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LA ANTIGÜEDAD
En la época medieval el teatro rompe con las tradiciones antiguas. Actuado en la calle, sin un
verdadero lugar construido a tal efecto, representa una forma de perpetuar las tradiciones (religiosas
o profanas) para los no ilustrados. El teatro medieval mezcla los géneros.
A partir del Renacimiento los autores buscan de nuevo sus temas en la Antigüedad. Los textos
de las obras griegas ya no eran accesibles, las tragedias de Séneca representan entonces el modelo de
la obra antigua. Solamente se conservan una decena de esas tragedias. Las comedias de Plauto
servirán, más tarde como cañamazo para las comedias de Shakespeare y sobre todo de Molière.
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LA COMMEDIA DELL`ARTE
Al margen del teatro de autor aparece, en el siglo XVI, la comedia de improvisación. Tomando
como fuente de inspiración al carnaval, este arte popular, únicamente escénico y no basado en un
texto escrito, se propaga muy rápido por Europa. Recién se lo denominará Commedia dell’Arte a
partir del siglo XVII. Los actores (y actrices, lo cual constituye una novedad) son profesionales.
Improvisan y desarrollan su interpretación a partir de un cañamazo que funciona como un sumario
que indica las entradas y salidas de los comediantes. Se trata de un teatro extremadamente codificado,
basado en el manejo corporal y del espacio. Se trabaja con máscaras y se pone en escena personajes
arquetípicos y recurrentes como Colombina, Arlequino o Pantalone. Novelas, comedias clásicas y
literarias, tradiciones populares son usadas para construir la trama del espectáculo.
EL TEATRO ISABELINO
EL TEATRO CLÁSICO
En Francia, en 1630, el cardenal Richelieu, principal ministro de Luis XIII, reconoce al teatro
como arte oficial en Francia. En la última parte del siglo, Luis XIV actúa como mecenas: muchas
obras de teatro son creadas en la corte del Rey. Esto es una novedad en el panorama existente,
generando vínculos entre los artistas teatrales y los gobernantes tendientes hacia la consolidación años
más tarde del teatro concebido como servicio público. Los autores de las tragedias clásicas perpetúan
la dramaturgia aristotélica y adoptan la regla de las tres unidades que tiene como objetivo atraer la
atención y concentración del espectador sobre la intriga de la obra y dotar de verosimilitud los hechos
representados.
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Las comedias y las tragedias son, en función del teatro antiguo, dos géneros distintos y
definidos con características propias. En las tragedias de Jean Racine o de Pierre Corneille los
personajes puestos en escena pasan de la lucidez a la pérdida de razón. Molière, por su parte, es un
gran defensor de la comedia que logrará explotar de diversas maneras. Tanto en la farsa como en la
comedia en verso presenta personajes matizados en torno a temas importantes llegando hasta la crítica
de la sociedad de su época.
El teatro en España alcanza su mayor esplendor durante el Siglo de Oro. En ese periodo surgen
autores como Lope de Vega, Cervantes, Calderón de la Barca. Lope, con su gran capacidad creativa
llevó al florecimiento el teatro de esa época y estableció características al fijar la nueva estructura de
las comedias. Las obras rompen las unidades de tiempo y lugar. Los autores rompen los preceptos de
los cánones clásicos acerca de la composición teatral y se guían por los postulados de Lope de Vega
en su obra Arte nuevo de hacer comedias. Estas innovaciones dramáticas fueron seguidas por otros
autores como Tirso de Molina o Guillén de Castro. Hubo, sin embargo, otra tendencia, la influenciada
por Calderón de la Barca. Este autor se caracteriza por su abordaje filosófico y simbólico, creando un
teatro más conceptual que el de Lope.
EL SIGLO XVIII
A partir del siglo XVIII la sociedad evoluciona considerablemente y, con ella, el público de
los teatros. Es la burguesía, sobre todo, que fortalecida por su poder económico frecuenta estos
lugares. Ya no se reconoce en los personajes aristócratas presentados en las tragedias, ni en los
burgueses ridiculizados en escena. Surge un nuevo género teatral: el drama burgués que retrata al
personaje en su realidad haciendo entrar al espectador en su intimidad.
Los filósofos de la Ilustración estiman que el teatro no es solamente un entretenimiento
inocente sino también un medio educativo. Sostienen la idea que afirma que la representación
escénica de los vicios y las virtudes podía iluminar a los hombres en su propio camino.
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La cuarta pared
Denis Diderot( 1713-1784) escritor, filósofo y enciclopedista inventa la noción de cuarta pared en su
Discurso sobre la poesía dramática (1758): “ Imagine en el borde del teatro una gran pared que los
separa de la platea, actúen como si el telón no se levantara”
Preocupado por el realismo propio del drama burgués, Diderot imagina una barrera invisible e
infranqueable entre los actores y el público para que el actor no se vea influido en su actuación por la
presencia del público.
En el siglo XVIII el teatro a la italiana se impone en toda Europa. El lugar de los espectadores
alrededor de los actores como en el teatro antiguo y medieval, es una solución arcaica para los
humanistas. El espectador ya no tiene que participar del espectáculo, debe únicamente asistir a él. Es
la nueva concepción del teatro que no será cuestionada hasta el siglo XX.
