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Fundamentación
para una metafísica
de las costumbres
Alianza editorial
El libro de bolsillo
Título original: Grundlegung zur Metaphysik der Sitten
Reservados todo; lu. derechos El conremdo de esta obra csti protc¡¡idopor la Ley, que estsblece p,,nas
Je pn~uíny/o mullos, odem~sJ., lu correspondientes indemmzseiones por daños y penutcros, para
qurenes reprodujeren,plOJllMrcn,disinbuveren o comunicaren públicarncnrc, en todo o en parte, 1JW1
obra lueraria, ,rustica o cienufica,o su runsíonnación.tntcrpretaci6n o <l«'llCIÓnutúuca fijad• en
cualquier 11¡,n de soporte n eomunicade• través de cualqwcr medio. "" la prcccpuva autoriucióo.
ISBN: 978-84-206-0849·5
Depósito legal: M. 21.385·2012
Printed in Spam
Estudio preliminar
67 Prólogo
7
Primer capírulo
79 Tránsito del conocimiento moral común de la ra-
zón a1 filosófico
egundo capítulo
101 Tránsito de la filosofía moral popular a una metafí-
sica de las costumbres
157 La autonomía de la voluntad como principio su-
premo de la moralidad
158 La heteronomía de la voluntad como fuente
de todos los principios espurios de la morali-
dad
159 División de todos los posibles principios de lamo-
ralidad a partir del admitido concepto fundamental
de la heteronomía
Tercer capítulo
L66 Tránsito de la metafísica de las costumbres a la críti-
ca de la razón práctica pura
L66 El concepto de libertad es la clavepara explicar la au-
tonomía de la voluntad
168 La libertad tiene que ser presupuesta como atri-
buto de la voluntad en todos los seres raciona-
les
170 Acerca del interés inherente a las ideas de la mora-
lidad
177 ¿Cómo es posible un imperativo categórico?
180 :Cl último confín de toda filosofía práctica
193 Observación final
8
Apéndices
197 1. Bibliografía
211 2. Cronología
9
Estudio preliminar
El empeño kantiano por explorar
los últimos confines de la razón
11
Roberto R Aramayo
12
Estudio prclurunar
13
Roberto R Aramayo
14
Estudio prelirmnar
y añade:
15
Roberto R Ararnayo
9. Cf. la cana que Garve remire a Kant el D de julio del año 1783; Ak.
X, 331.
10. Cf. Ak. X, 339.
11. Cf. Immanuel Kant, Lógica (edición de María Jesús Vázquez Lo-
beiras), Madrid, Akal, 2000, § 117, p. 181.
17
Roberto R Aramayo
19
Roberto R. Aramayo
20
Estudie preliminar
21
Roberto R. Aramayo
22
Estudio preliminar
23
Roberto R. Aramayo
24
Estudio preliminar
25
Robcno R Aramayo
26
Estudio preliminar
quien leyó con avidez en unas pocas horas el texto del que tanros me-
ses llevaba hablando a sus distintos corresponsales. El 15 de abril Ha-
mann escribe a Herder para comunicarle sus impresiones: «En lugar
de sobre la razón pura, aquí se habla sobre otra quimera, sobre otro
ídolo: la buena voluntad. Que Kant es una de nuestras cabezas m¡ÍS
agudas tiene que concedérselo hasta su adversario, pero por desgracia
esa ingeniosidad es también su peor demonio, pues esta nueva esco-
lástica representa las orejas de Midas que señorea nuestro siglo». Y el
22 de mayo le dice a Scheffner: «Razón pura y buena voluntad siguen
siendo meras palabras cuyo concepto no soy capaz de alcanzar con
mis sentidos» (cit. por Vorlánder en el estudio preliminar ya mencio-
nado con anterioridad; cf. p. xiii).
