Está en la página 1de 12

El Luto y ¿Cómo superarlo?

Todos siempre pasamos por pérdidas que destrozan nuestro


corazón y nos llenan de sufrimiento y dolor. Podrás conocer el proceso por el
que todos pasamos y te mostraremos algunas técnicas para superarlo o vivirlo
de la mejor manera posible.

Capítulo 1:

Introducción
Todos en algún momento de nuestras vidas vivimos la pérdida de
alguien a quien queremos, y es en ese momento en el que nos sentimos
destrozados, a veces que la vida ya no tiene sentido si todo acaba en algún
momento, y que todas nuestras ilusiones y esperanzas se vienen abajo, se
derrumban, es como si de pronto el mundo nos quedara tan grande y no
encontramos un camino que seguir, estamos como perdidos en un gran lago.
Lo peor de todo es que en ese lago nos estamos hundiendo y no estamos
haciendo nada para detenerlo, y este proceso en el que nos hundimos, nos
duele, y nos duele más que el mismo día que sufrimos esta gran pérdida.

A veces, injustamente, alejamos a las personas que nos quieren ayudar,


nuestra familia, nuestros amigos, y cada quien busca refugios diferentes.
Algunos nos volvemos viciosos de muchas cosas, desde vicios que nos dañan
físicamente (alcohol, droga, tabaco), hasta aquellos vicios que a la larga
también nos perjudican (trabajo, estudio), y hablo en el exceso de todas ellas.
Es una buena salida, es rápida, pero no es efectiva, y esto es algo que si
tenemos que hacer notar y un punto de lo que se va a hablar a lo largo del
curso.

Es normal entrar en un estado de depresión después de sufrir alguna pérdida


dolorosa, el problema surge cuando esta depresión gobierna nuestra vida como
un estado dependiente del que no se puede salir nunca más, y además del
dolor de la pérdida, se suman dolores de diversos tipos, emocionales y físicos,
que desafortunadamente no nos van a quitar la vida, lo único que van a hacer
es hacernos menos dichosos, convertirnos literalmente en harapos vivientes,
que no tienen calidad de vida, que solo flotamos aquí.

Por todo lo anterior es importante hacer notar que el vivir el luto, y el duelo es
algo sumamente válido, porque como humanos tenemos un corazón que
siente, un cerebro que piensa, y más un alma que extraña. Lo importante surge
cuando tenemos la necesidad de salir de este estado, porque seguimos
teniendo una vida, porque tenemos familia y porque tenemos que aprender que
en este mundo terrenal nada es eterna, y entonces simplemente aprendemos a
vivir con esa pérdida, sin olvidarla.
Entonces comencemos a aprender, que nunca es tarde...

Capítulo 2:

Definiciones
Es importante entender primero lo que queremos expresar
cuando nos referimos a la palabra "luto" o "duelo", ya que esto nos da una idea
más clara de lo que significamos, y así todos podremos entender los
conceptos:

Una definición de diccionario de lo que es el luto expresa claramente que es:

* Dolor, pena por la muerte de alguien.

* Signo exterior de dolor en ropa, especialmente la de color negro, y otras


cosas, por la muerte de alguien.

Las dos definiciones nos llevan al momento trágico de perder a un ser querido.
El luto es manifestado por el exterior de las personas, a diferencia de lo que es
el duelo:

* Manifestación de dolor por la muerte de alguien.

* Dolor, aflicción.

* Reunión de parientes o amigos que asisten al entierro o al funeral de un


difunto.

El duelo es más en el sentido del sufrimiento que se causa con la pérdida de un


ser querido, lo que se sufre internamente, el duelo se expresa de diferentes
maneras, y el proceso por el cual se supera la aflicción provocada por la
pérdida se denomina ELABORACIÓN DEL DUELO. Este es el tema en el que
nos concentraremos.

El crecimiento de las personas en sí conllevan la pérdida de ciertas actitudes,


modalidades y relaciones que, aunque sean sustituidas por otras mas
evolucionadas, afectan al individuo, desencadenando en él procesos de duelos
no siempre bien elaborados, de ahí proceden las causas de numerosos
trastornos psíquicos. Claro que es importante aclarar que el mayor duelo
siempre se da con la pérdida de un ser querido, con el vacío que esto provoca
en todas las personas.

