Está en la página 1de 10

Colección Cultura y Sociedad

DlRlc:JD.-\ POR C.-\RLOS ALT.-\..\IlR.-\SO Geoffrey Hawtho-rn


1:
'/

ILUMINISMO
Y DESESPERACIÓN
Una historia
de la teoría social

~ ICES! BIBLIOTECA

IIW~!I~~~III

Ediciones Nueva Visión


Buenos Air~~~
-. - -~ f
1
ILUSTRACIÓN Y DUDAS

En el pensamienlu eurupeo medie\'al, la :1utor'id3d episternológica era


la p::dabra de Diu,.;, que,;e manifestab8 mediante 13s ensellanzas de 1<1I-
glesia rurnan:1 Es cil'rto que durante ese períodu existió una reconocida
elisti nci ,')11 l' n trc ley nn tural y ley di vi na, pl:ro aunq ue la pri mera era per-
cibida como di;¡tint:1 de la segund8 y, ::\c!elilÓs, :1ccesible a la razón, por lo
general no fue considerada COIllO independic'nle de la segunda. Sólo la ley
di\'ina era \'isb como c8paz de devolver al hombre el verdadero conoci-
miento que h:1bí~l perdido con la Caícb. Forlo tanto, la razón podía llevar
hacia la ren~lación, prepar;lr el terreno para que ocmriera.
La modificación que el Renacimiento introduju a esta epistemología
fue radical, pero de natLlraleza tal que l::1 Iglesia pudo, al menos el)
princi pio, ::\comodarse a ese rad ical ismo, adnpt::\rse a él, au nque man te-
niendo su autoridad. En el pensamiento medieval, la naturaleza era
entendida como una creaciÓn de Dios. como un reino en parte inteligible
mediante el empleo de la razón: peru 10 era sÓlo en parte, d::\do que una
comprensiún tutal de ella implicaba una comprensión de los propósitos
que Dios h::\bí::t tenido al crearla, y esto sÓlo era accesible medíante.la
revelaciÓn. En el Renacimiento llegÓ a sostenerse, tal como lu expresÚ
Bruno, que "es más valioso (para Dios) ser el principio interno del
movimiento. que es su propia naturaleza, su propia apariencia, su propia
alma, que el hecho de que las muchas entidades que viven en su seno
tengan movimiento". Es decir, aparecía un cambio de énfasis, no siem pre
claro en su tiempo, pero no obstante. en especial retrospectivamente,
fundamental: de considerar a Dios como creador de la naturaleza se pasÚ
a pensar que era ~l quien se expresaba en la naturaleza. El corolario de
este desplazamiento fue un cam bio en la consideración de la im portancia
de la ley natural y del puder de la razón. En la perspectiva medie\'al, la
razón est::lba subordinada siempre y necesariamente a la re\·elaciÓn.
la Única que podía permitir el conocimiento de los propÓsitos de Dios.

