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LA ENSEÑANZA DE LA INGENIERIA SÍSMICA EN

VENEZUELA A NIVEL DE PREGRADO


Mario Paparoni M. (U.C.V. - UNIMET)

Fundamentos

Este trabajo se basa en una encuesta realizada via fax con 19 universidades
venezolanas (públicas y privadas); 7 de ellas respondieron al siguiente
cuestionario (8 si incluyo a UNIMET):

1. ¿Existe a nivel de pregrado alguna materia llamada específicamente


"Principios de Ingeniería Sísmica" o algo semejante?

2. ¿Se enseña la aplicación de la ingeniería sísmica como parte de


alguna materia, tal como Estructuras, Proyectos Estructurales, Mecánica
de los Suelos, Geología, Construcción, etc.?

3. ¿Se enseña o se pide a los alumnos el conocimiento de la Norma


Covenin sobre edificaciones antisísmicas como parte de la materia?

4. ¿Usan ustedes libros o apuntes específicamente preparados para la


enseñanza de la Ingeniería Sísmica?

De esas siete universidades solo dos, UCLA y IUPFAN, contestaron de alguna


manera positiva a la pregunta 1. La pregunta 2 fue contestada afirmativamente
por todas, aunque la gran mayoría de las respuestas se referían a la materia
Proyectos Estructurales solamente. La pregunta 3 fue contestada
afirmativamente por todas las que respondieron; algunas mencionaron los
textos destinados a explicarlas. La pregunta 4 no tuvo respuestas afirmativas,
excepto la mención de referencias.

De esta muestra, pequeña pero importante, puesto que se refiere a quienes


realmente se interesaron en el problema, podemos deducir lo siguiente:

1. Parecería que toda la enseñanza y el conocimiento de la ingeniería


sísmica se centra en las Normas Covenin y en su exegesis. Esta
situación, a nuestro entender no es exclusiva del medio venezolano, ya
que se ha tratado varias veces en reuniones internacionales cómo hacer
que la Norma no sea el único reservorio público del conocimiento
sísmico aplicable.

2. Hay algunos intentos de suministrar conocimientos adicionales a


través de materias electivas o de bibliografías recomendadas, pero
todos los que hemos enseñado esas materias sabemos cuán difícil es
dar un contenido suficiente de ingeniería sísmica dentro de una materia
que se suele ver como de aplicación de cosas ya vistas y en un corto
tiempo. También sabemos que muy pocos estudiantes de pregrado
consultan bibliografías, y menos aún las compran para su uso posterior
a menos que los obliguemos a consultarlas durante los exámenes.
3. Si nos basamos en los contenidos usuales de los programas de las
materias llamadas Proyectos Estructurales, o en el examen de los textos
usuales para este propósito, la aplicación de la ingeniería sísmica se
reduce, descarnadamente, a la búsqueda de unas ciertas fuerzas
horizontales que aparecen en unas fórmulas de misterioso origen y que
requieren de la toma de decisiones basadas en breves descripciones
verbales, algunas veces mal interpretables si no se tiene una base
teórica firme. Los textos que ayudan a interpretar esas normas no tienen
el propósito de enseñar ingeniería sísmica, sino el de guiar al usuario
que ya tenga una cierta competencia. No he visto por ej. ningún proyecto
que haya revisado (y he revisado muchos) en que el diseñador diga que
su factor de reducción de respuesta no es 6, sino por ej. 4, porque está
convencido de que no se aplicarán a rajatabla las prescripciones
normativas que justifican ese valor de 6. Más grave aún, hay poquísimos
programas comerciales que revisen p.ej. los cortantes nodales o los
porcentajes máximos de armado nodal, por ello ese factor se debe tomar
como "lo declaro pero no lo verifico".

