Está en la página 1de 141

,¿

La división sexual del trabajo


Permanencia y cambio HELENA HIRATA
Helena Hirata, Daniele Kergoat, con/a colaboración de DANIELE KERGOAT
Mnrie-Hélene Zylberberg-Hocquard
con la colaboración de
Relaciones sociales de sexos y división sexual del trabajo son dos alocucio- MARIE-HÉLENE ZYLBERBERG-HOCQUARD
nes indisociables y que componen un sistema: es así como aparecen a lo largo de
esta obra, que quiere presentar la problemática de la división sexual del trabajo
tal como se elaboró en el GEDISST -Grupo de Estudios sobre la División Social
y Sexual del Trabajo- equipo de investigación creado en 1983, en el Centro Na-
cional de Investigación Científica (CNRS, Francia).
El enfoque adoptado aquí trata de tener en cuenta, simultáneamente, rela-
ciones sociales de sexos y de clases, cualquiera sea el campo de las prácticas es-
tudiadas.
Las cuatro partes de las que se compone el libro muestran que la problemá-
tica de la división sexual del trabajo interpela intensamente a los paradigmas
dominantes y puede contribuir a su renovación. Dar un estatus teórico a las ca-
tegorías de sexo y de trabajo en las ciencias humanas y sociales, puede trastocar
los enfoques dominantes en ténninos de conciliación de roles sexuados, en los
que se puede distinguir un cierto biologismo -y/o naturalismo- subyacente. En
esta obra tratamos de mostrar que la división sexual del trabajo es, por el con-
trario, una construcción social, por lo tanto histórica, y plantea la cuestión del
cambio: si finalmente pudieron realizarse cambios, éstos fueron a menudo el re, ;'

Perm~encia ~ cambio
sultado de modificaciones en las relaciones de fuerza entre los sexos, consecuen-
cias ellas mismas de movimientos sociales muy amplios.

Helena Hirata es jiiÓSfJja y socióloga, Daniele Kergoat sOcióloga y Marie-Hélene


Zylberberg-Hocquard lristoriadora. l.Jrs tres son docentes, investigadoras en el Gmpo de
Estudios so~ro la División Social y Sexual del Trabajo- GEDISST- del CNRS de Francia y
autoras de diversas pu~licaciones so~rt! t:ltema.

ASOCIAOÓN TRABAJO y SOCIEDAD (ARGENTINA)


ASOCIACIÓ~ TRABAJO YSOCIW \D- ARGENTINA CENTRO DE ESTUDIOS DE LA MUJER (CHILE) az;m
CE!\'TRO DE ESTUDIOS DEL\ \IL)ER - anu:
PimE DEL CONICET (ARGENTINA)
Ptme DEL Co\JCET . Alt{.t.:.TJM
El Progranw de In!ltStigaciontS
Económicas sobr~ Tecnología,
La división sexual del trabajo
TraiMjo y Empleo (PIElTE) del Permanencia y cambio
CONJCET de Argentina con-
centra su actividad en el estu-
dio sistémico de las interrela-
ciones generadas entre las in-
novaciones tecnológicas -de-
rivadas de la investigaoón
científica básica, sus aplica-
ciones, adaptación y transfe-
rencia- y las innovaciones or-
ganizacionales, y sus impac-
tos dentro de las empresas
productoras de bienes y de
servidos, como a nivel de la
economía en su conjunto. El
objetivo principal es el de
promover y facilitar una ges-
tión eficiente y competitiva
de las unidades de produc-
ción, así como adecuadas
condiciones para el uso y la
reproducción de la fuerza de
trabajo.

Trabajo y Sociedad es una aso-


ciación civil sin fines de lucro,
cuyos objetivos fundamenta-
les son promover el empleo,
la formación profesional y so-
cial y la realización de estu-
dios, investigaciones y publi-
caciones en materia de Cien-
cias Sociales del Trabajo
ASOCIACIÓN TRABAJO Y SOCIEDAD Helena Hirata
Colección Ciencias Sociales del Trabajo Daniele Kergoat
Condiciones y medio ambiente de trabajo en 15. Las estrategias de las empresas frente a con la colaboradón de
Argentina los recursos humanos. El posHaylorismo, Marie-Hélene Zylberberg-Hocquard
1. Aspectos teóricos y metodológicos FRAl'\J(,:O!S SrANKIEWICZ (coMv.), Bs. A~., 1991,
2. La situación por sectores específicos 326 pags.
3. Nuevas dimensiones de las CYMAT 16. Sindicalismo y sociedad. Problemas actua-
AUTORES VARIOS. Eo. HECTOR CORDONE, SrtV!A. les del sindicalismo en el mundo, GmRCES
K('J<WfTW, Esmr-R G!RAUDO YJuuo C. NEP- SVYROPOUI . OS, Bs.As., 1991, 305 pags.
f;'., th. /\~-- 1%7. 236 pclgS. 17. El empleo en el sector infonnal. Su inte-
4. Procesos de trabajo, nut·vas tecnologías in· gración a las estrudutas económicas, ]AC·
ÍDrmati.zadas y condidones y medio am- (Jl'FSCHAR.Ivll0;, Bs.As., 1992, 107 pags.
biente de trabajo en la Argentina, j11UO CE- 18, hmnadón profesional:Calificaciones y
SAV !\UTA, Hs. A~., 1988. 13(1 pa.gs dasifkadones proh:sionales. Su influen-
5. Tecnología y Trabajo, AUTORf) v.:,_RJo:o, Bs. cia en las relaciones de trabajo. La expe-
A::,_, 1980, 12li f-"'P riendJ. ftanceS,l, ANNETfE j'JllERT, FRAN<,:OIS
6. ¿Qué son las condiciones y medio ambien· EYRAUD, YVES LlCHTF..NBERGER, MICI-!ELE TA-
te de trabajo? Propuesta de una nueva I.lARD, CHRJSfiANE ROLLE, }l.ilJO CESAR NEF-
perspectiva, Juuo ÜSAR NEFFA, Bs. As., FA, Bs.As., 1992, 67 pags.
1988, 186 pags. 19. Envejecimiento y trabajo, AmO!NE LAVJLLE
7. Ergonomía y condiciones de trabajo, ALAfN (coMv.), Buenos Aires, 1993, 136 pags.
WISNER, Bs.As., 1988, 300 pags.
8. El cuerpo humano trabajando, Bs.As.,
1989, 63 pags.
20. Condiciones y medio ambiente de trabajo
y salud de los obreros de !a industria del
vidrio, ANA MARiA CATALANO, NoRA MEN·
La división sexual del trabajo
D!ZÁBAL YJuuo Ci~SAR NEFFA, Buenos Aires,
9. La teoría de la regulación Un análisis criti·
co, RoBERr BoYER, Bs.As., 1989, 178 pags. 1993, 304 pags. Permanencia y cambio
10. Trabajo y desgaste mental.. Una contribu· 21. Estadísticas sobre condiciones y medio
ción a la psicopatología del trabajo, CR!s. ambiente de trabajo, 5ERGE VOLKOFF,
TO!'HE DESJOURS, Bs.As., 1990, 242 pags. Bs.As., 1993, 230 pags.
11. El proceso de trabajo y la economía de 22. Nuevo paradigma productivo, flexibilidad
tiempo. Contribución al análisis critico de y respuestas sindicales en América Latina.
K. Marx, F. W. Taylor y H. Ford, Juuo G- na Reunión de la Red Franco-Latinoameri-
SAR NEFFA, Bs.As., 1990, Y!9 pags. cana ''Trabajo y Tecnologías'\ VARIOS Au·
12. Efectos de las nuevas tecnologías informa- TORES, Buenos Aires, 1994, 332 pags.
tizadas sobre la salud de los trabajadores, 23. Economía de las Convenciones, FRAN<;OIS
MARJO EPELMA!>!, DA.~lEL FoNTANA, ]uuo CÉ· EYMARD-DlNERNAY (COMP.), Buenos Aires,
SAR NEFFA, Bs.As., 1990, 140 pags. 1994, 321 pags.
13. Condiciones y medio ambiente de trabajo 24. Política y gestión de la investigación den·
(CYMAT). Manual de apoyo didáctico y tifica y tecnológica, VARIOS AurORfS, Bu e·
guía para la capacitación, EsTHER G!RAt.JDO· nos Aires, 1994, 245 pag.
GRUPO l'YMAT-UTN GRAL. PACHECO-].C- 25. Made in France. Cómo enfrentar los desa·
.NEFFA, Bs.As.,1990,154 pags. fíos de la competitividad industrial BENJA·
14. El método del árbol de causas MLJ-.J CoRJAT Y DoMW!QUE TADDÉ~ Buenos ASOCIACIÓN TRABAJO YSocrEDAD (ARGENTINA)
(para analizar los accidentes de trabajo en Aires, 1995,467 pags.
vistas a su prevención), RoBERT V!LLAlTE,
26. Teoría de la regulación: estado de los co-
(ENTRO DE ESTUDIOS DE LA MUJER (C!l!LE) c:l2ml
Bs. A>., 1990, 200 pags.
nocimientos, ROBERT &WER E YVES SAJLL'I.l\0
(cooRD.), Buenos Aires, 1996, 212 pags.
PIETTE del (ONICET (ARGENfiNA)
In dice

I_)resentación ...................................................................................... 5

Introducción ...................................................................................... 7

Primera Parte
Concepto de trabajo, división sexual del trabajo y relaciones
sociales de sexo (o relaciones de género)

M Por nna Sociología de las relaciones sociales. Del análisis


crítico de las categorías dominantes a l.ma nueva
Supervisión técnica: Julio César Neffa conceptualización - Daniele Kergoat ......................................... 15
Traducción: Noemí Habicht 00 A propósito de las relaciones sociales de sexo -
Alicia Rozas Daniele Kergoat ............................................................................ 31
Corrección: Graciela Torrecillas 00 División sexual e internacional del trabajo- Helena Hírata .... .41
Diseño y diagramación: Irene Brousse
Cuidado de la edició.;: Héctor Cordone !lt! Relaciones sociales de sexo y división del trabajo.
Irene Brousse Contribución a la discusión sobre el concepto de trabajo-
Helena Hirata ............................................................................... 53
Bibliografía de la Primera Parte .................................................... 65

Segunda Parte
Género, clases y movimientos sociales
©Asociación Irabajo y Sociedad
Hecho el depósito que marca la ley 11.723 !!1 La clase obrera tiene dos sexos - Helena Hirata y
Prohibida la reproducción total o parcial en cualquier forma Danii:le Kergoat ............................................................................. 77
I.S.B.N. 987-95170-2-4
!illl La enfermera coordinada - Daniéle Kergoat ............................. 87
Impreso en Argentina, julio de 1997
Bibliografía de la Segunda Parte ................................................. 104
Tercera Parte
Tecnologías, calificación y división sexual del trabajo Presentación
m Divis~ón inte~nacional del trabajo y taylorismo. Brasil,
Francm Y Japon- Helena Hirata El Programa de Investigaciones Económicas sobre Tecnolo-
-- ---------------------------------------------.109
@.Nuevas tecnologías ' calificacio'I1 .. , sexua1
y d'lVlSIOn gía, Trabajo y Empleo (PIE1TE del CONICET) y la Asociación civil
· e
del trabajo - Helena Hirata Trabajo y Sociedad, junto con otros organismos de i:nvestiga-
- ······--···································--···········127 cíón, realizaron en 1995 un seminario intensivo de investigación
W Las ausentes de la historia - Danii:le Kergoat .......... -. ............. 139 sobre La división social y sexual del trabajo, a cargo de la Dra. He-
Bibliografía de la Tercera Parte········· .......................................... 151 lena Hirata. El mismo permitió actualizar los conocimientos de
quienes nos interesamos por la problemática del trabajo de las
mujeres y de la relación "trabajo y género". Allí también sepa-
Cuarta Parte só revista a la bibliografía más relevante sobre el tema discrimi-
Confrontaciones interdisciplinarias sobre nación, visto desde la perspectiva de la división del trabajo y to-
la división sexual del trabajo nwndo en consideración la experiencia internacionaL
El Grupo de Estudios sobre la División Social y Sexual del
mRelaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo - Trabajo (GED!SST), organismo vinculado al Centro Nacional de
Helena rúrata y Danii!le Kergoat. ......................... . Investigación Científica (CNRS, Francia), dirigido en ese momen-
m Historia y división sexual del trabajo. La obr~~~-~··············159 to por la Dra. Hirata, constituye un estímulo intelectual y un
Mane-He/ene Zylberberg-Hocquard ejemplo para las y los investigadores sobre género en Francia y
00 Cuerpos femeninos en el espejo d~·¡~--~~~-~~;~ :······ .. ·········· 207 en los distintos países de América Latina. Es un grupo estable
de investigadoras, que ha trabajado sobre este tema por largo
Marie-Heli!ne Zylberberg-Hocquard ... tiempo, que se ha beneficiado permanentemente de la discusión
00 Libertad e igualdad. Libertad0
igu~id;d·~···························· 225 colectiva y de una reflexión acun1ulativa.
Man·e-Helene Zylberberg-Hocquard .... La novedad del enfoque, la calidad de los miembros del GE-
Bibliografía de la Cuarta Parte ...................................... 247
··················································· 270 DISST, la riqueza del debate plantean la necesidad de continuar
con la reflexión y nos llevó a programar esta publicación en con-
junto con el Centro de Estudios de la Mujer (CEM) de Santiago de
Chile. La misma es el resultado de una compilación realizada
cuidadosamente por Helena Hirata y Daniele Kergoat, y de un
meritorio esfuerzo de traducción encmnendado a las Profs. Ali-
cia Rozas y Noemí Sager que pone al alcance del público de ha-
bla castellana las investigaciones realizadas por las autoras a
partir de 1983.
Los temas de trabajo y empleo son de gran importancia para
la comprensión de los mecanismos que construyen y reprodu-
6

cen la~ jerarquías de género, así como para el cambio de estas je-
rarqmas, para devar los grados de autonomía y para el ejercicio Introducción
de la cmdadama de las mujeres.
Dentro del mercado de trabajo la situación no es homogénea
s~?un los sex~s, smo todo lo contrario: las tasas de desocupa- Relaciones sociales de sexos y división sexual del trabajo son
CJon de las muJeres son mucho más elevadas que las de los hom- dos alocuciones indisociables y que componen un sistema: es así
bres, sus s.ueldos. y salarios promedio son inferiores a pesar de corno aparecen a lo largo de esta obra, que quiere presentar la
que esas diferencias no se encuentren justificadas por la falta de problemática de la división sexual del trabajo tal como se
e~ucación, de .experiencia o de competencias profesionales. Se- elaboró en el GEDISST -Grupo de Estudio Social y Sexual del
g:l.n Hel_ena Hnah~ y Daniele Kergoat, este fenómeno no se po- Trabajo- equipo de investigación creado en 1983, en el Centro
du. exphcar recurnendn sól.o a la ciencia económica. Nacional de Investigación Científica (CNRS, Francia).
P~)r otra parte, los eshAdios del GED!SST hablan puesto en evi- El enfoque adoptado aquí trata de tener en cuenta,
denoa !a coexistencia de dos procesos diferentes pero comple- simultáneamente, relaciones sociales de sexos y de clases,
mentanos, que afecta.n a lds rnujeres: la explotación en el ámbi- cualquiera sea el campo de las prácticas estudiadas. Esta
to económico y la dominación en el ámbito doméstico. Dentro postura problemática nos coloca en una relación de
de las empresas esas dos situaciones se acumulan dando corno interioridad/ exterioridad con respecto a la Sociología del
resultado una división sexual y social del trabajo que opera en trabajo. En efecto, la Sociología del trabajo francesa, aunque
detnment? de las mujeres. El enfoque del GEDISST permite tras- totalmente basada en el paradigma de la división del trabajo, lo
cender la 1dea de complernentariedad entre los sexos y captar ignora cuando se trata de división sexual (para no decir nada
meJOr la complejidad de los fenómenos que organizan el mun- del trabajo doméstico), lo que le resulta tanto más fácil en
do del trabajo y de los cambios que se observan en la economía cuanto permanece encerrada en la empresa. Para nosotros, este
y en la sociedad en su conjunto. "olvido" explica, en parte, la crisis que atraviesa actualmente.
. La im~ortancia de estas hipótesis y sus implicancias para la Las modificaciones tecnológicas, es verdad, interrogan y
VIda econom1ca, social y fan1iliar han suscitado actualmente nu- proveen puntos de anclaje para comprender el cambio; a lo que
merosos y apasionados debates en Argentina y en Chile. Con el se agregan, con el aumento de la desocupación masi'la, de la
propósito d~ alimentar estas polémicas con estudios e investiga- precariedad y de las formas de exclusión, una serie de
CIOnes Clenl!flcas, el Centro de Estudios de la Mujer de Santiago interrogaciones sobre el trabajo y su sentido, sobre la crisis del
de Chile, el PIEITE y la Asociación Trabajo y Sociedad de Argen- sindicalismo y sobre una nueva definición posible y deseable
tma suman sus esfuerzos y recursos para editar el libro y difun- del tiempo de trabajo (reducción o reparto del trabajo [partage]),
dirlo ampliamente. aunque hoy la referencia al "ocio" parezca haber desaparecido.
Ahora bien, las "escuelas" francesas de Sociología del trabajo,
ante los cambios considerables que tuvieron lugar, y que
Ximena Díaz Julio César Neffa continúan, tanto en la esfera del trabajo corno en la sociedad
Directora Director entera, ignoran la existencia de seres sexuados y no toman en
Centro de Estudios de la Mujer deJ CONICET
PIEITE cuenta, en el mejor de los casos, más que los fenómenos de
Santiago de Chile Argentina dominación.
8
9

Fuera de la Sociología del trabajo, se ofrecen otros terrenos niños como de las niñas ... Recurrir a la historia, sin tornarla un
de reflexión. Se pueden así criticar, a partir de la problemática
instrumento, autoriza igualmente un progreso de nuestra
desarrollada aquí, ciertos enfoques económicos de la cuestión
reflexión en dos campos: la epistemología permite cuestionar el
(teorí~ de la seg:nentación o del ejército industrial de reserva, enfoque del estudioso frente a una realidad compleja que él
por e¡emplo). Se puede también indicar el interés de los
perturba y al mismo tiempo aclara; por otra parte, el e~ tu dio del
enfo~~e·s~ no-sociológicos que permiten enriquecer el análisis de trabajo asalariado femenino en el siglo XIX permtte captar
la diVISlOn sexual del trabajo y de las relaciones sociales de
1nejor, en la mutación y en la crisis, la existencia de una relación
sexos, en especial la de la Psicopatología 0 de la Psicodinámlca
del trabajo. social. La historia de lo universal., es decir en realidad, el
discurso n1asculino sobre un mundo de varones, concibiendo a
.... _L:
problemática de la división sexual del trabajo se presenta la ciencia como "neutra", se reemplaza por una historia que se
dtJUI conw un Tnarco tconco alternativo al ofrecido en térm.inos declara "mixta". Se asiste efectivamente a un tomar en
de compl.t:Inentariedad entre l(;s .sexos"
/l
consideración a las Inujeres; en primer lugar, en la construcción
La idea de una "compk"mentariedad entre los sexos" 0 d.~ del discurso existen de ahora en adelante ciertos . pasajes
un.a "conclliación de los roles" puede tomar diversas forrrLas~ obJjgados, ciertas expresiones forzosas: por eje1nplo, una de las
BaJO la forma de una "especialización de los roles sexuales", está conquistas de la Revolución de 1848, el sufragio universal, debe
presente desde hace largo tiempo en la sociología. Más ser calificado de aquí en m.ás como masculino.
r:Cienten:~nte, se desarrolló bajo la forma de una conciliación ¿Esta sexualización de la historia produjo solamente un
VIda familiar /vida profesional. El último en surgir, desde este cambio superficial? ¿El pasaje de una moda en el campo
modo. de explicaci~n. ~e la división sexual del trabajo, es el histórico, o respuesta obligada a una interpelación de un
paradiglll~, de aso~mcwn (partenariat), es decir un "principio de movimiento feminista que habría experimentado un
asocmcwn (prmczpe de partenariat) entre varones y mujeres, renacimiento? Por otra parte, el surgimiento de lo femenino en
mencwnado en l~s mformes preparatorios de la ONU para la el estudio del pasado ¿fue ocasión de profundos cambios en
cuarta Confer,enCia Mun~ial de las Mujeres en Pckin (1995). nuestra comprensión de los procesos históricos? No sólo los ojos
Pensadas en termmos de lazo social'', las relaciones sociales se del historiador dejaron de estar ciegos ante una mitad de la
consideran aquí desde el ángulo de una presunta igualdad entre humanidad, sino que su representación de los fenómenos
los sexos.
sociales se habría modificado en consecuencia.
, La problem~tica de la división sexual del trabajo in1plica la Si bien es siempre necesaria una vigilancia en este campo, la
relacwn soc1al en oposición al simple "vínculo social": se trata cuestión ya no es tanto si es posible una historia de las mujeres,
de un. P.~nsamiento en términos de antagonismo, de porque las mujeres son objetos de la historia, cesaron de
contradicoon, de relaciones de poder entre los sexos. Desde el depender de las leyes inmutables de la naturaleza para
comie::zo las relaciones de sexo y las relaciones de clase, la convertirse en individuos sociales, en seres de cultura. El
opreswn Y la explotación se consideran indisociables. problema hoy no es tanto el de hacer una historia específica,
Ah:mamos, en efecto, que entre los sexos existen relaciones sino el de superarla, a fin de modificar realmente la
soCial~s Y que éstas evolucionan; hoy vivimos algunas de estas comprensión del pasado.
mutacwnes: las. que afectan a la nupcialidad y a la natalidad, el
El trabajo es un campo que se presta particularmente a una
lugar de las mu¡eres en el mundo del trabajo, la educación de los
demostración sobre la evolución pasada y deseable de una
1o
11

historia sexuada y a la puesta en relieve de las relaciones


sociales de sexos. A la vez, porque en el siglo XIX las mujeres La tercera par te, "Tecnologías ' caWicación
'' y· división sexual
¡ b del
·
que entran en el taller, en la fábrica, luego en la oficina, lo hacen b . " alude a la división sexual en el umverso de tra aJO
por primera vez sin ambages al lado de los varones; y porque la tra a;o_' la inserción diferencial de las muJeres en el
contradicción entre el alegato acerca de los roles respectivos de profeswndal ytraba¡·o Taylorismo y fordismo, especialización
Proceso e · . , 'd do la
los dos sexos, la codificación estricta y condicionante que define ible "modelo" japonés se examman aqUl consi eran ,
a la organización social por una parte, y la realidad cotidiana flex . y
dtmensiOn sex uada·' lo que lleva a cuestionar profundamente
1 t los
por otra, jamás ha sido tan fuerte; los contemporáneos tienen paradigmas de organización indu~trial, que genera mene son
conciencia de esto. gender blinded (ciegos respecto al genero). . . . . .
La presentación de las rupturas y de las permanencias de la Por último, la cuarta parte, "Confrontaciones mterdzsczplznarzas
división sexual del trabajo en la historia conduciría, si sobre la división sexual del trabajo", muestra los apo~t~s. (~eales y
. t ales) y los límites de los intercambiOs entre JSC!p mas, a
vJr ~r del análisis de las diferencias y de las divergencias sobre
contpletara por si sola un análísis sociológico, a una visión
etnocéntrica dt' las sociales de sexo~. A eJla se debe
agregar un estudio a partir de cmnparacione.s internaci.onales.
En efecto, numerosos estudios de caso muestran una extre1na
r: ;ivisión sexual del trabajo, en especial aquellas entre
sociología, historia y psicopatología del traba¡o.
variabilidad en la organización del trabajo, la gestión de la Estas cuatro partes, en su conjunto, mues~ra~ que la
mano de obra y las formas de empleos según los sexos. Sin blemática de la división sexual del traba¡o mterpela
embargo, sigue planteando problemas una constatación r:t~nsamente a los paradigmas dominantes y puede_ contnbmr
permanente: la persistencia, a pesar de esta diversidad, de la novación: dar tm esta tus teórico a 1:1.s categonas de sexo
división sexual del trabajo, en países muy contrastantes por su
desarrollo económico, tecnológico e institucional.
~ ~~ ~;abajo en las ciencias humanas y sociales,. p¡· ue~e t:s~~~:~
Jos en oques dom¡.nantes en términos de
f . conCI . IaCIb' n¡ e·
Esta obra consta de cuatro partes: dos en Jos que se puede distingmr un Cierto lO og¡sm0 -
La primera parte, "Concepto de trabajo, división sexual del
s~x:;atu;alismo- subyacente. En esta obra tratamos de ~ostrar
y 1
q ue a lVlSIOn S exual del traba¡·o es, por el contrano,
d' . " J una
f"
trabajo y relaciones sociales de sexo (o de género)" explicita y define
construccmn" socia . l, por lo tanto histórica,. y plantea b' a cues' Jon
t
la problemática, la metodología, los campos y las herramientas
d 1 b . . . finalmente pudieron realizarse cam lOS, es os
de análisis a partir de los conceptos de "trabajo", "división del e cam 10. s1 d'f' · n las
trabajo", ndivisión sexual", nrelaciones sociales" y nrelaciones fueron a menu d o el resultado de mo 1 Icaciones . 11 e . mas
sociales de sexo". relaciones de fuerza entre los sexos,_consecuencras e as rms
de movimientos sociales muy amplios.
La segunda parte, "Género, clases y movimientos sociales"
considera la dinámica introducida en los movimientos sociales
por el entrecruzamiento de las relaciones sociales de sexo (o Helena Hirata,
género) y las relaciones sociales de clase, y trata de pensar las Danie!e Kergoat
condiciones en que emerge -a través de las luchas- un nuevo Marie-Hélene Zylberberg-Hocquard
paradigma del trabajo y una nueva figura salarial, esta vez
sexuada.
París, noviembre de 1995
PRIMERA PARTE

Concepto de trabajo, división sexual del


trabajo y relaciones sociales de sexo
(o relaciones de género)
Por una Sociología de las
relaciones sociales
Del análisis crítico de las categorías dominantes
a una nueva conceptualización·
DANIÉLE KERGOAT

l. Articular la producción y la reproducción

l. Articular la producción y la reproducción, en el seno de


una problemática coherente, constituye una auténtica necesidad
para mí. Necesidad que ha ido imponiéndose a medida que
avanzaba en mi primer campo de investigación: la génesis de las
reivindicaciones obreras.
Conviene señalar, por otra parte, que este esfuerzo de articu-
lación es igualmente necesario tanto si se estudian Jos varones
como las mujeres. Así, se han observado enormes diferencias en
los umbrales de combatividad -modalidad e intensidad- a par-
tir de posiciones análogas en la estructura productiva (obreros
inmigrantes, sin calificación, de la misma nacionalidad, de la
misma categoría de edad, en los mismos puestos de trabajo). Es-
tas diferencias sólo adquirían sentido si se abandonaba el esque-
ma pavloviano, según el cual la combatividad sería una respues-
ta (mediatizada por el grado de conciencia o no) a las condicio-
nes de explotación, para sustituirlo por un razonamiento en tér-
minos de prácticas sociales, es decir, de un conjunto coherente
(pero no necesariamente candente) de comportamientos y acti-
tudes identificables en el conjunto de la vida cotidiana (conjun-
to que adquiere coherencia en virtud de las relaciones sociales:
*Capítulo tomado de: BoRDERÍAS, Cristina et alii, Lns mujeres y el trabajo: rupturas
conceptuales, Barcelona Icaria: Fuhem, 1994, ps. 71-85 (Economía crítica; 11)
Publicado originalmente in: Le sexe du travail, P.U.G. Grenoble, 19PA.
16
J. Cowzptu dr trdh,¡j\l, división sextwl de! traba¡·o y relaciones scoc,'ie< d .
. · · · " ,. e sexo f\>r Hna Sociología de las relaciones sociales· Dani€le Kergoat 17
volveré sobre ello luego) E 1 .
entre traba)· adoras y t b. nde cas? antes citado, la diferencia cuando no los intereses en conflicto, de los grupos que compo-
. ' ra aJa ores m1nig d d b'
Ciertamente por el lado d . ra os e Ia buscarse nen la clase obrera: jóvenes/viejos, trabajadores estables/preca-
1
c.ión con el país de orige ~ os proyectos de futuro y la vincula- rios, obreros calificados/no calificados, etc. Sin e1nbargo, curio-
n , esto es con el as t .
Dentro del mismo plant . . ' · pec o reproductJvo. samente estos análisis se refieren a una clase de sexo unívoco: la
' eam1ento el univ d. .
sensu pronto nos paree¡" t t [ ' . erso pro uchvo strictu de los hmnbres. Las mujeres sólo aparecen citadas como catego-
· o o a mente mcap d .
az e exp 1Icar las di-
ferencias de combativid! d b
ra de las fábricas de un I;. o servabl~::-s entre la población obre-
te muy próximas entres~ Ipsrrto grupo mdustrial, geográficamen-
ría de mano de obra o de la fuerza de trabajo, pero muy raras ve-
ces como adoras sociales. Si se me permite utilizar un símil, di-
. L ara comprender .., d'f . ría que los conceptos masculinos han actuado como un retrovi-
preciSo un análisis previ 0 d 1 . esas I erenCias, era sor: sólo se ha percibido el entorno a través de éste y las muje-
·
VIVa en el vaJJe y dt' 11_ 1._. . . e a comuwdad · ob 'd
rera, entt ad muy
. , - -' d.I111 1Ja, LJUl' const"t -._ 1 . . res han quedado relegadas en cierto modo en el "ángulo muer-
.la umdad de ex¡)lot-,,·¡·,·,,1 ·J. J f . I uu a mismo helnpo to" del vehículo sociológico y por tanto no son visibles3. Todo se
. · - ' - ' "- P a ucrza d t f · 2 · •
lugar .
dt::· aprend
-
-~-_11·,,- }' ,j t'.. CjCfCJCJO
1·,,,e . . . . ..
d 1e ra,·)í:1Jo ·y· tambu:m un dc:-;arrolla por tanto como si, en el plano de los discursos . socio-
donlinación .Patron-11 L b . . e a resistenCia frente a la 16gico y político, la relación capital/trabajo sólo crease clases
' · a com ahv1dad p · · ·
a nivel de cada familia . arecra existir, en efecto m.asculinas o, más exactamente, como si para efectuar el paso
Y encarnarse de 1na - · ·. . '
en uno u otro miembro de.! ru o .. ner~ casi U1diferente del estudio de rma relación social al de un grupo social fuese
bajo asalariado que coda gl p famiitar, segun el lugar de tra- preciso escamotear toda una dimensión sexual.
cua ocupase.
No cabe duda de que este silencio es una emanación de la
2. En el caso de las obreras la nec . ideología de los dominantes. Pero hay algo más. En efecto, pen-
simultáneamente la prod . , ' (. 1 esidad de tener en cuenta sándolo bien, aún después de volverse visibles a sus propios
. uccwn y a reprod u . ,
misma naturaleza resulta , , . ccwn, arn1que de la ojos, las mujeres obreras parecen seguir siendo totalmente ina-
. ., , aun mas 1.n1perios , 1 . .
condiciOn previa para 1, . .b . .d · a, a consh.tmr una similables dentro de la conceptualización epistemológica clási-
- ,, vzsz z11 ad de su g . .
como objeto sociológic rupo, su constitución ca de la Sociología del trabajo; más exactamente, ésta no permi-
. o, por un lado y par 1 .b. .
anahzarlo por otro M . ._ ' a a pos1 11Idad de te hablar, de hecho, de las obreras, a menos que se disocie su sta-
' · e exp11care.
tus de reproductoras de su status de productoras. No es posible
Posiblemente no sea un
sobre los obreros o la clase ~zar ~ue la abundante bibliografía autonomizar, por tanto, el estudio del grupo obrero femenino,
do sabe... ), escasee sorprenSei~;;~1 ~sexuada C01no todo el mun- puesto que los instrmnentos de análisis, totalmente dicotómi-
Desde hace diez años, sobre todo d:nte en el ca~o de_ las obreras.
cos, en ningún caso pueden dar cuenta de la coherencia (vivida
han multiplicado los análisi. , sde que se mJCIO la cnsis, se en términos concretos) de las prácticas sociales.
-- . s que ponen de reheve la diversidad, Para conseguirlo ha sido preciso que un movimiento social
1 Para un análisis exhaustivo de este cas) . D impusiera las categorías de sexo como una variable social y, por
2 Se . _ . t' vease · Kergoat 1971
tanto, sociológicamente abordable, pusiera en duda la alteridad
trataba de un mdustria(text"l). 1 Imp l antada desde h .- ,
·
,.
va JI e Y con fuertes rasgos patern 1. t D ' · aoa mas d(~ un siglo en el de los órdenes productivos, y se interrogara sobre la acepción
¡ ¡ .. · a 1s as. urante m u h ,.
os u¡os de un obrero empleado I· e o lempo, se exigió que tradicional del concepto trabajo, Sólo en la estela del feminismo,
bajo pena de despido para el p edn <~ el_mpre_:~ también fuesen a trabajar allí
sa. ¡anos · en una misma fa T a re.. a pohtlca patrona ¡ es agrupar varios'
ffil ta, asJ no pesa tant 0 1
t ex t l.l) . ¡·;ste caso se analiza en . . 3 Pa~;-ilustrar este punto basta fijarse en la obra de Georges Friedmann, 1956. El
DK · a mtsena (un obrero
· ergoat, 1978. estudio de los talleres taylorizados no tiene en cuenta en ningún momento el
hecho de que los trabajadores afectados son ... trabajadoras.
18
LConcvp!ll d¡-· trcil;aju, dm_,ión se>. tul del trabajo y relaciones sociales de sexo
f\ 1r una Sociología de las relaciones sociales - Daniele Kergoat 19

gracias al replanteamie t .
puesto4, empezó a ser ~s~1:p~sten1ol??ico que éste se ha ün- la:; obreras constituyen un terreno abonado en este sentido, al
ciales de las obreras. p la reflexwn sobre las prácticas so- encontrarse doblemente circunscritas, en las relaciones de pro-
ducción y en las relaciones de reproducción ... ).

H. El razonamiento en términos de relaciones sociales (con su


D 1 rf ¡ ''
~ a a Jcu_ aCI?n producción/reproducción al plantea- corolario: las prácticas sociales) contradice precisamente esta
mJento en lermmos de relaciones sociales concepción estática de la estructura social6. Relación significa,
en efecto, contradicción, antagonismo, lucha por el poder, resis-
tencia a considerar que Jos sistemas dominantes (capitalismo,
Si bien esta articulación produc . ,
· · · cwn/reproduc · · patriarcado) son totalmente determinantes y que las prácticas
na, sm embarg-ro dist·t nl ·h d _
.U< o
.
e ser st f · t
oon es necesa-
.. '
nar adeJnás en términos d-- . 1 .. ·_ ,_ 1 _Icten e: es preciso raza- sociales sólo reflejan estas determinaciones. En resumen, lo im-
tiende, . e te ac::)nes socwies. Esto ya se sobn.:'f'n- portante de la noción de relación social -definida por el antago-
St a JX's·u de t i · .- · nbJno entre grupos sociales- es la dinámica que reintrodU.ce, lo
marcarlo es ¡)on¡ve h.s . l· b - '~ - oc o Jn;>Isro f'n re-
.d , '·- pd a ras no <son nertn. ¡- . cual equivale a situar en el centro del análisis la contradicción,
1 eas son tenaces y es fác'l d ··1-- , , - { ( s, as anbguas
1 entre los cam
(prod ucción, reproducción) y es rzarse ~
t • · el antagonismo entre grupos sociales y el hecho de que sin du-
1 1 · pos eoncos
familia) donde tiene lugar l~sdi ug~~es concretos (la fábrica, la da se trata de una contradicción viva, perpetuamente en vías de
clases, entre sexos). VIswn socral del trabajo (entre modificación, de recreación.
Desarrollemos, sin embargo, este razonamiento hasta el fi-
A mi juicio, empero, para co d 1 ~ . naL El propósito de articular la producción y la reproducción
de tal o cual categoría de . mpren er as practicas sociales
basta con estudiar simult~UJeres, en este ca_s? de las obreras, no significa para mí trabajar simultáneamente con dos conjuntos de
este modo de proceder seane~~ente la famJlra y la fábrica. Con relaciones sociales, relaciones de sexo y relaciones de clase, que
pero no se abre ningu~a ~ec ~ Ican Ciertos errores metodológicoss designaremos respectivamente como opresión y explotación.
donünantes. Para convenc rec ba en la coraza de las ideologías La formulación no es anodina: implica, entre otras cosas, la
erse asta observar e- ~
mos años, la Sociología del traba" oh . omo, .en1os ulti- negativa a establecer w1a jerarquía entre esas relaciones socia-
echar un vistazo a la vertiente de
políticas industriales sin e
¡
absalido de la fabnca para
t o ur ano, del consumo, de las
les; para mí no existe un frente principal ni un enemigo principal.
Una relación social no puede estar más viva que otra; existe o no
, . ··· ncon rar sm embargo . .
mas mUJeres que antes. ' en apanencia, existe.
El deslizamiento de un terreno a . Este planteamiento no deja de entrañar alguna recaída en las
riesgo: el de inrnovilizar las rela . o:ro e~cierra, además, otro teorizaciones comúnmente aceptadas con relación al ámbito del
dado, privilegiando por tanto ~wn~:. s.ocrale~ en un momento trabajo. Más adelante volveré sobre ello, pero por el momento
nistas, donde el sistema se autorr:na ISIS :n~ tenntnos determi- quisiera ilustrar el enfoque propuesto a través de dos series de
condicionado sólo por su . producma hasta el infinito, resultados, una referida a las obreras y la otra a los obreros.
;¡--- . s rmperahvos de creación de valor (y
En un numero especial de Socio/o ie S ., ', .
balance de este replanteamiento ep·'~t el 1-o~tete:o, 1981, se mtent6 hacer un ¿;-Concepción perfectamente ejemplificada en las clasificaciones socio~
5 , ._ Js emo ogtco. profesionales, representación petrificada e ideológica de la estructura social,
Segun la expreswn utilizada por Christine Del p h y, 1977. que en ningún caso puede interpretarse como representación conaeta de las
clases sociales.
20
l. Cuwvpto Lk !r,Jbaw divl~ión sexual del trabajo y relaciones sociales de sexo
PN una Sociología de las relaciones sociales - Daniele Kergoat 21

m. El planteamiento puesto a prueba, dos ejemplos.


o esta calificación de las mujeres, al no adquirirse por canales
institucionales reconocidos, puede ser negada por los em-
l. El ejemplo de la calíficación/ formación d , , b . pleadores; cabe señalar de paso que la calificación masculina
tra n1uy bien el esfuer d d e 1as o reras Ilus- también depende de las relaciones capital/ trabajo y que la
, zo e esconstrucció ¡
que exige este planteamie t . 1 h, h n reconstrucción
patronal siempre intenta negarla, pero lo específico en el ca-
n o. e ec o de que la . b
ras ocupen los lugares más ba·os s muJeres o re- so de las mujeres es que el no reconocimiento de las califica-
nes se debería ante tod J 1 en la ~sca1a de las clasificado-
' o, a que a maq · ciones que se les exigen (destreza, minuciosidad, rapidez,
parado mal y en segu d umana escolar las ha pre-
' n
bj emas de calificación Este 1°
ugar a
'¡ d.
que luchan 1
. poco por os pro-
etc.) aparece socialmente legitimado, puesto que estas cuali-
. ., · es e Iscurso de los · dades se consideran innatas y no adquiridas, hechos natura-
soc!ologo~ en torno _ . . economistas y
. -· ' ·· <11 rua1 coinciden a grand . , . les y no culturales;
gmt:rda y 1a derecha. es rasgos 1a IZ-
* y las obreras rnismas interiorizan esta banalización de su ca-
Por nuestra narte -,--J .. lificación y a veces incluso la desvalorización de su trabajo,
r" --, n.t_ 1azamos corno hlsa t f'
ncs y sus consecuencias,,_sc•u,·l·n
-h
¡-dS-. CUd
- . ¡es: ' ses as a Irmacio- puesto que al haber adquirido sus habilidades fuera de los
• bastaría reformar el aparato de form . , . canales institucionales de calificación y siempre referidas a la
las vías masculinas p .. 1 acwn/ abnr el acceso a esfera de lo privado, su adquisición les parece individual y
ran la posibilidad deorde¡emp o, para que las mujeres tuvie- no colectiva.
a gu1nr una formac·' .
• mercial.izab1e a buen precio en el mercado l~ob::~renorf ca- Nuestro razonamiento supone, por tanto, invertir los térmi-
bastaría que las m u· f , nos de la problemática tradicional de la calificación/ formación
tancia de la califica~~~~s e~el:e~e'J:.~:ó~,~~;7::~/~e:
impor- y poner en entredicho la eficacia de las soluciones políticas pro-
que luchasen .. , y ganasen batallas t ra a¡o para puestas:
en es e terreno.
Frente a este razonamiento en té . • al destacar la globalidad del sistema en el cual se hallan in-
de voluntarismo (o de concientizaci:mos de desigualdades y mersas las obreras, la inseparabilidad de los elementos de la
m o), proponemos la siguiente argume~t~~~~~e:~ ; ser l~ rr;¡s- producción y la reproducción, así como la espiral a través de
Cir que las mujeres obreras oseen :, ugar e e- la cual se refuerzan mutuamente, demuestran que la cues-
la perfectamente a los empl~os ind rn;a f~rmacion que se adap- tión no se reduce a un problema de desigualdad, ni tampoco
que la han adquirido a t ·, d us na es que se les ofrecen y sólo de intensidad de la explotación (la sobreexplotación);
f uturas mujeres cuando raves e un aprendiza' (d 1 t· .
e ._ ) . Je e o lCJO de • de lo cual se desprende que atacar sólo uno de ambos fren-
., ' ran mnas prunero y d f
cwn continuada (traba¡· os do , t' e una orma- tes equivale simplemente a desplazar los problemas, sin re-
mes 1cos) después L ·
ras no son trabéadoras esp . 1. d · as mu¡eres obre- solverlos en absoluto: ahora se habla mucho de abrir a las
" 1 CCia tza as u ocupan pue t . lifi'
cton porque el aparato escolar las ha a s os sm ca ' ca- mujeres el acceso a los escalafones profesionales masculinos,
conjunto del trabajo productivo las hdfo~;:~~~e~~tl, smo porque el pero, el esfuerzo legislativo no puede ser suficiente para que
Esto tiene dos consecuencias: esta apertura no se reduzca a los escalafones desvalorizados
o en vías de rápida obsolescencia; se requeriría además una
doble lucha, de clase y de sexo, en torno a estos problemas,
7 He desarrollado esta argumentación en D.Kergoat, 1982.
en la cual las obreras serían a la vez aliadas y antagonistas de
los obreros;
22 I.C:olli~q.~todctraha¡¡ Jin -- Id¡
, , sJOn sexua e trabajo y relaciones sociales de sexo
r(lr una Sociología de las relaciones sociales - Dani€le Kergoat 23
e finaln1en te permite eo d .
tes y también el e ~pren er me¡or !as prácticas existen- Nuestro planteamiento inicial era el siguiente: para com-
ampo e fuerzas en que éstas se desarrollan
Y; por_ tanto, las condiciones (teóricas) de su posible evo] prender la relación de las mujeres con el trabajo asalariado y el
Clon. En otras palabras, esta problemática permite 'd u- empleo resulta operativo considerar de entrada y simultánea-
ambos extremos de la caden . , d . consi erar mente el trabajo productivo y reproductivo; ¿qué ocurre, enton-
social y su evoluc. ,
;1
a. como eterminan el sistema
calificaci~nes y ~on, lugar de las obreras en la escala de
pero tambié~ c~~mo por que mteriorizan ellas este lugar,
ces, cuando se deja de considerar el universo de la producción
como el único universo referencial posible para los hombres?
¿Qué resultados se obtienen al confrontarlos con una definición
obreras y dón'd o pu~den transformar este sistema las del trabajo que abarque tanto el trabajo productivo como el re-
transformarlo. e, por que puntos precisos, han empezado a productivo?
Cabe
ee por uel timo
e
que esta p bl ' . Si bien todos coinciden en su actitud crítica contra las formas
van te _. _ 1 .• .' ro emahca no es rele- que reviste para las mujeres la división sexual en el ámbito del
en C¡ ambüo de h teoría , . 1" . T
se interrelaciona directament-e r:on{ ·¡J socw .ogica. ambién trabajo asalariado (todos destacan la poca entidad de los traba-
cas c¡ue deben afrontar el rnovimie:l~~as op~wnes estratégi- jos que se les ofrecen y su carácter extremadamente pefioso ), el
miento obrero uesto " . . e muJeres y el movi- grupo aparece netamente dividido, en cambio, en lo que respec-
de las solucio~~s polítf~: ~~~~~:u:;:errogarse sobre la eficacia ta a la exclusiva asignación a las mujeres del trabajo reproducti·
que permite fundamentar el rechazo ente propuestas, a la vez vo. Aunque todos son concientes del papel fundamental de la
ternativa reivindicaciones general . 1 a ~~Jar~e a~orralar en!~ al- familia obrera en la función de reproducción de la fuerza de tra-
mostrando que estas últimas de h eshrelvmdtcacwnes específicas, bajo, la mayoría se muestran incapaces de imaginar otro mode-
· ¡ . ec o no se refieren a nn g
socia particular, sino a la relación soc· 1 1 . rupo lo que no sea el abandono del trabajo por parte de la mujer en
t t t d m varones mu¡eres y p cuanto llegan las criaturas, mientras que una minoría afirma
an o, a o o el cuerpo social. ' or
que, a pesar de las dificultades, trabajar sigue siendo tan indis-
pensable para una mujer como para un hombrelO. En el primer
2. La relación con el plan.o re r d . . caso (la mayoría), la relación con el trabajo doméstico aparece
rio de clasificación de los h . b p o luchvo como postble crite-
nes. om res. e caso de los obreros jóve- totalmente mediatizada por la mujer; en el segundo, los obreros jó-
venes abordan espontánea y extensamente esos problemas y
Hemos expuesto en otro traba·o la 1 . mantienen una relación directa, personal, con la esfera reproduc-
cuesta realizada entre traba. J . ~ s conc uswnes de una en- tiva.
modalidades diferenciales d:a!o~;~j:~:n~s en ~laci~n con las Ahora bien, el análisis de contenido revela que esta división,
ducción según el lugar de cad d wn pro uccwn/ repro-
clases8 Qu' e ' a una entro de la estructura de
• •
establecida a partir de la relación con el plano de lo reproductivo, rea-
· IS1eran1os exarnmar aquí parecía invariablemente, en cada fase del análisis, con relación al tra-
el mismo Hogar de t b . d . e, 1os res u1lados obtenidos en
Travailleurs)9 pero es:::!~ roe~eSJdovenels (FJT-Foyer des Jeunes
bajo, al empleo, a la solidaridad obrera, etc. Puesto que obvia-
· .ten os a os obreros.
TirEsta división cristaliza en tomo al trabajo asalariado de las mujeres casadas o
: O.Che~~l y D. Kergoat, 1981. más exactamente, de su futura esposa. En efecto, mientras no se abandona el
terreno de las generalidades, todos están a favor del trabajo asalariado de las
F]T~ V!VJendas para jóvenes asalariados(as) administrados por el Estado mujeres; actitud que, sin embargo, se vuelve mucho más matizada cuando se
trata de su mujer.
24 LC1•nnpto d!:· ¡rak:jll, divbión sexual del trabajo y relaciones sociales de sexo
f'pr una Sociología de las relaciones sociales- Daniele Kergoat 25

ment~ no es posible pas2.r revista aquí a la totalidad de las co-


trabajará) en nombre del determinismo biológico, este se-
rrelacwnes establecidas, intentarernos resmnirlas como siguell:
gundo grupo plantea estas contrad1ccwnes como soczales y,
• El ~rirner grupo se caracteriza por un sistema de valores bi- por tanto, como objetos de debate, sobre los cuales se puede
nano Y maniqueo (bien/mal, varón/mujer, trabajo/vicio, influir. Por otro lado, son los únicos que hablan de opresión
cehbato/matnmonio), un sistema de etiquetas que permite (y, por tanto, de relaciones sociales) y no s~n partidarios de
des~gnar la~ cosas más que comprenderlas. Creen que las que la mujer permanezca en el hogar prectsamente porque
m~Je:es, estan n~turalmente calificadas para los trabajos do- rechazan la relación varón/mujer que este status fomenta.
rnestlcos Y ~~ cutdado de las criaturas lo cual implica, como
En el caso del primer grupo, el sistema de valores remite, por
consecuencia, una aceptación mú1irna de la división sexual
tanto, a un universo secuenciat binario, profundamente marca-
en el trabajo asalariado. Simétricamente, la relación de los
do por una ideología naturalista (ideología de los dones, fe en
varones con la cahficación aparece bajo un nuevo prisma:
un orden natural de las cosas) que da paso a todas las resigna-
dt'sea. r tener calificacione.s, para un varónf no sería sólo ex-
ciones sociales (fatalismo obrero) y a la reproducción de todas
preswn del .deseo de tener un trabajo más interesante, mejor
las opresiones (sexismo, racismof actitud favorable a la -pena de
pag~ldo.::' su1o que hunbién constituiría en cierto modo la
muerte, etc ... )l3. A la inversa, los obreros del segundo grupo tie-
re~hzac1?n genética del sexo masculino ... Precisamente el nen una visión del m. un do mucho más socializada, según la cual
n:-1~mo Sistema de referencias que aplican al referirse a las di-
las relaciones entre los sexos, el trabajo, la solidaridad ... pueden
VISIO~es_ entre los obreros, que consideran inevitables al
ser objeto de posibles acciones individuales y/ o colectivas.
constitUir una expresión de características naturales de los
grupos en cuestión12, Que la relación con el trabajo reproductivo aparezca como
un criterio de clasificación entre los varones ya demuestra que
sistem~ de
0
El valores del segundo grupo se caracteriza, por
aislar la relación con el trabajo del conjunto de las representacio-
~l contrano, por la resistencia a creer en un orden natural e
nes ideológicas (y en particular de las que corresponden a la vi-
me!uctable de las cosas, trátese del trabajo, de la calificación,
da privada) es un planteamiento arbitrario que no hace más que
de h relacwn capital/ trabajo o de las relaciones varones-
reproducir las separaciones entre producción y reprodu~ción in-
/muJeres. Así, aunque tampoco consideran que el trabajo
ducidas por el capitalismo. Tener en cuenta la globalidad del
as~lanado de las mujeres casadas sea un asunto sencillo, trabajo es necesario, en efecto, tanto en el caso de los varones co-
m~entras el primer grupo resuelve las contradicciones supri-
mo en el de las mujeres y esta manera de abordar las prácticas
miendo uno de los términos de la alternativa (mi mujer no
lrr~
sociales a través del enfoque trabajo productivo+ trabajo repro-
Tod~ resumen resulta reductor, pero todavía más en este caso, dada la ductivo parece abrir ciertamente el camino para un análisis se-
necestd_ad de_ expon~r en poc~s _líneas unas configuraciones sumamente xuado de las prácticas sociales, tanto en el caso de los varones
~o~pleJa_s de tdeolog1as y de practtcas. Conviene subrayar, por tanto, que la como en el de las mujeres.
mst~ten~ta en l~s regularidades y las coherencias internas de ambos modelos
no Imph:a,_ e~t~enteme~te, una clasificación de los obreros en buenos y
malo~,. m stgn~~tca qu_e _su actitud con respecto a las tareas reproductivas ~~portante precisar en este contexto que nuestra muestra no pretende en
permita predecir mecamcamente el conjunto de las restantes actitudes. Por absoluto ser representativa del conjunto de la clase obrera. Se trata de obreros
e1l?, ruego~ lectora o lector que retenga solamente el aspecto heurístico de
!a jóvenes, desestabilizados, en la mayoría de los casos, en el triple plano
la mtervennon de este aspffto en las prácticas masculinas geográfico, del empleo y de la calificación. Esta situación podría explicar que
12 . ..
Hemos mtentado empezar a abordar este problema en: D.Kergoat, 1977. su sistema de valores sea la caricatura de las actitudes más reaccionarias que
pueden observarse entre la clase obrera.

~.

®Di@ ÍÚbÚii::Z:::':--;;;., ,_.,,,_.,;¿i,;.,¡;,;_;."'·--_:;~:"'JR~'77'"'


26 l. Concvpto d;~ tnbaj(\ dii'h.ión ~cxual de! trabajo y relaciones sociales de sexo
Por una Sociología de las relaciones sociales • Daniele Kergoat 27

Hemos destacado, en el caso de las jóvenes de ese mismo


Hogar de Trabajadores jóvenes, el efecto de refuerzo mutuo de luchas ejemplares que dejaron rastro en la vida cotidiana se con-
la opresión y la explotación; m.ás concretamente, hemos intenta- traponen objetivamente a aquellos según los cuales las obreras
do poner de relieve cómo el hecho de no discutir la relación de se definen prioritariamente corno madres y esposas y, por tan-
servido conducía a la aceptación de las modalidades capitalis- to, no participan en el universo industrial.
tas de trabajo y cómo, simétricam.ente, la extrema sobreexplota- Esta visión contradictoria de la clase obrera femenina (muje-
ción conducía a las mujeres a aceptar las formas de dominación res cornbativas/m.ujeres sumisas) merece que le dediquemos un
patriarcal. oco más de atención. La explicación de esas divergencias no
Este análisis sobre los obreros tendería, por tanto, a una de- ~uede reducirse, en efecto, a quiénes son esas n;ujeres, buscan-
nlostradón simétrica: entre los obreros jóvenes, quienes no dis- do las características capaces de explicar por que unas son com-
cuten la división del trabajo entre los sexos son precisamente los bativas y las otras no, ni a la orientación ide~ló~i~a con respe;:-
1nisn1os que también son nüis lulnPrales a la competencia indu-
1
to a esas mujeres. Creo que se trata de algo mfmltamente mas
cida por el capital entre los trabajadores; puesto que; como ya co1nplejo, dado que en muchos c~.sos esas descr~pdonescontra­
he1nos señalado, explican esta con1petencia en virtud de diferen- puestas podrían aplicarse a las m1smas obreras .. Srn embargo, ~a­
cias naturales, y por tanto insuperables, entre los grupos obreros do que no se considera el con¡ unto produccwn/ reproduccwn
Qóvenes/ viejos, franceses/ inmigrantes, origen obrero¡ campe- cmno un todo indisociable, todo se presenta como s1 fuera nece-
smo... ) sario encontrar un principio único de coherencia y que esta ~?­
herencia tuviera que referirse a un lugar institucional: la fam1ha
Por el momento, sólo hemos demostrado parcialmente la co- 0 la fábrica. Lo cual, al fin de cuentas, no es más que una de las
herencia entre los fenómenos y sería preciso repetir la rnis1na maneras de aplicar la dicotomía clásica: se asigna ~ los hombres
~ernostración con grupos más amplios. Sin embargo, parece po- el trabajo asalariado -y cuando las mujeres se inscnben positiva-
Sible avanzar desde ya la hipótesis de que, por lo que respecta a mente en este espacio, este hecho sigue considerándose excep-
los obreros varones, la aceptación de la división sexual del tra- cional- y a las mujeres, la familia -lugar de reclusión y de opre-
bajo, legitimada por una visión naturalista de la sociedad, cons- sión, lugar cerrado.
tituye un enorme cerrojo que impide superar las divisiones den-
tro del grupo obrero y la construcción de la solidaridad. Asimis- Vernos en estas oposiciones un ejemplo concreto de nuestra
mo, yendo aún más lejos, esta hipótesis permitiría avanzar en la propia dificultad colectiva para pensar la realidad al margen de
comprensión de cómo el capitalismo ha sabido utilizar las rela- las categorías dominantes. Si queremos. supe:arlas, ~s. urge~ te
ciones preexistentes entre los sexos para reafirmarse. establecer un marco teórico y una metodologta mulbdimensw-
nales que reflejen este esfuerzo de deconstrucción~ rec~nstruc­
ción de las categorías de pensamiento. Su elaboracwn solo pue-
IV. Problemas de método. Problemas teóricos. de ser, evidentemente, colectiva y apenas estamos en sus IDlClOS.
Sin embargo, ya parece posible identificar algunos elementos
sólidos en torno a los cuales se está organizando o podría orga-
Sin duda es más fácil recomendar la consideración simultá- nizarse esa tarea:
nea de ambas relaciones sociales que llevarla a la práctica de
1. El objetivo no sería intentar establecer, para las prácticas
manera concreta. La bibliografía dedicada a las prácticas obre-
ras femeninas ofrece una prueba de estas dificultades con la di- sociales, un principio único de coherencia que allane las co~tra­
dicciones observadas, sino situar por el contrario, la d1verstdad
cotomización que de hecho introduce: los trabajos que describen
y la contradicción en el centro de la definición de las mismas. La
28 LConn·rtll de lr<tbJ¡o. división sexual del trabaj(l y relaciones sodales de sexo p01· una Sociología de las relaciones sociales - Dani€le Kergoat 29

combatividad y sumisión no aparecerían, entonces, como con- 3. En consecuencia, en vez de intentar razonar a partir de un
trapuestas, ni se inf!uirían mutuamente siguiendo el principio desglose espacial de los grupos y las prácticas sociales, conven-
de los vasos comunicantes, sino que constituirían las dos caras dría devolver al tiempo el status de categoría epistemológica
de una rnism.a práctica sociaL En efecto, cada una de las maneras fundamental. Diferentes trabajos ya han iniciado, con resulta-
d~ afro~:tar un destino de trabajador comporta siempre una parte de rc- dos muy fructíferos, esta tarea de reconstrucción17 que exige un
sz.~nacwn, una parte de abandono y una parte de rechazo de la condi- esfuerzo metodológico, pero también, simultáneamente e inex-
cwn de obrera u obrero.l4 tricablemente ligado a aquél, un replanteamiento de los marcos
2. El objetivo sería acabar con el postulado implícito según el teóricos habitualm.ente aceptados. De este modo se hace posible
c.ualnna relación social se ejerce en un lugar determinado, rea- abordar el problema de las prácticas sociales de sexo y de clase
flrmando y poniendo en juego el hecho de que las relaciones de dadas (así como, correlativamente el de la conciencia) no en tér-
~Jases Y d~ sexos organi.zan la totalidad de las prácticas sociales mlnos lineales ni normativos, sino en términos de variaciones en
J~1d.t:::pcndlct~te~nentc del lugar en el ('1.tal se ejerzan. En otras pa- la manera de vivir las conjunciones. Un enfoque que, al cruzar el
l<Jbrdb¡ no c;c. solo en la casa o en la íábrica donde se ejerce 0 se lugar que cada cual ocupa en la producción (actual o pasado) y
sufre, se lucha contra o se acepta la opresión/la explotación. en Ll reproducciónf con los mmnentos de la vida (defL'1idos por
la intersección de la historia personal y social), permite avanzar
La construcción de nuestros objetos de estudio debería poder
ya hipótesis explicativas sobre las modalidades de las formas de
tener en cuent~ lo antedicho. Debe tenerse presente, sin embar-
lucha (individuales y 1o colectivas, contra la explotación y 1o la
g?, q~: lo aqu1 _e:'~uesto se refiere al principio teórico de orga-
opresión) de las mujeres y los varones de la clase obrera18,
I~lZaCion del anahs1s. Dado que la voluntad de considerar simul-
taneamente las relaciones de sexos y de clases pasa no obstante 4. E1 objetivo, en definitiva, sería forjar nuevos instrumentos
necesariamente, en la práctica, por un ir y venir entre los di.stin~ o conceptos -o reapropiarse, de una nueva forma original, de
tos luga~es 15 , es indis~ensable dotarse de los medios para no otros antiguos- para dar cuenta de aquello que constituye la
confundir -lo cual no s1ernpre resulta sencillo- la modalidad es- esencia misma de las relaciones sociales: su dinamismo, pero
pecífica que adopta determinada relación social en determinado I7-AiHulo de ejemplo, cabe citar, en el plano del empleo, las categorías
l~gar o institución, con la totalidad de esa relación social. Así, por propuestas por A.Labouríe-Racapé, M.T. Letablier, AM.Vasseur, 1977 -
eJemplo, la relación entre los sexos no se reduce a la relación activas totales/ activas discontinuas, inactivas actuales/ina<:tivas totales, y
conyugal 16, del m.isnw modo que la relación de clases no se re- también dentro de un enfoque totalmente distinto, los trabajos de A
Langevin sobre la transmisión social de los tiempos de la maternidad.
duce a la relación de producción en sentido estricto ni a la rela-
ción salarial. ' 18 A. Cottereau ha aplicado este enfoque en Le Sublime, op.dt. Véase su
tipología de los hogares obreros y también, como ejemplo de su
14 planteamiento, la siguiente cíta: Las numerosas obreras jóvenes, remuneradas
Véase Ala in Cottereau, 1980, p.40.
15 "Ot con salarios de apoyo (dos veces inferiores a los de los hombres) no pueden
. ros f a_c t ores, _que ab arcan desde la naturaleza de los datos estadísticos quedarse solteras y ser independientes. Sin embargo, tengan o no criaturas, la
h<1sta las Jdeolo~Ias (~el. co~.~umo, del ocio o de la comunidad residencial), mayoría de ellas no tienen oportunidad de formar un hogar estable hasta que
pasa~do por la sectonahzacwn de la acción estatal, también constituyen un los hombres no experimenten esa misma necesidad, una vez iniciado ya su
ob~taculo para la percef~ión de la producción y la reproducción en su declive: las uniones se estabilizan cuando los obreros ya no están en
umdad .. Se trata de una difiCultad concreta que conocen particularmente bien condiciones de obtener servicios domésticos a cambio de su dinero o de su
l~s a~ahstas del trabajo de las mujeres que se niegan a estudiar de manera seducción, cuando deben empezar a contar con los recursos complementarios
dtsoCJada el empleo femenino y el trabajo doméstico" (D. Combes 1981) de las mujeres y los hijos o hijas, cuando su usura incrementa los riesgos de
16 A, , .,
SJ lo demuestra el informe de D. Chabaud~Rychter, D. fougeyroJlas y F. enfermedad y de desempleo, p.73.
Sonthonnax, 1981
30 l. Con('epto d0 trab¡¡jo, división sexual del trabajo y relaciones socíales de sexo

también para intentar superar el malestar semánticol9 que tantas


veces sentimos, dotándonos de instrumentos teóricos aplicables A propósito de
tanto a los varones como a las mujeres.
las relaciones sociales de sexo·
Sólo pueden apuntarse por el momento algunas pistas posi-
bles, referidas precisamente, esta vez, a mi propio campo de in- DANIÉLE KERGOAT
vestigación. Tal sería el caso, por ejemplo, de la noción de apren-
dizaje colectivo, que hemos desarrollado en otro lugar2o, como un
intento de reunificar los comportamientos y las representacio-
nes ideológicas, en el doble plano de lo colectivo y lo individual, Relaciones sociales de sexo y división sexual del trabajo son dos fór-
situ;;mdo en el centro del análisis las contradicciones, las discor- mulas terminológicas indisociables y que componen un szstema. La re-
Ji "ón en términos de relaciones sociales de sexo es al mzsmo tzempo
a~~;rior y posterior a aquella en términos de división sex,u~l del traba-
dancias (en el tiempo y en el espacio) observadas en los discur-
sos, entre discursos y entre los ('ümportarnientos y los discursos.
jo: preexiste como noción pero es poster~o~ como probl:matlca. Preex~zs­
Una última pista antes de ternünar: Ia posible recuperación tnte pues fue una adquisición del femmzsmo, a troves de la emergen-
de conceptos marxistas. No se trataría en ningún caso de recu- ci~ d~ las categorías de sexo como categorías sociales, mostrar que los
perar los resultados de análisis realizados por/sobre los varo- roles sociales de los varones y de las mujeres no eran el producto de un
nes para aplicarlos a las mujeres, ni tampoco de postular la ana- destino biológico, sino ante todo construcciones sociales con una base
logía clase/ sexo, sino ciertos conceptos, más concretarnente materiaL
unos conceptos forjados para dar cuenta de la lucha de los do-
minados contra los dorninantes ... Pienso, por ejemplo, en la no-
ción de trabajador colectivo, destinadas a expresar simultánea- Pero todavía era necesario probarlo. y es lo que p:'rmitió la
mente la individuación impuesta por las relaciones de produc- formalización en términos de división sexual del trabaJO, ofrecer
ción y el proceso inverso: la socialización en el contexto de esa un marco para guiar simultáneamente:
misma producción.
- un trabajo considerable, muy a menudo de prünera mano pa-
A este esfuerzo de construcción deseo dedicar mis futuros ra conocer la realidad (y ya no más los estereotipo~) del traba-
trabajos ... jo femenino en todos s':s aspectos, y para especiftcar sexual-
mente el trabajo masculmo;
-un trabajo paralelo de deconstrucción/ reconstrucción de los
conceptos empleados corrientemente: develar su pretendida
19 Utilizo el término "malestar semántico" para designar el siguiente problema: neutralidad y mostrar que las caracterizaciones sexuadas lle-
¿cómo utilizar la conceptualización habitual (indispensable si queremos
vaban necesariamente a una crítica d~ los n:odos de concep-
comunicar y acumular nuestros resultados) sin dejarnos atrapar al mismo
tiempo por las categorizaciones de la realidad que ésta implica y que no nos tualización en el conjunto de las cienCias sociales.
satisfacen? Es jtt.<;tamente el problema que impulsó la constitución del
GEDISST·Grupo de Estudios sobre División Social y Sexual del Trabajo en el
* O . Revue M N"53-54, abril-mayo 1992, p.16-19 (Le Fe~ini:me i'l l'~eure des
CNRS-Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia, así como de
c~ix
;elaci¡m~s
los seminarios que posteriormente ha organizado. Este texto está retomado de una parte del semma:lO refendo a las
20 Véase D.Kergoat, op.cit.,l973. sociales de sexo, que animé en El Colegio de Méxtco, en octubre de
1991.
33
·s·tto de las relaciones sociales de sexo- Daniele Kergoat
32 (1, rropo '

Fue posteriormente cuando se retornó a las relaciones socia- Las relaciones sociales de sexo
les para construir un marco teórico de conjunto en el que pudie-
ra llegar a incluirse la división sexual del trabajo. Puesto que t nce to remite a una visión sexuada de los fun~amen-
esos dos conceptos son indisociables, es el análisis en términos Esde ~~ org~nización de la sociedad, afianzados :matena.lmen-
de división sexual del trabajo el que permite demostrar que hay tos y 1·: ~ivisión sexual del trabajo; existe pues, un esfuerzo.pa-
una relación social especifica entre los grupos de sexos. Es esta ~: ;:n~ar de manera particular pero no fragrnentada, el conJun-
relación la que permite, a partir de un análisis riguroso de la to de lo social:
distribución de los varones y de las mujeres en cuanto a la cali- rticular porque se elaboró a partir del"t~unto de vista" de
ficación, en lo que se refiere al salariado (KERGOAT, 1982) o al tra-
faaopresiÓn de las mujeres ijeminist standpoznt); .
bajo doméstico (CHA!1AUD-RYCHTER, FOUGEYROLLAS-SCHWEBEL,
a puesto gue las relaciones soCiales de sexo
SONTHONNAX, 1985), dem.ostrar que hay divisiones entre varo- no f ragmen tad ' . l . l t n
. d l todos los niveles de o son a : es e e ..
nes y rnujeres no reductible;.; a más o menos explotación o a una ('Xlsten en to o ugar, a T . • b 1 d la
división de::;igual" sino que se trata nléis bien de un tratamiento f .· ,d •be ues poder integrarse con un ana WlS glO a .e e
contradictorio según d sexo/ t:n resumen de una relacíón social
.m~~t~d- ~ c~ntribuir a hacerla progresar (evidentemente no
;-,OCJC a ' l , d todas mane-
específica para la variable sexo. se trata de hacerlo pasivan1ente, o que sena e e '' •

