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Nulidad de Acta de Conciliacion
Nulidad de Acta de Conciliacion
Conciliación se regula un supuesto de subsanación en el tercer párrafo del artículo 16-A, al señalar
que en caso de conclusión del procedimiento conciliatorio sin acuerdo, si el acta es presentada en
un proceso judicial y no se ha cuestionado la nulidad formal en la primera oportunidad, se produce
su convalidación tácita. A su criterio, esto significa que si ni el juez en la calificación, ni la parte
demandada en la contestación hubiesen advertido la ausencia de cualquiera de los requisitos
esenciales de validez del acta, precluirá la posibilidad de interponer cualquier pedido de nulidad.
RESOLUCIÓN
CAS. N° 1242-2010-LIMA. Indemnización por daños y perjuicios. Lima, trece de abril del año dos
mil once.- LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA; vista
la causa número mil doscientos cuarenta y dos - dos mil diez, en Audiencia Pública de la fecha, y
producida la votación con arreglo a ley, emite la siguiente sentencia; MATERIA DEL RECURSO: Se
trata del recurso de casación interpuesto por Gonzalo Domingo Panizo Ortiz y Libiz Digne García
Haro de Panizo mediante escrito de fojas doscientos sesenta y siete del expediente principal,
contra el auto de vista emitido por la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima,
obrante a fojas ciento cuarenta y ocho del referido expediente, de fecha treinta de noviembre del
año dos mil nueve, que revoca la resolución apelada corriente a fojas ciento catorce del citado
expediente, que declaró improcedente la nulidad formulada por los demandados Franco Doménico
Doimi García y Talía Paskevicius Zevallos contra la Resolución número dos –auto admisorio de la
demanda–, y reformándola, declara nula la citada resolución e improcedente la demanda
interpuesta, careciendo de objeto pronunciarse respecto de la Resolución número nueve;
FUNDAMENTOS DEL RECURSO: Que, el recurso de casación fue declarado procedente por
resolución del ocho de julio del año dos mil diez, por la causal de Infracción normativa prevista en
el artículo trescientos ochenta y seis del Código Procesal Civil, en virtud de lo cual los recurrentes
denuncian que: I) Se ha infringido lo dispuesto en los artículos ciento setenta y uno y ciento
setenta y cinco, incisos segundo y cuarto del Código Procesal Civil, así como el artículo dieciséis de
la Ley número veintiséis mil ochocientos setenta y dos, por cuanto: a) Se acoge una nulidad de
actuados sin que exista causa establecida en la ley, toda vez que el Decreto Legislativo número mil
setenta, que modificóla Ley número veintiséis mil ochocientos setenta y dos, no declara la nulidad
de las actuaciones ni actas levantadas ante el conciliador con anterioridad a su vigencia, y antes
bien permite completar –sanear– los elementos que le faltaran a las actas. Además, no se tiene en
cuenta que ha convalidado las presuntas omisiones en el Acta de Conciliación al haber
acompañado la solicitud presentada ante el conciliador, saneando así el no haber consignado los
hechos expuestos en la mencionada acta; b) Se acoge una nulidad de actuados sin que exista
perjuicio y sin que el acto procesal –Resolución número dos que admite a trámite la demanda–
haya imposibilitado o haya constituido obstáculo para el ejercicio de la defensa del demandado,
toda vez que este ha ejercido su derecho de acción demandando aquello que no pudo reconvenir
por causa de la omisión en el Acta de Conciliación, demanda que ha sido promovida antes de ser
demandado en este juicio o por el proceso de desalojo; c) Se acoge una nulidad de actuados que
no fue formulada por el presunto afectado en la primera oportunidad que tuvo para hacerlo, pues
el Acta de Conciliación no fue observada cuando se acompañó a la demanda de desalojo que
interpuso contra los demandados ni cuando la adjuntó como medio probatorio contra la demanda
de cumplimiento de contrato que le interpusieran los demandados; II) Se ha infringido lo dispuesto
en el artículo ciento tres de la Constitución Política del Estado, el artículo II del Título Preliminar del
Código Civil y el artículo seiscientos ochenta y cinco del Código Procesal Civil, toda vez que se
acoge una nulidad de actuados formulada en ejercicio abusivo del derecho, atribuyendo como
causa de invalidez del acta el haber omitido la descripción de las controversias correspondientes a
su futura reconvención, no obstante que la pretensión ya fue ejercitada vía acción mucho antes de
interponerse la presente demanda, sin que la nulidad pedida tenga otra finalidad distinta que la de
perturbar el ejercicio del legítimo derecho del actor; y, CONSIDERANDO: Primero.- Que, conforme
aparece de autos, Gonzalo Domingo Panizo Ortiz y tibiz Digne García Haro de Panizo interpusieron
demanda para efectos de que los emplazados Franco Doménico Doimi García y Tafia Paskevicius
Zevallos cumplan con pagarles por concepto de indemnización la suma de cuatrocientos treinta y
un mil setecientos cuatro nuevos soles por los daños y perjuicios ocasionados por el
incumplimiento del denominado Contrato de Compraventa de Bien Futuro del dieciocho de marzo
del año dos mil cinco, mediante el cual su finado hijo Álvaro Panizo García vendió a los citados
demandados tres inmuebles de su propiedad; sin que hasta la fecha estos hayan cumplido con
cancelar el saldo de setenta y nueve mil dólares americanos, no obstante que los actores
cumplieron con las prestaciones a su cargo –inscripción de la declaratoria da fábrica e
independización de los bienes vendidos, así como obtener judicialmente la declaración de
ineficacia del título valor representativo del saldo–. En tal sentido, solicitan que se les indemnice
por los siguientes conceptos: 1) Por daño emergente: cincuenta y dos mil quinientos sesenta y
nueve nuevos soles, 2) Por lucro cesante: ciento once mil quinientos setenta y cuatro dólares
americanos con cincuenta y un centavos, que al cambio del día asciende a trescientos veintinueve
mil ciento treinta y cinco nuevos soles; y, 3) Por daño moral: cincuenta mil nuevos soles; Segundo.-
Que, el juez de la causa declaró inadmisible la demanda en razón a que en el Acta de Conciliación
que se acompañaba al escrito postulatorio no se indicaban de forma disgregada los conceptos
indemnizatorios solicitados ni el monto de cada uno de ellos. Para efectos de subsanar la omisión
de dicha Acta, los demandantes adjuntan la solicitud presentada ante el Conciliador Extrajudicial
en :la que se consigna como una de sus pretensiones el pago de ‘una indemnización por daños y
perjuicios por inejecución de las obligaciones, lo que motivó a que el juez de la causa lo dé por
subsanado y expida la Resolución número dos admitiendo a trámite la demanda; Tercero.- Que,
contra la citada Resolución número dos, los emplazados formularon recurso de nulidad en razón a
que el Acta de Conciliación no cumple a cabalidad con el requisito previsto en el inciso g) del
artículo dieciséis de la Ley número veintiséis mil ochocientos setenta y dos, modificado por el
Decreto Legislativo número mil setenta, toda vez que en la solicitud de conciliación no se han
consignado los hechos expuestos por su parte para una futura reconvención, ni la descripción de la
o las controversias correspondientes en ambos casos, siendo que la Omisión de este requisito da
lugar a la nulidad del acta y no posibilita la interposición de la demanda, de conformidad con lo
normado en el quinto párrafo del citado artículo dieciséis; Cuarto.- Que, de otro lado, proveyendo
el escrito de contestación de la demanda y reconvención presentado por Franco Doménico Doimi
García y Talla Paskevicius Zevallos, el juez expide la Resolución número ocho disponiendo que se
reintegre el arancel judicial adjunto a la demanda y la reconvención dentro del tercer día de
notificado, bajo apercibimiento de rechazo; siendo que ante la falta de subsanación, el rechazo de
la demanda se hizo efectivo mediante Resolución número nueve, declarándose rebelde a la parte
demandada. Asimismo, mediante Resolución número diez se declaró improcedente la nulidad
formulada contra la Resolución número dos –auto admisorio–, toda vez que el mismo debió
impugnarse a través de un recurso de apelación y no de nulidad, y porque a la fecha en que se
expidió el acta conciliatoria, que data del veintiocho de noviembre del año dos mil siete, no se
encontraban vigentes las modificaciones introducidas por el Decreto Legislativo número mil
setenta; Quinto.- Que, apelada que fueran las Resoluciones número nueve y diez, la Sala Superior
expide auto de vista revocando la Resolución número diez, y reformándola declara, nula la
Resolución número dos –auto admisorio– e improcedente la demanda interpuesta, careciendo de
objeto pronunciarse sobre la Resolución número nueve, pues si bien es cierto que a la fecha de
celebración del Acta de Conciliación extrajudicial, esto es, el veintiocho de noviembre del año dos
mil siete, no se encontraba vigente el Decreto Legislativo número mil setenta, publicado el día
veintiocho de junio del año dos mil ocho; sin embargo, la demanda fue presentada el nueve de
octubre del año dos mil ocho, momento en el cual eran exigibles las nuevas disposiciones sobre la
materia, más aún por tratarse de normas de carácter procesal, que son de orden público y de
aplicación inmediata conforme a lo dispuesto en la Segunda Disposición Complementaria y Final
del Código Procesal Civil, de modo tal que el actor debió adecuar el Acta de Conciliación
extrajudicial a las nuevas disposiciones contenidas en el referido Decreto Legislativo número mil
setenta, vigente desde el veintisiete de agosto del año dos mil ocho; siendo así, la nulidad
propuesta contra la Resolución número dos resulta fundada y como consecuencia de ello,
improcedente la demanda por falta de interés para obrar, de conformidad con el artículo seis de la
Ley número veintiséis mil ochocientos setenta y dos, modificado por el Decreto Legislativo número
mil setenta; Sexto.- Que, en el primer extremo de su recurso de casación –punto 1– los recurrentes
señalan que no debió acogerse la nulidad de actuados presentada por los demandados, por
cuanto: a) No existía causa establecida en la ley, b) No se produjo perjuicio a los demandados, y c)
Se trata de una nulidad que no fue formulada en la primera oportunidad que se tuvo para hacerlo.
Con respecto a la primera alegación –acápite a–, los recurrentes sostienen que la modificatoria
introducida por el Decreto Legislativo número mil setenta permite sanear o completar los
elementos que faltaren a las actas de conciliación, y que precisamente las omisiones advertidas se
subsanaron oportunamente adjuntando a su escrito de subsanación de la demanda la solicitud
presentada ante el Conciliador Extrajudicial. Debe tenerse presente, en primer lugar, que los
demandantes ya no cuestionan el hecho de que, en efecto, el acta presentada junto con la
demanda debía reunir los requerimientos establecidos en el artículo dieciséis de la Ley número
veintiséis mil ochocientos setenta y dos, modificado por el Decreto Legislativo número mil setenta,
más aún si la demanda data del nueve de octubre del año dos mil ocho, y la modificatoria a la Ley
de Conciliación se encontraba vigente desde el mes de agosto de ese año. En segundo lugar,
aplicando el derecho que corresponde al proceso, se advierte que el inciso g) del artículo dieciséis
de la Ley número veintiséis mil ochocientos setenta y dos, modificado por el Decreto Legislativo
número mil setenta, establece que el Acta celebrada ante el conciliador deberá contener –entre
otros–: “Los hechos expuestos en la solicitud de conciliación y, en su caso, los hechos expuestos
por el invitado como sustento de su probable reconvención, así como la descripción de la o las
controversias correspondientes en ambos casos. Para estos efectos, se podrá adjuntar la solicitud
de conciliación, la que formará parte integrante del Acta, en el modo que establezca el
Reglamento”. Asimismo, en el antepenúltimo párrafo del mismo artículo se consigna: “La omisión
en el Acta de alguno de los requisitos establecidos en los incisos c), d), e), g), h), e i) del presente
artículo, dará lugar a la nulidad documental del Acta, que en tal caso no podrá ser considerada
como título de ejecución, ni posibilitará la interposición de la demanda. En tal supuesto, la parte
afectada podrá proceder conforme a lo establecido en el artículo dieciséis - A”–el resaltado es
nuestro–. Finalmente, el citado artículo dieciséis - A regula el supuesto de rectificación del Acta,
señalando en su primer y tercer párrafos lo siguiente: “En los casos que se haya omitido alguno o
algunos de los requisitos establecidos en los literales c), d), e), g), h), e i) del artículo dieciséis de la
Ley el Centro de Conciliación de oficio o a pedido de parte, deberá convocar a las partes para
informarles el defecto de forma que contiene el Acta y, expedir una nueva que sustituya a la
anterior con las formalidades de Ley (...). En caso de conclusión del procedimiento conciliatorio sin
acuerdo, si dicha Acta hubiese sido presentada en proceso judicial, y no se haya cuestionado la
nulidad formal en la primera oportunidad que tiene para hacerlo, se produce la convalidación
tácita de la misma. De haberse producido cuestionamiento por la parte contraria o haber sido
advertida por el juez al calificar la demanda dará lugar a la devolución del Acta, concediendo un
plazo de quince días para la subsanación”; Sétimo.- Que, así expuestos los hechos, tenemos que,
en efecto, si bien es cierto que la omisión del requisito establecido en el inciso g) del artículo
dieciséis de la Ley número veintiséis mil ochocientos setenta y dos, modificado por el Decreto
Legislativo número mil setenta, da lugar a la nulidad del Acta de Conciliación e impide la
interposición de la demanda, también lo es que al advertirse tal supuesto, ya sea de oficio por el
juez o a pedido de parte –vía cuestionamiento–, la parte afectada podrá proceder conforme a lo
establecido en el artículo dieciséis - A, cuestionando el Acta de Conciliación, ante lo cual el juez
deberá devolver el acta concediendo un plazo de quince días para que se proceda a la rectificación
o subsanación de la misma en cuanto a los puntos omitidos; Octavo.- Que, por tanto, resulta claro
que en autos la Sala Superior no ha procedido con arreglo a ley, pues aun cuando estimara que
correspondía amparar la nulidad planteada por los demandados contra el auto admisorio de la
demanda en razón a que el Acta de Conciliación incumplía con los requisitos establecidos en la Ley
especial, la consecuencia inmediata no era la declaración de improcedencia de tal demanda, sino
la devolución del acta para su subsanación respectiva, lo que no ha ocurrido en autos; razón por la
cual el primer extremo del recurso de casación corresponde ser amparado; Noveno.- Que, en
cuanto a la segunda alegación de nulidad –acápite b–, los recurrentes sostienen que la omisión al
acta no constituyó obstáculo para el ejercicio del derecho de defensa de la parte demandada y que
antes de interponer esta demanda ya habían ejercido sus derechos en otros procesos. No obstante
lo expuesto, admitido por los mismos demandantes la omisión incurrida en el Acta de Conciliación,
y como hemos señalado anteriormente, lo que correspondía ante el amparo de los
cuestionamientos formulados por la demandante no era declarar la improcedencia de la demanda,
sino devolver la referida Acta para su subsanación; y esto es así porque la misma Ley número
veintiséis mil ochocientos setenta y dos establece que la omisión del requisito establecido en el
inciso g) del artículo dieciséis da lugar a la nulidad documental del acta e imposibilita la
interposición de la demanda; por tanto, se trata de omisiones que solo pueden ser subsanadas por
el conciliador pero no convalidadas ni subsanadas dentro del proceso instaurado; razón por la cual
este extremo del recurso de casación no puede ser atendido; Décimo.- Que, en cuanto a la tercera
alegación de nulidad –acápite c–, los recurrentes señalan que la nulidad no fue formulada en la
primera oportunidad que se tuvo para hacerlo, pues el acta no fue observada en los anteriores
procesos seguidos contra los demandados. Sin embargo, la oportunidad para formular la nulidad
debe referirse al proceso en el cual se formula, y no puede referirse a procesos distintos, y en
autos los demandados formularon nulidad contra el auto admisorio inmediatamente después de
haber sido notificados con el mismo y antes de la presentación de su escrito de contestación y
reconvención; razones por las cuales tampoco se puede amparar este extremo del recurso de
casación. Por lo demás, los procesos a los que hacen referencia los demandantes se habrían
iniciado con anterioridad a la modificatoria introducida por el Decreto Legislativo número mil
setenta y, por tal circunstancia, no era exigible que en el Acta de Conciliación constara la
descripción de los hechos contenidos en la solicitud de conciliación y los expuestos por el invitado,
conforme lo exige ahora la norma vigente, sino que únicamente bastaba la descripción de las
controversias; Décimo Primero.- Que, en cuanto a la última de las infracciones normativas referidas
en los fundamentos del recurso de casación –punto II–, se acusa que la nulidad formulada por los
demandados constituye el ejercicio abusivo de un derecho, pues finalmente estos ya ejercieron –
vía acción– las controversias correspondientes a su futura reconvención. Sin embargo, como se
reitera una vez más, a la parte afectada –en este caso, los demandados– les asiste el derecho de
cuestionar el contenido del Acta de Conciliación en la primera oportunidad que tenga para hacerlo.
Cuando sus defectos no fueran advertidos por el Juzgador al calificar la demanda, lo que no puede
calificarse como el ejercicio abusivo del derecho, más aún si el efecto inmediato del amparo de
dicho cuestionamiento es disponer la subsanación del acta, tal como se tiene expuesto en el
noveno considerando de la presente resolución; Décimo Segundo.- Que, al configurarse la causal
de infracción normativa prevista en el artículo trescientos ochenta y seis del Código Procesal Civil,
el recurso de casación resulta fundado únicamente respecto de la denuncia contenida en el punto I
acápite a). No obstante, si bien la configuración de la citada causal, respecto de una norma
procesal, implicaría el reenvío de los actuados a la instancia pertinente, sin embargo, teniendo en
cuenta la naturaleza del mecanismo procesal que nos ocupa, excepcionalmente debe emitirse
pronunciamiento sobre la nulidad planteada en autos, atendiendo a la finalidad del proceso y en
aplicación del principio de economía procesal, referido al ahorro de tiempo, gasto y esfuerzo, por
lo que corresponde a este Supremo Tribunal pronunciarse como sede de instancia sobre dicha
articulación, disponiendo se devuelva el Acta de Conciliación a la parte interesada para que
proceda con su subsanación o rectificación dentro del plazo de quince días, bajo apercibimiento de
rechazarse la demanda interpuesta. Por estos fundamentos, declararon: FUNDADO el recurso de
casación interpuesto por Gonzalo Domingo Panizo Ortiz y Libiz Digne García Hero de Panizo
mediante escrito de fojas doscientos sesenta y siete del expediente principal; CASARON la
resolución impugnada, en consecuencia, NULO el auto de vista de fojas tiento cuarenta y ocho del
citado expediente, de fecha treinta de noviembre del año dos mil nueve; y actuando como sede de
instancia, REVOCARON la Resolución número diez, de fecha ocho de setiembre del año dos mil
nueve, corriente a fojas ciento catorce del mencionado expediente, que declaró improcedente la
nulidad formulada por los demandados Franco Doménico Doimi García y Talla Paskevicius Zevallos,
con lo demás que contiene, y reformándola, declararon FUNDADA la nulidad formulada por los
citados demandados y, en consecuencia, NULA la Resolución número dos, de fecha veinticinco de
noviembre del año dos mil ocho, e insubsistente todo lo actuado con posterioridad a la misma; y
renovando el acto procesal afectado de nulidad, ORDENARON que el juez de la causa proceda a la
devolución del Acta de Conciliación a la parte interesada para su subsanación respectiva en el
plazo de quince días, bajo apercibimiento de rechazarse la demanda interpuesta; careciendo de
objeto pronunciarse respecto de la apelación interpuesta contra la Resolución número nueve;
DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el diario oficial El Peruano, bajo
responsabilidad; en los seguidos por Gonzalo Domingo Panizo Ortiz y otra contra Franco Doménico
Doimi García y otra, sobre Indemnización por Daños y Perjuicios; y los devolvieron. Ponente Señor
Ticona Postigo, Juez Supremo.- SS. TICONA POSTIGO, ARANDA RODRÍGUEZ, PALOMINO GARCÍA,
VALCÁRCEL SALDAÑA, MIRANDA MOLINA
ANÁLISIS Y CRÍTICA JURISPRUDENCIAL
INTRODUCCIÓN(1)
Tenemos una muy particular resolución casatoria en la que la parte demandada invoca una
supuesta nulidad del acta de conciliación bajo el argumento de que carece de uno de los requisitos
esenciales de validez señalados en el inciso g) del artículo 16 de la Ley N° 26872, es decir, los
demandados –que previamente actuaron como invitados en el procedimiento conciliatorio
extrajudicial– señalan que en el acta de conciliación no se consignaron los hechos expuestos por el
invitado como sustento de su probable reconvención, así como la descripción de la o las
controversias correspondientes en ambos casos, siendo que esta omisión ha dado lugar a la
nulidad documental del Acta y que no puede ser considerada como título de ejecución, ni posibilita
la interposición de la demanda.
En este sentido, respecto de la supuesta causal de nulidad documental del acta de conciliación
alegada, el marco normativo exige que el acta de conciliación contenga los hechos expuestos por el
invitado solo como sustento de su probable reconvención, en caso esta sea materia conciliable; es
decir, el hecho de consignarse en el acta estos fundamentos será una facultad del invitado que
podrá manifestar al conciliador su deseo que sean plasmadas en el acta para considerarse
habilitado para formular una eventual reconvención en el proceso judicial que se instaure
posteriormente y esta verse sobre materia conciliable, puesto que las modificatorias incorporadas
por el Decreto Legislativo N°1070 a la Ley de Conciliación N° 26872 (artículo 15) y al Código
Procesal Civil (específicamente el artículo 445, in fine) exigen al juez que, antes de admitir la
reconvención en el proceso judicial, verifique que el invitado haya concurrido al procedimiento
conciliatorio tramitado previamente, no haya provocado su conclusión retirándose de la audiencia
o negándose a firmar el acta conciliatoria, sino que además –de manera discutible– exige que
plasme en el acta cuales serían los fundamentos de su probable reconvención.
Pero otro tema importante que se aprecia como consecuencia procesal de una afectación de
nulidad documental de un acta de conciliación es el hecho de que cuando esta nulidad sea
advertida –sea por las partes o por el juez– cuando esta acta sea presentada como requisito de
procedibilidad, dará lugar a la devolución del acta, concediendo un plazo de quince días a la parte
demandante para la subsanación, conforme a las reglas establecidas por el artículo 16-A de la Ley
de Conciliación, resultando paradójico que una declaración de nulidad de un requisito de
procedibilidad no tenga como consecuencia la declaración de improcedencia de la demanda, sino
que, atendiendo a lo señalado en el mandato procesal contenido en el artículo 16-A pre citado, se
ordena subsanar la omisión incurrida (esto es, la presentación de un acta nula documentalmente),
devolviéndose esta (lo que implica tácitamente un desglose de anexos del escrito de demanda) y
reemplazándose por una nueva (lo que supone que el acta nula ya no formaría parte del
expediente).
Esto nos llevaría a afirmar que el error parte de la propia legislación conciliatoria que considera
al acta de conciliación como un documento formal, que frente ausencia de determinados
requisitos esenciales deberá ser sancionado con nulidad, cuando en la práctica los efectos de la
declaración de nulidad suponen la convalidación de dicho documento (puesto que inclusive
considera la convalidación tácita del acta nula en caso de no haber sido cuestionada por el
demandado o por el juez), entonces estamos frente a un documento que no es nulo sino anulable.
Pero, el artículo 16-A de la ley de conciliación contiene un mandato procesal para el juez que,
aunque discutible y deficiente, debe ser cumplido, ordenándose la devolución del acta nula y
otorgando un plazo de 15 días para que sea reemplazada.
Todo esto nos lleva a formular una serie de reflexiones acerca del tratamiento normativo de los
requisitos de validez de las actas de conciliación y el procedimiento contemplado en aquellos casos
en que se expidan actas que carezcan de requisitos esenciales de validez, las que pasamos a
exponer a continuación.
