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INTRODUCCCION
ETICA Y SOCIEDAD
- BIBLIOGRAFIA 81
La sociedad peruana en los últimos veinte años, ha pasado por una crisis ético moral, situación que se
ha manifestado en una profunda confusión ético – valorativa de los ciudadanos, especialmente de
aquellos que tienen acceso al poder; esta situación ha sido un atentado contra el desarrollo social y los
derechos fundamentales de miles de peruanos.
Los temas que se exponen deben vincularse con la realidad de nuestra sociedad y esperamos que
esta situación genere el análisis, la critica y arribemos a la formulación de propuestas que nos
permitan orientar nuestro quehacer profesional e institucional, hacia el logro del anhelado desarrollo,
bienestar y paz social.
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I UNIDAD:
ÉTICA Y SOCIEDAD
Dr. Goring. Segura Vásquez – Dr. Luis Hugo Avalos Aurora -1-
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I. FUNDAMENTOS DE LA ÉTICA
1.1. ETIMOLOGÍA Y CONCEPTOS.
La ética (del latín ethicus y éste del griego clásico ethikós, “moral, relativo al carácter”) es una de las
grandes ramas de la filosofía. Tiene como objeto de estudio la moral y la acción humana. Su estudio
se remonta a los orígenes de la filosofía moral en la Grecia clásica y su desarrollo histórico ha sido
diverso.
Conviene diferenciar, no obstante, entre los términos ética y moral: aunque en el habla común suelen
ser tomados como sinónimos, se prefiere el empleo del vocablo moral para designar el conjunto de
valores, normas y costumbres de un individuo o grupo humano determinado. Se reserva la palabra
ética, en cambio, para aludir al intento racional (vale decir, filosófico) de fundamentar la moral
entendida en cuanto fenómeno de la moralidad o ethos (“carácter, manera de ser”). En otras palabras:
la ética es una tematización del ethos, es el proyecto de crear una moral racional, universalizable y, en
consecuencia, transcultural.
Una doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios. Esta sentencia ética, juicio moral o
declaración normativa es una afirmación que contendrá términos tales como ‘malo’, ‘bueno’, ‘correcto’,
‘incorrecto’, ‘obligatorio’, ‘permitido’, etc, referido a una acción o decisión. Cuando se emplean
sentencias éticas se está valorando moralmente a personas, situaciones, cosas o acciones. De este
modo, se está estableciendo juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: “Ese político es corrupto”,
“Ese hombre es impresentable”, “Su presencia es loable”, etc. En estas declaraciones aparecen los
términos ‘corrupto’, ‘impresentable’ y ‘loable’ que implican valoraciones de tipo moral.
La ética estudia la moral y determina qué es lo bueno y, desde este punto de vista, cómo se debe
actuar. Es decir, es la teoría o la ciencia del comportamiento moral de los hombres.
El uso de la palabra ética y la palabra moral está sujeto a diversos convencionalismos y que cada
autor, época o corriente filosófica las utilizan de diversas maneras. Pero para poder distinguir será
necesario nombrar las características de cada una de estas palabras, así como sus semejanzas y
diferencias:
a) Semejanzas:
1. Características de la moral. La moral es el hecho real que encontramos en todas las
sociedades, es un conjunto de normas a saber que se transmiten de generación en generación,
evolucionan a lo largo del tiempo y poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de
otra sociedad y de otra época histórica, estas normas se utilizan para orientar la conducta de
los integrantes de esa sociedad.
2. características de la ética. Es el hecho real que se da en la mentalidad de algunas
personas, es un conjunto de normas a saber, principio y razones que un sujeto ha realizado y
establecido como una línea directriz de su propia conducta.
Semejanzas y diferencias entre ética y moral. Los puntos en los que confluyen son los siguientes:
b) Diferencias:
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a) El primer nivel está en la moral, o sea, en las normas cuyo origen es externo y
tienen una acción impositiva en la mentalidad del sujeto.
b) El segundo es la ética conceptual, que es el conjunto de normas que tiene un origen
interno en la mentalidad de un sujeto, pueden coincidir o no con la moral recibida, pero su
característica mayor es su carácter interno, personal, autónomo y fundamental.
c) El tercer nivel es el de la ética axiológica que es el conjunto de normas originadas
en una persona a raíz de su reflexión sobre los valores.
a) Observación. Este paso también es propio del método científico. La observación no solo
consiste en acercarse al hecho real y percibir a través de los sentidos en forma penetrante y
amplia.
b) Evaluación. A partir de la percepción del acto por medio de la observación, se emiten un
juicio de valor moral, es decir tratar de catalogar el acto observado dentro de las categorías
morales previamente establecidas y estudiadas que pueden ser: reprobable, honesto,
obligatorio, bueno, amable, recomendable, etc. Es necesario que existan matrices de
valoración moral para así poder catalogar con más detalle el acto estudiado.
c) Percepción axiológica. En este aspecto se trata de descubrir en forma personal los valores
que todavía no se ha sido capaz de descubrir o percibir en este acto. Una vez hecho esto
podemos darle un valor al acto estudiado de acuerdo a una escala de valores.
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facultad de exigir el cumplimiento de ellas, y para llevar a cabo dicha tarea, impone
vigilancia, fiscalización, sanciones, etc.).
a. Semejanzas:
1. Características de la moral. La moral es el hecho real que encontramos en todas las
sociedades, es un conjunto de normas a saber que se transmiten de generación en
generación, evolucionan a lo largo del tiempo y poseen fuertes diferencias con respecto
a las normas de otra sociedad y de otra época histórica, estas normas se utilizan para
orientar la conducta de los integrantes de esa sociedad.
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Semejanzas y diferencias entre ética y moral. Los puntos en los que confluyen son los
siguientes:
b) Diferencias:
a) El primer nivel está en la moral, o sea, en las normas cuyo origen es externo y tienen una
acción impositiva en la mentalidad del sujeto.
b) El segundo es la ética conceptual, que es el conjunto de normas que tiene un
origen interno en la mentalidad de un sujeto, pueden coincidir o no con la moral recibida,
pero su característica mayor es su carácter interno, personal, autónomo y fundamentante.
c) El tercer nivel es el de la ética axiológica que es el conjunto de normas originadas
en una persona a raíz de su reflexión sobre los valores.
A. La ética personal
Corresponde a la valoración de la persona en si misma, es decir, a la autovaloración, al
desarrollo de una conciencia sobre la propia dignidad personal, y esto determina la
atención y desarrollo de valores como:
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B. La ética de grupo
En la dimensión social:
- Respeto al otro: Es la valoración base que reconoce el valor de cada persona. Implica conocer
y reconocer las diferencias individuales.
- Compartir en comunidad: Responde al ideal de la vocación humana.
- La solidaridad responsable: Implica colaboración efectiva de todos los miembros de la sociedad
o grupo al que se pertenece.
- La justicia: Es el valor ideal de la convivencia de los hombres.
- La paz: Representa un valor permanente perseguido por las sociedades humanas.
- Actitud de apertura y diálogo: Esta actitud implica el trascender los propios límites para
ensanchar el mundo hasta incluir el otro.
- Actitud de corresponsabilidad solidaria: Ante los problemas de una comunidad, implica un
compromiso de sus miembros en la participación y realización de acciones para solucionarlo.
- Actitud de servicio: Ante las necesidades de los demás implica una disposición a colaborar en
todo momento con espíritu de solidaridad desinteresada. Impulsa también una acción solidaria
con quienes más lo necesitan.
Si bien ha sido difícil definir los valores, estos pueden caracterizarse de acuerdo a los siguientes
aspectos:
Existen, según Piaget y Kohlberg, (1997) diez valores morales universales a saber:
a) Leyes y reglas.
b) Conciencia.
c) Roles personales afectivos.
d) Autoridad
e) Derechos civiles.
f) Contrato, confianza y justicia en el intercambio
g) Castigo
h) El valor de la vida.
i) Derechos y valores de la propiedad.
j) Verdad.
Se podría estar en desacuerdo con los valores concretos que se han elegido como universales,
pero parece difícil negar que ciertos valores o instituciones morales son universalmente
comunes, incluso aunque practicas que se asocian a tales valores pueden variar radicalmente en
sociedades distintas.
Los valores no existen por sí mismos, necesitan apoyarse, plasmarse en realidades concretas
llamados bienes, lo cual trataremos en la siguiente sección.
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C. La ética profesional
Implicancias éticas del ejercicio profesional.
Dentro del tema de la realización de la moral ocupa un destacado lugar una rama eminentemente
práctica de la ética que recibe el nombre de Deontología. La Deontología se define como la teoría de
los deberes particulares propios de una profesión o situación. Se atribuye a Jeremías X Benthman
(1964) la creación de este término, el cual lo entendía como un saber que enseña al hombre la manera
de dirigir sus emociones de modo que queden subordinadas, en cuanto es posible, a su propio
bienestar.
La Deontología, entendida como el estudio de los deberes y el derecho de los profesionales, entraña
una serie de virtudes y actitudes que una parte de la sociedad debe activar para hacer posible la
moralización de la comunidad.
En efecto, los deberes que estudia y prescribe la Deontología nos permiten referirnos a una serie de
principios o códigos de acuerdo con los cuales debe vivir y realizarse el individuo; por ejemplo: el
conjunto de reglas que norman la conducta de los médicos en sus relaciones entre si y en sus
relaciones con sus pacientes. Estas reglas forman la moral profesional del médico. Podemos decir que
la moral profesional," es el conjunto de facultades y obligaciones que tiene el individuo en virtud de la
profesión que ejerce en la sociedad".
La importancia de la moral profesional radica en el alcance social que tiene, ya que uno de los
fundamentos básicos de la moral profesional es el ser instrumento de servicios colectivos. El Trabajo
profesional está íntimamente ligado con los fines de la existencia individual y social.
Los Colegios de Profesionales y sus respectivas Federaciones, en su afán de lograr por parte de los
profesionales en ellos agremiados, un ejercicio ético de la profesión, han elaborado Códigos de ética
que moralmente deben constituir las pautas para el ejercicio profesional.
ACTIVIDADES No.1
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Cuando ese sistema de valores impregna el orden normativo y los principios interiores de conducta
vigentes en una sociedad hablamos de ETICA SOCIAL. En sentido contrario, la corrupción social se
manifiesta violentando ó vulnerando aquellas finalidades que asignan parámetros de valor a la
conducta humana.
Se trata de una coordenada que atraviesa por igual a los distintos grupos de representación, a los
partidos políticos, a los diferentes niveles socio económico e incluso a los diversos sistemas de
organización política.
El diagnóstico sobre estado y perspectiva de las sociedades actuales está referido a un organismo de
creciente complejidad y reclama en consecuencia, un recurso de parámetros, de orden ético,
sociológico, económico y ciertamente geopolítico, por la irreversible tendencia a la integración en
comunidades, regiones, etc.
En teoría, se genera una dinámica de entrecruzamiento de los controles similar a la que se produce en
las empresas privadas. Los sistemas autoritarios carecen de estos mecanismos. Prescinden del voto,
censuran a la prensa, cierran el Congreso y eliminan la independencia del Poder judicial. Por eso,
darle todo el poder a un supuesto salvador es permitirle que garantice la impunidad de sus actos
(Moreno Ocampo Luis "En defensa propia. Cómo salir de la Corrupción")
Esto reafirma el pensamiento de Karl Popper cuando expresa "no necesitamos tantos buenos hombres
como buenas instituciones”. Es cada día más visible la certeza en el orden público, de que a mayor
desarrollo de los mecanismos para la estabilidad y eficiencia de las instituciones, existiría mayor freno
a la corrupción estructural que se erige precisamente sobre el debilitamiento de la sociedad y termina
socavando los cimientos de las democracias, lo que ha sido recurrente en nuestra América latina.
La sociedad demanda cotidianamente que la gestión pública sea transparente, esto es un imperativo
de la ética social, que se traslada -o debería trasladarse- a la ética propia del funcionario público.... La
ecuación es relativamente simple, a mayor publicidad de los actos de gobierno y mayores controles,
menos corrupción.
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Pues en una democracia bien ejercida no hay concentración del poder, ya que debe repartirse entre
las distintas ramas del gobierno que se controlan unas a otras. Hay poca discrecionalidad, pues la ley
es la que debe regular la conducta de los funcionarios públicos y su cuota de poder. Y hay
transparencia pues se garantiza la publicidad de los actos de gobierno y la libertad de expresión.
¿Cuál sería la estrategia más eficaz para preservar la calidad representativa y ética de las nuevas
organizaciones de la comunidad, cerrar la posibilidad del "acuerdos" espurios entre funcionarios
públicos reprobados por la ética y corporaciones inescrupulosas? En definitiva, ¿cómo garantizar el
BIEN COMUN., principio de toda autoridad fundada en la confianza de los ciudadanos y en su
participación horizontal?
Un punto de partida posible es la Ley. El pueblo mismo en su condición de legislador- a través de sus
representantes en el Parlamento- debe proyectar un marco regulador que le permita a la sociedad civil
actuar, organizándose y reglamentando pautas de comportamiento al interior de esas entidades y; en
su relación con el Estado. Democratizar las decisiones y habilitar la renovación permanente en los
niveles de conducción; son acciones positivas en orden al objetivo planteado.
La existencia de los Partidos políticos es inherente al sistema democrático. .Sus funciones en cuanto a
la articulación de intereses de personas y grupos; participación en el proceso de toma de decisiones
que implican a la sociedad, como en la selección y promoción de sus representantes; tienen que ver
con la permanencia y consolidación de este sistema.
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El financiamiento de los partidos es cada día más costoso. Su funcionamiento demanda alquiler de
inmuebles, empleo de personal: adecuada comunicación con el electorado en un tiempo donde la
sofisticación y la moderna tecnología publicitaria requieren inversiones de magnitud En este sentido,
siempre se ha considerado legítimo que aquellos involucrados en actividades políticas reciban
contribuciones de sus adherentes. No obstante, cualquiera sea el sistema de recaudación de fondos,
es fundamental que no distorsione la esencia del sistema político, que no se constituya la mayor
estructura económica en el factor decisorio para la "selección " de candidatos. Pues todo ello, conspira
contra la vocación participativa de la ciudadanía, la calificación social de la actividad política y en
definitiva, el sustento mismo de la democracia.
El pensamiento de Madison sugiere que no puede haber democracia sin información y que el secreto
promueve la corrupción. Es que, para poder ejercer el indispensable control social que es atribución
del soberano en un sistema democrático, tiene que estar garantizado su derecho a la información.
El derecho a la información está expresamente reconocido en el Pacto de San José de Costa rica, que
en nuestro país tiene rango constitucional. Cuando se refiere a la Libertad de pensamiento y de
expresión, según el siguiente texto:" Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de
expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones é ideas de
toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito ó en forma impresa ó
artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección".
Existen también otras limitaciones para el ejercicio ético de la actividad periodística, a través de una
información veraz. Se trata de las presiones económicas. En un mundo complejo, altamente
tecnificado, donde también las empresas de comunicación están expuestas a los avatares del
mercado, ellas han utilizado en ese marco, importantes estrategias de asociación.
Cuando esas empresas, se someten como beneficiarios de las prebendas públicas a través de la
publicidad oficial o de regímenes impositivos especiales su capacidad de proyectar la verdad al
público, está claramente condicionada y por ende restringida.
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Además de los medios formales de control y de los medios de comunicación, existen otros sistemas
informales, una compleja red de asociaciones y actividades que desarrollan personas individuales con
prestigio social, ó grupos especialmente organizados para ello.
Sostiene Stuart Mil que "la sociedad no puede interferir en las acciones privadas de los hombres que
no causen perjuicio a otro".
Laporta describe a la política como una actividad que afecta decisivamente al desarrollo individual y
colectivo de sus destinatarios. En consecuencia, esta práctica y quienes la ejercen, están sometidos
incesantemente a la consideración social y a patrones éticos, resultando muy difícil aceptar una
dicotomía entre sus acciones públicas y privadas.
Pero, con mayor fuerza y contundencia que los procedimientos formales de rendición de cuentas y
determinación de la responsabilidad en el ejercicio del cargo, existe en la democracia el procedimiento
electoral, que constituye una incontrastable juicio de valor, una aprobación ó sanción recurrible por
ningún mecanismo legal.
Abrevando de una legislación que resulta valiosísima referencia en este tema, los empleados del
Gobierno federal de los E.E.U.U. "deben cumplir con los altos niveles de conducta ética" cuando sirven
al público. Se considera que cada empleado es responsable frente al gobierno y sus ciudadanos de
ser leal a la Constitución, a las leyes y a los principios éticos...".
Pero paralelamente, se protege y regula adecuadamente el control social desarrollado por los
ciudadanos y entidades intermedias de los EE.UU., especialmente a través de las leyes de Libre
información (Freedom of Information act.; la Ley de transparencia (Government in the sunshine) y la
Ley de protección a la privacidad (Privacy Act), que básicamente resumen tres cuestiones: 1) qué
derechos tienen los ciudadanos para acceder y mantener información en poder del gobierno; 2) qué
derechos tiene el gobierno para obtener información de los ciudadanos y 3) qué tan abiertos al público
deben estar los procesos de decisiones del gobierno..
En cualquier latitud geográfica hoy, la libre disponibilidad de los documentos que informan todos los
actos de gobierno, las contrataciones públicas por ejemplo resultará relevante como freno de
eventuales prácticas inmorales ó contrarias a los intereses públicos, potenciando el legítimo control de
los ciudadanos.
El Dr. Víctor Manuel Martínez Chávez, destaca el rol de la ética en la función pública, a través de la
siguiente disertación.
Al ser una problemática latente de carácter mundial, la ética y transparencia como factor primordial en
la función pública y en especial para Latinoamérica en donde nosotros no somos ajenos,
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La ética pública y la transparencia es toda acción que ejerce el servidor público sin ocultar ninguna
información sobre sus hechos en el ejercicio de su desempeño laboral, en tanto que la ética interactúa
en la organización pública bajo la premisa de que las personas con calidad humana dan lugar a una
cultura de mayor calidad, ya que la cultura depende de quienes forman la organización, con sus
principios, valores y moral facilitando lo que se realiza y actuando bien, con acciones transparentes.
Es así que ubicamos a nuestro objeto de estudio en lo referente a las virtudes que sirven para la
realización del orden de la vida del Estado estas tienen un impacto directo en la cultura y en la
profesionalización de la función pública y su transparencia.
El maestro Oscar Diego Bautista señala que la ética en los servidores públicos no se reduce a una
lista de buenos principios, implica un cambio esencial en las actitudes de cada servidor público que se
traduce en actos concretos orientados al interés y bien público, y se manifiesta en el ejercicio de la
virtud por parte de los servidores públicos.
El doctor Manuel Villoria Mendieta resalta que a partir de la década de los setentas en EEUU, la ética
en la administración se ha transformado en la línea de investigación científica que ha propiciado un
movimiento en la función pública en el comportamiento humano, en sus actitudes y aptitudes debiendo
manifestar su desempeño de una manera transparente.
Es conveniente precisar que cuando hablamos de la ética lo hacemos con un sentido amplio del
sinónimo de bueno: Cuando se califica algo como ético se está señalando aquello que es moralmente
positivo. Para sustentar y argumentar el marco teórico conceptual en torno a la ética es importante
analizar las reflexiones siguientes: la ética es la reflexión sobre la moral vivida.
Como respuesta central puede afirmarse que situaciones como ésta son precedidas por un amplio
espectro de impunidad en el Sector Público, es decir, por un entorno en el que buena parte de los
delitos de corrupción no se detectan, no se investigan, no se castigan y existe una complicidad. En
este contexto se propicia lamentablemente el reforzamiento y se consolide la cultura de la corrupción,
que no es sino el conjunto de pensamientos, creencias y hábitos que determinan las conductas
corruptas y la percepción ciudadana de que éstas no son del todo reprobables y tienen paliativos o
excusas, en realidad lo que se manifiesta es la falta de una cultura de ética y transparencia en la
gestión pública.
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Por lo tanto, ante la escasez de recursos y el imperativo de un mejor gobierno, el Programa señala lo
que se debe de a hacer, cuándo, cómo y dónde se realice y quiénes se van a responsabilizar de sus
resultados. En este contexto se plantean los objetivos estratégicos siguientes:
En síntesis, cabe señalar que la ética y la transparencia y constan de fines, valores y prescripciones
cuyo contenido concreto y peso diferente configuran los diversos sistemas morales generados por el
ser humano.
La ética pública trata de definir lo que está bien y mal calificado por la sociedad, en los hechos
transparentes del servidor público aquello que podría constituir un patrón moral básico de carácter
universal y generalizable, dado lo racional y razonable de sus fines, valores y prescripciones de
conducta, patrón compatible con la propia búsqueda razonable del bien. Esta visión integral ética y
transparencia afecta a los individuos y a la sociedad y se manifiesta en sus actos hacia una cultura de
ética y transparencia.
Hablar de ética y transparencia pública, es reconoce que el personal que está inmerso en las
instituciones públicas son seres sociales. El hecho de ser seres sociales nos obliga a vivir juntos y a
intentar superar el inevitable conflicto que toda puede propiciar.
La ética pública debe de manifestarse en la función del servidor público en sus decisiones
transparentes, es así que visualizamos como un proceso en el que la colectividad y los individuos van
generando aquellas pautas de conducta que permiten un mejor desarrollo entre los gobernantes y
gobernados.
De lo anteriormente expuesto se sustenta la argumentación que la ética y la transparencia en la
función pública es una ética aplicada, en concreto, una ética profesional. Surge al compás de un
conjunto de éticas. La ética en la función pública, es una práctica cooperativa humana que cobra todo
su sentido por intentar alcanzar unos bienes específicos e internos, los cuales deben ser interiorizado
son ejercidos por los profesionales que trabajan en el Sector Público.
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enfrenta diariamente a conflictos éticos morales, principios y valores que resuelven algunas veces de
forma rutinaria y otras tras debate y reflexión complejos.
CONCLUSIÓN:
La conducta ética se manifiesta en los actos transparentes en la función pública como un fruto de un
complejo proceso de toma de decisiones donde influyen múltiples variables, los de carácter individual,
como la autoestima, la edad, el género, y variables del medio ambiente, como los esfuerzos
organizativos, así como la cultura administrativa o los estándares profesionales. En la gestión pública,
la toma de decisiones también es afectada por la legitimidad, credibilidad y legalidad del régimen, en el
que se vive así como la por la cultura cívica en la que se está socializando.
Se propone integrar en los diferentes niveles educativos cursos de ética y transparencia para
promover la cultura de la transparencia y de ética en la modernidad, es abordar el conocimiento de la
persona, es relacionar el ser y el deber ser. El bien se conoce por las consecuencias de la acción
transparente; lo bueno y lo mano son simplemente diferencias emocionales y los desacuerdos éticos
son debido a diferencias de intereses y preferencias.
La transparencia y la ética en las que se encuadra la función pública son tareas que le corresponden
al gobernante al tratar de convencer a la sociedad y a los ciudadanos de que exista confianza en su
desempeño laboral y credibilidad de que nuestra vida cambiara positivamente, más bien es la que le
permite identificar al gobierno su utilidad social, su dimensión de justicia y su riesgo, de tal manera que
sepa distribuirlos equilibradamente.
Se debe de promover que los gobernantes interactúen en torno nuevo paradigma de su visión de
“Servicio” que incluirá dos dimensiones el capital económico y de inversión, sus instrumentos y
recursos por otra parte el personal público como ser inteligente que interactúa en la función pública,
debiendo existir entre estos una relación con la ética y la transparencia.
ACTIVIDADES No. 2
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Para empezar, creemos necesario hacer recordar que ahora más que nunca, es común ver en la
televisión, escuchar en la radio, incluso oír a las personas en la calle hablar de comportamientos
“éticos y morales” que se deberían seguir, que tal o cual acción realizada “no es ética ni moral”, que la
conducta de tal persona “no es ética ni transparente”, como si en ambos casos, el unir ambos términos
duplicase su importancia.