J 9
Pero a medida que Dios comenzó a ser visto más bien como quien se tica tanto en cuestiones sociales, políticas y morales como en las intelec-
expresaba en la naturaleza antes que como alguien distinto y anterior a
tuales. Pero esto no debe ser confundido, como durante largo tiempo lo
ella, consecl1entemente la importancia de la razón.aumentó. Dios se confundió la Iglesia, con ataq1.j-cs a la fe. En efecto, los diferentes cursos
expresaba en ln naturaleza; la naturaleza era acc~sible mediante la
que la Ilustración adoptó en Europa se deben en gran medida, irónica-
razón; por lo tanto, Dios era accesible por medio de la razón. Tal vez hasta
mente, a diferencias dentro de la religión, así como a la tradición política
bastaba cun La razón.
de los distintos países europeos. Esas di ferencias mostraron ser cruciales
Una \'ez consumada esta transformación conceptual, circunstancia para la historia del pensamiento social desde el siglo \,1111.
que ocurrió IllUcrlO antes del período ahora denominado Ilustración, a
pesnr de la persistencia de toda clase de variaciones que inevitablemente La IlustraciÓn es habitualmente considerada como una cuestión france-
escapan a meros panoramas generales como el presente, resulta hlcil ver
sa, ya que. según la misma perspectiva, los ingleses habrian completado
cómo esta presión incidey permite nuevos desarrollos en el C:lmplJ de las mucho de su revolución intelectual con el cambiu político que produjeron
cuestiones intelectuales que verdaderamente caracterizan ese periudo. en el siglo ;\\'[1, mientras que oLros pueblo~, como el alemán, permanece-
Esta presiÓÍ1 provenía de]a necesiebd de conocer mejor la naturaleza y rían en un adormecimii:nto dogmático hasta el prÓximo siglo, cuando
produjo un c:lmbio gradual en la confianw que se tenía en la raz()n y L'n
adopLaron trayectorias diferenLes, a menudo en directa re~lcción contra
la experiencia. Irón icamente, fue la Iglesia la q I.Il' reconoció esta presión,
lJ fr:1ncesa. Esto es una exager:lción. Por ciel·tu q uc dos delos arq uitectos
cuando, por ejemplo, GGI ileo no la :1dverlía. (;al i leo pugnó porreconciliGr
delnuc\"() r~ldicalisnl') intelectual en Inglaterr:1, NewLon y Locke, consti-
sus descubrimien tos C011un modelo aceptable para la 19lesia posmedieval
tuyeron 'fuent(~s de mucha inspiración para los plÚlosophes franceses,
y no parecían haber buenGs razones teológicas.parn suponN que esto mientras que Hume, en Escocia, y Rousscau, en Francia, tUI'icron m llcho
11ubiera resultado i m posible o i ncl uso dificultoso. Con la su ficien te bucna que ver r.:nel surgimiento de E:\l1t, quien le daría dirección':ll idealismo
voluntad,'ningún teÓlogo habría tenido problema alguno en sostener que alemc1n de fines del siglox\·lIl. Por otro. parte, el escepticismo dc H umc es
el sistema copernicano era no menos 1113ravilloso y nu menos indicativo c\'jdencla suficiente de que los escocesl~s 110 descanS:lron durante ese
y reivindicativo de Dios que el pto]omeico, al que el trabajo de Galileo siglo: tampoco pucde situarse a Eant como upuestu :l los ideales de la
ayudaba a reem plazar. La hostilidad de la Iglesia se concentraba sobre lo
llusLrclción sin distorsion::\r grl)scrarnenLe Sll filosoría. l\'Iucho de lo que
que podríamos lJam:Jr las políticas de la epistemología. Percibió con tuda sucedió en Alemania fue producto. al menos al cumienzo, de un gran
claridad que ante cualquier demanda cle acceso privilegiado a la divina
entusi:lsmo por los ideales fninceses, ideales que' en principio fueron
causa final que a partir de entonces pudiera hacer'se, ella resultaría
considerados como cumplidos en la revolución de 1789. Sin embargo,
fatalmente debilitada por una institución alternativa, la ciencia, que
existieron evidentL:s diíércllcias en los tres países, y esto requicr'e expli-
sería capaz de revelar ese divino propósito en la naturaleza mediante la cación.
descripción dc la propia naturaleza por medios que hoy. podríamos Francia fue mucho más mcionalista que empirista, en la medida en
denominar lisa y llanamente naturalistas. No podia tolerar esto. que sus plÚ/osophcs tendieron a confi::lr más en los dictámenes de la ra-
Por tantu, no es difícil ver cÓmo surge la singularidad de la Ilustración zón que en la evidencia de sus sentidos. Coro/::¡rio de estu fue que en
europea y en qué consistía. Primero, se habían fortalecidu las arr3igadas m,lyor medida se sintieron inclinadus hacia los sistemas intelectuales.
demandas de lo. razón como medio de conocimiento de la ley natural. Y, D'Alembert afirmaba en 1759 que "el verdadero sistema del mundo ha
segundo, dado que siempre había estado en claro qm' la n3tu raleza no era sido reconocido, desarrollado y perfeccionado" y once años después
en sí un reino por completo metafísico, sino, al Illenos superficialmente,
D'Holbach describía el universo, "ese vasto conjunto de todo lo que
un reino de carácter físico, y dado que la investigación de la l13turaleza
existe", mostrándonos en todas partes "sólo materia.y movimiento; el
era anor3 de su prema importancia, en consecuencia los métodos adecua- conjunto que sólo nos ofrece a la contemplación una inmel1sa e ininte-
dos para entender los fenómenos físicos pasaron a recibir mayur atención, rrumpida cadena de causas y efectos". Esto se encuentra en marcado
De ahí la insistencia en complementar, mediante la experiencia y la contraste cun la perspectiva que prevalecía en Inglaterra. Locke h::\bía
experimentación, las muy reivindicadas bcultades de la razón.
sostenido que el conocimiento del hombre sólo podía ser parcial, fragmen-
Si bien resulta evidente que en la gradual evolución intelectual desde
tario e incierto. Bien podía ocurrir que un individuo excepcional, como el
el período medieval al siglo X\'III nada implicaba necesariamente un
incomparable seI'ior Newton, fuera privilegiado con la revefación comple-
desafío a la fe religiosa, no obstante en los últimos doscientus añ.os se ha ta del universo divinamente ordenado y armonioso, peto los demás
vuelto una convención pensar al siglo XVIII como un período donde la razón mortales debían conformarse con juntar los fragmentos que pudieran.
triunfó sobre la fe y la experiencia sobre la intuición. convención que Para ponerlo 'en lenguaje formal, en tanto los franceses, con su raciona-
quizá deba mucho a la exagerada reacción de lus primeros románticos del lismo, se inclinaban llacia una perspectiva del conocimiento como un
siglu XIX, reacción subre la que. volveré. Si no falsa. resulta por lo menos" proceso por medio del cual a partir de unos pocos axiomas fundamentales
engañosa. Por cierto que hubo un directo desafío a lo autoridad eclesiás-
se deducían proposiciones verdaderas, los ingleses, en su empirismo,
20
21
optaban más bien por considerar que el conocimiento era un proceso
mediante el cual la verdad podía ser inducida de las observaciones y también se producía un aumento del énfasis que se ponía en la
experimentales de hechos particulares y de sus relaciones. autodeterminactón intelectual. Más aun, la, filosofía de Kant, el logro
dominante del pensamiento alemán hacia fines del siglo, aun relativizán-
Francia había sido, y todavía era, por supuesto, uno de los primeros
países católicos; Inglaterra era protestante. Para los franceses, el modelo dolas, aceptaba y promovía las virtudes del racionalismo y del empirismo.
de autoridad intelectual e institucional era lajerárquica y absolutista Pero Kant era una figura mucho más aislada en su propio país que casi
Iglesia católica; para los ingleses (o para hombres de inspiración calvinis- cualquiera de :óus contemporáneos ingleses o fi-anceses, y la generación
ta, como Lockel, era el i ndivid uo. Para los franceses, la autoridad estaba que lo sucedió rechazó precisamente esa parte de su pensamiento que
insistía en estas virtudes.
por encima del individuo. Se encontraba sometida a sus decretos y no
había autonom.ía dentro de ella. Al respecto, es revelador que losjanse- El hecho sigue siendo, pues, que aunq ue la I1ustr3ción en modo 31guno
fue una cuestión del todo francesa, si fue casi exclusivamente en Francia
nistas, cuya teología ponía énfasis en la autonomía intelectual y en la
autodeterminación espiritual, educaran a algunos de los más notables (y en menor medida en Escocia) donde, durante el sigloxvm, se propusie-
ron teorí3s que intentaban extender el método empírico de las ciencias
philosophes, como Voltaire, y que sin duda alentaran la predisposición
hacia la independencia intelectual. Para los ingleses, ya no había una físicas a la socied::ld, m ¡entras se conservaba Ja perspectiva total que era
posible merced al racional ismo esquemático. Sólo en estas dos sociedades
autoridad colectiva que exigiera sumisión. La relación se planteaba en el
existía cierto interés en lograr una descripción natural no solamente del
sentido opuesto. En principio, el hombre erJ su propia autoridad en
individuo. de su estatus, de sus relaciones con el Estado, sino también de
cuestiones intelectuales, exactamente de la misma manera en quelo era
en asuntos espirituales. Su contacto con la naturaleza era tan directo e b sociedad dentro de la que adq ui ría ese estatusy era capaz de mantener
inmediato como lo era su contacto con Dios esas relaciones Aun así, las dos teorías más notables -una. la que tuvo
Estas diferencias religiosas e intclectu::lles fueron exacerb::ldas por mayor impacto sobre sus contemporÚneos y, otra, la que posibilitó la
otras de carácter político. En medio de l::lcreciente venalidad que siguió revisión de mó.s largo alcance de las certezas aparentes de ese siglo-
fueron aplicaciones mecánicas de principios filosófiCOSabstractos. Los
a la m uerte de Lu is XIV, la burguesía francesa pudo comprar altos C::lrgos
phiLosoplzes más típicos fueron también los menos interesantes y, en el
Pero tenía pocos derechos y, al presionar para ampliados, irritó en gran
largo plazo, tal vez los menos importantes.
medida a la nobleza, que se sintió é\menazad::l. Por otra parte, en
Suele decirse que la Ilustración fue, una época plena de optimismo. Es
