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¿Cómo se recupera el cerebro después

de una lesión?
Publicado el febrero 28, 2015 por beagonort
El cerebro es sumamente dinámico. La adquisición de nuevos aprendizajes sucede gracias a
laplasticidad cerebral: propiedad del tejido nervioso de modificar su propia organización y
funcionamiento para adaptarse a diversas situaciones, como cambios ambientales,
envejecimiento y lesiones. Se trata, por tanto, de un proceso que está presente en todas las
etapas de la vida.
Existen tres tipos de plasticidad:

1. Plasticidad madurativa. Son los cambios del tejido cerebral en las etapas tempranas
de la vida que preparan al sistema nervioso para la edad adulta (Valadez 2007). La
enorme flexibilidad del tejido, es por una parte guiada genéticamente y por otra,
modulada por la estimulación mediante un ambiente enriquecido. La estimulación es la
base de la adquisición de una buena funcionalidad, fortalece las conexiones sinápticas
dando como resultado una mejor organización y mayor eficiencia. La plasticidad
madurativa puede darse en diferente grado en las distintas regiones cerebrales, lo cual
ocasiona que el desarrollo de las habilidades cognoscitivas, motoras y afectivas, no
siempre se encuentre en el mismo nivel de maduración. Una vez que se ha consolidado
el proceso de maduración, se da paso al proceso de adaptación.
2. Plasticidad adaptativa. Se refiere a las remodelaciones sinápticas que ocurren durante
la edad adulta. Como consecuencia de la estimulación, se forman nuevas sinapsis, se
remueven aquellas menos útiles y se transforman o refuerzan las existentes. Dependen
de la experiencia por lo cual son numerosas durante los periodos de nuevos e intensos
aprendizajes, o escasas si la actividad intelectual, motora o la estimulación sensorial son
limitadas (Valadez 2007). Los cambios ligados a la experiencia también están ligados a
la repetición. Las modificaciones sinápticas evolucionan y se consolidan con el tiempo
(Karni 1997).
3. Plasticidad regenerativa. Consiste en la reorganización del sistema nervioso posterior
a una lesión. Existen propiedades bioquímicas y estructurales a nivel neuronal que
permiten la reorganización de las conexiones sinápticas, el desarrollo de ramificaciones
colaterales al daño cerebral, así como una amplia gama de propiedades neurobiológicas
que permiten la rehabilitación (Brailowsky, Stein y Will 1992).
Los nervios dañados reconstruyen y regeneran nuevas conexiones de forma espontánea.
Cuando se cortan las fibras nerviosas que se proyectaban sobre un área determinada, algunas de
las neuronas que permanecen intactas reaccionan a la desaparición de las células nerviosas
dañadas aumentando en tamaño y en número sus propias terminaciones. En las neuronas
intactas crecen nuevas ramas colaterales en los axones y de esta manera llegan a ocupar algunos
de los sitios sinápticos dejados vacantes a consecuencia de la lesión. Este proceso se conoce
comosinaptogénesis. A pesar de que no reemplaza completamente el tejido dañado, sí se
observa en muchas ocasiones, una mejoría en la conducta afectada (Valadez 2007).

También existen mecanismos de sustitución funcional, gracias a los cuales una parte del
cerebro que normalmente no está asociada con una determinada función, podría reprogramarse
para tomar a su cargo las funciones del área lesionada. La recuperación es posible, siempre que
sobreviva una parte del tejido que desempeñaba la función afectada. La sustitución está
acompañada de una reorganización nerviosa, la cual permite a una estructura asumir la función
del área dañada sin dejar de cumplir aquello que normalmente le corresponde. Esta concepción
implica, sin embargo, que el comportamiento sustituido no corresponde exactamente a la
manera habitual de hacer las cosas (Brailowsky, Stein y Will 1992). El mecanismo descrito
presupone que el tejido nervioso es equipotencial, es decir, cualquier célula nerviosa puede
desempeñar de manera eficiente tanto funciones cognoscitivas, como motoras o sensoriales.

Otro mecanismo de plasticidad regenerativa es la formación de neuronas a partir de células


madre. Se trata de células multipotenciales, ya que tienen la propiedad de diferenciarse en
varios tipos celulares. Se han ubicado principalmente en dos regiones cerebrales: el hipocampo
y el bulbo olfatorio. En el caso de una lesión, se estimula la producción de células madre, las
cuales migran hasta el área lesionada, siempre que el sitio esté cercano. Cuando se forma una
nueva neurona a partir de una célula madre, toma en promedio un mes para que sea
completamente funcional y capaz de intercambiar información. Por tanto la neurogénesis es un
proceso, no un evento (Gage 2003). Actualmente, uno de los objetivos más ambiciosos en el
campo de las neurociencias es la manipulación de las células madre como herramienta
potencial de reparación del sistema nervioso, tratando de maximizar el proceso que ocurre de
manera natural tanto en el desarrollo como después de una lesión (Zigova et al. 2003).

Un factor adicional que influye en la supervivencia y en la posterior maduración neuronal y


neuroglial, es la presencia de sustancias químicas que estimulan la proliferación y formación de
nuevas conexiones. Estas sustancias se conocen como factores neurotróficos (Purves et al.
2001). Están presentes desde el desarrollo embrionario y en la maduración temprana
promoviendo el crecimiento y desarrollo de las neuronas. En el cerebro adulto, aseguran el
funcionamiento neuronal y después de una lesión, regulan el proceso de generación de
neuronas y de conexiones entre las mismas (neurogénesis y sinaptogénesis).

Al igual que en los otros tipos de plasticidad, la estimulación desempeña un papel fundamental
en la plasticidad regenerativa. Un cerebro ejercitado adquiere mayor dominio de las habilidades
estimuladas, lo cual propicia que tenga una mejor recuperación. De igual forma, posterior al
daño cerebral, la estimulación favorece la reconectividad y la reorganización cerebral. El
objetivo de la rehabilitación es servir de guía para que las reconexiones sean las adecuadas,
evitando conexiones anárquicas o de baja funcionalidad.

Autoras: Beatriz González Ortuño y Paola González Lazaro


 Brailowsky, S., Stein, D. G. y Will, B. (1992) El Cerebro Averiado. Plasticidad
Cerebral y Recuperación Funcional. México: Fondo de Cultura Económica.
 Gage, F. H. (2003) “Brain, Repair Yourself”. En: Scientific American. Vol. 289, No. 3:
46-53.
 Karni, A. (1997) “Adult Cortical Plasticity and Reorganization” En: Science and
Medicine. Vol. 4, No. 1: 24 – 33.
 Purves, D., Augustine, G. J., Fitzpatrick, D., Katz, L. C., LaMantia, A. S., McNamara,
J. O. y Williams, S. M. (eds.) (2001) Neuroscience. USA: Sinauer.
 Valadez, J. (2007) Maduración, Lesión y Plasticidad del Sistema Nervioso. México:
Edciones de Neurociencias.
 Zigova, T., Snyder, E. Y. y Sanberg, P. R. (2003) Neural Stem Cells for Brain and
Spinal Cord Repair. USA: Human Press.

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