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Resumen
En este estudio se analizan los efectos de la tipicidad en la memoria de testigos. Si las personas poseen conoci-
mientos previos de los delitos típicos: guiones para las acciones y estereotipos sobre los atracadores, y los usan para
comprender y recuperar un suceso, su memoria puede incluir también información típica, pero falsa. En un estu-
dio normativo previo se determinaron las acciones implicadas en el atraco a un banco y las características de los
atracadores y, después, se seleccionó una secuencia de un atraco a un banco. Conjugando los datos normativos y
los contenidos del atraco, se elaboró una prueba de reconocimiento con acciones del suceso y características de los
atracadores verdaderas y falsas, de tipicidad alta y baja. Se reconocieron mejor las acciones y las características
de los atracadores de tipicidad alta que baja, pero al mismo tiempo los contenidos con tipicidad alta generaron
una gran proporción de falsas alarmas. Así, los conocimientos previos parecen relevantes para el funcionamiento
cognitivo, favorecen, pero también pueden sesgar la memoria de los testigos de un suceso.
Palabras clave: Falsas memorias, guiones, estereotipos, memoria de testigos.
Agradecimientos: Esta investigación ha sido subvencionada mediante el proyecto BSO2000-1417 del Ministerio
de Ciencia y Tecnología. Agradecemos las sugerencias de dos revisores anónimos del artículo.
Correspondencia con las autoras: Malen Migueles. Facultad de Psicología. Universidad del País Vasco. Avda.
Tolosa, 70. 20018 San Sebastián. E-mail: pbpmisem@ss.ehu.es.
Original recibido: Mayo, 2004. Aceptado: Julio, 2004.
© 2004 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0210-9395 Estudios de Psicología, 2004, 25 (3), 331-342
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Introducción
Nuestro sistema cognitivo está equipado con estructuras organizadas en
forma de esquemas que representan nuestro conocimiento, experiencia y expec-
tativas. Estos esquemas que nos ayudan a planificar, comprender, codificar y
recuperar información también pueden provocar errores. De hecho, la activa-
ción de esquemas, y la memoria semántica en general, puede influir en la recu-
peración de contenidos episódicos y ser un componente poderoso en la apari-
ción de falsas memorias (Roediger y McDermott, 2000). Por ejemplo, los cono-
cimientos previos pueden inducirnos a reconocer objetos típicos inexistentes en
una escena (Brewer y Treyens, 1981; Miller y Gazzaniga, 1998), a aceptar
acciones no presentadas en narraciones basadas en guiones de actividades coti-
dianas, como ir a un restaurante (Bower, Black y Turner, 1979), a reconocer
acciones consistentes con el esquema no ejecutadas en el transcurso de una acti-
vidad diaria, como impartir una clase (Nakamura, Graesser, Zimmerman y
Riha, 1985; Neuschatz, Lampinen, Preston, Hawkins y Toglia, 2002), o inclu-
so a identificar como propias experiencias autobiográficas coherentes con
hechos pasados pero que no hemos vivido (Barclay y Wellman, 1986). Estas
ilusiones de memoria derivan de la activación automática de representaciones
almacenadas para esas situaciones. Guían el procesamiento, pero contenidos del
esquema y hechos reales acceden a la memoria con la misma rapidez, pudiendo
atribuir erróneamente esa fluidez (Jacoby, 1991; Kelley y Rhodes, 2002) a un
encuentro previo con esos contenidos, siendo difícil diferenciar entre memorias
verdaderas y falsas, por lo que reciben confianza alta cuando se pide a los sujetos
que valoren la veracidad de sus recuerdos.
Estas falsas memorias son el producto indeseable, pero posiblemente inevita-
ble, de un sistema de memoria de gran capacidad, pero necesariamente flexible
y adaptativo, y por tanto sujeto a errores (Schacter, 1999). Su estudio puede
ayudarnos a entender de forma más completa y global la estructura y funciona-
miento de la memoria. Además, aunque en la vida cotidiana las ilusiones de
memoria tienen escasa repercusión, pueden tener importantes implicaciones
para la memoria de testigos. Cuando nos enfrentamos a hechos complejos que
se producen de forma rápida e inesperada (por ejemplo: robos, asaltos o atracos)
nuestros esquemas de conocimiento pueden ayudarnos a su comprensión y
codificación, pero también pueden generar errores (Loftus, 1979). Al recuperar
un suceso lo relevante es conocer qué ha pasado, información que queda recogi-
da principalmente en las acciones que capturan la secuencia de hechos y la esen-
cia del acontecimiento, y determinar las características de las personas autores
de esos delitos. Nuestro objetivo es analizar los efectos de los conocimientos
previos, guiones o scripts para las acciones y estereotipos para los autores de los
delitos, en el reconocimiento de un suceso, en este caso un atraco a un banco
presentado en vídeo. Con este propósito se realizó un estudio normativo para
determinar la tipicidad de las acciones implicadas en un atraco a un banco y de
las características de los atracadores. Teniendo en cuenta los contenidos del
suceso y los datos normativos, se elaboró una prueba de reconocimiento con
acciones del suceso y características de los atracadores verdaderas y falsas de
tipicidad alta y baja. La tipicidad de los contenidos puede promover la recupe-
ración pero también sesgar nuestra memoria. Para determinar en qué casos los
errores tienen para los sujetos la misma naturaleza episódica que la información
presentada, constituyendo falsas memorias, también se analizó la experiencia
subjetiva que acompaña a la recuperación a través de la confianza en la respues-
ta.