Inglaterra ya había ocurrido una especie de revolución burguesa. A
positivamente cierto que los más típicosphilosoph.es franceses, hombres
comienzos del siglo XVI1[, los ingleses (pero no los escoceses) comenzaban
como D'Alembert, D'Holbach y Helvétius, quienes expresaron sobrada-
a prestar menos atención a las premisas de su orden político, aunque, por mente la perspectiva de las clases anticlericales y letradas, mantuvieron
supuesto, aÚn quedaran por resolver m uchas cuestiones específicas de
nerecho y legislación. Hahían concentrado su atención en cuestiones una agresiva confianza en la convicción de que finalmente resolverían el
misterio acerca de la naturaleza del bien y del mal. La solución, como
prácticas más limitadas, en temas concretos antes que en generalidades
percibió con claridad y expresó con tanta agudeza Hume, se apoyaba
abstractas. Elcontraste se planteaba entre una sociedad dondela Iglesia
católica, aunque aborrecida, sin embargo proporcionaba el modelo de sobre un embrollo de mala lógica e ingeniosos juegos de palabras, pero su
poder contemporáneo fue avasallante. A la antigua ecuación entre lo
autoridad dentro del cual la burguesía tenia pocos derechos, y otra
bueno, lo correcto y lo verdadero, agregaron lo natural y sustrajeron lo di-
sociedad donde la burguesía ya había revisado el sistema politico a los
vino. Sobreentendían que si lo bueno era lo correcto, si lo correcto era lo
efectos de garantizar sus derechos dentro del n'lismo. En una, la tenden-
cia intelectual se orientaba hacia el racionalismo y la construcción de verdadero y, tal como lo demostraba la investigación científica, lo correcto
era también lo natural (dado que la natuí'aleza manifiestamente se
sistemas tan omnicomprensivos y tan monistas como los sistemas ecle-
siásticos ymonárquicos que combatían. En la otra, existía una inclinación ajustaba a la razón), entonces lo natural debía ser lo bueno. Si esto era así,
hacia el empirismo y hacia la paciente adquisición de conocimiento entonces estaba claro que lo malo era lo inn::ltural. Empléese la razón
para distinguir lo natural de lo innatural, sostenían, y de inmediato se
parcial, hacia un contacto directo con la experiencia que reflejaba el
distinguirá lo bueno de lo malo. Ya no había ninguna necesidad de
contacto directo con Dios en su religión, lo que era posible gracias a la
depender de personas e instituciones que proclamaran tener un acceso
libertad e igualdad de derechos asegurada, al menos formalmente, por el privilegiado al bien. Ahora resultaba accesible a todos los hombres en
nuevo Estado.
virtud de las facultades singular y universalmente humanas de la razón
Alemania era, una vez más, diferente; quizá difería de Inglaterra y de
y la experienciq.. La lógica es transparente y el juego de palabras sólo un
Francia tanto cuanto éstas diferían la una de la otra. Como ya se ha dicho,
sería por cierto una exageración decir que los ideales de la Ilustración no poco menos, pero se req uiere poca imaginación para ver cuán poderoso
encontraron arraigo allí. En el sigloxvm, la naturaleza era crecientemen- debió haber sido ese matrimonio del viejo vocabulario de máximas y del
te invocada como piedra de toque de lo bueno, lo hermoso y lo verdadero, nuevo vocabulario de la ciencia. "En este país", escribió un patronne
contemporáneo de losphilosophes, "los hombres son como leones enjau-
22
23
lados". La frustración procreó semejantes ideas y eUas, a su vez, la tigación empírica, aunque convencido como el que más en el poder de la
remediaron. razón; inmerso en las c~uestiones prácticas y conversando con sus campe-
El escepticismo de Hume acerca de tales ideas no estaba demasiado sinos con el acento gascón que. según se dice, mantuvo durante toda su
difundido, y tampoco era la única fuente de dudas en medio de ]a vida, aun así gran lector y hombre dado a la especulación abstracta; pese
confianza. Por ejemplo, aÚn estaba pendiente la cuestión de cuál era a estar comprometido con el orden político establecido, fue capaz de
la ubicación del hombre en re!::tción con la naturaleza. A]exander Pupe simpatizar con sus críticos: Montesquieu representa algo así como una
escribió: ''Vacila y duda entre actuar o permanecer inactivo; duda entre contradicción. Todo ésto se reneja en su trabajo; es su defecto y su vj¡·tud,
considerarse a sí mismo dios o bestia; duda entre preferir su mente o su y en el]o radica su interés histórico.
cuerpo". Por más que la cosmología racionalista hubiera proporcionado Las tensiones resultan más claras en sus notoriamente ambiguas
tranquilidad de otras maneras, lo que no consiguiÓ fue oCrecer uno. afirmaciones acerca de la ley y de la justicia. "La ley general", explicaba
respuesta inequívoca. o al menos no paradójica, a esas ducbs. Resulto.ba en el comienzo mismo de El espíritu de las leyes, "es la razón humana en
muy cl::tro entonces que se trataba de una cuestión que debío. ser tnnto gobierna a todos los habitantes de la tierra, mientras que las leyes
r'espondida si se pretend ía algú n progreso ¡'aciono] en los asu ntos hu ma- particu ¡ares "deben adaptarse de tal manera a la gqnte para 1as que han
nos, y progTeso racjonal, era claro, tenía que haber. A pesar de su común sido concebidas, que sería una gran coincidencia si las de una nación
adhesión a]a retórica de la naturo.leza y de la razón, las muy cunside¡"a- si rvieran para otra". Del mismo modo, "]aj usticja es eterna y no depende
bles di fercl1cias entre las teorías societ!cs de] siglo \:VIJI en Fra ncia radican de convenciones humanas,'y cuando parece que dejara de ho.cerJo", aun
en su gran mayoría en las diversas respuestas a esta cuestión. La teoría así es tDmbién "una relación de conveniencia que reDlmente debe ser
política que concitó mayor atención e"naquel tiempo se nlnntuvo lil'ntro /"undada entre dos cosas". En estas obsen'acioncs aparentemente contra-
de las convenciones implicados en la retórica, peru h'ac;}só cum pletnmen- dictorias, Montesq uieu parece vacilar an te unad istinción que sus propias
te en proporcionar una respuesta coherentl' a la cuestión. La teoría que hipótesis intelectuales le impiden admitir, la distinción entre los princi-
tuvo efectos más perdurables en sucesivas generaciones oCrcciÓ una pios universales que cUrllquier ley debe encarnar si aspira a ser justa y
respuesta, y al hacerlo produjo el estallido de las convenciones que había racional, y bs interpretaciones particulares de esos principios, que son
comenzudo por aceptar. La primera es la de l\Iontesquieu, expuesta con dependientes de las reglas de la sociedad para la que las leyes han sido
gran extensión aunque no siempre con gran clar"iebd en su tratadu final, concebidas. Por supuesto que esta es una diferenciación muy difícil
El espíritu. de las leyes. La segund::t es la de Rousseau. de apl icar en la práctica. Pero lo interesante es que Montesqu ieu trataba
de hacerla. Porque al hacerlo, inocentemente dirigía un dardo contra el
Por varias razones, !\Iontesquieu resultaba ser diferente entre el conjun- racionalismo crec'ientemente confiable de sus contemporáneos. Como he
to de philosophes. Pertenecía a la aristocracia, su nombre era Charles- dicho, esto se apoyaba subre la ecuación entre la razón y la no.turaleza: se
LOJlis, Barón de la Brede, y durante la mayor parte de su vida activa fue sostenía que lo que era racional era natural y que ]0 que era natural, era
integrante delparlement de Burdeos. Pero de ninguna manera se man- racional. Pero si esb ecuación debe sustentarse, elJo requiere que haya
tuvo al margen del rutilante y turbulento mundo de los ampliamente una sola naturaleza. De otro modo, se obliga a símismaa que haya tantas
ineficaces philosophcs. Por el contrario, la rnujer que vio El espt:ritu de las racionalidades cuantas naturalezaf:>. El requisito es fácilmente verifica-
leycs en la prensa y eludió al censor en 174,8, era una de sus amigas más ble en la naturaleza del m undu físico. Las leyes que gobiernan el
cercanas. La misma mantenía uno de los más famosos salones de París; movimiento de los cuerpos se aplican tanto en Cambridge como en las
se decía de ella q Llehabía engendrado ilegítimamente él D'Alembcrt y que Indias. Pero Montesquieu suponía que esto no se podía encontrar en la
naturaleza del m undo social. Diferentes sociedndes tienen diferentes na-
incluso había pa;:;ado cierto tiempo en La Basti!le bajo el ostensible cargo
de haber ocasionado el suicidio de uno de s LlSam,l ntesoPero Mon tesq uieu turalezas. Consecuentemente, la aplicación de la razón producirá dife-
se las ingeniaba para pasar mucha parte de su tiempo al margen de rentes soluciones en diferentes tipos de sociedades.
semejante gente, aun estando con ella. Parece haber sido un hombre La creciente conciencia de las diferentes sociedades resultó un fenóme-
público relativamente consciente e incluso Helvétius, quien iba a ser m uy no característico del sigloxvlll y Montesquieu fue un conocedor excepcio-
severo con el libro, encomiaba sus relaciones con los campesinos de La nal de las variadas fuentes que al respecto circulaban en Francia durante
Brede. Sin duda,]a seguridad proporcionada por su clase, sus cargos y sus ese tiempo. Pero no trató de manera romántica lo que escuchaba y leía,
relaciones con una amplia variedad de gente contribuyeron él su tempe- ni tampoco loforzó para que calzara dentro de un molde preconcebido, por
ramento reputadeunente tranquilo y al seco realismo de sus escritos. !\-Iás ejemplo del tipo: cuanto más primitivos son los pueblos, ipso facto deben
aún, 'hasb que la vista se lo permitió, fue un científico experimental considerarse como más naturales. N o tenía teoría genética alguna acerca
aficionadu. Otru;:; (como Rousseau, por ejemplo. que discurrió sobre Ia>~ del error humano, de ]a innaturalidad. En efecto, contra aquellos que
leyes de la química) escri bieron trabajos ciemíficos, pero pucos real iwron pretenden detectar en El espíritu de las leyes el despertar del sentido
trab[IJo práctico sobre estos intereses. Por lo tanto, inclinado a la inves- histórico que iría a saturar las teorías sociales del siglo XIX, sería más

