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Krusk, el orco brujo.

Krusk fue dejado a los pocos días de nacer a las puertas de una comunidad sacerdotal por su
madre orca. El niño no logró la aceptación de la comunidad orca y es que fue el resultado de una
relación con un humano enemigo. En su primera infancia ayudaba a los sacerdotes en sus
quehaceres y de vez en cuando aprendía sobre los ritos sagrados; a cambio le ofrecían alojo y
comida. Así, se fue formando un interés y curiosidad metafísica, sin rendir pleitesía a ningún
panteón, solo indagando y conociendo sobre los dioses y demonios. Como huérfano, tenia rasgos
de pícaro y poseía el vicio de robar cosas. Un día roba un libro censurado del área oculta de la
biblioteca del monasterio, era un compendio sobre demonología. En su cotidiano se enamora de
una draconiana. De esa relación adolescente quedó un anillo que ella le obsequia; era un anillo de
oro forjado por la madre de la niña draconiana. La congregación no ve con buenos ojos esta
relación con una “horrenda y monstruosa draconiana” y obliga a Krusk a dejar de verla. Sin
embargo el espíritu y sangre orca, la voz del Gruumsh dentro de si, lo sumergen en una violencia
despiadada contra quien fue su primer cuidador. Krusk solo recuerda sus manos empapadas y el
sabor metálico en la boca. La draconida no logra comprender como pudo haber ido en contra de
su mismo clan y se aleja más decepcionada que atemorizada. Arrepentido y en la miseria, desea
volver a la vida a su cuidador humano usando el libro robado que aún conserva. De aquel ritual el
demonio Zhir, demonio de la oscuridad y el veneno, lo percibe como un sujeto predilecto para sus
oscuros fines. Krusk no puede resistir la seducción oscura de este demonio, ya que lo oye
hablándole a veces como su draconida o a veces como sus protector humano, y lo recibe en su
cuerpo imbuyendo el anillo de oro de la draconiana, su bien más preciado en ese momento, del
poder para vincular el plano mágico con la realidad. Queda encadenado al demonio, esclavo de
sus deseos. Para este entonces Krusk con 20 años ya estaba exiliado de la congregación dejando
una huella sangrienta, acida y oscura tras de sí. Sin rumbo, emprende un viaje guiado por las
intenciones de su demonio.

En su periodo de aislamiento ha aprendido a controlar las voces de su demonio, pero no del todo.
En ciertas circunstancias su demonio se vuelve coherente con su sangre orca y emerge de él una
ira irrefrenable que lo ciega. Eso solo ha ocurrido un par de veces de los 5 años que lleva de pacto.
Se ha convertido en un sin tierra, ermitaño, en busca del conocimiento para deshacer el pacto…

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