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IMPACTO MEDIOAMBIENTAL

Las plantas termoeléctricas de biomasa comparten características similares con


las centrales eléctricas convencionales alimentadas con combustibles fósiles:
ambas implican la combustión de materias primas para generar electricidad. Por
lo tanto, también presentan inconvenientes similares en tanto a emisiones a la
atmósfera y uso del agua. Por el contrario, la gran diferencia entre ambas es que
las materias primas de las centrales termoeléctricas de biomasa pueden ser
producidas de manera sostenible, mientras que los combustibles fósiles son no
renovables.

Los recursos naturales para la producción de biomasa son muy diversos: desde
cosechas específicas para su aprovechamiento energético, hasta residuos
agrícolas y ganaderos, materia procedente de bosques y residuos urbanos.
Dependiendo de cada uno de ellos y de los modos como se obtengan, su
impacto sobre el medio ambiente variará considerablemente.

Uso del agua

Las plantas de biomasa requieren prácticamente la misma cantidad de agua para


enfriamiento que una planta térmica a base de carbón. Aunque la cantidad final
depende mucho de la tecnología de enfriamiento que utilicen. Si son plantas que
se abastecen del agua de fuentes naturales de alrededor, la usan directamente
y la devuelven tal cual (refrigeración de circuito abierto), su consumo es mucho
mayor que aquellas que reutilizan el recurso hídrico mediante sistemas de
recirculación (circuito cerrado con aerocondensador).

La mayoría de plantas termoeléctricas son de refrigeración por ciclo cerrado, ya


que a pesar de que las de ciclo abierto son más económicas, presentan un
mayor impacto ambiental. En cualquier caso, siempre se devuelve una cierta
cantidad de agua al medio ambiente y ésta tiene una temperatura mayor que el
agua que se toma en origen, afectando a la vida vegetal y animal. Al igual que
las plantas térmicas convencionales, los efectos sobre el medio natural deben
vigilarse y monitorizarse
Además, en algunos casos se emplea agua en el riego de los cultivos para
aprovechamiento como biomasa con el fin de garantizar su producción y
rentabilidad. La cantidad necesaria depende mucho de cada especie vegetal, el
tipo de suelo, clima y temperatura.

En zonas donde por su climatología no son necesarios riegos de apoyo, no


supone un problema. Pero en zonas dedicadas a regadío, además pueden
aparecer problemas de contaminación de las aguas como resultado de la
escorrentía de suelo y nutrientes. Por ello, deben aplicarse técnicas de cultivo
apropiadas con el fin de minimizar estos impactos.

Emisiones a la atmósfera

La combustión de biomasa para producir energía puede afectar a la calidad del


aire. Las emisiones a la atmósfera asociadas en las plantas termoeléctricas
dependerá del tipo de materia prima, la tecnología de combustión, dispositivos
de control de las emisiones que tengan instalados. Los contaminantes más
abundantes son óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre, monóxido de carbono y
partículas. Sin embargo, es cierto que la combustión de la biomasa produce
emisiones menores de dióxidos de azufre y mercurio que el carbón.

Los óxidos de nitrógeno son menores también que los procedentes de la


combustión del carbón pero mayores que si se usa gas natural como
combustible. Estos gases emitidos a la atmósfera incrementan los niveles de
ozono o smog, que afecta a la salud de las personas provocando asmas,
bronquitis y otras afecciones respiratorias crónicas. Además, junto al dióxido de
azufre, contribuyen a la aparición de la lluvia ácida. Hoy en día, mediante la
instalación de sistemas como precipitadores electrostáticos o la combustión en
lecho fluidificado, contribuyen a una reducción importante de las emisiones
procedentes de las plantas termoeléctricas de biomasa.
Uso del suelo

Cuando se crean específicamente cultivos para su aprovechamiento como


biomasa se produce un impacto sobre el uso del suelo. Si la materia prima
utilizada procede de restos de cultivos agrícolas o forestales, el impacto es
prácticamente inexistente sobre este recurso a no ser que se obtengan de forma
no adecuada, en cuyo caso podrían contribuir a la degradación de los hábitats.

