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La Poetica Del Espacio Por Bachelard
La Poetica Del Espacio Por Bachelard
POÉTICA
DEL
ESPACIO
GASTÓN
BACHELARD
EL SENTIDO DE LA CHOZA
Las grandes imágenes tienen a la vez una historia y una prehistoria. Son
siempre a un tiempo recuerdo y leyenda. No se vive nunca la imagen en
primera instancia. Toda imagen grande tiene un fondo onírico insondable y
sobre ese fondo el pasado personal pone sus colores peculiares. Por lo tanto,
ya está muy avanzado el curso de la vida cuando se venera realmente una
imagen descubriendo sus raíces más allá de la historia fijada en la memoria.
En el reino de la imaginación absoluta se es joven muy tarde. Hay que perder
el paraíso terrenal para vivir verdaderamente en él, para vivirlo en la realidad
de sus imágenes, en la sublimación absoluta que trasciende toda pasión.
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Antes de ser "lanzado al mundo" como dicen los metafísicos rápidos, el hombre
es depositado en la cuna de la casa. Y siempre, en nuestros sueños, la casa es
una gran cuna. Una metafísica concreta no puede dejar a un lado ese hecho,
ese simple hecho, tanto más, cuanto que ese hecho es un valor, un gran valor
al cual volvemos en nuestros ensueños. Él ser es de inmediato un valor. La
vida empieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazo de
una casa.
Con la choza, con la luz que veía en el horizonte lejano, acabamos de indicar
bajo su forma más simplificada la condensación de intimidad del refugio.
Primeramente, y al empezar este capítulo, habíamos intentado, al contrario,
diferenciar la casa de acuerdo con su verticalidad. Ahora, y siempre con ayuda
de documentos literarios circunstanciados, tenemos que explicar mejor los
valores de protección de la casa contra las fuerzas que la asaltan. Después de
haber examinado esta dialéctica entre la casa y el universo examinaremos
poemas donde la casa es todo un mundo.
Leer una habitación, tienen sentido, puesto que habitación y casa son
diagramas de psicología que guían a los escritores y a los poetas en el análisis
de la intimidad. Vamos a leer lentamente algunas casas y algunas habitaciones
"escritas" por grandes escritores.
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continuamente cómo la dulce materia de la intimidad vuelve a encontrar, por la
casa, su forma, la forma que tenía cuando encerraba un calor primero.
Toda gran imagen simple es reveladora de un estado de alma. La casa es, más
aún que el paisaje, un estado de alma. Incluso reproducida en su aspecto
exterior, dice una intimidad. Algunos psicólogos, en particular Françoise
Minkowska, y los trabajadores que ella ha sabido adiestrar, han estudiado los
dibujos de casas hechos por los niños Se puede hacer de ellos el motivo de
una prueba. La prueba de la casa tiene incluso la ventaja de estar abierta a la
espontaneidad, porque muchos niños dibujan espontáneamente,
Como es sabido, la metáfora del cajón, y algunas otras como la de "el traje
hecho", son utilizadas por Bergson para explicar la insuficiencia de una filosofía
del concepto. Los conceptos son cajones que sirven para clasificar los
conocimientos; los conceptos son trajes hechos que des individualizan los
conocimientos vividos. Cada concepto tiene su cajón en el mueble de las
categorías. El concepto se convierte en pensamiento muerto puesto que es,
por definición, pensamiento clasificado.
El cofre, sobre todo el cofrecillo, del que uno se apropia con más entero
dominio, son objetos que se abren. Cuando el cofrecillo se cierra vuelve a la
comunidad de los objetos; ocupa su lugar en el espacio exterior; pero ¡se abre!
Entonces, este objeto que se abre es como diría un filósofo matemático, la
primera diferencial del descubrimiento. Estudiaremos en un capítulo ulterior la
dialéctica de lo de dentro y lo de fuera. Pero en el instante en que el cofrecillo
se abre, acaba la dialéctica. Lo de fuera queda borrado de una vez y todo es
novedad sorpresa, desconocido. Lo de fuera ya no significa nada.
E incluso, suprema paradoja, las dimensiones del volumen ya no tienen sentido
porque acaba de abrirse otra dimensión: la dimensión de intimidad.
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Hay que dejar lo positivo por lo imaginario. Hay que escuchar a los poetas.
