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La brujita desordenada.
08/11/2018
Contenido
Teresa García Gragera ........................................................................................................................................ 1
08/11/2018 ....................................................................................................................................................... 1
1. La bruja desordenada. ................................................................................................................................... 6
1.1. Primer cuento. ..................................................................................................................................... 6
1.2. Segundo cuento. .................................................................................................................................. 8
1.3. Tercer cuento..................................................................................................................................... 10
1.4. Cuarto cuento. ................................................................................................................................... 12
2. La bruja desordenada. ................................................................................................................................. 14
2.1. Primer cuento. ................................................................................................................................... 14
2.2. Segundo cuento. ................................................................................................................................ 16
2.3. Tercer cuento..................................................................................................................................... 18
3. La bruja desordenada. ................................................................................................................................. 20
3.1. Primer cuento. ................................................................................................................................... 20
3.2. Segundo cuento. ................................................................................................................................ 22
3.3. Tercer cuento..................................................................................................................................... 24
4. La bruja desordenada. ................................................................................................................................. 26
4.1. Primer cuento. ................................................................................................................................... 26
4.2. Segundo cuento. ................................................................................................................................ 28
4.3. Tercer cuento..................................................................................................................................... 30
5. La bruja desordenada. ................................................................................................................................. 33
5.1. Primer cuento. ................................................................................................................................... 33
5.2. Segundo cuento. ................................................................................................................................ 35
5.3. Tercer cuento..................................................................................................................................... 37
6. La bruja desordenada. ................................................................................................................................. 39
6.1. Primer cuento. ................................................................................................................................... 39
6.2. Segundo cuento. ................................................................................................................................ 41
6.3. Tercer cuento..................................................................................................................................... 43
7. La bruja desordenada. ................................................................................................................................. 45
7.1. Primer cuento. ................................................................................................................................... 45
7.2. Segundo cuento. ................................................................................................................................ 47
7.3. Tercer cuento..................................................................................................................................... 49
8. La bruja desordenada. ................................................................................................................................. 51
8.1. Primer cuento. ................................................................................................................................... 51
8.2. Segundo cuento. ................................................................................................................................ 53
8.3. Tercer cuento..................................................................................................................................... 55
1. La bruja desordenada.
1.1. Primer cuento.
Había una vez una bruja llamada Lola que hacía unas pócimas y unos hechizos increíbles.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Cuando terminaron de ordenar toda la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
-¿Buscas esto? -le dijo el niño, sacando el libro de hechizos que había escondido la vez
anterior.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Ilustración 1
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar toda la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta2 y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar toda la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
1
Bruja: persona que practica la brujería.
2
Puerta: abertura que permite acceder al interior de un lugar.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían
robarle los libros que contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le
daba lo mismo, porque cuando necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que
vivía en su casa y que en tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de
nuevo te ayudaré a colocar todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño
no se fiaba mucho de la bruja Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta, pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta
de que no encontraba lo que necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también había olvidado la receta de
pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le
pareció bien y ayudó a la bruja Lola.
Cuando terminaron de ordenar toda la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no estaba allí.
-¿Buscas esto? -le dijo el niño, sacando el libro de hechizos que había escondido la vez anterior.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de encontrar
cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir al niño en ratón. El
niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho fue más
listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy bien. Así que,
cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de nuevo.
Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su laboratorio mágico
desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Ilustración 2
2. La bruja desordenada.
2.1. Primer cuento.
Había una vez una bruja llamada Lola que hacía unas pócimas y unos hechizos increíbles.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
-¿Buscas esto? -le dijo el niño, sacando el libro de hechizos que había escondido la vez
anterior.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Tabla 1
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo1 querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos2.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar toda la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Ilustración 3
Ilustración 3Tabla 2
1
Mundo: Conjunto de todas las cosas que existen y de la humanidad.
2
Secreto: Que solamente es conocido por un número limitado de personas.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar toda la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
3. La bruja desordenada.
3.1. Primer cuento.
Había una vez una bruja llamada Lola que hacía unas pócimas y unos hechizos increíbles.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
-¿Buscas esto? -le dijo el niño, sacando el libro de hechizos que había escondido la vez
anterior.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Ilustración 4
Tabla 5Ilustración 1
1
Había una vez una bruja llamada Lola que -Puedes hacer un hechizo para cerrar la
hacía unas pócimas y unos hechizos puerta para que no me escape. En ese libro
increíbles. de ahí tienes las instrucciones para hacerlo.
Si me conviertes en niño de nuevo te
Tenía recetas para conseguir cualquier
ayudaré a colocar todo esto y
cosa, y sabía hechizos que nadie más en el
encontraremos todo lo que no encuentras.
mundo conocía. Era tan famosa que todas
Pero después me tienes que dejar marchar
las brujas del mundo querían robarle los
libros que contenían todos sus secretos. .
1
Formato de columna dos.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar toda la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
-¿Buscas esto? -le dijo el niño, sacando el libro de hechizos que había escondido la vez
anterior.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada1. Pero a ella le daba lo mismo, porque
cuando necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo2 de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar todo la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Ilustración 5
1
Desordenada: Que carece de orden.
