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MOVIMIENTO FEMINISTA - SUFRAGISTA EN

HONDURAS

En el período de “entre guerras” el


feminismo decae, y será hasta la década de
los cincuenta con la crisis de la postguerra,
que se reinicia una nueva etapa en el
proceso histórico de la lucha de las
mujeres: “la nueva ola del feminismo”.
Lograr el derecho al voto no resolvía los
problemas más específicamente femeninos,
los vinculados a su sexualidad.

La Historia del sufragismo en Honduras


arranca en 1894, Entonces se introdujo por primera vez en la Cámara
Legislativa una iniciativa para instituir el sufragio femenino, éste fue visto por
sus defensores como una forma de hacer efectiva la democracia en el país, de
“consolidar las libertades” y de ponerle fin al “despotismo”.

En 1933 encontramos nuevos ánimos por lograr que se instituyera el voto de la


mujer. Es necesario rememorar aquí al ciudadano Francisco R. Zúniga. En
1839 la solicitud es planteada por Luis Mejía Moreno, quien plantea que el
reconocimiento del derecho político de la mujer es consustancial al fin del
caudillismo, propuesta presentada en plena dictadura Carista.

A finales de la década de los 40 el Comité femenino Hondureño sometió al


Congreso Nacional una petitoria para estatuir el sufragio femenino, numerosas
mujeres especularon que la petición sería aprobada rápidamente y en primera
y única ronda de discusión, no se dudaba que Honduras quisiese unirse a la
“senda del progreso” y a la mayoría de las naciones que ya habían reconocido
los derechos políticos de las mujeres. Se iniciaban largos años de debates.

Las sufragistas introdujeron una nueva petición durante el gobierno de Manuel


Gálvez, cuya política de modernización del Estado no fue más que una falacia
y demostró que la dictadura de Carías continuaba bajo su gobierno. Los anti-
sufragistas del Congreso nuevamente trivializaron el movimiento de las mujeres
para lograr el voto.

El argumento de la necesidad de fortalecer la democracia con el


reconocimiento del voto femenino esgrimido por las sufragistas fue escuchado
finalmente en 1955, fecha en que, finalmente se reconocieron los derechos
políticos de las mujeres hondureñas.
Sufragio en Latinoamérica
Es creencia generalizada de que las mujeres latinoamericanas estuvieron muy
retrasadas respecto de las europeas y norteamericanas en la lucha por el
derecho al voto. Sin embargo ha quedado demostrado que un sector de ellas
llegó a practicar de hecho el ejercicio del voto en la segunda mitad del siglo
XIX. Su combate fue continuado en el siglo XX, llegando a obtener en Ecuador
el derecho al voto en 1924, en Brasil y Uruguay en 1932, es decir antes que en
Francia y muy pocos años después que en Inglaterra.

En Honduras la historia oficial registra como único antecedente de la


celebración del Día de la Mujer Hondureña el reconocimiento del derecho al
sufragio de las mujeres con la promulgación del Decreto Legislativo número 29
de 25 de enero de 1955. Sin embargo, es importante señalar que las
investigaciones inclusivas nos aportan otra versión de este acontecimiento.
Otra visión de los hechos en la que se reconocen las raíces de esta
conmemoración en las luchas de las mujeres de todo el mundo a partir del siglo
XVIII, en el contexto de la Revolución Francesa y más tarde, en los nuevos
escenarios históricos, como el de la Revolución Industrial. Así mismo, las
historiadoras feministas hondureñas han documentado y relacionado otros
sucesos en los orígenes de esta conmemoración. Después de la
independencia, entre 1825 y 1955, durante 130 años, las mujeres estuvieron
marginadas del derecho al sufragio por razones de sexo, estado civil, grado de
escolaridad y posesión de bienes materiales.

Parece bastante claro que los comienzos de esta conmemoración se articulan


con una serie de actividades reivindicativas de este derecho político. En el seno
del Congreso se presentaron diversas iniciativas de Ley, para mencionar las
más sobresalientes: en 1894, 1924, 1934 y entre 1948 y 1955. Finalmente, el
sufragio femenino fue otorgado en 1955 y el sufragio universal en 1957. Hacia
1894 se instala una Asamblea Constituyente, con el fin de legitimar el gobierno
de Policarpo Bonilla, que había tomado el poder por la fuerza de las armas.
Para esa época el diputado por Olancho Francisco Argueta Vargas mocionó
que el artículo 24 del texto Constitucional fuese complementado con una corta
frase “El sufragio se hace extensivo a la mujer”, argumentando que éste sería
un acto de justicia por su participación en la guerra civil que los llevó al poder.
Aun así, de los cuarenta diputados que conformaban el Congreso, 37 votaron
en contra.

En 1924, durante el gobierno del liberal Vicente Tosta Carrasco, el diputado


Manuel Guillermo Zúniga mocionó para que se reconociera el derecho
femenino a participar en los procesos de elección de los gobernantes. La
mayoría de los asambleístas rechazó, nuevamente, la propuesta de Zúniga.
A inicios del gobierno del Doctor Tiburcio
Carías Andino, el diputado Mariano Bertrand
Anduray introdujo en el Congreso la moción
para que se otorgara a las mujeres
hondureñas los mismos derechos políticos que
se habían conferido a los hombres. Para la
campaña de Carías Andino, las mujeres se
habían organizado en clubes de apoyo al
partido nacional. En esa ocasión también fue
rechazada la moción. A partir de 1945, con el
fin de la Segunda Guerra Mundial y la
subsiguiente ola democratizadora, las mujeres
toman la iniciativa en la lucha por la libertad en
distintos ámbitos de la sociedad hondureña.