El público es consciente de esta potencial confusión, a ellos va dirigido las presentes líneas.
Para comenzar, podríamos esbozar a la ética como el ámbito de las decisiones y acciones que
afectan a la familia, la sociedad, y en un plano mucho mayor, al Estado, entendiéndola como una
actividad política. La moral, por otro lado sería el ámbito de la subjetividad: los pensamientos, los
deseos e intereses que experimentamos todos los seres humanos (concepto que abarca también el
ámbito donde se ponen en juego normas, valores y acciones).
Ética: Cuando defiende a los pobres y menos afortunados, trabaja convencido en que
puede aportar a construir una sociedad justa, es solidario con sus semejantes.
Moral: Cuando tiene buena voluntad, y una sana intención de ayudar a los demás.
Es así entonces que estas dos ideas, tratan de la coherencia entre el pensar y el actuar de las
personas (lo interior y lo externo)
Esta conjunción entre el pensar y el actuar, nos permitiría, en principio, identificar a una persona que,
por ejemplo, es ética: cuando actúa lealmente dentro de un juicio por ejemplo, pero no moral: cuando
dentro suyo albergue, esconda o alimente sentimientos de venganza, sentimientos mezquinos, bajas
pasiones, mala voluntad hacia la otra parte. Con lo cual se trastoca la coherencia que debe existir
entre el pensar y el actuar.
Desgraciadamente, las cosas no son tan fáciles, y esa resulta no siendo la única forma de entender la
ética y la moral, normalmente el común de la gente en la sociedad actual piensa en forma distinta a lo
que estamos tratando de postular, generando formas de vida totalmente diferentes y por ende
caóticas, llevándonos directo a la actual crisis moral por la que atraviesa la sociedad peruana.
Desde la fuente de nuestras recientes experiencias con gobiernos autoritarios y corruptos; es más que
pertinente afirmar que, en contraposición, tanto la ética como la transparencia fortalecen y consolidan
la democracia. El pueblo exige de sus líderes que todos sus actos sean transparentes y tengan
sustento ético. De ahí se desprende que los dictadores y tiranos aborrezcan la ética y la transparencia:
No les conviene, es un obstáculo para lograr sus oscuros objetivos de dominación, aplastamiento y
destrucción de la reserva moral de un estado. Dicho de otra forma, la democracia es consustancial
con estos dos valores (ética y transparencia) y, consecuentemente, se complementa con gobernantes
que sean éticos y transparentes.
Pero, ¿qué implica el ser “transparente”?, en el caso de la administración pública, se trata de un modo
de ser por parte de ella, un objetivo a alcanzar con diferentes medios, entre los principales son:
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Por esta razón, y en contraposición a lo ya dicho, la corrupción, la mafia, los sobornos, los crímenes
financieros, el abuso de la autoridad y el ocultamiento de información de interés nacional inducen al
mal manejo de los recursos públicos, al desequilibrio fiscal, a la inflación y a la devaluación.
Resumiendo, estaríamos al frente de una administración nefasta que pone al borde del precipicio al
Estado-Nación, con todas las consecuencias económicas y sociales irreparables para los más pobres,
que son siempre los más afectados por la falta de ética, transparencia y la corrupción que exista.
Estos males, generalmente, son disminuidos por los gobiernos autoritarios por medio de programas
sociales de corte populista, con la finalidad de maquillar la realidad y calmar (hacer que se olvide de
sus males, contentarlo) temporalmente, al pueblo. De esta manera, mediante programas de
comunicación y operaciones sicosociales (no es necesario citar ejemplos, muchos de los personajes
asociados a estos programas y operaciones quedarán en la memoria del pueblo como ejemplo de lo
que no debemos volver a aceptar como sociedad civilizada que aspiramos algún día a ser), se crea
una imagen aparentemente diáfana y favorable, la que, en verdad, no concuerda con la entraña
mafiosa y corrupta del régimen autocrático, ni con los fines de enriquecimiento personal o de grupo de
quienes detentan y usufructúan el poder.
Características como las mencionadas en los párrafos precedentes, hacen que los gobiernos
corruptos sean fuertes mientras tienen el pleno y absoluto control de la cosa pública, que incluye,
obviamente, el respaldo incondicional de las fuerzas del orden. Al distorsionar, desconocer o ignorar la
voluntad popular y empujar a los soldados y policías (quienes –desde un punto de vista extensivo-
también son pueblo) contra el pueblo (“pueblo vs. pueblo”), se descubren como los verdaderos
gobiernos tiránicos y dictatoriales que son; ¿les recuerda algo lo escrito?
Por estas razones es que resulta para ellos fácil engañar a través de manipulaciones de imagen.
Diferente es cuando existe una filosofía, visión, misión, objetivos y políticas nacionales difundidas
adecuada y oportunamente. Esto es, dar a conocer el plan de gobierno mediante programas de
comunicación que se caractericen por ser técnicos y se sustenten en la verdad.
CONCLUSIÓN:
Reconocemos que nuestro país hoy en día adolece de serias heridas morales, que la postración ética
a la que nos sometió el gobierno de Alberto Fujimori todavía nos hace sentir sus secuelas; que la
reserva moral del Perú se ha visto seriamente golpeada por la corrupción, manifestada en la falta de
ética, moral y transparencia.
Pero, también, somos conscientes que todo esfuerzo por reconstruir nuestro país, por contribuir al
“Renacimiento Ético del Perú” no debe ser escatimado; para ello luchamos, para ello existimos.
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Pero cuando el beneficiario no ve que sus expectativas han sido satisfechas surge el conflicto, que
puede presentarse de dos formas latente y manifiesto o reclamo, entonces el conflicto hay que
entenderlo como la desavenencia, el desacuerdo o la oportunidad entre dos sectores, que cuando no
se lo resuelve degenera en actos de violencia entendida como la situación de incomodidad de no
poder soportar el perjuicio que ha generado el conflicto, llegándose a expresar de diferentes maneras.
Por la gravedad que representa para la sociedad, la violencia lo vamos a tratar a través de los
siguientes ítemes.
“La psicología ha estudiado al conflicto en muchos de sus aspectos. En primer lugar, se lo puede
analizar de un modo intrapersonal, hablando de las contradicciones o de las situaciones
individuales que se atraviesan sin poder tomar fácilmente una decisión…Las personas están
constantemente atravesadas por conflictos individuales, y la incertidumbre o la falta de capacidad de
resolución pueden derivar en angustia o depresión”.
“Las relaciones humanas conllevan indefectiblemente diversos conflictos. Desde el nacimiento, los
seres humanos van conviviendo y adaptándose dentro de la familia o los círculos más íntimos, donde
adquieren algunos primeros principios y valores personales. Al tiempo que las personas salen a
círculos periféricos y se encuentran con gente nueva, probablemente esos valores comiencen a ser
cuestionados (sobre la base de que todas las personas somos diferentes), y se plantean así los
distintos conflictos interpersonales. Este conflicto entre partes puede ser unilateral (una persona que
tiene una queja o disputa con otras), bilateral (dos partes que quieren algo, cada una de la otra)
o multilateral (un grupo de varias personas que se encuentra fracturado a través del conflicto)”.
“La sociología, ciencia del comportamiento de las sociedades globalmente, estudia una cantidad de
conflictos entendidos desde otra perspectiva: cuando estos proceden de la propia estructura de la
sociedad. Las desigualdades económicas, los abusos de autoridad y los desencuentros entre los
grupos resultan los motivos más determinantes de estos casos… Uno de los ejemplos más claros que
podríamos citar es el del sindicato y el patrón: los trabajadores de una empresa (que necesitan
trabajar, para sostener a sus familias) se organizan colectivamente y expresan sus demandas a un
empleador, que necesita tenerlos trabajando para obtener la renta que busca. El beneficio que
obtenga uno será perjuicio para el otro. Este ejemplo es tan ilustrativo que se lo llama conflicto
colectivo, aun cuando sea la primera mesa de negociación. Muchas veces derivan en huelgas o
despidos y la resolución solo puede llegar a partir de mediaciones externas. Los conflictos también
pueden ser entre países, y a menudo las disputas por intereses territoriales atraviesan a la gente que
los habita. En el mejor de los casos, se resuelven mediante tratados o acuerdos, pero
lamentablemente, muchas veces desembocan en guerras”.
Es importante precisar que la violencia, es una acción ejercida por una o varias personas, en donde se
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somete de manera intencional al maltrato, presión, sufrimiento, manipulación u otra acción que atente
contra la integridad tanto física como psicológica y moral de una persona o grupo de personas. Es la
expresión psíquica o abuso de la fuerza ejercida contra otra persona o grupo con el propósito de
obtener fines contra la voluntad de la víctima.
Ahora precisaremos las principales diferencias entre conflicto y violencia. Así en los conflictos, los
roles son intercambiables, y en la violencia, son fijos; es decir que en un conflicto ambas partes tienen
la oportunidad de hablar, de cambiar de lugar y podrían ser ofensores y ofendidos según se desarrolle
el problema; en la violencia solo una persona o grupo social tiene la oportunidad de hablar y esa
postura no cambia. En conflicto las personas involucradas pueden actuar de acuerdo al desarrollo,
podrán defenderse si son atacados y podrán discutir y debatir sobre lo ocurrido; situación que no
ocurre en la violencia, porque en esta última, lo que predomina es dominio de una persona o un grupo
y la indefensión aprendida de la otra persona o grupo. En los conflictos existe la flexibilidad del
dialogo; en la violencia predomina la rigidez de un monologo. Las personas enojadas son una
característica de un conflicto de personas, en cambio, victimas atemorizadas es el rasgo de la
violencia.
La violencia psicológica y física con el cónyuge, el maltrato infantil y el abuso de los niños.
Es la que venimos sufriendo diariamente y se caracteriza básicamente por el no respeto de las reglas,
no respeto de una cola, maltrato en el transporte público, la larga espera para ser atendido en los
hospitales, cuando nos mostramos indiferentes al sufrimiento humano, los problemas de seguridad
ciudadana y accidentes. Todos aportamos y vamos siendo parte de una lucha cuyo escenario se
convierte en una selva urbana.
Es aquella que surge de los grupos organizados ya sea que estén en el poder o no. El estilo tradicional
del ejercicio político, la indiferencia del ciudadano común ante los acontecimientos del país, la no
participación en las decisiones, así como la existencia de las llamadas coimas como: manejo de
algunas instituciones y las prácticas de Nepotismo institucional. También la violencia producida por la
respuesta de los grupos alzados en armas.
Robo, estafa, narcotráfico, es decir, conductas que asumen medios ilegítimos para alcanzar bienes
materiales. Toda forma de conducta individual u organizada que rompe las reglas sociales establecidas
para vivir en grupo. Establecido no ayuda a resolver los problemas. Todos sueñan con el modelo que
les vende la sociedad, el éxito fácil. Pero ser un profesional idóneo o un técnico calificado requiere de
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esfuerzo y preparación. Requiere desarrollar recursos internos y metas. Los jóvenes de nuestro país
tienen oportunidades de orientación y canalización de sus frustraciones y en esto dependen de sus
familias, la escuela y las instituciones; la responsabilidad es de todos. Es decir, las expresiones de
violencia sin futuro y sin horizontes pueden cambiar.
Pero la mejor manera de evitar la generación de conflictos y que éstos deriven en violencia la Dra.
Juliana Ferrer soto, docente de la Universidad de Zulia en Venezuela, hace un estudio acerca de la
“Responsabilidad y los códigos de ética, en la Construcción de Organizaciones Humanas para la
gestión pública”, que lo desarrolla de la siguiente manera.
Se afirma por ello que la responsabilidad pública es dialogante y que éste, es consecuencia de las
democracias pluralistas y abiertas; la responsabilidad pública, al igual que la privada y cualquier
responsabilidad concreta, se funda en la verdad y el bien: en la realización de justicia. De ahí que cada
país luche contra los obstáculos en la búsqueda de una mejor condición del ciudadano; a partir de una
actuación en el hecho público, que lo comprometa con las consecuencias de sus decisiones y por
tanto, lo involucre en atacar el egoísmo, gran enemigo de la responsabilidad individual y colectiva,
nacional e internacional (Barazzutti, 1999). Para ello desarrollaremos los siguientes tópicos:
Resulta oportuno incorporar las categorías Weberianas, donde distingue entre una ética de la intención
o de los principios –conocida como ética de la convicción– y una ética de las consecuencias (propia de
los políticos) o ética de la responsabilidad. La ética de la convicción se refiere al sentir moral y a la
forma de vida de quien encarna unos principios, ya sean de carácter religioso o laico. La persona se
compromete con unos valores concretos que deben ser realizados a toda costa y siempre. A ella
contrapone la concepción Weberiana, la ética de la responsabilidad, donde la persona reconoce la
existencia de una serie de valores que pueden ser conflictivos entre sí (dilema moral), y ante los que
cabe hacer una opción moral basada en la idea o compromiso de responsabilidad hacia los demás; es
decir, mira fundamentalmente a las consecuencias sociales de la acción. (Blázquez, et al, 1999); por lo
que el hombre no puede regirse sólo por una ética de principios, sino que debe atender a las
consecuencias de sus acciones y decisiones.
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El término Responsabilidad (Ética de la) viene de los términos latinos responsum (respuesta) y dare
(dar), responder de lo hecho, de nuestros propios actos y de las consecuencias de ellos derivadas
ante uno mismo (conciencia) o ante alguien. Por otra parte, el spondere –raíz de respondere– significa
“prometer solemnemente”, “dar la palabra”. Responsable es, pues, quien es capaz de justificar sus
acciones, de explicar, de dar razón de lo que hizo y por qué lo hizo. La responsabilidad es una
consecuencia de la libertad. Sin libertad no es posible hablar de responsabilidad (Blázquez, et al,
1999).
No obstante, es necesario distinguir entre una responsabilidad moral y una responsabilidad jurídica. La
primera –que podemos denominar como ética de la responsabilidad– se mueve en el ámbito de la
conciencia en cuanto expresión de la identidad moral de la persona. Por la responsabilidad jurídica la
persona ha de responder de sus acciones, consideradas como posibles delitos, ante un tribunal de
justicia. Dentro del ámbito jurídico se considera la figura de “persona moral”, atribuida a cualquier
institución del Estado, y a la que son imputables las consecuencias de las acciones de los funcionarios
(responsabilidad civil), de la misma manera que ocurre con los actos de los sujetos individuales.
Así, una ética de la responsabilidad mueve a los ciudadanos a participar en la vida pública para
contribuir con al bien común; a cumplir con sus deberes, obliga a los políticos a rendir cuentas de su
actuación, y crea exigencias éticas de solidaridad entre las personas y los pueblos.
Ahora bien, la ética, busca determinar cómo deben actuar los seres humanos. La ética trata de
ayudarnos a decidir cómo actuar no sólo a fin de lograr un objetivo dado, sino más bien considerando
opciones que afecten ese objetivo. La ética busca ayuda en el decidir cómo actuar; pero es importante
aclarar la forma en que se hace; por supuesto, en ningún caso la ética puede proporcionarnos un
conjunto de reglas tal que, con sólo aplicarlas a los casos concretos, sean los individuos capaces de
saber exactamente qué hacer en todas las situaciones posibles, se convierte entonces en una acto de
libertad.
También la responsabilidad tiene que ver con la justicia. Se podría decir que si la solidaridad es uno de
sus brazos, la responsabilidad es el otro, entendiendo por sujeto responsable aquel totalmente libre
para tomar decisiones, ya que la responsabilidad, es respuesta a través de posibilidades, y como fue
expresado anteriormente presupone libertad (Barazzutti, 1999).
Ahora bien, vale la pena distinguir entre la ética personal, tiene un ámbito de resolución nítido y claro y
la ética pública donde se eligen determinadas opciones, especialmente en el campo social; en este
caso, la persona no es la única responsable del resultado final; están tan mediadas por tantas otras
variables dentro de la escala de decisiones, que difícilmente puede responsabilizarse a un individuo
por los resultados finales de un proceso del cual esa decisión formó parte (Andiñach, 2000:17).
Entonces, nace el trabajo de crear y consolidar instituciones con la capacidad de elevar los niveles de
la ética pública, cuestión clave para el fortalecimiento de nuestro sistema democrático, en un momento
histórico donde, no son pocos los latinoamericanos que se atreven a hacerse la pregunta de sí con la
democracia tradicional alcanza para responder a las necesidades de ciudadanos de la región que se
sienten definitivamente marginados del progreso social (Jozami, 1999:55). Por supuesto, quienes han
elegido ser servidores públicos, expresan habitualmente una vocación de servicio, pero esta debe ser
el combustible necesario para crear esas nuevas instituciones y esos nuevos sistemas capaces de
acercar el Estado a la sociedad, bajo la premisa de poner las estructuras del gobierno, al servicio del
ejercicio pleno de la libertad y la responsabilidad de los ciudadanos (Jozami, 1999:55).
Por ello, es importante observar el desempeño del dirigente público, porque cuando falla crea nefastas
consecuencias en la ética social; un efecto sobre los empleados estatales y sobre la población, por lo
cual será muy difícil lograr que en la base se respeten códigos éticos si quienes tienen el poder de
modificar las cosas, muestran total falta de compromiso social en las decisiones tomadas (Andiñach,
2000:20).
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Ahora bien, si una ética de la responsabilidad es fundamental para el buen desempeño de cualquier
funcionario del Estado, es necesario que esté acompañada por una ética de la convicción; ya que si no
se fusionan será difícil para el individuo resistir a la tentación de aprovechar en forma personal, las
posibilidades que otorga el poder político o económico. Entonces una ética política debe plantearse
fines justos y buscar implementar los mejores medios para alcanzarlos; en ese sentido la disyuntiva
entre fines y medios es falsa. Hay que sospechar de cualquier ideología que invoque fines honorables
que para ser alcanzados, necesiten pasar por un período previo caracterizado por injusticias
(Andiñach, 2000:20).
Actualmente, existe creciente preocupación con relación a la ética en las operaciones institucionales y
en particular por la comunicación institucional. Esta debe divulgar el programa de responsabilidad
social a los funcionarios involucrados, usuarios y comunidad; igualmente debe sobre los motivos por el
cual decisiones que en apariencia reflejen responsabilidad social, en esencia no producirían ventajas a
al sociedad.
Cuando los programas de responsabilidad social y los códigos de ética son eficaces, la alta gerencia
debe velar por el desarrollo y comunicación de preceptos a toda la organización; también debería
transmitir a todos los niveles actitudes afirmativas como apoyo al programa de esos códigos. La
mayoría de las organizaciones que desean mejorar su interacción diaria crean esos, códigos a fin de
permitir que todos dentro de la organización, sepan del compromiso en el cual están inmersos.
Un código de ética ha de explicar las consecuencias de su violación; debe especificar qué sucede
cuando alguien infringe una norma. Este sólo es efectivo cuando es completamente entendido por
todos los miembros, por lo que especial atención debe ponerse en los niveles operativos. Deben
diseñarse planes de divulgación adaptados a la formación e instrucción profesional de tales niveles.
También debe estudiarse un modo para que proveedores y usuarios lo conozcan, completando
canales adecuados para informar sobre la infracción de los lineamientos éticos. La dirección debe
promover un ambiente donde estos reportes sean esperados y aceptados. El incumplimiento habitual
de la ley es abuelo de la corrupción y padre del escepticismo. Un código ético que no se respeta se
convierte en retórica; fomenta la desconfianza hacia la dirección, y genera una pérdida de credibilidad
creciente (Llano y Zagal, 2001).
La corrupción también es considerada alteración, cohecho, vicio o abuso; es una realidad que se ha
extendido por el mundo. Algunos la consideran un factor desestabilizador por las democracias, sobre
todo en los países en desarrollo; otros la atribuyen a serias fallas en el ejercicio de la democracia que
se remontarían a la inmediata postguerra y en las que están involucrados políticos y grandes
empresarios (Rajland, 1999:33).
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Un marco analítico conveniente para analizar la corrupción, es pensarla como una ecuación donde por
un lado se tiene el nivel de corrupción, y por el otro lado los determinantes de dicho nivel, tales como
la moral o ética de las partes involucradas, el nivel de los beneficios que pueden obtener los agentes
que toman parte en la transacción, el riesgo involucrado y el poder de negociación tanto del
funcionario público, como del actor privado. Estos determinantes son afectados por el marco
institucional prevaleciente en una sociedad. El marco institucional debe tenerse en cuenta en el diseño
de medidas para atacar la corrupción, puesto que algunos correctivos pueden ser efectivos en ciertas
formas de organización, mientras que en otras sociedades pueden no funcionar (Suárez, 1999;
Ríos,1999).
Finalmente, una campaña contra la corrupción sistemática necesita algo más que mejores políticas
económicas y mejores leyes y entrenamiento, pese a toda la ayuda que estos puedan prestar.
Requiere de algo que sacuda el equilibrio corrupto (Klitgaard, 1999), requiere de la convicción y la
necesidad práctica de una responsabilidad ética.
Por lo general, la gente piensa en la ética en relación con las acciones individuales; pero existen dos
razones de importancia por las cuales la calidad ética de las acciones institucionales tiene importancia
en la vida ciudadana. En primer lugar, la postura ética de un individuo se ve afectada por la postura de
los grupos con los cuales está asociado. En segundo lugar, los valores éticos de una organización
influyen en modo considerable en su capacidad de desempeñarse de manera congruente. La raíz de
la cuestión es que ciertas responsabilidades individuales, derivan de que un individuo pertenece a
cierta comunidad, y esas responsabilidades no existirían si tal individuo no perteneciera a ella
(Elegido, 1996).
Entonces, a fin de cuentas siempre se regresa a las responsabilidades de los seres humanos de
actuar o dejar de actuar de cierta manera, y que estas responsabilidades sólo pueden ser rotas por
individuos que saben lo que hacen y deciden actuar de esa manera. Pero también se advertirá que
para determinar cuáles son las responsabilidades precisas de los seres humanos particulares, es
necesario también tomar en cuenta las responsabilidades precisas de los grupos a los cuales
pertenecen, en cuanto tales grupos (Elegido, 1996).
Como quiera que la sociedad moderna no esté libre de ver a sus instituciones sumidas en acciones
que rebasan el código de ética, generando corrupción, conflictos y violencia, como una medida de
contrarrestar este fenómeno atentatorio contra la sociedad, la administración científica recomienda
diez herramientas para combatir la corrupción y vivir en un país mejor.
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Estas son 10 acciones concretas con las que podemos ayudar a evitar y prevenir la corrupción. Todos
podemos hacer algo, así que no hay pretexto para no participar; éstas son:
1. Conoce tus derechos. El combate a la corrupción comienza con nuestra actitud ante las
leyes y las reglas. Tenemos que conocer las leyes y las reglas que aplican en cada caso
para reclamar nuestros derechos al considerarnos que han sido violados. Si no sabemos
cuáles son nuestros derechos, va a ser muy difícil que los hagamos respetar.
2. Respetemos las Reglas. Si respetamos las reglas, todo funcionará mejor y podemos vivir
bien. Atender nuestras responsabilidades es obedecer la ley y las reglas, no hacer trampa,
no decir mentiras y respetar el derecho y la libertad de los demás.
3. Predica con el ejemplo. Para promover la honestidad y la integridad, lo que va a arrastrar
el comportamiento de los demás será nuestro ejemplo. Necesitamos rechazar la corrupción
y dar nuestro ejemplo a los más pequeños en nuestra familia, porque ellos aprenden a
comportarse siguiendo nuestras acciones. Los más jóvenes también pueden enseñar a sus
mayores a evitar corrupción.
4. Identifica los actos de corrupción. Todas las situaciones en las que se rompen las reglas
y las leyes con el fin de obtener un beneficio personal, son actos de corrupción que debes
condenar y no dejar pasar. Para poder evitar la corrupción, tienes que estar atento para
identificarla.
