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SIGMUND FREUD

Fue un médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis y una de las
mayores figuras intelectuales del siglo XX. Su interés científico inicial como investigador
se centró en el campo de la neurología, derivando progresivamente hacia la
vertiente psicológica de las afecciones mentales, investigaciones de las que daría cuenta
en la casuística de su consultorio privado. Estudió en París, con el
neurólogo francés Jean-Martin Charcot, las aplicaciones de la hipnosis en el tratamiento
de la histeria.
En los albores del siglo XX, el neurólogo austriaco Sigmund Freud empezó a sentar las
bases del psicoanálisis, un novedoso enfoque sobre la psique humana que es tanto una
teoría de la personalidad como un método de tratamiento para pacientes con
trastornos. La principal contribución de Freud a la psicología sería su concepto de
inconsciente. Freud sostenía que el comportamiento de una persona está
profundamente determinado por pensamientos, deseos y recuerdos reprimidos; según
su teoría, las experiencias dolorosas de la infancia son desalojadas de la conciencia y
pasan a formar parte del inconsciente, desde donde pueden influir poderosamente en
la conducta. Como método de tratamiento, el psicoanálisis procura llevar estos
recuerdos a la conciencia para así liberar al sujeto de su influencia negativa.
No son pocas las objeciones e incluso sarcasmos que, ya en su tiempo y todavía en
nuestros días, recibió y sigue recibiendo el psicoanálisis. Por los mismos años en
que Wilhelm Wundt trataba de afianzar la psicología como ciencia independiente
aplicando una metodología experimental, Freud partió de la observación clínica para
construir una disciplina con importantes núcleos especulativos y, en consecuencia,
difícilmente verificables; su eficacia terapéutica también sería blanco de críticas

Biografía:
Sigmund Freud, que a los veintidós años habría
de cambiar ese nombre por el de Sigmund, nació
en Freiberg, en la antigua Moravia (hoy Príbor,
República Checa), el 6 de mayo de 1856. Su padre
fue un comerciante en lanas que, en el momento
de nacer él, tenía ya cuarenta y un años y dos
hijos habidos en un matrimonio anterior; el
mayor de ellos tenía aproximadamente la misma
edad que la madre de Freud -veinte años más
joven que su esposo- y era, a su vez, padre de un
niño de un año. En su edad madura, Freud hubo de comentar que la impresión que le
causó esta situación familiar un tanto enredada tuvo como consecuencia la de despertar
su curiosidad y aguzar su inteligencia.
En 1859, la crisis económica dio al traste con el comercio paterno, y al año siguiente la
familia se trasladó a Viena, en donde vivió largos años de dificultades y estrecheces,
siendo muy frecuentes las temporadas en las que, durante el resto de su larga vida
(falleció en octubre de 1896), el padre se encontraría sin trabajo. Aunque siempre
detestó Viena, Sigmund Freud residiría en esta ciudad hasta un año antes de su muerte:
pese a la intercesión de Roosevelt y Mussolini, en junio de 1938 se vería obligado por su
condición de judío (sus obras habían sido quemadas en Berlín en 1933) a emprender el
camino del exilio hacia Londres como consecuencia del Anschluss, la anexión de Austria
al proyecto pangermanista de la Gran Alemania, preparada por los nazis con ayuda del
canciller austriaco Arthur Seyss-Inquart y sus prosélitos. La familia se mantuvo fiel a la
comunidad judía y sus costumbres, aunque no fue especialmente religiosa; al padre cabe
considerarlo próximo al librepensamiento, y el propio Freud había perdido las creencias
religiosas ya en la adolescencia. En 1873, el joven Freud finalizó sus estudios secundarios
con excelentes calificaciones. Había sido siempre un buen estudiante, correspondiendo
a los sacrificios en pro de su educación hechos por sus padres, que se prometían una
carrera brillante para su hijo, el cual compartía sus expectativas. Después de considerar
la posibilidad de cursar estudios de derecho, se decidió por la medicina, aunque no con
el deseo de ejercerla, sino movido por una cierta intención de estudiar la condición
humana con rigor científico.

