Está en la página 1de 21

Platón Diálogos I: Apología, Critón, Eutifrón, Ion, Lisis, Carménides, Hipias menor,

Hipias mayor, Laques, Protágoras. Introducción general por Emilio Lledó Iñigo.
Traducción J. Calonge Ruiz, E Lledo Iñigo, C. García Gual, pp. 149-186
APOLOGíA I>E SÓCRATES 149

ser ia adecu ado. a esta edad mía , presen ta rme ante vos-
o tros como un jovenzuelo que modela sus discursos.
Además y mu y seriamen te, atenienses. os suplico y pido
que si m e oís hacer mi defen sa con las mismas expre-
siones que acostumbro a usar. bien en el ágora. encima
d e las mesas de los cambistas, donde mu chos de vos-
otros me ha béi s oído. bien en otras partes, que no os
APOLOGtA DE SóCRATES cause ext ra ñeza, ni protestéis por ello. En efecto. la d
s itua ción es ésta. Ahora, por primera vez, co mparezco
ante u n tribunal a m is setenta años. Simplemen te, soy
SÓCRATE S
aj eno al mod o de exp res arse aquf. Del m is mo modo que
si, en re alidad, fuera extranj ero me co nse ntiríais, por
17a No sé, atenienses, la sens aci ón que ha béis experi- s up ues to, q ue hab lara con el ac en to y manera en los que
me n tado por las palabras de mis acus adores . Cier ta- me hubiera educa do, ta mbién ahora os pido como al go ISa
me nte, bajo su efecto, incluso yo m ismo h e estad o a justo, según me parece a mí, que m e permit áis mi m a-
p unto de no recono cerme: tan persuasivamente habla- ncra de exp resarme - qu izá podrí a ser peor, quizá
ban , Sin embargo , por así decirlo, no han dicho nada mejor- y co nsideré is y pongáis atención solament e a
verdadero. De las muchas men ti ras que h an u rdido, si digo cosa s justas o no. Éste es el deber del juez, el
una me caus ó especial extra ñeza. aque lla en la que de- del orador. deci r la verdad.
dan q ue teníais que p recaveros de se r engaña dos por Ciertamente, atenienses, es ju sto que yo me defien da,
b m i po rque, dicen ellos, soy hábil para hablar . En efec- en p ri mer lugar, frente a las p rimera s acusaciones falsas
to, no se ntir vergüenza de que inmediatament e les voy co ntra mi y a los primeros acusadores; de spués, frente
a con tradecir con la realid ad cua ndo de ningún modo a las ú ltimas, y a los últimos l. En efecto, desde antiguo b
me muestre háb il para hablar, eso me ha parecido en y du rante ya mu cho s años, han surgido ante vosotros
ellos lo más falt o de vergü enza, s i no es que acaso és tos muchos acusadores míos, sin deci r verdad alguna, a
llaman hábil para hablar al que dice la verdad. Pues, quienes temo yo más que a Anito y los suyos , aun siendo
si es eso lo que dicen, yo estaría de acuerdo en que soy también éstos t emibles. Pero lo son más, aten ienses,
orado r, pe ro no al modo de ellos . En erecto , co mo d igo. los que tomándoo s a much os de vosotros desd e n iños
ést os han dicho poco o nada verda dero . En camb io, os pe rsua d ían y me acu sa ban mentirosamente, diciendo
vosotros vais a oír de mí toda la verd ad ; ciertamente. que hay un ci erto Sócrates. sabio. que se ocupa de las
por Zeus, atenienses, no oiréis bella s frases, como las cosas celestes, que investiga todo lo que hay bajo la
de éstos, adornadas cuidadosamen te con expresiones y
I Sócrates pretexta una razón cron ójogíca para hablar, pri-
e vocablos. s in o q ue vais a oír frases dichas al aza r con
meramente, sobre los que han creado en la ciudad una imagen
las palabras q ue me venga n a la boca; po rque estoy en la que se apoyan sus acusadores reales. Esta distinción entre
seguro de qu e es justo lo que digo, y ninguno de vos- primeros acusadores, que legalmente no existen, y últimos acu-
ot ros espere otra cos a. Pues. por supuest o. tampoco sadores articula la primera parte de la Ap% /{fa.
ISO DI ÁLOGOS APOLOGíA DE sOCRATES 151

tie r ra y que hace más fuerte el a rgumento más dé bil. Recoj amos, pu es. desde el comienzo cuá l es la acusa-
e astes, atenien ses, los q ue ha n exte nd ido es ta fa ma , son ción 2 a part ir de la que ha nacido esa opi nión sobre
los tem ib les acusadores m íos. pu es los oyentes consí- mí, por la que Meleto. dándol e c réd ito ta mbién, ha b
deran que los q ue investigan eso no creen en los d ioses. presentado es ta ac usación púb lica . Veamos, ¿con qué
En efec to. es tos ac usa dores so n m uc hos y me ha n acu- palab ras me calu m niaban los t er giversadores ? Como si,
sado du rante ya muchos a ños , y además hablaban a nte en efecto. se t rata ra de acusadores legal es , hay que da r
voso tros en la edad en la que más podí ai s darles cré- lec tura a su acus ación jurada l. «Sócrates comete delito
dit o, po rque algunos de vosotros e ra is ni ños o jóve nes y se m ete en lo que no debe al investigar las cosas sub-
y po rq ue acusaba n in absentia, si n defensor presente. lerráneas y celestes. al hacer más fuert e el argumento
Lo más a bs ur do de tod o es qu e ni siqu iera es pos ible más déb il y al enseñar estas mismas cosas a otro s». Es e
d conoce r y decir sus no mb res . si no es precisamen te el asi , poco m ás o menos. En efecto, t a mbi én en la comed ia
de cierto co med iógra fo . Los que , s ir vi éndose de la e n- de Ari st ófa nes ver íais vosotro s a cie r to Sócrates que era
vidia y la t er giver sación , trat ab an de pe rsuadiros y los lle vado de un lado a otro afirma nd o que volaba y di cien-
qu e, con venci dos ello s mi smos, in tenta ban conv ence r a do otras m uchas necedades so bre las que yo no ent iendo
ot ro s son los que me producen la mayor dificultad. En ni mucho n i po co. Y no habl o con la intención de menos-
efe cto , ni siqu iera es po sibl e hacer subir aqu í y poner preci ar es te tipo de conocimientos, s i algu ien es sabio
en evidenc ia a n inguno de ellos, sino que es nec esa rio acerca de tules cosas, no sea que Mclcto me en tab le
q ue yo me defienda s in med ios, como si combatiera pro ceso con es ta acu sación, sino que yo no tengo nada
sombras, y que argumente 1 in que nadie me respon da . qu e ve r con t ales cosas. atenien ses. Presento como te s- d
En efec to, adm itid tambtén vosot ros. como yo digo, que tigos a la ma yo r pa r l e de vosotros y os pido que cuan-
ha hab ido dos cla ses ' de ac usadores m íos : u no s, los tos me ha béis oído dialogar alguna vez os informéis
qu e me ha n ac usado rec ienteme nte . otro s. a los q ue unos a o tros y os lo deis a conocer; mu chos de vosotros
a ho ra me refiero. q ue me han acusado desde hace est á is en esta s it uación. En efec to. informaos unos con
e m ucho. y creed que es p reciso q ue yo me defienda fren te otros de si a lgu no de vosotros me. oye jamás d ialogar
a éstos en primer lu gar. Pues tambié n voso tros les poco o m ucho acerca de estos te mas. De aquí conoce-
hab éis oído ac usarme anteriormente y m ucho más que
a estos ú lt im o s.
Dicho esto . hay que hacer ya la defensa. ateniense s. 2 La lla ma acusación , comparándol a con la acusecrcn legal.
Tampoco el con tenido de es ta última puede ser referido a la
e inte ntar arrancar de voso tros. en tan poco tiempo . verda dera personalidad de Sócrates, según él mismo ha ind icado
19a esa ma la opinión que vosot ro s ha béi s adqu iri do durante en sus p rimeras p alabras ante los j ueces .
un tiempo ta n la rgo. Quisie ra que esto resultara así . } Sócrates re su me los conceptos ve n idos sob re él durant e
s i es mejor pa ra vosotros y pa ra mí, y consegu ir algo muchos a ños y les da la fonna de u na acusac ión. Se trata de
con mi defe ns a , pero pienso que es d ifícil y de ningú n bu rd a s Idea s, que cala n b ien en tre los igno ran tes , en la s q ue se
modo me pasa in advertid a esta di ficultad. Sin embargo, mezclan conce p tos a tr ibu ib les a los filó sofos de la na t uraleza
con los p rop ios de los sofis tas, en todo caso poco pi ado sos . Con
que va ya esto po r donde a l di os le sea grat o, debo obe- estas ideas aparece Sócrates r ep resent ado en las Nub es de Ari s-
decer a la ley y hacer mi def en sa. t ófanes.
152 DIÁL OGOS APOLOGíA DE SÓCRATES 153

