Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ines Es Todas Las Ciudades Spa Helena Lago PDF
Ines Es Todas Las Ciudades Spa Helena Lago PDF
Internet:
Email: helenalagodice@gmail.com
Blog: helenalago.wordpress.com
Facebook: HelenaLagoEscritora
© Helena Lago
establecidos
en
la
ley
bajo
los
de verano.
felices,
tristes,
serenas,
imperfectas
digo.
parar. ;O)
DEDICATORIA
A mis padres.
Eduardo Galeano
PARTE I
luciérnagas
habitación.
en algún momento.
trabajo.
casa.
mosquitos.
—¿Qué
haces
ahí
fuera,
mirándome?
—Bueno.
encontró
al
otro
lado
rondaba
—Encantada
—dijo
ella
—Tembloroso.
—¿Qué pasa?
desde ayer.
probablemente
estaba
perdida
en
en España.
—¿Podemos ayudarle?
sitio.
propuso ella.
modo incomprensible.
algo?
huyese de algo.
su punto de vista.
alguien, simplemente.
preguntó,
arrepintiéndose
inmediatamente.
rudeza.
de beber?
—Tranquilo
—dijo
Óscar,
señor Marchant.
mirando
Óscar,
ignorando
—¿Cómo?
apagó.
mirando el reloj.
de ella.
intervino Óscar.
personas, desaparecer.
común
con
aquella
muchacha
haciendo surf.
dijo ella.
lo contrario.
fascinación
hacia
aquella
mujer
presentes?
película…
ese momento.
de su chaqueta.
transmitía
nada
en
concreto.
apasionada, incluso.
en
absoluto
en
otra
persona.
—Como quiera.
automóvil.
saber él.
preguntas me haces.
estiraba
sus
brazos
y
agachaba
vez de un accidente.
—Pues
no
pienses
eso.
Es
imposible.
así.
momento?
le aclaró:
alguna parte.
Eso parecía. Qué tontería haber
ofreció Inés.
serenarlo.
A Inés aquel bar le resultó
¿Tienes un momento?
El
joven
la
observó
con
desconfianza
antes
de
mirar
la
alguien?
estoy seguro.
En ese momento se acercó otro
camarero y comentó:
Inés
observó
al
chico
con
detenimiento. Tenía un aspecto algo
otra cosa.
que
estaba
al
cargo
de
aquel
dedicado al surf.
tres individuos.
de veintitantos años.
la
siguieron
como
dos
Puede ser…
Inés
tampoco
le
gustaban
las
aglomeraciones.
—¿De quién era el concierto? ¿Tú
—No.
Bueno,
quizá
Raquel
No me acuerdo exactamente.
entrar en el coche.
mareado.
—Como quieras.
voces.
déjame ir.
llenaba
de
colores,
de
figuras
contra la tierra.
cualquier cosa.
momento, sorprendido.
Óscar.
—No, no lo creo.
podido.
Y bajó la mirada, como si se
Destilaba
inquietud
enojo.
Probablemente,
no
había
seguido
escuchando el relato sobre la pérdida de
de otra persona.
que se proponga.
Marchant
era
excesivamente
controlador,
probablemente
había
conocer
porque
están
demasiado
seguridad en sí mismas.
Pero Inés había descubierto sus
puntos
débiles:
su
mujer,
que
hija.
anoche, ¿no?
salieron
temprano.
Llevaban
una
sabe.
preocupación.
congregados.
camarero.
esté nervioso.
Los
otros
dos
también
se
espaldas dijo:
fotografía.
Se giraron al mismo tiempo. Óscar
asintió rápidamente.
El
hombre
lo
observó
con
detenimiento, como si estuviese a punto
de
replicar,
pero
no
lo
hizo.
volvió a su asiento.
pensativa.
—¿Y por qué no iba a conocer a
invitarlo a casa.
teléfono móvil.
solucionar.
Podríamos ir en un momento.
Inés.
y perdida.
Estaba segura de que Adrianne
arrojaba.
El
dinero
no
parecía
había despertado.
cabeza.
ha vuelto?
banda después.
el teléfono en la oreja.
respiración un momento.
Pero
ella
había
dejado
de
la cabeza
—No hay nadie en casa. Cuando la
Óscar.
—¿Qué significa eso? —quiso
—Bueno,
yo
he
tratado
de
un volcán.
Óscar.
—Bueno, su madre murió y he
normas.
infalibles.
cabeza.
no he sabido educarla?
rabia.
tienes nada!
brazos.
Los
dos
hombres
salieron
volverían a casa.
sin
convencimiento,
artificialmente
solícito.
en sus manos.
marino
con
cientos
de
pájaros
revoloteando.
firme e irrevocable:
en condiciones, la verdad.
entrar en polémica.
Óscar se aferró a su asiento,
¿Por
qué
se
sentía
tan
resbaladizo e imposible?
sintiéndose
protegido
por
aquella
cuando él la besaba.
desobediente.
nadie.
—Tutéame.
Ya
no
sé
cómo
pedírtelo.