27
Roberto R Aramayo
29
Roberto R Aramayo
38. Que Kant desarrollaráen el opúsculo que redacta nada más termi-
nar la Fundamentación. Cf. Ideas para una historia universal en clave
cosmopolita (1784), Ak. VID, 18 y ss., Tecnos, Madrid, 1987, pp. 5 y ss.
,;
30
Estudio preliminar
31
Roberto R Aramayo
32 ,
Estudio preliminar
guno una ley universal del mentir; pues con arreglo a una ley
tal no se daría propiamente ninguna promesa, porque resul-
taría ocioso fingir mi voluntad con respecto a mis futuras ac-
ciones anee otros, pues éstos no creerían ese simulacro o, si
por precipitación lo hicieran, me pagarían con la misma mo-
neda, con lo cual mi máxima, tan pronto como se convirtiera
en ley universal, tendría que autodestruirse (A 19),
33
Roberto R Acamayo
superfluo una fórmula que haga eso mismo con vistas a cualquier de-
ber en general» (Crítica de la razón práctica, Ak. V, 8 n.; Alianza Edi-
torial, Madrid, 2000, pp. 58-59 nota}.
34
.,
Estudio preliminar
35
Robeno R Aramayo
37
Roberto R Aramayo
38
Estudio prelirmnar
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Roberto R Aramayo
41
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,
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Estudio preliminar
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Estudio preliminar
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Roberto R Aramayo
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Roberto R Aramayo
so
Estudio preliminar
51
Roberto R Aramayo
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Es1ud10 preliminar
53
Roberto R. Aramayo
Roberto R Aramayo
Bahía de Txingudi/Marburgo,
verano de 2001
54
Sobre la presente traducción y sus predecesoras
55
Roberto R. Aramayo
56
Sobre la presente traducción y sus predecesoras
Velasco traduce -3! igual que bici~ra Mo:enre- denle¡ por «precisa»,
su edición
en lugar de ~~r «p1~nsa», como bien advierte Palacios en
ión realizad a por Moren ce (cf. ed. Palacio s, p. 34 n.). En
dela traducc
la p. 91 de Velasco leemos «con respecto al objeto» -repro duciendo
e-, cuando sin embarg o debe
fie~ente otro pequeño desliz de Morenr
1e7tr «con respecto a lo co~~~r io» (cf. ed. Palacio s, p. 54 n.). Y, por
en la p. l~O de su edición Velasco escribe -siguie ndo de nuevo
último,
» (cf.
a Morent: «razón pura», cuando debería leerse «razón práctica
ed. Palacios, p. 103 n.).
51. ~ud Kant, Fundamentación de la metafísica de las costum
García-
bres_(edicion ~:epa.rada por Javier Echegoyen Olleta y Miguel
Moren te revisad a por Juan Mi-
Baro; crad_ucc1on de Manuel García
guel Palacios), Mare Nostrurn, Madrid, 2000.
52: ~- Dulce María Granja Castro, Kant en español UAM/UNAM '
México, 1997, p. 31 (entrada 56).
San-
~3. Kant, Fr:ndamentos de la metafísica de las costumbres, Ercilla '
tiago de Chile, 1939.
con la pala-
54. El título descarta que sea la de Morente, al comenzar
lugar de «Funda mentac ión», y hace pensar
bra «J:un~amemos» en
pueda estar .muy empar entada con alguna de las dos pri-
que mas bien
meras, que fueron traducidas del francés.
57
Roberto R Aramayo
58
Sobre la presente traducción y sus predecesoras
59
Roberto R. Aramayo
60
l Sobre la presente traducción y sus predecesoras
61
Roberto R Aramayo
62
Sobre lu presente traducción y sus predecesoras
(traduction
67. Kant, Establzssement de la Métaphysique des Moeurs
de H. Lacheli er), París, 1904.
68. ~anuel Kant, ~ondements de la métaphysique des moeurs
(tra-
notes par Víctor Delbos, préface de Meniq ue Castillo ), Le
~uctton et
livre de peche, París, 1993.