réis que también son de l mismo mod o las demás cosas me he enterado de que se hall a en nuest r a ciudad . Me
qu e acerca de mí la mayoría dice. en cont ré casualment e al hombre que ha pagado a los
Pe ro no hay nada de esto, y si habéis oí do a algui en sofist as más dinero que t odos los otros juntos, Calias 6,
dec ir que yo intento educar a los hombres y que cobro el hijo de Hípó níco. A ést e le pregunté - pu es ti ene
e dinero 4, t am p oco esto es verdad. Pues también a mí dos hijos-: ..Calías, le dije, si t us dos hijos fue ran
me pa rece que es hermoso que alguien sea capaz de pot r os o becerros, tendríamos que tomar un cuidador
educar a los hom bres como Gorgias de Leontinos, Pro- de ellos y pagarle; éste debería hacerlos ap tos y buenos b
dico de Ceos e Hipias de a líde s. Cada uno de éstos, ate- en la condición natural que les es propia, y sería un
nien ses, yendo de una ciudad a otra, persuaden a los con ocedor de los ca ballo s o un ag ricultor. Pero , puesto
jóvenes - a quiene s les es posib le r ecibir lecciones gra- que so n homb res, ¿qué cu idador t ienes la intención de
tuitamente del que quieran de sus eonciudadanos- a t om a r ? ¿Quién es conocedor de esta clase de; perfección,
20a que abandonen las lecciones de és tos y reciban las suyas de la huma na y política? Pu es p ienso que tú lo ti enes
pagándoles d inero y debiéndoles agradecimiento. Por averiguado por tener dos hijos ». «¿Hay alguno o no?»,
otra parte, está aquí otro sa bio, na tural de Paros, que dij e yo. «Claro que s í», dijo él. «¿Quién, de dó nde es,
por cuánto enseña?", di je yo . "Oh Sócrat es - dijo él-,-
4 Esta afirmación es ta mb ién importante para distinguir a Eveno 7, de Paros, por cinco minas». Y yo consideré
Sóc rates de los sofistas. No profesa la ens eñanz a ni cobra por
dejarse oír, lo que sí hacen aq uéllos . feliz a Eveno, si verdaderamente posee ese arte yen-
5 E n la Apo logía procura Platón ser muy escrupuloso en seña tan convenientemente. En cuanto a mí , p resumí- e
cuanto a las re ferencias de personas qu e, con certeza , aún vivían ría y me jactaría, si supiera est as cosas, pero no las
en la fecha del proceso. Al cit ar a quí a tres famosos sofistas, sé , atenienses.
omite el no mb re del creador y gran impulsor de la sofíst ica: Quizá alguno de vosotros ob jetaría: «Pero, Sócrates,
Protágoras de Abdera, que había muer to en 415. -Gorgias de
Leon ti nos era e l represen tant e del Occiden te gr iego en la soñs- ¿cuál es tu situación, de dónde ha n nacido esas te rgi-
tíca . Es , sin, du da, el sofista más calificado después de Protágoras. versaciones ? Pues, sin duda, no ocupándote tú en cosa
Alcanzó una gran longevidad, pues deb ía de ser unos quince más notable que los de más, no hubiera surgido seguid a-
años mayor qu e Sócra tes y murió algunos año s des pués que él. mente tal fama 8 y renombre, a no ser que hicieras algo
Es un pe rsonaje muy interesante en otros muchos aspectos de l
pensamiento, pe ro sobre todo lo es por la manifiesta influencia distinto de lo que hace la mayor ía. Dínos. pues, qué es
de su estilo desde finales del siglo v. Esta influencia fu e decis iva ello, a fin de que nosotros no juzquemos a la Iígera .e
en la retórica y en la prosa artística. Su más ca racter izado dis- Pien so que el que hable así dice palabras j ustas y yo d
cípulo fue Isécrates. - Pródico era jon io, de Yúlide de Cecs . vaya in tent ar dar a conocer qué es , realmente, lo que
Distinguido discípulo de Protágoras. Era hombre de poca salud
y escasa voz. según lo presenta Platón en el Protágoras. Prac- me ha hecho este renombre y esta fama . Oíd, pu es . Tal
ticó sobre todo las distinciones léxicas, especialmen te la sino-
nimia. Poco más jove n que Sócrates , vivía aún, como los tres 6 Rico at en ien se, veinte años más joven que Sócrates, cuya
citados, a la mu erte de éste. - Hipias de ~lidc es el más joven liberalidad para con los sofistas muestra Platón en el Prot ágoras.
de los tres cit a dos. Aunq ue no es comparable en méritos con 7 Eveno de Paros era poe t a y sofista. Citado también po r
Protágoras y Gc rgías, es u na personalidad muy in teresante. Pla tón en el Fedón y en el Fedro.
Pla tón ha escrito dos diá logos en que Hfpias es interlocutor de 8 Fam a , en el sentido de u na opi nió n genera lizada Que no
Sócrates. Es di scutida la au tenticid ad del Hípías Mayor. res ponde a la rea lidad.
154 DI ÁLOGOS APO LOGíA OE SÓCR~TES 155

vez va a parecer a alguno de voso tros que bromeo. Sin t ras oír yo estas p alabras reflexionaba así: «¿Q ué dice
embargo, sabed bien que os voy a decir toda la verdad. realment e el di os y qué indica en enigma? Yo tengo
En efecto, atenienses, yo no he ad quirido este re nombre conciencia de que no soy sabio, ni poco ni mucho. ¿Qué
por otra razón que por cierta sabiduría. ¿Qué sabiduría es lo que realmente dice al afirmar que yo soy m uy
es esa ? La que, ta l vez, es sabiduría propia de l ho mb re; sab io? Sin duda, no miente; no le es Iícito.» Y durante
pues en realidad es p robable que yo sea sabio respecto mucho t iempo es tuve yo confuso sobre lo q ue en verdad
a ésta. nstos, de los que hablaba ha ce un momento, quería decir . Más tarde, a rega ñadientes me incliné a
e quizá sean sabios r esp ect o a una sabiduría mayor que una investigación del oráculo de l modo siguiente. Me
la p ropia de un hombre o no sé cómo calificarla. Hablo dirigí a uno de los que parecían ser sabios, en la idea
así, porque yo no conozco esa sabid uría, y el que lo de que, si en alguna parte era posible, allí refutaría el e
afirme miente y ha bla en favor de mi falsa reputación. vat icinio y demost rar ía al oráculo: «nste es más sabio
Atenienses, no protestéis ni aunque parezca que digo que yo y tú decías que lo era yo.» Ahora b ien , al exami-
algo presuntuoso; las palabras que voy a decir no son nar a éste - p ues no necesito citarlo con su nombre,
mías. sino que voy a remitir al que las dijo, digno de era un p olítico aquel con el que estuve in dagan do y dia- '
crédito para vo sot ro s. De mi sabiduría, si hay alguna legando-e- experimenté lo siguiente, atenienses: me
y cuál es , os vay a presentar como t es tigo al di os que pareció que otras muchas personas creían que ese
está en Delfos. En ef ecto, conocíais sin duda a Quere- hombre era sa b io y, especialmente, lo creía él m ismo,
2la fonte 9. Éste era amigo mío desde la juventud y adepto pero que no lo era. A continuación int en taba yo demos-
al partido democrático, fue al destierro y regresó con trarle que él creía ser sabio, pero que no lo era. A
vosotros. Y ya sabéis cómo era Querefonte, qué vehe- consecuenci a de ello, me gané la enemistad de él y de d
mente para lo que emprendía. Pues b ien, una vez fue a muchos de los presentes . Al retirarme de allí razonaba
Delfos 10 y tu vo la audacia de preguntar al oráculo esto a solas que yo era más sabio que aquel hombre. Es
-pero como he dicho, no protesté is, atenienses-, pre- probable que ni uno ni otro sepamos nada que tenga
guntó si ha b ía alguien más sabio que yo. La Pitia le valor, pero este hombre cree saber algo y no lo sabe,
respondió que na die era más sabio. Acerca de es to os en cambio yo , así como, en efecto, no sé, tampoco creo
dará testimonio aquí este hermano suyo, puesto que saber . Parece, pues, que al menos soy más sabio que
él ha muerto. él en esta m isma pequeñez, en que lo que no sé tampoco
b Pen sad por qué digo estas cosas; vaya mostraros creo saberlo. A continuación me encaminé hacia otro
de dónde ha salido esta falsa opinión sobre mí. Así pues, de los que pa recí an ser más sabios que aquél y saqué
la misma im p resión , y también allí me gané la enemís- e
9 Querefonte, cu ya relación con Sócrates queda descrita , tad de él y de muchos de los presentes.
admiraba a éste profundamente. Aristófanes , en las Nubes, hace Después de esto, iba ya uno tras ot ro, sintiéndome
figurar el nombre de amb os al frente del Pensatorio. disgustado y t emi endo que me ganaba enemistades,
10 El famoso sa ntuario de Apolo, de prestigio pa nhc1énico pero, sin embargo, me parecía necesario dar la mayor
y, también, entre los no griegos. La pitonisa. Pythía, que tenía
un papel secundario en la jerarquía délfica, pronunciaba en importancia al dios. Debía yo, en efecto, encaminarme,
t rance frases inconexas que eran interpretadas por los sacerdotes. indagan do qué quería decir el oráculo, hacia todos los
I

156 DIÁLOGOS APOLOGfA DE SÓCRATES 157

22a q ue parecieran sabe r algo. Y, por el perro, atenienses e n cambio estaba seguro de que encontrarla a és tos con d
- pues es preci so decir la verdad a nte vosotros-e, que muchos y bellos conocim ient os. Y en es to no me equi-
tuve la siguiente impresión. Me p areció que los de mayor voq ué . pues sab ían cosas que yo no sab ía y, en ello,
reputación estaban casi carentes de lo más im por ta nte e ra n más sab ios que yo . Pero. a ten ienses, me pareció
pa ra el que investiga según el d ios ; e n cambio. otros a mí que ta m bién los buenos artesanos incurrían e n el
que parecían inferiores estaba n mejor dotados para el mi smo e rro r que los poetas: por el hecho de que realiza-
buen juicio. Sin duda. es necesario que os ha ga ver m i ban adecuadamente su a r te, cada uno de ellos esti maba
camino e rrante, como condenado a ciertos t ra bajos JI , que era muy sabio también respecto a las demás cosas,
a fin de qu e el orácu lo fu era ir refutable para mí. E n incl us o las más im por t ant es, y ese e r ro r velaba su sa bi-
efecto , t ras los políticos m e encaminé hacia los poetas, duría. De modo que me pregu ntab a yo mismo, en nom- e
b los de tragedias, los de dit iramb os y los demás, en la bre del oráculo. s i preferiría es tar así , como es toy , no
idea de que allí me encontraría ma nifiesta men te más s iendo sabio en la sa biduría de aque llos n i ignorante e n
ignorant e qu e aquéllos. Asi pue s, tomando los poemas su ignorancia o tener es tas dos cosas q ue ellos ti ene n.
suyos que me parecían mejor realizados. les iba pre- Así pues, me contes té a mí mi smo y al oráculo que era
gu nta ndo qué qu erían decir, para , al mismo tiempo, ventajoso para mí esta r como es toy,
aprender yo t ambién al go de ello s. Pu es bi en , me resisto A causa de esta investigación, atenienses. m e he
por vergüenza a deciros la verdad, atenienses. Sin e m- c reado muchas enemistades, muy duras y pesadas, de 23a
bargo, hay que decirla. Por as í decir. ca si todo s los ta l modo que de ellas h an surgido muchas tergiversa-
presentes podía n hablar mejor que ellos sobre los poe- ciones y el renombre éste de q ue soy sa bio. En efecto.
mas que ello s habían compuesto. Así pues, ta m bién en cada ocasi ón los presentes c ree n que yo soy sabio
respecto a lo s poetas me di cuenta, en poco t iem po , de respecto a aquello qu e refu t o u a otro. Es probable,
e que no hacían por sabiduría lo que hacían , sino por a tenienses, que el di os se a en realidad sab io y que, en
cie r tas do tes naturales y en estado de inspiraci ón como es te oráculo, di ga que la sabidurí a humana es digna de
los adivin os y los que r eci t an los orácu los. E n efecto, poco o de nada . Y parece que és te hab la de Sócrates u
también éstos dicen m uc has cosa s hermosas. pero no - se sirve de m i nombre poniéndome como ejemplo,
saben nada de lo que dicen. Una inspiración se mej an te como s i dijera: e Es el más sab io, el que. de entre vos- b
m e pa reció a mí que experim e ntaban también los po e- o tros, homb res, conoce, co mo Sócrates. q ue en ve rd ad
tas. y al m ismo tiempo me di cuenta de que ellos. a es di gn o de nada respecto a la sab idurí a.• Así pues.
causa de la poesía, creían ta m bié n se r sabios respecto incl us o ahora. voy de un lado a otro investigando y
a las demás cosas sob re las qu e no lo eran. Así p ues, aver iguando en el se nt ido del dios, si creo que alguno
me alejé tambi én de allí creyendo que les superab a e n de los ciudadanos o de los forasteros es sabio. Y cuando
lo m ismo que a los políticos. me parece que no lo es, prestando mi auxilio al dios , le
En último lugar, me encaminé hacia lo s artesanos. demuestro qu e no es sabio. Por esta ocupación no he
Era consciente de que yo , por así deci rlo, no sabía nada,
u Sócrates desea aclarar la d iferencia entre conocer la verdad
11 Pone su esfuerzo en comparación con los «Doce t rabajos y conocer 10 que no es verdad.
de Heracles•. u SI: con serva en la trad ucción el anaco lu to del texto griego.
158 DIÁ LOGOS APOLOGí A DE SÓCRATES 159