4. No se enseña ingeniería sísmica como disciplina singular a nivel de


pregrado en ninguna de las universidades que respondieron la encuesta,
puede presumirse que en las demás tampoco, ya que se habrían
molestado en responder positivamente a una encuesta. Dentro de
algunas de nuestras universidades hemos hecho el experimento de
dictarla alguna vez como materia electiva, pero han sido muy pocas las
personas que la toman, por considerarla como una materia compleja y
que requiere de un cierto esfuerzo.

Causales del Problema

Las raíces de estas actitudes están en los siguientes aspectos de la enseñanza


de la ingeniería (Civil en particular).

1. La desaparición dentro de los pensa básicos de ingeniería de grandes


porciones de temas que tienen que ver con dinámica, con física de las
ondas, con óptica y con mecánica racional avanzada, que eran partes
normales de los pensa de hace 40 ó 50 años.

2. La tendencia moderna de adecuar al graduando al "mercado" y no,


como tradicionalmente lo era, a formar un "ingeniero". Esto quiere decir,
simplemente, que la carrera se ha venido reduciendo con los años en
sus contenidos básicos y perdurables, creciendo en cambio en
contenidos de "moda" que cambian rápidamente con la tecnología pero
que son demandados por el mercado empleador de ingenieros, el cual
demanda inicialmente más bien destrezas que contenidos puesto que
hoy día los proyectos por fuerza se rutinizan, para poder cumplir con los
límites temporales y financieros que el mercado impone.

3. La presunción de que todo recién graduado no va a actuar más como


"lobo solitario", sino que ha de formar parte de una "jauría" con un lobo
jefe dentro de una empresa de consultoría y en general, dentro de unas
determinadas tareas que se hacen muy frecuentes durante ciertas
épocas. Como universitario me ha tocado escuchar peticiones de
empresas que nos pedían la preparación de "ingenieros especialistas en
tubos’, "ingenieros especialistas en papel" u otros aspectos parecidos
que son, de hecho, del dominio usual del buen ingeniero estructural,
independientemente de si se es civil o mecánico, o del dominio del
ingeniero químico o del ingeniero de materiales genérico. Estas
peticiones eran causadas por las gigantescas puntas de trabajo que se
han presentado con la construcción de nuevas refinerías o con el inicio
de actividades no usuales en una industria establecida. En parte, estos
problemas se originan en la rigidez de nuestros estudios universitarios,
que encasillan excesivamente al graduando y casi no le permiten hacer
una carrera formalmente "cruzada", o simplemente tomar materias
normales sin estar encajado dentro de una determinada serie de
prelaciones, aunque esa persona ya esté graduada.

4. La no permanencia en un mismo oficio por parte de los ingenieros,


dados los vaivenes del mercado, lo cual tiende a que se de una
formación "amplia" pero no necesariamente profunda. Hoy los ingenieros
generalmente no tienen posiciones estables que vayan más allá de la
duración de un determinado proyecto, produciéndose una constante
migración de una empresa a otra con notables hiatos entre una y otra
tarea. Las destrezas que generalmente se demandan de ellos tienen hoy
mucho más que ver con el manejo de paquetes de software que con el
uso racional de los principios que antes eran parte normal de una
formación ingenieril sólida.

5. La no correlación entre "capacidad técnica" y éxito, en una sociedad


totalmente modelada por el dinero. Lo que una vez fue el lugar
privilegiado de los guerreros, es hoy el lugar privilegiado de los
predadores financieros; ni siquiera más de los emprendedores que
fundan empresas dedicadas a un fin determinado y específico; ésto hace
que no haya aliciente para aquellos que desean formarse técnicamente
en profundidad.

6. El desconocimiento por parte del "mercado" de la ingeniería sísmica y


la poca divulgación de sus beneficios colaterales (aumento de la
resistencia al fuego, a los asentamientos, a los cambios térmicos, a los
agrietamientos, etc.) que un cálculo sísmico comporta, pero que no es
explícito para la mayoría de las personas que están en el negocio de la
construcción. Se prefiere pagar muchas cuotas de un seguro contra
sismos (si se toma) en lugar de pagar, una sola vez, una cuota
relativamente modesta de "sobreprecio" en el costo de un proyecto o en
la ejecución de una estructura. El diseño sísmico suele verse más bien
como un requisito más entre tantos, si no como una locura de unos
pocos.