69. E~anuel ~ant, Fondements de la métaphysique des moeurs
une in-
(traduction de Víctor Delbos, revue par A. Philonenko, avec
troduction et des notes nouvellcs), Vrin, París, l992 (19801).
la Pléiade,
70., En Oeuures pbilosopbiques de Kant, Bibliotheque de
París, 1985; vol. II.
71. ~uel Kant, Fondation de la métaphysique des moeurs, en Mé
-
laP_hyszq~e ~es moei:rs 1: Fondation. Introduction (traduction, présen
arion
tanon, bibliographie et chronologíe par Alain Renaur) , Flamm '
París, 1994.
Roberto R. Aramayo
68
Prólogo
70
Prólogo
71
Fundamentación para una metafísica de las costumbres
72
Prólogo
73
Fundamcmación para una metafísica de las costumbres
74
Prólogo
75
Fundamentación para una metafísica de las costumbres
76
Prólogo
77
Primer capítulo
Tránsito del conocimiento moral
común de la razón al filosófico
No es posible pensar nada dentro del mundo, ni des- -cAk. IV, l'fü
pués de todo tampoco fuera del mismo, que pueda [A 1)
ser tenido por bueno sin restricción alguna, salvo una
buena voluntad. Inteligencia, ingenio, discernimiento
y como quieran llamarse los demás talentos del espí-
ritu, o coraje, tenacidad, perseverancia en las resolu-
ciones, como cualidades del temperamento, sin duda
son todas ellas cosas buenas y deseables en más de un
sentido; pero también pueden ser extremadamente
malas y dañinas, si la voluntad que debe utilizar esos
dones de la naturaleza, y cuya peculiar modalidad se
denomina por ello carácter, no es buena. Otro tamo
sucede con los dones de la fortuna. El poder, las ri-
quezas, el pundonor e incluso la misma salud, así
corno ese pleno bienestar y ese hallarse comento con
su estado que se compendian bajo I el rótulo de feli [A 2)
cu/ad, infunden coraje y muchas veces insolencia allí
79
Fundamentación para una metafísica de las costumbres
So
l. Tránsito del conocimiento moral común. ..
de vista.
81
Fund.unc:nt.aaón para una mctafuica de las costumbro
82
l. Tnínsno del conocimiento moral común. ..
83
Fundamentación para una metafísica de las costumbres
r globaJ
concepto gue preside la estimación del valo
dición de
de nuestras acciones y constituye la con
concepto
todo lo demás, vamos a examinar antes el
buena vo-
del deber, el cual entraña la noción de una
obstáculos
J untad, si bien bajo ciertas restricciones y
irrecono-
subjetivos que, lejos de ocultarla o hacerla
gracias a
cible, más bien lo resaltan con más claridad
ese contraste.
que ya se
Omito aquí todas aquellas acciones a las
ndo pue-
reconoce como contrarias al deber aun cua
ósito, pues
dan ser provechosas para uno u otro prop
si pudie-
en ellas ni siquiera se plantea la cuestión de
uso lo con-
ran haber sucedido por deber, dado que incl
acci ones que
tradicen. También dejo a un lado aquellas
y hacia las
son efoctivamente conformes al deber
inación in-
que los hombres no poseen ninguna incl
otra incli-
mediata, pero las ejecutan porque alguna
s resulta
[A 9J nación les mueve a ello. Pues I en estos caso
er ha te-
fácil distinguir si la acción conforme al deb
propósito
nido Jugar por deber o en función de un
)
86
l. Tránsno dd conocimiento mural común ...
87
afí.,ica de las costumbro
Fundamentación para una met
90
l. Tránsito del conocimiento moral común ...
91
mbres
Furnfamcnti1c1ón para una metafísica de las costu
objetivo
... Max1ma es el principio subjeuvo del querer; el principio
ipio práct ico subje tivo
(esto es, aquel que también serviría de princ ica.
a todos los seres racionales ) es la ley práct
92
l. Tránsito del conocimiento moral común ...