te nido tiemp o de reali zar ningún asunto de la ciudad lo cual es t ambién un a p rueba de qu e d igo la verdad,
digno de ci tar ni tampoco mío particular. sin o que me y que es ésta la mala fama mía y que éstas son sus
e encuentro e n gran po breza a ca us a del servici o del causas. Si invest igáis esto ahora o en otra ocasión, co n- b
dios. firmaréis que es así.
Se añade. a esto, qu e los jóvenes que me acompañan
esp ontáneamente - los que dísponen de más tiem po, Acerca de las acusaciones que me hicie ron los pri-
los hi jos de los más ricos- se di vier ten oyén dom e meros acusadores H sea ésta suficiente dcfcnsa ante
examinar a Jos homb res y. con f recue ncia. me imitan e vosot ros. Contra Melero, el honrado y el a mante de la
intentan examinar a otros, y. naturalmente, encuentran, ciu dad. se gú n él d ice. y contra los acusadores recien tes
creo yo , gran canti dad de hombres qu e creen saber algo vaya inten ta r defenderme a continuaci ón. To memos,
pero que saben poco o nada. En consecuencia, los exa- pu es, a su vez, la acusación jurada de éstos, dado que
minados por ellos se irritan conmigo, y no consigo mis- son otros acusadores. Es así: «Só crates delinque co-
d mos, y dicen que un tal Sócrates es malvado y corrompe rrompiendo a los jóvenes y no cre yendo en los dioses
a los jóvenes. Cuando alguien les pregunta qué hace y en los qu e la ciudad cree, sino en otras divinidades
qué enseña , no pueden decir nada, lo ignoran; pero, n uevas.• Tal es la acusa ción . Examinémosla punto por e
pa ra no dar la impresión de que están confusos, dicen pun to.
lo que es usual con tra todos los que filosofan. es decir: Dice , en efecto, que yo delinco corrom piendo a los
Olla s cosas d el ciel o y lo que está bajo la tierra.., eno jóven es. Yo, por mi parte, afirmo que M elero delinque
creer en los d ioses . y «hacer más fuerte el argumento porq~e bromea en asunto serio, someti endo a juicio
más débil... Pues c reo que no desearían deci r la ve rdad, con ligereza a la s pe rsona s y simulando esforzarse e
a sa be r. que resulta evide nte que es tán simu lando saber inquiet a rse por cosas que j amás le han preocupado.
s in saber na da . Y como son , pienso yo , susceptibles y Vay a intentar mo st raros que esto es así.
e vehe mentes y numerosos, y como, además. hablan de . - Ven aq uí 15, Me teto. y d ime: ¿No es cierto que con-
mí a pasio nada y pe rsuasivamente, os han llenado los s ideras de la mayor importancia q ue los jóvenes sean
oídos calumniándome violentamente desde hace m ucho lo mejor posible ? d
ti empo. Como consecuenci a d e esto me han acusado -Yo sí.
Meleto, Ani to y Licón; Mele to, irritad o en nombre de -c-Eu, di enton ces a és tos quién los hace mejores.
los poetas; An ito, en el de los de m iurgos y de Jos polí- Pues es e vidente que 10 sabes , puesto que te preocupa.
24a t ícos. y Líc ón. en el de los oradores. De manera que.
como decí a yo al principio, me causaría extrañeza que H Termi na aqul Sócrates la parte ded icada a explica r las
ca uses de la faba opinión q ue la gente tie ne de ti!. A t odos Jos
yo fue ra capaz de arrancar de vosotros, en tan escaso qu e la ha n creado, bien dan do origen a ella. bien difundiéndola
ti empo, esta falsa imagen que ha tomado tant o cuer po. in tencionada o lnin t enclonadamen te , los llama - prtmeros acusa-
Ahí tené is, atenienses, la verdad y os es toy hablando dores », para distingui r los de los q ue rea lmente presentaron la
sin ocultar nada, ni grande ni pequeño, y sin torna r acusación, cuyo texto se cita a continuación.
. 15 El acus ado podia in terrogar al ac usador y p resent a r tes-
precauciones en lo que di go. Sin em b argo, sé casi con t l~OS . Du rant e la Intervención de éstos no con taba el tiempo
cer teza qu e con estas palabras me consigo enemistades, asignado a l acusado para su def en sa .
160 DIÁLOG OS APOLOGíA DE SÓCRATES 161

En efecto, has descu bier to al que los corrompe, a mí, - Muy firmemente digo eso.
según dices, y m e traes ante estos jueces y me acusas. - Me a tribuyes , sin duda, un gran desacierto. Con -
-Vamos , di y revela quién es el que los hace mejores. téstame. ¿Te parece a ti que es tamb ién así respecto a
¿Estás vien do , Meleto, que callas y no puedes decirlo? los caballos? ¿Son todos los hombres los que los hacen
Sin embargo, ¿UD te parece que esto es vergonzoso y me jores y uno sólo el que los resabia? ¿O, todo lo con- b
testimonio suficiente de lo que yo digo, de que este trario, alguien sólo o muy pocos, los cuidadores de
asunto n o h a sido en nada objeto de tu preocupación ? caballos, son capaces de h acerlos mejores, y la mayoría,
Pe ro dilo, amigo, ¿quién los ha ce mejores? si t ra tan con los caballos y los utilizan, los echan a
- Las leyes. perder ? ¿No es así. Meleto, con respecto a los caballos
e -Pero no te pregunto eso, excelente Mcleto, sino y a todos los otros animales? Sin ninguna du da, digáis
qué hombre. el cual ante todo debe conocer esto mismo, que si o digáis que no tú y Anito. Seria, en efecto, una
la s leyes. gr an suerte para los jóvenes si uno solo los corromp e
- E stos, Sócra tes, los jueces Ió. y los demás les ayudan. Pues bien, Meleto, has mostrado e
- ¿Qué dices. Melero , és tos son capaces de educar a suficien temente que jamás te has interesado por los
los jóvenes y d e hacerlos mejores ? jóvenes y has descubi erto de modo claro tu despreocu-
-Sí, esp ecialment e. pación , esto es, que no te has cu idado de nada de es to
- ¿Todos, o unos sí y otros no ? po r lo que tú me traes aquí.
- Todo s. Dino s aún, Me1eto, por Zeus, si es m ejor vivir entre
- Hab las bien, por Hera, y p resentas u na gran abun- ciudadanos honrados o malvados . Contesta , amigo. No
dancia de b ienhechores. ¿Qué, pues? ¿Los que nos es- te pregunto nada difícil. ¿No es cierto que los malvados
25a euch an los hacen también mejores, o no? ha cen daño a los que están siempre a su lado, y que
-También éstos. los buenos hacen bien?
- ¿Y los miembros de l Consejo? -Sin duda.
-c-Ta m bi én los miembros del Consejo. - ¿Hay alguien que prefiera recibir daño de los que d
- Pero, entonces, Mele to , ¿acaso los que asisten a están con él a recibir ayuda? Contesta, amigo. Pues la
la Asam bl ea, los as amb leístas corrompen a los jóvenes? ley ordena responder. ¿Hay alguien que quiera recibir
l O también aquéllos, en su totalidad , los hacen me- daño ?
jores? - No, sin duda.
-Tamb ién aquéllos. - Ea , pues. ¿Me tr aes aquí en la idea de que corrom-
-Luego, según parece, todos los atenien ses los hacen po a los jóvenes y los hago peores voluntaria o involun-
buenos y honrado s excep to yo, y sólo yo los corrompo. tariamente?
¿Es eso lo q ue dices? - Volu ntari amen te , sin duda.
- ¿Qué suc ede entonces, Meleto ? ¿Eres tú h asta ta l
16 Los juece s lo era n por sorteo entre los ciudadanos. Lo
mismo sucedía con los miembros del Consejo. Los asis tentes a punto más sabio que yo, siendo yo de esta edad y tú
la Asamblea eran todos los ciudadanos en plen itud de sus de- tan joven, que tú conoces que los ma los hacen siempre
rechos . algún mal a los má s próximos a ellos, y los buenos
37. - 11
162 DI ÁI.OGOS APOLOGí A DE SÓCRATES 163