El manejo de los suelos cuando se extrae biomasa debe garantizar la fertilidad


del terreno y la prevención de la erosión. Cuando la biomasa se extrae de
terrenos forestales, se debe garantizar la sostenibilidad de estos ecosistemas
con el fin de evitar la destrucción de los hábitats y garantizar la salud y
biodiversidad de los bosques.

Otro aspecto a tener en cuenta es el hecho de que muchos cultivos destinados


a la obtención de biomasa para la producción eléctrica o de biocombustibles,
desplazan cultivos destinados a la alimentación (humana y/o animal). Dado que
la alimentación es necesaria, se deben destinar nuevos terrenos naturales para
la obtención de alimentos o intensificar los cultivos existentes, lo que conlleva
normalmente mayor erosión del suelo y eutrofización

Una buena solución sería aplicar las mismas técnicas de cultivo sostenible
empleadas en los cultivos tradicionales, como la rotación de cultivos, control
integrado de plagas y manejo adecuado del suelo. Muchos cultivos de tipo
perenne para aprovechamiento energético pueden ser de hecho una buena
alternativa para el agricultor que hace rotaciones o que buscan minimizar
tiempos de laboreo, o estabilizar ciertos suelos que estén degradados.

Efecto sobre el calentamiento global

Ya hemos visto que la combustión de biomasa conlleva unas emisiones a la


atmósfera: También durante su cultivo, cosecha y transporte hasta las plantas,
se producen emisiones de efecto invernadero.
Hasta hace poco se consideraba que la biomasa era una energía totalmente
limpia que no contribuía con emisiones a la atmósfera, ya que el carbono
producido en la combustión se correspondía con el fijado en las materias primas
y se consideraba que el balance neto era cero. Pero en algunos casos no es del
todo cierto.

Las fuentes para biomasa más beneficiosas incluyen aquellas que no compiten
por la obtención de alimentos, por ejemplo, las procedentes de los restos
agrícolas, recursos forestales obtenidos de forma sostenible o residuos urbanos.
Si todos estos restos orgánicos terminasen en un vertedero, terminarían
produciendo metano en su descomposición, por lo que emplearlas para la
obtención de energía, no contribuye con la generación de este gas de efecto
invernadero.

En cambio, cuando la biomasa procede directamente de prácticas como la


deforestación de bosques y selvas, o la transformación de ecosistemas silvestres
en nuevas tierras de cultivo, se produce un gran impacto ambiental. Un bosque
o terreno natural fija mayor cantidad de carbono que un cultivo medio. No
obstante, si ese cultivo de biomasa se realiza sobre terrenos baldíos, la fijación
de carbono en este último caso es favorable en la obtención de biomasa para
aprovechamiento energético.

Por todo ello, estimar si un cultivo para biomasa contribuye al calentamiento


global o no es complicado y debe estudiarse en cada caso.

Sin embargo, de forma general, se considera que las emisiones de CO 2 a la


atmósfera procedentes de la biomasa son mucho menores que las generadas a
partir del gas natural, carbón o cualquier otro combustible fósil y por tanto su
impacto sobre el medio ambiente puede considerarse mucho menor.
AHORRO ENERGETICO

La biomasa resulta mucho más que una apuesta por la sostenibilidad y el


ecologismo en nuestra forma de obtener energía térmica, también supone un
ahorro económico para los usuarios.

Según los últimos estudios que se han realizado sobre la rentabilidad y el


funcionamiento de las calderas de biomasa, éstas proporcionan unos ahorros
energéticos en el ámbito doméstico de más del 50% frente a otros combustibles
tradicionales.

Ahorrar con biomasa

El ahorro energético implica un ahorro


económico ya que la biomasa
está relacionada con un menor consumo y
mayor eficiencia térmica, pero también
cuenta con incentivos económicos por
parte de las administraciones para la
instalación de éstos sistemas energéticos
en las viviendas. A esto hay que añadir la investigación constante por parte de
empresas como Uponor para ofrecer materiales de difusión del calor con unas
prestaciones térmicas que garantizan las mínimas pérdidas caloríficas durante
el recorrido del agua calefactada.

