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salto
del
ciervo
Traducción de
Prólogo
Natalia Leiderman y
Paula Jiménez España
Patricio Foglia
Noviembre, 2016
Buenos Aires, Argentina
08 NOTA DE TRADUCCIÓN
Natalia Leiderman - Patricio Foglia
09 TRADUCCIONES
La presente antología comienza con algunos de los poemas que integran Salto
del ciervo (2012), del cual toma su nombre, y continúa con el resto de las pu-
blicaciones hasta regresar a su mítico Satán dice (1980), que no fue solo el
primer libro de Olds sino también la piedra fundacional de una poética cruda
y oscuramente potente. Pasaron, a partir de la aparición editorial de Satán
dice, treinta y seis años – Sharon tenía 38 – y no se puede decir que desde en-
tonces su poética se haya suavizado; no se puede decir que aquel gesto irreve-
rente de los comienzos respondiera solamente a las urgencias y enojos frente
a las imposiciones sociales, familiares e incluso lingüísticas, tantas veces pre-
sentes en los primeros libros de cualquier autor. “Decí mierda, decí muerte,
decí a la mierda el padre/ me dice Satán al oído. / El dolor del pasado encerra-
do zumba/ en la caja de la infancia en su escritorio, bajo/ el terrible ojo esféri-
co del estanque/ con grabados de rosas a su alrededor, donde/ el odio a ella
misma se contempla en su pena. / Mierda. Muerte. A la mierda el padre. / Algo
se abre. Satán dice/ ¿No te sentís mucho mejor?”, escribió en uno de aquellos
poemas que marcaron la dirección de un discurso poético incorrectísimo del
que jamás se retraería (por supuesto que otra cosa que jamás se retrajo fue el
rechazo a su obra por parte de muchos críticos norteamericanos pese a que
libros suyos como El padre hubieran adquirido resonancia mundial u obtenido
premios como el Pullitzer, The San Francisco Poetry Center Award, el Premio
Lamont, The National Books Critics Circle Award y el Premio T. S. Eliot).
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Por cómo salió al ruedo literario podría decirse que la entonces señorita Olds
defendió a ultranza su voz, sacando a la luz, de primera instancia, una poética
tan cuidada como desafiante. A lo largo de la lectura de esta antología puede
inferirse que algo de aquella ira satánica inicial fue “aplanada a la fuerza” -
como dice S. en 2012 para referirse al amor pasional y los años-, como son
aplanados los impulsos corporales con el tiempo, en la misma proporción. Sus
últimos libros, tanto Salto del ciervo como Una cosa secreta, dan cuenta de
una decadencia física a partir de la cual la palabra se reviste de otro tipo de po-
tencia, menos enérgica en un sentido, pero igual de maldita, visiblemente más
certera y corrosiva: “Adentro mío ahora/ hay un ser de puro odio, un ángel/ del
odio. En la cancha de bádminton, ella lanza/ su tiro ganador, puro como una
flecha,/ mientras por los ojales de mi blusa las chinches/ pican una carne que
ya no parece/ importarle a nadie. En el espejo, mi torso /parezco una sex–sym-
bol mártir, llena de picaduras,/ o una jarra de crema con hojas de ortigas y
flores del desierto, / llena de leche de la bondad y la maldad/ humanas, y nadie
está haciendo la fila para tomarla./¡Pero miren! ¡Estoy empezando a resignar-
me!/ Creo que ya no va a volver. Algo/ muere, adentro mío, cuando pienso en
esto,/ como la muerte de una bruja en la cama/ mientras nace un bebé en la
cama de al lado. Ten fe, /viejo corazón. Qué es vivir, de todas formas,/ sino
morir”, dice en el poema de título fatal Ser la que fue dejada. Y si digo que es
fatal, es sobre todo teniendo en cuenta que el feminismo atravesó desde el co-
mienzo su obra, buscando liberarla de las cadenas que atan a la elección de
un lenguaje y un imaginario neutrales y sumisos al poder patriarcal. Ser la que
fue dejada es, sin duda, un título irónico que muestra hasta dónde una frase