Para el caso específico de la muerte de un ser querido, se da regularmente


actitudes como: la pérdida de interés por el mundo exterior en cuanto nos
recuerde a la persona fallecida, la pérdida de la capacidad de elegir un nuevo
objeto amoroso, lo que equivaldría a sustituir al desaparecido, por último, el
aislamiento de toda función que no está conectada con la memoria del
desaparecido.
La elaboración del duelo es un trabajo inconsciente, que involucra un enorme
gasto de tiempo y energía psíquica, que responde a un mandato de la realidad,
el objeto amado ya no existe y se hace necesario asumir la pérdida.

Como seres humanos individuales, únicos e irrepetibles, cada uno de nosotros


responde de diferente forma ante la pérdida de una persona querida, el dolor
aumenta o disminuye dependiendo de la relación intrínseca que se haya
mantenido con la persona acaecida.

En el siguiente capítulo distinguiré las etapas comunes que se suceden


después de la pérdida que representan el duelo...

Capítulo 3:

Etapas del duelo


1. Negación.

2. Desorganización.

3. Enojo.

4. Culpa.

5. Soledad.

6. Alivio.

7. Restablecimiento.

La duración de cada una de las etapas varía dependiendo de las personas, de


su carácter, fortaleza e ilusión de seguir viviendo una vida, y no sobreviviendo
hasta el día final.

Se irán describiendo cada una de éstas etapas y se mostrará también la forma


más viable que tienen los allegados para demostrar ayuda y cariño, sin caer en
la compasión, que es el último sentimiento que alguien que de verdad sufre
desea sentir.

Es importante que las personas que queremos ayudar, o las que nos
encontramos dentro de este transe se les preste atención. No significa que al
terminar de leer este capítulo vamos a ser personas completamente nuevas,
sin dolor y sin sufrimiento, ¡no!, tomémoslo con calma, con tranquilidad y
paciencia, pero no cerremos nuestra mente, este es el paso más importante.
Es cierto que cuando pasas por una situación así, difícilmente alguien puede
rebatir tu actitud ya que sienten que no tienen el derecho de hacerlo, pero ya se
sabe lo que se dice: "clavando, clavando hasta que el clavo quede fijo", y esta
actitud es la que tenemos que tener, ser constantes, y mantener un espíritu que
ayude a que día a día este dolor no se olvide, pero disminuya y nos permita ver
que tenemos más cosas alrededor, personas que sufren más, tanto por la
pérdida del ser querido, como porque se van perdiendo a ellos poco a poco...

Capítulo 4:

Primera etapa: Negación


La primera etapa es la Negación, es el impacto emocional que se
experimenta cuando se sabe que alguien próximo ha muerto. En esta etapa la
mente bloquea la realidad de lo que sabe sobre el caso. Esta etapa es tan
normal, que tú la puedes notar ya que se da desde la primera respuesta o
reacción que das al recibir la noticia.

El dar un consejo al que sufre, en ese momento es inútil, porque la persona


niega la realidad como mecanismo de autoprotección. Lo mejor que puede
hacer el que quiere ayudar es escuchar enfáticamente al otro. Las personas
extrovertidas presentan en este momento un comportamiento errático: se dan
explosiones de carácter en forma histérica, llanto, golpes, arrojan y quiebran
objetos, etc. Las personas introvertidas, en esta fase, se recluyen de la vida
social.

En esta primera etapa las personas que son allegadas a las que sufren un
duelo son tan importantes como la misma persona que ha muerto, aunque
aquella que sufre no lo nota en estos momentos ya que se encuentra absorta
en una realidad que quiere construir. Es en esta etapa donde se mantienen
aquellos que realmente quieren a la persona que sufre el duelo; los verdaderos
amigos se demuestran aquí.

El estar dentro de la etapa de negación dura hasta el momento en el que nos


damos cuenta que no podemos cambiar el destino, ni el nuestro ni el de las
personas que ya no están en este mundo. Es entonces cuando pasamos a la
siguiente etapa...

Capítulo 5:

Segunda etapa: Desorganización


Esta etapa se presenta en el doliente con señales de falta de
claridad y de distorsión de la realidad.

Reacciona inadecuadamente a las situaciones que le rodean, sus emociones


se manifiestan sin contacto real con el mundo circundante.

La persona se encierra en su dolor y expresa sus emociones a través de llanto


o la charla excesiva.

En este periodo el doliente no está en condiciones de tomar decisiones


importantes, y por lo tanto se le debe sugerir que las posponga.