El pueblo estaba mal iluminado y
una de ellas.
interrumpiéndolas—, ¿sabéis si ha
le prestaron atención.
—Sí. Ha terminado hace un rato.
—Gracias.
joven.
allí.
algo
que
brillase
entre
aquellos
desconocidos, el reflejo de sí misma
instrucciones.
tiempo se detuvo
— rezumaban despreocupación.
Simplemente.
jarra.
padre.
atendía a razones.
Podría
haberle
dado
alguna
o por despiste.
ese
modo
contextualizando
la
—Vámonos
al
coche.
Les
susurró ella.
—¿Qué
dices?
—preguntó
propias
decisiones
sin
sufrir
puede defenderse.
definitivamente
pertenecían
dos
decepcionándola.
Retiró
el
brazo,
pensó.
al coche.
contemplando la discusión.
coincidir, de conocerse.
retrocedió inmediatamente.
padre y ella.
—Intenta calmarte y sé razonable —
Al señor Marchant le
sencillamente adorable.
El señor Marchant las presentó
aturdido.
escalera.
papá?
La
señorita
Marchant
sonaba
afectada.
Ella asintió.
—¿Dónde?
absoluto.
confirmación de Inés.
inesperados
que
apetece.
de la conversación.
compañía.
que
vayamos
juntas
—dijo
enterase.
he dicho, es mayorcita.
muchachos.
automóvil.
en nuestra casa.
indiferente.
—Sí, claro, no hay problema.
papá.
como perdonándola.
interesado
demasiado
en
aquella
casa.
hablado
el
señor
Marchant
recientemente .
—¿De qué?
dormidas?
nervioso.
Marchant.
colocándose
el
vestido—.
Tienes
Adrienne.
Inés sonrió.
—Pasado mañana.
—¿Pasado mañana?
viaje.
le
embargó
una
sensación
de
desconocida.
Pero, bueno, era muy tarde y estaba
azules.
—Sí —afirmó ella, cubriéndose con
la colcha.
algunos viajes.
utilizaba
ese
pijama.
Pero
¿qué
sentirse
fugazmente
intrigado
por
anónima.
Inés?
ese momento.
se durmió.
por completo.
dependen de ti
paciencia.
—Pues las quiero, ¿quién sabe? Han
medias.
me las llevo.
taza?
con el mundo.
aquella desconocida.
enviarlo.
estaría listo.
Estimada Lorraine,
Un beso, amiga.
Inés.
aprendió a volar
George miraba a su canario y le
cenarían temprano.
cómo,
sucedió
un
extraño
angustiarse.
ansiedad,
mareándose
gritar.
— ¡Socorro! Laura, ¡estoy aquí!
— chilló desesperado.
atención.
Se
consideraba
un
hombre
aquel tipo.
—Te quiero.
aquella escena.
No añoraba a George.
canario.
Silencio. Esquinas.
libertad.
¿Cómo
había
podido
tener
carreteras,
andenes,
automóviles,
Parte II
abrirlas.
impulsado
hablar
de
personas
viaje.
Se lavó las manos y las secó en su
llamarla.
entonces.
radio.
lleves.
cuelgo.
entonces.
—Bueno.
cambiado,
aunque
no
sabía
qué
exactamente.
escribir
otra
cosa.
Un
hombre
inquietud.
L.
bien.
No
me
gusta
preocupes.
Beso.
Inés.
En realidad, no se conocían en
el
principio.
Fue
un
cursillo
extraordinario
y
motivador.
tras
suplicarle
unas
diez
veces,
consiguió que su amiga publicase algo
de vez en cuando.
angustiaría.
pesar de todo.
A la mañana siguiente, cuando el sol
—Ah,
lo
siento.
—Todavía
adormecida.
—Tengo
que
admitir
que
al
gusta.
Inés suspiró.
—Creo que voy a ir a darme un
dirigiéndose a la playa.
periódico.
baño.
Inés
caminó
por
la
playa
ante
sus
ojos:
algunos
velocidad...
misma sonrisa.
banda.
—Claro.
profesional.
arena
quemaba
se
refugió
—Encantada.
jóvenes
que
ella.
El
hecho
de
de una aventura.
vernos.
apetece mucho.
Marchant.
—Me gusta esa zona de Francia. Fui
en la arena.
donde nací.
intervino Adrianne.
acariciaba.
viento.
Inés se sobresaltó por la espuma
explicitar demasiado.
imperceptiblemente.
joven.
y le confesó:
no sé si me entiendes. Mi matrimonio
agua.
—Oh, comprendo —respondió la
poco de la rutina.
¡Qué destreza!
—Sí, pobre pez —dilucidó Inés.
—Sí.
aquella
joven
la
animaba
profundamente, y, al mismo tiempo, la
preocupación innecesaria.
Capítulo IX. Tic tac tic tac tic tac
—¿La conoces?
—Sí.
lo que hacen.
es
bienvenida.
—Inés
ponía
el
intermitente.
—No sé yo.
edad tiene?
ensayos, dice.
adelantar a un camión.
carcajadas.
impresión.
y después preguntó:
—¿Y eso?