. .ble) y articularse con los otros elementos de la di-


Esta breve introducción era necesaria pues el término di vi- ras Ul1.posl ,
sión sexual del trabajo, si bien ha pasado a la lengua sociológica námica social. .
. . . , lt" no que esta visión global de lo social
corriente, tiene acepciones Inuy diferentes unas de otras; muy a Especifiquemos por u II
, de entrada en términos dinámicos (puesto qu~ se
menudo sólo remite a un enfoque descriptivo : existe nna dife- se pl an t eo d" "' ) térmmos
renciación de las actividades sociales según los sexos. Cierta- . . . ta sobre el antagonismo y la contra ¡ccwn y en . . .
mente, fue y sigue siendo indispensable este enfoque sociográ- :~~:rialistas (toda relación social tiene un fundamento mate-
fico. Pero a mi entender hablar en términos de división sexual rial). .
del trabajo es mucho más: es articular esta descripción de lo real . · les de sexo que enuncia-·
La definición de las re l aCiones soCia .
con una reflexión sobre los procesos por los cuales la sociedad ré aquí se apoya sobre varios puntos: . .
utiliza esta diferenciación para jerarquizar las actividades : la 1- ruptura radical con las explicaciones biolog~zantes. de la~ dl~
división sexual del trabajo está en el centro del poder que los va- ferenc.i.as entre las prácticas sociales masculmas y femenmas,
rones ejercen sobre las mujeres.
2- ruptura radical con los modelos gue se suponen universales;
Razonar en términos de división sexual del trabajo, es para
mí inseparable de una sociología en términos de relaciones so- 3- afirmación de que esas diferencias se construy:n soCiahnen-
ciales. Sobreentendiendo que relación social se tomará siempre a te; tal construcción social tiene una base matenal (y no sola-
lo largo de esta exposición, no corno un simple vínculo social, si- mente ideológica);
no como una relación (1) antagónica, (2) estructurante para la 4- y que es por lo tanto comprensible históricamente; .
totalidad del campo social, (3) transversal a la totalidad de este . . , de que esas relaciones sociales se asie.-ntan prnne-
campo. 5- a f umaCion , · 1tre los
ramente y ante todo sobre una relación jerarquica ei
sexos; y
34 1. Concepto dE'- tnba¡'o
· · ' dil'l".'
· wn· :;exua
· 1de1tra ba¡o
, y relaciones sociales de sexo
Apropósito de las relaciones soda!es de sexo - Dani€le Kergoat 35
6- que se trata más bien allí de una relación de P o d er.
Es de advertir que en esta perspectiva, el concepto de relacio- otros, poder conocer el punto de vista del que domina, talco-
I~es soctales de sexo tiene por correlato la nocio'n d - t' , mo él conoce bien los mecanismos económicos, las justifica-
c1a! E f l - e prac 1ca so- ciones ideológicas, las restricciones materiales y psíquicas
fíe , ~e lec '0, SI se admite que hay una relación social especi-
a en re os varones y las mu¡'eres de ello d , , que utilizará. Esto es tanto más indispensable ya que al ser
· ,. ' enva que existen dominado( a) y al haber experimentado la vivencia de la opre-
necesanamente practicas sociales diferentes según el, sexo y
pulesdto qbue s; trata de prácticas sociales, y no de conductas ~e- sión, no se tiene necesariamente plena conciencia de los me-
gu a as wlog1camente s d · , canismos de la dominación, (N.C.MA1HIEU, 1991).
inteligibilidad, d t ' e pue en mvestigar sus principios de
~ . . . . . . . . ' e ~s ~ ~anera, lo que estaba fuera del cam o Por lo demás, y es ahí donde divergen los caminos, las prác-
d; la dtsuphna socmlogtca se torna a partir d ah b' p ticas de investigación son considerablemente diferentes: ¿es ne-
gjtlmo· d e cu.esbonam1ento.
· . e ora o jeto le-
cesario centrar la reflexión únicamente en las relaciones sociales
Por otra parte, la noción de prác:tica de sexo o, por el contrario, -y esa es mi posición- tratar de pen-
social es indispensable: sar el conjunto de las relaciones sociales en su simultaneidad?
fd)~f~ perrnitir ir de lo abstracto a lo concreto (el grupo el in- Todo depende del objeto que se le asigne: por mi parte/se tra-
IVIduo); ' '
ta de darse principios de inteligibilidad para comprender la di-
para definir a los actores de otra manera no como versidad y la complejidad de las prácticas sociales de los varo-
,
d uc tos d e 1as relacwnes ' purospro-
sociales· nes y de las mujeres. En esta perspectiva, es insuficiente tomar
- ~:.ra '
poder pensar simultáneamente lo material y lo simbóli- en cuenta únicamente la relación de dominación varones/muje-
res.
'
para restituir a los actores sociales el sentido d , , Además así es como se piensan a sí mismos los actores socia-
·d e sus prachcas les. Es evidente que los hombres, que dominan, no se plantean
P ara que el senil o no esté dado desde el ext .
. .
ro d e termiiUsmo. enor por un pu-' como "varones" puesto que por definición, el que domina exis~·
te por derecho, pero no se piensa como tal: es el dominado el
en ;sta def~ición es una entre otras posibles. Conceptualizar que se piensa -y aún no siempre- como "relativo a". Pero una
e~mos e relacwnes sociales de sexo no es cosa nueva a- mujer no se piensa sólo corno mujerf se piensa también en una
ra Idos m~eledctuales franceses (como ejemplo se puede cita:!a red de relaciones sociales: como trabajadora (la relación capi-
pro UCCIOn e N e Mathieu) E d d 1
sultad ' ·. ' "n ver a ' a gunos de esos re- tal/trabajo, la relación salarial), como joven o vieja, como, even-
os son compartidos por nuestros respectivos trabajos: tualmente, madre o inmigrada. Padece y/ o ejerce una domina-
a. la_ construcción, para retomar los términos de Hélime Le D ción según su lugar en esas diversas relaciones sociales. Y es es-
re, [1991], de un verdadero pensamiento dial' f aa- te conjunto el que va a constituir su identidad individual y el
había h h t . • . . ec lCO, que no se
lo ec o an en?rmente más que para las clases sociales: que originará sus prácticas sociales. A nivel colectivo, es aún el
. s se~os ~n? son mas en lo sucesivo categorías inmutables fi- conjunto de las relaciones sociales el que va a fundar su perte-
~~sÍ ahtstoncas y ~social~s; por el contrario, las relaciones 'so- nencia a un grupo y la conciencia de esta pertenencia.
iJa es de sexo estan perwdizadas y se puede abordar el pro- Mi trabajo, por mi parte, se asienta sobre las bases siguientes:
b ema del cambw;
l. Las relaciones sociales de sexo dinamizan todos los campos
b. decir "relación social" es decir relación de poder. Desde ya de lo social. Toda relación social es sexuada, mientras que las
queda fuera de toda cuestión' tanto para . unos como para relaciones sociales de sexo se hallan atravesadas por las res-
tantes relaciones sociales;
36 ¡J,. !rdinju. ,¡IVhi;)n -;exual d"i, b· · .
· · · e .ra <~¡o Yre1aCJones sociales de sexo
A propósito de las relaciones sociales de sexo- Q¡miE>!e Kergoat 37

las .relacion~s de clase se analizan en tanto Ünprim"


teni~os y direcciones concretéis a las relaciones de ::~~;n­ dcramos que ese concepto es eJ principio organizador de las
prácticas sociales, de la misma manera que las restantes relacio-
a la J.nversa, las relaciones de sexo se anal"
-~~~):~:~a~:s c~ntenid~s específicos a la: res ~~~e:~~fa¿i~~
1 nes sociales con las que se articula, pero es también un principio
fede.rado.r de las investigaciones. En efecto, 1° indica que la di-
. . . . (cf. por e¡emplo la norma de la "virilidad" t mensión sexuada es parte :integrante de lo social, y debe tomar-
presente en el ambiente obrero masculino). . e an
se en cuenta en la construcción de las categorías de análisis de
2. De tal modo se frag 1
' m en1an os marcos de referen · . b · · las ciencias sociales (trabajo de deconstrucción); 2° indica la ne-
y se puede pensar Ia tota!"d d d. l . . Cia manos cesidad de forjar útiles conceptuales aptos para dar cuenta de la
]a búsqueda de la buena r 'l a., e o_ sociat sin que se agote
e acwn soc1al, o la bue ·d ·d compleja dinámica del conjunto de las relaciones sociales (traba-
'~'3. a rcsoh/cr lo que no puede. na J. entr ad jo de deconstrucción).
ti va ". aparecer, en una pe.rspec-
met:; que como c'mtradicciones.
Falta darle un esta tus a la articulación entre relaciones sociales
,,_ Se rmnp<.' a:-;i ia .
ci,ll· ¡, . ¡.... : -· - , d1trc tal jugar y tal relación so- de sexo y división sexual del trabajo.
.·· .u. Jt..' dUOlt Cl1tn·· JO" 'ó.l'XO' . , _ __ .. ~
yuga.l sino que t"nt· - . , . . .l :-->no .~.e agota en la relación con- Este es un problen1a completmnente esencial si no se quiere
ervu:ne p enarn.e t 11 rem.itir implícitaJ.nente la división sexual del trabajo a lo pura-
nlientras que la relación d- ·l· n e_en e ugar de trabajo,
trabajo sino que juega, p~rc e~:: ~o se a1ota en~~ lugar de mente empírico, mientras las relaciones sociales de sexo queda-
cuerpo, o en la relación con los niAo~: en a relacwn con el rían reservadas a la "teoría", teoría tanto más flexible cuanto
que no remitiría a ningún anclaje en la materialidad social.
4. Se puede pensar la comple"idad l . . Igualmente importante, si no se quiere pensar simplemente el
go de las diferentes r l ..¡ y e cambw medrante el jue-
e acwnes sociales entre , f "porqué" de los fenómenos sociales, sino igualmente su "cómo"
relaciones sociales d , ~ '. st: en e ecto, las
e SExo no Juegan, de maner h . , (sobre ese problema, cf. KERGOAT, 1986). Es importante por últi-
nea, en todos los sectores y niveles s . 1 , D a omoge- mo, si se quiere articular marco teórico y metodología. Pues no
en la fábrica, se aslste a una recre~ ~~ta es. e mod~ tal que,
se pueden estudiar las relaciones sociales en sí, sino sus moda-
ciales de sexo y no a un . l. flc~on de las relacwnes so-
srmp e re €JO de lo que s d f lidades, sus formas, su periodización, y esto se hace a través de
ra d e aquélla (1-lUMPHEEY J., 1987) Nada . . , uce e ue- las prácticas sociales. Pero todavía falta una mediación, la de las
nicista: todo es historia p, . d. .bl es mmutable, rneca-
' - . ' eno rza e (MILKMAN R., 1987). hipótesis de mediano alcance: es el papel que cumple la división
5. l or ultrmo, esto permite hablar de . . sexual del trabajo, a partir del momento en que le da un esta tus
actuados por las relac· , . 1 . su¡eto~, que a la vez son al desafio fundamental de las relaciones sociales de sexo.
sobre ellas, construyei:~~e::so~:~:: pero l?ualmente ~ct~an
Las relaciones sociales organizan, es decir enuncian y jerar-
sociaJes, tanto individu l l a. traves de las practicas
a com.o co ect.lVamente. quizan las divisiones de la sociedad: privado/público, trabajo
Para concluir diré que la f .. d manual/trabajo intelectual, capital/trabajo, división internacio-
· ' ' uncron el concepto d 1 ·
socmles de sexo es doble y _ ll e re acwnes nal del trabajo,etc. Las modalidades materiales de esas bicatego-
, · · para e o reto - -¡ - .
de.l ultimo Informe de acti .d d d l . mare aqm os termmos rizaciones son el desafío de las relaciones sociales : la división
r~---- "" . " VI a e CEDISST- CNRSl donde consi-
social del trabajo entre los sexos es lo que está en juego en las re-
Gr~lpo,de ~S~Idio sobre la División Social S .. laciones sociales de sexo.
1983, es el muco laboratorio del CNRS C y exu~l del Traba¡o, creado en
'.·ientífica de Francia c¡ue f l : ~ . ~ntro Naoonal de la Investigación
' - lene a DIVJston sex ¡ 1 ¡ 1 . b .
n:-ntral de investigación. ' ua e e ra aJo como tema
38
l. Concepto de tobah divbcín sexual de! trabajo y relaciones sociales de sexo
A pwpósito de las relaciones sociales de sexo· Dani€le Kergoat 39

Las líneas de demarcación con los restantes campos teóricos


puesto que pensamos que este enfoque conduce a repensar
u . d la epistemología de las ciencias sociales.
m· n ,F~Irner" :,bate podría ser el de la utilización de los tér-
rnos genero ' relaciOnes de género" (del an losa·ón· , Un segundo debate se referiría al empleo del término "pa-
en el lugar de "relaciones sociales de sex<J" L g . J • gendtr) triarcado". Se dieron diferentes definiciones de patriarcado en
te · 1 d 1 · a prunera ad ver- los Estados Unidos (patriarcado fundado sobre la reproducción
" ncra_ es .a e buen sentido: es imposible o oner " ~ "
relacmnes sociales de sexo" po
madamente 1' , .
1 ,d F.
genero a
' . rque os os termmos son extre-
0 la sexualidad), y en Francia (patriarcado fundado sobre un
modo de producción, el modo de producción doméstico). Me
po Isenucos. En ambos se reencuentra el .
pectro de acepciones que van desde la sim le va:iabl mis~ o es- parece que esos trabajos ingresan resueltamente en un enfoque
hasta un análisis en térrninos de relacio ,p "al e ID~Je_res, estructuralista y esto plantea dos problemas :
(Scon J 19B · nes SOC1 es antagomcas
. ._ . . O:AN/ . 8). A mi entender se trata menos de co .. - el primero remite a las dificultades propias de todo enfoque
Üza.~I~>nes alternativas que de formalizaciones prefen;n~~~~!~a- estructuralista que insiste sobre la rnetaestabilidad del sistema
y, en lo que se refiere a nuestro objetivo, puede rápidamente
. I_nmferarn~:nte, r:uede SC'f út.il recordar que el movimiento fe-
ffiilliSta rances, a diferencia de 1 d" ~cr franqueado el paso en lo que atañe a considerar la posición
d f .~ . o que suce 10 en otros países se de las mujeres como inmutable;
e mw en sus comienzos en el · t · ¡ '
~:r~:os tolíticos de izquierda, y:s~~~~ ;r:f:~d;:::~~~ó:;,:r!~~ afirmar la primacía (o la simultaneidad: GUILLAUMIN, 1978) del
¡· re marxis~o, como teoría de referencia. De donde se ex- sistema patriarcal en relación con la organización social en su
p lea su vocabulano analógico -modo de r d .. , . conjunto no basta para mostrar cómo ese sistema afecta domi-
r;la~ones sociales de sexo, clase de sex~, ~G~~~:~~~:~~~~~' nios que no parecen estar ligados a éL De esta manera, por
e c. ero no nos podemos atener a eso. En efecto: ' ' ejemplo ¿cómo articular el modo de producción doméstico
la redu~ión del análisis al tornar sólo en cuenta la variable (DELPHY, 1978) -que explica la apropiación o la explotación del
trabajo de las mujeres en la familia, que está en la base de su
::~~:ees :~:=~cho U:ás d!fícil con el ~oncepto de relaciones explotación común- con el modo de producción capitalista?
sión d I . ' que rmphca, necesanamente, una cierta vi-
blar si~~~::~:dad ~ eldirninla otras: por ejemplo, es difícil ha-
Se observa así que la definición de las relaciones sociales de
. . men e e re acwnes SOCiales de sexo de a- sexo que propusimos aquí torna caducos los análisis referidos a
tnarcado- mientras que el empleo del término gén.;;.o sflo la n condición femenina" (ésta se piensa en términos de especifi-
permite. cidades con relación a un modelo denominado general) o la no-
ción de rol (pensando las posiciones sociales de los dos sexos en
"relaciones" connota además una cierta idea de red roci-
~ad, lo que no sucede con el término "género" . p términos de complernentariedad). En cuanto a lo que se convi-
na no exi t · , una catego- no en denominar "estudios sobre las mujeres" tropiezan inevi-
d " s e smo con relación a otra. Es pues difícil "olvi-
tablemente con la siguiente dificultad: ¿cómo pensar teórica-
ar el segundo término, el grupo social de los varones·
mente la acumulación de los datos y de los estudios puntuales?
p:r ~lt~o, el acercamiento relación social (forzosarnent: he- Pero hay algo que es más grave aún: los "estudios sobre las mu-
e o e a cultura) con la palabra "sexo" ( . . . jeres" aceptan, en general, el argumento según el cual es necesa-
corno hecho de la naturaleza) tiene un ef::;::r:~~=~~~bi!~ rio desconstruir los conceptos que se presentan falsamente co-
terrogahvo, subversivo -efecto que para nosotros es posi~ivo rno universales, mientras no son más que el sujeto y el objeto de
40 l. C(ln,:eplo de tfdiHj;l, división sexual de! trabajo y relaciones sociales de sexo

teorías que despejan los datos de este universal. Y sin embargo


ellas tienden, por su dispositivo metodológico y teórico, a pre-
sentar a "'la" mujer cotno esencial y universal., como sujeto y ob- División sexual e internacional
jeto de la investigación (HARDING S., 1986). En eso me parece
que desembocan en una contradicción insuperable. del trabajo'
Seré aún más breve sobre el esquema igualitario que, propo- HELENA HIRATA
niendo por objetivo el alineamiento de la situación de las nluje-
res con respecto a los varones, de hecho se elabora sobre tm.a
Hace hoy veinte años, un cierto número de trabajos ~n Fr~­
norma masculina, supuestamente estática. En realidad, el fraca-
cia dieron una dimensión sexuada al concept_o de traba¡o y, sm
so relativo de las poHticas de iguakidd (DONIOL-SHAW et alií,
b argo no se puede decir que esta mcluswn goce de alguna
1989) nnu::stra bien lo;; límilcs de un razonamiento en térntinos e m ' porque no tuvo acceso a un derecho de cru "d
estabilidad, a d '
anra
de "'recuperación". Tod.o Glnlbio en la sít.ua.('iún de un e-rupo
real en la comunidad científica. Las categorías de sexo ,r.parecen
que induzca un cambio parad otro grupo se confronta má~; bien
y desaparecen según el modo como sean conce~tualizados t~a­
en el terreno de las relaciones de fuerzas, con arm.as desiguales,
y con la presencia de los grupos de sexo. bajo y producción!, y esto a pesar del pe~o creciente de las In-
vestigaciones sobre las mujeres y la drv~swn sexua~, en la evolu-
Concluiré refiriéndome a la teoría de la diferencia: evidente- ción reciente de la Sociología del traba¡o en Franc.a (cf. DusoJs
mente que la distancia es mayor con respecto a ésta, que se ba- P., KASTORYANO R., 1985; ERBES-SEGUIN S., 1988).
sa en la adhesión a valores intrínsecan1ente sexuados, por ser
Las razones de esta inestabilidad de las categorías de sexo to-
ahistóricos (la "identidad mujer"). Citaré simplemente a Simo-
davía no fueron analizadas, pero se las podría vincular, pr~ba­
ne de Beauvoir quien, desde 1972, en Tout compte Jait', declara-
blemente, a las relaciones de fuerzas en el seno de la comunrdad
ba: "No creo que existan cualidades, valores, modos de vida es-
científica en donde predominan masivamente lugares de hege-
pecíficamente femeninos: eso sería admitir Ia existencia de una
monía masculina.
naturaleza femenina, es decir adherir a un mito inventado por
los hombres para encerrar a las mujeres en su condición de opri- Sin embargo, se puede comprobar desde ya que la introduc-
midas. N'o se trata para las mujeres de afirmarse como mujeres, ción de las relaciones sociales de sexo en el seno mrsmo de l~s
sino de tornarse seres humanos completos". relaciones de trabajo, asalariado y doméstico, ha podido contn-
buir tanto a -conocimientos renovados sobre el trabaJO mrsmo,
En efecto he aquí el problema de lo universal que se cuestio-
corno a la formulación de nuevos interrogantes, a la apertura de
na: hablar en términos de relaciones sociales, es poner en el cen-
otros campos de investigación.
tro del problema la lucha de los dominados -varones y mujeres-
para acceder a lo universal y para poder pensar, por último, ese En este artículo, hemos preferido situarnos con relación al e~­
universal. tado actual de la reflexión sobre la división sexual del traba¡o
desde un punto de vista particular: el de la división internado-

*De: Futurantérieur, V.2, N" 16,1993, ps. 27-40.


1 Sobre la inestabilidad/fluctuadón en la utilización de las nociones referentes
1Edición castellana de Ed.Sudamericana: "Final de cuentas'' !Nota de las a la división sexual del trabajo en los análisis del trabajo, cf.Hirata, H.,198fJ; _en
traductoras] un registro totalmente diferente sobre "la inestabilidad de las categonas
analíticas de la teoría feminista", Harding, Sandra, 1990.
42
LConu'Pto Je II"<ÚMJ<''. división sexual del trabajo y relaciones sociales de sexo División sexual e internacional del trabaío- Helena Hirata 43

na! de! trabajo. Para llevarlo a cabo, comenzaremos por la ar- rarquizado entre varones y mujeres, en beneficio de otro enfo-
dueologm del concepto de división sexual del trabajo, refirién- que que introduce el antagonismo y la dominación (d.MATHIEU
onos a. ~os prmcrpales estudios efectuados en Francia sobre es- N. C., 1991; C. GU!LLAUMIN, 1992; M. GODELIER, 1982)6. Por el
ta cuestwn desde comienzos de los años '70 L d . . contrario, la Sociología había realizado la separación entre So-
t ·· · uego e esta pre-
sen acwn, veremos cómo la división del trabaJ·o y 1 . ciología de la familia, cuyo objeto privilegiado era el comporta-
.. d 1 b · · a organiza-
cwn e tr~ ~J~- se .diferencian según los sexos y el lugar ocu a- miento "reproductivo" en sentido amplio, de las mujeres en el
do en la diVISIOn mternacional del traba¡· o. Por u'lt¡"mo 1 p universo familiar, y la Sociología del trabajo, con un objeto sedi-
cept d d" · .. , e con-
-. o e ~vrswn sexual del trabajo será rediscutido a la luz d cente universal, pero en realidad masculino: el estudio de las ca-
nertas nocwnes (variabilidad continuid d . e racterísticas del trabajo profesional (de los varones). En ninguna
v· :1. -· j . . ~ a pennanencta)2 sur-
1 ?

bH._ ~ls_ c. e _as cornparadones internacionales de la divisió~ del de esas subdisciplinas de la Sociología se podían encontrar estu-
trabaJo entre los ·varones y .las n1ujeres3. dios sobre las relaciones sociales entre los varones y las mujeres
que se tejieran simultáneamente en el salariado y en la familia.
1. Arqueología de un concepto La dicotomía creada permitía, en el mejor de los casos, la in-
tegración de las mujeres al universo de análisis, con el estatus de
un "nuevo campo regional". Según D. Kergoat, las mujeres eran
Des~e h~;e alrededor de veinte años, se observa en Francia simplemente agregadas a los otros campos regionales ya exis-
la const!tucwn de un campo de inve t· . d
bl . . s tgacwnes y e un campo tentes, sin cuestionarlos. Esta ontología de lo regional (objeto
~ro. e~ahco nuevo, a partir de diferentes aproximaciones dis- mujer como objeto separado) fue constituida históricamente por
o_rh~anas (cf. Bibliografía) •. En efecto, en el transcurso de los algunos trabajos sociológicos que permitieron así, en los años
ano~ 70~ _se fue estructurando en Francia una orientación de jn- 1950-1960, que las mujeres y el trabajo femenino se hicieran vi-
vestJgacwn sobre la transformación del estudio de 1 . sibles. Los trabajos de V. Isambert-Jamati y M. Guilbert (1956,
en t d · "d 1 as mu¡eres
es u 10 . ~ os sexos" y, simultáneamente, la "inter retación 1962), de M. Guilbert (1966), constituyen, de esta forma, una pri-
de los domm~os antes separados de la Sociología del fraba·o mera aplicación a las mujeres de las nociones de la Sociología
de la Socwlogm de la Familia" s lo qu . 1. b . J. Y
d " . , ' e Imp 1ca a 1a constitución del trabajo tradicional - empleo, formación profesional, salario,
e una Socwlog¡a de los sexos" (N. C.MATHIEU, 1991 28) ine mercado de trabajo, tecnología. No se trataba, de ninguna ma-
XIstente hasta ese momento. En efecto, la antropologít~ue tra~ nera, de un interrogante crítico de esas nociones a partir de una
~'~?nahn;~te, ~enía un enfoque comparativo varones/muj~res categorización en términos de sexos sociales, como se hará lue-
a la asis I o, , esde los años '60, a lU1 reexamen, por parte d~ go en los años '70. Además, tales investigaciones estudiaban el
algunos antropologos, de un enfoque comparativo pero no ¡·e- trabajo de las mujeres sobre las mismas bases que el trabajo
z-=-
~-~~!~~~: /e;~~~~~~g!~:~ Y variabilidad de la división sexual del trabajo", masculino, es decir, concibiéndolo únicamente en su dimensión
profesional y considerando el universo del trabajo doméstico y
3 Agradecemos a HélEme Le Doaré y Mich€le Ri .. del trabajo en la familia como elemento anexo.
primera versión de este texto. ot-Sarcey por las cnttcas a una
4 Cf. en especial, en las referencias biblio r"f . 1 .
La elaboración de la problemática de la división sexual del
marco del GEDISST. g a leas, os trabajos efectuados en el trabajo instaurada, en los años '70, por D. Kergoat, es un vuelco

5 ;~~~~sh:: ~~~~g~:~' flp9482]C"Lest ébtu~es et recherches feministes et sur les


· · on n utmn au Colloque 1982 d T 6 Las dos primeras obras reúnen artículos-escritos desde 1970; la tercera retoma
Femmes, Féminisme et recherches. Cf. Actes du CoHoque National. e ou1ouse; tesis desarrolladas en textos publicados en los años 1960 y 1970.
.,,.. ,.,..,ua! e internacional del trabaio- Helena Hirata 45
44 J. O>n(_\'pill de trdbJ¡o_ dJ\.ÍHón ~~-'xual del trabajo y relaciones sociales de sexo Oin~H" ~<.-A

. a considerada universal (categorías como las de califi-


epistemológico radicaL A partir de una deconstrucción/ recons- nMscu]Ul . 1 t)
cación, movimiento sociat tiempo social, pleno emp eo, e c. .
trucción del concepto de trabajo y de división del trabajo y de
los conceptos conexos, como el de calificación, D. Kergoat de- La problemática de ]a división sexual del trabajo y de las re-
fiende una Sociología de las relaciones sociales en las que clase . anes sociales de sexo, el concepto mismo de dJ.VlSion sexual
]acH . ~ . ·"
y sexo sociaF se consideran como co-extensivos. Al cuestionar del trabajo, se vieron beneficiados para su consti~ucwn, por un
las formas de razonamiento dominantes, su análisis descubre movimiento social de las mujeres que, en los anos 1960-1970,
las contradicciones de sexo bajo la estabilidad aparente de las fuerza "el androcentrismo de l.as mveshgacmnes
atacaron Con
· ·
. e 1992·,
· 1e s" (Cf · MATHIEU N.C. ' 1991; DELPHY .,
categorías del análisis sociológico que se pretendían universa- en Ciencms socia
les, pero que estaban basadas implícitamente en el modelo mas- Informe de actividad GEDISST 1983).
culino. Esta "revolución copenücana" inaugura, en sociología, Esta problemática contribuyó, en su desarrollo .durante los
una aproximación cor:nparativa varont~s/mujeres. La introduc- años 1970 y 1980, a cuestionar el determm1smo econorn1c? de lo.s
dón de la dimensión sexuada, de las n-::laciones sociales de sexos c.nábsis del trabajo postulando, para una ~arte de ~st~s m,vesh-
o de ''sexo socia.!", cuestiona fuertemente el conjunto de las ca- eacion1?:s, la centralidad de las relaciones ~ter-subJ~hvas var~­
tegorías sociológicas, corno por ej(~:ntplo el concepto de clases so- ,J _ ·j nu¡'eres en los fenómenos de explotacton, estudmdos tradt.-
nctcol -·E
ciales (C. DELPHY, 1978; D.KERGOAT, 1982; D.KERGOAT, en obra cionahnente dentro de un marco exclusivamente econon:1co. ~n
colectiva, Le sexe du travail, PUG, 1984, traducido en Parte I, Por Sociología de las relaciones sociales de sexo fue mnova-
~~ t la . l 1
una Sociología de las relaciones sociales). Desde comienzos de los dora, tanto como las disciplinas nuevas, como por eJ~~p .o a
años '80, las investigaciones desarrolladas por D. Kergoat y Psicopatología del trabajo, colocando ante todo la sub¡et1v1dad
otras investigadoras pertenecientes a diferentes disciplinas en el
en el trabajo.
marco del GEDISST tuvieron pues, como punto de partida una
problemática que ampliaría y reestructuraría (por medio de una
actividad de deconstrucción/ reconstrucción) el concepto de tra- 2. División internacional del trabajo y organización sexuada
bajo para incluir en el mismo: del trabajo
- el sexo social,
-el trabajo doméstico, no profesional, no asalariado y no remu- Un enfoque desde ]a división sexual del trabajo introduce :n
nerado. el corazón del análisis de toda relación so~I~l: _la ~ompar~ciOn
Esta problemática de la división del trabajo entre varones y varones/mujeres. La consideración de la diVISIOn 1nternacmnal
mujeres en la esfera profesional y en la esfera doméstica tuvo del trabajo, asociando una comparación Nort~-Sur a nna com-
como consecuencia, en el plano teórico y epistemológico, poner paración entre Jos sexos sociales, pueden arroJar nueva luz; ya
de manifiesto toda una serie de divisiones, corno las existentes sea que confirme 0 que rechace las co~:l':siones a las q~e hu~ :e
entre producción y reproducción, salariado y familia, etc. Tuvo biera podido llegar a partir de un anahs1s hecho exclusiVamen.
también por consecuencia revelar categorías sociológicas cons- te en términos de división sexual del trabajo. lndicaren;os aqm
truidas a partir de la exclusiva consideración de una población el interés de un enfoque realizado simultáneamente en termmos
7 Se~~social y no "género": sobre el sentido de esta diferencia, cf. D. Kergoat, de división sexual e internacional del trabajo, to~ando com?
(1992b, p.18). Y la versión castellana de dicho artículo en esta obra, PartJ/1 objeto ]a organización del trabajo industrial, a parh:. de dos fi-
propósito de las relaciones sociales de sexo. guras paradigmáticas, el taylorismo y la especmhzac!On flexible.
47
L Concepto de trA·¡,¡¡u, Jmwín ~extta! del trabJjo y relaciones sociales de sno 1 internacional del trabajo ~Helena Hirata
46 Di<:!>ll·,11 ~exua e

. continúa siendo predominante en Brasil, en .especial


- División internacional del trabajo y !aylorismo
taylorrsta d. 1' d cción donde se emplean ITIUJeres, no
1 sectores e el pro u , ¡·
Los métodos y técnicas tayloristas se aplkan mayoritaria·- en os . , do en los progran1as -puestos en prac 1-
. . 1 ·das de mngun m o .,
mente a las mujeres y la gestión tayloriana predomina en las fá- uK Ul ~ d l sector de recalificacwn de los opera-
ciertas empresas e . 1 t ,
bricas de mujeres, tanto en los países del Norte como en los del ca en . b . ~ l s nuevos equipos de base m.lcro-e ec -ro-
Sur. Inversamente, las industrias de procesos tienen mano de dos- gue tra aJan en o
obra esencialmente masculina. Es según el sexo de sus efectivos nica. b ·
desde la división internacional del tra aJO mues_-
asalariados, como la empresa elabora y aplica su política de ges- f
Unen oque · d , en
.1 "taylorización" alcanza a las industnas e procesobl
tión de la mano de obra. La política de control, en particular, se tra que a 1' " s mucho más importante en los esta e-
decide en función del sexo del trabajador empleado y cada en- l ue la paree ¡zacwn e. ,
as q ntos brasileños que en los establecimientos homdo 1ogo~ en
cuesta empírica aporta una nueva confirmación acerca de la na-
cJ.rnie. , . demás segmentos del proceso e tra aJO
turaleza diferenciada de ese control para los varones y para las Francia o en Japon, a .
' ,-te tipo de industna po ¡an s
d-
er "taylorizados" sometidos a
'... al
H1 e::. . t. , d mente segmentados en las fih es, en ra-
Los trabajos de Madeleine CuiJbert (J 966) y de Daniel e Ker· cadencms y ex rem~ a l . 1 de automatización (proceso
, d las diferencias en e nive
goat (1978, 1982) mostraron la intportancia del trabajo de las zon .~ de trabajo). Esta comprobación significa que 1~ roan~
mujeres en las ramas industriales en las que se adoptaron técni- tron~raomasculina, mayoritaria en este ti~o de in~ustna, esta
cas tayloristas con 1nayor eficacia. Las encuestas /!Condiciones ~~á~ sometida a los apremios de tipo taylonsta en paises del Sur.
de trabajo" y TOTO (técnicas y organización del trabajo) deliNSEE
. b' n la organización taylorista afecta so-
(Instituto Nacional de Estadísticas y de Estudios económicos) y De esta 1nanera, s1 1e ' · 1
del Ministerio de Trabajo francés (cf. S. VOLKOFF 1980, 1987) bre tod~ a las mujeres, no deja de l~doda Idos va_ ro!Il1oe~, ~~pem~~i~
d - "en vm e esarro . 1.'.J.
aportaron elementos en cifras y confirmaron la tesis según la mente en los llama. os p~tses 1 - 1980~1990 de la única ra-
cual las técnicas tayloristas se aplican principalmente a Jos tra- ro:
tniento de destaylor~zacwn en os os con cadencias - la cons-
bajadores de sexo femenino: ellas muestran que el trabajo bajo ma masculina con !meas de monta¡e y 1 . d
., . , limitó prácticamente a as m us-
fuerte apremio de tiempo es efectuado sobre todo por las muje- trucción automovihshca - se . . , de la
res obreras. trias de los paises del Norte, dado que la reorgadnizat:wons esto..:
b d vos modelos pro uc IV ,
Esta realización segmentada y standarizada, según un "one ~:~~:::; :e~:~d=ri:~ p:c~~~gnificativa en las industrias del
best way" (única y mejor manera), que caracteriza una gran par-
te del trabajo obrero femenino todavía en nuestro días, puede Sur.
sufrir modificaciones según el grado de modernización tecnoló-
gica o según el país. Nuestras encuestas han mostrado un movi- "Especialización flexible y división internacional del trabajo
miento de "destaylorización" aunque sea muy parcial, en un . h . día corrientes, sobre los
cierto número de establecimientos franceses y japoneses, con ex-
La pertinencia de las teSIS, o y en . b 1 r-
·gmas de organización industnal y so re a reca 1
periencias de constitución de círculos de control de calidad, de nuevos paradl · d ·'
ficaci¿n de los operarios como consecuencia de la mt~o udccwn
grupos semiautónomos, de rotación y de polivalencia, al cual , d b , r intensamente exarnma a por
correspondía un movimiento de aumento de la taylor.ización en de nuevas tecnolog¡as e ena se . . al del
, . d división sexual e mternacwn
las filiales brasileñas. Investigaciones recientes en una rama es- una reflexión en termmos e.
. dlf d' oyde a exilia
1 fl 'b'l'd d (cf.
trabajo. La coexistencla e or Ism
pecífica (la industria del vidrio) mostraron que la organización
48
J¡ \-i:.Jón sexual del trabajo y relaciones sociales de sexr'
. ~cxoa 1e internacional del trabajo- Helena Hirata
Di,-ision
49
VOLKOFF S., 1987), aun en los países de capitalismo avanzado co-
mo Francia, donde el modelo de la especialización flexible pue-
. . .. del tay1orismo
. Y de la flexibilidad aparece pues, "dcorno una
]os
de estar de actualidad, es todavía mcís marcada aún en países se- ClOn. :l .d. aun en los. pmses
. del Norte
. ' cuando se consJ. eran..
. 1 Úe

miindustriales corno Brasil, con un predominio de las modalida- real!t. a . en re l·acwn


diferencias ,·, e 0 n el.. género
~ y la división ínternacwna ..
des tayloristas y fordistas de la producción y de la organización
del trabajo (cf. R. QUAD!!OS CARVALHO y H. SCHMITZ, 1989). En
los países del Sur, es difícil comprobar la doble ruptura a la que . . .. sexu·'l del !raba¡· o: variabHidad y persistencia
3. DIV1SIOI1 e " •

se refiere M. Schurnann (1989), con la ideología del taylorismo a


nivel de la empresa y con el modelo taylorista en el plano de la
L dalidades de reproducción o de desplazamiento de1a
teoría. Si bien podemos comprobar la aparición, en países como
.. a: mo al del traba o en el tiempo ya fueron tratadas en
Brasil, de un nuevo modelo de organización del trabajo alterna- dJ.vlswn sexu t d 10 J en f.onn a]i?aci·ones
· s a veces -~ · · - por rna.rte de so--
tivo al lnrdismo (cf. A.Ftwn, 1988), debemos también situar es- numerosos es u ·' · . e Ccx:KBURN, 1983;
ta aparición dentro de un cierto min1cm de grandes empresas ciólovas e historiadoras (R. MILJ<MA~, 1987 J::> 1 .d. {-ion 1987· IvL
.. e: . 986· APRE-ateli.er Productmn ,epro UCt . 1 . • '

del sector dinámico y competitivo de Ja cconomia, que emplea J..S.' .o. n,


, .l. [b
' ¡"o la <hreccwn
. "' ü€'.' ] ·t993) . Sin e. embargo
.. ' en cuan-
mano de obra masculma. Si se empican tambié1 algunas muje- 1\i(fJ-SARCEY . a ' ..... b"Jidad de la división sexual del
, . h variabilidad o la m.v ana I • . , . . . . -
res, la recalificación de la mano de obra se limita en general a los
d·o~
!l. a : . . cio aeo rráfico hay muy pocos anahsJs, en par
varones, las n1ujeres quedan fuera de toda política de formación trabaJO en e.l espa o. d g t· Cffi'1nados d.e comparaciones
d b"d a la escasez e es u 1 " ' . T .
y excluidas de las técnicas y métodos de gestión "innovadores".
te e ' .o' 1 s de la división sexual del trabajo (d. ana JSJS
De esta manera, la consideración del trabajo de las mujeres y mternacwna e_de J.HEINEN,- 1980-
comparativos . ~. de J.HUMPHREY, 1987 y cie M. A.
de los países llamados "en vías de desarrollo" muestra que las llARRÉRE-MAURJSSON, 1992).
prácticas y los métodos tayloristas y la producción en gran serie
. . en e ¡ t.Ie:mpo,
• 1 caso de la evolucwn . s·e puede
. . comprobar
.
de bienes standarízados, sin preocupaciones por la calidad, pue-
En ed . !· división sexual del trabajo estaría somel!da a '
den coexistir con algunos "islotes" de modernidad y de sofisti-

~:~~e:~~~~~;~~ ~od: ~o femenino, s;gún los dif~rentes xa:s~s~


ante to o que a,-¡ ennite el desplazamiento de las fronteras
cación tecnológica y organizacional. El argumento de esta coe-
xistencia fue, por otra parte, reconocido más recientemente, co-
p~ro Ja.mast a, tlos regímenes políticos
· , , 1 s tpreswn
. . d,e la
. dJ·vr"sion
· · _.__ 'sexual
· m.tsm.a, In , epen
mo uno de los argumentos posibles por M. Piore y Ch. Sabe.!, a o de los tipos de Estado .
partir, justamente, de la consideración de la división internacio- drentemen e ae · ] t pe, e S

lVJsw~
. 1 d. . . ". sexual del trabajo profesional entre a . ~ area_ .
nal del trabajo (cf. el prefacio de la edición francesa de The Se- S! a enosas atribuidas a los varones, y los traba¡os
e •

cond Industrial Divide, 1989, p.l3): se asistiría a la consolidación sadas, suelas y p . "11\ menos nítida en Chma
de un sistema "mixto" en el que las dos tecnologías (flexible y limpilos y lUivRI·ansoss
o en a ex- . ., · ., ae~a~:~~~:: :~o~~~l~
la..persistencia de la di-
rígida) estarían combinadas. Lo que no consideraron estos auto-
. "' S·exual
VlSlOll del traba¡· o doméstico y lamJhar. _.
res en la "rectificación" a partir de un análisis de la división in-
ternacional del trabajo, principalmente de Corea del Sur, es la U de las constantes que encontramos, e"n los. tres
. . . ¡1a1ses en
¡-

d~;~::::j~~ ~:gJn 1~ ~ual repetitiv~


existencia de otra modalidad de sistema "mixto" en la que dos na , m araciones sistenlátícas, concierne a la CI-
sectores coexisten, uno flexibilizado (masculino), el otro taylori- que el trabajo manual y se
zado (femenino) (cf D. KERGOA1~ 1992, p.80-81); la"yuxtaposi- VlSIOn . .
atnbuye pnncrpalmmt
, e a las mujeres (a excepcwn de Ios o re-
las líneas de montaje autornovi-
ros especializados, varones, en . , .. a los hombres
lístico) y el que requiere conoCim.Ientos tecniCos, .
.nternacional del trabajo- Helena Hirata
51
Divi~iún ~xua ¡ e 1
50 l. ConceptP de tr-;~b~~) .· divio iOn ~exual del trabajo y relaciones soda les de sexo

. . n estas transformaciones es el estado de las rela-


(H!RATA H. y RoGEMT Ch., 1988). Otra constante encontrada en deternrtnante e . J·eres en la sociedad dada, relacion.es
. , tre varones y m u f
nuestra encuesta concierne al hecho de que los empleadores re- cwncs : s institucionalizadas o no, pero que son con rn~ct:a re-
conocen de buena gana las cualidades propias de la mano de de fuer l ltado de amplias luchas sociales, de movimientos
obra femenina, pero no existe reconocimiento de estas cualida- " enCia e resu · · t femi-
.. u . . es ecial de la existencia o no de rnovmuen os
des como calificaciones femeninas reales, a diferencia de lo que s~oales, ~~ acXvidades concientes, con vistas a u~1a transfo~a­
sucede para con la mano de obra masculina. Estos caracteres nlstas Y . u¡' eres en el trabaJO y en la socie-
., de las relaCiones varones-m
CIOTI
constantes de la división sexual tienen como contrapartida la ex-
trema variabilidad en la asignación de puestos de trabajo con- dad.
cretos dictada por la política de personal de las empresas. Así
pues, comprobamos qw:' las formas de utilización de la mano de
obra fcineni11a; según el estado civit la edad y la formación, va-
rían crmsíderablernente según los Diferencias significati-
vas existen en las práctica~ discrün.i.natorias y parecen n1uy li-
gadas a la evolución de las relaciones varones/mujeres en el
conjunto de la sociedad. Por ejemplo, las empresas japonesas
han practicado abiertamente dos sisten1as de rem.uneración se-
gún los sexos. Trataron, a veces, de transferirlas sin éxito a sus
filiales, por las barreras jurídicas (leyes de igualdad profesional)
en vigencia en un cierto número de países occidentales y en eJ.
mismo Japón desde 1987. Otro ejemplo es la discriminación con
respecto al trabajo de las mujeres casadas. Sí bien las firmas en
Francia no discriminan a las mujeres casadas, adoptan en sus fi-
liales extranjeras prácticas de selección y de despido que las dis-
criminan, y que están en vigencia en los países donde se implan-
tan sus filiales.
Si bien se comprueba esta diversidad en la puesta en prácti-
ca de las políticas de gestión de la mano de obra en las empre-
sas, en los resultados de nuestras encuestas comparativas inter-
nacionales, son las persistencias, las continuidades, las siinilitu-
des, las más sorprendentes en la división del trabajo entre los
varones y las mujeres de países muy contrastados por su lugar
en la división internacional del trabajo o por su nivel de desarro-
llo económico y tecnológico. Se pudieron comprobar casos de
desplazamientos, cuando no de ruptura, en la división sexual:
las coyunturas de expansión económica o de crisis, la introduc-
ción de nuevas tecnologías. Lo que parece, sin embargo, sobre-
Relaciones sociales de sexo y
división del trabajo.
Contribución a la discusión
sobre el concepto de trabajo·
HELENA HtRATA

Esta contribución para reflexionar sobre la crisis del trabajo,


se sitúa en el marco de un intento de reconceptualización del
concepto mismo de trabajo 1, a partir de la introducción, en el
centro del análisis, de las din1ensiones "género" o "sexo social"
v J!Norte-Sur" o "división internacional del trabajo". La relación
~orte-Sur, considerada en general por los especialistas de la
Economía o de la Sociología del desarrollo, en términos de jerar-
quización, de dominación o de sobreexp1otación del Sur por el
Norte, se piensa aquí, no en términos del debate actual sobre la
globalización financiera, sino de imperialismo masculino pre-
sente en conceptos como la "especialización flexible" o "los nue-
vos paradigmas productivos". Aparentemente neutros, esos
conceptos ligados a las tesis sobre la emergencia de nuevos sis-
*(Capítulo tomado de: Bidet, J y Texier, J. (dir), La crise du travail, Paris, PUF,
1994, p. R1-92. (Actas del Coloquio '94 organizado por la revista Actuel Marx)
1 Esta deconstrucción/reconstrucción del concepto de trabajo fue nno de los ejes
problemáticos que se asignó desde su creación el Grupo de Estudios sobre la
división social y sexual del trabajo (el CEDISST) del Centro Nacional de la In-
vestigación Científica de Francia (CNRS).
La ampliación del concepto de trabajo mediante la inclusión del sexo social y
del trabajo doméstico, no profesional, no asalariado y no remunerado, tuvo
por consecuencia, en el plano teórico y epistemológico, hacer resaltar toda
una serie de divisiones, como las que existen entre producción y reproduc-
ción, salariado y familia. También tuvo por consecuencia hacer destacar cate-
gorías sociológicas construidas exclusivamente a partir de una población
masculina conSiderada como universal (categorías como las de calificación,
clases sociales, pleno empleo, etc.). La problemática de la división sexual del
trabajo, elaborada en el marco de este equipo bajo el impulso de Daniéle Ker-
goat, se benefició, para su constitución, con un movimiento social de las mu-
jeres, que en los años 1960 y 1970 cuestionó considerablemente "el androceo-
trismo de las investigaciones en ciencias sociales" (N. C. MA1HIEU, 1991; C.
DELPHY, 1992).
54
J. Concepto de trab,ljn, división sexual del trabajo y relaciones sociales de sexp
. 1es. de •sexo y división del trabajo- Helena Hirata
Re!Jcíunes sooa 55

temas de producción remiten fundamentalmente en realidad, al


trabajador de sexo InascuHno de los países del Norte. ., , cial no uede ser m.ás viva que otra, es o no_ es"
Una relacwn
(l 984 a, p.210).soT _P en este libro Part.I,
[. amb"Ien Por una Sociologza de
En este texto, al preguntar sobre la pertinencia de ese m.arco lt~ relaciones socwles, p. 15]. .,
particular de referencias para la elaboración de herramientas
r. . t. de esta idea de "co-extensividad", la explotacwn
conceptuales de alcance wliversal presento, en primer lugar, as- S1 se par e . . . , n de sexo son indisoCia.bles,
pectos de método, que conciernen al interés en la utilización de en el trabajo asalarliado ~ lacoopnreo'smwl.ca -o la de las relaciones de
algunas categorías transversales en el análisis de la división se- ¡ d la exp otacwn e ·· '
la es era
clases- e ltáneamente aquella donde se ejerce el poder ma-
es s¡mu
xual del trabajo. En segundo lugar, sintetizo los resultados de una
investigación comparativa internacional sobre la división sexuaJ
.
chista sobre las mu¡eres·.'
e internacional del trabajo. Por último, propongo algunas hipóte- . cía de lo económico, que hacía de la fuerza de
sis teóricas referentes a las formas de periodización de la divi- L~ preeminent ' 1 ve en el análisis marxista clásico de las re-
sión del trabajo entre lo:; sexos2. traba¡o un concep o e~ ede ellu ar -con la tesis de la "co-ex-
. · d d" de las re aCiones, de clagses y de sexos- al con~epto ¡de
iacit.mes de dominacl¡o~, e
tcn:a n a -· 1988 ) inserto en una red de re a-
División sexual del trabajo: aspectos de método su¡eto sexuado (cF.D.KERGOAT, . da 1 . do de lo económico
. b" t.
Ciont-s 1ntersu Je Ivas. " Ese pasa¡e e pnma
f" "'n de un lazo in-
- . d 1 t · 'n a 1a a 1rmacm
y de las relaciOnes e e~p o :~~1 (y de clase) y explotación eco-
En los análisis sobre las relaciones sociales de sexos, com- disociable entre opreswn se .t n mi opinión re-concep-
, . ( d o) es la que permi e, e ' .,
nom.Ica y e se~
prendidas como relaciones desiguales, jerarquizadas, asimétri-
. . .zarlo a partir de la introduccwn de
cas o antagónicas de explotación y de opresión entre dos catego- tualizar el trabaJO, dman;u 1 '. . tiempo como "sexuada" y
rías de sexos construidas socialmente, la preeminencia de uno una subjetividad que actu~~ a mismo_~ t
de los dos componentes de esas relaciones, ya sea: el de opre- "clasada" según la expreswn de Daniele Kergoa . ,
sión/ dominación de sexo, ya sea el de sobreexplotación econó- . .
Este P leno reconocimiento d ellu g ar del individuo (varon d" "' o
mica; constituyó nna de las mayores diferencias que divide el · ) y de la subjetividad en el tra ajo, esb · una precon
. dICIOn
campo de las investigaciones y del movimiento feministas, tan- muJer . hender los movimientos y las relacwnes e pa-
to en el Norte como en el Sur. Relaciones de clase o relaciones perml
gue en
sión asIte
re lapreones
ac1 de traba)·
· o4·' trabajar sobre los modos . de pa-
de sexo, antagonismos de clases o antagonismos de sexos, todo . . . por u-!timo
saje del hacer al ser; distmgmr, 1 . ' las modalidades
la socialización. se-
sucedía como si la importancia otorgada a nna de esas relacio- d as de la relación con el espacio, e tlempo y
nes implicara dejar en un plano secundario a la otra. Daniele xua · 1"' ''
Actualmente el campo de investigaciones sobre e genero! '
Kergoat conceptualizó esas dos relaciones sociales en términos
de "co-extensividad" (1978,1982,1984a), es decir en términos de
'
o sobre las "relaciones .
soCiales . ~ Insertan
d e sexo " 'en el que se 1 ue noas
d ntar está en plena expanswn, o q
recubrimiento parcial de una por la otra. Existe ahí, de hecho, ideas que acabo e prese h d . dadanía en la co-
uiere decir que goce de un real derec o e Clu
un "rechazo de jerarquización de esas relaciones sociales( ... ).
q --- el acoso sexual en el trabajo como el caso
jAquí estaríamos tentadas de ver . t d las relaciones jerárquicas de
. á · de ese enlrecruzam¡en o e -
2Agradezco a HélEme Le Doaré por la lectura crítica de la primera versión de parad1gm tlco. .·, de las mujeres por los varones.
este artículo, que se benefició también con los debates en el transcurso del trabajo y relaciOnes de opresmn .. f d las
. . . 1d ma ciencia de la gestton a par tr e .
de 1994. La Crise du travail, organizado por la revista Actuel Marx, en enero
Coloquio 4 Para una tentativa ongma e t f d gestión industrial a partir
pasiones, y espeoa · 1mene. . h 2 ·r en1a(1994b).
t paraunenoque ,
de la categoría de generostdad ver p . an ta
56 L (',_,Jh'epto dt: tnbdjo. dinsión sexual del trabajo y relacione:; sociales de ~exo ReL!Cilmes sociales de wxo y división de! trabajo- Helena Hirata 57

mu~idad científica. (d. H.Hirata, Parte -t División sexual e inter- interés epistemológico que .representa este tipo de .reflexión pa-
nacwnal del trabajo, p. 41).
ra renovar su marco conceptual; el enfoque masculino puede ser
Desde un punto de vista metodológico, me parece fecunda heurístico para la reflexión sobre la división sexual del trabajo;
actualn1ente esta doble actitud en el a vanee de la reflexión r f ~ y su" punto de vista", a partir de su lugar en el campo de las
rente a ese campo de · . t' . . ' ee prácticas del saber, proporciona otro esclarecimiento a los con-
· Inves Igacwnes. I..a prnnera consiste en to-
¡nar en cuenta los enfoques masculinos de las relaciones socia- ceptos elaborados por investigadoras mujeres.
es de s.exo y de .la división del trabajo entre los hombres y las
Esos investigadores6, que reaccionan frente a los cuestiona-
~l~Je~es, la segw1da se refiere a la utilización, en el análisis del
trd _J,;o,_ <:;~algunas ca~~gorí~~ conceptuales (como por ejem lo rnientos provenientes del campo de estudios sobre las relacio-
. .. h.ia.d o la ~ubnmacwn)
ld nes sociales de sexos, lo interpelan -y a su vez nos interpelan.
. t.rt:J.ltn - t¡ue hasta ahc' ra no se ernp .. lp
ea-
HH_1 conH.:nh_::mcntc (:n la·~ investigdc·iones en Socioloy-ía del t. - Llego ahora a la explicitación de la segunda actitud, recorda-
J._- .Y. de las .n:LKiones
f.HJO . _ ___ entre· loe.;· -Sí:-'XOs '--"'- d·)s
-. - · r'\··¡s , • u'ct•t' d ra
J u es pue-
da anteriormente, referente a la apertura hacia algunas herra-
( "eil .n.nn.t~l~lrsc }~ ~cone>tituir una ÜllH:a po-::;tura hacia la llmixidad." mientas conceptuales exógenas al campo tradicional de la Socio-
~-; la.~ves~1-gacwn y entre Lts discipJinas). Trataré de explicitar logía del trabajo. Para señalar el interés de ese procedimiento,
ontmuacwn Jo que acabo de enunciar. tmno como ejemplo tres conceptos que habitualmente no se aso-
, La c;t~stió~ d~ !a
i.gualdad entre los sexos, en relación o no cian con la categoría "trabajo" y "división sexual del trabajo"-'
con !a
ehc.a (Jusbcia/Injusticia) fue tratada fundanlentalrn.ente pero que pueden contribuir a las investigaciones en ese campo.
por mvestlgadoras feministas (por ejemplo en filosofía M L Un primer ejemplo es el del concepto de creatividad. En un ar-
Doeuff (1989 1994) r C 0 11· (1 ' ' ' · e tículo reciente sobre el reparto del tiempo de trabajo (partage du
. ' ' '. m 992), G. Fraisse (1989 1993)· G
FraiSse et alii (1991); M. L. Boccia (1990)5 . ' ' ·
temps de travail), Ph. Zarifian piensa la nueva productividad co-
rno estrechamente asociada a la creatividad: "la fuente funda-
Si, actua.~lente,_ e~ta cuestión y con lllayor generalidad, el
enfo~ue eptstemologtco. que introduce la diferencia varones- mental de esta (nueva) productividad reside, en un último aná-
/ muJeres en la construcCión teórica continúa siendo f d· lisis, en la organización de la creatividad" (Ph. Zarifian, 1994a).
ti ttb· . · unamen- Ahora bien, este tipo de productividad es sólo masculino, los
a me~ e ra aJada por Investigadoras feministas; ha posibilita-
_fo .r,ecientemente, cuestionar a investigadores hombres en su re- puestos masivamente ocupados por las mujeres no son los más
acw.r: c~n
vas dtsc1phnas.
!os
modos de construcción teórica o con sus respecti-
propicios para la creatividad. De la misma manera, la autono-
mía y la iniciativa, consideradas esenciales para la aplicación de
los modelos de especialización flexible, alternativos al modelo
P~enso efectivamente, que cada vez que investigadores va- taylorista-fordista, no son características de los puestos de tra-
~ones hacen un es~uerzo para integrar las relaciones sociales de 6~p~;samos, por ejemplo, en cuatro disciplinas diferentes de las ciencias
sexo .en sus reflex~o~es, a partir del reconocimiento de la perti- sociales, en las contribuciones de Ch. Dejours en Psicodinámica del Trabajo
;en=-~a de un movuniento social -el movimiento feminista-· y del (1987 y 1988), de J. Ranciere en Filosofía (1987,1993), de S. Volkoff en
Estadística (S. Volkoff y A. F. Molinié, 1981), S. Volkoff y M. Gollac, 1993), de
~:;c~gyu:l;n:J~te 1¡,9.lS9" ·¡COIV1tr¡ibucio~es
en la obra colectiva editada por M. Riot- Ph. Zarifian en Economía, 1993, 1994). Cf. igualmente, a otro nivel, para una
, · o untanamente dejamo d ¡ d
, d .

de; :n
~losó~ica ~lá~ica que trató e~e tema de la iguald:d t~r~i~~)s'~!aa:i~:=~~~~
~enor 1dad del sexo femenino (cf. las críticas de M. LE DOEUFF [1 9891 y
tentativa de integración de la problemática de la dominación masculina en
una construcción sociológica sobre las relaciones de dominación, P. Bourdieu
e · 1
ROU comentadas por H. Le Doaré, 1994 ]).
(1990) y para una crítica de esta tentativa, H. Le Doaré, 1994. Sobre el interés
propiamente epistemológico de la variable sexo, ver J. Jenny, 1991.
58 ¡_ ((lnceptu dt' tr<Jb,¡¡o, división sexual del trabajo y relaciones sociales de sexo
Retacilmes sociales de sexo y división del trabajo- Helena Hirata 59
bajo femeninos.
Un último ejemplo se refiere a la pareja masculinidad/feminei-
d Postulada de este modo la relación entre creatividad y pro- dad. La contribución de la Psicodinárnica del trabajo (DEJOURS,
d ucti~ldad, puede dar un nuevo enfoque a la reflexión sobre la [1987-1988, 1993]; M. P. GU!Hü-BAILLY [1993] y de la Filosofía
t -'~swn sexual del trabajo. Se puede decir que la creatividad es- (por ejemplo, F. COLLIN, [1992]) indican el interés en utilizar esas
a, ~ manera ?eneral asociada al sexo masculino/ corno lo do- categorías (virilidad y femineidad, la bisexualidad psíquica) pa-
::~h~:llo esta al s:~o femenino: el monopolio por ese mismo ra pensar el trabajo y la gestión sexuada del mismo. En una in-
.d poder pohtico Y de la potencia creadora podría aún vestigación sobre los obreros de la industria del vidrio pudimos
c~,nsi erarse como el fundamento de la permanencia de la divi considerar las identidades sexuales y las representaciones socia-
s1on sexual del trabajo (H. LE DOARÉ, 1994 )7. ·
les de la virilidad y de la femineidad utilizadas en la gestión de
r- ~[:1_ s~gl~ndo ejc~:pto es el del concepto de sublímación. Efecti- la mano de obra. El estudio de la actividad del trabajo según el
\/ dn't~-.n~.(:.,_ !a. ~efl.cxwn sobre el estatus diJercnciaJ de lo.s hmnbres sexo, y la pareja masculinidad/virilidad y femineidad mostró
~cit. ~as.nmJcre.s frente a la subtirnación ·-o sobre la "desi :rualdad la fuerza de los estereotipos sexuados del trabajo según los se-
constrwda sooahnentc frente a los beneficios sünb T "'g, d - !- xos (1a virilidad asociada al trabajo pesado, penoso; sucio, insa-~
sublimación" según C. Dejours (1993 . 25l). odlcos e a Iubrc, a veces peligroso, que requiere coraje y determinación; la
ig 1 t · ' P· - pue e aportar
b ua mL.en e otro en:oque al análisis de la división sexual del Ira- femineidad asociada al trabajo liviano, fácil, limpio, que exige
aJo. a sublnnacwn es sexuada como el trab . d paciencia y minuciosidad). La duda sistemática sobre la virili-
ahora b" · b a¡o es sexua o·
t, f Ien, Sl 1a su Iimación y el trabajo como actividad sociaÍ dad de los hombres que trabajan en el sector denominado "frío"
ersadana recduentteml ente amalgamados por el psicoanálisis, la en- de esta rama no contribuye a facilitar las experiencias de cambio
t ' ' · d e1 trabajoS -convergente con
, me 1an . e a ps1cod·mamica en la organización del trabajo. Este tipo de análisis puede com-
aquella mediante las categorías de sexo- indica que todo traba- probarse como muy fructífero, como lo atestigua la obra sobre
JO _no es fo;zosamente sublimatorio (es el caso del trabajo do- los cambios tecnológicos en las imprentas y la relación con el
mestico). 51 es posible la sublimación para las mujeres, esto de- trabajo, que se volvió limpio y liviano, "femenino" por lo tanto,
pende de la clase socml, de la relación con el oficio del ti o de de los obreros del libro (d. C. CocKBURN, 1983) o los estudios de
acllvidad: en todo caso, la sublimación no se conjuga ;on lo ¡!meni- D. Kergoat sobre las prácticas y las representaciones obreras en
no como con lo masculino. Las dos condiciones requeridas para relación con la "virilidad" y la femineidad" (el. H. HIRATA y D.
un pr?_ceso sublimatorio: "el compromiso con tma tarea de ela- KERGOAT, 1988, en: C.DEJOURS (comp.] p.l53 y ss., traducido en
bora~mn y la pertenencia a nn colectivo/ o mejor dicho a una co- este libro, Parte IV, Relaciones sociales de sexo y psicopatología del
mumdad de pertenencia" (C. DEJOURS, T. II, 1988, . 168 si- trabajo). Se abre un amplio campo de investigaciones sobre la
fment~s), ambas no se reúnen fácilmente en lo que~e refi:re a cuestión: ¿cómo se expresan la virilidad/ femineidad, la bise-
;sdmu¡eres. El análisis de la construcción social de las desigual- xualidad psíquica, cómo son interpretadas, transpuestas, nega-
a . es frente a la sublimación, y de sus repercusiones sobre la das o explotadas en el trabajo?
achvdldaddse~uada del trabajo y sobre la relación con el traba¡· o Estos tres ejemplos de categorías "exógenas·'' muestran que
que a to av1a por hacer. ' pueden ser utilizables para pensar el trabajo, a través. de la me-
7 diación de un concepto transversal por excelencia, el de la igual-
Sobre creatividad y trab · 'f ·
8 aJo e . 1gua1mente Ch. Dejours, 1993, p. 220~Zl. dad : en efecto, la cuestión de la igualdad o de la diferencia en-
Cf. Ch. Dejours [1987-1988] Torno 1, p. 128_29.
tre los sexos frente a la creación, a la sublimación, a la actividad
60 l C:on'.J-pto lk !r;~b:t¡o_. dii"isián :-<'xual del trabajo y relaciones sociales de sexo R<lHw 1ws sociales de sexo y división del trabajo- Helena Hirata 61

filosófica,_ etc., me parece que puede constituir un instrurn.ento


tres países, el personal afectado era masculino o femenino según
que contnbuya al avance de la reflexión sobre la d" .. ,
del trabajo. · . IVIS.lün sexual el tipo de máquinas, el tipo de trabajo y de organización del tra-
bajo. El trabajo manual y repetitivo se atribuía a las 1nujeres, el
que requería de conocimientos técnicos, a los hombres. Otro ras-
Divisi~n i.n.!emacional del trabajo : go común: los empleadores reconocen de buen grado, en los es-
las vanabthdades en el espacio tablecimientos de los tres países, cualidades propias de la mano
de obra femenina, pero no como si fueran calificaciones. Fuera
de esta división del trabajo y de las calificaciones -siempre pre-
Las tesis con alcance rmiversal como la de 1 . ¡· .. sentes- entre varones y mujeres, existen diferencias muy signifi-
;1. 1-, 0 1· .
fl ex.~.J.c a especia 1zacwn
d e1e 1a emero-encia de . .
vo '· . -. <'J • un nuevo paradigma producti- cativas en la organización del trabajo.
- modelo fordista de producción son am ·. -
¿:¡_1
nwntc cucst!Onadn.s a la luz de inw.-:...shgaciones em' . ;_, , ~ha Los m.ovi:mientos de taylorización/ destaylorización no van
rnan en las - ---~ . PHH ds (:]LK to- en d mismo sentido en países muy industrializados y en países
• . ¡ ... ¡ . Norte·Sm. o las d 1 kren· ";;cmidesarrollados" como Brasil. La segm.entación del -'trabajo
cias Ig/t( a.s al genero. El an;ilüüs de la divis¡·o·n del tr·lb . t
lo s . 1 - · ~ e a1o Pn re e~; L:unbién mucho más pronunciada en este último, aun en el ca-
s .exos en os pmses muy industrializados (ver por ejemplo D
K ERC,OA1, 1992c) así como 1 .• · so de la organización del trabajo de las industrias de procesos.
.. -·,
d JVISwn ' , a comparacwn internacional de la
sexual del trab· · · En cuanto a la política de gestión de la mano de obra, la pri·
. ' <:lJO, rnuestran que esos tnodelos teóricos
parten ~ie un crerto arquetipo de trabajador: calificado oliva. mera conclusión, como para la organización del trabajo, es que
lente, dtspuesto a integrarse a la lógica del.. t " •p .. se trata de políticas diferenciales según el sexo. El reclutamien·
¡n (D ac uar comurucano-
na . esarrollo de esta idea en este libro· H. t H to, la formación profesional, la remuneración, son asimétricas
· .. ¡ . · · Ira a, ., parte I Dr-.
VIS/011 sexua e znternacional del lrabaio p 41· t b" • . según se trate de madres o de padres de familia. Una vez elegi-
R"i · . ' • · ' am 1en en parte IV
e aCiones soCia/es de sexo y psicopatología del trabajo) • do el sexo de la mano de obra, la efectivización del trabajo con-
creto varía considerablen1ente según los países.
Aquí abordo la cuestión de los cambios en la conf ..
~e la división sexual del trabajo según se tr~te del N~~~r~c~o~; Una de esas diferencias consiste en las prácticas discrimina-
ur, a partir de l~s comparaciones efectuadas entre Brasil por torias. Por ejemplo, se puede recordar el caso de los dormitorios
una tp~rted, y¡ Japon y Francia, por otra, y al mismo tiemp• o la industriales comunes para las rnujeres trabajadoras: existentes
cues wn e as perman · d . . siempre en Japón para la organización del trabajo por tumos y,
. . encras y e 1as smulitudes de la división
del trabaJo entre los sexos en esos tres países. con mayor generalidad, para la gestión de la mano de obra fe·
Una serie de invesf · . menina joven y célibe; no fue posible implantarlo en Brasil, don·
' , Igacwnes comparativas internacionales de las obreras sentían como una ''intolerable falta de libertad"
sob;e.la;e~nologm, la organización del trabajo y las políticas do
esta modalidad de control fuera de los horarios de trabajo. Pa·
ges .wn e a .n:ano. de obra en las filiales y en las casas matrice;
ra otros ejemplos, cf. Hirata, H., parte I, División sexual e interna-
d" f;rmasllmultmacwnales en los tres países (Brasil, Francia y Ja·
cional del trabajo, p.41.
pon me evar~n a. ~a co.mprobación de una extrema variabili-
dad en la orgamzacwn y en la gestión de la mano de ob , . Finalmente, en cuanto a los sistemas de gestión participativa,
los sexos y según los países. ra segun el estudio de los círculos de control de calidad mostró que había
diferencias en el grado de participación según los países (muy
En loque se refiere a la organización del traba¡' o 1 .
conclu''IOn · , a pnrnera elevado en Japón, relativamente débil en Brasil e intermedio en
, que se Impuso fue que, en los establecimientos de los
62 L Concq;tn de trabrJjo, división sexual del trabajo y relaciones sociales de sexo Relaciones sociales de sexo y divísíón de! trabajo- Helena Hirata 63

. . y según el sexo, 1as muJeres


Francia) · . menos asociadas a las
estan dieron mostrar tanto los cambios y permanencias de la división
achvJdades
d . de grupo , y me 1·
nos so ICI a as para dar sugerencias·
.. ·t d
del trabajo entre varones y mujeres en el transcurso de distintos
e meJoras en el plano técnico, y sobre todo excluidas a menu- momentos de la historia; como la variabilidad y persistencia en
d~ en los procesos de tomas de decisión (por ejemplo de asigna- la efectivización del trabajo de los varones y de las mujeres; es-
el. on de recursos monetarios para la realización de esas activida- peciahnente por las comparaciones entre regiones y países, si-
d es).
tuados de manera diferente en la división regional o internacio-
bili Este conjunto de conclusiones a las que llegué sobre la varia- nal del trabajo.
dad, en el espaciO, de las modalidades de la d' . .. l Si se toman en cuenta los resultados de investigaciones em-
d 1 b · · . lVlSIO.n sexua
-~ tra aJO pudo ennquecerse recientemente con una com ara- píricas, primeramente se puede comprobar que la división se-
t:lOn ~ob~-~ las ~or~nas de empleo y la división sexual del tr~ba'o
:-n los estdblec.llU!entos en Japón yen_ Francia
ZAHIFLAN 199-4) Tal ,
(H. HIRA
Y · TA
rh xual del trabajo parece estar sometida a una gravitación que de-
semboca más en el desplazamiento de las fronteras entre lo mas-
des-' __ '_ -- ,·__ _ _ _mostroquelasdesigualdades culino y lo femenino que en la supresión de la división sexual
. -cxo '· . qu"',_ en Japon,
. son mas In1portclntes· f'fl1T:tncia
- . en 1o que misma. Como dice H. Le Doaré: "las condiciones respectivas del
se re f Iere a la .relación
~ . con Ia técnica
- · Las obr f . tie-
eras rancesas . trabajo de los hombres y de las mujeres cambian según el contexto his-
n~n una relacwn de lmplicación frente al movimiento de la téc- tórico, cultural, económico, pero no se transforman, siguen obstinada-
mca, menos pronunciada ¡ d 1 b ·
co . . que a e as o reras japonesas. Por e.l mente la misma línea de demarcación de los espacios masculinos y fe-
ntrano, desde el pw1to de vista del estatuto del emplPo y del meninos" (H. LE DOARÉ, 1994).
co~trato.de trabajo,.la extrema precariedad de las obrer~s ·a o-
~esa~ a hempo par~Ial, en oposición al "empleo vitalicio" d~ ;us Si bien se comprueba una gran diversidad en la aplicación de
las políticas de gestión de la mano de obra en las empresas, son
om.~logos mascu:In?s, contrasta considerablemente con la si-
las persistencias, las continuidades, las similitudes, sin embar-
tuaCion much? mas Igualitaria, en cuanto al estatuto del ern-
pleo en Francw, de los trabajadores varones y mujeres. go, las más contundentes en la división del trabajo entre varo-
nes y mujeres de regiones y países más contrastables por su ni-
vel de desarrollo económico y tecnológico.
Conclusión' Esta aparente paradoja -persistencia en la variabilidad- nos
remite a la imbricación, en la división sexual del trabajo, con re-
. ~e podría d~cir que tanto la variabilidad como la persisten-
laciones sociales que no son periodizables de la misma forma.
~::m e la diVISIOn sex~al del trabajo pueden reencontrarse en el Las dimensiones constitutivas del tiempo de las relaciones so-
ciales de sexos (evolución, rupturas y continuidades) no son las
. {o y en el espacw, pero que la diacronía es la dimensión
pnvJ egmda para captar la permanencia, como la sincronía lo es mismas que las dimensiones constitutivas del tiempo de las re-
para captar la .variabilidad. Investigaciones efectuadas sobre las laciones capital/ trabajo. Por consiguiente, esos dos modos no
relaCiones sociales de sexos y la división sexual del trabajo a son periodizables de la misma forma. Se podría enunciar la hi-
partir de enfoques históricos, sociológicos o antr 1' . , pótesis de que los cambios en la división sexual del trabajo re-
9-Esta
--
parte retoma y des· rrolla u t t
opo og1cos, pu- miten a las coyunturas económicas y a las relaciones de clase, lo
1
Kergoat e 1 d' 1 n ex o propuesto, en colaboración con DaniCle que no quiere decir que las relaciones de fuerza entre los sexos
' n e marco e proyecto de la red MAGE (M d d b . ·
género), re dd e mvesttgadores
· . erca o etra a¡oy no jueguen un papel en esos cambios y que las permanencias re-
y laboratorios del CNRS y d 1 U .
e a mvers1.dad.
64 J. ((lnceplo de !rai'H¡oc dlVJoión sexual del trabaj{l y relaciones sotia!es de sexo

rnitan más bien a las relaciones sociales de sexos, o a una sola de


las dimensiones temporales de esas relaciones.
Permanencia, persistencia, continuidad no quieren decir in- Bibliografía de la Primera Parle
mutabilidad: la división sexual del trabajo, como toda construc-
ción social es histórica y plantea desde el principio, al menos
virtualmente, la cuestión del cambio; ésta es la idea que evoca la
historiadora Michele Riot-Sarcey cuando afirma que "desde la ELBAUM Erika [1987] "Women in leadership position. Henri
ciudad antigua hasta nuestros días, podemos decir hoy como AP~ajfel M~moriallecture", The Britislt Psychological Soczety Newsletter,
ayer : !a ciudad son los hombres. Esta similitud entre el pasado N"l7, p.3-19. . .
y el presente, esta perennidad de la sujeción de las mujeres pue- PPAY Béatrice [1993] "Individu et co_llectif. Questions a !a Socwlogle
de hacer creer en la imposibilidad de su superación" (M. RIOT- A du Travail et des professions", Cahwrs du GEDISST, N 6.
SARCEY, 1993, p. 73). es decir. puede hacer captar la relación de . d ¡· [1988] 1 es rapports ·sociaux
APRF-Atelier Productwn Repro uc mn ' , , ,
donünación como si constituyera un "dato" y una manera "in- dt: sexe: problématiques, méthodologies, charnp~ d analyse, Ac~s
vari;Jntei/ de proceder de los antropólogos criticados por esta d~ la Mesa Redonda internacional del APRE, Pans, 24-26 nov.l9 7.
autora (ver también M. RroT-SARCEY, 1994). París, IRESCO, 3 vol.
A partir de una mirada sobre lo que cambia en la división AUBERT N., ENR!QUFZ E., de GAULEjAC V .[1986] (comp.) Le sexe du
sexual del trabajo -especialmente en una perspectiva comparati- pouvoir. Femmes, hommes et pouvoir dans les orgamsah~~s, Pans, EPI ..
va- se podría decir que lo que parece sobredeterminante es el ti- BARRERE-MAURISSON M. A.[1992] La Division Jam!ltale dn travml.
po de relaciones de fuerzas entre los varones y las mujeres en la Paris, PUF. . . ~
sociedad, relaciones de fuerzas institucionalizadas o no, pero BAUDOUX C. et ZAIDMAN C.[1992] L'Egalité entre les sexes. Mmte et
que muy a menudo son el resultado de amplias luchas sociales, Démocratie, París, L'Harmattan.
de movinlientos sociales, especialmente de la existencia o no de BEECHEY V.[1982] "The sexual division of I~?our and the labour
movimientos feministas, y de actividades concientes con vistas rocess: a critical assessment of Braverman m Stephen WOOD.
a una transformación de las relaciones sociales. lfhe degradation of work? Skill, deskilling and tite labonr process, P· 54-
73, London, Hutchison.
BOCCIA M.L.[1990] "La différence de sexe et l'égalité complexe",
Actuel Marx, N°8, 2° sem.
BOURDIEU Pierre [1990] "La domination masculine", Actes de la
Recherche en Sciences Sociales, No84, septiembre.
CHABAUD-RYCHTER Danielle, FOUGEYROLLAS-SCHWEBEL,
. . & SONTONNAX Fran<;oise [1981] Le travml domest¡qne
Donumque ' ' d ¡ Caesar
et les pratiques de déplacement des femmes et es wmmes. '
Université de Paris X, Nanterre.
CHABAUD-RYCHTER Danielle [1984] "Problématiques de sexes da,~s
les recherches sur le travail et la famill~", ,;'ociologie du Travatl, N 3,
p 346_359 ("Travail des femmes et fam1lle )
67
66 J Conccpio de tr,JlldJU, divisJón sexual del trabajo y relaciones sociales de sexn Biblio~rafía de !a Primera Parte

CHABAUD-RYCHTER Danielle, FOUGEYROLLAS-SCHWEBEL E OURS C.[1993] Travaí/: usure menta/e. Essaí de psyc:wpathologie du
D J ·¡ P· · Ed,·tions du Centurion 1980. Reedtcmn aumentada.
Dominique, SONTHONNAX, Fran<;oise [1985] Espace el lemps du travat . an5 , ~ '
travai! domestique, París, Librairie des Méridiens (H.éponses París, Bayard, 1993)
sociologiques) DELPHY Christine [1970] "L'ennerni principal", Partisans, ("Libération
CHABAUD-RYCHTER Danielle [1990] "The social trajectory of a des fernmes année O").
technical object. From its creation in the household appliance · ¡· [1977] Les femmes dans les études de stratification,
DELPHY ehns me , . · ., , · · PUF
industry to its usage in the home", in: MONSE, Kurt (ed.), Tite in Michel ANDREE (org.), Femmes, sex¡sme et soczele: ~ans, .
Private Houschold in Teclmology Research, Actes de l'Atelier franco- (Traducción al español en Por un feminismo materwllsta, LaSal,
allemand, Paris, 6-7 déc., Wuppertal: !.W.T., 1991. Edicions de les dones, Barcelona, 1982).
COCKBU!ZN Cynthia [1983] Brolhers. Male dominance and Technological DELPHY Christine [1978a] Travail ménager o~~ t_ravail domestique?, in
Clulllf!,f, Lnndon, Pluto Pre::;s. A. MICHEL (comp.), Les Jemmes dans la soCiete marchande, PUF, p.39-
COCKHURN Cynthia [1985j Machi11cn¡ of"Dominance. Women, men and 54.
tn:lwica! know-lunu, London, Pluto i'r~s::;. OELPHY Christine & KERGOAT Daniele [1982] "Les études :;t
COLLIN F.(ed) [l992aj 'Trovenances de la pensée", in: ~ recherches féministes et sur les femmes en S_oc.w.log~e ,
"Femmes/Philosophie", primavera, Les Cahiers du GRIF, Nn46. eon t n·b ucwn
·' al Col<lquio de Toulouse: Fcmmes, Femzmsme el
recherdws, p.4. Actes du Colloque National.
COLLIN F. [1992b] "Différence el différend. La question des femmes
en philosophie", in G DUBY & M. PERROT (comp.), Hisloire des DELPHY Christine {1992] "Féminisme et recomposition a gauche",
Femmes en Occident], T. V, Paris, Plon. Polilis la Revne, N'!, p.27-34.
COMBES, 0.[1981] Répresentations des rapporls de produclion el approc!zes DELPHY Christine & LEONARD 0.[1992] Familiar exploitalion. A new
des modes de vie, Paris, CSU, p.59. analysis of marriage in contemporary western societ1es, Cambrtdge,
Polity Press.
COTTEREAU Alain [1980] Introducción al texto de Denis Poulot, Le
sublime, Paris, Maspero. DONIOL-SHA w, Ghislaine el alii [1989] Les plans d' éga/ilé
8 p · La Documentation
professionnei/e. Etnde-bi/an 1983 - 198 , ans,
COUTRAS Jacqueline et alii [1992] Technologies domestiques et cultures
fran<;aise.
familia/es. Elémerzts pour une problématique, Paris, GEDlSST-CSU-
!RIS. DUBO!S Pierre, KASTORYANO Riva [1985] Recensement des
recherches en cours sur le travail, in Le travml et sa soczologze, Pans,
DAUNE-RICHARD Anne-Marie [1986,1988] De la construction d'un
L'Harmattan, p.l7-41.
objet "Travail des femmes" a une reconceptualisation du travail.
Comunicación en el coloquio Work and Politics: the Feminization of the ERBES-SEGUIN Sabine [1988] Le travail dans la société. Bilan de la
Labor Force, Harvard Univ.,l4-16 mars. En inglés, "Gender relations Socio/ogie dn Travail, T.ll, Grenoble, PUG.
and female labor" in J. )ENSON, E.HAGEN, C.REDDY (eds.), FLEURY A. [1988] Impactos da microeletrónica sobre a organiz,a<;:w. do
Feminization of the Labour Force. Paradoxes and Promises, Polity Press. trabalho, emprego e renda na industria metal-rnecamca,
DE)OURS C. (comp.) [1987 el 1988], Plaisir el souffrance dans le lravai/, DEP/EPUSP.
Tomos l y Il, Paris, éd.de l'AOCIP. FOUGEYROLLAS-SCHWEBEL 0.[1994] "Si la fan;ille m'était
DE)OURS C. [1988]. "Le masculin el)tre sexualité el société" comptée. Le travail dot_n.estique, une, questwn theonque, une
Adolescence; Revue trimestrielle de psychanalyse, psychopathologie el question politique?", Pollt1s la Revue, N 8,p. 37-41.
sciences humaines, otoño, tomo 6, N('L FRAISSE G.[!989] Muse de la raison. La démocralie exclusive el la différence
des sexes, Ed. Alinéa.
68
!. CJHnrtu d<' tr<~bajo, dirísiün ~exual del trabajo y relaciones sociales de sexo Bibliografía de la Prímera Parte 69

p ., [ 'H-
FRAJSSE G et alii [1991] L'
' · d
exerczce 11 savoir et fa différence des sexe
ans, ... annattan. (La philosophie en commun). e;, L
HIRATA Helena et ROGERAT CH. [1988] "Technologie, qualification
et division sexue-Jle du travail", Revue Fran9aise de Sociologie, v.XXIX,
FRAISSE G.f1992J La raison dcsfemmes, Paris, Plon. p.l71-192.
FRIEDMANN Georges [1956] Le lravail en miettes, Paris Gallim d HIRATA Helena & KERGOAT Daniéle [1993] "La classe ouvriére a
GADREY ' ar ·
• idenl¡'l.e'"NP~1~:2L] _JHiommes et femmes au fravail. Inégalités, différences
deux sexes" Politis La Revue, No4, jul.set.(Traducido en esta obra,
-~, ans, armattan. ' parte !1)
GOFDEL!Ed.. R Maurice [1982] La produclion des grands hommt's HIRATA Helena & ZARJF!AN Philippe [1994a] "Le modele fran<;ais
ayar . ' , Paris, sous le regard du Japon: l'exemple de l'agroalimentaire",
comunica~ón en la 2" Rencontre Internationale du GERPISA, Paris,
GOLLAC M et VOLKOFF Serge [1993] "C! , , ..
Rc<me, N"4. asses et travaux 'Pohtts La 16-18 juin 1994.

