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CURSO DE SINTESIS TEOLOGICA

LAS CARTAS CATOLICAS

Pbro. Dr. Ramiro Pantoja Cruz

1. INTRODUCCION

El nombre de «cartas católicas» se aplica a un grupo de escritos tardíos del Nuevo


Testamento, breves en su mayoría, que se atribuyen a Santiago, Pedro, Judas. Estas
cartas se reúnen en un solo grupo por razón de una perspectiva meramente formal: los
destinatarios de las mismas son colectivos. Católico quiere decir universal y se llaman
así porque fueron escritas para todas las Iglesias y no para una en particular, su
contenido es pues universal. Aunque se les suela llamar cartas, no lo son. Son más bien
breves exposiciones o sentencias doctrinales acompañadas de algunas normas de orden
práctico para los cristianos.

Veamos la referencia a los destinatarios

La referencia a los destinatarios es de carácter general:

2 Pe 1,1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que han recibido una fe
como la nuestra, mediante la justicia de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo.

Carta de Judas : «a los que han sido llamados, amados de Dios Padre y guardados
para Jesucristo». Ambas tienen una motivación teológica.

1 Pedro y la carta de Santiago se presentan como cartas de la diáspora judía.

En la 1 Pe 1,1 se dice: Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados, de la dispersión


en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos 2 según el previo
conocimiento de Dios Padre, por la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a
Jesucristo y ser rociados con su sangre: Que la gracia y la paz os sean multiplicadas.

Carta de Santiago: Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus
que están en la dispersión: Saludos.

Hoy se ha abandonado la idea de que los primeros destinatarios de estos escritos


son judeo-cristianos, expatriados de Palestina. Los cristianos tienen conciencia de que
ellos son los descendientes espirituales del pueblo de las doce tribus y que viven como
extranjeros en el mundo, que es para ellos como una diáspora.

Por lo que respecta al mundo de las ideas y de la teología, cada uno de estos
escritos tiene una orientación propia. Una relación estrecha se da únicamente entre dos
de ellas: Pedro y Judas. Parece que la primera depende de la segunda.
1. LA CARTA DE SANTIAGO

1.1 FECHA DE COMPOSICIÓN

Algunos suelen situarla antes del año 62, fecha de la muerte de Santiago. Esto si se
mantiene la autenticidad de la Carta como escrita por el apóstol Santiago.

Otros la consideran más tardía del 80-90 haciéndola coincidir con la persecución de
Diocleciano y se basan en que varios pasajes de la carta indican que sus destinatarios
eran víctimas de persecución. Otros incluso la consideran más tardía, después del año
100.

1.2 AUTOR

Hoy se cree que es difícil que el apóstol Santiago la haya escrito porque el griego es
de muy buena calidad, con un vocabulario preciso y rico. Por eso se afirma que la carta
es un escrito pseudónimo, que se ampara en la autoridad de Santiago, el “hermano del
Señor”. El recurso a la pseudonimia no debe sorprender ya que era un procedimiento
literario común de la época.

1.3 CARACTERISTICAS

Lo que más llama la atención es la ausencia casi total del nombre de Jesús e incluso
de los títulos cristológicos de majestad. El nombre de Jesús aparece sólo dos veces —
unido siempre al título Cristo, es decir, en el nombre Jesucristo—, una en el prescripto
(«1,1: Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo») y otra en 2,1 («No entre la
acepción de personas en la fe que tenéis en nuestro Señor Jesucristo glorificado»).
Por otra parte, la carta crea una impresión muy judía y contiene pocos elementos
específicamente cristianos; podría pensarse, por consiguiente, que se trata de una carta
originariamente judía (1,1: «Santiago [...] saluda a las doce tribus de la Dispersión») o
que se compuso sobre la base de un escrito judío. Las dos referencias al nombre de
Jesús se explicarían como interpolaciones posteriores que se habrían introducido en el
escrito cuando fue asumido por los cristianos.
La carta tiene un estilo y carácter parenético. Encontramos en ella modelos
parenético-catequéticos expresados en exhortaciones en torno a la fe y las obras, a una
recta postura cristiana ante la riqueza y la pobreza, al recto uso de la lengua, etc.,

