante de
terales , la denomina derecho municipal-una. expli-
0 nuestras fortunas, cuyas facciones ni nuestro Autor,
cación, tal como es, de la naturaleza y del origen de ni acaso ningún otro esté bien capacitado en deline-
la Sociedad Natural, la madre, y de la Sociedad ar; - de la Equidad, que habiendo en el principio sido
Política, la hija, del derecho municipal, debidamen- una costilla del Derecho, pero puesto que en alguna
te engendrada en el lecho de la Metáfora: - una divi- edad oscura fue extraída de su sitio, mientras dormía,
sión, como es, de una derecho, individualmente con- por las manos no tanto de Dios como las de los
siderado, de lo que él imagina ser sus partes: - una emprendedores Jueces, trata ahora con desdén a su
explicación, tal como es, del método que se ha de hermana paterna: -
seguir para interpretar cualquier ley que pueda otor- Todo esto, digo, junto con una relación de las dife-
garse. rentes parcelas del imperio sobre las que prevalecen
En relación al D E R E C H O de Inglaterra en particu- las diferentes partes del Derecho, o sobre las que el
lar, es aquí donde ofrece él una explicación de la Derecho tiene diferentes grados de fuerza, compone
división en dos de sus ramas (ramas, no obstante, que aquella parte de la obra de nuestro Autor que ha rotu-
lado como I N T R O D U C C I Ó N . SU elocuente «Discurso
sobre el estudio del Derecho», en el que, al ser un
a Añado aquí la palabra «institución» con el fin de incluir las discurso más bien de carácter retórico antes que
normas del Derecho Común, así como las partes del Derecho
Estatutario.
didáctico, me propuse no entrometerme, prologa la
b Membra condividentia.-SAUUD. Log. L. I.c.46. obra.
8 JEREMY BENTHA M UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 9

Habría sido en vano haber pensado en recorrer la Introducción. Fue entonces necesario llegar a una
totalidad de tan vasta obra. Mi intención, por consi- definitiva resolución sobre esta extraña parte de ella:
guiente, fue tomar aquella parte de ella que pueda el resultado fue, que teniendo que resistir a abando-
ofrecerse como un muestra justa y adecuada del nar la empresa que había empezado en este respec-
carácter y de la complexión de toda ella. Para este to, imperfecta, me senté a dar lo que intentaba que
propósito, la parte aquí señalada sería, pensé, sobra- fuera una inspección muy sucinta y general de ella.
damente suficiente. Esta, aunque estrecha en exten- Cuanto más lejos, empero, proseguía examinándola,
sión, era la más conspicua, y la más propiamente más confusa e insatisfactoria me parecía: y cuanto
suya. El resto era poco menos que una compilación. mayor era la dificultad que encontraba en saber qué
Prosiguiendo mi examen hasta allá, lo seguiré, pensé, hacer con ella, más palabras me costaba, hallaba,
hasta donde fuera necesario para mi propósito: y expresarlo así. De esta manera y por estos medios fue
tenía poco estómago para prolongar una tarea a la par cómo el presente Ensayo crecía con el aspecto en el
tan laboriosa e ingrata por más tiempo. Si Hércules, que el lector lo ve. Cuando estaba casi acabado, se
según el antiguo proverbio, ha de ser conocido ex me ocurrió que la digresión misma que estaba exa-
pede: mucho mejor, pensé yo, habrá de conocerse minando era perfectamente distinta de, y sin cone-
ex capite. xión con el texto con el que comienza, así era, o al
Con estas opiniones fui como procedí hasta tanto menos así podría ser, la crítica sobre aquella digre-
como la mitad de la definición del Derecho munici- sión, de la crítica del texto. La anterior era con dife-
pal. Fue allí en donde hallé, no sin sorpresa, la digre- rencia demasiado extensa para ser insertada dentro de
sión que constituye la materia del presente Ensayo. la última: y puesta a acompañarla, sólo podría ser
Esto me produjo al principio una no pequeña per- en la forma de un Apéndice, parecía no haber razón
plejidad. No ofrecer una explicación de ella; - pasar por la que la misma publicación incluyera a las dos.
enteramente sub silentio, sobre una parte de la obra A la primera, por consiguiente, siendo la última,
que estaba examinando tan extensa y en sí misma tan determiné darle el final que fuera capaz, y que pensé
sustantiva, parecería extraño: al mismo tiempo no vi que era necesario: y publicarla de manera separada,
posibilidad alguna de adentrarme en un examen de como la primera si no la única parte de una obra, cuya
un pasaje tan anómalo, sin cortar en trozos el hilo del parte principal y lo que reste pueda posiblemente ver
discurso. Bajo esta duda determiné en cualquier la luz algún día u otro, bajo algún titulo como el de
« U N C O M E N T A R I O sobre los C O M E N T A R I O S » .
caso, por el presente, dejarlo de lado, en tanto que
no pude percibir que tuviera conexión alguna con Mientras pueda estar más plenamente justificado,
cualquier otra que viniera o antes o después. Así lo o excusado al menos, de una empresa quizá de lo más
hice; y continuando mi examen de la definición de extraordinaria, y sin duda para muchos tan inacep-
la que era una digresión, arribé hasta el final de la table, pueda ser útil esforzarse por establecer con
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algún grado de precisión, las razones de aquella consideración, mantiene alguna relación con las
guerra que, por los intereses de la verdadera ciencia, afectos. Lo que es Derecho, lo es, en diferentes paí-
y de un perfeccionamiento liberal, me creo en la obli- ses, considerablemente diferente: en tanto que lo que
gación de librar en esta obra. Procederé, en conse- debe ser, es en alto grado en todos los países lo
cuencia, a señalar y distinguir aquellos puntos de vis- mismo. El Expositor, por consiguiente, es siempre el
tas que parecen ser principalmente reprobables, no ciudadano de este o de aquel país en particular: el
olvidando aquellos que acaso parecieran tener el Censor es, o debe ser, el ciudadano del mundo. A l
derecho de nuestra aprobación y aplauso. Expositor le corresponde mostrar lo que el
Legislador y su asalariado el Juez ya han hecho: al
La tarea del Censor distinguida de la del Expositor Censor le corresponde sugerir lo que el Legislador
Hay dos caracteres, tanto de uno como del otro, deba de hacer en el futuro. A l Censor, en suma, le
se puede decir que cualquier hombre que encuentre corresponde enseñar aquella ciencia, que al cambiar
algo que decir sobre el tema del Derecho los tendría de manos convertida en arte, pone en práctica el
en su consideración; - el del Expositor, y el del Legislador.
Censor. A la provincia del Expositor le pertenece que
nos explique, como él supone, qué es el Derecho: a Sólo la última es la de nuestro Autor
la del Censor, enseñarnos lo que él cree que debe ser. Volvamos ahora a nuestro Autor. De estas dos fun-
La primera, por consiguiente, se preocupa princi- ciones perfectamente distinguibles, sólo la última es
palmente de establecer, o de investigar los hechos : 0 la que cae necesariamente dentro de su provincia
la última, en discutir las razones. El Expositor, man- para su descargo. Su objeto profesado era el de expli-
teniéndose en su esfera, no tiene relación con nin- carnos cuáles eran las Leyes de Inglaterra. «Ita lex
guna de las facultades de la mente que no sea la apre- scripta est», fue la única divisa con la que se man-
hensión, la memoria, y el juicio: la última, en virtud tuvo comprometido de mantener a la vista. La labor
de aquellos sentimientos de placer o desagrado que de censura (pues esta palabra, a falta de cualquier
encuentre ocasión para unirlos a los objetos bajo su otra, es la que encuentro necesaria para darle un sen-
tido neutral) la labor de censura, como se la puede
llamar, o, en un cierto sentido, de crítica, no era para
En la práctica la cuestión del Derecho es de la que común-
c
él más que un parergon — un trabajo de supereroga-
mente se ha hablado como opuesta a la de hecho: pero esta dis-
tinción es fortuita. Que una ley ordene o prohiba tal clase de ción: una labor, en verdad, que si se ejecuta há-
acción que se haya establecido, es tal hecho como la acción indi- bilmente, no podría ser sino un gran adorno de la
vidual de esa clase que ha sido cometida. Del establecimiento principal, y de gran instrucción así como de
de una ley se puede hablar como un hecho, al menos por el pro-
pósito de cualquier consideración que se puede ofrecer como
entretenimiento para el lector, pero de la que nues-
unas razones para tal Ley. tro Autor, como también aquellos que han ido antes
12 JEREMY BENTHAM
UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 13
que él en la misma línea, podrían, sin reprochárse- si bien apropiados bajo los nombres de los respecti-
les ninguna otra deficiencia, haber estados excusa- vos Autores: ni tanto menos como si lo hubiera hecho
dos: una labor que, cuando se la suma a la principal, con el suyo propio. Porque la misma idea de razón
colocaría al Autor bajo obligaciones adicionales, y le denota aprobación: de manera que apropiarse de una
impondría nuevos deberes: que, aunque cualquier observación bajo esa condición, y además sin cen-
otro pueda diferir del principal, concuerda con él en sura, es adoptarla. Un hombre apenas si estará, por
absoluto en esto: que deba de ser excusado con consiguiente, sin alguna nota de desaprobación,
imparcialidad, o bien no serlo. cuando se convierte en el instrumento de introducir,
a guisa de razón, un argumento que él no desee real-
Las leyes deben ser investigadas con libertad mente ver aprobado. Algún método que otro adop-
Si, por otra parte, un apresurado e insensato crí- tará para lavarse sus manos: algún método u otro dis-
tico de lo que se ha establecido puede exponerse a sí pondrá para dejar que los hombres vean que lo que
mismo al desprecio; por otra parte, un fanático y quiere decir sea así comprendido, es meramente
corrupto defensor de las obras del poder, se hace cul- reproducir el juicio de otro, y no pasar uno como pro-
pable, en cierto modo, de los abusos que él apoya: pio. Sobre ese otro entonces pondrá él la culpa; al
tanto más si, por oblicuas miradas y sofisticadas glo- menos tendrá cuidado de apartarla de sí mismo. Si
sas, cuida guardarse del reproche, o recomendarse al omitiera hacerlo así, la causa más favorable que se
favor de lo que no sabe cómo, y no se atreve a inten- le puede asignar a la omisión es la indiferencia: indi-
tar, justificar. A un hombre que se contente simple- ferencia ante el bienestar público - esa indiferencia
mente con exponer una institución como él piensa que es en sí un crimen.
que es, está claro que no se le puede justamente atri- Es admirable lo adelantado que algunos han esta-
buir parte (ni pensaría nadie en atribuírsela) en cual- do en considerarla como una clase de presuposición
quier reproche ni más aplauso que cualquiera que se e ingratitud de rebelión y crueldad, y no sé qué más,
crea que la institución merezca. Pero si no contento no solamente salir en su defensa, ni aceptarlo, sino
con esta función más humilde, toma para sí el dar que cualquiera sufra tanto como se imagine, que una
razones en nombre de ella, ya sean razones elabora- ley antiguamente aprobada pudiera en algún respec-
das o encontradas por él, la cosa es bastante dife- to ser objeto de condena. Que haya sido una clase de
rente. De cada falsa y sofisticada razón con la que personificación, lo que haya sido la causa de esto,
contribuye a circular, él es mismo culpable: ni debe como si la ley fuera una criatura viva, o si ha sido la
él ser considerado inocente incluso hasta tal punto, veneración mecánica por la antigüedad, o cualquier
en un obra en la que los hechos y no la razón están otra ilusión de la fantasía, no lo investigaré aquí. Por
enjuego, en la que se apropia de otros escritores sin mi parte, no sé por qué es una buena razón que se
censura. Adoptándolos oficiosamente los hace suyo, justifique el mérito de una ley cuando el bien se ten-
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dría que haber pensado mayor, que el de censurarla pues, las razones sobre las cuales se fundamenta se
cuando sea mala. Bajo un gobierno de leyes, ¿cuál sacan a la luz: de la observación de quienes antes la
es la consigna de de un buen ciudadano? Obedecer consentían por la fe, la acogen ahora con convicción.
puntualmente, censurar libremente. La censura, por consiguiente, aun estando mal justi-
Tanto más es cierto; que un sistema en el que ficada, no tiene otro efecto sobre una institución que
nunca se censura, jamás será perfeccionado: que si el de ponerla a esa prueba por la que gracias al valor
nunca en nada se encuentra una falta, nada será de aquellos, en efecto, sobre el que sólo el prejuicio
mejorado: y que una resolución que justifique cual- ha estampado cierta solvencia, es acallada, sino gra-
quier cosa en cualquier momento y que nada desa- cias al crédito de quienes han confirmado una utili-
pruebe, es una resolución que, lograda en el futuro, dad de primera ley.
debe encontrarse como un listón efectivo para toda En modo alguno es por la pasión o por el mal tem-
la felicidad adicional que podamos alguna vez espe- peramento, que la censura, cuando se la aplica a la
rar; alcanzada en este momento nos habría robado instituciones jurídicas, sea capaz de dar a luz.
aquella participación en la felicidad que ya gozamos. Cuando es por pasión o por mal temperamento por
Ni es una disposición el encontrar «cualquier cosa lo que hablan los hombres, son los hombres los que
como tenga que ser», en menor desacuerdo consigo tienen mal temperamento, no las leyes: son los hom-
misma que con la razón o con la utilidad. Los argu- bres, no las leyes, los blancos de la arrogancia . La d

mentos corrientes en los que ella se ventila no justi-


fican más lo que se ha establecido, en efecto, como
d «Arrogancia»; nuestro Autor la llama «la suma arrogan-
lo que condenan: pues cualquiera que sea lo que cia»* [* I V Comm. p. 50], censurar lo que tiene, al menos, una
ahora se establece, fue una vez una innovación. oportunidad mejor de ser bueno, que las singulares nociones de
Una censura precipitada, cuando se la arroja sobre cualquier hombre en particular: dando a entender de ese modo
ciertas instituciones eclesiásticas. Vibrando, como tendría que
una institución política, no hace sino volverse sobre parecer, entre la pasión y la discreción, lo ha creído necesario
la cabeza del que la arroja. Con semejante ataque no en efecto, insertar en la sentencia que, cuando lo inserta, en nada
es la institución misma, si está bien fundada, la que resulta: Después de la palabra 'censura', 'con deprecio' añade
puede sufrir. Lo que un hombre dice en contra de ella él ' y con grosería': como si fuera necesario que un profesor nos
informe que tratar a cualquier cosa con desprecio u grosería es
o hace impresión, o bien no la hace. Si no la hace, arrogancia. «Indecencia», ya lo había llamado, a «establecer un
es como si sólo no hubiera dicho cosa alguna sobre juicio privado en oposición a uno público»: y sin restricción, cua-
el tema: si hace impresión, naturalmente llama a lificación o reserva. Esto era el primer rapto de un santo celo,
unos u otros a su defensa. Pues si la institución es en antes de que la discreción hubiera venido en su asistencia. El
pasaje del doctor Priestly (sic) y | [ t Ver observaciones, y
1

verdad beneficiosa para la comunidad en general, no demás.] Furneaux* [* Ver las Cartas a Sr Magistrado
puede sino haber dado intereses para su preservación Blackstone. Segunda edición], quienes, en calidad de ministros
a un número de sus individuos. Por su industria, disidentes, y campeones de las opiniones disidentes, se vieron
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cólera y la agitación pueden, en efecto, provocar a te del Derecho quien lo ha corrompido y ha abusa-
los hombres a luchar con seres vivos: pero cuando do de él .e

se quejan de la letra muerta de la Ley, de la labor de Así de desprovistos de fundamentos están los
los legisladores fallecidos, contra los cuales no puede temores, o los pretendidos miedos, de quienes se
haber subsistido ninguna antipatía personal, es siem- estremecen ante la idea de una censura libre de las
pre desde la observación, o desde la creencia, cuan- instituciones establecidas. Tan poco requiere la paz
do menos, de alguna ofensa real. El Derecho no es de la sociedad la ayuda de aquellas lecciones que
enemigo de hombre alguno: el Derecho no es rival enseñan a los hombres a aceptar cualquier cosa como
de ningún hombre. Preguntad a la clamorosa y rebel- razón, y permitir el mismo abyecto e insensato
de multitud - nunca es el Derecho mismo el que está homenaje a las Leyes de aquí, que se les paga a los
equivocado: siempre es cualquier perverso intérpre- déspotas de cualquier otra parte. Los frutos de seme-
jante tutela son suficientemente visibles en el carác-
particularmente atacados por ello, no han sufrido pasar desa-
ter de aquella estirpe de hombres que han ocupado
percibidos; tan sólo el celebrado autor de «Remarles on tire Acts siempre un espacio demasiado amplio en el círculo
of the I3th Parliament» (Observaciones sobre las Leyes del deci- de la profesión: Una estirpe pasiva y enervada, dis-
motercero Parlamento)^ [ t En el Prefacio], que encontró adver- puesta a tragar cualquier cosa, y a consentir lo que
so para su empresa, por la misma razón por la que es hostil a
cualquier otro plan liberal de discusión política.
sea: con intelectos incapaces de distinguir lo bueno
M i edición de los Comentarios resulta ser la primera: pues el de lo malo, y con afectos igualmente indiferentes a
anterior parágrafo fue escrito, cuando me había dirigido al últi-
mo. En este última edición el pasaje sobre la «indecencia» es,
como el otro sobre la «arrogancia», sin llegar a explicación algu- e Sólo hay una manera en la que la censura, arrojada sobre
na. Lo que se nos dice es que «establecer un juicio privado en las Leyes, tiene una tendencia mayor a hacer daño que prove-
(virulenta y facciosa) oposición a la autoridad pública (podía cho; y ésta es cuando se dispone por sí misma a discutir su vali-
haber añadido - o a la privada también) «es indecencia». (Ver dez: quiero decir, cuando abandonando la cuestión de la efecti-
la quinta edición en octavo p. 50, como en la primera.) Esto se vidad, se impone discutir lo que es bueno. Pero es este un ataque
lo debemos, creo, al Dr. Furneaux. Los doctores Forneaux y del que las leyes de antaño establecidas no son tan responsables.
Priestly, bajo cuya bien aplicada corrección nuestro Autor ha Y éste es el último, aunque si bien el recurso demasiado común
sufrido tan implacablemente, tienen una buena parte por res- de la pasión y el malhumor; y del que los hombres apenas si
ponder: ellos han sido los instrumentos para que él añadiera una piensan en abandonarlo, a menos que estén irritados por dispu-
buena porción de esta clase de retórica endilgada a la plenitud tas personales, que es a lo que las recientes leyes están más
de la existencia que ya tenía anteriormente. Un pasaje, en efec- expuestas. Hablo de las que son llamadas leyes escritas: pues en
to, un pasaje profundamente teñido de desfachatez religiosa, han cuanto a las instituciones no escritas, al no haber tal cosa como
tenido los medios de clarificarlo enteramente:# [# Ver Furneaux, alguna señal cierta por con la que se pueda atestiguar su autori-
Carta V I I ] : y en esto al menos, han hecho un buen servicio. Lo dad, su validez tan profundamente enraizada de cualquier mane-
han hecho sofisticado: incluso lo han hecho expurgar: sin embar- ra, es lo que vemos desafiada sin remordimiento. Una extrema
go todos los doctores en el mundo, dudo, si no llevarían a la con- debilidad, entretejida dentro de la misma constitución de todo
fesión. Ver su respuesta al Dr. Priestly. el derecho no escrito.
18 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 19