93
Fundamentación para una metafísica de las costumbres
<Ak. I\', -102> Mas, ¿cuál puede ser esa ley cuya representación, sin
(A 17} tomar en cuenta el efecro aguardado merced a ella, tiene
que determinar la voluntad, para que ésta pueda ser ca-
líficada de «buena» en términos absoluros y sin paliati-
vos? Como he despojado a la voluntad de todos los aci-
cates que pudieran surgirle a partir deJ cumplimiento de
cualquier ley, no queda nada salvo la legitimidad univer-
sal de las acciones en general, que debe servir como úni-
co principio para la voluntad, es decir, yo nunca debo
proceder de otro modo salvo que pueda querer también
ver convertida en ley universal a »u máxima. Aquí es la
simple legitimidad en general (sin colocar como funda-
mento para ciertas acciones una determinada ley) lo que
sirve de principio a la voluntad y así tiene que servirle, si
el deber no debe ser por doquier una vana ilusión y un
concepto quimérico; con esto coincide perfectamente la
razón del hombre común en su enjuiciamiento práctico,
ya que siempre tiene ante sus ojos el mencionado prin-
cipio.]
[A 18] Valga como ejemplo esta cuestión: ¿Acaso no me
resulta lícito, cuando me hallo en un aprieto, hacer
una promesa con el propósito de no mantenerla?
Aquí me resulta sencillo distinguir que la pregunta
puede tener uno u otro significado, según se cuestio-
ne si hacer una falsa promesa es algo prudente o con-
forme al deber. Sin duda, Jo primero puede tener
lugar muy a menudo. Advierto que no basta con es-
quivar un apuro actual por medio de semejante sub-
terfugio, y habría de meditar cuidadosamente si lue-
go no podría derivarse a partir de esa mentira una
molestia mucho mayor que aquellas de las cuales me
94
l. Tránsito del conocimiento moral común ...
95
Fundamenración para una metafísica de la~ costumbres
ersal del
no podría querer en modo alguno una ley univ
daría pro-
mennr; pues con arreglo a una ley tal no se
a ocioso
píamente ninguna promesa, porque resultarí
ras accio-
fingir mi voluntad con respecto a mis futu
lacro o,
nes ante otros, pues éstos no creerían ese simu
rían con la
si por precipitación lo hicieran, me paga
tan pronto
misma moneda, con lo cual mi máxima,
ría que au-
como se convirtiera en ley universal, tend
rodestruirse.
mi querer
Qué he de hacer por lo tanto para que
una pe-
sea moralmente bueno; para eso no necesito
o. Sin ex-
LA 20) netrante agudeza I que sepa calar muy hond
do, incapaz
periencia con respecto al curso del mun
itan
Je abarcar todos los acontecimientos que se conc
querer
en él, basta con que me pregunte: «¿Puedes
ley uní-
también que ru máxima se convierta en una
obable, no
versal?». De no ser así, es una máxima repr
ti o para
por causa de algún perjuicio inminente para
o principio
otros, sino porque no puede cuadrar com
hacia lo que
en una posible legislación universal, algo
aun antes
la razón me arranca un respeto inmediato
gación
de pasar a examinar en qué se basa (una inda
a encen-
que le corresponde al filósofo), si bien llego
n del valor
der al menos que se trata de una estimació
to es en-
el cual prevalece largamente sobre todo cuan
mi acción
carecido por la inclinación; la necesidad de
es aquello
merced al puro respeto hacia la ley práctica
ha de ple-
que forja el deber, y cualquier otro motivo
de una
garse a ello, puesto que supone la condición
por encim a
voluntad buena en sí, cuyo valor se halla
de codo.
96
l. Tránsito del conocimiento moral común ...
97
Fundamentación para una metafísica de las costumbres
99
Fundamentación para una metafísica de las costumbres
100
Segundo capítulo
Tránsito de la filosofía moral
popular a una metafísica de las
costumbres
101
a de las co~tumbm.