—Sergio
no
tiene
ninguna
—¿Ah, sí?
clase de persona.
—A mí me encanta la fotografía.
—¿Conoces a Boubat?
—Ajá.
—A mí me resulta fascinante, me
¿entiendes?
vez.
—Puede ser.
Inés sonrió.
arcén.
—Ya… yo tampoco.
discrepancias en el grupo.
Inés.
—Profesor de secundaria. Es un
menos,
mí
me
parece
muy
comprometido.
atenciones.
—Lo entiendo —dijo, y añadió: —
un poco.
tan cerca.
El
automóvil
se
deslizaba
—¿Quieres?
poco.
precede a la lluvia.
Inés
puso
el
intermitente
desviándose
por
una
carretera
gasolinera.
Nada
más
salir
del
coche,
gotas humedeciéndola.
vehículo.
—propuso Adrianne.
mirar la lluvia.
—¿Qué piensas?
—Nada.
conociéramos de antes.
—¿Eso
crees?
Pues
algunas
no verlas.
entretenida en la conducción.
te parece bien.
—¿Sí?
—¿Inés?
algo.
salimos
de
allí,
estoy
conduciendo.
aniñada, Adrianne.
irritado.
en francés.
convincente.
—Pues eso.
—Pero si yo me enamorase, si me
—declaró.
tonterías en la carretera.
quiso
saber,
adelantando
al
irresponsable.
cosa.
mañana.
nada.
adolescentes
hacia
sus
profesores?
manos.
Entonces, ¿por qué permanecía a su
una amenaza.
Regresó
mentalmente
la
de su pareja.
bien.
traslucía compasión.
raíz.
—Cuando vuelva, hablaré con ella.
recibidor.
foto.
permaneció
inalterable,
silenciosa,
manos
ligeramente
temblorosas,
desasosegaba
un
poco.
Aún
le
hastío.
humor.
en cuando?
quererla,
tratándola
siempre
con
tanto
que
sus
nudillos
blancos
—Mi madre.
era inconclusa.
del Oro.
Aunque
apenas
se
conocían,
puntos de luz.
quisiéramos
más
habitaciones,
no
aquí.
exclamó:
—Me alegro.
definitivamente en el país.
algunos
asistentes
fumaban
Todos
se
giraron
para
mirarlas,
—¿Quieres
una
cerveza?
—
boda se evaporó.
momento.
de
cuando
descubrió
su
amiga
música
llenaba
la
estancia
extendidos.
Y obedeció.
el calor».
El
grupo
dejó
de
cantar,
público.
en
ese
momento,
seriamente.
descendieron
considerablemente,
ambas.
decidido regresar.
—Estás
loca,
si
apenas
te
mantienes.
modo.
rato.
contemplar el río.
distintas
—comentó,
señalando
el
—Son
distintas.
Una
siempre
corriente.
poco sobrecogida.
ensimismadas,
en
una
inesperada
armonía.
gris.
—Tengo sueño.
—Yo también. Ven, que te enseño tu
algunos
libros
que
reposaban,
—Tienes
buen
gusto.
Naguib
allí mismo.
Inés pensó que Adrianne parecía
cama.
—Pues ¡a dormir!
encendió
un
ventilador.
Adrianne
—le deseó.
toda la habitación.
invitados,
hinchando
las
cortinas
—Buenos
días,
dormilona,
desayunar.
Cachorro, el de la Barqueta y el
Delicias…
plagada
de
flores
edificios
parecía feliz.
vamos a desayunar.
Inés se giró.
—¿Qué botón?
vestido.
—Es igual.
No da lo mismo.
a contemplarla.
cigarrillo, pensó.
Avenida de la Constitución.
mermelada y un café.
Inés asintió.
o sacarina?
—Azúcar, gracias.
entiendo
perfectamente.
con aceite?
placer
casi
diría
que
egocentrismo.
acostumbras.
imaginación,
pues
soñó,
mientras
plenitud.
cansada.
—De acuerdo.
—Sí.
observaran.
interpretar.
—Bueno, me gustaría poder decirte
—¿Celosa?
lo que me refiero?
—¿Pasión?
desviaron
su
atención.
Después
preguntó:
—Escribir.
—¿Y sobre qué escribes? —se
Pintándose
los
labios
mientras
mejorar tanto…
—Pues céntrate.
mantenerme,
y
tengo
bastantes
obligaciones.
isla.
feliz,
escribiendo,
mientras
reflexionaba
sobre
ello,
no
fue
destino.
la más joven.
Inés,
saliendo
de
su
propuesto.
Adrianne
se
había
con él últimamente.
Adrianne.
favor.
con fastidio.
—A mí no me gusta. Ni ella ni su
que
son
el
preludio
de
otros
acontecimientos.
Almorzaron en la plaza de La
Alameda de Hércules, rodeadas del
jugaban en la fuente.
informó Inés.
aledañas.
las
cosas
suceden
como
nunca
silencio.
bar,
debajo
de
una
sombrilla.
limón.
gazpacho?
minutos.
—comentó Adrianne.
mes.
rotundo.