vulgar se hace carne incluso en un cuerpo que ha combatido los lugares co-
munes, las trampas discursivas, los estereotipos debilitantes de las mujeres. En
estos versos, Sharon muestra el corazón del horror que es el odio a sí misma y
hacia una igual (un odio que es algo más que eso y que está presente en algu-
Salto del Ciervo / Sharon Olds / Traducción de Natalia Leiderman y Patricio Foglia
06
atrás va a recoger algunas de sus perlas más memorables: versos que dinamitan
la tranquilidad del bien pensante, burlas a quien se dispone a leer poesía para
encontrar en la lírica un bálsamo. Pero aún quienes vamos a buscar lo que ella
tiene para ofrecernos, hay momentos en que también damos con lo insoporta-
ble, como en el poema La niñera de Sangre, lata, heno (1999), donde poetiza
una de los momentos más impresionantes de su obra (ya sé qué es difícil deter-
minar ese rango): “No sabía realmente qué era una persona, yo/ quería que
alguien me chupara el pezón, / terminé encerrada en el baño, / desnuda hasta
la cintura, sosteniendo a la bebé, / y lo único que ella quería eran mis anteojos,
la sostuve/ suavemente, esperando que tomara la decisión,/ como un angelito,
con su enfermera. Y ella no quería, sólo quería/ mis anteojos. Chupá, carajo,
pensé, /quería sentir el tirón de otra /vida, quería sentirme necesaria”.
Queda claro porqué para muchos y muchas, hablar de Sharon Olds es hablar
de una poeta “confesional”. Pero personalmente creo que lo suyo es, más bien,
lo inconfesable: más que por el arrepentimiento o la catarsis propios de la con-
fesión, lo que producen determinados versos es una especie de tentación mor-
bosa ante lo prohibido, lo que “no debería decirse”. Por momentos, no pode-
mos dejar de leer aquello que nos desagrada (recuerdo haberme preguntado
más de una vez mientras leía un poema suyo hasta donde pensaba llegar). Y
nos desagrada porque contiene una verdad que sería preferible ser mantenida
en sombras para cualquier mortal; una verdad que busca iluminarse y que
como una enredadera a una pared se agarra del poema para tomar una forma
estética y visible. El poema es entonces funcional, una herramienta para des-
encarcelar, un medio que se convierte, sin embargo, gracias a la genialidad de
Sharon, en el propio fin.
07
traducción
nota de
Sharon Stuart Cobb, para nosotros Sharon Olds, nació en San Francisco, Cali-
fornia, EEUU en 1942. Se crió en el seno de una familia calvinista, con un
/Salto del Ciervo.
08
de Natalia Leiderman
y Patricio Foglia
salto
del
ciervo
[2012]
/Salto del Ciervo, 2012.
locos
Yo dije que habíamos estado locos
el uno por el otro, pero tal vez mi ex y yo no estábamos
locos uno por el otro. Tal vez estábamos
cuerdos uno por el otro, como si nuestro deseo
no fuera ni siquiera personal–
era personal, pero eso apenas importaba, porque
parecía no haber ninguna otra mujer
ni hombre en el mundo. Quizá fue
un matrimonio arreglado, el aire y el agua
y la tierra nos habían concebido juntos – y el fuego,
un fuego de placer como una violencia
de ternura. Entrar juntos en esas bóvedas, como una
pareja solemne o jocosa con pasos
formales o con el pelo revuelto y a los gritos, se pareció a
los caminos de la tierra y la luna,
inevitables, e incluso, de algún modo,
tímidos– encerrados en una timidez juntos,
en igualdad de condiciones. Pero quizá yo
estaba loca por él – es verdad que veía
esa luz alrededor de su cabeza cuando yo llegaba tarde
a un restorán – oh por Dios,
estaba extasiada con él. Mientras tanto los planetas
se orbitaban los unos a los otros, la mañana y la noche
llegaban. Y quizá lo que él sintió por mí
fue incondicional, temporal,
afecto y confianza, sin romance,
pero con cariño – con cariño mortal. No hubo
tragedia, para nosotros, hubo
Salto del Ciervo / Sharon Olds / Traducción de Natalia Leiderman y Patricio Foglia
13
/Salto del Ciervo, 2012.