Fundamcmación para una mcrafísic
103
de las costumbre,
Fundamc:ntaoón para una metafísica
todo lo basa en
viabilidad podría dudar mucho quien
mandadas por
la experiencia, son inexcusablemente
mar un ápice la
la razón, de modo que no quepa mer
hombre en la
inmaculada lealtad exigible por cada
no hubiese habi-
amistad, aunque acaso hasta ahora
deber reside,
do ningún amigo leal", porque este
cualquier expe-
como un deber genérico anterior a
rmina a la vo-
riencia, en la idea de una razón que dete
luntad mediante fundamentos a pno
ri.
si no se quiere
Además, ha de tenerse presente que,
algún posible
impugnar toda verdad y relación con
cabe poner en
objeto al concepto de moralidad, no
significación tan
cela de juicio que su ley tenga una
los hombres,
extendida como para valer no sólo para
y ello no sólo
sino para todo ser racional en general
ones, sino de
bajo condiciones azarosas y con excepci
obvio que nin-
modo absolutamente necesaria, resulta
inferir tales leyes
guna experiencia puede dar lugar a
bilidad. Pues
apodícticas o tan siquiera su mera posi
r un respeto sin
[A 29) con qué derecho podríamos I profesa
naturale-
límites, como precepto universal para toda
do bajo even-
za racional, a lo que quizá sólo sea váli
y ¿cómo unas
tuales condiciones de la humanidad;
en hacer-
leyes para determinar nuestra voluntad deb
104
2. Tránsito Je la filosofía moral popular ...
105
Fundamc::mac1ón para W1a mcufüica de las costumbres
106
2. Tránsito de la filosofía moral popular..
107
física de las costumbres
FunJ:imcarnción para una meta
e la matemática pura de la
* ~¡ se quiere: al igual que se distingu la fi-
aplicada, puede diferenciarse
aplicada o la logica pura de la
metafísica- de aquella otra que
losofia pura de las costumbres -la denominación viene a re-
ana. Esra
se aplica a la naturaleza hum se
cipios morales no han de fundamentar
cordarnos que los prin ana , sino que han de
raleza hum
sobre las propi~dades de_la !1ªlu n, aun cuan do a par tir de
mos a pno
quedar ~stablea~os por sr mis para
er deducirse reglas prácticas
tales prmc1p1os uenen que pod o, tam bién para la natu -
y, por lo tant
cualquier naturaleza racional
raleza hum ana.
108
2. Transito de la filosofla moral popular ...
* Tengo una cana del insigne Sulzer" {que en paz _de;ciillS(!) donde
me pregunta cuál puede ser la causa del por que las teon.as de la
virtud vienen a ponerse tan poco en práctica, por muy convmc;ntcs
que se muestren para la razón. Mt respuesta, qu~ se d:':loro por
aprestarme a darla íntegra, es la siguiente: los propios teorices de la
virtud no han depurado sus conceptos }, al querer hacerlo demasia-
do bien, echan a perder esa medicina que pretenden robustecer alle-
gando cualesquiera motivaciones para el bien moral. Pues la obscr
vación I más elemental muestra que, cuando uno se representa una [A J-1]