—Bueno, un ratito.
—De acuerdo.
tendré
que
tomar
—Bueno,
tampoco
pensaba
aspereza.
tan dominante.
a explicar Óscar.
—¿Quieren
comprar
los
dos
—Sí.
—Vaya,
te
felicito.
¿Puedo
acompañarte? Podría ayudarte con eso,
Óscar.
—Llevo
dedicándome
esto
tabaco.
—Como quieras. Pero considera lo
inteligente.
un cigarrillo.
Aquellas
construcciones
suerte.
nada
importase,
aparentemente
decirle, y colgó.
brillase.
quería
que
Inés
estuviera
ahí.
Constantemente.
Plátanos.
Sandía.
Melón.
Manzanas, pensó.
comprado en un supermercado.
alcanzar
un
melocotón.
Estaba
interior de la bolsa.
del
establecimiento
discutiendo
playa,
ella
nunca
lo
saludaba,
constantemente
preocupada
por
cualquier nimiedad.
veces.
asustaban
un
poco,
porque
Inés
hasta el dormitorio.
lánguida
y
eso
quizá
podía
desagradarle...
Pero
terminaría
estómago
Durante
aquella
semana
Inés
siempre,
cuando
no
hacen
falta
observarla.
—Todavía no lo sé.
posible.
de la gente.
ayuntamiento
de
la
ciudad,
de
arquitectura plateresca.
de encontrarla?
comenzó a decir:
Sonriendo.
salvaje
desconocida,
siguió
buscando con un ligero sudor en las
sienes.
quemar.
suavemente,
apoyándola
contra
la
con urgencia.
envidia.
y comenzaba a retirarse.
—Ahora, no.
amigo de Óscar?
beso?
enamorado»?
mismo?
salida.
Recordó entonces la sensación que
puerta
por
la
que
quiso
salir
inmediatamente.
Estaba perdida en sus divagaciones,
su lado.
olvidado.
que le gusta.
—Claro que sí. Vamos por aquí. —
posibilidad
se
desvaneció
Subieron
las
escaleras
del
y miedo.
revistas.
Lentamente
Inés
fue
quedándose
dormida
Adrianne
apartó
la
vista,
concentrándose
en
las
fotografías
colgadas en la pared.
amor?
y preguntarle:
que
probablemente
vigilaba
los
ella.
decirle?
***
alguien le preguntaba.
tumbándose a su lado.
—¿Qué de qué?
solemne.
sinceridad.
confesó, observándola.
Y ambas se rieron.
Capítulo XVI. La foule
cantar.
melodía.
—Es un quejío, porque habla de la
mayor pretensión.
cañas,
pero
nada
más;
sus
conversaciones
eran
habitualmente
presentaciones pertinentes.
sus manos.
—¿Podemos
sentarnos
con
comentó Carlos.
sus amigos.
beberse el brebaje.
más distantes.
exagerar
—intervino
Amanda—.
últimamente, ¿no?
dijo Inés.
dedicas?
criatura
enigmática
silenciosa.
provocaba
incomodidad
entre
los
la joven francesa.
Todos la contemplaban.
Carlos al oído.
estaban encendidas.
—preguntó Amanda.
—Podríamos
llevarla
La
Carbonería o al Tablao del Arenal,
Óscar, en la playa.
labios.
palabras adecuadas.
tratase de un hombre, no se lo
permitirías.
Las
facciones
de
Inés
se
atemorizó.
Ella
no
se
asustaba
marido
le
pedía
explicaciones
pasando.
colgado, esperándola.
bolso.
cerradura.
Adrianne.
—Estupendo.
¿Qué
género
—Comedia.
entusiasmada.
un sueño.
nadie es perfecto».
otra
parte,
albergaba
una
tenue
humedeciéndolos,
sus
pómulos
como esa?
—Inés…Yo…
Su amiga se removió en el sofá,
seguir hablando.
—Dime.
valor de continuar.
modos?
hacerlo.
—Nada.
—¿Qué?
de tranquilizarla.
—No
tienes
que
lamentarte,
Adrianne.
sabes
—se
disculpó
la
señorita
Marchant, azorada.
—Bueno.
A mí me ha gustado, pensó Inés.
francesa.
cierta sorpresa.
de
emoción
sobre
la
alfombra,
vacaciones.
su
espalda,
buscando,
para sí.
de pronunciarlo.
La señorita Marchant se separó
bruscamente de ella.
—¿Qué?
—No sé.
francesa.
llegar.
Podemos…
podemos
pensarlo
perderla.
Edith Piaf.
extendiendo su brazo.
noche.
tranquilidad.
de Inés.
de su cama.
Se abrazaron en silencio e Inés le
boca.
otra
cosa
que
aproximarse,
irremediablemente.
estaba
convencida
de
que
sería
infinitamente más hermoso con ella que
Se levantó y se contempló en el
mansas.
reflejaba el río.
mismo
momento
alguien
estuviese
mirada
pacífica
cuando
ella
se
La soledad. El individualismo
apoyarás?
¿Sería
capaz
de
participar
Adrianne?