Hacia el Psicoanálisis:
Su amistad con Josef Breuer cristalizó, por entonces, en una colaboración más estrecha,
que fructificaría finalmente en la creación del psicoanálisis, aunque al precio de que la
relación entre ambos se rompiera. Entre 1880 y 1882, Breuer había tratado un caso de
histeria (el de la paciente que luego sería mencionada como «Anna O.»); al interrumpir
el tratamiento, habló a Freud de cómo los síntomas de la enferma (parálisis intermitente
de las extremidades, así como trastornos del habla y la vista) desaparecían cuando ésta
encontraba por sí misma, en estado hipnótico, el origen o la explicación. En 1886, luego
de haber comprobado en París la operatividad de la hipnosis, Freud obligó a Breuer a
hablarle de nuevo del caso y, venciendo su resistencia inicial, a consentir en la
elaboración conjunta de un libro sobre la histeria.
Durante la gestación de esta obra (aparecida en 1895 con el título Estudios sobre la
histeria), Freud esbozó sus primeras ideas sobre el psicoanálisis. Breuer participó hasta
cierto punto en el desarrollo, aunque frenando el alcance de las especulaciones más
tarde características de la doctrina freudiana y rehusando, finalmente, subscribir la
creciente convicción de Freud acerca del papel desempeñado por la sexualidad en la
etiología de los trastornos psíquicos.
En 1896, después de romper con Breuer de forma un tanto violenta, Freud empezó a
transformar la metodología terapéutica que aquél había calificado de «catártica»,
basada en la hipnosis, en lo que él mismo denominó el método de «libre asociación».
Trabajando solo, víctima del desprecio de los demás médicos, el tratamiento de sus
pacientes le llevó a forjar los elementos esenciales de los conceptos psicoanalíticos de
«inconsciente», «represión» y «transferencia». En 1899 apareció su famoso tratado La
interpretación de los sueños, aunque con fecha de edición de 1900, y en 1905 se
publicó Tres contribuciones a la teoría sexual, la segunda en importancia de sus obras.
Estos dos fueron los únicos libros que Sigmund Freud revisó puntualmente en cada una
de sus sucesivas ediciones.
Hasta 1905, y aunque por esa fecha sus teorías habían franqueado ya definitivamente
el umbral de los comienzos y se hallaban sólidamente establecidas, contó con escasos
discípulos. Pero en 1906 empezó a atraer más seguidores; el circulo de los que, ya desde
1902, se reunían algunas noches en su casa con el propósito de orientarse en el campo
de la investigación psicoanalítica, fue ampliado y cambió incluso varias veces de
composición, consolidándose así una sociedad psicoanalítica que, en la primavera de
1908, por invitación de Carl Gustav Jung, celebró en Salzburgo el Primer Congreso
Psicoanalítico.
Al año siguiente, Freud y Jung viajaron a Estados Unidos, invitados a pronunciar una
serie de conferencias en la Universidad Clark de Worcester, Massachusetts, y
comprobaron con sorpresa el entusiasmo que, mucho antes que, en Europa, el
pensamiento freudiano había suscitado en América. En 1910 se fundó en Nuremberg la
Sociedad Internacional de Psicoanálisis, dirigida por Jung, quien conservó la presidencia
hasta 1914. Ese año se vio obligado a dimitir como corolario de la ruptura propiciada en
1913 por el mismo Freud, al declarar improcedente la ampliación jungiana del concepto
de «libido» más allá de su significación estrictamente sexual. En 1916
publicó Introducción al psicoanálisis.
En 1923 le fue diagnosticado un cáncer de mandíbula y hubo de someterse a la primera
de una serie de intervenciones. Desde entonces y hasta su muerte en Londres el 23 de
septiembre de 1939, estuvo siempre enfermo, aunque no decayó su enérgica actividad.
Sus grandes contribuciones al diagnóstico del estado de la civilización datan de ese
período: El porvenir de una ilusión (1927), El malestar en la cultura (1930), Moisés y el
monoteísmo (1939). Ya con anterioridad, a través de obras entre las que destaca Tótem
y tabú (1913), inspirada en el evolucionismo biológico de Charles Darwin y el
evolucionismo antropológico y social de James George Frazer, había dado testimonio de
hasta qué punto consideró que la importancia primordial del psicoanálisis, más allá de
una eficacia terapéutica que siempre juzgó restringida, residía en su condición de
instrumento para investigar los factores determinantes en el pensamiento y el
comportamiento de los hombres.
Las 5 teorías más importantes de Freud:
A lo largo de su prolífica carrera como escritor, Freud revisó sus escritos en numerosas
ocasiones, agregándole profundidad a sus argumentos o haciendo enmiendas