EL SIGLO XIX
La forma del drama burgués evoluciona hacia el drama romántico que reintroduce el gusto de
lo sublime. El romanticismo pone en escena personajes cautivos de sus propios sentimientos,
coartados en su libertad porque no son capaces de manejarla. Más tarde, la corriente naturalista se
instala en los ámbitos literarios. En la concepción naturalista el ser humano es condicionado por su
medio social. En el teatro, la escenografía naturalista adquiere una gran importancia y contiene un
potencial simbólico. Los objetos, el vestuario son indicaciones realistas del medio social de los
personajes. Sin embargo, sobre finales del siglo XIX el exceso de realismo es cuestionado, sobre todo
por la corriente simbolista que busca sobrepasar lo real para acceder a la abstracción, al símbolo. El
ser humano está entonces determinado por fuerzas invisibles.
Gracias a los nuevos principios dramatúrgicos basados en las teorías de Constantin
Stanislavski y de André Antoine, el siglo XIX verá aparecer la figura del director teatral. Antes, el
autor o los actores principales se encargaban de poner en escena la obra de teatro.
EL SIGLO XX
La noción de creación colectiva aparece a fines de los años 60. Los artistas desean escapar a
las restricciones del repertorio y crear obras que sean fruto del trabajo colectivo del grupo. Los
espectáculos son creados a partir de improvisaciones de los actores sobre el escenario. Es sobre ese
modelo que se crea el Théâ tre du Soleil de Ariane Mnouchkine (1939) en el que cada actor participa
de la elaboración del texto y de la puesta en escena. Ese procedimiento es llamado hoy en día escritura
para la escena.
En otro contexto, Augusto Boal, hombre de teatro brasileño, crea un teatro participativo y
contestatario. Durante los años 70, viaja en América Latina y propone un teatro militante y educativo:
el teatro foro, una forma de teatro participativo que trata problemas sociales y políticos. Los actores
interpretan obras breves y luego proponen al público subir al escenario y proponer otro final.
En los 1980, directores europeos como Patrice Chéreau, Giorgio Strehler, Ariane
Mnouchkine, Peter Brook, Peter Stein, Bob Wilson, representan los grandes nombres del teatro
europeo. Esta tendencia del “teatro de los directores” adquiere cada vez mayor preponderancia y se
expande al resto del mundo. El público asiste a nuevas formas escénicas donde la imagen tiene tanta
importancia como la palabra. Es un teatro de exploración, de renovación.
LA ESCENA CONTEMPORÁNEA
LA PERFORMANCE
EL ESPECTÁCULO
LA HISTORIA
LA FORMA
El espectáculo es ante todo una propuesta artística dirigida a los espectadores. Estos tienen
que hacer la experiencia intelectual y emocional de apropiarse de la obra. Cada espectáculo, según
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su forma y objetivo, invita al espectador a sentir, identificarse con los personajes, escapar de la
realidad, cuestionarse, reflexionar o desarrollar su propia postura. Para apropiarse de una obra dos
caminos son posibles: la experiencia sensible o el abordaje intelectual.
BREVE HISTORIA DEL TEATRO URUGUAYO
(El documento incluye una selección de textos publicados por Roger Mirza)
EL SIGLO XIX
CASA DE COMEDIAS
El origen del teatro en Uruguay se remonta a la Casa de Comedias, por el 1800, que llegó a
tener una enorme convocatoria, poniendo en escena obras de los clásicos españoles y del teatro
universal. Fue en este escenario que se destacó la actriz Trinidad Guevara. Los espectáculos en la
Casa de Comedias continuaron hasta que los ingleses tomaron Montevideo el 3 de febrero de 1807.
Esa construcción fue destinada entonces como sala de remates de casimires y artículos de almacén.
Luego que las tropas inglesas fueron expulsadas, el teatro volvió a funcionar como tal y el 12 de
agosto del mismo año se estrenó la obra La lealtad más acendrada y Buenos Aires vengada, que
tomaba como marco histórico las recientes invasiones.
Trinidad Guevara
El 11 de mayo de 1798 nace Trinidad Guevara, en Soriano. Allí se vinculará con los actores de
su villa natal, pero es a partir de su traslado a Montevideo que desarrolló el comienzo de una
carrera que la colocaría en un lugar fundacional en el arte escénico rioplatense. Trinidad Hija
de Joaquín Ladrón de Guevara, apuntador, archivista y ocasionalmente
actor. A los 13 años comienza como actriz secundaria en la Casa de Comedias de Montevideo,
bajo la dirección de Bartolomé Hidalgo y junto a Juan Casacuberta el futuro gran actor, de su
misma edad, a comienzos del siglo XIX. A los 17 años obtiene su primer papel protagónico.
Trinidad Guevara, se convirtió en símbolo de la mujer avasallante y desenfadada. Se destacó
por su magnetismo escénico y, sobre todo, por su altísima capacidad de representar personajes
diversos y de ejercer siempre sobre el público una gran fascinación. A fines de 1816 y ante la
inminencia de la entrada de las tropas portuguesas en Montevideo (enero de 1817), se traslada
a Buenos Aires y comienza a trabajar en el teatro porteño, donde se destaca especialmente.
EL CIRCO CRIOLLO
Además, el Circo Criollo recorría los pueblos con sus carpas, montando espectáculos que
combinaban escenas del teatro popular y el circo. Estas compañías tuvieron gran significado en el
escenario rural principalmente. Los historiadores afirman que el Circo Criollo fue una de las primeras
formas de espectáculo netamente latinoamericanas, ya que dentro del género de variedades fue
precursor en la voluntad de abandonar la imitación de estilos provenientes de Europa. Sus orígenes
se remontan a principios del siglo XVIII y toma identidad netamente local a fines del siglo XIX, como
estética representativa de Argentina y Uruguay.
