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XVI.

las plañideras recorrerán


la calle
Escucha:

los muertos

dicen que no.

La calle grita que sí

josele Santiago
Tocan a rebato
por las hijas muertas

Revientan las células

una a una

Creíste

que tu niña

iba a ser tu niña siempre

Los amigos acéfalos

de occidente,

maquillados,

reposan a media asta

la bandera

gualda y roja

Para ellos,

tu amor era un secuestro,

un matorral

pionero

de puñaladas
a la espalda

Aplanan con su peso

las fúnebres flores,

las distraen poco a poco

paseando

sus abrigos narcisistas de astracán

Como despedida

tienden la mano,

aerobios y motrices,

jurando

que belcebú

nació en su casa
La irrealidad,
dramáticamente,

le abandonaba

Tanto pánico,

esto,

otorgó a su cuerpo,

que le dejaron de crecer las uñas

de inmediato

y así comprobó

que los dientes

podían masticar otros principios

Se hizo socialista.

Pero socialista de los de antes

y salió a labrar la avenida

con un silbido

pertinaz

entre los labios


Por favor,
no añadan comida

dice el fondo monetario internacional

que mandaron a hacer su ropa

a Addis Abeba

(Se te quebró una pierna

y decidí

dar yo

las coces)
El otoño
trajo consigo la muerte

Y la muerte era ella,

que te metió la sociedad

por los pulmones,

la polémica polisémica

del tiempo

raquítico

y el raquítico espacio

para saltar al vacío

y que, así,

el vacío mengüe
Sé lo que necesitas

de aquí

a mañana

Las pastillas justas,

todas

y cada una,

para no salir corriendo

La verticalidad

precisa

para que la santa compaña

no encuentre la noche
En el segundo escalón
de entrada

a la pastelería,

ante la vitrina de los bocadillos de atún

sentada

frente por frente

del penal

espera

los besos proletarios

de su hija

que,

no sabe,

hace diez meses

que murió adentro


Sobre las hojas,

amarilla, crujiente, atiborrada almohada

mujer y hombre

se muelen

las costillas,

impotentes

ante esta pasión

vivípara y asesina

que los asola


Bailan, aplicadas
detrás

de seis centímetros de vidrio,

con la experiencia

atómica

del pulso constante

Mezclan vodka y petróleo

para surcar,

prevenidas,

este océano de lamparones

con que la vida

esputa,

este barrio rojo de los cojones

Dejan en la acera,

por si acaso,

los corazones,

sin candar
Trátame bien
si me hallas floreciendo

si permuta

la temida ingravidez

del tejado de la tierra

y entonces,

mi remota colección

de vello púbico

y energía

paradigmáticamente

eche de menos

las arenas

enemigas

en que se movió hasta ahora


El ministro del interior
apareció

descuartizado

Pasivo,

incluso,

en su desbarajuste físico,

mamífero

que mamó

la caja entera de los truenos

por no decirle a su señora

lo guapa

que estaba esa noche


Corre el tiempo,
como si fuera a importarnos

Hincha la noche,

como brutal variz

Envenenada

has empezado

a derretir la cama

Las estrellas de mar,

enloquecidas

se andan ahogando
Después de tu martirio
no habrá flechas

Obsoleta,

buscas al hijo

que ya no existe como hijo

Espinado,

espera

que cobres

puntualmente

la pensión
Nadie
me va a parar los pies

si hoy me pongo triste

si escuchar tu voz

me desbarata,

frontalmente

el apetito

Se va el día

y salen larvas

de mi cuerpo descompuesto

como si alguien me leyera

la cabeza

de continuo

Voy,

sacramental,

tomando drogas
para intentar que, esta vez,

duela algo menos

para prevaricar,

secuenciado

el tiempo de los verbos

Los helicópteros planean

destrozarlo todo

La civilización,

posiblemente,

sea un atraso
Soy la reina de la fecundidad.
Te abro la puerta.

Cógeme el corazón.

Prueba su frío.