CUI!!OBAI!I HIRATA Helena & SENOTIER Daniele (comp.) [1996a] Femmes el


· · -· Y M·P · [1991]
. , 'll · · sexuelle a u trava T' Ed ~ ·
'- entJte partage du travail, Paris, Syros.
1Jen;w 111,·1li" v 3 N''Jit rr· ··d .. t , llLatwn
'¡) _ . 'r ., ' J . • ra u.ccwn al español en o¡:csoo-.·.··
onnntc¡u • y CUJJ10 BAlL e • J.\,., _"}, HIRATA Helena(coord.)[1996] "La division sexuelle revisitée",.Cahiers
"· ' • L): fvlanP-Pi':'rre· Psl t ¡ .'
psicudinúmica del trabajo L\soc T . b ·. ~ ~· . copa o ogw y d11 MAGE, N"3-4, Paris, IRESCO, janv.
CON!CET
1 , en prensa
) , , . ra a¡o y Socredad/PIETTE-
HUMPHREY jolin [1987] Gender and Work in the Third World. Sexual
GU!LBERT Madelein [1966] L F · division in Brazilian industry, London, Tavistock.
La L¡
1·. aye,
M
outon.
e es onctums des fcmmes dans !'industrie'
HURTIG Marie-Claude, KAHL Michéle, ROUCH Héléne [1991] Sexe el
GUILLAUMIN Coletle [1978] "Pralique du ouvoir et idé - " Gwre. De la hiérarchie entre les sexes, Paris, CNRS.
Questzons féminisles, N"2, p.S-30; N"3, p.l28. e de Nature . ISAMBERT-)AMATI Viviane, GUILBERT Madeleine [1956] Travail
GU!LLAUMIN Coletl [1992] 5 féminin et travail ii domicile, Paris, CNRS.
,. p . ~ ,e exe~ race et pratique du pouvoir. L'idée de
tila 1ure, ans, Cote-Femmes. JSAMBERT-JAMATI Viviane, GUILBERT Madeleine [1962] "La
HARD!NG Sandra [1990 ' 1991] "L'instabilité des cal, . , répartition par sexe", in FRIEDMAN & NAVILLE (comp.)Traité de
analyhques de la th- · f' . . " egones Sociologie du Travail, v.Il, Paris, A.Collin.
eo~I~ emmtste Futur antérieur, N"4, p.l38-155
(1, parte) y Futur anteneur, 1

1 N"S p 130-39 p . . JENNY jacques [1991] "Rapports de génerations ... En rapport avec ...
v .11, N"4. ' · ' · revtamente en: Szgns,
Rapports de sexes, rapports de classes sociales et autres rapports
HE:N:.N Jacqueline [1989] "lnégalité devant 1' emploi et prégnance de sociaux fondamentaux" Les Annales de Vaucresson, N"30-31, p.23-45 .
.a lVlSlOn sexuelle du travail dans les pa S de 1' E' " e ' JENNY Jacques [1995] "Rapports sociaux de sexe et autres rapports de
mternationales, N"S, Paris, IRESCO. Y .st , omparazsons
dominance sociale = pour une intégration conceptuelle des
HJRATA, ~elena [1986] ~es métamorphoses de la forme travail: travail rapports sociaux fondarnentaux", Cahiers du GEDISST, Paris, N"14.
professwnnel; travail domestique travail?" e t 'b ' KERGOAT Daniele [1973] Bulledor ou l'hístoire d'une mobilisation
Table n d y ·¡ ... · , on n utwn a la
<n e, ravaz el productíon domestiques: un hilan CNRS 4 ouvriere, Paris, Le Seuil.
mars. ' '
KERGOAT Daniele [1977] "La cornbatitivité ouvriere dans une usine
H!RATA Helena & KERGOAT Daniéle [1988] "R t . de construction de camions. L' entrée en lutte des ouvriers
appor s soCiaux de
sexe e 1 psych opathologie du travail" in D . .C ( .. spécialisés", Informe de investigación, CSO, Paris.
souffrance dans le travail S, ' . . eJou:s . ~o~p) ~lazszr el
· emznmre mterdu>ctplmat d KERGOAT Daniele [1978] "Les pratiques revendicatives ouvrieres;
psychopathologie du :ravail, II, 1987-1988,. Ed, de!' AOCIP, J;;_176e
processus revendicatifs et dynamiques collectives", CSO, Paris,
(TraducJdo al espanol en esta misma obra, parte IV, N"l) p .
(informe mimeo).
70 l. Concepto d(· trabdjo, división SE'xua! del trabajo y relaciones sociales de sexo
Bibliografía de la Primera Parte 71

KE~GOAT Daniele [197Sa], "Ouvrieres = ouvriers?" e ..


l Economie polítique, N"S. · ' ntzques de LABORIE Franc;oise [1988] "Rapports sociaux de sexe dans [es
nouveaux modes de reproduction", in Les rapports sociaux de sexe:
KERGOAT Daniele & eHENAL O ¡1981 ] "P d .
l · · ro uc1wn et reproduction· problématiques, méthodologies, champs d'analyse, Actas de la mesa
;~ Jeun~s travailleuses, le salariat et la famille" e 't. d.
1 Economze politique, N" 17,nov. ' rz zques e redonda internacional, Paris, 24-26 noviembre 1987, PIRTTEM,
IRESCO, 1988, v.2, Cahiers de l'APRE, N' 7.
KERGOAT Danié[e [1982], Lesouvrieres, Paris, Sycomore.
LABOURIE-RACAPE A. LETABLIER M.T & VASSEUR A.M. M.[l977]
KERGOATD ··¡ [
1 D ame .e 1984b J Les femmes et le travail ii temps partiel París "L'activité féminine", Cahier N°11, Centre d'Etudes de l'Emploi,
a ocumentahon frans;aise. ' , PUF.
KERGOAT Daniéle [1984c] "D' · .
. . ¡·¡·· . ., . - rvrswn sexuelle du travail t LAGREE jean-Charles,[1990] "Les enjeux de l'insertion lace a
qua 1 Icatwn, Ladres CJ. DT, No313 . e l'emploi" Travail, N°19.
KERGC.)AT Dan. iele .et H!HATA Helena [lYSS] , . LANGEVIN Annette [1991] "Les stratégies d'insertion ou l'inéluctable
sexe "'t p- ·1 ¡ . Rapports socraux de
. . e . syc lopat wl.ogle du travai!",in DEJOURS C ( .. improbable", Les Annales de Vaucresson, N°3l, p.83--97.
el soujfrancc dans le trazqi! S, . . . . , .· ~ornp.) Platslr
1
Psycho~athologie du trav:lil: ;.~~~~~u~e 7,~~~;~plin;~;~ ~e 1
LE DOARE Hélene [1990] "La divisíon sexuelle du travail, un outil
d'analyse", Cahiers du GEDISST, N" 3.
(Traducido en esta obra, parte IV, art. N"l) ' p. ' ·
LE DOARE Héléne [1991] "Note sur une notion: le rapport social de
KE~~~~:~ DaniéieL[1988a] "Le sylk:gisme de la constitulion du sujet se:xe", Cahier d'Encrage, N" hors de série, p.&-io.
Mesa Re:~~~~ in~e~~:c~~~a~~~~;:~:ss~;l~~~~~:';o~~resundicación
nov . 1987, e ah'ters. de l'A PRE, Paris,(CNRS-P!RTTEM) e sexo,
LE DOARE Hélene [1991a] "Le mouvernent populaire <!n Amérique
" Latine. Elément d'une reflexion sur la notion de mouvement socia]
mayo, p.283-291. · ' v. !, N 7, sexué", in Mouvement social et division sexuelle dtt travail, Paris,
KERGOAT Daniéle [1991] "L'' f " IRESCO, p.S-18, Cahiers du GEDISST, N"2.
No6 été p 71-85 . (T d _m Irrruere coordonnée", Futur antén"eur LE DOARE Hélene [1994] "Du pouvoir politique et poiétique. Schéma
' ' · · ra uc1do en este lib t ¡¡ L '
coordinada) ro par e ' a enfermera d'un raisonnement", Comunicación en el coloquio internacional
KERGOAT Daniele, IMBERT, Formation, recherche et édition féministes de l'université. Quibec, Brésil,
Franc;oise, Le DOARE Hélene France. Rio de Janeiro, 6-10 junio 1994. Publicado en Futur antérieur,
SENOTIER, Daniele [1992]
ed.Lamarre. Les infirmihes et leur c:ordination: N''25-26, 5-6/95, pp 95-113.
LE DOEUFF M. [1989] L'étude el le rouel. Des femmes, de la philosophie,
KERGOAT Daniéle [1992a] "Des rapports so . d
d· · · Ciaux e sexe et de la etc., Paris, Seuil.
., 1VlSIOn sexuelle du travail", Cahiers du GEDISST, No3.
KERGOAT Daniéle [1992b] "A d MARUANI Margare! [1985] Mais qui a peur du lravail des femmes?, París,
Revue M n" - . . propos es_ ra_rports sociaux de sexe", Syros.
T d .'d 53 54, avr.rnm, p.16-19 (Le femmisme tl l'heure des choix)
( ra uct o en este libro parte I A , . d la · MARUANI Margare! (coord) [1986] "Fernmes, mode d'emploi",
de sexo). ' ' proposzto e s relaciones sociales Nouvelles questions féministes, N"14-!5.
KERGOAT Daniele [1992 ] "! b MARUANI Margare!, NICOLE C. [1987] "Du travail a l'emploi, l'enjeu
N"126 " , ,~ . . es ~ sentes de l'histoire" Autrement,
libro ~a~~~~~t3a;~ ~~~tal Ourmers, ouvrihes). (Traducido en este
de la mixité", Sociologie du Travail, N"2.
MARUANI Margare!, NICOLE C.[1989] Au labeur des dames. Métiers
KERGOAT Daniéle [1993] Réfiexion sur les conditions de l'exercice d masculins, emploís féminins, Paris, Syros.
~~~~~~p~r des femrnes dans la conduite des luttes, in M. RIOT~ MATHIEU Nicole-Claude [1991] L'analomie politique: calégorisalions el
( omp.) Femmes, pouvoirs, Paris, Kirné,p.124-139. idéologies du sexe, Paris, Cóté-femmes.
72 ! (unn'plo de irdbdj(l, divisiün sex!H! del traba¡o y relaciones . . 1 d
sooa es e sexo B¡b!w¡:;rdía de !a Primera Parte 73

MILKMAN Ruth [1987,1989] Gender at Work The d .. .


segregation by sex during World War 11 Urb· . Ch· ynanuc~ of ~ob TABET P. [1979] "Les mains, les outits et les armes", L'Homme, 19(34),
of Illinois Press. ' ana, Icago, Umvers.tty p.S-62.
MOLIN!E Anne-Fran<;oise & VOLKOFF S T[LLY Louise et SCOTT joan [1987] Les femmes, le travail et la Jamille,
de travail des ouvri~rs et d , . , er?,e [J 980] "Les conditions Rivages, coll. l·Iistoire, traduction de; "Women, work and family",
N"l18. es ouvneres , Economie el Statistique 1 New York, Holt, Rinehart and Winston.
MOLINIE Anne-Fran<;oise & VOLKOFF S VARIKAS Eleni [1993] "Féminisme, modernité, postmodernisrne: pour
de temps danE> le t T' E . erge [1981 J "Les contraintes un dialogue des deux cótés de r océan. Féminismes a u présent",
raval ' conomze et Statistique N"l31
PHILI ' · , marzo. Supplément Futur antérieur, Paris, L'Ha.rmattan.
_ PS A TA YLOR B.[1980] Sex and Skil!: _ . . _
hconomics, Fentinist Review, N"6. Notes toward a Femmist VOLKOFF Serge, MOLINIE Anne-Fran<;oise [1980] "Les conditions de
travail des ouv.riers et des ouvri€res", Econo mie et Statistique, N"118.
P!ORE Michac!, SABEL Cll.,[l989] "Ave - - - " ..
fnnt;'1is ," . 1 ¡ . .rttssement a l editwn VOLKOFF Serge, MOLINIE Anne-Fran(_;oise [1981] "Les contraintes de
' _< _,f , m A':::; e tcmtn::-; de la ¡no5périté De {1 . d { d
la :>uá-wl¡·;afi n,
1 P·- , H· ._' · · L pro uc zon e masse ¡} temps dans le travail", Econonzie et Statistique, N°13l, marzo.
' _ ' ' ' df¡;.,, ac 1tdte (Mutatrons).
QUADROS CAI<VAU-Iü R, SCHMJTZ H[i9H9]"For . .. . " . VOLKOFF Serge [1987} "Flexibilités du travail ouvrier: une a¡Jproche
Restructuring lndustrialization IDS U . ,: dtsm IS ahve 'm chiffrée", Travail, N°12.
, , mverstty of Sussex.
RANCIERE 1- [1987] Le maitre i~nora¡1f ¡ e ,_ VOLKOFF Serge GOLLAC M. [1993] "Classes et travaux", Polilis La
intellectuelle, Paris, Fayard. < • tnq ef:ons sur l enzancipation revue, N"4.
RANCIERE )-[1993] "L'histoire 'des' fem . . . - ZARIFIAN Philippe [1993] "Sur les infirmi€res et leur coordination",
représentation", Annales año 48 N"4 ·m¡~s. entre subJectivatwn et Revue M, N"60, avril.
" '' · , , ]U Jo-agosto.
RIO f-SARCEY Michéle VARIKAS El . ZARIFIAN Philippe [1994a] "Le passage au 32 heures et la
f d' ' em [1988] "Reflexions sur la recomposition générale des temps", Revue M, Paris,1994.
no Ion exceptionnalité", Cahiers du Grif, N"37-38,p.77-89
RIOT-SARCEY Michéle(org) [1993] "F ZAR!F!AN Philippe [1994bj "A u sud de toute décision, la générosité.
GEDISST N"B 1 ¿· .d ·, . e-:nmes, pouvoirs", Cahiers du Recherches sociologigues et philosophiques sur un nouveau
, ' n IVI .u et collechf, Seminaire 1992-1993".
modele d'organisation productive", LATTS-CERTES, febrero.
RI<?,TF-:ARCEY Michéle, VARIKAS E, et PLANTE C. (org )[1993] Publicado en: Travail et Evenement, Paris, L'Harmattan, 1995.
em1msmes a u prése t" F' 1 ·
n , u ur antérieur (suppi.), L'Harmattan.
ZYLBERBERG-HOCQUARD Marie Héléne [1981] Femmes et Jéminisme
RIOT-SARCEY Michéle [1994] La démocratie ií l'é reuve d . dans le mouvement ouvrier fraw;ais, Paris, Les Editions ouvri€res.
figures critiques du pouvoir 1930_1948 p . Ap . :s femmes. Trots
' , ans, lbm M1chel. 2YLBERBERG-HOCQUARD Marie-Héléne[1992] "D'Adam Smith a
ROGERAT Chantal [1988] "Frauenbewegung und Frauenfor . Taylor, les ouvri€res entre l'aiguille et le chronom€tre",
Frankreich", Argument, Westeuropa, Nol, p.105-113. schung m
communication, Crises et métamorphoses ouvriCres,. Coloquio
SCHUMANN M "L · · IRESCO, Nantes, 8-10 octubre.
. a ratmnahsation dans !'industrie" p . CNA
24-11-1989. (Conferencia) ' ans, M,
SCOTT Joan [1986 1988] "G . , .
h. t . " , enre. une categone utile d'a l Publicaciones colectivas
Is onque 'Les Cahiers du Grif, N"37-38, p.l25-153. na yse
SOUZA LOBO Elizabeth [1991] O traba/ha tein dais '
donmzaf:ao e resistencia S.Paulo Ed B T sexos. Trabalho,
francesa en 1.995 ', . ' . · rasitense, 1991. Traducción 1977- Femmes, sexisme et société. Paris, PUF, 1977, Michel Andrée(org.)
' 0 ommahon et resistan T .I
quotidienneté", Cahiers du GEDISST, Paris, IRESC~~· ravai et 1981- Sociologie et Sociétés(198l), voL 13, N"2, octobre 1981: Les femmes
dans la Sociologie. (Número especial)
74 l. Conr.epto de trubaj1•, división sexual de! trabajo y relaciones sociales de sexo

1984 -.Femmes, féminisme et recherches, Actas del coloquio nacional_


Toulouse, diciembre 1982. Toulouse, AFFER, 1984, (1089 p.)
1984 -.Le sexe du travail. Grenoble, PUG, 1984. 1
1985 ·.Atelier production reproduction, CNRS.-PIRTTEM, Cahiers de
l'APRE, 1985, N"1·3; 1986, N"4-6.
1987 -.Les rapports sociaux de sexe: problématiques, méthodologies, champs d'
imalyses, Actas de mesa redonda internacional, Paris, 24-26
noviembre 1987, Paris, IRESCO, 1988, 3 vol.; Cahiers de/' APRE, 7.
1987 -.Recherches sur les femmes et recherches Jéministes, Action
thémahque programmée N"6, Présentation des travaux 1984-1987,
París, CNRS, 1989.
1990 -.Rec!terches sur les femmes et recherchcs féministes. Action
thématigue prograrnmée, Pré~t:mtation des travaux 1986-l989, Paris,
CNRS, 1990.
1991 ·.Calders du GEDISST (1991), N"!: Changements techniques et
division sexuelle du lravail. (Actas del seminario GEDISST, r'
trirn.l990) SEGUNDA PARTE
1992 • Cahiers du GEDISST (1992), N"3: Rapports sociaux de sexe. Une
journée de discussion. (Cf. en particular Hélene Le Doaré: "Note sur
Género, clases y movimientos sociales
une notion: le rapport social de sexe".
1992.- Recherches féministes (1992), vol. 5, N'2: Femmes au Travail.
1992.- Revue M (1992), N"53-54: Le féminisme á /'heuredes choix.
1993.-Cahiers du GEDISST (1993), N"7: La qualification, un enjeu des
rapports sociaux de sexe.
La clase obrera tiene dos sexos·
HELENA HIRATA

DANIÉLE KERGOAT

La literatura existente habla de la "clase obrera" sin referirse


al sexo de los actores sociales, corno si el lugar en la producción
fuese un elemento unificador tal, que formar parte de la clase
obrera remitiese a una serie de comportamientos y actitudes re-
lativan1cnte unívocos. En verdad, esta tendencia a promover la
imagen de una clase relativamente homogénea cuyas únicas di-
visiones serían las del empleo o del desempleo, el lugar en la
producción, la calificación, no ignora solamente las categorías
de sexo. Variables como la nacionalidad, la edad ... , annque con
una cualidad heurística poco reconocida, han sido objeto sin
embargo, desde hace tiempo, de tratamientos sociológicos. En
cambio, sobre la variable sexo no existe nada o casi nada. (Cf.
D.KERGOAT, 1978; S.VOLKOFF y A.F.MOLINIÉ, 1980)
Es este silencio el que deseamos romper aquí reafirmando
que el concepto de clases sociales se volvió a plantear con el fe-
minismo, y en particular por las investigaciones sobre las rela-
ciones sociales de sexo y sobre el"género"l. Es más: el concep-
to de clases sociales, o más bien la utilización que se hizo y que
se hace de él, no permite captar, únicamente por su intermedio,
el lugar de las mujeres en la producción y la reproducción so-
ciales. Relaciones de clase y relaciones de sexo son, de hecho,
ca-extensivas (es decir, se recubren parcialm.ente una a la otra),
tanto para los hombres como para las mujeres y por lo tanto só-
lo debe analizárselas en conjunto.

*(De: Politis la Revue, N"4, jul.set.1993, p.SS-58). Hay traducción al portugués en:
Estudos feministas, año II, N''l, 1994, p.93-100.
1 Adoptamos aquí, por comodidad de escritura, el término "género" que em-
pleamos poco habitualmente, cf. Daniele Kergoat, 1992.
78
U. Género/ clases y movimientos sociales
Li! clase obrera tiene dos sexos- Helena Hirata y Daniele Kergoat 79

Clase y género
dar cuenta de la opresión soportada por las mujeres en el mar-
co de las relaciones varones-mujeres dentro de la sociedad. Sin
La conceptualización marxista de las clases sociales fue criti- embargo queda claro que es por referencia (o en oposición) al
cada desde un punto de vista de género en los años '70. Christi- marxismo como se elaboraron los nuevos conceptos de "modo
ne Delphy (1977) mostró cómo la pertenencia de clase de las de producción doméstico", de L, categor.ías de sexo" o de "sexi-·
~Ujeres se construye con referencia exclusiva a los varones (ma- dad" (sexage). Y esto quizás es una de las diferencias más fuer-
nd~, padre) .sin que se t~men en cuenta las actividades de las tes entre el feminismo francés y el feminismo anglosajón, en
mu¡eres en SI mismas. Mas indirectamente, Nicole-Claude Mat- particular, el norteamericano.
hieu hablaba de "categorías de sexo" (cf. 1991) y Colette Gui- Estos trabajos implicaron importantes consecuencias sobre la
llaumrn afirmo el concepto de "sexage"(cf. 1992) manera de conceptualizar toda una serie de nociones, comen-
_Volveremos sob~e. ~sas teorizadones, pero su impacio se de- zando por la de clases sociales; en primer lugar, fue necesario
~e. a que, ~n la trad1ewn académica -con1prendidos ahí los aná- hacer visible la construcción histórica, cultural, del sexo social (o
lisis ~arxts;as- las d~ses sociales han sido tratadas siempre co- género) contra el naturalismo y fatalismo que impregnaba la re-
mo SI el .~enero no Implicara ninguna heterogeneidad en su presentación de las mujeres como inferiores, subordinadas por
composicton, sus comportamientos y sus prácticas. Cuando se razones de orden biológico; la analogía era evidente con la na-
ab~rdaba el problema se lo hacía en términos biologizantes: "las turalización de las razas dominadas a partir de diferencias bio-
mu¡eres"; Y a continuación la cultura dejaba el lugar a la natu- lógicas. (cf. C.GUILLAUMIN, 1992)
raleza, Y el razonamiento político o sociológico a sus estereoti- La clase obrera tiene dos sexos: esta afirmación no ataca so-
pos.
lamente el común empleo del masculino en los escritos sobre la
Ahora bien, por una parte, todos los individuos son mujeres clase obrera donde se habla de "los trabajadores" ... ¡cuándo se
o varones, y por otr~, todos tienen una situación de clase que se trata de trabajadoras! Consiste también en afirmar allí que las
debe determmar (ongen de clase, inserción actual). Las relacio- prácticas, la conciencia, las representaciones, las cóndiciones de
nes de clase y las relaciones de sexo son de ese modo relaciones trabajo y de desempleo de los trabajadores y de las trabajadoras
estructurantes y fundamentales de la sociedad, en oposición a son casi disin1étricas, y que razonar en términos de unidad de la
otras
. . )relaciOnes (maestro-alumno' médico-paciente, ¡ovenes-
-- clase obrera sin considerar el sexo social acaba en un conoci-
VIe¡os ~ue son relaciones contingentes. Sin embargo, el concep- miento mutilado -o lo que es peor: falso- de lo que es una clase
to de gener~ (o de sexo social) es de origen más reciente que el social.
de clase soctal. En El Capttallas mujeres no tienen existencia en Por nuestra parte, si pensamos ese procedimiento como erró-
tanto sexo social, sino que forman parte, con otras categorías so- neo, no creemos por lo tanto que el patriarcado sea la estructu-
Ciales, del ~ército industrial de reserva. La construcción del con- ra fundamental de la sociedad, ni que las reladones sociales de
cepto de genero. data de los años 70 y los antropólogos y soció- sexo, o el "sexage", sean las relaciones predominantes en nues-
logos que ~r~ba¡aron sobre esta noción lo hicieron dentro del tras sociedades. Los trabajos que lo afirman tropiezan con una
marco histonco del movimiento de las mujeres. Las reinvindica- dificultad: enunciar la primacía o la simultaneidad del sistema
cwnes. ?e ese movimiento atestiguaban hasta qué punto la ex- patriarcal en relación con la organización social en su conjunto,
plo~a~IOn, concepto clave del marxismo y base de la relación an- no basta para mostrar cómo ese sistemr. afecta a los restantes,
tagomca entre las clases, era profundamente insuficiente para cómo se articula con ellos: por ejemplo ¿cómo articular el modo
80
II. Género, clases y movimientos sociales
La clast' (>brera tiene dos sexos - Helena Hirata y Daniéle Kergoat 81
de producción doméstico con el mod ..
ta, el "sexage" con las relac¡· . d lo de produccwn capitalis- cas ,sociales cualquiera sea el lugar donde se produzcan. En
~ ones e e ase?2
Nuestra posición es diferente N 1 otras palabras: ¡No sólo en la casa es donde se está oprimida y
existencia de las clases social - , : o so amente creemos en la no sólo en la fábrica donde se es explotado(a)!.
relaciones sociales de clas ~s smo que pensamos que las dos Las relaciones de clases deben entonces analizarse, en tanto
Se hace necesario subrayareer cae ,s~xo sebrecu~ren una a la otra. que ellas imprimen contenidos y direcciones concretos a las re-
ción en relación con el mito der~~ ~~:u versiV~ _de esta afirma- ladones de sexo; e inversamente, las relaciones de sexo se anali-
obrera, de su solidaridad . . dad (pohtJca) de la clase zan como aportando contenídos específicos a las restantes rela-
orgamca y de su . t ..
A hora bien., el movimiento ob . m egracion social.
· . . rero Siempre func· · b ciones sociales.
1upotesrs seo·ún la cual ¡. .d d ,. . wno en ase a la
. . o a um a pohtJca d 1 1 b Por eso, afirmar que las relaciones de opresíón y las relacio-
dna alcanzarse a J>es·¡¡· . t¡·Idos y .ej a1 e ase .o rera po-
el""- lc·>s' C011
• e
de sexos. Primerarnente ¡,. b', .~ ( e os antagonismos nes de explotación, no sólo se articulan sino que también for-
(i e clase poniendo fir• 1' a m que_-, resolv"
-A ·· - u · 1-as. d cstgua
. ¡dad es man un entramado, no resuelve todos los problemas. Pues las
. . e, a exp 1otacwn Pn 1·· 1 ~l diferentes modalidades de articulación, su misma naturaleza,
hsnlo; y en un segundo IllOinento 1 . , . bl a uc la por el socia-
1acionados con el sexo . esto f ,t o~~ro emas de opresión re- dependen del tipo de sociedad, de su grado de industrializa-
miento obrero intemaci~nal 1 ue, ra Idonalme~te, en el movi- ción, de su nivel de desarrollo económico y social, etc. A su vez,
planteadas por el movim¡·en't afres~u~sta a las reinvindicaciones los lugares en las relaciones de clase y de sexo, son determinan-
o emm1sta. tes para las prácticas y para las luchas. En la primera mitad de
los años 70, período de aumento de las luchas, había una ten-
Relaciones sociales de sexo dencia a pensar que si aumentaba el grado de comba ti v.idad fe-
minista, aumentaba igualn1ente el de la combatividad de clase.
Ahora bien, esas relacíones mecanicistas no resistieron la prue-
Decir que la clase obrera tiene d . ba de los hechos: no hay correspondencia entre las dos, sino
mente, que las relaciones de el os sexos qUiere decir, final-
cesidad de conceptualizar la n~~;¿'on sexuadas. De donde la ne-
convivencia, a veces difíciL .Pues ¿cómo luchar simultáneamen-
su proposición recíproca· las reJa .n de cdlase obrera sexuada con te como mujer-negra-proletaria? (Sobre este tema, Angela Da-
. crones e sexo se hallan at vis, 1993)
sadas por puntos de vista de clase3· e - " " rave-
ciones sociales de sexo so t . stan dasadas . Las rela- De hecho, según los lugares y los momentos de la vida, se-
namizan todos los cam ndralnsver~ales a toda la sociedad: di- gún las oportunidades políticas, se pelea en primer lugar como
pos e o social La d · · .• mujer, o como negra, o como proletaria. Finalmente, nosotras
esfera (clases sociales p d .. . mamizacwn de una
' ro uccwn) no pued d . d consideramos que los actores individuales y colectívos son a la
to sobre la otra Af¡" . e e¡ar e tener efec-
. rmar esto eqUivale d . vez productos y productores de relaciones sociales. En el análi-
(muy a menudo implícito) or 1 1 a enuncm.r el postulado

ciones de clases y de
d
social se ejerce sólo en un t e cuad una determmada relación
e ermma o lugar. En realidad, rela-
sis de este doble movimiento, las dos relaciones sociales -de se-
xo y de clase- deben estar integradas, dada su indisociabilidad
zc;;-:-·- sexos organizan la totalidad de las prácti- y su complementariedad. Las relaciones sociales forman un en-
E:Ic ?!in Wright, 1989. Esta tentativa nos ar - tramado: existe separación y entrelazamíento, contradicción y
termmos de yuxtaposición , , _ t:
ece que senala un enfoque en
mas que en termmos de t 1 . coherencia entre esas relaciones. Una y otra son transversales al
3 En referencia al "pu t d . en re azam1ento.
n o e VIsta del proletariado" de Gramsc¡.. conjunto de la sociedad.
82
IL Género, clases y movimientos sociak:s La clase obrera tiene dos sexos- Helena Hirata y Dani€!e Kergoat 83

r;ero la actual coyuntura de recesión y los grandes cambios


A pesar de una identificación subjetiva con el proletariado
en e mercado del trabajo y del empleo inducen a interferencias
en este enfoque, que de por sí es ya complejo. . industrial, las obreras y obreros entrevistados, fueron obligados
a apartarse de esta ocupación, para ir hacia empleos no-indus-
" Cuando se observa el paisaje de los países denominados triales, hacia trabajos remunerados fuera del sector formal, y fi-
subdesarrollados" o "semiindustrializados" . nalmente -en el caso de mujeres consideradas no calificadas- re-
prob . ~ 1 ' una prrmera com-
acwn es que as clases y las categorías sociales están mucho tomo al hogar y a las actividades domésticas y de cuidado de
menos e.str~~turadas y que su demarcación es menos neta (lo los niños de corta edad. Esta importancia creciente de la econo-
que no S1gmhca que no haya antagonismos sociales muy fuertes mía doméstica y de la economía informal aumenta el peso de la
o ~cparaciones muy marcadas entre los que dominan l d - esfera reproductiva tanto en la producción comercial, como en
~~~na~~s).: .~1 ay ;.1~a ma~or f1uidez entre reproducción y r~du~­ su lugar en las luchas. La relación con el salariado se articula en
( Ion/ ES .Bh1S debll eJ ruvel de salari2~·1Ció 11 I -· d . 1 p y.
condiciones objetivamente diferentes. Hay sí relaciones de clase
::1 -.¡ - , -t f . · ' -·' ' os esp azanuentos
e t.. scc or ormaJ hDna el infonnal y de! informal hada el for-- y conciencia de clase, pero una y otra están, de alguna manera
maJ "S(~n frLen:entes y amplios., co.n rela(·ión a Europa. En toda la "mezcladas" en relación con los tipos-ideales marxistas clásicos.
A menea atrna hay ere · · t . '
" . . . cnnien o, Hlc 1uso generalización de h_
econom1a mfonnal. ·

1 E:~ ese rn.arco, tampoco la relación clase y sexo se plantea de Oase y gé11ero diverge11 y col!vergel!
t a ~1s~a manera: las trayectorias sociales y profesionales de los
t ra aJa ores y de las trabajadoras no trazan demarcaciones ne- En lo que se refiere a la conciencia de género, en la concien-
as de~de el punt~ de vista de su pertenencia de clase; lo que se cia colectiva, de los jóvenes en particular, se da como una adqui-
~os~ro con re1~cwn a las mujeres en Francia -pasaje del tercia- sición irreversible lo que las feministas saben que son sólo ad-
no a sec~ndano, del secundario a la inactividad, atravesando quisiciones históricamente contingentes. Esto acarrea una dene-
por traba¡ os pequeños, por períodos de desempleo etc 4 - se gación ideológica del feminismo como movimiento colectivo y
comprueba también para los hombres en Brasil. , . una ideología y prácticas teñidas con cierto sentimiento de
Una ~ncuesta sobre la crisis económica y la divisíón sexual igualdad con los varones. Más exactamente, se piensa que la
d~.:r~b¿o, efectuada en 1986, en Brasil, pone de relieve una fle- igualdad no es perfecta, pero que es posible, sin preguntarse na-
11 da más sobre la naturaleza de esta "igualdad"5 .
~1 . da m~y grande de las trayectorias, que van desde el tra-
a¡o e mu¡er de lrmp1eza - o de obrero de la construcción- a Al mismo tiempo, la finalización de la última década vivió,
vendedora, camarera, cajera, conserje, hasta el trabajo autóno- por primera vez, movimientos sociales masivos hechos y aún
mo (desde la venta de comestibles en la vía pública hasta la ro- dirigidos por mujeres: tal el movimiento de las enfermeras y su
P":'dad de un bar o de un taller pequeños), sin olvidar el tr~ba- coordinación; la huelga de los impuestos, el movimiento de las
¡o mdustnal contratado por agencia (traba¡· o t . asistentes sociales. Esos movimientos vuelven a plantear las no-
contra! d t . d emporano con un
, o e ermma o de tres meses). Todo esto intercalado con ciones de clase social y de conciencia de clase: una y otra son in-
penodos de desempleo, o de desempleo disfrazado. disociables, objetivamente, del sexo social de los actores impli-
;¡-;·-- cados. En realidad hay interferencia con las categorías anterio-
Daniéle Kergoat 1982 y sob 1 ,
John Humphre;, 1992: re as trayectonas en Brasil, cf. Helena Hirata y 5 Es quizás lo que explica el éxito de una noción como la de "paridad" con la que
no estamos de acuerdo... pero que sería por sí sola objeto de un artículo.
84
ll. Género, clases y movimientos sociales La clase obrera tiene dos sexos· Helena Hirata y D<mi€!e Kergoat 85
res de p ·
o de la c::~~:~~:t~~p~r~ noLdesaparición de las clases sociales6 tiempo que las modalidades sexuadas de la relación salarial
e ase. o que es seguro es q 1 ·
cía de clase no puede ded . , . / ue a conc1en~ tienden a aproximarse. La conciencia de los varones tiende a
producción. . UCirse mecantcarnente del lugar en la aproximarse a la de las mujeres. Los obreros, como desde hace
mucho tiempo, las obreras, se volvieron, de alguna manera "ex-
1 .J?icho esto, hombres y mujeres se sitúan distintamente en r tranjeros" en su propio trabajo, unos por" decepción", los otros
acwn con este efecto de interferencia· ,' ·. e-
que denominamos "la l.d . ast pudimos observar lo por la precariedad. Hasta el punto que se puede llegar a pregun-
sa 1 a tercer hijo" 1 b tar si no es posible utilizar el término "extraneidad"9 (concepto
sempleadas por largo tiempo, hipótesis c~Yr:~:r:s o reras de-
forjado para aplicarlo a las mujeres obreras).
JOS posteriores? Este tipo de salidas (o es . . . da por traba-
el universo productivo ., . capatonas)r ligadas con En cuanto a las mujeres, ellas se insertan cada vez más en la
b res con desemJ)leo d(·'no existen por el contrario para 1 h
larga duració . b . os om- relación salarial: no existe más el salario de apoyo o comple-
.
Hlf' d . n y, Sin em argo rnuv a mentario. Un testimonio directo: acaba de efectuarse durante
. -.nu o, su rcmserción no puede hacerse , . . ? • , {

medio del trabajo. Para ellos esto es ~:n ef~~Ica:r:w_nt~ o.rd. ln~er­ p.
varios días una pasantía de formación para el personal de la em-
caso y el d 1 d o, smon1mo e tra presa Hacuitex con obreras nuevas afiliadas al sindicato; pero
' esemp eo e larga duración im lica ad , •-
nos potencialmente/ una "privación" d 1p . d dem~s/ al rrte- nunca ha sido enunciado ni evocado el salario de apoyo o com-
más importante e t .. e a ciu a aniaB. Tanto plementario. Su anclaje en el salariado se va reforzando: la no-
camente, para la e~~: ~bque la Ciudadanía ~e construyó históri- ción de "extraneidad" de las obreras está siempre presente, pe-
clase (Cf M R S rera, sobre y a partir de la conciencia de ro ellas se aferran más que nunca a su empleo; las luchas de las
· · · IOT- ARCEY, 1993)
enfermeras, de las asistentes sociales, están en el centro del nue-
de ~¡" crisis_ desplaza las piezas sobre el damero de la conciencia vo salariado calificado (nos parece que tienen su pleno y com-
man a:=~o~~:e;es ~ VIeJos se separan pero también se aproxi- pleto lugar en "la clase obrera" aun cuando no sean tareas direc-
cada' cuatro em;e~~~:: :;e:e~:~an. c~da ~ez :ás: _actualmente, tamente productivas), es otro ejemplo. Esta combatitividad es

;."atr~ segregaci:,uJ:~:~~~ó r;::,c~lo:~:~


tanto más importante muy a menudo (cf. las enfermeras) por-
son varones; la que se dio al margen de los sindicatos tradicionales; éstos conti-
No pensamos que la clase obrera se confund núan tratando a las mujeres, ya como madres-esposas, ya como
de producción. Advertimos si . b a con la suma de los obreros(as)
· d o numéricamente en · · n em , argo
sten . ' que la categor'ta ''o breros " sigue
trabajadoras sobreexplotadas. Ahora bien, esas dos imágenes no
1990 1
sociales, 1993). ' a mas Importante para los varones (Données se corresponden con la visión que esas mujeres tienen de sí mis-
7 "L mas.
a sa 1·d
! a o escapatoria tercer hí"o" d · l
que habiendo tenido una suces/ó des¡~~-~ caso de mujeres desempleadas,
un período depresivo má~ o menn. ; per l as ~e empleo y que después de
Plantea problemas a la conciencia de clase el hecho de que ya
Nicole DRANcOURT, 1992, p. 57-70;s ranco, conoben un tercer hijo. (Chantal no sea más el minero de las profundidades o el metalúrgico, si-
8 M R.b .. no más bien la maestra, la asistente social, los técrúcos(as) las fi-
· e enoux: ".se puede temer no sólo ¡ .
larga duración sobre la con . ., as c~nsecuenctas de! desempleo de guras centraleslü del nuevo salariado.
d ered10s, sino también los ri oencm que un Individuo d
d . pue a tener de sus
espíritu de responsabilidad
esgos e una aststencia
b

genera 1zac1a sobre el Ciertamente, esos nuevos movimientos sociales atestiguan
. . • , so re 1a voluntad de t más la radicalización del enfrentamiento con el estado-patrón y
constitutivos éstos de la ciudad . ( ) E . ac uar, e 1emenlos
la privación general de la ciud adma ;-- . 1n pnmer lugar no se trata de aclarar
·11 a ama a a que la crisis del t b · d 9 Extraneidad designa la situación jurídica de un extranjero en determinado
mt ones de hombres y mujeres" "L . d d . . " ra aJo con ena a país (Diccionario Robert) N. de las traductoras.
, a ctu a ama soeza! en Le Monde, 21 abril
10 Cf. KERC'.OAT, D., 1991, Bibliografía de la Primera Parte
86
JI. Género, clases y movimientos sociales

el rechazo de un sistema que no permite al individuo-usuario


ser bien asistido (o bien tratado) y al individuo-trabajador hacer La enfermera coordinada,
bien su trabajo 11 , que una afirmación candente de pertenencia
de clase. Pero esos ejemplos permiten pensar que podríamos en- DANIÉLE KERGOAT
contrar correspondencias con lo que se observa en el ámbito pri-
vado: pensamos en la reivindicación difusa sobre la gestión de
la ernpresa, no tanto a nivel financiero como en el del control del
trabajo, reivindicaciones que van apareciendo de a poco. Final-
mente, la ~xplicación de la ausencia de luchas en las empresas Las enfermeras, a través de su lucha, han trazado los contor-
nos parece que tiene que ver menos con un individualismo exa- de una nueva figura salarial que replanteó tanto los meca-
nos
nismos de la relación salarial como los de la re.1 " entri
acwn e os se-
ct::rbado que con la dificultad para hacer huelga, cuando se sabe
que el empleo puc:de cuestionarse en todo rnomento; por falta xos, por la firme voluntad de lograr un trabaJO con fu ertdevalor
de unidad sin.d ical y por L1 deG:uiencia del movimiento obrero. d ambio que fuera también un trabajo con fuerte va1or . e uso.
. d'1ca1, no so'1o en
Si continúan siendo distintas las modalidades de la concien-
ee estionaron
e igualmente al movimiento sm
u
cuanto a la unidad y a la democracia, sino tamb'' 1en sob re sus ca-
cia de clase, entre los varones y las mujeres; aunque más no sea 'dades para encargarse de las reivindicaciones planteadas
por causa de los lugares y de los movimientos en la estructura paCl . . d f .
por una nueva relación con el trabaJO y por el salana o emenl-
productiva, enunciamos sin embargo la hipótesis de que, a pe- no, como no marginal y no excluido.
sar de lo que algunas piensen 12 bajo el efecto de interferencia,
las prácticas de clase de unos y de otras tienden a aproximarse, ¿Ha llegado la hora de hablar de un paradigma "enlerm~ra"
mucho más que antes, con relación a las prácticas de género. Pe- que trazaría los lineamientos de un nuevo modelo de trabaJo Y
ro quizás sea necesario, para comprender las recomposiciones de organización del trabajo? Este paradigma, en todo caso, -y es
en curso dentro del conjunto de trabajadores asalariados, haber el principal interés de la coordinación "enfermera"- es msepara-
asimilado bien la premisa: la clase obrera tiene dos sexos. ble de la forma de esta lucha. Queda aún el problema de la di-
fusión de este modelo. ¿La enfermera coordinada será un día
una figura emblemática del movimiento obrero francés?
Estas son las preguntas que queremos abordar rápidamente
aquí...
Aquel25 de marzo de 1988, cuando unos sesenta en~ermeros
y enfermeras se reunieron a la salida de la n;';"'festacwn cltada
por la UNASIIFI, el cRc2-cFDT3 y la coordmacwn de las enferme-

*(De: Futur antérieur, N"6, verano 1991, p. 71-85). . . . .,


1 UNASIIF-Union Nationale des Associations des Infmmers et des Inftrmteres
en France. (Unión nacional de Ásociacio~es de Enfermeros y Enfermeras en
Francia. Conjunto de Asociaciones profesiOnales fra~cesas del 57ctor Salud~.
11 2 CRC-Coordonner, rassembler, construire. (Coordmar, reumr, constrUir.
Cf. Bourdieu, Pierre, 1993, Bibliografía de la Segunda Parte
Nuevo sindicato creado en 1988 con los excluidos de la C~Dl). .
12 Cf. Bourdieu, Pierre, 1993, Bibliografía de la Segrmda Parte 3 CFDT-Confédération fran~aise démocratique du travail. (Confederactón
democrática francesa del trabajo).
88 U. Género, clases y movimientos sociales Lo eniermera coordinada - Dani€le Kergnat 89

ras anestesistas, para protestar contra el decreto Barzach, sin du~ adversario tuvo todo su tiempo mientras que la huelga es difícil
da todos estaban lejos de imaginar que darían el puntapié inicial de sostener cuando se es enfermera y se tiene enfrente a todo el
de una loca aventura individual y colectiva. Loca, porque iba aparato del Estado- y también a los aparatos sindicales. A partir
contra la corriente: se dirigía a un medio que no había cambia- de ese momento el movimiento refluye: se suspende la huelga
do casi hasta ese momento, se reivindicaban 2000 francos de una reconducible (23 de octubre), se firman los acuerdos de Evin con
sola vez, en momentos en que, por el contrario, toda reivindica- laCFDT, la CFT y Fo' (24 de octubre), se produce la negativa de
ción salarial era rotulada como reivindicación de "ricos", se ele- Claude Evin a proseguir toda negociación (3 de noviembre). Es-
vaba a la categoría de reivindicación central, el hecho de poder ta evocación histórica muestra que son posibles dos esquemas
hacer "bien" su trabajo ... Por último, si bien el medio profesio- de lectura de esta lucha, La primera es la relación con el Estado6.
nal s.(' ~10 profundamente transformado por el movimiento, el Haber designado al Estado como adversario es el signo del pa-
mo\/lfl1WI1to en sí nlisn1o, en cierto modo, fue una inmensa ex- so de una reivindicación que se refiere al simple trabajo, a una
perintentaciún social: individual y colectiva. reivindicación centrada en la profesión y aún más allá, en el tra-
Ell3 de octubre de 1 lOO.OOO enfermeras estaban en la ca- bajo directamente socializado, Y esto tiene consecue~cias: es
lle. ¿ Qué había pasado entre el 25 de marzo y el 15 de octubre verdaderamente esta relación la que explica la perrnanCncia del
que exp!icara esta movilización?. En primer lugar, comisiones debate en torno a la estructuración, la persistencia de la coordi-
de traba¡o que produjeron un listado de reivindicaciones surgi- nación, la forma que tomó su desaparición en diciembre de 1989
do directamente de la experiencia individual y social de sus (disolución de la CNI -Coordinación Nacional de las Enfermeras-
miembros4 . Listado reivindicativo en el que las enfermeras se asociación 1901, creación por una parte, de la ex-coordinación
r~conocieron masivamente; un enorme trabajo de difusión ho- del "Sindicato Coordinación") y sus actuales consecuencias
nzontal (multiplicación de las asambleas generales en los hospi- (creación de una Unión Profesional a fines de 1990). El segundo
tales), una propagación en olas concéntricas desde el núcleo ini- esquema de lectura es la horizontalidad de la lucha: hubo apa-
cial (g~upos de trabajo- coordinaciones en los hospitales - Coor- rición de un tema colectivo que radicalizó tanto la reivindica-
dmacwn Ile de France- Coordinación Nacional de Enfermería), ción en cuanto al trabajo y la profesión, corno la concreción - a
la capacrdad de_ despertar el interés por su causa al conjunto de través de la coordinación -de esta reivindicación.
los medws masivos de comunicación y, muy rápidamente, una
utilización intensiva de las nuevas tecnologías, con fines de co-
municación y de gestión en la lucha. 5 CFDT, CFT- Confédération fran¡;aise du travail (Confederación francesa del
trabajo), FO-Force ouvriere (Fuerza obrera), Se trata, con la CGT y la CGC, de
El 13 de octubre marca el apogeo del movimiento. La mani- las cinco principales confederaciones obreras francesas,
festación fue seguida de un encuentro tripartito Estado¡ sindica- 6 Este fue desarrollado por Hélene Le Doaré, pp 177-86 del informe de Le Doaré,
t?s/coor~ina~ión. Que esta negociación tuviera lugar ya era en H, n Kergoat, R.F.Imbert, DBenotier, 1990. El trabajo de observación sobre
Sl, una vtctona . Pero la relación de fuerzas no se mantuvo: el la coordinación duró de fines de 1988 a diciembre de 1989: asistencia a todas
las reuniones de la Dirección Nacional y de las A G (Asambleas generales)
4"L~ lista reivindicativa votada ellS de setiembre de 1988 en la Asamblea Gene- nacionales y reuniones de la Oficina Ile-de France, a las A.G de algunos
ral ci~ada por la Coordinación de las enfermeras He-de -France (región Isla de hospitales parisienses, a las reuniones de coordinaciones locales en la región
Francm) trataba los siguientes puntos: 2000 francos de recuperación para to- parisiense y en el interior, en total más de un centenar de reuniones, Hicimos,
das~ aumento de los efectivos para mejorar las condiciones de trabajo y la se- por otra parte, un trabajo de observación de equipos de día y de noche en un
gundad de los enfermos; derecho a la formación, un mismo estatuto para ter hospital, numerosas entrevistas individuales y colectivas, un cuestionario
dos, en los sectores público y privado, distribuido durante una A.G parisiense, ,Por último, examinamos la prensa,
las comunicaciones minitel, los diversos informes oficiales,
90 U. Género, clases y movimientos sociales La enfermera coordinada- Dani€!e Kergoat 91

Aquí son posibles dos observaciones. La primera es que esta


lucha aparece en un lugar preciso del cuerpo social. La situación
Una nueva figura salarial femenina
de las enf:rmeras las coloca en el cruce de múltiples contradic-
cwne~, sociales. En el corazón de la crisis del sindicalismo, pero Es sobre el telón de fondo del aumento continuo del salaria-
tamb~en en el corazón de la sociedad capitalista francesa: pro- do femenino donde se injertan dos fenómenos propios de las en-
blema de la salud y de la muerte (cf. con "el lobo de mar de los fermeras "coordinadas": la conciencia adquirida por fin, de es-
gastos d,; salud"), pr~~lema de la pobreza (los viejos y los inmi- tar en la relación salarial, y la clara voluntad de ver reconocida
grantes sobrecargan los hospitales), aumento del individualis- la función social de su trabajo.
mo ~e! en_fermo q_uiere ser tratado como una persona, las enfer- La conjunción de estas dos dimensiones está en el origen del
meras ?u1eren cutda.r seres humanos en sus especificidades y no movimiento enfermero. Formulamos la hipótesis de que es el
tr_atar cuerpos_ enfermos), nuevas tecnologías (que ellas apren- aumento del número del salariado femenino lo que provocó la
die_r_on a n1aneJ<u en el hospital y que xnanejaron en su lucha) re- ruptura con el modelo anterior. Esta feminización masiva :inter-
lanon con el trabajo.. '
peló a la profesión enfermera haciéndola salir de su aislamiento
La segunda observación se refiere al hecho de que son muje- (pues se trataba en verdad de una "isla" femenina dentro de un
res las que construyeron este modelo de nuevas formas de lu- salariado física y simbólicamente masculino) y dio a la profe-
cha social. No por ello se trata de buscar aquí una identidad fe- sión puntos posibles de comparación: ser una asalariada califi-
n:enma que se habría expresado en esta forma de lucha y a tra- cada, una profesional, ya no es más una excepción; desde en-
ves de ella. Se trata, por el contrario, de mostrar, cómo mujeres tonces se pueden comparar los salarios, las calificaciones, en
asalanadas, al tomar conciencia de haber entrado simbólica- una palabra, las retribuciones simbólicas y monetarias dadas
mente e~ el salariado, trastocaron las reglas del juego de las lu- por la sociedad. Esto es por cierto un fenómeno nuevo del que
chas sociales. Es. por. Cierto un fenómeno iterativo: no es la pri- probablemente apenas comiencen a percibirse las consecuen-
mera vez enla histona de los países antiguamente industrializa- cias.
dos que mu¡eres asalariadas, mediante sus luchas pusieron en Pero no por ello, esta conciencia de estar en la relación sala-
escer:a. en forma diferente a los varones, los probl~mas sociales rial ("es tm laburo como cualquier otro") y no en la esfera voca-
Y poh~cos que les parecían prioritarios y anticiparon esbozos de cional implicó la sumisión del salariado al orden sexuado: ellas
soluc10n .. pero, por otra parte, el movimiento obrero no las tuvo rechazan las características ligadas al hecho de ejercer un "tra-
en cuenta,. No obstante para que hubiera radicalización del mo- bajo de mujer", por lo tanto "menos pagado"; ellas afirman su
delo,. hana falta, actualmente, que se cumplieran condiciones competencia, su profesionalidad y quieren un salario que lo ten-
ob¡et;vas: a~ento del salariado femenino pero también hege- ga en cuenta. Pero declaran también que esta profesionalidad
monta numenca dentro de una profesión7.
tiene características propias: voluntad de reconocimiento de una
función útil a la sociedad, afirmación de que aman su trabajo y
de que tienen empeño en poder continuar amándolo y ejercién-
dolo, afirmación de que lo relacional es un vector importante de
r;-;-;-; la atención médica, voluntad de asegurar una asistencia de cali-
All- ~-88 ' el84,6% de la profesión enfermeros, eran mujeres. Esa tasa asciende
dad ... Y paradójicamente, es quizá insistiendo más en las espe-
al ?3 Yo ~e las enfermeras diplomadas estatales de los hospitales públicos las
mas activas en el movimiento. ' ' cificidades de su relación con el trabajo, cuando llegan mejor a
las raíces mismas de la relación salarial.
92 11. Género, clases y movimientos sodak~ 5 La enfermera coordinada- Danie!e Kergoat 93

Como dijimos, ellas quieren todo: un empleo como cualquier De hecho, las enfermeras tardaron en salir de ella. Y el mo-
otro, pero una profesión diferente de las demás, en el sentido de delo que ellas alegan no es siempre claro en su ruptura con los
no querer sacrificar nada. Ya no es cuestión de estar mal pagas "valores femeninos". Esta confusión se expresa en la ambivalen-
Yaceptarlo so pretexto de que aman ese trabajo y de que es in- cia de las prácticas sociales de las enfermeras. Por ejemplo: se
dtspensabl~ socialmente. Pero no es cuestión tampoco de cargar preguntaron sobre los medios de ejercer correctamente su ofi-
s:~s preter:swnes sobre su compromiso en el trabajo; no es cues- cio, sobre el reconocimiento de su profesionalidad, sobre su lu-
hon, por e¡emplo, de aceptar las tentativas de rentabilización del gar (efectivo y simbólico) en el sistema de atención al enfermo,
sistema hospitalario. En una palabra, piensan que este trabajo pero se detuvieron ante la idea de hacer "bien" su trabajo. Este
para s_er bien hecho, supone un fuerte compromiso individual; tema raramente estuvo presente en las discusiones a las que
~:).lechvo y,. seg1~n algunas! hasta "abnegación". Pero abnega- asistimos, en los textos que leímos, hasta plantearse: hacer bien
uon y con1prom1so, puesto que son cualidades necesarias de la el trabajo, sí, pero ¿cuál trabajo? ¿Qué son por último esos cui-
fuerza d.e trabajo de las deben ser retribuidos. y 110 dados que prodigamos? No hubo una verdadera reivindicación
con prirna.s~ sino con el .salario. sobre el control del. trabajoS, ni apropiación tendencial de--la or-
Obstinarse en conjugar trabajo y placer, no querer renunciar ganización del trabajo, como lo prueba por ejemplo, la negativa
al co~promiso con el trabajo, al mismo tiempo entrar en conflic- de trabajar acerca de y con las demás categorías.
to abierto a~erca de este trabajo, luchar simultáneamente para La ambivalencia persiste en cuanto a Ja dinámica que sirve
que su trab~Jo.sea retnlUlerado convenientemente, para que sea de base al "rol propio", en particular, aliado relacional de éste,
cad~ vez mas mteresante y para que su función social sea reco- donde, a veces, la ruptura entre vocación y deseo de abnegación
nocrda Y. desarrollada, todo esto es subversivo: se quiere a la vez hacia los demás, no es clara.
un trabaJO con fuerte valor de cambio y un trabajo con fuerte va-
Hay también dificultad en cuanto al poder que se reivindica
lor de uso y se rechaza negociar un aspecto en detrimento del
otro. a través de este rol propio. En ese plano, las reivindicaciones
avanzaron poco. Se debe a que tal rol propio no es simple defi-
Sin duda este modelo subversivo choca con dificultades con- nirlo, no puede ser simple, puesto que se trata de mujeres. Vi-
cretas. No tiene, por el momento, ningún modelo de referencia mos ya que había sido necesario ser capaces de comparar con
en las luchas sociales y se halla confrontado con la forma dada, otros sectores de empleo, para situarse claramente en la rela-
tradrcwnalmente, por el movimiento sindical francés a la reivin- ción salariaL Si se traza un paralelo, se puede decir asimismo
dicación, en especial, en lo referente al control del trabajo. que para reivindicar poder, hace falta también tener modelos en
Pero choca también con dificultades internas. El adiós a la los cuales basarse, aun si es para criticarlos. Ahora bien, esos
vocación merece que nos detengamos un poco. La vocación era modelos no existen. Más exactamente, algunos individuos pue-
el encierro simbólico de estas mujeres en el ámbito del cuidado den servir de modelos (las "¡super-women!") pero no existe un
de la salud, simultáneamente con la ilusión de ser libres en la modelo colectivo con el cual confrontarse.
forma de expresar identidad individual e identidad femenina: Entonces, ¿reproducción modernizada de viejos esquemas
abnegación, utilidad social del trabajo, actividad relacional etc. de dominación interiorizados? No lo creemos. Modelo ambiguo
Esta dialéctica encierro /libertad creaba un círculo vicios~ del en algunos puntos, ciertamente. Pero al mismo tiempo, real-
que era difícil salir, porque los modelos de realización indivi-
dual en el trabajo no abundaban para las mujeres, saliéndose de 8 Cf. L.Visier y M. Frybes, marzo 1990
la Idea del sacerdocio.
94 11. Género, clases y movimientos sociales Lt enfermera coordinada- Daniele Kergoat 95

mente subversivo porque permite el compromiso de todo el in- entre otras cosas, el orden social establecido en torno a la jerar-
dividuo (la totalidad de los roles sociales de cada tmo está im- quía entre los sexos. Basta. para convenc~r~e h~~er observa~o.el
plicada), porque propone un modelo de trabajo sobre el que se c.ístc1na de reglas establecidas en la comd1nacwn para adm1n1s-
puede apostar que numerosos asalariados( das) jóvenes se reco- ~rar la rnixidad: las responsabilidades oficiales (presidencia, se-
nocerían a sí mismos si se difundiera un poco y apareciera, en re taría tesorería de la CNI-asociación 1901), las apariciones en
consecuencia, como una alternativa social creíble. Ahora bien elos '
medios de con1unicación, la presidencia de las A. G .(asam-
esto, evidentemente, no depende de la única acción de las enfer~ bleas generales), la dirección de los servicios de orden ... serán
meras. Pero que este modelo de trabajo propuesto por el movi- sistemáticamente asumidas por mujeres. Estas reglas, respeta-
miento de las enfermeras sea una alternativa social, en particu- das a todo lo largo del movimiento, tenían como finalidad explí-
lar ~on relaCión a los modelos de "management participativo", cita impedir el "libre" juego habitual de las relaciones de poder
de cultura de empresa", de Ncompronüso con el trabajo", de entre los sexos.
~~enriquecim.ierlto de !as tareas" o con cíertos aspectos del mo-
Que el movimiento mismo pueda ser definido como ferilinis-
delo japonés, no es evidente.
ta, es otra cuestión. Nurnerososas feministas tuvieron tendencia
El modelo de trabajo, en todo caso, pone en tela de juicio los 21 leer esta lucha a través del esquema del movimiento de las
discursos habitualmente prontmclados sobre el aumento conti- mujeres de los años '70: éste era no mixto por definición ,Y te~ía
nuo de la tasa de actividad de las mujeres, discursos según los por objetivo la lucha contra todas las form~s d~ _domtnacwn
cuales todo sucedería como si esas mujeres se convirtieran así en masculina. No sucede lo mismo con la coordu:mcwn de las en-
fuerza de trabajo y mano de obra depuradas de toda asignación fermeras, que era un movimiento con fuerte hegerrtonía f~meni­
de sexo. na, es verdad, pero mixto, que debía organizarse necesanamen-
Las enfermeras, con su movimiento, rompen con este razo- te en tomo a otros paradigmas. Por lo tanto, juzgar a la coordi-
namiento. Clamando alto y fuerte es como rompieron definiti- nación de las enfermeras con los mismos parámetros del movi-
vamente con la vocación, ellas afirman que han entrado así, co- miento de las mujeres no tiene casi sentido. Pero sigue siendo
mo los demás, en la relación salarial. Pero no de cualquier mo- cierto que no sólo algunas enfermeras eran individualme~t~ fe-
do. No "conformándose" sino, por el contrario, negándose a re- ministas, sino que muchas prácticas colectivas en el movimien-
nunciar a aquello a lo que están muy apegadas. Con ello tienden to lo fueron igualmente.
a imponer el reconocimiento de la existencia de una nueva figu- Es verdad que las enfermeras rehusaban categóricamente,
ra salarial, la de la asalariada. Esta figura, completamente irre- en su mayoría, una definición semejante. Quizá habría que tener
ductible a la del obrero, francés, macho, metalúrgico, que está en cuenta los hechos: se podría apostar que sobre este punto las
en la base del movimiento sindical francés, se impone desde reacciones hubiesen sido diferentes a mediados de los años '70.
ahora, como tema histórico en el campo social, tanto simbólico En todo caso, ellas afirmaban luchar por el reconocimiento de
como material. una "identidad profesional" y no en nombre de una "identidad
femenina", cualquiera sea; no querían ser reconocidas como
El movimiento de las enfermeras: ¿femenino o feminista? mujeres ni como feministas, .sino con1o profesion~les. Está, c~aro
que en estas desmentidas, ellas mezclaron dos mveles teoncos
Parece evidente que las prácticas de las enfermeras de la completamente diferentes; no hay para nada equivalencia er:tre
coordinación hayan sido feministas, puesto que ellas recusaban, Jo femenino y el feminismo. Sin embargo, ellas marcaron asi lo
II. Género, clases y movimientos sociales ¡ ~1 enfermera coordinada - Daniele Kergoat 97
96

que querían hacer aparecer como esencial en su lucha. Las rei- Iud; pero se trata también y sobre todo, de oponerse a ~a _orien-
vindicaciones no fueron planteadas, por -otra parte, en términos taciÓn política que representa la hegemonía de .la rned1cma re-
de igualdad varones/ mujeres, corno tampoco se discutió la di- paradora en detrimento de la medicina preventiva.
mensión patriarcal del poder de los médicos (mientras que la di- La oposición a la sociedad industrializada es la afü:maci~n
mensión patronal sí lo fue). de la necesidad de tener siempre en cuenta la importancm social
No se trata por cierto de un movimiento cuyo sentido se ago- de la asistencia y no sólo del tratamiento, el aspecto técnico Yel
te en la identidad femenina. Si bien los objetivos alegados fue- aspecto relacionaLTodas han dicho, gritado, vociferado, quepa-
ron modelados por la experiencia vivida en las relaciones de se- ra cuidar, es necesario -también- escuchar, tocar, hablar Y que
xo, esos objetivos no obstante -producción y preservación de la para cuidar bien, hay que hacer el trabajo con placer.
vida, de la :-;alud -·conciernen tanto a los hombres como a las mu- Tanto para los varones como para las mujeres, la oposición a
jeres. Sólo las nrujeres, las enfenneras en este caso, por su lugar h1 sociedad mercantil, distribución del trabajo entre sectores
especifico en las relaciones de producción y en las relaciones .so- hospitalarios público y privado, concepción de los sectores de
ciales de sexo, podL:m formular se.rnejante contplejo de objeti- punta, redespliegue,etc .), es el problema de la pobreza, que su~
vos. pera al de la medicina con dos velocidades aunque lo abarque:
No sólo la relación de las mujeres con el trabajo asalariado pobreza de las personas anCianas, hosp1c1os para enfermos ter
está en la base de la formulación de los objetivos, sino también minales incoherencia de las opciones que hacen que se consa-·
su relación con el trabajo dornéstico.Lo vemos directamente en gren su:nas fabulosas para atender a .alguien que se.irá, seis m:~
práctica en la preocupación de la familia por los enfermos: en la ses 0 un año más tarde, curado por Cierto, pero habiendo perd
inquietud por su sufrimiento en los casos de encarnizamiento do en el intervalo, su empleo y su alojamiento, no habiéndose
terapéutico, oposición al marco familiar de enfermos clínica- pr~visto nada para su futuro. Denuncia d~ la inj~stic~~' es ver~
mente vivos pero tranformados en "vegetales" cuya familia -es dad, pero detrás, denrmcia de una cierta Jer~rqu1zac10~ de ~os
decir, las mujeres de esa familia- deberán cuidar de ahí en más. gastos, de una cierta concepción del bien social y del su¡eto sm-
Pero si bien las relaciones sociales de sexo concurren a for- gular.
mular los objetivos de lucha, no por ello estos objetivos se ago- Un cambio de perspectiva semejante, al llevar al ab"_"dono
tan en lo femenino. ¿A quién, por otra parte, se le ocurriría afir- del razonamiento en términos de identidad o de diferencia para
mar que las reivindicaciones pretendidas por los hombres no comprender cómo las relaciones sociales infl~y~n sobre los mo-
tienen sentido más que para sí mismos? vimientos sociales, permite ver cómo los obJetivos formulados
pueden convertirse (y se inclinabart expHcitamente a serlo en el
La relación conflictual con el Estado traduce la oposición, pa-
caso de las enfermeras) en apuestas pohtlcas colectivas, comu-
ra los hombres como para las mujeres, a una sociedad tecnocrá-
tica, rentabilizadora, consumista. Y a través de esta oposición, se ·nes a los varones y a las mujeres.
manifiesta en verdad, una voluntad de control de las grandes
"decisiones de la sociedad" Pueden encontrarse indicadores de ¿Un movimiento anti-sindical?
esto en la oposición al desperdicio humano y financiero que re-
N 0 se pueden omitir, en el análisis de la coordinación de las
presenta el encarnizamiento terapeútico, así corno el interés
manifestado por las medicinas blandas: se trata ciertamente de enfermeras sus vínculos con el movimiento sindical. Pero tam-
manifestar de esta forma la voluntad de respetar la globalidad poco hay q~e dejarse encerrar en la axiomática de este último.
del enfermo y su posibilidad de autocontrolar más su propia sa-
98 II. Género, clases y movimientos sociales La enfermera coordinada- Danie\e Kergoat 99