El Observatorio Nacional de Calderas de Biomasa asegura que en España


hay instalados casi 4.000 MW para usos térmicos con biomasa en la actualidad.
Con los cálculos sobre emisiones, se ha llegado a la conclusión de que España
podría llegar a ahorrar casi 840 millones de euros por derechos de emisión
gracias a la biomasa.

Los derechos de emisión es una estrategia comunitaria europea para afrontar


los objetivos 2020 frente a eficiencia y contaminación, al igual que la nueva
Directiva Ecodiseño ErP 2015 que entra en vigor el 26 de septiembre y afecta de
lleno a los equipos de producción de energía térmica con biomasa, como
explica Wolf Ibérica.

Fósiles Vs Biomasa

Los biocombustibles no son una fuente de energía nueva: han estado siempre
presentes en la historia, pero a partir de la Revolución Industrial los combustibles
fósiles se abrieron paso quitando terreno a la biomasa. En los últimos tiempos
se ha acontecido el efecto contrario: los combustibles generados a partir de
biomasa han ganado terreno frente a los combustibles fósiles.

Los biocombustibles, además de ser una fuente de energía renovable, son más
baratos que los combustibles fósiles, menos contaminantes y tienen
repercusiones positivas a nivel social, porque se generan en los campos y
montes de cada territorio. Contando con recursos propios para generar
biocombustible en nuestra geografía no tiene sentido traerlos del exterior, dado
que el pago en concepto de transporte no compensa el ahorro energético.

Según datos del informe de precios de combustibles y carburantes del


IDAE,existe una diferencia de casi el 60% entre producir energía térmica con
gasóleo (8,21 c€/kWh) frente al péllet de madera a granel (3,38). Por lo que
ahorrar con pellets es posible, como nos informa BioEnergy Barbero.
Ahorro doméstico con biomasa

Las calderas que funcionan mediante biocombustibles se pueden utilizar en


viviendas unifamiliares, bloques de viviendas, redes de climatización, edificios
públicos,..; existen empresas de ingeniería especializadas en biomasa
como HCIB que estudian en profundidad cada caso para adaptarse a los
requerimientos energéticos.

A partir de un estudio pormenorizado, se puede llegar a obtener un alto


rendimiento, confort y un importante ahorro en combustible. Además, se calcula
que una caldera de biomasa, se amortiza entre 4 y 5 años, sin contar las ayudas
económicas que reducirían el plazo de amortización.
aplicaciones

Las instalaciones de producción energética con biomasa se abastecen de una


amplia gama de biocombustibles, desde astillas de madera y residuos forestales,
hasta cardos y paja, pasando por huesos de aceituna y cáscaras de almendra.
Esta heterogeneidad de origen, también se observa en el aprovechamiento
térmico y/o eléctrico de la biomasa, como por ejemplo calefacción y producción
de agua caliente en el sector doméstico, calor para procesos industriales o
generación de electricidad. Nos interesa destacar tres grupos de tecnologías
para el aprovechamiento energético de la biomasa:

1.- Combustión directa para producción de calor

La utilización de la biomasa para obtener calor es tan antigua como las primeras
hogueras de leña que utilizaron los hombres prehistoricos como sistema único
de calefación en sus cuevas. Después de miles de años, parece que esta
tecnología puede ser parte de la solución al grave problema que plantea la
utilización de combustibles fósiles.
La biomasa puede alimentar un sistema de climatización (calor y frío) igual que
si se realizara con gas o gasóleo.Existe una gran variedad de biocombustibles
sólidos que pueden ser utilizados en sistemas de climatización de edificios. Entre
ellos destacan: pelets, astillas, huesos de aceitunas, cáscaras de frutos secos
(almendras, piñones), etc. Actualmente disponemos de tecnologías fiables y a
costes competitivos que hacen de la biomasa un fuerte competidor del gas
natural y los derivados del petróleo.
Los sistemas de climatización alimentados con biomasa son respetuosos con el
medioambiente, no generan olores como el gasóleo, ni se pueden producir
escapes peligrosos como el gas. Su operación y mantenimiento son muy
sencillos, ya que incorporan
sistemas de control avanzados para
el manejo de la instalación. La
limpieza del equipo es totalmente
automática y la única operación a
realizar por el usuario es la retirada
de las cenizas. Dependiendo de la
calidad del combustible y de la caldera, las cenizas pueden suponer hasta el 1%
de la biomasa consumida, lo cual hace de la retirada de las mismas una tarea
liviana y poco frecuente.
Las calderas de biomasa son resistentes al desgaste, tienen una larga vida útil y
son prácticamente silenciosas debido a que no necesitan un quemador que
insufle aire a presión para pulverizar el combustible, como las calderas de
gasóleo. Además, presentan un alto rendimiento energético, entre el 85-92%,
según el tipo de biomasa utilizado.
El uso de la biomasa en calefacciones centralizadas de edificios o en redes de
calefacción centralizadas (calefacción de distrito), son una alternativa al
consumo de gas y otros combustibles sólidos. Este tipo de instalaciones con
biomasa generan un ahorro, derivado del consumo de energía, superior al 10%
respecto al uso de combustibles fósiles, pudiendo alcanzar niveles mayores en
función del tipo de biomasa, la localidad y el combustible fósil sustituido.
Si comparamos las emisiones de las calderas de biomasa con las de los
sistemas convencionales de calefacción, se podría decir que los valores de SO2,
responsable de la lluvia ácida, son en el caso de las calderas de biomasa, más
bajos o similares a los de gasóleo y gas. En cuanto a las partículas las emisiones
son superiores, pero dentro de los límites que definen las diferentes legislaciones
en la materia.
Las calderas de biomasa son equipos compactos diseñados específicamente
para su uso, presentan sistemas automáticos de encendido y regulación e,
incluso algunas, de retirada de cenizas, que facilitan el manejo al usuario.

Un caso concreto, cada vez más extendido, son las calderas de pelets. Debido
a las características de este combustible: poder calorífico, compactación, etc, las
calderas diseñadas para pelets son muy eficientes y más compactas que el resto
de calderas de biomasa. Los pelets son uno de los principales productos de la
compactación de la biomasa. Generalmente para su fabricación se utilizan
materiales residuales de las industrias de transformación de la madera tales
como virutas, serrines, polvo de lijado, etc. También es posible utilizar residuos
de poda agrícola y de limpieza forestal. En este caso se requiere una serie de
tratamientos previos de los residuos como el secado, astillado y/o molienda
debido a que las operaciones de peletizado necesitan unas condiciones de
humedad y granulometría especiales.
Los pelets tienen forma cilíndrica, con diámetros normalmente comprendidos
entre 6 y 12 mm y longitudes de 10 a 30 mm. Como consecuencia, los pelets
pueden ser alimentados y dosificados mediante sistemas automáticos, siendo
una ventaja en instalaciones de edificios.
Los pelets de madera son aquellos cuya procedencia es mayoritariamente
residuos de madera. Generalmente las instalaciones de fabricación de este tipo
de pelets emplean residuos lignocelulósicos generados en los procesos
industriales, con el objetivo de solucionar el problema de la acumulación de
residuos. Aproximadamente, el 45% de la materia prima proviene de la industria
de la primera transformación de la madera, el 45% de industrias de segunda
transformación de la madera (muebles, parquet, puertas,…) y el 10% restante
procede de otras materias primas como residuos forestales, residuos de
industrias textiles, etc. La materia prima se utiliza fundamentalmente en forma
de serrín o astilla, porque reduce drásticamente la transformación física y los
costes de secado.
En Europa, el uso de los pelets lleva implantado hace bastantes, por lo que
existen unos estándares utilizados por los fabricantes de pelets y calderas de
biomasa. Estos pelets están caracterizados por:

 Densidad media de unos 650 kg/m3. Esta elevada densidad proporciona una
ventaja en el transporte y el almacenamiento.

 Bajo contenido en cenizas (cerca de 0,5%) y humedad (6-8%).