De ordinario, al emplear el término Acta nos referimos a todo documento que contiene el
detalle de lo acontecido en un determinado evento, ya sea a nivel procesal, electoral, etc.;
aceptándose de manera pacífica que este documento deberá contener la trascripción más o menos
fidedigna de lo sucedido, tratado o acordado en dicho evento o reunión. Pero recordemos que,
según el artículo 16 de la Ley Nº 26872, Ley de Conciliación (en adelante la Ley), modificado por el
Decreto Legislativo N° 1070, el Acta –de conciliación– es el documento que expresa la
manifestación de voluntad de las partes en la Conciliación Extrajudicial.
Entonces, este término merece un tratamiento especial cuando sea empleado para referirse a
un acta de conciliación expedida en el contexto de un procedimiento de conciliación extrajudicial,
ya que, dependiendo de su contenido, se entenderá recién el valor y características que posee
dicha acta, ya sea como consecuencia de transitar por la conciliación sin llegar a un acuerdo –
presentando el acta un valor de requisito de procedibilidad–, o habiendo arribado a un acuerdo,
este no se haya cumplido y tenga que iniciarse el respectivo proceso de ejecución de las
obligaciones contenidas en el acta de conciliación –que en este caso posee el mérito de ser título
ejecutivo–.
En otras palabras, son las partes las que están en condición de poder llegar a un acuerdo de
manera total o parcial, en cuyo caso el acta de conciliación contendrá la manifestación de voluntad
de las partes en el sentido de solucionar de manera total o parcial la controversia, evitando la
judicialización de las controversias resueltas y teniendo el acta valor de título ejecutivo de
naturaleza extrajudicial(2).
Pero también existe la posibilidad de que, a pesar de los esfuerzos de las partes intervinientes
en el procedimiento conciliatorio, no se pueda llegar a encontrar una solución aceptada por todas
ellas, caso en el cual el acta contiene la manifestación de la falta de acuerdo y el hecho de intentar
resolver su controversia mediante otra vía distinta a la vía conciliatoria, con lo cual el acta posee el
valor de ser requisito de procedibilidad. Asimismo, el hecho de computarse las inasistencias de
cualquiera de las partes ya sea de una de ellas a dos sesiones –consecutivas o no– o de todas las
partes a una sesión, implica el hecho de poner fin al procedimiento conciliatorio, lo que queda
plasmado en el acta respectiva.
En este sentido, el valor de las actas de conciliación sin acuerdo es que se constituyen en
requisitos de procedibilidad, pero únicamente en los casos que se expidan por falta de acuerdo,
por inasistencia del invitado o en determinados casos de conclusión fundamentada, como ocurre
cuando el invitado se niega a firmar el acta o se retira antes de la conclusión de la audiencia. Dicho
valor se desprende del mandato procesal contenido en el artículo 6 de la Ley de Conciliación,
modificado por el Decreto Legislativo
N° 1070, que señala que “si la parte demandante, en forma previa a interponer su demanda
judicial, no solicita ni concurre a la audiencia respectiva ante un Centro de Conciliación
Extrajudicial para los fines señalados en el artículo precedente, el juez competente al momento de
calificar la demanda, la declarará improcedente por causa de manifiesta falta de interés para
obrar”.
Es decir, cuando se interponga una demanda que verse sobre materia conciliable obligatoria(4),
si el juez advierte que el demandante no acredita haber solicitado, concurrido y permanecido en la
audiencia de conciliación respectiva en su condición de solicitante, entonces deberá declarar
improcedente la demanda interpuesta, debiendo proceder de acuerdo a lo señalado en el artículo
427 del Código adjetivo, declarándola improcedente de plano y devolviendo los anexos, no
permitiendo su subsanación. Aunque es preciso destacar que la exigencia de las actas de
conciliación como requisito de procedibilidad presenta un ámbito territorial muy limitado que se
viene ampliando de manera progresiva(5).
El precitado artículo 16 de la Ley de Conciliación prescribe que el acta debe contener los
siguientes requisitos:
a. Número correlativo.
b. Número de expediente.
c. Lugar y fecha en la que se suscribe.
d. Nombres, número del documento oficial de identidad y domicilio de las partes o de sus
representantes y, de ser el caso, del testigo a ruego.
g. Los hechos expuestos en la solicitud de conciliación y, en su caso, los hechos expuestos por
el invitado como sustento de su probable reconvención, así como la descripción de la o las
controversias
h. El Acuerdo Conciliatorio, sea total o parcial, consignándose de manera clara y precisa los
derechos, deberes u obligaciones ciertas, expresas y exigibles acordadas por las partes; o, en su
caso, la falta de acuerdo, la inasistencia de una o ambas partes a la Audiencia o la decisión
debidamente motivada de la conclusión del procedimiento por parte del conciliador.
i. Firma del conciliador, de las partes intervinientes o de sus representantes legales, de ser el
caso.
j. Huella digital del conciliador, de las partes intervinientes o de sus representantes legales, de
ser el caso.
k. El nombre, registro de colegiatura, firma y huella del Abogado del Centro de Conciliación
Extrajudicial, quien verificará la legalidad de los acuerdos adoptados, tratándose del acta con
acuerdo sea este total o parcial.
Ahora bien, de todos estos requisitos señalados solo la ausencia de algunos de ellos –los
requisitos establecidos en los incisos c), d), e), g), h), e i) del artículo 16, y que podemos denominar
requisitos esenciales de validez– van a afectar la validez del acta al provocar la nulidad documental
de la misma, como veremos más adelante. Asimismo, el Acta no deberá contener en ningún caso,
enmendaduras, borrones, raspaduras ni superposiciones entre líneas, bajo sanción de nulidad. El
Acta tampoco podrá contener las posiciones y las propuestas de las partes o del conciliador, salvo
que ambas lo autoricen expresamente.
De todos estos requisitos glosados, prestemos atención al requisito de validez del acta de
conciliación contenido en el inciso g), referente a los hechos expuestos en la solicitud de
conciliación y en su caso los hechos expuestos por el invitado como sustento de su probable
reconvención.
En este punto es pertinente señalar que, en principio, el acta de conciliación contendrá las
pretensiones determinadas consignadas en la solicitud, pero eventualmente en el acta se podrán
incluir las posibles pretensiones determinables que pueden ser propuestas por cualquiera de las
partes, después de la presentación de la solicitud y durante el desarrollo de la audiencia de
conciliación. Recordemos que esto implica la posibilidad de ampliar la pretensión original
contenida en la solicitud, y que puede darse tanto por parte del solicitante como por el invitado a
conciliar durante cualquier momento del desarrollo de la audiencia de conciliación.
1. Pretensiones determinadas
En este orden de ideas, podríamos afirmar que, de manera similar a como se señala el petitorio
en la demanda que se efectúa en sede judicial, en el procedimiento conciliatorio el solicitante debe
señalar su pretensión de manera clara en la solicitud de conciliación; es decir, la parte solicitante
plantea en su escrito de solicitud no solo los hechos que dieron lugar al conflicto sino también su
pretensión determinada, entendida como lo que desea obtener mediante acuerdo al que aspira
llegar al interior del procedimiento conciliatorio respectivo, para lo cual se tendrá que emplazar –o
invitar a conciliar– a la otra parte denominada invitada. Pero también se puede presentar una
situación distinta al existir la posibilidad que la solicitud de conciliación sea planteada de manera
conjunta por las partes involucradas en el conflicto, con lo cual existiría confluencia de una
pluralidad de partes solicitantes que desean resolver su controversia.
En cualquiera de ambos casos, existe mandato legal para que la pretensión determinada sea
señalada expresamente en la solicitud de conciliación(6) (que también puede formularse
directamente de manera verbal ante el Centro de Conciliación) y nos ofrecerá una certeza relativa
acerca de las materias controvertidas a intentar solucionarse en el procedimiento de conciliación,
ya que, en principio, estas son susceptibles de ser variadas.
2. Pretensión determinable
Por su parte, el artículo 7 del Reglamento no define lo que es una pretensión determinable;
únicamente señala que “(…) no existe inconveniente para que en el desarrollo de la conciliación,
las partes fijen distintas pretensiones a las inicialmente previstas en la solicitud (…)”. Debemos
entender que esta disposición legal subsume el concepto de pretensión determinable, más aún si
tomamos en cuenta que el artículo 9 del derogado primer Reglamento de la Ley de Conciliación
(aprobado por Decreto Supremo Nº 001-98-JUS) nos señalaba que “(…) la pretensión determinable
se presenta cuando esta es susceptible de fijarse con posterioridad a la presentación de la solicitud
de conciliación (…)”. En este sentido es preciso señalar que, si bien la norma no lo dice de manera
expresa, debe entenderse que se habilita a las partes (solicitante o invitada) la posibilidad de
ampliar o también de variar la pretensión original contenida en la solicitud, y conciliar durante
cualquier momento del desarrollo de la audiencia de conciliación.
En este sentido, una lectura de los artículos 15(7) y 16 literal g)(8) de la Ley nos lleva a afirmar
que el marco normativo sí contempla la posibilidad que no solo el solicitante sino también el
invitado puedan plantear al interior de un procedimiento conciliatorio nuevas pretensiones –
determinables– en el momento de desarrollarse la audiencia de conciliación, como requisito que lo
habilite después a formular reconvención en el posterior proceso judicial que se instaure en caso
de no llegar a un acuerdo conciliatorio. Para ello, el acta debe contener necesariamente los
planteamientos del invitado que sustenten su probable reconvención, los mismos que deben ser
considerados como pretensiones determinables(9).
Es de precisar, además, que no existe inconveniente para que en el desarrollo del procedimiento
de conciliación, el conciliador y las partes den un contenido diferente a las pretensiones
determinadas o determinables inicialmente previstas en la solicitud, ya que esta es una
característica de la conciliación extrajudicial en la medida que como conciliadores no estaremos en
capacidad de delimitar perfectamente los temas que componen el conflicto o controversia
teniendo como única guía la pretensión contenida en la solicitud de conciliación, razón por la cual
al momento de identificar los problemas que se intentarán resolver existirá la posibilidad de
incorporarse otras controversias existentes y que podrían configurarse en condiciones
antecedentes del conflicto que determinarán su solución. En este caso, el acuerdo conciliatorio
deberá referirse también a estas últimas.
En la práctica cotidiana podremos apreciar que estas figuras se pueden dar sin ningún problema
en las audiencias de conciliación extrajudicial en la medida que los puntos controvertidos serán
identificados al final de la fase conocida como Comunicación, o escuchar los relatos iniciales de las
partes, pero va a romper el esquema procesal al que estamos acostumbrados y que se presenta al
interior de un proceso judicial, en donde el juez únicamente debe atenerse de manera forzosa al
petitorio contenido en la demanda, esto en cumplimiento del principio de congruencia judicial
que, inspirado en el aforismo ne eat judex ultra petita partium o que “el juez no puede darle a una
parte más de lo que esta pide”, tiene vigencia plena en el proceso civil, siendo que, si bien es cierto
las normas que regulan el proceso son de carácter público, el derecho que declara el juez en
cuanto a contenido es de naturaleza privada, por lo tanto el juez no tiene facultad para afectar la
declaración de voluntad del demandante y concederle más de lo que este ha pretendido en su
demanda, o como dice Monroy, se exige al juez que no omita, altere o exceda las peticiones
contenidas en el proceso que resuelve(12). Sin embargo, este impedimento no se presenta cuando
el juez otorga menos de lo demandado, cuando estime que el demandante no probó todos los
extremos de su pretensión.
De una lectura del artículo 16 de la Ley podríamos distinguir claramente dos clases de requisitos
de validez en todas las actas de conciliación.
1. Requisitos no esenciales
Cuando la Ley señala que la omisión de alguno de los requisitos establecidos en los literales a),
b), f), j) y k) del artículo 16 de la Ley no enervan la validez del Acta, en cualquiera de los casos de
conclusión de procedimiento conciliatorio señalado en el artículo 15, nos encontramos frente a lo
que podríamos denominar requisitos no esenciales, ya que su ausencia no afecta de ninguna
manera la validez del acta de conciliación, que puede ser empleada ya sea como título ejecutivo o
como requisito de procedibilidad.
Pero, cuando la Ley señala que la omisión en el Acta de alguno de los requisitos establecidos en
los incisos c), d), e), g), h), e i) del artículo 16 de la Ley dará lugar a la nulidad documental del Acta,
y que en tal caso no podrá ser considerada como título de ejecución, ni posibilitará la interposición
de la demanda, debemos considerar a estos requisitos como requisitos esenciales de validez, ya
que su ausencia afecta con una nulidad documental el valor del acta de conciliación –sea como
título ejecutivo o como requisito de procedibilidad–(13) e imposibilita su empleo. Asimismo, el
Acta no deberá contener en ningún caso, enmendaduras, borrones, raspaduras ni superposiciones
entre líneas, bajo sanción de nulidad. El Acta tampoco podrá contener las posiciones y las
propuestas de las partes o del conciliador, salvo que ambas lo autoricen expresamente.
En tal supuesto –la ausencia de requisitos esenciales de validez–, la parte afectada podrá
proceder conforme a lo establecido en el artículo 16-A de la Ley.
La respuesta a esta interrogante es afirmativa, sobre todo si tomamos en cuenta lo señalado por
el artículo 16-A de la Ley, que establece un procedimiento de subsanación de las actas de
conciliación –sean título ejecutivos o requisitos de procedibilidad– que no contengan los requisitos
esenciales de validez del artículo 16. Efectivamente, el primer párrafo del artículo 16-A de la Ley
señala que en los casos en que se haya omitido alguno o algunos de los requisitos establecidos en
los incisos c), d), e), g), h), e i) del artículo 16 de la Ley, el Centro de Conciliación de oficio o a
pedido de parte, deberá convocar a las partes para informarles el defecto de forma que contiene el
acta y, expedir una nueva que sustituya a la anterior con las formalidades de ley(14).
Respecto de la convalidación, esta solamente es posible en el caso de las actas sin acuerdo que
sean presentadas como requisito de procedibilidad mas no en los casos de actas que contengan
acuerdos y que poseen el mérito de ser títulos ejecutivos, los cuales serían inejecutables.
Esta distinción la obtenemos del tercer párrafo del artículo 16-A al señalar que en caso de
conclusión del procedimiento conciliatorio sin acuerdo, si dicha acta hubiese sido presentada en
proceso judicial –se entiende solo como requisito de procedibilidad–, y no se haya cuestionado la
nulidad formal en la primera oportunidad que tiene para hacerlo, se produce la convalidación
tácita de la misma. Esto supone que, aunque el acta de conciliación presentada como requisito de
procedibilidad adolezca de nulidad documental, si ni el juez competente al momento de calificar la
demanda ni la parte demandada al momento de contestar la misma hubiesen advertido la
ausencia de cualquiera de los requisitos esenciales de validez, la consecuencia será que precluye la
posibilidad de interponer cualquier pedido de nulidad.
En este orden de ideas, y siguiendo el principio de convalidación, en el derecho procesal civil,
toda nulidad se convalida por el consentimiento. Siendo el recurso la forma principal de
impugnación, por lo que su no interposición en el tiempo y en la forma requerida va a significar
que opera la ejecutoriedad del acto. Recordemos que el derecho procesal está dominado por
ciertas exigencias de firmeza y de efectividad en los actos, superiores a las de las otras ramas del
orden jurídico. Por ello se llega a afirmar que frente a la necesidad de obtener actos procesales
válidos y no nulos, se halla la necesidad de obtener actos procesales firmes sobre los cuales pueda
consolidarse el derecho. En ese orden de ideas, si pudiendo cuestionarse el requisito de
procedibilidad este no es observado ni por el juez ni por el demandado entonces la posible
injusticia queda cubierta por el consentimiento tácito de ambos y la nulidad documental se
convalida, puesto que vencido el plazo para su cuestionamiento opera la preclusión de la etapa
procesal y el requisito nulo queda convalidado no existiendo manera de atacar su validez.
Siendo estos principios la base misma del sistema, el litigante es libre de impugnar el requisito
de procedibilidad presentado en la demanda o de acatarlo. Pero la parte que tiene en su mano el
medio de impugnación y no lo hace valer en el tiempo y en la forma adecuada, presta su
conformidad a los posibles vicios del procedimiento, y en ese caso su conformidad trae aparejada
la aceptación. También puede reputarse que con su conformidad convalida los vicios y errores en
los que incurrió el juez al momento de proceder a la calificación del acta como requisito de
procedibilidad. En resumen, si el que puede y debe atacar no ataca, entonces aprueba (consensus
non minus ex facto quam ex verbis colligiur). Este precepto, en derecho procesal, es poco menos
que absoluto.
Además, resulta pertinente señalar que según la Cas. Nº 1195-2004-Ica “(…) no debe
confundirse la cosa juzgada con el principio de preclusión, por cuanto la primera está referida a la
existencia de una sentencia definitiva o un auto que produzca esos efectos, en cambio la
preclusión implica que transcurrido (sic) una etapa del proceso no se puede regresar a otra etapa,
lo cual no impide que se pueda declarar de oficio la nulidad de los actos procesales cuando se
advierte la existencia de nulidades insubsanables (…)”. Pero ciertamente esta nulidad de oficio
deberá ser realizada por el juez exclusivamente al momento de la calificación de la demanda, bajo
sanción de operar la preclusión.
Recordemos que la conciliación ha sido pensada no solo como un acto anterior al proceso, sino
también como un mecanismo alternativo de solución de conflictos, implementada como requisito
de procedibilidad de la demanda, la que debe ser declarada improcedente por falta de interés para
obrar cuando la parte demandante no acredite al juez de la demanda haber solicitado, concurrido
y permanecido en la audiencia respectiva ante un Centro de Conciliación Extrajudicial con fines de
conciliación; pero también debe acreditarse la presentación de un acta de conciliación que, en
tanto requisito de procedibilidad, contenga todos los requisitos esenciales de validez, con lo que se
ratifica la naturaleza de la conciliación como mecanismo alternativo de solución de conflictos
prejudicial y de cumplimiento obligatorio para posibilitar la interposición de la demanda.
Empero, la segunda parte del tercer párrafo del artículo 16-A de la ley contiene un mandato
procesal distinto que colisiona con toda lógica procesal, pero que en tanto disposición adjetiva
específica, debe ser cumplida por el juez.
Efectivamente, esta disposición adjetiva señala que si el juez advirtiera la ausencia de requisitos
esenciales de validez del acta presentada como requisito de procedibilidad o se hubiese producido
cuestionamiento en este extremo por la parte demandada, entonces esto dará lugar a la
devolución del acta concediéndose –al demandante– un plazo de quince días para la subsanación.
Esta situación resulta atípica en el proceso ya que el juez no se rige por las reglas de la
declaración de inadmisibilidad de la demanda contenidas en el artículo 426 del Código adjetivo
(esto es, ordenar la subsanación del defecto u omisión dentro de un plazo), ni por las de
improcedencia contenidas en el artículo 427 del mismo (declarar de plano la improcedencia y
devolver los anexos sin posibilidad de subsanación); lo que supone encontrarnos frente a una
nueva clase de mandato procesal en la que el juez devuelve el acta de conciliación al demandante
y le concede un plazo de 15 días para su subsanación.
Finalmente, debe quedar claro que, como hemos visto, no siempre se va a producir la
subsanación por la posible inconcurrencia de las partes a la sesión que convoque para estos
efectos el Centro de Conciliación Extrajudicial, lo que significaría el rechazo de la demanda y el
archivo definitivo del expediente.
CONCLUSIONES
Por otro lado, advertimos que tal vez existió confusión en el legislador delegado en cuanto al
valor que debe tener el acta de conciliación sin acuerdo, que al ser considerado como requisito de
procedibilidad no debería dar origen a ningún tipo de subsanación ni menos al desglose y
devolución del acta misma. Empero, mientras no se modifique o derogue esta disposición adjetiva
–que, curiosamente, no se encuentra en el Código Procesal Civil–, en los casos que el juez o el
demandado adviertan la nulidad documental del acta de conciliación presentada como requisito
de procedibilidad, los jueces no podrán declarar la improcedencia de la demanda –a pesar de
encontrarnos frente a la ausencia de un requisito de procedibilidad– sino que estarán obligados a
devolver al demandante el acta de conciliación presentada por aquel a efectos de que este solicite
al centro de conciliación la expedición de una nueva acta que reemplace a la anterior; siendo la
única pauta procesal a seguir.
NOTAS
(1) Esta Resolución Casatoria ya fue objeto de un breve análisis que, ampliado, ha dado origen
al presente trabajo. Cfr. F. PINEDO AUBIÁN, Martín. “Opinión: Resulta paradójico que una
declaración de nulidad no tenga como consecuencia la improcedencia de la demanda”. En:
Actualidad Jurídica. Publicación mensual de Gaceta Jurídica. Nº 214, Lima, setiembre de 2011, p.
96.
(4) Cfr. F. Martín PINEDO AUBIÁN. “¿(…) Y eso es conciliable?: la vigente (y complicada)
regulación de las materias conciliables en la Ley de Conciliación Extrajudicial”, publicado en:
Revista Jurídica del Perú. Publicación mensual de Normas Legales. Nº 116, Lima, octubre de 2010,
pp. 283-315.
(…)”.
(…)
“Artículo 16.-Acta.
(…)
(…)
g. Los hechos expuestos en la solicitud de conciliación y, en su caso, los hechos expuestos por
el invitado como sustento de su probable reconvención, así como la descripción de la o las
controversias correspondientes en ambos casos. Para estos efectos, se podrá adjuntar la solicitud
de conciliación, la que formará parte integrante de Acta, en el modo que establezca el Reglamento.
“Artículo 43.- Funciones específicas del Conciliador. Son funciones específicas del Conciliador:
(…)
4. b) Identificar el o los problemas centrales y concretos sobre los que versará la Conciliación.
(…)”.
“Artículo 7.- (…) El acta de conciliación debe contener obligatoriamente las pretensiones
materia de controversia, que son finalmente aceptadas por las partes.(…)”.
(12) MONROY GÁLVEZ, Juan. Temas de Proceso Civil. Librería Studium, Lima, 1987, p. 222.
Adicionalmente, el autor hace el distingo de las incongruencias que pueden presentarse, como
son: la incongruencia citra petita, que es la omisión en el pronunciamiento de alguna de las
pretensiones; la incongruencia extra petita, que ocurre cuando la decisión contiene una pretensión
no demandada o está referida a persona ajena al proceso; y la incongruencia ultra petita, que es
aquella originada en el hecho que la decisión concede o adjudica más de lo que fue pedido.
(13) Si bien es cierto el acta que adolece de ausencia de requisitos esenciales de validez se ve
afectada por una nulidad documental, lo cierto es que, en virtud a lo señalado por el artículo 22
del Reglamento, en el caso particular de las actas con acuerdos conciliatorios esta nulidad no
afecta el acto jurídico que contienen, el cual no podrá ser exigido bajo la reglas del proceso de
ejecución de resoluciones judiciales, pero que sigue resultando válido, pero que deberá ser
reclamando bajo las reglas de un proceso cognitivo y sus consabidas etapas postulatoria,
probatoria, decisoria, impugnatoria y de ejecución.
En los casos que se haya omitido alguno o algunos de los requisitos establecidos en los
literales c), d), e), g), h), e i) del artículo 16 de la Ley, el Centro de Conciliación de oficio o a pedido
de parte, deberá convocar a las partes para informarles el defecto de forma que contiene el Acta y,
expedir una nueva que sustituya a la anterior con las formalidades de Ley.
En caso de conclusión del procedimiento conciliatorio sin acuerdo, si dicha Acta hubiese sido
presentada en proceso judicial, y no se haya cuestionado la nulidad formal en la primera
oportunidad que tiene para hacerlo, se produce la convalidación tácita de la misma. De haberse
producido cuestionamiento por la parte contraria o haber sido advertida por el juez al calificar la
demanda dará lugar a la devolución del Acta, concediendo un plazo de quince (15) días para la
subsanación.