No se trata de un movimiento que se pueda caracterizar cen- norar, no tanto las reivindicaciones femeninas, sino mucho más
tralmente por la r_uptura con el sindicalismo. Surgió fuera del es- esencialmente, a las asalariadas mismas, a la existencia misma
pacw smd1cal, as1 cmno otros movimientos sociales, de estos úl- de un salariado femenino.
timos aíl.os, surgieron fuera del espacio político.
Los sindicatos, en efecto, han intentado desde hace tiempo
_ La coordinació~ de las enfermeras no representa una alterna- integrar a las asalariadas. ¿Pero cómo lo hacen? En términos de
tiva a las modahdades de funcionamiento del sindicalismo condición femenina, de especificidades femeninas o en términos
tampoco se la puede analizar en términos de anti-sindicalismo9:
:1 cuest:onamiento que ella opera es mucho más esencial: ¡0 que
E.s~a puc~to ~n tela de JUICio es la capacidad que tiene el moví-
de exclusión. De este modo, oscilan desde un discurso en el que
hay que integrar el problema de la condición de las mujeres, te-
ner en cuenta sus reivindicaciones específicas, a otro según el
miento smd1cal para representar al salariado. cual el sindicalismo debe integrar a los u excluidos", es decir a
. La I1Ex.:esidad de unidad y de el deseo de admi-· las mujeres, los inmigrantes, los desocupados ...
mstr~r~ su movinüento por si 1nisnws explican ciertamente la El movimiento de las enfermeras desmiente la operacionali-
creacwn de la coordinación. Pero aparte, ésta encuentra tmnbién dad de estos razonamientos: las reivindicaciones no se 'pueden
su legitimidad en el hecho de que las enfermeras tenían el sen- tratar en térm:ino de especificidades femeninas, las enfermeras
tuniento de que las organizaciones sindicales, tal como funcio- no son para nada unas "excluidas", Si se quiere razonar en tér-
~an actual~ente, no podian representar a la nueva figura sala- minos duales, entonces es necesario admitir que es el corazón
na! (fe~enma) que ellas prefiguran. Y la longevidad de la coor- mismo del salariado, y no su periferia, lo que está en discusión
drnacwn atnbuye al hecho de que el complejo de reivindicacio- con el movimiento de las enfermeras.
nes pretendido~ se reveló t~l cual era, inasimilable para las gran-
A falta de esta reconversión ideológica por parte de los sin-
des co~federac1ones. Los Sindicatos por categorías o las uniones
dicatos, ¿qué podía suceder sino la organización de un movi-
profesionales, al cent~arse sólo en el aspecto profesional, pasa-
míento al margen de ellos? Porque, ¿cómo las enfermeras hubie-
ron al costado del fenomeno, así como las grandes centrales sin-
ran podido reconocerse en los sindicatos, si estarían, si nos limi-
dicales. Decrmos, por lo tanto, que no es la coordinación de las
tamos a los esquemas de análisis clásicos, excluidas del núcleo
enfermeras la que se ubicó fuera del campo sindical. Son los sin-
central del salariado (por ser mujeres), y a la vez formarían par-
dicatos los que crearon esta exterioridad, por su manera de ig-
te, por definición, del núcleo central de ese mismo salariado
iJ~"Zoordinació~ no era antisindicalista, por lo menos en sus comienzos. (por ser profesionales calificadas)?
Record~mos eltmportante papel del CRC-CFDT que no despertó particular Por cierto, esta contradicción no es la única causa del aspec-
d.esc?nftanza. Ella no recusaba el hecho sindical sino que rechazaba que los
smd~catos se declarasen los únicos representantes de la profesión ( to categorial del movimiento, pero es verdad que contribuyó ac-
:ecuerdense los vínculos de la CGT durante las manifestaciones del otoño 88: tivamente a ello. Ya está probado que este movimiento fue cate-
la ~GT con nosotros, pero detrás de nosotros!"), que negociaran solos con el gorial. Pero antes que deducir de ahí su naturaleza inferior, que
gobi.ern?. Por otra ~arte, la sigla "Coordinación de las enfermeras, sindicadas, lo volvería indigno del movimiento sindical (que se presenta ha-
no .sm~tca.das, asoCiadas, no asociadas" tenía que ver no sólo con la voluntad
umtana, smo también y quizá sobre todo, con la negativa de pertenecer a tal
bitualmente a través del modelo "confederado", basado en lo
o cu~l organizació.n, que pudiera ser un factor de división entre los grupos intercategorial, es decir en el conjunto del salariado), parece más
reu.n~do~. En realidad, se puede fechar la aparición de una sensibilidad útil preguntarse por qué el modelo intercategorial sostenido por
antJsmdtcal para nu~erosas enfermeras de "base" en el momento de la firma el movimiento sindical no tuvo éxito con las enfermeras.
de l~s acuerd~s .Evm por la CFDT, CFTC~(Confederación francesa de los
trabaJadores cnshanos) y la FO. En realidad, a falta de un modelo capaz de integrar la reivin-
1 o1
fl. Género, clases y movimientos soci<~les La ~nfermera coordinada- Danie!e Kergoat
100

bria podido darse si hubiera habido continuidad entre lo catego-


dicación en todas sus dimensiones, el modelo intercategorial se
rial (tal como estaba puesto en escena en la coordinación de las
percibía como ahogando al pescado "enfermero" en el mar de
,nfermeras) y lo interprofesional (tal como está puesto en esce-
las restantes categorías, cmno si condujera a abandonar inevita-
blernente toda una parte de las reivindicciones, en particular, la ~1a por el movimiento sindical). Pero esta ~ontinuidad, si b_ie~ es
imaginable ideológicamente, no era realizable en la prachca.
de la relación con el trabajo o la de la naturaleza particular de su
Simplemente porque, en los hechos, este moddo mterprofesm-
r~lvindicación salarial. En razón de que el complejo reivindica-
al no vincula a toda la sociedad con una relacwn soc1al tranver~
bvo de las enfermeras se inscribía directamente en la negativa
de la vocación, no podía extenderse Inecánicamente a las restan-
~al, sino que aparece como refiriéndose a una sola de. las figuras
posibles del salariado, el trabajador manual y masculmo (y fran-
tes categorías, por legítimas que fuesen las reivindicaciones de
csta::o últimas. cés, habría que agregar)
Si bien 1o categorial era/ en efecto, un pasaje necesario para
b no e~·c: neccsariarncnte una Inda de llegada. Expli- La enfermera coordinada
car todl1 , corno htCicron algunos, por el repliegue corporativis~
ta 10, es un poco aprct>Uri:'i.do. El paso hada lo intercategorial ha- La coordinación tuvo como mayor característica el alto gra-
IIT·c---· · do de integración de los elementos que la componen. Forma y
Las ten~e~:Clas dent~o d~ la Coordinación se cristalizaron en gran parte en
esta opostcwn categ?nal, mtercategoriaL La posición intercategorial es la que sentido del movimiento son indisociables. Es lo que explica la
se atnbuye a la corne~te Ile-de France .. Convendría, sin embargo, fijar mati~ radicalización de esta lucha.
ces. !'~ra esta.t~nd?ncl.a, no se trataba de pretender de entrada una platafor-
ma. umca, o retvt~1dlcac_l0n~s transversales para todas las categorías del Minis- Integración horizontal de sus elementos, en primer lugar. La
teno d~ Salud,. smo mas b~en de ayudar a las otras categorías a formular pla- enumeración de las características (voluntad unitaria, autoorga-
~aform,ls propias, a coor?u~arse ev:~tu~Im:nte, con el fin de poder impulsar nización, voluntad de autonomía incluida la negociación, vo~
J.untas un poderoso _m.ovtmtento reiVmdtcatJvo de la salud. Esa corriente pen-
saba, en efecto, no umcamente que las enfermeras solas no tendrían la fuerza Juntad de control y democracia directa) no pueden bastar para
par.a que les cedieran el poder, sino sobre todo que nna política global alter- caracterizar a la forma coordinación, puesto que cada tma de ellas
na~!Va sobre la. salud, no podía pensarse sin la pa.rticipación de todos aque-
llos . que trabaJaban en ella, que los problemas mtsmos de las enfermeras no
podía reencontrarse en otros modos de organización de las lu~
p~>d•an encontrar respuesta más que en el marco del equipo de asistencia mé- chas, tanto en el pasado como en el período actual, tanto en
diCa. La segunda g.ran sensibilidad reagrupaba varias tendencias ("Assoc. 75" Francia como en el exterior. Pero es determinante que estas ca~
que a fines del 90, tba a tomar la iniciativa de establecer una Unión Profesio-
~1, coordjnaciones de provincia que iban a crear el Sindicato Coordinación a
racterísticas se crearán y funcionarán en constante interacción.
fmes ?el89), algun.as de las cuales estaban teñidás con un fuerte corporativis- Estos principios, en la coordinación, forman un todo que expli-
mo. Estas ten~~nnas apostaron a lo profesional, ya sea porque sólo este as~ ca que se pueda hablar de experimentación sociaL
pedo l~s movJhzaba, ya porgue les parecía indispensable pasar por una fase
categonal antes que pensar en ir hada una ampliación del movimiento· ni las Experimentación social, como ya dijimos, tanto individua~
enf:rmera~ ni las otras categorías parecían estar listas para una orientación se- como colectiva. J--<Jl este nivel, es necesario señalar hasta que
me;~nte. Sm emb.arg{~,,ninguna te.ndencia ofrecía un modelo puro y se enconM
traba en la coordrnaci?~ un ampho abanico de actitudes y de comportamienM punto la utilización intensiva de las técnicas modernas de co-
tos, desde el. c.orporattvtsmo mas estred1o al intercategorial más puro. Dicho municación -minitel, contestador telefónico, informática, me-
esto, .las postet~nes extremas eran muy minoritarias. Más que en lo categorial
proptamente dtc.I:o, la mayoría de las enfermeras " de base" con las que nos
dios masivos de corrtunicación- influyen en el nacimiento de un
~ncontramos, hacmn J?~nsar m~s bien en mujeres que habían decidido que el sentimiento colectivo, permitió la expresión de la subjetividad
tiempo de la abnegacton gratmta había terminado, que había llegado el mo- de Jos individuos y de ahí la integración de esta subjetividad a
mento.de pensar en ellas y,.por una. vez, sólo en ellas. Creo que no hay que
sub.e~hmar el pe.so ~e este hpo de reacciones características de mujeres poco la lucha.
pohttzadas, no smdteadas, en el predominio de lo categorial.
102
U. Género, clases y movimiento~ sociales
La enwrme ra coordinada - Dani€1e Kergoat
e
1 03

Forma y sentido estuvieron en constante interactividad. La


observación de las prácticas de lucha demuestra que el ÜSt'nti~ . 12 La democracia era una aspuac~on
PropiO rol, etc. . ,
· · ' anterior al
do" se revela por la acción colectiva, al mismo tiempo que es . . t . formo parte d e su sentido y modelo sud.forma. . "' En
creado en ella. movl nuen
. o. 1
. bien no hubo rea men e t discusión de la
. lVtswn
., . so-
canlbio, Sl :- .d t que es la forma coordtnacwn miSma
La solidaridad, el sentimiento colectivo, no preexistían a la cial del trab~Jo'', es ev; e:;,~re lo rofesional y permitió que se
coordinación sino que surgieron con ella, cuando se sostuvo la. la que rrngo la reflexwn
expresaran inqmetudes que no a
h Gían
sido colectivizadas hasta
primera plataforma reivindicativa, en las A.C.(asambleas gene-
rales) y en la huelga, paralelamente a la creación de las coordi- entonces. .ones sobre el mundo de los enfer-
naciones locales, regionales, nacionaL
Más allá de sus reperclusr d"cr·ones de trabajo, endureci-
( . ias sobre as con 1 .
Asimisrno, Ll reivindicación salarial surgió de la muerte dt> la meros dexigenc
1 egoe1acmnes so . los ·salarios en el sector pnva-
, . . bre
""''"'""· l'ero simulUneam(·nte; la acción colectiva permitió si- miento -~ as n 1 •dicos cortocircuitos frecuentes por parte
tuarse con daridad como grupo d<.~ntro de 1a n.'lación salarial! i. do, relacwn con os me d.,, cr"o'n representó W1 ejemplo y una
. quía ) la coor ma e d d
• • •

de la Jerar
.' . ···. ' .
rmcrpalmente para los sectores muy femlnlza os e
Ese es tambión el caso para el problema de la democracia. l ,a e e ,

incitacwn,
. , Pp . 'blica· la segun d a " coordinación de los maestros ,
inquietud por la democracia es transversal a todos los ni veles
Funcwn
la huelga deluMmrsteno
la . . ' . d e Fm anzas
. lo atestiguan cada una a su
del movimiento y tomó, en particular durante su fase ascenden-
te, características propias: no se trataba tanto de tomar una de- manera. d. · 'n
cisión mayoritaria o una decisión consensual vinculada con un hace lugar a la Coor macto
Si bien en la actualida d ya no se b que ella golpeó el
funcionamiento de fusión, como de crear la unidad, no sólo res- f s verdad Sin em argo,
petando la diversidad de los individuos, de los grupos y de los de las En. ermeras, e, . d ctualmente ·j·unto desde
1 ¡· 0 y sigue s1en o a
puntos de vista, sino a partir de ellos. Esta inquietud apareció irnaginano co ec lV . . quizá más que las
1 tras coordmacwnes, pero .
claramente durante las primeras asambleas generales que ins- luego con as o . bl" do de todo análisis, práctico
tauraban la plataforma reivindica ti va, así como durante la huel- otras- el punto d~ ref~~encl~ <~ ~fc:tiva en Francia. El porvenir
ga: las modalidades de ésta fueron en efecto muy variables de o teórico, de la s!tuacron ~elV:::'a" es un modelo transferible y en
dirá si "la enfermera coor ma l .. d
un servicio a otro, de un hospital a otro. qué ~ondiciones, a otras categorías del sa ana o.
El ejemplo de la huelga apunta a otro fenómeno: la democra-
cia se halla igualmente presente en las reivindicaciones en cuan-
to al reconocimiento profesional, la dignidad en el trabajo, el

ITE·;~fecto, situarse como grupo dentro de la relación salarial suponía ir más


allá de divisiones importantes. En los hechos, tres tipos de prácticas salariales
preexistían a la Coordinación: las enfermeras para quienes la relación salarial
era determinante en su relación con el empleo; aquellas a quienes espantaba
la palabra "salariado", que tenían poca o ninguna conciencia de la venta de su
fuerza de trabajo. Para estas ültimas, la noción organizadora de las prácticas
salariales era la de la profesión; aquellas, en fin, que se contentaban con el ---·· f N"2 de Ofensínl smdlca,
. . 1 b o1e fn t del CRC, oct.
. 1990.
f2 Sobre ese problema, e · ' . en su modalidad división
salario complementario. La homogeneización se realizó en y por el paso a lo 13 Aunque la división social del trabajt~, e~ pat rtlcduetrconflicto. Sobre el tema
1
colectivo, en sí mismo formalizado por la Coordinación.
sexual, este. reamen
1 t
e e n e!
.. ,nat'lmten
, do traba¡·o cf. Patrick Rozen bla tt,
coordinación/crisis de la divtston socta1 e1 '
Bibliografía de la Segunda Parte 1 05

lOT-SARCEY Michéle [1994] La démocratie á l'épreuve des femmes. Trois


R figures critiques du pouvoir 1830-1848, Paris, Albin Michel.
ROZENBLATT Patrick [1990] "Categorías, formas y cre~~ión de
Bibliografía de la Segunda Parle sentido social", Cuaderno del GIP Mutacwnes mdustnales, N 51, set.
VlSIER L. & FRYBES M. [1990] "Las coordinaciones: de la experiencia
de los actores a la movilización. Estud1o comparativo a partir del
caso de las enfermeras". Informe de investigación IRES-CFDT,
marzo 1990.
BADINTER Elisabeth [1986] L'un et l'atltre, París, Odile jacob.
VOLKOFF Serge & MOLINIE Anne Fran,oise [1980] (Cf. Bibliografía
BOURDIEU Pierre [1993] La misáe du monde, Paris, Le Seuil. de la Primera Parte).
DA VIS AngeL¡ [1993] "Réflexions sur l'héritage de Malcom X". Politis WR!GHT Eric Olin [1989] "Women in the Class Structure", Politics and
la f\evue, N"3.
Society, v.17, N"l.
DELPHY Chnstine [1977](Cf. Bibliografía de la Primera Parte).
DRANCOURT Chantal Nicole [1992] "L'ideé de précarité revisitée".
Travail et emploi, v.2, N"52,p. 57-70.
GU!LLAUM!N Colette [1992](Cf. Bibliografía de la Primera Parte).
HIRATA Helena &HUMPHREY john [1992] "Crise économique et
trajectoires professionnelles", in Relations de gen re et developpement.
Femmes et sociétés, Paris, Editions scientifiques F.Pinton et
M.Lecarme. (Collection dirigée par J.Bisilliat).
KERGOAT Daniéle [1978] (Cf. Bibliografía de la Primera Parte).
KERGOAT Daniéle [1982](Cf. Bibliografía de la Primera Parte).
KERGOAT Daniéle [1991](Cf. Bibliografía de la Primera
Parte)(Traducido en esta obra, Part.Il, La enfermera coordinada).
KERGOAT Daniele [1992b](Cf. Bibliografía de la Primera
Parte)(Traducido en esta obra, Part.C A propósito de las relacíones
sociales de sexo).
LE DOARE, Hélene et alii [1990] "Les infirrnieres et leur coordination",
Informe de investigación del GED!SST-CNRS-PIRTTEM (en
colaboración con D. Kergoat, D. Senotier & R.F.Irnbert).
MATHIEU Nicole-Claude [1991] (Cf. Bibliografía de la Primera Parte).
Ofensiva Sindical; Boletín del CRC, N"2, octubre 1990, p.2-3 (Federación
Nacional de Sindicatos Sociales de Salud) ("La democracia en el
hospital").
RIOT-SARCEY Michele [1993](Cf. Bibliografía de la Primera Parte).

-
TERCERA PARTE

Tecnologías, calificación y
división sexual del trabajo
División internacional del trabajo y
taylorismo: Brasil, Francia y Japón·
HELENA HIRATA

Partiendo de la idea según la cual no existe una única divi-


sión del trabajo y de que la racionalidad de los comportamien-
tos de las organizaciones productivas no es ni única ni univer-
sal, nuestro objetivo es mostrar, a partir de tres casosl, cómo la
división sexual y la división internacional del trabajo modulan
la utilización diferenciada de los métodos y técnicas tayloristas.

1. División sexual del trabajo y laylorismo

No se debe al azar que las industrias de procesos sean para


mano de obra esencialmente masculina y que las industrias tay-
lorizadas tengan fuerte contingente femenino. La empresa ela-
bora y aplica su política de gestión de mano de obra según el se-
xo de sus efectivos asalariados. La política de control, en particu-
lar se decide en función del sexo del trabajador empleado y to-
da encuesta empírica aporta una nueva confirmación sobre la
naturaleza diferenciada de ese control para los hombres y para
las mujeres.
Así, no se puede hablar de taylorisrno sin hablar de división del tra-
bajo y los trabajos de Madeleine Guilbert [1966] y de Daniéle
Kergoat [1982] en Francia, mostraron la importancia del trabajo

'"(Capítulo tomado de: MONTivfOLUN M. de& O. PASTRÉ (dir.). Le taylon·sme. Pa-


ris, La Découverte, 1984, p. 197-210)
1 Esos tres casos: el taylorismo en las industrias de serie (comparación Brasil-
Francia); la "taylorización" de las industrias de procesos (comparación Brasil-
Japón); los círculos de control de calidad y la organización taylorista, se estu-
diaron durante la investigación : "Aspects techniques et socio-culturels de
l'organisation du travail dans les firmes multinationales fran¡;aises et japonai-
ses au Brésil", (CNRS)
11 o lll. Tecnologías, calificación y división sexual del trabJjo . _,,\., <nternacional de! traba¡· o vtay!orismo: Brasil, Francia y Japón- Helena Hirata 111
DJl-');iV"' - ' ,

de las mujeres en las ramas industriales donde se adoptaron con l ~ hilanderías japonesas' o en las filiales de empresas textiles en
mayor eficacia las técnicas tayloristas. El reciente estudio de a
Brasil, -
hace sólo algunos anos? ¿Se 1es 1mpon
· d~"
na cospe1" es
Molinié y Volkoff [1980, 1981] aportó nuevos elementos numé- )ara ir al baüo, para controlar así su tiempo de pausa, como en
ricos y confirmó la tesis según la cual las técnicas tayloristas se iodos los establecirnientos industriales en Brasil? O por último,
aplican principalmente a los trabajadores de sexo femenino: ;se las encerraría en dormitorios comunes donde pueden hacer-
muestran que el trabajo bajo fuerte restricción horaria, ligado a (.·e todos los controles del tiernpo de ausencias, y reemplazos
una organización de trabajo fundada en principios tayloristas es :ventuales, como se hace actualmente con .las mujeres en las fá-
efectuado sobre todo por las mujeres obreras jóvenes. bricas textiles y electrónicas de Japón?
Esta ejecución parcelizada y estandarizada bajo una fuerte res- La determinación precisa de las cantidades de tiempo no pue-
tricción horaria, que caracteriza a una gran parte del trabajo de ser nunca coactiva y autoritaria para los varones que no fue-
obrero femenino puede no cxperúnentar modificaciones según el gra- ron educados desde su infancia para obedecer, para aceptar, pa-
do de modernización tecnológica o según el país. Así, en la electróni- ra som.eterse: las técnicas tayloristas, lejos de ser neutras, utilizan
ca, la her.rarnienta de trabajo de las obreras japonesas de una f{l- 'l refuerzan la división sexual existente tanto dentro de la em-
brica de circuitos integrados eran máquinas automáticas equi- fm:.:~::-.,a como en la sociedad. Los métodos tayloristas, ~uando se
padas con microprocesadores. En su filial brasileña, estaba en apoderan del rendimiento de la mano de obra fe.men1na, se be-
funcionamiento una vieja cadena de montaje manual de circui- nefician con el aprendizaíe de las muchachas en la destreza ma-
tos integrados y una obrera efectuaba la inserción manual de nual, en la minuciosidad, en la rapidez 2, esas cualidades que se ad-
diez componentes electrónicos en tm circuito impreso, en 40 se- quieren primerarnente dentro de ]a familia, pero que seguida-
gundos. En la casa matriz japonesa, se producía un circuito soft- mente se cultivan dentro de las mismas fábricas japonesas, que
ware [logiciell cada medio segundo, período durante el cual se proveert a sus obreras de cursos semanales de todas las artes .do-
efectuaba la inserción automática de 540 componentes; la tarea méstichs, entre las que se encuentra el arreglo de las flores (Ike-
de la obrera era la de vigilar dos o tres máquinas en funciona- bana): ese trabajo analítico, minucioso, de desestructuración-
miento. restructuración de las flores y de las hojas según un orden esta-
blecido rigurosamente, parece constituir una preparación para
La fuerte diferencia en la productividad del trabajo no cam-
el trabajo obrero, una introducción a los gestos divididos, a las
biaba ni la monotorúa del trabajo -vigilancia o colocación de
tareas fragmentadas requeridas por la organización científica
componentes- ni el aislamiento de las trabajadoras, ni la impor-
tancia de la sujeción temporal: robots industriales o cadena clá- del trabajo.
sica de montaje; a tecnologías diferentes pueden corresponder- Sin embargo, ese lazo indisoluble entre la esfera de las artes
les condiciones de trabajo siempre penosas ..... cuando se trata de domésticas y la esfera directamente productiva, puede indicar
mujeres obreras. también los límites de la taylorización de los puestos de trabajo,
sobre todo en lo que se refiere al trabajo de oficina. Si bien exis-
Por otra parte, si bien se puede hablar de un "efecto represi-
vo" del taylorismo (Cf. F. SELLIER in M. DE MONTMOLLIN el 0. te un nuevo desarrollo en la taylorización del trabajo de oficina3,
PASTRÉ, 1984) hay toda una evidencia acerca de la vulnerabili- 2 sobr~ el aporte para la formación de la mano de obra femenina en las
actividades de la esfera doméstica, d. D.Kergoat, op.dt., cap.II.
dad creciente de las mujeres frente a esta represión: ¿se pensaría
3 Sobre esta "generalización del taylorismo bajo una forma nueva adaptada
en hacer llevar a los hombres pesados patines con rueditas in- mejor a ese medio de trabajo", (Cf. Ugur Muldur in, MoNTMOLLIN M.de et
dustriales para intensificar el ritmo de trabajo como se hizo en O.PASTRÉ, 1984)
1 12 llL Te,:rlologías, calificación y división sexual del t•,clJajo
1 División internacional del trabajo ytay!orismo: Brasil, Francia y Japón- Helena Hirata j 13

las tarea~ ~ue demandan atributos que las mujeres des lie "a de consumo durable (años '50,,). La taylorización de las indus-
en su acttvrdad doméstica / pueden d'f' -¡ p g n
1 lCI mente ser taylonzad ,
. trias manufactureras brasileñas, que corresponde al movimien-
ot automatizadas.
. .
Cuando se
~
trata d e pues os como el de secras
. t
-~~ to de deslocalización masiva de las industrias de mano de obra
ana, q~e. reqmeren una dtsponibilidad pemianente y una re! . ~ hacia las regiones menos desarrolladas, coincide con la transfe-
de serviczo no cuantificable (Cf C acwn
- - HABAUD- RYCHTEI< D rencia de tecnologías de producción, es decir, con la introdtlC-
FOUGEYI<OLLAS, D., 1981; H HIRATA 1980) t' d , ' , y
t · . ' , ac Itu es que ca.rac- ción del capital extranjeros_ Antes de este período, el proletaria-
1
enzan '; trabaJO de las mujeres dentro de la familia esa r -, do industrial estaba concentrado en las industrias labour
nahzacwn es contradictoria con la esencia misma del 't b . aCio-
corne d d ~ - ' ra aJO en- intensive de bienes de consumo no durables donde no se plan-
. n a o, para el cual no existe one best Walf,"(la , . - teaban agudamente los problemas relacionados con la producti-
Jor manera) y e 1 t' e e umca y me-
-

' . 'lll ds ecnicas taylonstas ni la automati . , .. vidad y el control de la producción, con la jerarquía, etc Los mé-
nw tentahva. de dominio de la totalidad d 1 , zacwn, co-
t'. r' -' ~ ;·· ' - ' " e os parametros que i.n- todos de análisis de movimientos, el cronometraje, la creación
'E.HlE.nE.n en la producción'/ d ¡·)roceso de t b , d .
b . •ll .l . . ra aJo pue en am- de una oficina de tiempos y métodos, de procedimientos de re-
ar d e ~): S! a orgarüzadón tay.!orista es un obstáculo arl l ntuneración inspirados en el taylorismo~ fueron directamente
automahzación, (Cf FREYSSENET M ·. M _ , p ' a
0 p - 9 ' -, 11l - DE MONIMOL!IN y introducidos por esas firmas, aunque su desarrollo se realizara
, -lASTRE, 1_ 84) esos puestos refractarios al taylorismo pu~d seguidamente de diferente rnanera según las ramas y según el
ser o tambien para la automatización. en
origen del capital de las empresas.
En Japón, la introducción del taylorismo en la industria se
2. División internacional del trabajo y !aylorismo realizó mucho más pronto, y casi al mismo tiempo que en Fran-
cia, (CL A DE MONTMOLLIN y OTASTRÉ, 1984) aunque en ramas
diferentes. El sector automotriz, vanguardia de la introducción
ta :11 t;y~orism~ como una de las técnicas de división capitalis- del taylorismo en Francia, nació en Japón recién a partir de la se-
f , ~ ra aJo y e control obrero4 no tuvo el mismo tipo de di gunda mitad de los años 30 y la taylorización de ese sector data
uswn ~~ el mismo ritmo de asimilación en Brasil en Francia ~ de los años '5()6. Por el contrario, se observó un movimiento de
~n Japo~: pero,_ sobre todo~ experin1entó diferen;es procesos de difusión de los principios de Taylor y de la utilización de sus
eformacwn segun las caracter.ísticas socioculturales e h. t, , técnicas desde 1912 en la industria textil, y hacia 1925 todos los
de cada país ¡ d rs oncas
d 1 d ' o que pue e aclararse mejor mediante el análisis grandes grupos textiles japoneses habían finalizado el estudio
_e as a aptaciones efectuadas en el momento de la "t f de los movimientos para cada proceso y adoptado la organiza-
Clan de esas t ~ . d rans eren-
, 1 ecmcas e gestión por medio de las firmas multr' ción cientifica del trabajo para un conjunto de alrededor de
nacwna es. · -
s¡:;;;¡a adopción de los métodos tayloristas en otros sectores económicos, en
Así, la difusión de las técnicas y de los métodos tayloristas en particular ferrocarriles, en los anos '30, cf. el texto de Nilton Vargas in M. de
l~s achv:dades mdustriales en Brasil se efectuó a partir de la im- Montmollin et O.Pastré, 1984. Este texto da también indicaciones valiosas
sobre los orígenes del taylorismo en los comienzos de la industrialización en
p antacwn de las firmas multinacionales en los sectores d' • .
;;_<i~ la mdustria, sobre todo en aquellos que producen~::~ Brasil.
6 Sólo conocemos dos textos que hacen referencia explícita a la introducción del
y n? _c~mo sinónimo de división capitalista del traba· . f . .. taylorismo en Japón, de ahí retomamos estas infonnaciones. Se trata de Izumi
deftmc10nes corrientes del taylor· . JO, e · las cntiCas a las Takeo, 1980, p.63 y ss., y Cole, Robert E., 1979, p. 108 y ss. Este último autor
· ISmo Y e1 mtento de defin" ·- d ¡
fu ndamenta su especifiCl·d.a d ( texto d e MKhel
. tcton e o que
Freyssenet, op. cit.) cita como la única investigación pionera sobre el taylorismo en Japón la de
Okuda Kenji, 1968~1971 .

... ~-~
Hl. Terno!ogías, calificación y división sexua! de! trabaj0 División internacional del trabajo ytaylorismo: Brasil, Francia y Japón· Helena Hirata 11 5
1 14

200.000 trabajadores, de los que el 70% era de sexo femenino riamente el empleo de métodos y de técnicas tayloristas. lnver-
(IZUMI T., 1980,p. 29). No se debe simplemente al azar que la ra- samente
. , en Japón, la J'filosofía de los círculos de control de cah-·
ma donde se inauguró la taylorización haya sido aquella donde dad, predominante en la industria, es fundamenta1mente anh-
la transferencia de tecnología europea permitió el desarrollo de taylorista, las políticas de raci~nalización, industnal (gonka)en l~s
la producción en masa y donde la presencia de los ingenieros años '40 y '50 obedecieron mas b1en a !og1cas de automat~zacwn
europeos fue la más importante. El sistema de los dormitorios y de modernización tecnológicas que a las de organ1zac10n e rn-
comunitarios de las obreras jóvenes -generalizado en Francia en tensificación del trabajo.
la misma época- tornó posible rm movimiento de racionalización Veremos ahora cómo esos procesos de deformación/adapta-
donde el conjcmto de la jamada y el tiempo de sueño, el aseo, el ción de las técnicas de gestión y de división del trabajo tuvieron
vestirse, el trabajo en la fábrica, el peinado, la defecación, el ba- Jugar concretamente en tres actividades diferentes de produc-
ño, las lecciones y el tiempo libre (Cf. lZUM! T.,1980, p.78) era ción industrial en Brasil, en Francia y en Japón.
considerado estrictamente medido.
La intemacimwlizacíón de las técnicas productivas constituyó asf,
' Ellaylorismo en las industrias en serie
tanto en Japón como en Brasil, un canal de transmisión del taylo-
rismof y más tarde, también otras formas de organización y de Dos grupos industriales franceses, uno en la rama de la cons-
gestión del trabajo obrero. Seguidamente las importantes modi- trucción eléctrica y el otro en la rama textil, introdujeron métodos
ficaciones y adaptaciones experimentadas por los métodos y y técnicas tayloristas en sus filiales bra,sileñas tratando de " frac-
técnicas tayloristas según los diferentes mercados de trabajo, el turar", en sus fábricas en Francia, las líneas de montaJe, o de un-
tipo de intervención del Estado, las tradiciones y organizaciones plantar nuevas formas de organización del trabajo.
del movimiento obrero, el sistema de empleo, etc., aportaron de-
formaciones al sistema taylorista: "la rutinización" del trabajo de-
bida al "turnover" .involuntario acelerado en el caso brasileño?; La construcción eléctrica: línea de montaje
distorsión progresiva en las prácticas tayloristas por la instaura- versus grupo semi-autónomo
ción de los "círculos de control de calidad" en el caso japonés; Casa matriz y filial producen medidores eléctricos y relés de
(d. más adelante), el desarrollo de ese sistema fue diferente en telecomando centralizado pero, en Francia, las lineas de monta-
los dos casos. Sin embargo, se puede afirmar que la tayloriza- je con ritmo fueron reemplazadas gra~ualmente, des~; 1975,
ción se halla mucho más instalada en el contexto de desarrollo por grupos de trabajo polivalentes y c~denas suecas . ~cmta
de las industrias de mano de obra en Brasil, y que su progreso transportadora no lineal, en U, que pern:1te la acumulac10n de
se debe a la idea según la cual la "naturaleza" de la mano de pulmones) mientras que en Brasil el trabaJO se organ1za en cade-
obra locat "1nediterránea, sin iniciativa, perezosa, que tiene ne- nas de montaje, con ritmo determinado por el transportador. En
cesidad de que la dirijan, mano de obra dócil pero sin autono- todas las lineas de montaje y de control en serie, las tareas se ha-
mía y que necesita rma estricta vig.ilancia"8 posibilitaría necesa- llaban muy divididas, cada obrera efectuaba una operación
muy simple o fabricaba una pequeña pieza ensene. Este proce-
ISob; la "rutinización" del trabajo como una variante brasilefla de la so de trabajo de la fábrica brasileña (un efectiVO ~e 577 en 1980,
racionalización taylorista, cf. FLEURY CORREA, A.C., 1978. del que 286 eran mujeres) contrasta con el de la ;abnca france~a
8 Caracterización de la mano de obra brasileña efectuada por un ejecutivo de (solamente 20 obreras trabajaban todavía en la !mea de montaJe
una firma multinacional francesa en París (entrevista, 1979).
11 6 m Tecnologías, calificación y división sexual de! trabajo División internacional del trab,~nytaylorismo: Brasil, Francia y Japón- Helena Hirata 117

sobre un efectivo de 875 trabajadores, de los cuales 655 eran de Industria textil: productividad del trabajo y
sexo femenino en 1981). En los grupos de trabajo, las obreras políticas de gestión de la mano de obra
francesas trabajan rotando en los puestos y son consideradas to- Casa matriz y filial producen aquí fibras [hilados] industria-
das polivalentes. Esos grupos se cmnponen de 4 a 8 personas, el les, hilos para tejer y artículos de confección y de bonetería. En
ritn1o de organización les permite el desplazamiento y las pau- el taller de ovillado (pelotonnage) así como en otros talleres de fa-
sas, sin alterar el ritmo colectivo de trabajo, ni la cadencia im- bricación, el trabajo es organizado según los métodos tayloris-
puesta por las máquinas: esos métodos de organización alcan- tas, pero las fonnas utilizadas actualmente para aumentar la
zan hoy a 500 trabajadores, de los que 300 están directamente productividad son muy diferentes tanto en Francia corno en
organizado;.; en grupo:::. En un grupo de trabajo polivalente (sec- Brasil. De ese modo, un análisis del trabajo de la devanadora
tor dt' montaje de !os medidnn::s ek'ctricos), cada obrera cambia (pelotonneuse), que requiere un trabajo manual y una importan-
de de cada dos horas cinco puestos de tra- te intervención de la habilidad del obrero (es la obrera la que de-
bajo diferentes) y no se impone el nwdP operatorio. En la fabri- termina el ritmo de trabajo por su rapidez en la colocación de las
cación, los obreros poJivalcnti.~S de los dos sexos cambian de bandas prepegadas, en el desmontaje y en el acondicionamien-
puesto todos los mediodías, sobre una decena de puestos dife- to manual) muestra que las formas tayloristas de control (sobre
rentes. Se asiste también a ese mismo reagrupamiento de tarea, todo el cronometraje preciso y repetido y la reglamentación es-
en otros talleres de fabricación. tricta de las pausas) se practican en la filial brasileña. Dos per-
Esta diferencia en la organización del trabajo, para un mismo misos de diez minutos por día para ir al baño, antes y después
producto y una misma tecnología, parece que se debe, funda- de una pausa de media hora para el "tentempié"f contrastan con
mentalmente, a los tipos de intervención del Estado en Francia y una organización del trabajo menos coactiva por medio de una
en Brasil: la casa matriz comenzó la experiencia de reemplazo sala de descanso con expendedores automáticos de bebidas fres-
de las cadenas de montaje tradicionales después de la creación cas para cada sala de producción, de la fábrica francesa. Lo cual
de la ANACT (Agencia nacional para la mejoramiento de las con- no es incompatible con los esfuerzos de la gerencia francesa por
diciones de trabajo) que otorgó un financiamiento para la "frac- ahorrar costos en la mano de obra directa sobrecargando al perso-
tura" de las líneas y la organización de los grupos semiautóno- nal de producción. Se exhiben películas sobre el proceso de traba-
mos. En Brasil, las empresas francesas pudieron más bien bene- jo en los diversos talleres de la casa matriz en Francia, que
ficiarse con las posibilidades represoras del régimen político, muestran los procedimientos de realización del trabajo en los
para reforzar el sistema de control social autoritario de la orga- puestos de hilado y de ovillado, para ser minuciosamente anali-
nización científica del trabajo: la imposibilidad de conversar, de zados por el departamento de tiempos y métodos del estableci-
interrumpir el trabajo, o de practicar toda forma de rotación en miento brasileño, orientado por el departamento de organiza-
el establecimiento brasileño permitió, según las declaraciones ción y métodos. Esos análisis finalizaron con políticas de au-
del director francés, alcanzar una de las productividades más mento de la productividad inconcebibles en el contexto de la ca-
elevadas de su grupo industrial: las obreras trabajan "muy rápi- sa matriz francesa.
do y relajadas" ... Los mandos medios y directivos brasileños idearon así un
concurso en el taller de ovillado ("Los juegos olímpicos inter-
nos de producción", 1980) que consta de un primer cronometra-
je un mes antes (los "Preolirnpicos") y dos cronometrajes duran-
11 8 l!I. Tecnologías, calificación y división sexual del trab,1jo División internacional del trabajo ytaylorismo: Brasil, Francia y Japón· Helena Hirata 11 9

te los juegos y que obtiene, cada vez más reducciones en los las transferencias "limitadas" incluso "truncadas", en las formas
tiempos de producción de los ovillos de lana, por obrera. Esos de organización del trabajo, para una misma tecnología y un
"juegos" tuvieron por consecuencia el cmnbio de las normas de pro-·
mismo producto.
ducción, que se elevaron sensiblemente después de ese concurso.
Permitieron también el "descubrimiento de nuevas técnicas y de En un primer establecimiento japonés_, los obreros son poli-
nuevos métodos por las obreras, el establecimiento de procedi- valentes y practican una rotación ampha de las tareas:_ cada
mientos más eficaces y aun una sru1a emulación" (director de obrero controla la pantalla catódica en la sala de operacwnes,
producción de la fábrica brasileña). Esos aumentos en producti- hace la ronda de vigilancia del sitio y efectúa las tareas ordma-
vidad por el aumento de la intensidad del trabajo se realizan rias de n 1 antenimiento (en cada sala de trabajo se encuentra u:'a
ernpleando una 1nano de obra femenina muy joven, hábil y "dó- caja de herramientas). En otro establecimiento, cuatro d~ las cm-
cH", para las tarc·as rclac·ionadas directamente con la produc- co tareas se efectúan por rotación: en la sala de operac1~~es, la
ción/ y dirigidas fJOr en lo qu.c· St! refiere a la disciplina/ · ,·¡ nc"a de los instrumentos. ,y el arranque
Vlf} a. J.c ,
y. la detenciOn del
d
y aJ manejo de 1os conocimientos t.écn.ií."'os: sobre un efectivo to- ,oistema de control; la inspeccwn de las maqumas del ~egun o
tal de 1578 personas de ambos sexos de la fábrica brasileña, sv ~·1 iso; y la vigilancia del sitio. ~a ~nica tarea reali~ada s~ rota-
contaba, en 1981, con 497 obreros y 870 obreras, pero solamente ción era la del control de los "mctdentes menores_ en la sal~ de
19°ÁJ de mujeres estaban en la función de dirección (17 mujeres operaciones, pero requería constantes ~~splazanuentos ha~w la
contra 88 hombres, jefes o capataces). parte externa de la unidad de produccwn. Esta tarea era e¡ecu-
tada por un obrero que tenía más de_ diez años de e~penenc1a en
La promoción de esas actividades de tipo "stajanovista" se la fábrica y era elegido por el colectivo de los traba¡adores.
tornó extremadamente difícil en Francia, dada la implantación -
y la oposición- de los sindicatos obreros en la casa matriz. Esta En la filial brasileña del mismo grupo, el trabajo estaba mu-
última trata de mejorar su productividad mediante el cambio en cho más dividido y disgregado: el obrero de mantenimiento, el
la disposición de los equipos o por la automatización de las má- obrero que realiza la vigilanci~ externa y el obrero de la sala de
quinas, en este último caso, favorecida a veces por los proble- control eran tres tipos de traba¡adores diferentes, cada ~no efec-
mas que plantean cadencias demasiado elevadas (compra de tuaba estrictamente sus tareas9. Una de las consecuencias d: es-
devanadoras automáticas "para evitar las cadencias fuertes" en ta "parcelización" de las tareas era la "inflación" de los eqmpos
la fábrica francesa). Los aumentos de productividad tuvieron de trabajo, compuestos por 25 obrero~ en la fábrica brasileña Y
lugar así en los talleres de Francia mediante una reorganización solamente 5 obreros en la casa matnz Japonesa.
técnica y por la supresión de un segmento del proceso de traba- Esa "inflación" de los efectivos en Brasil tiene varias explica-
jo. Se eliminó un puesto de trabajo por cada grupo de cuatro ciones: primeramente, la práctica de la ~otación m~ncionada an-
máquinas, para la "racionalización" en la utilización de los equi- teriormente, práctica que se tomó posible en Japon por el em-
pamientos. pleo denominado "vitalicio" (un empleo a muy largo plazo en
las grandes empresas) y por la promoción que da aún hoy un
• Rotación y polivalenda de los equipos de trabajo y "taylorización"
de las industrias de procesos 9 La recreación de tareas monótonas y repetitivas, aun en !os puestos de
supervisión y de control de las industrias de proceso en Brastl, es recordad~
La división del trabajo en los establecimientos petroquímicos también por Benjamin Coriat para la industria del cemento (¡~ obrero esta
brasileños y en sus casas matrices en Japón es otro ejemplo de afectado a veces a un botón del tablero de control!). (Cf. B. Conat, 1981)
120 IIL lecnologías, calificación y división sexual de! trabajp Did;.;ión internacional de! trabajo ytaylorismo: Brasil, Francia y Japón- Helen~ Hirata 1 21

amplio lugar a la antigüedadW, dos características del sistema


, Los círculos de control de calidad y
de empleo japonés que permite la no definición precisa de las ta-
reas y de las funciones, para cada trabajador. Seguidamente, esa la organización tayloris!a del trabajo . .,
ninflación" tiene su origen en el sistema de vacaciones y las ta- Es clara la oposición entre los principios de la orgamzacwn
sas de ausentismo: si bien en la casa matriz este último es casi ·
cienit'fica del traba¡· o inspirados por el sistema de las ¡czenczas.,exac-
d
nulo y los permisos para vacaciones anuales de 6 a 20 días no se tas" y los de la participación de los trabajado~es en a gestwn e
utilizan, sino en caso de enfermedad o de problemas familiares, la empresa, vía los círculos de control de c~hdad, d1r~cta_mente
en Brasil la tasa de ausentismo alcanza al 6°/c> y los permisos pa- · fluidos por las ciencias polztzcas. Obligacwn y restnccwn por
ra vacaciones anuales de 30 días son tomados en bloque por los :edio de reglas rígidas dan lugar a una movilización de la masa
trabajadores. Esta situación obliga a las industrias de procesos a de los trabajadores, que se vuelven los agentes, por pnmera .~ez
prevenir la falta de personal con el aumtmto de ta- plenamente reconocidos como tales, del proceso ~e ~ro.duccwn.
maño de los equipos de trabajo, Una ültir:na raz6n de esta "!nfJa- La influencia difusa de principios maoístas de la practica como
ción" es el nivel de automatizaclón: el en¡balajt.>·acondiciond- criterio de la verdad" se encuentra igualmente e.rr. el ~es~rrollo
nliento de los productos, el transporte y td aln1accnam.iento es~ de esas actividades en la empresa, donde las mov1hzac1~nes n:a-
tán completamente automatizados en Japón, y en Brasil los efec- sivas se hacen sobre todo a partir de campañas, cuyos CJ~S pnn-
túan los trabajadores no calificados. cipales son indicados por la dirección de la empresa ( e¡emplo:
economía de energía, seguridad, ser el prrmer grupo tndustnal
Estas "adaptaciones tecnológicas"f "que truncan" los proce-
de la rama a nivel nacional, etc. ). 12
sos de trabajo, tienen corno mayor consecuencia la creación de
puestos de trabajo de ejecución con una intensidad de trabajo, Sin embargo, a pesar de que los principios del taylorísmo y de
una monotonía y una repetición en aumento, combinadas con la gestión por los círculos de control de calidad dep,;nd~~ de
condiciones de trabajo más peligrosas, insalubres y ca.nsadoras epistemes diferentes, las técnicas tayloristas y las de las acllv~da­
que en las casas matrices. El puesto de acondicionamiento de un des de pequeños grupos" (sho-shudan katsudo) no son exclustv~s,
producto petroquímico en estado sólido (el anhídrido) comple- pueden coexistir y aun ser complementanas. El estudiO de los Cl~­
tamente automatizado en la casa matriz, es en Brasil un puesto culos de control de calidad organizados dentro de los estableci-
de trabajo manual donde un peón efectúa el embalaje con una mientos industriales japoneses mostró que crean,. pnmeramen-
máscara, debido a la insalubridad. El trabajo es penoso, se lle- te, una jerarquía paralela al organigrama formal no mvaso;a de.la
nan bolsas de 25 kgs. y seguidamente se las apila manualmente organización tradicional del trabajo, que estructura la !mea ¡e-
sobre plataformas. La adaptación recrea así algunos puestos de rárquica de mando. Fuera de las reuniones bimensuales de ~n.a
trabajo con cadencia en los segmentos finales de los procesos de hora donde la jerarquía "se borra" y se dan la palabra y la IDI-
trabajo en los establecimientos petroquímicos brasileños. cíatíva a los trabajadores, los jefes y capataces e¡ercen las habi-
tuales funciones de control, tanto en las cadenas de monta¡e au-

11 "A true sdence, resting upon clearly defined laws, rules. an_d principl~s a.s .a
TO Esas dos características del sistema de empleo japonés no se aplican a los foundation", como decía Taylor en la introducción de: .Prmc1p~es ~f SCientlft~
trabajadores de las pequeñas y medianas empresas, ni a los efectivos Management (edición castellana de El Ateneo) .. Sobre las Clencms exactas
temporarios y subcontratistas. Tampoco valen para las trabajadoras cuyos como modelo del taylorismo, d. M. de Montmollm, 1981, cap.II.
salarios no aumentan con la antigüedad y cuya vida profesional es
discontinua. 12 Para una presentación sistemática de los círculos de control de calidad en
Japón, cf. Hirata H., en colaboración con Michel Freyssenet, 1982.
122
fll. Tecnologías, calificación y división sexual del trabajo
DivL~íón internacional del trabajo ytaylorismo: Brasil, Francía y Japón ~ Helen~ Hirata 123

tomotriz, como en las ramas feminizadas de la electrónica o de


cia entre los grupos de trabajadores implicados en los progra-
lo textil. En efecto, las técnicas relacionadas con los círculos de
mas de círculos de control de calidad que hacen que se pracl!-
control de calidad dividen el tiempo de la fábrica en dos: una parte
quen supresiones voluntarias de pausas, para obtener los me-
donde se puede asistir a alguna expresión obrera y una parte so-
metida al orden productivo tradicional. jores lugares en las carteleras expuestas en los lugares de tra-
bajo. .
En el caso de las producciones taylorizadas, las actividades
E cuanto a los efectos de la división internacional del traba¡o
de los círculos de control de calidad son coextensivas y comple-
mentarias con las prácticas propiamente tayloristas: sobr;la gestión de los círculos de control de tran:'fe- calid~d,_la
rencia de esta técnica de gestión en Brasil en los ultlm?s anos,
~· están combinadas con los trabajos del Departamento de inge- rimeramente por las firmas multinacionales ~orteamencanas y
niería de la producción, q-ue efectúa la n1ayoría de los cambios ~ponesas, seguidamente por algunas industnas locales, mues-
tecnológicos y de la organizadón del trabajo. Ese departamen- (ra que los procesos de adaptación son de dos llpos: un p~Irner
to estudia minucíosatnente las sugerencias, opina/ orienta la modelo es el de la reproducción, en las filiales, de l~s condl~l~nes
ejecución de las soluciones propuestas, utíliza, evídentemente, ue preexisten al desarrollo de los círculo~ ;n Japon (e:' part!cu-
las ideas que emergen de esos grupos de productores directos, ~~r la estabilidad del empleo, pero !amblen ohas practicas de
en el momento de las nuevas implantaciones industriales; uniformación y de homogeneización del conJunto de los efecll-
-terminan por alcanzar los objetivos mismos del Departamento vos, mandos superiores y medios, y obrer?s ). El segund? es e~
de ingeniería de la producción : disminuir la porosidad de la de la ruptura en cuanto a las prácticas cornentes en lo~ Clr~':los
jornada de trabajo y acelerar las cadencias. De ese modo, las .aponeses (por ejemplo, la sustitución de las formas srmbohcas
investigaciones emprendidas por los círculos de control de ca- ~e remuneración por recompensas en especie o en que rega~os,
lidad se sustituyen a veces por los estudios de una oficina de son más "rnotivantes" en el contexto de la política salanal y de
tiempos y métodos (sugerencias que van en el sentido de una la concentración de los ingresos brasileños). Por otra pa;te, en
disminución de las discontinuidades entre segmentos del pro- Brasil, el proceso de selección de los participantes de los ~!fculos
ceso de trabajo, disminución de los tiempos de reparación y de resta a esta técnica de gestión el carácter de mov~li.zac~on de la
mantenimiento, disminución de los tiempos de desplazamien- masa de trabajadores que funda la naturaleza partlclpatlva de los
to, etc.); círculos en Japón y termina por deformar irrernediablernen;e los
- son inseparables de las prácticas tayloristas clásicas: se conti- objetivos y la naturaleza misma del rno~u:uento (corno dec¡a u~
núa practicando el control de las pausas y de las interrupcio- capataz de una fábrica textil: "Sl no part!Clpa todo el mundo, es
nes, sobre todo en las líneas de montaje. Es el caso de las fábri- tono tiene sentido").
cas de montaje automotriz, donde las pausas de diez minutos En lo que se refiere a la división sexual del trabajo: las activida-
en la jornada y un gran número de operaciones por puesto de des de los círculos de control de calidad no se d!strnguer; de las
trabajo implican cadencias, de muy fuerte intensidad; formas tayloristas de control obrero. La regla para las muJeres es
- finalmente, corno una forma de movilización y de emulación la supervisión estricta por parte de la jerarquía, aún durante los
que parte de principios opuestos, se obtiene al cabo, por la me- períodos de actividad de los círculos. Las reuniones pueden :er la
diación de los círculos de control de calidad, la misma reduc- ocasión de represión directa de las mujeres por parte de la ¡era.r-
quía masculina y sirven más bien para controlar la cahdad de su
ción de "tiempos muertos" que por los procedimientos taylo-
ristas clásicos; la generalización de la práctica de la competen- trabajo y la obediencia a los procedimientos y reglas de la pro-
ducción.
124 I!l. Tecnologías, calificación y divisi6n sexual del trabJjo División internacional del trabajo ytaylorismo: Brasil, Francia y Japón- Helena Hirata 125

Por otra parte, en las empresas estudiadas por mí, la partici- liales de la periferia, y 2) que las prácticas tayloristas de tipo
pación de las mujeres en los círculos es eXtremadamente limita- "stajanovista", vigentes en las filiales extranjeras, ya no son posi-
da y esto por varias razones: bles, con tecnología equivalente en las fábricas del centro, a cau-
sa del nivel de organización y de combatividad del movimien-
- porque no estaban autorizadas a participar de ciertas reunio-
nes no mixtas de los círculos (el caso de un establecimiento to obrero.
electrónico), donde los hombres decidían entre sí la asignación Esta comparación mostró también que, aun en el caso de las
del dinero disponible o discutían con ingenieros o personal industrias de proceso, donde no se puede hablar de tayloriza-
técnico acerca de algunas propuestas complejas (ideas que im- ción stricto sensu, hay segmentos del proceso de trabajo en los
plican, por ejemplo, una modificación de las herramientas de países periféricos que pueden ser "taylorizados", sometidos a la
producción o de las n1áquinas); cadencia, extremadamente parcelizados y fragmentados.
- porque no se las Hamaba para proponer sobrE.' can1bios técni- Finalmente, el análisis de los círculos de control de calidad
cos, sino rnás bien sobre la calidad de los productos, dada su mostró los límites nüsmos de la exportación de nuevas té~.nicas
falta de fornladón. Ahora bien, no se daba a las obreras .nin- de gestión de la mano de obra, vigentes en Japón, hacia países,
guna formación consecuente, bajo el pretexto de que no per- como Brasil, donde la ideología del taylorismo domina amplia-
manecerían más de cuatro años en su empleo antes del casa- mente en el medio patronal.
miento; Esos resultados muestran que no hay una sola división del
- finalmente, una categoría de trabajadores -las obreras de tiempo trabajo y que la adopción o el rechazo de las prácticas de ges-
parcial- generalmente no estaba invitada a participar de los tión tayloristas depende, más allá de decisiones puramente tec-
círculos, en razón de su "inestabilidad" y en consecuencia de nológicas, de varios factores de orden sociocultural e histórico.
su "limitado" interés, según la dirección, por los problemas de Muestran también que -corno en las fábricas textiles japonesas,
la empresa. donde los obreros efectúan por turno las tareas de operación de
las máquinas y de mantenimiento, y las obreras solamente las
Si se considera, por otra parte, la transferencia internacional
primeras- ahí donde hay polivalencia, rotación y oportunidades
de esta técnica de gestión de la mano de obra, la participación
de formación y de carrera, son los trabajadores masculinos los
femenina tiende a ser todavía más débil en Brasil, dado que el
que están implicados, mientras la simple ejecución repetitiva
proceso de selección de los participantes privilegia a los obreros
del trabajo es reservada a las mujeres porque se considera ese
calificados (técnicos y de supervisión), categorías fundamental-
mente masculinas. trabajo perfectamente compatible con sus múltiples actividades
en la esfera familiar y doméstica.

3. Conclusión

La utilización de técnicas de producción similares no impli-


ca mecánicamente la adopción de técnicas de gestión del mismo
tipo, La comparación internacional entre filiales y casas matrices
de firmas multinacionales francesas y japonesas mostró: 1) que
a un movimiento de destaylorización en las fábricas del centro
puede corresponder un desarrollo de la taylorización en las fi-
Nuevas tecnologías, calificación y
división sexual del trabajo·
HELENA HIRATA

La reflexión sobre las consecuencias sociales de las nuevas


tecnologías pone hoy en claro, al menos dos aspectos diferentes
de la flexibilidad: la flexibilidad de las operaciones, posibilitada
por los equipos microelectrónicos de base y la flexibilidad de la
mano de obra, asociada a la primera. Dos ámbitos privilegiados
de análisis fueron delimitados así por el enfoque corriente de las
ciencias sociales sobre las nuevas tecnologías: la empresa y el
mercado de trabajo.
En el presente estudio, nos proponernos examinar esta doble
noción de flexibilidad y la pertinencia de estos dos campos de
análisis, introduciendo la dimensión sexuada. Muy pocas inves-
tigaciones han tratado las nuevas tecnologías y la cuestión con-
ducente a la flexibilidad de la mano de obra desde el ángulo de
una comparación varones-mujeres. La mayor parte de la litera-
tura que se refiere al impacto de las nuevas tecnologías sobre el
trabajo y el empleo no aborda la cuestión desde esta óptica. Nos
basaremos pues, en algunos trabajos que tratan de pensar la tec-
nología en relación con las mujeres o con la división sexual del
trabajo, a fin de aportar elementos que respondan a las siguien-
tes preguntas:
- ¿Cuáles son las consecuencias de la introducción de las nuevas
tecnologías sobre el empleo, el trabajo y la calificación, según
los sexos?

"" Capítulo tomado de: TREMBLEY, DianewGabrielle (Dir), Travail et société. Une
introduction a la Sociologie du Tramil, Québec, Ed.Agence d'Arc ., 1990,p. 425w
438). Publicado originalmente en Cahiers du GEDISST, N"l, 1990: "Nouvel1es
technologies, quftlification et division sexuelle du travail: une perspective
comparative".
i28 l1!. Tecnologías, calificación y división sexual del trabajo Nuevas tecnologías, calificación y división sexual del trabajo- Helena Hirata 129

_.¿Se puede pensar Ja flexibHidad únicamente en el ámbito de la 1. Nuevas tecnologías, calificación y división sexual:
e1npresa y del mercado de trabajo, sin introducir la familia?
consideración de múltiples variables
¿Qué lugar ocupan la experiencia y el saber-hacer técnicos,
monopolio casi exclusivo de los varones, entre los obstáculos
al acceso deJas mujeres a las nuevas tecnologías? Son cada vez más numerosos los estudios que tratan, tanto
en Francia como en los países en vías de industrialización, sobre
Al proponer respuestas que, tnuy a menudo, son sólo hipó-
las consecuencias de las tecnologías electrónicas de base, sobre
tesis de trabajo, querernos mostrar que las tesis corrientes hoy el empleo y la calificación y, más generalmente, sobre las conse-
en dia e_n Economía y en Sociología del trabajo sobre el "fin de
cuencias sociales de los cambios tecnológicos. Se deben conside-
L1 divi:--:iún dd trabajo" o sobre la emergencia de un "nuevo pa- rar tres dimensionmes inseparables, a menudo dejadas de lado,
dv y ele desarrollo industriales", hay que (dimensiones a las que nos referiremos luego), así como una di-
j'x;Jnlifwr];-J:.; mu<:"-h<-1 <lkTlci<')n, en el momento de introducir mensión transversal a las otras tres, la dimensión histórica.
l.d dj.,-l~-iún :--+xual del como una dirnensión esencial del
'l:
ana11S1S.
. l. La tecnología, los cambios tecnológicos y las innovaciones tec-
nológicas no tienen las mismas consecuencias sobre las mu-
Desde el punto de vista metodológico, sería posible una jeres que sobre los varones.
perspectiva comparativa múltiple, a partir de las Jnvestigacio-
nes que utilizamos en esta presentación (d. bibliografía anexa): 2. La tecnología, los cambios tecnológicos y las innovaciones
tecnológicas no tienen las mismas consecuencias sobre las
Comparación varones-mujeres; mujeres que sobre los varones, según se trate de los países al-
Comparación trabajadores( as) calificados( as)- trabajadores tamente industrializados o de los países en vías de desarro-
(as) no calificados( as); llo.
Cmnparadón países industrializados-países en vías de indus- 3. La tecnología, los cambios tecnológicos y las innovaciones
trialización; tecnológicas, no tienen las mismas consecuencias sobre las
Comparación entre sectores económicos (industria- agricultu- diferentes categorías de personal que se distinguen por su
r;:~ - terciario). lugar en la división técnica y social del trabajo, y por su ni-
vel de calificación.
Evidentem.ente, no se trata aquí de efectuar tales compara-
ciones que esbozaremos solamente, sino de presentar un marco 4. Y una dimensión transversal a las otras tres mencionadas, la
metodológico para trabajar sobre las nuevas tecnologfas y la ca- diacronía: las consecuencias de las mutaciones tecnológicas
lificación, tom.ando en cuenta la cuestión del génerol. según los sexos, según los países y según la categoría de tra-
bajadores, varían en el tiempo.
Estas observaciones parecen evidentes a primera vista, pero
los estudios sobre las nuevas tecnologías y la calificación mues-
tran hasta qué punto se tiende a generalizar los resultados de in-
vestigaciones que se refieren únicamente a los trabajadores va-
1-1::-(_~:;ado del inglés gender, la palabra género se utiliza cada vez más para
expre:;ar un senlido más vasto que la simple distinción basada en el sexo rones, a un sólo país muy industrializado o a una única catego-
biológico, e incluye en especial dimensiones socioculturales más amplias. ría de asalariados (ej: los obreros calificados).
Nuevas tecnologías, calificación y división sexual del trabajo - Helena Hirata 131
130 lU. Tecnologias, calificación y división sexual del trabajo

1.1 Nuevas tecnologías y división sexual del trabajo


1.2 Nuevas tecnologías y división internacional del trabajo

No sólo la introducción de las nuevas tecnologías tiene con-


La casi totalidad de las investigaciones y de los escritos sobre secuencias diferenciadas segón se trate de varones o de mujeres,
la cuestión no toman en cuenta el hecho de tratarse de una po- de los países llamados subdesarrollados o de los países capit~­
blación masculina o de una población femenina. Son trabajos listas altamente industrializados (volveremos sobre esto mas
"gender-blinded"2. adelante), sino que la cuestión misma de los cambios tecnológi-
Así, la tesis -pretendidamente universal- de una recalifica- cos suscita también tesis muy diferentes según el tipo de país
cíón de los operarios como consecuencia de las nuevas tecnolo- considerado. Así, las teorías de la modernización( ... ) predomi-
gías se basó hasta aquí,. exdusivanu::nte, en estudios de ramas nantes en América Latina, analizan la evolución del trabajo de
1nasculinas (por ejemplo en Francia, el caso del automóvil, estu- las mujeres derivada de las innovaciones tecnológicas, en térmi-
diado por M. Freyssenet; el caso de la petroquí.mica, estudiado nos de su progresiva exclusión del empleo y del mercado de tra-
por G. de Terssac y B.Coríat; para estos dos estudiosj ver el nú- bajo; por el contrario, en Francia, se pone el acento en los efec-
mero especial de Sociología del Tmba¡o, 3, 1984; para Alemania, el tos contradictorios de la modernización tecnológica, sobre la
caso de diferentes ramas con mano de obra masculina -química, mano de obra según los sexos (ver en especial D.KERGOAT, 1981,
automóvil, máquinas-herramientas- estudiadas por H.Kern y 1984).
M.Schumann, 1989). Una comparación del material de las encuestas sobre las nue-
De la misma manera, las investigaciones sobre la formación vas tecnologías y la división sexual del trabajo, realizadas en Eu-
vinculada con las nuevas tecnologías, no se refieren práctica- ropa (por ejemplo C. Cockburn, 1985; R. DURY [comp.], 1986; G.
mente jamás al sexo de los trabajadores involucrados por la for- DoNIOL-SHAW y A. LEROLLE, 1990; H. Hirata, 1989; J. BRODA et
mación y, en todo caso, las conclusiones se enuncian respecto de alii, 1987, etc.) y en América Latina (por ejemplo, H.HIRATA,
un conjunto de efectivos, sin distinción de sexo. (Ver los estu- 1989; S. LARA, 1989; B. LOVESIO, 1990; S. ROBINA, 1989, in K. TI¡-
dios de S. A. ROSANVALLON y J.F. TROUSSIER, o la obra reciente de DENS et alii; L. ACERO, 1983; M. H. TRILINSKY, 1990, etc.) nos per-
l. Lucas, 1990). mite concluir que las innovaciones tecnológicas en Europa pro-
vocan acciones de formación y de recalificación, aunque lliDita-
No obstante, los pocos estudios referidos a la división sexual
das a ciertos sectores o puestos de trabajo, que no se observan
de los procesos de formación en las nuevas tecnologías mues-
casi nunca en los países llamados subdesarrollados del conti-
tran hasta qué punto esta generalización a partir de una pobla-
ción masculina puede inducir a error. Las acciones de recalifica- nente latinoamericano.
ción no tienen la misma amplitud, ni el mismo alcance, ni la Es muy probable que esta diferencia se deba:
misma significación para los varones que para las mujeres, y la a la enorme brecha en la difusión de las tecnologías informá-
formación puede ser precisamente el ámbito de construcción de ticas de base introducidas todavía con extremada limitación
la incompetencia técnica de las mujeres (ver G. DoNIOL-SHAW et en las empresas de estos países, aun en aquellos donde este
a!ii, 1989; G.DONIOL-SHAW y A. LEROLLE, 1990). Volveremos so- proceso está más avanzado, como en Brasil;
bre este punto.
a las políticas que favorecen la inserción de las mujeres o su
2 Es decir que no tienen en cuenta la dimensión del sexo o del género, tal como formación en los "oficios masculinos" por intermedio de los
lo definimos en la nota precedente.
11!. Temobgía~, ralificadón y división sexual del trabJjo Nuevas tecnologías, calificación y división sexual del tr~bajo- Helena Hirata 133
132

organismos del tipo Ministerio de derechos de la mujer, etc .. (por ejemplo, para la R.F.A., H. KERN y M. ScHUMANN, 1989; pa-
en los países europeos. ra Brasil, M. H. TRILINSKY, 1990).
Así, observamos en una fábrica francesa que produce com- La encuesta que llevamos a cabo sobre las innovaciones tec·-
ponentes electrónicos, ·una formación en los equipos automati- nológicas en la industria del vidrjo muestra que la introducción
zados, para algunas decenas de mujeres, limitada a la fábrica de la automatización progranlable tiene con1o consecuencia:
francesa (la filial mantuvo los equipos mecánicos de base). Po- - la creación de nuevas funciones calificadas reservadas a la ma-
cas investigaciones sobre las "mujeres y las nuevas tecnologías" no de obra masculina (aunquef por ejen1p!.o, se pueden encon-·
se realizaron hasta hoy en América Latina, pero los datos dispo- trar algunas ingenieras iníonnáticas o analistas de. sistemas);
nibles nlw.:stran que los puestos automatizados, tales como los - el remplazo de la mano de obra, poco o nada califkada, por
observados por Broda y otros, no tienen mano de obra femeni- procedimientos automatizados, lo que tiene consecuencias
na. No conocemos equipos programables con con1;:mdos nurné- muy en especial sobre el empleo de l.as mujeres.
ricos (CNC), diseüo y fabricación asistidos por cmnputadora
(CAD/CAM), controladores programables (CLP), manejados Nos preguntamos, en el transcurso de esta encuestaf ·por qué
por mujeres en Brasil; del mismo modo, las innovaciones en nta- las mujeres no podían acceder a los nuevos puestos calificados,
teria de organización y de gestión de la producción (just-in-time, creados por la introducción de la tecnología rnicroeled.rónicZJ:
Kamban), los sistemas participativos (círculos de control de ca- las razones antes mencionadas para el vidrio, pero tam.bié.n. pa--
lidad, control de calidad total) conciernen fundamentalmente a ra la siderurgia, la petroquírnica o el cemento -el tn:1bajo pesa-
los varones y, muy marginalmente, a las mujeres. En una fábri- do, sucio, duro, penoso- habían sido eliminadas por !a introduc-
ca de auto-partes para la industria automotriz, el control esta- ción de la computadora en el control de los procesos industri.a·-
dístico de proceso, que requería formación y compromiso de los les. ¿Por qué las n1ujeres no podían fonnarse en las nuevas tec~
trabajadores, sólo concernía a los varones; el 100% de las muje- nologías y acceder a las salas de control? Se pueden sefla.lar rrn:H··
res trabajaba en la inspección de la calidad al final de la serie, sin tiples razones:
ningún empleo de instrumentos estadísticos (A. PosTHUMA, 1. Las mujeres son consideradas incompetentes técnicamente.
1990, p. 13). 2. Si bien existen, en efecto, para las mujeres programas de for-
macíón/recalificación (G.DüNIOL Shaw y A.LF.ROLLE, 1990),
1.3 Nuevas tecnologías y división social del trabajo se encuentran en los sectores tales como la construcción eléc-
trica, electrónica, la industria textil o la metalurgia ... donde
las mujeres ya estaban presentes; no hay programas de for-·
Las consecuencias de las innovaciones tecnológicas y organí-
mación para las mujeres en las ramas que emplean tradicio-
zacionales sobre el empleo, sobre las condiciones de trabajo o
sobre la calificación no son las mismas según la categoría socio- nalmente varones (industrias de proceso).
profesional alcanzada, según el nivel de calificación y el lugar 3. Existen razones vinculadas con las políticas de las ernp.resas,
en la división del trabajo. Así, investigaciones empíricas, reali- que no encuentran motivo para cambiar la división sexual
zadas tanto en países altamente industrializados como en países del trabajo en esas ramas tradicionalmente masculinas. Es de
semiindustrializados, mostraron que estas innovaciones tienden hacer notar que se trata de ramas en las que los salarios son
a suprimir la mano de obra no calificada, masculina o femenina relativamente elevados y en las que la mano de obra repre--
senta un débil porcentaje del costo de producción.
HI. Temo!ogias, talificación y división sexual de! trabajo Nuevas temo!{lgfas, calificación y división sexual del trabajo · Helena Hirata 135
134

4. La oposición de los varones y 1o de las organizaciones sindi- bres continúan, como en el pasado, efectuando de .manera exclu-
cales, podrían eventualmente agregarse a estas razones, pe- siva las tareas "nobles" del segmento "caliente", tanto en los
ro preferimos sostener aquí una hipótesis vinculada con el países llamados semiindustrializados com~ _en los país~s capita-
"saber-hacer", entendido como experiencia del trabajo den- listas muy industrializados. (Sobre la cuestwn de la vanabil1dad
tro del contexto de la tecnología tradicional. En efecto, nues- y de la división sexual del trabajo, d. diversos autores, pe:o so-
tra investigación en la industria del vidrio mostró que, para bre todo, la comunicación de R. MILKMAN, m APRE, 1988; Igual-
trabajar con equipos informatizados, es fundamental haber mente H. HIRATA y Ch. ROGERAT, 1988; H. l.E DoARÉ, 1990).
tenido la experiencia de trabajo con equipos técnicos de ba-
se, dada la importancia de verificar el funcionamiento de los
equipos por el tacto, el oído, por el control de la llama del
2. Flexibilidad y división sexual del !rabajo:
horno, por ejemplo. ¿mercado de trabajo y (o) familia?
5. Una última hipótesis( ... )· en estas ramas industriales se pro-
duce la formación de equipos colectivos de trabajo muy fuer- Un segundo punto importante referente a las nuevas tecno-
tes; las mujere..s no tienen la experiencia de trabajo y de inte- logías y a la división sexual del trabajo es la cuestión de la flexi-
gración en esos grupos colectivos, que son el fundamento bilidad de la mano de obra, muy a menudo indisociable de la
mismo de la actividad de esos sectores. flexibilidad de Jos equipos (ver el cuadro "Las flexibilidades:
cinco principios básicos" in BoYER, R. 1986, p.237). En efecto, "la
posibilidad de variar en el empleo y la duración del trabajo_ en
1.4 Dimensión histórica de la tecnología y función de la coyuntura local o global" (BoYER, 1d.) perm1hna a
de la división sexual del trabajo las empresas administrar las contingencias de la producción se-
gún la variabilidad de la demanda. Por lo tanto, es para oponer-
Por último, en cuanto a la dimensión diacrónica, los movi- se a las "rigideces" de la legislación del trabajo, que se desarro-
mientos de feminización o de masculinización de las tareas, que lló en estos últimos años, una mano de obra flexible, tanto en
se instauran con los cambios ternológicos, varían no sólo en el Europa (d. D.KERGOAT, 1984; !. DEY, 1989), como en Japón, entre
espacio sino también en el tiempo, como lo señalamos en el pa- otros países (ver M. OsAWA, 1989).
rágrafo sobre la división internacional del trabajo. Esta variabi- Mano de obra flexible significa, ante todo, mano de obra fe-
lidad en los movimientos de masculinización y de feminización
menina contratada a tiempo parcial: en Japón, se la ve como el
coexiste con la reproducción de la división sexual del trabajo: en
complemento funqamental de la robotización, en la medida en
efecto, las fronteras se desplazan, pero ésta, la división del tra-
que realiza las operaciones llamadas no calificadas, no e¡ecuta-
bajo, se mantiene.
das por los robots industriales (M. ÜSAWA, 1989); el aumento del
El caso de la industria del vidrio es un ejemplo al respecto: la trabajo a tiempo parcial fue espectacular en Japón, pasando de
división sexual del trabajo se mantuvo, reproduciéndose en el 2 millones de mujeres en 1980 a 5 millones en 1985. Los datos
espado y en el tiempo -las mujeres ocupaban y continúan ocu- disporúbles son claros: entre 1983 y 1987, el número de asalaria-
pando, mientras la automatización no las expulse definitiva- dos a tiempo parcial de los dos sexos aumentó _un 40% (cont;ra
mente de la fabricación del vidrio -puestos de trabajo periféricos 4,7% de los empleos de tiempo completo). El numero de mu¡e-
y marginales en el. segmento "frío" del vidrio hueco, y los hom- res japonesas empleadas de tiempo parcial aumentó un 38,2%
136 HL 1emologías, calificación y división seXual de! tr,lba¡o Nuevas tecnologías, calificacíón y división sexual del trabajo· Helena Hirata 137

durante el mismo período y representa hoy un tercio del total de Las tesis sobre la aparición de una mano de obra calificada y
las mujeres asalariadas en el comercio, los servicios y en los flexible "adaptada" a las nuevas tecnologías parten, así, de un
puestos de tareas repetitivas creados por la automatización in- ocultamiento de la relación diferencial de los varones y de las
dustrial (M. ÜSAWA, 1989, p.96 y ss.). mujeres con la calificación y con las nuevas tecnologías. Es im-
~sta modalidad de flexibilidad de la mano de obra en Japón, portante, en este contexto, pensar la cuestión de la reproducción
esta asociada a salarios muy bajos, sin ninguna garantía social y de la división sexual del trabajo en el sentido indicado por J. }en-
sólo es posible en función del estatus de estas mujeres, casadas son (1989, p.155): las "nuevas relaciones sociales continuarán re-
en su mayoría, madres de familia con más de cuarenta años y, produciendo la situación en la cual las calificaciones femeninas
muy a menudo, habiendo perdido ya toda calificación profesio- no son reconocidas más que como talentos naturales, igualmen-
nat ~omo consecuencia de un largo período de inactividad pa- te que otros procesos sociales que alejan a las mujeres del domi-
ra cnar a sus hijos, Nos parece difícil explicar aquí esta moda1i- nio de la nueva tecnología. Los mismos constituyen las conse-
dad d~ flexibilidad de la Inano de obra exclusivamente por los cuencias en términos de género de las relaciones de trabajo -in-
n.lecantsrnos del n1ercado de trabajo (corno parece hacerlo, por cluida la relación con la tecnología y la innovación- consecuen-
e¡emplo, Y. Sano, al estudiar las nuevas tecnologías y el empleo cias ignoradas por la mayoría de los debates sobre la especiali-
f~menmo en el Japón) sin introducir la dimensión familiar, la ló- zación flexible( ... ). Se corre el gran riesgo de reforzar las relacio-
gtca del salano complementario, la preeminencia del estatus de nes que establecen desigualdades de género en el caso en que la
madres de familia sobre el estatus de trabajadoras. especialización flexible se aceptara de un modo "gender blind".
. Po: otra parte, la noción misma de flexibilidad o de especia-
li~zacwn flextble se construyó dejando de lado todo enfoque en 3. Diferenciación y reproducción de la división sexual
termmos de relactones de sexos (sobre este punto, la única refle- del trabajo. Reflexiones a modo de conclusión
xión que conocemos es la de J. Jenson, 1989). Esta construcción
teórica de la especialización flexible, parte del trabajador varón Pudimos ver por este debate sobre las consecuencias de las
como re_rresentante de lo universal y muestra que las nuevas nuevas tecnologías y sobre el nuevo paradigma de organización
tendenctas en la división del trabajo se orientan hacia la apari- y de desarrollo industriales -entre ellos la especialización flexi-
ción de una fábrica flexible, cuya figura emblemática sería el ble- que éstas no tienen las mismas repercusiones si se conside-
obrero muy calificado y polivalente. Ahora bien, la polivalencia ra el punto de vista de los varones o el de las mujeres, de los tra-
Y la calificación no son atributos generalmente reconocidos a la bajadores(as) de los países desarrollados o en vías de desarrollo.
mano de obra femenina: los resultados de numerosas encuestas
empíricas lo muestran claramente, ya sean cualitativas, (ver por En primer lugar, con respecto a la tesis de la emergencia de
ejemplo, E. APFELBAUM y P. ALBIN, 1989; C. COCKBURN, 1985; J. un "nuevo paradigma de organización industrial" (M. ProRE y
HUMPHREY, 1987; R. DURY (comp.), 1986; M. MARUANI y Ch. Nr- Ch. SABEL, 1984) o de un nuevo "concepto" o "modelo" de pro-
COLE, 1989; K. TI)DENS, J. JENNINGS, l. WAGNER y M. WEGGELAAR, ducción (ver KERN y ScHUMANN, 1989) alternativos al modelo
1989), o cuantitativas (por ejemplo los análisis de S. Volkoff so- fordista, se puede comprobar que el taylorismo no está muerto,
bre los datos estadísticos de la encuesta Condiciones de trabajo, sobre todo si se considera la mano de obra femenina (R. QuA-
complementana de la encuesta Empleo del Ministerio de Traba- UROS CARVALHO y H. ScHMITZ, 1989); no obstante, aun en países
jo francés). como Francia, donde la automatización creció considerablemen-
138 llL Tí'Cno!ogia;., calíficadón y divL~ión sexual del trabaj(l

te estos últimos años, el fordismo y la producción en masa es-


tandarizada parecen ser todavía actuales por completo (S. VoL- Las ausentes de la historia·
KOFF, 1987).
DANIÉLE KERGOAT
Además, surge de esta primera estimación sobre la división
sexual del trabajo que las nuevas tecnologías tienden a reforzar
la marginalidad de las mujeres y constituyen un peligro, espe- Considerar a las obreras en la singularidad de su situación de mu-
cialmente para las mujeres no calificadas (ver el texto de E. Ruth jeres en el trabajo lleva a restituir en perspectiva las consíderacianes
SCHNEIDER; igualmente J. }ENSON, 1989, p.145; S. WALBY, 1989, dirigidas al mundo obrero. Los análisis clásicos en términos de empleo,
ele.). En efecto, son los puestos no calificados los que desapare- calificación o de trayectorias sociales se entremezclan revelando una
cen con los cambios tecnológicos, y son todavía puestos que exi- condición obrera femenina signada por la división sexual del trabajo.
gen tareas repetitivas los que quedan disponibles para las muje-
res; ver, por ejemplo, el caso de la industria plástica, con bastan-
te mano de obra femenina y los puestos que se reservan a las En 1979, había una obrera por cada 4 obreros aproximada-
mujeres en un país como Brasil; del mismo modo, en la indus- mente; de cada 4 mujeres, una era obrera; y 2 empleados de ca-
tria alimentaria, el proceso de modernización conduce a elimi- da 3 eran mujeres.
nar el empleo de las mujeres en varias actividades (M. H. TRI· En 1989, de cada 5 obreros, menos de 1 era mujer; 1 de cada
LINSKY, 1990); en las industrias de transformación de la carne, la 10 mujeres era obrera y 3 empleados de cada 4 eran mujeres.
introducción de los controladores programables (CLP) rempla- En 1989, la encuesta Empleo daba para 100 mujeres obreras
zó a 24 obreras calificadas y semicalificadas por un operario va-
la siguiente proporción: tres cuartos no calificadas (ONQ), un
rón; en la limpieza de langostinos, una máquina remplaza súbi- cuarto calificadas (OQ). Para los hombres, la relación era inver-
tamente a 50 obreras, y es activada y controlada por un obrero;
sa: un tercio de ONQ por cada dos tercios de OQ.
igualmente en una linea de etiquetaje de vinagres, 30 mujeres
etiquetadoras manuales fueron remplazadas por una máquina,
maniobrada también por un obrero (para el terciario, ver R. 1975-1991: el tiempo de una "crisis". ¿Qué cambió para las
CROMPTON y S. REID, 1982, p. 176; A. DOS SANTOS SOARES, 1990, obreras? En cierta manera nada: la separación varones/mujeres
etc.). Por otra parte, las mujeres siguen prácticamente ausentes permanece sin cambios y continúa, a este respecto, la misma ce-
de los puestos técnicos y alejadas de los equipos costosos y efi- guera patronal, sindical... y sociológica. Pero al mismo tiempo,
cientes. flexibilidad obliga, los cambios son de envergadura...
Por último, estamos obligados a aceptar que el panorama es A mediados de los años '70, la ampliación del sector indus-
en extremo complejo y heterogéneo, cuando se consideran las trial había acarreado un sensible aumento del número de obre-
diferencias vinculadas con el género, con la calificación y con la ras. Pero no por eso habían cambiado las condiciones de traba-
división internacional del trabajo: las tesis de alcance universal jo: subsistían los "ghettos" femeninos (vestimenta, industrias
como las de los 11nuevos paradigmas "o de los "nuevos modelos eléctricas y electrónicas, textil), perduraba la segregación de los
de producción" son así, forzosamente discutidas, a la luz de las puestos de trabajo (había fábricas de mujeres, talleres de muje-
encuestas empíricas que introducen estas diferenciaciones.
~C~pítulo tomado de: AZEMAR, Guy P. [dir.J Ouvriers, ouvríet-es. Un continent
morcelé et silencieux. Paris, Ed. Autrement, 1992, la. parte, p.73-85).