 Elevado poder calorífico en función de la materia prima con la que han sido
fabricados, que alcanza valores de hasta 4.000-4.500 kcal/kg. Es interesante
saber que dos kilogramos de pelets equivalen, aproximadamente, a un litro de
gasóleo.
2.-Combustión directa para generación de vapor

Para generación de vapor en una caldera y posterior expansión del mismo en


una turbina acoplada a un alternador, ciclo de Rankine simple, que puede ser
con fluido vapor de agua o bien otros fluidos como el sistema denominado ORC
o Ciclo Orgánico de Rankine. Para la combustión de biomasa existen diversas
tecnologías dependiendo de la naturaleza y tamaño del combustible, tales como
hogares con parrillas refrigeradas o cámaras torsionales.

La generación eléctrica con biomasa se realiza, generalmente, mediante


calderas de vapor a alta presión y turbinas a condensación cuya viabilidad
económica depende de una escala no inferior a 9 MWe en potencia eléctrica
neta, o bien 10 MWe brutos, con consumos no inferiores a 40 GWh/año,
equivalentes a 80.000 T/año de biomasa disponible.

Para el funcionamiento de estos grandes complejos y con objeto de conseguir


su rentabilidad económica, se requiere una eficaz organización con capacidad
para gestionar, manipular, transportar y almacenar un recurso tan disperso como
es la biomasa. Por ello es importante disponer de tecnologías de
aprovechamiento de la biomasa con escalas más reducidas y que resulten
igualmente rentables, porque de ese modo las inversiones serán asequibles y
distribuibles territorialmente en las zonas de generación del recurso biomásico.
Por tanto los sistemas para combustión deberían satisfacer requerimientos tales
como moderada inversión, operación sencilla y gastos de mantenimiento
reducidos. Si bien queda mucho recorrido por investigar y desarrollar, dada la
enorme diversidad de biomasas existentes, en algunos países con abundante
biomasa de América del Sur se han perfeccionado diversas tecnologías con
capacidades a pequeña escala, desde 1 MWt de potencia.
La cámara torsional, por ejemplo, es una
tecnología que permite la combustión de
biomasa de tamaños entre 0,1 mm y 20 a
30 mm, consiguiendo eficiencia y
combustión de alta estabilidad en un
amplio rango de aireación, desde excesos
de aire muy bajos, del orden del 10%, a
muy altas proporciones de aire. La especial concepción de esta cámara permite
tiempos de residencia de las partículas de biomasa más de 50 veces superiores
a los obtenidos con productos gaseosos, lo cual permite, a su vez, utilizar
biomasas con humedad de hasta el 30%. La entrada del producto se realiza
tangencialmente iniciándose un proceso de pirólisis mientras el conjunto de
elementos carbonosos se concentra en la zona periférica, donde se realiza su
rápida conversión a fase gaseosa sin emisión de efluentes carbonosos.

Las cámaras torsionales realizan una combustión previa de la biomasa y se


pueden acoplar a calderas, hornos o secadores, siendo incluso posible la co-
combustión con otros tipos de combustibles líquidos o gaseosos.

En lugar de utilizar calderas de vapor de agua y turbinas para la producción


combinada de calor y electricidad, resulta muy interesante recurrir, entre otras,
por razones de escala a la tecnología ORC, es decir en Ciclo Orgánico de
Rankine, con ventajas tales como alta eficiencia del ciclo termodinámico,
potencias desde 400 kWe, turbina de alto rendimiento, baja velocidad de la
turbina que hace innecesario el reductor, ausencia de erosión en los álabes de
turbina, no corrosión y larga vida a la instalación en su conjunto. También hay
otras ventajas como la sencillez de los procedimientos de arranque y parada,
funcionamiento silencioso, mantenimiento limitado, y un buen rendimiento
incluso a carga parcial.

3.-Gasificación de la biomasa

La gasificación es un recurso muy antiguo y habitual en periodos de carencia o


escasez de combustibles, como sucedió después de la guerra civil española o
de la segunda guerra mundial. La gasificación de biomasa consiste en la
transformación de la materia sólida en una mezcla de gases combustibles a
través de reacciones térmicas y químicas producidas en un medio con defecto
de oxígeno.