5. ¡Ya no más mordidas! Es muy importante que hagas un compromiso personal. Sincero y
permanente para evitar dar o recibir mordidas. El combate a la corrupción inicia con el
compromiso de cada uno de nosotros. Al principio podremos ser unos cuantos, pero si cada
vez más y más personas hacemos ese compromiso, terminaremos venciendo a la
corrupción.
6. Papeles en Regla. Conserva todos tus papeles importantes ordenados, en un lugar seguro
y en regla, para evitar situaciones en donde puedas caer en la mordida y la extorsión.
Cuando hagas un trámite, verifica cuidadosamente que cumples con todos los requisitos.
7. Planear para prevenir. Cada vez que realicemos un trámite como sacar una licencia, pagar
un impuesto o solicitar un permiso, tenemos que hacerlo con tiempo y anticipación para que
no se presente la oportunidad de que nos pidan mordidas. Si cumplimos con todos los
requisitos y efectuamos el trámite con el tiempo suficiente, nos evitamos multas y recargos,
y también podemos evitar la corrupción.
8. Denuncia la corrupción. Si dejamos que los corruptos se salgan con la suya, van a
continuar haciendo daño. Tenemos que denunciar los actos de corrupción donde se
presentan. Controlar la corrupción no es tarea fácil. Muchas veces te parecerá que es difícil
presentar una denuncia, pero estarás dando un gran paso si usas tu derecho de denunciar.
9. Participa en el mejoramiento de tu comunidad. Hay aspectos de nuestra sociedad que
pueden mejorarse y podemos lograrlo buscando lo que nos conviene a todos en conjunto.
Tu participación comienza ejerciendo el derecho al voto y organizándote con tus vecinos
para plantear las necesidades y problemas de tu comunidad, con el fin de comunicarlas a
las autoridades y también a tus representantes (congresistas).
10. No pierdas la convicción. Combatir la corrupción es el mejor regalo que le puedes hacer
al Perú y a los demás. La corrupción es un problema que tiene profundas raíces y los
cambios posiblemente los veamos a mediano plazo. Sin embargo no hay que perder la
convicción. Éste es el mejor momento de hacer un compromiso para combatir la corrupción
en nuestro país.
ACTIVIDADES No. 3
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El imperio de la ley regula el ejercicio del poder estatal, vinculándolo a leyes justas que permiten a los
ciudadanos resarcirse de cualquier abuso de poder. En su discurso inaugural del Décimo Congreso de
las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, pronunciado el 10 de
abril de 2000, el Secretario General Adjunto, Pino Arlacchi, describió la esencia del imperio de la ley
con las siguientes palabras:
“El imperio de la ley debe verse como algo amplio -un concepto vinculado a la cultura política,
que va más allá de la legislación y refleja el contrato social que mantiene unidos el Estado y la
sociedad.
Casi todos los niños en edad escolar saben lo que es la democracia, pero aún son pocas las
personas que entienden el verdadero significado del imperio de la ley.En el momento actual
hay en el mundo más democracias de las que jamás ha habido, y eso es bueno. No obstante,
sin el imperio de la ley, las democracias también pueden ser injustas.
La historia reciente está llena de ejemplos de grupos étnicos, políticos o religiosos bien
establecidos que cuentan con mayorías automáticas y que durante decenios han gobernado a
minorías haciendo caso omiso de sus derechos. Es el imperio de la ley, y no la democracia
basada en el principio de la mayoría, lo que protege al grupo más débil, a cada ciudadano y a
los extranjeros de las vicisitudes de la vida política.
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El imperio de la ley establece un marco que rige la actuación de los miembros de la sociedad y de los
funcionarios del gobierno. Ese concepto se basa en tres principios fundamentales:
Los ciudadanos no deben estar sujetos a los caprichos de los gobernantes sino que deben ser
gobernados con arreglo a leyes generales • Nadie debe estar por encima de la ley y los
ciudadanos ordinarios deben poder resarcirse de toda transgresión de la ley por los más
poderosos
La protección de la ley debe estar al alcance de todos
A continuación se describen estos principios, que se derivan de varias tradiciones, entre ellas la
democracia de la Grecia clásica, el derecho romano y la filosofía de la Ilustración, y que también
sentaron las bases del constitucionalismo moderno. La independencia del Poder Judicial respecto del
Poder Ejecutivo y de las presiones políticas del órgano legislativo es un elemento crucial para que
haya imperio de la ley. Además, el Poder Judicial tiene que ser imparcial para ofrecer recursos a los
débiles frente a las demandas injustas de los fuertes. El imperio de la ley garantiza la libertad y la
justicia frente a la represión. Al servir de contrapeso contra el dominio, el imperio de la ley permite a la
sociedad civil florecer en toda su diversidad.
EL IMPERIO DE LA LEY
Existen varias interpretaciones del concepto de “imperio de la ley”. Una de las influencias
determinantes en el origen de este concepto fue la obra de A.V. Dicey, titulada “Introduction to the
Study of the Law of the Constitution” y publicada en 1885. A partir de Dicey y de otros autores pueden
enunciarse varias características del imperio de la ley:
La ética común: una orientación de todos los ordenamientos jurídicos basada en los valores
morales (en pro de la igualdad y la equidad)
La supremacía de la ley: todas las personas están sujetas a la ley (es decir, las personas que
tienen las riendas del poder estatal dependen también de las leyes o de la constitución común)
La limitación del poder arbitrario: el poder sólo puede ejercerse con arreglo a los
procedimientos, los principios y las restricciones que dispone la ley.
La separación de poderes: los órganos parlamentarios ejercen el poder legislativo, mientras
que el Poder Ejecutivo sólo tiene un poder legislativo limitado.
El principio del “habeas corpus”: se prohíbe la detención arbitraria o preventiva
El principio de “nulla poena sine lege” (no se impondrán penas sin una ley que las prevea):
la legislación debe prever los supuestos y no puede ser retroactiva
La independencia judicial: un Poder Judicial independiente e imparcial, sin tribunales
especiales
La igualdad ante la ley: en principio, todo ciudadano debe poder resarcirse del incumplimiento
de la ley por parte de otro ciudadano o de un funcionario del Estado
Protección del Estado para todos: del mismo modo que nadie puede estar por encima de la
ley, la protección de las leyes del país debe estar al alcance de todas las personas
La supremacía de la autoridad civil: las fuerzas militares y de policía deben estar sujetas a
control o supervisión civil
Prohibición de la justicia sumaria: los delitos son actos individuales por los que no puede
haber castigos colectivos
El principio de la proporcionalidad: la fuerza empleada para impedir la violación de la ley
debe ser mínima; la pena debe ser proporcional a la gravedad del delito
Cuando el imperio de la ley está bien arraigado, los ciudadanos pueden responder a las medidas del
gobierno, ya que permite una mayor participación crítica de la sociedad civil. Cuanto más vinculados
estén los ciudadanos al proceso político, menos tenderán a formar sociedades paralelas y
clandestinas o a cooperar con grupos que no se guíen por el imperio de la ley sino por las reglas de
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En este sentido, el imperio de la ley previene la aparición de la delincuencia organizada. Cuando este
tipo de delincuencia ya ha penetrado en las estructuras sociales, el Estado debe reconquistar el
terreno perdido reforzando el imperio de la ley a fin de dar a los ciudadanos una confianza renovada
en el proceso político. Muchas son las medidas que se deben adoptar para renovar el contrato social
entre los cargos públicos y los ciudadanos; concretamente, debe restablecerse la integridad de la
administración pública, las escuelas deben infundir un sentido de legalidad, y deben adoptarse códigos
de conducta para los grupos de funcionarios y profesionales vulnerables. Con la reforma y el
perfeccionamiento de los sistemas judiciales los ciudadanos gozan de una mayor protección y, gracias
a ello, la delincuencia organizada pierde influencia entre los miembros vulnerables de la sociedad.
Al ser cada vez más evidente que existe una relación entre el imperio de la ley y la estabilidad interna
de un país y su capacidad para gestionar conflictos, el concepto de imperio de la ley ha pasado a ser
también un criterio para la asistencia técnica internacional.
Así, entidades de las Naciones Unidas como la Oficina de Fiscalización de Drogas y de Prevención del
Delito, en sus programas de cooperación técnica, promueven, entre otras cosas, la independencia del
poder judicial y ordenamientos jurídicos justos, la formación jurídica y un mayor acceso de los
ciudadanos a sus sistemas judiciales.
Si bien cada Estado elabora sus propias leyes, existen ciertas similitudes entre esas leyes a causa de
ciertos valores fundamentales que comparten. Muchos de esos valores fundamentales se reflejan en
el concepto de imperio de la ley. Desde la Segunda Guerra Mundial, los Estados han firmado también
un gran número de convenciones en materias que los Estados no pueden regular por su cuenta, como
los
problemas de los refugiados y el genocidio. A su vez, los tratados y las convenciones internacionales
requieren a menudo de los Estados que adapten su legislación nacional. De este modo se van
armonizando las legislaciones de los Estados. Hay ciertas formas de delincuencia, como la trata de
personas, el blanqueo de dinero y los delitos informáticos, que, por su naturaleza, requieren una
acción colectiva por parte de la comunidad internacional. Ahora bien, esa respuesta debe
fundamentarse en ciertos principios comunes. El imperio de la ley es un concepto adecuado para
servir de común denominador. (…)
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En tanto la conciencia política está relacionada al accionar del hombre como ser social, respetando las
normas, reglas, principios y códigos que son la garantía para el logro del bienestar social dentro de un
contexto de paz o armonía.
En relación a este tema el Dr. Donald Klingner, docente de la Florida Internacional University en Miami,
desarrolla el tema de “La ética pública y el servicio profesional de carrera”, a través del siguiente
esquema:
Esta presentación discute tres tópicos claves siguientes: (1) la naturaleza de las normas de conducta
que se implican los conceptos del servicio civil o del servicio profesional de carrera, (2) la relación
entre dichas normas y el concepto de la ciudadanía orgánica, y (3) la relación entre dichas normas y la
modernización y la democratización del Estado, hacía el bien común.
Empezando en el siglo IXX y continuando hasta la época actual, los reformadores del sistema de
servicio civil y otros progresistas políticos han impulsado una gradual transición mundial del patrocinio
político a un sistema basado en el concepto de mérito y que subrayó la eficiencia y definió la
administración de recursos humanos como una función administrativa neutral. El sistema profesional
de carrera, o sistema basado en mérito, ha surgido a raíz de la ira pública a causa del desperdicio e
ineficiencia del sistema de patrocinio político.
Estos principios de mérito y neutralidad política se caracterizan por el ideal del servicio civil – el
principio que una competente y dedicada fuerza de trabajo formada de empleados cuya carrera es el
servicio civil, es esencial para conducir en el ámbito profesional los asuntos públicos. Tal sistema
consiste en una recopilación de reglas impersonales que nacen de los principios siguientes (Klingner y
Nalbandian 2001):
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3. Se debe proveer remuneración equitativa con el valor del trabajo tomar la consideración
apropiada de los sueldos pagados por las empresas privadas, tanto en el ámbito nacional como
local y deben proveerse incentivos y reconocimientos apropiados por la excelencia en el
desempeño del trabajo.
4. Todos los empleados deben atenerse a las más rigurosas normas de integridad, conducta y
dedicación a los intereses públicos.
5. El personal debe de utilizarse eficiente y efectivamente.
6. Los empleados se deben contratar de acuerdo a su habilidad, conocimientos y capacidad en el
trabajo, la incompetencia se debe corregir, y los empleados que no pueden o no quieren
mejorar su trabajo para alcanzar los requisitos del puesto se deben destituir.
7. A los empleados se les debe proveer educación y entrenamiento en los casos en que dicho
entrenamiento y educación resultarían en un mejoramiento para la organización y el individuo.
8. A los empleados se les debe de: (a) proteger de acciones arbitrarias, el favoritismo personal, o
la coerción con fines políticos del partido; (b) prohibir el uso de su autoridad oficial o influencia
con el propósito de interferir en o afectar el resultado de una elección o la selección de
candidatos para elección.
9. A los empleados se les debe proteger de represalias por revelar información legalmente, la cual
los empleados con razón creen sea evidencia de: (a) la violación de cualquier ley, reglamento,
o regulación; (b) la mala administración, el gran desperdicio de fondos, el abuso de autoridad o
la existencia de un peligro real y específico a la salud o seguridad pública.
Dentro del concepto de las normas del sistema de servicio civil, cada organización pública debe
establecer y mantener los términos de la relación entre le empleado y el empleador. Estos términos en
una relación de empleo se manifiestan en las expectativas que tienen los empleados de sus
empleadores y de las contribuciones que los empleados están dispuestos a hacer para que las
expectativas de los empleados sean satisfechas.
Los términos en una relación de empleo por lo común incluyen, por supuesto, salarios y condiciones
de trabajo. Estos son elementos escritos. Pero las expectativas de los empleadores y de los
empleados van más allá de los que puede ser cuantificado. Los empleados muchas veces esperan
que el empleador les pueda proveer “un trabajo interesante”, oportunidades para progresar y
“reconocimiento.” Los empleadores muchas veces esperan “un día honrado de trabajo,” “lealtad y
compromiso,” “cooperación y armonía.”
Las expectativas y obligaciones del empleado vienen de numerosas fuentes, que pueden ir desde lo
que se aprendió en la escuela hasta conversaciones con amigos y conocidos en empleos similares.
Las expectativas y obligaciones son parecidas en su diversidad derivándose de las necesidades de la
organización, de comparaciones con otras organizaciones y de la naturaleza de la fuerza de trabajo.
Sin tener en cuenta donde se originan hay muchos mecanismos mediante los cuales estos términos
tangibles y algunas veces los intangibles se establecen.
El primero es el manual del personal que contiene las políticas, normas, regulaciones, procedimientos
y prácticas que constituyen un concreto sistema de personal. Por ejemplo, puede haber una política
que le dé prioridad a la promoción interior. Puede haber reglas que limiten la actividad política de los
empleados mientras estén en sus puestos. Puede haber una política sobre los bonos o pago por
desempeño. Estas políticas y reglas constituyen alguno de los términos de una relación de trabajo.
En segundo lugar, en algunas jurisdicciones los términos de una relación de empleo se establecen
mediante la contratación colectiva entre el empleador y la unión o sindicato. Estos términos se
contienen en reglas de trabajo que han acordado el empleador y representantes de la unión. Además.
En tercer lugar, hay todo un marco de ley – federal, estatal y local – que establecen expectativas y
obligaciones para el empleador y para los empleados. Estos y otras leyes contienen provisiones que
afectan las expectativas y obligaciones que empleados y empleadores esperan unos de otros.
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¿Qué es el proceso legal y debido? Este proceso mínimo requiere que un empleador se comunique
con el empleado sobre la trasgresión del empleado y darle la oportunidad de defenderse y explicarse.
Este proceso tiene distintos grados los cuales la cantidad depende del alcance de la disciplina que se
contempla. El punto crítico está en unir el proceso legal con la justicia lo cual ocurre cuando la persona
o tribunal al cual el empleado apela o se queja no está dentro de la normal cadena de mando de la
organización. Esto implica que el empleado deberá ser oído imparcialmente por un investigador, por
una junta o por un árbitro.
El proceso legal le trata al empleado individual con justicia y la consecuencia es que el clima que se
crea y la visión que se tiene de la organización derivan de la percepción que tienen los empleados
teniendo en cuenta o no que ellos utilicen los procedimientos de desagravios o otros de los canales
procésales legales, o que sean recipientes de las malas noticias de la organización.
El diseño de trabajo ¿Son las tareas, condiciones y niveles de desempeño de esta posición
razonable y equitativa?
La selección ¿El empleado reúne las calificaciones mínimas para la posición?
La inducción ¿Han sido claramente comunicados las reglas y regulaciones de la
organización, y los requisitos de la posición al nuevo empleado?
La evaluación del ¿Ha sido el desempeño del empleado documentado, y se le proveyó al
Rendimiento empleado suficiente retroinformación oficial y extraoficial sobre la calidad de
su desempeño?
El entrenamiento ¿Tiene el empleado las suficientes aptitudes para desempeñar las funciones
y alcanzar el nivel deseado de competencia?
La compensación ¿Se reconoce el desempeño bueno, o existen factores en el ambiente de
trabajo que hacen imposible o castiga el buen desempeño?
Aunque esta transición del patrocinio al mérito se debe a varias presiones exteriores, también la
impulsa un consenso interior (proveniente de una coalición de administradores, académicos, líderes
políticos y otros “agentes del cambio”) sobre las siguientes desventajas del sistema de patrocinio:
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b) El cambio de personal masivo que ocurre en cada nueva elección incita a la ineficiencia y
desperdicia los recursos humanos; y
c) La falta de estabilidad, la corrupción, y el desempeño gubernamental inferior desaniman a los
inversionistas internacionales y engendra cinismo y apatía en la población.
Las ventajas del sistema de mérito también son aceptadas con extensión por esta coalición de
reforma:
Por eso, hay una relación estrecha entre la evolución de los sistemas de personal público y la
modernización del Estado. Una vez que un país se avance hacia la tercera etapa evolucionaría, se
necesita enfrentar los dilemas, los cuales constituyen el medio ambiente de la administración de
personal público en los países modernos y eficaces:
Mantener un nivel de empleo público suficiente para proveer servicios al pueblo y disminuir
los gastos públicos y la deuda externa.
Proteger los derechos de los empleados públicos como individuos e integrantes de los
sindicatos, al mismo tiempo lograr la actuación flexible y efectiva de la organización.
Desarrollar el sistema de la administración de recursos humanos de manera que sea
posible conseguir la claridad asociada con estandartes rígidos y procedimientos uniformes.
Al mismo tiempo, desarrollar el sistema que permita la flexibilidad, agilidad e innovación
que se necesita para mejorar los servicios a la población a través de las organizaciones
públicas (nacionales y municipales, la administración central y las instituciones autónomas).
Mantener un balance apropiado entre valores claves y conflictivos: la sensibilidad política,
la eficiencia administrativa, los derechos de los empleados, y la igualdad social.
Al mismo tiempo, enfrentar los emergentes valores nuevos: la responsabilidad individual,
las organizaciones no gubernamentales, y los del Mercado (mediante la privatización y la
contratación externa).
De tal manera, hay una relación íntima entre la administración de recursos humanos públicos y la
democracia. Con punto de vista del país, el desarrollo de sistemas eficaces de RRHH permite el uso
eficaz de todos los RRHH, y muestra el valor de la democracia aplicada. Con punto de vista del
suplicante, permite el uso eficaz de sus conocimientos, habilidades y características y demuestra el
valor de la democracia aplicada.
Por ser la ética el elemento fundamental en el desarrollo profesional, capaz de generar y garantizar la
integración y la paz social, el Dr. Víctor R. Martín Fiorino, docente de la Universidad de Zulia,
Maracaibo - Venezuela, desarrolla el tema:
La vida pública implica la realización de los fines establecidos a través de mediaciones en las cuales
cobra importancia el plano de las decisiones que, a partir de convicciones, producen efectos de los
cuales es necesario hacerse responsable. De este modo, las decisiones que se adoptan en las
organizaciones públicas implican el triple nivel de las convicciones, las acciones y la responsabilidad.
Visto desde esta perspectiva, el plano ético resulta la plataforma a partir de la cual, las decisiones en
el ámbito público realizan en la práctica la inteligencia de la vida de la organización.
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El saber ético, igualmente, permite actuar a todos los miembros de las organizaciones públicas en un
nivel de coherencia entre lo que es actualmente la organización (lo real, el ser de la organización)
como resultado del pasado, con sus fortalezas y debilidades; lo que puede ser la organización (lo que
decidimos, el poder ser de la organización) a partir de la actuación de sus fortalezas que generan
posibilidades; y lo que aspiramos que sea la organización (lo que deseamos, el deber ser de la
organización). De este modo, la ética permite la integración de las dimensiones de facticidad (pasado),
actualidad (presente) y posibilidad (futuro).
La preocupación por el tema de los desafíos actuales de la ética, ha sido creciente en los últimos
años, tanto en los campos de las fronteras de la vida – donde los problemas planteados por la
clonación o la manipulación genética no son sino algunos ejemplos –como en el terreno de la política,
con agudos interrogantes sobre, entre otros, los problemas de la utilidad o inutilidad de la democracia
en la era de la “Globalización” económica o los nuevos intentos de conceptualizar la sociedad civil o la
ciudadanía. En un momento de profundas modificaciones de los referentes simbólicos y conceptuales
acerca de las características, posibilidades y responsabilidades de la acción humana, es cada vez más
frecuente oír hablar de nuevos paradigmas y nuevos escenarios, por ejemplo, en el campo de las
organizaciones públicas, o nuevos escenarios económicos - políticos y sus dificultades en los niveles
macro y macroeconómicos y sus repercusiones en la función pública.
Los desafíos que plantean a la ética los problemas actuales del desarrollo han dado lugar a la
realización de no pocas reuniones especializadas o secciones en congresos y foros internacionales de
ética en los últimos años.
Se trata, en la Ética para el desarrollo, de un ámbito de la Ética Aplicada, si se admite que la Ética es
el discurso general acerca de lo bueno, lo justo, lo deseable, lo correcto, y que la Ética Aplicada es el
discurso específico que trata de establecer los principios, valores y orientaciones que conviven a un
ámbito de acción determinado (cómo la ética de la función pública, la ética educativa, la ética
empresarial, la ética periodística o la ética para el desarrollo). (Martínez Navarro, 2000). Como lo han
mostrado los trabajos de Cortina y Martínez, en las éticas aplicadas convergen principios éticos
generales, que trazan el marco de convivencia y cooperación sobre el que se apoya la sociedad en su
conjunto, y principios éticos específicos, que los protagonistas y afectados de cada ámbito proponen
en su práctica histórica (Cortina y Martínez, 1996, Martínez Navarro, 2000).
El campo difícil y complejo de las tareas del desarrollo de los pueblos y los agentes involucrados en
dichas tareas, necesitan del aporte de la Ética para el desarrollo, que intenta dar respuesta a
problemas y desafíos en ese campo. Los agentes del desarrollo, ciudadanos, grupos, organizaciones
e instituciones comprometidos con tareas de desarrollo, por muchos años han seguido sus propias
convicciones particulares, prácticamente sin entrar en diálogo y sin contar con apoyo reflexivo. Hoy, en
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cambio, la reflexión ética en relación con el desarrollo ha iniciado una tarea de aclaración de
conceptos, delimitación de criterios, descubrir supuestas y contribuir al análisis y al discernimiento.
Para concluir debemos referirnos al Dr. Leonardo Santana Rabell, docente de la Universidad de Puerto
Rico, quien en su artículo “Relevancia de la ética para el nuevo ‘paradigma’ de la gestión pública”,
destaca que la ética está relacionada íntimamente con el bienestar y la supervivencia de la sociedad
como un todo, y cita al Dr. Savater, quien afirma “… la ética es el arte de saber vivir mejor para acertar
con el objetivo de elevar el bienestar público”. Por lo tanto la ética es indispensable para la
supervivencia de la sociedad y su debilitamiento puede traer consecuencias desastrosas para la vida
del país.
Por lo que el Dr. Ramírez identifica cinco roles claves de la ética en la función pública:
El dilema de las reformas actuales de la gestión pública consiste en cómo lograr mayor racionalidad y
eficiencia con igual sentido de responsabilidad pública, rendimientos de cuentas a los ciudadanos,
equidad y sensibilidad política. Sin lugar a dudas, el aumento de la discreción administrativa, la
devolución de poderes, el apoderamiento gerencial así como los otros mecanismos y estrategias de
reformas discutidos en este ensayo, convierten a la ética y los valores tradicionales del servicio público
en una variable fundamental para la gobernabilidad democrática.
ACTIVIDADES No. 4
- Desarrollar los niveles más altos del pensamiento lógico formal y del juicio moral.
- Dominar los conceptos y teorías actualizadas de la profesión.