!
..J....
La~ ausentes de la historia - Dani€1e Kergoat 141
140 lll. Tecnologías, ca!ificadón y división sexual del trabajo

res, puestos de trabajo femenino), la calificación seguía siendo grupos que se oponen en las relaciones sociales, las relaciones
baja y la separación varones/mujeres .iba en aumento. La in- sociales de sexo.
mensa mayoría trabajaba en la cadena, con restricción horaria, y Estamos ahora a comienzos de los años ;90. La crisis, las rees-
era controlada muy estrictamente por supervisores y capataces. tructuraciones, la desocupación pasaron por allí y trastocaron
Al finalizar la década, las tasas de desempleo ascendían sin in- rofundamente el universo obrero. Pero también las nuevas tec-
terrupción, afectando dos veces más a las obreras que a los obre- ~ologías, la flexibilidad en todos los sentidos, la muer!~ tan
ros y variaban de manera inversa: una obrera permanecía tanto anunciada del taylorismo y del fordismo, la modermzac10n de
más desempleada cuanto más era su calificación mientras que la producción, las modificaciones en el sistema ?e.formación
un hombre lo era mucho menos. profesional y una crisis sin precedentes del movmuento obre-
Se prestó poco interés a este fuerte aumento de los efectivos ro ... Y por último: un trastocam¡ento del empleo femeruno y la
femeninos en la lnd ustria. Ya sea que se tratara del discurso sin- reciente aparición de luchas sostenidas masiv.amer:te ~?r los
dical, del discurso patronal o del discurso científico, todo suce- problemas de salario, de calificación y de profeswnahzacwn (las
día cmno si el lugar en la producción fuera un elemento unifica- enfermeras, las empleadas del Ministerio de Finanzas, las del
dor tal, que se pudiese hablar "de los trabajadores" de "la clase Sistema de Seguridad Social). ¿Qué impacto, pues, tuvieron lo-
obrera". En una palabra, en términos de un modelo general que dos esos cambios para las obreras?
ignorara completamente toda asignación de sexo. En el mejor de A nivel del empleo obrero, las cosas cambiaron innegable-
los casos, se recordaban ciertas "especificidades" cuando las di- mente: los efectivos disminuyeron globalemente (7,7 millones
ferenciaciones de situación eran demasiado evidentes, mientras de obreros en 1982, de los cuales 1,7 millones eran mujeres, 7,3
que los discursos sobre la "naturaleza femenina" llegaban siem- millones en 1989, con 1,2 millones de mujeres); pero el desem-
pre a punto, enunciados para "explicar" las evidentes diferen- pleo fue en aumento; alcanzaba al12% de los obreros y al 22%
cias de prácticas sociales entre obreros y obreras (las formas se- de las obreras en 1988. La recuperación económica de 1989, "el
xuadas de solidaridad en el taller o las modalidades de conduc- crecimiento recuperado" como se decía en ese entonces, benefi-
ta en las luchas, por ejemplo). ció sólo a los obreros mientras que las obreras continuaban vien-
do decrecer sus efectivos. De todas maneras, esta mejoría fue de
corta duración: desde fines de 1989, el empleo industrial retro-
La división sexual del trabajo cede nuevamente, aun en las ramas dinámicas, mientras se pro-
ducen reducciones de efectivos en las empresas de los grandes
Sin embargo, tales afirmaciones no resistían el menor exa- grupos. Movimientos también masivos trastocaron el mundo
men: las mujeres obreras no sólo eran más explotadas que sus obrero.
colegas masculinos, sino que lo eran de forma diferente, y apa- Hay por lo tanto inversión de tendencia: entre 1968 y 1975: la
recía muy pronto a quien quisiese observar que por sí solo, el lu- proporción de mujeres en la industria había aumentado (hablan
gar en las relaciones de producción era incapaz de dar cuenta de provisto el 53% del aumento de la categoría "obreros"). Entre
la realidad, como tampoco el lugar ocupado en las relaciones de 1982 y 1989, decrece esta proporción (de 23,5% a 19% exactamen-
clase bastaba para comprender la autonomía de sus prácticas so- te). Y este movimiento debe ponerse en relación con el hecho de
ciales. Para hacer esto, era necesario tomar en cuenta de mane- que paralelamente, el número de mujeres activas aumentó reg';'-
ra sistemática el hecho de que varones y mujeres componían larmente'. En este comienzo de la década del 90, es necesano
142 Hl. Tecn,llogías, calificación y división sexual del trabajo Las ausentes de !a historia • Daniele Kergoat 143

pensar simultáneamente en términos de proceso de creciente Aumenta la diferencia


masculinización del sector industrial y de redespliegue de la
mano de obra femenina a nivel de la sociedad global'. Lo que ellas dese<J,ban pues, es "tener un oficio" (como los
hombres) pero no el mismo oficio que los hombres. En verdad,
Se debe resituar a las obreras en ese contexto de conjunto. para todos "tener un oficio" significa ser responsable de la tota-
Pues esa ruptura tiene un doble sentido: globaimente, el sector lidad del trabajo, no ser intercambiable, pero para las obreras no
industrial tiene cada vez menos necesidad de una mano de calificadas significa otra cosa: la asociación sistemática del tra-
obra femenina y parece también que las mujeres tienen cada vez bajo y del placer, la dimensión relacional (ayudar a los otros, .~s­
menos ganas de ser obreras. Con mayor exactitud, como no tu- tablecer contactos) y la utilidad social (contnbmr a la educacwn
vieron nunca ganas? sería necesario decir mejor que las nuevas de los niños, asistir sociaimente a los más desposeídos, etc.). A
distribuciones del empleo les permiten trabajar en otra parte partir de al1í, se comprende el prof~ndo desinterés que tienen
fuera del sector industrial.
por el trabajo que de manera generaliZada no es calificado y con
Esto nos lleva a hacer una observación sobre la relación de mayor generalidad, por el trabajo industrial.
las obreras con el trabajo. Se implican mucho en su actividad y "Yo, jamás fui permanente, aunque aq~í me dijesen: S~ra. R ¿qu~
en su empleo, y tienen muy en cuenta los beneficios secundarios quiere hacer? ¿quiere cambiar de trabaJ?? Yo no sabn~ por que
que una y otro les procuran en términos de socialización (mu- cambiar. Nada me gusta en verdad aqm( ... ). Aun trabaJar en los
chas de ellas insisten sobre el hecho de que en momentos críti- controles (tests) eléctricos me gustaría más, pero no puedo de-
c?s de su ~ida, las había "salvado" trabajar); pero por el contra- cir que sea un oficio, un oficio que me agradaría ciento por cien-
no, no qUieren su trabajo y permanecen relativamente extrañas to." (Mujeres OS, obreras no calificadas de treinta años, en for-
al universo industrial: mantienen con éste una relación que de- rnación)4.
nominé "extraneidad" (extranéité)3. El hecho es que, aun si estuviera alejado de su modelo ideal
de trabajo, puedan apasionarse a partir del momento que se les
proponga una formación que las califica, q:'e les permit~ hacer
u funcionar su cabeza" que les penmta asociar pues, por ulhmo,
1

trabajo con placer.


Según la ~ncues~ Empleo de marzo de 1991, las mujeres representan el 44% de
1
Pero entonces, precisamente ¿se les proponen estos puestos
la poblaoón activa y el 75% de las mujeres de 25 a 49 años están activas. Los calificados? ¿Puede constatarse un movimiento de calificación
dat~ estadísticos de este artículo se extrajeron de: Enqu€tes Emploi INSEE ascendente para ellas como se advierte para los obreros?
(Instituto de Estadísticas y Estudios Económicos-Ministerio de Finanzas de
Francia): Données sociales, 1990; Enqu€tes conditions de travail (1978-1984) du Mi- Las cifras son formales: de 1962 a la actualidad, obreros y
nistere du Travail; y Premibes Informatíons et Statistiques du Travai/ du Ministere obreras observan que su calificación sigue movimientos inver-
du Travail-INSEE premiére. Cabe señalar que la publicación detallada como
Jos resultados. de la e~cuesta Empleo, en particular en lo que se refiere a las sos: mientras que las calificaciones superiores (obreros califica-
categorías socJoprofestonales, no habia salido hasta el momento en que se es- dos de tipo industrial, en particular) se masculinizan, las catego-
cribió este artículo. rías de obreros no calificados se feminizan aún más5•
2
Población femenina activa en 1980: agricultura 8%¡ industria construcción in- ~cita, así como algunas expresiones entre comillas, fueron extraídas de en-
geniería civil22%; comercio, transportes, servicios 69"/o¡ par~ 1988los por~en­ trevistas realizadas por la autora.
tajes fueron respectivamente 6%, 17o/o y 77%.
3 5 En 1989, la tasa de feminización de los 0Q fue del9% (la proporción de muje-
Este concepto se formó por analogía con la noción jurídica: "situación jurídica res entre los 0Q de tipo industrial pasó de 16,7% a 10% entre 1%2 y 1985), y
de un extranjero en un país dado". dicha tasa para los ONQ era de 37% (Fuente: Données Sociales, INSEE,1990).
14 4
IH. Tecno!ogías, calificación y división sexual del trabajo
Las ausentes de !a historia - Daníele Kergoal 145

. Se sabe lo que quiere decir hacer un trabajo no calificado ,


~a u~~stna: tareas aburridas, repetitivas, fragmentadas ejecutEn se asocia sólo con la destreza y la rapidez, que decrecen con la
~~ aJO un pesado control jerárquico., etc Ad , ' a- edad, no es sorprendente que el aumento de edad se acompañe
dw para la calificación, hay tendencias i~v e,mas, c~mo suce- frecuentemente con la descalificación. En cuanto a la diferencia
que afectan las condiciones de trabajo: ~i bie~r:t-:r s;g:un el sexo entre salarios masculinos y femeninos en la industria, tiende a
~:· l~ ~:~~i:r;:~.~~~:r~s';'tc~ d~crece netamente. pa:a ~~e::]::: reducirse muy lentamente. En cada nivel de calificación, los
obreros varones están mejor remunerados y la diferencia se pro-
leveinente cuando se toxn~ aola:so~~::a~a:~~:~~:~~;e~umentan fundiza con la calificación: en el nivel 1, los hombres perciben
13% más que las mujeres, contra 22% en el nivel7 (el más alto).
- . R_esulta sign~f~cativamente poco que solanwnte un cuar
Ja.s obreras dasihcadas ~ea l'f d . to de
. . . -. ~ n ca 1 Ica as. Pero además se debe
. esa nfra. Dccían1PS ai comienzo u 1 ' Dos modelos
traba¡o Inasculinos \' . q e os puestos de
'"·- j··d .·. . . ·. . no .en.m los nüsmos esto e<.::
"" '""''' \en d ' ,¡un con Jgu·-1 -1- ''f ., P ' • Entonces, ¿cómo conciliar esas cifras con el anuncio de la
¡ . . . ,,
( nra Cd 1 ICal a) raramente es 1as¡ H. ..:.acron .. ues ser una (V)
ob.' . , l·¡•· z
-'\.¿
muerte del taylorismo y del fordismo, y la predicción del fin
(obrero calificado). ¿Quién le pedo _rmsmo que ser sólo un OQ
próximo de la división del trabajo? ¿Cómo comprender este
poco de limpieza alrededor de s m~ a un profeswnal hacer un
agravamiento en un contexto industrial del que se habla sólo
gas OS (obreros no calificados) ~'%~q~ma o ayudar a sus cole-
para evocar su creciente flexibilidad, y las tentativas de recalifi-
cuesta Condiciones de trabajo confirm 1 ~e~pos rn~lertos?. La en- cación del trabajo obrero?
¡ser obrera calificada no permit a~ as o servaClones directas:
tricciones d . , .- e escapar con certeza a las res- La primera comprobación es que hay que relativizar los efec-
·oh iro~ía de ltrpo automatrco, al trabajo repetitivo y en línea! y tos de moda: el taylorismo no está muerto. Lejos de eso. Por con-
J e a suerte, esto le permite menos q lh h d ' centrar demasiado nuestra mirada sobre las experimentaciones
r. .. obrero calificado!6 Decididam t . ue e ec o e se-
., ., . , . en e ser muJer es una clasifica- en curso, por pensar en términos del paradigma japonés y del
Clon en Sl, qu1za no escrita p
. . ' -ero que opera perfectamente. modelo flexible, se tiende a olvidar que una parte importante de
Esta situación asimétrica se la vuelv la mano de obra obrera en Francia continúa conociendo~ día tras
aspectos de la vida ob . e a encontrar en todos los día, fragmentación de tareas, repetitividad de gestos, elevadas
. . ., rera. muchos obreros varones observ
que su clasifJcacwn aumenta con la edad. es 1· . ~ cadencias y un estricto control jerárquico.
se les reconoce y también es r .d ' que a expenencm
l . econocl a como important No por ello esta evolución es un mito. Lo que es un mito es
. a empresa?. Por el contrario, dado que la calificación fe:e~:: la creencia por la cual la flexibilidad se aplica índiferentemente
¡;----- a los obreros y a las obreras. Muy por el contrario, de aquí en
) Trabajaban en cadena en 1984: lO<r, j, 1 . adelante están situados dos modelos, en estrecha conexión con
':'aron:-s (así como 24% de las muje;~seü~~ ~UJeres contra 9:o
de los ONQ
sometidos a exigencias de automatizació . 3y53 ~o de los varc:nes OQ). Estaban la división sexual del trabajo: para los varones, las nuevas for-
de las m u¡· eres 0Q 20 9o,10 de 1 · · n. ' ,7 Yo de las muwres ONQ 23 4% mas de autonomía cooperativa; para las mujeres, las formacio-
. • • , , os varones ONQ 105'1. d 1 ' '
estaba proh 1b1do hablar 14 o;, d . 1 . ' , o e os varones OQ. Les
1,5% de los ONQ var~neso 1 ~ a~ m uJeres ONQ, 7% de las mujeres OQ; nes en el puesto de trabajo, la polivalencia mal paga, asociadas
1
7 Condiciones de trabajo, del Minis;eri~ d~~r?~. varone_s (Fuente: Encuesta
al frecuente recurso a la movilidad forzada y a una multiplica-
Las empresas se sensibilizan cada v ,. aJo frances). ción de los contratos de duración limitada.
saberes técnicos, acarreada por la ezt~asdcon el problema de la pérdida de
gue las proyecciones demográfica~a.r I . : e los obreros más viejos mientras Se han formulado explicaciones de esta no-recalificación ma-
Monde, suppl. 7.11.90: "Enve¡'ecer e~ lmct an a t~ner mayor prudencia (cf. Le siva de la mano de obra femenina. Los empleadores invocan las
· a empresa ).
146 liL T&no!ogías, calificación y división sexual del trabajo Las ausentes de la historia - Daniele Kergoat 147

restricciones inducidas por el aumento del costo de los equipos: El tercer argumento es el de los sectores, y es cierto que los
cada vez más eficientes, pero también cada vez más rápidamen- varones trabajan más en las industrias de punta transformada.s
te obsoletos. De allí la absoluta necesidad de una rápida renta- por la automatización (automóvil, pero sobre todo v1dno, qui-
bilización de todo equipo nuevo y el problema del tiempo de roica, metales), mientras que las muJeres se encuentran Siempre
trabajo y en particular, del trabajo nocturno para las mujeres. masivamente en las industrias de bienes de consumo. Pero, aun
en ese sector, se advierte una tendencia reciente a flexibilizar el
Ahora bien, la legislación francesa no permite esto último. O
con mayor exactitud, Jo permite sólo en algunos sectores. Enton- trabajo y la producción. Es urgente. así, reflexionar sobre ese
ces, ¿esta prohibición del trabajo nocturno es un tope que debe problema de la sexualización de los l!pos de flex1b1hdad.
saltarse, por ser un factor de desigualdad en detrimento de las
rrmjeres? Se dijo que eso les cierra el acceso a empleos o con nu-
Modos sexuados de flexibilidad
yor a algunos puestos de trabajo; que eso les impide
tener acceso a primas que redondeadan salarios bien escasos.
Quizá. Pero es fuerte d riesgo de que la bana1ización del traba- Hay pues, una dimensión sexuada de la flexibilidad que
jo nocturno implique la baja de !as compensaciones materiales atraviesa los modelos estudiados.
obtenidas por los trabajadores. O al contrario, ¿es un dique pa- Primeros casos: coexisten dos sectores. Uno, flexibilizado
ra conservar, cueste lo que cueste, como función protectora con (masculino), el otro taylorízado (femenino); por ejemplo es el ca-
relación al conjunto del salariado? En todo caso, antes de febre- so de las empresas donde la rentabilidad requiere automatizar
ro de 1992 el Parlamento francés debía pronunciarse sobre la ra- sólo la producción propiamente dicha; la manutención Y el
tificación de las decisiones tomadas por la OIT en junio de 1990: acondicionamiento, sectores femeninos, siguen siendo taylon-
supresión de la prohibición del trabajo nocturno para las muje- zados.
res y redefinición de las bandas horarias para el conjunto de los Segundo caso: todos los sectores, masculinos y femeninos
asalariados que tienen una actividad nocturna (siete horas de han sido alcanzados por la modernización. Pero de manera b1en
trabajo consecutivas con una banda fija entre las 24:00 y las 5 de diferente en cuanto al espíritu y en cuanto a los resultados. Se
la mañana).
establece, para los hombres, una real política de reprofesi~~ali­
El segundo argumento es el siguiente: los equipos que son zacíón del trabajo: integración de las funCiones de produccwn Y
cada vez más sofisticados necesitan una formación técnica de al- de mantenimiento, que se traduce en la creación de nuevos s~n­
to nivel para la mano de obra; lo que remite a la formación ini- deros de formación profesionales acompañados por formaciO-
cial y permanente. Hay un número muy reducido de mucha- nes que califican y terminan con un diploma. En verdad: hay di-
chas en las formaciones técnicas; en cuanto a las mujeres obre- versas opiniones en cuanto a la reahdad del cambiO as1 produ-
ras, sólo escasamente tienen las bases para seguir una formación cido en la división del trabajo. Pero lo que es seguro es que la
que realmente las recalifique. Pero lo que no se dice es que, por flexibilídad para lo femenino se piensa según una axiomática di-
el contrario, poseen una valiosa experiencia sobre la producción ferente. Primeramente, es necesario repetirlo, pasa por la ullh-
Y las herramientas, una preocupación por la calidad del produc- zación intensiva de formas atípicas de empleo (contratos de du-
to, mucho saber-hacer práctico. ¿Sería quizá el momento de par- ración determinada) y de despido. Seguidamente, porque no es
tir más de lo que ellas saben que de lo que ignoran, para volver cuestión en este caso de una reorganización dinámica del oficio
a reflexionar sobre formación permanente? Pero esta orienta- que relega el taylorísmo al olvido. La P?lítica seguida consiste
ción continúa siendo la excepción. por el contrario, en yuxtaponer taylonsmo y flex1b11idad; la
Las ausentes de la historia- Oanie!e Kergoat 149
148 IIL Tecnologías, calíficación y división Sexual del trabajo

"nueva" calificación femenina se piensa así como la suma de ce frenar la descalificación de las obreras y el relativo deterioro
cualidades nuevas (capacidad de autocontrol, de integración de de sus condiciones de empleo.
las exigencias de calidad, de gestión de stocks, para efectuar co- Además, se profundiza la diferencia con los hon1bres, sa.l~o
rrecciones y primeros arreglos), a las cualidades antiguas (des- en el caso de algunos islotes protegidos (pero el muy pequeno
treza y rapidez). Esto se da con una simple formación en el número de planes de igualdad firmados muestra bren que se
puesto de trabajo y sin que haya creación de nuevos senderos trata de una preocupación muy secundana para los empleado ..
profesionales. Las obreras se vuelven simplemente "polivalen- res). Por cierto, habitualmente esos datos están drsrl'_'ulados por
tes" sin que esto se acompañe con un aumento sensible del sala- el hecho de que se habla "en general" de la cond!Cwn obrera, y
rio.. ni con una apertura a las oportunidades de promoción. en verdad, la transformación de los talleres en ghettos no ayuda
A esto debe agregarse que esas acciones de formación, sin mncho a la comparación de los recibos de pago y las clasrflcacro-
embargo n:my n1odestas, se hacen por cuentagotas: algunas nes. Con todo, las obreras siempre criticaron con vehem.encra l~s
obreras que estuvieron en la fonnación se E:ncuentran así aisla- diferencias de salario de la mano de obra, segú~ ~l sexo. Co~ la
das del colectivo obrero fenlenlllo, mientras que el colectivo elevación del nivel escolar, apostamos que la cnhca va a hat:.~r­
masculino las acepta sólo si permanece la diferencia. se cada vez más áspera. Sobre todo, puesto que la comparac10n
con las otras mujeres juega igualmente en su contra.
Se da una prueba en contrario por el hecho de que algunas ra-
ras unidades de producción, que ofrecen oportunidades reales .Pero dónde encontrar un apoyo para hacer escuchar su
de formación y de promoción a las obreras, son empresas total- voz~ La patronal está poco atenta, los sindicatos con:inúan pen-
mente feminizadas que quieren flexibilizar su producción. Una ando en una clase obrera supuestamente homogenea, o con
política tal se tornó posible pues no hay competencia varones- ~ayor exactitud, hacen entrar las diferencias de sexo sólo como
/mujeres en ese campo. especificidades y no como una división fundamental que estruc-
tura en profundidad la condición obrera y la clase obrera.
Ese mantenimiento de la diferencia es además una de las
conclusiones del balance efectuado en el plano de la igualdad En cuanto a los intelectuales, también ellos tienen su cuota
profesional: "todo pasa como si la progresión profesional de las de responsabilidad en la ceguera social h~cia esta situación: des-
mujeres se aceptase sólo con la condición rigurosa de no poner de los padres de la Sociología hasta los ultrmos h~ros ed1tados
a las mujeres implicadas en situación de igualdad con relación a sobre la producción flexible, la muerte de la dtvrswn del traba¡o
sus colegas masculinos". Al mismo tiempo, las discriminaciones 0
el devenir de la clase obrera, el problema se aborda de mane-
no hicieron más que desplazarse y la diferencia varones/muje- ra muy imprecisa, en notas al margen. Los mod~los teoncos que
res subsiste sin cambios. Es que esta separación no es la causa de iensan el trabajo obrero en el contexto modermzado de las em-
la división sexual del trabajo, sino sólo su manifestación. ~resas hacen abstracción deliberadamente de un componente:
su dimensión sexuada. Tal omisión no es atnbu1ble a una snn-
ple elección metodológica que estudiaría prioritariamente este
Dejadas de lado campo antes que otro. Pues preguntarse por la división soctal
del trabajo" olvidando" uno de sus componentes de mayor pe-
Que el empleo obrero femenino se contraiga o se desarrolle, so, la división sexual del trabajo, tiene sus consecuenoas. ~~~e­
que la industria despida masivamente o flexibilice su produc- ramente teóricas: se llega a negar que los modos de flexrbrhza-
ción, que el gobierno sea de derecha o de izquierda, nada pare- ción se arraiguen en la tierra abonada de la división sexual del
150
III. Tecnologías, calificación y división sexual del trabajo

t~abajo, que la flexibilidad noble, pionera para unos, es osible


solo por mterrnedw de la perdurabilidad del ta 1 . p
las otras. En segundo lu ar . . . y onsmo, para
t" 1 d. . . . g 'socmles: ese silenciO significa garan-
Izar a lVISion sexual del trabajo obrero y sus efectos perver-
sos. Bibliografía de la Tercera Parte
¿Se está bien seguro de d .
d que se pue e segmr prescindiendo
e una rn_ano de obra femenina realmente calificada o con -
yor exactitud, seguir utilizando sus com el . ' . rna
concreta y simbólicamente de manera reb~a:~~Ias, pagandole, APFELBAUM E. y ALBIN P.[1989] Computer rationalization and the
transformation of work: lessons from the insurance industry , in
. ¿Es cierto adem.ás que esto seguirá siendo 'bl h S.Wood(ed.), The transforma/ion ofWork?, London, Unwin Hyman.
!Iempo más toda . 7 . S . pos¡ e mue o
ras , . Vla. <- e piensa verdaderan1ente que las obre- APRE-Atelier Production Reproduction [1988] Les rapports sociaux de
' y en espeCial las obreras jóvenes no van a , 1 d
por las cons ., · d .· ._' ser a can.za as sexe: problématiques, méthodologies, champs d'analyse. Actas de
Tod la becuenc~as e crecimiento del salariado fenlenll1o'?
1
la Mesa Redonda internacional, París, 24-26 noviembre 1987, París,
biéna:n s o ser~acwnes ~~ncuerdan al decir que desean, tam- IRESCO, 3 vol.
.• as, amphar su calificación, que están ávidas de fonna-
BOYER Robert [1986] La jlexibilité du travail en Europe, Paris, La
cwn, que rechazan ser eternamente de¡"adas de lado A d Découverte.
todos estos bl · cerca e
salariado f pro. emas, se encuentran con otros segmentos del CHABAUD-RYCHTER Danielle y FOUGEYROLLAS Dominique
ememno que pelean, a veces con estrépito -pensamos
en 1as enfermeras- para imp [1981] Famille, travail domestique el espace-temps des femmes,
.. d oner e1 reconocimiento de su califi- CAESAR, Université Paris-Nanterre, Méridiens-Klinsieck, Paris,
cacwn Y e su profesionalidad.
1985.
u y fin~nte, ¿se está en lo cierto al afirmar que sería ideal CHABAUD-RYCHTER Danielle, CHENUT H. y OONIOL-SHAW,
. na socie . a. compuesta por fábricas abandonadas or las mu- Ghíslaine [1987] Division sexuelle des techniques el qualifications,
¡eres y oficmas donde solamente el personal de ¡"erap . Rapport de recherche, GEDISST-CNRS.
rwr fuera masculino? rqma supe-
CHABAUD-RYCHTER Danielle [1989] The impact of New Technologies
¿Esto sería un escenario de ciencia ficción> Tod . d on changing gender relations in France, Comunicación en el Segundo
por verse. · av1a que a Encuentro del Proyecto Internacional "Women in science and
technology", Centre de Vienne, Suzdal, 7-10 marzo 1989 ..
COCKBURN Cynthia [1983](Cf. Bibliografía de la Primera Parte)
COCKBURN Cynthia[1985] (Cf. Bibliografía de la Primera Parte)
COLE Robert [1979] Work Mobílity and Participation: a comparative study
of american and japanese industry, Université of California Press.
CORIAT Benjamín [1981] "Transfert de techniques, division du travail
et politique de main-d'oeuvre; une étude de cas dans !'industrie
brésilienne", Critiques del' Economie politique, N"l4.
CROMPTON R. and REID 5.[1982] The deskilling of clerical work, in
S.WOOD (ed), The degradation of Work?, London, Hutchínson.
154 IIL Tanologías, calificación y división sexual del trabajo Bibliografía de !a Tercera Parte 155

MACKENZIE D. y WA)CMAN ). [1985] The social Shaping of SANO Y.[1987] "New technology and job opportunities for women",
Technology, Open University Press, England.(Consultar en Keio Business Review,Tokyo, N°24, p.61~72.
particular los artículos de R.Schwarts Cowan, C.Cockburn, J.Barker SCHNEIDER E.R. [1990] "Progrés technique, stratégies d'adaptation et
y H.Downing). division sexuelle du travail dans l' entreprise: quelques résultats
MARUANI Margare! y NJCOLE C. [1989] (Cf. Bibliografía de la empiriques en République Fédérale d' Allemagne", Séminaire
Primera Parte). GEDISST, IRESCO, París, 17 enero 1990.
MOLINIE Anne-F. y VOLKOFF Serge [1980] (Cf. Bibliografía de la SOUZA LOBO Elizabeth.[1989] Traballw e divisao sexual do trabalho: o
Primera Parte). caso do Brasil dos anos 80. (mimeo).
MOLINIE Anne-F. y VOLKOFF Serge [1981] (Cf. Bibliografía de la TAYLOR F.W. [1972] Principies of Scientific Management.
Primera Parte). TID)ENS K. JENNINGS M. WAGNER l. & WEGGELAAR M. [1989]
MONTMOLUN M. de ! 1981 J Le Taylorisme avisage humain, París, PUF. Women, Work and Computerization:Forming New Alliances, IFIP,
MONTMOLLIN M. de y PASTRE 0.{1984] (dir.) Le taylorisme, París, La Amsterdam, North-Holland.
D(:.couverte. TRYL!NSKJ, M.!-1.[1990] "Industria de productos alimentares -
OKUDA Kenji, "Nihon nonoritsu undoshi", lE Revíew, N"9-12, 1968- caracterizacao do proceso de modernizacao tecnologica,
1971, The Japan institute of industrial engineering, Tokyo. identificacao de tendencias e impactos sobre as operacoes", DPEA-
SENAI (Departamento de Pesquisa, Estudo e Avaliacao-Servio
OSAWA M.[1989] "Structural transformations and industrial relations Nacional de Apredizagem .Industrial), Sao Paulo, (informe de
in the Japanese Labor Market", Paper presentado en el Simposio investigación).
internacional para el 30" aniversario del Instituto Japonés del
Trabajo, Tokyo, 13-14 septiembre 1988; publicado en Searching for a VOLKOFF Serge & MOL!NIE A.-F.[1980] (Cf. Bibliografía de la
new system in industrial relations, The Japan Institute of Labor, Primera Parte).
Tokyo, 1989. VOLKOFF Serge & MOLINIE A.-F.[1981] (Cf. Bibliografía de la
PJORE Michael y SABEL C.[1984] The Second Industrial Divide. Primera Parte).
Possibilities Jor Prosperity. New York, Basic Books. VOLKOFF Serge [1987] "Flexibilités du travail ouvrier: une approche
POSTHUMA A.[1990] ")apanese production techniques in Brazilian chifrée", Travail, N"l2, AEROT, janvier.
automobile components firms: a best practice model or basis for WALBY S [1989] Flexibility and the changing sexual divísion of labour,
adaptation?", Paper presentado en la Confrerencia Organization and in S.WOOD (ed.by), Tlze Transjarmation of Work?, London, Unwin
control of the labour process, Aston University, 28~30 marzo 1990. Hyman.
QUADROS CARVALHO R. y SCHMITZ H. [1989](Cf. Bibliografía de WOOD S.(ed.by)[1982] The degradation oJWork?. London, Hutchinson.
la Primera Parte) WOOD, S.(ed.by)[1989] The transformation of Work?. London, Unwin
ROCHELL C. y SPELLMAN CH. Dream Betrayed. Working in the Hyman.
Technological Age, Lexington, Massachusetts-Toronto, Lexington ZUBOFF Sh.[ ] ln the Age of tlze Smart Machine. The Futur of Work and
Books, D.C. Heath. Power, New York, Basic Books.
ROSANV ALLON A. y TROUSSIER, j.F.[1983] Formation aux
changements et qualification ouvriere, CGP, Université des
Sdences Sociales de Grenoble -JREP Développement, Grenoble,
mai 1983.
CUARTA PARTE

Confrontaciones interdisciplinarias
sobre la división sexual del trabajo
Relaciones sociales de sexo y
psicopatología del trabajo
HELENA HIRATA
DANIÉLE KERGOAT

Rápida presentación de esta sesión (o. KERGOAT)

Si hoy nos presentamos las dos ante Uds., no es por el azar


de la amistad, ni por el hecho de que pertenezcamos al mismo
equipo, sino porque compartimos la voluntad de mostrar que la
división sexual del trabajo refleja una problemática general,
"rnultiespacial" y mul!idisciplinaria puesto que es completa-
mente utilizable en J;-Iistoria, en Etnología, en Economía, en So-
ciología, etc ... Tratar de mostrar la riqueza y la apertura de esta
problemática nos parece tanto más importante cuanto que aquí
somos muy diferentes unos de otros, y que conviene por lo tan-
to dar vías de acceso un poco diferenciadas para cada uno.
En esta perspectiva, nos parece necesario presentar con ma-
yor amplitud la problemática (pues no es evidente que sea fami-
liar a todos), antes de dar ejemplos concretos. Esto nos lleva a
presentar el siguiente plan:
!- Problemática de la división sexual del trabajo en relación
con la división social, y problemas de las relaciones sociales (D.
Kergoat).
II- Empresa y sociedad: reflexiones suscitadas por el semina-
rio sobre cuestiones de la productividad del trabajo y del colec-
tivo. El ejemplo japonés (H. Hirata).
III- ¿ La Psicopatología del Trabajo, en su enfoque sobre el
sufrimiento y el placer, puede prescindir de las relaciones socia-
les de sexo? Algunos ejemplos específicos (D.Kergoat).
160 IV. Confrontc1ciones in!erdiscíplinarias sobre la división sexual del trabajo
Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo- H. Hirata y D. Kergoat 1 61

IV- Tentativa de formalización de las relaciones entre Psico-


tre los sexos se vincula con la relación social varones/muje-
patología del Trabajo y división social (y sexual) del trabajo, en
res, que atraviesa y es atravesada por las demás modalidades
tennmos de convergencias/divergencias (H. Hirata).
de la división social del trabajo. A propósito de este entrela-
Por último, especificarnos que todas estas cuestiones fueron zamiento entre las diferentes relaciones sociales, traté de de-
objeto de informes desde el comienzo del seminario y para el mostrar que relaciones de clase y relaciones de sexo no eran
desarrollo del mismo. jerarquizables sino coextensivas; en otros términos, se trata
de conceptos que se recubren parcialmente y no de conceptos
que se "recortan" o se "articulan".
I. La problemática de la división sexual del trabajo.
- La división sexual del trabajo, si bien se arraiga en la asigna-
relaciones sociales ción prioritaria de las mujeres al trabajo doméstico, no puede,
en ningún caso, ser considerada sólo operativa en lo que se
D.KERGOA.T
refiere a las mujeres, al trabajo doméstico, la esfera de lo pri-
vado o la de la reproducción. Por el contrario, se trata de una
problemática (y no de la apertura de un nuevo campo regio-
1. La problemática de la división sexual del trabajo. nal) y de una problemática que atraviesa y da sentido al con-
junto de las relaciones sociales recubierto por el concepto de
división social del trabajo. De allí una deconstrucción/ re-
Se puede estructurar esta problemática en tomo a tres pun- construcción necesariasl de la mayoría de los conceptos em-
tos: pleados en Sociología. Por otra parte este trabajo no puede ser
- La división del trabajo entre '!os varones y las mujeres forma más que pluridisciplinario y transversal.
parte ~e la división social del trabajo. Desde un punto de vis- El ejemplo del concepto "trabajo" es quizás el más expresi-
ta h1stonco, se observa que la actual estructuración de la divi- vo: las disyunciones clásicas entre trabajo/no trabajo, trabajo
s~ón sexual del trabajo (trabajo asalariado /trabajo doméstico, asalariado j trabajo doméstico ... fueron recusadas como reflejo
fabnca-oflcrna/ familia) apareció simultáneamente con el ca- ideológico de las relaciones sociales dominantes. Por el contra-
pitalismo, y que la relación salarial no hubiera podido esta- rio, se hizo el esfuerzo por restablecer las relaciones entre lo que
blecerse en ausencia del trabajo doméstico (de paso adverti- había estado separado hasta aquí por intermedio de una defini-
mos que este concepto de "trabajo doméstico" no es ni a-his- ción más extensiva del trabajo y su abandono del único campo
tórico ni transhistórico; por el contrario, su aparición está fe- de las relaciones mercantiles. Desde entonces, el trabajo domés-
chada históricamente). tico y las particularidades del trabajo asalariado de las mujeres,
ya no son más "excepciones" a un modelo que se supone gene-
Del nacimiento del capitalismo al período actual, las modali-
ral, sino que esta problemática implica una tentativa para re-
dades de esta división del trabajo entre los sexos, tanto en el
salanado como en el trabajo doméstico, evolucionan en el l Este trabajo está ahora relativamente avanzado puesto que hace años que tra-
ti~mpo de manera concomitante con las relaciones de produc- bajamos en él. Pero al comienzo, tuve tanta necesidad de aclarar esto que fui
cwn. llevada a acuñar la expresión "malestar semántico" (véase mi artículo del '84,
en la 1 parte, Por una Sociología de las relaciones sociales, p. 13 de esta obra),
- La división del trabajo es un concepto genérico que remite a to- para dar cuenta del hecho de que ya no sabíaroos más si era necesario utilizar
da una serie de relaciones sociales. La división del trabajo en- las palabras apartándolas de su contenido o si más bien era necesario forjar
palabras nuevas, con el riesgo de no ser comprendidas por los demás.
162 IV. ConfrontaciOnes interdisciplinarias sobre la división sexual del trabaío Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo ·H. Hirata y D. Kergoat 163

c?mponer un modelo general, cuyas especificidades mismas se- mostrar que esta última debe formar parte con pleno derecho de
nan elementos constitutivos. todo enfoque en términos de división social del trabajo. Porque,
Ahora trataremos de ~ar un poco de vida a este conjunto en el transcurso de los años, me surgió que no era suficiente ra-
cor:ceptual recordando rap1damente, a través de mi itinerario zonar únicamente sobre la relación social de explotación, pues
de mvestigación, cómo fui llevada a plantear así los problemas. aun en una posición social aparentemente igual, no existe sime-
tría entre los varones y las mujeres. Diré más: era necesario pa-
sar de la comprobación de no simetría al establecimiento de una
2. Trayectoria personal y problemática de la división social y se· reciprocidad de las diferencias: la relación social entre los sexos
xual dellrabajo se me presentó poco a poco como un concepto indispensable pa-
ra comprender la constitución y la evolución de la relación sala-
rial. Quedaba por integrar esas dos relaciones sociales: es lo que
P~enso p~ofundamente que si se es investigadora es porque
un~ se cuesh~ma algo que plantea problemas, a nivel personal
denomino la hipótesis de su coextensividad.
a n1vel de la 1nve~tigación. En mi caso, era la capacidad que tü~ La primera parte de mi trayectoria de investigación
nen varones y muJeres, aun en las situaciones de dominación ex- (1968 /1978) se organizó en torno al problema de las prácticas
trema, de pelearse y oponerse. Niña, adolescente, adulta, esto reivindicativas obreras.
Siempre me llevó a cuestionarme, dadas las presiones extremas Lo que me interesaba era reflexionar sobre la di visión entre
que pesan sobre los individuos y que pudieran determinar com- un grupo obrero que yo percibía y teorizaba como "clase obre-
pl:tamente sus prácticas sociales. Ahora bien, eso no funciona ra" y la evidente heterogeneidad de los grupos que componen
ast: los varon~s y las mujeres continúan peleándose, esquivan- esta clase. Poco a poco fui llevada a comprender la génesis y la
do, transgrediendo y, en algún momento, bien se puede hablar evolución de las prácticas reivindicativas obreras poniendo en
de libertad.
relación el flujo y reflujo de la combatividad con la composición
Desde el comienzo, lo que me interesaba era la dialéctica en- interna de los subgrupos obreros (proceso de descomposición-
tre dominación y luchas, y quería verla en la práctica tanto con- recomposición de la clase obrera). Cuando hablo de evolución,
creta con;o teóricamente; en ese plano, el concepto de relación es necesario ser clara: no se trata de una evolución lineal, hacia
soc1al,. as1 como la noción correlativa de prácticas sociales, son un futuro exitoso, sino por el contrario de una evolución discon-
operativas, ya que permiten dar cuenta de las contradicciones . tinua, donde los tiempos de progresión y de regresión alternan
entre los grupos sociales, contradicciones dentro mismo de los y se entrecruzan con períodos de estancamiento.
grupos y de los individ~os-. Y es la contradicción, el antagonis- Se trataba pues de analizar los factores referentes a la forma-
mo, los que _me parece tienen valor heurístico para el sociólogo ción de la demanda social de los grupos diferenciados que com-
Yvalor explicativo para el funcionamiento social. ponen la clase obrera, con un análisis que se halla ligado a los
Esas relaciones sociales, en primer lugar, las observé prácti- cambios internos de esta clase. La reivindicación obrera es pues,
c~ente, en las relaciOnes entre clases sociales, sobre la división dentro de esta lógica, la evolución final de un proceso complejo
soc1~l ~el trabajo y las prácticas reivindicativas obreras. Recor- y la expresión, en un momento histórico dado, de las alianzas y
dare rap1d~me:'te los trabajos de este período a fin de hacer pa- oposiciones internas dentro de la clase.
tentes las flha_c•ones lógicas entre el enfoque de la clase obrera y La primera cosa importante a 1" que me condujo mi investi-
esta problematlca de la división sexual del trabajo, y para de- gación, para formalizar todo lo anterior, (y en lo que continúo
164 IV. Confrontaciones interdísciplinarias sobre la división sexual del trabajo
Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo· H. Hirata y D. Kergoat 165

trabajando) es el problema de las divisiones que atraviesan a la


todos eran O.S. (obreros no calificados), todos eran obreros en la
clase obrera. Se evidenció rápidamente que las divisiones más
sección de embotellado, todos trabajaban en cadena y además
aparentes (las creadas por la división del trabajo) no eran sufi-
vivían todos en locales de la empresa. Todos eran portugueses
ci.enternente explicativas de las diferencias de combatividad en-
y tenían aproximadamente la misma edad.
tre los obrerosf contrariamente a lo que se sostenía en la época.
Esto me llevó a recusar la identificación entre posición en el pro- Lo que apareció al término de la investigación es que era ne-
ceso de producción, y grado y forma de combatividad (cf. el cesario dividir a ese grupo obrero entre:
ejemplo clásico de O .S. (obreros no calificados) que habrían sido - Los O.S. inmigrados portugueses que tenían como proyecto
"punta de lanza" de las luchas de los aüos 1972/1974, porque retornar a Portugal: el problema para ellos era el de reunir la
eran obreros especializados, u obreros de las industrias de pro- mayor cantidad de dinero posible lo más rápidamente para
ceso, cp..1c habrían sido los portadores de Jas reivindicaciones en volver a su país; lo que quería decir aceptar las peores condi-
n1ateria de Una vez ciesconflrrnado este procedilniento ciones de explotación: al llegar al trabajo por la mañana, no se
me indiné hacia l'l discurso obrero mismo. Pero sabía a qué hora se terminaría y menos aún se conocían. los ho-
aun allí; 1as claw~s que éste brindaba para explicar las diferen·· rarios del día siguiente; y todo esto por un salario muy cerca-
das en la combatividad aparecían como poco operativas a par- no al del SMIC (salario mínimo interprofesional de crecimien-
tir del momento en que se las confrontaba con la realidad, (los to).
~'jóvenes" son combativos, los u obreros-campesinos" no lo son).
- Los restantes O.S. inmigrados, también portugueses, también
Desde ese período se me manifestó con mucha claridad que no
jóvenes, pero que querían permanecer en Francia; muchos de
se puede llegar, a partir del discurso espontáneo y sin media-
ellos se negaban a efectuar su servicio militar en Angola. Esos
ción, a la clave explicativa de los fenómenos observados.
hombres tenían pues un proyecto totalmente diferente: per-
Y finalmente, lo que me permitió reconstituir los grupos por- manecer en Francia, eso quería decir a corto o a mediano pla-
tadores de la reivindicación fue la relación sistemática de varia- zo, hallar una vivienda independiente de la empresa, obtener
bles que conducen al universo productivo, con variables que lle- su licencia de conducir y encontrarse nna novia. Pero ¿cómo
van al tmiverso reproductivo2. obtener una cita si se es incapaz de llegar a conocer su horario
Tornemos un ejemplo concreto: en mayo de 1968, hubo en del día siguiente? Y es a partir de problemas tan banales como
Bulledor 3 un grupo de trabajadores inmigrados que habían re- cotidianos, por los que esa gente cayó en una total indiscipli-
tornado ellos solos el control de la producción y la distribución. na con relación a la organización del trabajo.
Yo había ido a verlo y de hecho un grupo obrero de inmigrados Se advierte bien alli, que se trataba de una recomposición
era el portador de la reivindicación; me di cuenta de que para abstracta, teórica, del grupo obrero total, puesto que esos sub-
comprender lo que había pasado ahí, era necesario diferenciar grupos no eran identificables espacialmente en la empresa, y de
dos grupos dentro de ese conjunto de inmigrados. Estos no eran una recomposición que tenía en cuenta a la vez lo productivo y
identificables a partir de una única aproximación por medio de lo reproductivo.
la ernpresa, o en relación con el lugar en el proceso de trabajo:
Tal división entre estos dos grupos, luego su superación por
TLa w;c.ión de "reproducción" se utiliza aquí en un sentido muy amplio; recubre el grupo obrero mismo, es lo que permite comprender la diná-
criterios como edad, sexo, etnia, origen rural o urbano, etc ... mica reivindica ti va observada. Y esta superación suponía que se
3 "Bulledor" es un pseudónimo. Cf. D. Kergoat, 1973.
había tomado conciencia de la división, que se tenía conciencia
16 6 ¡y_ Cnnfrontacúm-et> interd~:;;ciplinarias sobre la división sexual del trabaio
Relaciones sodales de sexo y psicopatología del trabaío • H. Hirata y D. Kergoat 167

de ello (y que de ningún modo se la negaba) y que se la quería to, que las tipologías previstas no correspondían a las etapas de
superar. Pues el reconocimiento de la división es lo que me pa-
una evolución global de la clase obrera, ni a características ad-
rece determinante para que un grupo pueda acceder a lo colec- quiridas de una vez por todas, por tal grupo obrero o tal indivi-
tivo.
duo. En resumen, que la combatividad no es ni el privilegio per-
Entonces la identificación de las divisiones no basta. Aún era manente de un grupo particular dentro de la clase obrera, ni la
necesario captar su dinámica, y para ello tratar de circnnscribir manifestación de una ruptura decisiva y definitiva.
el aprendizaje del cambio, el proceso por el cual se hacía la inte-
Para dar cuenta de esos cambios, propuse el concepto de
riorización de modelos diferentes de acción. Es lo que traté de "aprendizaje colectivo". Comprobar que hubo cambio en las
hacer a partir del concepto de "aprendizaje colectivo".
prácticas reivindicativas no significa que hubo por lo tanto,
Entonces ¿cuáles son los "resultados" de esta primera fase "aprendizaje". Para eso son necesarias dos condiciones:
del trabajo que pued.:m interesar aquí? Citaré tres:
. que el cambio observado, a nivel del comportamiento, no sea
definitivo sino relativamente estable en el tiempo; se _puede
- A propósito de la relación entre proceso de trabajo y reivindicación: decir entonces que hubo reorientación de los modelos de ac-
ción propios de los diferentes grupos;
Desde los años '70, me pareció indispensable el conocimien-
to profundizado de los procesos de trabajo para comprender la - que al cambio en la practica (colectiva) corresponda una mo-
diversidad de las prácticas reivindicativas y de las formas de dificación de la toma de conciencia (individual).
movilización. Sin embargo, especifiquemos que no es cuestión Además, este concepto quiere dar cuenta de dos cosas:
de hacer del proceso de trabajo (aun en el sentido extensivo en - pude observar repetidas veces que la entrada en la lucha reí-
que lo empleamos aquí, es decir tomando en cuenta tanto los as- vindicativa precedía a la toma de conciencia de la compleji-
pectos técnicos como de control social) la clave explicativa úni- dad de este ingreso en la lucha. Todo sucedía como si fuera
ca de todo comportamiento obrero. Con mayor especificidad necesario un tiempo de maduración para que la experiencia
pensamos:
pudiera ser integrada completamente por los grupos sociales,
- que el análisis del proceso de trabajo permite comprender, en para luego reorientar su acción. El término aprendizaje colec-
un contexto preciso, las divisiones impuestas a la clase obrera tivo quiere pues dar cuenta, a la vez, de la reorientación de la
y lo que debe superar para que sus luchas tengan alguna acción colectiva, y también del tiempo necesario para que se
oportunidad de llegar a buen término; diseñe esta reorientación, luego se estabilice e induzca a nue-
- pero esas divisiones no son nunca totalmente intercambiables vas conductas específicas;
o reductibles a las categorías socio-profesionales -peones y - Pero también es fundamental un segundo tipo de separación:
obreros especializados sin calificación / obreros profesionales se trata del que se comprueba entre el comportamiento reivin-
calificados/ técnicos ... dicativo colectivo, como el que pudimos observar en vivo, y la
-grupos obreros y "aprendizaje colectivo". imagen a que nos remitía el discurso recogido mediante las
entrevistas individuales. Todo sucedía ahí como si fuera nece-
A lo largo de todas estas investigaciones, insistí que en ma- sario un período de latencia para que el discurso individual
teria de reivindicación~ nada es adquirido definitivarn.ente, que
retomara y teorizara el comportamiento colectivo (aun en el
el grado de combatividad estaba continuamente en movimien- caso en que el individuo interrogado formara parte del colee-
168 IV. Confrontaciones interdisciplinarías sobre la división sexual del trabajo Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo- H. Hirata y D. Kergoat 169

tivo). Pero más allá, quedaba una zona irreductible de no re~ en un "campesino", se nace campesino ... como si fuesen la cau-
cubrimiento: evidentemente, había aprendizaje colectivo y es~ sa de esas diversidades ... De allí proviene una representación
te aprendizaje no podía reducirse a la suma de los aprendiza~ estereotipada de la sociedad, en y por medio de antagonismos
jes individuales. insuperables.
El problema es importante. Por una parte, si bien este análi-
~ Clase obrera e ideología naturalista: sis sociológico permite hacer las mediaciones entre proceso de
trabajo -modo impuesto de competencia ~ divisiones - obstácu~
Lo que menciono a través de este término, son las consecuen- los a la solidaridad, por otra parte, permite reflexionar sobre las
cias de la competencia impuesta a los trabajadores por la orga- implicaciones que acarrea, en la representación obrera, esta
nización del trabajo, y con mayor precisión, las consecuencias transformación de lo social en biológico, en "natural". Se sabe
de esta. competencia sobre la representación ideológica que los que la diferencia biológica, como causa de la jerarquía social, si-
ol:.1reros se hacen de su propio grupo de pertenencia. gue siendo el fundamento de la ideología fascista, y constituye
Ya lo dijin1os, s.i los O.S. ven con daridad las diferentes ex- con mayor generalidad en las sociedades, el mejor medio· para
clusiones de las que son víctimas, si perciben bien que la función justificar poder y jerarquía• negando los mecanismos sociales de
real de los capataces y supervisores es el control social, si son explotación y de dominación. Particularmente, pienso en un
perfectamente conscientes de que es indispensable que estén problema muy actual como el del resurgimiento de la xenofobia
aislados e individualizados al máximo, para que funcione el sis- y del racismo en Francia en estos últimos años, así como en el
tema, tanto más se interioriza la diferenciación ínter-individual: sexismo, latente o manifiesto, que impregna toda la historia de
los obreros viven profundamente -tanto intelectual como afecti~ la clase obrera; también en ese caso, se explican las diferencias
vamente- las divisiones obreras e imputan prioritariamente esas comprobadas entre prácticas masculinas y femeninas mediante
divisiones, no a un éxito ideológico del sistema, sino a la "natu- la naturaleza, la biología.
raleza" y a la "mala voluntad" de los grupos que se les contra- llegué allí, hace una década, al vuelco de mi actividad de in-
ponen. vestigación: el elemento disparador para tomar ese camino inte-
El ejemplo de la división jóvenes/viejos es perfectamente re~ lectual teórico fueron las prácticas reivindicativas femeninas. Mi
velador al respecto: los jóvenes ven en los obreros viejos, no a primer impulso fue evidentemente abordarlas a través de la
obreros desgastados por un sistema que, obligados y forzados a misma grilla de análisis que la establecida para los varones. Pe-
menudo, aceptaron finalmente, sino que ven en ellos a viejos, en ro fue necesario renunciar a ello rápidamente; pues sí bien las
su rol de individuos enriquecidos y represivos. reivindicaciones explícitas eran a menudo las mismas, las prác-
Sobre la base de todas estas divisiones, cada grupo tiene una ticas, tanto reivindicativas como de trabajo o fuera del trabajo
relación de oposición con otros grupos, y produce un discurso eran fundamentalmente diferentes por cierto. Pero ¿cómo tratar
legitimador de sus propias prácticas y perfectamente moraliza- esas "diferencias" mientras no existiera ningún aparato concep-
dor con respecto a las prácticas de los demás. tual para organizarlas? Yo recusaba la permanente remisión del
discurso al modelo masculino, pues no era operativo para expli-
El origen de las diferencias no se teoriza corno social; éstas car las diferencias de situaciones, de comportamientos y de
siempre se representan como sí correspondiesen a diferencias
de actitudes individuales, de ideología, de temperamento, asi~ ~n particular los trabajos de Colette Guillaumin sobre el racismo. Cf.
C.Guillaumin, 1972.
miladas a diferencias biológicas, "naturales" (no se transforma
170 JV. Confrontaciones interdiscíplinarias sobre la división sexual del trabajo Relaciones socia,les de sexo y psicopato!ogía del trabajo- H. Hirata y D. Kergoat 1 71

prácticas entre varones y mujeres de una misma claseS: lo recu- - los trabajadores jóvenes: partiendo de las diferentes modalida-
saba igualmente por sus consecuencias; puesto que las diferen- des de la articulación trabajo productivo 1 trabajo reproducti-
cias observables de actitudes y comportamientos no eran asimi- vo, analizarnos, para los trabajadores varones y mujeres jóve-
lables a un análisis materialista de la opresión y de la explota- nes, cómo jugaba en esta articulación el lugar en la estructura
ción; se dejaba el campo libre a los estereotipos más desgastados de clase; cómo utilizaba el capitalismo las relaciones de sexo y
sobre la "naturaleza femenina" al "explicar" esas diferencias. viceversa para reforzarse;
Debí pues examinarlas nuevamente mediante un análisis mate- - "las obreras";
rial (materialista) de la condición obrera, pero esta vez sexuada:
"trabajadora no es el femenino de trabajador". Paralelamente, - la evolución de las formas de empleo y de la actividad de las
trataba de superar la comprobaCión de la autonomía relativa de mujeres: proceso de descomposición/recomposición del sala-
las prácticas observadas poniendo en relación esas prácticas; riado femenino ;
_prinu:ramente, estableciendo una doble articulación: produc- - las prácticas sociales de las mujeres hacia el trabajo de tiempo
ción/reproducción, relaciones sociales de dase y de sexo; luego parcial;
tratando de razonar en términos de coextensividad de esas rela- - cómo se llega y se permanece siendo OS ("especializado", no
ciones sociales. calificado) cuando se es un varón y cuando se es una rnu¡er (se
Para mí, todo ese trabajo se situaba en su mayor parte den- trata aquí de la investigación efectuada con J. Boutet, sociolin-
tro de la lógica de las investigaciones anteriores: cf. la naturale- güisla).
za de las divisiones, la necesidad de trabajar simultáneamente, Me referiré a esos diferentes trabajos más adelante para dar
para estudiarlas en los campos productivos y reproductivos, la ejemplos específicos.
representación "naturalista" de esas divisiones y su repercusión
sobre la actitud ideológica y práctica hacia la división del traba-
jo entre los sexos, el tema de la inestabilidad en el tiempo y en 3. Una problemática en términos de relaciones sociales.
el espacio, y con mayor generalidad , el razonamiento en térmi-
nos de relación social.
Retomaré este tema (cf. igualmente en esta obra Parte !, Por
Desde 1978/1979 las investigaciones siguientes, que tratan una Sociología de las relaciones sociales., p. 13) aquí relacionándolo
todas de tomar en cuenta relaciones de clase y relaciones de se-
más con las discusiones que se efectuaron en el semmano.
xo, explotación, dominación y resistencias ... fueron orientadas
hacia: ·Por qué esta insistencia sobre las "relaciones sociales¡'? Es
por~ue a mi entender, no basta para comprender la: prácticas
-los "retiros voluntarios" en la R.l.V. de Caen (relaciones varo-
sociales de tales o cuales formas, con estud1ar srmultaneamente
nes/ mujeres en el trabajo y en el empleo);
familia y fábrica. Esta yuxtaposición de terrenos presenta el pe-
5 Y es ahí donde se arraiga mi desconfianza no en "la" teoría, sino "en teorías" ligro de petrificar las relaciones sociales en un mo~ento dado Y
ya existentes y constituidas; éstas, bajo la cubierta de un discurso universal, de privilegiar un análisis en términos de determm~smo: el SiSte-
no son en la mayoría de los casos sino un discurso de hombre para los ma mismo se reproduciría hasta el infinito de los hempos, habi-
varones, en resumen, un discurso de los que dominan. Con mayor cortesía da cuenta únicamente de los imperativos de valorización (y las
pero también con mucha firmeza ¿acaso Karen Horney no decía lo mismo a
propósito de Freud, del Psicoanálisis y de los psicoanalistas? (cf. en particular, obreras son a este respecto un terreno de elección, encerradas
K.HORNEY, 1926, 1969). doblemente como lo están en las relaciones de producción y en
las relaciones de reproducción ... ).
IV. Confrontaciones interdisciplinarias sobre la división sexual del tr<lbajo Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo. H. Hirata y D. Kergoat 173
172

Razonar así llevaría a considerar a la gente como marionetas, aun estar bien seguro de que se trabajó con todas las modalida-
a plantear que la interiorización de las relaciones sociales se ha- des de las relaciones sociales. Ahora bien, está aún muy lejos de
ría desde atrás de los individuos que actuarían conducidos por agotarse el estudio de las relaciones varones/ mujeres, incluso-
fuerzas exógenas. y quizás sobre todo- en el trabajo. Se hizo como si "el trabajo"
fuera reductible a los modos de gestión del personal, al empleo,
Todo lo contrario, es contra esta concepción petrificada de la a la organización del trabajo, a las condiciones de trabajo. Pero
estructura social por lo que se tacha de falso el razonamiento en queda por construir la relación entre los individuos -y esta rela-
términos de relaciones sociales (con su corolario: las prácticas ción para mí es sexuada por definición. De ese modo, las nocio-
sociales): relación significa contradicción, antagonismo, lucha nes de "solidaridad", de "trabajador colectivo" ... no tienen sen-
por el poder, rechazo a considerar que los sistemas dominantes tido si antes, no se analizaron en profundidad los efectos de la
(capitalismo! patriarcado) sean totalmente determinantes. En re- variable sexo.
suJnen, lo que es itnportante en la noción de relación social -de-
hnida por el antagonismo entre grupos sociales- es la dinámica Tengo pues la voluntad de encontrar regularidades que per-
que reintroduce, puesto que vuelve a establecer en d centro de! mitan establecer tipologías6, pero tomando en cuenta sirnultá-
análisis, la contradicción, el antagonismo entre grupos sociales nean1ente la noción (o una noción) de sujeto -y esto precisamen-
y se trata de una contradicción viviente, perpetuamente en vías te para no encerrar a los individuos en la norma, lo que tornaría
de modificación, de recreación. invisible las contradicciones, las transgresiones y las luchas
Y tanto más escaparemos al peligro del determinismo en El hecho es que el problema de la elección, de la libertad, se
cuanto no pensemos que tomar en cuenta una única relación so- detecta bien a nivel del sujeto, no inmediatamente a nivel del
cial (para unos, la de la explotación, según otros, la de la opre- grupo (en efecto hay separación entre las prácticas sociales que
sión) basta para dar sentido a la sociedad actual y a sus transfor- son colectivas, y las vivencias, la o interiorización" de esas mis-
maciones en la historia. En la medida en que pensemos que esas mas prácticas, que son individuales).
dos relaciones sociales son fundamentales, planteamos -yo diría Para mí, aunque comprenda bien el sentido del debate entre
por definición- que existen márgenes de indeterminación entre lo psíquico y social, individuo y colectivo, me parece que no
los puntos del tejido de esas relaciones sociales (la metáfora es planteo los problemas; así por ejemplo, cuando me intereso en
un poco simple ), y al mismo tiempo, que hay un reacomoda- los comportamientos individuales ante la enfermedad, no los re-
miento posible de esos márgenes de libertad para los actores co- duzco al resultado de la lógica de las relaciones sociales o inte-
lectivos e individuales. Y esto tanto más en cuanto existe, a ve- rindividuales, ni a la de la historia psíquica del individuo; pero
ces, contradicción entre las relaciones sociales dominantes considero que la historia de las relaciones infantiles del indivi-
(pienso por ejemplo en las necesidades de valorización del capi- duo es la historia que remite a una lógica de la organización
tal que entran, a veces, en conflicto con el paternalismo del sis- mental, que es también social:
tema).
Las relaciones sociales no están dadas desde el determinis- 6 Para mí, tipologías pertinentes deben poder reagrupar en diferentes conjuntos,
diferentes modos de articulación, y tener valor heurü;tico (es decir, sino valor
mo, sino por el contrario son una manera de pensar y de traba- predictivo, al menos valor comprensivo de los comportamientos que se
jar la libertad. Pero una libertad verdadera, no planteada a prio- despliegan en otros terrenos que el del trabajo/familia). En cada estudio, pasé
ri, sino que se despliega entre las redes de los determinismos so- así de las tipologías "visibles" de las categorías del sentido común
ciales. El hecho es que, para pensar esta libertad, es necesario (terriblemente cerradas, alienantes) a tipologías "heurísticas" reconstruidas
por el sociólogo.
174 lV Confwntaciunes inhTdisdplinarias sobre la división sexual del trabajo Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo- H. Hirata y D. Kergoat 175

- la imagen del padre y de la madre no son de ningún modo las ahí la importancia de la metodología) a nivel del individuo
mismas en el subproletariado que en el proletariado; (historia de vida) y a nivel de la empresa (estudiado sobre un
- la relación con los niños es diferente con respecto a un varón o período largo);
a una mujer; - por último, a propósito de la "sociología del descubrimiento"
- el "escenario" de la escuela y lo que se jugó allí (y que segui- (ténnino que no retomaré por mi cuenta), me parece imposi-
damente "se volvió a jugar" en la formación cuando se es ble tomar el discurso, producido individual o colectivamente,
adulto7, está marcado por la pertenencia de clase y de sexo, como un "en sí": está acompañado siempre por una puesta en
por el rango en la "hermandad" ifratrie), etc ... (sin embargo escena en beneficio del sociólogo. Tomemos el ejemplo del
aun nada de esto es determinante en si, a nivel del individuo). "salario complementario". Las mujeres retoman frecuente-
Algunos dirán que existe una transmisión social de la neuro- mente esta expresión por su cuenta, aun cuando ellas ganen
sis. Lo que es cierto es que una transmisión social de nor-· más que sus maridos. Pero cuando se ven luchas por los sala-
mas de clase y de sexo, y simultáneainei1te transn1Jsión de los rios sostenidas por las mujeres, se advierte rápidamente que
modos de transgresión de esas norm.as. Todo esto vehiculado de de hecho el salario complementario constituye un verdadero
manera muy diferente según se trate de la madre ("cultura po- salario para ellas. Es así como fui llevada a hablar de "actitu--
pular") o del padre ("cultura obrera")S. des de conformidad": para estar en paz con sus maridos y con
los hombres en general, encuentran mucho más fácil hacer co-
Queremos extraer algunas conclusiones parciales de lo que mo si retomasen por su cuenta los estereotípos sobre el salario
precede: de las mujeres. Pero, en los hechos, siguen pensándolo o más
-el grupo no es exterior al sujeto, sino que le es también interior; bien haciéndolo!
- el contexto referencial de mi tentativa de interpretación es - Se llega así a la ideología defensiva que, en este caso preciso,
siempre sincrónico, ciertamente, pero también diacrónico (de tenderia a denominar "ideología defensiva de sexo". Volvere-
mos sobre esto posteriom1ente.
7 Esto apareció con mucha claridad cuando trabajamos sobre el "proyecto de vi~
da" y particularmente CJ'l el caso de los varones O.S.(obreros no calificados).
8 Estos dos términos un poco lapidarios remiten al análisis que efectué sobre las
obreras. Es imposible decir abruptamente y sin mediación: "las mujeres obre-
ras (y lo que se entiende generalmente por) la clase obrera, es la misma cosa". H. Empresa y sociedad: reflexiones suscitadas por el
Porque las obreras van y vienen en y fuera del mercado de trabajo: cuando
ellas se asientan ahí (actividad continua), tienen toda una serie de empleos seminario en tomo a las cuestiones de la produc-
que poseen muchos puntos en común: descalificados, mal pagos, mal consiH
derados (conserje, niñeras, sirvientas, trabajos en supermercados, obreras, tividad del trabajo y de lo colectivo. El ejemplo
mujeres de servicio, etc ... ). Pero por lo tanto ¿puede hablarse de cultura "obre-
ra"? Por el contrario, sucede diferentemente entre los obreros varones, que
japonés
permanecen la mayor parte del tiempo no sólo en el salariado sino en el inte- HELENA HIRATA
rior mismo del salariado industrial. A mi entender, el padre y la madre no
transmiten pues el mismo tipo de cultura porque la conciencia de clase -y es
cierto que las mujeres la tienen!- no puede ser la misma cuando se forjó pa-
sando por las grandes tiendas Lederc, luego por una fábrica, luego como per- Comencé con un proyecto de investigación clásica de Socio-
sonal de servicio, que en el caso de un hombre que es peón, luego O .S. (obre- logía del Trabajo, que redacté en 1979, en términos de organiza-
ro no calificado), aun si fuera el caso de empresas diferentes. Me parece que ción del trabajo, tecnología y políticas de personal; trataba sobre
ahf hay un campo de reflexión que merece profundizarse.

