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Instituto Superior Salesiano de Estudios Filosóficos

“Don Bosco”

Carrera: Filosofía para la Teología


Materia: Filosofía de la Religión
Curso: 2.º
Prof.: Cristian Andino
Alumno: Pablo Ramón Báez
Fecha: 12/11/2018

ENSAYO

La Moral autónoma de Kant frente al Amor desinteresado de los cristianos.

En el prólogo a la primera edición que leemos en el libro de Kant sobre La


Religión dentro de los límites de la mera razón nos dice que la moral no necesita
en modo alguno de la Religión porque se basta a sí misma en virtud de la Razón
pura práctica. Así, para la Moral, en orden a obrar bien, no es necesario ningún
fin. Sin embargo, dice también que la Moral conduce ineludiblemente a la
Religión porque fuera del hombre existe la idea de un legislador moral poderoso
que es el fin último del hombre.
Para Kant, la moral es el objeto del más alto respeto. Por ello deduce que
<<el respeto es el único indubitable motor moral>>. En consecuencia, para que
la acción obtenga valor moral, debe ser realizada por sólo respeto a la ley. La
noción de obrar por el deber es para Kant equivalente a la idea de obrar por puro
respeto a la ley. Entonces, la Ley moral, no llega al hombre desde fuera, sino
que es un hecho de su misma constitución racional. Será entonces una moral
autónoma y no heterónoma la que defiende Kant en su postulado. Heteronomía
que es la dependencia de nuestro obrar libre de cualquiera de los principios
exteriores que vienen de los objetos. Es aquí donde distingue una Moral
Autónoma de una Moral Heterónoma y de esta última señala que La Religión se
basa netamente en una moral heterónoma porque siempre tiende a un fin.
A partir de aquí nos hacemos la pregunta que irá cuestionando la postura
de Kant de si, ¿Es la Moral autónoma, el obrar por puro respeto a la ley tan
distinta a la moral cristiana de Jesucristo; Si me aman, guardarán mis
Mandamientos, de un amor desinteresado por la humanidad?

De una crítica racionalista de los dogmas cristianos a la deducción de una


moral materialista de la religión cristiana

Kant nos presenta cuatro principios en donde expresa o argumenta su


postura de una religión materialista de todas las religiones, no solamente la
cristiana. Aunque asegura que es la religión que es más completa porque se
dirige completamente hacia Dios, ese valor absoluto que para él es el bien
supremo.
Primeramente, afirma que en el hombre hay una propensión al mal, esto
atribuye al hombre que no es malo por naturaleza, sino que por naturaleza del
hombre debe entenderse un principio subjetivo de la libertad. Aquí se funda en
el hombre una disposición natural al bien, pero que también en él hay una
propensión al mal que es inherente universalmente al hombre. Esta propensión
no puede ser destruida por fuerzas humanas ya que no es bastante fuerte para
practicar la ley moral. Entonces, es un hombre frágil que se dejó seducir por el
espíritu tentador y así transgredió el precepto divino cometiendo el pecado
original. Para Kant, la doctrina bíblica del pecado original vale solamente como
una representación y símbolo de su teoría.
Prosiguiendo con sus argumentaciones dice que en Cristo se encuentra
el ideal personificado de una moral autónoma. Lo presenta como un ideal
agradable a Dios, de la humanidad en su perfección moral. Entonces, en su
crítica a los dogmas de la Encarnación y Redención, para Kant, son solo figuras
de algo ideal, ya que un hombre impecable puede ser objeto de admiración, pero
nunca un ejemplo para nosotros. Aunque no niega que fuera hombre como
nosotros. Sin embargo, este hombre, sobrenatural porque es Hijo de Dios obró
milagros en su vida y soportó las tentaciones del demonio asumiendo sobre sí
las cargas de la humanidad. Para Kant, la religión moral debe estar libre de estas
creencias que son superfluas y que en la práctica no se puede contar con ellos
para agradar a Dios.
En su tercer argumento nos presenta el concepto de un pueblo gobernado
por leyes morales donde no será una sociedad jurídico-civil, sino una sociedad
ético-civil, y mejor, una república moral. Tal república moral, como pueblo de
Dios regido por leyes morales que no son mandamientos divinos, es una iglesia
invisible y universal, que se funda en la fe religiosa pura. Es también una iglesia
de la libertad, de carácter inmutable y cuya constitución no es ni monárquica, ni
aristocrática, ni democrática, sino simplemente comunión de fieles. Pero existe
una debilidad en el hombre que le impide funda una Iglesia basada e la religión
puramente moral y de allí tiende a considerar a la religión como un culto, un
servicio a Dios con representaciones externas que no vienen de la voluntad de
Dios sino de los hombres. Esta forma de Iglesia es particular y no puede ser una
Iglesia para todos porque se funda en prácticas particulares y no universales.
Kant se ha quedado con una religión puramente moral, como única
verdadera y universal, de una fe libremente adoptada por todos, en contra de
una creencia histórica que impone la religión revelada como fe impuesta o servil.
El cristianismo tanto como las otras religiones, para Kant es un querer hacer a
los hombres favoritos de Dios. De ahí su principio moral de la religión que es
opuesta a la ilusión religiosa del cristianismo, que no necesita de ninguna
demostración.