- Valorar los aportes del saber tradicional y la interculturalidad.
- Interesarse en la realización de nuevos aprendizajes.
- Desarrollar hábitos de estudio y trabajo.
- Manejar técnicas e instrumentos para obtener información de todo tipo de fuentes, para procesarla y
utilizarla en el ejercicio de la profesión.
- Realizar investigaciones en torno a quehaceres.
- Utilizar resultados de la investigación en la solución de problemas de la comunidad, afines a la profesión.
- Laborar en función de las necesidades y posibilidades de nuestros coetáneos.
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II UNIDAD:
ÉTICA PROFESIONAL Y
FORMACIÓN ÉTICA
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V. ÉTICA PROFESIONAL
Según el Dr. Miguel Ángel Polo Santillán docente de la decana UNMSM, Lima-Perú, la función de la
ética profesional se puede explicar a través de los siguientes aspectos:
El término “profesional” y su respectiva valoración son algo que surge en la época moderna, debido al
proceso de secularización donde la vida mundana y sus actividades forman un campo distinto de la fe.
El calvinismo, como momento intermedio y como lo ha sostenido Max Weber, había visto en las
actividades profesionales el camino de salvación o condenación de una persona. Si había tenido éxito
profesional indicaba que estaba salvada; si había fracasado, entonces estaba condenada. Ello
permitió que la modernidad sea un proceso de “afirmación de la vida corriente” (Taylor), abriéndose un
espacio a la revalorización de nuevas actividades humanas. Así, la cultura moderna asumió ciertas
actividades como “profesiones”, actividades seculares, mundanas, sin relación con la religión. De esa
manera, nuevas actividades pasaron a ser profesionales, como ingeniero (de distintas especies),
economistas, contadores, etc. Además, se incluyó en esta denominación medios de la vida anteriores
como médico, abogado, profesor, etc.
Ahora, paralelo a la profesión de fe (profesar una fe), estaba el profesar una actividad, es decir, el
consagrase o comprometerse con la actividad y sus principios. Por eso se dice que la profesión
aparece como una proclamación pública; no es una actividad secreta sino abierta y tiene el respaldo
de la sociedad.
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Con la pregunta de lo que es la profesión no queremos hacer una simple descripción, sino que
estamos preguntando por el sentido que tiene ésta. Max Weber, en su obra clásica La ética
protestante y el espíritu del capitalismo, definía la profesión del siguiente modo:
Esta definición acentúa dos características de las profesiones: su carácter individual y económico. Las
profesiones son un medio de subsistencia de los individuos. Eso hace de las profesiones un
“instrumento individual” de ganar dinero. Sin embargo, como lo han señalado otros autores, este
enfoque resulta muy limitado, porque olvida los fines y la actividad social de las profesiones. Adela
Cortina, filósofa española, hace tres observaciones a esta definición:
Esto tiene que ver con que la profesión es una forma de afirmación de la sociedad civil frente al poder
político, así como una afirmación de un espacio público frente a otros como el económico o religioso.
Por lo anterior, basada en las ideas de Macintyre, una definición más integradora de lo que es una
profesión es la que ofrece cortina. Una profesión es:
A partir de esta definición podemos darnos cuanta del sentido de una profesión. En primer lugar busca
realizar un bien o finalidad, que es indispensable para la vida social. Pero su realización exige el
cultivo de hábitos o excelencias por parte del sujeto y de la acción que realiza. Finalmente, la actividad
profesional no es una actividad aislada sino comunitaria, la cual le da una identidad profesional.
Veremos más adelante estos componentes.
A pesar de que la palabra “profesión” tiene múltiples usos –porque sirve para designar tanto a un
médico, un profesor, como para un vendedor, un futbolista y hasta suele hablarse de un delincuente
profesional-, la definición propuesta puede ayudarnos a discernir cuando estamos en presencia de una
profesión. Lo que sucede es que en nuestra época todavía existen los antiguos límites entre
“profesiones” y “oficios”. Para darnos cuenta de esta complejidad de profesiones, veamos una posible
clasificación. Antonio Peinador ha clasificado las profesiones teniendo en cuenta dos criterios: por
razón de la actividad y por razón de los fines de cada profesión (Peinador 1962, 8-10):
a) Por la actividad
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En cualquier caso, para que algo sea considerado profesión o actividad profesional, dicha actividad
debe estar comprometida al logro del bien común, para lo cual requiere el cultivo de ciertos hábitos o
virtudes, en un contexto comunitario. De ese modo, el componente ético no es un añadido o un
agregado que no afecta la esencia de la profesión. Aclaremos más estos componentes.
La actividad profesional es una actividad social que contiene fines o bienes internos. Son los fines los
que dan orientación y sentido a las prácticas profesionales. La importancia de los fines la podemos
encontrar en la definición de “profesión” que nos da Antonio Peinador. La profesión es: La aplicación
ordenada y racional de parte de la actividad del hombre para el logro de cualquiera de los fines
inmediatos y fundamentales de la vida humana. (Peinador 1962, 2).
Entonces, la profesión no es una simple actividad u ocupación, sino que debe estar orientada hacia un
fin noble, es decir, el servicio a los demás: el curar, el enseñar, el informar, la convivencia justa, etc.;
las profesiones no tienen sentido en sí mismas sino por los bienes internos que contienen. Por eso, no
se puede entender lo que es una profesión si no se entiende que ésta tiene en su interior una función
social: el bienestar común. De esta manera, el profesional es aquel hombre que:
… puesto al servicio de los demás, dentro del engranaje social, actuando con carácter público y
comprometiéndose, en cuanto responsable de sus actos, ante Dios y ante su conciencia; y, además, ante
aquellos a quienes sirve y de quienes se beneficia por ley de reciprocidad. (Peinador 1962, 7).
Así, la ética profesional requiere reconocer el bien interno que busca realizar determinada profesión:
de lo contrario la actividad no tendrá sentido y legitimidad social. Esta forma de entender las acciones
se enmarca en la tradición aristotélica. Para el estagirita, toda actividad tiene una finalidad, la cual
constituye su bien. Sin embargo, no todos los fines son iguales. Hay fines que son internos a las
actividades, es decir, en la realización de la actividad se encuentra la realización de la finalidad. Es a
esto a lo que Aristóteles denomina praxis, mientras que hay fines que son externos a las actividades,
por lo cual éstas se convierten en medios para lograr los fines. Es a esto a lo que Aristóteles denomina
poiesis. En época reciente, Macintyre ha tomado dichos términos para definir la práctica. Sostiene
Macintyre:
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No está sosteniendo el autor una visión medieval de estatus y roles predeterminado, sino que en tanto
actores sociales ya nos encontramos realizando alguna actividad cooperativa. Somos funcionarios
públicos, profesores, empleados de una empresa, profesionales en ejercicio, choferes, padres de
familia, etc. Cada actividad tiene bienes internos cuya realización hace que ella tenga sentido. Si soy
médico y me aprovecho de mi condición ante la debilidad de un enfermo, entonces no realizo el bien
interno de la medicina, que es curar. Macintyre, reconoce que existen también bienes externos
legítimos que se obtienen de las prácticas, como el dinero, el reconocimiento, etc., pero ellos no son el
sentido de la actividad. Justamente la corrupción de una actividad se produce cuando se reemplazan
los bienes internos por los externos. Entonces tenemos que el profesor ya no enseña bien porque le
pagan poco, el comisionado no cumple los reglamentos porque aprovecha su cargo para realizar sus
intereses personales, el policía ya no protege a la ciudadanía y prefiere la coima, el abogado ya no
sirve a la justicia sino a quien paga más, al político ya no le interesa el bien común sino los negocios
de grupos e intereses partidarios, etc. Los bienes externos son legítimos, pero en tanto sean
subordinados a los bienes internos; de lo contrario la actividad profesional deja de tener sentido y
legitimidad social.
Sin embargo, las exigencias sociales y los cambios científicos y tecnológicos muchas veces nos
obligan a rendir los bienes internos de nuestras actividades profesionales. Por ejemplo, los avances de
la medicina y las necesidades sociales hacen que la medicina ya no tenga solo como finalidad el curar,
sino que ahora agrega la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades. Y es que el
concepto mismo de salud ha sido redefinido, más de acuerdo con una visión humana integral. Por otro
lado, la globalización y la Internet hacen que los profesionales bibliotecarios también requieran
redefinir sus finalidades. Cuando esto sucede, se abre un necesario periodo de debate y reflexión, en
los cuales también deberían participar los afectados de las actividades profesionales.
¿Qué es lo que pueden realizar los bienes internos a las prácticas profesionales? Siguiendo los
lineamientos aristotélicos, podemos sostener que son las virtudes o excelencias (aretai). Las virtudes
profesionales son la parte central de las éticas profesionales, porque ellas son las formas como se
realizan los fines de las actividades profesionales.
Por lo anterior dejando de lado por un momento los códigos de ética, es necesario señalar que “ética
profesional” no significa tanto la imposición o aceptación de normas, sino que toda práctica profesional
conlleva virtudes o “excelencias” sin las cuales tales prácticas se corrompen. Por ello, Macintyre ha
acertado al entender las virtudes como cualidades adquiridas necesarias para realizar los bienes
internos de las prácticas; su carencia impide lograr tales bienes. (Macintyre 1987).
Sin duda, esto sugiere que no todas las actividades requerirán las mismas virtudes. El policía, el
obrero, el empleado y el profesor requieren virtudes distintas para lograr sus bienes internos. Pero
Macintyre se percata de que esto producirá un politeísmo de virtudes inconexas, por lo que sostiene
que aunque las practicas sean distintas, podemos sostener un mínimo de virtudes (como la
integridad) que surgen de la búsqueda de la vida buena, de asumir nuestra existencia como un todo
unitario. El mismo problema es visto por Camps, cuando sostiene que en la sociedad de
profesionales, cada profesión tiene virtudes públicas (como solidaridad, responsabilidad, tolerancia). Y
señala algo que suscribo plenamente:
Volviendo a la pregunta por las “virtudes de una profesión”, ésta significa lo mismo que la pregunta de
cuándo alguien es un “buen profesional”. No son dos cosas distintas. Alguien es buen profesional
cuando realiza con destreza y responsabilidad la finalidad de su actividad. Por ejemplo, alguien es un
buen profesor cuando realiza el bien interno, el cual es educar: No es un buen profesor aquel que
maltrata a los alumnos física o psicológicamente, si impone su criterio de autoridad, si no sabe llegar a
los alumnos, etc. Según Gonzáles, las virtudes de un buen profesional son la productividad (que
encierra la capacidad de producir; la actitud de producir y el nivel de eficiencia), la creatividad y la
superación. Sin embargo, no siempre todas las profesiones requieren de las mismas virtudes. Para
resolver la pregunta sobre cuáles son las buenas prácticas o virtudes que debe cultivar el profesional,
deben participar tanto los mismos profesionales como los afectados o beneficiarios o usuarios.
Las profesiones son expresiones de la “actividad humana cooperativa”, es decir, las prácticas
profesionales son comunitarias. Esto por lo menos en tres sentidos.
En primer lugar, porque el profesional comparte con otros profesionales un lenguaje común, un
método y hasta un modo de ser. La transmisión y la renovación del saber especializado se realizan
dentro de comunidades profesionales. Por eso resulta extraño, por decir lo menos, que un profesional
sociólogo, por ejemplo, dicte cursos de especialidad para administradores. Ello sólo se admite cuando
el sociólogo también tiene formación de administrador.
En tercer lugar, porque la comunidad de profesionales hace suya la tarea de realizar la finalidad de
dicha práctica. En otras palabras, las profesiones sirven a la sociedad para realizar bienes
específicos, pero lo hacen de forma institucionalizada. Por ello los profesionales forman corporaciones,
colegios profesionales. Esto tiene ventajas y desventajas. Los colegios profesionales sirven para
autorizar y fiscalizar la práctica profesional, procurando que llegue a dar un servicio de calidad.
Además, vigilan que dicha actividad sea ejercida por personas que hayan pasado por un previo
periodo de formación especialmente si son actividades con gran responsabilidad social. Por ello es
que los colegios profesionales son la instancia que autoriza el ejercicio profesional.
Es célebre la distinción hegeliana de que la eticidad está conformada por la familia, la sociedad civil y
el Estado. Sin embargo, entendió la sociedad civil como expresión de las actividades económicas, es
decir, del mercado. Hoy no es posible sostener que la sociedad civil, esté compuesta básicamente por
el mercado y que sea lo único que hace frente al espacio político.
La sociedad civil también es el ámbito de las actividades profesionales, la opinión pública, las
asociaciones cívicas y, sin duda, las organizaciones económicas. Lo cual quiere decir que las
profesiones juegan un papel importante en la sociedad civil, por ello su necesidad de afirmarse como
espacio público diferente de las actividades económicas y de las políticas, que hoy pretenden ocupar
todo el espacio público. Tan importante es el espacio profesional en la sociedad civil que sin ella
ninguna actividad política y empresarial podría realizar sus actividades con óptimos resultados.
Con conciencia de ello, los colegios profesionales pueden jugar un rol más activo dentro de la
sociedad peruana, superando de ese modo el corporativismo que les hace perder su sentido. Las
comunidades profesionales tienen una responsabilidad social porque es la misma sociedad la que
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hace necesaria su existencia. Por pertenecer a la sociedad y porque ella hace necesaria las
actividades profesionales, ella también está autorizada o legitimada para exigir a los profesionales
que cumplan con la realización de los fines o bienes específicos.
Podemos resumir y concluir lo trabajado a partir de tres aspectos que inevitablemente tocan la vida
profesional y tienen contenido ético, como son los aspectos social, económico y personal.
Así los colegios profesionales también tienen que ver con esta función económica, porque los colegios
sirven para que sus miembros puedan acceder al mercado de trabajo de forma organizada y vigilada.
Pero no se puede negar que: A parte de esa ‘iniciación’ en los beneficios del mercado que el colegio
(intermediario entre el gobierno y la clientela) ofrece, puede funcionar y de hecho funciona un
mecanismo de control moral interno, a nivel de los colegiados. (Regal 1988, 195).
Además, este aspecto económico de la profesión no sólo significa que los profesionales accedan al
mercado de trabajo, sino que la actividad profesional se ha convertido en el medio económico de
subsistencia de los profesionales. La profesión nos proporciona los medios económicos de satisfacer
las necesidades privadas, las personales y las domésticas. La actividad profesional es hoy la fuente
normal de ingresos de todo individuo que no vive a costa de los demás. (Álvarez 1957, 173).
c) El aspecto personal. Por último, las profesiones también incluyen un aspecto personal.
Esto en un sentido. Por un lado, la práctica profesional requiere de cierta vocación o aptitudes
para prestar un mejor servicio. Por otro lado, las profesiones moldean generalmente todas las
demás áreas de la vida de un profesional.
ACTIVIDADES No. 5
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"La llave maestra para enfrentar estos retos es la educación, en la medida que ayuda a la
gobernabilidad al crear ciudadanía; mejora la equidad al actuar como instrumento de
distribución del ingreso; aumenta la competitividad mediante el aprendizaje productivo, y
contribuye a fortalecer la identidad como eje articulador de toda la propuesta" Ernesto Samper
Como ha sucedido en otros trances de la historia contemporánea es hacia la educación donde primero
se dirigen las intenciones de transformación socioeconómica de los países. Así, los cambios
experimentados por nuestras sociedades —donde el conocimiento, la información y la comunicación
se han vuelto centrales— plantean nuevos desafíos a la educación. Sin embargo, es la educación
desde un núcleo teórico bien estructurado la que debe abordar sus propias problemáticas y no actuar
de manera simplemente funcional a los cambios que se desarrollan a su alrededor. Y tal núcleo teórico
se enfrenta hoy al imperativo de pensar la situación actual de una cultura, economía y sociedad
diferentes. Por ello, uno de los aspectos centrales que cabe reflexionar es la nueva configuración
ofrecida por la función cultural que cumple la educación, en tanto hoy rige sobre ella el imperativo de
dirigir la educación hacia el conocimiento. Un conocimiento que es preciso diferenciar de una amplia
variedad de competencias de acceso, procesamiento y recopilación de información de los que provee
actualmente la psicología educativa, así como de las habilidades operativas específicas que interesan
a la producción económica. Ambas aproximaciones tienden a separar al conocimiento y a la educación
del rol que juegan en la cultura y sociedad actuales y a los que cabe el rol de una formación ciudadana
capaz de integrar al cuerpo social.
Planteamientos como los de OEI o CEPAL apuntan en una dirección similar al 7 Visión presente en
informes como los de CEPAL, Educación y conocimiento. Eje de la transformación productiva con
equidad o de OEI, Educación y Globalización: desafíos para América Latina. 8 Samper, Ernesto. Op.
cit., p. 45. 9 Cfr. Nervi, María Loreto. Educación y trabajo. reconocer que el imperativo económico de
formación para el trabajo carece de fundamento sin la debida formación ética de los futuros
ciudadanos, quienes habrán de juzgar y de decidir acerca de los rumbos adoptados en el pasado y a
seguir en el futuro por las economías nacionales.
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sienten las bases para una equidad en el acceso social a la educación y una formación docente capaz
de dar efectivo sustento a las reformas educativas implicadas.
“¿quién decide lo que es saber, y quién sabe lo que conviene decidir? La cuestión del saber en la edad
de la informática es más que nunca la cuestión del gobierno” Lyotard, J. F.
Por cierto, cabe distinguir entre ciencia, saber y conocimiento. La ciencia se halla más cercana a las
investigaciones locales de objetos específicos (aunque tendiendo cada día más a la
transdisciplinariedad); el saber refleja el compromiso social, político y ante todo histórico de la
investigación y la docencia; así como el conocimiento, sus compromisos con la cultura. La distinción
ofrecida por Lyotard entre conocimiento e información resulta también importante. En ella se apunta al
hecho de la preponderancia de la creatividad e imaginación en el conocimiento —puesto que se haya
regido por el imperativo de abrir un espacio cultural que, a la vez, modifique las reglas de
interconexión entre diversos ámbitos del conocer—, así como de la comunicabilidad (transmisión),
transacción e intercambio en el caso de la información. Ambos se hayan en estrecha relación, pues ni
la producción de conocimiento es ajena a la transmisión —aunque en él se da como comunicación
profunda, ya que en tanto constituye una jugada o regla nueva promueve modos inéditos de relación
social— ni la información, al carácter innovador o no de los mensajes transmitidos. De ahí que Lyotard
anuncie la defunción del Profesor pues sea para transmitir o para crear conocimiento se haya, en
ambos casos, superado. Primero, por los medios infocomunicacionales y, segundo, por los equipos
interdisciplinarios. La previsión de Lyotard es un síntoma claro de la crisis que vive el sistema escolar,
extraño a todo desarrollo actual en el conocimiento. El profesor está, pues, llamado a formar redes de
investigación que reflexionen acerca de los alcances de su práctica pedagógica, lo que implica a su
vez una profundización en el rol profesional y en la promoción de un estatuto epistemológico y ético
para la pedagogía.
La educación enfrenta, entonces, un desafío de proporciones ya que sólo si genera una capacidad de
crear nuevos discursos, formas de vida y de valoración de los conocimientos, es que puede no
perderse bajo un imperativo economicista que pueda hacer de la escuela un lugar para la capacitación
productiva y del profesor una función prescindible, perfectamente reemplazable por aparatos de
transmisión de datos (un televisor, computadora u otro ISSN 0718-2848 6 Anuario de Pregrado 2004
Ética profesional y rol docente en el mundo globalizado dispositivo mediático)13. La disyuntiva que se
haya en pleno desarrollo exige de parte de la pedagogía un compromiso con el aprovechamiento de
los espacios nuevos en desarrollo, con tal de generar en ellos la legitimidad de valoraciones y
conocimientos locales necesarios para permitir un verdadero desarrollo cultural de identidad en tales
ámbitos. Poner el acento en el desarrollo de valores de uso heterogéneos adecuados a la
manifestación múltiple de las diversas identidades, permitirá el fortalecimiento de la función cultural de
la escuela y la dotará de un valor intencionado principalmente no hacia el intercambio, sino hacia la
libertad local, la que tiene al mismo tiempo matices cognitivos (crea conocimiento), éticos (crea nuevos
modos de valoración de la vida y las costumbres) y políticos (crea participación ciudadana). Cuando la
educación se convierte en mera transmisión de conocimientos sólo ponderados desde su valor de
intercambio significa que no hay a ella adosada una manera de vivir y valorar libre, capaz de
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desarrollar culturalmente una comunidad determinada, sino que se está reproduciendo o transando un
bien estandarizado sin pertenencia social, bajo valor económico e intelectual, sin relevancia política y
ni ética, y carente de profundidad cultural. Así, como sostiene Nervi:
Surge, por lo tanto, la necesidad de pensar el estatuto nuevo en que se desarrollan los asuntos
públicos y la sociedad civil. Salazar, por ejemplo, ha definido sociedad civil como un integrado de
“redes más anchas que lo institucional [Estado] y longevas que lo estructural [clase social]”16
refiriéndose con ello a relaciones sociales de alcance político en que la ciudadanía es capaz de
producir grados de autogestión en relativa independencia del Estado. Gracias a esta definición
percibimos que lo que hemos venido sosteniendo respecto al rol actual a ejercer por la educación
apunta, precisamente, hacia una participación ciudadana centrada en la generación de espacios de
identidad local; en que la propia comunidad interviene creando conocimiento y modos de valoración
moral. La educación, entonces, debe proporcionar herramientas para un vivir ciudadano capaz de
fortalecer la sociedad civil. Esto implica que los modos de existencia ética en los que forma la
educación, es decir, la apertura o fortalecimiento cultural de nuevos espacios sociales deban ser
apoyados y legitimados por un marco institucional, formal u orgánico que proporcione las bases para
una promoción de una política que permita de modo transversal el desarrollo libre de iniciativas
diversas que convivan en el respeto y la tolerancia (democracia), en el intercambio de valoraciones
(mercado) y relaciones mutuas17.
ÉTICA Y EDUCACIÓN
“¿Podrías, Sócrates, decirme si la virtud puede enseñarse, o si no pudiendo enseñarse, se adquiere sólo
con la práctica; o, en fin, si no dependiendo de la práctica ni de la enseñanza, se encuentra en el hombre
naturalmente o de cualquiera otra manera?” Menón, Platón.
Hemos descrito el proceso de transformación que vive nuestro sistema de relaciones sociales y el
desafío que implica para la humanidad hacerse cargo de sus construcciones culturales. Hoy, la vida en
sociedad transfiere a la educación responsabilidades ineludibles que, más allá de desarrollar
conocimientos, fundamentar y transmitir saberes, motivar aprendizajes, renovar métodos, guiar
procesos, evaluar logros, etc., constituyen un desafío de enorme trascendencia ética. Ya sea en la
búsqueda de la autonomía como de la felicidad, la ética es un permanente avanzar hacia nuestra
propia afirmación como individuos y como sociedad, un procurar la coexistencia con otros y ser uno
mismo, asumiendo la educación como tarea cívica, es decir, reconociéndonos y estimándonos como
ciudadanos. La educación ética de hoy, la del mundo que se da en llamar globalizado, no puede obviar
las diferencias, la diversidad cultural, la religiosa, la racial, pero tampoco debe olvidar la desigualdades
extremas que persisten y se agravan con el avance de una economía planetaria. Se ha globalizado la
pobreza, la privación de oportunidades para millones de personas. Muchos están privados incluso de
la oportunidad de tomar conciencia de su carencia de bienestar, vulnerables ante cualquier
acontecimiento adverso, en un estado cada vez más grave de miseria y discriminación social19.