_k.
176 !V, Conirontaciones interdisciplinarias sobre !a división sexual de! traba¡o
Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo- H. Hirata y D. Kergoat 177

los aspectos culturales y técnicos de la organización del trabajo


terreno de la empresa, so pena de no comprender lo que su-
en la en1presa, y estaban apoyados en una comparación entre fi-
cede, ni en cuanto a las estrategias de los obreros y de las
li.ales y casas matrices de empresas francesas y japonesas en Bra-
Sil. obreras, ni en cuanto a la política del e1npl.eo o a .la articula-
ción entre el mercado de trabajo y el terreno de la e1npresa y
de sus obreros(as).
Virtudes y límites de un enfoque mediante la empresa
Tuvimos la confinnación en el transcurso de una serie de es-
tudios anteriores (uno de mi autoría con John Humphrey) que
Con semejant~ tema, el terreno natural era el de la empresa. este abordaje por el lado de la empresa era 1imitado y que era
Pero se debe explicar que yo partía de dos postulados críticos: necesario pasar a otro tipo de encuesta.
1, el determinismo tecnológico; En Brasil, hubo una crisis económica durante los años
2. el de "la única y mejor n:laJwral' (one bc;;t wat¡) tavlorista: vo 1981/1984, luego una recuperación económica, un "boom" del
partia de la idea de que no cxi5tia una racio~alicÍad ún)(:¿; v empleo muy importante en 1986. Du.rante este segundo período,
universal, que era necesario cuestionar esta idea de que h.:;. . los obreros varones retornaron a la empresa en un 90%, mien-
b.ría una manera, y una buena manera de hacer las cosas. La tras que solamente 40 <;i¡.l de las mujeres lo hicieron (sobre una
mejor forma de probar este postulado era el enfoque compa- muestra de 140 personas, 83 varones y 57 mujeres). Quedaban
rativo ~t~r~acwnal. Partiendo así de la empresa y recurrien- así 60% de mujeres que no retornaban m.ás a la empresa en el
do a diSciplmas tales como la Sociología de las Organizacio- momento de la recuperación económica, pero que hacían ya sea
nes y la Sociología Industrial, sin embargo observé, cada vez trabajo doméstico remunerado, o bien se quedaban en el sector
con mayor claridad, que la empresa no era una entidad ais- denominado "informal" donde habían entrado en el1nornento
lable, analizable en sí, y que un enfoque únicamente por Ja del despido, ya sea por último, que una gran parte de las muje-
empresa nos dejaba sin ninguna explicación ante toda una res casadas se tornaran "inactivas" (lo que se denomina "inacti-
serie de fenómenos -de allí, la necesidad de hacer intervenir vidad" en economía y que es cmnpletamente cuestionable). To-
lo ~xterno al trabajo, las estructuras familiares, el trabajo do- da esta población corría el riesgo de permanecer invisible si no
me~hco, las relaciones sociales varones-mujeres, etc ... ; a falta se hacían otros abordajes que el de la e1npresa, puesto que no se
de mtegrar esos elementos, es que los análisis de la Sociolo- podía hace.r encuestablc de ningún modo la vivencia del desem-
gía de las Organizaciones y de la Sociología Industrial de- pleo, las sucesivas experiencias de empleo y de vida, después
sembocan en general en aporías. Poco a poco se tomaron del despido.
más claros los límites hasta el punto de hacerme abandonar Evidentemente insistí aquí sobre los límites de un enfoque
la em~resa para ir hasta el domicilio del obrero. Es Jo que mediante la empresa. Esto no quiere decir que la empresa no sea
efectue en mi encuesta sobre el desempleo y la división se- al mismo tiempo una mediación potente para el acceso a obje-·
xual del trabajo. La hipótesis de fondo es la siguiente: si se tos que de otro modo difícilmente serían tratados por la Socio-
p1~nsa que el desempleo es una situación transitoria y que logía. Creo que, de la misma manera que la Psicopatología del
ex1sten comport~ien~os diferenciados de varones y muje- Trabajo, para quien el trabajo es una especie de mediación entre
res frente al despido, Si se consideran de entrada ]as trayec- inconsciente y campo social, para los sociólogos la empresa pue-
to nas sexuadas, las trayectorias diferenciadas de los varones de ser un poco la mediación para observar y analizar, desde un
Y de las mujeres, no se puede permanecer únicamente en el punto de vista sociológico, fenómenos, por ejemplo de opresión
178 IV. Conírontadone~ interdisciplinarias sobre la divis!ón sexual del trabajo Relaciones sociales de sexo y psicopato!ogía de! trabajo- H. Hirata y D. Kergoat 179

de un varón sobre una mujer (como el acoso sexual en el lugar ¿Cómo está planteada la cuestión de la productividad del
de trabajo), fenómenos que no serían abordables de otra mane- trabajo en Economía política? Primeramente, hay explicaciones
ra que como relación social bruta de opresión de un varón sobre mediante el progreso técnico, el empleo eficaz de los medios de
una mujer; y de la misma manera, pienso, las relaciones entre producción; un segundo tipo de explicación en Econonúa Polí-
un padre y un hijo, entre una madre o un padre y una hija, en- tica es todo el cambio introducido en la organización del traba-
tre padres e hijos, son muy difíciles de tratar a nivel sociológico jo, sobreentendiendo aquí, los cambios introducidos por la di-
y creo que en el marco de la empresa, por ejemplo mediante el rección (los colectivos organizados por los mismos trabajadores
estudio de políticas paternalistas, es posible tratarlos sociológi- no se incluyen generalmente en esta explicación); un tercer tipo
camente. La empresa entonces puede constituir un lugar de me- de datos está ligado a la intensidad creciente del trabajo profe-
diación poderosa en ese caso, porque se tiene con ella una su- sional, al aumento de la cantidad de trabajo por unidad de tiem-
perposición (o una "coextensión"), entre esa relación social es- po, al rendimiento creciente por la disminución de la porosidad
pecífica, relaciones jerárquícas y relaciones entre categorías so- de la jornada de trabajo, etc ....
ciales (obreros, personal jt:rárguico, etc. .. dentro de la empresa).
Pienso que el interés de una explicación del tipo de las enun-
Este paréntesis sobre los defectos y virtudes del abordaje por ciadas por la psicopatología del trabajo, es que plantea el pro-
la empresa es para mostrar que puede ser un punto de partida, blema de manera muy original, en términos que tienen en cuen-
que puede asimismo ser un marco definido de estudio; si digo ta la subjetividad, o la intersubjetividad, o aspectos que tradicio-
que hubo límites progresivos que se tornaban visibles en este ti- nalmente no eran tomados en consideración por el análisis eco-
po de enfoque, es que de hecho, a partir de los estudios sobre la nómico. Cuando C. Dejours dice que son procedimientos defen-
productividad, la calificación, la promoción, etc ... , tuve la im- sivos que pueden explotarse en beneficio de la productividad
presión de que si no se hacían intervenir otras dimensiones, era por intermedio de la autoaceleración y de la cooperac1ó:' obre-
difícil comprender aspectos que, en Economía y Sociología tra- ras (la autoaceleración está relacionada con la frustracwn Y es
dicionales.. se trataban de explicar por elementos intrínsecos o compulsiva, y la cooperación relacionada con el efecto del mie-
endógenos a los lugares de trabajo, de producción. do), (cf. C. DEJOURS, 1980, 1993; cf. también C. DE)OURS (comp.),
1987, 1988) hay ahí una introducción de la subjetividad, y de no-
ciones como el miedo o la frustración, que no son utilizadas co-
En tomo a la productividad:
rrientemente para explicar .fenómenos considerados eminente-
Ahora paso a algunos ejemplos. Comenzaré por el de la pro- mente económicos. Lo que se toma en cuenta en Economía, son
ductividad del trabajo, ejemplo que permitiría también un acer- los efectos, por ejemplo la intensificación, el rendimiento, la in-
camiento, desde cierto punto de vista, a la psicopatología del tensidad en el aumento del trabajo, pero no se analiza el porqué
trabajo. En mi opinión es uno de los ejemplos que muestran có- de esta intensificación, o bien se pone todo esto bajo la rúbrica:
mo es necesario ir contra la corriente de los análisis economicis- éxitos logrados por el "management", capataces y supervisores,
tas y objetivistas (tal cual propone la Economía Política a propó- y no dentro del dominio del trabajador mismo.
sito de la productividad) si se quiere arrojar una luz nueva, o Creo que ese desplazamiento del terreno de explicación ha-
dar explicaciones allí donde podría ser muy difícil hacer afirma- cia la subjetividad y hacia un colectivo de trabajo, no creado por
ciones de tipo intrínseco.
la dirección de la empresa, produce una explicación heurística
18o IV. Confrontaciones interdiscip!inarias sobre la división sexual del trabajo Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo- H. 1-Iirata y D. Kergoat 1 81

c~m~leta~en.te. nueva en el sentido en que se postula que el su- de la industria y fuera del trabajo. Se puede decir en ese sentido
fnmiento rrld!V!dual puede tener consecuencias sobre la Econo- que esta elevada productividad en Japón no se explica exclusi-
mía. Y creo que hay una similitud en el enfoque aun pensando vamente en el terreno de la empresa, únicamente por medio de
en la explicitación que da la psicopatología, que a pesar de ser las innovaciones tecnológicas; aunque esas innovaciones sean
extremadamente original con su desplazanüento, sigue estando importantes para el desarrollo de la productividad, sino que es-
todavía en el marco de la organización del trabajo, permanece tá. relacionada con diversos factores:
en el marco de la empresa. La psicopatología del trabajo habla
de una mayor intensidad de la actividad en un puesto de traba- - hay toda una serie de actividades directa o indirectamente
JO provocada por el miedo o la frustración. Es decir, queda por productivas que se efectúan fuera de las horas de trabajo (por
hacer un~' tnterpretaoón de la productividad y de la intensidad ejemplo: los círculos de control de calidad), no contabilizados
del traba¡ o asalariado en relación con las estructuras familiares por la empresa y por los estudios de la OJT, por ejemplo, y
~!(_,¡ trabajo fue-ra dt..' b. en1prcsa y, con mayor gen~:~ que sin embargo contribuyen a las estadísticas en las que se
ralidad, relactorh:s sociait?s dr· s<.'xos vigentes en la sociedad. basan los cálculos de la productividad del trabajo;
Trat~r d~~hacer e~ta artículaclón permite introducir otro tipo de - hay otro factor que tampoco se contabiliza en estas estadísti-
~xphcacwn -no pienso que compita porque es otro campo de ar- cas, a saber, todas las horas suplementarias no remuneradas
ticulación- que puede aclarar puntos que deja oscuros la Econo- por la empresa, que pueden ser entre 5 o 6 horas por día, es
n;ía .política al q~edarse solamente con los datos del progreso decir 30 horas por semana, en una semana de 6 días, para to-
tecnlc.o, del.carnbm de la organización del trabajo asalariado 0 das las categorías, excepto la del obrero, a partir de jefe de
de la mtens1dad del trabajo profesionaL sección;
Mi punto de partida fue una encuesta en varias ramas indus- - hay supresiones voluntarias de vacaciones, lo que hace que en
triales. y :n particular en la siderurgia: aunque las tecnologías general los obreros varones, los empleados y el personal je-
eran sundares, se podía ver que los resultados en cuanto a la rárquico tomen realmente sólo 4, 5 días de vacaciones por
productividad no eran los mis1nos, si se comparaban unidades año, mientras los contabilizados en las estadísticas oficiales
de producción implantadas en diferentes países. Y a la pregun- son todos los días de vacaciones oficiales, es decir 20 días por
ta ¿que es lo que explica esta diferencia?, la Economía política año para los asalariados con 15 años de antigüedad en una
no aporta argmnentos convincentes porque a nivel de los ele- misma empresa;
mentos que se manejan comparativamente, no había posibilidad - por último, hay un factor que es el tiempo de ocio y de convi-
de exphcar por qué eran desiguales los resultados en el plano vencia en el caso de parejas, que es tiempo sacrificado en be-
productivo; e~,efecto, .las co~diciones técnicas, tecnológicas y de neficio de la organización del trabajo asalariado y de la pro-
m.anagement eran al com1enzo más o menos similares, tratán- ductividad; en efecto, en el caso de las grandes empresas ja-
dose de casas matrices y de filiales de los mismos grupos indus- ponesas que emplean regularmente mano de obra masculina
tnales.
(en el caso de mano de obra femenina, se plantea de manera
Mi tesis es que esas diferencias entre Japón y las fábricas fi- completamente diferente, dado que el tiempo de permanen-
liales en Brasil estaban ligadas (al menos en parte) a las diferen- cia en las empresas es muy corto para las mujeres -en prome-
tes modalidades de articulación entre el trabajo doméstico y el dio 4 a 6 años) se puede decir que hay un sacrificio de la vida
trabaJO asalanado, entre el tiempo industrial, y el tiempo fuera denominada privada, en beneficio de la empresa (nos referi-
182 IV_ Confrontaciones interdiscip!inarias sobre la división sexual del trabajo Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo· H. Hirata y O. Kergoa! 183

mos a las empresas de gran tamaño, las que hemos estudia- 15 a 20 años (mientras los hijos son pequeños y no independien-
do) en la medida en que hay una especie de recubrimiento de tes) soportando "sacrificar" la convivencia. Y se trata de algo re-
una buena parte de la vida denominada "fuera del trabajo" gular y muy difundido. Cuando son firmas multinacionales
por la empresa. Hablaremos posteriormente de esto, pero donde los cuadros van a ser transferidos por razones de implan-
pienso que hay un lugar de la empresa y una preeminencia tación de nuevas unidades de producción en el extranjero, y por
sobre el individuo que es extremadamente importante. razones de promoción, imposibles en el marco de las fronteras
Cuando hablo de sacrificio del tiempo de ocio, es fácil com- nacionales, son decenas de hombres los desplazados sin sus fa-
prender por qué si el individuo comienza el trabajo a las 7:00 en milias; en un establecimiento encuestado en Brasil, tenían lapo-
lugar de a las 8:00 y regresa a las 22:00 en lugar de a las 17:00, sibilidad, durante un período de 4 años, de volver una vez, es
asuma ya mucho tiempo ... ! a los que se le agregan los sábados y decir al cabo del segundo año -para permanecer un mes con la
domingos; o bien existen actividades externas a la empresa pe- mujer y los niños; el resto del tiempo, llevaban una vida que es-
ro para la en1presa,. o actividades de integración como activida- taba dedicada en general a la empresa, puesto que buena parte
des de ocio del tipo "golf" (y esto es así aun para las categor:ías de las relaciones afectivas, emocionales se hacían a una enorme
de asalariados de nivel relatívam.ente bajo) y a las que se concu- distancia, la que media entre Brasil y Japón.
rre sin la familia. Y me parece necesario volver a tratar el proble- Hay así un sacrificio del ocio y de la convivencia a partir del
ma de la .convivencia. tiempo individual, cuyo corolario es que las mujeres se encar-
Los hombres pasan, corno empleados regulares, un gran nú- guen de los trabajos domésticos y de la educación de los niños
mero de años en una misma empresa y hay nna movilidad in- durante la movilidad: creo, pues, que todas las fuentes de la
terna utilizada como una forma de promoción, de formación productividad fuera de la empresa, son extremadamente claras
profesional, puesto que efectúan experiencias en diferentes acti- en Japón.
vidades, con funciones diferentes, en numerosos establecimien- Evidentemente, cuando se hacen análisis de la productivi-
tos del mismo grupo industrial: esos desplazamientos, o esta dad, si se la calcula a partir de las estadísticas de las empresas,
movilidad intra-empresa tiene también la función de tornar más dan sólo una productividad del trabajo extremadamente más
cómodas las reestructuraciones industriales: todos los obreros, elevada en el caso de Japón que en países como Francia, donde
los capataces e ingenieros, necesarios para la implantación, por la articulación entre lo público y lo privado, entre la vida en la
ejemplo, de una nueva unidad siderúrgica, para la cual es difí- empresa y la vida externa a la empresa, no se hace de la misma
cil reclutar mano de obra local, son simplemente transferidos de manera. Este ejemplo muestra también un aporte, una contribu-
una región a la otra, a una distancia que puede alcanzar 2000 ción fundamental para todo lo que se trate de relaciones socia-
km: se "deslocaliza" al hombre, sin la familia, en la medida en les de sexo; en efecto, es evidente que este tipo de gestión del
que las mujeres se ocupen de la educación de los hijos y perma- personal y de organización del trabajo productivo se volvió po-
nezcan en un lugar fijo, dado los problemas del sistema escolar sible por las relaciones varones/mujeres en la sociedad; si no,
en Japón. Como la distancia es más o menos grande entre los di- serían impensables e imposibles toda una serie de prácticas de
ferentes establecimientos del mismo grupo, no tienen la posibi- empresas consideradas corrientes y normales en Japón.
lidad de ver a su mujer más de una vez por mes o una vez cada
dos meses, lo que en una vida activa de 30 años, significa pasar
IV. Confrontaciones interdisdplinarias sobre la división sexual de! trabajo Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo- H. Hirata y D. Kergoat 185
184

Individuo y grupo: el deseo y el pensamiento del individuo son también secunda-


rios y secundarios socialmente: deben ser rechazados; no se
En el caso de Japón creo que el hecho determinante es el tipo puede decir lo que se piensa porque lo que se piensa tiene la
de jerarquización individuo/grupo, que hace que el individuo marca de lo individual, a nivel de la palabra y a nivel del conte-
no sea considerado preeminente, aun dentro de las relaciones nido de lo que se dice (tuve la ocasión de captar la importancia
amorosas: generalmente no hay elecciones individuales, la elec- de adaptarse a esta regla, durante mi experiencia de encuesta de
ción del compañero(a) está todavía dictada por la familia, el campo en Japón).
grupo profesional, la empresa, etc. (aun hoy en el40% de los ca-
sos, l(lS casamientos son "casamientos arreglados"); lo que hace El responsable de mi grupo de trabajo era un hombre de ma-
que no se tengan los ntisrnos tipos de lazos, y por lo tanto, los yor edad y antigüedad que yo, y que por lo tanto, forzosamen-
mismos m.otivos de (la no-convivencia no es un mo- te sabía más que yo. Discutirle y en terrenos donde nunca se de-
tivo de divorcio, COll10 J.'.)()f ej<:mplo en los occidentales); be discutir con un hombre, aun occidental, era verdaderamente
pueden ton:uu la pn:::emlltencia otras d irnen.sioncs, por cjenlplo, un motivo justificado de exclusión. Pude hacer mi propia expe-
la educación de los hijos o la relación padres/ hijos, con respe'> riencia, me permitió ver con mayor claridad, las generalizacio-
toa las de varones/ mujeres en la pareja. Pienso justamente en nes posibles sobre los colectivos y sobre la importancia de los
la noción de relaciones amorosas entre individuos en la base del colectivos en Japón. Es cierto que hay una inversión afectiva
matrirn.onio tal corno se lo ve en los países occidentales: es difí- dentro de lo que son los colectivos, que reemplazan de cierta
cil allí pensar las relaciones amorosas sin que se plantee la indi- manera todo lo que puede haber de afectivo en las relaciones in-
t~rindividuales, o en las relaciones intersubjetivas, y que esto
vidualidad como algo muy fuerte.
hene repercusiones casi directas sobre todas las prácticas colec-
tivas, y sobre la gente dentro de un grupo. Creo importante se-
El colectivo de trabajo: ñalar que esos colectivos (y entro aquí en las características de
En relación con estos problemas; creo que es interesante pa- los colectivos de trabajo en Japón) son inmediatamente jerarqui-
sar a otro ejemplo, el del colectivo de trabajo en Japón. zados, al punto que es imposible pensar en un colectivo que no
Pienso que haber introducido este ejemplo sobre el lugar del esté jerarquizado. En 1982, no podía hacer un estudio sobre los
individuo y del colectivo, pudo facilitar un poco el tratamiento sistemas defensivos y sobre las defensas colectivas, y quizá
de las características del colectivo de trabajo en Japón. Porque tampoco sería capaz de hacerlo hoy, pero en esa época no tenía
esas características son muy difíciles de comprender si no se se- ni la noción, de manera que no pude reflexionar observando di-
ñala esta primacía del grupo en la misma sociedad japonesa; rectamente los colectivos en Japón. Pero creo que aun en un co-
porque es muy diferente hablar de un colectivo de trabajo o de lectivo de defensa en Japón, habría una cierta jerarquía, al me-
un colectivo de defensa, en el marco de relaciones individuali- nos esa sería mi hipótesis. Pues de entrada todo está completa-
zadas; de las relaciones jerárquicas, como se las conoce en Fran- mente jerarquizado en Japón. De la misma manera, hay una je-
cia, que hablar de colectivo de trabajo donde el individuo es se- rarquía en la familia.
cundario, donde hay una primacía confesa, y a todos los nive- En la misma ocupación del espacio, se encontrarán signos es-
les, del grupo y de lo social: a nivel del lenguaje, a nivel de todo pecíficos de la jerarquía. El lugar que ocupa cada individuo en
el funcionamiento de las instituciones. Lo que quiere decir que un espacio es un lugar jerarquizado. A nivel de la empresa, por
cuando se enuncia que el individuo es secundario significa que ejemplo, no hay distinción de vestimenta, todos los hombres
186 IV. Confrontaciones interdisdp!inarias sobre la división sexual del trabajo Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo· H. Hirata y D. Kergoat 187

portan un mameluco de trabajo. Ya sean cuadros o directores de las prácticas banales de la vida cotidiana como la de tomar el té
empresas, ya sean peones; también las mujeres secretarias o que juntos. El que no participa del círculo de control de calidad es-
sirven el té, están uniformadas a nivel de la vestimenta. No se tará completamente marginado.
puede saber, simplemente observando a la gente, cuál es su es-
Y yo creo que hay una gran diferencia con respecto a una no-
tatus en la sociedad o en la empresa. Pero se lo ve inmediata-
jerarquización en los colectivos defensivos y en los colectivos de
mente s.í se conoce la disposición de los lugares en ese espacio.
trabajo. Pienso, por el contrario, que el uso del colectivo es dile-
Por ejemplo, si alguien está a la izquierda de aquél o a la
rente, en la medida en que los fines de la empresa son diferen-
derecha del de más allá; o si alguien está a mi izquierda o a mi
tes, porque el significado del trabajo está dado por otros siste-
derecha, yo visitante de la ernpresa sabría inmediatamente cuál
mas de referencia y de empleo, es decir que un colectivo jerar-
es su lugar en la jerarquía dt~ la misma. Pero eso no se dice.
quizado puede funcionar de tal manera de incorporar los debe-
Por el contrario, hay cosas que se dicen y que se está obliga- res como principios de funcionamiento. Pues al no utilizar una
do a interiorizar, a incorporar, a aprender en profundidad, des- cierta coerción exterior mediante el sufrimiento, lo que sería un
de la escuela, desde que se cmnienza a hablar, y que pasan por poco el caso de Brasil, porque si se puede incorporar un póco el
el lenguaje que se utiliza entre pares. Pero es necesario señaJar deber en la medida en que el sistema mismo de empleo no se ba-
que es extremadamente difícil saber cómo se determinan los pa- sa en la precariedad, (como en Brasil), se está diciendo que hay
res ¿Por la misma edad? Por ejemplo, ¿el mismo tiempo pasado un sistema de empleo que es tendencialmente vitalicio. Para los
en la empresa? ¿Igual origen escolar? ¿El mismo origen social? ... varones con estatus regular en las grandes empresas, (no hablo
no hay prácticamente posibilidades de utilizar ese lenguaje de aquí de las mujeres ni de gente que tiene un estatus precario, ni
igual a igual... Hay un lenguaje menos informal, hay también un de los que trabajan en las PYME, sino de las grandes empresas
lenguaje respetuoso y hay un lenguaje honorífico. Cada uno de que constituyen el eje dinámico de la acumulación y del modo
esos lenguajes está además dividido sexualmente, es decir que de funcionamiento social en Japón), ese sistema de empleo está
no se utilizan las mismas palabras para decir yo, según que se basado en la antigüedad, y en casi una prohibición del desem-
sea un varón o nna mujer. Todos esos lenguajes jerarquizados se pleo y del despido por parte de la empresa. Se da más bien pre-
utilizan de manera diferente y conviene saber que se trata ver- ferencia a sistemas de reformas internas, de desplazamientos
daderamente de lenguajes, incluso de lenguas diferentes y no de como los que cité a propósito de las movilidades internas de la
terminaciones o de sufijos transformados simplemente según el empresa. Lo que coincide con toda una serie de características
sexo. Para decir lo mismo se utilizan palabras diferentes en fun- de la organización del trabajo, en ruptura, en cierta medida, con
ción del interlocutor al cual se dirige. Esto determina inmedia- el taylorismo, y con coexistencia de formas de gestión que no
tamente, de cierta manera, la constitución del colectivo, pues son de tipo taylorizado, en la que se trata sin embargo de resal-
hay así colectivos jerarquizados y colectivos como aquellos que tar las funciones de rotación, las de polivalencia, que traspasan
se observan en los círculos de control de calidad, que poseen el simple enriquecimiento de las tareas, y las fórmulas neotaylo-
una cierta característica: exigen la participación de todo el mun- ristas. Esto hace que ese tipo de funcionamiento que se perpetúa
do sin excepción. Si no, eso ya no tiene más sentido. Todo el que sin represión permanente tome posible, si no de manera armo-
no participa de ese grupo, que no está integrado a él, sufre un niosa al menos sin suficiente antagonismo, cierto mecanismo de
proceso de marginación. Marginación que alcanza a todas las integración mediante el sentido del deber y sin que esté basado
relaciones sociales, comprendidas las relaciones de amistad, o únicamente sobre la coerción. Esas instancias subjetivas en Bra-
188 IV. Confrontaciones ínterdisciplinarias sobre !a división sexual del trabajo Relaciones sociales de sexo y pskopatología del trabajo- H. Hirata y D. Kergoal 189

sil, están pura y simplemente negadas, es decir, hay toda una se- IH. La Psicopatología del Trabajo en su enfoque del
ne de formas de sanción, de coerción; de humillación, etc ...
Pero cuando se habla así, se borran las enormes diferencias
sufrimiento y del placer en el trabajo, ¿puede de-
entre varones y mujeres y uno se podría preguntar si verdade- jar de lado las relaciones sociales de sexo?
ramente es posible hablar de algún colectivo que funcione para
Algunos ejemplos precisos
las mujeres en Japón. Pienso que Daniéle Kergoat desarrollará
este punto en una de las partes de su exposición. Yo diría que en 0ANIÉLE KERGOAT
el marco de los círculos de control de calidad que constituyen
los colectivos de trabajo sobre los que fundamentalmente refle-
xioné, los ;:.:olectivos de m·ujeres son Inuy diferentes del funcio- A partir de la problemática de la división sexual del trabajo,
namiento de los grupos de varones. No se dió cabida en los gru- se trata ahora directamente de plantear algunas cuestiones a la
pos de mujeres a 1a inventiva o a la propuesta de resolució1~ de Psicopatología del trabajo. Para hacerlo retomaré algunos temas
los problen1as relativos al lugar dt~ trabajor es decir que no se del estudio "División sexual del trabajo y Psicopatología· del
otorgó ningún lugar a la cuestión de la libertad de las trabajado- Trabajo", contentándome con ilustrarlos rápidamente (punto 1
ras, mientras hay toda una jerarquía masculina, que además y 2), antes de reflexionar sobre el terna de las relaciones entre lo
participa en los círculos de control de calidad, y que por último, biológico y lo social desde el punto de vista de la problemática
hay una división sexual en el sentido de que los hombres son los (punto 3).
que se encargan de la gestión del dinero consagrado a la activi-
dad de los círculos, mientras que las mujeres no tienen acceso a 1. A propósito de la naturaleza y de la intensidad del sufrimien·
las decisiones referidas al uso del dinero. Su rol es el de intere- to y del placer en el trabajo según se trate de varones o de mu-
sarse por los problemas "tontos" de calidad del trabajo termina-
jeres, y de la diferente utilización de este sufrimiento:
do, es decir de control estadístico de la calidad, de disminución
de faltas, de errores y de retoques, y muy poco por las modifi-
caciones que atañen a las transformaciones de los equipos de Quiero ilustrar simplemente estos temas con un ejemplo: el
trabajo, o a las herramientas de trabajo. Hay pues una enorme de la lucha contra la pereza. Las modalidades de esta lucha no
diferencia entre el modo de funcionamiento de los colectivos de se desarrollan en absoluto de la misma manera según se trate de
trabajo femenino, con respecto a los colectivos de trabajo mascu- varones o de mujeres. Primeramente por razones objetivas: la
lmo. Hasta tal punto que en el caso de las mujeres, es quizá di- organización del trabajo sanciona mucho más a una mujer que
fícil hablar de colectivo de trabajo. a un varón en cuanto levanta la nariz de su tarea, en cuanto se
atreve a prolongar la pausa y se pone a charlar con su vecina.
Nos reencontramos allí con las observaciones efectuadas por
Helena Hirata. Pero también por otras razones: en el caso de las
mujeres, la lucha contra la pereza debe ubicarse en el trabajo
asalariado y fuera de él, es decir en el trabajo doméstico. Se ob-
servan con mucha frecuencia, cuando se visita a las familias
obreras, actitudes compulsivas con respecto a la limpieza; suce-
de frecuentemente lo mismo en la organización de las actívida-
190 IV. ConfronLKiones interdiscip!inarias sobre la división sexual de! traba in Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo- H. Hirata y D. Kergoat 191
'
des domésticas. En resumen, hay un rasgo femenino de la clase Me parece que aquí la ideología del oficio es en efecto la re·
obrera: no se tiene el "derecho" a perder el tiempo. Existen acti- posición, en positivo, de un procedimiento defensivo; retoman-
tudes compulsivas hacia la limpieza y actitudes compulsivas do los términos de C. Dejours, se la erige en valor y se la hace
hacia el empleo del tiempo. Esta lucha permanente contra la pe~ funcionar como si se tratase de una expresión de deseo. Pero
reza me parece que tiene graves consecuencias sobre el colecti- evidentemente, esas imágenes de potencia (ligadas con camión),
vo de trabajo femenino. Así, pude observar que la instauración de velocidad, de libertad -imágenes que organizan la represen·
del trabajo a tiempo parcial en una empresa divide profunda- tación emblemática de ese oficio·, esas imágenes están ligadas al
men~e a .las obreras entre sí: a una obrera que cumple tiempo hecho de que los camioneros son varones y tienen por función
parcial sm estar enferma o tener al menos tres hijos, se la trata exaltar la "virilidad" de esta profesión. Afirmaré pues la hipóte-
de "perezosan; y es todo un sistema de exclusión del grupo el sis de que los camioneros "compensan" por la virilidad la explo·
que se estabk:ce. tación que les hacen sufrir las relaciones de clase, lo que permi·
te al mismo tiempo formar un grupo específico dentro de la em·
2. "Virilidad" y "femineidad" marcan muy fuertemente las presa y, con mayor amplitud, dentro de las profesiones.
prácticas y las representaciones obreras:
3. Entre lo biológico y lo social. Construcción del sujeto y roer·
Tomaré aquí el ejemplo de los camioneros (lo que permite re-
po sex11ado:
fenrnos a la sesión del Seminario "Souffrance et plaisir dans le
travail" con S. Bouchard). En efecto, tuve la ocasión de encon- Hace un momento abordé ese problema a propósito de lo
trar dos veces ese grupo profesional y las representaci~nes que que denominé el "naturalismo obrero". Lo retomaré desde pun·
él tiene y da de sí mismo:
tos de vista diferentes, no unificados, deliberadamente a fin de
·primeramente en Bulledor. El jefe de personal comparaba a los dejar abierta la discusión.
chof:res con "una horda de caballos salvajes". Esto me impre-
3.1. Con respecto a la identidad del sujeto, en la sesión que ani-
510~~ mucho pues se trataba evidentemente de un juicio muy
mó J. Boutet, C. Dejours afirmaba lo siguiente: el sujeto se cons-
p_os!hvo sobre un grupo que era percibido por el personal je-
truye en un movimiento de subversión de lo que él es en su ori·
rarqmco como rebelde a toda disciplina. Y los choferes mis·
gen como orden biológico, pero también contra lo social, contra
mos juzgaban positivamente su trabajo, cuando la duración y
los determinismos sociales. Partiré de esta proposición y plan·
las condiciones de trabajo eran muy duras;
tearé las siguientes cuestiones: ¿ese movimiento de subversión
· seguidamente en una FJT (Foyer des jeunes travailleurs)9 donde es de la misma naturaleza en los varones que en las mujeres?
el "proyecto de vida" de los jóvenes trabajadores manuales ¿La idea de naturaleza que existe detrás del orden biológico tie·
era frecuentemente el de ser camioneros, que justificaban con ne la misma vivacidad para un varón que para una mujer? ¿Es-
u~a apología muy romántica de la "libertad" que permitía ese ta idea de naturaleza no es utilizada estratégicamente por unos,
OfiCIO.
para legitimar su dominación sobre los otros? ¿Puede separarse
tan fácilmente la vivencia de esos dos órdenes, orden biológico
9---
FJT- Foyer des jeunes travailleurs. Vivienda para jóvenes asalariados(as) y orden social, para las mujeres como para los varones? Me pa-
administrada por el Estado. rece que se trata de una serie de cuestiones que dignas de que
nos detengamos un poco.
192 IV. ConfronL11.:imw~ interdisciplinarias sobre la división sexual del trabcljn
Relaciones sociales de sexo y psicopato!ogía del trabajo- H. Hirata y D. Kerg(~at 193

Para que se constituya el sujeto es evidente, por cierto, que se


necesita esta doble tentativa. Pero no se puede dejar de lado el tos. Tanto las n1uje:res O .S. (obreras no califi~adas) ~omo los va-
hecho de que esos dos determinismos se presenta de forma di- rones desvalorizan sus conocimientos (lo vimos bten :n la se-
ferente en el caso de los varones y en el de las mujeres: el deter- sión cÍel. sem.inariollconsagrada a ergono~.ía), desvalonzan sus
nlinismo social de las mujeres está legitimado por un así deno- "saber-hacer" y por esto se autodesvalonzan; se retoma cons-
minado determinismo biológico que seria "natural". Por esto el tantemente el ejemplo del robot en el discurs". obrero, :omoen
viejo debate naturaleza-cultura no es vivido existencialmente de el caso de una obrera que me decía que un nmo de 6 an~s bien
la misma manera según que el devenir-sujeto sea un varón o podría ejecutar su trabajo, lo que es seriam~nte des:alonz~nte.
una mujer. Según C. Dejours habría una búsqueda de ruptura Se hace un trabajo tonto, pues se es tonto. Esto lo dJcen los va-
con lo social, nunca adquirido definitivamente, y siempre por rones y las mujeres.
reconquistar.
Pero a esto se agrega en e] caso de las mujeres una au~o~es­
El hecho es que esta búsqueda de ruptura, si bien se la pue- valorización en tanto sexo. Todo sucede en efecto como 51 ~Ife~
de cmnprobar con más fuerza entre las obreras jóvenes, a mí en- renci.ándose de las otras mujeres (primer momento: las muJeres
tender se halla cmnplet;;unente distorsionada por las relaciones son celosas; segundo momento: yo, yo no soy celosa) llegasen~
sociales y se convierte en un freno para la constitución del colec- afirmar su identidad individual: yo, yo no soy como las otras.
tivo. Dicho esto, no puede dejar uno de preguntarse s,obre lo que
Para explicitar mi propósito, diré que entre los varones la quiere decir afirmar su identid~d d~ esta mane:a. ~1 se traduce
constitución del colectivo se hace a partir de las divisiones y de este discurso a la figura de un silogismo, se obtiene.
lo que dije del aprendizaje colectivo, que traspasa o no esas di- primer término: todas las mujeres son celosas
visiones. Por el contrario, entre las mujeres, el colectivo de tra- segundo término: yo, yo no soy celosa
bajolO está menos dividido entre diferentes subgrupos que ato-
mizado entre los individuos; se planteó allí a priori la igualdad tercer término, exigido lógicamente por los dos
e implica el rechazo de las diferencias. primeros: luego, no soy una mujer. ,
Se llega a un problema que me parece fundamental, y es que y de alguna manera es lo que ellas dicen. Pero entonces ¿que
las mujeres al negar el grupo, se niegan a sí mismas como suje- precio pagan por ese tipo de afirmación?
Por consiguiente, digo gue la autodesvalorización como sexo
lO Especifico aquí que se trata del colectivo de trabajo. En efecto, un colectivo
obrero femenino de luchas obedece a una lógica diferente: la igualdad ya no
es más compleja que la autodesvalorización con;-o ?brer.os(as),
se plantea a priori: el grupo ya no tiene más como objetivo la igualdad, sino porque esto de alguna manera resulta negarse a Sl mJsmo, llega-
la igualdad en la participación en la lucha. Mientras los hombres en el ré hasta decir que hay ahí algo de esquizoide: la personalidad
transcurso de ésta tenderían a negar Jas diferencias, las mujeres, por el está fragmentada, dividida y el dolor que surge no de¡ a de tener
contrario, las plantean como un problema que debe resolverse: las hay que
sus consecuencias sobre la salud mentaL
están casadas y cuyos maridos no quieren que vayan a trabajar, mientras que
las solteras pueden hacerlo durante la noche. Las que tienen niños y las que Estas consideraciones me llevaron a or~e~tar r:ni .trabajo de
no los tienen. ¿Cómo se hace? Se establece una estrategia, o más bien una
investigación sobre la opresión y la vio~en~m mtenon~~das ~o~
práctica social, que tiende hacia la igualdad, es decir que tiende a que todo el
mundo pueda participar de la misma manera en la huelga, y sobre todo que los sujetos sexuados. La hipóte5i~ es la siguiente: opresion y VIO
todo el mundo pueda continuar controlando lo que sucede a nivel de la
huelga. n "S~~t~ata del Seminario interdiscip!ina.rio "Souffrance et plaisir dans le travail"
coordinado por C.Dejours en París en el87/88.
Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo ·H. Hirata YD. Kergoat 195
194 IV. Conírontaciones ínterdisciplinarías sobre la división sexual del irabajo

que, después de sucesivas pérdidas de empleo, y luego de 1l11


lencia padecidas tanto dentro del aparato productivo corno den-
período depresivo más o menos franco, conciben un tercer, hiJO.
tro del reproductivo no tienen ninguna salida institucional para
las mujeres; de ahí el retorno de esta violencia contra si mismas, Puede parecer paradójica la hipótesis de que una deci~IOn de
en tanto individuos, pero también corno grupo sexuado. Esto se ese tipo esté regulada socialmente, y sobre todo que este en re-
vincula directamente con las prácticas sociales de las mujeres en lación con el trabajo, la actividad y el empleo. Y sm emba~go ... !
el campo de lo productivo, es decir en la relación con el trabajo, el análisis comparativo de los itinerarios fernenmo,: p:m.nte en
con el empleo, con la actividad, con la solidaridad y los "cdos", ciertos casos hablar de ese tercer hijo como de una pra,chca de-
y en la constitución de un trabajador colectivo sexuado. Si se re- · , De todas maneras , si se reconocen las bases solidas
,. . de
f ens1va . .
chazan las explicaciones naturalistas en cuanto a la relación es- esta hipótesis, se está obligado a observar que esta practlca SI-
pecífica que las mujeres mantienen con el trabajo y con la califi- gue siendo (necesariamente) individual incluso a m ve! de las re-
cación, aparece corno indispensable esta n1ediación por la vio- presentaciones. .
lencia (1nediación que se juega a doble nivel, individual y colec- y retornamos allí a la constitución del colectivo femenmo: las
tivo). mujeres tienen mucha dificultad para reconocerse una hmlla-
El caso de los varones es diferente: la opresión que ejercen ción patógena común (en el ejemplo antenor: el empl:'o ), pue~
tanto en el aparato productivo como en la esfera reproductiva, la sociedad las remite sin cesar a lo mdiVIdual, a lo bwlog¡co, pe
unida a la explotación que sufren, los lleva a exteriorizar esta ro también porque ellas no se reconoc~~ en el grupo sexuado~
violencia (que ejercen y de la que son objeto), en particular, me- Tienen, pues, como mujeres la mayor dificultad en ~doptar pos
diante una relación agresiva con el trabajo y con la calificación. turas defensivas comunes que desemboquen en practicas colec-
tivas.
3.2. Para abordar el segundo aspecto de mi propuesta, volveré
a partir de lo que escribió C. Dejours (texto introductorio al se-
4. Preguntas para la Psicopatología del Trabajo:
minario de fmes de 1985): "el análisis de la descompensación (es
decir de la enfermedad mental comprobada) deriva en toda su • En cuanto a la "ideología defensiva del oficio":
legitimidad de la Psicopatología general y no de la Sociología". Las ideologías defensivas señaladas hasta aquí lo fueron fun-
Semejante afirmación me causa problema, en particular a pro- damentalmente con respecto a los varones: ¿No es un concepto
pósito de algunas "depresiones nerviosas" femeninas. En efec- fuertemente sexuado? ¿Hay defensas colectivas del oficio para
to, éstas aparecen con regularidad verificable: casos de desem-
las mujeres?
pleo de larga duración, por ejemplo, luego de despidos repeti-
dos; o bien depresiones nerviosas que aparecen en mujeres que
se ocuparon de sus hijos y que no reencuentran trabajo, una vez • En cuanto al problema de la sublimación y de la relación entrt! deseo
neducados" aquéllos. por una parte y la dupla sufrimiento-placer por otra.
Es evidente que la descompensación es individual, pero la Recordaré rápidamente aquí el caso de "verdaderas". ~bre~~s
regularidad de su aparición permite, a mi entender, hablar de calificadas (es decir, de aquellas que tienen una real ca~hcacwn
un fenómeno social. Sucede lo mismo con lo que denominé "es- adquirida por la experiencia o la formación, y que estan clasa-
capatoria tercer hijo". Hablo del caso de mujeres desempleadas
196 IV. Confrontacimws interdisciplinarias sobre la división sexual del trilb<ljl1
Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo- H. Hirata y D. Kergoat 197

das 12 además P2, P3 o A.T.). Se puede hablar realmente de su-


bajo sobre los individuos, porque las mismas causas no produ-
blin1ación con respecto a ellas, puesto que toda la actividad del
cen los miSmos efectos.
trabajo se encuentra vectorizada en beneficio de la estructura-
ción d~ su .ser. Afirmado esto, esas obreras, para constituirse co- A mi entender es necesario por lo tanto:
mo SUJeto mte?r~nte de la escena del trabajo pasaron todas por 1 - hacer frmcionar con más agudeza la dimensión organización
etapas de sufnmrento agudo: múltiples sorn.atizaciones, úlceras del trabajo, distinguiendo, por ejemplo, mucho más sistemá-
est~macales, depresión nerviosa con tentativa de suicidio, actos ticamente los niveles de control técnico y de control social.
falhdos en serie. Además, la economía (en el sentido de la eco-
2 • considerar que en la escena del trabajo hay otras variables
nom.ía libidinal) e~tablecida por esas mujeres a nivel de J.a rela-
además de la de organización del trabajo, que pueden opo·
ción con el t-rabajo está en estrecha relación con el establecimien-
nerse al deseo. Y ahí pienso en todo lo que se refiere a las
to progrc.sivo de una r't:lación original con la división del traba-
cuestiones del empleo y de la relación salarial, todo lo que
jo CI·1·tre los sexo;;, tanto a niv~._,¡ productivo como a nivel n:pn 1..
concierne al problema de la actividad y del trabajo domésti-
ductivo, y llega aun hasta la rnancra de vivir su sexualidad. Por
co. Por eso Damien Cru, cuando presentó su exposición en
esta razón, pude afirmar tipologías que dan cuenta de rnanera
este seminario (cf. nota precedente), habló del poder tera-
siinu~~ánea ~e relaciones positivas para la calificación y de una
péutico del trabajo. Remitió al trabajo calificado "de métier",
relacwn particular para la pareja y para .la sexualidad, relaciones
que tiene poder esttucturante e historicista. Ahora bien, para
que son muy diferentes de las mantenidas por las restantes
obreras. las mujeres, me parece que más que el trabajo sería la activi-
dad la que podría tener semejante efecto terapéutico (pienso
en una mujer que decía: "el trabajo, ése es mi medicamen-
·En cuanto al concepto de trabajo y al nuclearniento de la Psicopa!olo- to"), mientras que la inactividad y la pérdida de empleo pue-
gía del trabajo únicamente en tomo a la organización del trabajo. den provocar enfermedad. Se puede afirmar la hipótesis
. Creo haber n1ostrado anteriormente por qué no se podía li- (que resta profundizar) de que el placer, en el caso de las mu·
mitar solamente al análisis del trabajo asalariado. No volveré jeres, estaría vinculado primeramente con la actividad, mien-
~obre eso. En lo que se refiere ahora a la organización del traba- tras que para los hombres, placer y sufrimiento se relacionan
JO~ recordemos primeramente que ésta se planteó, por defini· más directamente con el trabajo y la organización del traba-
cton, como voluntad exterior que se opone al deseo. Esto es ver- jo.
dadero pero no es tan sencillo: la aparición del placer o del su- De ahí la necesidad de distinguir ·para mí que soy socióloga,
fnmiento en el trabajo sigue siendo un fenómeno m. u y misterio- tomando en cuenta las relaciones sociales de sexo- la relación
so. Pude comprobar así que dentro de una misma población con el trabajo, con el empleo, con la actividad. El estudio efec-
obrera ·en el caso mujeres Pl- que hacían el mismo trabajo en la tuado sobre el trabajo a tiempo parcial retomó esta tipología y la
mrsrna empresa Y en el mismo puesto, esto acarrea sufrimiento hizo funcionar cruzándola con el lugar en la producción (en el
~ara u~as, P.l~cer para las restantes. Evidentemente pues, sigue caso presente: empleadas domésticas !femmes de ménage), vende-
s~e~do msuflcJ.entemente explicativa toda visión por poco meca- doras, obreras. oficinistas). Entonces se advierte bien cómo se
nictsta que sea o causal, de los efectos de la organización del tra- pueden establecer modelos combinatorios que, en el contexto,
rr-- . permitían explicar la relación (positiva o negativa) con el tiem-
Según la terminología usada por la autora del artículo en !a .r parte, A
propósito de las relaciones sociales de sexo, de esta obra. po parcial, pero que también pueden permitir reflexionar sobre
el sufrimiento y el placer en el trabajo.
198 IV. Confrontaciones interdisciplínarias sobre la división sexual del trabajo Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabajo· H. Hirata y D. Kergoat 199

Todas esas cuestiones que a propósito presenté aquí separa- de D. KERGOAT, 1984), y en el otro en favor de un análisis de los
das, conducen a la síntesis que ahora va a proponer Helena Hi- fenómenos psíquicos "en una problemática relacional" (cf. C.
rata relativa a las relaciones y a las divergencias epistemológicas DEJOURS, 1986, p.185).
entre Psicopatología del trabajo y división sexual del trabajo. P¡¡rece posible un segundo acercamiento entre esos dos mo-
dos. Se trata del movimiento que apunta a cuestionar lo que, en
cada una de las dos disciplinas, se presenta como formas domi-
nantes de razonamiento. Esta urevolución copemicana"
(C.DELPHY et D.KERGOAT, 1984) que descubre las contradicciones
IV. Psicopatología del trabajo y división sexual: de sexos bajo la aparente estabilidad de las categorías sociológi-
convergencias y divergencias* cas universales, de hecho masculinas, es simétrica con la del
"vuelco epistemológico" (Cf. C. DEJOURS (comp.), 1988, T.I, p.lS-
HELENA HIRATA 25) que pregunta con sorpresa más bien sobre el equilibrio y la
salud en las condiciones dadas de trabajo, que sobre la enferme-
dad ... Duplicando ese "vuelco", los enfoques psicopatológicos y
1. Convergencias entre el enfoque psicopa!ológico y el de la por la división sexual del trabajo, instauran una ética en el ~nis­
división sexual del trabajo: mo movimiento. Invirtiendo los valores establec¡dos tradJcJo-
nalmente, tratan de reconocer lo que hasta el momento se había
considerado sólo negativo: es, en nuestra opinión, el tercer acer-
La contradicción en la práctica de la división del trabajo, en-
camiento significativo entre las dos disciplinas.
tre el carácter social del trabajo y la apropiación privada del be-
neficio, no tiene un carácter de exclusividad ni de preeminencia: En efecto, a partir de una problemática de las relaciones so-
la Psicopatología del trabajo muestra la importancia de otra con- ciales varones-mujeres, se puede tratar de tomar visible lo que
tradicción: la que existe entre el carácter social del trabajo y el antes era invisible, confiriendo al trabajo doméstico de las muje-
carácter singular de la enfermedad mental, que introduce así la res el estatuto de trabajo, con el mismo título que el trabajo pro-
noción de subjetividad actuante, involucrada en el proceso de fesional. Contra esta idea difundida de que las mujeres "no tra-
trabajo. De la misma manera, una sociología "que devele" las re- bajan,-, 0 uno hacen nada" en el hogar, se puede s9stener, de-
laciones de opresión y de dominación entre varones y mujeres mostrándolo, que el trabajo doméstico exige tiempo, gasto de
en el universo del trabajo asalariado y en la familia tiende a in- energía e incluso un esfuerzo físico considerables. Y sólo hacién-
dicar la existencia de otras conlr¡¡dicciones fuem de la creada dose cargo simultáneamente del trabajo, doméstico y asalaria-
por la relación de explotación. Se vincula con el modo psicopa- do, se puede ver nacer el valor.
tológico en la afirmación de relaciones intersubjetivas no comer- Nos parece contundente la similitud con el modo de la Psi-
ciales fundamentales para la reproduccción misma del circuito copatología del trabajo que consiste en decir que el trabajo ~e
de intercambio mercanti!13. En los dos casos, hay una crítica im- los obreros no calificados-OS, considerado por todos un traba¡o
plícita de los enfoques objetivistas, en un caso "alegando" en fa-
13 Consideramos la relación varones~mujeres tanto en su dimensión de relación
vor:-J:: un análisis en términos de relaciones sociales (cf. el texto entre grupos sociales como en su dimensión de relación intersubjetiva. No es
* (De: "Plaisir et souffrance dans le travail", Séminaire interdisciplinaire de pues reductible a la relación de explotación, que presupone el ~oncepto de
Psychopathologie du Travail, T.II, Ed de I'AOCIP, 1988, p.131-!63). fuerza de trabajo, que en su abstracción, parte de una suprestón de esta
diferencia entre los sexos.
200 IV. Confrontaciones interdlscip!inarias sobre la división sexual del trabajn Relaciones sociales de sexo y psicopato!ogía del trabajo- H. Hirata y D. Kergoa! 201

"fácil" y "descalificado", demanda en realidad una energía con- Esos atributos de las tareas masculinas y femeninas en el uni-
siderable. Contra la evaluación corriente del trabajo repetitivo, verso del trabajo, lejos de ser particulares a los estudiados en el
monótono, parcelizado, como sin valor, porque es fácil de cum- establecimiento citado, parecen estar muy difundidos. Se podría
plir, la Psicopatología del trabajo muestra todo el esfuerzo psí- afirmar que existe una ética y una estética de la sumisión feme-
quico necesario para arribar a someterse a la organización cien- nina a las que corresponden una ética y una estética de la fuer-
tífica del trabajo. Un ejemplo muy ilustrativo de ese mismo tipo za física, de la resistencia a los trabajos sucios e insalubres, y del
de enfoque en Sociología consiste en el análisis de los orígenes coraje para las tareas peligrosas, que define la masculinidad.
de la descalificación femenina, efectuada por D. Kergoat: las
A partir de la consideración social de estos atributos físicos y
·mujeres consideradas descalificadas y por lo tanto desvaloriza- de estas actitudes como positivos y fundamentales para la defi-
das socialmt'ntc, tendrían de hecho canales no reconocidos de
nición de una identidad viril, deriva la aceptación por parte de
calificación -fuera de los circuitos corrientes de forn1ación pro·· los obreros varones de condiciones penosas e insalubres (como
fesiona1 las obreras no especializádas-OS, estarian asi mu.y cJíi·· en el estudio de caso citado), condiciones que cualquier ~brera
ficadas para el tipo de trabajo que se lPs asigna. Es evidente alli
rechazaría y que los gerentes excluyen también por ser incom-
el vuelco, que implica un cuestionamlento completo de los vaJo- patibles con la "fragilidad" de las mujeres.
res, que se efectúa en el mismo sentido, en .los dos casos.
Pero evidentemente, cuando es necesario, tal resistencia de-
saparece y las mujeres pueden hacer tareas pesadas e insalubres
2. Masculinidad y femineidad: las identidades sexuales "explo· (como en la rama textil). Las fronteras de la masculinidad y de
ladas" por el trabajo: la femineidad sociales son relativamente móviles y parecen de-
pender hasta cierto punto de las exigencias del sistema produc-
tivo en cada período histórico. Sin embargo, el capital mismo
Nuestras encuestas de campo, realizadas en el marco de la parece oponerse a una transitividad total de los atributos sexua-
empresa mostraron claramente que había fábricas de mujeres y les más o n1enos rígidos por talleres y por puestos. Una de las
fábricas de hombres y que las cualidades requeridas para las razones de semejante segregación sería -según una hipótesis
obreras y obreros eran casi opuestas, al punto de tornar difícil surgida de la encuesta citada- la de crear una situación de no-
toda comparación. La encuesta en un establecimiento de cons- co.mparabilidad entre las funciones masculinas y femeninas
trucción eléctrica indicó hasta qué punto estaban contrastadas dentro de la fábrica, evitando así el crecimiento de reivindica-
las aptitudes requeridas. Se pedía a los obreros varones fuerza ciones de igualdad.
física y resistencia para efectuar un trabajo más pesado, más su-
cio y más peligroso y, a las obreras, la ejecución de trabajos con- Curiosamente, las opiniones expresadas por los obreros du-
siderados más fáciles, más livianos y más limpios. A partir de rante la encuesta mostraban que no reconocen la destreza, lapa-
eso,las obreras y los obreros mismos decían que el trabajo de las ciencia, la minuciosidad, como cualidades específicamente fe-
mujeres era "mejor" y el de los hombres "peor". En la medida meninas. Era como si la relación de dominación de los varones
en que estos últimos soportaban la dureza, el riesgo (aceptación sobre las mujeres reapareciese dentro mismo de las éticas sexua-
del peligro) y una mayor responsabilidad, eran considerados das, dándoles la sensación de superioridad en las competencias.
por los hon1bres y por las mujeres encuestados, como Inerecedo- Podían, según ellos, ejecutar bien las tareas que les estarían des-
res de una remuneración más alta. tinadas, pero también las de las mujeres (lo que no era la opi-
nión del personal jerárquico de las fábricas mixtas en general).
202 IV. Confrontaciones interdisciplinarias sobre la división sexual del trabajo Relaciones sociales de sexo y pskopatología del trabajo- H. Hirata y D. Kergoat 203

Hablaban como si no tuvieran conciencia de hasta qué punto el cuestados sobre su trabajo, hablar en términos de placer y de sa-
trabajo femenino de montaje constituye una amenaza potencial tisfacción ahí donde las condiciones de ejecución de sus tareas
para su virilidad: un trabajo donde es inútil la fuerza física que parecían más bien duras y peligrosas. Hasta aquí, es menos evi-
poseen pero que, al mismo tiempo, exige un atributo que no tie- dente comprender por qué lo que está en la base misma de lapa-
nen: la destreza manual. radoja -la aceptación de este tipo de trabajo por los varones y,
Lo que nos parece importante en todo esto para la Psicopa- únicamente por ellos- pasa silenciosamente por esta disciplina.
tología del trabajo es que se trata ahí de una representación so- Terminaremos pues en términos de cuestionamientos sobre el
cial de la virilidad y de la femineidad, lo que apoya esta repre- punto de partida de algunos análisis de la Psicopatología del
sentación que es además considerada -al menos para los hom- trabajo.
bres- co1no fuente de placer. Asi, una encuesta en una empresa
multinacional francesa productora de vidrio en Brasil, mostró
que el placer en el trabajo estaba asociado: 3. El desconocimiento de la división sexual:
-a la idea de un trabajo viril, de una tarea considerada ;,peligro- El análisis psicopalológico de las actividades de trabajo.
sa" por los demás -los que no tenían su experiencia-. "No hay
más que los varones y eso sí, hay que ser un Hombre con ha-
che mayúscula"; Podemos enumerar fundamentalemente tres puntos de de-
sacuerdo o de diferencias en nuestro procedimiento con respec-
- al trabajo efectuado dentro de un colectivo; el puesto estudia- to al de la Psicopatología del trabajo.
do -"despegar" el vidrio plano a la salida del horno- era ocu-
Primeramente, el no tomar en cuenta la dimensión sexuada
pado por tres obreros que efectuaban las tareas ("despegar",
de la división del trabajo, es decir, el hecho de que el trabajo se
"cortar" (émarger), "embalar", "almacenar" en un marco so-
plantee inmediatamente como trabajo masculino o femenino.
porte) por turnos y controlaban la distribución de su tiempo;
Ahora bien, tanto el an4lisis del trabajo monótono y repetiti-
- a la satisfacción relacionada con el cumplimiento del rol de
vo como el análisis de los colectivos de trabajo en la industria
proveedor, dado que la empresa remuneraba a esos obreros
petroquimica y en la construcción y obras públicas no parten de
asignados a este puesto peligroso muy por encima del prome-
esta comprobación fundamental: que el trabajo monótono y re-
dio salarial de esta región industrial y de los establecimientos
petitivo esté asignado mayoritariamente a las mujeres en todo
del mismo tipo: "aquí el hombre sufre más, pero la familia vi-
ve mejor". país industrializado, y que las industrias de proceso continuo y
el BTP no emplean prácticamente más que a hombres. Hay des-
. Este trabajo, considerado por la empresa como "peligroso e conocimiento del sexo de las personas involucradas en las acti-
msalubre", es analizado como "satisfactorio" y fuente de "pla- vidades de trabajo estudiadas por la Psicopatología del Trabajo.
cer" según la palabra de los obreros. Esta paradoja se resuelve Ahora bien, es según éste cómo la empresa elabora y aplica su
en términos de una "ideología defensiva" por la Psicopatología política de gestión, en particular su política de control que es de
del trabajo. Estaríamos tentados de aceptar esta interpretación. naturaleza muy diferenciada para los varones y para las muje-
En efecto, sin haber hecho una encuesta que trate específicamen- res. ¿Cómo se puede hablar entonces del sufrimiento y del pla-
te sobre los temas de la Psicopatología del trabajo, estábamos cer en el trabajo antes de considerar el tipo de control al que
sorprendidos al oír con mucha frecuencia, a los 26 obreros en- estén sometidos los trabajadores( as)?
204 IV. Confrontaciones interdisdplinarias sobre la división sexual del trabajP Relaciones sociales de sexo y psicopatología del trabaj¡1 ~H. Hirata y D. Kergoat 205

En segundo lugar, el no tmnar en consideración las in1plica- análisis extremadamente interesante del desempleo desde el
ciones psicopatológicas de la representación social de la virili- ángulo de la Psicopatología del trabajo efectuado por C. De-
dad y de la fen1ineidad. Ahora bien, como dijimos anteriorn1en" jours, surgen diferencias con mucha claridad en las relaciones
te, esta representación puede tener una relación directa con la entre trabajo-no trabajo/ deseo 1sublimación, según las clases
vivencia del placer en el trabajo y puede también estar en la ba- sociales; sin embargo, no se consideran las implicaciones dife-
se de las ideologías defensivas del oficio. renciales de las situaciones familiares, sobre la experiencia de
No tener miedo no significa lo mismo para un hombre edu~ ruptura involuntaria de actividad.
cado desde su infancia en la ética del coraje que para una mujer Nuestra encuesta sobre la crisis económica y división sexual
que deber ser débil y dependiente, y este imperativo no puede del trabajo en Brasil mostró que los hombres que tienen respon-
rnoyilizar de la nüsrna tnanera para el trabajo en la creación de sabilidades familiares permanecían menos tiempo desemplea-
cotectiv(JS de defensa sqz;ún lo:-; sexos. dos que las mujeres, aceptando condiciones de trabajo más pe-
La Psicopatología dd trabajo, en sus construcciones teóricas, nosas y precarias. Igualmente mostró que la paternidad o la ma-
tales como las de ¡¡ideologías defcnsi;;as del oficio", se ahorra ternidad no tienen los mismos efectos sobre la vivencia del 'de-
sin en1bargo la referencia prünera a las identidades sexuadas. sempleo: son los obreros varones que tienen un "rol" de provee-
En sus elaboraciones está ausente una conceptualización en tér- dores los que m.encionan con mayor frecuencia los sufrimientos
minos de masculinidad y de femineidad sociales, lo que no del desempleo relacionados con la paternidad y con la familia,
quiere decir que "virilidad" y "viril" no sean utilizados, en va- citando la imposibilidad de hacer un regalo de cumpleaños a su
rias ocasiones, con respecto al comportamiento, por ejernplo, de hijo o de asegurar la continuidad de sus estudios, junto con los
los obreros de la construcción. problemas financieros más inmediatos (alquiler, gas, electrici-
dad, salud, etc ... ).
Parece claro que la introducción en el análisis del colectivo
(cf. D. Cru, C. Dejours), de una problemática en términos de re- Finalmente, la experiencia vivida del desempleo parece ser -
laciones sociales de sexos llegaría a la deconstrucción de la for- más allá de la prueba material que representa- un momento de
malización del colectivo y de la caracterización de las ideologías cuestionamiento de su identidad social, en la medida en que la
defensivas tales como las presenta la Psicopatología del trabajo. virilidad está asociada estrechamente con el estatuto profesio-
nal; la relación entre femineidad y empleo no es del mismo or-
En tercer lugar, el modo psicopatológico no realiza rm análi- den. El silencio de la Psicopatología del trabajo sobre esta cues-
sis que articule estructuras familiares y sistema productivo, tra- tión es tanto más enigmático cuanto que ella parece estar mejor
bajo doméstico y trabajo profesional. Se halla centrado más fuer- situada y mejor armada que la Sociología para abordarla.
temente en el lugar de trabajo y en el ejercicio de la actividad
profesionaL Ahora bien, para nosotras, los estatus profesionales
y las situaciones familiares de los varones y de las mujeres están
relacionados de manera compleja y su análisis es inseparable.
La actividad profesional y la vivencia del trabajo o del de-
sempleo contrastan mucho según se trate de un trabajador( a),
padre de familia y proveedor, mujer casada, hombre joven sol-
tero que vive con su familia de origen, madre soltera, etc ... En el
La obrera·
MARIE HÉLÉNE ZYLBERBERG-HOCQUARD

Un discurso hoy discutido, pero que en otra época predomi-


naba, afirma que una división de los roles y de las tareas deriva-
dos de la naturaleza, de las cualidades respectivas de los varo-
nes y de las mujeres, obliga a los primeros en su carácter de jefe
a alimentar la familia mediante su trabajo, a procurarle los re-
cursos necesarios, mientras que las segundas, destinadas a ejer-
cer funciones maternales y domésticas, ejecutan trabajos de or-
den privado. Discurso sostenido, en particular, con respecto a
las clases populares y en el movimiento obrero mismo; discurso
del que se puede tratar de comprender las causas y los fines de-
clarados o encubiertos, mientras se comprueba a.l mismo tiempo
que jamás describió la realidad. Un alto porcentaje de actividad
profesional femenina es hoy una especificidad francesa (las mu-
jeres constituyen el 45% de la población activa) y lo era ya en el
siglo XIX. Como en todas partes, la industria textil de la Revolu-
ción Industrial naciente estuvo ávida de mano de obra infantil y
femenina pero, más que en otros lugares, las mujeres continua-
ron luego trabajando en el taller, al menos durante una parte de
su vida; sobre todo, se dispersaron en numerosos sectores. En el
transcurso del siglo XIX, aumenta la participación de las muje-
res en los empleos industriales: estando por debajo del 30% du-
rante la Monarquía de Julio, sobrepasa el 35% en vísperas de la
Primera Guerra Mundial. Su participación en los servicios, prin-
cipalmente domésticos, sólo es ligeramente más elevada (pasa
del35 al38%). Después de la guerra y durante todo el siglo XX,
su número en la industria aumenta en cifras absolutas pero, pro-
porcionalmente, las mujeres son allí menos numerosas, mien-
tras que ingresan masivamente en el sector terciario. Hoy ocu-
* (Cap.tomado de: PIGENET, M. y J. L. ROBERT. {coords.). Le monde ouvrier aux
XIXo et xxo sifcle (en prensa).
La obrera- Marie-Hé!ene Zy!berlwrg-Hocguard 209
208 IV. Confrontaciones interdisciplinarias sobre la división ~exual del trabajo

mo una puntilla en rniniatura de gran complejidad, que exigía


pan el25% de los empleos industriales y má.s del 50% de los em- una atención constante y una formación, poco reconocida, mal
pleos del terciario: a comienzos de la década de 1990, 18% de las paga, pero de la que podían estar orgullosas. Enhebrar perlas en
mujeres activas ocupadas pertenecían a la industria, frente al un alan1bre es un trabajo ingrato y rudo para la yema de los de-
40% de los varones. (Ü.MARCHAND & C.T!TÉLOT, 1991) dos, pero simple. La labor de las mujeres del mundo rural per-
mitió a Francia, durante todo el siglo XIX, ser w1a gran exporta-
dora de los más variados rosarios que respondían a las necesi-
Servidumbres femeninas en el siglo XIX: auxiliar de un hom-
dades de cma clientela diversa. Se podrían multiplicar los ejem-
bre o sirviente de la máquina plos de esta actividad complementaria que hacía entrar dinero
"Ganarás tu pan con el sudor de fu frente .. '' en casa de familias rurales que vivían todavía pa.rcialm.ente del
autoconsumo; en realidad, para las mujeres como también para
algunos varones, el ingreso a la fábrica se preparó, sobre todo,
Estas cifras, por próximas a la verdad que estén o traten de en el1narco de la proto-industrla. Las esposas, las hijas, las so-
estarlo, ocultan una gran parte de las actividades femeninas. Sin brinas del hmnbre contratado en su propia casa como hilande-
hablar del trabajo doméstico que es, en los medios populares, en ro, tejedor o para fabricar toda una pequeña cuchillería de gran
el siglo XIX y aun hacia 1950, más que hoy, un trabajo producti- exportación en ese entonces, desempeñaban un papel indispen-
vo y un trabajo de esfuerzol, los censos no toman en cuenta a las sable co:mo auxiliares: para que el trabajador ejecutara rápida-
campesinas muy numerosas, o -a una parte de ellas- que se con- mente su encargo, todo debía estar preparado, las herram.ientas,
sideraban o eran consideradas únicamente como esposas de la trama para el tejedor ... El no debía efectuar tareas anexas, por
agricultores, confundiendo trabajo agrícola y trabajo específica- ejemplo, de limpieza. El padre, autoridad no discutida en la fa-
mente doméstico. Sobre todo las mujeres -como también los va- milia patriarcal, se convertía as.í en jefe de empresa, dueño del
rones, pero con un esta tus específico vinculado con su rol social, trabajo industrial de las mujeres de la familia, transfonnadas en
trabajaron para la industria mucho antes de entrar en las Inanu- obreras sin calificación reconocida. El salario no era, entonces,
facturas y en las fábricas, antes de ser contabilizadas con pleno individual sino familiar: e1 padre recibía a la vez, el monto, por
derecho en sus estadísticas. Los campos superpoblados del siglo ser jefe de familia y por controlar la producción. En 1860, A. Au-
XIX ofrecían una mano de obra fen1enina barata, especialmente diganne describe a los tejedores de la campaña normanda:
a todo un sector de la moda en expansión. Las campesinas pro-
"Aquí la vida de familia está arraigada en la miseria: padres,
veían tanto una puntilla ordinaria ejecutada rápidamente mien-
madres, hijos e hijas pasan todo el día alrededor de los mismos
tras cuidaban el ganado, vigilaban a los niños o la marmita, co- telares, cada uno aporta a la producción según su fuerza (... ).
Los frutos del trabajo y los gastos cotidianos son también com-
1 "Como testigos de un pasado acabado, objetos, utensilios cotidianos ya casi partidos."(A. Audiganne, 1860)
olvidados, que recuerdan la dureza del antiguo trabajo doméstico: la
chimenea, la cocina estufa, las numerosas vasijas, los baldes, la fiambrera, la Si bien esta organización doméstica de la producción en muy
viruta de acero, el cepillo de lustrar para pie, la lavadora de hojalata, el huevo pequeña escala no estaba ausente de las ciudades industriales
para zurcir, (... ) la realidad de una condición doméstica confrontada como Amiens, Roubaix o Rouen, se la encontraba especialmen-
diariamente con la suciedad, la pesadez, la lentitud", Claudette seze,
"Evolution des activités des femmes induite par la consommation de
te en los pueblos. Los fabricantes apreciaban esta mano de obra
substituts sociaux au travail domestique: 1950-1980", Informe del programa prudente y eficaz lejos de las febriles concentraciones urbanas.
de investigaciones "Activité féminine, vie familiale de la CNAF", citado por J. Con el tiempo esta práctica vio disminuir su peso relativo. Bajo
Comaille, 1993.
210 IV. CilnfwntJ.cioms inh~rdísciplinarias sobre !a división sexual de! trabajo La obrera~ Marie-Héléne Zylberberg-Hocquard 211

el reinado de Luis Felipe, 30.000 obreros y obreras trabajaban ocupadas en pequeños talleres; así, las devanado_ras líonesas:
para la industria lanera de Roubaix, la mayoría de ellos en pe- "ovalistes", obreras jóvenes que preparan las bobmas de seda
queñas casas mrales; bajo el Segundo Imperio, casi todos, y en para los "canuts":i, se alojan en el taller en condiciones d~pl?ra­
particular las mujeres, habían entrado en las fábricas. Sin em- bles, están disponibles en todo momento, como las domesticas;
bargo, e~ta prác:ica fue desapa~eciendo muy progresivamente; pero por otra parte los varones del taller, aun los solteros, llenen
en Francia, en v1speras de la Pnmera Guerra Mundial, todavía su dormitorio en la ciudad:
quedaban vestigios2.
" Estas son las verdaderas hijas del taller, donde se alimentan y
. Las necesidades económicas y sociales condujeron a las mu- alojan; se sienten ligadas a él como a otro hogar familiar( ...). So~
¡eres a las fábricas desde el comienzo de la Revolución Indus- dulces, corteses, obedientes, bien dispuestas a todos los servi-
trial, por lo tanto en primer lugar hacia la industria textil. La mi- cios internos y no se cansan ni se quejan". (C.Reybaud, 1869)
na es masculína; en pocas rmJjeres bajan al fondo, aún En estas condiciones, parece legítimo que, en la fábrica, ocu-
antes de que la ley de 1874 les prohibiera d trabajo subterráneo; pen puestos específicos, sexualmente detem:inados. ~~es:os ~o
ellas se qued.art en eJ descargadero com.o cribadoras de carbón calificados; para las mujeres basta una vaga mfonnaciOn¡'Jamas
principahnente y en general eran, jovencitas o viudas. La divi- formación seria, ni dentro de la empresa ni en un marco escolar.
sión social del trabajo, la imagen construida de lo femenino de- Elisa Lemmonier, una sansimoniana impresionada por el pensa-
finen el lugar atribuido a cada uno de los sexos en el proceso de miento de Fourier, después de haberse interesado por los talle-
producción, el salario que cada uno puede pretender, el perfil res femeninos creados en 1848, funda en 1856, con el fin de lu-
de las carreras profesionales. En el campo, en un marco donde char contra el desempleo, una "sociedad para la enseñanza pro-
producción, consumo y vida familiar estaban íntimamente en- fesional de las mujeres". Sin embargo, cuando en 1862, se abre
trelazados, las tareas femeninas y n1asculinas ya estaban deter- en París el primer curso de enseñanza profesional femenino, ba-
minadas de manera obligatoria y jerarquizada. En las ciudades rato y laico, las obreras de la industria son o'.:'ítidas. La~ alum-
preindustriales, muy marcadas por querellas de prerrogativas nas reciben una enseñanza general, una ensenanza domestica Y
para el ej~rcicio de tal o cual oficio, se diferenciaban las ocupa- pueden elegir entre seis tipos de formación profesional: costura,
Clones cahftcadas como masculinas de las calificadas como fe- lencería, dibujo sobre tela, grabado, comercio, pmtura sobre
meninas, pero los respectivos criterios podían variar de una re- porcelana. Cuando las municipalidades o los patrones fmanCian
gión a otra. Más adelante, es difícil separar con precisión el tra- escuelas para las niñas que egresan de la escuela prrmana, son
bajo profesional del trabajo de mantenimiento, para las mujeres siempre de enseñanza doméstica.
"Al hombre, la madera y los metales; a la mujer,la familia y los
7
Así: a ~omienzos deJ siglo, en el sótano-taller de su pequeña casa, un patriarca tejidos" (Un delegado obrero francés en la Exposición Universal
mas b1en pensant~_dei norte de Francia sufre y hace sufrir a su mujer y a sus
muy numerosos hiJOS, desde las 4 de la mañana hasta las 22:00, la esclavitud de Londres, 1867).
diari~ y cadencia~a de los pedales de arcaicos telares, antes que resignarse al Los textos del siglo XIX, ya sean escritos por notables o por
trab~¡o de la fábnca para él y los suyos. Sin embargo, el precio de las piezas militantes obreros, insisten en la simultaneidad del ingreso de
de h~o que en~rega cada semana al contratista, obrero que recolecta para el
patron el trabaJo de todos, es tan bajo que, en el verano, toda la familia debe las mujeres y de las máquinas en la empresa, con el aporte de
ir a tr~bajar en los campos lejanos para pagar el pan de cada día. El padre se
emp:na ~ c?n..<:ervar a su familia alrededor de él, bajo su dependencia y una ~anut" nombre que se da a los trabajadores de las fábricas de seda de Lyon
continua vtgllancia, La esposa se ocupa a la vez del cuidado de la familia y del (Diccionario Robert. Nota de las traductoras).
trabajo industriaL Cf. Serge GRAFTEAUX, 1974.
212
!V. Confrontaciones interdiscip!inarias sobre !a división sexml de! tmbaj\1
La obrera- Marie-Héléne Zylberberg-Hocquard 213