el atril
Cuando enciendo el fuego, me siento útil–
orgullosa de que puedo separar la tuerca
del tornillo oxidado, des–
armando una de las cosas que mi ex
dejó cuando me dejó. Y tirar sus
finos, pulidos estantes de madera
sobre la leña, y así alimentar
las corrientes ascendentes–
qué bien. Y entonces, por la luz de la llama,
me doy cuenta: estoy quemando
su viejo atril. Cómo es posible,
después de horas y horas – en total, quizá
semanas, un mes inmóvil – modelando
para él, nuestros primeros años juntos,
olor a acrílico, tensión del lienzo
ya preparado. Estoy quemando la obra que dejó atrás,
él, que fue el primero en transformar
a nuestra familia, desnuda, en arte.
Y qué si alguien me hubiera dicho, treinta
años atrás: Si renunciás, ahora,
a tu deseo de ser una artista, puede que él
te ame toda la vida – ¿cuál hubiera sido
la respuesta? Ni siquiera tenía poemas,
nacerían más tarde de nuestra vida familiar –
qué podría haber dicho: nada, nada va a detenerme.
Salto del Ciervo / Sharon Olds / Traducción de Natalia Leiderman y Patricio Foglia
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/Salto del Ciervo, 2012.
lo peor
De un lado de la autopista, las sierras áridas.
Del otro, a la distancia, los restos de la marea,
estuarios, bahía, garganta
del océano. No había puesto
en palabras, todavía – lo peor,
pero pensaba que podría decirlo, si lo decía
palabra por palabra. Mi amiga manejaba,
nivel del mar, sierras costeras, valle,
estribaciones, montañas – cuesta abajo, para ambas,
de nuestros años de juventud. Yo había estado diciendo
que apenas me importaba ahora, el dolor,
lo que me preocupaba era – digamos que había
un dios – del amor– y yo le había dado– había tenido la intención
de darle– mi vida– a él– y
había fallado– bueno yo podía sufrir por eso y nada más –
pero ¿qué pasaba, si había
lastimado, al amor? Grité furiosa,
y sobre mis anteojos se acumuló el agua salada, casi
dulce para mí, entonces, porque estaba nombrado,
lo peor– y una vez nombrado,
supe que no había ningún dios, solo
personas. Y mi amiga se acercó,
hacia mis manos, que se apretaban una contra otra,
y su palma las frotó, un segundo,
con torpeza, y cortesía
sin eros, con la ternura del hogar.
Salto del Ciervo / Sharon Olds / Traducción de Natalia Leiderman y Patricio Foglia
15
innombrable
Ahora empiezo a mirar el amor
distinto, ahora que sé que no
/Salto del Ciervo, 2012.
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a último momento
De repente, a último momento
antes de que me llevara al aeropuerto, se levantó,
tropezando con la mesa, y dio un paso
hacia mí, y como un personaje de una de las primeras
películas de ciencia ficción se inclinó
hacia adelante y hacia abajo, y desplegó un brazo,
golpeándome el pecho, y trató de abrazarme
de alguna forma, yo me levanté y nos tropezamos,
y después nos quedamos parados, alrededor de nuestro núcleo, su
/Salto del Ciervo, 2012.
17
los curanderos
Cuando dicen, ¿Hay un médico a bordo?,
que por favor se identifique, me acuerdo cuando mi
entonces marido se levantaba, y yo me convertía en
aquella que estaba a su lado. Ahora dicen
que la cosa no funciona sin igualdad.
/Salto del Ciervo, 2012.
18
gazal 1 del moretón
Ahora en mi cadera un óvalo negro-y-azul se ha vuelto azul-
violeta como tinta en la cáscara de un gran
corte, doloroso como mordida de amor, demasiado
grande como para venir de una boca humana. Me gusta, mi
adorno en la piel – marco de oro, color de la envidia
adentro un camafeo, con tintes violeta
sobre él, el picaporte que mordió deja un púrpura
oscuro con movimientos como las temerosas patas
de un ciempiés. Cuento los días que pasaron, y los que faltan
/Salto del Ciervo, 2012.