24 25
adecuado decir que l\Iontesquieu fue casi anticuado en su con\'icción de de los indi>'iduos y]a libertad de las sociedades para legislar según sus
propias naturalezas o esprits, No existe natura]ew llllmana individua]
que habb u na forma propia pa¡'a cada socied::.¡d, la LlI1iw que correspond ía
anteriur IJ incluso indeJlendil~nte de la "ociecbd Al parecer, los hombres
con mayor cerc~lllía a SUl~sprit íntimo, Esta antigua creenci:\ tmdici()l1al-
Lll1 ::'(Jlo I'enejanl'l e,'pril de,;u suciedad. L1 k'y apropiada pclJ'a uno lo e,;
mente dio origen <l una e:;;pl.'esión metafísica y el1 esto l\Iol1tesC[uieu
también para el otro. Pero. ¿cuál e::' el lugar del hombre l'n el orden
t~\1J1biél1estu\'O en alguna meclicl:1 él Ja par conJa tradición. Pero también
n~~ltural')SegLln] a expre,;ilÍn de Pope, ¿l'" "l'l gran sellar de toda,; hs cosa/'
estaba dispuesto::.¡ creer- en la e\'idencia dl' sus sent idos y h::.¡bia mucho de
o" la dctima de todl{':' i\]ontesquicu no re"ponde, pues no considera que
su propio siglo en su modo de procurar una base l'lnpírica par::! sus tesis.
haya pregunta alguna a responder. La nalul'aieza lo e,; todo y si la razÚn
"Se puede decir que durante los siglos :\\'11 y :\\'111", seii;:daba en sus
no pu ede d escifrarla. esto no si gn ifica que d Cb:1111 oS in feri r q u e el Jlum bl'l',
tempranos y experimentales días en La Brede. "la natur;llcza actuabel
lÍnico sel' dotado de I"azlín, sea algo aparte de e]I:1. Por el cuntrario. si
como esas vírgenes que presen':111 duran te la rgo tic ll1pu s U 111 c'tspreci ada
existe una hOlllología o, en \'erdad, una identidad entre ambos, ¿l!S cierto
posesión y de pronto, en un i I1stan te, se pel'm iten SCI'deSp()je1das de lo que
habíclfl conservado con tanto cuidado y defendido cun tanta constancia". que nu h,lbrií dificultad alguna? En su ~Ia"irlcación de las :-iociedadcs en
cuatro tipos -las lllon;'¡rquic,ls (que exill'csan el espíritu del honor). \:1s
Algunos de sus mc'ts estimulantes arrebatos estab::!n dll'igirlos a los
a l'istocre'Í ti (':IS (e les píri tu de lel IllllCleraciÚn l. las /'epú bl icas (e les pi ri tu del
'lengua de wrnero'. Seiial::!ba que el frío oc::!sionelUcl que lel5 fiuras de las
ci\'ismol y las despMicas (el espíritu dl~1 terror)- no siemprc dio a
lenguas se contrajeran y en El espíritu de los Leyes explicaba: "Esta
en (ender. tal COIllOpuede considerarse que lo hizo cn alg'unas de sus otra,;
observaciÚn con ri rm a lo que h e estado diciendo. q Ul' en los pa í se::i fríos I<:1s
ubscrnlcionc,.;, que hubo una e\'olu,ciÚn de un tipo a otro, una progre,;il'>Il,
ghíndulas nerviosas se htilbn menos e:-:pandidas: ~l' hunden pi'ofunda-
mente en sus envoltorios, o se encuentran bien resgu<lrdadas dl' la accilín digamos. desde el imperio dl' la natul'illl'za física al illlpl!rio de la
"Id untad. Consecuen telll e n tl:\ n u abugl" por que us 110mbres dent 1'0 de un
J
de los objetos externos; en consecuencia. no experimentan sensaciune::i
cierto Lipa de sociedad debieran esforzarse por tl'~1llsformarla en otr;l.
tan vívidas". De ello infería que las sensibilidades marcadamente difl'-
Cada sociecl:1d es aulosustentable. e,; un conjunto singular e integral, los
rentes de ing'leses e itali:lnos (decía que a ambos ]oshabja observado en
hom bres persiguen di feren tes fines en cada una de ellas, lo que constituye
la Ópera) p;dían ser atribuid;ls n los respectivos climas en que vivían y
su esprit. y 'la única reforma tolerable es]a refrmna que promue\'e una
en el resto de esa parte del tratado elaboraba toda clase de conclusiones
ad:¡ptación antes que una revolllciÚn frente al esprit característico. La
-estéticas, amorosas, rel igiosas, poi íticas y moral es- que eran consecuen-
razÓn es necesaria para realizar tales reformas, pues, adecuadamente
cia de los dif'erentes climas en los diferentes lugares,
aplicada, llevará al hombre a ajustar y no a destruir. Con su defensa de
No obstante, tam poco entonces era mon ista, No procedió a uri rmar que
II na nobleza restall rada en Francia, q lIC i IIIplicaba el deslizamiento hacia
las condiciones físicas de cada sociedad eran los detCl'minantes priorita-
un absolutismo mon{¡rquico venal y corrupto, IVlontesqllieu predicaba
rios de su esprit, Por el contra rio, "la human idad se encuentra influida por
moderación en dos sentidos: era el esprit de las aristocracias y era el
varias causas: por el clima, pr¡r la religión, por las leyes, por los decretos
espíritu de su propia teoría.
de gobierno, por la trad ición, por la moral y por las costu mbres; todas el las
Sin embargo, la moderaciÚn no era Llna car::lcterística de la vida
forman el espíl'itu general de las naciones. En cada país, cualquiel'a de
intelectual del siglo "VUI en Francia y es IllUY sorprendente que aunque
estas caLlsas actúa proporcionalmente con mayor fuerza, mientras que
]osi ngleses saludaron ellibro con entusiasmo ("el mejor libro que ha sido
las demás, en medida relativa, debilitan su acciÓn, La natul'::lleza y 01
escrito" decía WalpoJe), 10sphiLosophcs se sintieron muy desilusionados
clima gobiernan casi sobs entre los salvajes; las costumbres gobiernan a
con él, Helvéti us se preguntaba: "¿Debemos herecbr, entonces, todos los
los chinos; las leyes tiranizan al Japón: las máximas morales ejercieron
errores que se han acumulado desde el origen de la raza humana?" Para
en otro tiempo toda su influencia en Espart::l; en Roma alguna vez
quien deseaba un cambio decisivo, la respuesta tenía que: ser no. Pero
prevalecieron axiomas de gobierno y la antigua simplicidad de las
lVIontesquieu no aceptaba la pregunta, porque no aceptaba que nada que
costumbres". Consecuentemente, "las leyes deben estar en relación con el
no se aj ustara a los criterios lllon istas de losphilosophes fuera ipso (acto
clima de cada país, con la calidad de su suelo, con su situación y extensión,
erróneo y malo. Debía establecerse una distinción entre los criterios
con la princip::ll ocupación de SLlSnativos (sean agricultores, cazadores o
aplicables a todos lus hombres ya sus sociedades en todos los tiem pos, y
pastores); deben tener relación con el grado de libertad que la constitu-
los criterios aplicables a cada sociedad en virtud de su sola constelación
ción permita; con las religiones de sus habitantes, con sus inclinaciones,
de circunstancias, En un aspecto, se trataba de una distinción moderna,
con su cantidad, con su situación económica, con su comercio, con su
Aceptaba la diversidad social y cultural. Pero esto es tan sólo decir que al
comportnmiento, con sus costumbres, En fin, cada una de ellas tiene
menos parcialmente habíamos regresado a la an tigua perspectlva contra
relación con las demás, así también como con su origen, con el designio del
la que ]osphilosophes racionalistas más intransigentps estaban reaccio-
lei,rislador y con eJ orden de las cosas según el que se han establecido: en
todos los casos deben conside¡'arse bajo diferentes luces". " nando, la perspectiva según la cual un persa o un ateniense lJ un francés
debe ser entendido a]o sumo como un persa o un ateniense o un francés,
En todo esto, Montesquicu DU distinguió claramente entre la libertad
'1.7
:26
como un hombre independiente de cualquier contingencia histórica o
"Lectores", advertía Rousseau en eIEmi/io, "nunca olviden que quien
cu 1tura1. Lejos de an ti ci pa r el pre:,en te. i\Ion t('::;qL1ieu estaba rememoran-
les~IJabla no es ni un esiudio,'-'o ni unphilosophc, sino un simple hombre,
do el pasado, l'l:memor:1l1do un enfoque que habl'ía sido :lbsnlutanlL'ntL: UJl ami,~'o de la \'l'l'clCld, ::,in pr~iuici()s, sin sistel11Cl", E,::to er:1 e!c-I1l:1.siado
sencillo para un f1IÓsofi) griego. digamos, el enfoque que indica que la L,ng:lI10S0, En su::, origene,s puede haber sido simple, !ll'I'U ni) en su
propia ética y b ¡lropi:l polític:1nu pueden ::'er consiclerndas CUIllOajen:IS
c'lr:'Í.der: :1mi,go de>1:\\'('nhd, por cielto. pero diflcilml'nte desnpa,.;iunado
de laparticular lIIol'e.-;denlrode lasquL: han sido logr:1tLLs. Est:lha ab par
u.dl'sprejuici¡¡dll: bien pucde habl'l' cle,-;aprob:ldo si;;t('m~lS int\.'Il'ctuail-",
COJl los philo,-;o!Jhes Illá::; ortodoxos sólo en el OS¡wcto supedicial dI) su
comu el dc D'¡\lc'mln.'rt u l'l de Heh'étius o inclu:,u lo:; que le gustaban:1 su
lcngLqjL: teórico. A.sí también, pero exactolllentc en h dirección upuesta, <1miga Dide)'()t, ¡le>rusu,s tco!'ía::, er:1I1 tan dogm:'tLicamenle exh:Hlstin1S
se encontrah:\ Rou:ose:Hi,
como cualf]uil'r~1. Incluso aquelllls que consideran a los p/¡ilu.~op/¡¡",· m;:\s
tí pico,;; como gen te re>l:1ti\'anw n te Iwn r:tda, nll descri ben :t .!:\ous:-;ra u de 'o
En su primer DISClII'SI! suure las artcs y Lis ciencia,;, ROU'::";C:ll1atacó
mi::'m:1 manera, Su conlplejidad dcril':l en buena medid,1 cIL,unn triple