La mejor ayuda que se le puede dar a la persona que atraviesa por esta etapa
es mostrarle que se le ama y se le acepta tal y como es. De esta manera puede
atravesar la etapa de desorganización en forma más constructiva.

Aquí como en la primera etapa es muy importante el apoyo de todas las


personas que rodean a aquélla que atraviesa por el duelo, si éstas se alejan
solamente aumentarán el dolor, porque en la lucidez de la persona se siente
sola por la pérdida, y más sola aún al ver que sus amigos y/o familiares se han
alejado de ellos.
Capítulo 6:

Tercera etapa: Enojo


Caracterizada por emociones tornadizas, se colorea con
sentimientos de enojo.

El doliente se queja y aún maldice a Dios, al desaparecido, o a algún objeto


querido.

Este enojo, o reacción emotiva, tornadiza, surge principalmente por el


desamparo, herida y frustración que se experimenta.

La persona, incapaz de manejar las emociones adecuadamente, se rebela


contra lo que tiene más próximos. Y es aquí donde se rechazan las posturas de
las personas que se encuentran cerca de ellos ya que mantienen una
negatividad ante todos los hechos y posturas. Son agresivos al contradecir a
alguien, y no pueden controlar sus emociones.

Los sentimientos de culpa pueden obstruir la expresión del enojo. Si el enojo no


se expresa, se puede transformar en ira reprimida, con una duración posible de
manifestarse con dolores de cabeza, migrañas u otras formas vicarias de
expresión corporal.

No todas las personas expresan el enojo o la rabia de la misma manera;


algunas lo hacen sumiéndose en la tristeza o depresión.

Lo que deben hacer las personas que quieran ayudar al doliente en esta etapa,
es permitirle que ventile o exprese verbalmente sus emociones sin juzgarle, de
tal manera su ánimo puede llegar a curarse, de lo que más hablan es del ser
querido que han perdido, así que las personas allegadas al abatido tienen que
tener paciencia porque tal vez escuchen el relato una y otra vez, pero es una
forma de desahogar que se les debe permitir.

En esta etapa se pierden muchas relaciones, por un lado se da por la forma


agresiva en la que las personas que sufren la pérdida contestan o debaten
ciertas idea, que es tan eufórica que llegan a lastimar al oyente, y por otro lado
se da porque se aburren de escuchar las mismas historias, y tal vez de hacer lo
mismo todos los días, pero la paciencia y el amor de las personas que nos
rodean se demuestra de una manera formidable.
Capítulo 7:

Cuarta etapa: Culpa


A esta etapa del proceso de duelo, la colorea el sentimiento de
culpa.

Durante este período el doliente recuerda, con resentimiento, las cosas que se
hicieron con la persona desaparecida, cuando aún estaba con vida.

La persona idealiza el pasado y se siente responsable por las faltas, los


asuntos no terminados o los errores que se cometieron. A menudo la culpa
surge de la creencia de que se pudo haber prevenido la muerte, o la partida del
otro, de alguna manera.

En esta etapa el doliente sólo necesita escuchar de otra persona significativa


para él que no hay razón para sentirse culpable: hay tantas circunstancias que
se escapan de nuestras manos y, al final de cuentas, nadie es todopoderoso,
pero estos consejos no deben de ser impuestos, se deben de dar de una forma
dulce y tranquila ya que el imponer hace que aumenten sentimientos de
culpabilidad en el doliente. Aún después de haber recibido algún consejo en
esta dirección, el sentimiento de culpa se puede seguir dando en el doliente.

Lo que hay que hacer, en este caso, es escuchar con comprensión y afecto a la
persona y dejar que llegue al punto en que ella se perdone a sí misma. La
plena aceptación del doliente, por parte de una persona significativa, es de
suma importancia en esta etapa del proceso de duelo.

El mismo doliente debe de analizar la situación y prevenir que los hechos


acaecidos nadie los puede cambiar porque todos pendemos de un hilo
interminable que se llama destino, y que a pesar de que a veces sintamos que
juega con nosotros como marionetas, es el juego de la vida, y estamos aquí,
seguimos aquí y tendremos que encontrar una salida diferente a sentir la
culpa...
Capítulo 8:

Quinta etapa: Soledad


En la etapa de la soledad, el dolor que se sufre es el más
profundo. El ser plenamente consciente de que una persona vivió y ocupó un
espacio a nuestro alrededor, llega a ser abrumador y se acentúa cada vez que
los detalles cotidianos traen el recuerdo de la persona que ya no esta con
nosotros.

