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EL DESTINO

ÀYÀNMÓ, ÀKÚNLÈYÀN, ÀKÚNLÈGBÁ

El destino del hombre está enmarcado bajo tres aspectos fundamentales:


Àyànmó, Àkúnlèyàn y Àkúnlègbá. Entender el significado de cada uno y
como nos afecta la conjunción de los tres es uno de los primeros pasos
para entender el compromiso personal que adquirimos con cada Àtúnwá
(reencarnación) y la función de Ifá durante esa trayectoria.

Àyànmó: Se define como el aspecto predeterminado de nuestro destino.


Dice el Odu Osa Meji que “el hombre es libre como el pájaro en la
jaula”, pues estamos atados a nuestros kharmas; a nuestras deudas.
Dicho de otro modo, si en el pasado hemos alterado negativamente el
destino de otros, si hemos evadido lecciones que debimos haber
aprendido; entonces estos serán con toda seguridad aspectos que
obligatoriamente afectaran nuestra siguiente encarnación o Àtúnwá.

El hecho de que un hombre nazca como rey y otro nazca como mendigo,
es parte del Àyànmó. La fecha de nuestro nacimiento y la fecha de nuestra
muerte también son parte del àyànmó y sin embargo, ambas pueden ser
alteradas positiva o negativamente.

Hago esta acotación porque en Ifá no existe el fatalismo (1) ni el


determinismo (2), venimos al mundo (aiyé) porque así lo decidimos cada
uno de nosotros, el momento (lugar, fecha y hora) de nacer viene dado
por la sumatoria de todas las energías o factores que deben confluir para
que haya un equilibrio en el universo al momento de nuestra encarnación,
sin embargo este momento puede verse perturbado por energías en
oposición que no han sido neutralizadas previamente. Esto pudiese
ocasionar bien un nacimiento por cesárea o una muerte prematura del
feto, por ejemplo, al quedar ahogado por el mismo cordón umbilical.

Àyànmó marca tendencias y aspectos que el alma encarnada debe vivir


o debe transitar con una finalidad específica. El tiempo que ella tarde en
evolucionar al siguiente aspecto de su àyànmó es exclusivamente
responsabilidad de su libre albedrío, lo cual sugiere la idea que nadie esta
preservado ni condenado, a vivir toda su vida terrenal bajo un aspecto
especifico sea este positivo o negativo.

Para entender la diferencia entre Àyànmó (Predeterminación en Ifá) y


determinismo hay que enfocarse en resultados mas que en circunstancias.
No es relevante la forma como cada uno supera una etapa, pueden existir
muchos caminos para llegar a un mismo destino; por ejemplo:

· Debo aprender, en esta encarnación (àtúnwá), a no apropiarme de lo


que no me pertenezca, sin embargo, las circunstancias en que me toca
aprender esta lección son de relativa pobreza por lo que a la primera
persona que Esù me envía para que le haga un trabajo le pido mas
materiales de lo que realmente necesito o lo engaño con el costo de mi
servicio.

· Para este momento ya perdí una oportunidad de aprender mi


lección.

· Paso, luego de esto, un tiempo largo de necesidades materiales y


cuando se me presenta una nueva oportunidad de trabajo con otro
cliente, repito el mismo error, pero esta vez le cobro el doble de lo que le
cobré al anterior para prever que pueda pasar otra vez mucho tiempo sin
conseguir trabajo. Segunda oportunidad perdida de aprender mi lección.

· Inmediatamente, me enfermo y debo utilizar casi todo lo que le quité


al cliente para curarme.

· Luego de múltiples errores, teniendo en cuenta que ese número (de


errores) lo decido yo con cada nueva oportunidad, me propongo ser
honesto con mis clientes. Entonces comienzo a observar que con cada
nueva oportunidad, mis condiciones económicas mejoran y mis altibajos
de salud desaparecen y mi situación se vuelve más estable.

· He aprendido esta lección y me he dado cuenta que la vida nos


proporciona lo necesario para cada necesidad, que cuando tenemos mas
de lo que necesitamos, también debemos pagar mas y la forma de pagar
más dependerá de las lecciones que debamos aprender, unos pagan con
su salud o la de su familia, otros pagan por ser liberados de un secuestro,
otros pagan haciendo donaciones a fundaciones de ayuda, otros pagan
con ofrendas para evitar cualquier peligro sobre ellos o sobre sus familias.

Esta lección aprendida, o por aprender, marca la diferencia entre Àyànmó


y determinismo, pues en la creencia determinista todas las calamidades
que le sucedieron al personaje del ejemplo son simplemente consecuencia
de sus acciones sin una finalidad especifica o predeterminada.

Àyànmó en su traducción literal significa “Nosotros escogemos conocer o


aprender”, lo cual nos ofrece una idea clara de que, aun cuando esas
opciones son parte de una lista predeterminada, somos nosotros mismos
quienes elegimos vivir ese destino predeterminado y que aceptamos la
oportunidad de aprender esas lecciones.

Àkúnlèyàn: La traducción literal sería “Nos arrodillamos en el piso para


elegir o escoger”. Se define como el aspecto electivo de cada àtúnwá
(encarnación). Antes de venir a Aiyé (al plano tierra), el alma pasa por el
palacio de Olodumare (1) a solicitar permiso para su próximo viaje. Allí
manifiesta su voluntad sobre lo que desea experimentar, sobre qué
proyectos desea llevar a cabo.