e bien; en camb io yo , por lo visto, he llegado a tal grado - Oh sorprendente Meleto. ¿para qué dices esas d
de ignorancia, que desconozco, incluso, que si llego a cosas ? ¿Luego tampo co creo, como los demás ho mbres,
hacer malvado a alguien de los que están a mi lado que el sol y la luna son dioses?
COITO p eligro de recibir daño de él y este mal tan grande - No, por Zcus, jueces, puesto que afirma que el sol
lo h ago voluntariamente, según tú dices? Esto no te es una piedra y la lu na, t ier r a.
lo cre o yo, Melero, y pienso que ningún otro hombre. - ¿Crees que es tás acusando a Anaxágoras 17, queri-
En efecto, o no los corrompo, o si los corrompo, lo hago do Melcto? ¿Y desprecias a és tos y consid eras que son
involuntariamente, de manera que tú en uno u otro desconocedores de las letr as h asta el punto de no saber
26a caso m ient es . Y si los corrompo involuntariamente, por q ue los libros de Anaxágoras de Clazómenas es tán llenos
es ta clase de faltas la ley no ordena hacer comparecer de estos te mas? Y, además, ¿ap renden de m í los j óve-
a uno aquí, sino tomarle privadamente y enseñarle y nes lo que de vez en cuando pueden adquirir en la or-
reprenderle. Pues es evidente qu e, si aprendo, cesaré ques tra HI, p or un dracma como m uc ho , y reírse de e
de hacer lo que hago involunt ar iamen te. Tú has evitado Sócra te s si pretende que son suyas estas ideas, especial-
y no has querido trata r conmigo ni enseñarme; en cam- mente al ser tan extrañas? Pe ro, oh Me leto, ¿t e p arece
bio, me traes aquí, do nde es ley t raer a los que necesitan a ti que soy así, que no creo que exista ningún dios?
castigo y no enseñanza. -c-Cier ta ment e qu e no, por Zeus, de ningún modo.
Pues bien, atenienses, ya es evidente lo que yo decía, - No eres digno de crédito, Meleto, incluso, según
b que Meíeto n o se ha preocupado jamás por estas cosas, creo, para ti mismo. Me parece que este hombre, ate-
ni poco ni mucho. Veamos, sin embargo; dinos cómo nienses, es descarado e int em p era nte y que, sin más,
dices que yo corrompo a los jóvenes. ¿No es e vidente ha p resentado esta acusaci ón con cierta insolenci a, in-
que, según la acusación que presentaste, enseñándoles t emperancia y temeridad juvenil . Par ece qu e trama una
a creer no en los dioses en los qu e cree la ciudad, sino es pecie de enigma para t antear. «¿Se dará cuenta ese 27a
en otros espíritus nuevos? ¿ No dices que los corrompo sab io de Sócrates de que estoy bromeando y contra-
enseñándoles esto? diciéndome, o le engañaré a él y a los demás oyent es ?»
- En efecto , eso digo muy firmemente. Y digo es to porque es claro que és te se con tradice en
la ac usación; es como si dijera: «Sócrates delinque
-Por esos mismos dioses, Meleto, de los que trata-
n o creyendo en los dioses, pe ro creyendo en los dio-
mos, h ébla nc s aún más claramente a m í y a estos hom-
ses ». Es to es propio de una per son a que juega.
e bres. En efecto , yo n o puedo llegar a saber si dices que
yo enseño a c reer que existen algunos dioses -y en- 17 La fama de Anaxágoras debía de ser grande, puesto que ,
tonces yo mismo creo que h ay dioses y no soy entera- por estas fechas, hacía ya 29 años que habla muerto en Lámpsa-
mente ateo ni delinco en eso--, pero no los que la co . Había vívido muc hos años en Atenas en el circulo de Perícl cs.
Aunqu e Sócrates, en sus comienzos, se había interesado por el
ciudad cree, sino otros, y es esto 10 que me inculpas, pensamiento de Anaxágoras, cuyas ideas le eran perfe ctamente
que otros, o bien afirm as que yo m ismo no creo :en conocidas, aprov echa esta ocasió n pa ra precisar que su pensa -
absoluto en los dioses y enseño esto a los demás. mien to no tiene relación con el de los filósofos de la naturaleza.
18 Probablemente un lugar en el ágora en el que se ejercía
-Digo eso, que no crees en los dioses en absoluto.
el comercio de libros. No se trata de la orquestra del teatro.
164 DIÁLOGOS APOLOGíA DE s6cRATES 165

Examinad, pues, aten ienses por qué me parece que hay hijos de d ioses y que no hay dioses? Sería, en efec-
dice eso. Tú. Meleto. cont éstamc. Vosotros, como os to. ta n absurdo co mo s i algu ien creyera que hay hijos e
b rogué al empezar, tened presente no protestar si cons- de caballos y burros. Jos mul os. pero no creyera que
t ruyo las frases en m i modo h abitual. hay caballos y burros. No es posible, Mel eto, que hayas
-¿ Hay algu ien , Melet o . que crea que exis ten cos as presentado est a acu sación sin el pro pósito de ponernos
hu manas, y q ue no crea que ex isten hombres? Que con- a prueb a, o bie n por carecer de una imputación real
tes te, jueces. y que no proteste un a y otra vez. ¿Hay de la que ac usarme. No hay ninguna po sibilidad de que
alguien que n o crea que existe n caballos y que crea que tú pe rsuadas a alguien. aunque sea de poca inteligen ci a.
exis te n cosas p ro pias de caballos? ¿O que no existen de que u na mi sma persona crea que hay cosas re la ti vas
fla uti st as. y sí co sa s re la ti vas a l toque de la flauta ? No a las d ivin idades y a los dioses y. por otra parte. que 28a
exist e esa p ersona, q ueri do Meleto ; si tú no quieres esa persona no crea en di vinidades, dioses ni héroes.
re sponder . te lo digo yo a ti y a estos ot ros. Pero, res- Pues b ien. a tenienses, me parece que no requiere
pon de, al me nos, a lo que sigue. mucha de fensa de mostrar que yo no soy culpab le r es-
- ¿Hay quien crea que hay cosas propias de divini- pecto a la acusación de Meleto, y que ya es suficien te
e dades, y qu e no crea que hay divinida de s? 10 que ha di ch o 19 .
- No hay nadie.
- ¡Qué serv icio me hace s al cont est ar , aunque sea Lo que yo decí a antes, a sabe r, que se h a producido
a regañadien tes, obligad o po r és tos! Así pues, afirmas gran ene mis t ad hacia mí por parte de mu cho s, sa be d
que yo creo y en se ño cosa s re lativas a di vinidad es, sean bi en que es verda d. Y es est o lo que m e va a condenar .
nue vas o an tig uas; por tanto , según tu afirmación , y s i. me conde na. no Melcto ni Anito s ino la calumn ia y
además lo jura ste eso en tu escri to de acusación , creo la envid ia de muchos. Es lo qu e ya ha condenado a
en lo relativo a divinida des. Si creo en cosas rel ativas o tros muchos homb res buenos y Jos segu irá condenan-
a div inidades, es sin du da de gran necesidad que yo do . No hay que es pe rar que se detenga en mí. b
crea que hay divinidades . ¿ No es as i? Si 10 es. Supongo Quizá alguien diga: «¿ No te da vergüenza. Sócrates,
que es tás d e acuerdo, pu est o que no conte stas. ¿ No haberte ded icado a una ocupación t al por la que ahora
d creemos qu e las di vinidad es so n dioses o hijos de dio- corres p eligro de mo r-ir-Pe A és te yo. a mi vez. le diría
ses? ¿Lo afirmas o lo niegas? unas pa labras justas : «No ti ene s razó n , ami go, si crees
- Lo afirmo . que un hombre que sea de algún provech o h a de tener
-luego s i creo en las d ivinidades, según tú afirmas. en cue n ta el riesgo de vivir o mo ri r. sino el examinar
y s i las div in idades son en algú n mod o dioses, es to sería so lame n te. al obrar, si hace cosas just as o injustas y
lo que yo di go que presentas co mo enigma y en lo q ue ac tos propios de un hombre bueno o de un hombre
bromeas. al afirmar que yo no creo en los dioses y q ue .
19 Con estas pala bras, da por t er minada Sócra tes su defensa
por otra parte, creo en los dioses, pu esto qu e creo en fre n te a la acusación re al p resentada con tra él. El r esto del
las div inidades. Si , a su vez, las div inidades son hijos t iempo conc ed ido p ara la defens a lo va a dedicar a j us tificar su
de los dios es, bastardos nacidos de ninfas o de otras forma de vida y a demostrar que es b eneficiosa p ara la ciudad
mu jeres, segú n se suele decir, ¿qué hombre creerla que y digna de ser seg uida por tod os los hombr es .
166 DIÁLO GOS APOLOGíA DE SÓCRATBS 167

e malo. De poco valo r serian , según tu idea, cuan tos semi- según he creído y aceptado, que debo vivir filosofan-
di oses muri eron en Troya y, especialm ente. el hijo de do y examinándome a mí mismo y a los demás, a bando-
'I etl s w, el cual, ante la idea de aceptar algo deshonroso. nara m i puesto por t emor a la muerte o a cualqu ier ot ra
des preció el peli gro hast a el punto de q ue, cu ando, an- cosa. Sería ind igno y re alm en te algu ien podrí a con jus- 29a
sioso de matar a Héctor, su madre, que ero diosa, le ricia tra er me ante el t ri bunal diciendo que no creo que
dijo , según c reo, algo así como : s H ijo, s i vengas la muer- hay d ioses, por desobedecer al orác ulo, temer la muerte
te d e t u co mpañe ro Pet roclo y ma tas a Héctor, tú mi smo y cree rme sa bio s in ser lo. En efecto, aten ienses, temer
morirás . pues el destino es tá dispuesto para ti in me- la muerte no es ot ra cosa que creer se r sab io s in se rl o,
diat ament e después de Héctor»: él, tra s oírlo, desdeñó pues es creer que uno sabe lo que no sabe . Pu es nadie
d la mu ert e y e l peligro, temiendo mucho más vivir s iendo conoce la mue r te, ni siqu iera s i es. pre cisamente, el
cobarde si n venga r a los a migos. y dijo : cQu e muera mayor de todos los bienes para el hom bre, pero la t emen
yo en seguid a después de haber hecho justicia al cul- como s i su pieran con certeza que es el mayor de los
pab le. a fin d e que no quede yo aqu í ju nto a las cón- ma les . Sin em bargo, ¿cómo no va a se r la más reprocha- b
ca vas naves, siendo oh je to de risa. inútil peso de la ble ign orancia la de creer saber lo q ue no se sabe ? Yo,
tier ra.e ¿Crees que pensó en la m uerte y en el peligro ? aten ien ses, también quizá me diferencio en esto de la
Pues la verdad es lo que vay a deci r, aten ien ses. mayor parte de los hombres, y, por cons iguiente, si
En el puest o en el qu e uno se co loca porque considera dij era que soy más sab io que alguien en algo, se ria en
que es el mejor , o en el que es co locado por u n superior, esto , en que no sab ien do suficienteme nte sobre las cosas
allí debe, según creo, pe r manec er y arriesgarse sin de l Ha des n, tamb ién reconozco no s aberl o. Pero si sé
tener en cue n ta n i la muerte ni cosa a lguna. más qu e la que es mal o y vergonzoso comete r injust icia y desobe-
deshonra. En efec to, a tenienses, obraría yo indigna- decer al q ue es mejor, sea d ios u hombre . En compara-
ment e, s i, al asig narme un pues to los jefes que vos- ción con lo s males q ue sé que son males, ja más temeré
otros elegis teis pa ra man da rme en Potid ea 21, en Anfípo- ni ev itaré lo que no sé si es incluso u n b ien , De ma nera e
lis y en Delion, decid í perma necer como otro cualq uiera que si ahora vosotros me dejarais lib re no haciendo
a llí donde ellos me co locaron y corn, en to nces, el ri esgo cas o a An ito, el cual d ice qu e o bien era absolutamente
e de mori r, y en cambio ahora, al ordena r me el dios, necesa rio que yo no hubi era compare cido aquí o que,
puesto que he compa recido, no es posible no co ndenar-
3l Aqu iles , qu e conociendo q ue deb ía mo r ir inmed iatamente me a mu erte, explicándoos que, si fu era ab suelto , vues-
des pués de Héctor , ob ró como se in dica a co nt inuaci ón. Las tros hi jos, poniendo inmed ia t amente en prácti ca las
palab ra s de Tetís y de Aqu iles , citada s en la A pología res ponden cosas que Sóc rates en seña, se.corrompertan tod os total-
r esum ida y ap r oxi mada me nte a Ilí ad a XVII I %.104. Los héroes
hom éricos ten ían valor de eje mplar idad entre los gr iegos . men te, y s i, ade más , me dijerais : «Ahora , Sócrates, no
2t Potídea , Anflpolis y Del ion son batallas en las que luch ó vamos a h acer caso a Anito, sino que t e de jamo s libre,
Sócr a tes como h oplita y q ue tu vieron luga r, respectivamen te, a con dición, sin embargo, de que no gaste s ya más tlem-
en 429, 422 Y 424. Aunq ue par a su presencia en Poti dca y Delio
ha y otros test imo n io s, la r eferenci a a Anfí polis se e ncuentra sólo
aqu í. Sócr at es t cn fu u gala no haber abandon ad o Atenas má s 22 Aqul, a dif er encia de 4Oe, donde ti ene el sentido de mo ra da
que en servicio de la pa t r ia . de los muer to s, expr esa lo q ue sigu e a la muerte.
168 DIALOGOS APOLOGíA DE SÓCRATES 169

