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Escrito en un bosque
¡Feliz yo que en redor el tropel de los necios no veo!
Aquí tiendo a los aires serenos la limpia mirada
y respira mi pecho más libre que dentro de los muros
do se esconde el engaño ruin y a horrenda miseria.
¡Hora grata y feliz! Cual se ve a separados amantes
arrojarse impacientes en brazos el uno del otro,
asi, hirviente de gozo, lanceme hacia el seno del bosque;
Corrí a ti, soledad, con el ansia de darme una fiesta.
Y otra vez los he hallado a los buenos, los viejos amigos;
Los hallé donde estaban. Las acancha y copudas encimas,
aquí yérguense regias cual siempre; su sombre derraman
en inmóvil y densa falange, las viejas encinas.
Cada vez que cercanos os ve, milenarias encina,
se descubre, al pasar por aquí, el cazador, temeroso
de la vieja leyenda que diz que las frondas sombrías
a los héroes cobijan, que en lides cruentas cayeron
en las férreas edades remotas. -¡Silencio! ¿Qué escucho
¿Qué susurra allá abajo en el seno del negro follaje
¡No te acerques, no turbes mi canto, profano! Mas mira,
mira allí ¡qué magnífico! Un hato de ciervos paciando,
la testuz coronada por alta y gentíl cornamenta,
poco a poco comina a la fuente en el valle escondida.
Ya otra vez me conozco a mí mismo; de súbito siento
en mi pecho extinguirse del todo el misántropo orgullo.
¡Ah, si nunca en mi vida los viera esos tétricos muros
dp se esconde el engaño ruin y la horrenda miseria!...
Escrito en un bosque
¡Feliz yo que en redor el tropel de los necios no veo!
Aquí tiendo a los aires serenos la limpia mirada
y respira mi pecho más libre que dentro de los muros
do se esconde el engaño ruin y a horrenda miseria.
¡Hora grata y feliz! Cual se ve a separados amantes
arrojarse impacientes en brazos el uno del otro,
asi, hirviente de gozo, lanceme hacia el seno del bosque;
Corrí a ti, soledad, con el ansia de darme una fiesta.
Y otra vez los he hallado a los buenos, los viejos amigos;
Los hallé donde estaban. Las acancha y copudas encimas,
aquí yérguense regias cual siempre; su sombre derraman
en inmóvil y densa falange, las viejas encinas.
Cada vez que cercanos os ve, milenarias encina,
se descubre, al pasar por aquí, el cazador, temeroso
de la vieja leyenda que diz que las frondas sombrías
a los héroes cobijan, que en lides cruentas cayeron
en las férreas edades remotas. -¡Silencio! ¿Qué escucho
¿Qué susurra allá abajo en el seno del negro follaje
¡No te acerques, no turbes mi canto, profano! Mas mira,
mira allí ¡qué magnífico! Un hato de ciervos paciando,
la testuz coronada por alta y gentíl cornamenta,
poco a poco comina a la fuente en el valle escondida.
Ya otra vez me conozco a mí mismo; de súbito siento
en mi pecho extinguirse del todo el misántropo orgullo.
¡Ah, si nunca en mi vida los viera esos tétricos muros
dp se esconde el engaño ruin y la horrenda miseria!...
Escrito en un bosque
¡Feliz yo que en redor el tropel de los necios no veo!
Aquí tiendo a los aires serenos la limpia mirada
y respira mi pecho más libre que dentro de los muros
do se esconde el engaño ruin y a horrenda miseria.
¡Hora grata y feliz! Cual se ve a separados amantes
arrojarse impacientes en brazos el uno del otro,
asi, hirviente de gozo, lanceme hacia el seno del bosque;
Corrí a ti, soledad, con el ansia de darme una fiesta.
Y otra vez los he hallado a los buenos, los viejos amigos;
Los hallé donde estaban. Las acancha y copudas encimas,
aquí yérguense regias cual siempre; su sombre derraman
en inmóvil y densa falange, las viejas encinas.
Cada vez que cercanos os ve, milenarias encina,
se descubre, al pasar por aquí, el cazador, temeroso
de la vieja leyenda que diz que las frondas sombrías
a los héroes cobijan, que en lides cruentas cayeron
en las férreas edades remotas. -¡Silencio! ¿Qué escucho
¿Qué susurra allá abajo en el seno del negro follaje
¡No te acerques, no turbes mi canto, profano! Mas mira,
mira allí ¡qué magnífico! Un hato de ciervos paciando,
la testuz coronada por alta y gentíl cornamenta,
poco a poco comina a la fuente en el valle escondida.
Ya otra vez me conozco a mí mismo; de súbito siento
en mi pecho extinguirse del todo el misántropo orgullo.
¡Ah, si nunca en mi vida los viera esos tétricos muros
dp se esconde el engaño ruin y la horrenda miseria!...
�Feliz yo que en redor el tropel de los necios no veo!
Aqu� tiendo a los aires serenos la limpia mirada y respira mi pecho m�s libre que dentro de los muros do se esconde el enga�o ruin y a horrenda miseria. �Hora grata y feliz! Cual se ve a separados amantes arrojarse impacientes en brazos el uno del otro, asi, hirviente de gozo, lanceme hacia el seno del bosque; Corr� a ti, soledad, con el ansia de darme una fiesta. Y otra vez los he hallado a los buenos, los viejos amigos; Los hall� donde estaban. Las acancha y copudas encimas, aqu� y�rguense regias cual siempre; su sombre derraman en inm�vil y densa falange, las viejas encinas. Cada vez que cercanos os ve, milenarias encina, se descubre, al pasar por aqu�, el cazador, temeroso de la vieja leyenda que diz que las frondas sombr�as a los h�roes cobijan, que en lides cruentas cayeron en las f�rreas edades remotas. -�Silencio! �Qu� escucho �Qu� susurra all� abajo en el seno del negro follaje �No te acerques, no turbes mi canto, profano! Mas mira, mira all� �qu� magn�fico! Un hato de ciervos paciando, la testuz coronada por alta y gent�l cornamenta, poco a poco comina a la fuente en el valle escondida. Ya otra vez me conozco a m� mismo; de s�bito siento en mi pecho extinguirse del todo el mis�ntropo orgullo. �Ah, si nunca en mi vida los viera esos t�tricos muros dp se esconde el enga�o ruin y la horrenda miseria!...