1.4 DOS TEMAS TEOLOGICOS

Kyrios Sabaoth: la imagen de Dios

En las afirmaciones sobre Dios se pueden descubrir algunos puntos que reflejan una
visión teológica. La imagen de Dios está marcada en buena medida por el Antiguo
Testamento y el judaísmo.
Se manifiesta así un elemento típico de la carta, que coincide con las indicaciones
hechas hasta ahora: que no tiene carácter cristológico. Es cierto que también los otros
documentos del Nuevo Testamento son predominantemente teocéntricos, pues a Dios se
le considera principio y meta de la redención. Pero en todos los casos se subraya que la
salvación se realiza a través de Jesucristo. Frente a ello, en la carta de Santiago
desaparece significativamente este aspecto cristológico.
La expresión más llamativa de este dato la constituye el hecho de que en el escrito no se
mencionan la muerte y la resurrección de Jesús, es decir, el corazón del kerigma
cristiano. ¿Es esto mera casualidad? ¿Constituyen la muerte y la resurrección de
Jesucristo presupuestos lógicos de la carta? Lo más seguro es que sea así. Con todo se
debe constatar que con ello se manifiesta una imagen de Dios casi pre-cristiana, judía.
Vamos a mostrarlo brevemente. El centro de la «teología» de la carta de Santiago lo
constituye la confesión de fe en el Dios uno: «¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces
bien» (2,19). Es cierto que esta confesión de fe monoteísta, que el cristianismo ha
recibido del judaísmo, el Nuevo Testamento del Antiguo, se halla también en otros
documentos neotestamentarios (por ejemplo Me 12,29 y par.; 1 Cor 8,4; Ef 4,6); pero,
debido al marco a que nos hemos referido, en la carta de Santiago adquiere una
significación propia. Además, va acompañada de la siguiente afirmación paralela: «Uno
solo es el legislador o juez, que puede salvar o perder» (4,12). También esta confesión
de fe parece una formulación hecha y de ella existen paralelos en el judaísmo. La
iniciativa de la salvación parte de Dios; también la iniciativa de la salvación de cada
persona. Él ha escogido a los pobres (2,5). Él está de su parte y ellos pueden
abandonarse a él con toda confianza. «Toda dádiva buena y todo don perfecto viene de
lo alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio, ni sombra, ni
rotación» (1,17). Se describe así la firmeza de su voluntad salvífica.
Los destinatarios de la carta deben orientar su vida de acuerdo con ese Dios. Deben
alabarlo con sus lenguas (3,9), someterse a él (4,7), acercarse a él (4,8), hacer planes y
proyectos desde la conciencia de que se hallan en su presencia (4,15); hasta él llega
como un grito la injusticia que se hace a los demás (5,4). La comunidad debe esperar su
venida (5,7s.), pues él es el juez (4,12) y es compasivo (5,11).

FE Y OBRAS

A la hora de plantear la cuestión tan debatida de la relación entre la fe y las obras


parece aconsejable tener presente el carácter judío del documento. Es verdad que en
ningún lugar se define concretamente lo que se entiende por fe; pero encontramos (junto
a 2,1) una determinación de los contenidos de lo que se tiene que creer, a saber, que hay
un solo Dios (2,19). La importancia de esta confesión de fe judía y cristiana en un solo
Dios es todavía mayor en el contexto que nos ocupa, pues se halla en el pasaje sobre la
la fe y las obras (2,14- 26), objeto de nuestra atención en el presente apartado.
Así, pues, en el mencionado pasaje se entiende por fe en primer término la fe en un solo
Dios. Dicha fe es una convicción que impregna y caracteriza a una comunidad
determinada, es decir, la comunidad judía, la comunidad cristiana; tiene fuerza
constitutiva de cara a la comunidad. Se trata de un concepto de fe que implica la
pertenencia a la comunidad de los creyentes. Recurriendo al ejemplo de Abrahán, el
creyente, que es el primer miembro de esa comunidad, se explica luego que la fe debe
manifestarse en situaciones difíciles, en pruebas, en persecuciones. La fe se convierte
así en confesión de fe. En la concepción de fe que tiene la carta de Santiago, ambos
aspectos se hallan estrechamente unidos: la fe como elemento que constituye la
comunidad y la confesión de esa fe.
Pero de acuerdo con aquella concepción de la fe, también es propio de esta última el
deber de manifestarse, de hacerse viva, sobre todo en obras de amor al prójimo y de
misericordia; esta dimensión se evidencia en el ejemplo de 2,15s. Quien cree pero
rechaza esas obras, tiene una fe muerta; le ocurre lo mismo que al cuerpo que no tiene
espíritu: está muerto. La imposibilidad de separar fe y obras, en el sentido de que es
preciso manifestar y hacer viva la fe, es completamente judía; y el cristianismo la
asumió sin mayores problemas.
Pero la intención es evidente: se trata de explicar lo absurdo de una fe infecunda. Por lo
demás, la referencia a la fe de los demonios demuestra que se está hablando de la fe en
un solo Dios, no de la fe en Jesucristo. Los demonios saben que hay Dios, pero esa fe no
les aprovecha para nada.