Dejamos aquí las 5 teorías más importantes esbozadas por Freud para que el lector pueda
conocer un poco de la vasta obra de este gran pensador:

1- El principio del placer (y el más allá)


Freud y Fliess
“Los niños son completamente egoístas; sienten
sus necesidades intensamente y luchan
rudamente para satisfacerlas.”. -Sigmund Freud.
El principio del placer postula que el aparato
anímico busca, como fin último, alcanzar placer y
evitar displacer, y así complacer las necesidades
biológicas y psicológicas. El placer es la fuerza que
guía el proceso de identificación de la persona.
Funciona sólo en el inconsciente sistémico, y es el
principio que rige todo su funcionamiento.
¿Por qué tenemos síntomas?
Sabiendo que existe este principio, hacerse esta pregunta se vuelve obligación. ¿Por qué
una persona padecería un síntoma, sufriendo en su vivir cotidiano si se supone que vive
bajo el principio del placer?
La respuesta está en el párrafo anterior: el principio del placer es inconsciente, mientras
que en la conciencia opera el principio de realidad.
El principio de realidad es el polo opuesto al principio del placer, la persona tiene
conciencia del entorno real y sabe que tiene que adaptarse a él para poder vivir en
sociedad.
Aprendemos conforme maduramos a reprimir nuestros instintos en base a reglas
sociales para poder obtener placer más a largo plazo y de forma más disminuida, pero
de acorde a la realidad.
El sujeto tiene una representación inconciliable y la reprime, por lo que la olvida. Pero,
como el yo es regido por el principio de realidad, la representación vuelve como retorno
de lo reprimido, bajo la forma de un síntoma.
El sujeto ya no recuerda qué fue lo que reprimió, sólo sufre un síntoma que mantiene
una relación (unas veces cercana, otras distante) con lo reprimido. El principio del placer
no se ha contradicho: el sujeto prefiere padecer un síntoma antes que recordar la
representación inconciliable, que permanece inconsciente.
¿Hay algo más allá del principio del placer?
Una vez finalizada la I Guerra Mundial, Freud se encontró con numerosos soldados que
revivían constantemente los traumas que sufrieron durante la guerra a través de
sueños. Teniendo en cuenta que el sueño es un lugar de cumplimiento del deseo (es
decir, rige el Principio del placer), repetir dichos traumas se volvía una contradicción
teórica importante.
Freud se abocó a revisar su teoría, por lo que llegó a concluir que hay una “fuente” en
la psique humana que está más allá del Principio del placer, es decir que no obedece a
sus leyes porque existe previa a dicho principio.
Se trata de un intento de ligar o reconocer la existencia (aunque después pueda ser
reprimida) de una representación. Es un paso anterior al principio del placer y sin el cual
no existiría. Entonces: la representación se liga al aparato psíquico -se reconoce su
existencia-, y luego se juzga placentera o displacentera para tomar la acción
correspondiente -Principio del placer-.
Esta enmienda le permitió a Freud dar cuenta de la compulsión a la repetición de las
personas, en la cual (ya sea en el espacio de terapia o en la vida cotidiana) los humanos
tendemos a tropezar siempre con la misma piedra, es decir que repetimos una y otra
vez los mismos errores o variaciones muy similares.

2- La Pulsión:
“Las emociones inexpresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de
peores formas “. -Sigmund Freud.
Este concepto articula lo psíquico con lo somático y es llamado por Freud un
concepto bisagra, por explicar la sexualidad.
Existen en el ser humano estímulos internos que son constantes y que, a diferencia del
hambre, no pueden ser aplacados a través de una interacción con algo exterior, como
lo sería comer.
A su vez, por ser internos tampoco puede se puede huir de ellos. Remitiéndose al
principio de constancia, Freud postula que la cancelación de este estímulo de órgano da
una satisfacción pulsional.
La pulsión consta de cuatro propiedades:

 Esfuerzo/empuje: Es el factor motorizante. La suma de fuerza o medida de


trabajo constante que acarrea la pulsión.
 Meta/fin: Es la satisfacción alcanzable al cancelar el estímulo de la fuente.
 Objeto: Es el instrumento mediante el cual la pulsión alcanza su meta. Puede ser
parte del propio cuerpo y no está determinado de antemano.
 Fuente: Es el propio cuerpo, sus orificios, su superficie, especialmente las zonas
de borde entre el interior y el exterior. Es experimentado como excitación.
La pulsión no se satisface en el objeto, éste es el instrumento mediante el cual logra
cancelar el estímulo, que es su única meta y lo que le da satisfacción.
Freud afirma en un principio que existen dos pulsiones que se encuentran en conflicto:
las pulsiones sexuales y las de auto conservación. En el recorrido por su infancia, el niño
encuentra distintos objetos “típicos” que satisfacen su pulsión sexual y según lo cual
transita distintas etapas:

 Etapa oral: El objeto de satisfacción es la boca.


 Etapa anal: El objeto de satisfacción es el ano.
 Etapa fálica: El objeto de satisfacción es el pene, en los niños, y el clítoris, en las
niñas.
 Etapa latente: El niño abandona sus exploraciones sexuales y se dedica a
actividades más intelectuales.
 Etapa genital: Coincide con la entrada en la pubertad, donde el púber re
explora su sexualidad en función del coito y la reproducción.
Una vez conceptualizada la compulsión de repetición y el Más allá del Principio de placer, Freud
cambia la dualidad pulsional y agrupa las pulsiones sexuales y de auto conservación
como Pulsión de Vida. Las opone a la Pulsión de Muerte, que es la tendencia del humano a
cancelar todo estímulo y encontrar un estado de “nirvana” donde no existen más estímulos, es
decir, en la muerte. Estas dos pulsiones suelen trabajar juntas (mezcladas) pero cuando
se separan es cuando se manifiestan los síntomas.

3- La Represión:
“Los sueños pueden ser así
declarados: Son realizaciones ocultas
de deseos reprimidos “. -Sigmund Feud.
Este concepto es central en la teoría
psicoanalítica. Las personas tienen pensamientos
subconscientes que son claves en el desarrollo y
en la vida de las personas.

La represión es un mecanismo de defensa


psíquico: cuando una representación (un suceso,
una persona, o un objeto) se vuelve intolerable para el sujeto, inconciliable con el cúmulo de
representaciones que alberga en su mente, el aparato psíquico lo reprime y vuelve inconsciente
esa representación, por lo que el sujeto la “olvida” (aunque en verdad, desconoce que la
recuerda).

De esta forma puede seguir adelante con su vida “como si” nunca se hubiera tomado
conocimiento de ese suceso, persona u objeto.
Más adelante, en su texto “La represión”, Freud ubica dos tipos de represión que forman parte
de todo sujeto: La represión primaria y la represión secundaria:

 La represión primaria
Es una operación inconsciente que funda el aparato anímico. Mediante esta represión
se inscribe en la psique la representación de la pulsión sexual, gracias a lo cual el sujeto
es capaz de desear y buscar el cumplimiento de su deseo.
Esta represión le da fuerza al aparato anímico para atraer lo reprimido e impedir que
éste se vuelva consciente.
 La represión secundaria
También llamada represión propiamente dicha.
Se reprime el representante psíquico de la pulsión, es decir, aquello que resulta
intolerable para la psique del sujeto y de lo que no quiere saber nada. La
represión secundaria es la que describimos al inicio de este apartado.
El retorno de lo reprimido
Freud afirmó siempre que no existe tal cosa como una represión 100% exitosa, por lo cual lo
reprimido siempre retorna y por lo general lo hace a través de un síntoma neurótico (una
obsesión, una hipocondría, por ejemplo) o una formación sustitutiva como un chiste, un sueño
o un lapsus.