IV. EL NIDO
El nido es la casa del pájaro. Hace mucho tiempo que lo sé, mucho tiempo que
me lo han dicho. Se trata de una historia tan vieja que vacilo en repetirla, en
repetírmela. Y sin embargo, acabo de revivirla. Y recuerdo, con una gran
simplicidad de la memoria, los días en que, en mi vida, he descubierto un nido
vivo. ¡Qué raros son, en una existencia, estos recuerdos reales!
V. LA CONCHA
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La naturaleza puede hacer cosas grandes, el hombre imagina lo grande con
mayor facilidad. En un grabado de Cork inspirado en una composición de
Jerónimo Bosco, conocida con el nombre de La concha navegando
Sobre el agua, puede verse una enorme concha de mejillón donde se han
instalado una decena de personajes, cuatro niños y un perro. Hay una hermosa
reproducción de esta concha habitada por los hombres en el bello libro de
Lafonte sobre Jerónimo Bosco.
Esta hipertrofia del sueño de habitar todos los objetos huecos del mundo, se
acompaña con escenas grotescas propias de la imaginación de Bosco. En la
concha los navegantes se dan la gran vida. El sueño de tranquilidad que
queremos realizar cuando "nos metemos en nuestra concha", queda perdido
por la voluntad de delirio que caracteriza el genio del pintor. Después del
ensueño hipertrofiado, hay que volver siempre al ensueño que se designa por
su simplicidad primera. Se sabe muy bien que hay que estar solo para habitar
en una concha. Viviendo la imagen se sabe que se
consiente la soledad.
Habitar solo. ¡Gran sueño! La imagen más inerte, la más físicamente absurda,
como la de vivir en la concha, puede servir de germen a un tal sueño. Ese
sueño nos viene a todos, a los débiles, a los fuertes, en las grandes tristezas
de la vida, contra las injusticias de los hombres y del destino. Como ese Salvin,
ser de tristeza blanda, que se consuela en su cuarto exiguo porque es exiguo y
puede decirse: "¿No tenía ya ese cuartito, ese cuarto profundo y secreto como
una concha? ¡Ah!, los caracoles no conocen su dicha"."
A veces la imagen es muy discreta, apenas sensible, pero actúa. Dice el
aislamiento del ser replegado sobre sí mismo.
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habitados. El rincón niega el palacio, el polvo niega el mármol, los objetos
usados niegan el esplendor y el lujo. El soñador, en su rincón, ha deshecho el
mundo en un ensueño minucioso que destruye uno a uno todos sus objetos. El
rincón se convierte en un armario de recuerdos. Habiendo franqueado los mil
pequeños umbrales del desorden de las cosas polvorientas, los objetos-
recuerdos ponen el pasado en orden. Se asocian a la inmovilidad condensada
los más distantes viajes a un mundo desaparecido.
VII LA MINIATURA
La inmensidad es, podría decirse, una categoría filosófica del ensueño. Sin
duda, el ensueño se nutre de diversos espectáculos, pero por una especie de
inclinación innata, contempla la grandeza. Y la contemplación de la grandeza
determina una actitud tan especial, un estado de alma tan particular que el
ensueño pone al soñador fuera del mundo próximo, ante un mundo
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que lleva el signo de un infinito. Por el simple recuerdo, lejos de las
inmensidades del mar y de la llanura, podemos, en la meditación, renovar en
nosotros mismos las resonancias de esta contemplación de la grandeza. Pero
¿se trata realmente entonces de un recuerdo? La imaginación por sí sola, ¿no
puede agrandar sin límite las imágenes de la inmensidad? ¿La imaginación no
es ya activa desde la primera contemplación? De hecho, el ensueño es un
estado enteramente constituido desde el instante inicial. No se le ve empezar y,
sin embargo, empieza siempre del mismo modo.
Los dos espacios, el espacio íntimo y el espacio exterior vienen, sin cesar, si
puede decirse, a estimularse en su crecimiento. Designar, como lo hacen con
todo derecho los psicólogos, el espacio vivido como un espacio afectivo no
llega, sin embargo, a la raíz de los sueños de la espacialidad. El poeta va más
a fondo descubriendo con el espacio poético un espacio que no nos encierra en
una afectividad. Sea cual fuere la efectividad que colorea un espacio, sea triste
o pesada, en cuanto está expresada, expresada poéticamente, la tristeza se
modera, la pesantez se aligera. El espacio poético ya expresado, adquiere
valores de expansión. Pertenece a la tristeza del ex.
IX. LA DIALÉCTICA DE LO
DENTRO Y DE LO DE FUERA