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A MI MADRE LE DECIAN LOCA - MAX DEXTRE

A mi Madre le decían loca, pero no era loca, era profesora.


Hablaba diferente. Decía: "Los ojos sirven para escuchar".

Yo tenía diez años de edad. Un niño no comprende el lenguaje vertical y


pensaba que quizá mi madre era loca. Cierta vez me armé de valor y le
pregunté: ¿Con qué miramos? Mi madre me respondió: "Con el
corazón".

Cuando mi madre se levantaba de buen humor cantaba: "Hoy me he puesto mi


vestido de veinte años". Yo sabía que no tenía veinte años y la miraba,nada
más. ¿Qué puede hacer un niño, sino escuchar?

Si mi madre estaba triste decía estar vestida de niebla. "Hoy tengo ochenta
años" -dijo-, cuando desaprobé un curso. Al fin pude terminar la
educación primaria. El día de la clausura llegó tarde. Se disculpó diciendo:
"Hijito, me demoré porque estuve buscando mi vestido de Primera Comunión,
¿No ves mi vestido de Primera Comunión?". Miré a mi madre y no estaba
vestida de Primera Comunión.

Después tuvo ese accidente fatal. Me llamó a su lado, cogió fuerte mis manos
y dijo: "No tengas pena, la muerte no es para siempre".Pensé: mi madre
no se da cuenta de lo que habla. Si uno muere es para siempre. Era niño y no
entendía sus palabras. Ahora tengo cincuenta años y recién comprendo sus
enseñanzas.

Sí, Madre. Podemos tener veinte años y al día siguiente ochenta. Todo
depende de nuestro estado de ánimo. Los ojos sirven para escuchar porque
debemos mirar con atención a quien nos habla.

Para conocer la realidad esencial de una persona, tenemos que mirarla con el
corazón. La muerte no es para siempre, sólo muere lo que se olvida y a mi
madre la recuerdo porque la quiero. Ahora -en sueños platicamos- nos reímos
de su método de enseñanza.

Aprendí a mirar con el corazón.

Una noche me dijo: "He notado que te molestas si tus amigos te dicen loco y
eso no está bien. Es natural que el hijo de una loca sea loco". Entonces -por
primera vez- repliqué a mi madre y le dije: "Madre, te equivocas, no siempre
el hijo de una loca tiene que ser loco; a veces es poeta".
Por eso puedo decir con orgullo: "A mi madre le decían loca, pero no era
loca, era profesora. Me enseñó a descubrir la vida después de la
muerte".
SI TÚ VAS A LAMBAYEQUE
Si tú vas a Lambayeque
afina bien la garganta
¡como se pide chumbeque
en mi tierra sí se canta!

Si quieres un buen ensayo


escribir sobre la gente
yo te invito cordialmente
a que conozcas Chiclayo.
Eten, Pimentel, Cruz Mayo

Monsefú, Pitipo y Reque,


no hay quien el ala ahueque
ante muestras de amistad
lo verás con claridad
si tú vas a Lambayeque.

Allí no habrá quien te estafe


y me refiero a las chinas
que hacen con manos divinas
la causa de Ferreñafe.
También curan al más gafe
que la buena suerte espanta
y se valora al que aguanta
en el trago y en el canto
ya que de esto sabes tanto
afina bien la garganta.

Ya verás cómo es la cosa


si tú no la has visto aún
lo que pasa en Oyotún
en San José y Santa Rosa.
Mi gente paisana goza
como goza un huerequeque
con mucho salero y ñeque
mueve cintura y cadera
al bailar la Marinera
¡como se pide chumbeque!

Vigente está el criollismo


expresando la cultura
y así en el tiempo perdura
de igual modo el peruanismo.
Hasta la fecha al altruismo
nada malo lo suplanta
pues aquél que puede planta
su bandera con el arte
pero voy a recordarte
¡en mi tierra sí se canta!
(Campesina)
De cañas brava y techumbre hojas broza,

el lugareño, construye una choza;

se prenda de pasión y, tierna goza,

su devota cholita, rostro a rosa.

Gutura un chisco, justo en verdes ramas,

acordes entrañables del destino,

campesinas y octavas y proclamas

con los mirlos festejan su aro fino.

Un fresco aposento, hace sin espera,

como el cardenal, teje su chabola;

y aroma la diamela más ligera,

alza la pollera, ¡arre doña Lola!

Esculpe señorial a su doncella,

orlada de geranios y jazmines;

y amistad le regalan los chaplines

con un gancho le bajan una estrella.

(Mi Lambayeque)
¡Manantial solemne de apariciones!

Las luciérnagas alumbran sus calles.

Mi Lambayeque, de zapotes y bichayos...

Del bien me sabe, del cañazo,

Del Colambo y el capuz.

Mi Lambayeque crece en la arena y de

Piedra y arena extrae miel.

Espejo inmemorial del algarrobo...


Ni las pirámides mayas,

Ni las catedrales góticas,

Ni los templos griegos,

Ni la muralla china,

Me gustan tanto como mi Lambayeque.

Perdido talismán en los sirtes del océano...

Norias rodeadas de papayos

Donde cantan las cuculas:

¡Lambayeque huele a mar!

(Mi Padre)
Enfrentaba la oquedad de los días

con sueños que poblaban sus manos

y lo llevaban a ser otro

artesano del mundo.

Con hilos y panqueques de obsesiva

(arquitectura,

convocaba la belleza del alma y del cuerpo.

Daba forma a su obra, a su catedral de lana,

con agujas y tijeras,

instrumentos de su gloria

que creció y creció

hasta el confín del barrio y más allá.

Como quien forja el diseño de la piedra

o las espadas de bronce o los espejos

que duplican la sombra,

cincelaba las líneas de una manga,

la curva de los cuellos,

la exacta ubicación de los botones


para verlos marchar en comunión con la vida.

¿Qué anhelo de perfección moraba en él

y era fuego que domina la materia?

Nunca creí que se marchaba

aunque una multitud le dijo adiós.

Estoy seguro que tercamente intenta todavía

moldear con sus claros huesos

un traje nuevo

para el gastado rostro de la tierra.

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