po en esta búsqueda y de que no filosofes, y si eres de que no voy a hacer otra cosa, aunque h ubiera de e
d sorprendi do haciendo a ún esto, moríráse: si . en efecto. morir muchas veces.e
como dije, me dej arais libre con esta condición. yo os No protest éis, a tenienses, sino manteneos en aquello
di ría: eYo, ateniense s, os apre cio y os quiero, pero voy que os sup liqué , que no protestéis por lo que di go , sino
a obedecer al dios más que a vosotros y. mientras alien- que escuchéis. Pu es, incluso, vais a sacar p r ovecho es-
te y sea capaz, es se guro que no dejaré de filosofar, de cuc hando, se gún creo. Ciertamente, os vay a decir algu-
exhorta ros y de hacer manifestaciones al que de vos- nas otras cosas por la s que quizá gritar éis. Pero no
otros vaya encontrando, diciéndole lo que aco stumbro: hagáis eso de ningún modo. Sabed bien que si me con-
'Mi buen amigo. siendo a teniense. de la ciudad más de ná is a muerte, siendo yo cual digo que soy. no me
grande y más prestigiada en s a biduría y poder, ¿ no te dañaréis a mí más que a vosotros mi smos. En efec to.
avergüenzas de preocuparte de có mo te ndrás las mayo- a mí no me causarían ningún daño ni Mele to ni Anilo;
res riquezas y la mayor fama y los mayores ho nores, cierto que tampoco podrían, p orque no creo que n a-
B y, en ca m bio no te preocupas ni interesas por la inte - turalmente esté permitido que u n hombre bueno reciba d
lig encia. la ve rda d y por cómo tu alma va a ser lo mejor daño de otro malo. Ciertamente, podría quizá matarlo
posíble?'.» Y si alguno de vosotros discute y dice que u desterrarle o quitarle los derechos ciudadanos. aste
se preocupa, n o pienso dejarlo al momento y m arch ar. y algún otro creen, quizá, que estas cosas so n grandes
me, sin o que le voy a interrogar, a examinar y a refutar, males; en cambio yo no 10 creo así, pero sí creo qu e
y, si me parece que n o ha adquirido la virtud y dice es un mal m ucho mayor hacer lo que és te ha ce ahora :
30a qu e sí, le reprocharé que tiene en menos lo digno de int ent ar condenar a muerte a un hom bre injustamente.
más y ti ene en m ucho lo que vale poco. H aré esto co n Ahora, atenienses. no t rato de h acer la defensa en
el que m e encuentre, joven o viejo, foras te ro o ciuda da- mi favor. como algu ien podría creer , s in o en el vu est ro,
no, y más con los ciudadanos p or cua nto más próximos no sea que al condenarme cometáis un e rror respecto
estáis a mí por origen. Pu es, es to io manda el di os, a la dádiva del dios para vosotros. En efec to, si me e
sabedlo bien. y yo creo que todavía no os ha surgido conde ná is a muerte, no encontra réis fácilmente, a unque
mayor bien en la ciuda d que mi se rv icio al dios. E n sea un tanto ri dículo decirlo. a otro se mejante colocado
efecto, voy por todas partes sin hacer otra cosa que e n la ciudad por el di os de l mismo modo que, junto a
b in tentar persu adiro s, a jóvenes y viejos, a no ocuparos un caballo grande y noble pero un poco lento por su
ni de los cuerpos ni de los bienes ant es que del alma tam año, y que necesita se r aguijoneado por una especie
ni con tanto afán, a fin de que ésta sea lo m ej or posible. de tábano, según c reo, el dios me ha co locado junto
di ciéndoo s: eNo sale de las riquezas la virtud para los a la ciudad para una función semejante, y como tal.
hombres, sino de la virtud, la s riquezas y todos los otros despertándoos, pe rsuadiéndoos y rep rochándoos uno a
bienes, t anto los privados como los públicos. Si co- uno, no cesaré durante todo el d ía de po sarme en todas
rrompo a los j óvenes al deci r tales palabras, éstas se rían partes. No llegaréis a tener fácil men te otro semejante, 31a
dañ inas. Pero si alguien afirma que yo digo otras cosas, atenienses , y si me hacéis caso, me dej a réis vivir. Pero ,
no di ce ve r da d . A esto yo a ña dir ía: ..Ate nienses, haced qu izá, irritados, como los que son de spertados cuando
caso o no a Anito, de jadme o no en libertad, e n la idea cabecean somnolientos, dando un manotazo m e conde-
170 DIÁLOGOS APOLOGíA DB S6CRATBS 171