El acto jurídico contenido en el Acta de Conciliación solo podrá ser declarado nulo en vía de
acción por sentencia emitida en proceso judicial”.
4. Carezca de competencia;
CASACIÓN 265-2012-lima
[-]
El acto jurídico cuestionado no adolece de las causales de nulidad previstas en los incisos 3 y 4 del
artículo 219 del Código Civil (objeto jurídicamente imposible y fin ilícito), toda vez que el artículo 9
de la Ley Nº 26872 contempla la facultad del conciliador y de las partes de poder dar un contenido
diferente a las pretensiones determinadas o determinables, y además la causal de nulidad por fin
ilícito debe entenderse como aquel negocio jurídico cuya causa es ilícita por contravenir las normas
que interesan al orden público o a las buenas costumbres, lo que no se advierte en este caso, pues
como ya se ha establecido, el acta de conciliación no infringe ninguna norma sobre la materia (Ley
de Conciliación, Ley Nº 26872).
[-]
Lima, diecinueve de marzo de dos mil trece.- LA SALA CIVIL PERMANENTE DE LA CORTE SUPREMA
DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA; con los acompañados, vista la causa número doscientos sesenta y
cinco guión dos mil doce, en audiencia pública realizada en la fecha y producida la votación
correspondiente, emite la siguiente sentencia: I. ASUNTO: En el presente proceso de nulidad de
acto jurídico, la demandada Carmela de la Flor Chávez, representada por Víctor Ricardo de la Flor
Chávez, interpone recurso de casación a fojas mil ciento cuarenta y cinco, contra la sentencia de
vista de fecha dieciocho de octubre de dos mil once, obrante a fojas mil ciento veintinueve,
expedida por la Quinta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, que confi rma la
sentencia apelada de fecha quince de agosto de dos mil diez, que declara fundada la demanda
interpuesta por Margarita Isabel Urbizagástegui García, en consecuencia, anula el acto jurídico
consistente en el Acta de Conciliación número doscientos veintinueve celebrada el doce de mayo
de dos mil uno. II. ANTECEDENTES DEMANDA: Por escrito de fojas veintidós, de fecha veintidós de
julio de dos mil tres, Margarita Isabel Urbizagástegui García interpone demanda de nulidad de acto
jurídico contra Marina Olga de la Flor Chávez de Origgi, Carmela de la Flor Chávez y Pedro Gregorio
Tolentino Santiago, respecto del Acta de Conciliación número doscientos veintinueve, de fecha
doce de mayo de dos mil uno, suscrita ante el Centro de Conciliación “Paz para todos”. La
demandante sostiene, como fundamentos de su pretensión, los siguientes aspectos fácticos:
Compró conjuntamente con su cónyuge Pedro Gregorio Tolentino Santiago el local comercial A
guión siete del primer nivel del Centro Comercial “Molicentro”, distrito de la Molina, provincia y
departamento de Lima, mediante contrato de compraventa celebrado con la demandada Carmela
de la Flor Chávez, en cuya representación intervino la codemandada Marina Olga de la Flor Chávez
de Origgi. Se pactó el precio en la cantidad de treinta mil dólares americanos, abonando en
efectivo la suma de diecisiete mil quinientos dieciséis dólares americanos y quedó un saldo de
doce mil cuatrocientos ochenta y cuatro dólares americanos, es decir, pagaron más del cincuenta
por ciento del precio. La apoderada de la vendedora, Marina Olga de la Flor Chávez, giró letras de
cambio al esposo de la demandante sin contar con el consentimiento y aceptación de su
poderdante Carmela de la Flor Chávez, a pesar de no ser la vendedora, situación que revela
simulación porque la única que podía girar las letras por el saldo del precio era la vendedora
Carmela de la Flor Chávez. La apoderada inicia ante el Sexto Juzgado Civil de Lima un proceso
ejecutivo contra su cónyuge Pedro Gregorio Tolentino Santiago por el cobro de los títulos valores,
en el que consigue se le adjudiquen los derechos y acciones que tenía aquel sobre el bien conyugal
consistente en el local comercial A guión siete del primer nivel del Centro Comercial “Molicentro”,
distrito de la Molina. Luego, la codemandada Marina Olga de la Flor Chávez en acto simulado e
ilícito invita a la demandante a una audiencia de conciliación ante el Centro de Conciliación
Extrajudicial “Paz para todos”, solicitando el reconocimiento de su derecho de copropiedad sobre
la tienda, el uso de dicho bien y el reembolso proporcional de los beneficios obtenidos, pero en el
Acta de Conciliación número doscientos veintinueve, de fecha doce de mayo de dos mil uno, se
describió como controversia el desalojo de la tienda y el pago del saldo de la venta, más los
intereses legales, costas y costos por un total de cuarenta mil dólares americanos. Se puede
apreciar total simulación entre la solicitud de conciliación de fecha diecisiete de abril de dos mil
uno y el Acta de Conciliación de fecha doce de mayo del mismo año debido a que el acto es
simulado e ilícito y tuvo la fi nalidad de que la demandada se apoderara de la propiedad de los
esposos. Considera que a pesar que el precio de la compra fue de treinta mil dólares americanos,
en el Acta de Conciliación se consignó la deuda de cuarenta mil dólares americanos, importe
mayor al pactado en la compraventa. Concluye que el Acta de Conciliación de fecha doce de mayo
de dos mil uno adolece de las causales de nulidad previstas en los incisos 3, 4, 5, 6 y 7 del artículo
219º del Código Civil, por ser un acto jurídicamente imposible, al no tener una fi nalidad lícita, por
contener una simulación absoluta, no cumplir con la formalidad prevista por la ley, y además,
porque la ley lo declara nulo. CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA: Por escrito de fojas ciento ochenta
y cinco, la demandada Marina Olga de la Flor Chávez de Origgi contesta la demanda, la que niega y
contradice. La recurrente manifi esta que para que se confi gure la causal de nulidad por
simulación absoluta es indispensable que las partes que celebran el acto jurídico se concierten
para producirlo ya que la simulación presupone la connivencia de quienes han participado en el
acto jurídico. Refi ere que en este caso se suscribió la compraventa por acuerdo entre partes y al
demandar en el proceso ejecutivo lo hizo en nombre y representación de su poderdante, invitando
a la actora y a su cónyuge a la conciliación extrajudicial quienes accedieron sin objeción alguna, e
inclusive no tuvieron ningún inconveniente para que en el desarrollo de la conciliación se otorgara
un contenido diferente a las pretensiones inicialmente previstas, suscribiendo el acta materia de
nulidad. Según escrito de fojas doscientos veintidós, el demandado Pedro Gregorio Tolentino
Santiago contesta la demanda reconociendo que el acto de invitación a conciliar fue simulado con
el fi n de pagar una supuesta deuda superior al precio de la compraventa del inmueble antes
referido, por tanto, señala que dicho acto jurídico fue celebrado con la fi nalidad de engañarlo. Por
escrito de fojas trescientos diecinueve, la codemandada Carmela de la Flor Chávez Origgi,
representada por su apoderado Víctor Ricardo de la Flor Chávez, contesta la demanda, la que niega
y contradice. Señala que la codemandada María Olga de la Flor Chávez actuó en la compraventa
realizada con la demandante y su esposo en calidad de su representante, de acuerdo al poder que
se le otorgó. Señala que el Acta de Conciliación número doscientos veintinueve es un documento
que expresa la libre manifestación de voluntad de las partes intervinientes en ésta, por lo que es
un acto jurídico voluntario y lícito, cuyas consecuencias jurídicas son las establecidas por los
sujetos que en ella intervinieron. Por resolución número cuarenta, de fecha veinticinco de febrero
de dos mil ocho, obrante a fojas quinientos treinta y seis, el Juez integra a la relación jurídica
procesal en calidad de litisconsortes necesarios pasivos al Centro de Conciliación “Paz para Todos”,
la conciliadora Liliana del Pilar Sánchez Fajardo y el abogado de dicho centro Héctor Madriaga
Sánchez. Por escrito de fojas setecientos diecinueve, el Centro de Conciliación “Paz para todos” y la
conciliadora Liliana del Pilar Sánchez Fajardo contestan la demanda, la que niegan y contradicen.
Sostienen que es falso que la codemandada Marina Olga de la Flor Chávez haya planteado una
pretensión distinta a la conciliada en el acta materia de nulidad. Precisa que la citada
codemandada presentó dos solicitudes con los expedientes números doscientos tres y doscientos
cuatro. La solicitud número doscientos tres concluyó con el Acta de Conciliación número
doscientos veintiocho por inasistencia de los invitados y se plantearon como pretensiones las
siguientes: a) derecho a usar el bien común; y, b) reembolso proporcional del provecho obtenido
por el uso total del bien. Por otra parte, la solicitud número doscientos cuatro concluyó con el Acta
de Conciliación número doscientos veintinueve con asistencia de ambas partes y con acuerdo
total, en la que se plantearon las pretensiones siguientes: a) derecho a usar el bien común y b)
desalojo del mismo. Señala que ambas pretensiones conforme a la Ley de Conciliación son
materias conciliables, pues son pretensiones determinadas o determinables y según el artículo 9º
del Reglamento de la Ley de Conciliación, aprobado por Decreto Supremo 001-98-JUS, vigente en
dicho momento, no existe inconveniente para que en el desarrollo de la conciliación el conciliador
y las partes den un contenido diferente a las pretensiones determinadas o determinables
inicialmente previstas. PUNTOS CONTROVERTIDOS: Según consta de la Audiencia de Conciliación
de fojas trescientos cincuenta y siete, el Juez de primer grado fi ja los siguientes puntos
controvertidos: i) Establecer si la aceptación de letras por el saldo del precio de la compra venta se
hizo sin consentimiento de la demandada y las mismas fueron emitidas a nombre propio de
Marina Olga de la Flor Chávez. ii) Si la intervención de Marina Olga de la Flor Chávez fue a título
personal o en representación de Carmela de la Flor Chávez en el procedimiento conciliatorio cuya
conciliación es materia de este acto. iii) Existencia de la obligación a que se contrae el acuerdo
materia de nulidad. iv) Si el acuerdo surgió de una solicitud cuya pretensión no tuvo ninguna
conexión con los temas materia de dicho acuerdo. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA: Culminado
el trámite correspondiente, el Juez mediante sentencia de fecha quince de agosto de dos mil diez,
obrante a fojas novecientos noventa y cuatro, declara fundada la demanda, en consecuencia, anula
el Acta de Conciliación Extrajudicial número doscientos veintinueve, de fecha doce de mayo de dos
mil nueve. En rigor dicha decisión se sustenta en que la citada acta de conciliación es nula por las
causales previstas en los incisos 3, 4 y 8 del artículo 219º del Código Civil, esto es, por objeto
jurídicamente imposible, fi n ilícito y por infracción de las normas que en ese entonces regulaban la
conciliación extrajudicial, lo que afecta el derecho al debido proceso previsto en el artículo 139º,
inciso 3, de la Constitución Política. RECURSO DE APELACIÓN: La demandada Carmela de la Flor
Chávez interpone recurso de apelación por escrito de fojas mil cuarenta y siete contra la antes
citada sentencia, argumentando lo siguiente: i) El Juez incurre en error al señalar en el
considerando octavo que se ha afectado el derecho al debido proceso, pues el Acta de Conciliación
número doscientos veintinueve tiene fecha doce de mayo de dos mil uno, cuando en realidad se
llevó a cabo el veintiséis de mayo de dicho año, por lo que la primera fecha sólo se consignó por
error. ii) El hecho de que la conciliación extrajudicial se llevó a cabo el veintiséis de mayo destruye
la afi rmación errada de que la audiencia se llevó a cabo el mismo día de la recepción de la
solicitud, por lo que considera que se respetaron los plazos procesales del debido proceso y del
derecho a la defensa. iii) Existe error del Juez al señalar que se aceptó la concurrencia de la
demandante en el acto de conciliación proveniente de la solicitud número doscientos cuatro, pues
dicha afi rmación demuestra el poco análisis del expediente ya que no se han valorado los cargos
de notificación, toda vez que existe un cargo respecto de la citada solicitud que fue recibida por el
hijo de la demandante, no exigiendo la norma de conciliación que deba ser recibido por la misma
persona y que esté obligada a fi rmar. iv) Existe error del Juez al señalar que el acta carece de fecha
cierta y por ende, es nula, pues el artículo 16º de la Ley de Conciliación exige el requisito del lugar
y la fecha, mas no señala que deba tener “fecha cierta”. v) Existe error del Juez al considerar que el
acto jurídico es nulo por la causal de objeto jurídicamente imposible, toda vez que el artículo 9º
del Reglamento de Ley de Conciliación permite a las partes poder dar otro contenido a las
pretensiones que se solicitan en la solicitud de conciliación, siempre y cuando las partes así lo
concierten. vi) Existe error del Juez al valorar la prueba e interpretar la norma, pues considera que
no consta la reformulación de las pretensiones, cuando ello sí aparece en el Acta de Conciliación
materia de nulidad, ya que existe consenso entre las partes. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA:
La Quinta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima mediante la sentencia de vista de fecha
dieciocho de octubre de dos mil once, obrante a fojas mil ciento veintinueve, confi rma la apelada
que declara fundada la demanda y en consecuencia anula el acto jurídico contenido en el Acta de
Conciliación número doscientos veintinueve. La decisión recurrida en casación se sustenta en que,
de acuerdo al artículo 16º, inciso 1, de la Ley de Conciliación, Ley 26872, aplicable al caso por razón
de temporalidad de la norma, se estableció que el Acta de Conciliación es un documento que
expresa la manifestación de la voluntad de las partes en la conciliación extrajudicial, la cual se
encuentra condicionada a la observancia de las formalidades establecidas en la ley bajo sanción de
nulidad. En este caso, la Sala determina que el Acta de Conciliación número doscientos veintinueve
carece de fecha cierta ya que cuenta con dos fechas distintas, siendo que la parte demandada no
ha probado con documento alguno que dicha acta haya sido rectificada, lo que implica que la
misma no cumple con la formalidad establecida por el artículo 16º, inciso 1, de la Ley 26872 y el
articulo 140º, inciso 4, del Código Civil. RECURSO DE CASACIÓN: Contra la resolución dictada por la
Sala Superior, la demandada Carmela de la Flor Chávez Origgi interpone recurso de casación a fojas
mil ciento cuarenta y cinco, denunciando las siguientes infracciones: I) Infracción normativa por
contravención a las normas que garantizan el derecho al debido proceso. La recurrente sostiene
que la Sala Superior no se ha pronunciado respecto de todas las pretensiones expuestas en su
recurso de apelación, lo que afecta el derecho al debido proceso, pues no existe pronunciamiento
sobre los aspectos del debido proceso, fi n lícito, objeto jurídicamente imposible así como ir en
contra del orden público. II) Infracción normativa por interpretación errónea de los artículos 16º de
la Ley 26872, Ley de Conciliación Extrajudicial y 219º, inciso 6, del Código Civil. La impugnante
señala que la Sala Superior considera que no existe fecha cierta y que al no cumplir con la forma
prescrita el acta se encontraría sancionada con nulidad, existiendo interpretación errónea de una
norma sustantiva, puesto que esta norma no exige fecha cierta sino tan sólo lugar y fecha en la que
se suscribe el acto y ésta sí existe en el Acta de Conciliación materia de nulidad, agregando a ello
que el hecho de que existan dos fechas y que una de ellas sea un error material y la otra se
encuentre debidamente probada en el cuaderno de asistencia del centro de conciliación,
refrendan tajantemente que existe una fecha probada y esta fue el veintiséis de mayo, por lo que
ambas instancias no pueden pedir más formalidad que la no solicitada por la norma de la materia.
Este Supremo Tribunal, mediante resolución de fecha veinticinco de abril de dos mil doce obrante a
fojas cuarenta del Cuaderno respectivo, declara la procedencia del referido recurso por las
infracciones antes anotadas. III. CUESTIÓN JURÍDICA EN DEBATE La cuestión jurídica materia de
debate en esta Sede Casatoria consiste en determinar si se ha infringido o no el derecho al debido
proceso de la recurrente por la falta de pronunciamiento de los argumentos expuestos en su
recurso de apelación, y en caso de que dicha infracción sea desestimada, se deberá determinar si
el Acta de Conciliación número doscientos veintinueve adolece de alguna causal de nulidad
prevista por el artículo 219º del Código Civil. IV. FUNDAMENTOS DE ESTA SALA SUPREMA 1. En
primer término, debe procederse a analizar la infracción de naturaleza procesal en virtud a los
efectos que ésta podría tener si se estima fundada. 2. En el presente caso, la impugnante acusa la
infracción del derecho al debido proceso debido a que la Sala Superior no se ha pronunciado
respecto de todas las pretensiones expuestas en su recurso de apelación, lo que afecta el derecho
al debido proceso. 3. Es el caso señalar que el artículo 139º, inciso 3, de la Constitución Política
establece como un principio y derecho de la función jurisdiccional el debido proceso, el cual está
concebido como el cumplimiento de todas las garantías y normas de orden público que deben
aplicarse a todos los casos y procedimientos, a fi n de que las personas estén en la posibilidad de
defender sus derechos ante cualquier acto del Estado o de los particulares que puedan afectarlos.
4. Dentro de este conjunto de garantías mínimas que comprende el debido proceso, se encuentra
el derecho a la motivación de las resoluciones judiciales, que interesa al caso, pues la recurrente
reclama la falta de pronunciamiento respecto de todos los extremos de su recurso de apelación. 5.
Sobre esta garantía el Tribunal Constitucional ha tenido la oportunidad de señalar que “(...) los
jueces, al emitir sus resoluciones, deben expresar los fundamentos de hecho y de derecho que las
fundamentan. Sin embargo ello no implica que dicha fundamentación deba ser necesariamente
extensa, sino que lo importante es que ésta, aun si es expresada de manera breve y concisa o
mediante una motivación por remisión, refl eje de modo suficiente las razones que llevaron al
juzgador a adoptar determinada decisión”1 6. En esta línea de pensamiento, se puede concluir que
el derecho a la motivación no implica necesariamente una determinada extensión siempre que
exista suficiente sustento fáctico y jurídico en la decisión, y que además exista relación entre lo
pedido y lo resuelto, asimismo, dicho razonamiento debe responder a las alegaciones de las partes
del proceso, pero no significa que todas y cada una de las alegaciones sean objeto de
pronunciamiento, sino solo aquellas relevantes para resolver el caso. 7. Ahora bien, en el caso bajo
análisis, se aprecia que la recurrente en su recurso de apelación de fojas mil cuarenta y siete
cuestiona las conclusiones efectuadas por el Juez de primera instancia que estiman la demanda y
por consiguiente anula el Acta de Conciliación número doscientos veintinueve, y en esa misma
línea, la Sala Superior confi rma la sentencia de primer grado, luego de realizar la calificación
jurídica de los hechos que la llevan a concluir que el acto jurídico cuestionado adolece de nulidad
por la no observancia de la formalidad establecida en el artículo 16º, inciso 1, de la Ley de
Conciliación, Ley 26872, al no tener fecha cierta para su validez, toda vez que el Acta de
Conciliación tiene dos fechas distintas. 8. En este orden de ideas, no es factible considerar que la
resolución impugnada en casación adolezca de una motivación insuficiente, pues debe observarse
que la insuficiencia gira en torno a la falta de pronunciamiento de las cuestiones relevantes para
resolver la cuestión jurídica, y en el caso de autos se aprecia que la resolución recurrida contiene el
sustento fáctico y jurídico suficiente que apoya la decisión dictada y además existe congruencia
entre lo pedido y lo resuelto, por tal razón, resulta evidente que debe desestimarse la infracción
normativa del artículo 139º, inciso 3, de la Carta Magna. Por este motivo, procede, a continuación,
examinar la causal que tiene relación con el derecho sustantivo o material. 9. La impugnante
sostiene que la Sala Superior considera que el Acta de Conciliación número doscientos veintinueve
es nula por no cumplir con la formalidad prescrita por la Ley 26872, Ley de Conciliación, al no tener
fecha cierta; sin embargo, refi ere que el citado órgano jurisdiccional efectúa una interpretación
errónea del artículo 16º, inciso 1, de la Ley 26872, pues dicha norma no exige fecha cierta sino tan
sólo el lugar y la fecha en la que se suscribe el acta, requisitos que sí se cumplen en este caso, y
agrega a ello que el hecho de que existan dos fechas y que una de ellas sea un error material y la
otra se encuentre debidamente probada en el cuaderno de asistencia del centro de conciliación,
refrendan que existe una fecha probada y ésta fue el veintiséis de mayo, por tanto, considera que
ambas instancias no pueden pedir más formalidad que la no solicitada por la norma de la materia.
10. Sobre el particular, debe señalarse que el artículo 143º del Código Civil vigente consagra el
principio de libertad de formas para el acto jurídico, pues cuando la ley no señala una forma para
la celebración del mismo, los interesados, en ejercicio de la autonomía de la voluntad privada,
pueden usar la forma que juzguen conveniente. El artículo 144º del Código Civil estipula que
cuando la ley impone una forma y no sanciona con nulidad su inobservancia, constituye sólo un
medio de prueba de la existencia del acto. En virtud del antes citado artículo se desprende que la
ley reconoce la forma prescrita que puede ser ad probationem y ad solemnitatem. En cuanto a la
forma solemne o llamada también forma ad solemnitatem, que es la que interesa al caso, es
considerada esencial para el acto, pues sin la misma no caería dentro del ámbito de la vida
jurídica2, lo que quiere decir que la formalidad es sustancial para la existencia del negocio y su
omisión lo priva de validez. La forma solemne o ad solemnitatem es la reconocida por el artículo
140º, inciso 4, del Código Civil cuya inobservancia es sancionada con nulidad de acuerdo a lo
contemplado en el artículo 219º, inciso 6, del mismo Código. 11. Es también pertinente señalar
que para este caso resulta trascendente el tema de la interpretación del acto jurídico. Al respecto,
el artículo 168º del Código Civil, el cual consagra la interpretación objetiva, señala que el acto
jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que se haya expresado en él y según el principio
de la buena fe. Vidal Ramírez al comentar la norma sostiene que “Lo expresado viene a ser el
objeto de la hermenéutica. Su significado, sentido y alcance, en cuanto a su determinación, es la
tarea del intérprete, quien debe atenerse a la forma empleada, pues la voluntad puede ser
manifestada mediante expresión oral, escrita o mímica, así como expresa y tácitamente, aplicando
al efecto las reglas del artículo 141”3. 12. Por su parte, el artículo 169º del citado Código sustantivo
prescribe que las cláusulas de los actos jurídicos se interpretan las unas por medio de las otras,
atribuyéndose a las dudosas el sentido que resulte del conjunto de todas. La norma citada recoge
la fi gura de la interpretación interdependiente o sistemática, la cual debe entenderse que las
cláusulas de un acto jurídico deben interpretarse vinculando unas con otras, para encontrar el
sentido integral de dicho acto. 13. Ahora bien, la Ley 26872, Ley de Conciliación, publicada el trece
de noviembre de mil novecientos noventa y siete, aplicable al caso por temporalidad de la norma,
establece en su artículo 16º que el Acta de Conciliación es el documento que expresa la
manifestación de voluntad de las partes en la Conciliación Extrajudicial y su validez está
condicionada a la observancia de las formalidades establecidas en dicha ley, bajo sanción de
nulidad. El citado artículo prescribe que el Acta de Conciliación debe contener los siguientes
requisitos: 1. Lugar y fecha en la que se suscribe el acta. 2. Nombres, identificación y domicilio de
las partes. 3. Nombre e identificación del conciliador. 4. Descripción de las controversias. 5. El
Acuerdo Conciliatorio, sea total o parcial, estableciendo de manera precisa los derechos, deberes u
obligaciones ciertas, expresas y exigibles; o en su caso la falta de acuerdo o la inasistencia de las
partes a la audiencia. 6. Firma y huella digital del conciliador, de las partes o de sus representantes
legales, cuando asistan a la audiencia. 7. Nombre y fi rma del abogado del Centro de Conciliación,
quien verificará la legalidad de los acuerdos adoptados. 14. Para efectos de establecer si el Acta de
Conciliación materia de nulidad cumple con los requisitos antes señalados, concretamente el
previsto en el inciso 1 del precitado artículo 16º, es necesario precisar los siguientes hechos
debidamente comprobados en el decurso del presente proceso: - Mediante solicitud número
doscientos cuatro, obrante en copias certificadas de fojas cuatrocientos nueve, de fecha diecisiete
de abril de dos mil uno, recepcionado por el Centro de Conciliación “Paz para todos” el doce de
mayo del mismo año, Marina Olga de la Flor Chávez de Origgi, en su condición de apoderada de la
copropietaria de la tienda número A guión siete, ubicada en el Centro Comercial Molicentro,
distrito de la Molina, provincia y departamento de Lima, solicita al mencionando centro de
conciliación que convoque a Pedro Gregorio Tolentino Santiago, para tratar sobre las siguientes
pretensiones: i) El derecho de copropiedad de la recurrente sobre el inmueble antes citado; ii) El
derecho de uso del bien común; y, iii) Que Pedro Gregorio Tolentino Santiago desaloje la tienda
comercial. - Se expidieron las invitaciones a conciliar dirigidas a la demandante Margarita Isabel
Urbizagástegui y su cónyuge Pedro Gregorio Tolentino Santiago, en las que se consigna como fecha
de la Audiencia de Conciliación el día veintiséis de mayo de dos mil uno a las diez de la mañana,
según consta de las copias certificadas de fojas cuatrocientos diecisiete y cuatrocientos diecinueve.
