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El otro héroe Cecilio Acosta

Autor: Andrés Eloy Burgos


Artículo publicado en la revista Memorias de Venezuela N.º 26, Junio-Julio 2012, pp. 60-62.

Nuestra historia nacional está poblada de heroicidades. La mayoría de ellas relacionadas con
acciones de caballos y lanzas, con sacrificios en calabozos y polvorines. Hoy no trataremos sobre esos
personajes infaltables en las efemérides belicistas de nuestro país, hablaremos de alguien a quien no le
hizo falta empuñar armas de fuego para elevarse a la estatura de héroe. Hablaremos de Cecilio Acosta.
Cómo nació y cómo vivió
Fue el mayor de cinco hijos del matrimonio entre Ignacio Acosta y Margarita Revette, nació el 1
de febrero de 1818 en el pueblo de San Diego de los Altos (hoy estado Miranda). Su familia no poseía
bienes de fortuna, sólo contaba con una casa modesta en una colina, lugar que fue para el pequeño
Cecilio el primer universo, el lugar que recordará con amor y al cual le compondrá, unos preciosos
versos, prueba del sentimiento de gratitud que tuvo siempre por su patria chica: Palomas bajen a picar
tu suelo, /que al lado esté de tu casita blanca, /Y a poco veas que su vuelo arranca/La turba inquieta
hacia el azul del cielo. De niño jugueteó alegre en su campo, se deleitó con los colores vistosos de las
mariposas, gozó los árboles, el río y como El Principito cuidó de las flores y disfrutó los amaneceres y
atardeceres. Fue un niño feliz a pesar de las carencias.
Cecilio Acosta fue un ejemplo de perseverancia
En 1828 cuando Cecilio Acosta contaba los diez años de edad, falleció su padre, y su madre
tuvo que asumir la difícil tarea de criar sola a sus hijos. Doña Margarita se ocupó de darles a sus
pequeños la formación necesaria para la vida, una educación en valores. Dada las dificultades que se
presentaron a la familia Acosta Revette, la señora Margarita acudió al auxilio del Párroco de San Diego
Mariano Fernández Fortique, para que diera a su hijo Cecilio las primeras lecciones escolares y lo
instruyera en la religión católica. Así pues, Cecilio Acosta adquirió desde temprana edad una disciplina
muy cercana a la de los monasterios, dedicado al estudio y al misterio de la fe. En 1831, por sugerencia
del padre Fernández Fortique, los Acosta Revette decidieron mudarse a Caracas y se establecieron en
una casa de la esquina de Velásquez. Ese año el joven Cecilio Acosta ingresó al Seminario de Santa
Rosa y se consagró al estudio de forma incansable. Tuvo que combatir con esfuerzo las afecciones de
su salud, era una persona enfermiza; si caía en cama por varios días, buscaba la forma de recuperar las
clases perdidas. En este sentido fue un ejemplo de perseverancia.
En él la honestidad estaba sobre todas las cosas
En 1840 abandonó el Seminario, pues descubrió que su vocación no era el sacerdocio, sino las
leyes y las letras; ese mismo año se inscribió en la Universidad de Caracas para estudiar la carrera de
Derecho, de la cual salió graduado en 1846. A pesar de este logro, la situación económica de su familia
siguió siendo difícil, no obstante prefirió lidiar con esas dificultades, antes que arrimarse a un político
poderoso que le sirviera migajas al precio de lo más valioso de su ser, que era la honestidad.
Para Cecilio Acosta solo un pueblo industrioso tiene libertad
Cecilio Acosta fue un hombre al que le tocó vivir tiempos de guerra, pero que decidió no
sumarse a ellas; al contrario, cultivó la paz en todo momento de su existencia. Pensemos un poco lo que
significó para él mantenerse al margen de eventos tan dramáticos como las revueltas campesinas que
estallaron a finales de los años treinta y se mantuvieron a lo largo de la década del cuarenta del siglo
XIX. Con su palabra buscó orientar al país hacia la mejora material y espiritual. Cecilio Acosta evitó al
máximo las confrontaciones políticas, las cuales se ventilaban en su mayoría por la prensa; en vez de
hacer polémicas o practicar insultos como muchos de sus contemporáneos, se empeñó en demostrar
que era posible una Venezuela próspera y educada donde el pueblo se liberara mediante el trabajo,
decía:
...que en el taller suene el martillo, que a la tierra abra el arado, que en el hogar se hable ventura, que
la paz sonría a todos, que la familia tenga holganza, que el sol no alumbre lágrimas, que la propiedad
no esté en zozobras, que la justicia no sea favor, que el favor no sea ley, que la ignorancia no sea
título, que la ciudadanía no sea burla, que la virtud y el saber no se encuentren sospechosos; he aquí
nuestro gran tema y he aquí nuestra gran república.
Don Cecilio se esmeró en ser en todo momento un buen ciudadano, es decir una persona útil a
la sociedad. Los mensajes que compartía con el resto de las personas a través de la prensa, buscaban la
formación de ciudadanos ejemplares que dieran los mejores aportes para el bienestar del país. Sus
escritos eran lecciones de convivencia, allí volcó sus sentimientos y los mejores productos de su
intelecto. Sus artículos dibujaban las posibles salidas a la situación de atraso económico y moral de
nuestro pueblo. Fue insistente en la idea de que el pueblo podía triunfar, formándose en oficios
provechosos destinados a la satisfacción de las necesidades materiales, por ello juzgó necesario el
fomento de trabajos como la agricultura, la herrería, la carpintería, entre otros. A propósito de esto
sostuvo que Sólo un pueblo industrioso tiene libertad...es decir, en palabras más actuales que: sólo un