Daréis a muerte a la ligera, hacien do caso a Anito. Des- po lítica, y me parece que se o"'pone muy acertadamente.
pués, pasaríais el resto de la vida durmiendo, a no ser En ef ecto, sabed bien, atenienses, que si yo hubiera in-
que el dios, cuidándose de vosotros, os enviara otro. t ent ado anteriormente realizar actos políticos, habría
Comprenderéis, por lo que sigue , que yo soy precisa- m uer to hace ti empo y no os habría sido útil a vosotros
m ente el hombre adecuado para se r ofrecido por el ni a mí mismo. Y no os irritéis conmigo porque digo e
b dios a la ciudad . En efecto, no parece humano que yo la verdad. En efecto, no hay hombre que pueda con-
tenga descuidados todos mis asuntos y que, durante servar la vida, si se opone noblemente a vosotros o a
tantos años, sopor te que mis bienes familiares estén cualquier otro pue blo y si trata de im pedir que sucedan
en abandono, y, en camb io, esté siemp re ocupándome e n la ciudad muchas cosas in ju st as e ilegales; por el
de lo vues tro, acercándo me a cada uno privadamente, contrar io, es necesario que el que, en realida d , lucha 32a
como un p a dre o un hermano mayor, in ten tando con- por la justicia, si prete nde vivir un poco de t iempo,
ven cerle de que se preocupe por la virtud. Y s i de est o actúe privada y no públicamente.
obtuviera provecho o cobrara un sala r io al haceros Y, de esto, os voy a presentar pruebas importantes,
estas recomendaciones, tendría alguna ju stificación. Pero no p alabras, sino lo que vo sotros estimáis, he chos. Oíd
la verdad es que, incluso vosotro s mismos lo veis, aun- lo que me ha sucedido, pa ra que sepáis que no cedería
que los acusadores han h echo otras acusaciones tan an te nada cont ra lo justo por te mor a la mu erte, y al
de svergonzadamente, no han sido capaces, presentando no ceder, al punto estaría dispuesto a morir. Os vay a
e un testigo, de llevar su desvergüenza a afirmar que yo de cir cosas vulga res y leguleyas, pero verdaderas. En
alguna vez cobré o pedí a alguien una remunerac i ón. ef ecto, a tenienses, yo no ejercí ninguna otra magistra-
Cier t amente yo presento, me parece, un testigo sufi- tura en la ciudad , pero fui miembro del Consejo 24. b
cie nte de que di go la verdad: m i pobreza . Casualmente ej ercía la pritanía nuestra tribu, la An-
Quizá pueda p arecer extra ño que yo privadamente, tióq uide, cuando vosotros decidistei s, injustamente,
yendo de una a otra p arte, dé es to s consejos y me meta com o despué s todos recon oci steis , juzgar en un solo
en muchas cosas , y no me atreva en público a subir a j uicio a los di ez generales que no habían r ecogido a los
la t ribuna d el pueb lo y dar consej os a la dudad. La náufragos del com b a te naval >. E n aque lla ocasión yo
cau sa de est o es lo que vosot ros me habéis oído decir
muchas vece s, e n muchos lu gares, a saber, que hay 24 El Consejo (llamado «Conse jo de los Ouíníen tos») es taba
d junto a mi a lgo divino y demónico 23; esto t amb ién lo constitui do por cincuenta miembro s de cada una de las d iez
incluye en la acusa ción Meleto burlándose. Está con- t ri bus . Se dividía el a ño en diez perio dos, en cada un o de los
migo desde n iño, toma forma de voz y, cuando se mani- cuales ejercía el gobierno y presidía el Consejo cada un a de
las t ribus (tribu en pritania ). Los clncuen ta miembr os de la t ribu
fiesta, siem pre m e disuade de lo que va y a hacer, jamás en funciones se llamaban prttanes. En esta época, los cargos
me incita. Es esto lo que se opone a que yo ejerza la que ejercían los prítanes, alguno s por un solo día, se asignaban
por sor teo; también se había efectu ado sortee para nombrar a
los cinc uenta represent antes de cada tribu.
2J Sócr ates justifica por qué ha eje rcido privadame nte su as La batalla naval de las islas Arginusas en el añ o 406 ter-
labor en beneficio de Atenas y no lo ha hecho desde la actividad minó con la victoria de los generales a ten ienses sobre los espa r-
política. I ntroduce la presencia de un espíri tu disuasor. tanos. Una tormenta impi dió recog er a los ná ufr agos propios.
112 DIÁLOGOS APOI.OGiA DE SÓCRATES 173
solo ent re lo s prftanes me enfrenté a vosotros para que ho nrado. hubiera prestado ayu da a las cosas justas y
no se hiciera n ada contra las leyes y voté en contra. conside rado esto lo más importante. como es debido?
y es tando dispuestos los oradores a enj u iciarme y de- Está m uy lej os de ser así. Ni tampoco ningún ot ro
t enerme, y animándoles vosot ro s a ello y dando gritos, hombre. En cuanto a mi, a lo largo de toda mi vida. 33a
e creí que debía afrontar el riesgo con la ley y la justicia s i a lguna vez he realizado alguna acción pública. me he
antes de, por temor a la cárcel o a la muer te, u nirme most rado de esta condición. y también privadamente.
a vosotros que est abai s decidiendo cosas injustas. Y s in transigir e n nada con nadie cont ra la justici a n i
esto, c uando la ciudad a ún te nía régimen . democrático. tampoco con ninguno de los que, creando fal sa imagen
Pero cuando vino la oligarqufa, los Treinta 216 me hicie- de mi. dicen que son di scípulos mios. Yo no he s ido
ron llamar al Tolo. junto con otros cuatro, y me orde- j amás maest ro de nadie. Si cuando yo estaba hablando
naron traer de Sal amina a León el s ala minio p ara darle y me ocupaba de mis cosas. alguien. joven o viejo.
muerte; pues ellos ordenaban muchas co sa s de este deseaba escucha rme, j amás se lo impedí a nadie. Tam-
ti po también a otras pe rsonas, porque querían cargar poco dialogo cuando recib o dinero y dejo de d ialoga r sí
de culpas al mayor núme ro posib le. Sin emba rgo. yo no lo recibo. a ntes b ien m e ofrezco. para que me pre- b
most ré también en esta ocasión , no con p al ab ras, sino gu nten, tanto al rico como al pobre, y lo mismo si al-
d con hechos. que a mí la muerte, si no resulta un poco gui en prefiere responder y escucha r mis preguntas. Si
rudo decirlo . m e im porta u n bledo. pero que. en cam- alguno de éstos es luego un hombre h on rado o no lo
bio. me preocupa absolutamente no realizar nada in- es. no podría yo, en ju sti cia. in currir en cul p a : a nín-
justo e im pío. E n efecto. aquel gob ierno. aun s iendo guno de ellos les ofrecí nunca ense ñanza alguna ni les
tan violento , no me a temorizó como para llevar a cabo instruí. Y si alguien afirm a que en alguna ocasión a pren·
un acto inj usto. sino que, después de salir d el To lo. dió u oyó de mi en privado a lgo q ue no oyeran también
los otros cuatro fu eron a Sal amina y trajeron a León. todos los de más, sa bed bien que no d ice la verdad.
y yo salí y m e fui a casa. Y quizá habría perdido la vida ¿ Por q ué. realm ente, gu stan algunos de pa sar la rgo
por esto. s i e l régime n no hubiera sido derribado rápida- tiempo a mi lado? lo habéis oído ya, a te nienses; os he e
e mente. De esto. tendréi s muchos testigos . d icho toda la verdad. Porque les gust a o írm e e xaminar
¿Acaso cr eéis q ue yo habría llegado a vivir tantos a los que c reen se r sa bios y no lo son. En verdad. es
años. s i me hubiera ocupa do de los asuntos públicos Y. ag radable. Como digo. realizar este trabajo me ha s ido
al ocuparme de ellos como corresponde a un h om bre encomendad o por el dios por medio de oráculos. de
s ueños y de todo s los demás medi os con los que alguna
A esta circun stancia se un ieron in trigas polí ticas que detennina- vez algu ie n, de con dición divina. ordenó a un hombre
ron la instrucción de un proceso y la condena a muerte de los hacer algo. Es to, atenienses. es ver dad y fá cil de co mo
genera les victoriosos . Er a ilegal juzgar los en un solo juicio. Só- p r obar. Ciertamen te, si yo corrompo a unos jóvenes
cra tes, con evide nte peligro, fue el ünl co de los pr ttanes que se
opu so. (JEN., H e!. 1 6.) ahora y a otros los he corrompido ya , algunos de ellos. d
26 4ILos Tr-einta » es el nombre dado al duro gobierno de c reo yo, al hacerse mayores, se da rí an cuenta de que,
tr einta oligarcas a ten ienses impuesto po r Esparta poco después cuando eran jóvenes. yo les aconsejé en alguna oca sión
de la rendición de Atenas en 404. Se reunían en el Tolo. al go malo, y se ría necesar io que sub ieran ahora a la
174 DIÁLOGOS APOLOGí A DE SÓCRAl ES 175

t ribuna, me a cusara n y se vengaran. Si ellos no quieren, no cor ro m pidos, hombres ya mayores, los parientes de
alguno de sus fa miliares, padres, hermanos u. otros pa- éstos no tienen otra razón para ayudarme que la recta
ri en tes ; si sus fa miliares r ecibieron de mí al gún daño, y la justa, a saber, que tienen conciencia de que Meleto
t en drían que recordarlo a hora y ven garse. Por todas miente y de que yo di go la verdad .
pa r tes es tán presen tes aquí muchos de ellos a los que Sea, pues, atenienses ; poco m ás o menos, son éstas
estoy vien do. E n primer lugar, este Critón TI, de mi mis- y, qu izá , otras semejantes las cosas que podría alegar
ma edad y demo, p adre de Crítobulo, también presente; en mi defensa 25. Quizá alguno de vosotros se irrite, acor-
e de spués, Lisan ias de Bsfetc, padre de E squine s, que dándose de s í mismo, si él, some tido a u n juicio de e
está aquí; luego Antifón de Cefisia , padre de Epígenes; menor im por tanc ia que éste, rogó y suplic ó a los jueces
además, están p re sentes otros cuyos hermanos han esta- con muchas lá grimas, t rayendo a sus h ijos para pro-
do en es ta ocupación, Nic óst rato, el hijo de Teozótides ducir la mayor compasión posible y, también, a muchos
y hermano de Teódot o - Teódot o ha m uerto, así que no de sus familiares y amigos 29, y, en cam bio, yo no hago
podría r oga rle que no me acusara-; Par-ali ó, hijo de nada de eso, aunque corro el máximo pelig ro, según
Dem ódoco, c uyo he rmano era Té ages; Adim ant o, hijo p arece. Tal vez alguno, al pensar esto, se comporte más
34a de Ari stón, c uy o hermano es Platón, que está aquí; duramente con migo e, irritado p or estas mis mas pala-
Ayan todor o, c uyo he rmano, aquí presente, es Apolodoro. bras, dé su voto con ira. Pues bien, si alguno de vos - d
Pue do nom b raras a otros mu chos, a alguno de los cua- otros es así - cie r tament e yo no lo creo, pero si , no
les Meleto de bía haber presentado especialmente como ob stante, es así- , me parece que le di ría la s palabras
testigo en su dis curso. Si se olvidó entonces , que lo adecuada s, al decirle: «También yo, amigo, tengo pa-
presente ahor a - yo s e lo permito- y que diga si dis- ri en tes. Y, en efec to, me sucede lo mismo que dice
pone de alguno de éstos. Pero vai s a en contrar todo lo H omer o, tampoco yo h e nacido de 'una encina ni de
cont ra ri o, a tenien ses, t odos están dispuestos a ayudar- una r oca', sino de hombres, de manera que también yo
me a m í, al q ue corrompe, al qu e h ace m al a sus fami- tengo parientes y p or cierto, a teniens es, tres hijos, uno
b liare s, como dicen Mele to y Anito. Los propios corrom - ya adolescente y dos n íños.» Sin embargo, no voy a
pidos tendrían quizá mo tivo pa ra a yu da r m e, p ero los hacer su bir aquí a ni nguno de ellos y supli caros que
m e absolváis. ¿Por qué no voy a hacer nada de esto?
n Las perso nas citadas eran amigos fieles de Sócra tes . Critón No por arrogancia, atenienses, ni por desprecio a vos-
est á configur ad o en el diálogo que lleva su nombre. Esquines
de Esfeto estuvo también prese nte en la muerte de Sócrates.
Tras la mue rte del maest ro se trasladó a Sícílta, dond e residió 23 Las últimas palabras de Sócr ates antes de votar los jueces
muchos año s an tes de regre sa r a Atenas. Epígenes , del demo tienen una creciente tensión dr amática. Así como Anito había
de Cefisia, estuvo tamb ién presente en la muer te de Sócrates. dicho que no se debía haber procesa do a Sócrates, o que, una
Nicóstrato no nos es conocido por otras referencias . T éa ges, vez procesado, era neces ario condena rlo a mu er te, así también
a teniense, hij o de Demód oco, está nombrad o ya como fa llecido Sócra tes sabía que tenfa que renunciar a toda su labor pa sad a
en la fecha del proceso. Es interlocutor de Sócra tes en el diálogo adoptando un a act it ud suplicante o mantenerse firm e, con el
apó crifo de su nomb re. Adimanto, el hermano mayor de Platón, casi seguro rie sgo de ser condenado a muerte.
es int erlocutor de Sócrates en la Rep ública. Apolo doro aparece 29 Se trata de prácticas qu e eran frec uentes en juicios en
también en el Banquet e 172b, y en el Fedón 59a y 117d. los que la sen tencia podía ser la pena capital
176 DIALOGOS APOl.OG1A DE SÓCRATES 177
e otros. Si yo estoy confiarlo con respecto a la muerte o que no son buenos, justos ni piadosos, especialmente, d
n o lo est oy, eso es otra cuestión. Pero en lo que toca a por Zcus, al estar acusado de impiedad por este Meleto.
la rep utación , la mía, la vu estra y la de toda la ciudad, Pues, evidentemente, si os convenciera y os forzara con
no me p arece bien, tan to por mi e dad como por el re- m is súplicas, a pesar de que habéis jurado, os estaría
nombre que tengo, se a verdadero o fals o. que yo haga enseñando a no creer que hay dioses y simplemente, al
nada de esto , pero es opinión general que Sóc rates se int entar defenderme, m e estaría acusando de que no
35a disti ngue de la mayoría de los hombres. Si aquellos de creo en los dioses. Pero está muy lejos de se r así; por-
vosotros que parecen di sti nguirse por su sabiduría, que creo, atenienses , como ninguno de mis acusadores;
valor ti otra virtud cualquiera se comportaran de es te y dejo a vosotros y al dios que juzgu éis sobre mí del
modo, sería vergonzoso. A al gu nos que parecen tener modo que vaya a ser mejor para mí y para vosotros.
algún valor los he visto muchas veces comportar se así
cuando son juzgarlos. h acie ndo cosas increíbles por qu e
creían que i ba n a soportar algo terrible si e ran conde- Al hecho de que no me irrite, atenienses, ante 10 su- e
nados a muerte, como si ya fu eran a ser inmortales si cedido, es decir, ante que m e hayáis condenado, con- 36a
vosot ros no lo s condenarais . Me parece que ést os llenan tribuyen muchas cosas y, especialmente, que lo sucedido
de vergüenza a la ciudad, de modo que un extranjero no ha sido inesperado p ara m í, si bien me extraña mucho
b podría suponer que los a te n ien ses destacados en m é- más el número de votos resultante de una y otra parte.
rito, a los que su s ciudadanos prefieren en la elección En efect o, no creía que iba a ser por tan poco, sino por
de magistraturas y otros hono res, ésos en n ad a se dis- mucho. La realidad es que, según parece, si sólo treín-
tinguen de las mujeres. Ciertamente, a tenie nses, ni vos- t a'" votos hubieran caído de la otra parte, habría sido
otros, los que destacáis en alguna cosa, de bé is hacer absuelto. En todo caso, según m e parece, incluso ahora
es t o, ni, si lo hacemos nosotros , debéis pe rmitirlo, sino he sido absuelto respecto a Meleto, y no sólo absuelto,
dejar bien claro que condenaréis al que introduce es tas sino que es evidente para todos que, si no hubieran
esce nas miserables y pone en r idículo a la ciudad, mucho comparecido Ani to y Licón para acusarme, quedaría
más que al que cons erva la calm a. él conden ado incluso a pagar mil dracmas p or no h ab er b
Aparte de la reput aci ón, atenienses, tampoco me pare- alcanzado la qui nta parte de los votos.
ce justo suplica r a los jueces y quedar absuelto por Así pues, pr opone p ara mí este hombre la pena de
e haber suplicad o, sino que lo justo es informarlos y m u erte. Bien , l Y yo qué os propon dré a mi vez 31, ate-
persuadi r los. Pues no está sentado el juez para conceder
por favor lo justo, sino para juzga r; además, ha jurado
no. h ace r favor a los que le parezca, sino juzgar con JI) Sócrates ha sido declarado culpable de la acu sación. Para
los datos numéricos, ver la I nt rod ucción. Si el acusador no con-
ar reglo a las leyes. Po r tanto, es necesario que nosotros seguía la quinta parte de los votos de los jueces, debía pagar
no os acostumbremos a jurar en fal so y que vo so tros mil dracmas.
no os acostumbréi s, pues ni unos n i otros obraríamos 31 Meleto ha propuesto la pen a de muerte. El tribunal no
piadosament e. Por cons igu ie nte, no esti méis, a tenie nses, puede más que elegir entre las dos propuestas. En las circuns-
tancias del momento, Sócrates tenía que admitir una culpabili-
que yo debo hacer ante vosotros actos que considero dad o exponerse a que el tribunal tuviera que elegir la pena de
37,- 12
178 DIÁLOGOS APOLOG1A DE SÓCRATES 179