Se trata de perder lo menos posible

Vienes haciendo eses

y aún no es

mediodía

Todo el mundo ahora piensa

que es del pueblo

elegido

Aquí estoy. Cerca de ti. Esto es Europa. Muérete pronto


Después de que los buitres
te hubieran desmigajado

sin plegarias

Después

de que encauzasen

tu sangre seca

Después

de tantas religiones,

tanta nociva protohistoria,

descubrimos

que los muertos a donde van es a la luna

Nadie demostró

que esto

fuera a ser un camino de rosas


Tu corazón opulento
vacía

el sentido de esta noche

Nos hace idiotas

al norte de este extraño paralelo

Son las estrellas

la única avaricia

que acunar

El viento

tararea

como un espía absoluto y enemigo


En su costumbre,
otro señor K,

el abuelo materno

de Franz Kafka,

no necesitó jamás

el filo posible de su hacha

Priorizaba

plúmbea pesadez

para escarchar

diariamente

la cobertura rapaz del río Elba

por si su mujer,

hastiada por fin de krill,

decidía desahogarse

esa mañana
Nancy mira atenta la casa de su padre

Recuerda

en sus muñecas entreabiertas

las cosas que suceden

por la noche,

los bautismos

piadosos

de la carne,

su primer precipicio,

como una galerna

poliédrica

de anfetamina

alterándole las caderas

junto a la tabla infame

de multiplicar

por cien

los hombres lobo


Te regalo estos dos hijos
aún mediocres,

homogéneos

y bendecidos por el papa

Llévatelos,

como hiciste,

con mi glándula de corazón ensangrentado

Padre,

perdónalos,

si no saben resucitar
Te soterran
con su mierda de héroe,

los héroes,

para seguir siendo héroes

Enganchada a la cafeína,

tratas de seguir a flote

Mantienes la paciencia

de esta indigesta noche

Es el momento

de la partida

porque te vas vaciada de sangre

Será tu amor,

desde ahora,

y para siempre,

submarino
Quizá fue
por tanto ruido

que se te hubieron de entreabrir

los ojos

y en tu rotunda mudez

y en tus músculos esquejes

rellenos

de hecatómbica pereza

y en tu corazón trágico y maniquí

el paso del tiempo

parece un milagro
Porque le fallaron todos,
como una varicela

poderosa

Porque nos dio igual

su día entero

viéndola llorar

Por eso está en la playa

Y ahí va evangélica

a recibirte, sal,

hace media hora que se ha decidido

A pasos cortos se inserta,

ciclotímica

en tu agua gigantesca

que repatrió patriarcas

entre los pueblos

del norte
y redujo,

como si fuera goma dos,

a escombro

el subcontinente indio,

la pasada semana

una vez más

por descontado
Armar este martes maníaco como un suplemento.

De cerca,

el uniforme,

huele a rayos

Embarazar, por encargo, el camposanto

Aquí no se salva

ni el soldado Ryan

Caer,

desplomado,

con el amanecer

Posarse en el sol a morir de vergüenza


El amor evoluciona y se pega al techo.

Debates,

con el cuerpo por delante.

Aparecen,

sobrehumanas

las mordeduras.

La vecindad,

incorrecta,

insemina con su rostro los marcos de las ventanas.

Consumirán

así la tarde,

pese a su alergia.

No dejarán de imaginarnos en ataúdes.

Se irán todos a las nueve,

a ver el fútbol

como dijiste
Padres de familia atados a las columnas

Instrumentos tercos de tortura,

medicinas que no vienen del doctor

Tu costado,

transpirando bajo cero,

sigila almas

como si fuera posible ser culpable

y no sangrar

Salen lanzados,

a la corrección al por mayor

del melanoma

de su vida habitual,

un reguero de pus

que se convierte en herida

Lo más que te prometieron fue la cárcel


Todavía humana, se yergue

Su fe bestial

abandonó la pantalla

Fecunda,

bélica,

su escozor de otros cuerpos,

su propuesta tenaz

de manumitirse,

la llegada,

al dorso

de un desendemoniador

que la acabe desendemoniando


Perdiste,
rota de ti,

el calcio de los huesos

Te llenaste de humo

Amaste,

por doquier,

al prójimo como no a ti mismo

Revolviste,

indiferente,

entre las esquelas

por si habías muerto

Fuiste el circo

y te olvidaste por completo de las fieras


Mientras ustedes,
en España,

gritaban alevosos en el ochenta y dos

con el campeonato minúsculo del mundo,

ríos de campesinos guatemaltecos

aullaban

rociados de fuel

y con las tripas fuera

(para que no engendraran campesinos nuevos)