lo uno y a lo otro: insensible, miope, obstinada: letár- nacimiento - quienes consideren el atraso que aún
gica, y sin embargo capaz de ser arrastrada a con- existe en la mayoría de los hombres, cuando menos
vulsiones por falsos errores: sorda a la voz de la espoleados por intereses personales o resentimientos
razón y a la utilidad pública: obsequiosa únicamen- para arremeter contra el Coloso de la autoridad -
te con el rumor del interés, y a disposición del poder. quienes, digo, le den a estas consideraciones su debi-
Este capítulo de desgracias, quizá, no es más que do peso, no serán tan celosos, quizá, como nuestro
lo pueda parecer incluido bajo el anterior. Pues, ¿por Autor ha sido en aterrorizar a los hombres al propo-
qué es un mal para un país que las mentes de aque- ner lo que ahora es un «juicio privado», en contra de
llos que tienen el Derecho bajo su administración lo que una vez fue «público» : ni en lanzar el trueno
f

tengan que estar tan debilitadas? Porque los encuen- del severo epíteto de «arrogante» sobre aquellos que,
tra impotentes ante cualquier intento de mejorarlo. con cualquier éxito, se ocupan en llevar los groseros
Pero tampoco aquella estirpe de abogados y polí- establecimientos a la prueba de la limpia razón.
ticos de esta enervada calaña es menos peligrosa para Harán antes lo que puedan para alegrar una disposi-
la duración de esa participación en la felicidad que ción a la par tan útil y tan rara : que está tan poco
8

el Estado posee en cualquier periodo dado, que el vinculada con las causas que hacen a los desconten-
que sea mortal para su oportunidad de lograr una tos populares peligrosos, y que encuentra tan esca-
mayor. Si los propósitos de un ministro son enemi- so alimento en aquellas propensiones que gobiernan
gos de su país, ¿quién es el hombre de entre todos a la multitud de los hombres. No estarán por darle
los demás que sea un instrumento para él o un esta- tal giro a sus discursos que denote todo el favor de
fador? De todos los hombres, seguramente ninguno un hombre por los defensores de lo que está esta-
encaja tan bien como aquella clase de hombre que blecido: ni todo su resentimiento por los asaltantes.
siempre se inclina sobre su rodillas ante el escabel Reconocerán que si ha de haber algunas institucio-
de la autoridad, y que, cuando aquellos por encima
de él, o ante él, se han pronunciado, cree que es un f Ver nota (d), p. 15.
crimen tener una opinión propia. 8 Bien podría decir uno rara. Es una cuestión de hecho sobre
Quienes cumplidamente consideran qué ligeras y la que no puede haber disputa alguna. Su verdad puede ser vista
triviales circunstancias, incluso en los tiempos más en la multitud de Expositores, que la Jurisprudencia de cada
nación ha dado lugar, antes de que creara un sólo Censor.
felices, se vuelve tan a menudo la adopción o exclu- Cuando vino Beccaria , fue recibido por el inteligente como un
2

sión de una Ley; circunstancias con cuya utilidad no Angel del Cielo hubiera sido recibido por un creyente. A él se
tiene una conexión imaginable - quienes consideran le pude llamar el padre de la Jurisprudencia Censoria. La obra
el desolado y abyecto estado del intelecto humano, de Montesquieu fue de una clase mixta. Antes de Montesquieu
todo era barbarismo acrisolado. Grocio y Pufendorf fueron a la
durante los períodos en los que tan gran parte de la Jurisprudencia Censoria lo que los escolásticos fueron a la
todavía subsistente masa de instituciones tenían su Filosofía Natural.
20 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 21

nes que es de «arrogante» atacar, pueda haber otras En cualquier caso, de haberme sentado para hacer
que es una desfachatez defender, T O U R R E I L * ha defen-
1
una relación sólo bajo este carácter, habría sido con
dido la tortura: la tortura instaurada por el «juicio sentimientos muy diferentes de los que soy ahora
público» de tantas naciones ilustradas, B E C C A R I A (¡el consciente, y en un tono muy distinto del que ahora
«indecente» y «arrogante» Beccaria!) la ha conde- me doy cuenta que he asumido. A l determinar qué
nado. ¿Entre estos dos qué lote entre los hombres conducta observar con respecto a él, tendría que con-
elegiría uno antes, el de Defensor o el de Censor? siderar si el trazo del error parecía confinarse a par-
tes o se difundía por toda. En el último caso, el
Por qué atacaba nuestro Autor menos ingrato, y considerando el grueso de la obra,
el carácter del Expositor el curso más beneficioso habría sido no haberla teni-
Al lado del discernimiento que le capacita a un do en cuenta en absoluto, sino haberse sentado y tra-
hombre percibir, y con el coraje que le autoriza a tado de ofrecer una mejor. Si no de toda en general,
reconocer los defectos de un sistema de institucio- al menos de proposiciones que solamente aparecían
nes, se halla aquella exactitud de concepción que le excluibles, tendría que haberme sentado a rectificar
faculta a dar una clara explicación de él. No es de aquellas proposiciones con las misma apatía con la
extrañar entonces que en un tratado en parte de la que fueron avanzadas. Caer en un camino adverso
clase expositora y en parte de la censoria en el que, sobre una obra simplemente expositora, si fuera eso
si el último apartado se llenase con imbecilidad, los todo, habría sido por igual tacaño e innecesario. En
síntomas de una amable debilidad tendrían que los errores voluntarios del entendimiento poco puede
caracterizar al primero. haber que incite, o al menos que justifique, el resen-
El anterior apartado, no obstante, de la obra de timiento. Aquello que por sí solo, en cierta manera,
nuestro Autor es tal, meramente por su propia expli- reclama una rígida censura, es el siniestro perjuicio
cación, que apenas si me habría encontrado dis- de los afectos. Si, pues, puedo aún continuar men-
puesto a entremeterme. La tarea de una mera expo- cionándolas como separadas, proposiciones que en
sición es una cosecha en la que no parece haber la obra misma están tan íntimamente y, de hecho,
trazos de que exista necesidad alguna de labradores: indistintamente unidas, es sólo la parte del censor la
y a la que, por consiguiente, tenía escasa ambición que ha extraído de mí esa clase de animadversión a
de confiar mi hoz. la que he sido conducido a conferirla indiscrimina-
damente sobre el todo. Manifestar, y si es posible
suministrar, las imperfecciones del otro, es una ope-
" Un jurista francés de la última época, cuyas obras tenían ración que, en efecto, puede por sí misma hacer un
cierta celebridad, y en muchos respectos los mismos méritos que servicio; pero que pensé que haría aun más servicio
los de nuestro Autor. Fue conocido por su mayor contribución si fuera a debilitar la autoridad de ésta.
por una traducción de Demóstenes. Ahora se le ha olvidado.
22 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 23

Bajo la sanción de un gran nombre cada secuen- La Introducción es la parte que, por razones que
cia de palabras por innombrables que sean, cada opi- ya han sido establecidas, fue siempre mi intención
nión aun erróneas, tendrán una cierta solvencia. La confinarme a ella. No es sino una parte incluso de
reputación añade peso a los sentimientos de donde la Introducción que es la materia del presente
ninguna parte surge, y de haber estado ellos sólo es Ensayo. Lo que me determinó a empezar con esta
posible que nada se hubiera sacado, excepto, quizá pequeña parte de ella es la facilidad, que encontré al
desprecio. La fama popular no entra en exquisitas separarla de cada cosa que la precede o que la sigue.
distinciones. El mérito en un dependencia de las De esto ya se hablará más particularmente en otro
letras ofrece una natural y en cierta manera presun- lugar .
1

ción irrecusable de mérito en la otra, especialmente No es que esta parte se encuentre entre las que
si las dos dependencias son tales que entre ellas exis- parecieran más abiertas a la animadversión. No es
ta aparentemente una contigua alianza. que exhiba más fuertes trazos en esta parte que en
Admirable, en particular, es aquella influencia que otra de aquel espíritu de nuestro Autor que parece tan
se gana sobre las mentes jóvenes, por un hombre que hostil a la Reforma, y hacia aquella libertad que es
en relación a cualquier clase de mérito es estimado precursora de la Reforma.
con el carácter de preceptor. Quienes han derivado,
o se imaginan a sí mismos haber derivado el cono- Pasaje reprensible de la obra en general
cimiento de lo que sabe, o parece saber, estarán natu- No es aquí atropelle el derecho al juicio privado,
ralmente por juzgar como él juzga: por razonar como aquel sostén de todo lo que un inglés considera pre-
él razona; por aprobar como él aprueba; por conde- ciado*. No es que aquí, en particular, insulte nuestro
nar como él condena. Sobre estas razones es cuando entendimiento con nimias razones; que se adelante
la complexión general de una obra que es impropia, resueltamente el profeso campeón de la religiosa
se puede utilizar para señalar el ataque contra él sin intolerancia; o que manifiestamente de su cara en
distinción, sin bien algunas de sus partes son tan per- contra de la reforma civil.
niciosas como también tan incongruentes, aunque No es aquí, por ejemplo, donde nos persuade de
estén sueltas por aquí o allá. que un comerciante que ocupe una caseta en una
Sobre estas consideraciones, pues, tal vez sea útil feria es un tonto; y que por esa razón no hay objeto
demostrar que la obra que está delante de nosotros, apropiado para la protección del derecho . k

a pesar de los méritos que la recomendaban tan pode-


rosamente ante la imaginación y el oído, no tiene 1 Ver la subsiguiente Introducción,
i Ver nota [d].
más derecho sobre una relación que sobre otra, que k «El robo»* [* IV Comm. Cap. X V I , p, 226], dice nuestro
aquella influencia que, de pasar desapercibida, Autor, «no puede ser cometido en una tienda o en un puesto en
pueda continuar ejercitar el juicio. la feria de un mercado; aunque el propietario pueda depositarlo
24 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 25

No es aquí donde señala la presencia de un hom- No es aquí, después de contarnos las leyes por las
bre haciendo la ley, como una razón por la que ten- que los apacibles cristianos se hacen castigar por
gan que obedecerle los otros diez mil, sin que tenga adorar a Dios de acuerdo a sus conciencias, donde
que conocer nada sobre la materia. pronuncia con igual perentoriedad y autocompla-
No es aquí, después de decirnos, en expresos tér- cencia que cada cosa, sí, «cada cosa es como tendría
minos, que debe de haber «una ruptura efectiva» para que ser»".
hacer robo , que nos diga él, en el mismo espíritu, y
1

en términos igualmente expresos, que pueda haber


yen una delito civil) sino una substantiva y forzosa irrupción».
robo sin que se agravie nada; y esto porque «el dere- No es en la siguiente sentencia, sino en la otra donde prosigue, y
cho no sufrirá jugar con ello» . m
dice - «Sin embargo escurrirse por una chimenea es considera-
do una entrada delictiva; pues eso es tanto más cerrado cuanto la
naturaleza de las cosas lo permita. Así también llamar a una puer-
allí: pues el derecho de este modo considera como nada lo que ta, y al ser abierta colarse con intención alevosa; o bajo la pre-
no sean edificios permanentes; una casa, o una iglesia; la pared, tensión de tomar habitaciones, echarse encima del dueño de la
o la puerta de una ciudad; y he aquí la insensatez del propieta- casa y robarle; o buscarse a un agente de policía para conseguir
rio de dejarlo en una vecindad tan frágil». Para salvarse de este admisión, con el fin de buscar a traidores, y entones maniatar al
cargo de insensatez, no resulta del todo claro cuál de las dos agente y robar en la casa; todos esos casos han sido adjudicados
cosas el comerciante debe de hacer: abandonar su negocio y no a los robos, si bien no hubo una violencia efectiva: pues el dere-
ir a la feria para nada: o dejar sus bienes sin nadie que los cuide. cho mismo no permitirá que se juegue con tales evasiones...» ¿Se
1 Hablando de una ley del Parlamento! [ t Comm. Cap. I I , puede ser más egregiamente para jugar con tales razones?
p. 178], «No hay necesidad de darle una promulgación formal Yo mismo debo no tener edad ya para engreerme con estas
a la fuerza del derecho, como era necesario con el Derecho Civil pequeñas útiles partículas, pues, porque, ya que, y otras de esa
en relación con los Edictos del Emperador: porque todo hom- hermandad, de ver la pesadez con la que se ponen continuamente
bre en Inglaterra es, por juicio de la ley, parte de la creación de en estos Comentarios. La apariencia de cualquiera de ellas es una
una Ley del Parlamento, estando presente en ese lugar por sus clase de advertencia para mí para prepararme para alguna tau-
representantes». Éste, que yo sepa, puede ser un buen juicio de tología, o algo absurdo: porque la misma cosa servida una y otra
derecho; porque cualquier cosa se puede llamar juicio de dere- vez en la forma de una razón por sí misma: o por una razón que,
cho que venga de un abogado; que se haya hecho de un nombre: si distinta, es de la misma estampa que aquellas que acabamos
no parece, sin embargo, que se parezca mucho a lo que se puede de ver. Otras instancias similares del pesado tratamiento dado a
llamarjuicio de sentido común. Esta notable pieza de astutia era estas pobres partículas vendrán bajo la observación en el cuer-
originariamente, creo, un juicio de Lord Coke: y de allí pasó a po de este Ensayo. En cuanto a las razones de la clase primera-
convertirse en un juicio de nuestro Autor: y puede haber sido un mente mencionada, uno podría elegir lo suficiente para llenar un
juicio de más abogados que yo sepa antes o después. Lo que volumen.
lamento es encontrar a muchos hombres de las mejores inclina- n «En lo que ahora yo he dicho», dice élf [ t IV Comm. Cap. IV,
ciones hacia una causa que no necesita sofistería, desconcertante p. 49], «No se me entendería menoscabar los derechos de la
y que desconcierta a los demás con una jerga similar. Iglesia Nacional, o favorecer una laxitud relajada de propagar
m Sus palabras son* [* IV Comm. Cap. X V I , p. 226] «Debe cualesquiera crudos sentimientos indigestos en los asuntos reli-
de haber una ruptura efectiva, no un mero clausum fregit jurí- giosos. De propagar, digo; por entretenerlos meramente, sin un
dico (al volver sobre los ideales límites invisibles, que constitu- esfuerzo para propagarlos, parece difícilmente reconocible por
26 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 21

No es aquí donde nos conmina a creer, y eso sobre No es aquí donde él nos asegura al punto de
el dolor de perder todas las pretensiones o al «juicio hecho, que nunca ha habido una alteración hecha en
o la probidad», que el sistema de nuestra jurispru- el Derecho que los hombres no hubieran encontrado
dencia es, en toda y en cada parte de ella, la quinta- después una razón para lamentarse?.
esencia misma de la perfección . 0

entero; a menos en donde las Leyes de nuestro país les hayan


colocado bajo restricciones necesarias. Restricciones en sí mis-
cualquier autoridad humana. Sólo me propongo ilustrar la exce- mas tan gentiles y moderadas como aparecerá en una ulterior
lencia de nuestro actual establecimiento, mirando atrás a épocas investigación, que ningún hombre de juicio y probidad desearía
anteriores. Todo es ahora como tendría que ser: a menos, quizá, verlos reducidos. Pues todos nosotros tenemos en nuestra deci-
que la herejía deba de ser más estrictamente definida, y no se sión hacer cualquier cosa que un buen nombre desearía hacer;
permita persecución alguna, incluso en los tribunales eclesiás- y en nada estamos restringidos, sino por lo que sería pernicioso
ticos, hasta que los principios en cuestión sean declarados pre- tanto para nosotros mismos como para nuestros semejantes ciu-
viamente heréticos por la propia autoridad. Bajo estas restric- dadanos.
ciones parece necesario para el sostenimiento de la religión Si el lector supiera cuáles son estos derechos y libertades, yo
nacional» (la religión nacional es aquella que hemos de enten- le respondería en la misma página que son aquéllos: «en la opo-
der como si no fuese capaz de sostenerse por sí misma, si hubie- sición de uno u otro con que cada especie de tiranía compulsiva
ra alguien con la libertad de hacerle objeciones) «que los minis- y opresión debe de actuar, no teniendo otro objeto sobre el que
tros de la Iglesia habrían de tener el poder de censurar a las se pueda emplear posiblemente». La libertad, por ejemplo, de
herejes, pero no el de exterminarlos o destruirlos». adorar a Dios sin estar obligado a declarar una creencia en los
Viendo la última edición (la quinta) encuentro que en este X X X I X Artículos , es una libertad que ningún «buen hombre»,
3

pasaje se ha efectuado una modificación. Después de «Todo es - «ningún hombre de juicio y probidad», «desearía para sí»
ahora como tendría que ser», se añade «con respecto al cono- p I Comm. 70. Si no se puede encontrar una razón para una
cimiento espiritual, y a la condena espiritual de la herejía». institución, hemos de suponer una: y es sobre la fortaleza de la
Después, «los ministros de la Iglesia deberían tener el poder de supuesta que la proclamemos como razonable; es así cómo la ley
censurar a los herejes» es añadido, «pero el de hostigarlos con es justificada para sus hijos.
penas temporales, mucho menos el de exterminarlos o destruir- Las palabras son - «no que la razón particular de cualquier
los». norma en el Derecho pueda ser, a esta distancia en el tiempo,
Hasta dónde la malicia del texto original ha sido remediada siempre precisamente asignada; sino que es suficiente que no
por este añadido, se puede ver en Dr. Furneaux, Lett. I I , p. 30, haya nada en la norma plenamente contradictorio a la razón, y
segunda ed. entonces el Derecho presumirá de estar bien fundado. Además
0 I Comm. 140. No estaría del todo seguro, lo lejos que él ha sido una antiguo dicho en las Leyes de Inglaterra» (podía él
fuera a dar entender que esta persuasión se extendiera en el punto con tan buena razón haber añadido-que en todas las demás
Leyes) «Que siempre que se halle una norma de derecho, cuya
del tiempo: si para aquellas instituciones solamente que resul-
razón, quizá, no se pudiera recordar o discernir, que haya sido
taran estar vigentes en el instante individual de su escrito: o tam-
[gratuitamente] quebrantada por los estatutos o nuevas resolu-
bién a tales instituciones opuestas que, dentro de una distancia
ciones, la sabiduría que la norma tiene al final surgió de los
dada de tiempo desde ese instante, o hubieran estado vigentes,
inconvenientes que hubieren seguido a la innovaciones».
o fueran a estarlo.
Cuando un sentimiento es expresado, y por precaución o con-
Sus palabras son como siguen: «Todos estos derechos y liber-
fusión de ideas, se pone en ello una cláusula a manera de cali-
tades es nuestro derecho de nacimiento para disfrutarlos por
28 JEREMY BENTHA M UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 29