- En el documento denominado “Relación de asistencia” de fojas cuatrocientos veintiséis, aparece
consignada la asistencia tanto de la solicitante como de Margarita Isabel Urbizagástegui García y su
cónyuge Pedro Gregorio Tolentino Santiago, para la audiencia de fecha veintiséis de mayo de dos
mil uno, pues consta la fi rma de ambas partes. - Según aparece de fojas cuatrocientos veintisiete,
la solicitante y los invitados suscribieron el Acta de Conciliación número doscientos veintinueve,
consignándose en la parte introductoria la fecha doce de mayo de dos mil uno y en la parte fi nal
se consigna las treces horas del día veintiséis de mayo del mismo año. - En dicha Acta, las partes
llegaron a un acuerdo total consistente en que los invitados Pedro Tolentino Santiago y Margarita
Isabel Urbizagástegui García reconocen la deuda a favor de la solicitante Marina Olga de la Flor
Chávez de Origgi en la suma de cuarenta mil dólares americanos, por lo que se comprometen a
desocupar la tienda comercial al no contar con los medios económicos para cancelar dicho monto,
renunciando los invitados a los derechos y acciones que tienen sobre dicha tienda; asimismo, la
solicitante condona la deuda antes mencionada, acordando ambas partes el plazo de tres meses
para desocupar el predio debidamente subsanado, es decir, que cumplan con cancelar los servicios
de agua, luz y teléfono. 15. En tal virtud y en aplicación de las reglas de la interpretación del acto
jurídico, se tiene que la fecha real del Acta de Conciliación materia de nulidad es el veintiséis de
mayo de dos mil uno, pues ello se desprende de lo expresado por las propias partes intervinientes
al recepcionar las invitaciones a conciliar de fojas cuatrocientos dieciocho y cuatrocientos veinte, al
suscribir el documento denominado “Relación de asistencia” de fojas cuatrocientos veintiséis, así
como la propia acta cuestionada, de acuerdo a la buena fe con la que deben actuar los
intervinientes del acto jurídico, constituyendo en todo caso el defecto antes advertido un error no
esencial que en nada afecta la validez de dicho acto jurídico, pues no recae sobre la esencia o
cualidad del objeto del acto. 16. A ello debe agregarse que el artículo 16º-A de la Ley de
Conciliación, Ley 26872, modificado por el artículo 1º del Decreto Legislativo 1070, publicado el
veintiocho de junio de dos mil ocho, que si bien no es aplicable al caso por temporalidad de la
norma, sin embargo resulta ilustrativo para resolver el litigio, pues contempla que en caso de
omisión del lugar y la fecha de suscripción del acta, el Centro de Conciliación, de oficio o a pedido
de parte, podrá convocar a las partes para informarles el defecto y expedir una nueva acta que
sustituya a la anterior con las formalidades de ley, lo que quiere decir que la nueva normativa
prevé la posibilidad de rectificar el Acta de Conciliación, por tanto, es evidente que este defecto no
constituye un supuesto de nulidad del acto jurídico. 17. Es así que al haberse determinado que no
constituye causal de nulidad el error en la consignación de la fecha del Acta de Conciliación,
entonces, se puede concluir que no se confi gura la causal de nulidad prevista en el inciso 8 del
artículo 219º del Código Civil, ya que entre la fecha de solicitud para conciliar y la audiencia
conciliatoria se observa el cumplimiento del plazo previsto en el artículo 12º de la Ley de
Conciliación, según el cual la Audiencia de Conciliación se realiza dentro de los diez días útiles
contados a partir de la primera notificación, debiendo agregarse a ello que los invitados fueron
debidamente notificados según consta de fojas cuatrocientos dieciocho y cuatrocientos veinte, lo
que se corrobora cuando éstas asisten a la Audiencia programada el veintiséis de mayo, y en señal
de conformidad suscriben el acta, conforme aparece de fojas cuatrocientos veintisiete, lo que le
otorga plena validez al acto jurídico en cuestión, pues no se evidencia la afectación del derecho al
debido proceso de las partes. 18. En virtud de lo expuesto, se llega a establecer que el acto jurídico
cuestionado no adolece de las causales de nulidad previstas en los incisos 3 y 4 del artículos 219º
del Código Civil (objeto jurídicamente imposible y fi n ilícito), toda vez que el artículo 9º de la Ley
26872 contempla la facultad del conciliador y de las partes de poder dar un contenido diferente a
las pretensiones determinadas o determinables, y además la causal de nulidad por fi n ilícito debe
entenderse como aquel negocio jurídico cuya causa es ilícita por contravenir las normas que
interesan al orden público o a las buenas costumbres, lo que no se advierte en este caso, pues
como ya se ha establecido, el acta de conciliación no infringe ninguna norma sobre la materia (Ley
de Conciliación, Ley 26872). 19. En consecuencia, este Supremo Tribunal concluye que, en efecto,
la Sala Superior al dictar la resolución impugnada incurrió en infracción normativa de los artículos
219º, inciso 6, del Código Civil y 16º, inciso 1, de la Ley de Conciliación, Ley 26872, al considerar
que el Acta de Conciliación carece de fecha cierta, por tal razón, el recurso así planteado debe ser
estimado, debiendo actuarse de acuerdo a lo señalado en el artículo 396º, primer párrafo, acápite
1), del Código Procesal Civil, modificado por la Ley 29364. V. DECISIÓN Esta Sala Suprema, en
aplicación de lo señalado por el artículo 396º, primer párrafo, acápite 1), del Código Procesal Civil,
modificado por la Ley 29364, declara: 1. FUNDADO el recurso de casación interpuesto por la
demandada Carmela de la Flor Chávez, representada por Víctor Ricardo de la Flor Chávez, a fojas
mil ciento cuarenta y cinco, por la infracción normativa de los artículos 219º, inciso 6, del Código
Civil y 16º, inciso 1, de la Ley 26872, Ley de Conciliación; en consecuencia, CASARON la sentencia
de vista de fecha dieciocho de octubre de dos mil once, obrante a fojas mil ciento veintinueve,
expedida por la Quinta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima. 2. ACTUANDO EN SEDE
DE INSTANCIA: REVOCARON la sentencia apelada de fecha quince de agosto de dos mil diez,
obrante a fojas novecientos noventa y cuatro, que declara fundada la demanda de nulidad de acto
jurídico; y, REFORMANDOLA declararon INFUNDADA la citada demanda. 3. DISPUSIERON la
publicación de la presente resolución en el Diario Oficial El Peruano, bajo responsabilidad; en los
seguidos por Margarita Isabel Urbizagastegui García con Marina Olga de la Flor Chávez de Origgi,
Carmela de la Flor Chávez y otros, sobre nulidad de acto jurídico. Interviene como ponente el señor
Juez Supremo Almenara Bryson. SS. ALMENARA BRYSON, HUAMANI LLAMAS, ESTRELLA CAMA,
CALDERÓN CASTILLO, CALDERÓN PUERTAS 1 Fundamento Jurídico 10 de la Sentencia del Tribunal
Constitucional Nº 03530- 2008-PA/TC. 2 LEÓN BARANDIARAN, José. Acto Jurídico. Editorial Gaceta
Jurídica Editores. Tercera Edición. 1999. Lima. p.52. 3 VIDAL RAMÍREZ, Fernando. El acto jurídico en
el Código Civil peruano. Editorial Cuzco S.A., Lima, 1989. p.221 C-1012694-26
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TEMA RELEVANTE
MARCO NORMATIVOConstitución Política del Perú: arts. 47, 139, 189 y 200
Código Civil: arts. 46, 74, 75, 221, 333, 533, 664, 749, 950, 1592 y 1599
Código Procesal Civil: arts. III del TP, 14, 61, 82, 324, 327, 435 y 636
Marco normativo
El Decreto Legislativo Nº 1070, publicado en el diario oficial El Peruano el 28 de
junio de 2008, ha modificado diferentes artículos de la Ley N° 26872, Ley de
Conciliación (en adelante, la Ley). La modificatoria más importante se ha dado
en el sentido de fortalecer a la conciliación extrajudicial, al considerarla como
requisito de procedibilidad en virtud de una lectura del artículo 6 de la Ley2, el
que señala un mandato procesal para los jueces, que curiosamente, no se
encuentra en la ley adjetiva. Efectivamente, este dispositivo señala que si la parte
demandante, en forma previa a interponer su demanda judicial, no solicita ni
concurre a la audiencia de conciliación ante un Centro de Conciliación
extrajudicial para intentar resolver previamente su conflicto, el juez competente
al momento de calificar la demanda, deberá declararla improcedente por causa de
manifiesta falta de interés para obrar.
Esto nos llevaría a afirmar que el error parte de la propia legislación conciliatoria
que considera erróneamente al acta de conciliación como un documento formal
que en caso de ausencia de determinados requisitos esenciales deberá ser
sancionado con nulidad, cuando en la práctica los efectos de la declaración de
nulidad suponen la posibilidad de convalidación de dicho documento (puesto que
inclusive considera la convalidación tácita del acta nula en caso de no haber sido
cuestionada por el demandado o por el juez); entonces estamos frente a un
documento que no es nulo sino anulable. Pero el artículo 16-A de la Ley de
Conciliación contiene un mandato procesal para el juez que, aunque discutible y
deficiente, debe ser cumplido por aquel, ordenando la devolución del acta nula y
otorgando un plazo de 15 días para que sea reemplazada.
Efectivamente, por el lado del demandante, este deberá acreditar ante el juez no
solo haber solicitado el procedimiento conciliatorio en calidad de solicitante, sino
que debe acreditar además: i) haber concurrido a la audiencia de conciliación y ii)
no haber provocado la conclusión del procedimiento por otras formas distintas a
la falta de acuerdo o la inasistencia del invitado a dos sesiones. En sentido
contrario, si el juez al momento de calificar la demanda advierte que el
demandante no concurrió a la audiencia de conciliación, o si concurriendo a la
audiencia conciliatoria se negó a firmar el acta o se retiró antes de su suscripción,
entonces deberá declarar la improcedencia de la demanda.
Por otro lado, existe la obligación del demandado de acreditar ante el juez haber
concurrido a la audiencia de conciliación extrajudicial en su condición de
invitado a conciliar, o habiendo concurrido no debe haber provocado la
conclusión del procedimiento por negarse a firmar el acta o retirarse antes de su
suscripción; caso contrario, el juez debe aplicar en el proceso, obligatoriamente,
las siguientes sanciones: i) debe prohibirle la reconvención, aunque en este caso
el demandado debe acreditar no solo su concurrencia a la audiencia de
conciliación sino también el haber planteado en el acta de conciliación de los
fundamentos de su probable reconvención6; ii) debe aplicarle una multa, entre
dos a diez Unidades de Referencia Procesal (URP), por no haber asistido a la
audiencia de conciliación extrajudicial, siendo que esta obligación de imponer la
multa al demandado debe realizarse por el juez en el momento de admitir la
demanda, incluyendo en el Auto Admisorio la imposición de la multa y la
determinación de su cuantía dentro de los rangos señalados, la cual formará parte
de los recursos propios del Poder Judicial; y iii) opera la presunción relativa de
verdad de los hechos expuestos por el solicitante en la solicitud de conciliación,
señalados en el acta de conciliación y reproducidos en la demanda, aunque esta
presunción puede ser desvirtuada mediante la actividad probatoria del
demandado desplegada durante el proceso.
Situación distinta es lo que ocurre con las materias de familia y laboral. En lo que
respecta a los temas de familia, la reciente modificación establecida por la Ley
N° 29876, publicada en el diario oficial El Peruano el 5 de junio de 2012, ha
incorporado al artículo 9 de la Ley de Conciliación que regula las materias
conciliables facultativas, que los temas de familia –específicamente los referidos
a pensión de alimentos, régimen de visitas, tenencia así como otros que deriven
de la relación familiar y respecto de los cuales las partes tengan libre
disposición– sean considerados facultativos; aunque la técnica legislativa es
deficiente, pues no se ha dejado de considerarlos como materias conciliables
obligatorias señaladas expresamente en el artículo 7 de la Ley, incongruencia
normativa que tendrá que modificarse necesariamente.
En lo que respecta a los temas laborales, a pesar de estar considerados también
como materias conciliables obligatorias por señalarlo expresamente el artículo 7
de la Ley, según la Tercera Disposición Final del Decreto Legislativo Nº 1070, no
resulta exigible a efectos de calificar la demanda en materia laboral, con lo que
en la práctica deviene en facultativa, pero sin afectar el régimen de la
conciliación administrativa laboral, el que es autónomo y mantiene su plena
vigencia12.
4.3. Aplicación supletoria del artículo 14 del Código Procesal Civil sobre
competencia territorial
En este caso, si es solo una de las partes la que solicita la conciliación mediante
una solicitud individual la elección del Centro de Conciliación debe ser hecha
con arreglo a las reglas generales de competencia establecidas en el artículo 14
del Código Procesal Civil16.
Existía una disposición expresa en el cuarto párrafo del artículo 12 del derogado
primer Reglamento de la Ley de Conciliación, aprobado por Decreto Supremo N°
001-98-JUS26, que resultaba muy útil en estos casos de falta de coincidencia del
domicilio del invitado a conciliar con el domicilio señalado en la demanda, pues
prescribía que la demanda será declarada inadmisible por el juez, cuando en ella
se verifique que el domicilio del demandado, consignado en la demanda es
diferente al señalado por el demandante en la solicitud de Conciliación no
habiéndose realizado esta por haberse constatado en el acto de invitación
efectuado por el Centro de Conciliación que el invitado no domiciliaba en ese
lugar.
Empero, el artículo 327 del Código Procesal Civil28 prescribe que, si habiendo
proceso abierto, las partes concilian fuera de este, presentarán con un escrito el
acta de conciliación respectiva a fin de que sea aprobada y se declare concluido
el proceso. Es decir, se prevé que la conclusión del proceso judicial se puede dar
de forma especial, no solamente mediante la conciliación judicial, sino también
por la conciliación extrajudicial, no importando en este último caso en qué etapa
se encuentre el proceso judicial, con lo cual vemos que la conciliación
extrajudicial se visualiza, además de requisito de procedibilidad, como una forma
de concluir conflictos judicializados de una manera más eficiente y mutuamente
satisfactoria. Esto supone dos situaciones:
Por tal motivo, una lectura de los artículos 1531 y 16 literal g)32 de la Ley nos
lleva a afirmar que el marco normativo sí contempla la posibilidad que no solo el
solicitante, sino también el invitado puedan plantear al interior de un
procedimiento conciliatorio nuevas pretensiones –determinables– en el momento
de desarrollarse la audiencia de conciliación, como requisito que lo habilite
después a formular reconvención en el posterior proceso judicial que se instaure
en caso de no llegar a un acuerdo conciliatorio. Para ello, el acta debe contener
necesariamente los planteamientos del invitado que sustenten su probable
reconvención, que deben ser considerados como pretensiones determinables.
Afirmamos que es una ventaja para las partes porque mediante un único
procedimiento conciliatorio se puede intentar resolver no solo el problema que
justifica la presentación de la solicitud de conciliación, sino los posibles temas
conexos que eventualmente sean propuestos por las partes involucradas
(solicitante y/o invitado) que pueden tener (o no) relación de conexidad con
dicho tema originario y en tanto sean materias conciliables. Por el contrario, es
una desventaja para el conciliador puesto que de la sola lectura de la solicitud de
conciliación no estará en capacidad de poder delimitar perfectamente los temas
que componen el conflicto o controversia, teniendo como única guía provisional
la pretensión determinada contenida en la solicitud de conciliación, razón por la
cual al momento de identificar los problemas que se intentarán ayudar a resolver
existirá la posibilidad de incorporarse otras controversias existentes y que
podrían configurarse en condiciones antecedentes del conflicto que determinarán
su solución. En este caso, el conciliador deberá elaborar la agenda, que no es otra
cosa que enumerar el listado de los puntos identificados como problemas33,
sobre la base de las pretensiones determinadas contenidas en la solicitud y
eventuales pretensiones determinables (propuestas por las partes en la misma
audiencia), las cuales deben consignarse obligatoriamente en el acta de
conciliación34.
Vemos, pues, que nos encontramos con que esta característica de valoración
económica no se podrá dar siempre, puesto que no es exclusiva de los derechos
disponibles, sino que también pueden llegar a patrimonializarse otro tipo de
derechos que no son disponibles, pero que pueden patrimonializarse en caso de
una afectación negativa que requiera un resarcimiento económico, lo cual no
implica que sean necesariamente disponibles; por el contrario, también existe la
posibilidad de que siendo el derecho objetivamente susceptible de valorarse
económicamente, el titular de ese derecho no podrá asignarle un valor monetario
por un elemento subjetivo que prima sobre el criterio objetivo. Estos supuestos
deberían volverse a recoger de manera expresa en la Ley de Conciliación.
1.3.2. Libre disposición
La materia laboral será atendida por los Centros de Conciliación Gratuitos del
Ministerio de Justicia, Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo y por los
Centros de Conciliación Privados para lo cual deberán contar con conciliadores
acreditados en esta materia por el Ministerio de Justicia. En la audiencia de
conciliación en materia laboral las partes podrán contar con un abogado de su
elección o, en su defecto, deberá de estar presente al inicio de la audiencia el
abogado verificador de la legalidad de los acuerdos.
Ahora bien, si la ley prevé que los temas laborales pueden conciliarse ante un
Centro de Conciliación Extrajudicial, debe considerarse que la Tercera
Disposición Final del Decreto Legislativo Nº 1070 señala que la conciliación
extrajudicial no resultará exigible a efectos de calificar la demanda laboral40, con
lo que tenemos que se suspende la obligatoriedad de su exigencia como requisito
de procedibilidad de manera expresa por mandato legal.
d) En el retracto.
2.2.4. En el retracto
Debe quedar claro que no se concilian los delitos ni las faltas, por aplicación del
principio de persecución pública del delito a cargo del Ministerio Público, pero
una vez declarada la responsabilidad penal del imputado, la parte agraviada
puede solicitar en la vía civil el pago de una indemnización, para lo cual el
requisito de la conciliación como requisito de procedibilidad queda sin efecto,
quedando en facultad del demandante su inicio de manera previa a la
interposición de la demanda.
i) En las demás pretensiones que no sean de libre disposición por las partes
conciliantes.
Este tema es regulado de una manera muy deficiente en el texto del artículo 8 del
Reglamento, que señala que son materias no conciliables: la nulidad del acto
jurídico (omitiendo mencionar a la ineficacia y a la anulabilidad), la declaración
judicial de heredero, la violencia familiar, las materias que se ventilan ante el
proceso contencioso administrativo (considerada facultativa según el artículo 9
de la Ley), los procesos de impugnación judicial de acuerdos a que se refiere el
artículo 139 de la Ley General de Sociedades y las pretensiones de nulidad a que
se refiere el artículo 150 de la misma norma por ser materias indisponibles (que
también son consideradas materias conciliables facultativas según el precitado
artículo 9 de la Ley) y todas aquellas pretensiones que no sean de libre
disposición por las partes conciliantes; y decimos deficiente puesto que el texto
del reglamento contiene menos materias que las señaladas de manera más extensa
en el texto de la Ley y su redacción integral presta a confusión.
En estos casos, estimamos que resulta acertada la opción del legislador por no
exigir la conciliación en aquellos casos en los que se desconoce el domicilio de la
parte invitada, puesto que allí podemos afirmar que no se va a producir el
procedimiento conciliatorio. En estos casos, el demandante tendrá que indicar
que no adjunta el acta de conciliación como requisito de procedibilidad al
desconocer el domicilio del demandado, debiendo solicitar la designación de un
curador procesal, de conformidad a lo prescrito en el artículo 61 del código
adjetivo.
Es fácil advertir, además, que ambos artículos del reglamento poseían una
redacción deficiente al calificar a las partes como “Víctima” y “Agresor”, lo cual
denotaba ya un acto de calificación de las personas por parte del conciliador,
quien no estaría libre de caer en subjetividades, lo cual a su vez, podría interferir
en su neutralidad e imparcialidad, sobre todo al momento de velar por la
seguridad de una de las partes –en este caso, de la denominada víctima–.
Por otro lado, se crearon con el carácter de proyecto piloto dos Fiscalías
Provinciales Especializadas en la aplicación del Principio de Oportunidad, en las
cuales, mediante Resolución del Consejo Transitorio del Ministerio Publico N°
200-2001-CT-MP que aprueba el Reglamento de Organización y Funciones de las
Fiscalías Provinciales Especializadas en la aplicación del Principio de
Oportunidad, se contempla la realización de una audiencia única de conciliación,
a cargo del Fiscal Provincial, en la etapa previa al ejercicio de la acción penal, a
efectos de cumplir con el supuesto regulado en el artículo 2 del Código Procesal
Penal, que consagra el principio de oportunidad en virtud del cual el Ministerio
Público, con consentimiento expreso del imputado, podrá abstenerse de ejercitar
la acción penal en los casos previstos en la norma.
1. Inventario.
6. Patrimonio familiar.
12. Las solicitudes que, a pedido del interesado y por decisión del juez,
carezcan de contención.
CONCLUSIÓN
Hemos expuesto las principales pautas que debe tener presente todo litigante para
considerar que ha cumplido con precisión con el requisito de procedibilidad, de
acreditar ante el juez al momento de interponer su demanda, haber transitado por
el procedimiento de conciliación extrajudicial, en la forma, en las materias y en
los lugares exigidos por el marco normativo. Empero, debe considerarse a la
conciliación extrajudicial no como un mero requisito de procedibilidad, que debe
intentarse obligatoriamente antes de la interposición de una demanda bajo
sanción de ser declarada improcedente, sino que debe comenzar a apreciársela en
su real dimensión, como la posibilidad de llegar a un acuerdo que nos evita,
justamente, el transitar por las penurias que implica la judicialización de una
controversia, donde lo único cierto es cuando empezamos con el proceso, pero no
existe certeza del tiempo o los recursos que emplearemos para que el juez
resuelva la controversia, ni mucho menos quién resultará vencedor o vencido. La
conciliación, por su parte, provee la posibilidad de una solución rápida,
económica y sobre todo mutuamente satisfactoria, sin vencedores ni vencidos; o
como decía Mauro Cappelletti: “La justicia conciliatoria no tiende a resolver el
conflicto en forma tajante dando la razón a una u otra de las partes, sino de una
manera más pacífica, siendo una forma de justicia coexistencial para quienes
deben luego seguir conviviendo, una wormer way of disputes, esto es, una forma
más cálida para resolver las disputas entre quienes se procuraba salieran de la
resolución en buenas relaciones, sin vencedores ni vencidos”.