Es urgente educar para un presente y un futuro abiertos a trayectorias cada vez más plurales e
inciertas, tanto desde una perspectiva local y próxima como desde una visión global y planetaria. De
ahí que el deber ser que induce la reflexión ética no pueda limitarse a proponer un código universal de
derechos y deberes fundamentales (libertad, justicia, igualdad, tolerancia, solidaridad, etc.), sobre los
que se ha alcanzado un consenso aceptable en su definición y en la necesidad de ser enseñados;
más que esto, es preciso situar el quehacer ético en la cotidianeidad de las actitudes, de las conductas
y los comportamientos; transversal a cada realidad vivida, inscrito en palabras y hechos que permitan
imaginar el futuro de la Humanidad en el escenario de una sociedad menos perversa.
Si hacemos un breve recorrido histórico, vemos que la educación moral ha pasado por diversos
períodos: una época de fuerte influencia religiosa hacia los siglos XVIII y XIX cuando nace la escuela
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masiva moderna (Escuelas jesuitas); una fuerte reacción de la tradición laica para instaurar los valores
propios de la formación de los estados nacionales (s. XIX); un positivismo pedagógico que pretendió
entregar una “moral sin dogmas” en el marco de una sociedad ansiosa de progreso y bienestar,
basados en el supuesto de que el conocimiento no entraña formación moral (neutralidad axiológica);
más tarde se pensó que la ética no era objeto de enseñanza, y se optó por el “emotivismo” y el
“decisionismo” (“la cuestión moral es una cuestión de conciencia de cada uno”), llegando también a un
“formalismo ritualista en la educación cívica”; surgió también una reacción “espiritualista axiológica” al
positivismo factualista, asociada a las posturas emotivistas; la sucedió una moral escolar “basada en la
autoridad del maestro, en los alumnos ejemplares, los aplicados y de buena conducta, en los modelos
de honestidad y amor a la patria de nuestros héroes y en el cumplimiento estricto de reglamentos y
circulares”; por su parte, la Escuela Nueva (inicios del s. XX) cuestionó seriamente el disciplinamiento
normalista de la escuela tradicional y quiso abrir la escuela a la vida y a la sociedad.
Así, el siglo recién pasado, particularmente en nuestra América Latina, vio sucederse variadas
concepciones educativas y visiones políticas que, confrontadas, proponían, cada una, su propio
sistema escolar. El laicismo se vio forzado a dejar su lugar, primero a la imposición de la enseñanza
religiosa y, luego, al adoctrinamiento ideológico-político. Finalmente, la escuela pasó de “ser un
instrumento del estado al servicio de la unidad nacional, a ser un elemento significativo en las nuevas
y complejas relaciones de mercado, tanto nacional como internacional”23. La escuela que aportaba en
la integración política cambió su foco de relaciones hacia el desarrollo económico. Las dictaduras
militares continuaron con el modelo de estado tecnocrático implantado en los ’60 y,
consecuentemente, las instituciones educacionales acogieron en su seno el “planeamiento” y la
pedagogía se centró en la “eficacia”. Cada época tiene su desafío y ha pretendido dar su solución. Sin
embargo, la lección es que no se deben dejar de plantear contenidos éticos en la enseñanza, pues ello
implicaría dejar de lado tanto el trabajo como la formación docente en dichos temas. Y si el saber ético
no puede entrar en la cultura escolar explícita, entonces pasa a formar parte central del currículo
oculto, con los peligros que ello conlleva.
Creemos que Occidente debe continuar en un camino de perfeccionamiento democrático, lo que nos
plantea el desafío de enseñar a vivir en democracia, conocerla, valorarla y defenderla. Cullen nos dice:
“Y no se trata de conocer la democracia en abstracto sino entenderla en sus desafíos actuales (...)
ante la evidencia de la crisis de las instituciones sociales fundantes del orden y el progreso, como la
familia (“natural”) y el estado (“nacional”), y ante la fuerte crisis de valores, las desigualdades en el
desarrollo, la interculturalidad, que subyacen a las frágiles integraciones de los estados nacionales
modernos, la comunicación masiva, al aparente fracaso del estado de bienestar y la aparente retirada
de las ideologías y de las utopías”.
Asistimos a la ocurrencia de problemas concretos. Cada sociedad, unas antes otras después, se ve
enfrentada a “cuestiones sociales” como el divorcio (cambio en la concepción de familia), el
desempleo (mala distribución de la riqueza), conflicto racial (inmigración), el de género (discriminación
laboral), las opciones sexuales (conformación de parejas, adopción de hijos), la pena de muerte, la
eutanasia, etc. La escuela está llamada a formar ciudadanos éticamente aptos para discutir y enfrentar
dichas problemáticas. No basta con discernir sólo ante las ventajas y desventajas de la economía de
mercado, también debemos ser capaces de formar hombres y mujeres aptos para criticarla y buscar
alternativas de desarrollo que se encaminen cada vez más hacia la integración social.
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Siguiendo a Cullen, podemos decir que se trata de establecer una política educativa pública, es decir,
que se extienda a todos “sin exclusiones ni restricciones”. Sin duda, las instituciones privadas están en
todo su derecho al aplicar los planes y programas que estimen convenientes, adoptando total o
parcialmente las recomendaciones estatales, o bien, criticando y aportando sus propios criterios. Pero
las políticas educativas nacionales deben estar diseñadas para todos, ser históricas, modificables
públicamente, sin negociaciones secretas, y que sean capaces de construir proyectos comunes.
En relación a los contenidos, es imprescindible comenzar por una alfabetización ética y ciudadana. En
primer lugar, los maestros deben ser formados en dichos contenidos y, luego, éstos deben llegar
pedagógicamente a los alumnos. Pero no se trata de instaurar una asignatura más en donde se
enseñe ética y ciudadanía; los contenidos de formación ética y ciudadana no son una disciplina
escolar más. Se trata de llevar a cabo la necesaria transversalidad de estos contenidos específicos. Es
lo que plantea nuestra actual reforma educacional. Entendemos que se busca un equilibrio entre la
entrega explícita de contenidos éticos (valores) y la ejercitación de diversas actitudes y procedimientos
a través de toda la actividad escolar. La transversalidad, además, implica la transformación de las
prácticas institucionales y de los proyectos de cada comunidad educativa. En resumen, la formación
ética incluye al alumno, al profesor, a la escuela y a los padres, como agentes fundamentales.
Para comprender mejor lo que significa en nuestros días enseñar ética y ciudadanía, Cullen nos dice
que la enseñanza debe estar dirigida a “construir una moral pública y también un juicio autónomo
sobre las valoraciones que concurren o colisionan en la sociedad contemporánea, y construir una
inteligencia solidaria atenta a las necesidades de los otros y al cuidado de la vida”. Distinguiendo
claramente lo que es la ética, como disciplina racional, de la moral, como el conjunto de valores y
normas pertenecientes a una tradición social, es posible dar al paso hacia un moral pública que se
enmarque en principios éticos compartidos y respetados por todos. Es ésta la que permitirá una sana
convivencia democrática y pluralista, incluyendo las diversas morales sociales e individuales. Una
educación ética debe estar lejos de imponer una moral determinada. Por el contrario, debe enseñar a
resolver los conflictos valóricos mediante el diálogo argumentativo. Se trata del ya enunciado respeto a
las diferencias, el cual permite construir proyectos comunes basados en la racionalidad y en pro del
bien común.
Cuando se entiende al hombre con su dignidad y su ser autónomo, capaz de defender sus derechos y
de respetar los de los demás, entonces se ha llegado a comprender la naturaleza de sujeto social. En
ese contexto, el hombre aprende a comprometerse con los valores asumidos por todos, aprende a ser
coherente respecto a lo que dice y hace, y puede asumirse como sujeto libre, individual pero con un rol
social indiscutible. La socialización es la clave de la enseñanza en la escuela. Se socializa el
conocimiento legitimado públicamente y también una sensibilidad ética que va más allá de las reglas o
normas válidas de convivencia. La escuela es el lugar privilegiado para la promoción de “valores y
virtudes públicas y de derechos humanos que aseguran, simultáneamente, la justicia —que es
equidad y solidaridad— y la felicidad —que es autorrealización, en la diferencia y en la comunicación”.
El renovado interés por la formación ético-moral es producto, entre otras cosas, de una época que vive
incierta respecto de los principios y creencias tradicionales sobre cuestiones sociales y problemas
morales. Si asumimos que la sociedad actual es más abierta y plural (al menos en sus discursos),
comprendemos también que coexisten distintas formas de concebir la vida y de cómo llevarla mejor.
Ya no hay certezas, no hay una sola forma de enfrentarse a la realidad.
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Así las cosas, y asumido el reto de encarar con sabiduría la formación ética y ciudadana de las
generaciones venideras, se hace necesario dirigirnos hacia horizontes que estimulen en cada
individuo las habilidades requeridas para ubicarse en contexto de pluralidad social y moral. Debemos
prepararnos y educar a otros para orientarnos en la diversidad, usando la propia libertad para elegir
formas personales de vida que se suscriban y comprometan con las necesidades de una sociedad
demandante de formas respetuosas y solidarias de convivencia entre grupos y personas con
proyectos muy diversos. Las nuevas generaciones deben ser capaces de construir criterios morales
razonables, críticos, propios e independientes; pero, a la vez, desarrollar hábitos y actitudes morales
individuales y colectivas de responsabilidad, solidaridad, cuidado, justicia y respeto.
La tarea es enorme, y para ello se han emprendido numerosos esfuerzos de parte de psicólogos,
sociólogos, filósofos y pedagogos que en las últimas décadas han buscado alternativas viables para el
futuro28. A pesar de dichos esfuerzos, quedan aún muchos caminos por recorrer y estamos lejos de
dar con soluciones satisfactorias. Los modelos educativos buscan los cimientos para el desarrollo de
personalidades morales autónomas, creativas, independientes, pero, a la vez, preocupadas por los
intereses comunes y preocupadas de vincularse afectiva y respetuosamente con los demás. De
camino a nuevas propuestas, tenemos la modesta intención de acercar la tradición filosófica al
discurso contemporáneo en materia de educación ética. La construcción de las habilidades de
maestros y aprendices pasa por la claridad conceptual que pueda hilar el desarrollo de posibles
teorías en torno a los problemas éticos. Es un esfuerzo que quiere constituirse en punto de vista para
aportar al diálogo que se abre respecto a la formación ética.
En la historia de la filosofía existen variadas teorías respecto a la educación moral dentro de las que
destacan dos visiones clásicas que hacen posible el análisis de las nociones fundamentales que
componen las propuestas contemporáneas. Hablamos de Aristóteles y Kant29. De las propuestas
filosóficas de ambos pensadores surgen los referentes con que están comprometidos dos de los
modelos educativos más importantes surgidos en la última parte del siglo XX en materia de formación
moral. De ahí que sus planteamientos entren también en la arena pedagógica y se enfrenten a través
de los discursos de autores más recientes. Expresadas de modo breve, ambas posturas aspiran a
definir la vida ética ya sea desde el imperativo de formación en virtudes que permitan alcanzar la
felicidad (que es tanto social como individual) como en Aristóteles o, ya sea desde la formación del
juicio moral en la evaluación de actitudes conformes al deber de respeto universal de normas éticas,
como en Kant (capacidad de juicio que debe conducir a la autonomía). La presencia innegable, hoy, de
ambas visiones permite apoyar la idea de que en la filosofía clásica y la moderna encontramos una
fuente inagotable de conocimiento, especialmente en lo que se refiere a la educación en valores. Las
de Kant y Aristóteles son propuestas que consideramos una alternativa siempre válida y rica en
material teórico para una adecuada formación. Sin embargo, el esfuerzo por lograr esta formación
debe ir más allá de los clásicos. La formación ética es un desafío pendiente en el campo de la
educación, especialmente en nuestro sistema educativo, por ello es necesario indicar caminos y poner
énfasis en la importancia de una continua formación profesional.
“La formación ética es una demanda inaplazable, no sólo para los educandos, sino sobre todo, y
prioritariamente para los educadores”. Francisco Altarejos.
A pesar de los ya mencionados esfuerzos teóricos por establecer una deontología que satisfaga las
necesidades actuales, el relativismo moral ha calado de tal manera en nuestra sociedad, que todas las
profesiones han sufrido un deterioro ético que socava el correcto desempeño. Es la advertencia que el
propio Altarejos nos hace en su texto y que debe ser llevada inmediatamente al plano de la labor
educativa que es, sin duda, uno de los ámbitos que entraña mayor exigencia ética de parte de la
sociedad, como lo experimentan otras profesiones de alto impacto en la comunidad. “Todo acto de
enseñanza es intrínsecamente ético”, por tanto cada acto o discurso del docente debe procurar el
beneficio de sus alumnos.
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La docencia posee una “configuración radicalmente moral” que le da a su ética profesional un sentido
propio, diverso y más sustantivo que el de otras profesiones. Lamentablemente, la docencia ha tenido
que enfrentarse a problemas anexos que le han dificultado centrarse en su sola labor educativa.
Desde hace mucho tiempo, la profesión docente ha sufrido un “deterioro social” que le ha hecho
perder el prestigio de antaño, y del cual gozan otras profesiones cada vez más legitimadas. Hoy se
hace necesario contribuir al acrecentamiento del prestigio profesional de los maestros, el cual debe ir
de la mano con el desarrollo de un compromiso moral del profesorado que incorpore el debido servicio
a los educandos y la exigencia de un constante perfeccionamiento.
El docente debe consolidar un modo de ser propio (su ethos) configurado por virtudes profesionales,
es decir, capacidades que destaquen su profesionalidad. Un aspecto importante para contribuir con los
fines enunciados, es la necesidad de seguir investigando en el campo de la ética docente pues, como
en el caso de los contenidos factibles de entregar a los alumnos, el material puede ser abundante pero
no ha logrado resultados satisfactorios.
La búsqueda debe llegar incluso más allá de la actividad de los profesores, pues la enseñanza es
núcleo común de muchas otras actividades vinculadas a la docencia. La importancia de una
permanente interiorización y producción de este tipo de contenidos radica en que un carácter esencial
de la profesionalización puede llegar a ser la capacidad investigativa.
Ciertamente la respuesta no está dada en el mero hecho de que los docentes sean enseñantes. El
maestro no es sólo el expositor de un saber, no es un mero “facilitador” del aprendizaje. Las demandas
educativas desbordan el estrecho marco de la comunicación de datos y hechos. Información no es
sinónimo de conocimiento.
La distancia entre una y otra es un trecho que “sólo puede darlo la acción docente intencionalmente
educativa”. Los grandes objetivos de “aprende a conocer” y “aprender a aprender” sólo se pueden
alcanzar dentro de un marco ético con el concurso de la voluntad y los afectos individuales y
comunitarios. Vemos que la profesión docente no puede consistir en una mera tarea técnica.
La labor profesional docente es también cooperación, por ello debe ser asumida como ruta privilegiada
para la necesaria re-humanización de nuestras comunidades. Asumir este reto como parte de la
llamada “vocación” significa encarnar una ética facilitadora del encuentro entre iguales, encaminada a
una legítima y democrática exploración de los intereses compartidos, inscrita en las necesidades de
las personas y los pueblos; congruente, además, con la exigencia de ampliar los horizontes del
respeto a todos y cada uno de los seres humanos.
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El 'modo de ser' ético de cualquier persona se construye de manera cotidiana, cuando se entra en
relación con el otro, es la acción reiterada, continua, vital que da identidad. El actuar moral se moldea
en los espacios donde convive con los demás. Con esa 'forma de ser', que podemos denominar
cualidad moral, yo moral, se participa del mundo social todos los días. Este actuar moral también se
manifiesta en la 'preocupación' que manifestamos por los otros, estableciendo un claro interés por lo
que les sucede, y que nos obliga, desde luego, a establecer un compromiso permanente con ellos.
El actuar moral de los alumnos/as y los profesores/as exige un acercamiento reflexivo; no se trata de
brindar soluciones a sus actitudes morales presentes en la escuela en unas breves líneas; es sólo un
llamar 'ético' constante para tomar conciencia de que, lo que sucede en la escuela necesita ser
revisado en el marco de las acciones concretas y cotidianas y no basarnos en una moralidad abstracta
sujeta a los imperativos del deber formal para hacerlo.
Recurrir a la ética en la escuela es importante porque se requiere que el profesor/a construya un
espacio dotado de 'sentido' en función de los valores culturales y espirituales que ayuden a construir la
responsabilidad moral que la sociedad demanda del joven que se educa; salir de la inmediatez, de lo
superfluo y el egoísmo para entrar a un mundo intersubjetivo, de compromiso con los otros. "El
hombre es un ser social, la persona sólo puede constituirse en tanto que tal en la relación
interpersonal y en la relación social, y la estructura personal está tejida, por decirlo así, de
interpersonalidad o intersubjetividad y de socialidad, del mismo modo que la conciencia moral es fuero
interno, en tanto que fuero externo social, sí, pero interiorizado". Lo decisivo es que la vida ética remite
a cualquier alumno/a al yo mismo, a la autenticidad, y a la capacidad de ésta de ser para el otro o los
otros.
Es importante señalar que la ética encierra en sí misma la noción de deber, en nuestro caso el respeto
a los códigos morales que tienen como propósito orientar las actitudes docentes en favor del
estudiante. Desde esta perspectiva tiene el deber de asegurar el derecho que tienen los estudiantes:
el desarrollo pleno de sus potencialidades a partir de sus personas. En la medida en que el profesor/a
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cumple con ese deber asegura el derecho de sus alumnos/as. Podemos esquematizarlo de la
siguiente forma:
A todo deber del docente corresponde algún derecho del alumno/a y a todo derecho del alumno/a
corresponde algún deber del docente.
¿Cómo se entiende esto? Quiere decir que el profesor/a se vuelve agente moral cuando se da cuenta
que tiene un yo que responde a sus actos en el aula, por eso mismo se hace responsable de lo que
ahí sucede: "La genuina moralidad se da, en efecto, en la medida en que se realiza el reino de la
intencionalidad, de la voluntad, de las motivaciones profundas de la acción". Es cuando descubre lo
conveniente, moralmente hablando, para sus alumnos/as; cuando tiene conciencia de deliberar sobre
sus competencias profesionales que se fundamentan en un conjunto de valores y concepciones de lo
que es el bien.
Por último, reconozcamos que el docente tiene como persona una característica: la conciencia de sí
mismo, un yo que permite dirigir la mirada al interior, pero luego ésta voltea hacia el exterior, hacia lo
otro. Esto significa que el docente debe darle una significación moral a sus acciones dentro del aula,
como proyecto necesario, y a partir de él tomar una posición moral respecto de sí mismo y de sus
estudiantes. Pienso que reflexionar al profesor/a como persona, desde la dimensión ética, es porque
tiene una tarea: la de reconocerse. En este sentido considero que debe tener en cuenta tres
cuestiones morales: que debo hacer en el aula, que puedo hacer por mis alumnos/as y que me está
permitido hacer.
De esta forma se puede pensar en un profesor/a con acciones intencionadas y comprometidas, que
convierta en un estilo de vida moral el trabajo docente. Así sus actos morales tendrán la doble
acepción de intencionalidad y de intención. Como nos damos cuenta el trabajo docente se mueve,
desde el punto de vista ético en dos dimensiones: I). Su relación consigo mismo, II). Su relación con
los estudiantes.
La relación ética debe asumirse como una 'preocupación' del docente, una preocupación que debe ser
asumida por el directivo como un compromiso por tratar de cambiar las cosas en la escuela, ya que
ésta es la beneficiaría del tipo de actitudes que manifiesta el maestro/a.
En la tolerancia se acepta al estudiante como es; la aceptación es más fuerte que el rechazo, no
implica que tengamos que soportar o aguantar algo que no nos gusta de él. Por el contrario haciendo
uso de nuestra razón permitimos que manifieste su modo de ser, para que se dé la convivencia plural
en el grupo. De acuerdo con Juliana González la intolerancia es ajena al respeto, la tolerancia por el
contrario es respeto al otro. "La esencia de la tolerancia está en el reconocimiento simultáneo de la
alteridad y la igualdad semejanza del otro, que permite verlo como literal otro-yo: alter-ego".
Lo anterior significa que en el salón de clases el yo del maestro/a se relativiza en la medida en que
reconoce al alumno/a como parte del grupo. Descubrir al otro implica reconocer que hay límites en el
aula, dejar en sus manos decisiones; así se construye el espacio escolar de iguales. Desde luego el
docente necesita tener tolerancia consigo mismo para aceptar a sus estudiantes sin odios ni temores.
Finalmente tolerancia para el maestro/a tolerante y ¿para el intolerante?: "...la tolerancia debe ser
extendida a todos, excepto a aquellos que niegan el principio de tolerancia, o más brevemente, todos
deben ser tolerantes excepto con los intolerantes".
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nuestras actitudes cotidianas; esto es las consecuencias que ocurren por nuestras acciones que nos
dan identidad moral frente a los alumnos/as día con día. El razonamiento moral nos conduce a
establecer distinciones entre un ejercicio profesional moral del que no lo es. Actuar moralmente nos
lleva a despertar en los niños/as y jóvenes respeto y aceptación. Una tarea puede consistir en no
perder ese ejercicio de reflexión de volver la mirada atrás para proyectar nuevas formas de tratar al
alumno/a, para eso hay que echar mano de nuestros monólogos interiores y la autobiografía, para
reconocernos y poder construir una nueva moral dentro del aula. Conviene actuar y reflexionar, hacer
y rehacer el trato diario con los estudiantes con actitudes de moderación, aceptación y respeto. Poner
en marcha, como dice Adela Cortina, la posibilidad de una 'ética mínima' como fuente de nuestras
obligaciones nos lleva al reconocimiento de nuestros estudiantes, de saberse unido a sus capacidades
y logros.
ACTIVIDADES No. 6
1. Caracterizar los aspectos relevantes de la ética docente, subrayando las bases para un
ejercicio profesional ético, empleando la técnica de museo.
2. Elaborar propuestas sobre comportamientos éticos en el ejercicio de la docencia y en la
vida como integrantes de la sociedad, en un informe escrito.
LECTURA COMPLEMENTARIA
Profesión de profesor
Emilio García García
Tomado de Competencias éticas del profesor y calidad de la educación
Podemos diferenciar dos tendencias de análisis en la profesionalización del docente: la que argumenta
que reforzar la profesión conlleva tecnificación, burocracia, elitismo y control social; y la que, por el
contrario, defiende un concepto de profesión históricamente contextualizado, crítico y democrático, y
propone avanzar en el desarrollo de una nueva cultura profesional para una educación de calidad. El
concepto neoliberal de profesión puede superarse por una acepción más social, democrática y crítica.
La reivindicación de la profesionalidad por parte de los profesores no puede quedar limitada a
aspectos técnicos de la función docente, sino que se ha de plantear un desarrollo profesional más
amplio, una nueva cultura profesional que propicie espacios de reflexión, de crítica sobre las funciones
de la educación, modelo de sociedad y proyecto de hombre, procesos de formación, condiciones
laborales y variables del proceso enseñanza–aprendizaje, teniendo como objetivo el profesor
investigador su práctica profesional (HOYLE, 1974; STENHOUSSE, 1982, 1987; GIROUX, 1987;
KEMMIS, 1988; SCHON, 1992; IMBERNON, 1994).
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Las competencias que han de desarrollar los profesores en estos ámbitos se corresponden
precisamente con las demandas a la educación de los alumnos en nuestra sociedad. La educación
tiene planteadas exigencias múltiples, crecientes, complejas y hasta contradictorias en la sociedad
actual. Se requiere transmitir, masiva y eficazmente, un volumen cada vez mayor de conocimientos,
que genera y requiere la sociedad cognitiva. Se exige ofrecer criterios y orientaciones para no
perderse entre cantidades ingentes de informaciones, más o menos superficiales y efímeras, que
invaden los espacios públicos y privados, para mantener el rumbo en proyectos de desarrollo personal
y social. La educación debe proporcionar las cartas náuticas en un mundo complejo y en permanente
agitación, al mismo tiempo la brújula para poder navegar por él y el ancla para detenerse, anticipar y
valorar rutas a seguir.