La estructura del espectáculo de Circo Criollo constaba de dos partes que se desarrollaban en
pista y escenario respectivamente. La primera, de variedades circenses y la segunda de tipo teatral
gauchesco, donde generalmente se representaba “El Drama Criollo” que consistía en una obra de
autor nacional.
Los hermanos Podestá fueron los pioneros. Ellos crearon la "segunda parte" de impronta gauchesca,
siendo el primero y más famoso drama "Juan Moreira", que representa la historia del gaucho
perseguido por la ley (tópico que retomará José Hernández en el Martín Fierro). Durante los conflictos
del siglo XIX, las propuestas teatrales sufrieron un retroceso. Pero apenas culminados, la sociedad en
conjunto se abocó a la construcción del Teatro Solís, pensado al comienzo como escenario operístico,
pero que luego albergó a las compañías teatrales que pasaban en sus giras.
José Podestá
Nació el 16 de octubre de 1858 en Montevideo. Desde muy joven se inició en los ejercicios
circenses en Montevideo, donde con sus hermanos y a lo largo de varios años realizaban
toda clase de pruebas, como equilibristas, acróbatas, jinetes, trapecistas y músicos. A
partir de 1880 se traslada con sus hermanos a Buenos Aires. Es en esos años, crea el payaso
Pepino 88 (por el di minutivo italiano de su apodo y por el número que formaba en la espalda
de su traje blanco un parche negro con cuatro lunares blancos).
Fue un tipo de payaso que se instauró como modelo de la comicidad rioplatense, que pervive
aún en la actualidad.Sus sátiras políticas, sus imitaciones del "niño bien" y del "compadrito"
influyeron en generaciones de cómicos y monologuistas argentinos del siglo XX.
Los historiadores de teatro coinciden en señalar en las décadas iniciales de este siglo, antes
del surgimiento de los primeros teatros independientes y aún después de sus comienzos, un
empobrecimiento de la actividad teatral en el Uruguay, y por tanto en Montevideo, donde se
concentraba casi todo el quehacer escénico de la República. Por otra parte, esta actividad dependía
enormemente, hasta mediado de este siglo, de las compañías visitantes, procedentes principalmente
de Buenos Aires. Se trataba, sobre todo, de espectáculos comerciales, que venían a Montevideo con
una frecuencia y una continuidad que colmaba la capacidad de los escenarios montevideanos.
Buenos Aires se había convertido, en las primeras décadas del siglo, en uno de los grandes
núcleos cosmopolitas de América y el más importante de América del Sur, con centenares de
emigrantes que llegaban diariamente y una poderosa economía en plena expansión, tanto en la
industria como en el comercio, la vida urbana y la cultura.
Frente a este despliegue, Montevideo se convirtió en parte integrante de esa onda expansiva, de modo
que el tango, la música y el cine porteños, el teatro en general la vida cultura de esa ciudad
incorporaban a la capital uruguaya en su esfera de influencia, prolongando de alguna manera un
fenómeno que reaparece en forma constante, aunque con intensidad variable desde el nacimiento
del teatro, en ambas orillas del Río de la Plata. Lo que ha hecho que varios investigadores e
historiadores teatrales hablen de un sistema teatral único que incluiría a ambas capitales del Plata.
No era raro, en la época que nos ocupa, que numerosos escritores, actores, directores o
músicos uruguayos se radicaran en Buenos Aires y produjeran sus obras para el mercado de las dos
capitales.
Algunos intentos para mejorar esta situación y formar un elenco estable que favoreciera el desarrollo
no tan dependiente del de Buenos Aires, así como para crear un teatro de arte en la capital uruguaya,
resultaron más o menos fallidos y de corta duración. Es el caso de la Casa de Arte, fundada en 1922
o de la Compañía Nacional de Comedias (1937), fundada por Ángel Curotto y José P. Blixen junto a
Roero Negro, que estrenó importantes títulos. Por último, el Servicio Oficial de Difusión Radio
Eléctrica (SODRE) llegó a crear dos elencos, que funcionaron durante breves temporadas en 1942 y
1943 bajo la dirección de Carlos Calderón de la Barca y de Margarita Xirgu.
Todos estos esfuerzos, sin embargo, no serían totalmente vanos, ya que en unos años después
y por la incidencia de nuevos factores, esta situación se modificará sustancialmente con la creación y
desarrollo de la Comedia Nacional, así como la consolidación del Teatro Independiente. Entre los
diversos factores que contribuirán a esta transformación se debe mencionar, en primer lugar, el
crecimiento del Uruguay mismo, que conoció en esa época un importante auge económico con
benéficas repercusiones sociales y culturales.Desde el punto de vista económico y sociopolítico,
una intervención cada vez mayor del Estado Paternalista y benefactor, de acuerdo al modelo batllista,
introdujo entre 1943 y 1950 una notable legislación laboral y social que defendía al trabajador, creaba
organismos de contralor de precios y subsidios a los productos de primera necesidad o convertía en
empresas del Estado los tranvías (1947), los ferrocarriles (1948), la Bibliotecnia, el Instituto de
Profesores Artigas (1948), la Comedia Nacional (1947) y la Escuela Municipal de Arte Dramático
(1949). Por otra parte, el nacimiento (1937) y desarrollo del Teatro Independiente, formado a partir
del modelo de Teatro del Pueblo de Buenos Aires (1930), alcanzará una etapa de cierta madurez hacia
mediados de siglo.