La argumentación da un paso decisivo hacia adelante cuando introduce en el discurso la


idea de la justificación. Ahora se separarla fe y las obras. O, mejor dicho, se establece
una oposición entre una fe que no tiene obras y una fe que se manifiesta en las obras. La
oposición se expresa con claridad en 2,18: «Muéstrame tu fe sin obras y yo por las obras
te mostraré mi fe». La argumentación pretende mostrar que sólo la fe que se manifiesta
en las obras es una fe válida, perfecta. El objetivo de la argumentación no es dogmático,
sino pastoral. Abrahán poseía esa fe perfecta. Y por ello fue justificado.
De igual modo, el hombre será justificado tambien por las obras y no sólo por la fe; es
decir: por la fe perfecta, que se ha manifestado en obras.
Las diferencias frente a Pablo son notables. La justificación de Abrahán es para Pablo
justificación del pecador, del impío; la justificación es creatio ex nihilo (cf. Rom 4,1-6).
Para la carta de Santiago, la justificación es reconocimiento de las obras que nacen de la
fe.

En su condición de judío cristiano, Santiago hace valer su concepción sobre la fe y las


obras para exhortar a una comunidad que se estaba relajando en su praxis de fe.

Para Santiago pues la fe de la que habla es fe en cuanto expresión de la pertenencia a la


comunidad. La comunidad de la carta de Santiago se entiende como una fraternidad; así
se explica el uso frecuente del apelativo «hermanos míos». Prueba de ello es que un
ejemplo se introduzca con las siguientes palabras «Si un hermano o una hermana»
(2,15; cf. 4,11; 1,9); por otra parte, también esta expresión recuerda el Sermón de la
Montaña. El apelativo «hermano» es también de origen judío.
Desde las observaciones hechas hasta ahora no resulta extraño que la carta de Santiago
sea el único documento del Nuevo Testamento que utiliza el término judío sinagoga,
para referirse a la asamblea de la comunidad cristiana. En contextos parecidos, Pablo
habla de ekklesia (por ejemplo 1 Cor 11,18). En este sentido conviene observar que el
término «sinagoga» se refiere siempre a la asamblea in actu.

2. PRIMERA CARTA DE PEDRO

2.1 FECHA Y LUGAR DE COMPOSICIÓN

El tiempo de redacción de la carta se puede deducir de la localización histórica de


los distintos temas doctrinales y parenéticos de la carta, poniendo de relieve las
relaciones literarias y doctrinales de dependencia o de influencia de 1 Pe con otros
escritos del NT. Por tanto, los datos de la cristología, la eclesiología y la escatología son
indicio para pensar en una fecha de redacción dentro del período subapostólico, en torno
al año 80.
Respecto al lugar de redacción de la carta, muchos comentaristas se inclinan por
Roma, encubierta con el nombre de Babilonia (5,13). En efecto, la designación de la
capital del Imperio con el nombre simbólico de Babilonia está testimoniada no solo en
la literatura judeocristiana posterior al año 70, sino también, en diversos documentos
de la literatura latina precristiana, lo cual no descarta la posibilidad de que sea Roma el
lugar de la redacción de 1 Pe y que este sea el primer documento de la tradición
judeocristiana que presenta tal denominación para la ciudad eterna. Sin embargo, no se
puede concluir nada con certeza y otros se inclinan, más bien, por la hipótesis de la
localización de 1 Pe en algún núcleo cristiano importante de Asia Menor, debido a la
sencilla estructuración de la Iglesia que se deja entrever, a los rasgos sencillos que
caracterizan la figura del autor, al conocimiento real y concreto que tiene de la situación
de los destinatarios.