En la sociedad del conocimiento, cada persona ha de asimilar una base de conocimientos rigurosos y
estrategias eficaces; tiene que saber qué pensar y cómo actuar ante las situaciones relevantes a lo
largo de la vida; hacerlo desde criterios razonables y susceptibles de crítica; ser sensible a las
exigencias cambiantes de los contextos; desarrollar el pensamiento reflexivo, crítico y creativo. La
enseñanza–aprendizaje para la comprensión, como gran reto para nuestro tiempo, se ha de construir
sobre los siguientes pilares: A) aprender a conocer, B) aprender a querer y sentir, C) aprender a hacer,
D) aprender a convivir, E) aprender a ser, F) aprender sobre el conocer, el querer, el sentir. (DELORS,
1996; GARCÍA GARCÍA, 2009).
Conocer requiere asimilar información, tener memorias y operar con ellas, realizar procesos, ejercitar
procedimientos o estrategias para sacar el mejor partido a lo que se conoce, conocer continuamente
más, resolver problemas, tomar decisiones. Pero conocer también requiere motivación, esfuerzo,
compromiso, constancia en un proyecto formativo de desarrollo personal y social.
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Aprender a conocer es una exigencia para responder a las demandas prácticas y profesionales de la
sociedad cognitiva; pero también es condición imprescindible para desarrollarse con más plenitud
Emilio García García como persona, ejercitar las capacidades humanas, disfrutar del saber, dar
sentido a la vida. Aprender a conocer supone ejercitar todas las capacidades de la mente: los
procesos de atención, percepción, memoria, razonamiento, pensamiento crítico, creatividad,
resolución de problemas, lenguaje, motivación, afectividad.
La sociedad del conocimiento actual (sociedad de la imagen es caracterización más propia) está
sesgada hacia un tipo de información, la icónica, las imágenes, lo que si bien conlleva oportunidades,
también entraña serios riesgos. Las informaciones en imágenes, con su rapidez, inmediatez, variedad,
novedad, atractivo, plantean unas exigencias de procesamiento de información mental diferentes de la
información lingüística, propias del texto y discurso. Los formatos multimedia requieren un tipo de
atención, concentración, planificación, esfuerzo distinto del procesamiento de textos, más significativo
y profundo. Manejar el mando a distancia de la TV, o el buscador de páginas web en el ordenador, es
tarea muy distinta a enfrentarse y enfrascarse con la lectura de un libro. La hegemonía de mensajes
icónicos en la sociedad de la información puede obstaculizar, paradójicamente, el desarrollo mental de
las personas, el pensamiento elaborado, significativo, crítico, creativo, que requiere precisamente la
sociedad del conocimiento (GARDNER, 2000; HARDGREAVES, 2003)
Desear, querer, amar lo que se hace es condición obligada para alcanzar buenos resultados. Las
motivaciones pueden ser más externas, como el deseo de reconocimiento, prestigio social,
recompensas monetarias, etc.; o más internas como el deseo de saber, de realizar bien el trabajo, de
superarse, etc.
Los seres humanos estamos motivados, interna y externamente, en distintas proporciones según
circunstancias. Es preferible que la motivación tenga origen más interno, puesto que las fuentes
externas tienden a ser más pasajeras. Las personas automotivadas internamente mantienen los
niveles altos, aun cuando las recompensas externas disminuyan o desaparezcan. Una proporcionada
combinación de motivación externa e interna es deseable.
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Aprender a hacer no es aprender prácticas rutinarias, más propias de la formación profesional del
pasado. La nueva economía exige nuevas competencias. Las tareas industriales en cadena,
fragmentadas y repetitivas, están dando paso a colectivos de trabajo, grupos de proyecto, satisfacción
del cliente, calidad total. Los empleados ya no son anónimos e intercambiables y las tareas se
personalizan. Junto a la formación profesional y calificación técnica se requieren otras competencias
como la capacidad de iniciativa, proyecto personal y compromiso, aptitud para trabajar en grupo,
disposición a asumir riesgos, afrontar y resolver conflictos, planificar, tomar decisiones y evaluar
procesos y resultados, introducir innovaciones y mejoras.
D) APRENDER A CONVIVIR. Aprender a convivir en los diferentes y simultáneos espacios en los que
transcurre nuestra vida: nivel familiar, escolar, laboral, sociocultural, es quizá lo más urgente e
importante. En la sociedad globalizada y de la información, somos observadores impotentes de
quienes Competencias éticas del profesor y calidad de la educación generan y mantienen los
conflictos y la violencia. Los modelos violentos en la familia, escuela, empresa, medios de
comunicación de masas, están alcanzando cotas alarmantes.
El derecho a la paz se declara prioritario al comenzar el siglo XXI, como condición básica para el
desarrollo y bienestar personal y social. El descubrimiento, reconocimiento y respeto del otro se logra
en paralelo a la conformación de la propia identidad personal. Es objetivo prioritario de la educación
desarrollar la propia identidad a la vez que comprender y valorar la personalidad de los demás. Si la
familia, escuela, trabajo, medios de masas fomentan actitudes de respeto, tolerancia se están
previniendo comportamientos violentos.
Aprender a convivir es objetivo prioritario en nuestra sociedad, cada vez más multicultural. La
inmigración plantea cuestiones de carácter ético y político, de respeto a los valores y cultura de las
minorías, a la vez que exigencias de aceptación e integración en la cultura mayoritaria. Pero
especialmente exige respuestas educativas apropiadas para los hijos de los inmigrantes y
compromete a los profesores, sus valores, actitudes, metodologías y prácticas.
La educación tiene una doble misión: mostrar la complejidad y diversidad de la especie humana y, la
vez, las semejanzas e interdependencia entre todos los seres humanos. Todas las personas
compartimos una estructura mental, unos universales cognitivos, emocionales, lingüísticos, según
ponen en evidencia las ciencias cognitivas (MARINA, 2004).
E) APRENDER A SER. Ante el siglo XXI, el desafío de la educación no es tanto preparar a las nuevas
generaciones para vivir en una sociedad determinada, sino dotar a cada persona de competencias y
criterios que le permitan comprender el mundo cambiante que le rodea y comportarse solidaria y
responsablemente. Más que nunca, la función esencial de la educación es proporcionar a todos los
seres humanos la libertad de pensamiento, sentimiento, imaginación y creatividad que necesitan para
dar sentido a su vida y alcanzar las cotas más altas posibles de bienestar y felicidad.
La educación es un viaje interior desde el nacer hasta el morir. El desarrollo del ser humano se ha de
dar en todas las potencialidades personales, intelectuales, efectivas, morales, estéticas, sociales, etc.;
en todos los contextos, de familia, trabajo, ocio, etc.; y a lo largo de todas las etapas del ciclo vital.
Tal concepto de educación cuestiona la distinción tradicional entre educación básica y educación
permanente o de adultos, entendida ésta como nivelación, perfeccionamiento, promoción o
reconversión profesional. La meta deseable de dar más años a la vida y más vida a los años conlleva
una disponibilidad educativa constante, tanto si se trata de brindar nuevas posibilidades educativas,
perfeccionar o ampliar la formación profesional, como de satisfacer el deseo de saber, de belleza, de
superación personal y autorrealización. La autoestima, la autoeficacia y experiencias de control sobre
el medio, el optimismo, la solidaridad conllevan una vida más feliz (BANDURA, 1999; SELIGMAN,
1998,1999).
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Los conocimientos, las teorías que de la mente se tengan no es una cuestión meramente teórica, sino
de extraordinaria relevancia práctica, especialmente en aquellas profesiones (las más en nuestra
sociedad de conocimientos y servicios) que tienen que ver con otras personas y sus comportamientos,
y por tanto sus pensamientos, sentimientos y motivaciones. Profesores, psicólogos, pedagogos,
sociólogos, antropólogos, trabajadores sociales, etc. perciben, enjuician, valoran y actúan en su
práctica profesional desde la teoría de la mente, que más o menos explícitamente sostienen. La teoría
de la mente constituye en la actualidad un dominio de investigación en el que confluyen diversas
ciencias cognitivas, y que está proporcionando resultados sorprendentes y de extraordinaria relevancia
teórica y aplicada.
El cerebro dispone de redes neurales especializadas que nos permiten crear ingeniosas hipótesis
sobre cómo opera la mente de otras personas. A partir de estas hipótesis anticipamos y predecimos
con acierto las conductas de los demás. Esta capacidad de mentalización con una base neuronal
determinada se considera de carácter modular, similar a la capacidad lingüística, numérica o espacial.
Se han caracterizado estas capacidades básicas como conocimientos nucleares, que subyacen a todo
cuanto aprendemos a lo largo de la vida y nos identifican como miembros de una especie. Son
universales cognitivos con los que venimos al mundo, y se basan en módulos o sistemas neuronales,
congénitamente dispuestos para formar representaciones mentales de los objetos, las personas, el
lenguaje, las matemáticas y las relaciones espaciales (DEHAENE, 1998; PINKER, 2000, 2002;
CHOMSKY, 2003; SPELKE, 2005).
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La educación en la sociedad actual está en el centro de las polémicas. No hay el deseado consenso
en ninguno de los componentes del currículo: ¿Para qué educar? Los fines y metas de la educación;
¿Qué enseñar–aprender? Los contenidos curriculares, extensión, profundidad; ¿Cómo enseñar–
aprender? Aspectos metodológicos y didácticos; ¿Para qué y cómo evaluar? Los objetivos, criterios y
procedimientos de la evaluación. El debate permanente, más o menos tenso según circunstancias, de
la educación y sus funciones, conlleva el cuestionamiento del status y función del profesor, la
consideración social del mismo, la autoestima personal, la desvaloración de las competencias
profesionales.
La profesión docente está profundamente afectada por los cambios científicos, tecnológicos,
económicos, sociales, políticos y culturales habidos en la sociedad. Las críticas a la educación y a la
función del profesor son una expresión de la puesta en cuestión de la sociedad y cultura
contemporánea. A la escuela se le exige hoy demandas encontradas y crecientes por parte de los
alumnos, las familias, las fuerzas sociales, la administración. El profesor se encuentra en el centro del
conflicto ante exigencias cada vez mayores y conflictivas, hasta el punto de vivir situación de alto
riesgo, con consecuencias para su salud. Ha de ser transmisor y a la vez crítico de la cultura ante las
nuevas generaciones. Ha de enseñar a pensar, a decidir, a disfrutar del ocio, a cuidar de la salud, a
respetar el medio natural y el patrimonio sociocultural, a ser solidario con los demás, y tantas
demandas como deficiencias y conflictos surgen en la sociedad. Se le pide integrar en la sociedad al
alumno como miembro comprometido y responsable, pero se le presenta una sociedad en continua
crisis económico–social, con paro, competitividad, injusticia y marginación. Se le pide una relación
personal con el alumno, un trabajo en equipo, y a la vez que promueva la calidad, la excelencia, la
evaluación individualizada y competitiva. Se pretende un profesor agente compensador de las
Competencias éticas del profesor y calidad de la educación desigualdades sociales y de las
deficiencias personales, al integrar a alumnos con necesidades educativas especiales en una escuela
inclusiva, y al mismo tiempo se le demanda énfasis en los aprendizajes de contenidos disciplinares. No
resulta fácil armonizar los valores de integración, igualdad de oportunidades y equidad con las
exigencias de eficacia, eficiencia, calidad y excelencia.
El Proyecto Tuning analiza dos conjuntos de competencias, las genéricas y las específicas. Las
competencias específicas se relacionan con cada área temática y resultan claves para cada titulación
universitaria, ya que están específicamente relacionadas con el conocimiento concreto de un área
temática. Son pues las competencias relacionadas con las disciplinas académicas y son las que
confieren identidad y consistencia a cualquier programa. Las competencias genéricas son las que se
consideran que cualquier estudiante universitario debe adquirir por el hecho de pasar por una
Universidad. Son aquellas que cualquier titulación debe proporcionar, tales como capacidad de
aprender, de análisis y síntesis, etc. El Proyecto Tuning limita el estudio a 30 competencias genéricas
clasificadas en tres grupos:
a) Competencias instrumentales, que incluyen destrezas cognitivas, como la capacidad de
comprender y manipular ideas y pensamientos; capacidades metodológicas como tomar
decisiones y resolver problemas: capacidades tecnológicas como la capacidad de manejar
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Las competencias no deben quedar acotadas a las demandas económicas y sociales del momento,
sino que se ha de promover la reflexión crítica sobre lo dado, y las alternativas de mejora. La
Universidad tiene como dimensión esencial la crítica de la cultura y la propuesta razonada y razonable
de proyectos alternativos. Los estudiantes exigen cualificaciones idóneas para el mercado laboral,
pero la Universidad no puede quedar reducida a satisfacer las demandas del mercado y los intereses
de grupos sociales y profesionales.
Los profesores dedicamos gran parte de nuestro tiempo y energía a ampliar nuestros conocimientos
de la asignatura para estar al día, a preparar las clases. Cada curso procuramos mejorar los
materiales, esquemas, gráficos, problemas, incluso organizamos seminarios, grupos de discusión,
sesiones interactivas, estudios de casos, etc. Procuramos suscitar y mantener la atención e interés de
nuestros alumnos en la clase, lamentamos que tras tanta inversión en tiempo y recursos a la tarea
docente los resultados sean tan limitados. Seguimos instalados en los supuestos tradicionales de que
basta con enseñar bien los contenidos para que el alumno los aprenda. Pero el alumno aprende
cuando la información le interesa, es significativa cognitiva y emocionalmente, conecta con
preocupaciones personales o profesionales, con las demandas de la realidad fuera del aula, y se
compromete con su propio proceso de formación. Las competencias para un aprendizaje autónomo y
continuo a lo largo de la vida es un tipo de aprendizaje procedimental que exige práctica y no sólo
clases magistrales de conocimiento declarativo.
El objetivo prioritario de la educación debe ser capacitar a sus alumnos para el mayor desarrollo
personal y ello requiere conocimientos, sentimientos y comportamientos responsables y solidarios. Los
conocimientos y procedimientos, las memorias declarativas y procedimentales que un profesor tiene
sobre su especialidad no se transfiere a la mente de sus alumnos con solo explicarlas en clase,
aunque sea de la forma más atractiva y estimulante imaginable. El estudiante aprenderá si asimila los
conocimientos, los hace suyos, los integra, los experimenta relevantes en su vida personal y
profesional, los utiliza para identificar y resolver problemas.
La profesión de profesor exige, según hemos comentado, conocimientos de distintas ciencias y
saberes, además de un dominio en habilidades y técnicas para enseñar lo que se sabe. Pero ser
profesor requiere unas competencias o disposiciones más básicas o fundamentales: valores, actitudes
y aptitudes necesarias para potenciar el desarrollo personal de los alumnos. Y el desarrollo personal
de los alumnos es un desarrollo integral, por cuanto comprende un desarrollo moral, además de
desarrollo cognitivo, afectivo y social. Para propiciar tal desarrollo en los alumnos es preciso que el
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Procurar el propio equilibrio emocional, bienestar, la satisfacción con la profesión, incluso la felicidad,
es condición vital para el profesor. Hemos comentado páginas atrás lo difícil que puede resultar, dadas
las condiciones conflictivas del ejercicio profesional y las múltiples causas de malestar para el docente.
Pero si el profesor está comprometido en promover el desarrollo personal de los alumnos, ello implica
tener presentes todas las dimensiones de su mente: cognitivas, emocionales y morales; es decir, el
desarrollo mental y bienestar y del alumno. Tales metas solo se pueden plantear desde las mismas
vivencias en el profesor.
Si bien como ciudadanos tenemos derecho a verlo todo de color negro, como profesores, como
educadores no nos queda más remedio que ser optimistas. La enseñanza presupone el optimismo tal
y como la natación exige un medio líquido para ejercitarse. Quien no quiera mojarse debe abandonar
la natación; quien sienta repugnancia hacia el optimismo, que deje la enseñanza. Porque educar es
creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad innata de aprender y en el deseo de saber que la
anima, que hay cosas como valores, símbolos, técnicas, hechos que pueden ser sabidos y que
merecen serlo, que los hombres podemos mejorarnos unos a otros por medio del conocimiento. De
todas estas creencias optimistas puede uno muy bien descreer en privado, pero en cuanto intenta
educar o entender en qué consiste la educación, no queda más remedio que aceptarlas. Con
verdadero pesimismo puede escribirse contra la educación, pero el optimismo es imprescindible para
estudiarla y ejercerla (SAVATER, 1997).
El objetivo principal de la educación es promover el desarrollo personal de los alumnos, en todas sus
capacidades mentales: cognitivas, afectivas, morales y sociales, en la confianza y expectativa
optimista de conseguir, además de vidas personales más realizadas, una sociedad cada vez más
justa, solidaria y feliz. Estas metas educativas requieren necesariamente valores y actitudes
personales en el profesor: satisfacción con su quehacer, equilibrio emocional, autonomía intelectual,
compromiso moral.
Cuando mencionamos los diversos tipos de aprendizajes nos referimos a los aprendizajes de los
conocimientos propios de las diferentes materias y áreas disciplinares; pero también a los
aprendizajes
de procedimientos y estrategias; los aprendizajes para la convivencia, para el desarrollo personal,
cognitivo, afectivo, moral y social; los aprendizajes para desarrollar la autonomía y la autodisciplina y el
equilibrio emocional. Lo que anteriormente sintetizamos como: aprender a conocer, querer, sentir,
hacer, convivir, ser, y aprender sobre el conocer, querer y sentir.
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y las administraciones. Pero esta responsabilidad compartida no puede ser la excusa para que el
profesor no asuma su responsabilidad intransferible y se instale en sistemas de atribución
distorsionados, según los cuales se apropia de todos los éxitos, atribuyendo los fracasos a agentes
externos.
La complejidad de la función docente supone un gran esfuerzo continuado, una alta inversión de
recursos mentales y personales que difícilmente se ven compensados con incentivos razonables. De
ahí el profesor quemado, estresado, deprimido. Es preciso que el profesor se cuide a sí mismo si
quiere ser agente para el desarrollo de otras personas. El ajuste personal, equilibrio emocional,
bienestar, son condiciones personales necesarias para una buena práctica profesional.
Sentirse comprometido con un proyecto personal que se estima valioso, verse con recursos y
competencias para afrontarlo, valorar logros y éxitos razonables en su quehacer, son componentes de
la vivencia de bienestar y hasta de felicidad, que en cierta medida y en determinados tiempos, al
menos, han de estar presentes en la profesión docente. Se pueden diferenciar tres tipos de
orientaciones laborales: un trabajo, una carrera y una vocación. Un trabajo sirve para cobrar un sueldo
a final de mes y es un medio para lograr otros fines. No se espera de él otro tipo de compensación.
Una carrera implica una inversión profesional más profunda; si bien conlleva retribución económica,
también implica otros incentivos y gratificaciones como estima y consideración social, prestigio, poder.
La vocación es un compromiso apasionado con el trabajo por su valía. Las personas con vocación
consideran que su labor contribuye al bien general, algo que transciende al individuo. Tradicionalmente
se ha reservado tal calificación para profesiones como la religión, medicina, derecho y la educación.
Pero cualquier trabajo puede convertirse en una vocación, y cualquier vocación en un trabajo.
En ocasiones las emociones negativas, las frustraciones acumuladas, los fracasos y desilusiones,
tanto en la vida profesional como en la personal, apenas obstaculizan la razonable satisfacción en la
actividad docente; como si el profesor hubiera sido capaz de elaborar una coraza protectora ante las
condiciones tan adversas, y pudiera desarrollar una adaptación positiva a pesar del contexto de riesgo
en el que se desenvuelve. El profesor sigue animoso, comprometido. Otros profesores, por el
contrario, se desaniman, se desmoralizan, se vienen abajo, incapaces de afrontar con expectativas de
éxito las condiciones conflictivas de su quehacer profesional. También en estos casos las variables
extra–profesionales están muy presentes.
ACTIVIDAD No. 7
En equipo analizar y reflexionar sobre la lectura: Profesión de profesor, y luego formular un listado
de competencias éticas del profesor.
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Para una propuesta de formación ética en un país pluricultural como el nuestro, en el que convienen
además diferentes credos religiosos, se requiere de un consenso sobre el punto de partida para que
ésta no violente la riqueza de la diversidad cultural, respete a creyentes y no creyentes y; no se diluya
en un relativismo culturalista inféril. Desde este punto de vista, lo más universal es la existencia
humana.
Consideramos que son tres las dimensiones de la condición humana que tienen enorme importancia
para la reflexión ética:
a) Razonabilidad. Tiene que ver con la capacidad de dar significado a la vida a través del
lenguaje y la lógica. En el campo de la ética esta capacidad humana se expresa cuando las
personas rinden cuenta –usando el lenguaje, argumentando- de sus motivaciones y los fines de
sus elecciones, en especial cuando estas tienen consecuencias para la vida de otros seres
humanos. Ello implica la posibilidad de someter estas opciones a debate – cuando es pertinente –
en un espacio público.
c) Fragilidad. Nuestra vida expuesta a las consecuencias de las acciones propias y ajenas y esta
exposición nos hace vulnerables. Somos afectados por circunstancias externas de toda clase,
incluidos “el azar y la fortuna”.
Esta precariedad le otorga a la vida humana su sentido peculiar y hace que la reflexión ética sea un
elemento fundamental para garantizar la supervivencia. La experiencia más radical y común de
nuestra fragilidad es la muerte y en todas las culturas esta experiencia se ha convertido en fuente de
reflexión y normatividad.
A partir de estos tres elementos surge nuestra comprensión de la ética como reflexión crítica sobre los
principios y valoraciones que dan sentido a la vida y sobre las normas de convivencia que sostienen la
vida en común; una reflexión que permite el reconocimiento del otro como interlocutor válido y que
interpela, transforma y hace suyos esos principios y normas.
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REFLEXIÓN
CRÍTICA
VALORES
FUNDAME
N-
TALES
Sentido de
Vida
Interpreta Razonabilidad
VALORES
Transforma
Orientan la
NORMAS convivencia
COMPORTAMIENTO
ÉTICO
Los comportamientos éticos, junto con la argumentación, el razonamiento, las emociones y las
motivaciones que subyacen a ellos son importantes en la educación. Es por ello la presente
Propuesta no busca solo generar conductas sin una base reflexiva: importan las justificaciones que
están detrás de las acciones.
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desarrollan en los niños, jóvenes y profesionales integrándose tanto en sus juicios y razonamientos
como en sus acciones concretas y en los modos de interacción con los demás.
La propuesta asume que el crecimiento ético tiene una secuencia evolutiva y universal. Todos los
seres humanos tienen el potencial de desarrollar hasta los niveles más altos de razonamiento y
comportamiento éticos, pero este potencial requiere, para actualizarse, de ciertas condiciones sociales
como educación y estimulación.
Para el desarrollo ético es condición necesaria, aunque no suficiente, el desarrollo intelectual, para el
cual, a su vez, es indispensable un buen estado nutricional. Se sabe, por ejemplo, que el
funcionamiento cerebral es vulnerable frente a la ausencia de una alimentación adecuada, la que
afecta el desarrollo de ciertas habilidades, como las relacionadas con la memoria de trabajo. Hay una
relación importante entre el desarrollo intelectual y la capacidad de razonar tomando en cuenta
principios éticos universales y de actuar en función a ellos. En condiciones de extrema pobreza y en
las que los niveles de desnutrición son elevados y afectan el desarrollo de la inteligencia, podrá
resultar difícil lograr los más altos niveles de desarrollo ético.