unas y .otras en econonüas y rendünientos crecientes !' f. t


las mu¡e ,, rf ..ne eco, mujer casada no le permite percibir personalmente su salario,
'lt" d· res poco ~a Ilcadas, pero Con una habilidad IUanuaJ
cu l':'a a desde. la mfancia, dóciles al ritmo repetitivo de l'ls e - hasta que, en 1907, una ley le da ese derecho.
d encias y p · · . e .a
•· . e~ oco exi?entes en cuanto a los salarios, entraron ma- En su encuesta de 1839, Villermé deplora las condiciones de
s~a:nente en las hilanderías y talleres de tejido de lana y de al- trabajo de los niños y de las mujeres en la industria textil, la es-
~ don, a comienzos de la Monarquía de Julio constituyen el60(Y. casez de los salarios femeninos; en 1861, Jules Simon, en La
e la mano de obra total de ese sector: o Obrera, evoca con un optimismo sorprendente, la vida en la fá-
"E~. otr~ époc_a, el_ obre:o era una fuerza inteligente, hoy no es brica de la cuidadora de la carda; el trabajo es fácil: ella vigila la
n. las que una mtehgencw que dirige una fuerza L" e marcha de la cardadura y se contenta con ligar de tanto en tan-
,· · ¡· . d · · · "' onsecuen-
Ud mm<cé Jata l' e[;ta tr,lnsform"lción f 1 .
ue remp azar casi en to- to un hilo cortado; la sala donde trabaja, comparada con su do-
1 1 . _ '
l ib pcutl':o i.'l ,o::-; \'drorH:s por rnujcn.•s, l"!l virtud d'" la l(• d ¡ .. micilio es una estancia agradable, por su buena aereación, su
du:-;tna, 1rv· l~l . . ·) __ _ ~ -Y e a m-
¡- - , , __, . " pwl Uclt mudw cpn Poco dinero y cit..• limpieza y su alegría; recibe un salario elevado, al menos muy
,), , , .·d\.' Ji¡;, sillarH>S, que i_z¡:o rebdjd continuarn(''nte al nivel de
Ll~ superior al que podría esperar ganar con la costura o con el'bor-
nf..ccsHlddc~ f-Hrd d trcÜiaJador ~;in takntu." (J. Simon, 1861) dado. ¿Jules Simon trataría de elogiar el trabajo asalariado Íeme-
¿_Tra~ajo del~ _industria textil, es trabajo de mujeres? Si no· nírro? Por cierto que no, pues, por una parte, esta actividad de-
se d~bena espe~Iflcar_ trabajo de algunas mujeres: las carrer:s fe~ sorganiza el hogar, mientras que "los hábitos de la vida de fami-
renm,as _son dlSCOI~t~nuas, se negocian siempre en función de lia son necesarios para la renovación de los caracteres y, en con-
a..s necesidades familiares. La jovencita empieza a traba¡· ar m secuencia, para la salud espiritual de esta sociedad írrteligente y
pronto . y contin'ua h acten ·- d o1o mientras
· · uy
es soltera (en Roubaix a sufriente"; por otra parte, el trabajo en el taller, en la promiscui-
co.m!enzo. s de la Tercera. República 68o'10 de la b d ', dad de los sexos y de las edades, arruírra el sentido moral tan
d 15 - ' s o reras e mas
e an. os no eran casadas) ' ' la esposa con h IJOS
.. muy pequeños frágil de los proletarios. La presencia de las mujeres en las fábri-
a menu~o retorna ~1 taller, aunque prefiera tratar de ganar unos cas, los riesgos de agresión que allí corren, los comportamientos
centavos, por medw de trabajitos en el vecindario costur 1 de los obreros y de los capataces para con ellas dan origen a to-
do de ropa pa . . ' a, ava-
. ra comerciantes, etc ... La presencia de niños o de da una literatura moralizante y comprensiva. Esos textos, aun-
:~~os ntuy_ ~i~jos en su hogar la obliga, a veces, a buscar un que sean a menudo simple justificación hipócrita, con el fírr de
, ¡o a domlciho, la peor forma de explotación. Cuando los hi- alejar del taller a las que representan una competencia peligro-
JOS crecwron y, a su vez, como su madre lo hacía siendo sol,tera sa para sus compañeros, son también a veces un frío testimonio
con sus ~
padres . ' 'aportan su con t·n·b UClon
" a1presupuesto familiar de la realidad, (M. V. LOUIS, 1994)
~s r;;as venta¡ oso para todos que la madre se dedique al cuida~ Algunos patrones parecían haber encontrado un remedio:
o e la fuerza de trabajo familiar permaneciendo en el h los conventos-fábricas. Existen casi únicamente en un sector, el
S1 la mu¡er . d . , ogar.
. se que-a so1a, ya VIeJa, se la encuentra en la fábrica de la seda. Se extendieron en el "Delfírrado" después de las re-
ocupada en pequenas tareas simples y mal pagas. ¿Se puede en vueltas de los "Canuts", de 1831 y 1834, y constituyen bastiones
estas condiciones, afirmar que el trabajo írrdustrial fem. ',
de moralidad frente a los desórdenes de las ciudades írrdustria-
rompe los lazos familiares? (LA TILLY et J. Sean, 1987). ~~: les donde hasta las obreras mismas sufren el contagio. (CAu-
~~ negoCiacw~es permanentes entre obra de producción~ obra ZIAS et A HOUEL, 1982). Se construyen edificios muy grandes en
1 reprodu~cwn, se_ puede hablar de un salario írrdividual para pequeñas aldeas; entonces, basta con reclutar en los campos de
as mu¡eres, Consideremos que la írrcapacidad jurídica de la los alrededores, niñas muy jóvenes, brazos írrútiles en las gran-
214 IV. Confronlacíones interdisdplinarias sobre la división sexual del trabajo La obrera~ Marie-Héléne Zy!berberg-Hocquard 215

jas, y con llamar a religiosas para darles un marco; algunas con- rís emplean una numerosa mano de obra femenina; en Fouge-
gregaciones se crearon especialmente para esta misión: res, las mujeres remplazan cada vez n1ás a los obreros califica-
"Las obreras llegaban al hogar-pensionado, todas las semanas, dos, que se declaran en huelga para tratar de detener esta evo-
el lunes por la mai'íana, a partir de las seis, provenientes de di- lución. A comienzos de la Tercera República, la fabricación en
versas localidades situadas en un radio de 30 km. Se las trans- gran escala de las Ináquinas de coser, para telas pero también
portaba en grandes carros tirados por caballos y se retiraban el para cuero; más tarde, la difusión de la electricidad, permiten a
sábado después de las diednueve"4_
algunas mujeres volver a su hogar, a otras tornar más eficaz un
L_as religiosas, raramente supervisoras, vigila~an con prefe- trabajo que hasta entonces efectuaban manualmente con aguja;
renCJa lo no relacionado con eJ trabajo: daban a las jóvenes bue- ellas conftmden nuevamente, en jornadas interminables, trabajo
nos hábitos de orden, de' (Jbediencia y de piedad, preparando de doméstico y trabajo industrial. Mil oficios son mil calamidades,
este modo ángeles del lHJgar robustos y dóciles. Las reivindica- ya que, por ser específicamente fem.eninos, sólo permiten ganar
ciones} a forhori la huelga, eran allí inc(;nceb.ibles; sólo hubo una un salario "complementario", porque al depender de la moda,
excepción: en '1 886, en Chateauvilain, al chocar las con sufren sus contingencias; cada año se ve llegar" con angustia a
los gendarmes, muere Henriette Bonnevie, quien defendía el de~ "la muerta" (temporada sin actividad) que sucede a un período
recho de orar en una capilla situada en el recinto de la fábrica. de "apuro", durante el cual la jornada de trabajo no tiene fin; la
Los conventos-fábricas, que se multiplicaron en la década inicia- ley de 1892, que prohibe a las mujeres el trabajo nocturno se ve
da en 1880, cierran unos tras otros entre las dos guerras. Lasco- derogada en esos momentos.
municaciones son en adelante n1ás rápidas y más densas; obre-
ros, sindicalistas de otras empresas, se rebelan contra una forma
Profesión: obrera
de alienación que alcanza particularmente a las jóvenes, sus her-
manas, sus futuras esposas, contra el escaso salario justificado Diversificación del trabajo industrial femenino:
por la existencia de ventajas en especie, y contra el recurso sis-
temático a una mano de obra extranjera, casi infantil y aún más
sobreexplotada. El número de las mujeres en la fábrica aumenta del mismo
modo que la profundización y la ampliación del campo de sus
Volviendo al ámbito, femenino por excelencia, del trabajo de actividades. Poco presentes en la metalurgia, son, sin embargo,
las telas, los oficios de las "obreras de la aguja" se diversifican, numerosas en todos los sectores nuevos, corno el de la alimen-
a la vez que aumenta su número con la industrialización. La tación: las fábricas de azúcar, de conservas de legumbres y de
confección en todas sus formas y la decoración de interiores que pescados; las industrias químicas: agua lavandina, fósforos, ta-
se democratizan ofrecen empleos en el taller o a domicilio, (M. bacos, (M. R!OT-SARCEY, M. H. ZYLBERBERG-HOCQUARD (coord. ),
DUBESSET, M. ZANCARINI-FOURNEL, 1993) : costura, lencería, cor- 1987), y la imprenta. La instrucción obligatoria y la mecaniza-
setería, tejidos de punto (bonetería), bordado a mano o a máqui- ción de la profesión les abren ese sector masculino, no obstante
na, sombrerería, pasamanería, flores y plumas ... pero también estar ferozmente protegido por los varones. Ellas penetran rápi-
calzados. Los talleres de Alexis Godillot en Saint Ouen y en Pa- damente en la muy reciente industria eléctrica:
"Al primer paso me vi obligada a detenerme. ¡Qué calor! Para
Testimonio de Louis Piraud que vivió de 1901 a 1919 cerca de la fábrica~
4
ahogarse( ... ). A derecha y a izquierda, a un metro una de otra,
convento de la Grande-Combe, citado por el catálogo de la Exposición:
Chronique des Usines~pensionnats, 1986. se levantan las máquinas que sirven para el bombeo (... ), una
216 IV. Confrontaciones interdiscip!inarias sobre la división sexual del trabajo La obrera- Marie-Hélene Zylberberg-Hocquard 217

obrera trabaja a la vez con cinco aparatos, es necesario que pue- remplazan tes que se procuraba hacer volver a su casa, hacia sus
da desplazarse fácilmente. Para esto, está sentada en un carro funciones tradicionales. El 5 de mayo de 1919, la señora Bou-
que rueda sobre dos carriles, compuesto por un asiento estrecho troux, presidente de la Asmnblea para el enrolamiento voluntario de
y una plataforma sobre la que reposa una caja que contiene los
focos a fabricar"S.
las mujeres al servicio de la Patria declara en la asamblea general:
"Sería odioso que, al volver, los maridos encontrasen su lugar
Las mujeres entraban en la fábrica al mismo tiempo que las ocupado y debiesen luchar contra reivindicaciones a menudo le-
máquinas; desde la víspera de la Primera Guerra Mundial, ellas gítimus pero que, al surgir en ocasión o inmediatamente des-
penetran en numerosos sectores nuevos con la racionalización pués de la guerra, se tornarían a priori condenables. Los que
del trabajo: en el automotriz, por ejemplo, los carroceros, los me- desde hace 5 años atravesaron todas las pruebas, todos los peli-
ecínicos muy calificados tratan de oponerse a la entrada de los gros( ... ) desearán encontrar su casa alegre y bien cuidada".(Ci-
rnigrantes rurales y de las mujen:s, factor de descalificación, de tado por F.Thébaud, 1986).
disrninución de los salarios y del rt:cnnocimiento social (P. FRI- En el siglo XIX, al tiempo que florecían las palabras acerca
DENSON, 1987). Desde su <)rigen, una gran parte del trabajo in- del papel maternal de las mujeres, la legislación del trabajo. se
dustrial femenino era segrn.entado, las obreras eran partistas había preocupado poco al respecto. Recién en vísperas de la
(piér;ardes) 6, tanto en las fábricas de botones, en los talleres de guerra, las trabajadoras reciben el derecho de descansar 8 serna-
acondicionamiento de productos alimenticios corno en la con- nas en ocasión del parto, con expresa prohibición al empleador
fección; en el taller, algunas, por ejemplo, no hacen más que de romper su contrato de trabajo, y estas leyes, que se comple-
mangas; en su casa.. se contentan con ensamblar elementos pre- tan después de 1919, responden más a un objetivo de natalidad8
viamente preparados por otros. La guerra de 1914-1918 acentúa que a la preocupación por mejorar las condiciones de vida de las
este fenómeno, puesto que es necesario producir rápido con una madres laboriosas; en nombre del patriotismo se protege a la fa-
mano de obra inexperta. Cuando las "mtmicioneras" (munition- milia, no al individuo femenino; las asignaciones familiares
nettes)7, con la doble misión que se les asigna: tornear obuses y creadas en 1932 persiguen el mismo fin, sin mucho más resulta-
dar hijos a la Patria, entran en la metalurgia, es preciso imaginar do. Las que, a pesar de todo, siguen activas lo hacen ahora, más
una organización del trabajo diferente (M. DUBESSET, F. THÉ- bien, en el sector terciario; mientras que antes había proporcio-
BAUD, C. VINCENT, 1977) nalmente más mujeres entre los obreros que entre los emplea-
En 1919 ¿emerge una nueva obrera? 1\io, las mujeres que, en dos; las oficinas se feminizan. Los señores burócratas", con su
1.1

1917 representaban el 45% de los obreros, eran simplemente hermosa letra, son remplazados por la pequeña estenodactiló-
grafa detrás de su máquina de escribir. De ahí que la imagen de
5
Mar~~lle Capy, periodista de la Bataille Syndicaliste, efectúa un reportaje, en
setiembre de 1913, sobre la vida de la clase obrera femenina. En los años in- la oficina se modifique, así com.o la de la mujer asalariada, seño-
mediatamente anteriores a la guerra, la C.G.T. trata a la vez de hacer partici- rita con sombrero y no ya solamente mujer con su cabeza descu-
par a las obreras en la vida sindical y de comprender su situación y sus nece- bierta o con gorro. Pero la guerra no cambió en nada las relacio-
sidades específicas. Para entregar a su Diario una serie de artículos, M. Capy nes de sexos en el trabajo. En esta clase obrera tan diversa corno
se hace contratar como obrera, por un tiempo, en la fábrica de las lámparas
Osram de Ivry. siempre pero ahora bien delimitada, con una fuerte conciencia
6
"piét;arde": partista, palabra derivada de "piece" pieza, parte (Diccionario Ro- lf Ya JuJe.., Simon, en la Conferencia internacional sobre la legislación del trabajo
bert. Nota de las traductoras). de Berlín, en 1890, afirmaba que las licencias por maternidad para las
7 trabajadoras debían ser otorgadas "en nombre del interés superior y evidente
"Munitionnette": obrera que fabrica "munitions", explosivos y proyectiles nece-
sarios para cargar las armas de fuego. (Diccionario Robert. Nota de las traduc- de la raza humana". Citado por Joan W Scott: "La travailleuse", in G.DUBY et
toras) M.PERROT (comp.).L 'Histoire des femmes en Occident, 1991
218 IV. Confrontaciones interdiscip!inarias sobre la división sexual del trabaj\l La obrera- Marie-Héléne Zylberberg-Hocquard 219

de sí misma, el lugar ocupado por las trabajadoras industriales escaso salario por un trabajo que sólo exige hábito y rapidez y
es todavía más invisible, la fábrica se encarna de ahora en ade- con sus lamentables condiciones de higiene. La industria textil,
lante en el metalúrgico; detrás de su- poderosa y triunfante esta- en especiat ofrece numerosos eje1nplos de esta situación y sigue
tura viril, la obrera desaparece. Agreguemos la incapacidad ju- siendo una industria de mano de obra: en 1929, cuenta con
rídica de la mujer casada, que hace de ella una menor, y el legis- 900.000 trabajadores de los cuales más de la mitad son mujeres:
lador cree necesario precisar, el12 de marzo de 1920, que las es- "Llegarnos a un patio sobre el que se abrían un garaje y tres ta-
posas pueden sindicalizarse sin la autorización de sus maridos, lleres, que debían haber sido antes cocheras y galpones( ... )" ¿Es
a pesar de la existencia del artículo 4 de la ley de 1884 que auto- la nueva?", preguntó un hombre alto y fuerte aproximándose.
riza las asociaciones profesionales: "¡Eh Mimí, mostrale cómo se hace el moldeado y la selección",
agrega dirigiéndose a la obrera que me había traído( ... ). Pronto
"La.s ca.sadas que ejt•rcen una profesión o un oficio pue-
estuve al corriente del trabajo, muy simple( ...). Me puse a con-
den, sin autorización de :-,u marido, adherirse a los sindicatos
versar informándome sobre el salario y las horas de trabajo: "Es
proffsionales )/participar en ::.u administrad6n y dirección".
bastante feo, me dijo la pequeña Mimí; 2,20 francos por hora, y
Sin einbargo; las n1ujerc~s casadas deben obtener siempre !a nueve horas y media de trabajo por día9. Y además siempre de
autorización marital para trabajar. Y si bien los sindicatos :se pie. Lo más duro está en "la barca"( ... ). No era complicado, pe-
pronuncian menos fácilmente que antes de 1914 por el retomo ro al cabo de diez minutos, estaba completamente bañada en su-
de las mujeres al hogar, los obreros lo desearían, y en períodos dor"lO.
de crisis lo reclaman, sobre todo cuando no se trata de su propia La crisis de los años treinta afecta a los hombres y a las nlu-
esposa. No obstante, las obreras representan todavía más del jeres de diferente manera: por una parte, las trabajadoras son,
30% de los efectivos industriales. Son hijas y esposas de obreros, con frecuencia, las primeras en ser despedidas, pero la escasez
(la endogan1ia es cada vez más fuerte entre ellos), "sirvientitas" de su exigencia en materia salarial lleva a veces a las empresas
que con !a guerra aprendieron el camino de la fábrica y que ya a preferirlas en lugar de los varones. Sobre todo, las obreras, sin
no quieren volver a su antigua servidumbre; mientras que una calificación reconocida, sin apego particular a tal o cual tipo de
trabajadora de cada cuatro era una empleada doméstica (MAR- trabajo, atraviesan la crisis can1biando frecuentemente de em-
TIN-FUGIER, 1985), su número se dividió por dos. Son también ex- pleo: pasan de la metalurgia a la costura, de la costura al comer-
trabajadoras a domicilio; entre la guerra _y la crisis, su número cio, del comercio a los servicios. Si se las interroga muchos años
cayó a la mitad. después, habiendo ya !legado a la edad de la jubilación, las mu-
Junto con los inmigrantes, las obreras permiten instaurar en jeres de los medios populares afirmarán, con cierto orgullo, que
Francia la Organización Científica del Trabajo: nunca trabajaron tanto como durante este período de desocupa-
ción.
"Las mujeres se distinguen por su energía, su habilidad en los
trabajos que exigen una sensibilidad motriz muy grande, movi- Para las obreras, dominadas, explotadas y alienadas pero, al
mientos rápidos y precisos. La mujer es, por otra parte, ahorra- mismo tiempo, persuadidas de la dignidad del trabajo, las huel-
tiva, pn~visora por naturaleza y aun codiciosa; una leve ganan- gas del Frente Popular representan una especie de reconquista
da suplementaria basta a veces para hacerla trabajar más allá de provisoria de sí mismas:
sus fuerzas." (M. Frois, 1926)
Al mismo tiempo, ellas proveen una mano de obra barata a Yia ¡;.nada de trabajo era de 10 horas para las mujeres y los niños desde 1900
y, en 1919, una ley la había reducido a 8 horas para todos.
todos las empresas arcaicas que son todavía muy numerosas,
10 Una asistente social industrial hace, en 1928, su pasantía en una fábrica
con sus patrones por derecho divino, su jerarquía opresiva, su parisina de medias. Cf. A. FouRCAUT, 1982.
220 IV. Confrontaciones ínterdisciplinarias sobre la división sexual de! trabajo La obrera - Marie~Héléne Zylberberg-Hocquard 221

"¿Qué otros recuerdos aún? Ellos se presentan demasiado con- "Allí encuentran un reservorio de mano de obra tanto más fácil
fusos. Mujeres que esperan ante la puerta de una fábrica (... ). de movilizar cuanto que la reconversión de los mineros hundió
Llueve a cántaros. Las mujeres están afuera bajo la lluvia ante a familias enteras en la angustia"·(A. BoRzmx, M.MARUANI, 1982)
esa puerta abierta. ¿No es lo más natural refugiarse cuando llue-
Esta evolución va acompañada por dos cambios de práctica,
ve y la puerta de una casa está abierta? Pero este movimiento
tan natural ni se piensa en hacerlo ante esta fábrica, porque es-
para nada habituales: por tma parte, la continuidad de la carre-
tá prohibido. Ninguna casa ajena es tan ajena como esta fábrica ra profesional femenina (a partir de 1965, la actividad de las mu-
donde diariamente consumen sus fuerzas durante 8 horas (.. .), jeres de entre 25 y 45 años, esposas, madres de niños pequeños
Ni bien se sintió disminuir la presión, inmedintamente los sufri- experimenta un rápido crecimiento); por otra parte, la búsque-
mientos, las humillaciones, los rencores, las amarguras amasa- da, no siempre exitosa, de un trabajo de tiempo completo. Por
das sikndPsamenh' durante años constituyeron una fuerza su~ último, la progresión del número de las obreras continúa pero
ficiente p11m aflz¡jar la atadura. Es toda la historia de la huelga." mucho más lentamente que la de las rnujeres asalariadas, a lo
(S. W< ll, 1~7~)
largo de un siglo y medio; sufre aceleraciones, interrun1pidas
Mantener cJ taller y la:.; máquinas no es solamente, en estas por estancamientos e incluso retrocesos. Los años 30 y más aún
circunstancias, mantener en buen estado las herramientas de los años 80 se caracterizan, en este cmnpo, por una señalada caí-
trabajo, es también retmnar su actividad laboraL Tejer mientras da tanto en cifras absolutas como en porcentajes. Existe estabili-
se participa de un piquete de huelga, no es sólo no aceptar que- zación de las mujeres en la actividad a largo plazo, pero es difí-
darse inactiva, lo que es un deber para toda mujer, es asimismo cil hablar de carreras de obreras. En prirner lugar, porque son
hacer de la fábrica un lugar familiar. numerosas aún las que dejan de trabajar para criar a sus hijos o
"Soy una minita vaga y caprichosa, una ingenua exagerada. Es- las que desean hacerlo; los barriosf los pueblos en los que viven
toy en las nubes. Sin embargo, yo laburo también, yo hago lucha ofrecen poca ayuda para el cuidado de los niños pequeños, y la
de clases, yo hago sindicato, tengo compañeras y temas de con- escasez de sus salarios las lleva a un simple y rápido cálculo de
versación honorables". (D. LETESSIER, 1980) rentabilidad. Además, y sobre todo, porque las mujeres rara-
Desde comienzos del siglo hasta 1960, la tasa de actividad de mente se quedan toda su vida en la empresa: la fábrica recibe a
las mujeres, de alrededor del 35%, casi no se n1odificó; luego se niñas muy jóvenes, en las que se sigue apreciando la destreza y
elevó alcanzando el44% a partir de 1981 y el retardo de la eco- la rapidez. Obreras jóvenes que entran luego en un comercio po-
nomía francesa desde 1973 no impidió la prosecución de la fe- pular con1o cajeras-gondoleras, para volver al taller, o buscar un
minización de la población activa. Las mujeres, más aún que los empleo a domicilio:
varones, entraron masivamente en el salariado. Las can1pesinas "Es que ellas trabajan raramente toda su vida en una fábrica.
jugaron un papel importante en esta mutación, porque las em- Muy por el contrario, van y vienen de la actividad a la inactivi-
presas descentralizadas fueron a buscar entre ellas nuevas tra- dad, pasan del sector secundario al terciario y ocupan empleos
bajadoras no calificadas y dóciles. En el norte de Francia, el ago- cuya doble característica es la de ser diferentes unos de otros pe-
tamiento de los yacimientos de carbón no sólo obligó a los mi- ro siempre sin calificación y subp<~gados: obreras, empleadas de
comercio, empleadas del terciario sin calificación, empleadas
neros a reconvertirse, sino que también llevó a sus esposas a ol-
domésticas, nodrizas, etc ... " (D.KERGOAT, 1982)
vidar la tradición saliendo del hogar. Los empresarios de la in-
dustria textil, y sobre todo de la confección, aprovecharon la En estas condiciones, sigue siendo igualmente difícil definir
oportunidad: a las obreras, tener datos en cifras sobre la participación de las
mujeres en la producción industriaL ¿Cuántas de ellas ya no son
222 IV. Confrontaciones interdisdp!inarias sobr~ la división sexual del trabajo La obrera - Marle-Héléne Zylberberg-Hocquard 223

obreras, pero lo fueron o lo serán de nuevo, durante su futura varones. Una empresa de encuadernación empleaba, a comien-
larga vida profesional? ¿Una obrera sería una esposa de obrero zos de los años 80, 150 personas, entre ellas 90 mujeres en los
aun sí., como sucede con frecuencia, trabajara en otro sector que empleos menos calificados y más duros, no existían la huelga ni
su marido? el sindicato, hasta el día en que el patrón, que creía que sus obre-
Se esfuman los rasgos característicos del trabajo de las em- ras utilizaban demasiado el baño para otorgarse breves perío-
pleadas domésticas convertidas en supervisoras de un gran au~ dos de descanso, hizo sacar la puerta:
to-servicio, empleadas de oficina con la menor calificación, 0 "Estábamos todas de acuerdo, estábamos hartas esta vez. Har-
Vt'lldedoras convertidas en cajeras de auto-servicio; parceliza- tas de que nos laven la cabeza todo el día, hartas de reflexiones
ción, cronometraje, rendimiento ya no se encuentran sólo en la de este tipo: "si estás cansada, es porque hiciste demasiado el
amor", hartas de no poder retomar aliento, hartas de ser vigila-
fábrica. el título "Taylor todavía no n1urió", Le Monde de] 4
das como prisioneras, hartas de ser siempre amenazadas con el
de diciembre de 1991 enum_era las dncuenta y cuatro tareas que despido. ¡El asunto de la puerta era demasiado¡ (Antoinetle,
deben en "doce minutos cronometrado:/' las miLqeres 1980).
que li.tnplan los dormitorios d.e la cadena hotelera Can1panile;
Hoy sobre todo el trabajo obrero femenino se caracteriza por
cada elemento que deben limpiar y el orden de los gestos que
una mayor precariedad, una mayor flexibilidad que el de los va-
ejecutarán están definidos minuciosamente. Hoy, tanto en el co-
rones. Son las mujeres las que "aprovechan" más el tiempo par-
mercio como en el taller, hay que trabajar de pie toda la jornada;
cial, los empleos de agencias de trabajo temporario. La división
la vieja ley de las sillasll impuesta por las feministas de la belle
sexual del trabajo sigue existiendo y contribuye a la gestión de
époque quedó olvidada; hay celadores que persiguen la menor
la maoo de obra, a la modernización de la econornia12.
infracción al rendimiento, es necesario hacer rápido, ordenar,
etiquetar, servir al cliente, vigilarlo, guardar el dinero. Rapidez, Desde hace dos siglos, de un modo más o menos lícito y re-
gran facilidad de adaptación, resistencia nerviosa, tales son las conocido, tanto para las mujeres como para los varones, el tra-
cualidades exigidas en todos los empleos "femeninos". ¿Cómo bajo productivo define y estructura la existencia. En 1878, en el
definir entonces a una obrera? Se puede al menos tratar de ha- Congreso de Lyon, la obrera Marie Finet declara:" ¿La mujer de-
cerlo en relación con los varones que trabajan igualmente en el be trabajar? Sí, incluso sin tener la necesidad absoluta, debe tra-
sector industrial. En primer lugar, el trabajo taylorizado parece bajar para ser libre, para ser independiente, para ser igual al
estar reservado para ella en amplia medida: a comienzos de los hombre". Para las obreras, la integración al trabajo profesional
años 80, tma mujer OS (obrera no especializada) de cada cuatro, fue negociado en el marco familiar, en función de "roles" feme-
una mujer OQ (obrera calificada) de cada siete trabajaban en la ninos, de hija, de esposa, de madre. Aún lo es en cierta medida.
cadena, mientras que solamente un varón OS de cada trece y un Se trata de un trabajo obligado, porque generalmente el salario
OQ de cada cuarenta y cinco se encontraban en esta situación. femenino representa el 40% de los presupuestos obreros; es di-
En el taller, las obreras son ante todo mujeres, es decír seres fícil hablar de salario complementario o de apoyo. Es también
charlatanes, infantiles, cuyo carácter indisciplinado se teme, pe- un trabajo no elegido: no se es obrera por vocación:
ro a quienes se puede imponer situaciones que se evitarían a los
I'ICi:.Histoire des femmes en Occident, bajo la dirección de G. Duby & M. Perrot,
ll'En la Argentina, ley n" 12.205, conocida como "ley de la silla" sancionada en Tomo V, Plon., 1991. Articulo de R. M. Lagrave "Une émancipation sous
1935, tras numercx<;as reiteraciones del proyecto por su autor, el diputado tutelle. Education et travail au XX" siecle".
Alfn;do L. Palacios [ Nota de las traductoras]
224 JV. ConfrontJciones interdisciplinarias sobre la división sexual del trabaju

"¡Hubiera querido ser puericultora! ¡Ah sí! ¡cuando tenía nueve,


diez años, era mi sueño! Mis padres no tenían medios y, en ese Cuerpos femeninos en
momento, no se procuraba tanto que las chicas siguieran estu-
diando. Entonces, mi madre preveía más bien dejarme en casa el espejo de la empresa
con ella. Y además en ese tiempo yo no tenía tampoco mucha Un ejemplo: las obreras del Estado'
ambición (... ). Y entré en la casa Bailleul. Al comienzo, cuando
entré ahí adentro, me dE->cía: "¡Dios mío! ¡Jamás me voy a que- MARIE-HÉLÉNE ZYLBERBERG-HOCQUARD
dad" "¡Ah no!".(Cf. Une ouvri€re de la confection du bassin mi-
nier, in A. BORZEIX, M. MARUANI, 1982)
Múltiples testimonios muestran que, en el siglo XIX, las mu-
Fl trabajo para E.'llas no es un factor de desarrollo individual jeres de las clases populares desempeñan un papel no desdeña-
y su utilidad socialJH) í.:.:s siem.pre fúcil de descubrir y, sin embar- ble de médico de hogar, basando su práctica, a la vez, en una
go, si las condiciones no son alii dnnasiado inhumanas, la em-
cultura tradicional y en fragmentos de saber contemporáneo
presa rcptt'scnta un Jugar de ricas rf:b.dones sociales:
más oficial1. Orgullosas de su función "sanadora" multifor,me,
" No es pues, como el caso d.e los Vi'lrones, en torno al trabajo" la reivindican2 frente a médicos y filántropos quienes, al mismo
institución( ... ) donde ellas se forjan( ... ) una identidad, sino que tiempo, alientan esta escucha específica de las necesidades del
lo logran mediante la situación de trabajo. El ambiente, las relacio- cuerpo, disuaden a las madres, a las esposas, de intervenir por
nes de trabajo, la complicidad, la comunicación son fundamen-
sí mismas y muestran una gran desconfianza con respecto a una
tales para las obreras"·(D. KERGOAT, 1982, 1991)
libertad que no puede ser más que barbarie. Son numerosos los
Daniele Kergoat prefiere que, en lo relativo a las obreras, se textos que atestiguan esta ambigüedad, esta lucha que las muje-
hable más bien de relación con el empleo que de relación con el res nunca perdieron totaln1ente. Ellas cuidan a su familia, se cui-
trabajo. dan, tratan de mantener los cuerpos en buen estado de salud.
Cuidar y alimentar es rma frmción femenina.

Mujeres en el yugo

Nu1nerosos escritos; verborrágicos cuando se trata del hogar,


se vuelven casi mudos cuando se penetra en el mundo del tra-
bajo industrial o, más exactamente, sólo desarrollan un tema: el
de la matemidad. El cuerpo del que hablan es el del embrión, la
conservación de su salud es fundarnentat el cuerpo materno no

*De: Revue Prévenir, N"l8, 1" sem.l989, p.95-108.


1 Ver, por ejemplo, el papel de panacea que Raspail atribuye al alcanfor, para
aliviar a bajo costo los principales males que sufrían diariamente los trabaja-
dores.
2 En este campo, las encuestas de la Escuela de Le Play constituyen un testimo-
nio irremplazable, d. especialmente Le c!wrpentier de Paris.
226 IV. Confrontaciones interdísciplinarias sobre la división sexual del trabajo
Cuerpos femeninos en el espejo de !a empresa - Marie-Hélene Zylberberg-Hocquard 227

es más que un envoltorio perjudicial o favorable a su crecimien-


reconocer una especie de uwehrgeld" 3, como el movimiento
to armonioso -los discursos de los hombres políticos, de los mé-
obrero llega a una voluntad de conocimiento, de consideración
dicos que hablan en lugar de los trabajadores, en lugar de las
de los problemas corporales en la empresa. Sobre todo a partir
muJeres, en nombre de la raza, de la Patria, en especial con oca~
del momento en que se esboza una legislación, desde que es po-
sión de las primera~_leyes sociales que, justamente, reglamentan
sible apoyarse en una conquista (Ley del 12 de junio de 1893,
el traba¡o de los nmos y de las mujeres. Discursos a menudo
por ejemplo) para obtener un nuevo avance, el fatalismo es
"c~mpa~ivos" y patéticos; así, en 1908, F. Dubief al justificar la
leg¡sJacwn del traba¡o, se apiada: reemplazado por la voluntad de comprender las causas del pe-
ligro que amenaza a los trabajadores de tal o cual oficio. En
"Cuántas mujeres encorvadas, marchitas, quebradas antes de 1901, el autor de una publicación de la Oficina del Trabajo, titu-
tiempo, cuya vida no conoció más gue las ant,>ustias de la mater- lada: "Los venenos industriales"(Les poisons industriels) afirma
nidad, más que y miseria" (F. DUBIEF, 1908)
que quiere responder "por medio de esta obra de divulgación ...
Aun el cuerpo de la obrera a dom.ici!io es mostrado com.o ill! a un deseo, frecuentemente hallado en los pedidos de informa-
cuerkJO inadecuado para !a n1aternidad. Modistas, tejedoras de ción que los sindicatos obreros presentan a la Dirección de Tra-
puntillas, cartoneras, lenceras ... permanecen sentadas largas ho- bajo". Puede creerse que, a fines del siglo XIX, el movimiento
ras, encorvadas: su columna vertebral está deformada. Reclui- obrero acentúa y diversifica sus preocupaciones en el ámbito de
das toda la jamada en una atmósfera cerrada, sufren dolores de la salud, de la higiene y aun de la comodidad en el trabajo; aho-
cabeza, vómitos que las debilitan. El empleo de la máquina de ra bien, el 38% de los trabajadores de la industria son obreras.
coser parece nefasto, porque recalienta los órganos internos fe- Vista la actitod, por entonces muy evolucionada, de los sindica-
meninos. Sexualidad, maternidad, el cuerpo de la trabajadora tos con respecto al trabajo femenino, podemos preguntarnos si
queda marcado por estas dos misiones #naturales". ellos incorporan a su reflexión una especificidad femenina, y si
El movimiento obrero emplea a veces el mismo lenguaje; Pe- las mujeres mismas encuentran un lugar en la organización
llouher d~nuncm que los venenos industriales hacen que las obrera o en la empresa para expresar sus relaciones con el cuer-
madres solo den una leche "morbífera" (F. M. PELLOUTIER, po.
1909). Cuando el movimiento obrero habla de ellas confunde a Un cierto número de huelgas femeninas conocidas y ensalza-
las trabajadoras en el conjunto de la clase obrera y, rara vez, les das por los periódicos sindicales en vísperas de la Primera Gue-
cede la palabra. Sin considerar los escritos obreros del siglo XIX rra Mundial, y que conciernen a oficios ciertamente malsanos,
en s~ con¡unto, se puede afirmar que, conscientes del peligro insalubres, dañinos para la salud, ignoran al cuerpo en el traba-
(mutilacwnes, sufrrmientos y envejecimiento precoz forman jo. Problemas de salud, problemas de higiene, vapores malolien-
parte de la condición obrera), se contentan muy a menudo, con tes que se respiran durante horas, o posición incómoda delante
declarar que, como el trabajo que fatiga el cuerpo, los riesgos de una máquina se olvidan, salvo excepción, en la lista de las
que lo mutilan deben ser pagados. Sin embargo, en este campo reivindicaciones. En 1892, 1899, 1902 y 1913, las cascadoras de
hay que distinguir los escritos de reflexión como: "Los oficios azúcar de París y sus alrededores aluden, simplemente como un
que matan" (Les métiers qui tuent, 1900) y La vida trágica de los argumento suplementario para obtener un aumento de salario,
trabajadores (La vie tragique des travai/leurs, 1908) de los herma-
nos Bonneff, de reivindicaciones presentadas en el calor de la 3 Wehrgeld: (En el derecho germánico y en Francia, en la época franca), indem-
acción. Es precisamente, a través de esta determinación de hacer nización que el autor de un daño pagaba a la víctima o a sus derecho-habien-
tes. (Diccionario Robert., nota de las traductoras).
JV Cnntrun\,wl\mP" interdisciphnarias sobre la división sexual de! trah<t¡o Cuerpos femeninos en el espejo de la empresa- Marie-HélCne ZylbNberg-Ho,cquard 229
22 8

al sufrimiento cotidiano provocado por el desgaste de las yemas condena a un patrón lionés para quien: "¿La hil_andería? ... Es
de sus dedos por el frotamiento repetido de los pedazos de azú- una mujer y agua caliente". Es Marcela Capy qUlen muestra a
car que actúa a modo de papel de lija. En 1905, las sardineras de ]os lectores de: La Bataille syndicaliste del 5 de setiembre de 1,;13,
Douarnenez exigen el pago por hora, pero no hablan ni del olor el suplicio de ]a obrera en medio de los "vapores malsanos de
penetrante del pescado, ni de la temperatura de los talleres, ni las fábricas de lejía (!avandina): "doblada en dos, la garganta se-
del trabajo que se efectúa a menudo de pie para ir más rápido. ca, los ojos turbios, la cabeza pesada ... no ve 1nás, se ahoga. L_as
En 1907, las obreras de los sótanos de Roquefort que estaban en 'adas de lavandina se vuelven blancuzcas. La p1el
manos moJ . , p 1
huelga ni siquiera alegan en contra de la hwnedad, del olor, de que1nada, hinchada con profundas gnetas, ~e ,ab~~ . ero ~;
la seJnipenunlbra; son argumentos suficientes para iniciar el obreras, según Marcela Capy, "por indiferencia o por terror ,
IUcNimicnto de fuerza la pobreza de Jos salarios, la competencia se callan; "duern1en o tiemblan".
de !as mujeres la disciplina degradante. Sin embar- El cuerpo femenino sufre, pues, en silencio dentro de la em-
go, ias son tanto rnás agrt.'didas por !os "venenos indus- presa; el dolor, corno otra maldición, forma parte del mundo del
triales" cuantt1 que tienen el hábito, en nun1z;rosos oficios, de trabajo, las mujeres ganan su vida con el su~or de su fr~nte _Y en
utihzar ;;u boca y sus ia.bios cmno lwrrmnicntas indispensables. el dolor. ¿Relaciones tradicionalmente sufnentes de las muJeres
Llevan los dedos a sm. labios para mojarlos con saliva, a fin de con su cuerpo? ¿Hábitos del sufrimiento ~n un m:tndo en que
tomar n1ejor pequeñas tiras coloreadas con productos tóxicos, los mecanisrnos fisiológicos femeninos estan todav1a poco ~stu­
en la cartonería. Las floristas-plumajeras (eran 25.000 en París a diados por la medicina? El eco d~ las pocas voces de traba¡ ado-
cmnienzos del siglo XX) hacen lo mismo para asir más fácilmen- ras que han llegado hasta nosotros no nos perm!!e responder
te los pétalos teñidos con anilina, las plumas provenientes de con certeza; no obstante, se pueden arriesgar respuestas ~osih­
países lejanos y portadoras de polvos nocivos. La encajeras hu- vas. El cuerpo femenino, en el siglo XIX, es un cuerpo s_ufnente,
medecen, pasándolo entre sus labios, un hilo blanqueado con al- es también un cuerpo que no debe mostrarse demas1ad~, las
bayalde. Este empleo de la boca y de los labios como instrumen- mujeres son entonces portadoras, cualquiera sea su categona.so-
to auxiliar puede encontrarse en profesiones masculinas, pero ciat de toda clase de coacciones relativas al pudor; ahora b1en,
su utilización entre las rnujeres pareciera bastante sistemática también en ese caso, son de preferencia los otros, los que hablan
¿Hábitos nacidos de la costura? ¿De prácticas domésticas? En de estos problemas en el taller. Las trabajadoras, cap~ces de de-
todo caso, hábito que las obreras no parecen haber mirado con fender su dignidad, cuando jefes de segunda categona las ofen-
ojo crítico, reivindicándolo más bien por el contrario, como una den con gestos y con palabras fuera de lugar, se quedan cas1 mu-
forma de saber-hacer. ¿Lo hacían por necesidad, ya que permi- das. Por el contrario, algunos patrones hablan del tema para va-
te ir más rápido? ¿Por rutina? nagloriarse de haber restablecido la moral en su empresa, algu-
Con frecuencia, los periodistas enviados con el fin de repor- nos periodistas para denunciar la prom1scmdad (mostrando a
tear a las obreras toman más en cuenta las condiciones cotidia- veces rnujeres provocadoras en su impudor). Deben1~s recurnr
nas del trabajo que a las obreras mismas. Periodistas "burgue- a sus escritos para ilnaginamos ciertos talleres d~ muJeres. Mu!
ses" que entonan la habitual copla compasiva en cuanto se tra- curiosamente, uno de esos cuadros nos lo da el mforme (pubh-
ta de mujeres que trabajan en la industria, periodistas militantes cado por La Emancipadora, imprenta comumsta) del Pnmcr
que quieren arrastrar a las mujeres a la lucha. Es Aline Valette Congreso de higiene de los trabajadores y de los talleres de
quien, en el diario femenino La Fronde, del 24 de febrero de 1898, 1900, no de sabios y de especialistas, smo de obreros que v1enen
a decir ellos .mismos con su experiencia personaL. "las condiciO-
230 IV. Confrontaciones ínterdísciplinarias sobre la divisi6n sexual del trabajo Cuerpos femeninos en el espejo de la empresa - Marie-Hélfne Zy!berberg-Hocquard 231

nes deplorables para su salud en las cuales están obligados ge- las mujeres en su papel "natural" de ama de casa, de esposa y
neralmente a trabajar". Aunque allí participa un cierto número de madre. Curiosamente, este artículo fue citado en: L'Echo des
de delegados de federaciones sindicales, así como personalida- Tabacs; nos gustaría conocer la reacción de las obreras al leerlo,
des. femmistas,. debemos apelar al testimonio de un delegado reacción de indiferencia quizá ante una cantinela conocida. En
varan. Al descnbir el curtido de pieles de conejo, en una atmós- este periódico mensual de la Federación de los obreros y obre-
fera cálida y húmeda, en la que los hombres trabajan con el tor- ras del tabaco, los artículos más tradicionalistas respecto de los
so desnud~, agrega "igualmente trabaja allí una pequeña canti- papeles femeninos son citas de otros periódicos. Modo,. sm d~­
dad de mu¡eres ... Sm ser puritano, no es un oficio apropiado pa- da, para algunos sindicalistas varones de expresar, por mterpo-
ra su sexo, p~esto que se ven obligadas por el calor y el vaho ... sítas personas, lo que no se atreven a dec1r por Sl mismos, en
a ponerse mas que escotadas." empresas donde las mujeres no se sienten ladronas de empleos
de los hombres.
¿Estado? ¿Patrón? Estado-Patrón La situación de los trabajadores del tabaco es particular en
muchos ámbitos, comprendido el de la salud; tienen por J;ahón
Para tratar de encontrar mujeres que no duerman ni tie1n- al estado, que quiere ser en el campo social y en el econ01::nco,
blen Y: además, tomen la palabra, debemos estudiar un grupo un modelo para los jefes de empresa. Sus representantes vmc~­
rmnontano, el de los obreros estatales o más exactamente los lan siempre estrechamente el progreso en el terreno de la cali-
trabajadores de las manufacturas de Tabacos y la de Fósforos. dad de la producción, en el de la productividad, con el meJOra·
Como las mujeres son allí ampliamente mayoritarias, sobre to- miento de las condiciones de trabajo.
d? en las del Tabaco, se puede oír su voz en la empresa y más " La gestión directa del monopolio de los fósforos trae consigo
aun en los Congresos sindicales. Se puede igualmente esperar la obligación para el estado de instalar sus m~nufacturas e~ las
que, cuando se denu;'cian ataques a la salud o a la integridad mejores condiciones de higiene y de segun~ad y, al rrusmo
corporal de las traba¡adoras, no sea simplemente un modo de tiempo, de realizar allí, en un aspecto matenal, los progresos
lucha contra la competencia femenina, como en el articulo fir· que los fabricantes extranjeros buscaron ~in cesar desde hac_e
ma?o A. D., aparecido en 1899, en Le Réveil de la Mécanique. Des- una década, con el doble objetivo de reduCir sus gastos de fabn-
pues de haber estudiado la mortalidad infantil, el autor agrega- cación y de mejorar las condiciones de trabajo del obrero" 4 .
ba: El Estado patrón se preocupa primeramente por el espacio
"Se señala la tisis algodonera, la resonancia del telar mecánico de trabajo; una bella manufactura es, a la vez, una herramienta
en el pecho de las tejedoras, el calor de los locales donde se es- eficaz y una halagadora imagen de marca ofrecida al co~sumi·
tampan y aprestan las telas. En la industria de la seda, nos de- dar. Las primeras manufacturas habían ocupado edificiOs Jm·
nuncian la selección de los capullos y el cardado de la filoseda, provisados, granja y ex molino en Lill~, abadía en Toulouse.:.
la una con el mal de la cintura pelviana, los vómittlS, las fiebres, Pero, poco a poco, se construyen edificiOs ~daptado~, concebi-
el otro con las oftalmías. En otra parte se señalan las talladoras dos por arquitectos y sobre todo por mgemeros. Estan eqmpa-
de cristal, siempre indinadas sobre sus ruedas, siempre con las dos con "mecanismos" que limitan la fatiga y los peligros, res-
manos en el agua, aspirando restos de vidrio".
Denuncias imprecisas de variadas enfermedades en Jos ofi- 47-Eb;cte sur la situation de l'exploitation de !'industrie des allumett~ en
cios más diversos, como podría catalogar cualquier reportero Angleterre, Belgique et France", por Caron (administrador), in Memonal des
escaso de tema y cuya finalidad no es otra que la de encerrar a manufactures de 1' Etat, T.ll.
Cuerpos femeninos en el espejo de la empresa- Marie-Hél€ne Zylberberg-Hocquard 233
232 IV. Confrontaciom•s interdisdplinarias sobre la división sexual de! traba¡('

pias leyes acentúa aún esta inlpresión. Como los directores de


ponden a las normas de higiene. Un ingeniero, Carvallo, hizo
numerosas manufacturas rehúsan aplicar en su totalidad la Ley
instalar en la rnanufactura del Gros Caillou un montacarga, en
del 10 de mayo de 1898, Jos sindicatos se dirigen a su ministro
1888. Ve en él una doble ventaja: antes, el transporte se hacía al
de tutela, quien da la razón a los directores. No se especifica en
hombro, "resultaba que ese servicio era bastante fatigoso y que
ese texto que la ley se refiere también a las manufacturas del es-
el puesto estaba desacreditado entre el personaL. Pero se pudo
tado; sobre todo, que no debía esperarse ninguna ventaja indi-
instalar un montacarga hidráulico que si bien, en verdad, no ac-
tivaba notablemente las manipulaciones, disminuyó mucho la recta de su aplicación.
fatiga de los hornbreadores y, en consecuencia, .facilitó su reclu- El problema del fósforo blanco es una excepción a esta regla.
tmniento". En esos hermosos edificios, se necesita una buena he- En Francia se utilizaba desde hacía largo tiempo, cuando en
iqu'-~ t.·s una buena herramienta para un ingeniero del 1890 la fabricación de Jos fósforos se convierte en monopolio
qui.:' inventó una máquina para rellenar mecánica- del :stado. Los consumidores estimaban mucho este tipo de fós-
utcn!'v scafcrlaJí:'', nunH.'f0:>03 Ü'stinwnius t'scritos. Ln foros: se encendían rápidamente sobre cualquier superficie, aun
lSWi, cu una "Mcmt)ri<J", su invento u.nnparando 1a si- sobre la tela algo rugosa de una vestimenta y, sin embargo, se
tu.ación anterior a la cre<.tda gracias a su descubrirnú:nto. Coxn- los podía poner en el bolsillo sin guardarlos en una caja. La ela-
prueba que "el relleno de tabaco a mano es una de las operacio- boración del fósforo blanco era poco costosa, su confección era
nes más ünportantes del ernpaquetado, tanto por la fatiga que simple, muy fraccionada, las obreras aprendían el oficio muy rá-
causa en las obreras como por el be·mpo que exige", y que la má- pidamente, mientras que algunas obreras del tabaco eran peo-
quina instalada en 1888, en El Havre, "disminuye en gran pro- nas poco calificadas. Una monografía de la Escuela de Le Play:
porción la fatiga de las obreras y el n1anteninüento de las má- "El peón con fan1i.lia numerosa de París" (antenor a la creacwn
quinas", pero que "su rendimiento apenas aumentó". Con la del monopolio de Jos fósforos, que data de 1860, aunque lasco-
máquina de em.paquetar de su invención, por el contrario, no sas cambien lentamente ... ), muestra que, en la región parisina,
solamente se atenúa la fatiga de las obreras que no deben mane- esas mujeres eran con frecuencia mieJnbros de familias reciente-
jar un material pesado, sino al m.isn1o tiempo, la empresa econo- mente llegadas a la ciudad, de "esas familias de agricultores
miza mano de obra y el consunüd.or recibe liD producto de me- muy ignorantes y miserables que vienen del este y cuyos miem-
jor calidad. El estado pues, se preocupa por la salud de sus obre- bros ejercen profesiones que no exigen una habilidad o una n:-
ros, tanto más cuanto que emplea sobre todo mujeres (varios in- teligencia desarrolladas ... Las mujeres trabajan en la rndustna
genieros insisten en este punto), pero un cambio, una innova- de los fósforos químicos".
ción sólo se justifican si, alinejoramiento de la condición obrera Pero el fósforo blanco es un terrible veneno que provoca en
se agregan ot:ras adquisiciones: facilidad de contratación, au- las obreras lo que se llama: necrosis maxilar fosforada o, en los
mento de la productividad, mejor calidad del producto. Los de- medios industriales, el"mal químico" que ataca rápidamente a
legados al Octavo Congreso de la Federación de obreros y obre- los huesos de la mandíbula inferior, luego a las encías, produ-
ras del tabaco son plenamente conscientes al respecto, cuando ciendo la caída de los dientes, por último a la estructura ósea de
uno de ellos afirma, en 1898: "El señor Bélot ha dicho que si pu- todo el rostro con terribles mutilaciones que muy pronto, impre-
diera inventar una Ináquina para suprimirnos a todos, lo har:ia". sionaron a la opinión pública. Los médicos testigos de las con-
¿Estado patrón-benefactor? Sí, cuando puede lograr una venta- secuencias del empleo del fósforo blanco6, las habían atribuido
ja como productor. Su actitud frente a la aplicación de sus pro- 6 Los Primeros fósforos fosfóricos se inventaron en 1831, pero el.pro~edimiento
r.:···------
:J Scaferlati: Tabaco cortado finamente para la pipa o el cigarrillo (Diccionario no se adoptó. En 1833, se fabrican, por primera vez en Francta, fosforos con
Robert, nota de las traductoras). fósforo blanco.
234 IV. Confrontaciones interdísciplinarias sobre la dívisión sexual del trabajo Cuerpos femeninos en e! espejo de !a empresa - Marie-Héléne Zy!berberg+Iocquard 235

primeramente a otras causas: escrófulas, reumatismo, alcoholis- El estado no solamente gasta más dinero de lo razonable, si-
mo ... pero, desde 1845, un médico vienés demuestra que se tra- no que al parecer se lo embauca; la comisión mencionada más
ta de una enfermedad profesional debida a la acción de los va- arriba presenta, en vctubre de 1896, diferentes informes, y un
pores de fósforo sobre los dientes y los huesos. A partir de esa médico, el doctor Vallin, refuerza esta impresión al denunciar:
fecha, en todos los países europeos que emplean este procedi-
" ... una tendencia de parte de los obreros fosforeros y, aun de
miento, har médicos que denuncian su peligro. Descripciones parte de los médicos llamados para asistidos, a vincular todas
del mal, mas horroros~s las unas que las otras, se difunden, pri- las enfermedades al fosforismo: gingivitis simples, úlceras de la
mero en ~os medros medrcos, luego en el público. Desde que se boca (en un caso la úlcera era probablemente sifilítica), caries
establecw el monopolio en Francia, el Estado se encontró con- dentales con periostitis de vecindad (inflamación del periostio),
frontado con este problema de salud. Y a partir de Jos años '90, afección cardíaca, albuminuria, cirrosis, parálisis, aun tisis pul~
tratade llevar una política social de apaciguamiento y de justi- monar y hasta alienación mental".
Cia._ El12 de ¡umo de 1893, Míllerand hace votar una ley sobre la El médico, en conclusión, se pregunta qué parte hay que atri-
hrg1ene Y la seguridad de los trabajadores. Se establecen enton- buir al fosforismo y cúal corresponde "al alcoholismo y a los ~x­
ces medidas profilácticas esperando dominar el mal: ventilación cesos". Una comisión enviada a la manufactura del Gros Caillou
de los talleres, limpieza mediante un barrido frecuente, pintura donde examina el estado de salud de 226 obreros y obreras que,
regular de los locales; se prohíbe a las obreras beber y comer en desde varios meses atrás, daban parte de enfermos, encuentra
el taller (se sabe que este punto del reglamento es difícil de apli- 189 personas "jóvenes, vigorosas y válidas"; de ellas 65 retoman
car, ya que se recibe como una vejación); se instalan vestuarios el trabajo, 124 con dientes cariados son despedidas con una pe-
con lavabos para que las obreras se enjuaguen la boca varias ve- queña indemnización, 12 obreras, "antiguas empleadas no en-
ces al día; hasta se trata de prevenir el mal con una distribución fermas pero ya un poco debilitadas y cuya capacidad de trabajo
de vasos de leche; se llevan a cabo regularmente visitas de mé- había disminuido" son retiradas del servicio con una pequeña
drcos y de dentistas. Sin embargo nada cambia. Existe una solu- renta vitalicia que completará un salario ganado en otra indus-
ción, fabricar fósforos llamados "suecos", pero la clientela re- tria. La jubilación sólo se ofrece a 10 personas reconocidas como
chaza ese tipo de producto, más caro y que no se enciende sobre enfermas y 15 son puestas en observación o en tratamiento8 • En
cualqmer superficie. En definitiva, las fosforeras, obreras no ca- esa lucha rigurosa entre el estado- patrón, preocupado por una
lificadas, cuestan caro porque caen enfermas. Estas mutiladas buena gestión, y obreros (sobre todo obreras) que tratan de ha-
designadas con el nombre de "necrosadas" recibían una indem- cer reconocer y pagar sufrimientos más o menos vinculados con
nización que podía alcanzar los tres cuartos del salario medio el trabajo, el primero ganó muy ampliamente; a tal punto que,
pagado en la profesión. Era imposible negar la existencia de una mientras durante los once primeros meses de 1896, había debi-
enfermedad profesional, pero ¿quiénes estaban realmente afec- do pagar 450.000 francos de indemnizaciones a los obreros con
tados? ¿En qué grado? interrupción de trabajo por enfermedades, para el año 1897, la
"Cuando en 1876, más de un tercio de las 650 obreras de una de suma pagada se eleva a 42.000 francos. El autor del informe que
las 6 manufacturas del estado fueron afectadas por necrosis y había obtenido tan brillante resultado lo terminaba, en forma
como consecuencia, las indemnizaciones por enfermedades s~
brepas~ron las Sl;l~,as pr.evistas en el presupuesto, el gobierno bastante extraña, con una definición de la "extensión del peligro
no~bro una comiston a fm de estudiar esta cuestíón y presentar al que una interesante población obrera escapó felizmente". Es-
un mforme"7.
ta frase prueba la existencia de un cierto malestar entre esos
7
P~~Iication N" 4 de l'Assemblée Internationale de la protection légale des tra-
vatlleurs. 8 Revue d'hygiene, n"2 (1897) y doctor Courtois: "Suffit le Phosphore profession~
nel", citados en una publicación de la Oficina del Trabajo: Les poisons indus~
triels.
Cuerpos femeninos en el espejo de la empresa- Marie-Hél€ne Zylberberg-Hocquard 237
236 JV. Cnnír(lilL1:·ioW'S interdisciplinarias sobre !a división sexual del trabajo

diferente. Algtmas fábricas sólo poseen cuartos de baño y, nos


hombres de ciencia al. servicio del estado, malestar que proba-
dicen los sindicalistas, no siempre provistos de agua aunque
blemente sintieron también los directores, los ingenieros de las
1nás no sea fría; en otras, se distribuyen bonos para usar baños
manufacturas, y que los condujo a proseguir sus investigacio-
públicos, pero en forma muy irregular. Mu~h~s f.ábricas .e~veje­
nes.
cidas 0 a veces superpobladas no tienen n1 s1qu1era suhc1enJes
En 1897, dos ingenieros, Sévene y Cahen, hacen remplazar el lavabos para todo el personal, los vestuarios son escasos. Los
fósforo blanco por una 1nezcla de potasio y sesquisulfuro de fós- trabajadores del tabaco no pueden tener todos ves~iment~s pro-
foro, producto inofensivo. Al mismo tiempo, los periódicos por vistas por la en1presa; además, las mujeres no ree1ben mas que
su lado realizan una campaña para mostrar a los consumidores el género y deben confeccionar ellas mismas sus delantales. La
Lrs corbz~ClH.mcia~; de ~;u empccinanüento en reclamar fósforos situación es, por lo m.enos, desigual según las rnanufacturas~ No
fosfor;·Kios: la decadencia fbica de mujen's que entraron se puede hablar de política global de parte del estado-patron Y
y lindas a ld fábrica. partir del l." de octubre de 1898, las molestias de posible vinculación con la n1cotma no son reco-
Jas rnanufacturas francesas no cr:nplcan más fósforo blanco. El nocidas como enfermedades profesionales. Los médicos están
_problerna csL:l .c.oluclonado, Jo que pcn:nitc afirmar que en las atentos fundamentalmente a los embarazos difíciles, a los abor-
Inanufacturas de fósforos las enfermedades profesionales desa- tos espontáneos, a la mortalidad fetal, a los recién r:acid~s débi-
parecieron. ¿El caso del fósforo blanco es, por lo tanto, particu- les; reconocen que las parteras les suministran tes_ tlmonws. bas-
lar? No totalmente, puesto que M. L. Bardot, para la Exposición tante alarmantes. Pero se preguntan si esta situadon es deb1da a
Universal de 1900, en un Informe sobre tabacos y fósforos re- la nicotina o al hecho de que las 1nadres formen parte de las
cuerda que "desde el día en que la explotación directa fue con- nclases pobres", sean trabajadoras aséllariadas, o quizá alcohóli-
fiada al estado( ... ) el esfuerzo de sus ingenieros tuvo un doble cas. Y, generalmente, se contentan con recom~~1dar a las ~adr~s
objetivo, por una parte, la búsqueda de una máquina de fabrica- lavarse las manos antes de amamantar a su nmo o, con d1suadu
ción continua, por la otra, el descubrimiento de fósforos cuya a los directores de instalar guarderías, una pieza para amaman-
preparación no presentara ninguno de los peligros inherentes a tar dentro mismo de la empresa; además, no están todos de
la manipulación de pasta sobre la base de fósforo blanco". Por acuerdo sobre esta última cuestión.
lo tanto, hay siempre dos objetivos, pero el técnico se impone al
Atento a la infancia, porque está empleando sobre todo a
sanitario.
mujeres, el estado-patrón desea también ofrecer una ~agen ~e
El estado parece haberse preocupado poco por otro veneno: empresario solícito para con las trabajadoras que estan enve!e-
la nicotina. En el siglo XIX, se conocen los peligros de la nicoti- dendo; un senador al presentar ''nuestro instrumental naciO-
na, pero ésta es nociva de una forma más solapada que el fósfo- nal" (Naire outillage national ), en momentos de la Primera Gue-
ro blanco. Los directores, sin embargo, insisten en sus escritos rra Mundial, afirma que en las manufacturas del tabaco, junto a
en la necesidad de hacer respetar un cierto número de medidas las máquinas recientes que exigen de parte de las obreras e~ den-
de higiene a las obreras, que ellos presentan como negligentes, das rápidas, se conservan algW1aS antiguas, un poco seme~antes
insisten en la dificultad para sensibilizarlas hacia los peligros, a los aparatos que los hombres utiliz~1 ~a:a armar el__!os mismos
en el hecho de que los reglamentos sólo son eficaces cuando se sus cigarrillos: "este procedimiento es mfm!lamente mas lento y no
obtiene la adhesión de las trabajadoras. Tenemos pues, la impre- tiene otro mérito que el de asegurar trabajo hasta el fin de su carrera a
sión de encontrarnos ante directores concientes de sus deberes obreras que el estado se obligaba a no privar de su sustento".
frente a una clase obrera irresponsable. La realidad es un poco
238 IV, Confrontaciones interdjsciplinarias sobre la división sexual del trabajo Cuerpos femenínos en el espejo de la empresa - Marie-Hélene Zy!berberg·Hocquard 239

El Estado navega entre dos obligaciones, la de ser un mode- Ocho días bastan a las unas y a las otras para ejercer el oficio y
lo de patrón social y la de ser un buen administrador. Su situa- dos o tres, a veces seis, para adquirir rapidez, precis~ón, resis-
ción particular le hace temer, a la vez, llevar demasiado lejos a tencia.
los patrones del sector privado y ser engañado por obreros que Esta clase obrera del Estado, feminizada en proporciones ja-
piensan qmzá que las cajas del estado no tienen fondo: más alcanzadas en otros sectores industriales, salvo en los texti-
"Actualmente, en las manufacturas del estado, nadie se intere- les a comienzos de la Revolución Industrial, está muy sindicali-
sa, nadie se atreve a reprimir el despilfarro, en materia prima co- zada. El primer sindicato de obreros y obreras del tabaco nace
mo en mano de obra, porque el monedero que está en danza es en Marsella, a partir de 1886, luego de una huelga victoriosa.
el del contribuyente. Es necesario que los sindicatos de las ma~ Observemos que, aunque sólo contaba en el momento de su
nuf~cturas se compenetren de la importancia del papel que de-
fundación con 98 miembros, establece inmediatamente una Ca-
ben Jugar ante una situación semejante" C. Mannheim (ingenie-
r~) de tabacos), La condition des 01wrihes da11s les manufactures de
ja facultativa de socorros mutuos en caso de enfermedad (cuya
1 Etat, 1902. cotización mensual se eleva a 50 ¡centavos). Poco a poco, todas
las manufacturas se proveen de un sindicato acompañado 0' no
de una caja de socorros mutuos. En 1895, habiendo votado el
La acción de las obreras en las manufacluras del Estado parlamento un crédito de 211.000 francos para repartir en auxi-
lio de los enfermos, el director general de las manufacturas del
Frente al estado-patrón, se encuentran menos de 30.000 obre- tabaco decide, por un reglamento del6 de julio de 1895, que úni-
ros Y obreras; hay pocos hombres, empleados sobre todo como camente los miembros de una sociedad de socorros mutuos po-
encargados de depósito o mandos medios y directivos. En las drán ser auxiliados y funda la sociedad "La Mutualité" que, por
~anufacturas de fó~~oros trabajan fundamentalmente mujeres otra parte, tiene poco éxito. La salud, o por lo menos las ayudas
¡ovenes, sm cahficacwn pero hábiles para hacer valer su destre- en caso de enfermedad, constituye un desafío entre el movi-
za, sobre todo a partir del momento en que la fabricación se ha- miento obrero y el estado-patrón. Este último creó "La Mutuali-
ce "continua"; y en las manufacturas del tabaco existen posibili- té" para debilitar a los sindicatos ligados a una gestión obrera
dades de carreras femeninas. Allí se entra casi niña todavía se independiente de las sociedades de socorros mutuos. Sin em-
sale. ~ciana, co~ algunas interrupciones, a veces, por razo~es bargo, en 1897, la Federación de obreros y obreras del tabaco,
familiares o por mcursiones hacia otras profesiones. Se abando- nacida en 1892, negocia para que las ayudas estatales sean dis-
na la manufactura para convertirse en ujubilada", en #rentista", tribuidas entre todos los trabajadores y no únicamente entre los
co~o dicen los otros con envidia; en 1862, el gobierno había de- mutualistas y logra ganar la causa. De este modo les retira a los
Cidido obligar a sus obreras a formarse una pensión vitalicia pa- directores un medio de presión sobre los obreros pero, al mismo
gando regularmente una pequeña cotización. En estas empresas tiempo, al reivindicar a todos, debilita su papel ante ciertos
s:_encuentran.a su vez un pequeño número de obreras muy ca- obreros poco reivindicativos y ligados a un sindicato dispensa-
lificadas: las cigarreras a mano o a molde, que reciben un largo dor de servicios.
aprendizaje (sólo se convierten en verdaderas obreras al cabo de Los obreros del fósforo fundan su primer sindicato en marzo
dos años), y mujeres que trabajan con máquinas, a quienes no se de 1890, tres meses después de la creación del monopolio; tam-
les pide más que "cualidades femeninas", "destreza manual" bién en este caso la manufactura de Marsella toma la iniciativa,
para las viñetistas; atención sostenida y cuidado para las pesa- que será pronto seguida por las otras cinco.
doras o una cierta fuerza muscular para las empaquetadoras.
240 IV. Confrontaciones interdisciplinarias sobre la división sexual del trabaj(l Cuerpos femeninos en el espejo de la empresa - Marie-Héléne Zy!berberg-Hocquard 241

Una presencia sindical muy activa en todas las empresas, caciones sindicales locales corresponden a los deseos de las
una tasa elevada de sindicalización, sindicatos (sobre todo en el obreras, si se cree lo que dicen ciertos periodistas. Uno de ellos,
Tabaco) en los que las mujeres están presentes, son dinámicas y en 1889, en ocasión de una nueva huelga de los obreros del fós-
toman a menudo la palabra en los congresos (más que los varo- foro cuenta sus recuerdos. Era antes de que el uso del fósforo
nes, e1las aclaran que se expresan en nombre del conjunto de las blanco fuese prohibido; algunos periodistas, en Aubervilliers,
obreras de su taller, de donde toman ejemplos concretos), éste encuestaban a la población que, llegada la noche, "ha escapado
podría ser el medio de descubrir la expresión de un pensamien- por fin a las prisiones y a los leprosarios del trabajo": :1na obre-
to obrero en lo cotidiano, de una opinión obrera sobre la vida de ra muy joven se les aproxima para participarles su fehc1dad. Ella
todos los días. Se habla de muchas cosas en los congresos y en espera estar pronto en la misma situación de la "Gran Juana"
los artículos de L'Echo des Tabacs: sala.rios, disciplina, mecaniza- quien, fosforera desde seis años atrás, acabó por obtener 1500
ción, jubilación ... pero muy raratnente de enfermedades, n1ales-· francos "por su enfermedad del fósforo". Desde que traba¡aba
tares, envejecimiento del cuerpo. en la manufactura, hacía un año, esperaba esta suerte. Porque,
A pesar de :cllgunas tentativas par::1 asirnilar a los obreros es- afirma al periodista : "Casi todos pasamos por ahí a la larga"-
tatales a funcionarios, el derecho de huelga les es reconocido y Desgraciadamente, en su familia, "todos tenen1?s. ~olmJllos de
saben aprovecharlo. Las huelgas son numerosas y llevadas ade- perro". Por fin, en la misma mañana en que perc1b10 en su n1an-
lante con energía, pero las reivindicaciones son, salvo excepcio- díbula, que escrutaba con esp¡;,_~ranza cada día, el primer punto
nes, bastante tradicionales. Aumento de salarios y lucha contra negro:
los reglamentos minuciosos ocupan el primer lugar. Raramente "¡Cómo bailoteé de alegria!, decirlo no es nada ... Comprenda
se abordan los problemas de salud en la empresa o fuera de ella. que en un año, en dieciocho meses cuanto más, tendré mis 1.500
No obstante hay una excepción: la necrosis maxilar y su cortejo francos y podré casarme con Ernesto que me espera desde su
de invalidez no pueden ser ignorados. En 1893 y 1895, los obre- vuelta del servicio militar" 9 .
ros del fósforo lanzan una huelga que pronto se generaliza y al- ¿Historia del periodista? ¿Procedimiento destinado a emo-
canza a las seis manufacturas; los obreros piden aumentos de cionar al lector? Quizá; sin embargo, lo que se sabe por otras
salarios, mejores condiciones de trabajo, la Federación del fósfo- fuentes permite afirmar que no se está lejos de la verdad.
ro aprovecha para enfrentar al estado-patrón con sus responsa-
El otro "veneno industrial", la nicotina, parece dejado de la-
bilidades: es imposible que el ejercicio de un oficio lleve rápida-
do tanto por las trabajadoras y los sindicatos como por el Esta-
mente a la degradación física. Los sindicatos tratan de obtener el
do-patrón. Es verdad que se trata de la materia prima de la em-
apoyo de la Facultad de Medicina de París y de la opinión pú-
presa. En 1895, Chartier, sindicalista en Nantes, habla del terna
blica recurriendo a los periodistas para denunciar Jos sufrimien-
incidentalmente durante una de sus intervenciones, rnostrando
tos soportados. La huelga en los dos casos se acaba progresiva-
así que el problema no es desconocido:
mente con negociaciones entabladas manufactura por manufac-
tura; sin embargo, jamás al final de las negociaciones se procla- ~~Nosotros, simples obreros y obreras abandonados, perdemos
la vida por la nicotina, veneno lento pero seguro; lo que hace
ma oficialmente la ilegalidad del fósforo blanco, mientras los
que (desgraciadamente ustedes lo olvidan con_ d~ma~~a~,a fre-
sindicatos se vanaglorian de haber obtenido para las obreras en- cuencia), apenas el cinco por ciento llegue a su JUbtlaciOn .
fermas toda una serie de indemnizaciones, cuyo monto se calcu-
la minuciosamente según el grado de sus lesiones. Las reivindi-
9 Le petit Bleu, 18 de octubre de 1899.
242 IV. Con(rontacíones interdiscíplinarias sobre la división sexual del trab<lio Cuerpos femeninos en el e$pejo de la empresa - Marie-Hélene Zylberberg-Hocquard 243

. En el tabaco, donde la jubilación existe desde hace largo "El "surmenage" es un mal muy real y contra el que es ind~s­
tiempo, el smdrcato se pregunta en qué estado llega el obrero a pensable poner en guardia a las obreras a pesar de ellas mis-
ella; la jubilación convertida en un derecho del trabajador cons- mas". (C.MANHEIM, 1902)
tituye un terreno de lucha. Aunque, a veces, la consideración Imagina para eso un sistema de castigos bastante original,
~el estado de salud, del desgaste del cuerpo del trabajador sea porque existe un medio para "maoejar a las obreras": el orgull_o;
un1camente un argumento entre otros y quizá no el más impor- cuando una obrera acelera demasiado el ritmo en la fabncac10n
tante, para obtener la reducción de la edad de jubilación. La he- de productos de calidad, "para evitar la multiplicación de los ci-
rencia profesional es un fenómeno bastante frecuente y hasta garros defectuosos", prueba de un agotamrento t?tal de la obr;,-
desead~ en el tabaco: la hija sucede a su madre, por lo tanto, la ra, hay que establecerle "un máximo de produccron mdrvrdual ,
Jubilact~n a los 55 años es considerada, en primer lugar, como así, no se verá impulsada a aumentar su cadencia para aumen-
un medw de crear entpleos para los jóvenes, ulos mayores no tar su salario; a veces esta medida es insuficiente. Un solo recur-
deben trabajar a expensas de Jos La ciudadana so contra la obrera demasiado rápida la hará pasar de un taller
coby etnplea un argun1ento del mismo ordenf en el Congreso de de productos de calidad superior a un taller de product~s de ca-
1905, cuando ve en la jornada de 8 horas un medio de contratar lidad común; como ella produce rápidamente, su salano no se
a los jóvenes. La reducción de la edad de jubilación es una suer- mueve, "pero sufre en su amor propio y va a tratar de correglr-
te de victoria sobre la explotación; es la posibilidad de ser paga- se para reencontrar la dignidad de su antiguo puesto". Enlama-
do para no hacer nada, después de haber agotado cotidiana- nufactura, queda un lugar para una especie de, gusto por la com-
mente su fuer;,a de trabajo durante años. Desde esta óptica, el petencia deportiva muy ale¡ado de la relacwn de sufrimiento
envenenamiento por la nicotina~ aunque a veces conduzca a la con el cuerpo, de la que hablamos más arriba, Esta actrtud se da
ceguera, es una amenaza lejana y desdeñable; visto que los re- más bien en las obreras del tabaco que en las trabajadoras del
glamentos de seguridad e higiene son padecidos como un ata- fósforo. Si en 1895, las cigarreras de Riom piden un aumento de
que a la libertad individual: "¡qué suplicio, la visita cada mes a velocidad no es sólo para mejorar sus salarios, sino también,
1~ clínica de~~al!"11, la misma es vivida como un obstáculo para afirman, porque se sienten capaces de ello. Mientras, en 1893,
e¡ercer el ohcw, como una molestia que impide a la obrera ser las envasadoras de fósforos reclaman detenciones menos fre-
producl!va. Y por lo tanto, ganarse la vida. Obreras de Trélazé cuentes de sus máquinas, a fin de fabricar 5.000 cajas Y ganar
se ponen en huelga en 1890 porque se les impone "un modo de más de un franco cincuenta por día. L'Eclwdes Tabacs hace recor-
traba¡o prescnpto por la seguridad", sin pagarles la "retribución dar a las jóvenes cigarreras que ellas olvidan a las obreras a
especial" que se les había prometido. quienes la edad privó de su agilidad y de su destreza 12 •
P~ra ciertas obreras, en sus relaciones con la organización del Máquinas y cadencias son para las dos federaciones sindica-
trabajo, con la máquina, no sólo el dinero entra en considera- les (que se unificaron en 1899) una ocasión de introducir en sus
ción, sin? u':a especie de gusto por la competencia, por sobrepa- discusiones problemas de salud y necesrdades del c~erpo en el
sarse a SI mrsmas. El mgeniero C. Mannheim que es un partida- taller. Las máquinas empaquetadoras de tabaco susCJtao funda-
no convencrdo del salario por pieza producida, porque alienta mentaimente intercambios de puntos de vista muy ricos. La po-
la productivrdad y un trabajo de calidad, reconoce que: lémica se inicia en torno a la vieja máquina hidraúlica, que exi-
lO ibidem.
ge importantes esfuerzos musculares de parte de la empaqueta-
11 A. Valette en La Fronde el24 de febrero de 189K
12 L'Echo des Tabacs, noviembre 1895.
244 IV. Confrontaciones interdisdp!inarias sobre la división sexual del trabajo Cuerpos femeninos en el espejo de la empresa Marie-Hé!ene Zylberberg-Hocquard
+ 245

dora (una de las tres obreras a su servicio). Es entonces cuando de un cambio que modifica los hábitos, la noción de desgaste en
se plantea el problema de la definición de un puesto de trabajo el trabajo se desprende más fácilmente; como Sl el hecho de es-
femenino y de un puesto de trabajo masculino. En el Comité capar de la rutina permitiera tomar conoencm de la ex1stencm
Sindical Federal de enero de 1899, Sabaty (de la fábrica de Pan- de su cuerpo. Un cuerpo muy ignorado, que queda muy oculto
tin) es aprobado por muchos de sus colegas, incluidas mujeres en estos talleres femeninos, vistos a través de nuestras fuentes;
como la ciudadana Jacoby, cuando declara: ellas no nos permiten, por ejemplo, oír a una sola mujer que se
"Para dar algunos informes sobre el empaque de cinco hectos, a quejase de ese olor a nicotina que, se ~ecía en las ciudades de
menudo las mujeres resultaron heridas y para abreviar todo re- manufacturas, permitía reconocer de le¡os a una obrera del taba-
clamo, hemos pedido, dado que el trabajo es demasiado penoso, co, especie de estigma indeleble del trabajo, muy desagradable,
que sea ht:cho por varones". sobre todo para jóvenes coquetas que, como se presume, ~o ex-
Pero Fraxe teme protestas en ciertas fábricas, y se compren- halan malos olores, salvo suaves efluvios. Quizá las que de¡an la
de por qué, así com_o se acüvina una de las causas del deseo de manufactura para probar otros oficios, corno el de modista, ex-
confiar el puesto a varones, cuando st:~ lec la continuación de la presan entre otras cosas el horror de esta presencia maloliente
intervención de Sabaty, hablando de la fábrica de Pantin, donde del trabajo que permanece pegada a su cuerpo. ¿Las otras que se
el trabajo se confió a los hombres: "El empaquetador y el que pesa quedan no hablan de este problema por vergüenza, por pudor,
ganan el mismo jornal y la colocación de las viñetas es hecha por mu- 0 porque se resignan, al entrar en el taller, a que su c~er~o no
jeres". La empaquetadora estaba mejor paga que las otras dos sea más que un engranaje industrial cuya sal~aguard1a solo se
obreras. La actitud en el Congreso de Riom de ciertas obreras puede reinvindicar como máquina de produor?
del empaque hidraúlico, al reclamar no la prohibición a las mu- Se habla mucho de maternidad pero las obreras del estado
jeres de la función de empaquetadoras, sino un aumento de sa- no parecen, salvo excepción, tener familias n:~Y numer~sas. Se
lario y que se las cambie de taller cuando estén demasiado ago- puede entrever su interés por la anticoncepc!On, a traves de la
tadas, se explica de la misma forma. Otras piden que el puesto publicación en su diario sindical, en mayo de 1912, de una pu-
sea reservado a las más jóvenes; remplazan pues la oposición blicidad para un folleto de un grupo neomalthus1ano, aunque se
trabajo masculino 1trabajo femenino por la oposición trabajo de precise que esta lectura sería útil a las "com?añeras de los traba-
jóvenes/trabajo de mujeres de mayor edad. Más tarde, cuando jadores", ¿por qué no dirigirse a ellas llamandolas senClllamen-
se introduce la máquina empaquetadora del ingeniero Bélot, te obreras? Quizá porque los periódicos sindicales pubhcan SIS-
que debía facilitar la tarea de la obrera, este hecho desata en temáticamente este anuncio sin tener en cuenta la personalidad
cambio tm movimiento de resistencia prolongado. En octubre de sus lectores.
de 1899, estalla en Burdeos una huelga contra su instalación. Algunas obreras pueden todavía, en ciertas ocasi.o:'es, den-
¿Por qué? Probablemente, en primer lugar, porque su introduc- tro de la fábrica, reencontrar su rol de cuidadora trad!cton~l. Un
ción produce una b;¡ja de los salarios; pero también porque, si médico está ligado a la empresa pero, si bien siempre esta pre-
bien parece disnlinuir el esfuerzo muscular, aumenta la fatiga sente en el momento de la contratación, no lo está perma':ente-
nerviosa por la atención que exige. Las obreras de Burdeos re- mente y no se puede llamar a un médico para males bemgnos
chazan la presencia de sus dos colegas venidas de París para en- pero frecuentes: pequeñas heridas, esquunosts, cefaleas ... En el
señarles el uso de la nueva máquina, y las califican como "ver- Congreso de 1904, se trata mucho sobre enfermerías que todas
daderas profesoras de sunnenageo. Con frecuencia, en ocasión las manufacturas poseen o deberían poseer. Ttenen, por lo me-
246 IV. Confrontaciont:s interdiS<:ipllnarias sobre la división sexual del trabajo

nos, un botiquín cuyo contenido, por reducido que sea, permite


ofrecer los primeros auxilios. A menudo, la dirección confía la Libertad e igualdad Libertad o igualdad
m

responsabilidad de la enfermería a una de las obreras y estas úl- (1892: ley que prohibe, en Francia,
timas parecen aprobar esta práctica. Las discusiones están cen-
tradas en su formación: junto al médico y en el hospital; y sobre el trabajo nocturno de las mujeres)*
los peligros vínculados al hecho de que los cuidados que brinda MARIE-HÉLÉNE ZYLBERBERG-HOCQUARD
corresponden a alguien cuyas manos están perpetuamente en
contacto con la nicotina. Pero acudir a rma enfermera diploma-
da es descartado por la mayoría de los síndicalístas presentes.
Una profesional escogida por la dirección podría ser una religio- La votación de la ley de 1892, que prohibe (entre otras cosas) el
sa y el movimiento sindical sigue muy marcado por el anticleri-
trabajo nocturno de las mujeres: una ocasión para abrir un de·
calismo. Una enfern1era laica es tam.bién sospechosa: como el
médico, ella puede convertirse en la auxiliar de la dirección y bate sobre la noción de igualdad y de libertad
hasta en su espía; alguien tornado fuera del grupo obrero se in-
clínará del lado del patrón. ¿La enfermera profesional no tende- La legislación del trabajo era casi ínexistente en Francia, a fi-
rá a apurar el retorno de los enfermos al taller? La compañera de nes del siglo XIX, y se refería únicamente al trabajo de los niños
trabajo comprende la necesidad de una ínterrupción en la tarea. y de los jóvenes de muy corta edad, en los establecimientos ín-
Para terminar, debemos evocar un aspecto un poco al mar- dustriales. Nuestra primera ley data de 1841 y se ongma en la
gen de la cuestión; en el siglo XIX, se conocen los efectos del ta- encuesta del médico Villermé. Prohibe, en especial, hacer traba-
baquismo y los obreros del tabaco, al no poder ignorar que su jar a los niños de menos de ocho años; la completa en 1874 una
trabajo consiste en suministrar un veneno a los consumidores, nueva ley que trata de proteger más eficazmente a la mfanCJa.
en especial a los otros trabajadores, hacen responsable de ello al En 1879, al presentar el primer proyecto del texto que se conver-
régimen capitalista. tiría en la ley de 1892, Nadaud se propone mejorar nuevamente
"A pesar de los esfuerzos de las sociedades creadas para comba- las leyes de 1841 y de 1874, íncompletas y demasiado timoratas,
tir el uso del tabaco, cuyos efectos sobre el organismo fueron re- para algunos diputados. Cuando en 1885, impulsa una nueva
conocidos desde hace largo tiempo como funestos, el consumo tentativa, afirma que trata de mejorar la ley de 1874, en un sen-
de tabaco permanece casi estacionario; el régimen capitalista, al tido "más amplío, más liberal y sobre todo más humano". En
mismo tierp.po que deprime la condición económica de los obre- efecto, esta nueva ley que reglamenta el trabajo de los niños se
ros, no detiene el consumo del tabaco, ya que el obrero busca y aplica igualmente a las mujeres. Dado que, por una parte, las
encuentra en él, como en las bebidas alCohólicas, un olvido mo-
mujeres son o pueden ser madres, receptáculos del feto, del ni-
mentáneo de su miseria y un medio de calmar su hambre, pues
el uso del tabaco traba las funciones de los órganos de la diges-
ño por nacer, "educadoras naturales", por íntermed10 de ellas,
tión."13 el legislador contínúa así protegiendo al niño; por otra parte, sus
estructuras biológicas y espirituales son semejantes, si no a las
del niño, al menos a las del adolescente entre doce y dieciséis
años: el individuo-mujer debe, por tanto, ser protegido. Las dos

13 ibidem, setiembre 1895. *artículo inédito.