acción honesta realizada sin la mira de obtener provecho alguno en
este u otro mundo y con un ánimo imperturbable incluso en medio
de las mayores tentaciones de la indigencia o la seducción, deja muy
atrás y eclipsa cualquier acción similar que s~ halle afec_rad.1 en lo
más mínimo por un móvil ajeno, ensalza el ánimo y despierta el de
seo de poder obrar también así. 1 lasta los niños _de mediana edad
experimentan esa impresión y nunca se les debería hacer presentes
los deberes de otra manera
109
mct.afísica de las costumbres
FuncL.mcnrnción para una
111
de Lis costumbres
Fundamen1.1c1ón para una metafísica
112
2 Tránsito de la filosofía moral popular ...
113
bres
metafísica de las costum
Fw1damt!lltación para una
perfectamente buena se
<Ak JV,..JJ4>
Así pues, una voluntad
leyes objetivas (del bien),
hallaría igualmente bajo
[J\ 39]
re
representársela como ap
pe_ro no por ello cabría ley,
óones conformes a la
mzada para ejecutar ac o
modalidad subjetiva, sól
porque de suyo, según su de l
por la representación
p~ede verse determinada ne-
voluntad divina y en ge
bien. De ahí que para la al-
nta no valga imperativo
ral para una voluntad sa ue el
ne aquí al caso, porq
guno: el deberser no vie la
yo necesariamente con
querer coincide ya de su u-
rativos sean tan sólo fórm
ley. De ahí que los impe ivas
pa ra ex pr es ar la rel ación de las leyes objet
las a
n la imperfección subjetiv
del querer en general co la
aquel ser racional, v.g. de
de la voluntad de . este o
volunrad bumana
ndan hipotética o categó
. Todos los imperativos ma ad
s representan la necesid
ricamente. Los primero n-
sible como medio para co
prác~ica de una acción po le
gu ir alg _un a otr a co sa que se quiere (o es posib
se e
ivo categórico sería el qu
que se quiera). El imperat sa-
como objetivamente nece
representaría una acción En .
ncia a ningún otro
ria por si misma, sin refere
presenta una acción posi-
Como toda ley práctica re un
o, como necesaria para
bl~ como buena y, por ell te
o su sc ep tib le de verse determinado prácticamen
su jet fór-
imperativos constituyen
por la razón, 1 todos los
[A -10)
ia
la acción que es necesar
mulas para determinar o u
ún el pr inc ipi o de un a voluntad buena de un
seg ena
n fuese simplemente bu
otro modo. Si la acció es
a, entonces el imperativo
corno medio para otra cos sea
ta como buena en sí, O
hipotético; si se represen '
114
2. Tránsito de la filosofía moral popular ...
115
a una mecafísica de
las cosrumbres
.Fundamentación par
médico para
o. La s pr es cr ip ci ones dadas por el
guid a su paciente y
sa na r de un modo exhaustivo
ha ce r falible-
po r un en ve ne na dor para matar in
las dadas valor, en
a es e m ism o ho m bre son de idéntico
mente zar cabalmente
qu e ca da cu al sirve para reali
ta nt o con
. Co m o en la infancia no se sabe
su propósito es inten-
s no s ha rá to pa rn os la vida, los padr
qué fu1e plicidad de
r ap re nd er a sus hijos una multi
a la habilidad en el
tan ha ce uso
de n so br e to do
cosas y atien reciona
ed io s pa ra to da suerte de fines disc
de los m rminar si alguno
s, rre lo s cu ale s no pueden dete
el futuro un fin de
le en su
a se r re alm en te en
podrá llegar die-
se r sie m pr e po sib le que alguna vez pu
pupilo, al
tan grande gue
rlo po r tal , y este cuidado es
ra te ne mendar el juí-
en te se de scuida formar y en
no rm alm eran pro
tiv o al va lo r I de las cosas gue pudi
[A 42J cío re la
.
ponerse como fines
erse como
to do , ha y un fin que puede presupon
Co n cua-
s lo s se re s ra cio nales (en cuanto les
real en todo ) y, por
pe ra tiv os co m o seres dependientes
dran los im eden tener,
o, ex ist e un pr op ósito que no sólo pu
lo ta nt to-
pr es up on er co n seguridad, ya que
sino que cabe tienen se-
se re s ra ci on ale s en su conjunto lo
dos los lafeliczdad.