Lawrence Kohlberg identificó tres niveles básicos de juicios morales, los cuales corresponden a
diferentes estadios de desarrollo de la capacidad de razonar. Kohlberg llamó y describió a estos
niveles como sigue:
a) Nivel Pre-Convencional. En este nivel los niños responden a las reglas culturales
sobre lo bueno y lo malo, pero interpretan estas reglas en términos de las consecuencias
concretas de las acciones, principalmente consecuencias físicas o hedonistas tales como
castigos, premios o intercambios de favores, o en términos del poder físico de aquellos que
enuncian las reglas. Esto quiere decir que los niños y niñas interpretan como malo o negativo una
acción que tiene un castigo, y como buena otra que no lo tiene, sin tomar en cuenta las
intenciones de las personas ni las consecuencias de la acción. Igualmente en esta etapa se suele
entender el respeto como obediencia unilateral a alguien (generalmente adulto) que es más
grande y fuerte que uno y que tiene poder para sancionar. La justicia usualmente se entiende
como retribución (“ojo por ojo, diente por diente”); es frecuente que los niños en esta etapa
consideren justo devolver la misma cantidad de golpes a alguien que los agredió primero. Desde
un punto de vista evolutivo, esta forma de razonamiento es normal; todos los niños pasan por este
estadio. Las edades para este nivel están ubicadas entre los 2 y 7 años aproximadamente,
aunque debido a la estimulación y otras condiciones ambientales, estas pueden variar.
c) Nivel Post- Convencional. En este nivel, denominado por Kohlberg “de principios”, hay
un esfuerzo por definir valores y principios, morales que tienen validez y aplicación con
independencia de la autoridad de los grupos o personas que mantienen tales principios, e
independientemente de la propia identificación de las personas con esos grupos. Las personas en
este nivel experimentan, por primera vez, la sociedad en la que viven como una más en un
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Los tres niveles anteriormente descritos no se centran en contenidos morales sino en la lógica con la
que las personas articulan sus argumentos y las consideraciones y puntos de vista que las personas
usan al resolver un problema ético.
Teniendo en cuenta, la propuesta que las metas de la formación ética son las siguientes:
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Como conclusión de los fundamentos de esta propuesta se entiende la formación ética de la siguiente
manera:
Los valores que a continuación se presentan son fruto de la construcción y reconocimiento colectivo
de las experiencias comunes a todos los seres humanos, es decir, de aquellos puntos que en un
dialogo democrático y plural admitidos como orientadores y generadores de personas éticas. Son
valores considerados universales por derivarse de la experiencia humana, y son los suficientemente
amplios como para representar a todo ser humano independientemente de sus diferencias y
particularidades. En las actuales circunstancias políticas y sociales por las que atraviesa el país, estos
cuatro valores dan fundamento a la reconstrucción de la democracia y representan una meta a
alcanzar.
Una persona ética es capaz de discernir y decidir por acciones cargadas de valores que contribuyen y
aportan a la construcción de una sociedad democrática justa e inclusiva. Los valores que la propuesta
incluye son los siguientes:
Estos cuatro valores, en constante relación e interdependencia, son fundamento de una conducta ética
capaz de construir una sociedad plural y democrática.
Se asumen estos valores teniendo en cuenta que existen diferentes modos de comprenderlos. Esto
quiere decir que como docentes, estamos llamados a dialogar y ser críticos de estas diferencias, y a
orientar en este sentido a nuestros estudiantes. La justicia por ejemplo, puede tomar diferentes formas
según la situación concreta. Así, en una determinada situación será justo aplicar un trato igualitario
(hacer nuestro mayor esfuerzo como docentes con cada uno de nuestros alumnos sin preferencias),
mientras que en otro lo justo será hacer distinciones (darle un apoyo adicional a un alumno con
dificultades de aprendizaje, o a otro que trabaja). La aplicación de estos valores a una situación
concreta, considerará siempre la dialéctica existente entre lo universal y lo particular, es decir,
considerará tanto la diversidad y el contexto social como los fundamentos universales de los valores
en tanto experiencia humana.
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La propuesta de Formación ética reconoce en la búsqueda de la verdad y del bienestar colectiva los
grandes imperativos de la vida social. En este sentido la justicia, el respeto por el otro, el
reconocimiento de la libertad de todo ser humano y la solidaridad para con otros seres vivientes son
valores que apuntan a conformar personas autenticas, probas y capaces de desenvolverse con
transparencia en cualquier contexto socio cultural. La verdad como fin superior subyace y da forma a
todos estos valores fundamentales. La verdad como tal estar siempre en un proceso constante de
construcción al que le vamos acercando gracias al ejercicio de los valores fundamentales.
Cuando el acto educativo deja de lado a la persona, cuando ella no es importante o sólo lo es desde
determinados aspectos (rendimiento académico, comportamientos esperados, habilidades deportivas,
aspectos físicos, entre otros) se les da una visión distorsionada de su valor como personas. No se
puede sacar a la persona como centro de la educación, se necesita comprender y ubicarla en su justo
lugar.
a) Unidad. Los seres humanos son uno, no una suma de partes, y funcionan integralmente y no
de manera fraccionada. Cuando los estudiantes piensan o resuelven determinados problemas,
al mismo tiempo sienten. Perciben, tienen varias reacciones fisiológicas, en otras palabras no
sólo ponen en práctica sus habilidades, sino también la armonía de su cuerpo.
b) Originalidad. Las personas provienen de un contexto familiar, social y cultural, que los hace
parte de una riqueza y de una serie de particularidades. La originalidad de la persona proviene
de sus características individuales y de lo que recibe del entorno. Cada persona es única, tiene
comportamientos que sólo le pertenecen a él o ella. Es posible imaginar entonces lo complejo
que es educar. Desde esta característica se debe evitar uniformizar a las personas,
desconociendo que su mayor riqueza es la diversidad: los seres humanos son iguales en
dignidad aun cuando son diferentes.
c) Complejidad. Las personas son producto de un conjunto de experiencias y de factores
(heredados y ambientales) que dan forma a su identidad. Cada estudiante es una persona
compleja, pues deviene de un entramado de factores. Esto exige al docente mucha atención y
comprensión para ser sensible y responder a esta complejidad en su labor pedagógica.
d) Perfectibilidad. Todas las personas son perfectibles y están en la búsqueda de nuevas
experiencias y saberes. Las ciencias de la educación, la ética, la filosofía, la religión, no
tendrán razón de existir sino es para explicar y preocuparse por el perfeccionamiento del ser
humano. El ser humano busca mejorar, y en ese sentido tiene la posibilidad de cambiar y de
perfeccionarse. La educación busca activar ese sentido de humanidad.
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Es así que podemos señalar que la ética interactúa en la organización hacia una premisa que las
personas con calidad humana dan lugar a una cultura de mayor calidad ética, ya que la cultura
depende de quienes forman la organización, de sus valores y de la facilidad con que los realizan
actuando bien.
El doctor J. Ferrater Mora en su tomo II conceptualiza la ética como la doctrina de las costumbres
sobre todo en las direcciones empiristas. La distinción aristotélica entre las virtudes éticas bajo el
calificado de su adjetivo: se trata de saber si una acción, una cualidad, una virtud o un modo de ser
son o no ética. Es así que las virtudes éticas para Aristóteles son aquellas que se desenvuelven en la
práctica que van a un fin, mientras los Dianoéticas son las virtudes propiamente intelectuales. En las
primeras se ubica nuestro objeto de estudio perteneciendo a las virtudes que sirven para la realización
del orden de la vida del Estado estas tienen un orden directo en la cultura y la profesionalización.
El doctor Jaime Rodríguez-Arana uno de los estudiosos contemporáneos señala que el reto que se
plantea hoy la ética, no es solo su divulgación, sino más su interiorización por el servidor público y su
aplicación en gestión siendo congruentes entre los pronunciamientos y sus hechos.
El maestro Oscar Diego Bautista señala que la ética en los servidores públicos no se reduce a una
lista de buenos principios, implica un cambio esencial en las actitudes de cada servidor público
traduciéndose en actos concretos orientados al interés y bien público, manifestándose en el ejercicio
de la virtud por parte de los servidores públicos, estando de acuerdo con el doctor Manuel Villoria
Mendieta quien resalta que a partir de la década de los setentas en EE UU, la ética en la
administración se ha transformado como una línea de investigación científica propiciando un
movimiento en la gestión pública del comportamiento humano.
“Estados Unidos ha pregonado por el mundo que las causas del subdesarrollo de países como México
se deben a la corrupción de sus gobernantes y empresarios; ahora muestran que en su casa también
sucede, pero en cantidades muy superiores”.
De lo expuesto podemos opinar que la ética vierte bajo dos premisas fundamentales: la formativa
(educación, capacitación, adiestramiento, autoaprendizaje) y el de transmisión familiar
(manifestándose en amamantamiento es decir, la ética se mama).
Es conveniente precisar que cuando hablamos de la ética lo hacemos con un sentido coloquial. Hoy
en día este concepto parece haberse convertido en sinónimo de bueno. Cuando calificamos algo como
ético estamos diciendo que es moralmente positivo. Para sustentar y argumentar el marco teórico
conceptual en torno a la ética es importante analizar las reflexiones siguientes: la ética era la reflexión
sobre la moral vivida. El doctor Fernando Savater hace una diferenciación de otros seres, vivos o
inanimados, resaltando que los humanos podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida,
para optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que parece
malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a
las aves, caballos o ardillas no les suele pasar. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que
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hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de
vivir si se prefiere, lo llamamos ética.
Ante esta problemática circunstancial se puede afirmar, que se está en crisis la cultura de la ética en la
administración pública manifestándose en un serio desquebrajamiento de los valores éticos, se ha
traspasado el umbral de la inmoralidad, o más certeramente, de que la amoralidad se ha perdido su
credibilidad ante los gobernados.
Frente a una situación de ese tipo surge el cuestionamiento inevitable: ¿qué condujo a ese
relajamiento moral, a esa decadencia de los valores manifestándose en la ética? ¿Cómo fue posible
llegar a un punto en el que ser corrupto no es oprobioso y el sentimiento de culpa es un gran ausente?
Como respuesta central pude afirmarse que situaciones como ésta son precedidas indefectiblemente
por un amplio espectro de impunidad, es decir, por un entorno en el que buena parte de los delitos de
corrupción no se investigan, no se detectan o no se castigan. En este contexto es altamente propicio
para que se configure y se consolide la cultura de la corrupción, que no es sino el conjunto de
pensamientos, creencias y hábitos que determinan las conductas corruptas y la percepción ciudadana
de que éstas no son del todo reprobables y tienen paliativos o excusas y en la realidad lo que se
manifiesta la falta de una cultura ética.
Un ataque a fondo para los servidores públicos estatales y municipales en torno del combate a la
corrupción se manifiesta en las siguientes acciones:
Para que exista una profesión desde una perspectiva ética es preciso que se contemplen en su
desempeño laboral las premisas siguientes:
El doctor Etienne Perrot al abordar uno de los tópicos más cuestionados por la sociedad civil y política,
la ética profesional señala: el único problema con el deber, es cumplirlo. Pero antes de cumplir con el
deber, es preciso resolver un problema previo: saber que el deber existe y cuál es, el objeto de estudio
en la deontología, que es la ciencia del deber.
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Con la deontología, la profesión busca resolver los dos principales problemas que se plantean a todo
grupo social:
El Dr. Fernando Savater plantea la siguiente Interrogante: ¿Es posible crear una ética para los
servidores públicos cuando en última instancia la ética es un problema fundamentalmente individual?
Aun en el caso en que una persona trabaje en la administración pública con una práctica ética
excelente, se encontrará en situaciones en las cuales debe tomar decisiones bajo su entera
discrecionalidad, sopesando los intereses de la organización ante todo pero guiándose por su propia
moral.
Estoy totalmente de acuerdo: que la ética es una práctica irrenunciablemente individual, intransferible,
íntima. Es el espacio personal en el que no existe castigo sanción, así como tampoco una obligación.
Cada cual decide qué es lo que quiere y lo que no quiere según su propia convicción.
De acuerdo con el Dr. Rodríguez Arana12 quien señala que el objeto de estudio de la ética pública son
los actos humanos del servidor público su objeto formal será la moralidad de esos actos, la
rectitud moral de la actuación en su gestión del servidor público, este debe de alinearse a los
principios de conducta ética que deben ser parte en la cultura de su profesionalización.
Los servidores públicos para su profesionalización deben de tener en cuenta los principios de
conducta general para su desempeño laboral y su cultura ética siendo éstos:
Desinterés personal
Integridad
Objetividad
Responsabilidad
Franqueza
Honradez
Toma de decisión
Todas las dependencias e instituciones públicas, deben establecer códigos de conducta que
incorporen estos principios y programas, acciones de difusión institucional que difundan la ética
pública que involucren y comprometan al servidor público y la ciudadanía al cambio.
Educación
Se deben promover convenios con Instituciones de Educación en sus diferentes niveles y actualizar la
normatividad de conducta para los servidores públicos bajo la orientación y formación, de sus cuadros
profesionales con una mística de la ética pública promoviendo incentivos, para los cursos, clases,
seminarios, talleres que evalúen la ética pública como una acción que coadyuve a contrarrestar la
corrupción.
Es así que la corrupción se presenta más en aquellas instituciones donde se tiene una carencia de
normatividad, controles administrativos y una cultura cívica política.
Propongo algunas acciones para combatir la corrupción siendo estas las siguientes:
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Por eso la administración pública y su enseñanza debe estar basada en valores, lo cual fijará un papel
importante en esta etapa de globalización de aquí que lo fundamental de estas reflexiones en esta
ponencia que es de gran interés en cualquier especialidad y espero contribuya a despertar conciencia
en diversos ámbitos pero sobre todo a comprometernos responsablemente en actuar públicamente
con una actitud ética y social para plantear una nueva cultura que será determinante en el futuro de
nuestro país y en el desarrollo de las sociedades en este milenio.
CONCLUSIÓN:
Entre las directrices teóricas que se consideraron para el diseño, las ideas de la filósofa
norteamericana Martha Nussbaum, en su obra Cultivating Humanity: A Classical Defense of Reform in
Liberal Education (1997), fueron seminales. En ella, la pensadora postula que toda educación que
realmente tenga sus ojos puestos en el siglo XXI, debe contemplar tres aspectos:
Desarrollar la capacidad de reflexión crítica de sí mismo y de sus tradiciones.
Que el alumno se vea a sí mismo no sólo como un ciudadano de su comunidad, sino como un
ser humano comprometido con el resto de la humanidad, empático y responsable de los otros a
través del conocimiento respecto a las culturas no occidentales, las minorías sociales,
culturales, religiosas, entre otras, y a la diversidad de género y orientación sexual.
Desarrollar la imaginación narrativa: la habilidad de poder imaginarse lo que es “estar en los
zapatos” de otra persona diferente a uno mismo, es decir, la habilidad de poder descifrar a los
otros a través de la imaginación.
Asimismo, se consideraron los planteamientos del sociólogo y pensador francés Edgar Morín,
contenidos en su texto Los siete saberes necesarios a la educación del futuro (1999), en relación
con los principios fundamentales que debe contemplar cualquier diseño curricular de formación
profesional:
Una educación que cubra la ceguera del conocimiento, al enseñar un saber que pueda
criticarse a sí mismo.
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Una educación que garantice el conocimiento pertinente, al promover una “inteligencia general”
apta para referirse al contexto, a lo global, a lo multidimensional y la interacción compleja de los
elementos.
Enseñar la condición humana: la educación deberá mostrar el destino individual, social, global
de todos los humanos y nuestro arraigo como ciudadanos de la Tierra.
Enseñar la identidad terrenal, a través de una perspectiva planetaria que es imprescindible en
cualquier esfuerzo educativo.
Enfrentar las incertidumbres. Enseñar que navegamos en un océano de incertidumbres en el
que hay algunos archipiélagos de certezas y no viceversa.
Enseñar la comprensión, la tolerancia y la apertura empática hacia los demás.
Enseñar la ética del género humano, al enfatizar que además de las éticas individuales, existe
una ética válida para toda la humanidad y que ésta es una exigencia de nuestro tiempo.
Por otra parte, se revisaron los esfuerzos de diseño curricular de algunas universidades de alto
prestigio que documentaron e hicieron público su proceso, como Harvard, Yale, Stanford y Princeton.
De sus ejemplos se observó lo siguiente:
Todas han incluido componentes de educación general y humanística en sus planes de estudio,
independientemente del área de especialización del alumno.
Todas favorecen el enfoque formativo frente al informativo, es decir, no saturar al alumno de
contenidos enciclopédicos, sino fomentar la reflexión en aras de lograr una visión humanista de
su realidad.
Todas procuran diseños de asignaturas con un enfoque interdisciplinario que abordan un campo
temático enfatizando diversas perspectivas.
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El Tecnológico de Monterrey, trabaja en todos sus campus en un proyecto de ética transversal para
tratar de construir una sociedad más justa, en la que los egresados de esta institución tengan las
competencias éticas que trasciendan su vida estudiantil y se constituyan en sello de su vida
profesional.
La ética transversal, tiene como objetivo examinar la dimensión ética en todas las profesiones
mediante cuestionamientos relacionados con situaciones específicas, utilizando la resolución
de dilemas éticos aplicados a las ingenierías, leyes, administración, sistemas, medicina, entre
otras áreas profesionales.
La meta es que los estudiantes, reconozcan la necesidad de utilizar el juicio ético aplicado a su
profesión, distingan alternativas posibles entre diversos cursos de acción, articulen los
valores, principios, derechos humanos y virtudes subyacentes en cada dilema y, finalmente,
que formulen un juicio ético aplicado a una solución de cada caso analizado en clase.
Dicha capacitación brindará a los docentes las herramientas indispensables para que en sus clases,
independientemente de la disciplina, incorporen reflexión ética aplicada a su profesión.
“La educación es un importante factor de desarrollo y su rol fundamental es ayudar al niño a actualizar,
“sacar afuera”, sus talentos y capacidades. Desde esta perspectiva, la verdadera educación consiste
en crear las condiciones necesarias para que las funciones cognitivas y afectivas de los niños y
jóvenes maduren y se desarrollen. Muchos autores, entre los que se encuentran Jean Piaget y
Lawrence Kohlberg, entendieron a la educación como el espacio por excelencia en el que los niños y
jóvenes desarrollan su pensamiento y su juicio ético, de tal manera que se vuelven cada vez más
capaces de hacer elecciones autónomas.
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Autonomía no es relativismo
Es importante señalar aquí que el concepto de autonomía debe diferenciarse del de relativismo. Estar
gobernado por uno mismo y construir la propia regla moral no quiere decir construirla de cualquier
manera, ni significa que cualquier regla moral que se le haya ocurrido a una persona es aceptable y
valiosa. Por el contrario, la autonomía, entendida como autodeterminación, requiere y conlleva
necesariamente la capacidad de argumentar y de rendir cuenta tanto de nuestras motivaciones como
de los fines de nuestras elecciones, desde un marco que reconozca principios éticos universalizables.
Esto es especialmente importante cuando estas elecciones tienen consecuencias para la vida de otras
personas, pues la autonomía implica también el reconocimiento de nuestra interdependencia.
Reconocer un principio ético universalizable implica que este principio puede considerarse válido para
todos, con independencia de los contextos y las particularidades de cada persona. El principio es
exigible en toda circunstancia. Como lo siguiente no puede exigirse a todos los seres humanos,
quedan fuera del ámbito de lo universalizable:
a) Las preferencias personales, aquello que es prerrogativa personal, por ejemplo, gustos e
inclinaciones arbitrarias, tales como preferir los helados de vainilla sobre los de chocolate,
querer pasar el tiempo libre leyendo o desear usar un determinado corte de pelo.
b) Las convenciones o acuerdos sociales a los que llega un grupo, por ejemplo, no permitir usar
falda a los varones en una determinada cultura, o considerar inadecuado vestirse de rojo
durante una ceremonia de velorio y entierro.
Ni las preferencias personales ni las convenciones sociales son universalizables debido a que no
pueden exigirse a todos los seres humanos. En el terreno de los gustos o preferencias individuales no
puede haber legislación ni regulación. Uno no puede estar equivocado, ni tener la razón sobre lo que
al otro le gusta o escoge como forma de organizar su vida, pues la organización de la propia vida y lo
que a cada persona le produce felicidad vale para cada uno y no puede exigirse a nadie más. En este
sentido, los valores personales expresan simplemente nuestras diferencias como personas, aquello
que nos gusta o que preferimos sobre otras cosas.
Por otro lado, en el terreno de los acuerdos o convenciones sociales las personas hemos creado
normas y reglas para convivir de manera razonable. Por ejemplo, tenemos reglas de cortesía, reglas
sobre cómo debemos vestir, y reglas de tránsito, las que son costumbres y normas socioculturales que
pueden ser modificadas si el grupo o la autoridad lo decidieran. Estas reglas o convenciones sociales
son de cierto modo arbitrarios, pues pueden modificarse por acuerdo o tradición; siempre podrá
llegarse a otros acuerdos, tener otras reglas, o seguir una tradición diferente.
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Respuestas de la psicología
Desde su perspectiva, la moral se conceptualiza como un sistema de reglas, cuya esencia debe
buscarse en el respeto que el individuo va adquiriendo y desarrollando hacia esas reglas.
A través de la observación directa del juego en los niños, Piaget llega a la conclusión de que existen
dos morales distintas, una moral de obligación o heteronomía, y una moral de cooperación o
autonomía, las que resultan del desarrollo del respeto mutuo entre los individuos. Por respeto mutuo
entiende Piaget el sentimiento recíproco por el cual cada individuo atribuye a los demás un valor
equivalente al suyo, considerándolos por ello como sus iguales. Este es el proceso que permite al niño
aceptar las consignas y reglas -por ejemplo, las reglas de un juego- como producto de un acuerdo
entre sus miembros y jugar cooperativamente. El respeto mutuo engendra la moral de cooperación.
1) Nivel Pre-Convencional: a este nivel los niños responden a las reglas culturales sobre lo
bueno y lo malo, pero interpretan estas reglas en términos de las consecuencias concretas de las
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Los niños que están en el nivel pre-convencional perciben a los problemas morales desde los
intereses concretos de las personas involucradas en ellos. Para ellos lo correcto suele ser lo que uno
siente y desea. Los niños y niñas en esta etapa no han desarrollado aún un concepto pleno de los
principios que hacen que algo sea correcto e incorrecto y, al tener limitaciones para entender la
perspectiva de las otras personas, están motivados en su toma de decisiones, principalmente, por sus
propias necesidades. En general, para juzgar las acciones suelen no tomar en cuenta las intenciones
de las personas, ni las consecuencias que la acción tiene (por ejemplo, si produce malestar o hace
daño a otros) para los demás o para ellos mismos.
2) Nivel Convencional: en este nivel, mantener las expectativas de la propia familia, grupo o
nación se percibe como valioso en sí mismo, independientemente de las consecuencias inmediatas y
obvias. La actitud no solamente es de conformidad a las expectativas personales y al orden social
sino también de lealtad hacia él, una actitud de mantenimiento, apoyo y justificación de este
orden, y de identificación con las personas y grupos que están involucrados en él.
Es muy común que los niños de este estadio consideren que la fidelidad a sus amigos (el grupo de
pares) es más importante que el respeto a una norma. Por ayudar a un compañero o por cumplir con
lo que sus amigos esperan de ella o él, los niños y las niñas van muchas veces en contra de lo que los
docentes esperan o lo que piden las normas escolares. Una situación frecuente es, por ejemplo,
dejar copiar en un examen para ayudar a sus amigos a aprobar el curso.
Dado a que este estadio es parte del desarrollo, resulta muy importante que los docentes
comprendan que su labor formadora consiste en ampliar el punto de vista de los estudiantes para
ayudarlos a reconocer los diferentes elementos presentes en las situaciones que viven.
Por ejemplo, el docente puede ayudar al estudiante a reconocer la necesidad de convivir
armónicamente en un grupo, los sentimientos que puede provocar en el docente el comportamiento
de los estudiantes, el sentido de las normas o los efectos a largo plazo de la cultura del plagio y de la
copia.
A medida que maduran en su desarrollo, los adolescentes pueden llegar a razonar desde un punto de
vista legal. Esto implica ser capaces de reconocer la importancia de las leyes y normas.