2.2 EL AUTOR

En la carta encontramos los siguientes datos acerca de su autor: Pedro, apóstol de


Jesucristo (1,1), copresbítero, testigo de la pasión de Cristo y partícipe de la gloria que
se va a revelar (5,1), por medio de Silvano, hermano de confianza, ha escrito
brevemente (5,12) esta carta a los elegidos del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y
Bitinia, desde Babilonia (5,13), donde también está Marcos, su hijo.
Pero la identificación del autor de 1 Pe con el apóstol Pedro es una cuestión
controvertida.
Los argumentos más significativos en contra de su autenticidad son:

1) La datación de los temas teológicos de 1 Pe sobrepasa el año 67; por tanto, el


apóstol ya había muerto (año 64 ó 67) cuando la carta fue redactada (década del
80) según nuestra hipótesis. Las cuestiones teológicas reflejan una situación
social distinta. Los temas de la carta responden a una preocupación
predominantemente sociorreligiosa con el objetivo de perfilar bien los rasgos de
la identidad cristiana con vistas a la integración y legitimación del cristianismo
primitivo en el contexto social de las regiones asiáticas a las que va dirigida la
carta.
2) La calidad literaria de la carta tanto por el griego utilizado, por el estilo literario,
como por la utilización de los LXX, no corresponde a un pescador de Galilea
poco instruido (cf. Hch 4,13).
3) Entre los destinatarios de la carta figuran las regiones de Galacia y Asia, iglesias
paganas fundadas por Pablo, a las cuales es difícil que el apóstol Pedro se
dirigiera en vida de Pablo (cf. Gal 2,8-9).
4) La situación de hostilidad ambiental corresponde a la descrita por Plinio el Joven
a Trajano (c. año 110).

Se cree, pues, que se trata de un escrito pseudo-epigráfico, de un responsable


culto de la comunidad eclesial o fraternidad de creyentes, buen conocedor de la
situación por la que pasan los cristianos, el cual, utilizando la autoridad del apóstol
Pedro, dirige esta carta circular a las iglesias de Asia Menor.

2.3 DESTINATARIOS

El comienzo de la carta menciona grandes y diversas regiones de Asia Menor,


que comprenden las zonas costeras de Asia, Bitinia y Ponto y las continentales de
Galacia y Capadocia. No aparece mencionada ninguna ciudad,. La carta además no se
dirige a individuos ni comunidades particulares, sino a grupos cristianos que habitan
principalmente en aldeas rurales. Probablemente los destinatarios de la carta sean en su
mayoría campesinos o pastores, procedentes sobre todo del paganismo, aunque también
del judaísmo, de clase social baja, que cuidan y trabajan las propiedades de las clases
superiores romanas o locales. No hay motivos ciertos para pensar que los creyentes se
hallan sometidos a algún tipo de persecución oficial por parte de las autoridades. Pedro
no habla de persecución, pero sí del sufrimiento que se deriva de una hostilidad
ambiental de la sociedad en que viven. Por eso las dificultades que experimentan los
creyentes se deben entender como consecuencias de la situación social, jurídica y
económica en la que viven. Los cristianos se consideran «extranjeros y emigrantes»
(1,1.17; 2,11) y su condición de tales es fuente de conflictos y de tensiones sociales. En
este sentido la carta pretende apoyar a estos cristianos que sufren por su fe y los anima a
aguantar y soportar el sufrimiento que están pasando, en este perspectiva se pueden
interpretar las referencias a las pruebas por las que pasan los cristianos (1,7; 4,12), los
insultos, calumnias y maledicencias (1,12; 3,9.16; 4,4; 5,9) en las que se ven
involucrados los creyentes hasta el punto de ser maltratados y escarnecidos (4,14).