248 IV. Confrontaciones interdisciplínarias sobre la división sexual del trabaju Libertad e igualdad. Libertad o igualdad - Marie-Hé!Cne Zylberb€rg-Hocquard 249

partes de esta demostración parecen evidentes a la mayoría de se corría el riesgo de bloquear la discusión en torno de algunos
los diputados y, sin embargo, esas evidencias fueron motivo de temas tales como: el ataque a la libertad individual o el obstácu-
numerosas discusiones, en particular, en tomo a la noción de li- lo a la buena marcha de las empresas. Se resignó pues a legislar
bertad del individuo y de responsabilidad de la sociedad para sólo en el campo del trabajo de los niños y de los adolescentes
con cada uno de sus miembros. Los oradores apelaron, en apo- (E.TALLON, 1877).Lo que no podía ser encarado bajo el gobierno
yo de sus argumentaciones, a veces a las leyes de la naturaleza, del Orden Moral, se hacía posible luego de la crisis de\16 de ma-
otras a las de la sociedad. yo de 1877, en momentos en que los republicanos se instalan en
el poder y comienzan a realizar una parte de su programa polí-
tico y educativo ... El estado republicano, al núsmo tiempo que
1. Orígenes de la ley del 2 de noviembre de 1892 sobre "El
desea "no atacar la libertad de trabajo que es la base de la orga-
trabajo de los niños, hijas menores y mujeres en los nización económica moderna" 1 está obligado a proteger a los
eslablecimien!os industriales" débiles contra los abusos y la explotación de que podrían ser
víctimas. Es este imperativo el que conduce al ex-albañil del de-
Algunos días antes del estallido de la Revolución de 1848, la partamento de la Creuse, Martin Nadaud, convertido en "repre-
Cámara de los Pares había votado, a propuesta del Barón Du- sentante del pueblo", a proponer, a partir de mayo de 1880, una
pin, la prohibición absoluta del trabajo nocturno para las muje- ley sobre accidentes de trabajo:
res. La ley desapareció con el régimen de Luis Felipe. Durante el "Cuando un hombre que alquila su trabajo a otro hombre se hie-
Segundo Imperio, algunos proyectos elaborados por el Consejo re o muere en su servicio, el empleador será de pleno derecho
de Estado ni siquiera fueron discutidos. La Asamblea Nacional, responsable, a menos que pruebe que el accidente se debió a un
en 1871, había retomado la cuestión con un proyecto que prohi- error de la víctima."
bía de nuevo absolutamente todo trabajo nocturno para las mu- Sin embargo, hay que esperar al 9 de abril de 1898 para que
jeres, pero, ante la multitud de objeciones, lo abandonó muy se vote una ley en ese sentido. Para la ley que nos concierne la
pronto. Todo esto parece poco serio. Pero, cuando Nadaud pre- espera es menor. Cuando, en 1879, Nadaud propone incluir en
senta por primera vez su proyecto, recuerda que Eugene Tallon, una nueva ley sobre el trabajo de los niños la prohibición del tra-
ex-diputado orleanista que siendo muy conservador -a pesar de bajo nocturno y la limitación de la jornada de trabajo para las
su adhesión a la República- se había propuesto, en 1874, regla- mujeres, los diputados se muestran bastante favorables. La
mentar el trabajo de las mujeres al mismo tiempo que el de los Asamblea, compuesta únicamente por hombres, elegida en 1877
niños. por sufragio universal masculino, parece persuadida de que el
"Artículo 1: los niños, las jóvenes y las mujeres que trabajan en trabajo fuera del hogar es un daño para las mujeres. Muchos de
las manufacturas, talleres y depósitos de materiales o, en gene- sus miembros retomarían con gusto para sí la frase de Michelet
ral fuera de su familia bajo las órdenes de un patrón (subrayado por que quiere para la mujer "un trabajo suave, lento, segmentado,
E.Tallon, 1877) sólo podrán ser empleados bajo las condiciones
voluntario, siempre en vistas de lo que ella ama para su marido
establecidas por ley.
y su hijo" (J. MICHELET, 1858). Pero los diputados conocen la rea-
Artículo 4: Se prohíbe en absoluto el trabajo nocturno para las lidad del trabajo industrial femenino, algunos son representan-
jóvenes y mujeres de toda edad, siendo considerado trabajo noc- tes de distritos manufactureros, otros son ellos mismos indus-
turno todo trabajo entre las 8 de la noche y las 5 de la mañana".
Desde los primeros debates, el informante comprendió que rj~f¡;r~e ante la Cámara, de la Comisión sobre el trabajo de las mujeres y de los
niños (12 de mayo de 1886).
la extensión de la ley a las mujeres disgustaba a la Asamblea y
250 IV. Confrontaciones interdisciplinariassobre la divL~ión sexual del trabajo Libertad e igualdad. Libertad o igualdad - Marie-Hélene Zylberberg-Hocquard 251

triales. Su acción legislativa es el resultado de una transacción justas, hermosas, pero son sólo ru1écdotas. Sin embargo, encarar
entre su ideal femenino (que concierne sobre todo a las mujeres una legislación específica para las mujeres adultas obliga, poco
de su med1o soc1al pero que están dispuestos a compartir con las a poco, al legislador a olvidar su inocencia y a dar por sobreen-
demás) y su adhesión al liberalismo. Más que reflexionar en el tendido, por lo menos, que en la Francia del siglo XIX, coexisten
terreno de la legislación del trabajo, la Asamblea delimita, den- una dominación de clase -puesto que ciertas categorías de la po-
tro de un interdicto teórico (las mujeres no deben trabajar afue- blación deben ser protegidas contra la explotación- y una domi-
ra) zonas de libertad en favor de las trabajadoras, y circunscribe nación de sexo -dado que es necesario proteger 'a las mujeres
áreas de prohibición en beneficio de las esposas-madres, dentro contra una sobreexplotación específica. Comprobación dema-
de una libertad teórica total (la libertad de trabajo debe ser res- siado incómoda, por lo tanto inaceptable, para gran número de
petada). representantes. Deben encontrar una escapatoria hacia otros
Después de la intervención de N adaud, se designa una comi- problemas fundamentales: los relacionados, por ejemplo, con el
sión cuyo miembro informante es el industrial Hkhard Wad- concepto de libertad individual (llegan allí pues por caminos di-
dington; como ~u hermano, al que Jules Grévy nombró presí- versos), o los vinculados con la afirmación de la existencia, de
dente del Conse¡o en 1879, es un republicano moderado que no una igualdad social entre varones y mujeres ... pretexto para her-
es "moderadamente republicano". En junio de 1881, la comisión mosos discursos, pero también ocasión para profundizar la re-
presenta sus conclusiones a la Cámara y su proyecto de ley que flexión política de los representantes. Tienen tiempo de hacerlo,
mcluye la limitación de la jornada de trabajo y la prohibición del porque los adversarios de la ley no se rinden. El proyecto, vuel-
traba¡o nocturno para las mujeres. Aunque combatido por el to a plantear con regularidad, no puede lograrse; o acumula tes-
Gobierno, el proyecto es adoptado por la Cámara de Diputados timonios, cartas de electores, peticiones de obreros o de patro-
con una rmportante mayoría. El Senado lo hace suyo a la prime- nes; uno y otro campo poseen sólida documentación (informes).
ra lectura, pero lo rechaza en una segunda lectura. Durante En 1886, el Ministerio de Comercio procede a una encuesta aún
años, _regularmente, habiendo respetado los plazos legales, nue- más extensa que las precedentes, entre los Consejos de "Prud-
vos d1putados o con frecuencia los mismos, replantean el deba- 'hommes" (miembros de la Magistratura del Trabajo), las Cama-
te, y la extensión de la legislación restrictiva para las mujeres ras de Comercio, los inspectores de trabajo y los sindicatos.
despierta oposiciones cada vez. En efecto, todos los diputados, Trescientos organismos o personalidades consultados se decla-
todos los senadores o casi todos eran partidarios de la reglamen- ran partidarios de la reglamentación del trabajo nocturno para
tación del trabajo de los niños; de esta forma, la decisión de ha- las mujeres, mientras ciento cincuenta se oponen. A pesar de es-
cer trabajar a los adolescentes de trece a dieciséis años 10 horas ta neta mayoría, se continúa en lo mismo: la Cámara de Diputa-
por día se aprobó muy fácilmente; la aceptación de la jornada de dos vota una serie de artículos de la ley y el Senado los rechaza.
trabaJo de 11 horas para los jóvenes de dieciséis a dieciocho años La discusión se retoma durante una sesión extraordinaria en
fue ya más difícil, pues se trata de personas casi adultas; por lo 1887, luego en 1888. En 1889, el proyecto adoptado por el Sena-
tanto, franceses que pueden reivindicar en su favor uno de los do corresponde al votado por Diputados, salvo que no concier-
derechos imprescriptibles reconocidos a todos por la Revolu- ne a "las mujeres mayores de edad", sino cuando se trata de:
ción Francesa: la libertad. Las discusiones acerca del artículo ¡trabajos subterráneos, insalubres o peligrosos! En consecuen-
que pr~vé el descanso sem_anal el día domingo, para los niños y cia, en 1890, la Cámara de Diputados retoma sus estudios que-
las muJeres, d1eron ocaswn al anticlericalismo para oratorias jándose de que el proyecto "fue modificado en sus puntos esen-
ciales por el Senado". En 1892, una ley cuyo texto se asemeja al
252 IV. Confrontadrmes ínterdisciplinarias sobre la división sexual del trabajo Libertad e igualdad. Libertad o igualdad - Marie-Héléne Zy!berberg-Hocquard 253

proyecto de Nadaud es votada rápidamente por las dos Cáma- 1- Disposiciones generales, edades de admisión, duración del
ras. Para comprender esta súbita conclusión, es necesario recor- trabajo.
dar que, luego de la crisis boulangiste2 que sacudió al régimen, el 2- Trabajos nocturnos, descansos sem.anales.
mundo político francés desea, principalmente en el campo so-
3- Trabajos subterráneos.
Cial, u~a evolución real, aunque sea moderada y progresiva. Los
republicanos se hallan instalados sólidamente en ambas Cáma- 4- Vigilancia de los niños.
ras; los católicos, no sin dificultad, adhieren a la República. Pe- 5- Higiene y seguridad de los trabajadores.
ro una vigorosa corriente antiparlamentarista reprocha a los re-
6- Inspección.
presentantes, a la vez, la facilidad con la que hacen caer a los go-
bter~os y su incapacidad para lograr el menor proyecto cons- 7- Comisiones superiores y departamentales.
tructivo. Ante todo, e1 movim.iento obrero se desarrolla: t:.'n 1890 8- Penalidades.
desfilaron por vez, e1 r de Mayo, manifestantes que re~
9- Disposiciones especiales.
darnat~an la~ 1/odw horaf:."; Pll" de mayo de 1891 fue sangrien-
to en I~ounn1es, aldea obr~.::ra del departanH?nto del Norte, don- Sólo la mitad de los artículos se refiere al trabajo industrial
de hubo 14 muertos, 4 de ellos mujeres; en 1892, la huelga de femenino. El legislador determina primeramente los lugares
C~rmaux conmueve a toda Francia. Mientras que el Papado donde debe aplicarse la ley:
m1smo, a través de la encíclica Rerum Novarum (15 de mayo de "Las fábricas, manufacturas, minas, minas al aire libre y cante-
1891) muestra no ser iodiferente a los problemas sociales, los re- ras, depósito de materiales, talleres y dependencias, cualquiera
publicanos franceses no pueden ignorarlos, tanto rnás cuanto sea su naturaleza, públicos o privados, laicos o religiosos, aun
que en el país se produce una pequeña llamarada anarquista. cuando estos establecimientos tengan un carácter de enseñanza
Las mumCipahdades, donde los representantes de izquierda y profesional y de beneficencia".
aun los soc1ahstas tienen cada vez mayor peso, saben jugar su La ley no se refería pues a los pequeños talleres, a las explo-
papel: e121 de mayo de 1891, se funda en París la primera bolsa taciones agrícolas ni a los comercios. El legislador determina
de traba¡o y otras catorce en el interior, a lo largo del año. Los luego la duración máxima de la jornada de trabajo:
diputados se ven obligados ahí a legislar en el campo social. - 10 horas para los niños de menos de 16 años.
- 11 horas para los jóvenes de ambos sexos de 16 a 18 años (pa-
2. Análisis de la ley del2 de noviembre de 1892 ra ellos la semana no debe exceder las 60 horas).
- 11 horas para las jóvenes de más de 18 años y las mujeres (pa-
ra ellas el legislador no fija límite a la semana de trabajo).
_ La ley d~l2 de noviembre de 1892, sobre el trabajo de los ni-
nos, de las ¡ovenes menores de edad y de las mujeres, en los es- La Cámara de Diputados había tratado, varias veces, de es-
tablecimientos industriales, comprende 32 artículos distribuidos tablecer para las jóvenes y las mujeres, la jornada de 10 horas,
en 9 secciones: pero ante los rechazos reiterados del Senado, se había resigna-
do, para no retrasar más la votación de la ley, a aceptar la jorna-
r-- da de 11 horas. Un decreto de setiembre de 1848 había fijado la
Partidarios de Jorge Boulanger, general francés (1837-1891), Ministro de
G':er~·a q~e pJaneó un golpe de Estado y tuvo que huir a Bruselas. duración de la jornada de trabajo en 12 horas para todos y lo si-
(Diccionano Larousse. Nota de las traductoras). gue siendo para los hombres. Como es raro que una empresa
254 W (i,nfrontadones interdiscíphnarias sobre la división sexual del trabajo Libertad e igualdad. Libertad o igualdad- Marie-Héléne Zylberberg-Hocquard 255

emplee únicamente una sola de las categorías de trabajadores da, el trabajo nocturno estaba poco difundido. Se encontraban
definidas por la ley, aparecieron inmediatamente dificultades obreras que trabajaban de noche, principalmente en el peinado
de aplicación, que originaron una ola de reclamos, tanto de par- de lana del Norte, en las hilanderías de algodón de los Vosgos,
te de los patrones como de los trabajadores. Según el Boletín en las hilanderías de lana del Norte y del Tarn y en algunas fá-
anual de la Oficina del Trabajo de 1894las consecuencias de la apli- bricas de cordones del Loíra. Sin embargo, se podía temer que,
cación de la ley son la causa principal de un cierto número de pretextando la competencia internacional, los industriales fran-
huelgas. Dado que los puestos de trabajo de los varones son, en ceses recurriesen cada vez más a este horario de trabajo. Ahora
general, solidarios con los de los niños y los de las mujeres, los bien, personalidades médicas consultadas en 1892 habían decla-
patrones se ven obligados a reducir la jornada de trabajo para rado:
todos y, correlativamente, bajan los salarios. Ciertos industriales
"La privación del sueño es una de las más penosas que se pue~
llegaron, la Revuc Poli tique el Parlt-rnzentaire-1 h.asta amena-
dan soportar; se torna má:; cruel todavía cuando viene a agre~
zar con a los niños y a las m.ujeres antes que la garse a un trabajo monótono y fatigoso por la repetidón de los
ley. El Ministro de Comercio debió entonces aplazar su estricta mismos movimientos. Es sobre todo fatal para la salud de· las
aplicación all" de enero, luego al30 de marzo de 1900. En esta mujeres. Con este u~gimen adelgazan, se vuelven anémicas y
fecha, una nueva ley unificó la jornada de trabajo de las mujeres pronto todos los desórdenes nerviosos provocados por el empo-
y de los niños, fijándola en 11 horas durante un período de dos brecimiento de la sangre se suceden y se encadenan, al mismo
at'los, en 10 horas 30 min. durante los dos años siguientes y en tiempo que su vista se debilita y se altera por ese trabajo realiza-
do durante largas horas a la luz vacilante del gas, Cuando son
.JO horas, cuatro años después de su promulgación. Esta ley mo-
madres su leche se agota y la salud del lactante, ya muy corn~
dificaba también el decreto de setiembre de 1848, puesto que li- prometida por su ausencia continua, se ve definitivamente sa-
mitaba la jornada de trabajo de los hombres adultos, empleados crificada,,.Manteniéndose, por supuesto, en el terreno de la hi-
en los mismos locales que las mujeres y niños, a 11 horas, luego giene, la Academia declara que una ley que autorizase a las mu-
a 10 horas 30, finalmente a 10 horas; daba así razón a los que jeres a trabajar por la noche en las manufacturas, fábricas y ta-
afirmaban, para alegrarse o para deplorarlo, que una reglamen- lleres, tendría las consecuencias más desastrosas para su sa-
tación específica del trabajo femenino no era más que el primer lud."5
paso hacía una legislación del trabajo aplicable a todos. A nues- El voto del artículo 4 se halla avalado por la autoridad cien-
tro entender, el artículo 4 es central: tífica. Pero, a pesar de haberse establecido el principio, la ley
" Los niños de menos de 18 años, las jóvenes menores de _edad permitía inmediatamente la derogación en cierto número de ca-
y las mujeres, no pueden ser empleados en ningún trabajo noc- sos. Autorizaba el trabajo entre las 4 de la mañana y las 10 de la
turno en los establecimientos enumerados en el artículo]{). noche, cuando estaba distribuido entre dos equipos de obreras
Todo trabajo entre las 9 de la noche y las 5 de la mañana es con- que no trabajasen más de 9 horas cada uno. Los patrones inter-
siderado trabajo nocturno." pretaron tan bien la ley, haciendo, en especial, trabajar por tur-
El informe de la comisión presidida por Waddington4 había no a los equipos varías veces en la jornada, de modo tal que el
mostrado que, con excepción de la industria p~risina de la mo- tiempo que cada obrera transcurría fuera de su hogar resultaba
desmesuradamente prolongado. Por causa de demasiados abu-
3Artículo de León Milhaut: "La réforme de la loi sur le travail des femmes et des
enfants", en la ReFue poli tique et parlementaire, mayo de 1897. 5 Informe del Doctor Rochard que habla en nombre de una Comisión de la
Academia de Medicina de París, reunida para" asesorar a los representantes en
4 Informe Waddington, sesión de 1890, anexo no 649.
sus discusiones.
Libertad e igualdad. Libertad o igualdad· Marie-Hél€ne Zylberberg-Hocquard 257
256 fV. Confrontaciones interdisdplinarias sobre !a división sexual del trabajo

"Artículo 5: Los niños de menos de 18 años y las mujeres de to~


sos, esta derogación se modificó en 1900: los equipos debieron da edad no pueden ser empleados en los establecimientos enu~
entonces trabajar con horario corrido. merados en el artículo 1" más de seis días por semana, ni los días
Los legisladores habían pensado que era necesario dejar un de fiesta reconocidos por la ley, ni siquiera para ordenar el ta~
poco de flexibilidad a la ley sobre la prohibición del trabajo noc- ller".
turno, previendo un cierto número de derogaciones, ya fuesen El principio de un día de descanso por semana fue aceptado
permanentes o temporarias; el Consejo de Estado debía deter- casi sin discusión. Por gusto, diputados y senadores debatieron
minar, por medio de encuestas y por decreto, los sectores bene- acerca de la elección del día y de la designación oficial de las
ficiados. Por el decreto del15 de julio de 1893, solamente tres in- fiestas legales6 en nombre, para unos, del respeto a la libertad
dustrias recibieron una derogación permanente: la encuadenla- confesional, para otros, de la lucha contra el clericalismo. En
ción rústica en la imprenta, d plegado de los periódico0 (en es- realidad, casi todos los franceses que descansaban un día a la se-
tos dos casos, los salarios eran tan bajos que los varones recha- mana (eran numerosos a fines del siglo XIX), lo hacían en do-
zaban el trabajo) y el encendido de las lámparas de la;; minas mingo. Las pocas excepciones existentes respondían a una obli-
(derogación que se refería sólo a una n1uy pequefl.a nünoría de~ gación económica, no a un imperativo ideológico.
trabajadoras, pero que permitía ofrecer un empleo a las viudas
Los lavanderos de la reglón parisiense, por ejemplo, daban
de los mineros y, de este modo, aportarles una ayuda). Por los
licencia a sus empleados y obreros el día que se repartía la ropa
decretos dell5 de julio de 1893, luego el del29 de julio de 1895,
el Consejo de Estado determinaba las ramas industriales que en la ciudad.
podían beneficiarse con derogaciones temporarias bajo la vigi- La aplicación de la ley de 1892 en su totalidad fue difícil: de-
lancia de los inspectores de trabajo (la ley de 1892 había creado, bieron mediar diversos decretos de aplicación y reglamentos
junto a los inspectores ya existentes, un cuerpo de inspectoras). administrativos, pero se puede afirmar que, veinte aí\os des-
Las derogaciones se pueden reagrupar en tres categorías. El in- pués de su votación, las prescripciones de la ley estaban vol-
dustrial puede ser autorizado a hacer trabajar a sus obreras por viéndose costumbre y comenzaban a aplicarse a todos los traba-
la noche ( a condición de que esta tarea no siga a un trabajo diur- jadores, para los cuales la C.G.T. reclamaba en adelante: "8 ho-
no): cuando, como consecuencia de un accidente m~cánico, los ras de trabajo, 8 horas de descanso, 8 horas consagradas a las ac-
obreros no trabajaron durante el día, cuando la materia prima tividades sociales, culturales, familiares ... " En estas nuevas rei-
manipulada corre el riesgo de deteriorarse rápidamente, y en la vindicaciones, la especificidad femenina está casi olvidada
industria de la moda y de la costura en período de "urgencia". (cuando no se presentan las horas de ocio a las obreras como ho-
En este último caso, por otra parte, no puede tratarse verdade- ras suplementarias y muy necesarias de actividad en el hogar)
ramente de un trabajo nocturno, por lo cual el legislador recono- 0 , más exactamente, completada por la ratificación de nuevas
ce simplemente la existencia de una "vigilia" y autoriza a pro- necesidades, válidas para todos, varones y mujeres. La regla-
longar el trabajo más allá de las 21:00. Estas autorizaciones de mentación específica abrió el camino a la reglamentación gene-
derogaciones sólo pueden solicitarse sesenta veces por año. 6 Los días de fiestas legales eran entonces:
Hdesde el 29 germinal del año 10: Navidad, Asunción, Día de Todos los Santos.
Las trabajadoras obtenían por la ley de 1892, no solamente el -desde marzo de 1810: Ell" de enero.
derecho al descanso nocturno, sino también un día entero por ~desde la ley del6 de julio de 1880: ell4 de julio.
semana: Hdesde [a ley del 8 de marzo de 1886: el lunes de Pascua y el lunes de
Pentecostés.
1

258 IV. ConfrontJdones interdi:;dplinarias sobre !a división sexual del trabajo Libertad e igualdad. Libertad o igualdad- Marie-Hé!ene Zy!berberg-Hocquard 259

ral. La lección ha sido comprendida. En 1912, durante una dis- Ciertamente, la ley francesa ignora a la mujer embarazada y
cusión sobre la protección legal de los trabajadores, especial- es extremadamente débil en cuanto a la maternidad:
mente con respecto a un proyecto de ley sobre un eventual sala-
- 7 de marzo de 1908: un decreto prohíbe hacer portar, arrastrar,
rio mínimo en la industria del vestido, al responder a las pala-
empujar pesos por obreras dentro de las tres semanas siguien-
bras de una interlocutora que pedía que los hombres pudiesen
tes al parto.
como las mujeres beneficiarse con esta ventaja, Millerand decla-
raba: - 27 de noviembre de 1909: la cesación de trabajo por embarazo
o parto no puede ser una causa de ruptura de contrato por el
"La conclusión lógica de su razonamiento, Señora, sería no ha-
cer m1da por las mujeres porgue no se hace nada por los hom- empleador.
bres. Nosotro.s le pedimos hoy, precisamente, trazar la ruta por - 13 de junio de 1913: ley que da a las mujeres la posibilidad de
donde se pasad más tarde para proteger a los hombres. Si Ubted tomar un descanso, facultativo, antes del parto, obligatorio
no toma la iniciativa, nadie "7
después (descanso de cuatro semanas), con posibilidades de
Después de la ley de 1842 siguieron votándose leyes que re-
1
asignaciones diarias, este último punto había hecho deliberar
glamentaban específicamente el trabajo femenino: largo tiempo a los diputados.
-29 de diciembre de 1900: ley llamada "de los asientos"' (en los Habrá sido necesario, pues, en Francia, esperar hasta la vís-
negocios, las empleadas deben disponer de sillas, a fin de po- pera de la Primera Guerra M un dial, para que la madre y el re-
cién nacido sean protegidos, rnientras que, por el contrario, el
der sentarse cuando no atienden clientes). Es la primera ley
que se refiere a los trabajadores de comercio. · argumento de la maternidad era puesto de relieve en cuanto se
trataba de trabajo asalariado femenino. Eterna contradicción en-
- 13 de julio de 1907: la mujer casada recibe la libre disposición tre libertad y protección, bien expresada, en febrero de 1891, por
de su salario; ley "concebida con el fin de proteger al matri- el diputado oportunista, amigo de Gambetta, Fran<;ois Deloncle,
monio obrero contra un jefe borracho y dilapidador." (CAH- cuando algunos consideraban agregar algunos artículos sobre la
DEUR, R., 1914)
mujer próxima a dar luz en la futura ley de 1892:
- 15 de julio de 1908: Francia ratifica la Convención de Berna del "No quiero que se proteja a la mujer después de su parto, por-
22 de setiembre de 1906, que prohíbe a las mujeres el trabajo gue soy partidario de la libertad".
nocturno. Lo que obliga a modificar ligeramente la ley de Las leyes naturales que daban un nuevo ejemplo de su in~
1892."9
diferencia por lograr la felicidad general eran manifiestamen-
TP~bÚ~ación de I'A:'s?ciation nationale fram;aise pour la protection légale des te demasiado crueles con aquellas que no siendo nada en el
travatlleurs: Le m¡mmum de salaire dans !'industrie du vétement (Sin fecha). orden político, llevaban además en el orden económico una
8
En la Argentina ley N"12.205, conocida como "ley de la silla", sancionada en vida de bestia de carga sacrificada (E. Auzeby: L'ouvriere dans
1935, tras numerosas reiteraciones del proyecto por su autor, el Diputado Al- les lois du travail et de la prévoyance socia/e, 1911).
fredo L. Palacios. (Nota de las traductoras).
9 Los partidarios de la libertad (... de la igualdad a veces) y los
La Convención de Berna declaraba que el trabajo nocturno se autorizaba para
las mujeres solamente en dos casos: partidarios de la reglamentación se enfrentan pues, por largo
1- En caso de desocupación producida anormalmente; en caso fortuito 0 de tiempo. Unos presentan el cuadro apocalíptico de la economía
fuerza mayor.
2- Cua~do la.~at.uralez~ de las materias primas o por transformar exige una
francesa en el caso en que "al Estado se le ocurriera jugar el pa-
mampulacton mmedtata o continua so pena de destrucción. pel de Providencia, intervenir entre el capital y el trabajo, regla-
mentar todo en todo momento, cuando la prudencia le ordena
260 IV. Confrontaciones interdiscip!inarias sobre la división sexual del trabajo Libertad e igualdad. Libertad o igualdad- Marie-Hé!ene Zylberberg-Hocquard 261

respetar la libertad de los contratos" (Cámara de Diputados, mica, naturalmente, pero también libertad individual; los cam-
1894); otros, como el ex-obrero del bronce designado senador, peones de la igualdad entre todos los adultos, varones y muje-
Tolain, afirman la necesidad para el gobierno de imponer lími- res. En nombre de la libertad, rechazan la reglamentación del
tes y restricciones a "lo que se llama el priocipio de libertad de trabajo; en nombre de la igualdad, una legislación específica pa-
trabajo" (Senado, 1891). Sin embargo, ante la necesidad de resol- ra las mujeres. "Porque la mujer mayor de edad debe ser abso-
ver problemas concretos, de legislar sobre lo cotidiano de indi- lutamente dueña de sus actos y <;le! empleo de su tiempo", de-
viduos bien reales y sexuados, ya no es posible contentarse con clara uno de ellos en 1888. Este tipo de argumento reimpulsa
hablar. una discusión profusa como les gustaba a los hombres políticos
¿Shn}Jle intervención de un Estado preocupado por limitar l.a de la Tercera República y alimenta un largo diálogo entre libe-
explotación capitalista, a fin de armonizar las relaciones socia- rales e intervencionistas. Diálogo que lleva a unos y a otros a
les? ¿Medidas alentadas, por movimientos partidarios tratar de definir el lugar de las mujeres en la sociedad contem-
de la natalidad o de defensa de la familia? ¿Obra de herederos poránea.
de Lan1ennai:;JO ("entre el d0bil y el fuerh:, es h libertad la gue Para gozar de todos sus derechos, un iodividuo debe ser ma-
oprime, es la ley la que libera"), u obra de republicanos "progre- yor, pero ¿qué es una mujer mayor? El código civil hace de la
sistas" o hasta socializantes? La ley de 1892 es todo eso, pero mujer una eterna menor que debe obediencia a su marido, que
mucho más que eso, porque no fue votada en favor "del hom- no dispone libremente de su salario y ni siquiera de su fuerza de
bre y del ciudadano" abstractos, sioo en favor de trabajadores trabajo. Para ser mayor, una mujer debe ser soltera o viuda; aho-
definidos por su pertenencia a un sexo. Fue un motor de la evo- ra bien, los legisladores reflexionan fundamentalmente en fun-
lución ideológica, porque obliga a los diputados, a medida que ción de la que, para ellos, representa la norma: la mujer casada:
se la discute ampliamente, a casi reintegrar a las mujeres a lo po- " ... se trata de la mujer en sentido general y ustedes reconocerán
lítico, a la vida de la ciudadanía, si bien los resultados concretos que la mayoría de las mujeres son casadas, lo que es muy afor-
parecen muy irrisorios. tunado para nuestro país. Tengo por tanto el derecho de consi-
derar a la mujer en la más amplia acepción de la palabra, es de-
No citaremos más que como anécdota a aquellos que recha-
cir, sobre todo cuando es casada" (Cámara de Diputados, 9 de
zan la ley en nombre únicamente de la potencia marital, de la li-
junio de !888).
bertad del propietario en cierto modo; son muy poco numerosos
y sólo se hacen oír muy al comienzo. Los primeros promotores Esta intervención que prueba que las solteras, en ese enton-
de la ley, para justificar su proyecto, parten de la eterna dupla: ces muy numerosas, son invisibles para su entorno, puesto que
mujer-naturaleza, con sus tradicionales consecuencias familia- quedan fuera de la norma, desata una doble reacción. Para unos,
res y sociales. Pero, diputados de derecha o de centro derecha, el estado no debe intervenir en favor de las mujeres, que ya es-
entre los más ligados al liberalismo económico, entre los anti-io- tán bajo la autoridad, la prote~ción de un marido, su tutor natu-
tervencíonistas más defioidos (no lo son todos) amplían el deba- ral, y recuerdan que, en 1887, en París, una decisión judicial ha-
te, por oposición a toda reglamentación. Frente a la izquierda y bía determinado que "cuando una mujer tiene un carácter difí-
centro izquierda que esperan mucho del Estado, en el terreno cil, ciertos castigos iofligidos por su marido no caen bajo la apli-
social, se vuelven los campeones de la libertad, libertad econó- cación de la ley penal". Para otros, por el contrario, su situación
de menores hace que tengan necesidad de ser protegidas "con-
~ennais (1782-1854) autor de Parole d'un croyant, se consideraba el
representante de un hmnanismo demócrata y cristiano.
tra su marido, contra sus hijos, contra sus padres". Los diputa-
dos son entonces los protectores naturales de la mujer:
262 IV. Confrontaciones interdisdp!inarias sobre la división sexual del trabajo Libertad e igualdad. Libertad o igualdad- Marie-Hé!éne Zylbetb('rg-Hocquard 263

"En nuestra calidad de legisladores ¿no somos acaso sus tuto- están situados en la cima; a causa de una inferioridad natural o
res? ¿No es necesario que le demos todos los cuidados posibles?
de una inferioridad histórica, las mujeres no los poseen. Para los
¿No debemos consagrarnos a ese deber, que llamé sagrado -y lo
mantengo-? ¿No debemos proteger su vida, su existencia, su sa-
diputados, es inútil explayarse sobre este hecho evidente. Por lo
lud, su bienestar? (Informe Waddington, 1888). tanto, algunos al rechazar toda ley que proteja específicamente
el trabajo asalariado femenino, afirman no querer confundir a
¿Las mujeres son, quizá, seres n1ayores en construcción? Ar- las mujeres con los niños, los incapaces o los alienados, pero una
gumento de un no-intervencionista que no quiere frenar una
suerte de censura les impide reclamar para ellas, lógicamente, el
evolución natural:
derecho de voto.
" ... considero que esta intervención del legislador que asimila la
mujer a los niilo::; y <1 lo~ jóvenes menores de edad, lejos de con-
Es extraño que, mientras que las mujeres no poseen el dere-
tribuir a su emancipación, contribuye a rnantenerla h<1jt\ el rt:gi- cho de voto, reconocido sin embargo por la constitución, para
men de tutela" (Cúmara df' Diputado~, 2 de jun.io de 1888) los diputados liberales, ellas parecen tener uno que, a pesar de
una. tentativa en 1848, no está inscripto en la ley: el derecho al
Guyot, al que se debe este análisis originat agrega que no se
trabajo. A fin de defender este derecho, sin entrar en contradic-
debe olvidar, cuando se habla de libertad de la mujer, que su
ción con su ideología liberal, nuestros diputados asimilan traba-
condición no es la misma que la del varón, que "la ley política"
jo y propiedad:
ha distinguido (con justa razón, según él) los derechos de las
mujeres de los derechos de los varones, por lo tanto, que los di- "Ustedes expropian a la obrera una parte de su trabajo ... Hay en
putados dispongan "de las mujeres sin las mujeres", hecho que el Código un articulo 545 que dice: nadie puede ser obligrK1o a
abandonar su propiedad sin mediar una justa y previa indemni-
los obliga a ser tanto más liberales.
zación. Aquí no es una casa o un pedazo de tierra io que uste-
Guyot esboza aquí un nuevo enfoque de la cuestión: un ser des van a expropiar a la obrera, es una propiedad inherente al
mayor de edad, definido como aquel que no está privado de ser humano, la más respetable de todas, el derecho a vivir de su
ninguno de sus derechos, ¿puede no ser elector? Y si, en Fran- trabajo". (Andrieux, 11 de junio de 1889).
cia, a fines del siglo XIX, se tiende a confundir mayoría de edad Aquí también, los representantes se detienen en el camino.
con ciudadanía ¿se puede ser ciudadano sin intervenir en la ges- Por una parte, efectúan muy rápidamente un hábil deslizamien-
tión del estado? Ahora bien, en los discursos de nuestros dipu- to del derecho al trabajo, a la libertad de trabajo (lo que les evi-
tados, tanto de izquierda como de derecha, existe como "un ta definir el derecho al trabajo). En noviembre de 1889, el infor-
blanco", algo "tácito", una especie de suspensión de la palabra. mante de la ley ante el Senado exclama:
Las mujeres no son electoras, mientras que gozan de todos los "creo ... que de todas las propiedades del hombre, la libertad de
derechos "del hombre y del ciudadano"; situación semejante a trabajo es la más sagrada".
la de los pobres en el régimen censatario'' de 1789 o de la Res-
Por otra parte, recién en 1907, ellos otorgan a las mujeres la
tauración. Para todos existe una jerarquía tácita de los derechos, libertad de disponer de su salario, indispensable corolario del
aun bajo el régimen republicano en el que los derechos políticos
derecho al trabajo.
11En Francés "suffrage censitaire", sistema en el cual el ejercido del derecho de Por último, una vez más en nombre de la maternidad, los di-
voto está reservado a los contribuyentes que tienen una propiedad putados antí-intervencionístas reclaman la libertad de trabajo
irunobiliaria y pagan un monto mfnimo de impuestos directos. (Diccionario para las mujeres. En febrero de 1891, mientras que un cierto nú-
Larousse. Nota de las traductoras).
264 IV. Confrontaciones interdisciplinarias sobre !a división sexual del trabajo Libertad e igualdad. Libertad o igualdad- Marie-Hél€ne Zylberberg-Hocquard 265

mero de representantes trata, en vano, de integrar a la ley en ma doméstico que no puede arreglarse más que en el seno del
discusión algunos artículos que protejan a las mujeres por dar a hogar, del que el varón es el dueño y la mujer sólo el ángel. Si
luz, Fran<;ois Delonde que, por pudor, duda en emplear ante bien los no-intervencionistas parecen resignarse, difícilmente, a
sus colegas la expresión "mujer encinta", declara no querer dis- la votación de la ley de 1892, contra la cual lucharon ásperamen-
cutir de obstetricia sino de libertad de trabajo. te, no pueden más que regocijarse con el hecho de que ésta no
se aplique a las empresas de carácter familiar. En la esfera pú-
"¡Ustedes quieren prohibir a las mujeres que trabajen, puesto
que tienen la desgracia de ser madres!. .. ¡Para ustedes es una blica, las mujeres tienen derechos que la Asamblea Nacional tra-
desgracia! Es un acto de invalidez ... Ustedes les quitan el dere- ta de garantizarles, los liberales mediante la ausencia de legisla-
cho de trabajar y de vivir". ción, los intervencionistas mediante la ley. Pero para todos, en
la esfera privada, las mujeres poseen un tutor naturat un pro-
Se (Omprende mejor, entonce;, lo que podría parect'r una
tector, ahí el derecho no tiene, pues, por qué ser mencionado.
contradi.ccíón: ei legíslador define a la mujer por la rnatCrnidad
pasada, o futura y, a! mismo tiempo, no legisla en este
Una legislación que deja de lado las empresas familiares no ase-
campo. Hubiera podido dar a este hecho una explicación ·válida
gura solamente la inviolabilidad del domicilio privado, sino· que
también refuerza la dominación masculina por su existencia
pero simplista: los representantes temerúm verse obligados a fi-
misma y por tanto el discurso normativo que acompaña a su
nanciar la maternidad con el impuestor si se prohibe a las muje-
res ganar su vida durante algrmas semanas. Otra explicación instauración.
que se deja entrever en la intervención de un diputado, en febre- Ante ]a riqueza de esta reflexión, así como ante su impoten-
ro de 1891, es más interesante. Armand Després1 médicor afirma cia por sobrepasar ciertas fronteras, es asombroso comprobar la
que pocas mujeres tienen necesidad de reposo en el mon1ento casi ausencia de las voces feministas, antes y después de lavo-
del parto (sólo una quinta parte de ellas), las otras pueden muy tación de la ley de 1892, dado que el feminismo francés, poco su-
bien trabajar hasta el último momento y retomar el camino del fragista entonces, hacía de la posibilidad de trabajar a cambio de
taller algunos días después del nacimiento del niño. En su con- un salario decente, una condición de la liberalización de las mu-
dición de médico, nuestro diputado les aconsejaría, sin embar- jeres, una condición de la igualdad entre varones y mujeres.
go, tomar un descanso; pero sólo se trata "de un problema do- Ellas quieren emancipar al individuo por el trabajo y, salvo ex-
méstico" que no depende del legislador. La ley no tiene por qué cepciónr aceptan o arm desean nna legislación específica para
decir a las mujeres que reposen en ese momento, como tampo- las mujeres. No dudan, por otra parte, en intervenir por sí mis-
co ordenarles hacerlo tres veces por mes ("y, sin embargo, es útil mas. La ley llamada "de los asientos"" (de la silla) es, en parte,
en esos momentos que las mujeres tomen precauciones contra obra de ellas. Gracias a las asociaciones femeninas o feministas,
accidentes que pueden ser tan graves como los problemas del a las ligas de consu1nidoras, sensibilizan a los clientes y a los di-
postparto, aquellos de nuestros colegas que son casados lo sa- putados en cuanto a la situación de las vendedoras; una vez vo-
ben bien" -confía nuestro médico a su auditorio masculino). tada esta ley, velan por su buena aplicación. Hacen campaña a
Trabajar afuera, descansar si es necesario, organizar eventual- fin de que las mujeres casadas puedan disponer libremente de
mente su tiempo diario, no dependen de la autoridad legislati- su salario. ¿Por qué esta semi-indiferencia frente a la ley de
va, sino de una decisión individual. Para las mujeres esta deci-
sión no es realmente individual sino que está totalmente en fun- I:r:E~la Argentina ley N"l2.205, conocida como "ley de la silla", sancionada en
1935, tras numerosas reiteraciones del proyecto por su autor, el Diputado
ción de intereses familiares, y por lo tanto se vuelve un proble-
1
Alfredo L. Palacios. (Nota de las traductoras).
266 IV. Confrontaciones interdisciplinarias sobre la división sexual de! trabajo Libertad e igualdad. Libertad o igualdad- Marie-Héh~ne Zylberberg-Hocquard 267

1892? En parte, quizá, porque el trabajo nocturno sólo alcanza como n1adres, son favorables evidentemente, al menos por un
de manera pennanente a un número limitado de mujeres y, so- tie1npo, a una legislación específica. En co~t~cto con el mundo
bre todo, de las provincias. En 1890, Tolain, en su informe ante obrero, por el cual sienten cierta ccllurosa afm1dad, aunque no lo
el Senado, afirma que el trabajo nocturno es para las mujeres conozcan muy bien, ven junto a la opresión que sufren las mu-
"n1ucho más restringido y más excepcional que lo que se cree jeres en la familia, una sobrexplotación en el trabajo y, pragmá-
generalm.ente", sólo se lo encuentra en diez de las veintiun cir- ticas, esperan que la aplicación de la ley las ahv1e un poco de su
cunscripciones de la lnspeccción de Trabajo, y los datos de la en- carga. En esto su posición se aproxima a la de los smd1catos, pe-
cuesta sólo permitieron censar menos de cuatro mil casos, prin- ro rara vez se dejan engañar por éstos:
cipahnenh:' en !as hilanderías y en las fábricas de cordones. Las
"Este interés hipócrita de nuestros legisladores por la~ o~reras
fcnünistas se inh::resan mús por un aspecto particular del traba- es extraordinariamente bien visto y apreciado por los smdtcatos
jo nocturno: la "vigilia" en !a industria de b rnoda, práctica n1ás obreros tan preocupados por la competencia entre los sexos, tan
parisina, práctica que se refiere a las modistas/ las sombrereras-.. dispuestos a eliminar a las mujeres de los trabajos re~unera~i­
obreras con las que las feministas e;;t<'i:n fn:cuente- vos, tan estúpidamente hostiles a todo trabajo fememno, baJO
mente en contacto. Cmno en d caso de la nley Ch.: .la sUla", ellas pretexto de que la mano de obra f:menina hace bajar los sala-
no se dirigen sólo a los representantes para obtener una prohi- rios." (Clothilde Dissard, artículo citado).
bición legal, sino que interpelan a los consUinido.res. Si las cos- Muchos sindicalistas, 1nenos n1aquiavélicos de lo que creen
tureritas velan hasta tarde después de una dura jornada de la- las feministas, esperan simplemente que una reglamentación
bor, en el momento de los cambios de estación, la responsabili- del trabajo femenino sea el primer paso hacia una legislación del
dad incun1be en gran parte a las señoras elegantes que encargan trabajo aplicable a todos. La maestra Marie Bonnevtal, smdica-
a últin1o momento las ropas y accesorios que necesitan. Cam- iista y feminista, tiene, varias veces, la ocasión de explo~ar la
biar la ley no basta, hay que modificar los hábitos, las costum- complejidad de las nuevas cuestiones planteadas por esta mter-
bres, crear una solidaridad entre mujeres de las diferentes clases vención del Estado legislador. En 1898, en el momento de la
sociales. El discurso feminista se aleja del de la mayoría de los Asamblea General de clausura del Congreso del Sindicato de las
representantes. No obstante, algunas feministas comentan la ley manufacturas del tabaco (manufacturas cuya mano de obra es
de 1892: para muchas su votación representa un progreso, algu- mayoritariamente femenina), concluye, después de varias inter-
nas, sin embargo, la analizan corno una ley sexista y le repro- venciones sobre las "ocho horas", que efectivamente ula mujer
chan: necesita tener que pasar menos tiempo afuera, para poder con-
"No poner en pie de perfecta igualdad al obrero y a la obrera, sagrarlo más a su hogar", pero que es preciso obtener esta dis-
querer, a pesar de todo, proteger a esta última, cuando se come- minución de las horas de trabajo sin disminución del salario.
te contra aquélla injuria de considerarlo una cantidad desdeña- Las feministas y las sindicalistas se encuentran an~e. un. nu~~o
ble, indigna del interés del estado, únicamente carne de trabajo" problema: cómo llevar adelante a la vez la doble reivmdicacwn
(Clothilde Dissard, La Fronde, 29 de enero de 1900) . "femenina": por una parte, "a igual trabajo, igual salario"; por
Por su parte, Marie Maugere!, feminista católica, en Ques- la otra "votación de una legislación específica para las mujeres".
tions sociales del 28 de octubre de 1889, opone las otras leyes so- Marie Bonnevial encuentra una solución al concluir con estas
ciales que ella compara a un parapeto que impide a la gente caer palabras: "No es sólo para la mujer para quien hay que pedir
en el agua y, la de 1892 que le corta el camino. Sin embargo, las ocho horas, sino también para el hombre ..... "
feministas, al definir también ellas a las mujeres en primer lugar
268 1\, Con!I\Jnt,:;:iu¡w~ interJisciplinarias sobre la división sexual de! trabajo Libertad e igualdad. Libertad o igualdad- Marie-Hé!E>ne Zylberberg-Hocquard 269

La ley de 1892 que se aplica, recordémoslo, úoicamente a las Francia, el argumento sostenido por unos y otros, parece ser el
em~_resas industriales, y enumera ciertas excepciones a su apli- de la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres. Una
cacwn, pasa a ser costmnbre, a juzgar por la disnlinuc.ión del igualdad restablecida por la ley que, por su misma existencia,
número de .multas infligidas por los inspectores de Trabajo. Du- corrija una desigualdad natural o una desigualdad construida
rante la Pnme~a Guerra Mundiat se suspende su aplicación, históricamente, para los intervencionistas; una igualdad debida
porque las muJeres ~acen funcionar las fábricas, en particular a la desaparición de la ley, para los liberales contemporáneos.
las de armamentos. Entre las dos Guerras, feministas como sin- La igualdad se inscribe hoy en una nueva perspectiva: por una
dicalistas mujeres, raramente tratan de profnndizar su reflexión parte, por la razón de que, basándose en estudios científicos, se
c~1 este campo. En 1930, La Fram;aise, uno de los órganos más ofi- afirma cada vez más que el trabajo nocturno es perjudicial para
CJa.les del feminisnw francét;, interroga a la secretaria del Sindi- la salud de varones y mujeres, perturba la vida social y familiar
cato del Tabaco; a la pregunta: de todos; por otra parte, porque las nuevas reglamentaciones en
"¿Son u::;tedes p<1rtidarios <k b protección de la que goza la mu~ proyecto insisten en la protección particular y en las garantías
7
jL'r esta última recip<>ndc específicas que deberían otorgarse a las mujeres embarazadas y
"N~turalmente estamos muy contentas con la que se nos otorga, a las jóvenes madres, a fin de asegurar una alternativa al traba-
estimamos q~e la mujer necesita una protección sensata y esta- jo nocturno. La diferencia reconocida entre los varones y las mu-
mo~ :=onvenCid~s ~e que no sufre por este hecho ninguna dismi- jeres es, entonces, únicamente biológica y limitada a sus roles
nucmn en su dtgmdad ni en su Hbertad''. específicos en la reproducción de la especie humana.
. Ella se opone al trabajo nocturno y a las horas suplementa-
nas ~' en el rnovhniento, afirma oponerse al trabajo a tiempo
pareJa! e~ nombre del rechazo a la noción de "trabajo comple-
mentano . Las fem1n1stas francesas durante este período, si bien
se tornaron más sufragistas y luchan por una igualdad en el te-
rreno de los derechos políticos, continúan queriendo liberar a
las mujeres por el trabajo remunerado y reclaman para ellas el
acceso a todos los estudios, a todos los tipos de formación pro-
feswnales y a todos los empleos. La crisis económica vuelve su
combate más difícil; y los acontecimientos del Frente Popular
arrastran en un m1smo movimiento a hombres y mujeres, sin
que haya una real presencia feminista con reivindicaciones es-
pecíficas. En un período de baja natalidad, de aumento de los
peligros externos, también la izquierda debe defender a la fami-
lia, lo que raramente es favorable a la expresión de las reivindi-
caciones femeninas.
Mientras que antes de 1914, es ftmdamentalmente en torno a
la noción de libertad donde se enfrentaban partidarios y adver-
sanos de una legislación específica para las mujeres, en 1989, en
Bibliografía de !a Cuarta Parte 271

DESSORS D. TEIGER C. y LA VIL LE A.[1979] "Conditions de travail


des opératrices de renseignements téléphoniques et conséquences
sur leur santé et sur leur vie personnelle et sociale", Archives des
Maladies Projessionnelles, 40, N"34, p.469-500.
GUILLAUMIN C.[1972] L'idéologie raciste, Génése et langage actuel,
Bibliografía de la Cuarta Parte Paris-La Haye, Mouton.
HIRATA Helena [1980] ( Cf. Bibliografía de la Tercera Parte).
HIRATA Helena [1981] "Division sexuelle du travail el role de l'Etat:
1. Psicopa!ología del trabajo 1' exemple brésilien", Critiques de l'Economie politique, N')l7, nouvelle
série: "Le travail des femmes"(ed.Maspero).
HIRATA Helena [1986] Travail, famille et rapports hommes/femmes:
I>ANlFLLOU F.,!,/, VfLLF, A. y TFIGER Cj1Yfl3J "Fktion et réalité du
reflexions a partir du cas japonais, in Les salarisations
travail Pt.rvrier", Le; Cahicr::; .204, p.39A.). "Le trav-i-1il
ambigiies.Carnets des Ateliers de Recherche, Université d' Amiens, VER
ouYrier', J\1ri0, Docwncntatinn frarH;aise.
Sciences Economiques, 7, p.43-60.
DEJOURS C.[1980] Vf~cu subjectíf du chúmage et organisation du
HIRATA Helena y HUMPHREY John [1986a] Division sexuelle du
travail, "La maladie du chómage", Communication aux XXVemes travail dans !'industrie brésilienne, in N.AUBERT, E.ENRIQUEZ Y V.
journées de la Santé Mentale, Paris, Santé Menta/e, 3-4, p.26-29. DE GAULEJAC (comp.), Le sexe du pouvoir. Femmes, lwmmes et pouvoir
DE)OURS C.[1983] "Réactions psychopathologiques aux ruptures dans les organisations, p.175-189, Ed.Epi.
involontaires d'activité professionnelle", (Intervention aux HIRATA Helena y HUMPHREY john [1986b] "Stratégies familiales et
Journées Henri Rousselle), Psychologie Médicale, Paris,N" 15, p.l875- politiques patronales:le cas du Brésil", Nouvelles Questions
!880.
Feministes, N"14-15, p.181-194.
DE)OURS C.[1985a] Construire sa santé, in B.CASSOU et alii (comp.), HIRATA Helena y HUMPHREY )ohn [1987a] "Des limites d'une
Les risqucs du travail, Paris, La Découverte, p.lS-21. approche par l'entreprise des problemes de l'emploi et du
DEJOURS C., VEIL C. y WISNER A. (sous la dir.de) [1985b] chómage", Intervención en las nemes Joumées de Sociologie du
Psychopathologie du travail, Paris, Entreprise moderne d'Edition. Travail- CNRS, Lille, 12-13 marzo 1987, Cahiers CLERSE, N"2, p.317-
(Publié avec le concours du CNRS). 326.
DE)OURS C. [1986] Le corps entre biologie et psychanalyse. Essai HIRATA Helena y HUMPHREY john [1987b] "Familles ouvriéres face
d'interprétation comparé, Préface de Fran~ois Dagognet, Paris, Payot. a la crise, chómage et rapports sociaux hommes-femmes au Brésil".
DE)OURS C., COLLOT T. GODARD P. y LOGEAY P.[1986a] Les Temps Modernes, v.42, N" 491,p.I03-!20.
Syndromes psychopathologiques consécutifs aux accidents du HORNEY Karen [1926, 1969] "La fuite devant la féminité", in La
travail (incidences sur la reprise du travail. Le travail lmmain, 49, psyclwlogie de la Jemme, Paris, Payot, 1969.(Del alemán: "Flucht aus
p.103-116) der Weiblichkeit", 1926)
DE)OURS C.[1987, 1988](comp.) (Cf. Bibliografía de la Primera Parte). KERGOAT Daniéle [1973] (Cf. Bibliografía de la Primera Parte).
DE]OURS C. [1993](Cf. Bibliografía de la Primera Parte). KERGOAT Daniele [1982](Cf. Bibliografía de la Primera Parte).
DELPHY Christine y KERGOAT Daniéle [1984] Les études el KERGOAT Daniele [1984a](Cf. Bibliografía de la Primera Parte)
recherches féministes et sur les femmes en Sociologie, Actes du (Traducido en esta obra en la Primera Parte, Por una Sociología de las
enlloque Femmes, Féminisme et recherches, AFFER, Toulouse. relaciones sociales. Del análisis crítico de las categorías dominantes a una
nueva conceptualización, p. 13)
272 IV. Confrontaciones interdisdplinarias sobre la división sexual del trabajo Bibliografía de la Cuarta Parte 273

KERGOAT Daniéle [J984b](Cf.Bibliografía de la Primera Parte). AUZEBY E. [1911] L'ouvriére dans les lois du travail el de la
KERGOAT Daniéle [1988a](Cf.Bibliografía de la Primera Parte). prévoyance sociale.
KERGOAT Daniéle [1988b] Le "métier". Note de travail pour le AUZIAS C. HOUEL A. La gréve des ovalistes, Lyon, juin· juillet 1869.
Séminaire Interdisciplinaire de Psychopathologie du T ravait in Paris, Payot, 1982.
DEJOURS C. (comp.), Souffrance et plaisir dans le travail, Ed.de BORZElX A. y MARUANl Margaret [1982] Le temps des chemises, la
l' AOCIP, 1988. grCve qu'e/les gardent au coeur. Paris, Syros.
LANGEVIN Annette [1985] "L' aménagement social des parcours de CARDEUR R. Code pratique du travail.(ed. 1914)
vie", Temp:-: libre, N" 13, p.84-90.
CHRONIQUE des Usines-Pensionnats, Catálogo de la Exposición
LANCEVJN Annette [1986al "Rythmes sociaux et réinterprétation Ecornusée du Nord Dauphiné, 1986.
individuelle dans le parcous de vie", Les Annales de Vaucresson,
p.169-179. CNAF, R.1.pports du programme de recherche "Activité féminine, vie
familiale de la CNAF"
LANCEV!N Anneth: [1 Y86b] "Fr0n::s et S(fl;;urs, semblables, diHérents,
incomparables. Le réseau frakrnd", Le grou¡xfamilial, 111, p.42-99. COMAlLLE ). [1993].La stratégie des Jemmcs, Paris, La Découverte.
MITSUOKO, M.(seudónimo) [1981] "Les relations de travail au)apon; DUBESSET M., THEBAUD F. y VJNCENT C.[1977] "Les
témoignage d'une expérience vécue", Bulletin del'AVFT, N"6, munitionnettes de la Seine", in Le mouvement social, N 1'2, "L' Autre
nov.1987 ("Cette violence dont nous ne voulons plus"). Front".

PINTO ).[1984] "La secrétaire: attachée ou employée", Penelope, N"10. DUBESSET M. & ZANCARINI-FOURNEL M.[l993]Parcours de
Jemmes.Realités el représentatíons (Saint-Etienne, 1880-1950), Presses
SUGJTA K.[1985] "Le groupe de travail dans l'entreprise japonaise", Universitaires de Lyon.
Sciences Sociales dll Japon contemporain, N"7, p.97-120, EHESS,
rnars.("La socialité japonaise") DUBJEF F.[1908] A travers la législation du travail.

TEIGER, C.[1985] "Le travail sous contrainte de temps", in CASSOU el DUBY Georges y PERROT M. (comp.) [1991] Histoire des Jemmes en
alii (eds.) Les Risques du travail, Maspero-La Découverte, p.87-93. Occident, Paris, Plon.
ZARIFIAN Philippe [1986] "L'individu systematisé n'existe FOURCAUT A.[1982] Femmes ii l'usine en France: l'entre- deux-guerres,
collectivement que dans le salariat d'une entreprise particuliere. Paris, Maspero.
L'individu moderne?", Travail, N" 11, p.48-50. FRIDENSON 1'.[1987] "Un toumant taylorien de la société fran<;aise",
ZARIFIAN Philippe [1987] Qualification el modes de socialisation. Annales ESC, sept.oct.
CEREQ-Centre d'Etudes et de Recherches sur les qualifications. FROIS M.[1926} La santé et le travail des femmes pendant la guerre, Paris,
Contribution a la Premii~re Renco1lfre de Sociologie du Travail. La PUF.
Sociologie jace a la Qualification, Nantes, février 1986. Paris, CNRS- GRAFTEAUX Serge [1974] Mémé Santerre, Marabout.
PIRTTEM. (Actas del coloquio).
KERGOAT Daniéle [1982] (Cf. Bibliografía de la Primera Parte).
KERGOAT Daniéle [1991](Cf. Bibliografía de la Primera Parte).
2, Historia
KERGOAT, Daniéle [1992c] (Cf. Bibliografía de la Primera Parte)
(Traducido en este libro Parte 111, art.N° 3)
ANTOINETTE (Journal des femmes de la CGT), mai 1980. LETESSJER [).[1980] Le voyage ii Paimpol, Paris, Le Seuil.
AUDIGANNE A. Les populations ouvrieres et les industries de la France, LOUlS M.V.[1994] Le droit de cuissage, Paris, Editions de 1' Atelier.
Paris, 1860, T.!.
274 IV. Confrontaciones interdisciplinarías sobre la división sexual del trabajo

MANNHEIM C[1902] De la condition des ouvrii?res dans les nwnujactures


de /'Etat.
MARCHAND y Olivier THELOT Claude [1991] "Deux sié>cles de
travail en France; population active et structure sociale, durée et Centro de Estudios de la Mujer - Santiago de Chile
productivité du travail", Paris, Etudes INSEE.
MARTIN-FUGIER A. [1985] La place des bonnes; domesticité féminine a liBROS PUBLICADOS
Faris, Paris, Librairie Générale Frant;aise.
M!CHELET jules [1858] L'Amour, Paris, Hachette. l. VV.AA., Mundo de mujer: continuidad y cambio, 1988
MlLHAUT LCon P897} "La niforme de la loi sur le travail des femmes 2. Julia Meder, Verónica Riquelme, Soledad Olivos, Las temporeras y su
et des enfants", 1\emtc poli tique ct patlenwntnin', mayo 1897. visión del trabajo, 1989
PELLOUTIER M.f.fl900J Lo -¡ríe ouuriár en Fmnce. Reimpresión en 3. Bárbara Delano, Thelma Gálvez, Rosalba Todaro, Demandas de las nm-
bcsimíl: I.c fnruail des fmuncs, Paris/ Ma:;penl, 1975.
jeres asalariadas, 1989
REYBAUD Louis [1869] Eludes sur le n!gime des manufactures de soie, 4. Ximena Díaz, Talleres productivos de mujeres, 1990
Paris.
5. Marisol Santelices, Mal amor, violencia entre cuatro paredes, 1991
R!OT-SARCEY Michéle y ZYLBERBERG-HOCQUARD Marie-Héléne
6. Eugenia Hola, Rosalba Todaro, Los mecanismos del poder: hombres y
[1987] Travaux de femmes au XIX siCcle, Paris, Ed. Musée d'Orsay.
mujeres en la empresa moderna, 1992
SIMON, jules [1861] L'Ouvriere, Paris.
7. Ximena Díaz, Norah Sclaen, Mujer, trabajo y salud: trabajadoras de la
TALLON E. [1877] Vie morale et intellectuelle des ouvriers, Paris, Plon. confección, 1992
THEBAUD F. [1986] La femme au temps de la Guerre de 1914, Stock. 8. Bárbara Delano, l~oslaba Todaro, Asedio sexual en el trabajo, 1993
TILLY Louise A. y SCOTT joan [1987] (Cf. Bibliografía de la Primera 9. Eugenia Hola, Gabriela Pischedda, Mujeres, poder y política: nuevas
Parte). tensiones para viejas estructuras, 1993
WEIL Simone [1979] La condition ouvriCre, Paris, Gallirnard (Idées). 10. Virginia Guzmán, Sandra Lerda, Rebeca Salazar, La dimensión del gé-
nero en el quehacer del Estado, 1994
11. Julia Medel, Verónica Riquelme, La salud ignorada: temporeras de la fru-
ticultura, 1994
12. Ximena Díaz, Norah Schlaen, La salud ignorada: trabajdoras de la confec-
ción, 1994
13. Rosalba Todaro, Regina Rodríguez (eds.), El trabajo de las mujeres en el
tiempo global, CEM-lsis Internacional, 1995
14. Virginia Guzmá, Eugenia Hola (eds.), El conocimiento como un hecho
político, 1996
15. Sonia Yañez, Rosalba Todaro (eds.), Sobre mujeres y globalización, 1997
EJ Ctntro dt Estudios dt la Mu-
jtr, Santiago de Chile, es una
institución interdisciplinaria
cuya acción está oñentada a
producir una retroalimenta-
ción continua y dinámica en-
tre la sociedad civil, el Estado
y la práctica investigativa.
Trabaja en forma interrelacio-
nada en los siguientes ámbi-
tos:
• Generación de conoci-
mientos sobre la situación
de la mujer y las formas en
que se produce y reprodu-
ce la discriminación.
• Programas de apoyo a la
formulación de políticas
públicas que incorporen
las dimensiones de género.
• Comunicación de nuevos
conocimientos al público
en generaJ y a las mujeres
en particular, a otros profe-
sionales y a los responsa-
bles de políticas de modo
de estimular un debate in-
fucmado.
• Asesorías como forma de
compartir los conocimien-
. tos acumulados y transfor-
marlos en beneficios para
las mujeres. Además, brin-
dan la oportúnidad de ha-
cer llegar esos conocunien-
tos a las instancias de po-
der.
• Capacitación de género pa-
ra generar espacios de to-
ma de conciencia, búsque-
da de soluciones a los pro-
blemas y de perfecciona-
miento y validación de me-
todologías educativas de
género

También podría gustarte