Vale la pena mencionar algunos de sus nombres: Visitación Padilla, Graciela


Bográn, Enma Bonilla, Argentina Díaz Lozano, Olimpia Varela y Varela, Lucila
Gamero de Medina, Paca Navas de Miralda, Cristina Hernández, María
Trinidad del Cid y Doña Carlota de Valladares.

Estas intelectuales promovieron el sufragismo desde diferentes publicaciones,


y ampliaron sus acciones reivindicativas. Hoy en día, para las feministas este
aniversario, celebrado cada vez con mayor entusiasmo, ha posibilitado la
construcción de una propuesta clara, con pensamiento propio y voz propia. Ha
generado reflexiones acerca de la opresión y la subordinación que viven las
mujeres. Ha creado las condiciones para fortalecerse ante la pobreza, el
racismo y la violencia de la que son víctimas.
El Señor Presidente.

Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura de


1967, es considerado uno de los protagonistas de la
literatura hispanoamericana del siglo XX. Conocido como
uno de los autores más importante de Guatemala, se
hace famoso por su gran obra literaria El Señor
Presidente.

Para comprender su obra se debe tomar en cuenta el


profundo influjo que ejercieron en él tanto la cultura
maya como la vida europea. Lo maya se arraiga en la
cosmovisión (un mundo que está asentado en un
profundo y auténtico pensamiento mágico y que atrapa
en sus relatos). Por otro lado, el influjo del surrealismo
(en donde mezcla la realidad con un poco de fantasía).

Se dice que la obra se basa en la dictadura de Estrada Cabrera, la cual fue una
de las dictaduras más opresivas de la época. Guatemala se encontraba en una
crisis política dictatorial en donde se abusaba del poder y se vivía en una
sociedad con miedo por las injusticias que sabían que podían pasarles.

La novela comienza en El Portal del Señor, lugar donde se reunían los


mendigos de la ciudad. El Pelele, uno de los mendigos se enloquece y mata a
uno de los favoritos del presidente, el coronel Parrales. Este asesinato
encoleriza al Sr. Presidente y ordena que se lleve a cabo una investigación
para vengar la muerte de quien fue uno de sus “mejores amigos”, pero decide
al mismo tiempo vengarse de sus enemigos por lo que decide culpar por el
asesinato del coronel a sus enemigos Canales y Carvajal. Eusebio Canales y
Abel Carvajal, son sospechosos de conspirar contra el gobierno por lo que el
presidente ordena que se capture a Canales para vengarse él. Desde este
momento se comienza a sentir el clima de terror que domina en la obra, el cual
emana de la fatal presencia del dictador.

Por otra parte Cara de Ángel, “bello y malo como Satán”, quien es la mano
derecho del presidente, fue mandado por el mismo a avisar a Canales de su
aprensión, y así poder matarlo aplicándole la ley de fuga. Cara de Ángel ignora
esto ya que le comunica a Canales las órdenes recibidas y aprovecha las
circunstancias para raptar a la bella hija de Canales, Camila. Para raptar a
Camila, le pide ayuda a Vásquez (miembro de la policía secreta) y a la
Mazacuata (dueña de la taberna donde planifican todo). Vásquez le cuenta a
su amigo Rodas el plan que tenía Cara de Ángel de ayudar al coronel Canales
a escapar y el de raptar a la bella Camila. Rodas a su vez, le contó el plan a su
esposa Fedina. Llegó el día planeado, tanto la fuga y el rapto de Camila tienen
éxito. Para proteger a Camila la esconden en la taberna, donde la Mazacuata
puede cuidarla y Canales pasa la frontera.
Fedina es capturada tratando de avisarle a Canales sobre el rapto pero la
policía la captura y le quita a su hijo, el cual muere de hambre en sus manos.
Fedina es torturada para que hablara, después es vendida a un prostíbulo. Esto
hace que enloquezca y el ambiente de inseguridad y terror se extienda cada
vez más en la obra.

Miguel Cara de Ángel se enamora perdidamente de Camila, quien enferma de


pulmonía y con la esperanza de salvarla, decide casarse con ella. El señor
presidente apadrina la boda y al enterarse de esto Canales, muere en la
frontera (el cual estaba planeado un movimiento revolucionario para derrocar al
presidente).

Poco después Cara de Ángel es enviado a viajar a


Estados Unidos, cuando llega al puerto es traicionado
por el señor presidente. En efecto, al llegar al puerto
lo espera el mayor Farfán, quien lo golpea, lo despoja
de sus documentos y lo manda a encerrar en la
cárcel. Miguel envejece rápidamente, sobreviviendo
con la esperanza de volver a ver a Camila. Ella ha
dado a luz un hijo y se marcha al campo, desesperada
por la falta de noticias sobre el paradero de su esposo. Un espía del presidente
hace creer a Miguel que Camila es ahora la amante preferida del tirano. Él no
puede soportarlo y muere al instante. Con este trágico final se cierra la obra.

Se puede ver en la obra como el autor plasma la realidad de la manera que él


la percibe: una realidad cruel, una sociedad con miedo. Esto lo plasma con
varios acontecimientos que transcurren en la obra en donde se da a conocer
este miedo que se tenía y las injusticias que eran cometidas no solo por el Sr.
Presidente si no por todos sus allegados. Al mismo tiempo le da a la realidad
un estilo de surrealismo, en donde al contar la historia, por más real que
parezca hay relatos mágicos tras de ellos. Esto hace que la obra de Miguel
Ángel Asturias sea tan aclamada y reconocida ya que creó una obra maestra.

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