Todo el impacto de la muerte o pérdida de la persona se torna en una realidad


constante, aún si la relación humana fue pobre: algo está ausente; un
sentimiento de pérdida se apodera del ánimo del doliente.

Esta etapa de duelo es peligrosa para la persona que sufre. El vacío que hora
se da pide desesperadamente que se llene. Se olvidan las faltas o defectos del
desaparecido y se le atribuyen cualidades casi celestiales.

El peligro se da cuando el doliente transfiere esas cualidades a otra persona.


Por ejemplo un padre puede buscar el reemplazo de su esposa a través de las
expectativas que pone en su hija; o bien en su despecho se casa para llenar el
hueco dejado por su esposa; forzando a su nuevo cónyuge a que sea el doble
de su desaparecida pareja.

La actitud más valiente y sana que debe adoptar el que sufre una pérdida es
enfrentar la pérdida tal como se da, y no tratar de reemplazarla o caer en un
comportamiento de pérdida. Los escapismos impiden expresar plena y
sanamente el dolor, lo cual es necesario para poder recobrarse de la pérdida y
la soledad y así emprender una nueva vida.

Es muy importante que notemos que la persona que se ha ido de nuestro lado
debe de seguir presente en nuestros corazones, en nuestra mente y en nuestra
memoria, la memoria del ser humano es tan grande que ésta no necesita ser
reemplazada por nada ni nadie, ese recuerdo que tenemos del ser amado tiene
que ser el apoyo para salir adelante, no tenemos porque olvidarlo o tratar de
opacarlo con la presencia de alguien más ya que hay que notar que todos
somos diferentes y aunque encuentres a alguien con un parecido excepcional,
no va a ser el mismo nunca, lo que vivimos lo tenemos con nosotros, es
nuestro y nadie nos lo puede quitar. Además es injusto porque quitamos la
autenticidad de alguien y eso es algo que a nadie le gustaría que le hicieran,
pensemos en esto...

Las personas que se encuentran alrededor de los dolientes no tienen que


apoyar decisiones que suelen ser repentinas, como en el ejemplo que se dio,
tienen que ser más concientes que aquél que sufre y hacerle ver su error sin
criticar, las palabras dulces son las que llegan al alma y éstas son las que
tienen siempre la última palabra.

Tenemos que ser pacientes, ésta etapa también pasará.

Capítulo 9:

Sexta etapa: Alivio


Aún cuando su nombre pueda dar un sentido negativo al
concepto, lo cierto es que los sobrevivientes, pueden experimentar una
sensación de alivio, de una forma u otra.

Por ejemplo, si el difunto sufría mucho antes de morir, los familiares sienten
consuelo de que ya no lo hará más; otros sentirán que ya no tendrán que
sobrellevar una carga económica fuerte, al no tener que pagar más cuentas
hospitalarias, medicinas o médicos. Tal vez piensen que fue mejor que muriera
de esa forma y no de una enfermedad crónica de años...
A veces el doliente no sabe manejar el sentimiento de alivio que experimenta:
se siente ambivalente frente a él. Por un lado se dice: ¿cómo puedo
experimentar ahora algo contrario al dolor que he pasado? Es necesario que se
dé cuenta que el sentimiento de alivio es normal en estas circunstancias y que
es parte de la realidad que se da en toda la vida humana.

En esta línea de acción deben proceder los que están cercan de la persona
que atraviesa por esta etapa del duelo. Hacerle ver a la persona que está bien
que sienta un alivio pues no es culpable por no llorar o por pensar que fue
mejor así, que no esta siendo egoísta, que esa persona que lo ha dejado va a
agradecer en parte el hecho de que piense de esa manera, ya que el doliente
no se afligirá más por verla llorar y no poderla consolar.

El llegar a esta etapa es un paso difícil porque a veces existen retrocesos y se


vuelve a la primera o segunda etapa, o a alguna de ellas por la dificultad de
aceptar la muerte del ser querido, pero las personas que se encuentran cerca
del afligido verán reflejados aquí los esfuerzos por ayudarle a salir adelante.

No significa que de aquí en adelante no tendrá ningún sufrimiento, ni derramará


una lágrima más, eso sería mentir, lo único que sucede es que aceptará un
poco el destino y que tratará de aferrarse de nuevo a la vida.