:1lgun:1s de las co,.;tumbl'es intelectuales de su tiempu: elijo en Cllguna mnrgi nal idad. No era francés, si no su izo, de Gi nebrCl. Nu l~ra a ristlJCrc1ta
po rte q ue q uerÍ:1 ampl ial' a i\J on tesq u il'U an tes q u e rech azarlo y OCl'ptÓ iCl ni bU]',~'u¡i:" sinu hijo de un artes:lno. y creci6 dentro de una cultura
retórica convencional de la razÓn y de la n:1turakzD, PCI'I! brindó una protestan ll; an tes que en un a calÓI ico, Estos tres (¡¡dore's ln I vez h u lJicran
resono.nte respuL:o'ta nC'g:tlivCl ¡¡ Ict pregunto de Hc'kélius, y. como 8C'CI'O-
s id 11s lIJiCif'n te's CI)mI Jpam \'olverl o mÚs in tro,.;pecti\"uy d u bi t~1ti HJ c¡uC'los
tario de Dupin, en 1748 j)1'cpaní u n eltaque con traE! cspi/'llll rlclus leyes
m:b cllnlindos racionalistas, cduc:1dns en los dogma::; catJílicos que ClllOr:1
(obra que Dupin-leyÚ. convencido a ("¡[timo momentu por algllil:n de que alacab~\n; p('rr¡ esto e,.; imponr!er:lblc'. porque también fue intl:nsamenie
:1si lo biciera, y retiró de la imprenta), Sll cfi:'cto revolucionariu sobre el
nf'llI'Iítico, pcrpduallll'nte ínC:1p:lz de Ilm'ar a término 8ulrab:ljo o, coino
mundo de las ideas sobrevinu después de su mUl'lte, y aunqul' tal VL'Z él mi,SnlO dijo, c!c "cuc1dral' el círculo", IVIÚsaun: no fue un político, co-
ien ía razón en sus i ns isten tes quejas acerca de q ue o'us t~1!C]11.0:s no er,ln lu mo f\Iolltesc¡uicu o f-Jeh'étius oTurgot, Fue un filÓsofo político t:ln sólo en
suficientemente Dpreciadus, él mismo nunca pudo ad\'l'rtir haci¡1 cllínde el sl'ntidu de que, en ClqlWI tiempo, todo quien escl'ibía sobre la socied:ld
lo llevaban esos talentos. La exacta ubic<'lcitin (jell ugaJ'(k' destIno h:1 "ido ItI ('r¡\. Pon la segunda mitad del siglo:\\'IIf. el sentido de "político" aLln era
tema de infini tas e";]1ccltlacioJ1e,.; Y elisputas, Rucional ismo y emotivic-imo,
(,1de lo implicado en la antiguCl distinción entre lo privado y lo político, es
individual ismo y colectivislllo, anel rqu ismo y total it:1J'J.'iJl1o,com u n ismo y
decJI'. tudo :1Cjuello qll(' no concernia a l:1s e,.;fer:1s fJl'i\'adas del "hog'ar",
reacción, protestantismo, catolicismo, ateísmo, la Ec:volución f'1'ancesa y
}(ousseau hubiera estado de acul'rdo con todos los coment:1rista::, que
su repliegue, todo ello, una u otra vez, fue sostenidu o trátado o resultlí
desde entunces calificHron a su programa político como inviable, pero ello
enriquecido pOl'lo que escribía. Deberechazarsl' de inmediatu una tesis,
también habría significado que si e::,to em así, entonces, por definicilín,
Las ideas por si subs nunco son lo suficientemente poderosas como pClra tam poco hnbíCl esperanza para la sociecl :td, Al fin:11 de su vida, amargado
caus:1r un cambio social o político, y en el caso de Housscau no existe y deprimidu, efec1:ivClnll'ntl' describiÓ lo que había propuesto "no tanto
mayor evidencia de que las suyas bubieron tenido algÚn impacto signi- como un n m oral de la acci ón si n u de la Clbstinl'ncia ". Con ti l1LHíCO/1\'encido
ficativo enlus acontecimientos previos a 1789, así como de su incidcnciCl
de que su diagnóstico cr:l acertado, pero su intenso racl iCClIismo le impidió
en]o q ue siguiÓ. PUl' lo demÚ,.;, s¡jlu dos e;';jJlicaciones parecen pusibles: era adopt:1r una visiún optimista de las soluciones que proponía.
ambiguo y estaba con ['und ielo hasta el pu n to de Iafl:t,~To.nte o.utocontra- Donde e;.;puso con mayor claridad el diagnóstico fue en el Discllrso
dicción (siem pre puede encon trarse ClpoyOpara casi cualq u ier posición en sobre el origen de La desigualdad entre Los hombres, que des:1furtUlwei::J-
alguna porte de lo que escribió) o ero vercladernmcnte orig-i !lal. al desliwr mente envió a un certomen Úrganizadu por la Academ ia de Dijon en 175;),
el debate hocia un nue\'o plano mediante el cambio de l::ls categorías En él. Roussea u comcnzClbo a la manera trad icional, súJo que parlld iando
dentro de bs cuales h:1b!a sido, y aÚn es, conducido, y así confundió a sus a medias la dctinicilín de método del fanwso discurso de Desc,u'tcs.
criticas. Por cierto que estaba confundido, pero no más que la moyoría y "Permítasenos comenzar", escribió. "dejondo los hechos a un lado, como
mucho menos que Montesquieu, quien no hClexperimentado ni de cerco si no afectaran la cuestión. Las' investigociones que podemos hacer al
el mismo tratam iento por parte de sus in térpretes, Por lu tanto, la mayor tratar este tema no deben ser cOllsidero.das como vl'l'dac1es históricas,
parte del debo.te y la disputa eleben atribuirse a la ol'iginalidad de sino t:1n sMo como simples rozonamientos condicionales e hipotéticos,
Rousse::lu, En verdad, es un caso paradigmático del pensador cuyas que intenton, antes que explicar la no.tum1L:zCl de las cosas, establecer su
pal¡.¡.br::ls signitico.n ulla cosa, sus intenciones, otra y los efectos resultan \"erdo.del'O origen. igual que las h.ipútesis que nuestros físicos formulan
algo diferentes de las palobws y de los intenciones, Supremo entre dichos
diariamente acerco. de la form:1ción del mundo". Esto era arrojado aJ
efectos figura el que su perspicocia, nunca adecuadamente trabaja,¡;la
rostro de un irreprochable m undo racionalista, L:1 parodia se agudizaba.
mediante una saludable sU::itentación intelectual. diera ol'igen, al menos "Dejando de lado. por lo t:1nto, todos esos libros científicos, que sóJo nos
en parte, a una solución de>l problema que las filosofi'as más típico.s del
ense¡'j,an a \'c'r al hombre to.J como ellos In han inHlgi no.do, y contemplando
siglu :\\"111 no hClbian resuelto: el dellug':1r del hombre en lo naturaleza.
la primera y mc1S sencjIla de las oper3ciones del alma humano. creo que
28
:29
puedo percibil' en ella [con perdón de Descarte::;] dos principios prevIOs a " primera propiedad y "el primer hombre que tras cercar un pedazo de
la J'C/zón; uno profundamente interesante para nosotros a los efectos de tierra, pensó .Y dijo 'esto es mío', y encontró gente lo suficientemente
nuestro propio bienestar y consen'ación y el otru que prod uce una natural ingenua como para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad", La
repugnancia al ver a cu::tlquier otro ser sensiblc, y en palticular a uno de tercera etapa se desarrolla a partir de ese momento, mientras los grupos
nuestra especie, experimcntar el dolor u la muertc", ,.¡\ \'cces tengo buen familiar'es forman las bases de las primeras estructur~1S políticas y se
sentido", dice el \'icariu saboyano en cierta parte del E/IIilio, '"'y' "iempre transform an en L'lcen tro del ri tual formal, La organ ización ::;ucial Se \'uel-
he amado la \'erdad", todo lo que necesitu es l.'e\'('\cH lu que pienso cn la ve más reconociblemente organ izada, La cuarta etap:J. está mcll'Cada por
si m pl icidad de m i corazón", Estos son re!:'LIml'ncs exactos t::lntu de b pro- la introducción de la :J.griCllltura y la metalurgia, Esta "gran re\'oluciIJn"
intr'oduce el \'erdaderu m,t1 en el pl'csente estado de cosa::;, "Desde el
piafilosofía del conucim ien tu de Ruussea u como de q¡ plinto de \'i"ta sobre
los fundamentos dl' la naturalezahunlana, La razón nu es primaria, sino ll1omento en que ell1oll1bre acudió ante el pedido de ayuda de O!:I'O:de5de
secundaria. secundaria a 13s innatas facultades de autuconscn'::lción Y el momento en que a algÚn hombre le pareció \'entajoso acopic¡r suficic'n-
cumpasión, Para llegar a saber 8n qué momento se había ('Cluivocado el tes pro\'isiones para dos, la igualdad dl'sapareció, se introdujo la pl'opie-
hombre, purque Rousseau 11Utenía duda algun:1 de que se habb equivo- dad, el tr~lbajo se vrAvió i ndispen=-,able y nlstus bosques se convirtieron en
cado, debemos [ll'eg-untarnos qué pasó con eSc1" clo=-,nlJCiolll'=-'en el cursu campo::; sonrientes que el hombre tUYOque regar cun el sudor de su frente
de los t iem [)(IS, Rou s=-,eau revela en s us COllf~si()l/(.'s que esta sencill a idea y donde la escLwi tudy la miseria pron to genn i naron)' cr(!cienmj unto con
las cosechas",
(ni más ni meno:; que el scntido tote,l del Discurso) se le hizo presente
mientras caminaba pUl' Saint Germain en ] 7!l3 con su an18nLe, con la A menudo se hél dichu que la moral cle Ruusseau era muy simple:
patrona de su amante .Y cun la amiga de la patl'llna de su am~1nle, cU~1ntomás di::iLanté una sociedad de su presente. tanto Jill'jor ha sído, Se
"Vagabundeando en lo pro('u ndo del bosque al' hele y encuntrl\ 1::1. visi()n de ha sostenido que Rousseau gloriJicaba el "estado natural". Peru él mismo
e;:;os ticmpos primitivo;:;, cuya historia orgulllls~1lllenLe h::1.bíadescrito Icn elice explícitamente que la propiil f'acultad dejuiciu moral es una función
el DiSCLlrsol , Demolí las mezquinas mentil'as de la hUlllanidad; me atre\'¡ de la sociedad, una ('unción de lo::; procesos de contacto, cumparaciÓn .Y