nienses? ¿Hay alguna duda de que propondré lo que es p reciso que yo proponga lo merecido con arreglo a
merezco? ¿Qué es eso entonces? ¿Qué merezco sufrir lo justo, propongo esto: la manu tención en el Prítaneo. 37a
o pagar porque en mi vida no he teni do sosiego, y he Quizá, al hablar así, os parezca que es toy hablando
abandonado las cosas de las que la mayoría se pre- lleno de arrogan cia, como cuando antes hablaba de
ocupa: los ne gocios, la hacienda familiar, los mandos lam entaciones y súplicas, No es así, atenienses, sino más
militares, los discursos en la asamblea, cualquier ma- bien , de est e otro modo, Yo estoy persuadido de que
gistratura, las alianzas y luchas de partidos qu e se pro- no hago daño a ningún h om bre voluntariamente, pero
ducen en la ciudad, por considerar que en realidad soy no con sigo convenc eros a vosotros de ello, porque hemos
e demasiado honrado como para conservar la vida si me d ialogado durante poco ti empo. Puesto que, si tuvieráis
en caminaba a es tas cos as? No iba do nde no fuera de una ley, co mo la ti enen otros homb res, que ordenara
u tilidad para vosotros o para mí, sino que me dirigía a no decidir sobre una pena de muerte en u n solo día,
h acer el mayor bien a cada uno en particular. según yo sino en muchos , os convenceríais. Per o, ahora, en poco b
digo; iba allí, intentando convencer a cada uno de vos- ticmpo no es fáci l liberar se de grandes calumnias, Pero
otros de que no se preocupara de ninguna de sus cosas suadído, como estoy; de que no hago dalia a nadie, m e
antes de preocuparse de ser él m is mo lo m ejor y lo más hallo muy lej os de hacerme da lia a mí mismo, de decir
sensato posible, ni que tampoco se preocupara de los cont ra mí qu e soy merecedor de algún dañ o y de pro-
asuntos de la ciudad antes que de la ci udad misma y poner para mí algo semejante . ¿Por qué te mor iba a
d de las demás cosas según es ta misma idea. Por con- hacerlo? ¿Acaso por el de no sufrir 10 que ha propuesto
sigu iente, ¿q ué merezco que m e pase por ser de este Meleto y que yo afirmo que no sé si es un bien o un
modo? Algo bueno , atenienses, si hay que p roponer en mal ? ¿Para evitar esto, debo elegir algo que sé con cer-
verdad según el merecimien to . Y, además, un bien que toza que es un mal y proponerlo para mí? ¿ Tal vez, la
sea adecuado para mí. Así, pues, ¿qué conviene a un prisión ? ¿Y por qué he de vivir yo en la cárcel siendo o
hombre pobre, benefactor y que necesit a tener oci o e sclavo de los magistrados que, su cesivam en te, ej erz an
para exhortaros a vosotros? No hay cosa que le con- su cargo en ella, los Once? ¿Quizá, una multa y estar
venga más, atenienses, que el ser alimenta do en el Pri- en p risión hasta que la p agu e? Pero esto sería lo m ismo
taneo 32 con más razón que si alguno de vosot ros en las qu e lo an te rior, pues no tengo dinero para pagar, ¿En-
Olimp iadas ha alcanzado la victoria en las carreras de ton ces propondría el destier ro ? Quizá vosotros acepta-
caballos, de bigas o de cuadrigas. Pues éste os hace ría is esto. ¿No ten dría yo, ciertamente, much o amor a
parecer felices, y yo os hago felices, y és te en nada la vida, si fuera tan insensato como para no poder re-
e necesita el alimento, y yo sí lo n ecesit o. Así, pues, si flexionar que voso tros, que sois conciu dadanos míos,
no habéis sido capaces de soportar mis conversaciones
y r azon am ien tos, sino que os han resultado lo bastante d
muerte. La decisión, que Sócrates seguramente tenía prevista pesados y molesto s como para que ahora inten téis libra-
desde antes del juicio, fue la de no aceptar la culpabilidad.
ro s de ellos, y que acaso otros los soportarán fácilme n-
32 En el Pritaneo, establecido en el Tolo , podían comer las
personas a las que la ciudad ju zgaba com o sus ben efactores , te? Está muy lejos de ser as í, atenienses . [Sería, en
Este honor era. muy estimado. efecto , una hermosa vida para un hombre de mi edad
180 DIÁ LOGOS APOLOGíA DE SÓCRATES 181

sa lir de mi ci udad y vivir yendo expulsado de un a ciu- Asf pues, propongo esa cantidad. Estos se rán para vo s-
dad a o tra! Sé con certeza que, donde vaya, los jóvenes otros fiadores dignos de crédito.
escuc ha rán mis pa labras, como aquí. Si los rechazo,
ellos me expulsarán convencie ndo a Jos mayores. Si
e no los rec hazo. me expu lsa rán sus padres y fa m ilia res Por no esperar un t iempo no largo, atenienses, vais e
po r causa de ellos. a tener la fama y la culpa. po r parte d e los qu e quie ren
Quizá di ga a lguno: «¿ Pe ro no serás capaz de vivir difa ma r a la ciudad, de haber metado > a Sócrates, un
alejado de nosotros e n sile ncio y lleva ndo una vida t ran- sa bio. Pu es afirmarán que soy sabio, a unque no Jo soy,
quila ?.. Pe rsuadir de es to a algunos de vosotros es lo Jos qu e quieren injuriaros. En efecto. s i hubierais es-
más difíci l. En efecto. s i d igo que eso es de sobedecer pe ra do un poco de t iempo. esto habría suced ido por si
al d ios y que, po r ello. es im posible llevar una vida mi smo. Veis. sin duda, que mi edad es tá ya muy a van-
38a tranquila, no me cree réi s p en san do que hablo irón ica- ze da en e l curso de la vida y próxima a la mu erte. No
ment e. Si , por otra parte, digo que el mayor bien para digo estas pal abras a todos vo sotros, sino a los que me d
un homb re es p reci same nte éste. tener conversaciones han condenado a muerte. Pero también les digo a ellos
cada d ía acerca de la vir tud y de los otros temas de lo siguiente. Qui zá c reéi s, a t enienses, que yo he sido
los que vosotros me habé is o ído dialogar cuando me condenado por fal tarme las pal abras adecuada s para
examinaba a m i mi smo y a ot ro s, y si digo que una haberos convencido, si yo hubiera creído que era pre-
vida sin examen no ti en e objeto vivirla para el hombre, ci so hacer y decir todo, con tal de evitar la condena.
me c reeréis a ú n menos. Si n e mb argo, la verdad es as í. Está muy lejos de se r así. Pu es bien, he sido co ndenado
como yo d igo , aten ienses, pero no es fácil convenceros. por fa lta no cier ta m en te de pala bras, si no de osadía y
Ade más. no es toy acost um brado a considerarme mere- desve rgüenza lS . y por no querer deci ros lo que os habría
b cedor de ni ngún cast igo. Ciertamente. si t uviera d in ero. s ido más agradable oír: lamenta rme, llorar o ha cer y
propondrta la ca ntidad qu e estuvie ra en condi ciones de decir otras m uchas cosas in di gnas de mi , como di go , y e:
pa gar; el d inero no se r ta ni ngú n daño. Pero la ve rdad qu e vosotros tenéis costumbre de oír a otros. Pe ro ni
es que no lo tengo, a no se r que quis ierais aceptar lo a ntes c reí que e ra necesar io ha cer nada innobl e po r
que yo podría pagar. Quizá po dría pagaros una mina causa del peligro. ni ahora me a rrepiento de haberme
de pla ta>. Propongo , por ta nto, esa cant ida d. Ahí Pla-
tón , a tenie nses, Critón, Cr itobulo y Apolodoro me piden 34 En nueva votación , el tri bunal ha co ndenado a mu er te a
qu e proponga t reinta mi na s y q ue ellos sa len fiadores . Sócra tes. Casi oche nt a jueces han ca mbiado d e opinión y han
d~do su voto adverso a Sócra tes. El juicio ha terminado, pero
m ien tras los magistrados t erminan sus diligencia s pa ra con du-
ci rlo a la pris ión , Sócrates ha podido brevemen te hab la r con
3J Sus amigo s en el público a dvír't icr on en seguida que la los jueces. Platón re coge es tas p alabr as separa ndo las di rigida s
oferta de u na mina conducía directamente a que el tri bunal a los que le han condenado, de las que dedi ca a los qu e han
aceptara la p ropuesta de Mele to. Sócrates aceptó p ro poner la s vota do su p rop uesta .
treinta mina s. No hay razón para pensar q ue es ta ofer ta no se J~ Es tas Ideas exp r esadas a qu í son las qu e, al parecer, h an
p ro dujo. guiado el comportamiento de Sócrates durant e el juicio. En
nin gún luga r expresa estos puntos de vista con ma yor clat-idnd .
..
._------ - - ......, - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

