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Los recursos naturales para la producción de biomasa son muy diversos: desde
cosechas específicas para su aprovechamiento energético, hasta residuos
agrícolas y ganaderos, materia procedente de bosques y residuos urbanos.
Dependiendo de cada uno de ellos y de los modos como se obtengan, su
impacto sobre el medio ambiente variará considerablemente.
Emisiones a la atmósfera
Una buena solución sería aplicar las mismas técnicas de cultivo sostenible
empleadas en los cultivos tradicionales, como la rotación de cultivos, control
integrado de plagas y manejo adecuado del suelo. Muchos cultivos de tipo
perenne para aprovechamiento energético pueden ser de hecho una buena
alternativa para el agricultor que hace rotaciones o que buscan minimizar
tiempos de laboreo, o estabilizar ciertos suelos que estén degradados.
Las fuentes para biomasa más beneficiosas incluyen aquellas que no compiten
por la obtención de alimentos, por ejemplo, las procedentes de los restos
agrícolas, recursos forestales obtenidos de forma sostenible o residuos urbanos.
Si todos estos restos orgánicos terminasen en un vertedero, terminarían
produciendo metano en su descomposición, por lo que emplearlas para la
obtención de energía, no contribuye con la generación de este gas de efecto
invernadero.
Fósiles Vs Biomasa
Los biocombustibles no son una fuente de energía nueva: han estado siempre
presentes en la historia, pero a partir de la Revolución Industrial los combustibles
fósiles se abrieron paso quitando terreno a la biomasa. En los últimos tiempos
se ha acontecido el efecto contrario: los combustibles generados a partir de
biomasa han ganado terreno frente a los combustibles fósiles.
Los biocombustibles, además de ser una fuente de energía renovable, son más
baratos que los combustibles fósiles, menos contaminantes y tienen
repercusiones positivas a nivel social, porque se generan en los campos y
montes de cada territorio. Contando con recursos propios para generar
biocombustible en nuestra geografía no tiene sentido traerlos del exterior, dado
que el pago en concepto de transporte no compensa el ahorro energético.
La utilización de la biomasa para obtener calor es tan antigua como las primeras
hogueras de leña que utilizaron los hombres prehistoricos como sistema único
de calefación en sus cuevas. Después de miles de años, parece que esta
tecnología puede ser parte de la solución al grave problema que plantea la
utilización de combustibles fósiles.
La biomasa puede alimentar un sistema de climatización (calor y frío) igual que
si se realizara con gas o gasóleo.Existe una gran variedad de biocombustibles
sólidos que pueden ser utilizados en sistemas de climatización de edificios. Entre
ellos destacan: pelets, astillas, huesos de aceitunas, cáscaras de frutos secos
(almendras, piñones), etc. Actualmente disponemos de tecnologías fiables y a
costes competitivos que hacen de la biomasa un fuerte competidor del gas
natural y los derivados del petróleo.
Los sistemas de climatización alimentados con biomasa son respetuosos con el
medioambiente, no generan olores como el gasóleo, ni se pueden producir
escapes peligrosos como el gas. Su operación y mantenimiento son muy
sencillos, ya que incorporan
sistemas de control avanzados para
el manejo de la instalación. La
limpieza del equipo es totalmente
automática y la única operación a
realizar por el usuario es la retirada
de las cenizas. Dependiendo de la
calidad del combustible y de la caldera, las cenizas pueden suponer hasta el 1%
de la biomasa consumida, lo cual hace de la retirada de las mismas una tarea
liviana y poco frecuente.
Las calderas de biomasa son resistentes al desgaste, tienen una larga vida útil y
son prácticamente silenciosas debido a que no necesitan un quemador que
insufle aire a presión para pulverizar el combustible, como las calderas de
gasóleo. Además, presentan un alto rendimiento energético, entre el 85-92%,
según el tipo de biomasa utilizado.
El uso de la biomasa en calefacciones centralizadas de edificios o en redes de
calefacción centralizadas (calefacción de distrito), son una alternativa al
consumo de gas y otros combustibles sólidos. Este tipo de instalaciones con
biomasa generan un ahorro, derivado del consumo de energía, superior al 10%
respecto al uso de combustibles fósiles, pudiendo alcanzar niveles mayores en
función del tipo de biomasa, la localidad y el combustible fósil sustituido.
Si comparamos las emisiones de las calderas de biomasa con las de los
sistemas convencionales de calefacción, se podría decir que los valores de SO2,
responsable de la lluvia ácida, son en el caso de las calderas de biomasa, más
bajos o similares a los de gasóleo y gas. En cuanto a las partículas las emisiones
son superiores, pero dentro de los límites que definen las diferentes legislaciones
en la materia.
Las calderas de biomasa son equipos compactos diseñados específicamente
para su uso, presentan sistemas automáticos de encendido y regulación e,
incluso algunas, de retirada de cenizas, que facilitan el manejo al usuario.
