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MITO Y RITO

Entre los núcleos simbólicos más importantes que podemos encontrar en una cultura están las
cuestiones referidas a los hechos religiosos. Uno de los referentes más importantes de la
religión, es el mito. Estos son esas configuraciones simbólicas donde se imprimen los deseos,
las angustias, los conflictos, las esperanzas y las expectativas de una cultura. En los mitos se
reflejan los modos de vida, las diferentes formas de instalarse en el mundo, los sentidos y
sinsentidos de una sociedad. El mito además, es un referente de indudable valor, ya que
contiene en sí el privilegio de acompañar al hombre desde sus orígenes. El mito y la razón no
conformaron dos órdenes paralelos, sino que a lo largo de la historia fueron relacionándose e
interactuando de diversas maneras, el mito no es una explicación primitiva del mundo o una
filosofía en germen (aunque también pueda serlo).

Es una pena que no tengamos una palabra más precisa que “religión” para designar la
experiencia de lo sagrado. Dos interpretaciones etimológicas suelen darse sobre el término
religión. Según una, procede de religio, voz relacionada con religatio, que es sustantivación de
religare (religar, vincular, atar). Según otra, procede de religiosus. En la primera lo propio de la
religión es la subordinación y vinculación a la divinidad; ser religioso es estar religado a Dios;
en la segunda, ser religioso equivale a ser escrupuloso en el cumplimiento de los deberes que
se imponen al ciudadano en el culto a los dioses del Estado-ciudad. Esta palabra no implica
necesariamente creer en Dios, dioses o espíritus, sino que se refiere a la experiencia de lo
sagrado. Por lo tanto, se encuentra emparentado con la hierofanía, es decir, la manifestación
de lo sagrado. Lo sagrado se expresa de manera simbólica y adquiere significaciones que no
son directas, por lo que necesitan de un trabajo de interpretación. Cuando lo sagrado se
manifiesta, va al encuentro del hombre, no al revés, ya que el hombre es receptor de lo
sagrado, vive un experiencia de pasividad ante la acción de lo sagrado. Este hecho, constituye
una experiencia fundamental. Religión se refiere entonces, a todas aquellas instituciones que
constituyen las religiones históricas, tales como las organizaciones eclesiásticas, los textos
sagrados, los ritos, las sacralidades y los símbolos que la instituyen. Religiosidad, en cambio,
hace referencia al ámbito íntimo, particular y subjetivo de cada ser humano. Es esa forma
privada que cada individuo tiene de vivenciar la experiencia con lo trascendente. La
religiosidad obra como una marca estructural en lo humano y esto hace que permita el
reconocimiento de lo sagrado, es su condición de posibilidad, esto constituye un misterio
porque lo finito recibe lo infinito. Por lo tanto, podemos afirmar una prioridad fundamental de
la religiosidad sobre la religión. La vivencia de la religiosidad es lo que permite la construcción
de la religión. Ambas, conforman un sistema dinámico de relaciones donde los dos términos se
enriquecen mutuamente. Desde la experiencia insondable de lo sagrado, se van a elaborar
diferentes formas de acción, mitos y ritos para poder religarse de lo temporal con lo eterno. La
vida religiosa se caracteriza por ser relacional, de un hombre con lo Otro, y con los otros
hombres en el marco de una comunidad, establece y pauta la relación que van a tener los
hombres entre sí y estos con la divinidad.

En la experiencia de lo sagrado se da de hecho una prueba. Hay algo que se manifiesta y el


hombre que experimenta esta manifestación. Esta prueba puede ser asumida o negada. Lo
infinito y lo precario entran en contacto y luego de este acontecimiento nada es lo mismo.
Cada ser humano y cada comunidad vive esta prueba de una manera diferente, y se puede
experimentar de diferentes maneras, con placer o con dolor; como algo negativo o como algo
positivo, se puede aceptarlo o rechazarlo.

Mito

(Etimología –floja-)

El mito se caracteriza por contener un fuerte contenido existencial, por ser el ámbito desde
donde una comunidad extrae el sentido para sus vidas. La palabra mito procede del griego
mythos, que a su vez remite a la raíz indoeuropea meudh o mudh, cuyo significado está
situado en la cercanía de la palabra lógos. Originariamente, la palabra mito significaba lo
mismo que logos, ambos términos quieren decir palabra, siendo logos la palabra que funciona
en el discurso racional, mito se refiere a la palabra legada, imperiosa, sagrada. Por otra parte,
mitología se usa para aludir al conjunto de mitos legados a través de generaciones de un
pueblo. Desde una perspectiva del culto y religiosa, el mito transmite verdades sagradas.
Desde una perspectiva histórica y social, narra el origen de las formas de la vida social. Desde
una perspectiva política, revela la conciencia de identidad de una determinada comunidad y de
su historia.