4- Lo Inconsciente:
“El inconsciente es el círculo más grande que
incluye dentro de sí el círculo más pequeño del
consciente; todo consciente tiene su paso
preliminar en el inconsciente, mientras que el
inconsciente puede detenerse con este paso y
todavía reclamar el pleno valor como actividad
psíquica “. -Sigmund Feud.
 Íntimamente ligado a la represión, lo
inconsciente es otro concepto central en el psicoanálisis y donde transcurre gran
parte de la “acción” psicoanalítica. Es necesario aclarar de antemano que todo
lo reprimido es inconsciente, pero no todo lo inconsciente está reprimido.
Freud, en su texto “Lo inconsciente” se explaya en profundidad para explicar este
concepto con mayor claridad, dando tres definiciones sobre lo inconsciente:
 Descriptivo
I. Es simplemente todo aquello que no es consciente.
II. Dicha propiedad no se debe necesariamente a que esa representación se
haya reprimido, puede ocurrir que no es un contenido que debe ser usado
en ese momento (está latente), por lo cual se encuentra “guardado” en el
inconsciente. También suele llamarse Preconsciente.
 Dinámico
I. Es aquello inaccesible a la conciencia a causa de la represión secundaria, es
decir son aquellos contenidos reprimidos.
II. Estos contenidos sólo pueden volver a la conciencia como retornos de lo
reprimido, es decir como síntomas o formaciones sustitutivas, o a través de
la terapia, mediante la palabra.
 Sistémico (estructural)
I. Es un lugar estructural dentro del psiquismo.
II. A diferencia de las otras dos definiciones, ésta no refiere a contenidos
inconscientes, sino a la forma en que trabaja el inconsciente como sistema
de pensamiento.
III. Aquí no existe la negación, la duda ni la certeza, así como tampoco la
contradicción o la temporalidad. Esto se debe a que no hay palabra, sino
investiduras.
IV. A modo de ejemplo, pensemos en un árbol. Al hacerlo, hicimos dos cosas:
pensar en la palabra “árbol” e imaginar un árbol. Pues bien, las definiciones
descriptivas y dinámicas se refieren a la palabra “árbol” mientras que la
sistémica a la representación de un árbol.
V. Esta separación es la que permite que en el inconsciente sistémico existan
dos representaciones contradictorias o convivan dos tiempos distintos.

5- El complejo de Edipo:
“Los deseos sexuales con respecto a la madre que se vuelven más intensos que del padre,
es percibido como un obstáculo para él; esto da lugar al complejo de Edipo “. -Sigmund
Freud.

Sin duda uno de los aportes teóricos más importantes del psicoanálisis y uno de sus más
relevantes pilares teóricos. El complejo de Edipo (en el varón) sostiene que el niño quiere
seducir a su madre, pero ello acarrea un conflicto con su padre, quien le ha prohibido tomarla
como suya.

El complejo inicia en la Etapa fálica y es una respuesta a la seducción materna, pues el niño ha
conocido su cuerpo (y sus zonas de placer), lo ha organizado en parte gracias a los cuidados
maternos que ha recibido como ser acariciado, bañado o incluso limpiado después de ir al baño.

Dado que el niño no puede llevar adelante su cometido de seducir a su madre, se ve obligado a
aceptar su propia castración fálica, llevada adelante por la prohibición paterna (la instalación
de la ley), por lo que el complejo se sepulta y da paso a la Etapa de latencia hasta la llegada de
la pubertad.

Al llegar a la Etapa genital, el niño ya no busca de nuevo a su madre, sino a otra mujer, pero su
paso por el Complejo de Edipo ha dejado marcas indelebles en la forma en que ahora se
relacionará con otros e influenciará su elección en las mujeres que querrá tomar como pareja.