La moral cristiana de un amor desinteresado que se funda en Jesucristo,


“Si me aman, guardarán mis mandamientos”

Ciertamente, Cristo, el Hijo de Dios vivo, expresada por San Pedro en


Mateo 16,16 es el Cristo a quien toda la cristiandad adora como verdadero Hijo
de Dios que ha descendido del cielo. Ahora bien, no existe ninguna duda al
respecto de su existencia porque realmente existió y vivió entre nosotros.
Tampoco nadie duda que sea verdaderamente Hijo de Dios y que se entregó por
toda la humanidad para su salvación.
Lo que se cuestiona aquí desde la crítica Kantiana es que el fin de Cristo
se ha convertido en un fin material y por tanto de todos los cristianos. Este fin de
Cristo de salvar a la humanidad y el de los cristianos por salvarse y obtener la
vida eterna.
Como habíamos dicho anteriormente, para Kant el Cristo de la religión
cristiana es solamente un ideal, que ningún hombre puede ser como él. Sin
embargo, para los cristianos sí se puede llegar a ser como Cristo y más aún,
como lo pidió él a sus discípulos, “Sean santos como es santo nuestro Padre
celestial” (Mt. 5, 48). Esta invitación a la santidad no es una imposición como lo
plantea Kant, sino más bien, una disposición del hombre a obrar el bien.
Entonces, ¿Cuál es la imagen de la moral católica? Ciertamente, desde
la perspectiva de aquellos que viven, especialmente los santos, como la Madre
Teresa de Calcuta, podemos asegurar que en el fondo de todo hay un amor
desinteresado por la humanidad, y que no simplemente es una búsqueda por
lograr la salvación.
Por más que sean un medio para lograr un fin mayor, el bien de las
personas, las leyes son medios esenciales. El cristianismo es esencialmente una
relación de amor con personas: Dios y el prójimo (Mt. 22, 37-40). Entonces, ¿Qué
es amar a Dios? Y Dios mismo lo define de esta manera: “Si me aman, guardarán
mis mandamientos” (Jn. 14, 15). Cristo no opone el amor y la ley, sino que los
une, como alma y cuerpo. El amor sin ley es como un alma sin cuerpo y
viceversa, la Ley sin amor es como un cuerpo si alma; un cadáver.
Nada es más importante y confortador ponerse del lado de la iglesia para
comprenderla mejor. Y una de las razones principales por la que no podemos o
no logramos practicar bien nuestra moral es porque no logramos comprenderla
bien. Tenemos que comprender que no solo es vivir una vida buena sino también
convertirse en una “nueva creación” como lo dijo el apóstol Pablo en su Segunda
carta a los Corintios (5, 17).
Podemos afirmar entonces que la moral católica no es seguir solamente
leyes, sino es seguir a una persona, Cristo, y aquí se fundamenta nuestra postura
en contra de las afirmaciones Kantianas que decía que Cristo no puede ser
ejemplo para nadie. Sin embargo, para los cristianos, si Dios no existe no
podemos ser buenos, y la moral se funda en un ser supremo de donde parte toda
moral. Por ejemplo, Dostoyevski escribió: “Si Dios no existe, todo es permisible”.
Además, pensadores mucho más grandes y paganos como Sócrates, Platón,
Aristóteles y otros sabía mucho del contenido moral y reconocían su fuerza
obligatoria, éstos sin saber mucho de Dios. San Pablo escribió que todo hombre,
pagano como cristiano, conoce la ley moral a través del razonamiento natural y
la conciencia (Rm. 1, 17-21), y usó este principio para predicar a los filósofos
paganos que estaban reunidos en el Areópago. Así que puede haber verdadera
moral sin verdadera religión. Pablo tiene razón tanto como Dostoyevski que el
hombre puede conocer los efectos de Dios sin saber explícitamente que Dios es
su causa, tanto en la moral como en la ciencia natural. Así, todos los hombre
conocer la creación, pero no todos conocen al Creador y también, todos conocen
la ley moral, aunque no todos conocen al Dador de Leyes.
Hay razones en Kant al afirmar que se puede practicar una moral sin que
haya religión. Entonces, ¿por qué la religión cristiana? Porque hay una bondad
absolutamente importante y una Verdad que también lo es y es la que se expuso
al inicio de este segundo argumento, ¡Cristo es el Hijo de Dios vivo!
Por eso, el argumento de Kant no es del todo válido porque si el hombre
busca al ser supremo, eso es porque proviene de un ser supremo que le imprimió
todas sus cualidades y lo leemos en las Escrituras: “«Hagamos al hombre a
nuestra imagen y semejanza” (Gen. 1, 26). Y en Dios hay tres cualidades; verdad
absoluta, bondad absoluta y belleza absoluta. Por eso el hombre busca
naturalmente la verdad, la bondad y la belleza. Y podemos afirmar que no es el
hombre por su propia conciencia que busca a Dios, sino que es Dios mismo que
busca al Hombre, no es el trayecto de hombre hacia arriba, sino el trayecto de
Dios hacia abajo, la revelación divina. Así encontramos la bondad, la verdad y la
belleza supremas en Cristo. Y la Iglesia, es en tanto, la presencia continua de
Cristo en la tierra.

