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La ONU: “No imponemos la nueva

agenda de desarrollo, cada país


establece sus necesidades”
Paloma Durán es la directora del Fondo para los Objetivos de Desarrollo
Sostenible, mecanismo económico para la implementación de la nueva agenda
contra la pobreza
Este viernes los líderes mundiales han aprobado en una Cumbre de la ONU la
nueva hoja de ruta en materia de desarrollo para los próximos 15 años
El organismo trabaja para que las políticas partan de las instituciones locales y
para incorporar al sector privado en la Cooperación al Desarrollo

"Lo más importantes es el objetivo número uno, poner fin a la pobreza en todas sus
formas en todo el mundo", responde Paloma Durán sobre la prioridad una vez que se ha
aprobado la nueva agenda mundial de lucha contra pobreza. La directora del Fondo para
los Objetivos de Desarrollo Sostenible es la responsable del mecanismo económico
encargado de la implementación de los 17 objetivos que recibieron el respaldo de los
países miembros la ONU este viernes. Sobre las mayores críticas al proceso (como el
bloqueo de los países ricos a un mayor control de la evasión fiscal y el incumplimiento
de la gran mayoría de países de sus promesas en la Ayuda Oficial al Desarrollo), Durán
no se moja y opta por la diplomacia.

"Lo que importa es sumar para conseguir que la gente salga de la pobreza. Y ese 'sumar'
tiene que hacerse con una utilización adecuada, transparente y medible de los recursos
que llegan tanto del sector público como el privado", indica en una conversación con
eldiario.es. La responsable del FDS justifica la importancia de la inversión privada y de
que las políticas nacionales sean tan promotoras del progreso como los actores
internacionales.

¿Cuál es el trabajo del Fondo de Desarrollo Sostenible (FDS) dentro de la agenda


que se acaba de aprobar en Naciones Unidas?

El Fondo se creó en el año 2014, por un acuerdo del Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD) y una contribución inicial del Gobierno de España, aunque
ahora ya hay 22 países contribuyendo. Se crea cuando todavía no existen los Objetivos
de Desarrollo Sostenible (ODS), pero ya se habían empezado a negociar en 2012. En
ese proceso, había tres áreas en las que todos los países se pusieron de acuerdo desde el
principio: el acceso al agua y al saneamiento, la seguridad alimentaria y la nutrición, y
el desarrollo económico inclusivo. La decisión que se tomó fue crear el fondo para
actuar en estas tres áreas con una metodología que ayudara a responder a la nueva
agenda del desarrollo y facilitara la transición de la agenda de los Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM) a los ODS.

¿Qué quiere decir una nueva metodología?

Fundamentalmente dos cosas. En todos los programas del fondo participan todas las
agencias de las Naciones Unidas y además se intentó asegurar la "apropiación

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nacional", es decir, que la agenda no se imponga desde aquí sino que cada país pudiera
establecer sus verdaderas necesidades.

Se ha creado a nivel nacional un comité donde está Naciones Unidas, el Gobierno local
y todos los actores que están colaborando, lo que nosotros llamamos "fondos de
contrapartida". Es decir, si a un país le damos un millón, este país debe conseguir a
través de socios locales otro millón adicional. Se intenta garantizar así la sostenibilidad:
si pasado mañana Naciones Unidas deja de apoyar este proyecto, los socios locales
estarán preparados para garantizar la sostenibilidad del proyecto.

Y, una segunda novedad: las alianzas entre el sector privado y el sector público, que es
una de las cosas en las que más se está trabajando desde el Fondo. Se pretende que
también los socios locales, no solo el Gobierno, también la sociedad civil, los pequeños
agricultores, y en general el Tercer Sector de cada país puedan colaborar también a
través de sus fondos de contrapartida para asegurar que todos los actores del desarrollo
están integrados en el país.

Parte de la sociedad civil tiene reparos a la intervención del sector privado en la


Cooperación al Desarrollo, sobre el control necesario de los fondos públicos y el
tipo de desarrollo que fomentan ciertas empresas privadas. Por ejemplo hay
ocasiones en los que se ha pagado con fondos de Cooperación a empresas que
tienen dinero en paraísos fiscales. ¿Cómo se evita que esto ocurra?

Existe ese riesgo pero en Naciones Unidas trabajamos de manera que las empresas
privadas pasan por un proceso en el que se hace un escrutinio de lo que la empresa hace
o deshace. Cualquier compañía no puede participar con nosotros, nos aseguramos muy
mucho antes de firmar un convenio con una empresa privada. Tiene que cumplir unos
estándares mínimos de transparencia, de anticorrupción, etc. Es un proceso bastante
riguroso.

También creo que la nueva agenda es bastante ambiciosa, pero de lo que trata es que
todos los agentes que puedan sumen. No se trata de suplir la ayuda oficial al desarrollo
de los gobiernos, sino de sumar. Cuando hablamos del sector privado no estamos
pensando solamente en las grandes compañías que tradicionalmente han apoyado la
cooperación al desarrollo, sino también en otros actores, como las universidades, como
el sector no gubernamental.

La filosofía no es suplantar las responsabilidades del Estado sino de buscar actores que
puedan sumar.

¿Hay una cifra estimada sobre lo que costará financiar la agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible? Y si la hay, ¿cuál es el peso del sector privado que requiere
esta inversión?

Las cifras oficiales de inversión ahora mismo bailan. Sinceramente, no hay una cifra
específica y concreta de lo que va a costar la implementación, entre otras cosas porque
la agenda se aprueba ahora y se empieza aplicar a partir de enero. Hay un margen de
tiempo para ajustar todo esto.