182 Dd.LOGOS APOLOGíA DE SÓCRATES 183

defendido así. si no que prefiero con m ucho morir ha- trans ige ntes por cuanto son más jóvenes, y vosotros os
biéndome defendido de este modo. a vivir habiéndolo irritaréis más. Pues, s i pensáis qu e matando a la gente
h ech o de ese otro modo. En efe cto, ni ante la justicia vais a im pe dir que se os reproche que no vivís recta-
ni en la gu e rra, ni yo ni nin gún otro deben m aquina r mente, no pe nsáis bien . Este medio de evitarlo ni es
394 có mo evitar la mu erte a cu alquier precio. Pues también muy eficaz, ni es honrado. E l más honrado y el más
e n los combates muchas veces es evidente que se evi- sencillo no es reprimir a los demás, s ino prepararse
taría la muerte a bandonando las armas y volviéndose a para ser lo mejor posible. Hechas estas predi cci ones a
suplicar a los pe rseguidores. Hay muchos medios, e n quienes me han condenado les digo adiós.
cada ocasión de peligro, de evitar la muerte, s i se tiene Con los que habéis votado mi a bsolución me gusta- e
la osad ía de hacer y de ci r cualquier cosa. Pe ro no es ría conversar sobre este hec ho que acaba de sucede r,
difícil, atenienses, evitar la m uerte, es mucho más di - mientras los magistrados están ocupados y aún no voy
fícil evitar la maldad; en efecto. co rre más deprisa que adonde yo debo morir. Quedaos, pues, conmigo, amigos,
b la muerte. Ahora yo , como soy lent o y viejo. he sido es te tiempo, pues nada impide conversar entre nos-
alcanzado por la más le nta de las dos. En cambio, mis otros mientras sea posible. Como sois amigos, quiero 40a
acusadores, como son temib les y ágiles, han sido alcan- haceros ver qué significa, realment e, lo q ue me ha suce-
zados por la más rápida. la maldad. Ahora yo voy a sal ir dido ahora. En efecto, jueces -pues llamándoos jueces
de aqu í condenado a muerte por vosotros, y éstos, con- os llamo correctamente-, me ha sucedido algo extra-
denados por la verdad, culpables de perve rsidad e in- ño . La advertencia habitual pa ra mi, la del espíritu
justicia. Yo me atengo a mi es timación y éstos, a la divino, en todo el tiempo anterior era siempre muy
suya. Qu izá era necesario que es to fu era así y creo que frecuente, oponiéndose aun a cosas muy pequeñas. si
está adecuadamente. yo iba a obrar de fo rma no recta. Aho ra me h a sucedido
e Deseo predeciros a vosotros, mis condenadores, lo lo que vosotros vei s, lo que se podría creer que es, y en
q ue va a seguir a esto. En efecto, estoy yo ya e n ese opinión general es , el mayor de los males. Pues bien,
momentc » e n el que los ho mbres tie nen capacida d de la señal del dios no se me ha opuesto ni al salir de b
profeti zar, cuando van ya a mo rir. Yo os aseguro, hom- casa por la mañana , ni c uando subí aquí al t ribunal,
bres que me habéis condenado, q ue inmedia tame nte ni en n ingún momento durante la defensa cuando iba
después de m i muerte os va a venir un castigo m ucho a decir al go . Sin em bargo, en otras ocasiones me re-
más d uro, por Zeus, que el de m i condena a m uerte . En tenía, con f recuenci a, mien tras hablab a. En cambio,
efec to, a hora ha béis hecho es to creyendo que os ibais a hora, en es te asunto no se me ha opue sto en n ingún
a lib rar de dar cue n ta de vuestro modo de vid a, pero, momento a nte ningún acto o pala bra. ¿ Cuál pienso que
como digo, os va a sa lir muy a l cont rari o. Van a se r es la causa? Voy a decíroslo. Es probab le que esto que
d más lo s que os pidan cue nt as, ésos a los que yo ahora me h a sucedido sea u n bien, pero no es posible que lo
contenía sin q ue vosotros lo percibierai s. Serán más in- com prenda mos rectamente los que c reemos que la m uer-
te es un mal. Ha h ab ido pa ra mí una gran prueba de e
ello. En efec to, es imposible que la se ñal habit ual no se
J6 Era creencia común que , a la hora de la mu er te, los hom-
bres a dquirían cualida des proféticas.
184 DIÁLOGOS APOLOGfA DE SÓCRATBS 185

me hubiera opuesto, a n o ser que me fuera a ocurrir Además , ¿cuánto daría alguno de vosotros por estar
algo bueno. jun to a Orleo, Museo, Hesíodo y Homero? Yo estoy dis-
Reflexionemos tamb ién que hay gran esperanza de puesto a morir muchas veces, si esto es verdad, y seria
que esto sea un bien. La muerte es una de estas dos un entretenimi en to maravilloso, sobre todo para mi, b
cosas: o bi en el que está muerto no es nada ni tiene cu ando me encuentre alli con Palamedes 19, con Ayante,
sens aci ón de nada, o b ien, segú n se dice, la muerte es el hijo de Telamón , y con algún otro de los antiguos
precisamen te una t ransformaci ón, un cambio de morada que haya muerto a causa de un juicio injusto, comparar
para el alma de este luga r de aquí a otro lu gar. Si es mis sufrimi entos con los de ellos; esto no sería desagra-
d una au sencia de sensación y un sueño, como cuando se dable, según creo. Y lo más importante, pasar el ti empo
,
due rme sin so ñar, la muerte sería una ganancia mara- examinando e investigando a los de allí, como ahora a
"
villosa. Pues, si alguien, tomando la no che en la que ha los de aquí, p ara ver quién de ellos es sabio, y quién
do rmido de tal manera que no ha visto nada en sueños cree serlo y n o lo es. ¿Cuánto se daría, jueces, por exa-
y comparando con esta noche las demás noches y días minar al que llevó a Troya aquel gran ejércit o, o bien a e
de su vida, tuviera que re flexionar y decir cuántos días a
Odi sea «J o a Sísifo o otros infinitos hombres y mujeres
y noches ha vivido en su vid a mejor y más agradable- que se podrían citar? Dialogar allí con ellos, estar en
mente que esta noche, creo que no ya u n ho mbre cual- su comp añ ía y examinarlos sería el colmo de la felici-
quiera, sino que incluso el Gran Rey " encont raría fácil- dad. En todo caso, los de allí no conde nan a muerte por
e mente contables estas noches comparándolas con los esto. Por ot ras razones son los de allí más felice s que
otros días y n oches. Si, en efecto, la muerte es algo así, los de aquí, especialmente porque ya el r esto del ti empo
digo que es una ganancia, pues la totalidad del tiempo son inmortales, si es verdad lo qu e se dice.
no resulta ser más que un a sola no che. Si, por otra Es preci so que también voso tros, jueces, estéis llenos
parte, la muerte es como emigrar de aquí a otro lugar de esperanza con resp ecto a la muerte y tengáis en el
y es verdad, co mo se dice, que allí están todos los que ánimo esta sola verdad, que no existe mal alguno para
han muerto, ¿qué bien habría mayor qu e éste, jueces ? el hombre bueno, ni cuando vive ni después de muerto, d
41a Pues si, llegado uno al Hades , libre ya de éstos que y que los dioses no se desentienden de sus dificu ltades.
dicen que son jueces, va a encontrar a los verdaderos Tampoco lo que ahora me ha sucedido ha sido por ca su a-
jueces, los que se dic e que hacen justicia allí : Mínos e, lidad , si no que tengo la evidencia de que ya era mejor
Radamanto, ~aco y Triptólemo, y a cuantos semídíoses para mí morir y librarme de trabajos. Por esta razón,
fueron just o.'> en su s vida s, ¿s ería acaso malo el viaje? en n ingún momento la señal divina me h a detenido y,
por eso, no me irrito mucho con los que m e han co n-
sr Es la manera corriente de llama r al rey de los persas, cuya
riqueza y luj o eran proverbiales. 39 Palamedes y Ayante fueron , como Sócrates , víctima s de
38 En el Gorgias 523e, cita Plat ón a Minos, aaco y Rada- un j uicio injusto, ambos a causa de Odtseo.
man to , pero no a Trlptólemo. En el libro XI de la Odisea, el «J El nombre de Odisea viene atraído como pareja con Aga-
ju ez es Minos. Orfeo, Museo, Hes íodo y Homcro están nombra- menen : el de S ísífo, como pareja de Odiseo, por urdidor de en-
dos como seres extraordinarios con los que todo ser humano ga ños. No tendría sen tido nombrar aq ui el castigo de Sísifo, ya
desearía hablar . conocido en Odisea XI 59.3 .
186 DIÁLOGOS

denado ni con los acusadores . No obstante, ellos no me


condenaren ni acusaron con esta idea, sino creyendo
que me h ad an dafio. E s justo que se les haga este re-
e proche. Sin em bargo, les pido un a sola cosa. Cuan do
mis hijos sean mayores, atenienses, castigadlos causán-
do les las mismas molestias que yo a vosotros, si os
parece que se preocupan del dinero o de otra cosa cual-
quiera antes que de la virtud, y si creen que son alg o
sin serlo, reprochadles, como yo a vosotros, que no se
, preocupan de lo que es necesario y que creen ser algo
sin ser dignos de nada. Si hacéis esto, mis hi jos y yo
,I
42a hab remos recibido un justo pago de vosotros. Pero es
ya hora de marcharnos, yo a morir y vosotros a vivir.
Quié n de nosotros se dirige a u na situación mejor es
algo oculto para todos, excepto para el dios.
CRIT6N

También podría gustarte