¿De
entregarse
importaba soñar?
cuento.
Yo solo dije que podíamos volar
camareros.
ocurrirá.
después
de
devorar
los
pareces
relajada,
aunque
no
lo
otras
un
ramo
de
—Tampoco es eso.
quiero» .
porqués.
a los ojos.
Arrugas
la
servilleta
y
nos
ternura.
culpabilidad.
Será un momento.
quedas dormida.
horrible.
Entonces, me abrazas.
cerca, observándome.
Me besas. Y yo te invito. Y no
momento.
Somos
capaces
de
mí misma.
perderte.
avidez y necesidad.
despedida.
oído.
—Te quiero.
suavemente,
dejarte
salir
luego,
Parte III
«cualquier
sitio
que
esté
lo
—Querrás
decir
que
deseas
he dicho.
noticias.
Inés no quiso añadir otra cosa.
responderle
brevemente
después,
a la cama.
pues
en
los
días
playa,
mecidas
por
profundas
entre
las
dos
había
crecido,
ellas.
rogaba Adrianne.
perros.
en un chiringuito.
—¿No?
—No, ahora es tuyo. Está lleno de
ti.
***
vulnerable y amargado.
una
joven
de
acento
y
aliento
cerveza,
terminaría
Una
noche,
Inés
se
retrasó
considerablemente.
Apenas
podía
Marchant
mantenían
largas
vida.
llegado.
desidia y rabia.
malditas patatas.
mesa,
sus
manos
temblorosas,
demorándose
en
colocarlo
que
todo
se
desmoronase
irremediablemente.
cumpleaños,
mientras
él
festejaba
Ya no.
hubo
nada.
Aquella
renuncia
marido, categóricamente.
pacífico.
—Óscar —musitó ella cuando se
tumbó en la cama.
—¿Qué?
habitación en penumbras.
—No.
—Pero yo…
necesito dormir.
quedado en casa.
cabeza.
Óscar
suspiró
aliviado.
La
impediría
que
su
socio
siguiese
extraño a cualquiera.
importa?
Óscar no le dejó.
a su socio.
su progenitor.
El
señor
Marchant
se
rio,
concierto.
Parecía mayor.
ahí. —Acercándose.
—¿Te gusta?
—Sí
—respondió
Óscar,
queso.
vino.
—¿Cómo se llama?
—Ricino.
¿Quieres
más
vino,
Óscar?
niños?
era mortal.
—Oh, no lo sabía.
unió a la conversación.
volviese a llamarlo.
saber Adrianne.
no puedo respirar.
—No, no.
el señor Marchant.
Óscar.
Preciosa.
presión.
cuando
su
congoja
hubo
casi
acababa de servirle.
incidente,
dejándose
llevar
por
descripción
de
sus
hazañas
por
Sudamérica
otros
lugares
recuerdos.
adelgazaban,
se
convertían
en
pequeños fantasmas atados a su amante.
todo momento.
terminaba su tortilla.
—¿Vegetariana?
—preguntó
su
—A mí no me lo parece —insistió
ella.
carne a la boca.
—Una
dieta
vegetariana
bien
como ellos.
podría
decir
ahora:
«Todos
los
—Bueno,
suponiendo
que
nutricionalmente
fuese
una
dieta
servirle.
No
creo
que
pudieses
convencerle de nada.
excéntrica?
demás.
***
estupendo? ¿Quién?
caja
como
esa.
la
admiran
nosotros.
ventana
abierta,
ajena
los
cigarrillo
de
su
chaqueta
para
sedentaria.
Podría,
simplemente,
marchase?
vehementes, y no se atrevió.
no.
Capítulo XX. El mar dentro de una
botella
responder.
—Hola.
—Lo
siento
—se
disculpó,
la ropa.
todo?
que
detrás
de
aquella
pregunta
aguardaban muchas otras. A Lorraine no
vida de Inés.
convencida.
mi mejor momento.
Óscar?
escucharte así?
anticipó Inés.
Mientras
nadie
conozca
la
respuesta,
mientras
ignoren
la
del
huerto
compartir
casa
obligaciones.
Ahora Lorraine quería indagar,
—Lo sabía.
tendidos al sol.
comparable a ella.
enciende
la
luz
de
todas
mis
estoy segura.
Lorraine estaba emocionada, no
—Sí.
puede
ayudarte
tomar
buenas
me sale bien?
—No te hagas tantas preguntas, Inés.
contar.
ligero.
Entonces…
resistencia.
Abrirías
un
ojo.
El
luciérnagas,
iluminándolo
todo,
bombillas de colores…»
que
se
mecía
bajo
sus
manos.
alcanzó el clímax.
Inés…
¡Inés!
Inés.
***
semanas
una
actitud
perseverante
con
respecto
la
Disfrutaba
intensamente
cambiándoles la tierra, enterrando sus
torcidas…
Contemplándolas,
tan
silenciosas.
en algo, sencillamente.
cualquier cosa.
otros
lugares,
donde
no
hubiese
conexión a Internet ni teléfonos móviles
estuvieran ellas.
verano
andaluz
completamente
interés.