a ne ce sid ad na tu ral: el propósito de
gún un ta la necesidad
ra tiv o hi po tético gue represen
El im pe
o medio para la pr
omoción
de la ac ció n co rn
práctica rlo sim-
es as er tó ric o. No cabe presenta
de la fe lic id ad
opósito incierto
en te co m o ne cesario para un pr
plem ito que
te po sib le , sin o para un propós
y meramen iori en cual-
up on er se con seguridad y a pr
pued e pr es cia. Ahora
m br e, \ po rq ue pertenece a su esen
<Ak. N.416> quier ho
116
2. Tránsito de la filosofía moral popular ...
bi d .•al
la habilidad para elegir· los me dios relativos
ien, . i uede ser llamada pru encta
mayor bienestar prop ~ p I As1' pues el imperativo [A 43]
id ' estncto '
en el senu o mas el cción. de los medios para la fe_li-
que se refiere a la ~ cripción de la prudencia,
~dad f:~~a~i:;:e :l~~::tico; la acción no es man-
sigue s_ , .
dada sin mas, sino s ólo como medio para algún otro
117
afísica de las cosrumbrcs
Fundamentación para una met
. 12 J
) de la moralidad. Pues
pru d encra o mandatos (leyes
de una objetiva nece
sólo la ley conlleva el concepto
lo tanto válida universal-
sidad incondicionada y por
leyes a las cuales hay que
fA +l)
mente, y los mandaros son l
miento aun en contra de
obedecer, esto es, dar cumpH
ciertamente necesi-
la inclinación. El consejo entraña dición tan subje-
una con
~ad, pero simplemente bajo
ndo valer sólo si este o
tiva como contingente, pudie
feHcidad con tal o cual
aquel hombre cuenta en su
categórico no se ve li-
cosa; en cambio el imperativo
a y, al ser absolutamente
mitado por condición algun
vista práctico, puede ser
necesario desde un punto de
d un «mandato». Tam-
llamado con entera propieda
bién se podría denominar a
los primeros imperativos
e), a los\ segundos prag
<Ak. IV, -117>
técnicos (pertenecientes al arr
prosperidad) y a los ter-
mdticos (concernientes a la
más exacto el
puede definir del modo
... Me parece que así se gmá trco . Pue s se denomina
término pra
autcotic? significado cid piam ente del
nes que no emanan pro
«pragrnaucas» a las sancio ias par a el bienestar
de las providenc
derecho de los Esrados, sino o pragm jtic a cua ndo nos
endida com
general. Una h1rtona es ent de pro curar
ruye al mundo cómo pue
hace prudentes, ~s decir, inst com o en tiem pos
ndo menos, tan bien
su proveche me¡or o cua
pasados.
ciado, direeta O
podría haberse visco mfJuen
_12 En este punto Kant en la cual esre
~d1~ecramence, por los Me
mortales deJenofonte, obra
o, habida cuen-
oró sus recuerdos del maestr
d1sc1pulo d~ Socraces ates da, trad ucid a y comen-
fusamente publica
ta de que dicha ob~a fue p~o os así lo sug iere Norberr
o XVIIT. Al men
ta~a en la Aler:1an1a del sigl der Gru ndle
e der Klugheir" in Ganzen
Hinske (cf. «Die '"Recthsliig Me tap hys fe der Sit
.]. Grundlegung zur
1
gung», en Otíried Hoffe (ed a,; Suhrkamp, Frankfurt a. M., 1989,
ent
ien Ein kooperativer Komm
pp. 140 y ss.). /N. TJ
118
2. Tránsito de la filosofía moral popular.,
13. Esrn división tnpartira ya era ex_plitaJa _por Kant en sus ~as~
filosofia moral. «Hay tres tipos de tmperaavos: un imperarn o _e a
t:
habilidad, uno de la prudencia y uno de la moralidad. _Los 1mperat1~~s
de la habilidad son problemáticos, los de la prudencia son i:ragmau
cos y los de la moralidad son morales .. » (Cf. Lecciones de ética, Ak.
XXVIJ.l, 2-15 y ss., Crítica. Barcelona. 1988, pp. 40·-12). f N. T.J
119
mbres
Fundamentación para una meufis1ca de las costu
120
2. Tránsito Je la filo,of1a moral popular...
121
afüica de Lb cosrumbre,,
Fundamem¡¡ción para una met