Es entonces cuando empiezan a consolidarse los grupos que crean una Federación Uruguaya
de Teatros Independientes (FUTI) en 1947, y a hacerse sentir el estímulo de la Comedia Nacional y
de la Escuela de Arte Dramático, ya mencionados, sin olvidar el ejemplo de las compañías europeas
que visitaban con frecuencia nuestra capital, como la de Margarita Xirgu y unos años después la de
Louis Jouvet.
En 1947, desde la Comisión se funda la Comedia Nacional con el fin de “crear un teatro al
servicio de la gente”, que “acerque el pueblo a las fuentes de la cultura”, un teatro de arte
“diferente al teatro comercial que estaba en manos de los empresarios” que promueva, además,
a los autores nacionales. Más allá todavía, Zavala Muniz defiende la necesidad de sostener y
proyectar esa función educadora y cívica, en un nivel de alta calidad, hacia el futuro, lo que lo
llevará a la necesidad de crear, también, una escuela, como él mismo fundamenta: “Pero yo
estaba seguro de que no solucionábamos el problema con la simple contratación de buenos
elementos o de directores expertos. No podría haber una verdadera Compañía sin la Escuela;
solo ésta puede garantizar unidad y permanencia. Y cuando pudimos comenzar
verdaderamente nuestra obra, cuando la Comedia Nacional que habíamos formado empezó a
ofrecer funciones al pueblo montevideano, se presentó otro problema, otro conflicto entre
puntos de vista distintos. Queríamos que el Solís se pagara a sí mismo, sin déficit, sin recurrir a
subvenciones extraordinarias. Lo reducido del rubro de que disponíamos parecía aconsejar la
conveniencia de fijar precios elevados, compensatorios en apariencia. Pero primó el criterio
acertado. El Solís no es sólo un teatro; es para mí una cátedra de cultura popular. Seguimos
pues una política de precios bajos a fin de lograr que el pueblo se acercara a las fuentes de la
cultura. Nuestro propósito no es realizar buenos negocios, aunque los éxitos de borderaux -y
hemos tenido muchos- sean siempre bienvenidos. Queremos, por sobre todo, realizar una obra
docente de trascendencia.” Durante casi una década Zavala Muniz permanece en dicho cargo
en forma ininterrumpida y a partir de 1949, con el apoyo de la actriz catalana Margarita Xirgú,
que será nombrada directora de la Escuela Municipal de Arte Dramático que hoy lleva su
nombre, y quien dirigirá también varios de los títulos ofrecidos por el elenco oficial. Renunciará
en 1957, y con él la Comisión en pleno, cuando el intendente resuelva controlar el repertorio de
la Comedia. Pero durante los años en que permaneció, su presencia fue decisiva.
LA COMEDIA NACIONAL Y LA EMAD
Cuando en 1947 se levanta el telón sobre El león ciego de Ernesto Herrera, sin embargo, y a
pesar de la incipiente actividad de los teatros independientes, la situación del teatro nacional en el
momento de ese debut de la Comedia Nacional, no podía ser más desalentadora. Sólo existían dos
salas de teatro en actividad, además del Estudio Auditorio SODRE, en una ciudad de 750.000
habitantes, mientras funcionaban, en cambio, noventa salas de cine. Gradualmente, sin embargo, el
teatro alcanzará niveles de calidad y de difusión que lo convertirán en uno de los más importantes
focos culturales del país, sólo una década después.
Después de aquel primer estreno, al que acude el público masivamente, agotando las localidades tres
días antes, las actividades de la Comedia Nacional se multiplican. Unas diez representaciones por
semana, con dos funciones por día de jueves a domingo, y en un promedio de entre nueve y diez
estrenos por año en la primera década, sin contar las giras por las ciudades del interior de la República,
revelan la intensidad del trabajo y el entusiasmo del elenco y sus conductores, encabezados por su
presidente, Justino Zavala Muniz, y la incansable intervención de Ángel Curotto, gerente general,
respaldados por la Intendencia de Montevideo. Muy pronto , y ante la necesidad de mejorar el nivel
de los actores, se funda en 1949 la Escuela Municipal de Arte Dramático, cuya dirección es confiada
a Margarita Xirgu.
Margarita Xirgú
Nació en Barcelona el 25 de julio de 1888, y murió en Montevideo, el 25de abril de 1969. Hija
de una modesta familia obrera que se traslada a partir de 1896 al casco antiguo de Barcelona,
revela desde niña sus condiciones de actriz iniciándose en compañías de aficionados. En 1913
es contratada por un empresario portugués, viaja a Madrid para apropiarse de la lengua
castellana (hasta ese momento había actuado en catalán), realiza una primera gira por América
en 1913 por Argentina, Chile y Uruguay y en 1914 debuta en Madrid, donde representa a los
más destacados dramaturgos españoles y extranjeros y apuesta a nuevos autores como Valle
Inclán y García Lorca (del que será amiga y de quien montó los estrenos mundiales de Mariana
Pineda, Yerma, Doña Rosita la soltera y La casa de Bernarda Alba), pero también Bernard
Shaw y Oscar Wilde. Sus montajes modernizaron la escena española.