Mentira.
seis de la mañana.
como su hija.
absoluto
lo
abrumó.
Empezó
escuálidos y lúgubres.
cuando
ladran,
de
las
bombas
nucleares, de la muerte?
No.
poder de gritar.
Se imaginó al señor Marchant en
sonrió un poco.
desaparecer.
se
abanicaba
sacaba
madre.
mucho tiempo.
En ese momento sintió la presencia
últimas semanas.
claridad.
El señor Marchant mantenía una
rapidez.
yogures.
e inquietudes de ella.
brazo
salió
malhumorado
del
establecimiento.
Empezó
leerlo,
minutos
después,
para
distraerse,
apoyado en el capó.
lo largo de la historia.
asesores
de
seguridad
nacional,
su jardín?
agua.
Qué casualidad. La planta que su
Cuando el envenenamiento se
paraguas.
entretenerlos
con
alguna
de
sus
ocurrencias.
la noche. No tardaré.
estuviese dormida.
arbusto.
despiste de novata.
Era tan hermosa, la señorita
una foto.
mental.
dolorosa,
no
tenía
la
paciencia
necesaria.
Arrojó
el
periódico
en
un
heredera.
turbulencias
casualidad en la playa o en el
supermercado. No importaba dónde.
sala de estar.
—Sí.
importaba.
Pondría
pancartas
que
ciudades
para
escribirlo.
«Estoy
Vestidos.
Quería
uno,
existiera, simplemente.
Volveré después.
residía Inés.
decir:
« Bésame
quiéreme
desnudes.
Adrianne
tenía
prisa.
Desfilaba
océano.
estando en Sevilla.
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte
certidumbre de hallarte
alegría de oírte
y temores de oírte,
radiante,
Inés.
Inés.
Inés.
Inés.
Su
amiga
dejó
el
automóvil
—¡Inés!
—¿Dónde vas a estas horas? Hace
muchísimo calor.
Tendiendo
la
ropa.
Barriendo.
Calentando el horno. Leyendo. Atándose
días de silencio.
¿de acuerdo?
Inés.
ventanilla.
entretenerte.
echando
la
cabeza
hacia
atrás,
contarle.
otras.
nunca.
Los
hombros
ligeramente
las
ciudades,
todos
los
hogares
Adrianne
la
había
añorado,
sus
movimientos
se
tornaban
febriles,
muslos de Adrianne.
—Oh, sí —murmuró la joven,
facilitándole el paso.
que hacer.
realidad.
la señorita Marchant.
dejarnos llevar.
empezó a llorar.
permanecía
comprometida
con
un
hombre.
magullada.
dirigieron a la playa.
Señalando el mar.
—Claro que sí. Ve yendo tú, si eso.
comentó el camarero.
***
moño.
refrigerio.
—¿Qué es el amor para ti, Inés?
agarraba el flotador.
—¿Todo?
—¿Qué cambia?
dejamos
de
reconocernos
en
determinadas
fotografías,
no
pareja necesita?
te regala. No sé.
por la llantina.
Inés
sintió
sus
pulsaciones
disparadas,
debatiéndose
entre
la
parecido.
sentimientos.
—Incómoda
por
mencionar aquello.
—Yo no he vivido nada, si me
comparo contigo.
años de noviazgo.
moriría de tristeza.
su cabeza.
Óscar.
—Inés, yo…
—Dime.
ti.
—Adrianne, no pienso dejar que te
las cosas.
otra vez.
cimientos.
—Por
cierto,
¿a
que
venías
exactamente?
Supongo
que
habías
el pueblo.
y su risa cesó.
al menos.
preguntó sofocada:
—Qué bonita.
cuello de Inés.
entre
las
piernas,
el
océano
señorita Marchant.
Y se sintieron.
perfecto.
—¡Oh, oui! Inés…
—Adrianne…
—¿Eso es bueno?
inalterable.
umbral de la puerta.
cocina
cuando
escuchó
aquello.
ahogado.
—No, no lo sabes.
compañero,
parecía
otro
hombre,
después de todo.
un tono neutral.
—¿Distinto?
Llevo
el
mismo
perfume de siempre.
socio
siga
en
pie.
Nos
hemos
comprometido.
—Bueno, sí. —Con torpeza.
ricina.
solución.
Lo
que
provoca
esta
después de aquello.
le diría.
antes, el primero.
***
—Papá.
hija.
—Yo
también,
Adrianne,
yo
también.
leyendo.
al amanecer.
—No, realmente.
Y cuando fue a tomar de nuevo la
—¿Un poco?
avergonzada.
—¿Debo
preocuparme?
emocionada.
temprano.
tarde.
del proceso.
hamburguesas
vegetarianas
para
cucharada
de
comino
molido,
Esos
momentos
eran
suyos,
pensó,
estaría
en
ese
momento
tallo,
penetrando
en
la
tierra,
patatas…
marido.
—¿Quieres que vaya ahora mismo?
del coche.
postre.
calma, pensó.
normalidad,
sus
mejores
amigos
suficiente su relación?
sentía solo.
bien.
envolviéndolo
todo
y
el
francés
observando a su amigo.