___________________________
1 Para tener una visión más amplia respecto del marco normativo que
regula la conciliación extrajudicial, recomendamos la lectura de anteriores
artículos nuestros: Cfr.: PINEDO AUBIÁN, F. Martín: “El Fin de la
Conciliación” En: Actualidad Jurídica. Tomo 180. Lima, noviembre de 2008. pp.
88-103; “¡Te obligo porque te conviene!: Autonomía de la Voluntad, Conciliación
Extrajudicial y ampliación de la territorialidad de la obligación de concurrir al
procedimiento conciliatorio”, En: Actualidad Jurídica. Tomo 198, Lima, mayo de
2010. pp. 90-101; finalmente, “Se hace camino al andar: análisis crítico al
recorrido que presenta el procedimiento conciliatorio”. En: Revista Jurídica del
Perú. Nº 118, Lima, diciembre de 2010, pp. 315-345.
20 Contenidas en los artículos 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 23, 24, 25, 26 y 27
del Código Procesal Civil.
(…)
(…).
(…)
La formulación de reconvención en el proceso judicial, solo se admitirá si
la parte que la propone, no produjo la conclusión del procedimiento conciliatorio
al que fue invitado, bajo los supuestos de los incisos d) y f) contenidos en el
presente artículo.
Artículo 16.-Acta
(…)
(…)
(…)
Artículo 47.- La defensa de los intereses del Estado está a cargo de los
Procuradores Públicos conforme a ley.
48 Código Civil
1.- Los menores de dieciséis años, salvo para aquellos actos determinados
por la ley.
3.- Los que adolecen de deterioro mental que les impide expresar su libre
voluntad.
8.- Los que sufren pena que lleva anexa la interdicción civil.
49 Reglamento de la Ley de Conciliación. Decreto Supremo Nº 014-2008-
JUS
(…)”
(…)
Hay Nulidad:
Por violación de normas sustantivas en las fórmulas del arreglo: recaen sobre el estado civil de las
personas, con títulos falsos u obtenidos con dolo o fuerza; sobre venta entre cónyuges (C.C. 1852); sobre la
creación de una sociedad colectiva con menores de edad; privación del ejercicio de la Patria Potestad.
Por violación de una Norma procedimental: cuando se liquida una sociedad patrimonial sin haberse
declarado previamente la existencia de la Unión Marital de Hecho por un juez de familia
Hay Ineficacia:
Cuando el acuerdo no produce ningún efecto como cuando se estipula que los hijos mayores capaces
absolutamente, pueden contraer matrimonio.
14. IMPUGNACIÓN DEL ACUERDO CONCILIATORIO
Se discute la viabilidad de impugnar el acuerdo conciliatorio mediante un juicio ordinario, por aquello de que el
acta de conciliación hace transito a cosa juzgada, lo anterior resulta de equiparar el acta de conciliación a una
sentencia judicial.
La diferencia sustancial estriba en que la sentencia corresponde a un fallo definitorio y la conciliación contiene
una solución de carácter sustantivo, aunque los efectos propios de la conciliación sean el merito ejecutivo y la
cosa juzgada no significa que el acta sea intocable; debido a que los efectos de cosa juzgada se refieren al
conflicto fundamental y no al acta en si.
El caso es diferente si el acta puede estar viciada de nulidad, por no cumplir con lo previsto en la ley, y por
consiguiente, se declare la nulidad del acuerdo conciliatorio como efecto retroactivo de la declaración de
nulidad del acta y consecuentemente se extinguen los efectos de cosa juzgada respecto del conflicto
fundamental.
Por lo tanto el efecto de cosa juzgada ampara al litigio que dio origen al proceso conciliatorio.
Siguiendo lo parámetros establecidos por la doctrina cuando estamos frente a irregularidades que encajen en
la falta de capacidad, consentimiento viciado, objeto y causa ilícita, además de irregularidades sustanciales en
la celebración del acto, podemos dejar sin efectos el acto conciliado mediante proceso ordinario que declare
la nulidad y termine con los efecto que este produzca .
EL FIN DE LA CONCILIACIÓN
(El nuevo marco normativo de la Conciliación Extrajudicial dado por el Decreto Legislativo Nº 1070 y el Nuevo
Reglamento de la Ley de Conciliación).
“Lo que al Abogado importa no es saber el Derecho, sino conocer la vida. El derecho positivo está en los
libros. Se buscan, se estudian, y en paz. Pero lo que la vida reclama no está escrito en ninguna parte. Quien
tenga previsión, serenidad, amplitud de miras y de sentimientos para advertirlo, será Abogado; quien no tenga
más inspiración ni más guía que las leyes, será un desventurado ganapán. Por eso digo que la justicia no es
fruto de un estudio, sino una sensación”.
ÁNGEL OSSORIO
Al hablar del Fin de la Conciliación, no nos estamos refiriendo a una visión fatalista que haga pensar en el
término, remate o consumación de esta importante institución jurídica, sino que tratamos de poner énfasis al
objeto o motivo que debería guiar su implementación y ejecución en nuestro país.
Recordemos que al hablar de la Conciliación como institución jurídica, el término alude a cualquiera de las dos
posibilidades que ofrece este concepto en cuanto a su aplicación, ya sea de manera en su concepción de pre
procesal, previa al inicio de un proceso judicial con la finalidad de evitarlo, o intra proceso, una vez iniciado
éste a fin de concluirlo de manera amistosa y sin necesidad de que sea expedida sentencia alguna.
El nuevo marco normativo de la conciliación extrajudicial introducido con la modificatoria efectuada a la Ley Nº
26872, Ley de Conciliación, mediante el Decreto Legislativo Nº 1070 publicado en el Diario Oficial El Peruano
el 28 de junio de 2008, y complementada con la dación del nuevo Reglamento de la Ley de Conciliación,
aprobado por Decreto Supremo Nº 014-2008-JUS, publicado en el Diario Oficial el 30 de de agosto de 2008,
presenta un renovado interés por parte del Estado en fomentar la institucionalización de la Conciliación como
un eficaz mecanismo alternativo de resolución de conflictos. Si bien resultan loables los intentos de regular de
mejor manera la función de los operadores de la conciliación, se advierten una serie de aciertos y también de
vacíos que deben mencionarse a fin de no repetir los errores del pasado y lograr verdaderamente una
regulación legal eficiente y que cumpla con los objetivos previstos de fomentar una Cultura de Paz[3].
Por Ley Nº 29157, el Congreso de la República delegó en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar sobre
diversas materias relacionadas con la implementación del Acuerdo de Promoción Comercial Perú – Estados
Unidos (conocido como Tratado de Libre Comercio – TLC), siendo el ámbito de las facultades conferidas,
entre otras, la mejora de la administración de justicia en materia comercial y contencioso administrativa, para
lo cual debía solicitarse opinión al Poder Judicial[4].
Así, mediante Decreto Legislativo Nº 1070, publicado en el Diario Oficial El Peruano el 28 de junio de 2008, se
procedió a modificar la Ley Nº 26872, Ley de Conciliación (en adelante, la Ley), aunque el referido Decreto
Legislativo también modificó algunos artículos del Código Procesal Civil, como vamos a detallar
posteriormente. Por su parte, el Reglamento de la Ley de Conciliación fue aprobado por Decreto Supremo Nº
014-2008-JUS, publicado en el Diario Oficial el 30 de agosto de 2008 (en adelante, el Reglamento), y con
fecha 11 de setiembre de 2008 fue publicada una extensa Fe de Erratas, por la cual se subsanaron algunas
omisiones del texto original del referido Reglamento.
Las modificatorias introducidas por el Decreto Legislativo Nº 1070, según su primera disposición final, entrarán
en vigencia progresivamente en los diferentes distritos conciliatorios del país según calendario oficial que
deberá ser aprobado mediante Decreto Supremo, excepto en los distritos conciliatorios de Lima, Trujillo y
Arequipa así como el Distrito Judicial del Cono Norte de Lima, salvo la provincia de Canta, en los cuales ya se
encuentran en plena aplicación puesto que se estableció un plazo de 60 días calendario desde la fecha de su
publicación para su entrada en vigencia. Asimismo, al haberse declarado concluido el Plan Piloto de
Obligatoriedad de la Conciliación Extrajudicial dispuesto por Decreto Supremo Nº 007-2000-JUS[5] de fecha
21 de setiembre del 2000, debe entenderse que en aquellos distritos conciliatorios donde se ha implementado
la obligatoriedad de la conciliación previa, esta resulta exigible no solamente en los temas de derechos
disponibles sino también en los procesos de familia y en los procesos laborales.
Por su parte, el Decreto Supremo Nº 014-2008-JUS sí se encuentra en plena vigencia al derogar el anterior
Reglamento aprobado por Decreto Supremo Nº 004-2005-JUS así como sus normas modificatorias y normas
de inferior jerarquía que se opongan a sus disposiciones. Claro está que existen algunas disposiciones que
presentan un período de vacatio legis, puesto que se establece un plazo de 270 días calendario posteriores a
la entrada en vigencia del Reglamento para que los Centros de Conciliación Extrajudicial adecuen su
infraestructura de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 47º del Reglamento. Asimismo, en el plazo máximo de
180 días calendario, los Centros de Conciliación Extrajudicial en forma obligatoria deberán de abrir nuevos
libros de registros de actas los que deberán ser autorizados por Notario. A si vez el Ministerio de Justicia en
coordinación con el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, dentro de los 9 meses siguientes a la
entrada en vigencia del Reglamento, evaluará el Plan Piloto en Conciliación Laboral Extrajudicial CEPICEL.
Finalmente la Dirección de Conciliación y Mecanismos Alternativos del Ministerio de Justicia creará el formato
para su trascripción en éste del Acta de Conciliación, siendo que su uso será obligatorio para la validez del
Acta a los 270 días calendario posteriores a la publicación del Reglamento.
Hasta antes de la modificatoria contenida en el Decreto Legislativo Nº 1070, el Código Procesal Civil de 1993
sí regulaba la institución de la conciliación pero con el carácter de ser una audiencia obligatoria que debía
realizar el Juez al interior del proceso. Durante su vigencia se estableció la conciliación procesal en el Perú
con las siguientes características: procesal (dentro del proceso); obligatoria, bajo sanción de nulidad del
proceso; se hacía ante el Juez del litigio; y, se hacía en la audiencia de conciliación respectiva o en cualquier
momento posterior del proceso, a pedido del Juez o de las partes.
Esta forma de conciliación llamada procesal está normada, básicamente, en dos partes del Código Procesal
Civil, a saber:
- La primera parte se remite a considerarla como una de las formas especiales de conclusión del proceso
(junto con el allanamiento y reconocimiento, la transacción judicial, el desistimiento -de la acción y de la
pretensión- y el abandono), y regulándola como tal en los artículos 323º al 329º que se encuentran en el
Capítulo I sobre Conciliación, Título IX, Formas Especiales de conclusión del proceso, Sección Tercera sobre
Actividad Procesal, del Libro I sobre Justicia Civil. Con la promulgación del Decreto Legislativo Nº 1070,
mediante su disposición modificatoria única se derogaron los artículos 326º (Audiencia de conciliación) y 329º
(Protocolo de la Conciliación) del Código Procesal Civil, a la vez que se modificaron los artículos 324º [6]y
327º[7] del mismo cuerpo normativo, transformando a la conciliación judicial como un acto facultativo para las
partes, por el cual la audiencia conciliatoria se puede realizar fuera del local del juzgado o a pedido de ambas
partes, adoptando un carácter facultativo.
- La segunda parte, dentro de la etapa postulatoria del proceso, se encontraba regulada en los artículos 468º
al 472º que se encuentra en el Título VI sobre Audiencia Conciliatoria o de Fijación de Puntos Controvertidos y
Saneamiento Probatorio, dentro de la Sección IV (Postulación del proceso) del Libro I (Justicia Civil) del
mismo Código. De estos artículos, el artículo 468º ha sido modificado prescindiendo de la realización de la
audiencia conciliatoria[8]; por su parte han sido derogados los artículos 469º al 472º referidos a la finalidad de
la audiencia de conciliación, y el hecho de tener una audiencia con o sin conciliación.
La reforma del proceso civil introducida en la disposición modificatoria del Decreto Legislativo Nº 1070 elimina
la obligatoriedad de la realización de la audiencia de conciliación procesal, transformándola en un sistema
facultativo, con lo que tenemos que no se elimina totalmente su realización, sino que se faculta a las partes a
solicitarla si es que ellas así lo desean. A criterio de un sector importante de magistrados, éste sistema es
adecuado porque flexibiliza la realización de la audiencia de conciliación judicial, tornándola más ágil y menos
formal; en este sentido nuestra posición siempre ha sido optar no por la eliminación de la audiencia de
conciliación en sede judicial, sino poner a disposición de las partes múltiples espacios de diálogo en los que
puedan emplear la conciliación, siendo un aspecto aparte el de la adecuada capacitación de los jueces en
técnicas de conciliación que les permitan ser menos empíricos y más eficientes en cuanto al desempeño de
su labor conciliadora.
b) Improcedencia de la demanda.
El Decreto Legislativo Nº 1070 ha derogado el numeral 7 del artículo 425º del Código Procesal Civil, que
señalaba como anexo de la demanda la copia certificada del Acta de Conciliación Extrajudicial. Esto debe ser
concordado con lo señalado por el artículo 6º de la Ley de Conciliación (incorporado por el referido Decreto
Legislativo 1070), que señala que si la parte demandante, en forma previa a interponer su demanda judicial,
no solicita ni concurre a la audiencia respectiva ante un Centro de Conciliación Extrajudicial, entonces el Juez
competente, al momento de calificar la demanda, la declarará improcedente por causa de manifiesta falta de
interés para obrar.
En otras palabras, el Acta de Conciliación deja de ser considerada como un requisito de admisibilidad y se
configura como un requisito de procedibilidad, adecuándola al tenor del artículo 427º del Código Procesal
Civil, específicamente a la causal de improcedencia de la demanda contenida en el numeral 2, eliminándose
la posibilidad de subsanar la omisión incurrida, siendo éste un punto a favor –pero no el único- de la
implementación de un régimen de obligatoriedad de concurrencia de las partes.
Aunque resulte cuestionable para algunos el hecho de considerar al acta de conciliación como un requisito de
procedibilidad en vez de un requisito de admisibilidad, debido esto a la clásica distinción entre requisitos de
fondo (procedibilidad) y de forma (admisibilidad), debemos recordar que la moderna doctrina procesal hace la
diferenciación basándose en la posibilidad de que en caso de ausencia del requisito de la demanda, éste
pueda ser subsanado o no; así, si puede ser subsanado será un requisito de admisibilidad, y si no se puede
subsanar, (como sucede en este caso, por un mandato legal) entonces nos encontramos frente a un requisito
de procedibilidad.
El Decreto Legislativo Nº 1070 ha modificado el tenor del Artículo 445º del Código Procesal Civil referente a la
reconvención, al señalar en su último párrafo que en caso que la pretensión reconvenida sea materia
conciliable el Juez para admitirla deberá verificar la concurrencia de dos requisitos: la asistencia del
demandado a la Audiencia de Conciliación y que conste la descripción de la o las controversias planteadas
por éste en el Acta de conciliación Extrajudicial presentada anexa a la demanda. Esta modificación guarda
concordancia con lo señalado en el tercer párrafo del artículo 15º de la Ley de conciliación, respecto de la
posibilidad de que el invitado que asista a la audiencia pueda exponer los hechos que determinen sus
pretensiones para una probable reconvención. Tenemos nuestras reservas respecto al régimen adoptado, las
mismas que expondremos líneas más adelante.
El artículo 15º de la Ley señala en su parte final que la inasistencia de la parte invitada a la Audiencia de
Conciliación, produce en el proceso judicial que se instaure, presunción legal relativa de verdad sobre los
hechos expuestos en el Acta de conciliación y reproducidos en la demanda. Asimismo, señala que la misma
presunción se aplicará a favor del invitado que asista y exponga los hechos que determinen sus pretensiones
para una probable reconvención, en el supuesto que el solicitante no asista. Vemos que se adopta para el
procedimiento conciliatorio el régimen que para el proceso judicial señala el artículo 461º del Código Procesal
civil, referente a los efectos de la declaración de rebeldía, la misma que causa presunción legal relativa sobre
la verdad de los hechos expuestos en la demanda; aunque esta declaración de rebeldía a nivel judicial no
exime a la parte actora de probar sus afirmaciones. En todo caso, si operara esta presunción relativa de
verdad a nivel conciliatorio, ésta presunción podría desvirtuarse mediante la actividad probatoria a ser
desarrollada por las partes en sede judicial.
e) Imposición de Multa.
Aunque no es una modificación expresa del Código Procesal Civil, el artículo 15º de la Ley introduce una
obligación adicional al Juez, de imponer en el proceso judicial que se instaure una multa no menor de dos ni
mayor de diez Unidades de Referencia Procesal a la parte que no haya asistido a la audiencia.
2. DE LOS PRINCIPIOS.
El artículo 2º del reglamento contiene el desarrollo de los principios éticos mencionados en el artículo 2º de la
Ley de Conciliación. Dichos principios deben considerarse como normas éticas, esto es, exigencias de
comportamiento a que se encuentran sujetos los conciliadores, ya que constituye un vehículo esencial para
mantener la dignidad de los mismos y el prestigio de la institución conciliadora.
Pero, como en definitiva la conciliación es una actividad con deberes y derechos éticos, todos aquellos que
participen en un procedimiento de conciliación deben comprometerse a respetar estos principios éticos
contemplados en el ejercicio de la Conciliación Extrajudicial y que se encuentran enumerados en el artículo 2º
de la ley y desarrollados en el artículo 2º del reglamento, como son la equidad, la veracidad, la buena fe, la
confidencialidad, la imparcialidad, la neutralidad, la legalidad, la celeridad y la economía.
Estos principios se constituyen en una especie de Código de Ética profesional de tipo deontológico, es decir,
contiene deberes que por el solo hecho de estar contenidos en la Ley de Conciliación se hacen de
cumplimiento obligatorio los principios estipulados. Atendiendo a que estos principios se constituyen como una
especie de normas guía, es decir, son las bases mismas de la institución conciliatoria que contienen ideas
directrices y conceptos generales a partir de las cuales se aplican las demás disposiciones legales y que
deben de servir de guía para la interpretación integral de la normatividad cuando nos encontremos frente a
vacíos o deficiencias de la norma, se estaría empleando una inadecuada técnica legislativa al establecer en
estos mismos principios excepciones a la regla general y pautas de comportamiento de tipo procedimental
que perfectamente podrían incorporarse al interior del texto legal de manera distinta a los principios.
2.1. Equidad.
"En el procedimiento conciliatorio se velará por el respeto del sentido de la justicia aplicada al caso particular,
materia de conciliación.
El Conciliador está obligado a generar condiciones de igualdad para que los conciliantes puedan lograr
acuerdos mutuamente beneficiosos.”.
La equidad debe ser concebida como el sentido de la justicia que poseen cada una de las partes aplicada al
caso particular, materia de conciliación; claro está que el sentido de justicia que se posea para cada caso
concreto puede variar dependiendo del tipo de justicia del que hablemos, así, podríamos hablar de justicia
distributiva (distribuir por igual o de acuerdo a las necesidades de cada cual), justicia conmutativa (retribuir un
bien con otro equivalente), justicia social (dar y tratar a los hombres como personas iguales a nosotros, dando
a cada quien lo que le corresponde como persona humana, con el propósito de una convivencia armoniosa), o
justicia legal (que es aquella establecida por ley), aunque en realidad debemos tener presente siempre que la
equidad será siempre el resultado o criterio para aplicar la justicia, no exclusivamente según la mera
aplicación de la ley, sino con justicia moral, social, útil para la convivencia.
Por este principio de equidad el conciliador debe tratar que el acuerdo final que construyan las partes sea
plenamente satisfactorio para ellas, acorde al sentido de justicia de aquellas y no al sentido de justicia que
pudiera tener el propio conciliador. Debe evitar, además, que el acuerdo sea no equitativo a una parte, o
resultado de información falsa, o de una negociación de mala fe.
Así, a fin de precisar que el sentido de lo justo proviene no del conciliador sino de las propias partes,
proponemos la modificación del numeral 1. Referente a la equidad en los siguientes términos:
Principio de equidad.- La equidad debe ser concebida como el sentido de justicia que poseen las partes,
aplicada al caso particular materia de conciliación.
Asimismo, el 2do. Párrafo que señala que “El Conciliador está obligado a generar condiciones de igualdad
para que los conciliantes puedan lograr acuerdos mutuamente beneficiosos.”, al constituirse en una pauta de
comportamiento para el conciliador, perfectamente podría incorporarse como una de las funciones del
conciliador que se encuentran reguladas en el artículo 43º del Reglamento.
2.2. Veracidad.
“La veracidad está dirigida a la búsqueda de lo querido realmente por las partes. El Conciliador no alterará
nunca el sentido o significado de los hechos, temas, intereses o acuerdos a que arriben éstas en el
procedimiento conciliatorio.
Los operadores del sistema conciliatorio deben remitir la información veraz y auténtica cuando les sea
requerida por el MINJUS.”.
Este principio se refiere a que se deberá tratar de contar con información cierta sobre las causas y efectos del
conflicto, buscando información fidedigna proporcionada por las partes, buscando que las partes se
conduzcan con la verdad. El conciliador también debe ser veraz en lo referente a la información en el
procedimiento conciliatorio en lo referente a su rol y cualidades; además, el conciliador debe observar este
principio en el momento del discurso inicial, al proporcionar información cierta y real acerca del procedimiento
conciliatorio y lo que se puede efectuar a su interior; así como de informar la direccionalidad que está
tomando el posible acuerdo y en la redacción del acuerdo conciliatorio, el cual debe recoger lo que las partes
realmente quieren.
Por otro lado, se recomienda la supresión del 2do. Párrafo referente a la exigencia de remitir al órgano rector
información veraz y auténtica, puesto que es una exigencia de tipo administrativo que ya se encuentra
regulada por la Ley Nº 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General.
Cuando el Conciliador tenga duda de la viabilidad de un acuerdo, tiene conocimiento o, al menos un indicio de
que está basado en información falsa o de mala fe, deberá recomendar a los conciliantes, que se apoyen en
expertos de la materia relacionada con dicho acuerdo antes de finalizarlo, cuidando que tal intervención no
perjudique o entorpezca el procedimiento de Conciliación o, en su caso, a alguno de los conciliantes.”.
La buena fe es la actitud y comportamiento, buena voluntad de las partes en el proceso, que implica tener fe
en la otra parte y en el conciliador; además de exigir que todos los que participan en la audiencia deben
actuar sin dobleces y sin deseo de obtener otro resultado diferente al de llegar a un acuerdo. Por ejemplo,
usar la audiencia conciliatoria para dilatar el ir a un juicio es actuar sin buena fe. En este sentido, se propone
la modificación del numeral 3. referente a la buena fe, a fin de que se incluya a los conciliadores dentro de sus
alcances, el cual podría quedar establecido en los siguientes términos:
Principio de buena fe.- La buena fe se entiende como la exigencia de que todos los intervinientes en el
procedimiento conciliatorio actúen de manera honesta y leal, confiando en que esa será su conducta.
Respecto a la segunda parte del literal c), sugerimos que pase a complementar el numeral 1. del artículo 21º
del Reglamento que establece las Reglas de la Audiencia de Conciliación para el caso de que las partes
concurran con Asesores, a fin que se establezca dos categorías de Asesores, los designados por las partes y
el sugerido a las partes por el conciliador al interior del procedimiento conciliatorio.
2.4. Confidencialidad.
“La información derivada del procedimiento de Conciliación es confidencial, y no debe ser revelada a persona
ajena a las negociaciones, sin el consentimiento de quien proporcionó dicha información. La confidencialidad
involucra al Conciliador, a las partes invitadas, así como a toda persona que participe en el procedimiento
conciliatorio.”.