No es aquí donde convierte el Derecho en un cas-


ficarla que en nada resulta, en este caso si nos formásemos una tillo, con el propósito de oponerse a toda idea de
adecuada estimación de la tendencia y probables efecto de todo renovación «fundamental»'!.
el pasaje, la manera es, creo, la de considerarla como si tal cláu-
sula no existiera. N i que esto parezca extraño. Tomando la cali-
ficación en cuenta, el sentimiento no haría la impresión en abso- te, sino que debe sobre esa misma razón ser reconocida como
luto en la mente: si se suprimiera la calificación, y la mente es «gratuita». Supongamos que se efectúe tal resolución, e «incon-
afectada como casi el sentimiento que existiera se hubiera des- veniencias» en abundancia seguirán con bastante seguridad: y
virtuado. entonces aparecerá - ¿qué? - de manera alguna «la sabiduría de
Esto, creo, que es lo que podemos concluir del pasaje ante- la norma», sino una cosa que es muy diferente, la insensatez de
riormente mencionado. La palabra «gratuitamente» es, dentro infringirla.
del f i n de la política actual de nuestro Autor, puesta a manera Sería casi superfluo observar que nada de todo esto se aplica
de salvo. Con ella el sentimiento es tanto como si llegara a ser en general a un estatuto: aunque los Estatutos particulares se
nada. Sin ella, sería extravagante. Sin embargo en esta extrava- pueden concebir que frustraran el curso de la expectación, y por
gante forma es, probablemente, si es en alguna, la que pasa sobre ese medio causar un daño de la misma manera en la que es pro-
el lector. ducido por irregulares resoluciones. Un nuevo estatuto, es mani-
La agradable parte del aparato es los mencionados «Esta- fiesto, no puede, a menos que sea simplemente declarativo, ser
tutos» y «Resoluciones» (Resoluciones, es decir, lo que es una creado en cada caso, pero debe infringir alguna norma vigente
decisión en los tribunales de Justicia) a renglón seguido; como del Derecho. En relación con un Estatuto, pues, decirnos que uno
si el que uno de ellos o el otro infringiera una norma de Derecho «gratuito» ha causado «inconveniencias», ¿qué es sino decirnos
no significara diferencia alguna. Que por una resolución, en que una cosa que ha sido perjudicial ha causado el perjuicio?
efecto, una nueva Resolución infrinja la norma vigente, es una De esta condición son los argumentos de todos aquellos des-
práctica que en buena verdad es una gran daño. Pero ¿de qué cabellados políticos que, cuando fuera de humor por una parti-
depende este daño? ¿De que la norma sea una razonable? De nin- cular innovación sin ser capaz de decir por qué, se ponen ellos
guna manera: sino de que esté vigente, de que esté establecida. mismos a declamar en contra de todas las innovaciones, porque
Que sea razonable o no, es lo que comparativamente no la hace es una innovación. Es de la naturaleza de los buhos aborrecer la
sino una insignificante diferencia. luz: como es propio de la naturaleza de aquellos políticos, que
Una nueva resolución hecha en contra de una antigua norma son sabios de memoria, aborrecer cualquier cosa que les obli-
estipulada es un daño, ¿sobre qué razones? En que pone las gue o bien a encontrar (lo que, quizás, es imposible) razones para
expectativas de los hombres universalmente en tela de juicio, y una persuasión favorita, o (lo que no es tolerable) para dese-
sacude cualquier confianza que puedan tener en la estabilidad charla.
de las normas del Derecho, razonable o no razonable: esa esta- i I I I Comm. 268, al final del Cap. X V I I . Que concluye con
bilidad de la que depende todo lo que para un hombre tiene valor. tres páginas contra la Reforma. Hubiera sido mejor que nuestro
Por beneficiosa que en cualquier alto grado sea para el partido Autor, quizá, en esta ocasión, hubiera aclarado las alegorías: ten-
en cuyo favor se hace, el beneficio que sea para él, nunca puede dría que haber considerado si ellas pudieran no haberle replica-
ser tan grande como el daño mayor que se hace a la comunidad do con una severa represalia. Tendría que haber considerado que
en general. Lograr lo mejor de ello, es un mal general por la no es más fácil para él convertir el Derecho en un castillo, que a
razón de un bien parcial. Es lo que Lord Bacon Mama poner toda la imaginación de los empobrecidos querellantes poblarla con las
la casa en llamas para que un hombre fría los huevos. Arpías. Tendría que haber pensado en la guarida de Caco , que
4

Aquí, pues, el salvo no se necesita: una nueva resolución debilitado de vista, y habituado a la oscura y secreta rapiña, nada
nunca puede ser reconocida que sea contraria a una norma vigen- le era más odioso, nada tan peligroso, como la luz del día.
30 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 31

No es aquí donde el se vuelve con desdén sobre


aquellos benefactores legisladores, cuya preocupa- sos y apelaciones, el juicio y las admisiones a causa. Con qué
ción ha sido arrancar la máscara del Misterio de la propósito, no sé con qué bien se hubiera respondido; pero me
siento capacitado a sospechar que la gente es ahora, después de
cara de la Jurisprudencia . 1-
tantos años de experiencia, tan completamente ignorante en los
asuntos del derecho como lo era antes.»
En este despectivo pasaje las palabras novedad - hecho en cas-
RI I I Comm. 322. Es por medio de las decisiones de los tri- tellano - capacitado para sospechar - completamente ignoran-
bunales de justicia como aquellas normas del Derecho, de cuyo te-hablan suficientemente de la afectación de la mente que las
conocimiento depende la vida, la fortuna, la libertad de todo pronunció. Resulta que así nuestro Autor se ríe de la supuesta
hombre en la nación. De estas decisiones los Códigos son, de derrota del legislativo con una indulgente júbilo que toda su dis-
acuerdo a nuestro Autor ( I Comm. 71) las más auténticas histo- creción no fue capaz de persuadirle suprimir.
rias. Estos Códigos estaban, hasta desde estos cinco a cuarenta El caso es éste. Un gran porción del cuerpo del Derecho fue,
años, en latín medieval: un lenguaje que, contando por lo alto, por la intolerancia o el artificio de los abogados, encerrada en
cerca de un hombre entre mil solía imaginarse entender. En este unos caracteres ilegibles, y en un una lengua foránea. La ley que
latín jurídico es con el que nuestro Autor estaría contento con él menciona los obligaba abandonar sus jeroglíficos, y a restau-
que se hubiera continuado, después de todo las Pirámides de rar a la lengua nativa sus derechos.
Egipto se han mantenido más tiempo que los templos de Palmira. Con haber hecho mucho; no se había hecho, sin embargo,
Nos señala que la lengua latina no podía expresarse sobre la todo. Aún quedan ficción, tautología, tecnicidad, circularidad,
materia sin tomar prestado una multitud de palabras del nues- irregularidad, inconsistencia. Pero sobre todo el pestilente alien-
tro: lo que ayuda a convencernos que de los dos, el primero es to de la ficción envenena el sentido de cualquier instrumento que
el que mejor conviene emplearlo. Nos da a entender que, tomán- se le acerque.
dolo en su conjunto, no podría haber lugar para lamentarse, vién- La consecuencia es que el Derecho, y en particular aquella
dolo que no era más incomprensible que la jerga de los esco- parte bajo la que cae el tema del Procedimiento, aún le falta
lásticos, de los cuales da como ejemplo algunos pasajes; y mucho para ser generalmente inteligible. La falta pues del legis-
después prosigue: «Este latín técnico permanecía en uso desde lativo es no haber hecho lo suficiente. Su querella con ellos es
la época de su primera introducción hasta la subversión de nues- por no haber hecho cosa alguna. A l hacer lo que ellos hicieron,
tra antigua constitución bajo Cromwell; cuando, entre otras encendieron una luz, que, oscurecida por muchas nubes persis-
muchas innovaciones en el cuerpo del Derecho, algunas para tentes, no está aún más capacitado que demostrar ser un ignis
mejor y otras para peor, el lenguaje de nuestros Códigos fue alte- fatuus: nuestro Autor, en lugar de pedir que se retiren esas nubes,
rado y se le vertió al inglés. Pero con la restauración del Rey menosprecia toda luz, y aboga por una oscuridad absoluta.
Carlos, esta novedad no se toleró por más tiempo; al encontrar
los abogados muy difícil expresarse tan concisa o significativa- No contento con representar el cambio como inútil, nos per-
mente en otro lengua que no fuera el latín. Y así se mantuvo sin suadiría para que lo considerásemos como un daño. El habla de
inconveniencia notable alguna hasta cerca del año 1730, cuan- «inconveniencias». Lo que sean estas inconveniencias, es algo
do se creyó conveniente de nuevo que las Actas del Derecho se agradable de observar.
hicieran en inglés, y así fue de acuerdo ordenado por la ley 4 de En primer lugar, muchos jóvenes abogados, estropeados por la
Jorge I I . c. 26. indulgencia de haberles sido permitido llevar a cabo sus ocupa-
ciones en su lengua nativa, no saben cómo leer un código según
»Esto se hizo (continúa nuestro Autor) con el fin de que la el viejo plan. «Muchos oficiales y fiscales», dice nuestro Autor,
gente corriente pudiera tener conocimiento y comprensión de lo «a duras penas son capaces de leer, tanto menos de entender, un
que se alegaba o se hacía por y en contra de ellos en los proce- código de una fecha tan actual como la del reinado de Jorge I . »
32 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 33

Si aquí , como en cualquier parte, está impaciente


s No es, pues, digo, esta parte, ni siquiera ninguna
por coger la copa de la adulación en alto, poco le ha parte de esa Introducción, a la que sólo tengo los
faltado en este lugar, sin embargo, para la idolatría . 1 pensamientos de extender mi examen, la que es el
principal asiento de ese veneno, contra la cual era el
Cuál sea aquí el poderoso mal, que haya de tener más peso nos que a una aguda inteligencia. Lejos de contribuir a situar a
que el daño de casi una ignorancia universal, no es del todo claro: las instituciones se aplican bajo cualquier punto de vista, no sir-
si es el que ciertos abogados, en un caso que muy raramente ocu- ven sino para encandilar y confundir, al otorgarle a la realidad
rre, puedan estar obligados a conseguir asistencia: o que la cues- un aire de fábula. Es verdad que no son del todo de la invención
tión en tal caso pueda que pase de quellos que no la entienden de nuestro Autor: es él, no obstante, el que las ha revivido, y eso
a los que la entienden. con mejoramientos y adiciones.
En segundo lugar, nos hace observar que: «se ha aumentado Uno podría ser capaz de suponer que no fueran más que tan-
mucho el gasto de todos los procesos judiciales; puesto que los tos efímeros destellos de ornamento: es tanto más de otra mane-
abogados están limitados (por razón de los impuestos del tim- ra. Él se asienta sobre ellas con sobria tristeza. Echa mano del
bre, que son por eso considerablemente incrementados) a escri- atributo de «ubicuidad», en particular, y lo convierte en la base
bir sólo un número prescrito de palabras por folio; y como la len- de una cadena de razonamientos. Le hacer dar vueltas en sus
gua inglesa, gracias a la multitud de sus partículas, es mucho más consecuencias: hace que una cosa «se siga» de otra, y que otra
ampulosa que el latín; se sigue que el número de folios ha debi- cosa sea de esa u otra manera «por la misma razón»: además
do de aumentar tanto más con el cambio». emplea términos enfáticos, como si por el miedo no creyera él
De buen agrado me persuadiría yo, si fuera posible, que este que se pensara que no está en serio. «De la ubicuidad», dice
infeliz sofisma pudiera haber engañado al inventor. La suma nuestro Autor ( I Comm. p. 260) «se sigue que el Rey jamás
efectivamente recaudada del público sobre esa cuenta es, en su pueda ser demandante; pues el no demandante es la deserción
conjunto, o bien una suma adecuada o no lo es. Si lo es, ¿por del demandante o la acción de no aparecer el demandante ante
qué mencionarla como una mal? Si no lo es, ¿que remedio más el tribunal». - «Por la misma razón también el Rey no se dice
obvio que rebajar los impuestos? que aparezca ante su Fiscal, como otros hombres lo hacen; por-
Después de todo, lo que parece ser el mal real, a pesar de la que el siempre aparece en la observancia del Derecho con su pro-
falta de ganas de nuestro Autor en creerlo, es que por medio de pia adecuada persona.»
este cambio, los hombres en general tienen en cierto modo, una Este es el caso tan pronto como lleguéis a esta última sen-
manera de conocer mejor lo que sus abogados tratan: y que un tencia del parágrafo. Porque mientras no esté sino en la penúl-
desinteresado y emprendedor legislador, que felizmente habría tima, «es oficio real y no de la real persona, que esté siempre
de surgir, sería ahora capaz de verlo ante él con algo menos de presente». Todo esto tan seca y tan estrictamente verdadero, que
dificultad. sirve de base de una metáfora que es introducida para embelle-
s Vide infra, Cap. I I I , par. 7, pp. 127-128. cer y animarlo. El Rey es, vemos, se dice que no está presente
' En el séptimo capítulo del Primer Libro. El Rey tiene «atri- en el tribunal. Los jueces del Rey están presente también. Por el
butos»* [* I Comm. 242]; él posee «ubicuidad»! [ | I Comm. momento es una descarada verdad llana. Estos jueces, pues,
Cap. V I I , pp. 234, 238, 242. Primera edición]; él es «absoluta- hablando metafóricamente, son como tantos espejos que tienen
mente perfecto e inmortal»++ [++ I Comm. Cap. V I I , p. 260. esta singular propiedad: la que cuando un hombre los mira, en
Primera edición]. lugar de ver su propia cara, ve la del Rey. «Sus jueces», dice
Estas infantiles paradojas, engendradas en el servilismo por nuestro Autor, «son el espejo en el que es reflejada la imagen
una falsa agudeza, no son más adversas a los sentimientos huma- del Rey».
34 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 35

propósito en este intento ofrecer un antídoto. La erudición clásica: la ha avivado con metáforas y alu-
materia tratada en esta parte de la obra es tal que no siones: y la ha enviado al extranjero con alguna pre-
admite que se diga mucho sobre la persona del tensión de instrucción, y como un instrumento aún
Censor. Empleada, como hemos visto, en solventar mayor de entretenimiento, a las más misceláneas e
los asuntos de naturaleza preliminar - en trazar pla- incluso a la más remilgadas sociedades.
nes, no es en esta parte en la que hubiera ocasión de El mérito al que, tanto quizá como el que más, se
entrar en detalles sobre alguna institución particular. halla la obra merecedora por su reputación, es la
Si elijo la Introducción, pues, en preferencia a cual- encantadora armonía de sus números: una clase de
quier otra parte, era sobre la base de que ofrecía la mérito que por sí mismo es suficiente para otorgar
más imparcial muestra del todo, y no porque ofre- un cierto grado de celebridad a una obra desnuda de
ciera una mayor oportunidad para la censura. otros. Hasta tal punto está el hombre dominado por
su oído.
Sus méritos La función del Expositor se puede concebir que
Démosle la vuelta a la tablilla. Mientras que con se divida en dos ramas: la de la historia, y la de la
esta libertad expongo los malos desiertos de nuestro simple demostración. La ocupación de la historia es
Autor, permítaseme que no retroceda en reconocer el de representar el Derecho en el estado en el que
rendir homenaje a sus varios méritos: una justicia ha estado, en los períodos pasados de su existencia:
debida, no sólo a él, sino al Público, que ahora duran- la ocupación de la simple demostración en el senti-
te tantos años ha estado distribuyéndole (no se puede do en el que me permitiré usar la palabra, es el de
suponer sin ningún título) tan considerable medida representar el Derecho en el estado en el que se
de su aplauso. encuentra en el momento".
Correcto, elegante, desembarazado, adornado, el De nuevo, al capítulo de la demostración le corres-
estilo es tal que difícilmente se podría errar en reco- ponden varias ocupaciones de ordenamiento, narra-
mendar una obra aún más defectuosa al punto que
concierne a la multitud de lectores.
Es él, en suma, el primero de todos los escritores u La palabra demostración puede parecer aquí, a primera
vista, estar fuera de lugar. Se verá fácilmente que el sentido que
institucionales, que ha enseñado a la jurisprudencia aquí se le atribuye no es mismo que con el que es empleado por
a hablar el lenguaje de la Escuela y del caballero: los lógicos y los matemáticos. En nuestro propia lengua, en efec-
puso un esmalte sobre aquella basta ciencia: la lim- to, no es muy familiar en algún otro sentido que no sea el de
pió del polvo y de las telarañas de la oficina: y si no esos: pero en el Continente es corrientemente empleado en
muchas otras ciencias. El francés, por ejemplo, tiene sus demons-
la ha enriquecido con aquella precisión que sólo se
trateurs de botanique, d'anatomie, de physique experiméntale,
extrae de las ciencias de verdadera plata, la ha enga- y otras. Lo uso por necesidad, no sabiendo de algún otro que con-
lanado, no obstante, con la ventaja del tocador de la viniera al propósito.
36 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 37

ción y conjetura. Se puede llamar materia de narra- de aquella nomenclatura técnica que se admitirá. Una
ción, cuando el Derecho se supone que es explícito, nomenclatura técnica, en la medida en que sea admi-
claro, y justificado: la materia de la conjetura o de tida para señalar y denominar los principales enca-
la interpretación, cuando es oscuro, silencioso o bezamientos, encuentra un obstáculo invencible en
variable. Es materia de reglamentación distribuir las cualquier otro ordenamiento técnico. Porque deno-
varias instituciones reales o supuestas en diferentes minar en general términos, ¿qué es sino ordenar? y
cuerpos, con el propósito de una inspección general; ordenar bajo encabezamientos, ¿qué es sino deno-
el de determinar el ordenamiento en el que aquellos minar en una escala mayor? Un ordenamiento técni-
cuerpos se habrán de considerar; y el de encontrar co, gobernado, pues, de esta manera, por una
para cada uno de ellos un nombre. nomenclatura técnica, no puede ser otra cosa que
La ocupación de la narración y de la interpreta- confusa e insatisfactoria. La razón será suficiente-
ción versan principalmente sobre instituciones par- mente manifiesta, cuando entendamos qué clase de
ticulares. En los detalles de las instituciones parti- ordenamiento es aquél que se le puede llamar pro-
culares no ha sido mi propósito descender. Sobre piamente natural.
estos puntos pues, puedo decir, en el lenguaje pro-
cesal, non sum injormatus.Viendo la labor en esta Idea de un ordenamiento natural
luz, nada tengo que añadir o quitar a la voz pública. Aquel ordenamiento de los materiales de cual-
La Historia es una rama de instrucción que nues- quier ciencia puede, creo, ser llamado natural, al
tro Autor ha, si bien no rigurosamente necesaria a su considera tales propiedades para caracterizarlos,
propósito, convocado, no sin juicio, para arrojar luz como los hombres en general son, dispuesto a aten-
y ornato sobre la tediosa labor de la simple demos- derla según la constitución de la naturaleza del hom-
tración: esta parte la ha ejecutado con una elegancia bre: en otras palabras, como naturalmente, que inme-
que asombra a cualquiera: con qué facilidad, no diatamente encajan y fijan firmemente la atención a
habiéndola examinada muy particularmente, no me quienquiera que aquéllos señalen. Los materiales, o
meteré a pronunciarme. elementos de aquí en cuestión, son acciones tales
Entre las más difíciles y las más importantes de como los objetos que llamaremos Leyes o Institu-
las funciones del demostrador está la ocupación de ciones.
ordenar. En esto nuestro Autor se ha propuesto, y Ahora bien, con respecto a las acciones en gene-
no, entiendo, sin justicia, destacar; al menos en com- ral, no existe propiedad en ellas que se calcule tan
paración con cualquier cosa que sobre eso haya inmediatamente de encajar, y tan firmemente fije la
aparecido hasta ahora. Es a él a quien le debemos atención de un observador, como la tendencia que
semejante ordenamiento de los elementos de la juris- aquéllas pueden tener a, o la divergencia (si pudiera
prudencia, que poco le falta, quizá, para ser el mejor hablarse así) hacia lo que se puede llamar el bien
38 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 39