pueblo trabajador tiene libertad.
Trabajo y estudio fueron prioridades en su vida
Lamentablemente sus consejos y proposiciones no fueron bien recibidos por los políticos del
momento, ellos le restaron importancia a los planteamientos del sabio don Cecilio porque este, no se
prestó nunca para situaciones que fueran en contra de la República. Mantuvo una lucha incansable para
que las cosas en Venezuela funcionaran adecuadamente; este hecho lo condenó a vivir apartado del
poder y sumergido en las carencias materiales. Pero esto, lejos de desanimarlo, lo convenció cada vez
más de la necesidad de transformar la realidad de manera pacífica, con trabajo y estudio.
Escribir...la pasión de Cecilio Acosta
Los primeros escritos que publicó, tienen fecha de 1846, cuando contaba los 28 años de edad y
aparecieron en los periódicos “La Época”, “El Federal” y “El Centinela de la Patria”. Escribir, fue para
Cecilio Acosta una pasión y una responsabilidad, donde cada palabra gozaba igualmente de sustancia y
belleza, si no lo crees, solo escucha este fragmento dedicado a la idea de unidad pregonada por el
Libertador: …Pero recuerda conmigo que él no cesó en recomendarnos las ventajas de la UNIÓN, que
si para entonces era personal, porque debía estar consubstanciada con su persona, para ahora ha de
ser real, porque ha de buscarse en la combinación y equilibrio de las instituciones. En suma, si en la
Colombia de Bolívar el alma era él, en la Colombia nuestra el alma ha de ser la federación, la cual no
es otra cosa (si el fin es conciliar la libertad y los gobiernos) que la unidad en la pluralidad y la
pluralidad en la unidad.
Fue un libro abierto para el pueblo
Una preocupación permanente en Cecilio Acosta fue el tema educativo, en uno de sus escritos
más conocidos, titulado Cosas sabidas y cosas por saberse del año 1856 dejó expresado con claridad
su pensamiento acerca de ello. Creía que no era posible avanzar con el sistema educativo que existía en
Venezuela; reclamaba cambios en la forma en que se educaban a los ciudadanos, decía en pocas
palabras que la universidad no formaba seres de provecho, sino personas que al poco tiempo quedaban
hambrientos por las calles, dado que no conseguían lugar donde ejercer lo aprendido, que la
universidad no atendía a las verdaderas necesidades del país. Confiaba en que se podía formar a todos
en oficios útiles, para dar bienestar a la sociedad. Que la educación que se requería para lograrlo, era la
educación primaria, para que los ciudadanos aprendieran a leer y escribir y por medio de ello siguieran
instruyéndose y desarrollando. Veía en los periódicos el instrumento para lograr educar a la mayoría;
que no los grandes libros, sino la hoja suelta de los diarios traían a todos la información fresca de los
adelantos científicos del momento; en este sentido consideró al periódico como “el libro del pueblo”.
Cecilio Acosta no rehusaba compartir sus conocimientos, cualquier persona que solicitara de él
una lección, la recibía con la candidez que siempre lo caracterizó. Él mismo fue un libro para el pueblo.
Un ser digno en lo más alto de la humanidad
Don Cecilio ejerció pocos cargos públicos; fue un académico notable, un político inusual (sin
ambiciones), un maestro como ninguno. Él fue un astro en torno al cual brillaron hombres como
Lisandro Alvarado, José Gil Fortoul y José Martí, entre otros. Fue la piedra en el zapato para un
corrupto como Antonio Guzmán Blanco. Él demostró que se podía dar mucho a la patria, aunque se
tuviera poco o nada en los bolsillos. Murió pobre en su casa de la esquina de Velásquez en Caracas el
año de 1881, rodeado de amigos y discípulos quienes costearon los gastos de su entierro. Él fue la voz
incesante de la dignidad, de las letras necesarias para la vida. Te invitamos seguir leyendo en el libro de
su heroica vida, las lecciones para alcanzar el escalón más alto de la humanidad.
Vocabulario:
Perseverancia: es llevar a cabo las acciones necesarias para alcanzar lo decidido, aunque disminuya la
motivación, o surjan problemas internos o externos.
Honestidad: es el respeto por uno mismo y por los demás, busca en todo momento lo recto, lo
razonable y lo justo, no pretende jamás aprovecharse de la confianza, la inocencia o la ignorancia de
los otros. La persona honesta sabe muy bien que la vida ofrece múltiples oportunidades para obtener
dinero, títulos, calificaciones en forma fraudulenta, pero prefiere ganarlos con honradez a pesar de que
este camino exige mayores esfuerzos.
Heroicidad: acciones que realizan los héroes.
Belicista: son aquellas cosas relacionadas con acciones de guerra.

Para seguir leyendo


 Oscar Sambrano Urdaneta. (1979). Cecilio Acosta. Vida y obra. Caracas: Ministerio de
Educación.
 (1961) La Doctrina Conservadora. Cecilio Acosta. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la
República, Colección Pensamiento Político Venezolano, Textos para su estudio.
 José Martí (2005). “Cecilio Acosta”. En: Nuestra América. Caracas: Biblioteca Ayacucho.

Hitos en la vida intelectual de Cecilio Acosta


 En 1846 escribe para los diarios La Época y El Federalista; y se desempeña como redactor de
El Centinela de la Patria.
 En enero de 1847 publica la serie de artículos titulados “Lo que debe entenderse por pueblo”.
 En 1848 egresa de la Universidad de Caracas con el título de Abogado
 El 8 de mayo de 1856 publica “Cosas sabidas y cosas por saberse”.
 En 1868 redactó el Código Penal venezolano.

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