Este principio se encuentra relacionado con el hecho de guardar secreto, como sucede con los casos de
secreto profesional y secreto de confesión, por mencionar dos casos conocidos por todos; y en el caso de la
conciliación se convierte en el principio ético más importante y su signo más distintivo. La Confidencialidad
supone que, tanto el conciliador como las partes, deben guardar absoluta reserva de todo lo sostenido o
propuesto. Por su parte el artículo 8º de la Ley de Conciliación ordena que todos los que participan en la
audiencia de conciliación deben mantener reserva de lo actuado, siendo que conforme lo señala el artículo
10º del Reglamento, todo lo sostenido o propuesto en la Audiencia de conciliación carece de valor probatorio
en cualquier proceso judicial, arbitraje o administrativo que se promueva posteriormente, aun en aquellos que
se originen en hechos distintos a los que dieron origen a la controversia materia de conciliación.
La actual redacción del numeral bajo análisis no establece una definición de lo que debe entenderse por
principio de confidencialidad, optando por señalar qué debe hacer el tercero en atención a esa
confidencialidad, tal y como sucede en cuerpos normativos similares[10]. Estas disposiciones legales precisan
que el deber de confidencialidad comprende tanto a las partes como al conciliador, aunque debemos acotar
que en algunos casos el deber de reserva solamente se aplica en tanto se encuentre vigente el procedimiento
conciliatorio y en otros se extiende aun cuando haya culminado.
En todo caso, consideramos que la confidencialidad podría hacerse extensiva a todo lo sostenido o propuesto
durante la audiencia de conciliación, información que no podrá revelarse aunque haya culminado el
procedimiento de conciliación. En este sentido no resultaría válida la disposición que señala en vía de
excepción que “la información (...) no debe ser revelada en ninguna etapa del proceso a persona ajena a las
negociaciones, sin el consentimiento de quien proporcionó dicha información...”. La regla general debe
señalar que el principio de confidencialidad es la incapacidad para revelar cualquier tipo de información que
se haya manejado al interior de la audiencia de conciliación, y el referido consentimiento para revelar
información se referiría únicamente a la información obtenida en la sesión privada y que se autoriza a emplear
en la sesión conjunta. Por otro lado, se entiende que los actos procedimentales no estarían subsumidos
dentro de la confidencialidad, pudiéndose remitir copia certificada de los expedientes de procedimientos
conciliatorios ante un magistrado al requerimiento de éste, ya que dichos expedientes contendrían
documentos tales como solicitud, designación de conciliador, invitación para conciliar, documentos de
prorroga y Actas de conciliación los cuales no revelarían lo acontecido en la audiencia conciliatoria al estar
protegidos por la confidencialidad.
Por otro lado, la Ley señala en su artículo 8º como excepciones al principio de confidencialidad el
conocimiento de hechos que conduzcan a establecer indicios razonables de la comisión de un delito o falta.
Pero el artículo 10º del Reglamento prescribe como excepciones a la confidencialidad el conocimiento en la
audiencia de conciliación de la inminente realización o la consumación de delitos que vulneren los derechos a
la vida, el cuerpo, la salud, la libertad sexual u otros que por su trascendencia social no deben ser
privilegiados con la confidencialidad y sean incompatibles con los principios y fines de la conciliación.
Asimismo, cuando una de las partes exprese por escrito su consentimiento.
Es decir, la pregunta que surge es si las faltas siguen siendo excepciones al principio de confidencialidad,
cuando sabemos que tanto delitos como faltas no son conciliables, pero las excepciones a la confidencialidad
–pilar fundamental de la conciliación- deberían darse únicamente a determinados tipos de delitos debiendo de
aplicarse el sistema de númerus clausus. Consideramos que el sistema de númerus clausus es el ideal, ya
que el sistema de númerus apertus deja varias materias a la consideración de cada caso particular y si
tomamos en cuenta que la mayoría de conciliadores no son abogados, entonces el problema va a ser muy
complicado al intentar entender cuales son las materias que se encuentran subsumidas dentro del concepto
de materias conciliables.
No se ha establecido qué sucede si el Conciliador omite dar dicho aviso. Pareciera que esta omisión lo llevaría
a ser pasible de una pena por delito contra la función jurisdiccional (Art. 407º Código Penal[11]). Este tema
debe ser muy bien estudiado y dilucidado porque el principio de la confidencialidad es uno de los pilares
fundamentales de la Institución de la Conciliación Extrajudicial algunas personas podrían desconfiar de ella.
Por otro lado, ¿bastará la manifestación de voluntad de una de las partes para vulnerar el principio de
confidencialidad tal y como lo señala la parte final del artículo 10º del Reglamento? Debiera señalarse de
mejor manera en qué casos podría admitirse esta excepción, puesto que de la manera como está redactada,
se torna muy amplia y vulneraría la confidencialidad. Asumimos que ésta excepción –nuevamente- se
encuentra relacionada con lo que acontece al interior de las sesiones privadas o caucus, aunque la exigencia
de que dicho consentimiento conste por escrito es muy formalista y se contradice con la informalidad propia
de la conciliación. Aunque en este sentido también habría que mencionar que el último párrafo del artículo 16º
de la Ley incluye una disposición que podría ser considerada también una excepción al principio de la
confidencialidad al establecer que “El Acta no podrá contener las posiciones y las propuestas de las partes o
del conciliador, salvo que ambas lo autoricen expresamente, lo que podrá ser merituado por el Juez respectivo
en su oportunidad.”. En este caso, vemos que se vulnera la confidencialidad que debe proteger a todo lo
sostenido o propuesto por las partes en la audiencia de conciliación, claro está que el requisito para incluir en
el acta de conciliación las posiciones o propuestas de las partes es que ambas estén de acuerdo en
consignarlas, siendo que si no se da esta situación entonces sigue rigiendo la confidencialidad; por otro lado,
de darse esta situación, asumimos que el Juez únicamente podrá merituar las posiciones y las propuestas de
las partes en los casos de actas que no contengan acuerdos, antes de adoptar una decisión, puesto que en
las actas con acuerdo sería irrelevante consideraras, porque únicamente se van a ejecutar los acuerdos. En
todo caso, debería adoptarse el régimen anterior de la confidencialidad, sin admitir excepciones sin ningún
tipo de justificación.
Al ser necesaria una definición del principio de confidencialidad, se podría adoptar una en los siguientes
términos:
“Principio de Imparcialidad.- El conciliador no debe identificarse con los intereses de las partes, quien tiene el
deber de colaborar con los participantes sin imponer propuesta de solución alguna. La conciliación se ejerce
sin discriminar a las personas y sin realizar diferencias.
Principio de Neutralidad.- El Conciliador debe en principio, abstenerse de conocer los casos, en los que
participan personas vinculadas a él o su entorno familiar, al personal del Centro de conciliación, o en los que
participen conciliantes con los cuales lo vincule parentesco, salvo que las partes soliciten expresamente la
intervención de aquel.”
2.6. Legalidad.
El literal g) del artículo 2º del Reglamento se refiere al principio de legalidad en los siguientes términos:
“La actividad conciliatoria se enmarca dentro de lo establecido en la Ley y Reglamento; en concordancia con
el ordenamiento jurídico.”
La legalidad expresa la conformidad del acuerdo conciliatorio al que arriben las partes, con el ordenamiento
jurídico vigente. Recordemos que los conciliadores no necesariamente son abogados, por lo tanto, esta
función no es de aplicación amplia. Además, son las partes las que se van a dar su propia solución, en
ejercicio de su libertad, y en este caso los términos del acuerdo no se construyen con criterios estrictamente
legales, sino que la ley -debe entenderse la ley imperativa- sirve de límite a la libertad que tienen los sujetos
para crear sus propias soluciones. Para este efecto los Centros de Conciliación deben contar con un abogado
que certifique que el acuerdo a que se haya llegado no vulnera ningún dispositivo legal o norma imperativa,
pudiendo dejarse de lado normas de derecho dispositivo.
En los casos en que el conciliador no sea abogado y para evitar que el acuerdo al que se llegue pueda
prescindir del derecho o la ley imperativa aplicable, entonces el conciliador deberá tener la opinión favorable
del abogado del Centro de Conciliación, quien verificará la legalidad del acuerdo conciliatorio antes de su
redacción final en el Acta. Si el conciliador fuera abogado entonces ejercerá doble función: la de conciliador y
la de supervisor de la legalidad de los acuerdos.
La exigencia de comportamiento de conciliadores y abogados acorde con el orden legal y las potestades
conferidas por ley es totalmente distinta al concepto del principio de legalidad que tiene que ver con el
acuerdo y la no vulneración de normas legales imperativas, por lo que la redacción del principio de legalidad
debería hacer referencia a la legalidad del acuerdo.
“Principio de celeridad.- La función conciliadora debe ejercerse permitiendo a las partes la solución pronta y
rápida de su conflicto.
Principio de economía.- El procedimiento conciliatorio está orientado a que las partes ahorren tiempo y costos
que les demandaría involucrarse en un proceso judicial.”
Se discute la calidad ética de estos principios, ya que en realidad serían principios estrictamente procesales
que se configuran en características principales de los medios alternativos de resolución de conflictos, que
tienden a evitar la dilación del tiempo que llevaría adoptar un acuerdo, llegando a él en el menor número de
pasos procesales, con el consiguiente ahorro de tiempo y dinero, por lo que deben tenerse presentes por el
Conciliador y las partes.
3. MATERIAS CONCILIABLES.
El régimen de las materias conciliables ha sufrido una modificación importante, en lo que respecta a las
materias obligatorias, pero también hay diferencias con el tratamiento normativo anterior respecto de las
materias conciliables facultativas y las improcedentes[15].
Son materia de conciliación las pretensiones determinadas o determinables que versen sobre derechos
disponibles de las partes.
En materia de familia, son conciliables aquellas pretensiones que versen sobre pensión de alimentos, régimen
de visitas, tenencia, así como otras que se deriven de la relación familiar y respecto de las cuales las partes
tengan libre disposición. El conciliador en su actuación deberá aplicar el Principio del Interés Superior del
Niño.
La conciliación en materia laboral se llevará a cabo respetando el carácter irrenunciable de los derechos del
trabajador reconocidos por la Constitución Política del Perú y la ley.
La materia laboral será atendida por los Centros de Conciliación Gratuitos del Ministerio de Justicia, Ministerio
de Trabajo y Promoción del Empleo y por los Centros de Conciliación Privados para lo cual deberán contar
con conciliadores acreditados en esta materia por el Ministerio de Justicia. En la audiencia de conciliación en
materia laboral las partes podrán contar con un abogado de su elección o, en su defecto, deberá de estar
presente al inicio de la audiencia el abogado verificador de la legalidad de los acuerdos.
En materia contractual relativa a las contrataciones y adquisiciones del Estado, se llevará a cabo de acuerdo a
la ley de la materia.”
Respecto de las materias conciliables en temas de familia, éstas siguen siendo la pensión de alimentos (que
puede ser solicitada por menores de edad pero también por personas mayores de edad), régimen de visitas y
tenencia, siendo que se ha excluido a la liquidación de sociedad de gananciales como materia conciliable
taxativamente señalada en la norma. Si tomamos en cuenta lo señalado por el artículo 4º de la Ley Nº 29227,
Ley que regula el Procedimiento No Contencioso de la Separación Convencional y Divorcio Ulterior en las
Municipalidades y Notarías (conocida como Ley de Divorcio Rápido), para solicitar la separación
convencional, en el caso de que los cónyuges tengan hijos menores de edad o con incapacidad, deben
presentar una sentencia judicial o un acta de conciliación emitida conforme a ley, respecto de los regímenes
del ejercicio de la patria potestad, alimentos, tenencia y de visitas de aquellos. Aquí surge una discrepancia
respecto de las materias conciliables, pero debemos hacer la precisión que según la Ley de Conciliación la
patria potestad no resultaría una materia conciliable, pero sí los atributos que derivan de ella, específicamente
en lo que respecta a alimentos, régimen de visitas y tenencia.
Asimismo, debemos señalar que la liquidación de sociedad de gananciales es un derecho de libre disposición
que deriva de la relación familiar, por lo que debemos entender que sigue siendo una materia conciliable,
pudiendo presentarse como propuesta de convenio ante el Poder Judicial, mas no tendría validez como
requisito del trámite de divorcio rápido ante Notarías y Municipios regulado por la Ley Nº 29227, el mismo que
exige respecto del régimen patrimonial la presentación de una Escritura Pública debidamente inscrita. En este
sentido, podría presentarse un proyecto de ley en el que se establezca una cuantía mínima para exigir el
requisito de la escritura pública de cambio o liquidación de régimen patrimonial, a fin de que en algunos casos
de poca cuantía se pueda acceder al divorcio rápido con un acta de conciliación que regule la liquidación de
sociedad de gananciales y no resulte en un trámite adicional y oneroso para las partes.
Los temas laborales pueden conciliarse ante un Centro de Conciliación, pero deberá resolverse de manera
previa la formación y capacitación de los conciliadores en la especialidad laboral; por ello, seguirá siendo
potestad del Ministerio de Trabajo y del Ministerio de Justicia en aplicación del Plan Piloto en materia laboral.
Lo que sí incorpora es una función adicional del abogado del Centro de Conciliación, quien deberá estar
presente al momento del inicio de la audiencia en caso de que alguna de las partes concurra sin abogado,
entendemos para verificar la legalidad de los acuerdos y el respeto a los derechos irrenunciables del
trabajador.
El artículo 9º de la Ley establece los casos de inexigibilidad de la conciliación extrajudicial según el siguiente
tenor:
d) En el retracto.
Resulta un gran avance considerar algunos temas como materias conciliables facultativas, puesto que ahora
se admite la posibilidad de conciliar títulos ejecutivos (situación que ya aceptaba la Ley de Mediación en
Argentina), lo que puede significar para las partes un procedimiento más cercano y flexible que el consabido
proceso de ejecución. Lo que sí resultaría cuestionable es considerar a la prescripción adquisitiva de dominio
como materia conciliable –aunque sea de manera facultativa- toda vez que será el Órgano Jurisdiccional el
único encargado de declarar si el demandante ha adquirido la propiedad por el transcurso del tiempo, no
siendo esta una facultad de las partes. En el mismo sentido, se cuestiona la inclusión de la impugnación
judicial de acuerdos o las acciones de nulidad en asuntos regulados por la Ley General de Sociedades.
Una omisión a subsanar es la posibilidad de iniciar un procedimiento conciliatorio antes del inicio de un
procedimiento de arbitraje, cosa que sí señalaba la anterior regulación, siendo partidarios de su incorporación
en el texto legal como materia facultativa, toda vez que según el artículo 50º del Decreto Legislativo Nº 1071,
que regula el Arbitraje, al interior del procedimiento arbitral se habla sólo de la posibilidad de realizar una
transacción, cuya naturaleza jurídica reposa en la obligatoriedad de realizar concesiones recíprocas, mientras
que en la conciliación se habla de concesiones unilaterales o bilaterales. Al respecto, recordemos que en
otros países se aplica la conocida Cláusula Med-Arb, por medio de la cual se puede iniciar de manera
facultativa un procedimiento de mediación antes de iniciar el arbitraje, con la finalidad de explorar la
posibilidad de concluir de manera negociada y rápida la controversia, y si esto no era posible entonces se
procedía a iniciar el procedimiento arbitral.
Por su parte, el Artículo 9º del Reglamento precisa que la conciliación no es obligatoria en los casos
señalados en el artículo 7º-A de la Ley, haciendo el distingo entre supuestos y materias de conciliación no
obligatoria según el siguiente detalle:
- Supuestos de Conciliación no obligatoria: los previstos en los incisos a) y b) del artículo 7º-A de la Ley.
- Materias de Conciliación no obligatorias: las previstas en los incisos d), e), f), g), h) e i) del artículo 7º-A
de la Ley.
Por su parte se ha incorporado el artículo 7º-A a la Ley, que señala casos de improcedencia de la conciliación,
según el siguiente tenor:
b) Cuando la parte invitada domicilia en el extranjero, salvo que el apoderado cuente con poder expreso
para ser invitado a un Centro de Conciliación.
c) Cuando se trate de derechos y bienes de incapaces a que se refieren los artículos 43º y 44º del Código
Civil.
f) En los procesos de nulidad, ineficacia y anulabilidad de acto jurídico, éste último en los supuestos
establecidos en los incisos 1,3 y 4 del artículo 221º del Código Civil.
h) En los casos de violencia familiar, salvo en la forma regulada por la Ley Nº 28494, Ley de Conciliación
Fiscal en Asuntos de Derecho de Familia.
i) En las demás pretensiones que no sean de libre disposición por las partes conciliantes.”
Éste tema es regulado de una manera muy deficiente en el texto del Artículo 8º del Reglamento, que señala
que son materias no conciliables: la nulidad del acto jurídico (omitiendo mencionar a la ineficacia y a la
anulabilidad), la declaración judicial de heredero, la violencia familiar, las materias que se ventilan ante el
proceso contencioso administrativo (considerada facultativa según el artículo 9º de la Ley), los procesos de
impugnación judicial de acuerdos a que se refiere el artículo 139º de la Ley General de Sociedades y las
pretensiones de nulidad a que se refiere el artículo 150º de la misma norma por ser materias indisponibles
(que también son consideradas materias conciliables facultativas según el precitado artículo 9º de la Ley) y
todas aquellas pretensiones que no sean de libre disposición por las partes conciliantes; y decimos deficiente
puesto que el texto del reglamento contiene menos materias que las señaladas de manera más extensa en el
texto de la Ley y su redacción integral presta a confusión. Asimismo, no se pronuncia respecto de la
improcedencia de la conciliación en los casos de delitos y faltas, cosa que sí hacía la legislación anterior.
Finalmente, tampoco procedería la conciliación como requisito previo a la interposición de procesos no
contenciosos, toda vez que no hay conflicto y se busca la declaración de un derecho, atribución exclusiva del
magistrado.
En todo caso, proponemos mejorar la redacción de las materias conciliables sobre la base de los criterios de
ser Obligatorias, Facultativas e Improcedentes clasificándolas según el siguiente detalle:
- Pretensiones determinadas o determinables que versen sobre derechos disponibles de las partes.
- En el caso de derecho de familia son conciliables los atributos derivados de la patria potestad
referentes a los temas de pensión de alimentos (sin perjuicio de su ejercicio en vía de conciliación por parte
de mayores de edad conforme a ley), régimen de visitas y tenencia, debiendo tener presente en su actuación
el principio del Interés Superior del Niño. Asimismo, se podrán conciliar que se deriven de la relación familiar y
respecto de los cuales las partes tengan libre disposición.
- En materia contractual relativa a las contrataciones y adquisiciones del Estado, se llevará a cavo de
acuerdo a la ley de la materia.
Materias Conciliables Facultativas:
- Procesos de Ejecución.
- Procesos de Tercería.
- Retracto.
- Cuando las partes han convenido que cualquier discrepancia entre ellas se solucionará en la vía
arbitral, quedando habilitadas para iniciar el arbitraje.
- Cuando se trate de derechos y bienes de incapaces a que se refieren los artículos 43º y 44º del Código
Civil.
- Delitos y Faltas
- Procesos No Contenciosos.
- Procesos Cautelares.
- En los casos de violencia familiar, salvo en la forma regulada por la Ley Nº 28494, Ley de Conciliación
Fiscal en Asuntos de Familia.
- Todas las pretensiones que no sean de libre disposición por las partes conciliantes.
Como ya se ha señalado precedentemente, tanto el artículo 6º de la Ley como la parte final del artículo 15º de
la Ley señalan un Régimen de Obligatoriedad de Concurrencia de las Partes a la Audiencia de Conciliación,
puesto que de su tenor se desprenden varias sanciones a la parte que no concurre a la audiencia de
conciliación, a saber:
c) La misma presunción legal relativa de verdad se aplicará a favor del invitado que asista y exponga los
hechos que determinen sus pretensiones para una probable reconvención, en el supuesto de que el
solicitante no asista.
d) El Juez debe imponer en el proceso una multa no menor de dos ni mayor de diez Unidades de
Referencia Procesal a la parte que no haya asistido a la Audiencia.
Si bien es cierto resulta plausible la implementación de éste régimen de obligatoriedad de las partes a la
audiencia de conciliación extrajudicial a fin de generar un comportamiento reiterado y constante en los
usuarios del sistema de administración de justicia a fin de obligarlos a pasar por una instancia previa de
conciliación, existen algunos puntos que resultan discutibles en lo que respecta a su justificación y puesta en
práctica.
Somos de la opinión de que la prohibición de reconvenir en un proceso judicial al invitado que no concurre a la
audiencia de conciliación tiene como fundamento precisamente obligarlo a concurrir al procedimiento
conciliatorio. En este sentido debería bastar la sola concurrencia de la parte invitada a la audiencia para
habilitarlo a formular una reconvención (tal y como contemplaba originalmente el Proyecto de Ley Nº
1910/2007-PE), sin tener que exigirle que además exponga los fundamentos de su reconvención, toda vez
que estos fundamentos recién podrán ser esgrimidos cuando se presente la demanda, sobre la base de las
pretensiones determinadas y determinables que se plasmen en el acta. Además, tal y como está concebido el
régimen, si la sola concurrencia del invitado no lo habilita para plantear su reconvención, sugeriríamos que
vaya acompañado de un abogado a la audiencia de conciliación para evaluar la posibilidad de argumentar su
posible reconvención y que ésta se encuentre plasmada de manera mínima en el Acta.
Otro tema interesante resulta de la posibilidad de imponer multa a la parte que no concurre al procedimiento.
La lógica nos lleva a determinar que si la inasistencia es del invitado, entonces sí podría imponerse la multa
en sede judicial, pero ¿es posible imponer una multa al solicitante que no concurre a la conciliación?. Queda
claro que si el solicitante no concurre a la audiencia, la sanción que recibe es la improcedencia de su
demanda, pero creemos que el caso debe referirse al hecho que, por ejemplo, en un caso de desalojo el único
que concurre al procedimiento conciliatorio es el invitado, quien debido a la inasistencia del solicitante plantea
en el acta los fundamentos de su eventual reconvención solicitando mejoras, y posteriormente demanda estas
mejoras en sede judicial. En este caso, el invitado pasa a estar habilitado para solicitar mejoras y como fue el
solicitante quien no concurrió, perfectamente podría ser objeto de la referida multa en el posterior proceso
judicial como consecuencia de su inasistencia a la etapa previa de conciliación.
5. EL PROCEDIMIENTO CONCILIATORIO.
Respecto del régimen del procedimiento conciliatorio, encontramos algunas reformas que merecen
comentario. Para comenzar, según la modificatoria incorporada por el actual artículo 5º de la Ley, se ha
derogado la posibilidad de concurrir ante los Jueces de Paz Letrado, por lo que únicamente puede solicitarse
la conciliación ante los Centros de Conciliación Extrajudiciales privados o los Centros de Conciliación
Gratuitos del Ministerio de Justicia.
Siguiendo la línea marcada por la regulación legal anterior, la tercera disposición complementaria final del
Reglamento señala que cada Provincia de cada Departamento se considera como un Distrito Conciliatorio.
Existe únicamente un punto discutible en lo que respecta a considerar a las Provincias del Departamento de
Lima y la Provincia Constitucional del Callao como un solo Distrito Conciliatorio, debido a que se generaría
una jurisdicción a nivel departamental, asumiendo que tal hecho se debe a un error de escritura, ya que
siempre se ha considerado a la Provincia de Lima (no al Departamento) y la Provincia Constitucional del
Callao como un solo Distrito Conciliatorio.
5.1. Solicitud de Conciliación:
Respecto de la solicitud de conciliación, el artículo 12º del Reglamento señala cuales son los requisitos de la
misma, los mismos que no han sufrido modificación importante más que en los siguientes aspectos.
