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Cartas Católicas
Cartas Católicas
1. INTRODUCCION
2 Pe 1,1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que han recibido una fe
como la nuestra, mediante la justicia de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo.
Carta de Judas : «a los que han sido llamados, amados de Dios Padre y guardados
para Jesucristo». Ambas tienen una motivación teológica.
Carta de Santiago: Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus
que están en la dispersión: Saludos.
Por lo que respecta al mundo de las ideas y de la teología, cada uno de estos
escritos tiene una orientación propia. Una relación estrecha se da únicamente entre dos
de ellas: Pedro y Judas. Parece que la primera depende de la segunda.
1. LA CARTA DE SANTIAGO
Algunos suelen situarla antes del año 62, fecha de la muerte de Santiago. Esto si se
mantiene la autenticidad de la Carta como escrita por el apóstol Santiago.
Otros la consideran más tardía del 80-90 haciéndola coincidir con la persecución de
Diocleciano y se basan en que varios pasajes de la carta indican que sus destinatarios
eran víctimas de persecución. Otros incluso la consideran más tardía, después del año
100.
1.2 AUTOR
Hoy se cree que es difícil que el apóstol Santiago la haya escrito porque el griego es
de muy buena calidad, con un vocabulario preciso y rico. Por eso se afirma que la carta
es un escrito pseudónimo, que se ampara en la autoridad de Santiago, el “hermano del
Señor”. El recurso a la pseudonimia no debe sorprender ya que era un procedimiento
literario común de la época.
1.3 CARACTERISTICAS
Lo que más llama la atención es la ausencia casi total del nombre de Jesús e incluso
de los títulos cristológicos de majestad. El nombre de Jesús aparece sólo dos veces —
unido siempre al título Cristo, es decir, en el nombre Jesucristo—, una en el prescripto
(«1,1: Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo») y otra en 2,1 («No entre la
acepción de personas en la fe que tenéis en nuestro Señor Jesucristo glorificado»).
Por otra parte, la carta crea una impresión muy judía y contiene pocos elementos
específicamente cristianos; podría pensarse, por consiguiente, que se trata de una carta
originariamente judía (1,1: «Santiago [...] saluda a las doce tribus de la Dispersión») o
que se compuso sobre la base de un escrito judío. Las dos referencias al nombre de
Jesús se explicarían como interpolaciones posteriores que se habrían introducido en el
escrito cuando fue asumido por los cristianos.
La carta tiene un estilo y carácter parenético. Encontramos en ella modelos
parenético-catequéticos expresados en exhortaciones en torno a la fe y las obras, a una
recta postura cristiana ante la riqueza y la pobreza, al recto uso de la lengua, etc.,
En las afirmaciones sobre Dios se pueden descubrir algunos puntos que reflejan una
visión teológica. La imagen de Dios está marcada en buena medida por el Antiguo
Testamento y el judaísmo.
Se manifiesta así un elemento típico de la carta, que coincide con las indicaciones
hechas hasta ahora: que no tiene carácter cristológico. Es cierto que también los otros
documentos del Nuevo Testamento son predominantemente teocéntricos, pues a Dios se
le considera principio y meta de la redención. Pero en todos los casos se subraya que la
salvación se realiza a través de Jesucristo. Frente a ello, en la carta de Santiago
desaparece significativamente este aspecto cristológico.
La expresión más llamativa de este dato la constituye el hecho de que en el escrito no se
mencionan la muerte y la resurrección de Jesús, es decir, el corazón del kerigma
cristiano. ¿Es esto mera casualidad? ¿Constituyen la muerte y la resurrección de
Jesucristo presupuestos lógicos de la carta? Lo más seguro es que sea así. Con todo se
debe constatar que con ello se manifiesta una imagen de Dios casi pre-cristiana, judía.
Vamos a mostrarlo brevemente. El centro de la «teología» de la carta de Santiago lo
constituye la confesión de fe en el Dios uno: «¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces
bien» (2,19). Es cierto que esta confesión de fe monoteísta, que el cristianismo ha
recibido del judaísmo, el Nuevo Testamento del Antiguo, se halla también en otros
documentos neotestamentarios (por ejemplo Me 12,29 y par.; 1 Cor 8,4; Ef 4,6); pero,
debido al marco a que nos hemos referido, en la carta de Santiago adquiere una
significación propia. Además, va acompañada de la siguiente afirmación paralela: «Uno
solo es el legislador o juez, que puede salvar o perder» (4,12). También esta confesión
de fe parece una formulación hecha y de ella existen paralelos en el judaísmo. La
iniciativa de la salvación parte de Dios; también la iniciativa de la salvación de cada
persona. Él ha escogido a los pobres (2,5). Él está de su parte y ellos pueden
abandonarse a él con toda confianza. «Toda dádiva buena y todo don perfecto viene de
lo alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio, ni sombra, ni
rotación» (1,17). Se describe así la firmeza de su voluntad salvífica.
Los destinatarios de la carta deben orientar su vida de acuerdo con ese Dios. Deben
alabarlo con sus lenguas (3,9), someterse a él (4,7), acercarse a él (4,8), hacer planes y
proyectos desde la conciencia de que se hallan en su presencia (4,15); hasta él llega
como un grito la injusticia que se hace a los demás (5,4). La comunidad debe esperar su
venida (5,7s.), pues él es el juez (4,12) y es compasivo (5,11).