Sin embargo, muchos de ellos pueden interpretarla literalmente, y tener dificultades para analizar
su sentido, sobre todo, cuando esta entra en conflicto con un derecho humano o un principio moral
fundamental. En este caso, la labor docente debe enfocarse a construir con los estudiantes un punto
de vista más amplio que no solo incluya las normas y leyes y la necesidad de obedecerlas sino sobre
todo, el sentido de las normas y los principios morales que deberían sustentarlas.
3) Nivel Post-Convencional: a este nivel, denominado por Kohlberg “de principios”, hay un
esfuerzo claro por definir valores y principios morales que tienen validez y aplicación con
independencia de la autoridad de los grupos o personas que mantienen tales principios, e
independientemente de la propia identificación de las personas con esos grupos.
Lo importante de este nivel es que en él, las personas logran percibir la sociedad en la que viven no
como la única ni como la mejor, sino como una más en un conjunto de sociedades posibles. De esta
manera, logran reconocer la importancia de los acuerdos sociales y, más adelante, pueden asumir un
punto de vista universal basado en principios morales universalizables para juzgar los conflictos
éticos.
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Como ya hemos visto, el desarrollo moral es un proceso complejo que involucra varios aspectos. El
razonamiento moral es uno de los aspectos más importantes. El razonamiento moral es un aspecto
cognitivo del desarrollo moral de las personas que también involucra aspectos afectivos, tales como la
empatía, la vergüenza y otras emociones morales y aspectos de construcción de la propia identidad.
Con esto en mente, podemos decir que la educación moral no es simplemente la clarificación de los
gustos o preferencias individuales, ni tampoco la adquisición simple de las normas sociales. Por el
contrario, una educación que apunte a lograr un verdadero proceso de desarrollo moral debe tomar en
cuenta:
a) Los esfuerzos que hacen los estudiantes para razonar tomando en cuenta valores contradictorios
y las necesidades de las personas.
b) La calidad de las relaciones colectivas establecidas y el tipo de disciplina empleada en la escuela.
Desde esta perspectiva, la educación moral enfatiza la reflexión, el razonamiento, la toma de roles, la
deliberación, la resolución de problemas y la capacidad para hacer elecciones autónomas.
La mejor manera de construir autonomía desde la institución educativa es creando una escuela
democrática en la que todos, docentes y estudiantes, tengan voz y voto y participen de un ejercicio
constante de toma colectiva de decisiones. Como veremos en la tercera parte de este fascículo, el
clima moral de una institución educativa es análogo al clima social de cualquier otra institución, es
decir, un clima basado en el tipo de relaciones entre las personas, la distribución del poder y la clase
de procesos empleados para la toma de decisiones. Para lograr una auténtica educación moral, la
institución educativa debe convertirse en una comunidad política y, en la medida de lo posible, regirse
por medios democráticos. Es importante incorporar a los estudiantes en la toma de decisiones
respecto a eventos de la vida real, especialmente acerca de la organización y vida de la institución
educativa.
El manejo de la disciplina
Los tipos de sanciones que se usan en la institución educativa pueden contribuir o no al desarrollo de
la autonomía. La disciplina moral es una disciplina que educa, que está orientada a que los
estudiantes entiendan el porqué de su conducta y el sentido de las normas. No se trata solamente de
modificar conductas ni de hacer que obedezcan las reglas por temor, sino de lograr que generen y
vayan interiorizando las normas y se hagan responsables de su propio comportamiento. Se enfatiza el
rol del estudiante en el proceso de disciplina y en la búsqueda de soluciones para los conflictos.
Todos aquellos recursos que otorgan responsabilidad al estudiante para el manejo de su propio
comportamiento colaboran en la construcción de una disciplina adecuada. Por ejemplo, si en un aula
hay dos estudiantes que son muy buenos amigos pero que se distraen cuando están juntos porque
conversan demasiado, interrumpiendo el trabajo propio y el de los demás, el docente puede verse
tentado a usar su autoridad para castigar a los estudiantes, ponerles un jalado en conducta, o
separarlos de alguna manera dentro del aula. Sin embargo, una mejor alternativa es razonar con ellos,
hacer que se den cuenta de que su conducta representa un problema colectivo (distraen a los demás,
perturban el trabajo en grupo, etcétera) y llegar juntos a soluciones que se probarán luego para
evaluar su funcionamiento.
Ya en 1932, Piaget planteaba seis tipos de “sanciones” orientadas a fomentar la autonomía, es decir,
la generación de normas colectivas y la construcción de responsabilidad. Estas “sanciones”, que él
llamaba “sanciones por reciprocidad”, van unidas a la cooperación, y ya no revisten un carácter
puramente externo, sino que se interiorizan en la medida que los sujetos van comprendiendo los lazos
de reciprocidad que los unen a sus semejantes. Lo importante es que no existe aquí una creencia
absoluta en la sanción, sino que lo importante es subsanar los lazos de reciprocidad que han sido
deteriorados. Los seis tipos de sanciones por reciprocidad, que fomentan la autonomía de las
personas, son los siguientes:
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Exclusión temporal o permanente del grupo: el propio grupo decide que la persona que ha
cometido la falta no puede formar parte del grupo.
Recurrir a las consecuencias directas y materiales del acto: por ejemplo, no tener pan para
desayunar cuando no se ha querido ir a comprarlo.
Privar al culpable de lo que está abusando: por ejemplo, quitar al niño(a) el objeto que ha
maltratado, hasta que él mismo decida que puede jugar con dicho objeto de manera
adecuada.
Reciprocidad simple: hacer al niño lo mismo que ha hecho, cuando esto sea posible.
Restitución: reparar la falta, por ejemplo, ayudar al estudiante a arreglar el cuaderno de un
compañero que rompió.
Censura: explicar por qué ha roto el lazo de solidaridad y por qué la conducta que ha tenido
afecta al grupo y la confianza que este tenía en ella o él.
El tipo de disciplina que rige en la escuela puede contribuir al
desarrollo moral de los estudiantes o, al contrario, dificultarlo.
7.7.2. El clima moral institucional y la construcción de comunidad
Si revisamos los lineamientos de política educativa 2004-2006 del Ministerio de Educación del Perú,
veremos que un aspecto importante de dichos lineamientos es la noción de comunidad, la que está
inmersa en el marco más general de búsqueda de valores democráticos y de educación intercultural.
La construcción de ideales comunitarios y el desarrollo de una verdadera comunidad en las
instituciones educativas son metas que muchos proyectos educativos intentan alcanzar, pues la
comunidad tiene un significado muy especial en educación. La búsqueda de comunidad es uno de los
grandes fines educativos no solo en el Perú sino internacionalmente, pues diversos autores y
diferentes propuestas educativas plantean que las escuelas deberían ser comunidades, y más
específicamente, comunidades morales.
Pero, ¿qué entendemos por comunidad? Aunque el concepto de comunidad es complejo y tiene
diferentes significados que han ido cambiando a lo largo de la historia, siguiendo a Bellah y
colaboradores (1985)7, pensamos que: “una comunidad es un grupo de personas que son
socialmente interdependientes, que participan juntos en discusiones y en la toma de
decisiones, y que comparten ciertas prácticas que definen a la comunidad y son
alimentadas por esta. Tal comunidad no se forma rápidamente. Casi siempre tiene una
historia y por eso es una comunidad de la memoria, definida en parte por su pasado y la
memoria de su pasado”
Si analizamos este concepto de comunidad, veremos que esta requiere de una organización social e
institucional en la que todos sus miembros compartan tradiciones y se adscriban a un relato general
acerca de los fines de la vida, y por consiguiente, acerca de los fines del proyecto (en este caso, el
proyecto educativo) que emprenden en común. Por supuesto, esto no quiere decir que los miembros
de la comunidad no tengan desacuerdos; por el contrario, los desacuerdos –que siempre existen- se
canalizan a través del diálogo constructivo, y tienen cabida en el seno de una comunidad que
reconoce que sus miembros son todos importantes. Lo esencial para una comunidad son las
relaciones que se construyen dentro de ella.
“La Educación Encierra un Tesoro”, informe de la Comisión Internacional sobre la educación para el
siglo XXI de la UNESCO, afirma que la educación se basa en cuatro pilares: aprender a conocer,
aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. Tomando como base esta propuesta,
enfatizamos en esta unidad los últimos dos pilares: aprender a vivir juntos y aprender a ser. Además
de formar personas competentes en el conocer y el hacer, resulta urgente y fundamental formar
personas capaces de comprender al otro, de respetar su dignidad como ser humano y valorar su
diversidad. Además, se necesitan personas con las habilidades necesarias para vivir en sociedad,
respetando el pluralismo y ejerciendo responsablemente su libertad.
Podemos concluir entonces que el aprender a vivir juntos, el aprender a convivir, descansa en el
sentido de responsabilidad de cada persona. Y este sentido de responsabilidad debería acompañar a
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los docentes en su práctica educativa, pues son ellos los llamados a, precisamente, construir con los
estudiantes esta capacidad de convivir armónicamente, democráticamente, tanto en el aula y en la
institución educativa como fuera de ella, en la “Aldea Planetaria” de la que nos habla el informe de la
UNESCO.
Con toda seguridad, en tu quehacer del día a día te has encontrado más de una vez con situaciones
que te han exigido detenerte a pensar en qué curso de acción debes tomar, pues la profesión docente
está llena de ejemplos de situaciones que exigen de los docentes reflexión ética y deliberación.
Nel Noddings8 (1984, 1992), una reconocida filósofa de la educación, plantea que cualquier propuesta
educativa debe basarse en una ética de la preocupación o del “cuidado por el otro”. Esta ética se
entiende como una tendencia a responder a las necesidades legítimas de los demás, una actitud que
centra al “otro” en el foco de nuestras motivaciones. Para los docentes, el mostrar preocupación
genuina por los otros es condición fundamental de su ejercicio profesional. Este sentimiento de
preocupación genuina por los demás contribuye a construir el sentido de comunidad al interior de las
instituciones educativas. Son, finalmente, las interacciones diarias cara a cara las que dan
significado a la labor educativa y construyen un sentido de comunidad.
Como miembros de la comunidad y como resultado de los encuentros diarios al interior de ella, los
docentes influyen en la vida moral de los estudiantes. La docencia es, fundamentalmente, un
encuentro personal con los estudiantes, un encuentro de dos personas, el(la) docente por un lado y
el(la) estudiante por el otro. Noddings plantea que una cualidad de la ética del cuidado es la llamada
confirmación del otro. Confirmación quiere decir atribuir el mejor motivo posible a las acciones de
los demás, de acuerdo siempre con las circunstancias y contextos. Por ejemplo, si descubrimos a un
estudiante copiando en un examen, o ayudando a otro a copiar, en lugar de responder con
desconfianza hacia el estudiante y sus motivaciones, podríamos confirmarlo, es decir, atribuirle la
mejor motivación posible, y en lugar de sancionarlo inmediatamente, podríamos empezar el diálogo
con él o ella diciendo: “sé que es muy importante para ti pasar este examen...” o “entiendo que quieres
mucho a Juan y quieres ayudarlo a salir bien en esta prueba...”. De este modo, el docente está
aceptando que los estudiantes están en una búsqueda sincera y constante de sí mismos, y que sus
comportamientos, aun aquellos que nos parecen inadecuados o que van en contra de las reglas,
tienen una razón de ser que reclama reconocimiento. Confirmar significa entonces atribuir el mejor
motivo posible a las acciones deACTIVIDADES
los otros, estimulando
No. 8 de esta manera lo que hay de más bueno y
mejor en cada ser humano. Por supuesto, no se trata de alabar ingenuamente a los (las) estudiantes o
deEnpasar por alto
equipos sus yerrores,
analizar sino acerca
reflexionar de llegar
defondo de las motivaciones
los fundamentos para reconocerlas,
de la formación y razonar
ética y la educación
con ellos desde allí.
en valores, y luego desarrollar lo siguiente:
La ética, como una rama de la filosofía, está considerada como una ciencia normativa, porque se
ocupa de las normas de la conducta humana. Las ciencias sociales, sin embargo, incluyendo la
psicología, chocan en algunos puntos con los intereses de la ética ya que ambas estudian la conducta
social. Por ejemplo, las ciencias sociales a menudo procuran determinar la relación entre principios
éticos particulares y la conducta social, e investigar las condiciones culturales que contribuyen a la
formación de esos principios.
Los filósofos han intentado determinar la bondad en la conducta de acuerdo con dos principios
fundamentales y han considerado algunos tipos de conducta buenos en sí mismos o buenos porque
se adaptan a un modelo moral concreto. El primero implica un valor final o summun bonum, deseable
en sí mismo y no sólo como un medio para alcanzar un fin. En la historia de la ética hay tres mode los
de conducta principales, cada uno de los cuales ha sido propuesto por varios grupos o individuos
como el bien más elevado: la felicidad o placer; el deber, la virtud o la obligación y la perfección, el
más completo desarrollo de las potencialidades humanas. Dependiendo del marco social, la autoridad
invocada para una buena conducta es la voluntad de una deidad, el modelo de la naturaleza o el
dominio de la razón. Cuando la voluntad de una deidad es la autoridad, la obediencia a los
mandamientos divinos o a los textos bíblicos supone la pauta de conducta aceptada. Si el modelo de
autoridad es la naturaleza, la pauta es la conformidad con las cualidades atribuidas a la naturaleza
humana. Cuando rige la razón, se espera que la conducta moral resulte del pensamiento racional.
Ahora bien, ¿Cómo lograr el cumplimiento de esta tarea? ¿Qué criterios se deben tener respecto a los
valores y cómo fortalecerlos a través del proceso pedagógico profesional de las escuelas politécnicas?
Estos son algunos de los problemas centrales de la Pedagogía Profesional, teniendo en cuenta que en
visitas de Entrenamiento Metodológico Conjunto (EMC) realizadas por este autor a diversas escuelas
politécnicas de la provincia Holguín se ha detectado que éstos son, precisamente, algunos de los
aspectos más olvidados en el proceso de enseñanza-aprendizaje, es decir, en la clase.
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En el país existen sólidos y valiosos aportes a la teoría de los valores, sin embargo, aún es insuficiente
la correspondencia existente entre los logros científicos y su concreción en la práctica pedagógica
profesional de las escuelas politécnicas.
Los educadores debemos ser conscientes de que la modernidad y la postmodernidad han puesto en
crisis todas las certezas y por consiguiente las concepciones éticas con fundamentos sobrenaturales, y
los valores como algo fijo y eterno. El "ser" del hombre se concibe hoy como un permanente "hacerse",
o como dice el existencialismo "la esencia del hombre es su existencia", es decir, que la esencia no
nos es dada de antemano y para siempre, sino que somos nosotros mismos quienes, a través del
diario quehacer, vamos poco a poco construyendo nuestra esencia, nuestra humanidad. Enfoque
valiosísimo que ayuda a tomar más en serio, y con mayor preocupación la educación, y en particular la
educación ética. Frente a los numerosos desafíos del porvenir, la educación constituye un instrumento
indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia
social.
Necesitamos educar en la Ética de la responsabilidad, ésta es complemento de la libertad. El ser
humano es el único ser conocido hasta hoy que puede asumir responsabilidades. Somos
responsables tanto de lo que hacemos como de lo que dejamos de hacer, y esto, independientemente
de si hay alguien -ahora o en el futuro- que nos pudiera hacer responsables. La responsabilidad para
el hombre existe con o sin Dios, y naturalmente, con o sin tribunales terrestres. "Somos responsables
no sólo de algo sino ante algo", "ante una instancia" que nos obliga a justificarnos. Esta instancia,
como se dice cuando se deja de creer en la divinidad, es la conciencia moral". Pero somos también
responsables ante quienes conviven con nosotros, ante la familia, ante la sociedad, porque el ser
humano no es una isla, no está sólo en el mundo, sus actos, aún los que considere absolutamente
privados, tienen consecuencias sociales.
La ética precisamente empieza cuando el hombre es capaz de aceptar que "no todo le da igual". La
vida humana es elección permanente, es un proceso de apropiación de posibilidades, y el éxito está
en elegir o más apropiado desde el fondo de nosotros mismos, es decir, con responsabilidad. "En
apropiarse de las mejores posibilidades vitales para forjarse un buen carácter consiste la sabiduría
moral, y a esa necesidad originaria de elegir llamamos libertad en un sentido básico. Puesto que
estamos "condenados" a ser libres, a tener que elegir, lo más inteligente es hacer buenas elecciones,
forjarse un buen carácter, que es en fin de cuentas en lo que consiste ser bueno". El "todo vale" es la
mayor señal de deshumanización de una cultura, una sociedad o un pueblo.
Valorar es definir prioridades, y sobretodo jerarquizar. La valoración como capacidad humana se
explica porque el hombre es una "naturaleza posible", es decir abierto, no una mera necesidad
ambivalente y unívoca. La naturaleza humana, como antaño lo señala Aristóteles, es potencial. El
hombre, es libertad; suele identificarse con humanidad. El hombre no es sólo lo que es, "es alguien en
potencia, capaz de llegar a ser", es un ser que está permanentemente construyéndose, un ser capaz
de perfeccionamiento.
Los psicólogos actuales tienden a aceptar la teoría pragmática de la voluntad. Consideran la voluntad
como un aspecto o cualidad de la conducta, más que como una facultad diferenciada: es la persona la
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que dispone. Este acto de voluntad se manifiesta: primero, en la fijación del interés sobre metas más o
menos distantes y modelos y principios de conducta abstractos hasta cierto punto; en segundo lugar,
al ponderar vías alternativas de acción y efectuar acciones deliberadas que parecen mejor calculadas
para servir a principios y metas específicos; tercero, en la inhibición de impulsos y hábitos que
pudieran distraer la atención, o entrar en conflicto con un principio o un fin, y, por último, en la
perseverancia frente a obstáculos y frustraciones en la persecución de metas y en la adhesión a
principios establecidos previamente.
Entre los defectos comunes que pueden conducir a la debilidad de la voluntad figuran la ausencia de
objetivos que exijan esfuerzo o de ideales y modelos de conducta que merezcan ser considerados,
atención vacilante, incapacidad para resistir los impulsos o romper hábitos, y la incapacidad para
decidir entre alternativas o asumir una decisión, una vez tomada.
Dentro de los derechos de los ciudadanos consagrados en las constituciones cabe citar, asimismo, los
siguientes: derecho a contraer matrimonio; derecho a la propiedad privada y a la herencia; derecho de
fundación; derecho a la negociación colectiva laboral entre los representantes de los trabajadores y
empresarios. Los textos constitucionales hacen referencia también, en ocasiones, a derechos
económicos y sociales. En este campo, cabe hablar de las siguientes cuestiones: protección de la
familia, los hijos y las madres; redistribución equitativa de la renta; régimen público de Seguridad
Social; derecho a la protección de la salud; derecho a la cultura; derecho a un medio ambiente
adecuado; derecho a disfrutar de una vivienda digna.
Como es lógico, el reconocimiento de una libertad ilimitada haría imposible la convivencia humana, por
lo que son necesarias e inevitables las restricciones a la libertad individual. La libertad se define como
el derecho de la persona a actuar sin restricciones siempre que sus actos no interfieran con los
derechos equivalentes de otras personas.
La naturaleza y extensión de las restricciones a la libertad, así como los medios para procurarlas, han
creado importantes problemas a los filósofos y juristas de todos los tiempos. Casi todas las soluciones
han pasado por el reconocimiento tradicional de la necesidad de que exista un gobierno, en cuanto
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grupo de personas investidas de autoridad para imponer las restricciones que se consideren
necesarias. Más reciente es la tendencia que ha subrayado la convivencia dé definir legalmente la
naturaleza de las limitaciones y su extensión.
La Revolución francesa, definió la libertad como un derecho natural del hombre a actuar sin
interferencias de ninguna clase, al tiempo que estableció la necesidad de limitaciones a la libertad para
con ello procurar la existencia de una organización social propia. Enterrada la teoría del origen divino
del poder real, las nuevas teorías ponían el fundamento del poder en el pueblo, y destacaban que la
tiranía comienza cuando, ignorando esa procedencia, se violan los derechos individuales. En la
Revolución Francesa se encuentra el origen ideológico de la Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano, que sirvió como modelo para la mayoría de las declaraciones sobre la libertad
adoptadas por los Estados Europeos del siglo XX.
De esta forma, la libertad de expresión guarda estrecha relación con la libertad de enseñanza
(derecho a enseñar y a aprender sin imposiciones estatales), la libertad de cátedra (derecho del
maestro o profesor a exponer los conocimientos sin interferencias estatales ni sujeción a doctrinas
más o menos oficiales) y la libertad de información (derecho a recibir y difundir información libremente
y por cualquier medio, sin censura previa ni instrucciones).
En nuestra época la problemática de los valores ha adquirido una relevancia de primer orden, y está
en el centro de agudas disquisiciones teórico-filosófica. Ante las preguntas: ¿Puede el hombre hallar la
solución al conflicto que durante milenios ha tenido con su propia esencia? ¿Podrá el hombre
realmente llegar a ser feliz? ¿Cuándo el hombre será hermano del hombre y no su lobo? Las
respuestas menudean, y por supuesto, son múltiples los puntos de vista en dependencia de la
concepción del mundo de quien interprete este fenómeno; respuestas a veces con un marcado énfasis
reaccionario.
El problema incide en que el hombre moderno inmerso en su vorágine, que ha traído como resultado
la formación de un mundo unipolar a cuya cabeza se encuentra el país más poderoso y agresivo del
planeta, la situación del mal llamado fin de la guerra fría, la desideologización de las relaciones
internacionales, el proceso de globalización y la política neoliberal de algunos estados del tercer
mundo, llega uno a preguntarse si existe algo en el ser humano indestructible que le permita
establecer un diálogo fraterno con sus semejantes y al mismo tiempo dar su vida por los mismos.
Uno de los propósitos esenciales de nuestra educación es formar un hombre con principios y valores
que les permitan enfrentar las complejas situaciones, asimilar los cambios y buscar soluciones acer-
tadas a los problemas complejos del mundo moderno.
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La formación moral no puede ser impuesta al hombre desde el exterior, requiere de cierto sistema
individual de valores, puntos de vista ideales, los cuales se exigen en el sujeto de forma determinada y
que en la misma medida que revelen sus relaciones con los que le rodean, reflejen además un sistema
individual de significados, modelos a seguir, los que consecuentemente deben ser la guía de la
actuación. La moral, como forma de la conciencia social, origina en el hombre motivaciones decisivas
que permiten orientar su conducta hacia objetivos concretos. Su particularidad específica, como forma
de la conciencia social, está dada en que refleja los vínculos del ser social, sus relaciones con las
demás personas, la actitud del individuo, ante el trabajo, el colectivo y todo lo que le rodea, es decir,
hacia su entorno natural y social.
El término ecología fue acuñado por el biólogo alemán Ernst Heinrich Haeckel en 1869.
Ecología, significa estudio de la relación entre los organismos y su medio ambiente físico y biológico.
El medio ambiente físico incluye la luz y el calor o radiación solar, la humedad, el viento, el oxígeno, el
dióxido de carbono y los nutrientes del suelo, el agua y la atmósfera. El medio ambiente biológico está
formado por los organismos vivos, principalmente plantas y animales. Debido a los diferentes enfoques
necesarios para estudiar a los organismos en su medio ambiente natural, la ecología se sirve de
disciplinas como la climatología, la hidrología, la física, la química, la geología y el análisis de suelos.
Para estudiar las relaciones entre organismos, la ecología recurre a ciencias tan dispares como el
comportamiento animal, la taxonomía, la fisiología y las matemáticas.
El creciente interés de la opinión pública respecto a los problemas del medio ambiente ha convertido la
palabra ecología en un término a menudo mal utilizado. Se confunde con los programas ambientales y
la ciencia medioambiental. Aunque se trata de una disciplina científica diferente, la ecología contribuye
al estudio y la comprensión de los problemas del medio ambiente.
ACTIVIDADES No. 9
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BIBLIOGRAFÍA:
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