En 1921 realiza una segunda gira por América (Cuba y México), con un repertorio universal
de medio centenar de obras y un éxito apoteótico. En su tercera gira (1923-1924) recorre
Argentina, Chile, Uruguay, Perú y Cuba. En 1921 realiza una segunda gira por América (Cuba
y México), con un repertorio universal de medio centenar de obras y un éxito apoteótico. En su
tercera gira (1923-1924) recorre Argentina, Chile, Uruguay, Perú y Cuba. En julio de 1936
recibe en México la noticia del estallido de la guerra civil española y la muerte de Federico
García Lorca, que tardará meses en aceptar. La persecución la alcanza luego en Santiago de
Chile y en Buenos Aires, aunque la fuerza y calidad de su arte pronto acallan las
protestas.Posteriormente se establece en Chile en 1941.Contratada en Montevideo
por el SODRE para realizar una temporada con actores españoles y uruguayos, en 1943
inaugura la temporada con El sitio de Numancia de Cervantes, seguido de Alto Alegre de Justino
Zavala Muniz.
En 1949, año clave en su carrera, estrena en Buenos Aires El malentendido de Albert Camus,
que obtiene un rotundo éxito, pero el gobierno de Perón suspende las representaciones,
haciéndose eco de las acusaciones que lanzabancontra la directora y actriz que simbolizaba la
España republicana, lo que provoca una olade protestas en el mundo, incluyendo las del propio
Camus. Ante esta situación, Margarita disuelve la compañía y decide volver a Chile. Enterado
de esas circunstancias Justino Zavala Muniz, presidente de la Comisión de Teatros Municipales,
envía a Buenos Aires a Ángel Curotto, gerente y director de la Comedia Nacional y
representante de Margarita, para ofrecerle a la notable catalana la dirección de la Escuela
Municipal de Arte Dramático que proyectaba crear, además de la presentación de su repertorio.
Ante la negativa de Margarita, Curotto la invita a concurrir personalmente a dar su res- puesta
a la Comisión, cosa que Margarita hará. Después de horas de argumentaciones, y ya próximos
a la madrugada, Margarita finalmente se pone de pie y golpea la mesa diciendo: “Está bien, me
quedo” Así se inicia, en agosto de 1949, una fructífera relación con el Uruguay que le haría
dirigir la EMAD y encargarse del curso de Arte Escénico y de Recitación hasta 1957,
contribuyendo a formar promociones enteras de actores. Además, integró el núcleo de
directores establesde la Comedia Nacional.
EL TEATRO INDEPENDIENTE
Si bien los comienzos de ese teatro fueron muy de aficionados, poco a poco, mejorará la
calidad de sus espectáculos hasta alcanzar, después de 1950, un nivel semi profesional y profesional,
por la cantidad de ensayos, el número de funciones y la regularidad y exigencia de las programaciones.
Se había creado en 1947 la Federación Uruguaya de Teatros Independientes (FUTI), con dieciséis
grupos de Montevideo y el interior del país, federación que crecerá y desarrollará una serie de
iniciativas tendientes a favorecer la actividad de sus integrantes y a multiplicar el contacto con el
público, como ocurrirá con la carpa de 400 personas que levantó en 1962 y que recorrió diferentes
zonas de la capital para acercar el teatro a los barrios alejados del centro y que fue lamentablemente
destruída por un temporal cuatro años después. De este modo, hacia la segunda mitad de los años
cincuenta, llegan a existir en Montevideo cinco elencos profesionales de actores uruguayos, quince
independientes (sin contar los que surgen en el interior del país) y veinte salas, donde en 1937 apenas
había cuatro que funcionaban sobre todo para servir de escenarios a compañías extranjeras.
Esta intensa actividad desplegada, tanto por la compañía oficial como por los independientes-
entre los que debe obligadamente mencionarse, por estricto orden de fundación, después del pionero
Teatro del Pueblo, a Teatro Universitario (1942), El Tinglado (1947), el Galpón (1949), Club de
Teatro (1949), Teatro Libre (1953), La Máscara (1953), Teatro Circular(1954), Teatro Moderno
(1954), Taller de Teatro (1955) y La Farsa (1959)- favoreció el surgimiento de nuevos autores
dramáticos, estimulados por los concursos y subvenciones, las necesidades de los elencos, la
existencia de salas y la afluencia de un público que empezaba a frecuentar.
La situación del teatro en este período clave de la historia uruguaya, variará radicalmente con
respecto a los años anteriores. En primer lugar el movimiento teatral alcanzará una madurez que le
permitirá presentar espectáculos de un rigor estético cada vez más exigente y, al mismo tiempo, estará
marcado, en forma cada vez más intensa, por las múltiples rupturas que se irán produciendo en el
sistema político y social. Desde el punto de vista de lo artístico han mejorado notoriamente los
montajes, con un mayor cuidado en el vestuario, la escenografía y la iluminación. El equipo de actores
y directores ha enriquecido su formación y los grupos independientes, que se han ido consolidando,
alcanzan un nivel casi profesional por la calidad de los espectáculos, la frecuencia de estrenos y
funciones y la variedad de repertorio.
Poco después nacería Teatro Uno (1963), con Alberto Restuccia y Luis Cermina como
responsables, quienes optarán por un teatro de vanguardia o del absurdo, con removedoras versiones
de textos de Beckett, Inoesco, Jarry, Vitrac, Pinter y Genet. La orientación de Teatro Uno hacia el
absurdo continuaba de algún modo una vertiente que ya habían iniciado en nuestro país Taller de
Teatro y el Nuevo Teatro Circular, con dirección de Alfredo de la Peña.