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Diseño
Se aplicó un diseño factorial 2 (Contenidos: acciones, atracadores) x 2 (Tipici-
dad: alta, baja) con medidas repetidas en ambos factores. La memoria del suceso
se evaluó a través de una prueba de reconocimiento verbal Verdadero / Falso.
Además, los participantes debían valorar la confianza en sus respuestas para cada
ítem.
Materiales
Para determinar la tipicidad de los contenidos del atraco a un banco previa-
mente se realizó un estudio normativo. En este estudio participaron 80 alumnos
de Psicología de la Universidad del País Vasco, 72 mujeres y 8 varones con eda-
des comprendidas entre 18 y 45 años (M = 20,56 años; DT = 3,85). En primer
lugar los estudiantes, en grupos de 15 a 20 personas, dispusieron de 10 minutos
para listar por orden cronológico las acciones más comunes o típicas que tienen
lugar cuando se produce un atraco a un banco. Seguidamente, para determinar
los estereotipos o ideas preconcebidas sobre las características de los atracadores,
se les pidió una descripción detallada de un atracador de bancos típico. Para evi-
tar descripciones imprecisas y con pocos detalles, en cinco apartados y en forma-
to narrativo, se les solicitaba información sobre las características globales (edad,
sexo, estatura, constitución y aspecto físico), aspectos de la cabeza (cara, pelo,
ojos, nariz, boca), ropa, calzado y complementos, carácter y personalidad, y otros
rasgos que quisieran mencionar.
Dos jueces codificaron las acciones y la descripción del atracador típico de
acuerdo con su frecuencia de producción. En las acciones se agruparon paráfrases
y sinónimos, pero las acciones generales (p.e., amenazar al cajero: 12,5 %), accio-
nes específicas (p.e., amenazar al cajero con un arma: 37,5 %) y acciones que
incluían detalles diferenciados (p.e., amenazar al cajero para que abra la caja fuer-
te: 11,25 %) no se incluyeron en la misma categoría. Para ambos contenidos
(acciones y características de los atracadores) se siguió el criterio planteado por
Bower et al. (1979) y adoptado por otros autores (p.e., García-Bajos y Migueles,
2003; Holts y Pezdek, 1992) y se consideraron de tipicidad alta aquellos conte-
nidos mencionados por al menos el 25% de los sujetos. Para la tipicidad baja se
seleccionaron las ideas o características listadas por menos del 5% de los partici-
pantes, pero en ningún caso discrepantes con el suceso o los atracadores.
Cuando se dispuso de los datos normativos, se seleccionó un extracto de 5
minutos de duración del capítulo Asalto a un banco de la serie de acción de televi-
sión Medicopter. El vídeo presentaba un atraco a un banco perpetrado por dos
varones, que simulaba bien un suceso real y no incluía situaciones llamativas que
pueden desvirtuar la naturaleza del acontecimiento (véase Tuckey y Brewer,
2003b). La película se inicia con el robo de un coche en una gasolinera y la llega-
da de los atracadores al banco. Tras esperar al furgón con el dinero entran al
banco y ejecutan el robo. Mientras uno de los atracadores se encarga del dinero,
el otro controla y vigila a la gente que se encuentra en el banco. Tras un disparo
donde hieren a un guardia de seguridad, cogen el dinero y huyen en el coche.
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Procedimiento
Para realizar el experimento en grupos pequeños, los 48 alumnos se dividie-
ron en 4 grupos. Antes de presentarles el suceso se les pidió que prestaran aten-
ción a la película porque posteriormente serían evaluados. Después de ver el
vídeo recibieron dos tareas distractoras. Primero realizaron una prueba de fluidez
verbal. Debían escribir el mayor número posible de palabras que empezasen por
la letra p en cinco minutos. Después completaron una prueba de percepción de
diferencias. Consistía en señalar en 60 conjuntos de tres caras esquemáticas la
que era distinta a las otras dos, disponiendo de tres minutos. En conjunto, con la
presentación, ejemplos y realización de las tareas distractoras transcurrieron 15
minutos. Antes de iniciar la tarea de reconocimiento se informó a los participan-
tes que en el cuadernillo había 32 frases divididas en dos bloques, uno para las
acciones y otro para los atracadores, que las frases podían ser verdaderas o falsas
en función del suceso presentado y que para responder se basaran exclusivamente
en lo que habían visto en el vídeo. Por último, completaron a su propio ritmo,
sin límite de tiempo, la tarea de reconocimiento, determinando si cada frase era
verdadera o falsa y valorando en cada caso la confianza en su respuesta en una
escala que iba de 1 (ninguna seguridad) a 5 (seguridad total). La duración aproxi-
mada de la sesión experimental fue de 30 minutos.
