Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
“Aliónushka e Ivánushka”
Ilustrado por Ivan Bilibin
Había una vez dos ancianos que tenían una hija y un hijo, llamados Aliónushka e
Ivánushka. Los ancianos murieron, los hijos se quedaron solos y echaron a andar por el
mundo. Cruzaron un prado y luego un vasto campo, e Ivánushka, el menor de los
hermanos, tuvo sed.
Siguieron caminando. El sol estaba alto, el pozo quedaba lejos, el calor apretaba y los
hermanos sudaban a mares. De pronto vieron un estanque. A su alrededor pastaban
unas vacas.
1
—Aliónushka, hermanita —dijo el niño—, voy a beber agua de este estanque.
El sol estaba alto, el pozo quedaba lejos, el calor apretaba y los hermanos sudaban a
mares. De pronto vieron un río. Junto al río andaba una tropilla de caballos.
El sol estaba alto, el pozo quedaba lejos, el calor apretaba y los hermanos sudaban a
mares. De pronto vieron un lago, al borde del lago pastaban unas cabras.
—Aliónushka, hermanita, no puedo más, voy a beber el agua del lago —dijo Ivánushka.
2
—No bebas, hermanito —le previno Aliónushka—, que te convertirás en un cabrito.
En cuanto hubo saciado su sed, el niño quedó convertido en un cabrito que saltaba
delante de Aliónushka balando:
—Be-e-e… Be-e-e…
Aliónushka le puso al cuello su cinturón de seda, y así lo condujo con ella, llorando
amargas lágrimas.
Un día el cabrito correteando a su antojo, se metió en los jardines del zar. Aliónushka
quiso atraparlo y fue tras él. Los criados los vieron y fueron a informar a su señor que
en los jardines había un cabrito y con él una muchacha muy hermosa.
Al zar tanto le agradó la muchacha que decidió casarse con ella. Al poco tiempo se
celebró la boda. Vivían felices, el cabrito correteaba por los jardines y compartía la
mesa del zar y su esposa.
Un día, mientras el zar estaba de caza, se presentó ante Aliónushka una hechicera, y sin
que la zarina lo notara, le echó un maleficio, de modo que la joven cayó enferma. Al día
siguiente, se presentó nuevamente la hechicera y preguntó a la zarina enferma:
—¿Quieres sanarte? No tienes más que ir al mar a la hora del crepúsculo y beber allí
agua.
Cuando atardeció, la zarina fue al mar. La hechicera se abalanzó sobre ella, le echó al
cuello una cuerda con una piedra y la arrojó a las aguas profundas. Aliónushka se fue al
fondo. El cabrito acudió detrás y se puso a llorar amargamente.
—¡Manda que degüellen al cabrito! ¡Estoy cansada de él, no quiero verlo más!
El zar no salía de su asombro ¿Cómo su esposa, que tanto amaba al animalito, pedía
ahora su muerte? Pero la malvada mujer tanto insistió en el asunto que acabó por
arrancarle al zar la autorización para degollar al cabrito.
La hechicera dispuso que los criados encendieran altas hogueras, calentaran agua en
grandes calderas y afilaran cuchillos largos.
—Antes de mi muerte, déjame que vaya hasta el mar a beber un poco de agua y a
lavarme las patitas.
El zar le permitió que fuera. El cabrito corrió hasta la orilla del mar, donde se puso a
llamar lastimeramente:
—Señor, antes de mi muerte, déjame que vaya hasta el mar a beber un poco de agua y a
lavarme las patitas.
El zar le permitió que fuera. El cabrito corrió hasta la orilla del mar, donde se puso a
llamar lastimeramente:
—Señor, antes de mi muerte, déjame que vaya hasta el mar a beber un poco de agua y a
lavarme las patitas.
El zar se lo permitió, pero fue detrás de él. Así llegó hasta la orilla del mar y oyó que el
animalito llamaba a su hermana:
El cabrito llamó nuevamente a su hermana con voz desgarradora, y esta vez Aliónushka
emergió a la superficie en medio de las olas. El zar se precipitó hacia ella, arrancó la
piedra de su cuello, la sacó de las aguas profundas y la llevó hacia la orilla. La muchacha
contó al zar todo lo sucedido. El cabrito se puso a retozar loco de alegría, dio tres
volteretas y se convirtió en el pequeño Ivánushka.
5
Cuando los tres regresaron a palacio, vieron cómo en los jardines reverdecían los
árboles y la hierba, las flores brotaban nuevamente.
El zar ordenó que quemaran a la hechicera en la misma hoguera que ella había
preparado para el cabrito.