a desnudar la naturaleza human:J.; a seguir cl progl'cso del ticmpo .'1 evaluación desarrollc1dus en 1:1segunda y b tercer:1 atap", e intensifica-
denunci:J.r las cosas que lo habían desvirtuado; y al comparc1r al hombre clo::; por el desatTullo ecunÓmico de la cuarta, y que si alguna etap3 es
tal como se había hecho a sí mi::;ll1u con el hombre tal como es por preferible, ésta es la tercera, en la que en modo alguno estuvo au::;ente el
naturaleza, demo::;tré que 1:1verdadera fuente de su miseria wdica en su mal, pero que "al consel'V:1r unjusto término medio entre la indolencia de
pretendida perfección" nuestro estado primitivo y la petulante actividad de nuestru egoísmo,
Las míce::; de la distorsión y las fuentes de la mi::;eria estaban en I:J. debe haber sidu la más feliz y más estable de las épocas", L3 aparente
sociedad, En el Discurso, y de manera confesadamente especulativa, contr:J.dicción entre argument.ar en principio que la pura virtud reside
Rousseau establecía hasta el pre::;ente cuatro etapas de esa historia, En sólo en el abstracto individuo nu social y argumentar en la práctica que
la primera, el hombre. aunque por virtud de su humanidad e::;encial en la aproximación más-cercana Clla virtud radicél en la reconocidamente
posesión de la::; facultades de autoconservaciÚn Y compasiÚn, no experi- organizada tercera etapa es, por cierto, el indicio de la paradoja central
menta deseos má::; all<.1de su::; necesidades físicas, "Los Único::; bienes que de la teoría de Roussel1u, que lu aleja tanto de los phiLosophcs que
reconoce en el universo son el ali mento, la hembm .'/ dorm ir; los Únicos suponían la inexistencla de una incompatibilidad necesaria entrc natu-
males que experiment:J. son el dulor y el hambre" En la segunda etapa. raleza, virtud y sociedad, .Y de aqueJlus que, mientras coincidían en la
de larga duración, las diferenci:J.s físicas innatas entre los hombres condena de la' sucÚ;dad moderna, encontraban en los primitivo::; una
comienzan n prod ucir desigualdades naturales, la.s quc SOll exacerbadas absoluta perfección e inmacubda virtud, "en los hombres libres de toda
por el crecimiento de la población y el consiguiente incremento de la culpa", para decirlo con palabras de Drydcn, "que bail3ban ajenos a su
cantidad de contactos entre los individ uus, "Esta repetida pertinencia de tiempo. frescos como sus bosques y felices como Sll clima",
varios seres para sí mismos, y entre si, naturalmente iba a dar origen en La paradoja de Rousseau consistía en sostener que aunque la suciedad
la mente humana a las percepciones de ciertas relaciones entre ellos. Así, hubiera sido responsable de engendrar desigualdad, dependencia y
las relaciones denotadas por los términos grande, pequeiio, fuerte, débil, oprc::;ión -los grandes males-, sólo la sociedad podía eliminar]us, Más
r<.1pido, m iedoso. valiente y otros similares, casj insensiblemente compa- tarde, el propio Rousseau llegó a decir que este era "el único princi pio" que
radas por necesidad, pueden haber producido en el hombre Llna especie hilvanaba todo su trabajo, Su lógica es simple, Las relaciones sociales
de reflexión o prudencia mecánica, y le habrían indicado las más necesa- que el hombre natural comenzaba a cultivar eran las que lo lIe\'aban a
rias precauciones para su seguridad", En esta etapa los hombres apren- hacer comparaciones y, desde allí, a desarroJjar conceptos morales, Antes
diÚon a comparar, Y la compai'ación produjo el lenguaje; pero también de estas relaciones, carecía de sentido del mal. Pero tampoco tenía ningún
aprendieron a cooperar en la cacería y así formaron grupos fal11iJiar~s, sentido del bien, En su estado natural, estaba impulsado nu por nociones
Efectivamente, las armas para cazar y el refugio familiar fueron la morales, sino tan sólo por tendencias de compasión y autoconsen'ación,