2
Hechizo: Atracción misteriosa e irresistible que producen sobre alguien los encantos de una persona o
de una cosa.
4. La bruja desordenada.
4.1. Primer cuento.
Había una vez una bruja llamada Lola que hacía unas pócimas y unos hechizos increíbles.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
2
La bruja Lola accedió, Cuando acabaron de dio cuenta de que no
hizo el hechizo para cerrar ordenarlo todo, el niño le encontraba lo que
la puerta y convirtió al pidió a la bruja Lola que le necesitaba intentó lanzar
ratón de nuevo en niño. abriera la puerta, pero el hechizo para encontrar
Juntos ordenaron todo ésta le traicionó y le cosas. Pero lo había
aquel desastre. Pero volvió a convertir en olvidado. Y también había
como el niño no se fiaba ratón. olvidado la receta de
mucho de la bruja Lola pócima para acordarse de
En poco tiempo, la bruja
cogió uno de sus libros de las cosas. Intentó buscar
Lola volvió a tener su
hechizos y pócimas y lo los libros, pero aquello
laboratorio mágico tan
escondió por si acaso. era un auténtico desastre.
desordenado que era
imposible encontrar nada.
Y cuando la bruja Lola se
2
Formato de columna tres.
Cuando terminaron de ordenar todo la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
-¿Buscas esto? -le dijo el niño, sacando el libro de hechizos que había escondido la vez
anterior.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta1. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar2 cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar todo la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Tabla 2
1
Tabla naranja.
1
Perfecta: Que tiene todas las cualidades requeridas o deseables.
2
Localizar: Averiguar el lugar en el que se halla alguien o algo.
1
La tabla naranja contiene 6 filas y 4 columnas.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar todo la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
4
El libro contenía a encontrar algún libro, bruja mentirosa.
todos los hechizos y
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó
pócimas que
semanas en ordenarlo todo de nuevo. Eso sí, tanto trabajo le
necesitaba la bruja
costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
Lola: el hechizo de
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a
encontrar cosas, la
convertir a ningún niño en ratón.
pócima para
recordar lo olvidado
y, por supuesto, el
conjuro para
convertir al niño en
ratón. El niño lo
sabía, y no estaba
dispuesto a devolver
el libro.
-No te acerques.
Abre la puerta y
déjame marchar.
La bruja abrió la
puerta con la
intención de engañar
al niño y quitarle el
libro pero el
muchacho fue más
listo. En el libro
había un conjuro
para desordenarlo
todo que había
estudiado muy bien.
Así que, cuando la
puerta se abrió, el
niño lo recitó
mientras lanzaba el
libro que tenía entre
manos.
4
Formato columna a la
izquierda.
5. La bruja desordenada.
5.1. Primer cuento.
Había una vez una bruja llamada Lola que hacía unas pócimas y unos hechizos increíbles.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar todo la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
-¿Buscas esto? -le dijo el niño, sacando el libro de hechizos que había escondido la vez
anterior.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían
robarle los libros que contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le
daba lo mismo, porque cuando necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito1
que vivía en su casa y que en tiempos había sido un niño2, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de
nuevo te ayudaré a colocar todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño
no se fiaba mucho de la bruja Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta, pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era imposible encontrar nada.
Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar
cosas. Pero lo había olvidado. Y también había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó
buscar los libros, pero aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un niño normal si le ayudaba
a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja Lola.
Cuando terminaron de ordenar todo la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no estaba allí.
-¿Buscas esto? -le dijo el niño, sacando el libro de hechizos que había escondido la vez anterior.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de encontrar cosas, la pócima
para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo
todo que había estudiado muy bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su
sitio, que no volvió a tener su laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
1
Ratón: Mamífero roedor de pequeño tamaño, pelo fino, cola larga, patas cortas, cabeza pequeña y orejas tiesas; se reproduce a gran velocidad y vive en las casas o en el
campo; hay muchas especies.
2
Niño: Persona que está en el período de la niñez.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar todo la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
-¿Buscas esto? -le dijo el niño, sacando el libro de hechizos que había escondido la vez
anterior.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
6. La bruja desordenada.
6.1. Primer cuento.
Había una vez una bruja llamada Lola que hacía unas pócimas y unos hechizos increíbles.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
-¿Buscas esto? -le dijo el niño, sacando el libro de hechizos que había escondido la vez
anterior.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria1, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima2 que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar todo la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
1
Memoria: Capacidad de recordar.
2
Pócima: Bebida elaborada con diversas hierbas, especialmente la que tiene poderes mágicos.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar todo la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Tabla 4
1
Tabla azul.
7. La bruja desordenada.
7.1. Primer cuento.
Había una vez una bruja llamada Lola que hacía unas pócimas y unos hechizos increíbles.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
-¿Buscas esto? -le dijo el niño, sacando el libro de hechizos que había escondido la vez
anterior.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar todo la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Ilustración 7
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar1? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre2. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar todo la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
1
Engañar: Hacer creer a alguien por medio de palabras, acciones, etc., lo que no es verdad.