común de todas ellas. El fin al que me refiero es la Aun más. Lo malo de una una mala ley sería
Felicidad^: y esta tendencia en cualquier acto es lo detectado, a menos que su utilidad la hiciera sospe-
que llamamos su utilidad: como esta divergencia es chosa, ante la dificultad de encontrar un lugar para
a lo que le damos el nombre de desgracia. Con res- ella en tal ordenación: mientras que, por otra parte,
pecto, pues, a tales acciones en particular que están un ordenamiento técnico es un desagüe que con igual
entre los objetos del Derecho, señalarle a un hombre dificultad puede absorber cualquier desperdicio que
su utilidad o su desgracia, es la única manera de se el eche.
hacerle ver claramente aquella propiedad de ellas que Que esta ventaja la puede poseer un ordenamien-
todo hombre está en su búsqueda; la única manera, to natural no es difícil de concebir. Las instituciones
en suma, de darle satisfacción. estarían caracterizadas por él por la única manera
De la utilidad, pues, podemos denominar un prin- universal en que pueden ser caracterizados; por la
cipio, que puede servir para presidir y gobernar, como naturaleza de los varios modos de conducta que,
fuera, tal ordenamiento como el que se hará con las prohibiéndolos, constituirán ofensas . w

diversas instituciones o combinaciones de institucio- Estas ofensas serían reunidas dentro de clases
nes que componen la materia de esta ciencia; y es este denominadas por los diversos modos de su diver-
principio el que, al poner su impronta sobre los diver- gencia del bien común; esto es, como ya hemos
sos nombres dados a aquellas instituciones, sólo dicho, por las varias formas y grados de maldad: en
puede hacer cualquier ordenamiento que se pueda una palabra, por aquellas propiedades que son razo-
realizar con ellos que sea satisfactorio y claro . nes para que se conviertan en ofensas: y si cualquiera
Gobernado de esta manera por un principio que es de algún modo de conducta posee tal propiedad es
reconocido por todos los hombres, la misma orde- una cuestión de experiencia*. Ahora bien, una mala
nación que prestará servicio a la jurisprudencia de ley es la que prohibe un modo de conducta que no
cualquier país, serviría con pequeña variación para es perverso . De suerte que se hallará impracticable
y

la de otro. situar el modo de conducta prohibido por una mala


ley bajo cualquier denominación de una ofensa, sin

v Tomémoslo esto por una verdad sobre la autoridad de


Aristóteles: quiero decir: por aquellos que gustan de la autori- w Ofensas, el lector recordará, pueden también ser tanto ofen-
dad de Aristóteles antes que la de su propia experiencia. í l a a a sas por omisión como por comisión. Evitaría la vergüenza de rea-
xé%vr), dice aquel filósofo m í 7tocrjrx uéGoooq- óuoíojq 8é lizar un mención separada de aquellas leyes que se cumplen al
npa^iq te raí 7tpoaíp£Gic;, áyaGoO xivóq e^íeoeai OOKET- mandar. Es por esta razón por la que uso la frase «modo de con-
5tó KaXáq tít7te(|)rjvavxo T ' á y a O ó v , oí> rávxa ktyíexm. ducta», que incluye las omisiones o tolerables, así como los
Ata(|>opá oe xiq ^ a í v e t a t TCOV (se entiende TOioútcov) actos.
TEAQN -. 5
x Ver nota e , p. 43.
1

Arist., Eth. ad Nic. Lib. I , cap. 1 y Ver nota w, p. 39.


40 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 41

afirmar que tal materia de hecho sea contradicha por sino tales razones, que fueran en sí mismas lo que
la experiencia. Cultivado así, en suma, el terreno de pueden y deben de ser, y expresadas asimismo en
la jurisprudencia, se encontraría la manera de recha- la manera que puedan y deban de ser, de suerte
zar cualquier institución perniciosa; como aquel país, que cualquier hombre pueda ver su fuerza tanto
del que se nos han contado, que rehusa albergar como él.
veneno en su seno. Tampoco hay en esto algo que requiera sorpren-
La sinopsis de una ordenación sería así a un tiem- dernos. Las consecuencias de cualquier ley, o de
po un compendium de Jurisprudencia expositora y cualquier acto que sea objeto de una ley, la única
censoria: no serviría más efectivamente para instruir consecuencia en las que están en absoluto interesa-
al subdito que para justificar o reprobar al Legislador. dos los hombres es ¿cuáles son aquellas sino el dolor
Tal sinopsis, en suma, sería a un tiempo un mapa, y el placer? Con palabras tales como dolor y placer:
y uno universal, de la Jurisprudencia tal y como es, se las pueden expresar: y dolor y placer al menos, son
y un leve pero exhaustivo bosquejo de lo que debe palabras que un hombre no tiene necesidad, cabría
ser: Porque las razones de las diversas instituciones esperar, de ir a un abogado para saber su significa-
reagrupadas bajo ella estarían expresadas, obser- do . En la sinopsis, pues, de esta clase de ordena-
aI

vamos, uniformemente (como en la sinopsis nues- ción que sólo merece el nombre de natural, térmi-
tro Autor lo hace en ocasiones sueltas) por los nom- nos como estos, términos que si se puede decir que
bres dados a las diversas clases bajos aquellas pertenezcan a alguna ciencia, pertenecen antes a la
instituciones que son agrupadas. ¿Y con qué razo- Etica que a la Jurisprudencia, que incluso a la
nes? No razones técnicas, como las que no ofrece Jurisprudencia universal, absorberán las más promi-
sino un abogado, ni ninguna que daría un abogado ; 2
nentes condiciones.
¿Qué es, pues, lo que se ha de hacer con aque-
llos nombres de clases que son puramente técnicas?
Razones técnicas: así llamadas del griego xé^vq, que sig-
z
- Con ofensas, por ejemplo, contra prerrogativa,
nifica un arte, ciencia, o profesión.
La utilidad es aquella medida por la que los hombres en gene-
con cohecho, desacato, felonías, o de la negación
ral (excepto en alguna instancia de aquí o de allá donde están
impedidos por los prejuicios de la clase religiosa, o enajenados
do el nombre de razones técnicas; razones peculiares a un arte,
por la fuerza de lo que se llama sentimiento o sensibilidad), la
peculiares a una profesión.
Utilidad como hemos dicho, es el la medida a la que se refiere
una ley o una institución para juzgar su derecho a la aprobación a l La razón del Derecho, en suma, no es otra que el bien pro-
o desaprobación. Los hombres de leyes, corrompidos por inte- ducido por el modo de conducta que él promueve, o (lo que
reses, o seducidos por ilusiones, que no es aquí nuestra ocupa- viene a ser la misma cosa) el daño producido por el modo de
ción explicar, se han desviado de ella mucho más frecuente- conducta que aquél prohibe. Este daño o este bien, si son rea-
mente, y con mucha menos reserva. De aquí que tales razones les, no pueden sino demostrarse por sí mismos en alguna parte
como pasa con los abogados, y con nadie más, hayan consegui- u otra en forma de dolor o de placer.
42 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 43

eclesiástica del monarca ? ¿Qué relación es ésa


6 bl Leemos allí de «injurias corporales»; de «ofensas
que señala la diferencia entre el Derecho que con- contra la paz»; contra la «salud»; en contra de la
cierne a las clases de actos que respectivamente se «seguridad personal» ; de «libertad»: — «propie-
01

ponen a significar, y aquel bien común del que dad»: - la luz se deja ver, aunque irregularmente, en
hemos estado hablando? Ninguna. En un ordena- varios lugares.
miento natural, ¿qué habría de ocurrir con ellos? Se En una imitación desigual de esta Sinopsis que ha
les desterraría de una vez a las regiones de la quid- sido últimamente realizada sobre lo que se llama el
dities y formas substanciales; o si por deferencia al Derecho Civil, todo es técnico. Todo, en suma, es
apego demasiado inveterado para que desvanecieran oscuridad. Apenas una sílaba que le lleve a un hom-
de una vez, aún habrían de ser admitidos en un lugar bre a sospechar, que el asunto en mano fuera un
en el que pudieran estacionarse en las esquinas y asunto en el que la felicidad o la infelicidad tuvie-
fuera de su sitios de la Sinopsis: estacionados, no ran en absoluto algo que ver . fl

como ahora para dar luz, sino para recibirla.


Tendremos más de esto, sin embargo, tal vez en
Este título ofrece una pertinente instancia para ejemplifi-
algún tiempo venidero. e l

car el uso que en un ordenamiento natural se puede encontrar


al rechazar una institución incompetente. A lo que me refiero
Méritos de la obra resumidos es a la clase de porquería que es llamada innatural. Este Autor
Volviendo a nuestro Autor. Avergonzado, como un nuestro ha destacado en su clase de Ofensas en contra de la
«seguridad personal», y, en una subdivisión de ella, titulada
hombre debe de menester estarlo por esta ciega y «Injurias corporales». A l hacerlo así, pues, ha asentado un
obstinada nomenclatura, encontrará, creo, que ha hecho: ha afirmado que la ofensa en cuestión es una ofensa en
hecho tanto como podía razonablemente esperarse de contra de la seguridad personal; es una injuria corporal; es, en
suma, la que causa infelicidad de esa manera. Ahora bien, esto
un escritor tan de circunstancia; y mucho más y es lo que, en el caso donde el acto es cometido con consenti-
mejor de lo que se hizo antes por alguien alguna vez. miento, es manifiestamente no verdadero. Volenti nofit injuria.
En una parte, particularmente, de su Sinopsis , cl Si pues el Derecho en contra de la ofensa en cuestión no tenía
varios fragmentos de una clase de método que es, o otro motivo en ningún lugar del sistema que estuviera fundado
en este hecho, está claro que no habría alguno. Sería una mala
al menos está cerca de ser, lo que se podría llamar ley por completo. El daño de la ofensa que es a la comunidad
natural * , se pueden efectivamente encontrar.
1 1 en este caso en verdad de muy otra naturaleza, y vendría bajo
otra clase muy diferente. Cuando no hay consentimiento, en
b lVer la tabla sinóptica adjuntada al Análisis del nuestro efecto, pertenece realmente a esta clase: pero entonces vendría
Autor, la última página que comprehende el Libro IV. bajo otro nombre. Vendría bajo el nombre de Estupro.
c lEstá en lo que comprende su cuarto libro, titulado P U B L I C fl Creo que es Selden, en alguna parte de Table-talk (Charla
1

W R O N G S (Males Públicos). de mesa), el que habla de una caprichosa noción con la que se
d lFragmenta methodi naturalis.-UNNEAEI Phil.Bot. T i . topó cuando era un niño, aquella que en relación a César y
Systemata, par. 77. Justino, y todos esos personajes de la Antigüedad que le dieron
44 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 45
Volviendo, una vez más, a los Comentarios de selas a nuestro Autor. No sólo desorden es anuncia-
nuestro Autor. Ni siquiera en un visión censoria do por ellas, sino remedios, bien imaginados reme-
entendería yo a considerarlos en conjunto sin méri- dios, se señalan. Uno pensaría que algún ángel
tos. Porque las instituciones comentadas, cuando son hubiera estado sembrando trigo entre las cizañas de
capaces de buenas razones, buenas razones se dan de nuestro Autor . 11

vez en cuando: de tal manera que, en la medida en


que son, la mitad de la tarea del Censor está bien Manera en la que el presente Ensayo
conseguida. Tampoco el lado oscuro de la represen- ha sido conducido
tación se deja sin tocar. Bajo el encabezamiento del Con respecto a este mismo Ensayo, no tengo
«Juicio del Jurado», están algunas muy justas e inte- mucho que decir. El principal y declarado propósito
resantes observaciones de las que aun restan imper- de él es el de exponer los errores y insuficiencias de
fecciones de esa forma de juicio : y bajo aquella de
gl
nuestro Autor. Su tarea es por consiguiente derribar
«Garantías por asunto de Sentencia», sobre la men- antes que levantar, pues esta última tarea raramente
tirosa y capciosa jerga de las Recuperaciones™. Tan puede ser cumplida con alguna gran ventaja, cuan-
pocas, no obstante, son estas observaciones particu- do la primera es la principal.
lares de la misma clase que la disposición general, Para guardarse contra los peligros de la incom-
que resaltan por sí mismas a lo largo de la obra, de prensión, y asegurarse de no hacerle injusticia a
hecho tan claramente adversas a las máximas que nuestro Autor, sus propias palabras se dan en su tota-
hemos visto, que apenas puedo avenirme a atribuir- lidad: y, como apenas alguna sentencia se deja sin

tantos problemas, no había una sílaba de verdad en cosa algu- 11 La diferencia entre un afecto generoso y resuelto y uno
na que dijeran, de hecho tampoco existieron jamás tales perso- ocasional, como si se hubiera forzado una contribución a la
nas; pero todo el asunto era una invención de los padres para causa de la reforma, se puede ver, creo, en estos Comentarios,
encontrarles entretenimiento a los hijos. La mayoría de esta comparados con otra celebrada obra sobre la materia de nues-
misma clase de noción es la que se encuentra en estos ordena- tra Jurisprudencia. Mr. Barrington , cuya agradable Miscellany
9

mientos técnicos pensados para darnos de la Jurisprudencia: en (Miscelánea) tanto ha hecho por abrir los ojos de los hombres
ellos se la representa antes como un juego de Crambo para abo-
% sobre este asunto. Mr. Barrington, como un enérgico general al
gados con el fin de afilar sus ingenios, que como aquella cien- servicio del público, marcha contra las bastiones de la argucia,
cia que sostiene en su mano la felicidad de las naciones. dondequiera que sea que se presenten, y en particular contra las
No hagamos, empero, daño a hombre alguno. Donde el éxito ficciones, sin reserva. Nuestro Autor, como un artero partida-
ha sido peor, mayor era la dificultad. Ese detestable caos de ins- rio al servicio de la profesión, sacrifica a unos pocos, como si
tituciones con el que el Analista últimamente mencionado tenía fuera a salvar a los demás.
que ver es aun más embarazoso con la nomenclatura técnica que Deplorable, en efecto, habría sido la ocasión del estudiante
con la nuestra propia. para una saludable instrucción, si la obra de Mr. Barrington con
8» III Comm. Cap. X X I I I , p. 387. tantos ejemplos, no proporcionara el antídoto para los venenos
11 Comm. Cap. X X I , p. 360.
h l de nuestro Autor.
46 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 47
notar, todo el comentario conlleva la forma de lo que Otros pasajes puede también haber en los cuales
se llama una perpetuo. En relación con un discurso algunas explicaciones ulteriores puedan quizá
que sea simplemente institucional, y en el que el demandarse no sin razón. Pero dar estas explicacio-
escritor construye un plan por sí mismo, una buena nes, y eludir aquellas objeciones, es una tarea que,
parte de la satisfacción que se puede hacer que ofrez- de llevarse a cabo, debe de ser referida a alguna otra
ca depende del orden y de la conexión que se esta- ocasión. La consistencia prohibió que nos explayá-
blezcan entre sus diversas partes. En un comentario ramos hasta perder de vista a nuestro Autor: ya que
sobre la obra de otro, no tal conexión, o al menos no fue la linea de su discurso la que señaló los límites
tal orden, se puede establecer ampliamente, cuando de los nuestros.
no alguno. El orden del comentario es prescrito por
el orden, acaso, por el desorden, del texto.
El principal empeño de este Ensayo, como hemos
dicho, ha sido necesariamente el de demoler. En lo
poco, por consiguiente, que él ha hecho erigir, mi
opinión no ha sido tanto la de pensar en el lector,
como ponerle a él a que piense por sí mismo. Esto
es algo que me enorgullezco de haberlo hecho en
algunos puntos interesantes; y esto es todo lo que de
momento propongo.
Entre mis escasas propias posiciones que he
encontrado ocasión de avanzar, algunas, observo,
que se prometen lejos de ser populares. Estas pro-
bablemente puedan hacer surgir objeciones muy
calurosas: objeciones que en sí mismas no me ima-
gino, y que sus motivos no puedo sino aprobar. El
pueblo es un conjunto de maestros a quienes no está
en el poder del hombre enteramente agradar en cada
instancia, y servirlo fielmente al mismo tiempo.
Quien está resuelto a perseverar sin desviarse en a
línea de la verdad y de la utilidad debe de haber
aprendido a preferir aún el rumor de la imperecedera
aprobación, a la breve vida del bullicio del tumul-
tuoso aplauso.
INTRODUCCIÓN

1. División de la Introducción de nuestro Autor


El objeto de este examen es un pasaje contenido
en aquella parte de los C O M E N T A R I O S sobre las L E Y E S
de Inglaterra de Sir W. Blackstone, que el autor ha
llamado I N T R O D U C C I Ó N . Esta introducción de nues-
tro Autor se halla dividida en cuatro Secciones. La
primera contiene su discurso «Sobre el E S T U D I O del
Derecho». La segunda, titulada «De la naturaleza
de las L E Y E S en general» contiene sus especulacio-
nes sobre los objetos varios, reales o imaginarios,
que están en uso de ser mencionados bajo el nom-
bre común de D E R E C H O . La tercera titulada « D E las
L E Y E S de I N G L A T E R R A » contiene tales observaciones

generales, relativas a estas últimas Leyes mencio-


nadas, que parecían apropiado ponerlas de premi-
sas antes de que se entre en los detalles de cual-
quiera de sus partes en particular. En la cuarta,
titulada «De los P A Í S E S sujetos a las L E Y E S de I N -
G L A T E R R A » se ofrece una relación de las diferen-

tes extensiones de las distintas ramas de aquellas


Leyes.