:31
:j()
Si, por lo tanto, iba a adoptar el bjeny a eliminar el mal, esto debía bacerse
medianteh sociedad, dado que sólo por continuar \'i\'iendo en sociednd est::lba en función de la manera particular en que la sociedad se había
podía obtener el sentido mornl necesélrio para téll discernimiento. Sin desarrolbdo. Al cambiar las relaciones soci::tles y políticas. ta}nbién se
embargo, resultaba manifiestamente claro que una sociedad organizada podría cambiar esla nociÓn. y la teoría misma y el mejor gobierno serían
sobre los principios de la propiedad pri\'ada y 1:1clesigunldad, lo que basta ta les que alterarí::tn no sólo u no de los parámetros, si no ambos. Mantener
el presente había sido el caso, aunque no lo quisiera, de ese modo 1<1fÚlncia de un individualismo inn1Lltable y universéll significaba perpe-
aseguraba la continu:1cil'lI1 del mal. tU~ll' In maldad. equivalí::t a disponer al conjunto en relaciÓn con un
La solución de ROllSSl'~lU a este dilema dio origen ,1 mucho debate. En individuo ::lntes que al individuo en relación con el conjunto. A diferencia
principio. resulta pcrfect¡l111ente explicable. ''En tod~lS partes", escribir) de I\1ontesquieu. quien también viu la falla en las teorías tradicion::tles,
en el EII1 dio, "donde haya scnsj bilidad e in tel igcncia exisl e en algu na Roussenu no consideró que la naturaleza humana vari::lr::l en cada lugar
medida el orden moral. La rliferencia consiste en que el humbre virtuoso puesto que !as socicda.des variabéln ;;:ogúnlos lugares. Fue mucho menos
se dispone a sí mismo en rebción con eJ conjunto. en tW1to ell11::lh'ado sensible a las diferencias entre socie(bde=,. Pélra él, todas babí::tn ostado
dispone al conjunto en relaciÓn consigo mismo. Unl) hace de sí mismo el
y aún estaban orgé1nizadas de la misma manem.
centro de todas las COS~lS;el otro mide 1,1 radio y se culuca en la circunfe- Para cambiar este modo, el nuevo contrato debe implicar "la total
rencia". A la pregunta de cÓmo se puede. cumo individuo, manl<'nC'r la alienación de cada asociado. junto con todos sus derechos (tal como
integridad indi\'idual y la li]wrtad mil'ntras ,,(. vin' en sociedad. F(ous- habitualmente acostumbraba a cOl1siderál'selos) on beneficio de toda la
seau-re"pol1c1iÓ advirtiendo que In" tradiciOlwles nocionc.,; de individua- com un icbd·'. Cada uno se [18 a sí mismo absol utamente y "al darse a todos,
lidad son por siempre incompatibles COI)L1\'ida l'11socÍl'dad y lJUCdelJl'11 so da n nadie". Para hacer esto, la tradicionaluolonté de tOIlS. os decir, la
combiar. Esta respuesta ;ldoptú su J',ll1l0Sn fllrm:l pulítica en El contrato voluntad de cada uno de los individuos toméldos en conjLínto, debe ser
socia/. En 17:)6, mientras comcnzaba ,11wnsar l'l1 la sol ución, crc;Ía. CUI1l0 desechada en bvor de lauolol/.tégcnéralc, la vol untad general. "Permíb-
más brde e.scribió cn las Confe::;iones, que ·'toclo estó ~llTaigadll el1 h senos", concl u ía Housseau al fin do su argumentación central, "establecer
política y que. seéllo que fuere que se ensayar::t. nadie sería nunca otr~l la descripción en ténninos fácilmen te conmensurables. Como consecuen-
COS::lque aquclJo que l::t natur::tlew del gobierno hizo de 61". En esta cia del con tra to social, el hom bre pierde su libertad n ::tturn l y el iIi l11itodo
creencia asoma su trarlicional punto de \'istn de la política como Jo que derecbo a todo lo que trata de conseguir y consigue. Lo que gana es la
reside más allá delrei no de Jo doméstico y es col itlcbnte con la sociedad. libertad civi ly el derecho a la propiedad detoclo lo que posee. Si queremos
En efecto, alguna vez penslí ('tl llamar De la sociedad a 13 te'sis que cvitar errores al sopesar pérdidas y ganancias, debemos distinguir
fin::llmente se llamal'Ía El contrato social. Si, por lo tanto, la respuesta cl::lramente Ja libertad no.tural, que sólo está limitada por la tÓrtaleza del
reside en la política, la pregunta será: ¿cuál debe ser la naturo.lew del individuo, de la libertad civil, que está limitélda por la voluntéld general;
gobi erno para crear ... la mojor gen te, on lond ietlclo "mejo['" en s u s u prcm o y [debcJllos distinguir tambiénJ posesión, que es tan sólo el efecto de la
sentido? ¿Cuál es el gobierno que por su n~lturaleza siempre se mo.ntiene fuerza o el derecho del primer ocupante, de propiedad, la que sólo puede
lo más cerca posible de la ley? Finalmente, ¿qué es la ley? Porque existía estar basada en un título positivo". No hay quo olvidar, agregrlba, que al
u n3 ley de 1a que Roussea u nunca d ud::lba y su confi;\I1w en ell a era más someterse a la voluntad general, el hombre adquiere libertad moral, "la
absoluta que la de Ivlontesquieu. En esto, se alineó dentro de la antigua Cinica que lo hace verdader::tJllente duei'io de sí mismo" y pierde aquella
trad ición. vieja libertad que es, de hecho, no más que "el impulso del apetilo", una
Un argu mento tradicional sostenía que la ley tenía q ue ser prcoxisten verdadera especie de esclavitud. La forma superior de la inclivid ual ¡dad,
te a la naturaleza del hombre; Rousseau no estaba en des::tcuerdo con él en la que el homore trasciende completamente su estado animal y de ese
TeÓricos del contrato habían supueslo que ex,istía una esencial e inviola- modo se convierte en "El gran seííor de todo", es también la forma
s u prema de sociedad.
ble naturaleza humana independiente de 1::1srelaciones sociales que los
hombres cul ti vaban. Para regular esas rclaciones. argu mentaban, los in- No es difícil advertir por qué esto iba a ser interpretado de modos tan
dividuos debían contratar con los demás para establecer un estado, el diferentes. Rousseau predicaba la adhes'ión a la ley racional, hasta el
Estado, que aseguraría un equilibrio entre la expresiún do la individuali pu nto de llegar a decir que, en definitiva, ésta debía concord al' con el sen-
dad y su denegación en nombre del orden. Tampoco aquí di siente tido intuitivo de lo que es correcto. Pretendía haber explicado clímo la
R.ousseau . También hipotetiza acerca de una naturaleza human::t inde- individualidad puede ser perfeccionada, pero decía que para que esto
pendiente y previa a la sociedad. Sin embargo, los teóricos tradicionales ocurriera cada individuo debía enajenarse enteramente a la comunidad.
habím1 supuesto como elementos básicos de la nnturaleza humana Tenía perfecta conciencia de que había transformado los términos centra-
características que. según argumentaba Rousseau, eran más bien 'pro- les del paradigma tradicional, individuo y suciedad. NaturaJmente con-
ducto de la sociedad. En efecto, la propia noción de individuos aislados siderados, los i nd ividuos eran com pletamente diferentes; social mente,
cuyos intereses colisionab::tn necesariamente con los de otros individuos no. No se trataba de que los elementos tradicionales tan sólo tuvieran que
ser reacol110dados. Tenían que ser redefinidos. Argumentar contra él
:32
3:3
.-