El primero referido a la posibilidad de que los padres de familia que sean menores de edad puedan concurrir
al procedimiento para solicitar alimentos de sus hijos, siendo que para ello deberán presentar su partida de
nacimiento o documento de identidad, pero la redacción debería ser más clara en el sentido de que se deberá
acreditar el entroncamiento con la presentación de la respectiva partida de nacimiento de los hijos.
Otro aspecto es el que tiene que ver con la imposibilidad de concurrencia del solicitante a la sede del centro
de conciliación, debiendo consignar este hecho en la solicitud a fin de aceptar la representación. La
representación, tanto del solicitante como del invitado, se da por supuestos de incapacidad física (temporal o
permanente) que deberán ser acreditados mediante certificado médico emitido por institución de salud según
lo señala el artículo 14º del Reglamento. Asimismo, se puede otorgar representación debido a la incapacidad
de concurrencia por domiciliar fuera del territorio nacional o en otro distrito conciliatorio, que deberá ser
acreditada con la constancia de movimiento migratorio o certificado domiciliario.
Existe además una obligación contenida en el artículo 56º numeral 48 del Reglamento, de no aceptar
solicitudes de conciliación en las que no se acredite la existencia previa de un conflicto, lo cual resulta
discutible en el caso de algunas solicitudes conjuntas que únicamente quieren formalizar acuerdos, como
pudiera ocurrir en el caso de una pareja que viene cumpliendo de manera informal con su obligación
alimentaria, sin documento de por medio, y que a pesar de no tener problema alguno respecto del
cumplimiento, deciden suscribir un acuerdo conciliatorio para tener un documento que dé fuerza legal al
compromiso verbal.
Asimismo, el artículo 15º de la Ley señala las formas de conclusión del procedimiento conciliatorio, a saber:
- Decisión debidamente motivada del conciliador, en audiencia efectiva, por advertir violación a los
principios de la conciliación, por retirarse alguna de las partes antes de la conclusión de la audiencia o por
negarse a firmar el acta de conciliación.
Puede advertirse que, en concordancia con el literal a) del artículo 7-A de la Ley, se ha eliminado la exigencia
de iniciar la conciliación en los casos de desconocimiento de domicilio o centro de trabajo de la parte invitada
a conciliar, lo que supone un avance, ya que en estos casos no se iba a realizar la audiencia sino mas bien
solamente se cumplía con un requisito previo a la interposición de la demanda.
Por otro lado, se ha incorporado al texto de la ley lo que ya contemplaba el anterior reglamento, respecto de
los casos de conclusión del procedimiento en decisión debidamente fundamentada del conciliador. Solamente
creemos que los actos que justifican esta conclusión deberían ser enunciados de manera no limitativa, puesto
que esta forma será la gran receptora de causales de conclusión del procedimiento conciliatorio que no
encajan en las demás. En este orden de ideas, deberíamos asumir de manera extensiva que el hecho de
concluir el procedimiento conciliatorio al tomar conocimiento de la comisión de un delito se encuentra incluido
dentro de la violación de uno de los principios de la conciliación, como es el de la confidencialidad.
Otro tema a tratarse, puesto que afecta directamente la dinámica de los Centros de Conciliación, es el
referente a los nuevos plazos del procedimiento conciliatorio que se han señalado en la Ley.
El Artículo 12º de la Ley señala que, una vez recibida la solicitud, el Centro de Conciliación designará al
Conciliador al día hábil siguiente, teniendo éste dos días hábiles a fin de cursar las invitaciones a las partes
para la realización de la audiencia de conciliación, las mismas que, por modificatoria incorporada en el artículo
16º del Reglamento, deberán consignar obligatoriamente la indicación pertinente para que en el caso de
personas analfabetas o que no puedan firmar, éstas comparezcan acompañadas de un testigo a ruego.
Asimismo, el plazo para la realización de la audiencia no superará los siete días hábiles contados a partir del
día siguiente de cursadas las invitaciones, debiendo mediar entre la recepción de la invitación y la fecha de
audiencia no menos de tres días hábiles. Finalmente señala que, de no concurrir una de las partes, el
conciliador señalará nueva fecha de audiencia notificando en el acto a la parte asistente, respetando los
plazos señalados en el párrafo anterior.
Por su parte el artículo 10º de la Ley precisa que la Audiencia de Conciliación es única y se realizará en el
local del Centro de Conciliación autorizado en presencia del conciliador y de las partes, pudiendo comprender
la sesión o sesiones necesarias. Excepcionalmente, el Ministerio de Justicia podrá autorizar la realización de
la audiencia de conciliación en un local distinto, el cual deberá encontrarse adecuado para el desarrollo de la
misma. Si concordamos esto con lo señalado en los artículos 19º y 56º numeral 25 del Reglamento, veremos
que las causales de realización de la audiencia en un lugar distinto del Centro de conciliación se deben
únicamente a casos de impedimento de desplazamiento originados a su vez por una incapacidad temporal o
permanente; en los casos de incapacidad temporal el Centro de Conciliación podrá disponer por única vez el
señalamiento de nueva fecha de audiencia, o que la audiencia se desarrolle en el domicilio del incapacitado,
posibilidad que también se contempla para la incapacidad permanente. Claro está que existe exigencia de
realizar las audiencias en el local del Centro, y cualquier situación excepcional debe ser autorizada por el
Ministerio de Justicia, pero no se establece el procedimiento administrativo a seguir para conseguir la
autorización de la Dirección de Conciliación y Medios Alternativos del Ministerio de Justicia (con sede en la
ciudad de Lima), así como tampoco se señala su duración ni tampoco si en éste opera silencio administrativo
positivo o negativo, debiendo subsanarse esta omisión precisando el procedimiento al seguir en el más breve
plazo si es que se desea implementar válidamente esta posibilidad.
Finalmente, el artículo 11º de la Ley establece que el plazo de la audiencia única podrá ser de hasta 30 días
calendarios contados a partir de la fecha de la primera sesión, siendo que este plazo sólo podrá ser
prorrogado por acuerdo de las partes.
Estimamos que los plazos de 2 días para redactar y notificar las invitaciones y de 7 días para proceder a la
realización de la audiencia señalados en el artículo 12º de la Ley son producto de una mal entendida celeridad
y economía procesal y resultan insuficientes para atender eficientemente la eventual demanda de servicios
conciliatorios, sobre todo si tomamos en cuenta las nuevas formalidades del acto de invitación contenidas en
el artículo 17º del Reglamento, que adoptan un régimen híbrido entre la notificación judicial y el
diligenciamiento notarial estableciendo la innecesaria modalidad del aviso en caso de no encontrar a persona
en el domicilio, y de establecer la posibilidad de practicar la diligencia con la participación de testigos[17]. En
este sentido, los plazos de 5 y 10 días señalados en el anterior reglamento así como el régimen de
notificaciones del anterior Reglamento resultarían más adecuados a este tipo de procedimiento.
Por otro lado, el artículo 15º del Reglamento, en su parte final, señala que, en casos el acuerdo al que
pudieran arribar las partes afecte el derecho de terceros, para continuar la audiencia de conciliación éstos
deberán ser citados e incorporados al procedimiento de conciliación, siendo que en caso los terceros no
asistan a la audiencia convocada, las partes podrán llegar a acuerdos sobre las materias que únicamente los
afecte a ellos. Ello implicaría que el conciliador deberá estar atento a lo manifestado por las partes en el
desarrollo de la audiencia, como podría suceder en el caso de actos de disposición patrimonial que se dieran
en una audiencia en la cual se ha señalado que existen otros acreedores de una de las partes, lo que
generaría una especie de procedimiento concursal para determinar el orden de prelación del pago de las
acreencias.
5.4. Representación:
El artículo 14º de la ley establece que la concurrencia a la audiencia de conciliación es personal, salvo las
personas que conforme a Ley deban actuar a través de representante legal. En este sentido señala dos
clases de excepciones a la regla de la concurrencia personal: la primera referida únicamente a las personas
domiciliadas en el extranjero o en distintos distritos conciliatorios, y la segunda que se aplica a personas
impedidas de trasladarse al centro de conciliación. En este orden de ideas, si una persona no se encuentra
bajo los supuestos de estos dos casos, su concurrencia será personal, no admitiéndose la representación.
Se señala además que el poder deberá ser extendido mediante escritura pública y con facultades
expresamente otorgadas para conciliar, no requiriendo inscripción registral en el caso de haber sido otorgado
con posterioridad a la invitación para conciliar. Pero señala luego que en caso de que las facultades -de
representación- hayan sido otorgadas con anterioridad a la invitación el poder deberá además contar con
facultades para que el apoderado pueda ser invitado a un proceso conciliatorio, esta disposición supone un
trámite de modificación de poder o el otorgamiento de uno nuevo, pero debería unificarse el criterio de que el
único requisito para el poder debiera ser que sea extendido por escritura pública y con facultades
expresamente para conciliar, a fin de no crear un régimen diferenciado en base a la fecha de otorgamiento de
poder que resultaría más oneroso a los conciliantes.
Asimismo, señala que en caso que una de las partes esté conformada por cinco o más personas, podrán ser
representadas por un apoderado común. Deberíamos asumir que en este caso no interesaría si se encuentran
bajo los supuestos de la excepción a la concurrencia personal, aunque parecería arbitrario el señalamiento de
cinco personas.
6. EL ACTA DE CONCILIACIÓN.
Debemos precisar que, por modificación incorporada por el Decreto Legislativo Nº 1069 (publicado en la
misma fecha que el Decreto Legislativo Nº 1070), se ha derogado el artículo 713º del Código Procesal Civil
referente a los Títulos de Ejecución, siendo que en virtud del actual texto del artículo 688º del Código Procesal
Civil, las Actas de Conciliación deben ser consideradas como Títulos Ejecutivos de naturaleza Extrajudicial.
Por su parte, el artículo 22º del Reglamento, al hablar del valor asignado al Acta de Conciliación señala que el
Acta que contiene el acuerdo conciliatorio es un documento privado y puede ser ofrecido como medio de
prueba en un proceso judicial, siendo que el acuerdo conciliatorio subsiste aunque el documento que lo
contiene se declare nulo.
Respecto de la ejecución del Acta con acuerdo, ésta se da en virtud de las disposiciones contenidas en el
Título V (Proceso Único de Ejecución), específicamente el Capítulo III sobre Ejecución de Resoluciones
Judiciales, Artículo 715º y siguientes del Código Procesal Civil.
El artículo 16º de la Ley, referido al Acta de Conciliación, se encuentra redactado en los siguientes términos:
“Artículo 16º.- Acta.- El Acta es el documento que expresa a manifestación de voluntad de las partes en la
Conciliación Extrajudicial. El Acta debe contener necesariamente una de las formas de conclusión del
procedimiento conciliatorio señaladas en el artículo anterior.
a. Número correlativo.
b. Número de expediente.
d. Nombres, número de documento oficial de identidad y domicilio de las partes y de sus representantes y,
de ser el caso, del testigo a ruego.
del conciliador.
g. Los hechos expuestos en la solicitud de conciliación y, en su caso, los hechos expuestos por el invitado
como sustento de su probable reconvención, así como la descripción de la o las controversias
correspondientes en ambos casos. Para estos efectos, se podrá adjuntar la solicitud de conciliación, la que
formará parte integrante de Acta, en el modo que establezca el Reglamento.
h. El Acuerdo Conciliatorio, sea total o parcial, estableciendo de manera clara y precisa los derechos,
deberes u obligaciones ciertas, expresas y exigibles; o, en su caso, la falta de acuerdo, la inasistencia de una
o ambas partes a la audiencia, o la decisión debidamente motivada de la conclusión del procedimiento por
parte del conciliador.
i. Firma del conciliador, de las partes o de sus representantes legales, de ser el caso.
j. Huella digital del conciliador, de las partes intervinientes o de sus representantes legales, de ser el caso.
k. El nombre, registro de colegiatura, firma y huella del abogado del Centro de Conciliación, quién verificará
la legalidad de los acuerdos adoptados, tratándose del acta con acuerdo, sea éste total o parcial.
En el caso que la pare o las partes no puedan firmar o imprimir su huella digital por algún impedimento físico,
intervendrá un testigo a ruego quien firmará e imprimirá su huella digital. En el caso de los analfabetos,
también intervendrá un testigo a ruego, quien leerá y firmará el Acta de Conciliación. La impresión de la huella
digital del analfabeto importa la aceptación al contenido del acta. En ambos casos se dejará constancia de
ésta situación en el Acta.
La omisión de alguno de los requisitos establecidos en los literales a), b), f), j) y k) del presente artículo no
enervan la validez del acta, en cualquiera de los casos de conclusión de procedimiento conciliatorio señalado
en el artículo 15º.
La omisión de alguno de los requisitos establecidos en los incisos c), d), e), g), h) e i) del presente artículo,
dará lugar a la nulidad documental del Acta, que en tal caso no podrá ser considerada como título de
ejecución, ni posibilitará la interposición de a demanda. En tal supuesto, la parte afectada podrá proceder
conforme a lo establecido en el artículo 16º-A.
El acta no deberá contener en ningún caso, enmendaduras, borrones, raspaduras ni superposiciones entre
líneas, bajo sanción de nulidad.
El Acta no podrá contener las posiciones y las propuestas de las partes o del conciliador, salvo que ambas lo
autoricen expresamente, lo que podrá ser merituado por el Juez respectivo en su oportunidad.”.
Lo primero que nos señala el artículo 16º de la ley es que todo procedimiento forzosamente deberá concluir
con la expedición de un acta de conciliación, según las formas de conclusión del procedimiento contenidas en
el artículo 15º de la Ley. En otras palabras, no existe procedimiento conciliatorio que concluya sin la
expedición de un acta que señale el momento y la causa de conclusión.
Se incorpora también la participación del testigo a ruego, para los casos de personas que no puedan firmar o
imprimir su huella digital por algún impedimento físico; siendo que en el caso de participación de personas
analfabetas también deberá participar el testigo a ruego, quien además deberá leer el acta previamente a sus
suscripción, pero el hecho que el analfabeto imprima su huella digital en el acta implica aceptación del
contenido del acta, con lo cual no podría argumentar vicio de la voluntad, limitándose el ejercicio de la nulidad.
Además, si concordamos el texto del artículo 16º de la Ley con lo señalado por el artículo 22º del Reglamento,
en éste se dice que el Acta que contiene el acuerdo es un documento privado y puede ser ofrecido como
medio de prueba en un proceso judicial siendo que el acuerdo conciliatorio subsiste aunque el documento que
lo contiene se declare nulo. Recordemos que al momento de elaborar los términos del acuerdo, se requerirá
de la confluencia de voluntades, pero esta Acto no será válido formalmente en tanto el acta que lo contiene es
nula, lo que significa que no podrá ejecutarse como título ejecutivo de naturaleza extrajudicial. Pero, al ser el
Acta un documento privado que puede ser ofrecido como prueba en un proceso judicial, el acto jurídico que
contiene podría ser exigido no en vía de proceso de ejecución sino en la vía de un proceso cognitivo, en el
que se podría acreditar la existencia de la obligación como si se estuviera exigiendo el cumplimiento de un
contrato. En todo caso, el único requisito para solicitar el cumplimiento del acuerdo en vía de proceso
cognitivo sería, de acuerdo al artículo 22º del Reglamento, que en todos los casos de actas que contengan
acuerdos conciliatorios, necesariamente deberá consignarse la declaración expresa del abogado del centro de
conciliación verificando la legalidad del acuerdo.
Asimismo, se señalan los casos en los que la omisión de algunos requisitos no enervan la validez del acta de
conciliación (Número correlativo; Número de expediente; Número de Registro y, de ser el caso, registro de
especialidad del conciliador; Huella digital del conciliador, de las partes intervinientes o de sus representantes
legales, de ser el caso y el nombre, registro de colegiatura, firma y huella del abogado del centro de
conciliación extrajudicial, quien verificará la legalidad de los acuerdos adoptados, tratándose del Acta con
acuerdo sea este total o parcial). Claro está que, si queremos ejecutar un acta o hacerla valer como medio
probatorio forzosamente ésta deberá contener la firma del abogado del Centro de Conciliación que verifica la
legalidad del acuerdo, por lo que debería suprimirse o considerarse como causal de nulidad documental del
acta.
Respecto de la omisión de los requisitos establecidos en los incisos c), d), e), g), h) e i) del artículo 16º de la
Ley dará lugar a la nulidad documental del Acta, que en tal caso no podrá ser considerada como título de
ejecución, ni posibilitará la interposición de la demanda. En tal supuesto la parte afectada podrá proceder
conforme a lo establecido en el artículo 16º-A de la Ley. Estos requisitos son el lugar y fecha en que se
suscribe el acta; nombres, número de documento oficial de identidad y domicilio de las partes o de sus
representantes y, de ser el caso, del testigo a ruego; Nombre y número del documento oficial de identidad del
conciliador; los hechos expuestos en la solicitud de conciliación y, en su caso, los hechos expuestos por el
invitado como sustento de su probable reconvención, así como la descripción de la o las controversias
correspondientes en ambos casos; el acuerdo conciliatorio, sea total o parcial, consignándose de manera
clara y precisa los derechos, deberes u obligaciones ciertas, expresas y exigibles acordadas por las partes; o,
en su caso, la falta de acuerdo, la inasistencia de una o ambas partes a la audiencia o la decisión
debidamente motivada de la conclusión del procedimiento por parte del conciliador; la firma del conciliador, de
las partes intervinientes o de sus representantes legales, de ser el caso.
De conformidad con lo señalado en el último párrafo del artículo 21º del Reglamento, la copia certificada del
Acta de conciliación expedida al final del procedimiento deberá estar acompañada de copia certificada de la
solicitud de conciliación, la que formará parte integrante del Acta.
Asimismo, se incorpora el artículo 16º-A referido a la rectificación del acta de conciliación, el mismo que
señala:
“Artículo 16-A.- Rectificación del Acta.-En los casos que se haya omitido alguno o algunos de los requisitos
establecidos en los literales c), d), e), g), h) e i)del artículo 16º de la Ley, el Centro de Conciliación de oficio o a
pedido de parte, deberá convocar a las partes para informarles el defecto de forma que contiene el Acta y,
expedir una nueva que sustituya a la anterior con las formalidades de Ley.
De no producirse la rectificación del Acta por inasistencia de la parte invitada, el Centro de Conciliación
expedirá una nueva Acta por falta de Acuerdo.
En caso de conclusión del procedimiento conciliatorio sin acuerdo, si dicha acta hubiese sido presentada en
un proceso judicial, y no se haya cuestionado la nulidad formal en la primera oportunidad en la primera
oportunidad que tiene para hacerlo, se produce la convalidación tácita de la misma. De haberse producido
cuestionamiento por la parte contraria o haber sido advertida por el Juez al calificar la demanda dará lugar a la
devolución del Acta, concediendo un plazo de quince (15) días para la subsanación.
El acto jurídico contenido en el Acta de Conciliación sólo podrá ser declarado nulo en vía de acción por
sentencia emitida en proceso judicial.”
Este artículo 16º-A eleva a rango de ley lo preceptuado por el artículo 25º del anterior Reglamento, el mismo
que prescribía que si el acta era nula por falta de cumplimiento de los requisitos señalados en el artículo 16º
de la ley, el centro de conciliación de oficio o a pedido de parte invitará a una nueva sesión, en la que se
expedirá otra acta que reemplace a la anterior, cumpliendo con las formalidades de ley. Claro está que ahora
no se habla de convocatoria a una nueva audiencia de conciliación sino de notificar a las partes del defecto
de forma para proceder a sustituir a la anterior, pero se deberá entender que, tácitamente se estaría
convocando a una nueva audiencia. Asimismo, esta convocatoria no garantizará la expedición de una nueva
acta de conciliación con el mismo acuerdo.
Un punto discutible resulta en el hecho de que, si no se produjese la rectificación del acta por inasistencia de
la parte invitada el Centro de conciliación expedirá un acta por falta de acuerdo. Decimos esto toda vez que la
inasistencia no será atribuible únicamente a la parte invitada sino que eventualmente también podría
producirse la inasistencia de la parte solicitante. Por otro lado, las actas de conciliación por falta de acuerdo
suponen que todas las partes concurrieron y no llegaron a un acuerdo, siendo que el tipo de acta más
adecuada sería la de conclusión fundamentada por inconcurrencia de una de las partes a la audiencia de
rectificación de acta, ya que hablar de falta de acuerdo entre las partes no se adecua a la situación verdadera
originada por la inconcurrencia de alguna de ellas.
Otra innovación la tenemos en el caso de las actas sin acuerdo presentadas como requisito de procedibilidad
a la interposición de la demanda, las mismas que si adolecen de ausencia de requisitos formales y no
hubiesen sido advertidas por la parte emplazada en la primera oportunidad para hacerlo, entonces se produce
la convalidación tácita del acta y el proceso seguirá su curso regular. En el caso de que el Juez o la parte
contraria haya advertido la nulidad del Acta se señala que se procederá a su devolución concediéndose un
plazo de 15 días para su subsanación. Pero lo que resulta innecesario es hablar de devolución, sino más bien
debería señalarse que deberá subsanarse adjuntando nueva acta que reemplace a la anterior, asumiendo que
el plazo conferido estará destinado a realizar las gestiones de subsanación del acta ante el centro de
conciliación.
Finalmente, el último párrafo hace referencia a la declaración de nulidad del acta por vicios de la voluntad, lo
que implica que la sentencia a la que hace referencia debe ser el punto de culminación del proceso de nulidad
de acto jurídico seguido por alguna de las partes para cuestionar la validez de los acuerdos, situación distinta
a la nulidad ab initio que se produce por la ausencia de alguno de los requisitos de forma del acta.
Respecto de los Centros de Conciliación, el artículo 24º de la Ley reconoce que son constituidos por personas
jurídicas de derecho público o privado sin fines de lucro; sin embargo hay una serie de disposiciones legales y
reglamentarias que en la práctica convertirían a los Centros de Conciliación en entidades que buscarían el
lucro a fin de recuperar los costos que supone construirse conforme a las nuevas exigencias legales o
adecuarse a ellas.
Por ejemplo, el artículo 27º de la Ley señala de manera genérica como requisitos para constituirse como
centros de conciliación, los documentos que acrediten la existencia del centro y su representación, así como
el reglamento del centro y la relación de conciliadores. Empero, el artículo 47º del Reglamento señala una
serie de requisitos tales como la exigencia de presentar Licencia de Funcionamiento otorgada por la
municipalidad respectiva (numeral 13), siendo que, de ordinario, primero se hace el trámite administrativo ante
el Ministerio y, una vez concedida la autorización, recién se podría solicitar la respectiva licencia de
funcionamiento a nivel municipal; así, el hecho de exigirla de manera previa implica un requisito de difícil
cumplimiento toda vez que sobre la base de qué argumento se solicitaría la licencia sin haber iniciado el
trámite ante el Ministerio de Justicia.
Por su parte el numeral 14 del artículo 47º del Reglamento exige que el Centro de conciliación deberá tener
como mínimo la siguiente distribución: 1) una sala de espera y recepción, 2) una oficina administrativa, 3) un
servicio higiénico al interior de las instalaciones, 4) dos salas de audiencias cuyas dimensiones serán de 3
metros de largo por 3 metros de ancho, 5) una oficina por cada conciliador que permanezca en el horario de
atención del centro y 6) una oficina para el abogado verificador de la legalidad de los acuerdos que
permanezca en el horario de atención al público. Es decir, sin ningún tipo de criterio se exige que un Centro
de Conciliación debe tener como mínimo 7 ambientes destinados a las finalidades antes descritas, a la vez
que un área de 18 metros cuadrados será destinada únicamente a las dos salas de audiencias. Esta
exigencia resulta ajena a la realidad puesto que la anterior normativa exigía un mínimo de dos ambientes, uno
destinado a la sala de audiencias y otro a la parte administrativa y recepción, siendo que esta dinámica ha
sido la predominante mayoritariamente, y hasta los propios centros de conciliación del Ministerio de Justicia ni
siquiera cumplen con esta exigencia mínima de los dos ambientes.