2.4 ESTRUCTURA LITERARIA

Los diversos temas que aborda esta carta y las conexiones internas de los
elementos literarios y teológicos presentes en ella permiten considerar 1 Pe como un
texto en el que convergen diferentes tradiciones catequéticas y litúrgicas de la Iglesia
primitiva, tratadas y reelaboradas por un experto en composición literaria, que ha dado
unidad a este escrito con procedimientos literarios propios de una formación
judeocristiana.

Estructura literaria de 1 Pe:

Saludo inicial: Gracia y paz a los elegidos: 1,1- 2

1) Prólogo teológico-cristocéntrico: 1,3-12


Dios nos ha regenerado por la Resurrección de Jesucristo: 1,3-5
2) Desarrollo de la carta: 1,13-5,9
La regeneración se da en la Salvación y se vive en la buena conducta de los
cristianos 1,13- 4,11
La alegría y la gloria en la prueba del sufrimiento: 4,12-5,9
3) Epílogo teológico doxológico:
Dios, que os llamó, os fortalecerá: 5,10-11
Saludo final: Gracia y paz de parte de los coelegidos:5,12-14.

2.5 TEMA GENERAL DE LA CARTA

El tema general de la carta es el sufrimiento del cristiano. Ante una situación


difícil, el autor se propone levantar el ánimo. Los sufrimientos señalados en 1,6; 3,13ss
y 4,4 hacen referencia a este aspecto. Para el autor tiene suma importancia la referencia
a la imagen de Cristo y les recuerda a sus lectores que sus aflicciones son sólo
temporales y que tienen la gran esperanza de la salvación en la revelación de Jesucristo
(1,3-6).
El sufrimiento es la herencia común de los cristianos a través de este mundo (4,12; 5,9).
Está de acuerdo con la voluntad divina (1,2), con la intención de probar la genuinidad
de la fe (4,12) y debe ser motivo de gozo (1,6). El sufrimiento robustece y purifica el
alma (1,7) y es camino para entrar en la compañía de Cristo (4,13).
Leer 2, 21-24 y 3, 18-22.
La carta, pues, tiene su motivo y fundamento en esta preocupación por las pruebas de la
Iglesia. Y la comunidad en esta situación, debe permanecer unida y ser una en el amor
fraterno (1,22; 4,7-11;5,15); por su parte, los presbíteros deben mostrar su fidelidad y
generosidad en medio de las dificultades. Las exhortaciones a la santidad ocupan un
lugar relevante, importante, lo que parece señalar una evolución de cristianismo hacia el
moralismo o hacia las exhortaciones morales.

3. SEGUNDA CARTA DE PEDRO

3.1 AUTOR

En cuanto al autor se refiere, lo más conveniente e indicado es inclinarse por la


no autoría del apóstol Pedro. Algunos críticos católicos recogen la sugerencia de San
Jerónimo y se acogen a la teoría de dos secretarios diferentes que habían tenido bastante
parte en la redacción. El de la primera carta, según 1Pe 5,12, habría sido Silvano. El de
la segunda, otro distinto. El autor de la segunda carta de Pedro hablaría como si fuese el
mismo apóstol. No hay en ello afirmación errónea, sino ficción literaria. Téngase en
cuenta que en el Tridentino está definida la canonicidad, no la genuinidad: la
canonicidad queda en pie, aunque no fuese Pedro el autor.

3.2 DESTINATARIOS

De acuerdo con el encabezamiento, los destinatarios de la carta son los que han
obtenido la fe, lo que no nos dice nada preciso sobre ellos. Tal vez se trataba de antiguos
paganos, dado el cúmulo de observaciones sobre los falsos doctores que ocupa todo el
capítulo 2; por otra parte, los textos de 2,18 y 20 sólo pueden entenderse como una
alusión a la conversión del paganismo. Y cuando en 3,15 subraya la unidad entre Pedro
y Pablo, encontramos otra referencia a esta Iglesia procedente del paganismo y que
veneraba a Pablo como su fundador; de ahí las apelaciones a la autoridad de Pablo
(3,16).