Conclusiones
1. A 30 años de distancia del terremoto de 1967 el proceso de
"banalización" del diseño sísmico ha alcanzado ya su valor asintótico
mínimo, situación grave pues induce a creer en una falsa seguridad,
dada por el cumplimiento de un requisito legal formal, aplicado
ciegamente en la mayoría de los casos.

El sismo, dentro de esta visión, es un caso de carga más que difiere de


las cargas verticales solamente en que su determinación es más oscura
y mucho más dependiente de decisiones tomadas por personas que no
siempre tienen la base para hacerlo, que en el caso de las cargas
verticales, cuyos valores ya arraigaidos hacen casi innecesaria la toma
de decisiones.

El problema no está en la aparente complejidad de la norma, sino en


que las leyes de Pareto, que se aplican en este caso no a expresiones
numéricas de resultados verificables, sino a la aplicación de criterios
cuya base no se enseña formalmente a nivel de pregrado. Cuando un
valor que depende de una interpretación de un dibujo o de una
explicación verbal tiene varianzas estadísticas 2 ó 3 veces mayores que
algunas de las complejas fórmulas que se dan en las normas, con
varianzas reales muy pequeñas, la gente se deja engañar por la ilusión
de exactitud y el respeto casi religioso que infunden ciertas expresiones
analíticas. De hecho, como alumnos de muchas disciplinas, siempre se
juzgó nuestra capacidad de aprendizaje por el "grado de exactitud de las
respuestas" y no por la calidad del razonamiento o por la elegancia y
rapidez mostradas al obtener una solución que pudiera ser diferente a la
"solución canónica" que se nos exigía. Es decir, se nos obstaculizó la
tendencia a ser creativos, analíticos y contestatarios. "Virtudes" que
llevadas a extremos en ciertas ciencias sociales han permitido afirmar a
alguien que "cualquier acto humano, sin importar su valor o sus
consecuencias, puede encontrar una justificación racional". Ejemplo
patente en los Economistas, los cuales jamás se atreven a decir que en
un determinado momento las cosas marchan francamente bien o
francamemte mal.

El problema de la Norma es, simplemente, el que sus prescripciones no


están jerarquizadas, siendo una mezcla de "reglas manto" con otras de
carácter a veces muy localizado. No se dice claramente cuáles son las
prescripciones realmente importantes (el limitar la deriva, p.ej.)

2. La constante "simplificación" y "adecuación" de los programas de


física y mecánica racional, haciendo desaparecer de ellos casi toda
mención a los fenómenos dinámicos hace que hasta los alumnos del
último semestre de ingeniería civil tengan que aprender conceptos tan
básicos como los del movimiento oscilatorio armónico simple, o saber
qué es una serie de Fourier, o p. ej. cuál es la diferencia entre
amplitudes y potencias. Todo ello debería provenir del conocimiento de
la física general de los semestres básicos.

3. Los postgrados en ingeniería estructural tienden a morir de inanición


económica, no solo en Venezuela sino en el resto del mundo, pues no
existe proporción entre el esfuerzo que se demanda a un individuo para
alcanzar una maestría o un doctorado en esa área con el nivel de
respeto social y de remuneración monetaria que le espera en la
sociedad.

4. Más de la mitad de los nuevos graduados de ingeniería consideran


que la única vía de ascenso social que les espera es la de obtener una
especialización en administración de empresas o en gerencia, en donde
la relación esfuerzo invertido/rendimiento es considerablemente más
baja que en la ingeniería en general, y además son trabajos que tienen
un carácter más estable en el tiempo, dado que no se piensa en lapsos
de trabajo con la duración de un proyecto, sino en lapsos que tienen que
ver más con la evolución, crecimiento y decadencia de una empresa,
fenómenos que son de largo plazo.