Capítulo 10:

Séptima etapa: Restablecimiento


Esta etapa se desarrolla lentamente, a medida que el doliente
aprende a manejar los sentimientos de culpa que tiene y los ensueños van
terminando.

De esta manera, el doliente vuelve a vivir, ve el futuro con más confianza y


seguridad en sí mismo; goza más el presente, y el recuerdo de la persona ida
se hace menos dolorosa. A medida que se va fortaleciendo y restableciendo de
la pérdida, siente que vuelve a nacer con nuevos bríos y nuevas perspectivas.
Hace planes de acción y siente que la vida merece vivirse.

Los que cuidan al doliente: amigos, médicos, enfermeras, sacerdotes, etc.,


deben prevenirle de que no se precipite en poner en prácticas sus nuevos
planes de vida; de lo contrario, se correría el riesgo de fracasar por
imprudencia. La presencia del amigo consejero da soporte, ayuda a recobrarse
poco a poco, es un apoyo para sostenerse más tarde por sí mismo, es un punto
de referencia y contacto con la realidad circundante. Regularmente este amigo
consejero suele ser aquella persona que también sufre la pérdida, contrario a lo
que se piense entre ellos se ayudan mutuamente a salir y superarse.

Gorer (1965) encontró en un estudio sobre personas que no se ajustaron al


proceso de pérdida, que ocho de cada diez de ellas presentaron síntomas de
llanto compulsivo, perturbación del sueño, dificultades en la concentración
mental y falta de apetito; además, más de la mitad de los sujetos estudiados
eran dependientes habituados a las medicinas y a los doctores.

Capítulo 11:

Conclusión
Ya se explicó lo que es el duelo y el luto, las etapas que
comporta el duelo y lo importante que es llevarlas a cabo, así como la ayuda
que las personas cercanas a la que sufre el duelo tienen que hacer, y que no
les sorprenda ver reacciones no esperadas.

El concepto respecto a qué constituye la muerte varía según las diferentes


culturas y épocas. En las sociedades occidentales, la muerte se ha
considerado tradicionalmente como la separación del alma del cuerpo. En esta
creencia, la esencia del ser humano es independiente de las propiedades
físicas. Debido a que el alma carece de manifestación corpórea, su partida no
puede ser vista, o lo que es lo mismo, ser determinada objetivamente. De aquí
que, en esta creencia, se ha determinado el cese de la respiración como el
signo de muerte.

Debemos de tener en cuenta que las personas que han muerto no sufren,
gozan de no tener que trabajar, de no levantarse temprano, dejan de tener
responsabilidades, y aunque suena tal vez superficial, puede ayuda el pensar
de esta forma.

La muerte es algo que el ser humano no se puede explicar, y nunca se lo podrá


explicar. Cuando nos encontramos cara a cara con la muerte de un ser querido,
no podemos aceptar que nunca más lo tendremos con nosotros, se nos ocurre
pensar que está de viaje, que se fue a otro lado o que simplemente está
durmiendo, pero es cierto que nos cuesta mucho aceptar la muerte como tal. Y
el mejor refugio es pensar que el día que nosotros también partamos de este
mundo lo volveremos a encontrar, podremos hablar de cosas que en su
momento nosotros seguíamos haciendo en este mundo, y él nos contará de
todas aquellas que fue descubriendo al emprender el viaje eterno..., al morir.

Existe un poema que escribió James Whitcomb Riley que es muy acertado y
que quiero dejar dentro de esta conclusión:

No puedo decir, y no diré


que él ha muerto. Sólo está lejos.
Con una alegre sonrisa, y una señal de la mano,
se ha aventurado en una tierra desconocida.
Y nos deja soñando cuán justas
sus necesidades deben ser puesto que permanecen ahí.
Y tú, OH, tú, que anhelas con intensidad
la pisada de los viejos tiempos y el alegre regreso.
Piensa en él gozando, tan querido
en el amor de ahí como el amor de aquí;
piensa en él igual que siempre, yo digo:
no está muerto, ¡sólo está lejos!

Y puede ser que este sea un pensamiento que nos ayude a seguir de pie, que
nos ayude a ir entendiendo paso a paso una realidad irreversible:

La muerte no es extinguir la luz; sólo consiste en apagar la lámpara porque ha


llegado el Amanecer, Rabindranath Tagore.

Recuerda que la vida no es injusta es recíproca; la vida cobra y luego paga,


cuando la vida paga, paga al doble, aguardemos y confiemos.

También podría gustarte