[49]
50 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 51

2. Qué parte de ella es aquí examinada sobre varios temas - Sobre la manera en la que los
Es en la segunda de estas secciones donde encon- Gobiernos fueron establecidos-Sobre las diferentes
traremos el pasaje propuesto para el examen. Ocupa formas que ellos asumen cuando son establecidos -
en la edición que me ocurre tener delante de mí, que Sobre la peculiar excelencia de aquella forma que es
es la primera (y todas las ediciones, creo, son pagi- establecida en este país - Sobre el derecho que él
nadas de la misma manera) el espacio de siete pági- cree necesario decirnos que tiene el gobierno en
nas; desde la 47. hasta la 53. , inclusive.
a a
todos los paises para hacer L E Y E S - Sobre el deber
de hacer L E Y E S ; que, dice él, es también de la incum-
3. Su Definición de Derecho Municipal bencia del gobierno. - Al establecer estos dos últi-
Después de tratar de «La L E Y en general», del mos encabezamientos, doy, tan cerca como me sea
«DERECHO de la NATURALEZA», «El DERECHO de la posible, sus propias palabras; pensando que es pre-
Revelación», y el « D E R E C H O de las Naciones», maturo ensarzarse en discusiones, y no atraviéndo-
ramas de ese todo imaginario, nuestro Autor llega me a decidir sin discusión sobre el sentido.
por fin a lo que él llama «El D E R E C H O Municipal»:
esa clase de Derecho a la que los hombres en su dis- 5. Esta digresión la materia del presente examen
curso ordinario darían el nombre de Derecho sin La digresión que estamos a punto de examinar no
más; la única clase quizá de todas ellas (a menos que tiene, como ocurre, nada que ver con el cuerpo de la
se trate de la Revelación) en la que el nombre puede, obra desde donde comienza. Sin referencias mutuas
con estricta propiedad, ser aplicado: en una palabra, o alusiones: sin apoyos o ilustraciones participadas
aquella clase que vemos hacer en cada nación para o recibidas.Se la puede considerar como una peque-
expresar la voluntad de aquel cuerpo de ella que la ña obra insertada dentro de otra mayor; el continen-
gobierna. te y el contenido, sin tener apenas más conexión que
el de los manejos de la imprenta le hayan dado. Es
4. Una digresión en medio de ella. esta desconexión la que nos permitirá mejor confe-
Sus contenidos en general rirle a la última, un examen separado, sin romper hilo
Esta definición es dada al principio con no peque- alguno del razonamiento, o cualquier principio de
ño despliegue de precisión. Primero, se ofrece ente- Orden.
ra: después se la divide en piezas, cláusula tras cláu-
sula; y cada cláusula es justificada y explicada por 6. Bosquejo de los contenidos de nuestro Autor
sí misma. En misma mitad de estas explicaciones, en Un enunciado general de los puntos tocados en la
medio de la definición, hace él un repentino cambio. digresión que estamos a punto de examinar ha sido
Y ahora se pone a pensar que es una buen momento dado arriba. Se lo encontrará, confio, fiel. No se
para dar un discurso, o mejor un fardo de discursos creerá, empero, que tenga mucho que ver, quizá, con
52 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 53

el siguiente que nuestro Autor mismo nos ha dado. sobre este último. El derecho del gobierno a crear
«Ésta» (dice él , dando a entender una explicación
a
leyes, esa delicada e ingrata materia, como la encon-
que el había dado de una parte de la definición ante- traremos cuando sea explicada, es la que por el
riormente hablada) «nos conducirá naturalmente a momento parece haber absorbido casi toda su aten-
una breve investigación sobre la naturaleza de la ción.
sociedad y el gobierno civil ; y el derecho natural
b

inherente que pertenece a la soberanía de un Estado, 8. División del presente Ensayo


dondequiera que resida aquella soberanía, de elabo- Sea como fuera, los contenidos del discurso fren-
rar y hacer cumplir las L E Y E S » . te a nosotros, tomados como los he enunciado, nos
suministrarán la materia para cinco capítulos: - uno,
7. Inadecuado que titularé « F O R M A C I Ó N del G O B I E R N O » - uno
No hay aquí una mención muy explícita, podemos segundo, « F O R M A S del G O B I E R N O » - otro tercero,
observar, de la manera en que los gobiernos son esta- « C O N S T I T U C I Ó N B R I T Á N I C A » - un cuarto, « D E R E C H O

blecidos, o de las diferentes formas que asumen D E L P O D E R S U P R E M O D E H A C E R L E Y E S » - un quinto,

cuando se establecen: no es una explícita invitación « D E B E R D E L P O D E R S U P R E M O de HACER LEYES».

de que estos estuvieran entre los puntos que se van


a discutir. Nada hay del deber del gobierno de crear
leyes; nada de la Constitución británica; si bien, de
los cuatro puntos que hemos mencionado, ninguno
hay sobre el que haya sido casi tan generoso como

a Comm. p. 47.
b Para asegurarse de no cometer una injusticia con nuestro
Autor, y demostrar qué es lo que él pensaba «que nos conduci-
ría naturalmente» a esta «investigación», puede ser apropiado
ofrecer el parágrafo que contiene la explicación mencionada
arriba. Es como sigue: - «Pero aún más: el derecho municipal
es una regla de conducta civil, prescrita por el poder supremo
en un Estado». «Pues legislar, como se observó antes, es la
acción más grande de superioridad que pueda ejercer un ser
sobre otro. Porque es un requisito, por la misma esencia de la
ley, que se haga» (podría él haber añadido, o al menos apoya-
do) «por el supremo poder. Soberanía y legislación son de hecho
términos convertibles; uno no puede subsistir sin el otro». I
Comm. p. 46.
CAPÍTULO I

FORMACIÓN DEL GOBIERNO

1. Materia del pasaje a examinar


en el presente capítulo
El primer objeto que nuestro Autor parece haber-
se propuesto en la disertación que vamos a exami-
nar es el de darnos una idea de la manera en que se
forman los gobiernos. Ocupa esto el primer pará-
grafo, junto con una parte del segundo: pues la divi-
sión tipográfica no parece cuadrar muy exactamen-
te con la intelectual. Como el examen de este pasaje
se sostendrá inevitablemente en gran medida sobre
las palabras, será conveniente que el lector lo tuvie-
ra ante sus ojos.

2. El pasaje reproducido
«El único fundamento verdadero y natural de la
sociedad», (dice nuestro Autor ) son las necesidades
3

y los temores de los individuos. No es que podamos

I Comm. p. 47.

[55]
56 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 57

creer, con algunos escritores teóricos, que hubiera la sociedad: Y esto es lo que se quiere dar a enten-
habido un tiempo en el que no haya existido algo así der con el contrato original de la sociedad; que aun-
como la sociedad; y que, por un impulso de la razón, que quizá en ninguna instancia haya sido expresado
y gracias a un sentido de sus necesidades y debili- formalmente como la primera institución de un esta-
dad, los individuos se reunieron en una gran plani- do, debe empero en la naturaleza y en la razón ser
cie, y entraron en un contrato original, y eligieron entendido siempre e implicado en el acto mismo de
al hombre presente más eminente para que fuese su asociación conjunta: a saber, que el todo tendría que
gobernador. Esta noción de que exista realmente un proteger a todas sus partes, y que cada parte debería
estado de naturaleza aislado, es demasiada dispara- de obedecer a la voluntad de el todo; o, en otras pala-
tada para que sea admitida seriamente; asimismo es bras, que la comunidad tendría que proteger los dere-
claramente contradictoria con las explicaciones chos de cada miembro individual, y que (a cambio
desarrolladas sobre el origen primitivo de la huma- de esta protección) cada individuo se tuviera que
nidad, y con su preservación dos mil años después; someter a las leyes de la comunidad; a las que sin la
que fueron efectuados en ambos casos gracias a sumisión de todos fue imposible que la protección se
familias individuales. Éstas formaron la primera extendiera ciertamente a los demás.»
sociedad entre nosotros; que cada día extiende sus «Pues una vez que la sociedad se ha formado ya,
límites y que cuando creció demasiado para subsis- el gobierno resulta desde luego, necesario para pre-
tir con conveniencia en el estado pastoral, en el que servar y mantener aquella sociedad en orden. A
los Patriarcas aparecen haber vivido, se subdividió menos que se instaure a alguien superior, cuyas orde-
necesariamente en otras por varias migraciones. nes y decisiones estén obligados a obedecer todos los
Después, cuando aumentó la agricultura, que emplea miembros, permanecerían todavía en un estado de
y puede mantener un número mucho más grande de naturaleza, sin juez alguno sobre la tierra, que defi-
manos, las migraciones fueron menos frecuentes; y na sus varios derechos y reparare sus diversos erro-
varias tribus, que se habían separados anteriormen- res.» Hasta aquí nuestro Autor.
te, se reunieron otra vez; unas veces por la fuerza y
la conquista, otras por accidente, y otras quizá por 3. Confusión entre sus principales términos
acuerdos. Pero aunque la sociedad no tuviera sus orí- Cuando se fabrican prominentess términos para
genes formales en ninguna convención de indivi- suprimir y cambiar sus diversas significaciones;
duos, actuó por sus necesidades y sus temores; con dando unas veces a entender una cosa, y otras otra,
todo, es el sentido de su debilidad e imperfección el y al final acaso nada; éste es el compás del parágra-
que mantiene unida a la humanidad; y demuestra la fo; uno puede juzgar cuál será la complexión de todo
necesidad de esta unión; es ésa por consiguiente el el contexto. Éste, lo veremos, es el caso con lo prin-
fundamento sólido y natural, así como el cemento de cipal que hemos estado leyendo: por ejemplo, con las
58 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 59

palabras «Sociedad», - «Estado de naturaleza», - ordenes y decisiones están obligados a obedecer


«contrato original» - , por no aburrir al lector con todos los miembros», lo pone él como explicación
más. «Sociedad», en un sitio significa lo mismo que (que no es una inadecuada) de un estado de gobier-
«un estado de naturaleza»: en otro significa lo no: y «a menos» que los hombres estuvieren en un
mismo que «gobierno». Aquí se nos exige creer que estado de esa descripción, aún «permanecerían»,
nunca hubo algo como un estado de naturaleza: se dice él, «como en un estado de naturaleza». Por
nos dio a entender allí que había habido. De mane- sociedad, por consiguiente, quiere dar a entender, una
ra similar con respecto al contrato original, se nos da vez más, lo mismo que con un «estado de naturale-
a entender que tal cosa nunca existió, que su noción za»: la opone al gobierno. Y habla de ella como de
es ridicula: al mismo tiempo que no se puede hablar un estado, en este sentido, que realmente existiera.
ni moverse sin suponer que hubo uno.
5. «Sociedad» puesta como sinónima
4. «Sociedad» puesta como sinónima de estado de «gobierno»
de naturaleza - opuesta al «Gobierno» - y de Segundo, esto es lo que él nos dice al comienzo
la que se habla como si hubiera existido del segundo de los dos parágrafos: pero durante todo
Primero, la Sociedad significa un estado de natu- el tiempo que duró el primer parágrafo, la sociedad
raleza. Pues si por «un estado de naturaleza» un significó lo mismo que el gobierno. A l cambiar
hombre significa alguna cosa, es el estado, según lo entonces de un parágrafo a otro, ha cambiado su
considero, en el que los hombres están o se suponen naturaleza. «Estos son los fundamentos de la socie-
que están antes de que se se encuentren bajo un dad» , de los que primeramente empezó a hablar, e
0

gobierno: el estado que los hombres abandonan inmediatamente sigue a explicarnos, según su mane-
cuando entran en un estado de gobierno; en el que ra de explicar, los fundamentos del gobierno. Éste es
aún estarían si no hubiera habido gobierno. Pero con el «comienzo formal de la Sociedad»* , del que habla
1

la palabra «sociedad» está claro que por una vez sig- poco después; y con este comienzo formal, nos dice
nifica ese estado. Primero, de acuerdo con él, viene inmediatamente, que significa, «el contrato original
la sociedad; después viene el gobierno. «Pues cuan- de la sociedad» , por el que se contrae «un estado» ,
0 f

do la sociedad», dice nuestro Autor, «una vez for- nos da a entender, que es así «instituido», y que los
mada, el gobierno resulta desde luego, necesario para hombres deciden «someterse a la ley» . Mientras g

preservar y mantener aquella sociedad en orden» . -b

Y una vez más, inmediatamente después, - «Un esta- c I Comm. p. 47.


do en el que un superior ha sido establecido, cuyas d í Comm. p. 47, supra p. 56.
e I Comm. p. 47, supra p. 56.
f I Comm. p. 47, supra p. 56.
b Ver supra p. 57. g I Comm. p. 48, supra p. 57.
60 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 61

transcurre este primer parágrafo, «sociedad», creo «haya sido alguna vez formalmente expresado en la
que, está claro, no puede tener otro significado que primera institución del estado» . k

el mismo que «gobierno».


8. — afirmada
6. Estado de naturaleza del que se habla Quinto, a pesar de todo eso, debemos suponer,
como si nunca hubiera existido parece, que se encontraba en todo estado: «tanto en
Tercero, todo esto también en tanto que este la naturaleza como en la razón» (dice nuestro Autor)
mismo «estado de naturaleza» al que hemos visto «debe ser siempre entendido e implicado» . Hacién- 1

como «Sociedad» (un estado del que se habla como dose más audaz en el compás de cuatro o cinco pági-
si existiera) con el que lo hace sinónimo, y en el que nas, donde habla de nuestro propio gobierno, rotun-
no había gobierno, los hombres, nos informa, en la damente afirma" que tal contrato fue actualmente
1

siguiente página, «habrían permanecido» en un 11 contraído con su primera formación. «El legislativo
estado en el que nunca habrían estado. Así expresa- sería cambiado», dice, «por aquello que originaria-
mente nos los dice. Esta «noción», dice él, «de un mente estipuló el consentimiento general y la ley
existente aislado estado real de naturaleza» (esto es,
1 fundamental de la sociedad».
según se explica después, «un estado en el que los
hombres no tienen juez para definir sus derechos y 9. Intento de reconciliar estas contradicciones -
reparar sus errores»), «es demasiado absurda para ser la sociedad distinguida entre natural y política
seriamente admitida»J. Cuando el mismo lo admite, Veamos si acaso no fuera posible que se pueda
como lo hace en la siguiente página, hemos de enten- hacer algo para extraer la importancia de estos térmi-
der, parece, que se estuviera burlándose de nosotros: nos fuera de la niebla en la que nuestro Autor los ha
y que el siguiente parágrafo es (lo que uno de otra envuelto. La palabra « S O C I E D A D » , creo que aparece
manera no tendría por otra cosa) una pieza jocosa. utilizada por él, y sin darse cuenta, con dos sentidos
que son opuestos. En un sentido, S O C I E D A D , O E S T A D O
7. El contrato original su realidad negada D E S O C I E D A D , es sinónima a E S T A D O D E N A T U R A L E Z A ;

Cuarto, el contrato original es una cosa, hemos de y se encuentra opuesta al G O B I E R N O , O al E S T A D O D E


entender, que nunca tuvo existencia; tal vez no en G O B I E R N O : en este sentido, se la puede designar, como

ningún estado: ciertamente por lo tanto en ninguno. comúnmente se hace, como sociedad natural. En el
«Tal vez, en ninguna instancia», dice nuestro Autor, otro, la hace sinónima a G O B I E R N O , O E S T A D O D E

h I Comm. p. 48, supra p. 58. K I Comm. p. 46, supra p. 57.


1 í Comm. p. 48, supra p. 56. 1 I Comm. p. 46, supra p. 57.
i I Comm. p. 47, supra p. 56. M I Comm. p. 52
62 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 63

GOBIERNO; y se la opone a E S T A D O D E N A T U R A L E Z A . En pudieran enseñar a alguien, a primera vista, a espe-


este sentido, se la puede llamar, como corrientemen- rar. Ocurre con ellos lo que con la luz y la oscuridad:
te se hace, S O C I E D A D política. Una idea tolerablemen- por distintas que puedan ser las ideas, son, como se
te distinta de las diferencias entre estos dos estados, mencionó primeramente, sugeridas por aquellos nom-
creo, que se puede dar en una o dos palabras. bres, las cosas en sí mismas no tienen un determina-
do límite que las separe. Las circunstancias de las que
10. Idea de sociedad política se han hablado para constituir la diferencia entre estos
La idea de una sociedad natural es negativa. La dos estados, es la presencia y la ausencia de un hábi-
idea de una sociedad política es positiva. Con esta to de obediencia. Este hábito, en consecuencia, se ha
última, por consiguiente, tendríamos que empezar. dicho simplemente que está presente (esto es, que está
Cuando un número de personas (a las podríamos efectivamente presente) o, en otras palabras, hemos
llamar subditos) se suponen que tienen el hábito de hablado como si hubiera un perfecto hábito de obe-
obedecer a una persona, o a una agrupación de per- diencia, en un caso: se ha hablado simplemente como
sonas, de una conocida y cierta descripción (al que ausente (esto es, que está efectivamente ausente) o,
podemos denominar gobernador o gobernadores) a en otras palabras, hemos hablado como si no hubie-
tales personas juntas (subditos y gobernadores) se ra en absoluto un hábito de obediencia, en el otro.
dice que están es un estado de S O C I E D A D política . 11 Pero ninguna de estas dos maneras de hablar, quizá,
sea estrictamente justa. Pocas, si no ninguna, son los
11. Idea de sociedad natural instancias en las que este hábito estén realmente
La idea de un estado de S O C I E D A D natural es, como ausente; ciertamente, ninguna hay en la que esté efec-
hemos dicho, negativa. Cuando un número de per- tivamente presente. Los gobiernos, en consecuencia,
sonas se supone que tienen el hábito de relacionar- en proporción a que el hábito de obediencia sea más
se entre sí, a la par que no tienen el hábito mencio- perfecto, se aleja de, en proporción a que sea menos
nado anteriormente, se dice que están en un estado perfecto, se aproxima, al estado de naturaleza: ejem-
de S O C I E D A D natural. plos se pueden presentar por sí mismos en los que será
difícil decir si un hábito, efectivo, en el grado en que
12. Dificultad de trazar la línea constituya un gobierno, se crea necesario que tenga
entre los dos estados que ser completo, subsista o no . 0

Si reflexionamos un poco, percibiremos que, entre


estos dos estados, no existe aquella explícita separa-
1. Un hábito
ción que estos dos nombres y estas definiciones 0

Un hábito no es sino una agrupación de actos: bajo cuyo nom-


bre yo incluiría también, por el presente, las abstenciones volun-
n Ver infra, para. 12, nota o. tarías
64 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 65