FE Y OBRAS
2.2 EL AUTOR
2.3 DESTINATARIOS
Los diversos temas que aborda esta carta y las conexiones internas de los
elementos literarios y teológicos presentes en ella permiten considerar 1 Pe como un
texto en el que convergen diferentes tradiciones catequéticas y litúrgicas de la Iglesia
primitiva, tratadas y reelaboradas por un experto en composición literaria, que ha dado
unidad a este escrito con procedimientos literarios propios de una formación
judeocristiana.
3.1 AUTOR
3.2 DESTINATARIOS
De acuerdo con el encabezamiento, los destinatarios de la carta son los que han
obtenido la fe, lo que no nos dice nada preciso sobre ellos. Tal vez se trataba de antiguos
paganos, dado el cúmulo de observaciones sobre los falsos doctores que ocupa todo el
capítulo 2; por otra parte, los textos de 2,18 y 20 sólo pueden entenderse como una
alusión a la conversión del paganismo. Y cuando en 3,15 subraya la unidad entre Pedro
y Pablo, encontramos otra referencia a esta Iglesia procedente del paganismo y que
veneraba a Pablo como su fundador; de ahí las apelaciones a la autoridad de Pablo
(3,16).
En esta parte hay una llamada a la fidelidad (1, 3-21). Exhortación a conservar
firmemente los dones recibidos a los que hay que responder con las virtudes cristianas.
Sólo así se progresa en el conocimiento de Jesucristo y se accede a su reino. Para el
autor, que alude al próximo fin, esta recomendación es un deber apremiante. Antes de
su muerte, el apóstol quiere corroborar una vez más la fidelidad de la palabra profética.
b. Luchar contra maestros que desvirtuaban la fe, al mismo tiempo que llevaban a
la inmoralidad.
Señal de alerta contra los falsos doctores (2, 1-22). Antes de acometer la refutación
directa de los que niegan la parusía, el autor los desacredita a los ojos de sus lectores. La
venida de estos falsos doctores ya había sido prevista y no debe, pues, sorprender. Su
conducta es una negación práctica de Jesús , pero su castigo es seguro.
4.1 AUTOR
Judas, que se llama ´´ hermano de Santiago ´´ (v. 1), parece presentarse también
como uno de los ´´ hermanos del Señor ´´ ( Mt 13, 55). No hay nada que obligue a
identificarle con el apóstol del mismo nombre ( Lc 6,16; Hch 1,13; Jn 14,22), por lo
demás, él mismo se distingue del grupo apostólico (v. 17) . El autor manifiesta un
notable conocimiento de las fuentes judías, indicio de que representaba una iglesia
cultivada, bien surtida de libros.
Esta epístola era ya admitida por la mayoría de las Iglesias como Escritura canónica
desde el año 200.
Desarrolla una apología en la cual evoca al único Dios, mencionando los atributos
divinos y a lo largo de la carta está presente la idea de la salvación, la bienaventuranza
última que se ha de recibir o de la desdicha final que se ha de evitar. A su profesión de
Monoteísmo, se menciona a las tres personas divinas en la obra de salvación. Dios es
Padre ( v. 16), salvador ( v. 5), único ( v. 25 a), glorioso, poderoso ( v. 25 b), fuente de
gracia ( v. 4), caridad ( v.2), de justicia ( v. 5). Jesucristo es el único Maestro y Señor (v.
4b). Habla por los apóstoles (v. 17), tendrá piedad de los cristianos para la vida eterna
(v. 21b) , porque por el son guardados (v.1b). El Espíritu santo es el garante de la
constancia en la fe recibida (v. 20), sin él, no se pasa de ser como los impíos (v. 6,9)
El cristiano ha sido llamado, es amado por Dios. La fe transmitida de una vez para
siempre (v.3b), fundamento de su vida (v.20), debe combatir por guardarla (v. 3), y
conseguir así la vida eterna (v. 21). Si el cristiano no actúa así perderá la fe y sufrirá el
castigo divino.
En la carta existe problema para señalar los destinatarios, el autor, la fecha se topa
con problemas. San Eusebio en su historia confiesa: "Sólo Dios sabe quien escribió esta
epístola".
Esta obra no se dirige a hebreos. Es una palabra, una exhortación para cristianos, de
origen judio y pagano, de la 2a generación, pues los textos se refieren a una experiencia
vivida: "atención a lo que hemos para que no nos extraviemos" (2,1); "pues debiendo
ser ya maestros en razón del tiempo (5,12); "su labor y amor que han mostrado hacia su
nombre, con los servicios que han prestado y prestan a los santos" (6,10); "acuérdense
de sus dirigentes que les anunciaron la Palabra de Dios y,
considerando el final de su vida, imiten su fe" ( 13,7).
En lugar más probable desde donde se escribió es Roma, donde algunos cristianos:
judíos y gentiles por varios motivos, intentaban regresar al antiguo culto del A. T. El
saludo final favorece la hipótesis de Roma como remitente (Leer Heb. 13, 23-25)
5.2 AUTOR
5.3 FECHA
Los dos puntos anteriores nos indican que Hebreos es un escrito de la 2a generación
de cristianos, entre los años 75-95 d. C.
5.4 ESQUEMA