Uno de los equipos con mayor capacidad de respuesta y que logra multiplicar su actividad a
pesar de la crisis es El Galpón, que consigue comprar y acondicionar una segunda sala, mucho mayor
y en plena avenida principal de Montevideo, en la que presentará, en 1969, un notable espectáculo
considerado el de mayor envergadura y repercusión de todo el período. Fuenteovejuna de Lope , en
una muy original y creativa adaptación brechtiana de Dervy Vilas y Antonio Larreta y con una
magistral dirección de este último. Otro grupo independiente que alcanza un importante desarrollo es
Teatro Circular, cuya actividad se destacará sobre todo a partir de la segunda mitad de la década
alcanzando momentos de verdadero esplendor con textos de Sófocles, Chéjov, De Musset, Goldoni,
Shakespeare, Valle-Inclán...
Algunas compañías profesionales
Como culminación de los niveles alcanzados por algunos elencos, rugen en esta década, y a
pesar de la crisis, varios intentos de crear compañías de teatro profesional, sin desmedro de la calidad
artística. En medio de las dificultades que entrañaron siempre en el Uruguay esos proyectos, por la
carencia total de subvenciones, se funda en 1960 el Teatro de la Ciudad de Montevideo (TCM), con
China Zorrilla, Enrique Guarnero y la dirección de Antonio Larreta. La compañía funcionó durante
algunos años con un nivel muy alto, estrenando obras del repertorio universal.
Otro intento de cierta importancia fue el del Grupo 65 integrado por jóvenes titulados en la Escuela
Municipal de Arte Dramático.
Un teatro militante
LA RESISTENCIA
Durante los primeros años de la década del 70, tras el golpe de 1973, hubo una importante
retracción en el movimiento teatral, como consecuencia de la represión. Más de un centenar de artistas
teatrales, fueron encarcelados, prohibidos, obligados al exilio o al silencio. En 974 la Comedia
nAcional estrena solo un título. Disminuye la afluencia de público a los teatros. En 1975, cierra la
EMAD y se encarcela a todos los dirigentes de El Galpón, que deberán exiliarse unos meses después.
Algún espectáculo logra sostener, sin emabrgo, un buen nivel, con gran afluencia de público. Es el
caso de Esperando la carroza (1974) de Jacbo Langsner. A partir de 1978 comenzará a revertirse
lentamente laretracción mencionada a pesar del control de la censura. En 1979 y 1980 se intensifican
los síntomas de recuperación mencionados junto con la apertura política hasta el
retorno a la democracia en 1985. El teatro se volció bajo la represión y sobre todo en este segundo
periodo un espacio de resistencia ideológica.
NUEVOS LENGUAJES
En 1947, con el comienzo de las actividades de la Comisión presidida por el senador y escritor
Justino Zavala Muniz, se había inaugurado la Comedia Nacional en el Teatro Solís. Le seguirían la
creación del Museo y Biblioteca del Teatro, la reorganización de la Sala Verdi y de la Escuela
Municipal de Música (fundada en 1941), así como la creación del Coro Municipal Infantil. La
concreción de la Comedia Nacional fue resultado de una decisión municipal, ya que no se había
logrado una mayoría parlamentaria para el elenco oficial, que, no obstante, siguió llamándose, hasta
hoy, "nacional", por el alcance de su proyección.
Dos décadas antes, en 1929, el gobierno central había estatuido el SODRE, ente radiofónico
nacional que contaría con una estación de radio, una orquesta sinfónica, un coro, un conjunto de
música de cámara, una discoteca nacional (unos años después, un cuerpo de baile, más tarde, un canal
de televisión) y una sala en la esquina de Andes y Mercedes, que antes fue el Teatro Urquiza.
Zavala Muniz había sido promotor, en 1932, del primer cine club uruguayo, que tuvo corta
vida. Todas estas iniciativas fueron promovidas por un Estado benefactor que entendía que la
educación y la cultura eran condiciones indispensables para el desarrollo social y democrático. Así
entonces, la idea de contribuir desde el gobierno de Montevideo al desarrollo teatral sistemático con
una escuela de arte dramático, no fue una idea aislada impulsada por el múltiple azar de que Margarita
Xirgu, la gran actriz de las obras de Federico García Lorca, estuviera de gira por América, no pudiera
regresar a España por el triunfo del franquismo y hubiera sido censurada en Buenos Aires por su
versión de El Malentendido de Albert Camus. Estas circunstancias, reales y oportunas, fueron
conjugadas por el espíritu integrador del batllismo, entendiendo por tal un momento histórico, una
mentalidad, una atmósfera, en la que no eran solamente protagonistas los integrantes del gobierno
sino también sus adversarios. Entre todos habían dado forma al Uruguay moderno. Aquella actividad
de la Comisión de Teatros Municipales fruto del impulso modernizador de la democracia uruguaya
entendía la actividad teatral como construcción colectiva de una memoria nacional. Tales fueron los
propósitos explícitos de la Comedia Nacional en 1947, y la instalación del semillero de estudiantes de
teatro previsto para nutrir a ese elenco a partir de la fundación de la EMAD dos años después.