A modo de conclusión

El hecho que Kant haya reducido a la Religión a una moral puramente


racional y práctica es de buena ayuda para comprender el sentido que nos tiene
todas las prácticas religiosas de la Iglesia y más todavía la católica.
Primeramente, creemos que la moral cristiana tiene que ser desinteresado, de
un amor por respeto a la ley. Pero también aceptamos el amor desinteresado de
la moral cristiana en sentido que este amor no está enfocado a obtener un bien
personal sino más bien ese bien supremo que todos buscamos.
Ninguno de los seres humanos conocemos a Dios, por eso se ha
manifestado a la humanidad en Cristo, para demostrarnos que todo lo que
conocemos y sabemos de él, es porque nos ha impreso en nuestro ser algo de
su ser mismo.
La práctica de la moral por tanto debe ser una decisión propia, libre, de
una decisión entre el bien y el mal, a favor o en contra de la vida de Cristo dentro
de nosotros. No existe una moral que no sea impositiva, ya que todos venimos
con una moral que nos orienta queramos o no hacia ese Ser Supremo que es
Dios.
Negar la existencia de la Religión es negar la voluntad de Dios en nuestras
vidas. Y como decía san Pablo, aun a tientas le buscamos a Dios pero que se
nos ha manifestado tal cual es en Cristo Jesús.
Podemos decir que tanto la moral de Kant como la moral cristiana van
muy de la mano porque nos explican el modo como hay que actuar y nos orientan
a una vida mejor. Uno puede ser muy subjetivo (personalista humana), la moral
Kantiana; pero para nosotros la mejor acertada es la moral cristiana, la de
Jesucristo, que se hace Humano para compartirnos la vida de Dios y que nuestra
moral se enfoca principalmente en una persona; la de Dios, de quien proviene
toda moral.
BIBLIOGRAFÍA

KANT, INMANUEL, La religión dentro de los límites de la mera Razón. Alianza,


editorial Madrid, segunda edición 1981.

URDANOZ, TEÓFILO, Historia de la Filosofía. Tomo IV. Biblioteca de autores


cristianos. Madrid. 1975

BIBLIA DE JERUSALÉN. Conferencia Episcopal Española. Cuarta edición.


Editorial Desclée De Brouwer, S.A. 2009

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