Resultados
Reconocimiento
La proporción de aciertos, falsas alarmas y las puntuaciones A’ y B’’D (véase la
Tabla I) se analizaron a través de cuatro AVARs 2 (Contenido: acciones, atracado-
res) x 2 (Tipicidad: alta, baja). Utilizamos las puntuaciones A’ como estimadores
no paramétricos de la sensibilidad (Snodgrass y Corwin, 1988). Sus valores se
distribuyen entre 0 y 1, donde puntuaciones de 0,5 representan un rendimiento
al azar y valores superiores reflejan mayor sensibilidad y exactitud. Las puntua-
ciones B”D (Donaldson, 1992) indican el criterio de respuesta que adoptan los
sujetos. Sus valores se distribuyen entre –1 y +1. Puntuaciones de 0 señalan un
criterio de respuesta neutral, valores positivos un criterio más estricto o conser-
vador y puntuaciones negativas un criterio de respuesta laxo o liberal.
Aciertos. La proporción de aciertos fue mayor para las acciones (M = 0,81) que
para las características de los atracadores (M = 0,71) [F(1, 47) = 14,19; p <
0,001]. Respecto a la tipicidad, hubo más aciertos con información de tipicidad
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Acciones Atracadores
Tipicidad alta Tipicidad baja Tipicidad alta Tipicidad baja
Confianza
Los participantes valoraron la confianza en la respuesta para las acciones y las
características de los atracadores en una escala de 1 (ninguna seguridad) a 5
(seguridad total). En la tabla II se presentan los resultados para los aciertos y las
falsas alarmas. Como puede verse, no todos los participantes tuvieron respuestas
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en todas las categorías; aspecto que queda reflejado en los grados de libertad de
los análisis de varianza.
La confianza fue mayor en las acciones (M = 3,90) que en las características de
los atracadores (M = 2,70), [F(1, 47) = 119,37; p < 0,001] y en la información
de tipicidad alta (M = 3,62) que baja (M = 3,03), [F(1, 47) = 31,93; p < 0,001],
tanto para las acciones (tipicidad alta = 4,26; baja = 3,90) [F(1, 47) = 12,42; p =
0,001] como para los atracadores (tipicidad alta = 2,97; baja = 2,53) [F(1, 46) =
15,56; p < 0,001]. Por tanto, la confianza se corresponde con el rendimiento de
los participantes en la tarea de reconocimiento. Y la confianza también fue
mayor en los aciertos (M = 3,65) que en las falsas alarmas (M = 3,01) [F(1, 47) =
49,74; p < 0,001], tanto para las acciones ( aciertos = 4,30; falsas alarmas = 3,5)
[F(1, 46) = 24,50; p < 0,001] como para las características de los atracadores
(aciertos = 3,00; falsas alarmas = 2,51) [F(1, 44) = 29,51; p < 0,001]. Así, glo-
balmente, la confianza también parece corresponderse con la exactitud en el
reconocimiento.
TABLA II
Confianza media (rango 1-5) y número de sujetos (entre paréntesis) con respuestas en cada categoría
Acciones Atracadores
Tipicidad alta
Aciertos 4,49 (48) 3,30 (47)
FAs 4,04 (47) 2,64 (43)
Tipicidad baja
Aciertos 4,12 (47) 2,68 (47)
FAs 2,96 (22) 2,38 (26)
Discusión
En este experimento hemos analizado para un mismo suceso, un atraco a un
banco, la memoria de las acciones y de las características de los autores del delito.
En general, como se esperaba, los participantes reconocieron mejor y con mayor
confianza las acciones que las características de los atracadores. Estos resultados
son consistentes con los datos obtenidos en estudios previos. Los testigos de
sucesos reales (Woolnough y MacLeod, 2001) y los participantes en experimen-
tos de laboratorio (Migueles y García-Bajos, 1999) centran sus informes en las
acciones del suceso, aportando pocos detalles de los autores. Cuando se hacen
preguntas específicas para ampliar esos aspectos (Yuille y Cutshall, 1986) el por-
centaje de detalles referidos a las personas sigue siendo menor y con peor exacti-
tud que las acciones. E incluso utilizando pruebas de recuerdo con clave y reco-
nocimiento (Migueles y García-Bajos, 2002) el rendimiento es peor para las per-
sonas que para las acciones del suceso. Posiblemente porque fijarse en las
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Apéndice
Datos normativos para las acciones y las características de los autores de un atraco a
un banco
Acciones % Atracadores %