2
Desastre: Hacer creer a alguien por medio de palabras, acciones, etc., lo que no es verdad.
8. La bruja desordenada.
8.1. Primer cuento.
Había una vez una bruja llamada Lola que hacía unas pócimas y unos hechizos increíbles.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta1 de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
-¿Buscas esto? -le dijo el niño, sacando el libro de hechizos que había escondido la vez
anterior.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro2 para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Tabla 5
1
Tabla amarilla.
1
Receta: Nota oficial que hace un médico para que se despache en la farmacia un determinado
medicamento que debe ser administrado a un enfermo, así como su dosificación.
2
Conjuro: Fórmula o conjunto de palabras mágicas que se pronuncian para invocar a un espíritu o ser
sobrenatural.
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar todo la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Ilustración 8
Tenía recetas para conseguir cualquier cosa, y sabía hechizos que nadie más en el mundo
conocía. Era tan famosa que todas las brujas del mundo querían robarle los libros que
contenían todos sus secretos.
Lo cierto es que la bruja Lola era una bruja perfecta. Bueno, casi perfecta. Porque lo cierto es
que tenía un gran defecto: era muy desordenada. Pero a ella le daba lo mismo, porque cuando
necesitaba algo que no encontraba lanzaba un hechizo y aparecía.
Pero un día el hechizo de la bruja Lola para localizar cosas falló. Ella no entendía qué podía
pasar, porque era el mismo hechizo de siempre. Un ratoncito que vivía en su casa y que en
tiempos había sido un niño, se subió a una mesa y le dijo:
- Bruja Lola, no es el hechizo lo que falla sino que no buscas el libro correcto.
- ¿El libro correcto? ¿Y cuál es el libro correcto? Madre mía… ¡estoy perdiendo la memoria!
La bruja Lola intentó hacer un hechizo para recuperar la memoria, pero como no sabía en qué
libro estaba y tampoco se acordaba, no pudo hacerlo.
-Si me conviertes otra vez en niño y me dejas marchar te ayudaré a buscar la pócima que
necesitas para recuperar la memoria -dijo el ratoncito.
-Está bien, pero, ¿cómo sé que no me vas a engañar? -dijo la brujo Lola.
-Puedes hacer un hechizo para cerrar la puerta para que no me escape. En ese libro de ahí
tienes las instrucciones para hacerlo. Si me conviertes en niño de nuevo te ayudaré a colocar
todo esto y encontraremos todo lo que no encuentras. Pero después me tienes que dejar
marchar.
La bruja Lola accedió, hizo el hechizo para cerrar la puerta y convirtió al ratón de nuevo en
niño. Juntos ordenaron todo aquel desastre. Pero como el niño no se fiaba mucho de la bruja
Lola cogió uno de sus libros de hechizos y pócimas y lo escondió por si acaso.
Cuando acabaron de ordenarlo todo, el niño le pidió a la bruja Lola que le abriera la puerta,
pero ésta le traicionó y le volvió a convertir en ratón.
En poco tiempo, la bruja Lola volvió a tener su laboratorio mágico tan desordenado que era
imposible encontrar nada. Y cuando la bruja Lola se dio cuenta de que no encontraba lo que
necesitaba intentó lanzar el hechizo para encontrar cosas. Pero lo había olvidado. Y también
había olvidado la receta de pócima para acordarse de las cosas. Intentó buscar los libros, pero
aquello era un auténtico desastre.
Entonces la bruja se acordó del ratón, y le prometió que esta vez lo dejaría marchar como un
niño normal si le ayudaba a recoger aquello. Al ratoncito le pareció bien y ayudó a la bruja
Lola.
Cuando terminaron de ordenar todo la bruja Lola se dio cuenta de que el libro que buscaba no
estaba allí.
El libro contenía todos los hechizos y pócimas que necesitaba la bruja Lola: el hechizo de
encontrar cosas, la pócima para recordar lo olvidado y, por supuesto, el conjuro para convertir
al niño en ratón. El niño lo sabía, y no estaba dispuesto a devolver el libro.
La bruja abrió la puerta con la intención de engañar al niño y quitarle el libro pero el muchacho
fue más listo. En el libro había un conjuro para desordenarlo todo que había estudiado muy
bien. Así que, cuando la puerta se abrió, el niño lo recitó mientras lanzaba el libro que tenía
entre manos.
-Ahora tendrás que ordenarlo todo tú sola si quieres volver a encontrar algún libro, bruja
mentirosa.
Así fue como el niño logró escaparse de la bruja Lola, que tardó semanas en ordenarlo todo de
nuevo. Eso sí, tanto trabajo le costó colocar cada cosa en su sitio, que no volvió a tener su
laboratorio mágico desordenado nunca más ni tampoco a convertir a ningún niño en ratón.
Bibliografía
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P_DeeZlwTo0bLABQ&q=mundo+significado&oq=mundo+significado&gs_l=psy-
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