3.3 LUGAR Y FECHA DE COMPOSICIÓN

Por lo que se refiere al lugar de composición, los que sostienen la autenticidad


literaria sugieren Roma como lugar de origen, ya que la carta habría sido escrita poco
antes de la muerte de Pedro.
La fecha de composición difiere según la postura tomada sobre la autenticidad
de la carta. Algunos la sitúan entre el 64-67, fecha de la muerte de Pedro. En todo caso,
la carta no puede pertenecer a la época apostólica incipiente, puesto que tiene ante sí a
los otros dos escritos (1Pe y Judas).

3.4 ESTILO Y VOCABULARIO

En cuanto al estilo y vocabulario sugieren una buena cultura helenista. Sus


características: repetición frecuente de palabras y el aire rítmico de muchas de sus
frases. Más que una carta, nos encontramos ante un testamento espiritual.
3.5 CONTENIDO DE LA CARTA

Los tres capítulos de 2 Pe contemplan tres inquietudes de la iglesia en ese momento:

a. Mantener la fe tal como la enseñaron los testigos de Jesús.

En esta parte hay una llamada a la fidelidad (1, 3-21). Exhortación a conservar
firmemente los dones recibidos a los que hay que responder con las virtudes cristianas.
Sólo así se progresa en el conocimiento de Jesucristo y se accede a su reino. Para el
autor, que alude al próximo fin, esta recomendación es un deber apremiante. Antes de
su muerte, el apóstol quiere corroborar una vez más la fidelidad de la palabra profética.

b. Luchar contra maestros que desvirtuaban la fe, al mismo tiempo que llevaban a
la inmoralidad.

Señal de alerta contra los falsos doctores (2, 1-22). Antes de acometer la refutación
directa de los que niegan la parusía, el autor los desacredita a los ojos de sus lectores. La
venida de estos falsos doctores ya había sido prevista y no debe, pues, sorprender. Su
conducta es una negación práctica de Jesús , pero su castigo es seguro.

c. Explicar porque Cristo no había vuelto todavía.

Retraso de la parusía (3). La afirmación de que la parusía no se ha producido es


refutada haciendo notar que Dios tiene una medida de tiempo distinta de los hombre. La
certeza de la parusía implica la necesidad de prepararse para ella por la santidad y el
crecimiento de Jesús. El nombre de Jesús (3,18b) introduce la doxología final.

4. CARTA DE SAN JUDAS

4.1 AUTOR

Judas, que se llama ´´ hermano de Santiago ´´ (v. 1), parece presentarse también
como uno de los ´´ hermanos del Señor ´´ ( Mt 13, 55). No hay nada que obligue a
identificarle con el apóstol del mismo nombre ( Lc 6,16; Hch 1,13; Jn 14,22), por lo
demás, él mismo se distingue del grupo apostólico (v. 17) . El autor manifiesta un
notable conocimiento de las fuentes judías, indicio de que representaba una iglesia
cultivada, bien surtida de libros.

Esta epístola era ya admitida por la mayoría de las Iglesias como Escritura canónica
desde el año 200.

4.2 FINALIDAD DE LA CARTA

La finalidad de la carta de Judas es preservar la fe sus lectores en peligro por la acción


de ciertos impíos que se han introducido en la comunidad, les amenaza con un castigo
divino, que ilustra con precedentes de la tradición judía (v. 5-7) y la descripción que
hace de sus desviaciones parece también influida por estos recuerdos del pasado (v. 11).
Por lo tanto se les recuerda a los destinatarios el origen de su vocación y se les anima a
permanecer fieles ante el peligro que los amenaza.
A estos falsos doctores que aparecen los describe como una especie de herejía;
pretenden recibir revelaciones y se tenían por pneumáticos. Se les acusa de inmoralidad,
abusan del mensaje evangélico de libertad, licencia moral, etc.
Negaban el poder de los ángeles y se apartaban de la enseñaza eclesiástica sobre Dios y
la Cristología, negando el estricto Monoteísmo y a Cristo como Señor, burlándose de la
parusía.