Por otro lado, estos requisitos ya se exigen a los nuevos centros de conciliación que pretendan constituirse, y
se ha establecido un plazo de 270 días para que los Centros de Conciliación existentes puedan adecuarse a
este requisito del número mínimo de ambientes, lo que supondrá en la práctica unos mayores costos –en
alquiler de espacios más amplios- los que forzosamente deberán ser asumidos indirectamente por los
usuarios del sistema conciliatorio. En todo caso, si bien es cierto sería ventajoso que los centros de
conciliación cuenten con una infraestructura adecuada y amplia, vemos que en la práctica es imposible exigir
dichos requisitos sobre todo si tenemos en cuenta que la obligatoriedad de la conciliación no se ha
establecido aun en diversas ciudades, y estaríamos condenando al cierre de diversos centros de conciliación
que ya vienen funcionando con mucho esfuerzo en diversas ciudades del interior del país, al verse
imposibilitados de cumplir con esta exigencia legal. Por ello, consideramos que bastaría que se cuente con
una sala de audiencias en la que se garantice el principio de confidencialidad de la información derivada del
desarrollo del procedimiento conciliatorio así como la idoneidad y calidad mínima del servicio conciliatorio.
Asimismo, tampoco se señala un plazo máximo de custodia del acervo documentario, lo que implica vocación
de perpetuidad, máxime si el deterioro, destrucción, pérdida o sustracción de las actas o expedientes se
constituye en conducta sancionable.
Se ha incorporado el artículo 19º-B de la Ley, que establece la facultad sancionadora del Ministerio de
Justicia, pudiendo imponer a los operadores del sistema conciliatorio las sanciones de amonestación, multa,
suspensión o cancelación del registro de conciliadores o capacitadores y la suspensión o desautorización
definitiva del centro de conciliación o del centro de formación y capacitación de conciliadores. Asimismo,
establece que mediante reglamento se tipificarán las infracciones para la sanción correspondiente. En otras
palabras, se ha producido recién la adecuación a los principios de tipicidad y legalidad conforme lo ordena la
Ley Nº 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General, la cual establece los principios que rigen la
potestad sancionadora de las entidades administrativas, entre ellos, los de legalidad y tipicidad, según
contempla su artículo 230º y suponen un reconocimiento de la ilegalidad del Reglamento de Sanciones, toda
vez que ninguna de las conductas establecidas en el Reglamento de Sanciones a Conciliadores, Centros de
Conciliación, Capacitadores y Centros de Formación y Capacitación aprobado por Resolución Ministerial Nº
245-2001-JUS se encontraban expresamente establecidas en la Ley de Conciliación como conductas
sancionables administrativamente ni mucho menos la Ley de Conciliación había delegado la facultad de
reglamentar nuevas conductas sancionables a través de una norma de inferior rango como es una Resolución
Ministerial por medio de la cual se aprobó el Reglamento de Sanciones.
Si revisamos el articulado del Reglamento, buena parte de él (artículos 104º al 148º) está referida a la
tipificación de las conductas sancionables y su respectiva sanción. En este sentido consideramos que el rol
fundamental del Ministerio de Justicia, como ente rector de la Conciliación Extrajudicial, debería ser ejercer un
papel más activo en la adecuada difusión e institucionalización de la conciliación extrajudicial en nuestro país.
Para ello debe coadyuvar a un mejor desempeño de los operadores de la conciliación (Centros de
Conciliación, Conciliadores, Centros de formación y Capacitadores), a fin de que sean ellos los que le
permitan en definitiva cumplir con esa función fundamental. Resulta evidente que se requiere un marco
normativo que permita sancionar ejemplarmente a los malos elementos, pero no debe perderse de vista la
función principal, pues se distraen recursos importantísimos en labores de sanción y se descuida la necesidad
de justicia alternativa de buena parte de nuestra población.
IV. CONCLUSIONES.
Tal vez el problema en la implementación de la conciliación reposa en una serie de factores. Por un lado,
existía el mandato legal de que los jueces ejerzan función conciliadora (ya sea de manera previa al proceso o
al interior de éste), pero esta función era ejercida de manera empírica, con un matiz estrictamente legal propio
de la formación jurídica del magistrado, sin que éste preste atención al aspecto relacional entre las partes en
conflicto, ni procurando una cercamiento de las partes en disputa mediante el empleo de técnicas de
comunicación que reposen en la persuasión y la avenencia, puesto que al final el magistrado era de la
percepción que él iba a imponer la decisión final en la sentencia. He aquí la diferencia sustancial con un
conciliador extrajudicial, el mismo que cuenta con una formación y capacitación previa que le permite manejar
adecuadamente situaciones de conflicto, sobre la base de la aplicación de técnicas de comunicación que
persiguen un acuerdo mutuamente satisfactorio sobre la base del consenso.
Asimismo, el tiempo destinado a la realización de la audiencia conciliatoria colisionaba directamente con el
tiempo a dedicarse a la realización de otras diligencias judiciales, esto como consecuencia de la sobrecarga
procesal. Como consecuencia de ello, la audiencia de conciliación judicial se llegaba a realizar de manera
mecánica, siendo que el magistrado recién tomaba conocimiento de la controversia momentos antes de la
realización de la audiencia, y las propuestas de aquel contenidas en fórmulas conciliatorias propuestas a las
partes no eran aceptadas mayormente por éstas en la medida que no satisfacían mínimamente sus
expectativas ni sus intereses. Mayormente estas audiencias eran llevadas a cabo con premura, toda vez que
la excesiva carga procesal demandaba no invertir mucho tiempo en su realización puesto que se afectaba la
realización de otras diligencias, cosa que no se presenta en un centro de conciliación, que se dedica
exclusivamente a la realización de audiencias de conciliación, empleando el tiempo necesario para su
realización.
Otro aspecto a considerar es el ámbito donde se desarrolla la conciliación, puesto que los juzgados
mayormente carecen de la infraestructura necesaria que proporcione la comodidad y confidencialidad que la
audiencia conciliatoria requiere. Este tema es superado con ventaja por los centros de conciliación, los cuales
para ser autorizados a funcionar deben cumplir con brindar un ambiente propicio y adecuado para cumplir con
los objetivos de la conciliación.
Sea como fuere, la institución conciliatoria en sí misma no es negativa, sino que lo que la ha hecho objeto de
cuestionamientos a lo largo del tiempo ha sido la forma en que se llevado a la práctica el intento conciliatorio.
Tal vez creemos que en lugar de optar por eliminar la conciliación judicial se hubiera apostado por reforzar las
facultades conciliadoras de los jueces mediante una adecuada capacitación y mejoramiento de la
infraestructura de los juzgados, todo esto dentro de la óptica de no cerrar posibilidades de conciliar el
conflicto de intereses, ya sea antes o después de presentada la demanda, puesto que como lo ha demostrado
el propio Plan Piloto, ambos sistemas conciliatorios (judicial y extrajudicial) se complementaban.
En todo caso, de lo que se trata es no perder de vista los objetivos que se han perseguido con la Ley de
Conciliación, esto es, brindar a las partes un espacio de diálogo en el que puedan ventilar sus controversias
de manera pacífica, contando con la ayuda de un tercero capacitado y cuya gestión satisfactoria les permita
arribar a un acuerdo de manera rápida y económica, pero lo más importante, lograr un acuerdo con mayor
vocación de cumplimiento en la medida que es acordado de manera voluntaria. Para lograr esos objetivos, no
se puede pretender colocar una camisa de fuerza a la institución de la conciliación, volviéndola rígida, formal y
solemne, sino por el contrario, al margen de brindar un marco legal mínimo que la vuelva una institución
operativa, debería volverse a analizar cual es la finalidad que se persigue con su implementación. Si tenemos
claro el objetivo, entonces el camino será mucho más fácil de recorrer.
GRÁFICO
INCONGRUENCIAS EN EL TRATAMIENTO DE LAS MATERIAS CONCILIABLES
Reglamento (Art. 8)
· Cuando la parte invitada domicilia en el extranjero, salvo que el apoderado cuente con poder expreso
para ser invitado a un Centro de Conciliación
· Cuando se trate de derechos y bienes de incapaces a que se refieren los artículos 43 y 44 del Código
Civil
· En los procesos de nulidad, ineficacia y anulabilidad del acto jurídico, este último en los supuestos
establecidos en los artículos 1, 3 y 4 del art. 221 del CC.
· En los casos de violencia familiar, salvo en la forma regulada por Ley 28494, Ley de Conciliación Fiscal
en asuntos de Derecho de Familia
· En las demás pretensiones que no sean de libre disposición por las partes conciliantes.
· Violencia Familiar
· Procesos de Impugnación judicial de acuerdos a que se refiere art. 139 de Ley General de Sociedades
· Y todas aquellas pretensiones que no sean de libre disposición por las partes conciliantes.
Reglamento (Art. 9)
· En el retracto
· Cuando la parte invitada domicilia en el extranjero, salvo que el apoderado cuente con poder expreso
para ser invitado a un Centro de Conciliación
· En los procesos de nulidad, ineficacia y anulabilidad del acto jurídico, este último en los supuestos
establecidos en los artículos 1, 3 y 4 del art. 221 del CC.
· En los casos de violencia familiar, salvo en la forma regulada por Ley 28494, Ley de Conciliación Fiscal
en asuntos de Derecho de Familia
· En las demás pretensiones que no sean de libre disposición por las partes conciliantes.
[2] El presente trabajo ha sido elaborado con la colaboración de la Srta. Diana Guia Abarca, estudiante del
último ciclo de la Facultad de Derecho de la Universidad Andina del Cusco.
[3] Remitimos a la lectura de un anterior artículo nuestro en el que se ha procedido al análisis del Proyecto de
Ley Nº 1910/2007-PE, que fuera presentado por el Poder Ejecutivo con fecha 27 de noviembre de 2007 para
modificar la Ley de Conciliación. Cfr.: “Conciliación Extrajudicial: a marchas y contramarchas (A propósito de
los diez años de la promulgación de la Ley de Conciliación y el proyecto de ley que pretende modificarla)”,
publicado en: Actualidad Jurídica. Publicación mensual de Gaceta Jurídica. Tomo 174, pp. 92-100. Lima, mayo
de 2008. De manera similar, puede consultarse nuestro artículo “Apostillas al Nuevo Reglamento de la Ley de
Conciliación (Breves comentarios sobre el Decreto Supremo Nº004-2005-JUS y su incidencia en los
conciliadores y en el procedimiento conciliatorio)”, publicado en Lucerna Iuris. Análisis y Opinión Jurídica.
Publicación del Centro de Altos Estudios e Investigaciones Jurídicas. Año I, Número 1, pp.102-129. Arequipa,
Julio de 2008.
[4] En este orden de ideas, si tenemos en consideración que se ha variado íntegramente el marco normativo
en lo que respecta a Conciliación Extrajudicial, podríamos afirmar que nos encontramos frente a un exceso de
las materias reguladas respecto de las facultades atribuidas únicamente en materia comercial. Afirmamos
esto, porque las modificatorias abarcan no solo el tema comercial, sino que se ha regulado temas referentes
no solo a la dinámica de los centros de conciliación o al procedimiento sino también referente a temas de
familia, centros de formación, conciliadores, capacitadores, etc.
[5] Por el Decreto Supremo Nº 007-2000-JUS se implementó a partir del 02 de noviembre del 2000 el
denominado “Plan Piloto de Obligatoriedad de la Conciliación Extrajudicial” en los distritos conciliatorios de las
provincias de Arequipa y Trujillo así como en el distrito judicial del Cono Norte de Lima, y posteriormente,
mediante Ley Nº 27398, amplió vigencia desde el 01 de marzo del 2001 para los distritos conciliatorios de
Lima y Callao. En estas localidades era obligatorio para las partes acudir a un Centro de Conciliación para
buscar solución total o parcial a su conflicto o controversia antes de acudir al órgano jurisdiccional a solicitar
tutela efectiva, en los casos que se trate de pretensiones determinadas o determinables que versen sobre
derechos disponibles, excluyéndose temporalmente los temas de derecho familiar y laboral. Se señalaba,
además, que en los demás distritos conciliatorios la obligatoriedad se implementaría progresivamente por
parte del Ministerio de Justicia.
[6] Artículo 324º.- Formalidad de la conciliación.- La conciliación se llevará a cabo ante un Centro de
Conciliación elegido por las partes; no obstante, si ambas lo solicitan, puede el Juez convocarla en cualquier
etapa del proceso.
El Juez no es recusable por las manifestaciones que pudiera formular en esta audiencia.
[7] Artículo 327º.- Conciliación y proceso.- Si habiendo proceso abierto, las partes concilian fuera de éste,
presentarán con un escrito el Acta de Conciliación respectiva, expedida por un Centro de Conciliación
Extrajudicial.
Presentada por las partes el acta de conciliación, el Juez la aprobará previa verificación del requisito
establecido en el artículo 325º y, declarará concluido el proceso.
Si la conciliación presentada al Juez es parcial, y ella recae sobre alguna de las pretensiones o se refiere a
alguno o algunos de los litigantes, el proceso continuará respecto de las pretensiones o de las personas no
afectadas. En este último caso, se tendrá en cuenta lo normado sobre intervención de tercero.
[8] Artículo 468º.- Fijación de puntos controvertidos y saneamiento probatorio.- Expedido el auto de
saneamiento procesal, las partes dentro del tercero día de notificadas propondrán al Juez por escrito los
puntos controvertidos. Vencido este plazo con o sin la propuesta de las partes el Juez procederá a fijar los
puntos controvertidos y la declaración de admisión o rechazo, según sea el caso, de los medios probatorios
ofrecidos.
Sólo cuando la actuación de los medios probatorios admitidos lo requiera, el Juez señalará día y hora para la
realización de la audiencia de pruebas.
La decisión por la que se ordena la realización de esta audiencia o se prescinde de ella es impugnable sin
efecto suspensivo y con la calidad de diferida. Al prescindir de esta audiencia el Juez procederá al
juzgamiento anticipado, sin perjuicio del derecho de las partes a solicitar la realización de informe oral.
[9] Al hablar del Principio de la Confidencialidad en la Mediación, Marinés Suares señala que la
confidencialidad es una de las carácterísticas más importantes de la mediación e implica que todo lo que se
diga en el proceso debe mantenerse en secreto para todos los terceros ajenos a la mediación. Esto supone
como ventaja que corresponde a los mediadores el hecho que están explícitamente protegidos para no tener
que actuar como testigos en los asuntos que medien, si éstos no llegasen a resolverse y continuaran en sede
judicial. Precisa que todas las personas que concurren, ya sean mediadores, co-mediadores, abogados,
participantes, etc., así como también quienes observen el proceso (por ejemplo, en los programas de
entrenamiento, en pasantías, etc.) están afectados por la confidencialidad y deben firmar el llamado “convenio
de confidencialidad”. Además señala que la confidencialidad rige ente sede judicial y sobre el contenido de las
reuniones individuales, pero tiene dos excepciones: la comisión de un delito grave y el abuso de menores.
Finalmente, denomina confidenciabilidad a la capacidad para mantener el secreto de lo conocido en la
audiencia. Ver: SUARES, Marinés. Mediando en Sistemas Familiares. 1ra. Edición. Buenos Aires. Editorial
Paidós. 2002. pp. 36-37.
ARTICULO 5º.- El procedimiento de mediación tendrá carácter confidencial. Las partes, sus abogados, el o
los mediadores, los demás profesionales o peritos, y todo aquel que intervenga en la mediación, tendrán el
deber de confidencialidad, el que ratificarán en la primera audiencia de la mediación mediante la suscripción
del compromiso.
No deberán dejarse constancias ni registro alguno de los dichos y opiniones de las partes, ni podrán éstos ser
incorporados como prueba en un proceso judicial posterior. En ningún caso las partes, el o los mediadores,
los abogados, los demás profesionales y peritos y todo aquel que haya intervenido en un proceso de
mediación, podrán absolver posiciones ni prestar declaración testimonial sobre lo expresado en dicha
mediación.
LEY, del Parlamento de Galicia, Nº 12716 de 31 de mayo de 2001, reguladora de la Mediación Familiar
1. Con arreglo a lo establecido en el artículo 8.1 toda información obtenida en el transcurso de la mediación
estará afectada por el deber de secreto y por su carácter confidencial, estando en consecuencia tanto las
partes como la persona mediadora obligadas a mantener reserva sobre el desarrollo del procedimiento
negociador.
Artículo 407º.- El que omite comunicar a la autoridad las noticias que tenga acerca de la comisión de algún
delito, cuando esté obligado a hacerlo por su profesión o empleo, será reprimido con pena privativa de libertad
no mayor de dos años.
Si el hecho punible no denunciado tiene señalado en la ley pena privativa de libertad superior a cinco años, la
pena será no menor de dos ni mayor de cuatro años.
“Artículo 11º.- Antes de iniciar la primera sesión de mediación, las partes firmarán ante el Centro una
declaración de compromiso (...) En la primera sesión que el mediador celebre con las partes, se considerará
iniciado el proceso de mediación. En ella el mediador entregará a las partes información acerca del proceso
de mediación y procederá a presentarles el convenio de confidencialidad para su firma(...)”.
[13] Piero CALAMANDREI. Elogio de los Jueces, Ediciones Jurídicas Europa América, Buenos Aires,
Argentina, año 1980, p. LXVIII.
[14] Cfr. Werner GOLDSCHIMIDT, La Imparcialidad como principio básico del proceso injusticia y verdad,
Editorial La Ley, Buenos Aires, Argentina, 1978, p. 279. David BRANSON, IBA Rules Of Ethics For
International Arbitrators, Published by International Bussines September 1987, Vol 3, Nº 1. p. 335. Citados por
Juan Eduardo FIGUEROA VALDES, Arbitraje y Ética. Centro de Arbitrajes y Mediaciones de la Cámara de
Comercio de Santiago.
[15] Aunque el régimen de las materias conciliables ha sufrido modificación, algunos conceptos se mantienen.
Como referencia, remitimos a la lectura de nuestro artículo “Regulación de las materias conciliables en la ley
de conciliación extrajudicial”, publicado en: Actualidad Jurídica. Publicación mensual de Gaceta Jurídica. Tomo
119, pp. 41-60. Lima, Octubre de 2003.
[16] El Artículo 7º del Reglamento no define los conceptos de Pretensión Determinada ni Determinable, cosa
que sí hacía el artículo 9º del anterior Reglamento, que señalaba que se entiende como pretensión
determinada aquélla por la cual se desea satisfacer un interés que ha sido perfectamente fijado en la solicitud
de conciliación; por su parte la pretensión determinable es aquella que se presenta cuando esta es
susceptible de fijarse con posterioridad a la presentación de la solicitud de conciliación. En este sentido es
preciso señalar que, si bien no lo señalaba de manera expresa la norma, esto implicaba la posibilidad de
ampliar la pretensión original contenida en la solicitud, y que puede darse tanto por parte del solicitante como
por el invitado a conciliar durante cualquier momento del desarrollo de la audiencia de conciliación.
[17] Reglamento de la Ley de Conciliación. Artículo 17º .- De la Notificación de las invitaciones a conciliar.-
La notificación de las invitaciones a conciliar será responsabilidad del centro de conciliación, que podrá
contratar a una empresa especializada para estos fines debiendo verificar que ésta cumpla con los requisitos
de validez de la notificación bajo apercibimiento de no producir efecto alguno. La forma y los requisitos de la
notificación de las invitaciones a conciliar son los siguientes:
a) Las invitaciones deben ser entregadas personalmente al invitado, en el domicilio señalado por el
solicitante.
c) En caso no pueda realizarse la notificación conforme a los literales a) y b), se dejará aviso del día y
hora en que se regresará para realizar la diligencia de notificación. Si en segunda oportunidad tampoco se
puede realizar la notificación se podrá dejar la invitación bajo puerta y se levantará un acta donde deberá
consignarse la imposibilidad de realizar la notificación así como las características del inmueble donde se dejó
la invitación, fecha, hora así como el nombre, numero de documento de identidad y firma de la persona que
realizó el acto de notificación bajo esa modalidad, incorporando de ser posible la participación de un testigo
debidamente identificado que corrobore lo manifestado por el notificador.
Podrán acompañar en el acto de notificación de la invitación a conciliar un Notario Público haciéndose cargo
del costo quien lo solicita.
El Centro de Conciliación, en caso de concluir el procedimiento conciliatorio por dos inasistencias de una de
las partes a dos sesiones o por inasistencia de ambas partes, previamente a la elaboración del acta, deberá
incluir certificación expresa de haber realizado las notificaciones de acuerdo a lo señalado en los párrafos
precedentes del presente artículo. (el subrayado es nuestro
NULIDAD DE LOS ACTOS
Decreto 2163 de 1970 art 35. El notario no autorizara el instrumento cuando quiera que el
contenido que las declaraciones de los otorgantes o con el apoyo en las pruebas fehacientes o en
hechos percibidos directamente por él, llegue a la convicción de que el acto sería absolutamente
nulo por razón de lo dispuesto en el artículo 1504 del Código Civil.
Son absolutamente incapaces las personas con discapacidad mental, los impúberes y sordomudos,
que no pueden darse a entender.
Son también incapaces los menores adultos que no han obtenido habilitación de edad* y los
disipadores que se hallen bajo interdicción. Pero la incapacidad de estas personas no es absoluta y
sus actos pueden tener valor en ciertas circunstancias y bajo ciertos respectos determinados por
las leyes.
Características
1. La voluntad
2. Consentimiento
3. Objeto jurídico
4. Causa
Hay Nulidad:
Por violación de normas sustantivas en las fórmulas del arreglo: recaen sobre el estado civil de las
personas, con títulos falsos u obtenidos con dolo o fuerza; sobre venta entre cónyuges (C.C. 1852);
sobre la creación de una sociedad colectiva con menores de edad; privación del ejercicio de la
Patria Potestad.
Por violación de una Norma procedimental: cuando se liquida una sociedad patrimonial sin
haberse declarado previamente la existencia de la Unión Marital de Hecho por un juez de familia.
El articulo14 de la ley 640 establece que los efectos de la cosa juzgada y merito ejecutivo quedan
supeditados al registro del acta. Se ha dispuesto que el acuerdo conciliatorio es el que queda
amparado por los efectos de la cosa juzgada y el acta de conciliación por los efectos del merito
ejecutivo.
Inexistencia
Los elemento que pueden ocasionar la inexistencia del acto son el consentimiento, el objeto la
causa la capacidad, la solemnidad de instrumentos públicos en lo contratos solemnes.
Nulidad
Es el vicio que impide a un acto producir los efectos que le señalan las leyes y que han tenido en
mira las parte al celébralo, el acto nulo, ya que no tiene valor ni fuerza para producir sus efectos
jurídicos, por estar afectado de un vicio que le impide tener existencia perfecto a los ojos de la ley.
La nulidad siempre debe ser declarada por el juez, en tanto que la inexistencia no; el acto
inexistente no produce ningún efecto jurídico, en tanto que el acto nulo, mientras su vicio no se
declare judicialmente, produce todos sus efectos; el acto inexistente no es susceptible de
ratificación, ya que ésta equivaldría al perfeccionamiento de un nuevo acto, mientras que el acto
nulo puede sanearse por la voluntad de las partes; el acto nulo puede sanearse por la voluntad de
las partes.
Nulidad
Art 1740 del C.C. de divide en relativa y absoluta la primera existe en los actos y contratos
prohibidos por las leyes, de personas absolutamente incapaces y en los que tiene objeto y causa
ilícitos. La relativa existe en los actos de personas relativamente incapaces, cuando hay vicios de
consentimiento; en ciertos actos prohibidos por la ley y que su transgresión esta sancionada con
aquella nulidad.
La escritura publica es el instrumento que contiene declaraciones en actos jurídicos, emitidos ante
notario, con los requisitos previstos en la ley. Deberán celebrarse por escritura publica todos los
actos y contratos de disposición o gravamen de bienes inmuebles