2. Un hábito de obediencia fección de un hábito de obediencia en una sociedad, que pueda


Un hábito de obediencia es una agrupación de actos de obe- resultar tolerablemente precisa.
diencia. 14. Hábito de obediencia - medida de su perfección
3. Un acto de obediencia Un periodo en la duración de una sociedad; el número de per-
Un acto de obediencia es un acto realizado en la consecución sonas que la componen durante ese periodo; y el número de
de una expresión de la voluntad por parte de algún superior. cuestiones de deber que le incumben a cada persona que le sea
4. Un acto de obediencia política dado; - el hábito de obediencia será más o menos perfecto, según
Un acto de obediencia P O L Í T I C A (que es lo que aquí se quie- la proporción entre el número de actos de obediencia y los de
re decir) es cualquier acto realizado en consecución de una desobediencia.
expresión de la voluntad de parte de una persona que gobierna. 15. Ilustración
5. Una expresión de la voluntad El hábito de obediencia en este país parece haber sido más
Una manifestación de la voluntad es o bien expresa o tácita. perfecto en el tiempo de los Sajones que en el de los Bretones:
6. Una manifestación expresa de la voluntad incuestionablemente es ahora más que en el tiempo de los
Una manifestación expresa de la voluntad es aquella conve- Sajones. Todavía no es tan perfecto como bien construido y con
nida por los signos llamados palabras. leyes compendiadas a tiempo, si bien se ha de esperar que pueda
I. Una manifestación tácita de la voluntad serlo. Pero absolutamente perfecto, mientras que el hombre no
Una manifestación tácita de la voluntad es aquella conveni- deje de ser hombre, jamás podrá serlo.
da por cualquier otros signos cualesquiera: entre los cuales nin- Una ingeniosa e instructiva visión del progreso de las nacio-
guno son tan efectivos como los actos de castigo añadidos en el nes, desde lo estados menos perfectos en la unión política hasta
tiempo pasado, a la no-realización de los actos de la misma clase, ios más perfectos estados en los que vivimos, se puede encon-
que eran objetos de la voluntad en cuestión. trar en los Historical Law Tracts (Tratados de la Ley Histórica)
8. Una orden de Lord K A I M ( « c ) .
10

Una manifestación expresa de la voluntad de un superior es 16. Unión política o conexión


una orden. Por la conveniencia y precisión del discurso puede ser útil en
9. Una orden ficticia este lugar zanjar la significación de unas pocas expresiones rela-
Cuando una manifestación tácita de un superior se supone que tivas al mismo tema. Las personas que, con respecto entre sí,
ha sido emitida, se la puede llamar orden ficticia. están en un estado de sociedad política, se puede decir también
10. Órdenes - qu&ú-órdenes que están en unión o conexión política.
Si tuviésemos la libertad de acuñar palabras según el modo 17. Sumisión - sujeción
de los abogados romanos, podríamos hablar de quasi-orácn. Algunos de ellos como tales son subditos, en consecuencia,
I I . Ilustración - Derecho Estatutario - Derecho Común se diría que están en un estado de sumisión o de sujeción, con
El Derecho Estatutario se compone de ordenes. El Derecho respecto a los gobernantes: los cuales como gobernantes están
Común de quasi-óváen&s. en un estado de autoridad con respecto a los subditos.
12. Deber - cuestión de deber 18. Sumisión — sujeción
Un acto que es objeto de una orden real o ficticia; tal acto con- Cuando la subordinación es considerada como resultando ori-
siderado antes de que se realice, es llamado un deber o una cues- ginariamente de la voluntad (quizá sea más apropiado decir) del
tión de deber. placer de la parte gobernada, usaríamos mejor la palabra «sumi-
13. Uso de la anterior cadena de definiciones sión»: y en el caso de la parte que gobierna, la palabra «suje-
Asentadas estas definiciones, estamos ahora en condición de ción». Sobre esta explicación resulta que el término a duras
dar la idea de lo que se quiere decir con la perfección o la imper- penas se puede utilizar sin apología, a menos que con una nota
66 JEREMY BENTHAM t e FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 67

13. Un perfecto estado de naturaleza 14. «Estado de naturaleza» una expresión


no más quimérico que un perfecto estado relativa
de gobierno Hay una observación, que, por clarificar mejor
Sobre estas consideraciones, la suposición de un nuestras nociones sobre esta materia, pueda ser apro-
estado perfecto de naturaleza, o, como se le puede piado hacer aquí. Para algunos oídos, las frases
denominar, un estado de sociedad realmente natural, «estado de naturaleza», «estado de sociedad políti-
puede, quizá, ser justamente concebido, lo que nues- ca» pueden tener la apariencia de ser absolutas en
tro Autor por el momento parecía pensar, como una sus significaciones: como si la condición de un hom-
suposición extravagante: pero en ese caso el que un
gobierno en este sentido perfecto; o como se le puede te considerada por quienes hablan de una sociedad política. Para
llamar, un estado de sociedad perfectamente políti- constituir lo que en general se quiere decir con esa frase, un
máximo número de miembros es requerido, o al menos, una
ca, un estado de perfecta unión política, un estado duración capaz de una continuación mayor. De hecho, para este
de perfecta sumisión en los subdito, y de perfecta propósito, nada más que, creo, se requiere una duración indefi-
autoridad en el gobernador, no lo es tanto menos . p nida. Una sociedad, para llegar a la noción de lo que originaria-
mente se quería decir con política, debe ser tal, por su naturale-
za, que no sea incapaz de continuar para siempre en virtud de
de desaprobación: especialmente en este país, en donde el hábi- los principios que le dieron nacimiento. Esto, está claro, no es
to de considerar el consentimiento de las personas gobernadas el caso con la sociedad de una familia, en la que uno de los pro-
como si en en algún sentido u otro estuviera relacionado con la genitores o los dos están a la cabeza. En tal sociedad, el único
noción de totalmente legítima, es decir, cuando todo gobierno principio de unión, que es cierto y uniforme en su funciona-
que gobierna ha ganado una base tan firme. Es por esta razón, miento, es la debilidad natural de aquellos de sus miembros que
pues, por la que el término «sujeción» excluye como lo hace, o están en estado de sujeción; esto es, los hijos; un principio que
al menos, no incluye tal consentimiento, es usado comúnmente no tiene sino una corta y limitada permanencia. Yo cuestiono si
en lo que se llama MAL SENTIDO: esto es, en tal sentido que, junto ha de ser el caso incluso con una sociedad familiar, que subsis-
con la idea del objeto en cuestión, transmite la idea adicional de ta en virtud de la consanguinidad colateral; y eso por la misma
desaprobación. Esta idea adicional, sin embargo, vinculada como razón. N i siquiera en este caso un hábito de obediencia, tan per-
lo está al término abstracto «sujeción» no se extiende al térmi- fecto como cualquier ejemplo que veamos, puede subsistir por
no concreto «subditos» - una clase de inconsistencia de la que un tiempo; a saber: en virtud de los mismos principios morales
existen muchos ejemplos en el lenguaje. que puedan prolongar un hábito de obediencia filial más allá de
No es una unión familiar, por perfecta que sea, la que puede la continuidad de aquellos [principio] físicos que le dieron naci-
constituir una sociedad política - por qué miento: quiero decir, afecto, gratitud, respeto, la fuerza del hábi-
p Es verdad que cada persona debe estar, por algún tiempo, to y similares. Pero no pasa mucho tiempo, incluso en este caso,
después de su nacimiento, necesariamente en un estado de suje- antes de que el vínculo de la conexión deba llegar a ser imper-
ción con respecto a sus padres o con quienes están en lugar de ceptible, o pierda su influencia al ser demasiado extenso.
sus padres; y ése es uno perfecto, o al menos tan cerca de ser Estas consideraciones, por consiguiente, será conveniente
perfecto como no hemos visto en algún otro. Pero, en todo esto, tenerlas en cuenta al aplicar la definición de la sociedad políti-
la clase de sociedad que es constituida por un estado de sujeción ca dada anteriormente (en el para. 10) y con el fin de reconci-
así ocasionado, no surge la idea, creo, de que esté generalmen- liarla con lo que se diga en adelante (en el para. 17).
68 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 69

bre, o de una compañía de hombres, en uno de estos 15. Diferentes grados de sumisión
estados, o en el otro, fuera un asunto que dependie- entre los gobernadores
ra en todo de sí mismos. Pero no es este el caso. A De la misma manera podemos entender cómo el
la expresión «estado de naturaleza», no más que a la mismo hombre que es gobernador con respecto a un
expresión «estado de sociedad política», se le puede hombre o conjunto de hombres, puede ser subdito
relacionar cualquier significado preciso, sin refe- con respecto a otro: cómo entre gobernadores algu-
rencia a un sentido diferente del que se habla como nos pueden estar en un estado perfecto de naturale-
es en el estado en cuestión. Pronto se comprenderá za con respecto de unos a otros: como los R E Y E S de
esto. La diferencia entre los dos estados se halla, F R A N C I A y de E S P A Ñ A : otros, de nuevo, en un estado
como hemos observado, en el hábito de obediencia. de perfecta sujeción, como los H O S P O D A R E S de
Con respecto pues al hábito de obediencia, ni puede W A L A C H I A y M O L D A V I A , con respecto al G R A N D S I G -
ser entendido como si subsistiera en persona alguna, N I O R : otros, una vez más, en un estado de manifies-
ni como si no lo hiciera en alguna, sino con refe- ta pero de imperfecta sujeción, como los E S T A D O S
rencia a alguna otra persona. Para que obedezca A L E M A N E S con respecto a el E M P E R A D O R : otros, de
alguna parte, debe de haber otra parte que sea obe- nuevo, en un estado en el que pueda ser difícil deter-
decida. Pero esta parte que es obedecida, puede en minar si están es un estado de imperfecta sujeción o
tiempos diferentes ser diferente. De aquí que una y en un estado perfecto de naturaleza: como el R E Y de
la misma parte se pueda concebir que obedezca y no Ñ A P Ó L E S con respecto al P A P A .Q

obedezca al mismo tiempo, así como es con respec-


to a diferentes personas, o como podemos decir, con 16. La misma persona alternativamente
diferentes objetos de obediencia. De ahí que, enton- en un estado de sociedad política y natural
ces, se pueda decir que una y la misma parte esté en con respecto a diferentes sociedades
un estado de naturaleza, y que no esté en el estado De la misma manera, también, se puede concebir,
de naturaleza, y que en uno y al mismo tiempo, según sin entrar en detalles, cómo cualquier persona indi-
sea este o aquella parte la que se tome por el otro vidual, nacida, como lo hacen todas las personas,
objeto de comparación. El caso es que en el habla dentro de un estado de perfecta sujeción a sus padres,
común, cuando no se especifica objeto alguno de que está dentro de un estado de una sociedad políti-
comparación, se da entender a todas las personas en
general: de manera que cuando un número de per-
sonas se dice simplemente que están en un estado de q El Reino de Ñapóles es feudatario de la Sede Papal: y a
naturaleza, lo que se entiende es que lo están tanto cambio de su lealtad, el Rey, en su ascensión, entrega al Santo
en relación de unas con las otras, como con todo el Padre un caballo blanco. El vasallo real a veces no trata a su
Señor sino como un caballero: pero siempre le envía su caballo
mundo. blanco.
70 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 71

ca perfecta con respecto a sus padres, pueda desde docena o más de diferentes maneras en las que la
ahí pasar a un estado perfecto de naturaleza; y de subordinación entre las mismas partes puede sub-
aquí sucesivamente a un número de diferentes esta- sistir: de distinguir y de explicar los diferentes sen-
dos de sociedades políticas más o menos perfectos, tidos de las palabras, «consentimiento», «represen-
pasando por diferentes sociedades. tación» y de otras con significados parecidos:
consentimiento y representación, esas interesantes y,
17. En la misma sociedad política las mismas sin embargo, desconcertantes palabras, fuentes de
personas alternativamente gobernadores y tantos debates: y fuentes o pretextos de tanta ani-
subditos, con respecto a las mismas personas mosidad. Los límites empero de la presente intención
De la misma manera también se puede concebir no admitirán en manera alguna tan prolongadas e
cómo, en cualquier sociedad política, el mismo intrincadas discusiones.
hombre, con respecto a los mismos individuos, esté,
en períodos diferentes, y en ocasiones diferentes, 19. La misma sociedad alternativamente
alternativamente, en el estado de gobernador y de en un estado de naturaleza y en un estado
subdito : hoy que concurra, quizá activamente, en la
1 de gobierno
ocupación de emitir una orden general para la obser- Asimismo de la misma manera, se puede conce-
vancia de toda la sociedad, entre ellos algún hom- bir cómo el mismo conjunto de hombres considera-
bre en calidad de Juez: mañana castigado, quizá por dos entre ellos mismos, puede unas veces estar en el
una orden particular de ese mismo Juez por no obe- estado de naturaleza, y en otras en un estado de
decer la orden general que él mismo (quiero decir gobierno. Pues el hábito de obediencia, en cualquier
la persona que actúa en calidad de gobernador) grado de perfección que tenga que ser necesario que
había emitido. Apenas si necesito recordarle al lec- subsista para constituir un gobierno, puede enten-
tor lo feliz que este estado alternativo de autoridad derse, está claro, que sufra algunas interrupciones.
y sumisión está ejemplificado en nosotros mismos. En instantes diferentes puede tener lugar y cesar.

18. Sugerencias de que algunos puntos 20. Instancia - los Aborígenes de América
deben de abandonarse Instancias de este estado de cosas aparecen no ser
Este puede ser el lugar para enunciar las diferen- infrecuentes. La clase de sociedad que ha sido obser-
tes partes que diferentes personas pueden tener en vada que subsiste entre los I N D I O S A M E R I C A N O S nos
dar la misma orden: de explicar la naturaleza de la puede ofrecer una. De acuerdo con los relatos que
acción corporativa: de enumerar y distinguir media tenemos de esos pueblos, en la mayoría de sus tribus,
si no en todas, el hábito del que estamos hablando
r Vide supra, para. 13, nota p. parece que se produce sólo en tiempo de guerra. Cesa
72 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 73

de nuevo en tiempo de paz. La necesidad de actuar 22. Entre la personas que ya están en un estado
de acuerdo contra un enemigo común, somete a toda de unión política en qué momento se puede
la tribu a las ordenes de un Jefe común. A la vuelta decir que una nueva sociedad es formada
de la paz, cada guerrero reanuda su diáfana inde- por defección de una anterior
pendencia . 11 Supongamos, empero, que una sociedad política
incuestionable, que sea amplia, se formara; y que de
21. Características de la unión política ella se separase un cuerpo más pequeño: con esta
Subsiste aún una dificultad que no nos abandona. ruptura el cuerpo más pequeño, cesaría de estar en
Ha sido en efecto comenzada, pero no resuelta. - Se un estado de unión política con respecto al mayor: y
trata de encontrar una nota de distinción, - un signo se situaría a sí mismo, con respecto al cuerpo mayor,
característico con el que distinguir una sociedad en en un estado de naturaleza - ¿Qué medios dispon-
la que existe un hábito de obediencia, y con un grado dríamos para saber la ocasión precisa en la que tuvo
de perfección que sea necesario para constituir un lugar este cambio? ¿Qué es lo que se ha de tomar en
estado de gobierno, de una sociedad en la que no este caso por su signo característico! El nombra-
exista: un signo, quiero decir, que tenga un comien- miento, se puede decir, de nuevos gobernadores con
zo visible determinado; hasta el punto que en el ins- nombres nuevos. Pero supongamos que no tuviera
tante de su primera aparición, sea distinguible de la lugar tal nombramiento. Los gobernadores subordi-
última en la que aún no hubiese aparecido. Y esto nados de los que sólo todo el pueblo estaría con dere-
sólo con la ayuda de una distinción semejante con la cho a recibir sus ordenes bajo el viejo gobierno, son
que podamos estar en condición de determinar, en los mismos que aquellos que reciben bajo el nuevo.
cualquier tiempo, si una sociedad dada está en el El hábito de obediencia en el que se encontraban
estado de gobierno o en el estado de naturaleza. No estos gobernadores subordinados con respecto aque-
puedo encontrar dicho signo, debo de confesar, en lla persona individual, diremos, que era el supremo
cualquier parte a menos que sea esta; el estableci- gobernador del todo, se rompe imperceptiblemente
miento de nombres en un registro: la aparición de un y gradualmente. Los viejos nombres con los que eran
cierto hombre, o conjunto de hombres, con un cier- caracterizados estos gobernadores subordinados,
to nombre, que sirva para registrarlos como objetos mientras eran subordinados, se mantienen ahora que
de obediencia: tales como Rey, Sachem, Cacique, son supremos. En este caso parece bastante difícil
Senador, Burgomaestre y otros semejantes. Esto, responder . 5

creo, puede servir tolerablemente bien para distinguir


un conjunto de hombres en un estado de unión polí-
Por los recuerdos, tengo alguna duda sobre si este ejemplo
tica entre sí, del mismo conjunto de hombres que no s

sería encontrado históricamente exacto. Si no, que la defección


esté en tal estado. de los Nabobs del Indostán pueda contestar al propósito. M i pri-
74 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 75