Freud desarrolló esta teoría en base al sexo masculino, no explicando el desarrollo de esta teoría
en mujeres. Sería más tarde Carl Jung quien desarrollase la teoría del Complejo de Electra,
entendida como la versión femenina que explica el Complejo de Edipo en mujeres.
Método de Freud:
Es el método de exploración y tratamiento del
psiconeurosis basado en el estudio de los
fenómenos subconscientes. La preponderancia de
éstos en la vida mental es lo que ha servido de
base para edificar el sistema Freudiano. En
realidad, sus orígenes sé remotan a los trabajos de
Breuer y Janet sobre el contenido de las
obsesiones. Creyendo que no se formaba aquél al
azar si no que representaba residuos de pasadas
emociones, lo sujetaron a un análisis. Jung ahondó
más en esto y consideró el contenido mental
obsesionante como una suerte se reflejó, por su
parte Freud había ya comenzado sus trabajos
acerca de los estados oníricos partiendo del sueño
natural. No los admitía como representaciones arbitrarias si no como impresión fiel de
ideas y emociones subsistentes. Más adelante, y extendiendo sus observaciones, llegó
a constituir un método completo. El fundamento del mismo estriba en la averiguación
de la fenomenología psíquica subconsciente. Esta alcanza a un grado de desarrollo muy
extenso y superior a lo que admitieran la psicofisiológica clásica de Bain y Wundt. A la
subconsciencia atribuye lo que Freud denomina actos y tendencias fallidas. Con tal
nombre se designan los hechos y tendencias al parecer erróneas, arbitrarias y equívocas
de nuestra personalidad, asegura que en el fondo existe una lucha subconsciente entre
diversas asociaciones ideativas. Desempeñan un papel de primer orden las impresiones
de orden sexual, algunas que pueden remontarse a la infancia que pueden revelarse por
medio de los sueños y pueden llegar a causar un trauma psíquico cuyas resonancias se
manifiestan por las emociones.
Para descubrir tales represiones al principio Freud utilizó el hipnotismo, pero desistió de
continuar con éste método por lo falaz de sus resultados. De aquí el nombre de
psicoanálisis a su método, ya que se dirige al enfermo lúcido y consciente. Para realizar
bien los fines del psicoanálisis se requiere largo tiempo. Hay que hacer que el enfermo
sea observador de sí mismo y recordar hechos a veces muy lejanos. Se operará en
condiciones de la menor perturbación posible o sea en silencio, y a obscuras hallándose
en plena expresión de las ideas reprimidas, la función del médico es auxiliar eficazmente
descubriendo las pistas, una observación sagaz descubrirá las ideas y emociones
latentes cuando no siquiera el enfermo se dé cuenta; la terapéutica consiste en atraer
al campo de la conciencia tales fenómenos o complejos subconscientes.
Freud era un psicólogo médico que intentaba entender y tratar lo que hoy en día
llamáramos problemas de la personalidad y la conducta. En 1900 Freud publicó la
interpretación de los sueños, este libro presenta los fundamentos de su aproximación a
la psicología. Como se ha dicho Freud, estudiaba más que nada el subconsciente en
donde él creía que se encontraban los síntomas de sus pacientes.
Las 5 Teorías de la Personalidad de Sigmund Freud:
El fundador del psicoanálisis, desarrolló diversos modelos para explicar la personalidad
humana a lo largo de su carrera literaria.
Aunque existen ciertas contradicciones entre los modelos de personalidad creados por
Freud, en general pueden concebirse como teorías complementarias o bien como
actualizaciones y desarrollos de varios conceptos fundamentales, por ejemplo, las
pulsiones o los mecanismos de defensa. Vamos en qué consiste cada una de estas
teorías.

1. Modelo Topográfico:
Freud desarrolló el modelo topográfico durante la primera etapa de su carrera.
Originalmente fue descrito en una de sus obras clave: “La interpretación de los sueños”,
publicado en el año 1900. Esta teoría sobre la personalidad también es conocida como
“Primera Tópica”.
El modelo topográfico divide la mente en tres “regiones”: la inconsciente, la
preconsciente y la consciente. En cada uno de estos lugares, que deben ser entendidos
de forma simbólica, encontraríamos contenidos y procesos psicológicos diferentes.
El inconsciente es el nivel más profundo de la mente. En él se ocultan pensamientos,
impulsos, recuerdos y fantasías a las que resulta muy difícil acceder desde la consciencia.
Esta parte de la mente está dirigida por el principio de placer y por los procesos
primarios (la condensación y el desplazamiento), y la energía psíquica circula de forma
libre.
La mente preconsciente actúa como punto de unión entre las otras dos secciones. Está
conformada por huellas de memoria en formato verbal; en este caso sí es posible
conocer los contenidos desde la consciencia a través de la focalización de la atención.
Por último, la consciencia es entendida como un sistema con un rol intermediario entre
las regiones más profundas de la psique y el mundo exterior. La cognición, la motricidad
y la interacción con el entorno dependen de la mente consciente, que está regida por el
principio de realidad en lugar de por el de placer, del mismo modo que el preconsciente.
Artículo relacionado: "Sigmund Freud: vida y obra del célebre psicoanalista"