Como agente gasificante se usa un gas que aporta el oxígeno y el calor para
iniciar las reacciones. En este proceso la celulosa se transforma en
hidrocarburos más ligeros, en CO y en hidrógeno. La mezcla de gases obtenida
en el proceso de gasificación de biomasa, llamada gas de síntesis o más
comúnmente “syngás”, cuando se emplea aire como agente gasificante, tiene un
poder calorífico inferior (PCI) equivalente a la sexta parte del gas natural, por lo
que debidamente tratado podrá ser utilizado en una caldera, en una turbina o en
un motor de combustión interna.

De la energía primaria existente en la biomasa, entre el 20 y 30% se invierte en


reacciones endotérmicas, en pérdidas de calor de los reactores y en el
enfriamiento del syngás, necesario para condensar el vapor de agua que
comporta. Por tanto dependiendo de la tecnología utilizada el rendimiento del
proceso de gasificación es entre el 70 y el 80%.

La importancia de la gasificación radica en que podemos obtener la


transformación de la biomasa en energía eléctrica, logrando rendimientos
eléctricos del 30 a 32%, bastante superiores en comparación con los obtenibles
mediante combustión directa de la biomasa para generación de vapor en ciclo
de Rankine, donde sólo se se llega a un rendimiento eléctrico del 22%

Se han desarrollado diversas tecnologías para la gasificación de la biomasa pero


en todas ellas podemos distinguir tres tipos de reactor:
 Lecho móvil down draft, o de corrientes paralelas, cuando la biomasa y el agente
gasificante circulan en el mismo sentido

 Lecho móvil up draft, o de corrientes opuestas, cuando ambas circulan en


contracorriente.

 Lecho fluidificado, cuando el agente gasificante mantiene en suspensión la


biomasa, hasta que las partículas de ésta se gasifican y convierten en cenizas
volátiles y son arrastradas por la corriente del syngás.

En el proceso de gasificación, la biomasa pasa por una primera etapa de


calentamiento hasta 100ºC, que provoca el secado de la misma, absorbiendo el
calor sensible para aumentar su temperatura y el latente para evaporar la
humedad, y una segunda etapa, que también absorbe calor, denominada
pirólisis, o ruptura por calor, en la que se rompen las moléculas grandes dando
lugar a otras de cadena más corta que, a la temperatura del reactor, están en
fase gaseosa. En los reactores “up draft” la tercera etapa es la reducción, por
combinación del vapor de agua producido en la primera etapa, con el dióxido de
carbono que viene arrastrado por la corriente del gasificante desde la cuarta
etapa (oxidación) La última etapa es la oxidación de la fracción más pesada, la
carbonosa, al entrar en contacto con el agente gasificante .

Según el agente gasificante que se emplee se


producen efectos distintos en la gasificación, y
el syngás resultante varía en su composición y
poder calorífico. El aire es el agente más
común y económico, pero hay procesos que
utilizan otros tales como el oxígeno, vapor de
agua o hidrógeno.

En cuanto a la humedad de la materia a


gasificar, valores del 10 al 15% son los más
adecuados. En general, la humedad facilita la
formación de hidrógeno, pero reduce la eficiencia térmica. Es importante que las
cenizas entrantes, fracción mineral mezclada o adherida a la biomasa, sean lo
más reducidas posible. Estas cenizas absorben calor, ensucian los filtros,
erosionan los conductos y pueden llegar a producir sinterizaciones.
Dependiendo de la tecnología que se emplea, y de las condiciones de
gasificación, relación biomasa/gasificante, tiempo de residencia, etc., se pueden
usar catalizadores para inducir ciertas reacciones y que se produzca
prioritariamente algún componente.

Los motores de gas tienen elevadas exigencias en la calidad y pureza del gas
combustible, especialmente en lo que se refiere al contenido en alquitranes,
problema clave a considerar, y dependiendo de la demanda de calor y de
electricidad que se pretenda cubrir, tendremos en cuenta que en un motor de
combustión interna obtendremos los siguientes rendimientos: 33-38%
electricidad, 35-40% calor a través del agua de refrigeración a unos 90ºC, 18-
22% calor a través de los gases de combustión y 5-8% serán pérdidas.