5. Se considera como absolutamente necesario, como problema de tipo


social, la necesidad de dictar cursos de nivel introductorio acerca de la
"Ingeniería Sísmica".

Es inadmisible que haya ciertas universidades que se oponen


públicamente a la enseñanza de esta disciplina por considerar que no
tiene para ellos interés, pues consideran que la parte del país donde
están no es sísmica y por tanto no hace falta saber de ello, como
públicamente se ha afirmado en reuniones que tienen que ver con la
enseñanza de la ingeniería o con los procesos de acreditación de las
carreras.

6. No debe movernos a escándalo esta situación. Son bien conocidos


los casos de Roma y New York, en donde la declaración legal que se las
considera zonas sísmicas, aún de tipo algo especial, fue duramente
combatida para impedir su promulgación y generó luego una "carrera
contra el tiempo" para construir desarrollos que estuvieren regidos aún
por las viejas normas. Siempre los inversionistas encuentran maneras
de circunvalar las cuestiones morales a través de la aplicación "sabia y
oportuna" de los textos vigentes convenientes.

7. Todos estos problemas vienen del desconocimiento actual de la


verdadera función de un ingeniero, la de optimizar un sistema (actuar
como gerente) sustituida actualmente por la de alimentador de
programas (actuar como contabilista), y la de servidor de su sociedad
(actuar como profesional), a la cual debe proteger y dotar a través del
uso de su conocimiento.

8. Parece inevitable que la humanidad no reaccione ante la amenaza


sísmica si ésta no se materializa en sismos frecuentes tales que
despierten la conciencia sobre este problema. Por ello no es
descabellada la posición de aquellos que "ruegan que haya muchos
sismos pequeños y no uno bien grande". Sabemos que la gravedad de
los problemas no se juzga por su verdadera importancia, sino por el
grado de perturbación que puedan generar. Por ello hace años alguien
dijo que una huelga de barrenderos debía ser resuelta en menos de dos
semanas, es decir en límite de la hediondez soportable, mientras que
una huelga p. ej. de diplomáticos, se puede llevar tres años en ser
resuelta, ya que las consecuencias de que no existan diplomáticos
tardan más o menos ese lapso en aparecer. Igual podemos decir los
profesores universitarios, nuestros sueldos no dependen del valor de lo
que podamos o debamos producir (de difícil medición), sino más bien de
la frecuencia, magnitud y poder irritante social de los paros educativos.

9. Propongo concretamente la enseñanza de una "Ingeniería Sísmica


Elemental" como materia de pregrado o de extensión. Esta materia no
sustituiría a las clásicas enseñanzas de las materias de Proyectos
Estructurales, sino que debería precederlas dentro del pensum, o poder
ser tomada como curso de extensión de conocimientos por aquellos
ingenieros que quieran hacerlo, y en especial que no tengan la presión
de "no ser raspados" sino la presión de "querer aprender".

Es perfectamente posible enseñar esta disciplina sin tener que entrar en


complicados razonamientos de tipo matemático o físico. Al fin y al cabo,
ha habido culturas como la Helenística que desarrollaron sus propias
"prácticas sísmicas" que influyeron en sus arquitecturas y estructuras.
Todavía hay monumentos de esa cultura de otras herederas de ella que
muestran que si se sabían hacer las cosas a simple nivel de "oficio" bien
conocido.

Hay también otros ejemplos (Chile fue uno de ellos) en los cuales un
pequeño grupo de personas, quizá no todos ellos unos sabios, supieron
verter lo esencial del conocimiento sísmico en unas reglas de decisión
sencillas que funcionaron. Otro ejemplo de ello lo dio en Lisboa el
Marqués de Pombal, cuando dictó unas prescripciones y unas
excelentes instrucciones entendibles por los constructores de su época
(y de la actual también), hace ya más de 250 años.

No confundamos la simplicidad con la simpleza, ni la complejidad con


semblanza de certidumbre.

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