¿Hay planes para que los estándares de control a las empresas privadas que
comenta que tienen en Naciones Unidas se implementen también en el resto de
países?

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Puedo hablar de lo que estamos haciendo aquí, en Naciones Unidas. Nosotros sí que
podemos asumir la responsabilidad de que las empresas que van a trabajar sobre el
terreno han pasado este proceso. Luego lo que los estados hagan a nivel nacional
dependerá de la legislación y de las políticas públicas de cada país.

Respecto a la "universalidad", ¿qué cambios vamos a ver por el hecho de que esta
agenda afecte tanto a los países ricos como a los empobrecidos?

Es un cambio de aproximación. Lo que se pretende es que el desarrollo sea entendido en


términos de sostenibilidad, no solo desde el punto de vista económico, también desde
uno social y medioambiental. En términos de 'universalidad', la principal diferencia es
que cuando se aprobó la agenda del año 2000 estaba pensada fundamentalmente para
los países en desarrollo, y sin embargo lo que ahora se está planteando es que
asumamos el compromiso todos los estados.

Hay países donde ha habido un crecimiento económico importante, que han pasado de
ser países en desarrollo a países de renta media, y sin embargo hay todavía un claro reto
de desigualdad. Hay otros países donantes, que son países ricos, en los que también hay
brechas de desigualdad e importantes problemas en materia de empleo, desigualdades
de género y en trabajos que no son decentes.

En la cumbre de financión de Addis Abeba los países ricos bloquearon una


propuesta para crear un organismo independiente contra la evasión y el fraude
fiscal. ¿Qué opinaba el fondo que dirige de este mecanismo y cómo explica que
estos países parasen el control a la evasión fiscal?

No estuve en Addis Abeba, así que el detalle de las negociaciones no se lo puedo contar.
Sí tengo constancia de que no solo fueron los países donantes los que se opusieron a
esta medida.

Me parece que en materia de desarrollo hay un proceso de 'progreso': de la misma


manera que el ser humano ha progresado y las condiciones en las que vivimos ahora no
son las condiciones en las que vivíamos hace 200 años, me parece que hay determinadas
propuestas y mecanismos que necesitan sus tiempos. Fue la primera vez que se proponía
esta medida, en la Cumbre no se llegó a un acuerdo sobre esto. Lo que se acordó fue
reforzar las medidas que hay ahora de transparencia pero los procesos de negociación
no se terminan. Se ha celebrado la Cumbre, pero las negociaciones de carácter político,
porque esto es una organización intergubernamental, me imagino que van a seguir.

Ahora cada país tiene que implementar la hoja de ruta aprobada el viernes. ¿Hay
obligaciones sobre cómo se aplica la estrategia o cada país es libre de hacerlo como
considere?

Es el juego que se plantea siempre cuando se aprueba un compromiso en Naciones


Unidas. La parte positiva es que vamos a tener una agenda, con nuevos actores y temas
incluidos, se tienen en cuenta los nuevos retos. Pero el reto es ver cómo cada país lo
implementa. Las circunstancias de cada país son muy diferentes. Las necesidades de
cada país son únicas, cada uno tiene que plantear su propuesta de manera ambiciosa.
Cada país va a tener que hacer su propio proceso de ODS, pero lamentablemente no
creo que a nivel universal se pueda hacer algo. La fuerza de las Naciones Unidas es su
fuerza política, que funcionan como un escaparate para los estados.

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Hay organizaciones que consideran que hay retos, como la disminución de la
desigualdad y el consumo responsable, que no son posibles con el sistema
capitalista imperante en la actualidad. ¿Con el sistema económico actual la Agenda
2030 puede salir adelante o debería haber cambios sustanciales en el sistema?

Es relativamente fácil dar recetas de carácter universal. Aquí lo que vemos cada día,
viendo las necesidades de muchísimos países que demandan la ayuda de Naciones
Unidas, es que al final lo que importa es lo que cada persona y cada actor puede sumar.
¿Si hay que cambiar el sistema económico o no? Sinceramente no se puedo contestar.
No sé si el problema es el sistema que tenemos.

En esta agenda se ha vuelto a exigir a los países ricos el 0,7% de la Renta Nacional
Bruta para la Ayuda Oficial al Desarrollo de cara a 2030. En los últimos 15 años
que acaban de concluir este 2015, en los que la ONU había exigido esa misma cifra,
los países donantes han fracasado: solo cinco han invertido esa cantidad. ¿Qué
opinan de las voces que afirman que la exigencia ha sido demasiado baja? ¿Qué
credibilidad tienen los países que no han cumplido con el 0,7 y ahora vuelven a
comprometerse para 2030?

Hay un debate abierto sobre este tema pero creo que dentro del Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) el debate que se está planteando no es
tanto la meta sino la eficacia de la ayuda. Es decir, si consiguiéramos que todos los
países donantes pudieran aportar el 0,7% habría obviamente un aumento automático de
los recursos para el desarrollo. Pero también hay que hacer un balance de cuál es la
eficacia de la ayuda, es decir, en qué términos se utilizan esos recursos.

Ahora mismo, la apuesta del PNUD es asegurar la transparencia en la utilización de los


recursos, la rendición de cuentas, que los sistemas de monitorio sean adecuados, que se
pueda tener datos concretos sobre el impacto de los programas en la población,...

El tema de los recursos, cuantos más recursos haya para temas de desarrollo, muchísimo
mejor porque lamentablemente hay mucha gente viviendo en situaciones lamentables.
Pero, al mismo tiempo, también el debate que hay es que hay que hacer un balance de la
eficacia de los recursos con los que se ha contado. No se trata tanto en centrar el debate
en la meta sino en cómo se consigue la meta.

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