4.3 CONTENIDO DE LA CARTA

Desarrolla una apología en la cual evoca al único Dios, mencionando los atributos
divinos y a lo largo de la carta está presente la idea de la salvación, la bienaventuranza
última que se ha de recibir o de la desdicha final que se ha de evitar. A su profesión de
Monoteísmo, se menciona a las tres personas divinas en la obra de salvación. Dios es
Padre ( v. 16), salvador ( v. 5), único ( v. 25 a), glorioso, poderoso ( v. 25 b), fuente de
gracia ( v. 4), caridad ( v.2), de justicia ( v. 5). Jesucristo es el único Maestro y Señor (v.
4b). Habla por los apóstoles (v. 17), tendrá piedad de los cristianos para la vida eterna
(v. 21b) , porque por el son guardados (v.1b). El Espíritu santo es el garante de la
constancia en la fe recibida (v. 20), sin él, no se pasa de ser como los impíos (v. 6,9)
El cristiano ha sido llamado, es amado por Dios. La fe transmitida de una vez para
siempre (v.3b), fundamento de su vida (v.20), debe combatir por guardarla (v. 3), y
conseguir así la vida eterna (v. 21). Si el cristiano no actúa así perderá la fe y sufrirá el
castigo divino.

5. CARTA A LOS HEBREOS

En la carta existe problema para señalar los destinatarios, el autor, la fecha se topa
con problemas. San Eusebio en su historia confiesa: "Sólo Dios sabe quien escribió esta
epístola".

5.1 LOS DESTINATARIOS

Esta obra no se dirige a hebreos. Es una palabra, una exhortación para cristianos, de
origen judio y pagano, de la 2a generación, pues los textos se refieren a una experiencia
vivida: "atención a lo que hemos para que no nos extraviemos" (2,1); "pues debiendo
ser ya maestros en razón del tiempo (5,12); "su labor y amor que han mostrado hacia su
nombre, con los servicios que han prestado y prestan a los santos" (6,10); "acuérdense
de sus dirigentes que les anunciaron la Palabra de Dios y,
considerando el final de su vida, imiten su fe" ( 13,7).

En lugar más probable desde donde se escribió es Roma, donde algunos cristianos:
judíos y gentiles por varios motivos, intentaban regresar al antiguo culto del A. T. El
saludo final favorece la hipótesis de Roma como remitente (Leer Heb. 13, 23-25)

5.2 AUTOR

Hebreos es un escrito anónimo. La autoría de Pablo fue cuestionada desde la


antigüedad, aun por los Padres de la Iglesia, sobre todo en Occidente. Después, por su
canonicidad, se fue aceptando a Pablo como su autor. Hay grandes diferencias de
lenguaje y de pensamiento son irreconciliables.
Podemos considerar Hebreos de autor desconocido, perteneciente a la segunda
generación cristiana, pues si fuese apóstol conocido se hubiera conservado su nombre.

5.3 FECHA

Los dos puntos anteriores nos indican que Hebreos es un escrito de la 2a generación
de cristianos, entre los años 75-95 d. C.

5.4 ESQUEMA

Vamos a tomar el esquema de tres partes mayores:

I) Revelación en el Hijo 1, 1-2, 18


II) Sacerdocio de Cristo 3, 1-10, 39
III) Fidelidad y perseverancia en la fe y exhortación a vivir en la santidad 11,1 19-13,21

5.5 COTENIDO DE LA CARTA

SACEROCIO DE CRISTO: JESÚS SUMO SACERDOTE FIEL Y


MISERICORDIOSO.

Jesús es Sumo Sacerdote, como único 'mediador' de la Mueva Alianza entre


Dios-y los hombres (8,6; 9,15; 12,24). Esta función de 'mediador' es la más real y
profunda acción sacerdotal. Jesús es mediador por ser verdadero Dios y verdadero
hombre. Jesús por su vida mortal, ha llegado a ser sacerdote, en sentido teologal.

¿Qué características tiene Jesús como Sumo Sacerdote?

El sacerdocio de Jesús tiene una dimensión integradora de lo terrenal y lo


celestial. Sus características fundamentales es que es fiel y obediente: "Aquí estoy para
hacer tu voluntad" (10,5-9). padeció y sufrió obediente. (2,10; 5,8).

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