porque así lo había ordenado

un general pagado

con moneda yanqui

diplomáticamente inmune,

como otros cuantos

hasta la fecha de hoy


Te estiraste
tanto

la cara

que creíste que creyeron que repetías

tercero

La felicidad

es una manía

terrible y apócrifa
Vivimos al día tu capacidad de sorpresa,

tu nula respuesta

a esta violencia de género

animal

Acotamos,

con la coartada del antidisturbios,

tu camino monótono

del trabajo a casa

Te encandilamos

nuevamente

con los resultados de la lotería

primitiva,

con el corazón, corazón

que hiede a muerto


Los asesinos populares

en sus casas

dan comienzo en esta hora

sin filigranas

a la oración

Los yonquis

y transformistas,

en el parque del ayuntamiento

sin posibilidad de conectarse

discuten

si J.F. Kennedy era o no

su actor favorito
Partir piedras. Ese será tu día a día.
Desclavar arpones entre el ojo y la ojeriza

Convertir en milagro

la leche agria

de esa traidora vaca llamada estado.

Hallar la clavija exacta

que atormente la noche

Ver hacerse

nuevas armas,

en silencio

Empalizarse,

para no sufrir la gripe

que en este momento tocó

Vivir este pellizco

que dispara muchas veces y de cerca

Hablar con tu hijo, que está lejos y olvidó tu rostro


Me gusta cuando hay viento
porque se te adhieren las nalgas al vestido

(Se fue a París

a enamorarse

y a Dakar a rodar porno

e iría a la horca

de forma voluntaria

para ganarse el favor del público adulto

Icónica,

se ensaña en el nombre

(clasificado equis)

de los que han de trabajar encima suyo

Cíclica,

explota tu amor

sin manchar la colcha)

Me gusta

cuando inspiras

porque se te ensanchan los pechos infinito


Bendicen tu nombre
con nociones inhumanas,

plenos de odio entre sí

Pálido y avergonzado, sólo eres un niño

Insultas secamente a Salomón

que con su historia

engañó a todos

Rueda por la calle principal

tu otra vida.

La que soñabas.

Va abierta en canal.

Ya puedes

ir aprendiendo a discutir

Tienen en su habitación una fábrica de gritos


En el principio fue el verbo
Luego la luz

Luego

alguien

me atizaba

con una tapa de alcantarilla en la sesera

Cuando quise despertar ya había muerto

y tú no sabías nada

esterilizada en tu vértice geodésico,

las malas noticias

no llegaban a ti

Cometer errores y exhumar víctimas

Un borracho te dice

que ese
no es, de largo, el buen camino,

que riegas las flores

y te crece,

maligno,

un tumor
Te hablé de él
(como en postdata)

sólo porque quería que durmieras

en mi cama

Creer en dios

siempre fue de subnormales

Bailan los mossos d´esquadra

tétricos

con sus mujeres respectivas

Inclemente

ayer morí, por fin, del todo


Ocuparás la taiga
y ocuparás la tundra

Llegará el infierno

e hibernará homicida en esta costa

Volverán

los estibadores

a probar en probadores

la nueva línea de gorros de lana

Este maratón de mujeres célibes

convocará reuniones

urgentes

de tuppersex

Promediarán,

las tabernas,

dos muertos por noche


Inmisericorde

y visionaria

guardarás las armas

y desempolvarás los vicios

Vendrás a hablar conmigo

como si yo pudiera

hospitalizar

de una vez por todas el invierno

Un terremoto

de hielo y nieve

se llevará por delante la provincia,

carnívoro,

desestructurará de nuevo

la familia

que ya no tiene casi nada que contarse


Me echarás

de menos

hasta que tu corazón pese mil kilos

El pasado será una sospecha

Quedará,

ojo por ojo,

cada cosa en su sitio

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