2. Modelo Dinámico:
El concepto “dinámico” hace referencia a un conflicto entre dos fuerzas que se produce
en la mente: los impulsos (fuerzas "instintivas"), que buscan la gratificación, y las
defensas, que procuran inhibir a los anteriores. Del resultado de esta interacción surgen
los procesos psicológicos, que suponen una resolución más o menos satisfactoria o
adaptativa de los conflictos.
En este modelo Freud concibe los síntomas psicopatológicos como formaciones de
compromiso que permiten una gratificación parcial de los impulsos a la vez que causan
malestar, actuando como un castigo contra la conducta de la persona. De este modo la
salud mental dependería en gran medida de la calidad de las defensas y de las auto
sanciones.
Artículo relacionado: "Las principales teorías de la personalidad"

3. Modelo Económico:
El concepto fundamental del modelo económico de la personalidad es el de “pulsión”, que se
puede definir como un impulso que favorece que la persona busque un fin determinado. Estas
pulsiones tienen un origen biológico (en concreto se relacionan con la tensión corporal) y su
objetivo es la supresión de estados fisiológicos desagradables.

Dentro de este modelo encontramos en realidad tres teorías distintas, desarrolladas entre 1914
y 1920 en los libros “Introducción al narcisismo” y “Más allá del principio de placer”. Inicialmente
Freud distinguió entre la pulsión sexual o de reproducción, que lleva a la supervivencia de la
especie, y la de auto conservación, focalizada en la del propio individuo.

Posteriormente Freud añadió a esta teoría la distinción entre las pulsiones objetales, dirigidas a
objetos externos, y las de tipo narcisista, que se centran en uno mismo. Finalmente propuso la
dicotomía entre la pulsión de vida, que incluiría las dos anteriores, y la pulsión de muerte,
criticada con dureza por muchos de los seguidores de este autor.

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4. Modelo Genético:
La teoría freudiana sobre la personalidad más conocida es el modelo genético, en el cual
se describen las cinco fases del desarrollo psicosexual. Según esta teoría el
comportamiento humano está regido en gran medida por la búsqueda de la gratificación
(o descarga de la tensión) en relación a las zonas erógenas del cuerpo, cuya importancia
depende de la edad.
Durante el primer año de vida tiene lugar la fase oral, en la cual la conducta se centra en
la boca; así, los bebés tienden a morder y a succionar los objetos para investigarlos y
obtener placer. En el segundo año la zona erógena principal es el año, por lo que los
pequeños de esta edad están muy centrados en la excreción; por esto Freud habla de
“fase anal”.
El siguiente estadio es la fase fálica, que se da entre los 3 y los 5 años; durante este
periodo se producen los célebres complejos de Edipo y de castración. Entre los 6 años y
la pubertad la libido se reprime y se priorizan el aprendizaje y el desarrollo cognitivo
(fase de latencia); finalmente, con la adolescencia llega la fase genital, que señala la
madurez sexual.
La psicopatología, más específicamente la neurosis, se entiende como el resultado de la
frustración de la satisfacción de las necesidades características de estos periodos del
desarrollo, o bien de la fijación psicológica total o parcial en uno de ellos a causa de un
exceso de gratificación durante la etapa crítica.
Artículo relacionado: "Las 5 etapas del desarrollo psicosexual de Sigmund Freud"
5. Modelo Estructural:
La teoría de personalidad de Freud fue propuesta en 1923 en el libro El Yo y el Ello. Como
el modelo genético, el estructural es particularmente conocido; en este caso se destaca
la separación de la mente en tres instancias que se desarrollan a lo largo de la infancia:
el Ello, el Yo y el Superyó. Los conflictos entre estas darían lugar a los síntomas
psicopatológicos.
La parte más básica de la mente es el Ello, compuesto por representaciones
inconscientes de las pulsiones relacionadas con la sexualidad y con la agresión, así como
por huellas mnémicas de las experiencias de gratificación de estos impulsos.
El Yo se concibe como un desarrollo del Ello. Esta estructura tiene un papel regulador en
la vida psicológica: evalúa los modos de satisfacer los impulsos teniendo en cuenta las
demandas del entorno, trabaja tanto con contenidos inconscientes como conscientes, y
es en esta parte de la mente donde ejercen los mecanismos de defensa.
Por último, el Superyó actúa como conciencia moral, censurando determinados
contenidos mentales, como supervisor del resto de instancias y como modelo de
conducta (es decir, supone una especie de “Yo ideal”). Esta estructura se forma a través
de la interiorización de las normas sociales, en la cual cumple un papel esencial el
complejo de Edipo.

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