Cabe destacar que a toda propuesta que hagamos, Olodumare dice


“Amen”; sin embargo, veremos en Àkúnlègbá que aunque Olodumare
apruebe nuestra solicitud, la misma no siempre se concreta.

Proyectos como: ser músico, escritor, ladrón o soldado; formar una


familia; ayudar a otro ser, a un grupo de seres o a la humanidad en
general, pudieran ser parte de Àkúnlèyàn siempre que el alma así lo
decida.

Estos proyectos o kharmas permiten al alma explorar aspectos no


obligatorios de su existencia, bien para realizar avances en su evolución
bien para ayudar a otros a alcanzar sus respectivos karmas y kharmas.

Àkúnlèyàn se puede considerar como el kharma y Àyànmó como el


kharma.
Àkúnlègbá: La traducción literal sería “Nos arrodillamos en el piso para
recibir y para dar”. Àkúnlègbá es la fase donde propiamente se desarrolla
mi destino; es donde recibo la ayuda necesariamente imprescindible y
doy de mí el esfuerzo necesario para lograr cada objetivo.

Nuestra disposición a “dar y recibir”, es exactamente la definición de libre


albedrío y es lo que hace que no necesariamente se logren todos los
objetivos en cada Àtúnwá (encarnación).

El libre albedrío es un elemento común para los tres aspectos definidos


del destino, sin embargo, mientras en los dos anteriores éste, es
meramente electivo, en Àkúnlègbá se concreta como acción y reacción,
donde cada decisión que tomamos en la vida puede estar en pro o en
contra de un proyecto o de un karma previamente aceptado.

Ejemplo: Una mujer durante Àkúnlèyàn solicita tener 3 hijos, sin


embargo, su primer embarazo es un embarazo no deseado con una
persona que ella considera inapropiada para ser el padre de su hijo y
decide practicarse un aborto aun en contra de todos los consejos que
puedan darle. Entonces, se presenta una complicación que da como
resultado la imposibilidad de tener más hijos.

Otro ejemplo menos traumático y más clásico podría ser el de un


individuo que desea ser historiador, pero en su etapa de aprendizaje
inicial resulta ser un adolescente rebelde que se niega a estudiar, a tener
algún tipo de disciplina y peor aún, se niega a aprender a leer y escribir. Al
hacerse adulto, la falta de conocimientos le obliga a tomar los empleos
menos remunerados, con jornadas más agotadoras que, aunado a su falta
de disciplina, van haciendo mas cuesta arriba el logro de su objetivo hasta
que finamente todo queda como un sueño frustrado.

Es en Àkúnlègbá donde entramos en contacto con el elemento


conspirador, es decir, con el Òrìsà Esù. Digo conspirador porque Esù será
quien provea todos los escenarios necesarios para desarrollar las
vivencias de nuestro Àyànmó y nuestro Àkúnlèyàn; y sin importar cual
sea nuestra decisión en cada paso Él se mantendrá firme y constante
hasta tanto hayamos cumplido nuestro karma o hasta el momento de
nuestra muerte.

Esù proveerá igualmente los eventos necesarios para lograr nuestros


proyectos de Àkúnlèyàn si permanecemos alineados a nuestro destino o
proveerá tropiezos constantes si simplemente nos enfocamos en nuestros
proyectos y nos olvidamos de nuestros deberes o karmas (Àyànmó)

El universo está dotado de energía en constante movimiento, donde


nuestro “yo” ejerce influencia en lo que sucede a nuestro alrededor y
viceversa. Esto indica que es relativamente fácil perder la alineación con
nuestro destino, en cuyo caso las señales de alerta no se harán esperar,
manifestándose a través de eventos “causales” que serán simplemente un
indicativo de la necesidad de alinearse nuevamente en caso que podamos
identificar la desviación; o la necesidad de buscar el consejo de Ifá para
esclarecer el origen de la misma.

El Oráculo de Ifá a través de Dafá(2) esta enfocado con mayor énfasis en


Àkúnlègbá porque es ahí donde se manifiestan y se gestionan las
desviaciones o las concreciones de todo nuestro destino, tanto el
predeterminado como el meramente electivo. Dafá nos permite conocer
no sólo donde estamos desviándonos sino como utilizar elementos
naturales para ayudarnos a volver al camino.

La Filosofía de Ifá hace especial hincapié en afinar nuestra relación con el


Òrìsà Esù como base del éxito.

Estar en alineación con nuestro destino significa estar en sintonía con


nuestro Esù personal, lo cual no se traduce en hacer sacrificios constantes
a este Òrìsà pues depende más de nuestra disposición a cambiar actitudes
o directrices erradas que en poner paños de agua tibia cada vez que
cometemos un error tratando de descargar nuestra responsabilidad en el
Òrìsà o pagando con un sacrificio por nuestra falta de voluntad o por
nuestra ignorancia. En este sentido es importante recalcar que toda vida
es sagrada, que únicamente en casos muy puntuales es justificable el
sacrificio y no debe por tanto convertirse en una receta cotidiana para
tapar una falta de orientación clara, o para tapar el menosprecio hecho
por la persona a la orientación ofrecida por el sacerdote.

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