No se sentía capaz de hacer
Comprobó
que
Adrianne
no
estuviese dentro ni que su cuerpo
morir.
Óscar
lo
detestaba
profundamente,
porque
con
toda
balbuceó torpemente.
asintió, inexpresivo.
Aquello no duró mucho más.
gaviotas a lo lejos.
pueblo.
Quería un pastel, el más grande de
todos.
disfrutemos
simplemente
de
estos
media.
Marchant.
llorar.
Inés la sostuvo en sus brazos cuando
de ropa nuevamente.
estos momentos.
porque
tenía
un
mal
presentimiento… Ya conoces a mi
—¿Un
accidente?
¿Dónde?
precipitadamente.
en
el
marco
de
la
puerta,
contemplándolas.
que dijo.
llamado.
—Óscar, no es el momento —
—En bicicleta.
comería.
a la calma, el letargo.
—Me
duele
aquí
—confesó
Adrianne
señalándose
el
corazón,
lágrimas.
en cajas de cartón.
las maletas.
Acariciándole el pelo.
Podría estar así durante horas, mis
abandonada a tu contacto.
ahora mismo.
tiempo.
hicieran
otra
cosa
que
quedarse
abrazadas.
Inés se giró para marcharse, pero
etapas.
—Esta noche vendré y cenaremos
volviese.
escuchar su voz.
—¿Dígame?
—Mamá.
—Inés, cariño, ¿cómo estás? Te
—Mamá.
quiero.
—No…
—Me
lo
imaginaba.
¿Quieres
—Y…
adivinando lo ocurrido.
Se
irguió,
lo
dijo,
confirmándoselo a sí misma:
decírselo.
hacen
replantearnos
toda
nuestra
Y pienso insistir.
ven».
—¡Sergio!
enterado de…?
con el coche.
señal de agradecimiento.
vida desahogada.
cualquier
circunstancia.
Paró
un
cosas se saben.
atrás.
que yo sienta?
espejo.
—Para. Óscar, para —le rogó,
—¡Déjame! ¡Déjame!
ella.
no está.
ella.
Inés, desconcertada.
decepcionado.
asustando.
gestos.
ella.
No
esperaba
aquella
actitud
Él obedeció y la abrazó en un
arrebato, apretándola contra sí.
hundida en su regazo.
—Allí, ¿dónde?
allí.
Inés
examinó
la
situación,
maquinando posibilidades, tratando de
simplemente.
—Lo vi a él.
—¿A él? —preguntó Inés, con cierta
congoja—¿A quién?
decir.
Cuando
Óscar
consiguió
quería ocultárselo.
olvidar
ese
día,
almacenarlo
en
cualquier rincón de su memoria hasta
secretos.
Adrianne
nunca
le
pidió
explicaciones,
aunque
se
sintió
decepcionada.
invierno.
cándida,
que
atravesó
todos
los
momento.
Echándola de menos.
los
puentes,
bares,
bicis,
libros...
todo
terminaría
diluyéndose:
la
impotencia, el amor, y la rabia que
Pero
Adrianne
se
cansó
de
semanas.
mermaron
las
emociones
que
le
llame?
ordenó Adrianne.
—¿Por qué?
reproches.
compungida.
¿sabes? A nadie.
dónde empezar.
quédate
conmigo,
perdóname,
te
abrazarte. Algo.
decirme?
—preguntó
la
señorita
Inés
se
mordió
los
labios,
me pasa.
conmigo. Eso.
—Estás equivocada.
Inés, apesadumbrada.
—Inés…
—¿Qué?
otra.
—¿Qué?
Voy a hacerle daño. Más daño.
un desconocido.
sus
frustraciones
se
La
joven
francesa
guardaba
perderte.
Lo sé y lo siento.
más
Adrianne
en
todas
partes.
Paulatinamente
aquel
espacio
que
dejando
sitio
otras
muchas
Lorraine:
Beso.
Inés.
La fábrica de hielo.
nosotras».
niños.
imaginado
que
alguien
me
de ese pijama.
en silencio.
La
impotencia.
El
dolor
aquí,
costillas.
Nada, en realidad. Después de ti,
no hay más.
PARTE IV
señorita?
—No es necesario.
leerlo concentrado.
regalos.
estaba sola.
compañero de asiento.
también.
claro
que
su
presencia
no
era
especialmente
dependiente,
estaba
sentía
verdaderamente
segura
vez.
todo lo demás.
aliviada.
—Sí. —Asintiendo.
obligaciones
facturas.
verduras.
aparentemente tranquilo.
—¿Un examen de pilotos? He visto
en tus apuntes…
ilógicas.
la señorita Marchant.
asiento.
Ella
no
quiso
regresar
la miró.
—¿Quieres un trozo?
chocolate.
matar el tiempo.
rápidamente
por
su
imperiosa
curiosidad.
—¿Qué chica?
aviones.
—Tenemos
mucho
en
común.
—Normalmente
me
acompaña
menos.
papel de la chocolatina.
—¿También?
