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CULTURA VOCACIONAL Y ORGANIZACION PASTORAL

Hay dos desafíos que nos presenta la PV hoy en día podemos decir que
son: la renovación de la cultura vocacional y la organización eclesial.

Son temas que veremos primero en manera particular para luego ver su
necesaria vinculación.

El tema de la cultura vocacional ya ha sido tratado ampliamente, en


particular por Juan Pablo II, pero resaltaremos algunos aspectos
fundamentales.

Llamamos cultura vocacional al “clima”, el “humus” de donde surgen las


vocaciones. Es el ambiente ordinario, donde se vive y se escucha la Palabra
Viva que nos alimenta, orienta e interpela a responderle con nuestro sí. Una
“tierra” donde de modo común la pregunta por el sentido de la vida, por el
destino, la búsqueda y vivencia de la propia misión en la vida, es moneda
corriente.

La cuestión no es ya, qué tengo que hacer por el Reino, sino entender
de modo ordinario la vida que la vida es un don que ha sido dado y en
agradecimiento lo debo entregar.

Cuando esto es vivido, rezado, madurado en el silencio de la


contemplación, cuando voy ayudando a leer al otro su vida en el plan de Dios,
cuando comienzo a mirar al mundo con la compasión de Jesús, surge la
certeza de que la vida, el mundo, la vida de las personas, es tierra de misión.

Este concepto de la vida, se transforma en una forma de trabajo, en una


dinámica pastoral. Esta cultura vocacional, se transforma en acciones
concretas que definen un modo de ver el Evangelio, la Iglesia, mi comunidad,
mi vida, la existencia de las personas y mi lugar en el mundo.

Una cultura vocacional traducida en trabajo pastoral se procurará que las


personas puedan encontrar el sentido de la vida; en que cada persona pueda
descubrir su vida como misión. Desarrollará una particular atención a las
familias, que es desde donde se alimenta y madura la vocación de las
personas. Acompañará a los padres en el desarrollo de sus hijos en este
ámbito, concientes de que es en ese pequeña iglesia donde germina el camino
de la vocación.

Una comunidad que vive este valor buscará acompañar a los jóvenes a
descubrir sus dones, la presencia de Dios en su historia, a tener un cierto juicio
crítico sobre el mundo, llegar a verlo a la luz del Evangelio, su misión y el
desafío que este le presenta.

Crear una cultura vocacional nos propone un ideal de comunidad.


Comunidad, en definitiva, que entiende como algo ordinario que cada uno debe
descubrir su misión en la vida y así construir su proyecto de vida, según el
Señor le va indicando.
Una comunidad que profundiza en la experiencia de la alegría de una
vida entregada, donde cada uno vive su vocación con alegría y plenitud, y
donde pastoralmente se profundiza en este misterio de la vida de la fe.

En esta misma línea, podemos hablar de la promoción de las


vocaciones: una comunidad que se precia de trabajar por las vocaciones,
promoverá con un justo equilibrio, las vocaciones y presentará en un correcto
planteo pastoral la amplitud de vocaciones y hablará sin prejuicios de las
vocaciones de especial consagración, las cuales son más complejas de
comprender en nuestros días.

La cultura vocacional, genera en el corazón del creyente que la


realización del llamado del Señor se vea como posible.

Por otro lado, una consecuencia obvia, es que todo esto debe estar
organizado.

Sin un proyecto común es difícil crear este clima o cultura vocacional. Y


al hablar de proyecto no nos referimos a obras faraónicas, sino a planteos
básico, a objetivos básicos, ya sea en el plano teórico como práctico, que en
este tipo de pastorales tenemos que lograr acordar. La falta de una estrategia
común multiplica el trabajo y nos lleva al agotamiento.

Al no tener un mismo hablar, en referencia a la PV, caemos en diferentes


planteos y diferentes perspectivas pastorales, lo cual le quita peso al trabajo en
sí.

Hay que agregar, que al ponernos objetivos, priorizamos el trabajo,


acordamos un mismo camino y mensaje.

Esto tenemos que pensarlo a nivel diocesano, a nivel decanato y a nivel


parroquial.

Esta estrategia de trabajo, esta cultura vocacional hecha practica, se


vive en la comunidad concreta, allí donde una comunidad se reúne a vivir el
Evangelio.

Por eso uno de los servicios más grande que tiene que realizar el que
trabaja en la animación de PV es el de animar a agentes pastorales, coordinar
tareas, iluminar con principios teóricos que fundamenten el trabajo, plantear
perspectivas pastorales concretas.

La desorganización y el desconocimiento es causa, también de


desafección de las vocaciones. Que en una comunidad, pasen jóvenes y por
falta de comunicación o conocimiento de estos valores básicos, un joven no
pueda ser acompañado, es un pecado pastoral que no nos podemos permitir.

Muchas veces la diferencia de conceptos (por ejemplo ¿a qué nos


referimos cuando hablamos de vocación?) genera que en una parroquia,
comunidad, o diócesis, directamente no se trabaje sobre el tema o que se
trabaje solamente para una vocación específica, lo cual trae aparejado
innumerables problemas.

En muchos lados, se han elaborado muy buenos materiales sobre


discernimiento y acompañamiento, pero la falta de conocimiento del mismo y
la falta de una práctica pastoral vocacional, hace estéril dicho material, ya que
lo que no se ha creado es una cultura vocacional, que mueva el interior de una
comunidad.

El circunscribir la vocación a la necesidad de cubrir vacantes o limitar la


dimensión vocacional a una sola vocación específica, crea ansiedad en
aquellos que son responsables de dicha tarea e indiferencia en aquellos que no
se sienten implicados en la misma.

Como hemos dicho, una de las tareas fundamentales de la Pastoral


Vocacional es el servicio de a comunión, cooperando con pequeños elementos
que iluminen el trabajo pastoral de las comunidades. Acompañar con algunos
planteos teóricos que amplíen el horizonte de los que están directamente
implicados en el trabajo pastoral. Animar a los agentes pastorales a ampliar la
mirada y a mostrar, a partir de acciones concretas, que el trabajo vocacional no
es un trabajo imposible de realizar, propiedad exclusiva de algunos o limitado a
aquellos que tengan un determinado carisma.

Es obra de la Iglesia: todos los que fuimos llamados ahora tenemos


como misión llamar a otros.

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