sobre la base de definiciones más convencionales podría ser válido, pero 2


emplear tales definiciones para tratar de entender qué significa es, LA HISTORIA RESUELTA
necesariamente, no comprenderlo.
Existe un chiste de larga data entre los críticos de Rousseau, acerca de MEDIANTE LA MENTE
que él mismo no \'eía esperanza de re~llización de este ideal en P:1I'tc
alguna, excepto en Córcega, Sin embargo, la broma no es del todo
inocente, En el mismo pasaje de las CO/llesiones. donde cxplica cómo, en
1756, había pCllsado que la sIJ1Llción al dilcma pbnteado en el segundo
Discurso tcnía que ser de índole política, llegó a admitir que esta Última
solución había terminado resultándole imposible, que su trabajo, al
exponer cunsistentemente el "Único principio" de que la sociedad CL} la
sola calba y la Única cura de la maldad dcl hombre hacia el hombre,
constituía quizÚs "mcnos una mural de la acciÓn que de la abstinencia".
Se habíet retiradu:1 un universusolipsístico de aislamiento espiritual. Le
parecía intratable lo que la conciencia le dictaba La intratabilidad se
daba en distintus niveles, Él mismo se h;¡bía \'L1l:lto am;1rgado, se sentía
cansado, deprimido, incapaz de cuadrar su círculu per:,;onal. La sociedad
en la que vi\'ia, al cclcbr:lr el umanecer largamente esperado de la Kan t fue el Ún ico cuntem porÚneo que tomó a Rousseau absol utamente cn
compldaJibertad natural, nu mostrab~l simpatía h:¡ci[¡ una nueva liber- sel'io, Al igual que el ginebrino, consideraba que "la Única ciunci:l que el
tad que parecíaim plicar todo 10 contrario. Y aunque no lo ad m itía (tal vez hombre en re:11idad necesita es ]a que enseíio, la de cómo ocupar
no podía verlo), carecía de eqLlipamiento conceptual para explicar clara- ;:¡decuadamente ellugm'que le es asignadoenla creaciónycrimo aprender
mente qué quería decir. La retórica familiar de la naturaleza y la razón, de ella lo que se debe ser para llegar a ser un hombre", y creía que en
de la li bertad y la ley, del individ uo y el Estado había sido pl:lIleada para Rousseau, y sólo en Rousseau, ese "Newton del munclo moral", residían
proporciona!' respuestas que él rechazaba, Todo lo que podí~l hacer era los fundamentos de tal ciencia. Rousseau había demostrado, con mayor
clamar y tal como les pareció a sus viejos amigos, entre el losa Diderot y, cbridad en el segundo Discurso, que lo que se consideraba como cunstan-
más tarde, a muchos de sus comentaristas, comenzaba a evidenciar tes de la naturaleza humana eran, en gran meclida, producto de la
confusión, megalomanía, paranoia e incluso locura. sociedad. Sin embargo, en el Emilio y en El contrato social había
sostenido que el hombre tcnía un inviolable sentido moral y que, si lo
Sin emLargo, lo que permaneció implícito en 1'l'lontesquieu, así como en uS:1I'a, liberándose de las contaminaciones contingentes de su experien-
sus menos originales y perceptivos contemporáneos de Francia y Escocia, cia social. sería capaz de discern ir laley correcta. Este segundo argumen-
iba a volverse más claro a través de Rousseau, 8unque no en éL El to impresionÓ a Kant, quien se dispuso a colocarlo sobre una base más
conj untu fam ilial' de ecuaciones autosustentables (lo bueno es lo natural, firme. Su gran logro consistió en hacerlo. Sin embargo, al hacerlo dejÓ de
lo natural es lo racional y lo racional es lo bueno) no pudo dar cuenta del lado por completo al primer argumento de Rousse:w. El resu Itado fue un
lugar del hombre en el esqLlema de las' cosas, sin culocarlo entre los n U\lvo dilema. La defensa que la II llstración realizaba de su convicción de
animales, con lo que se lo privaba de la razÓn, o sin hacer de él alguien que el hvmbre era en gran medida producto de]a sociedad demostraba
semejante a Dios, con lo que se lo apartaba de l::tnatu raleza, Parecía darse descansar sobre una confusión epistemológica, Y entonces, ¿cn qué
la tesis paradÓjica de que el hombre era al mismu tiempo la criatura y el quedaba la convicciÓn? ¿Podia ser defendida de otra manera? ¿Dicha
creador de la sociedad. defensa podía dar contenido moral sustancial ala ética de Kan t?

Estos i nterrogantes, cuyas respuestas definen esencialmente el proyecto


que más tarde, en Europa, iba a llamarse "sociología", ya habían sido
formulados durante el siglo XVTII escocés. Un conjunto de respuestas
escocesas, el de David Hume, muy diferente al de Rousseau, atraía y
disgustaba en igual medida a Kant. Aún no está muy claro por qué se
produjo una tan intensa especulación sobre cuestiones morales y políticas
en la Escocia de la segunda mitad del siglo XVffl, aunquc parte de la
explicación puede radicar en el carácter de la sociedad escocesa. Mucho
más que Inglaterra o Francia, Escocia era anómala. El Acta de Unión. de

:34 :J:)

También podría gustarte