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Decisión: 240 del año 2000. Sala de Casación Penal.

Tribunal Supremo de Justicia.


Magistrado Ponente: Alejandro Ángulo Fontiveros.
Fecha: 29 de febrero de 2000.
Partes: Procter & Gamble de Venezuela, C.A. Vs Juan
Simón Gandica Silva.
Recurrente: Procter & Gamble de Venezuela, C.A.

Resumen de los hechos: El 16 de octubre de 1995, en el diario 2001,


propiedad del Grupo de Armas, apareció publicado un artículo escrito por el
demandado, en su condición de editor del periódico en el cual estableció
que la crema marca Crest era responsable de causar cáncer, basándose en
un artículo de un libro estadounidense. Esto fue parte de una campaña de
los dueños del diario en contra de la sociedad mercantil Procter & Gamble
de Venezuela, lo cual quedó de manifiesto cuando en otras publicaciones
propiedad del mismo grupo empresarial, aparecieron comentarios de
idéntico tenor en contra de marcas relacionadas con esta empresa, al punto
de que el Colegio Nacional de Periodistas emitió un artículo a la opinión
pública a finales del mes de octubre del año 1995 rechazando las acciones
del grupo editorial De Armas y haciendo un llamado a los periodistas
implicados a respetar la ética perteneciente a la profesión de los
comunicadores sociales de acuerdo a la Ley del Ejercicio del Periodismo y
las disposiciones constitucionales relacionadas con la libertad de expresión
y la libertad de prensa.

En vista de todo lo anterior la empresa Procter & Gamble de Venezuela,


demandó por difamación al periodista autor del texto que consideró
difamante en contra de la reputación de la marca Crest, la cual representa
dicha empresa Ante lo cual, el juzgado que hizo la averiguación sumaria
concluyó que no era posible que una persona jurídica fuese víctima del
delito de difamación puesto que, en opinión de esta instancia juzgadora,
solo era posible que una persona viviente, fuese la víctima de este delito y
no una sociedad mercantil, ante lo cual declaró que la conducta realizada
por el demandado no resultaba delito, hecho ante el cual la demandante
presentó recurso de casación.

Resulta curioso que la fuente en la cual se basó el periodista para poder


justificar su artículo en contra de la crema dental marca Crest, resultó ser la
supuesta traducción de un texto en idioma inglés, la cual terminó siendo
desvirtuado en instancia de casación, en tanto una intérprete público hizo la
traducción de la supuesta fuente, en la que se demostró que el texto
traducido era uno donde se daba la posibilidad de que la crema dental
marca “Crest” pudiera ser cancerígena, aun sin evidencia definitiva en la
materia.

En este recurso extraordinario de casación, la empresa recurrente acudió


denunciando la aplicación errónea en la instancia de los artículos 444 del
Código Penal Venezolano y 59 de la Constitución del 1961, normas estas
aplicables al caso en cuestión, dado que los hechos acadecieron en 1995 y
la decisión de instancia data del año 1997. En la sentencia de casación, el
Tribunal Supremo de Justicia desarrolló el bien jurídico a ser protegido por
el Código Penal en el delito de la difamación, previsto en el artículo 444 del
texto sustantivo en materia penal. El TSJ en su decisión llegó a la
conclusión de que tanto el honor como la reputación son derechos de la
personalidad, razón por la cual cualquier persona, incluso estando muerta o
siendo entredicha, pudiera ser víctima del delito de la difamación, en tanto
cada persona puede tener la capacidad de estimar su valor propio, como
puede tener la capacidad de tener una reputación construida en el trato con
los demás. Lo que resulta imposible para la Sala es que una persona
jurídica pueda gozar del derecho al honor, ya que la persona jurídica es
incapaz de tener una valía por si misma de sus acciones, pero sí le es
posible construir a la persona jurídica una reputación a través de su trato
con los demás, a través de sus operaciones comerciales y de la confianza
que va construyendo en los demás, por lo cual se llega a la conclusión de
que la persona jurídica posee el derecho al honor, haciendo uso de una
interpretación del Derecho Penal desde una perspectiva del finalismo y
abandonando la visión meramente exegética del análisis de las normas
penales, en sintonía con la irrupción de la Constitución de 1999.

La difamación por la Sala Penal fue definida como la acción que busca
ofender de manera específica a la víctima, lesionando su honor y su
reputación por medio del rumor difundido de manera oral o escrita. En este
caso, se concluyó que el editor del diario 2001, al publicar su artículo de
prensa, tuvo la clara intención de difamar, lo cual fue demostrado desde el
momento en que se vio la traducción de la “fuente” del editor, que resultó
tergiversada y manipulada. Por lo tanto, la Sala de Casación Penal declaró
con lugar la denuncia de errónea aplicación del artículo 444 del Código
Penal y 59 de la Constitución de 1961 por parte del juzgado penal de
reenvío, al quedar probado que tanto la víctima pudo sufrir el delito de
difamación, como también quedar probada la comisión del hecho punible.
Pero, al estar la acción prescrita, declaró la acción penal como extinguida.

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