En aquel escenario hay que visualizar también todo aquello que el Estado no producía pero sí
habilitaba por el juego democrático: una cultura no oficialista, independiente y crítica, que en el
teatro iba a expresarse a través de la fundación, también en 1949, de la Institución Teatral El Galpón,
del ímpetu de todo el movimiento escénico ya existente desde 1937 (Teatro del Pueblo, Teatro
Universitario, El Tinglado) que daría origen a la Federación Uruguaya de Teatros Independientes en
1947, y de los grupos que aparecerían en las décadas posteriores (Club de Teatro, Teatro Circular,
Teatro Moderno, Teatro Uno). La Comedia Nacional y la EMAD contaban con el beneficio de la
financiación estatal, y la coexistencia de instituciones estatales e independientes habla sola del
peculiar entramado de la vida civil uruguaya de aquel momento.
Aquel Estado laico y moderno estaba ampliamente preparado para que el teatro tuviera un
espacio de crecimiento social y de prestigio cultural. Es en ese Montevideo progresista que se discute
la creación de una Escuela de arte dramático. La discuten políticos que son también escritores,
periodistas, abogados, figuras públicas formadas en una tradición de encomio a la cultura. Unos meses
antes de 1950, en el filo del cambio de década, resuelven la fundación de la EMAD. Son los integrantes
honorarios de la Comisión de Teatros Municipales, creada en 1947 por el Intendente Andrés Martínez
Trueba. Ellos fueron Justino Zavala Muniz, Ovidio Fernándes Ríos, César Farrell, Carlos Echegaray
y José P. Blixen Ramírez. Julio Caporale Scelta ocupó ese cargo cuando Blixen falleció y Ángel
Curotto era su gerente general.
Como consta en actas, la sanción del presupuesto para la EMAD dependiente de la Comisión
de Teatros Municipales y ésta de la División de Hoteles y Casinos del Estado, hasta 1985, año en que
la EMAD pasa a la esfera del recién creado Departamento de Cultura, preveía en ese momento el
incremento de la inversión de dinero en la Escuela, “por la posible insuficiencia de rubros de que se
la ha dotado para el eficaz cumplimiento de todos sus servicios, destinados éstos, por la excepcional
jerarquía que están llamados a adquirir en el fomento y desarrollo de la cultura de los habitantes del
Municipio de Montevideo, a responder a una notoria necesidad pública.”
Margarita Xirgu, “la Xirgu”, (1888-1969), formó en pocos años a buena parte de los actores
uruguayos, en su doble condición de directora de la EMAD y de actriz de la Comedia Nacional en la
que también integraba el plantel de directores estables.
Con la EMAD se concretaron ideas institucionales que se pueden rastrear desde 1911 cuando
Batlle y Ordóñez decreta la fundación de “una escuela experimental de arte dramático” bajo la
conducción de la actriz italiana Jacinta Pezzana, radicada en nuestro país. De esta forma, los cursos
de arte dramático se continúan en 1928, en la Casa del Arte, fundada por Ángel Curotto, y se extienden
hasta 1943, cuando una todavía itinerante Margarita Xirgu es contrada para dirigir la Escuela del
SODRE.
Según consta en acta de la Comisión en el año 1949, la EMAD, comenzó como una carrera de
cuatro años (el primero, preparatorio o prevocacional, de carácter eliminatorio), cuyos cursos iban de
abril a noviembre en la mañana y en la noche, con un personal docente designado por concurso y con
contrato a término, y una directora entre cuyas obligaciones estaba la de dictar las
clases de arte escénico. El ingreso de los futuros alumnos era mediante una prueba de admisión con
una edad mínima de 17 años y una máxima de 25 años, incluyendo un examen de cultura general
según los programas universitarios vigentes.
En el inicio de la dirección de Margarita Xirgu la Intendencia autorizó a disponer del ala este
del edificio Teatro Solís (sala de cine) para instalar la EMAD, en la que sería su lugar histórico hasta
que fuera desalojada en 1999 para realizar la remodelación del Teatro. Por ese célebre “salón 1” y su
reducido escenario –que era el único espacio que tenía la Escuela en sus comienzos hasta que fue
ampliándose de manera discreta- pasaron cientos de estudiantes.
Aquel Montevideo de los años ’50 recibía a las compañías de teatro que llegaban regularmente
al país, entre ellas, la Comédie Française y el Piccolo Teatro de Milán. Su paso por el Teatro Solís iba
acompañado, casi siempre, de una visita y una charla en la EMAD, cuyo Salón 1 recibió así a Jean-
Louis Barrault, Ana Proclemer, Giorgio Albertazzi, Jean Vilar, Pierre Brasseur, Maurice Escande,
María Casares, Paolo Grassi, Renzo Ricci, Eva Magni, Tino Buazzelli, Vivien Leigh.
Uruguay se convertía así en un país cuyos estudiantes de la EMAD estrenarían, en 1952, con
entrada libre, como todos sus exámenes, la primicia en español de la obra de Jean-Paul Sartre, Muertos
sin sepultura. Era la primera vez que se estrenaba Sartre en Uruguay, y según testimonio del actor
Juan Jones concitaba tanto interés de público y crítica como un estreno formal. El ojo público
colocado sobre la EMAD hacía un seguimiento exigente de la que era, por esos años, la única escuela
de teatro, y además municipal. La década del ´50 en la que debuta la EMAD se constituyó así, en la
memoria y en el imaginario nacional, en una especie de década prodigiosa.