Aplicaciones

La energía biomasa tiene una serie de aplicaciones que son las siguientes:

1)Producción térmica .

Generalmente se utilizan productos de combustión directa ,aunque en ocasiones también se


emplea biogas.

-Doméstica. Tradicionalmente se han usado estufas y hogares, con rendimientos energéticos


muy bajos. En los últimos años, sin embargo, van apareciendo criterios nuevos en cuanto a:
eficiencia de los equipos, mejora de los efectos ambientales, características del combustible….
lo cual puede ser una oportunidad para los productos densificados de biomasa. Esto
contribuiría a diversificar la demanda y los productos. Recientemente también se están
instalando calderas de biomasa para calefacción de centros públicos y de comunidades de
vecinos.

–Industrial. Se viene aplicando biomasa a instalaciones como hornos cerámicos, secaderos y


calderas. En este ámbito existe disponibilidad tecnológica suficiente para mejorar
sensiblemente los rendimientos y diversificar los servicios.

2)Producción elctrica.

es muy similar a la producción de energía térmica, solo que aquí no se utilizan combustibles
fósiles sino otros materiales que después hay que transportar hasta el almacén proceso de la
biomasa, luego pasa a la caldera que se calienta con el calor producido a base de combustible
cualquiera sea el tipo utilizado, después se gasifica y hace girar las turbinas del generador, y al
tanque condensador , seguidamente el vapor se convierte en agua, luego a un transformador o
subestación elevadora donde se recomienda una elevación de 13,8 KV o 24.9 KV.
3)Gasificacion.

Quizá es la aplicación con mayores tasas de dependencia de los derivados del petróleo. Por
eso los biocombustibles de origen vegetal tienen un interés estratégico, ante la vulnerabilidad
del abastecimiento y la previsible subida progresiva de los precios, como se está viendo
actualmente. Aunque el subsector está poco desarrollado, en general, España cuenta con
capacidad técnica y recursos para desarrollarlo. Dado que la demanda potencial es muy
elevada y la capacidad productora también, se perfila como un mercado de gran interés de
futuro.

El bioetanol se aplica a la combustión en motores de gasolina, mezclado con ella o


sustituyéndola.

El biodiésel se aplica a motores diésel, mezclado en ciertas proporciones con gasoil o, más
raramente, sustituyéndolo.
Formas de aprovechamiento

La energia biomasa se puede obener mediante varios procesos:

-Procesos termoquímicos: Se trata de someter a la biomasa a temperaturas elevadas. Así


se tiene
· Combustión directa de la biomasa con air e : al quemar la biomasa, se obtiene calor
para producir vapor que mueva una turbina que arrastra un alternador que produce
electricidad. También se aprovecha para calefacción. La biomasa debe ser baja en
humedad.
· Pirólisis : La combustión se realiza sin la presencia de aire. La materia orgánica se
descompone, obteniendo productos finales más energéticos.
– Procesos bioquímicos: Ciertos microorganismos actúan sobre la biomasa
transformándolos
· Fermentación alcohólica : Es el proceso de transformación de la glucosa en etanol
por la acción de los microorganismos. El resultado es el bioalcohol, un
combustible para vehículos. En Brasil, uno de cada tres vehículos funciona con
etanol extraído de la caña de azúcar.
· Fermetación anaerobia : Consiste en fermentar en ausencia de oxígeno y durante
largo tiempo la biomasa. Origina productos gaseosos (biogas), que son
principalmente metano y dióxido de carbono. Este biogas se suele emplear en
granjas para activar motores de combustión o calefacción
– Procesos químicos: En este caso en el proceso de transformación no intervienen
microorganismos
· Transformación de ácidos grasos : Consiste en transformar aceites vegetales y
grasas animales en una mezcla de hidrocarburos mediante procesos químicos no
biológicos para crear un producto llamado Biodiesel, que sirve de combustible.
Como materia prima se emplean, principalmente cereales, trigo, soja, maíz, …
Tanto el bioalcohol, como el biogas y el biodiesel se llaman biocombustibles.

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