23. 1.°, en el caso de defección de todos 25. Una sublevación, en qué coyuntura
los cuerpos políticos, ejemplo las Provincias se puede decir que ha tenido lugar
Holandesas En general, ¿qué preciso instante es aquel en el
Si se requiriera un ejemplo, podemos tomar el de que las personas sujetas a un gobierno, alcanzan, por
las provincias H O L A N D E S A S con respecto a E S P A Ñ A . desobediencia con respecto a ese gobierno, un esta-
Estas provincias fueron una vez ramas de la monar- do de naturaleza? ¿Cuándo, en suma, se considera
quía española. Se ha hablado ahora de ellas, durante que ha tenido lugar una sublevación; y cuándo una
largo tiempo, universalmente como estados indepen- vez más se piensa que tal sublevación tenga tal éxito
dientes: tan independientes de España como de cual- que se haya asentado en independencia?
quier otro. Están ahora en un estado de naturaleza con
respecto a España. Estuvieron una vez en un estado 26. Desobediencias que no llegan
de unión política con respecto a España: a saber, en a ser una rebelión
un estado de sujeción a un gobernador individual, a Como es la obediencia de los individuos lo que
un Rey, que era el Rey de España. ¿En que preciso constituye un estado de sumisión, así también es su
momento tuvo lugar la disolución de esta unión polí- desobediencia la que debe constituir un estado de
tica? ¿En qué preciso instante cesaron estas provin- sublevación. ¿Tiene en ese caso todo acto de deso-
cias de ser subditos del Rey de España? Sobre esto, bediencia la misma importancia? La afirmativa, cier-
dudo que será bastante difícil de ponerse de acuerdo. tamente, es lo que nunca se puede mantener: porque
entonces no habría tal cosa como el gobierno que se
24. 2.°, en el caso de defección por pueda hallar en alguna parte? Aquí, empero, una dis-
los individuos - ejemplos, Roma — Venecia tinción o dos obviamente se plantean. La desobe-
Supongamos que la defección hubiera comenza- diencia se puede distinguir entre una consciente y
do, no con todas las provincias, como en el ejemplo otra inconsciente: y eso tanto con respecto a las leyes
acabado de mencionar, sino por un puñado de fugi- como a los hechos*. La desobediencia que es incons-
tivos, aumentado por la suma de otros fugitivos, una
y otra vez, gradualmente, hasta un cuerpo de hom-
1 1. Desobediencia inconsciente con respecto al hecho
bres demasiado fuerte para ser reducido, la dificul- La desobediencia se puede decir que es inconsciente respec-
tad aumentará aún más. ¿En qué preciso instante fue to al hecho, cuando la parte es ignorante o bien de haber reali-
R O M A , O la V E N E C I A moderna cuando se convirtieron zado el acto mismo, que es prohibido por el derecho, o de haber-
en estados independientes? lo realizado en aquellas circunstancias en las que está sólo
prohibido.
2. Desobediencia inconsciente con respecto al Derecho
mera elección cayó sobre el primero; suponiéndolo ser que era La desobediencia se puede decir que es inconsciente con res-
mejor conocido. pecto al derecho; cuando, si bien él puede saber que ha realiza-
76 JEREMY BENTHAM
UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 11
cíente con respecto a alguno de los dos, será rápida- este punto, en este punto debo de contentarme con
mente reconocida, supongo, no como una subleva- dejarla. Proceder más allá en el empeño de resol-
ción. Asimismo la desobediencia que es consciente verla, sería entrar en una discusión de jurispruden-
con respecto a los dos, se puede distinguir entre cia local particular. Sería adentrarse en la definición
secreta o abierta; o, en otras palabras, entre fraudu- de Traición, como algo distinto del Asesinato, Robo,
lenta y forzosa . La desobediencia que es sólo frau-
11
Motín, y otros crímenes semejantes, como, en com-
dulenta, será por lo mismo, supongo, instantánea- paración con la Traición, se dicen que son de una
mente reconocida que no supone una sublevación. naturaleza más privada. Supongamos que la defini-
ción de Traición esté resuelta, y que la comisión de
27. Desobediencias que llegan a ser una rebelión un acto de Traición sea, en la medida en que afecte
La dificultad que se mantendrá tendrá relación a la persona que lo comete, el signo característico
con la desobediencia que sea en ambos casos cons- que hemos estado buscando.
ciente (tanto con respecto a las leyes como a los
hechos) y forzosa. Esta desobediencia, habría de 28. Inacabado estado de las anteriores
parecer, que no hubiera de estar determinada ni por sugerencias
los números (esto es por las personas que se supo- Fácil sería extender estas observaciones a una dis-
nen que son desobedientes) ni por los hechos, ni por tancia mucho mayor. De hecho, sería necesario, a fin
las intenciones: los tres caben ser tenidos en consi- de darles su apropiado acabado, método y precisión.
deración. Pero habiendo llevado la dificultad hasta Pero no podría hacerse sin exceder los límites del
objetivo presente. Como están, podrían servir de
do el acto que está en realidad prohibido, y que, bajo las cir- sugerencias que como tales, pudieran procurarle a la
cunstancias en las que está prohibido, no sabe que esté prohi-
bido en esas circunstancias.
materia una investigación más precisa y ordenada.
3. Ilustración
En tanto que el encargo de extender al extranjero el conoci- 29. La proposición de nuestro Autor
miento del derecho continúe estando en la negligencia en la que «Que el gobierno resulta, desde luego»
hasta ahora se ha encontrado, ejemplos de desobediencia
inconsciente con respecto al derecho, no pueden ser de otra
no es verdadera
manera sino abundantes. De lo que se ha dicho, sin embargo, podemos juz-
uSi se creyera necesarios ejemplos, el hurto puede servir gar qué hay de verdad en la observación de nuestro
como ejemplo de desobediencia fraudulenta; el Robo, de forzo- Autor de que «cuando la sociedad» (se entiende
sa. En el Hurto, la persona de la parte desobediente, y el acto
de desobediencia, han de intentar por todos los medios mante-
sociedad natural) «una vez transformada en gobier-
nerse en secreto. En el Robo, el acto de desobediencia, al menos, no» (esto es, en sociedad política) (cualquiera que
cuando no la persona del que desobedece, es manifiesta y reco- sea la cantidad o el grado de Obediencia que se nece-
nocida. site para constituir la sociedad política) «resulta
78 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 79

desde luego, necesario para preservar y mantener a error que parece inveterado en nuestro Autor; y del
la sociedad en un orden». Con las palabras «desde que probablemente tengamos más ejemplos, de los
luego» se quiere decir, supongo, constante e inme- que uno pueda darse cuenta.
diatamente: al menos persistentemente. De acuerdo
con esto, la sociedad política, en cualquiera de sus 31. La oscuridad de todo el parágrafo
sentidos, ha debido de haberse establecido hace ya mejor demostrada
mucho tiempo por todo el mundo. Que sea éste el Al considerar todo el parágrafo en su conjunto
caso, que cualquiera lo juzgue a partir de los ejem- (con su apéndice), algo, se puede observar, que nues-
plos de los Hotentotes, de los Patagonios, y de tan- tro Autor se esfuerza por deshacerse, y algo por esta-
tas tribus bárbaras que se le oímos a los viajeros y blecer. Pero cómo se habría de deshacerse, y qué
navegantes. habría que establecer, son cuestiones que debo de
confesar que soy incapaz de resolver. «La preserva-
30. Ambigüedad de la sentencia ción de la humanidad», observa él, «fue realizada por
Pudiera ser, después de todo, que hayamos con- familias individuales». Esto es lo que sobre la auto-
fundido su significado. Que hayamos estado supo- ridad de las Sagradas Escrituras, asume él; y desde
niendo que él hubiere querido dar a entender la afir- aquí es donde nos habría concluido que la noción de
mación de una cuestión de hecho, y haber escrito, al un contrato original (la misma noción que el después
menos empezado, esta sentencia en calidad de un adopta) es ridicula. La fuerza de esta conclusión,
observador histórico: cuando, todo lo que quería debo de reconocerla, no la veo. La humanidad fue
decir con ella, quizá, fue hablar en calidad de Censor, preservada por familiar individuales - Sea. ¿Qué hay
y sobre un caso supuesto, expresar un sentimiento de en esto que entorpezca a los «individuos» de aque-
aprobación. En suma, lo que quiso él decir, acaso, llas familias, o de las familias que descendían de esas
fue persuadirnos de que no era que el «gobierno» familias, para reunirse juntos «después, en una
«resultara» efectivamente de la «sociedad» natural; amplia llanura», o en cualquier otro sitio, «entrando
sino de que hubiese sido mejor que tuviera que ser en un contrato original», o en cualquier otro contra-
así; a saber: por ser necesario para «preservar y man- to, «y eligiendo al hombre más eminente», o cual-
tener» a los hombres «en aquel estado de orden», en quier otro, «presente» o ausente para que fuera su
el cual es de su provecho que tuvieran que estar. Cuál Gobernador? La «llana contradicción» que nuestro
de entre los caracteres antes mencionado quiera dar Autor encuentra entre esta supuesta transición y la
a entender, es un problema que debo de dejar que sea «preservación de la humanidad por familias indivi-
determinado. La distinción, tal vez, es lo que nunca duales», es lo que debo de reconocer que soy inca-
se le ocurrió; y en verdad el imperceptible cambio, paz de descubrir. En cuanto a lo de «el estado real-
y sin aviso, de uno de esos caracteres a otro, es un mente existente de naturaleza aislado» del que él
80 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 81

habla, «cuya noción», dice, «es demasiado absurda 33. Una idea general de su carácter
para ser admitida seriamente», qué se ha de hacer Es hora de que este pasaje de nuestro Autor sea
con ella, es lo que, puesto que él no nos ha dado despedido - Como entre sus expresiones algunas son
noción alguna de ella, no puedo juzgar. de lo más sorprendente que proporcionan el voca-
bulario para la materia, y éstas se hallan en el más
32. Más pruebas todavía de la oscuridad de todo armonioso orden, desde una miranda distante nada
el parágrafo puede ser más justo: una más que hermosa pieza de
Algo positivo, sin embargo, en un lugar, parece oropel, que rara vez uno verá expuesta en el escapa-
haber. Estas «familias individuales» por la que fue rate de la erudición política. Un paso adelante, y la
efectuada la preservación de la humanidad; estas ilusión se desvanece. Se ve, pues, que consiste, en
familias individuales, nos da a entender, «formaron parte de observaciones autoevidentes, y en parte de
la primera sociedad». Esto es algo con lo que pro- contradicciones; en parte en lo que todo el mundo
seguir. Una sociedad pues de una clase o de otra; una sabe ya, en parte de lo que nadie puede en absoluto
sociedad natural, u otra política, fue formada. entender.
Pondría aquí un caso, y después propondría una cues-
tión. En esta sociedad diremos que aún no se había 34. Dificultad en atender este examen
entrado en contrato alguno, ningún hábito de obe- A lo largo de ella, lo que me aflige es, no encon-
diencia se había todavía formado. ¿Era ésta enton- trar proposiciones, como tales, creyéndolas falsas,
ces meramente una sociedad natural, o era política? encuentro una dificultad en demostrarlo así: sino el
Por mi parte de acuerdo a la noción de las dos cla- no encontrarse con proposición alguna, verdadera, o
ses de sociedad explicadas anteriormente, no puedo falsa (a menos que haya aquí o allí una autoeviden-
tener dificultad alguna. Era simplemente natural. te) que pueda encontrarle un sentido. Si no puedo
Pero, de acuerdo con la noción de nuestro Autor, encontrar nada positivo a lo que acceder, tampoco
¿qué fue ella? Si ya era una política, ¿qué noción nos puedo por más contradecirle. De esta última clase de
daría él de ella para que hubiera de ser natural, y por trabajo, en efecto, hay mucho menos que hacer para
qué azar se habría vuelto la precedente natural en una quien quiera, habiéndolo realizado nuestro Autor
política? Si ésta no era política, ¿qué clase de socie- mismo, como lo hemos visto, tan dilatadamente.
dad entonces vamos a entender que sea política? Todo ello es, debo de confesarlo, para mí un enig-
¿Con qué señal vamos a distinguirla de la natural? ma: más agudo, con diferencia, de lo que soy, debe
A esto, está claro, nuestro Autor no ha dado respuesta ser Edipo el que pueda resolverlo. Felizmente no es
alguna. A l mismo tiempo, darle una respuesta, era, necesario, a cuenta de lo que quiera que se siga, que
si es que era algo, el declarado propósito del largo tenga que resolverse. Nada se concluye de él. Pues
parágrafo en frente de nosotros. en cuanto a lo que yo encuentre, en sí mismo no tiene
82 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 83
uso, y ninguno se hace de él. Allí está, como podría
estar en cualquier otra parte, o en ninguna. Autor despreciada, acaso, por su circunspección temerosa de
procurarse instrucción de un enemigo: o, lo que es aun más pro-
bable, que no supiera que aquella materia hubiera sido tratada
35. Uso que se puede hacer de él tanto como aquel penetrante y agudo metafísico, cuyas obras se
Si fuera, pues, posible, no habría utilidad alguna hallan tan lejos de camino trillado de lo libros académicos. Pero
en que se resolviera: pero siendo, como lo creo, real- aquí, como ocurre, no hay motivos para esos temores. Esos hom-
mente irresoluble, sería útil que se viera que así es. bres, que tanto se alarman ante los peligros de una investigación
libre; aquellos que están tan íntimamente convencidos de que el
Que la paz sea restaurada en el pecho de tanto estu- más seguro camino hacia la verdad no es sino el de no oír nada
diante desanimado, que, atraído por las esperanzas más que la de un lado, nada encontrarán, casi me atrevo a res-
de una rica cosecha de instrucción, comete un crimen ponder, en lo que ellos consideran veneno en este tercer volu-
contra sí mismo por su incapacidad de cosechar lo men. No desearía remitir al Lector a ninguna otra parte más que
a esta que, si recuerdo bien, se encuentra libre de las objeciones
que, en verdad su Autor no ha sembrado. que se habían precipitado últimamente, con tanta vehemencia,
contra la obra en general* [Por el Dr. Beathe (sí'c), en su Essays
,3

36. El Contrato Original, una ficción on the ¡mmutability of the Truth (Ensayos sobre la Inmutabilidad
de ¡a Verdad).] En cuanto a las dos primeras, el Autor mismo,
En cuanto al Contrato Original, abrazado a veces estoy inclinado a pensar, que no estaría él mal dispuesto, por el
y otras ridiculizado por nuestro Autor en unas pocas momento, a unirse a quienes son de la opinión de que se podía,
páginas, quizá, puede que no estén mal empleadas en sin una gran pérdida para la ciencia de la Naturaleza Humana,
esforzarse por llegar a una noción precisa sobre su prescindir de ellas. Lo mismo se podría decir, tal vez, de una con-
siderable parte de ella. Pero, después de todas las limitaciones,
realidad y su uso. La importancia puesta en él ante- aún habrá suficiente para dejar prescritas para la humanidad
riormente, y aún, quizá, por algunos es tal que lo algunas indelebles obligaciones. Que los fundamentos de toda
hace un objeto que no desmerezca de atención. virtud se hallan en la utilidad, está allí demostrado, después de
Mantenía las esperanzas, no obstante, hasta que hechas unas pocas excepciones, con la evidencia de la más vigo-
rosa fuerza: pero no veo, m á s de lo que H e l v é t i u s vio, qué
14

observé la atención que nuestro Autor prestó a esta necesidad había para las excepciones.
quimera, que habría sido eficazmente demolida por 12
2. Historia de una mente perpleja por la ficción
Mr. Hume . Creo que no oímos tanto de ella ahora
v
Por mi propia parte, recordaré, apenas tan pronto como había
leído aquella parte de la obra en la que se toca esta cuestión, sen-
tirme como si las escamas se hubieran desprendido de mis
v1. La noción del contrato original derribada por Mr. Hume ojos . Entonces, por primera vez, aprendí a llamar la causa del
15

En el tercer volumen de su TREATISE on (sic) HUMAN NATURE pueblo la causa de la virtud.


{Tratado sobre la Naturaleza Humana). Quizá un breve bosquejo de las andanzas de una mente sin
Nuestro Autor, pensaría uno, jamás habría abierto lo sufi- refinar pero bien intencionada, en su búsqueda de las verdades
ciente aquel celebrado libro: en el que la criminalidad a los ojos morales, pueda, en esta ocasión, que no resulte inútil: pues la his-
de algunos, y los méritos a los ojos de otros han sido desde toria de una mente es la historia de muchas. Los escritos del
entonces casi borrados por el esplendor de las más recientes pro- honesto, pero llenos de prejuicios, Conde de Clarendon , a cuya
16

ducciones de la misma pluma. La magnanimidad de nuestro integridad nada le faltaba, y a su sabiduría poco, excepto la for-
84 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 85

como antes. Las indestructibles prerrogativas de la


tuna de vivir algo más tarde; y el contagio con la atmósfera frai- humanidad no necesitan ser apoyadas sobre los are-
lesca; estas, y otras causas concurrentes, habían oído mis afec- nosos fundamentos de una ficción.
tos infantiles sobre el lado del despotismo. El Genio del lugar
donde moraba, la autoridad del lugar [Oxford], la voz de la
Iglesia con sus solemnes oficios; todas estas cosas me enseña-
37. Las ficciones en general peligrosas
ron a considerar a Carlos como a un Mártir, y a sus oponentes en el presente estado de cosas
unos rebeldes. Yo vi innovación, en donde, en efecto, había inno- Con respecto a esta, y a otras ficciones, hubo un
vación; pero una gloriosa innovación, era, en sus esfuerzos, tiempo, quizá, en el que tuvieron su utilidad. Con
sufrirle. V i falsedad, en donde de verdad la había, en sus oposi-
ciones a la innovación. V i egoísmo, y una obediencia a la lla- instrumento de esta calaña, no negaré sino que algu-
mada de la pasión, en los esfuerzos de los reprimidos para sal- nas obras políticas se han hecho, incluso útiles, que,
varse de la opresión. Vi una recia tolerancia consentida en los bajo las circunstancias de las cosas de entonces, difí-
sagrados escritos del movimiento monárquico: pero ninguna en
cilmente se habría hecho con otras. La temporada de
otro alguno. V i una pasiva obediencia profundamente estampa-
da con el sello de las virtudes cristianas de la humildad y de la la Ficción, sin embargo, se ha acabado ya: tanto más
abnegación. cuanto que lo que anteriormente podía tolerarse y
Conversando con abogados, los encontré repletos de las vir- aceptado bajo ese nombre, sería, si ahora se preten-
tudes del Contrato Original, como una receta de soberana efi- diera ponerlo en pie, censurado y estigmatizado bajo
cacia para reconciliar la necesidad accidental de la resistencia
las más arduas apelaciones de robo o de impostura.
con el deber general de sumisión. Esta droga suya me la admi-
nistraron a mí para calmar mis escrúpulos. Pero mi inexperto Intentar introducir uno nuevo, sería ahora un crimen:
estómago se revolvía contra su opiato. Les pedí que me abrie- para cuya razón existe mucho peligro, sin utilidad
ran aquella página de la historia en la que la solemnidad de este alguna, en jactarse y propagar lo que ya se ha intro-
importante contrato fuese registrada. Retrocedieron ante m i
desafío; tampoco podían ellos, cuando de esta manera se les pre-
ducido. A l punto del criterio político, el universal
sionaba, hacer otra cosa que la que nuestro Autor ha hecho, con- avance del conocimiento ha ascendido en cierta
fesar que todo era una ficción. Esto, pensé, sabía mal. Me pare- manera a la humanidad a un mismo nivel entre sí:
cía reconocer una mala causa traer una ficción para apoyarla. tampoco ahora se encuentra hombre alguno tan ele-
«Para probar una ficción, en realidad», me decía, «existe una
necesidad de ficción; pero es una característica de la verdad no
vado por encima de sus semejantes, que se tuviera
necesitar de otra prueba que no sea la verdad.¿Tenéis, pues, real- que permitir la peligrosa licencia de engañarles para
mente tal privilegio de acuñar los hechos? Estáis desperdician- su propio bien.
do un argumento sin propósito alguno. Permitios la licencia de
suponer que es verdadera, que no lo es, y por lo mismo podéis
suponer que la proposición misma es verdadera, que es la que
deseabais probar, por medio de la otra que esperabais probar». indispensable para todo el mundo. Habiendo así obtenido la ins-
Así continuaba yo, descontento e insatisfecho, hasta que apren- trucción de la que me hallaba necesitado, me senté para sacar
dí a ver que la utilidad era la prueba y la medida de toda virtud; provecho de ella. Me despedí del contrato original: y se lo dejé
tanto de la lealtad como de cualquier otra; y que la obligación a quienes se divierten con este chisme, que podían pensar en
de administrar la dicha general, era un obligación primordial e necesitarlo.
86 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 87