Un caso concreto, cada vez más extendido, son las calderas de pelets. Debido
a las características de este combustible: poder calorífico, compactación, etc, las
calderas diseñadas para pelets son muy eficientes y más compactas que el resto
de calderas de biomasa. Los pelets son uno de los principales productos de la
compactación de la biomasa. Generalmente para su fabricación se utilizan
materiales residuales de las industrias de transformación de la madera tales
como virutas, serrines, polvo de lijado, etc. También es posible utilizar residuos
de poda agrícola y de limpieza forestal. En este caso se requiere una serie de
tratamientos previos de los residuos como el secado, astillado y/o molienda
debido a que las operaciones de peletizado necesitan unas condiciones de
humedad y granulometría especiales.
Los pelets tienen forma cilíndrica, con diámetros normalmente comprendidos
entre 6 y 12 mm y longitudes de 10 a 30 mm. Como consecuencia, los pelets
pueden ser alimentados y dosificados mediante sistemas automáticos, siendo
una ventaja en instalaciones de edificios.
Los pelets de madera son aquellos cuya procedencia es mayoritariamente
residuos de madera. Generalmente las instalaciones de fabricación de este tipo
de pelets emplean residuos lignocelulósicos generados en los procesos
industriales, con el objetivo de solucionar el problema de la acumulación de
residuos. Aproximadamente, el 45% de la materia prima proviene de la industria
de la primera transformación de la madera, el 45% de industrias de segunda
transformación de la madera (muebles, parquet, puertas,…) y el 10% restante
procede de otras materias primas como residuos forestales, residuos de
industrias textiles, etc. La materia prima se utiliza fundamentalmente en forma
de serrín o astilla, porque reduce drásticamente la transformación física y los
costes de secado.
En Europa, el uso de los pelets lleva implantado hace bastantes, por lo que
existen unos estándares utilizados por los fabricantes de pelets y calderas de
biomasa. Estos pelets están caracterizados por:
Densidad media de unos 650 kg/m3. Esta elevada densidad proporciona una
ventaja en el transporte y el almacenamiento.
Elevado poder calorífico en función de la materia prima con la que han sido
fabricados, que alcanza valores de hasta 4.000-4.500 kcal/kg. Es interesante
saber que dos kilogramos de pelets equivalen, aproximadamente, a un litro de
gasóleo.
2.-Combustión directa para generación de vapor
3.-Gasificación de la biomasa
Como agente gasificante se usa un gas que aporta el oxígeno y el calor para
iniciar las reacciones. En este proceso la celulosa se transforma en
hidrocarburos más ligeros, en CO y en hidrógeno. La mezcla de gases obtenida
en el proceso de gasificación de biomasa, llamada gas de síntesis o más
comúnmente “syngás”, cuando se emplea aire como agente gasificante, tiene un
poder calorífico inferior (PCI) equivalente a la sexta parte del gas natural, por lo
que debidamente tratado podrá ser utilizado en una caldera, en una turbina o en
un motor de combustión interna.
Los motores de gas tienen elevadas exigencias en la calidad y pureza del gas
combustible, especialmente en lo que se refiere al contenido en alquitranes,
problema clave a considerar, y dependiendo de la demanda de calor y de
electricidad que se pretenda cubrir, tendremos en cuenta que en un motor de
combustión interna obtendremos los siguientes rendimientos: 33-38%
electricidad, 35-40% calor a través del agua de refrigeración a unos 90ºC, 18-
22% calor a través de los gases de combustión y 5-8% serán pérdidas.
Aplicaciones
La energía biomasa tiene una serie de aplicaciones que son las siguientes:
1)Producción térmica .
2)Producción elctrica.
es muy similar a la producción de energía térmica, solo que aquí no se utilizan combustibles
fósiles sino otros materiales que después hay que transportar hasta el almacén proceso de la
biomasa, luego pasa a la caldera que se calienta con el calor producido a base de combustible
cualquiera sea el tipo utilizado, después se gasifica y hace girar las turbinas del generador, y al
tanque condensador , seguidamente el vapor se convierte en agua, luego a un transformador o
subestación elevadora donde se recomienda una elevación de 13,8 KV o 24.9 KV.
3)Gasificacion.
Quizá es la aplicación con mayores tasas de dependencia de los derivados del petróleo. Por
eso los biocombustibles de origen vegetal tienen un interés estratégico, ante la vulnerabilidad
del abastecimiento y la previsible subida progresiva de los precios, como se está viendo
actualmente. Aunque el subsector está poco desarrollado, en general, España cuenta con
capacidad técnica y recursos para desarrollarlo. Dado que la demanda potencial es muy
elevada y la capacidad productora también, se perfila como un mercado de gran interés de
futuro.
El biodiésel se aplica a motores diésel, mezclado en ciertas proporciones con gasoil o, más
raramente, sustituyéndolo.
Formas de aprovechamiento