La vida del ser humano se desarrolla entre dos polos altamente significativos y simbólicos. Uno
es el nacer y el otro el morir. Han impactado siempre en la conciencia del hombre, y le
provocaron angustia y asombro, y han provocado las preguntas por el sentido de la vida y por
la finalidad de la existencia. El hombre se encuentra en una realidad que no comprende, que lo
trasciende, lo desborda, donde las más de las veces se siente perdido. Frente a esta realidad,
va a intentar establecer un vínculo, va a intentar dar algunas respuestas que tiendan un
puente entre su existencia y el universo en el cual se encuentra, para poder encontrarle un
sentido y una explicación. Uno de los primeros y fundamentales intentos a través de los cual el
hombre va a acceder al mundo, es el mito. El hombre, a diferencia del animal, desde el inicio
va a encontrarse con un desgarro, con una separación, con una distancia entre él y el todo que
lo rodea. Así también, desde siempre va a intentar restablecer la unidad con ese todo. El mito
está ligado al primer conocimiento que el hombre adquiere de sí mismo y de su contorno, más
aún, es la estructura de ese conocimiento. La conciencia mítica es la estructura de esta
distancia, de este juego entre el hombre y el mundo. Es un modo de asumir este universo
como un cosmos y no un caos, ya que le otorga sentido, le da un orden, es un modo de
sentirse seguro en la precariedad de su existencia, donde lo que asombra y desvela adquiere
un sentido y se estructura en un cosmos. Se constituye como una forma de aliviar la nostalgia,
de certificar la religación con los otros hombres, con la naturaleza y con lo trascendente. Por la
capacidad de hacer un alto en sus respuestas, por no estar totalmente pegado a la naturaleza,
es que se establece una distancia, pero al mismo tiempo, el ser humano intenta volver a esa
unidad. Esa angustiosa separación se remedia con el mito que produce la religación.

Definición de Mircea Eliade.


El mito cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo
primordial, el tiempo fabulosos de los comienzos. El mito cuenta como, gracias a las hazañas
de los Seres Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia. Es, pues, siempre el relato
de una creación, se narra como algo ha comenzado a ser. Nos habla de lo que ha sucedido
realmente, de lo que se ha manifestado plenamente. Los mitos, en suma, describen las
diversas y a veces dramáticas irrupciones de lo sagrado en el mundo.

Lo sagrado

Hace del hombre un ser abierto: a sí mismo, a los otros y a lo trascendente. El hombre como
ser abierto, encuentra en lo mítico una de las claves y el impulso para salir de su mera
condición de existente, e instalarse en el mundo como alguien lanzado a lo trascendente. La
narración mítica implica una revelación de lo sagrado y las diferentes relaciones que puede
establecer el hombre con lo sagrado. Cuando algo sagrado se manifiesta, al mismo tiempo algo
se oculta, aquí está la dialéctica de lo sagrado: por el solo hecho de mostrarse, lo sagrado se
esconde. Una parte importante de la manifestación permanece al misterio ya que la
conciencia humana no capta la plenitud de la manifestación, por lo que al hombre solo le cabe
su aceptación, de modo que la existencia del hombre se encuentra atravesada por el misterio.
Esto posibilita que una determinada conciencia o cultura, tenga posibilidades de develar
aspectos siempre inéditos de lo sagrado.

Lo sagrado puede manifestarse a través de cualquier objeto de la naturaleza. El medio que lo


sagrado usa para manifestarse es algo diferente de sí mismo, es lo profano. Lo sagrado se
manifiesta a través de lo profano. En cada hierofanía, el objeto que utiliza para manifestarse
muestra la coexistencia de estas dos realidades opuestas. La primera definición que se puede
dar de lo sagrado es: lo que se opone a lo profano. Esta oposición constituye el núcleo medular
de las religiones, y serán por medio de los ritos y las ceremonias de paso por las que se
cruzaran de una región a otra. Toda hierofanía supone una paradoja, al manifestarse lo
sagrado, un objeto se convierte en otra cosa sin dejar de ser él mismo. Esta paradoja se da en
la coincidencia de lo sagrado con lo profano, el ser y el no ser, del absoluto con lo relativo, etc.
La relación entre ambos términos se expresa por un movimiento dialéctico.

El relato mítico, por su contenido sagrado y ejemplar, debe realizarse bajo condiciones
especiales, distintas de aquellas en la que se relatan otras historias. Necesita un determinado
tiempo y espacio. Los mitos a su vez, van a preceder la acción humana, ya que van a sugerirle
al hombre cuales son las diferentes formas de instalarse en el mundo, por lo que constituyen
modelos ejemplares de comportamiento. La actividad creadora que relata el mito se convierte
en arquetipo, en modelo de las acciones más significativas del hombre. Cuando un dios o un
héroe han instituido un comportamiento (alimentarse, cazar, etc.) realizan un acto creador
puesto que hasta ese momento ese comportamiento no existía. La actualización de ese
comportamiento arquetípico, es una manera de participar de la presencia de los dioses, de
vivir en un universo mítico y sagrado.

El mito como conocimiento


La forma mítica de conocimiento posibilita un peculiar acceso a la realidad y posee sus propias
condiciones: contiene su propio tiempo, espacio y su lógica, que se diferencian a los abordajes
lógicos y científicos, pero que comparten el mismo valor. El mito como conocimiento no es un
estadio prelógico de una cultura. El mito permite conocer determinadas estructuras de la
realidad que para una mentalidad lógica pueden pasar desapercibidas, ya que permite un
acceso al mundo del espíritu, experiencia que implica una mutación ontológica. Cierto tipo de
conocimiento que solo el mito puede proporcionar. Es una experiencia fundamentalmente
religiosa que se realiza en un momento de ruptura ontológica con el tiempo y el espacio
profano. El mito se caracteriza por: 1. Constituye la historia de los actos de los Seres
Sobrenaturales. 2. Esta historia se considera absolutamente verdadera y sagrada 3. Se refiere
siempre a una creación 4. Al conocer al mito, se conoce el origen de las cosas, no se trata de
un conocimiento exterior o abstracto, sino de un conocimiento que se vive ritualmente 5. Se
vive el mito, en el sentido de que está dominado por la potencia sagrada.

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