38. Ésta tenía un uso momentáneo frases de lugares comunes estaba a la mano; la
En cuanto a la ficción que tenemos ahora delan- Justicia, la Razón Verdadera lo requería, la Ley de la
te, por su carácter de argumentum ad nominen que Naturaleza lo ordenaba, y otras parecidas; todas las
vino cuando lo hizo, y que se utilizó como fuera, cuales no son sino tantas maneras de intimidar a un
obtuvo su admiración. hombre para que esté firmemente persuadido de la
Que los contratos, cualquiera que sea el que los verdad de ésta o de esa proposición moral, aunque
suscriba, deben de ser respetados; - que los hombres ni él lo crea ni lo necesite, o encuentre que no pueda
están obligados por los contratos, son proposiciones decir por qué. Los hombres estaban demasiado obvia
que los hombres, sin saber o preguntar por qué, esta- y generalmente interesados en la observancia de
rían universalmente dispuestos a aceptar. La ob- estas normas para entretener dudas sobre la fuerza de
servancia de las promesas es algo a lo que habían cualquiera de los argumentos que vieron empleados
estado habituados a ver constantemente reforzado. en su apoyo. - Es una vieja observación cómo el
Habían estados acostumbrados a ver a los reyes, así Interés suaviza el camino a la Fe.
como a otros, a comportarse como si estuvieran obli-
gados por ellas. Esta proposición, pues, «de que los 39. Los términos del supuesto contrato estipulados
hombres están obligados por contratos»; y esta otra, Un contrato, pues, se dijo, fue contraído por el
«que, si una parte no cumple la suya, la otra está libre Rey y el Pueblo: cuyos términos fueron a este efec-
de la suya», siendo proposiciones que ningún hom- to. El Pueblo, por su parte, prometió al Rey una obe-
bre disputa, fueron proposiciones a las que ningún diencia general. El Rey, por su parte, prometió
hombre se le exigió demostrar. En teoría fueron asu- gobernar al pueblo siempre de tal manera particu-
midas como axiomas: y en la práctica fueron obser- lar que tuviera que estar al servicio de su felicidad.
vadas como reglas . Si, en cualquier ocasión, se
w No insisto en las palabras: me ocupo solamente de
pensó que era apropiado montar un espectáculo para los sentidos; en la medida en que un compromiso
demostrarlas, era más por razón de la forma que por imaginario, tan libre como distintamente acuñado
cualquier otra cosa: y, antes a manera de un recor- por quienes lo han imaginado, sea capaz de cualquier
datorio o instrucción para ganarse a la audiencia, que decidida significación. Asumiendo entonces, como
a la manera de una demostración en contra de sus una norma general, que las promesas, cuando son
oponentes. En una ocasión semejante la comitiva de hechas, deben de ser cumplidas; y, como punto de
hecho, que una promesa a este efecto en particular
wUn acuerdo o contrato (pues las dos palabras en esta oca- hubiera sido hecha por la parte en cuestión, los hom-
sión, por lo menos, son usadas con el mismo sentido) puede, bres estarían más dispuestos a considerarse más cua-
creo, ser definido, como una par de promesas, hechas recípro- lificados para juzgar cuando fue rota aquella pro-
camente entre dos personas, la que promete en consideración de
la otra.
mesa, que a decidir directamente y abiertamente
88 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 89
sobre la delicada cuestión de cuándo fue que un Rey Ahora bien, verdad es que el gobierno en oposi-
actuó tanto más en oposición a la felicidad de su pue- ción a la Ley es una manera de gobernar en oposi-
blo, que mejor hubiera sido que no le obedecieran ción a la felicidad al pueblo: el resultado natural de
por más tiempo. semejante desprecio hacia la Ley es que, si, en efec-
to, no la destruye, la amenaza con la destrucción de
40. Establecido así generalmente, no podría todos aquellos derechos y privilegios que se fundan
eximir a los hombres de entrar en la cuestión en ella: derechos y privilegios de cuyo disfrute
sobre la utilidad, como se pensaba depende esa felicidad. Pero sin embargo no es que
Es manifiesto, sobre muy poca consideración, que esto se pueda seguramente tomar como todo el apoyo
nada se ganó con esta maniobra después de todo: nin- de la promesa en cuestión: y eso por varias razones.
guna dificultad se eliminó con ella. Si era aún nece- Primera, porque el más malicioso, y bajo ciertas
saria, y lo era tanto como nunca, que la dificultad que constituciones el más factible, método de gobierno
los hombres procuraron evitar se tendría que decidir, en oposición a la felicidad del pueblo, es el de esta-
a fin de determinar la cuestión que ellos pensarían blecer la Ley misma en oposición a su felicidad.
sustituir en su lugar. Aun era necesario determinar si Segunda, porque es un caso muy verosímil un Rey
el Rey en cuestión había o no actuado en oposición puede, en un alto grado, dañar la felicidad de su pue-
a la felicidad de su pueblo, que fuera mejor que no blo, sin violar la letra de ninguna ley en particular.
le obedeciera por más tiempo; a fin de determinar si Tercera, porque pueden ocurrir ocasiones extraordi-
la promesa que se supuso que él había hecho, se narias, ahora y entonces, en las que la felicidad del
había o no roto. Porque ¿cuál era la supuesta signi- pueblo se pueda promover mejor actuando, por el
ficación de esta promesa? No era otra que la que ya momento, en oposición a la Ley que bajo su sumi-
ha sido mencionada. sión. Cuarta, porque no hay una sola violación de la
Ley, como tal, que pueda propiamente ser tomada
41. Tampoco si se estableciera particularmente, como una ruptura de su parte del contrato, de mane-
podría responder a lo que era propuesta ra que se haya de entender como si el pueblo hubie-
por ella ra sido relevado de la obligación de cumplir la suya.
Sea dicho, que parte, al menos, de esta promesa Pues, para abandonar la ficción, y resumir el len-
era la de gobernar en sumisión a la Ley: de ahí que guaje de la verdad llana, apenas si hay una sola vio-
un norma más precisa se haya establecido para su lación de la Ley que, al ser cometida, pueda produ-
conducta gracias a su supuesta promesa que otra cir tanta desgracia que sobrepase la probable
norma ambigua y general gobierne al servicio de la desgracia de resistirla. Si cada instancia de cual-
felicidad de su pueblo: y que, gracias a esta, sea la quiera que sea esa violación se fuera a considerar una
letra de la Ley la que forme el tenor de la norma. completa disolución del contrato, un hombre que
90 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 91

llegue a reflexionar apenas encontraría alguna parte, tiones de hecho se han de decidir, por testimonio,
creo, bajo el sol, en la que el gobierno se le pueda observación y experiencia . x

ayudar a subsistir más de veinte años. Está claro, por


consiguiente, que para aprobar cualquier coherente 43. Ni puede valer para probar cualquier cosa,
decisión sobre la cuestión que los inventores de esta sino lo que se puede demostrar mejor sin él
ficción sustituyeran en lugar de la verdadera, toda- Si es entonces ésta, y no otra, la razón por la que
vía aún era necesario que la última se decidiera. Todo los hombres han de cumplir sus promesas, a saber,
lo que ganaron con su artilugio fue la conveniencia que lo hagan por el beneficio de la sociedad, es una
de decidirla oblicuamente, como así fue, y a golpe razón que bien se puede dar de un vez de por qué los
de veleta - es decir, de una manera cruda y precipi- Reyes, por una parte, al gobernar, tendrían en gene-
tada, sin una directa y segura investigación. ral que mantenerse dentro de las Leyes establecidas,
y (por hablar universal mente) abstenerse de tales
42. Tampoco es este un principio original medidas que tiendan a la infelicidad de sus subditos:
e independiente y, de otra parte, por qué los subditos tendrían que
Pero, después de todo, ¿por qué razón los hombres obedecer al Rey en tanto que se conduzcan así, y no
deben de cumplir sus promesas? Al punto en el que por más tiempo; por qué en suma tendrían que obe-
se da cualquier razón inteligible es ésta: que es por decer en tanto que las probables desgracias de la
el beneficio de la sociedad que se tengan que cum- obediencia sean menores que las probables desgra-
plir; y si no lo hace, entonces, por lo que respecta al cias de la resistencia: por qué, en una palabra,
castigo, se le ha de hacer que las cumplan. Es por el
beneficio de todo el número por lo que las prome-
sas de cada individuo se debería de cumplir: y antes x La importancia que la observancia de las promesas tiene
de que no se tengan que cumplir, los individuos que para la dicha de la sociedad, es situada en un sorprendente y
satisfactorio punto de vista, en una pequeña fábula de M O N T E S -
no las cumplan deberían de ser castigados. Si se pre- Q U I E U , titulada The History of the Troglodytes
11 (La Historia de
guntara ¿qué os parece?, la respuesta está a mano: - los Trogloditas)*. Los trogloditas son un pueblo que no prestan
Tal es el beneficio que se gana, y la desgracia que consideración a las promesas. Ante las consecuencias naturales
se evita al cumplirlas, en tanto que compensa mucha de esta disposición, van cayendo de una escena de miseria en
otra; hasta que al f i n son exterminados. El mismo filósofo, en
más la desgracia de tanto castigo como requisito para su Spirit ofLaws (El Espíritu de las Leyes), copiando y refinando
obligar a los hombres. Si la dependencia de benefi- sobre sobre la misma jerga, se inventa una ley para este y otros
cio y desgracia (esto es, de placer y de dolor) sobre propósitos, después de definir una Ley como una relación.
la conducta de los hombres a este respecto, como ¡Cuánto más instructivo resulta en esta cabeza la fábula de los
Trogloditas que la pseudo-metafísica sofistería del Esprit des
aquí se ha establecido, es una cuestión de hecho, se Loixl
ha de decidir de la misma manera que todas las cues- Ver la Colección de sus Obras.
92 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 93

tomando todo el cuerpo en su conjunto, es su deber otra, que secretamente pero inevitablemente, haya
obedecer, sólo en tanto que sea por su interés y no gobernado su juicio en todos estos asuntos. El expe-
durante más tiempo. Siendo este el caso, ¿qué nece- rimento es fácil y decisivo. No es sino darle la vuel-
sidad hay de decir de uno que P R O M E T I Ó así gober- ta, en suposición, en primer lugar al significado de
nar; y de los otro, que P R O M E T I E R O N así obedecer, la promesa particular así simulada; en siguiente
cuando la realidad es de otra manera? lugar, el efecto en el punto de utilidad de la obser-
vancia de la promesa en general. - Supongamos que
44. El Juramento de la Coronación no surge el Rey prometiera que él gobernaría sus subditos no
de esta noción de acuerdo a la Ley; no con la idea de promover su
Es verdad que en este país, de acuerdo a las anti- felicidad: ¿le obligaría esto a él? Supongamos que el
guas formas, alguna clase de vaga promesa de buen pueblo prometiera que le obedecería a él en todas las
gobierno se realiza por los Reyes en la ceremonia de circunstancias, que gobierne como él quiera; que
su Coronación: y dejemos que las aclamaciones, gobierne para su destrucción. ¿Les obligaría esto a
quizá dadas, quizá no, por personas casuales fuera de ellos? Supongamos que el constante y el universal
la multitud que los rodea, sean instituidas como una efecto de una observancia de las promesas fuera a
promesa de obediencia de parte de toda la multitud: producir desgracia, ¿sería entonces un deber de los
toda la multitud misma, una pequeña gota reunida hombres cumplirlas? ¿Sería entonces acertado hacer
junta por casualidad en el gran océano del Estado: y Leyes, y aplicar castigo para obligar a los hombres
dejemos que las dos promesas así hechas se consi- a observarlas?
deren que hayan creado un contrato perfecto: - no
que uno de los dos sea declarado que sea de la con- 46. Una falacia sorteada
sideración del otro . y
«No» (quizá se pueda responder) «pero por esta
razón; entre las promesas, algunas hay que, como
45. La obligación de una promesa todo el mundo admite, son inválidas: ahora bien estas
no se mantendrá contra la de utilidad: que habéis estado suponiendo, son indisputable-
en tanto que de utilidad lo hará en contra mente de ese número. Una promesa que es en sí
de esa promesa misma inválida, no puede, es verdad, crear una obli-
Saquemos el máximo partido de esta concesión, gación. Pero permitid que la promesa sea válida, y
un experimento hay por el que todo hombre que es la promesa misma la que crea la obligación, y nada
reflexione puede satisfacerse, creo, más allá de toda más». La falacia de este argumento es fácil de per-
duda, éste es la consideración de la utilidad, y no cibir. Porque ¿qué es aquello, pues, de lo que depen-
de la validez de la promesa?, ¿qué es aquello que
estando presente la hace válida?, ¿qué es lo que
y Vidc supra para. 38, nota w.
94 JEREMY BENTHAM UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 95

estando ausente la hace inválida? Reconocer que 48. Pero el principio de U T I L I D A D es enteramente
cualquier promesa puede ser inválida es reconocer suficiente
que si cualquier otra es obligatoria, no lo es mera- Ahora bien, este otro principio que todavía recu-
mente porque sea una promesa. Esa circunstancia, rre sobre nosotros, ¿qué otro puede ser que el prin-
pues, cualquiera que sea, sobre la que depende la cipio de U T I L I D A D ? El principio que nos suministra
2

validez de la promesa, esa circunstancia, digo, y


la promesa misma debe, está claro, ser la causa de la
Esta denominación ha sido después añadida, o substituida por
obligación que una promesa es capaz en general de z

el principio de la máxima dicha o máxima felicidad: éste, por bre-


llevar con ella. vedad, en lugar de decir, por extenso, que es el principio que esta-
blece la máxima felicidad de todos los que tienen interés en la
47. La obligación de una promesa, incluso si cuestión, siendo el fin correcto y adecuado, y el único correcto y
adecuado y universalmente deseable de la acción humana: de la
fuera independiente, no se haría lo suficiente acción humana en cada situación; y, en particular, en aquella del
extensiva para el propósito funcionariado, o del conjunto de funcionarios, que ejercen los
Más lejos aún. Admítase, por razón del argu- poderes del gobierno. La palabra utilidad no apunta claramente
a la idea de placer y dolor, como las palabras dicha y felicidad
mento, lo que hemos rebatido: admítase que la obli-
lo hacen: tampoco nos conduce a la consideración sobre el núme-
gación de una promesa sea independiente de cual- ro de los intereses afectados: al número, como a la circunstancia
quier otra cosa: admítase que una promesa es que contribuye, con la mayor proporción, en la formación de la
obligatoria propia vi - ¿A quién obliga entonces? Al medida que está aquí en cuestión; la medida de lo bueno y de lo
malo, que por sí sola es la propiedad de la conducta humana, en
que ciertamente la hace. Admítase esto: ¿Por qué cada situación, que pueda ser debidamente procurada.
razón es la misma promesa individual la que tiene Esta carencia de una conexión suficientemente manifiesta
que obligar a quienes nunca la hicieron? El Rey, entre las ideas de dicha y placer de una parte, y la idea de uti-
hace cincuenta años, prometió a mi bisabuelo lidad por otra, la he encontrado aquí y allá actuando, y no sino
gobernarle de acuerdo a la Ley: mi bisabuelo, hace con demasiada eficiencia, como una obstáculo para su acepta-
ción, que de otra manera hubiera logrado este principio.
cincuenta años, prometió al Rey obedecerle de
Para una ulterior elucidación del principio de utilidad, o del
acuerdo a la Ley. El Rey, ahora mismo, prometió a principio de la máxima dicha, le puede resultar de alguna satis-
mi vecino gobernarle de acuerdo con la Ley: mi facción al lector, ver una nota insertada en la segunda edición,
vecino, ahora mismo, prometió al Rey obedecerle de ahora en prensa, de la última obra del Autor, titulada An
Introduction to the Principies of Moráis and Legislation (Una
acuerdo con la Ley. - Siendo así - ¿Qué son, todas Introducción a los Principios de la Moral y de la Legislación).
o algunas de esas promesas, para mí? Para dar una En el capítulo I , adjuntado al parágrafo xiii hay una nota con
respuesta a esta cuestión, a algún otro principio, es estas palabras: «El principio de utilidad» (he oído que se ha
manifiesto, se debe de recurrir antes que el de la dicho) «es un principio peligroso: es peligroso en ciertas oca-
siones consultarlo». Esto es tanto como decir - ¿qué?, que no
obligación intrínseca de la promesa sobre aquellos está en consonancia con la utilidad consultar la utilidad; en suma,
que la hacen. que es no consultarlo, consultarlo.
96 JEREMY BENTHAM
UN FRAGMENTO SOBRE EL GOBIERNO 97

esa razón, que no depende sólo de razón mayor algu-


En la segunda edición, a esta nota se le añade el siguiente
parágrafo.
na, sino que es en sí mismo la única y la suficiente
Explicación, escrita el 12 de julio de ¡822, relativa a la nota razón completa en toda cuestión de practica, sea la
anterior. que sea.
No mucho tiempo después de la publicación del Fragment on
Government, Anno 1776, en el que, en calidad de principio que
todo lo abarca (all-comprehensive) y por lo que todo se deter-
mina (all-commanding), el principio de utilidad fue puesto en
consideración, una persona que daba a entender una observación
que hizo Alexander Wedderburn, en ese tiempo Fiscal o Pro-
curador General, después sucesivamente Magistrado Jefe del
Tribunal de Apelaciones, y Canciller de Inglaterra, bajo los títu-
los sucesivos de Lord Loughborough y Conde de Rosslyn. Fue
hecha - no, en efecto, en mi presencia, sino en la presencia de
otra persona, que fue la que casi inmediatamente me la comu-
nicó a mí. Lejos de ser contradictoria, fue (lo sé ahora y lo con-
fieso) una sagaz y verdadera observación. Para aquél distingui-
do funcionario, el estado del gobierno era perfectamente
comprendido; para el oscuro individuo, en ese tiempo, no tanto
como se suponía ser; sus disquisiciones aun no se habían apli-
cado, con algo de consideración genérica, al campo del Derecho
Constitucional, ni por consiguiente a aquellas características del
gobierno inglés, por el cual la máxima dicha del que manda, con
o sin la de los pocos favorecidos, son ahora tan claramente vis-
tas que son los únicos fines a cuya finalidad ha sido en cualquier
tiempo dirigido. El principio de utilidad era un apelativo, en ese
tiempo empleado - empleado por mí, como lo había sido por
otros, para designar aquello que, en una manera más perspicua
e instructiva, puede ser como antes designado por el nombre del
so» realmente era, por consiguiente, para el interés - el sinies-
principio de la máxima felicidad. «Este principio» (dijo
tro interés de todos aquellos funcionarios, incluido él mismo,
Wedderburn) «es uno peligroso». A l decirlo así, decía lo que,
cuyo interés era el de potenciar al máximo el retraso, la vejación
hasta cierto punto, es estrictamente verdadero; un principio, que
y el gasto en los procedimientos judiciales y en otros, por el bien
establece, como el único correcto y justificable fin del gobier-
del beneficio que extraían del gasto. En un gobierno que tuvie-
no, la máxima dicha para el máximo número - ¿cómo se puede
ra a la vista el fin de la máxima dicha para el máximo número,
negar que sea peligroso?, peligroso para cualquier gobierno, que
Alexander Wedderburn podría haber sido Fiscal General y
tenga por su fin real u objeto, la máxima felicidad de unos cuan-
Canciller después; pero no habría sido Fiscal General con 15.000
tos, con o sin la adición de algún número comparativamente
libras al año, ni Canciller, con nobleza, con veto sobre toda jus-
pequeño de otros, a quien le resulta una cuestión de placer o de
ticia, con 25.000 libras al año, y con 500 sinecuras a su dispo-
acuerdo admitir a cada uno de ellos, a compartir su preocupa-
sición bajo el nombre de beneficios eclesiásticos además etcae-
ción, sobre la base de tantos participantes más jóvenes. «Peligro-
teras — Nota del Autor, 12 de julio de 1822.

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