—Un
poco
sorprendido.
Carol?
falta.
cumpleaños.
—Felicidades, entonces.
—Gracias.
El joven le hizo una señal como
desgarradora, y se necesitaba, no
puerta.
Abrió los ojos un poco. Había
La
niña
la
observaba
ella, en Adrianne.
la niña, irritada.
lo vas a ensuciar.
Inés.
la otra Inés.
colegio.
saber
nada
más.
Se
posicionó
amistad en vano.
había visto.
—¿Trabajas aquí?
—Sí.
—Estás igual. Tan guapa como
siempre.
—Pues
muchas
gracias.
Ruborizándose.
cuando lo recordaba.
curiosidad.
Óscar.
esta semana.
Lo
último
que
le
apetecía
era
iluminada
cientos
de
pájaros
teatro.
antes,
pero
no
era
estrictamente
función
empezaba
temprano.
Se
prepararía. Compraría algo de fruta
antes de irse.
trazar
besos,
eludir
otros sucesos.
quieres».
vez.
—Tú no lo entiendes.
aparcado.
Nexus.
Inés,
sin
embargo,
se
había
toda
clase
de
ruido
interrupción.
—Sí.
—¿Estás
segura?
—insistió
sí,
pesada.
Mira.
—Estás guapa.
Llegaremos a tiempo.
—Eso espero.
en casa?
Ella
nunca
había
querido
de por vida.
No
obstante,
le
conmovía
diseccionaba
amargamente
la
dura.
una comedia.
—No protestes.
espaldas.
—preguntó
Lorraine,
sacando
un
—Vale.
—comenzó
a
decir
Lorraine,
casualidad
junto
esos
grandes
almacenes? Dime, ¿qué hacías allí sola,
—No
seas
exagerada
ni
nada más.
insostenible.
del brazo.
fachadas
de
algunos
edificios,
sobre
transeúntes
felices
pensar.
aquellas
cenas…
Inés
sonrió
al
había
un
árbol
no
muy
grande
presidiendo la sala de estar…
pellizcándole el antebrazo.
para Navidad.
—Oh,
qué
bonito.
Yo
aquí
—Perdona,
tienes
razón
—se
vendía.
compró.
atención
a
su
hijo,
porque,
—Los
niños
necesitan
mucho
ventanilla.
mejor persona.
su abuela.
veces.
—Que
si
dices
« ¡Ayudadme,
verdad.
—preguntó
el
chico
en
tono
ahora? ¿Por
qué
no
coges
el
—¿El piano?
de aquella aventura.
Estaba
nevando
el
fuego
obra teatral.
—Yo
de
mayor
voy
ser
la
contemplaba
con
admiración,
cambiado.
—¿Sientes
dolor?
—preguntó
Julia.
ayudó a levantarse.
estreno.
regañó duramente.
siendo hora.
que creciese.
Sin embargo, pensaba que crecer
fulgurante
que
podría
cegar
cualquiera.
Entonces su madre le dio una
respeto
un
desafío
ante
la
reprimenda.
Crash.
todo.
nada importaba.
A veces aparece alguien y lo
edredón.
las nueve
Culpa.
Renuncias.
Culpa.
Reproches.
desmemoriada,
frágil
cansada.
camino al teatro.
peluca rojiza.
para
sobreponerse
ante
cualquier
cualquier persona.
acomodando.
Ni siquiera estaba segura de querer
suficiente.
reunieron
numerosas
compañías
teatrales. Del carmín rosado de Vroni
gustaron
inmediatamente,
aunque
ocasión.
de repente.
La
señorita
Marchant
no
se
pasión
por
los
escenarios
había
desparecido y aquellos disfraces le
La
joven
francesa
bajó
las
la
calle,
dejando
sus
enfadados.
El recuerdo de su padre ya no le
para ella.
culpa de nadie.
simplemente.
los
ensayos
cuando
algo
le
preocupados
por
su
desaparición.
para
responder
algunas
dejadez,
aspirándolas.
Aquella
le resbalaba constantemente.
yo personalmente me encargué de la
recuerdo.
La verdad era que se sentía
desagradable
terrible,
formaría
pagarla completamente.
sus labios.
heredar
una
hipoteca
—dijo,
calentándose las manos con su aliento.
Sevilla.
la voz.
formas en Nochebuena?
—Creo que es importante, señorita
Marchant.
—Allí estaré.
Y empezó a llover.
tantas miradas
no vengas…
—Que sí, Lorraine. Ya te lo he
dicho.
que
habría
junto
las
cajas
Nexus.
están esperando.
Los
padres,
acalorados,
se
cuanto se marcharon.
no
parecía
descender
en
ningún
a su izquierda.
***
nostálgica.
Se estremeció en un par de
están?
—Gracias.
aglomeración de personas.
Entonces la vio.
reaccionar.
Se miraron.
Ambas
quisieron
retroceder,
batallando
contra
las
escaleras.
ti!
—¡Adrianne!
estaba anocheciendo.
en
cualquier
momento
pudiese
realmente.
—Inés.
—¿Qué?
en su mirada.