La década "contracultural" de los ´60, tuvo a la EMAD ya sin Margarita Xirgu en la dirección,
de la que se había retirado en 1957, quedando el Dr. Héctor Hugo Barbagelata en su lugar después de
un período breve de Carlos María Princivalle. En 1958, la Universidad de la República había
conquistado su autonomía a través de una peleada Ley Orgánica. Desde 1962 a 1973, la Escuela dictó
en la noche cursos de extensión y perfeccionamiento para grupos o instituciones que no integraban la
currícula regular. Esas actividades formaban parte del clima de entusiasmo colectivo de aquellos años,
que, paradojalmente, corrían parejos con la crisis económica aguda y la mengua de credibilidad en
las instituciones estatales de una democracia que, desde 1968, gobernaba el país con decretos y
medidas prontas de seguridad. La dictadura militar que comenzó en 1973 cerró la EMAD durante tres
años, de 1976 a 1978. A partir del año 1979, en la Intendencia del Dr. Óscar Rachetti, se nombró
como interventor de la EMAD a Ángel Bianchi, uno de los funcionarios
de la División de Hoteles y Casinos de la Intendencia de Montevideo.
Los tres años de cierre de la EMAD fueron años de desaparición de fotos, archivos y
documentos. Son años de exilio político para el resto del teatro nacional. A partir de la reapertura de
la Escuela en 1979, todavía en dictadura y bajo intervención mencionada anteriormente, Manuel
Domínguez Santamaría, en la dirección, establece los Cursos Técnicos de Realización y Diseño
Teatral, que años más tarde se transformarían en la Carrera de Diseño Teatral (con sus tres
especialidades: iluminación, escenografía y/o vestuario). La actriz de la Comedia Nacional, Maruja
Santullo, es designada Directora Docente cuando muere Domínguez Santamaría. A partir de la
restauración democrática en 1985 comienzan los cursos nocturnos, previstos como carreras breves,
con menor carga horaria.
En 1986, el Intendente Jorge Luis Elizalde, aprueba un nuevo reglamento para la EMAD, que
determina la instauración del cogobierno. Es así que nacen los dos órganos centrales, y aún vigentes,
que les dan participación y decisión a los protagonistas de la vida académica: estudiantes, docentes y
egresados. Estos órganos son el Consejo Técnico Asesor y la Asamblea General del Claustro.
En este período comienzan a generarse convenios con la Alianza Francesa, con el Centro de
Diseño Industrial y con Facultad de Ciencias de la Comunicación de UdelaR, así como talleres
realizados periódicamente por figuras del teatro nacional e internacional. Los intentos por ampliar la
oferta académica comienzan a debatirse con frecuencia, motivados por la creciente demanda de un
medio teatral que exige nuevas opciones de estudio formal en áreas en las que los artistas aprendían
de modo autodidacta. Las tentativas para estructurar la enseñanza de la dirección escénica y de la
dramaturgia fueron los primeros.
La enseñanza de la dirección escénica en Uruguay cuenta con numerosos antecedentes, que
han tenido a la EMAD como propulsora de las actividades pedagógicas desarrolladas en este sentido:
desde las primeras iniciativas en formación en dirección que datan de la segunda mitad de los años
80, pasando por el Taller de dramaturgia y dirección organizado por Omar Grasso (1998), o el
workshop Dirigiendo nuevas dramaturgias dictado por Mariana Percovich bajo la Dirección Artística
de Levón al finalizar la década de los 90, o la colaboración con el Teatro Solís en el Seminario de
puesta en escena con monitoreo asistido llevado adelante por Ruben Szuchmacher (2010) con
duración de ocho meses, hasta la experiencia más completa de la Carrera en Dirección Teatral, de dos
años de duración (2010 y 2011) impulsada por el Director Artístico de ese período, Alberto Rivero.
Dicha carrera corta de Dirección Teatral se constituyó en el intento más sólido de una
formación duradera en el área. Tuvo lugar, sin embargo, únicamente entre 2010 y 2011. Creada
gracias a un Convenio Marco de Cooperación Técnica con el Ministerio de Educación y Cultura
(MEC) y la Intendencia de Montevideo (IM) tuvo como objetivos: a) la realización conjunta o
coordinada de programas de investigación y desarrollo, así como de actividades en las áreas
específicas de Dirección Teatral; b) la articulación y organización en conjunto de proyectos para el
fomento de la dirección de las artes escénicas, mediante la consolidación del mencionado curso, en
una disciplina que nunca había contado con capacitación completa pública y gratuita a nivel nacional.
Al día de hoy no se cuenta en nuestro país con una formación estable y duradera en el área,
existiendo, de todas maneras, un proyecto a estudio del Consejo Técnico Asesor para su próxima
reinstauración, esta vez en forma de posgrado.
A partir de su 50 aniversario, se suceden directores tales como Omar Grasso (2000), Rubén
Yáñez (2001-2004), Mariana Percovich (2004-2007), Alicia Migdal (directora interina 2008), Alberto
Rivero (2009-2011), Mariana Percovich (2012-2015), Alicia Migdal (directora interina 2015-2016)
y Santiago Sanguinetti (2016-2019).
Este convenio establece los siguientes objetivos: a) crear un proyecto en común en el campo
del arte; b) lograr una estrecha colaboración entre las funciones docentes: enseñanza, investigación y
extensión; c) establecer la movilidad de docentes y estudiantes; d) desarrollar acciones comunes para
fortalecer la calidad de la docencia y la formación de recursos humanos en investigación, extensión y
docencia en las artes del espectáculo; e) la realización de pasantías de grado y proyectos formativos
conjuntos incluyéndose titulaciones de grado, tecnicaturas, seminarios, etc.; f) la posibilidad de
establecer otros acuerdos complementarios.