1
El ghazal, gazal, es un
género lírico (forma poética)
que consiste en coplas y
estribillos, con cada línea
compartiendo el mismo
medidor. Es propio de las
literaturas árabe, persa, turca
y urdú. En la literatura árabe
se trata de un poema cuya
etimología está emparentada
con las ideas de piropo,
cumplido, etc.
19
ser la que fue dejada
Si paso delante de un espejo, me doy vuelta
no quiero mirar,
y ella no quiere que la vean. A veces
no sé cómo hacer para seguir con esto.
En general, cuando me siento así,
al poco tiempo ya estoy llorando, acordándome
de su cuerpo, o de una zona de su cuerpo,
en general la parte de atrás, una parte de él
que recuerde, ahora mismo, deliciosa, sin tanto
detalle, y se aparece su espalda.
Después de las lágrimas, el pecho duele menos,
como si, dentro nuestro, una diosa de lo humano
nos acariciara como un manantial de ternura.
/Salto del Ciervo, 2012.
20
una
cosa
secreta
[2008]
/Una cosa Secreta, 2008.
todo
La mayoría de nosotros nunca somos concebidos.
Muchos de nosotros nunca nacemos–
vivimos en un océano íntimo por horas,
semanas, con nuestras extremidades pérdidas o de más,
o sosteniendo nuestra pobre segunda cabeza,
creciendo en nuestro pecho, en nuestros brazos. Y muchos de nosotros,
frutos del mar en su tallo, soñándonos alga
o molusco, somos sacrificados en nuestros primeros meses.
Y algunos que nacen viven sólo unos minutos,
otros dos, o tres, veranos,
o cuatro, y cuando se marchan, todo
se marcha –la tierra, el firmamento–
y el amor permanece, cuando nada existe, y busca.
Salto del Ciervo / Sharon Olds / Traducción de Natalia Leiderman y Patricio Foglia
23
diagnóstico
Cuando tenía seis meses, ella supo que algo
/Una cosa Secreta, 2008.
24
el
cuarto
sin
barrer
[2002]
el nido vacío
domingo en
27
sangre,
lata,
heno
[1999]
cuando te viene
Incluso cuando no tenés miedo de estar embarazada,
es hermoso cuando te viene, encantadoramente sexual,
a lo largo de ese cuello radiante
y de los labios, su primer pliegue,
y a veces, en los últimos pasos por el baño,
dejás una estela deslumbrante, los pétalos
/Sangre, lata, heno, 1999.
que la niña de las flores esparce detrás de la novia. Y después sus colores,
a veces un rojo casi dorado,
o un bermellón oscuro, la gota que salta
y se abre lentamente en el agua,
una galaxia de jalea,
el violeta–oscuro, el agua ondulante, apacible
como un lago en la luna, nada de esto
hiere, incluso la pequeña mancha
en las medias negras con brillo carmesí
oscilando en la delgada cuerda floja
hacia la izquierda y la derecha en esa luminosa pista,
inocente tapa de inodoro,
la mancha no puede morir. Va a haber un huevo ahí,
en algún lugar, en cualquier minuto, alado con montones
de banderas asimétricas de plasma, una célula que
de cerca es un planeta inmenso, de puntos y acuoso
pero que no es nadie todavía. A veces,
cuando miro este show delicado,
es como si viese nevar, o estrellas fugaces,
y pienso en los hombres, qué les parecerá a ellos
cuando vemos la sangre caer lentamente de nuestro sexo,
como si la tierra suspirara, leve
Salto del Ciervo / Sharon Olds / Traducción de Natalia Leiderman y Patricio Foglia
31
la niñera
/Sangre, lata, heno, 1999.
32
una vez
/Sangre, lata, heno, 1999.
33
estos días
/Sangre, lata, heno, 1999.
34
la
fuente
[1997]
imágenes del cielo
Me encantaba que las formas de los penes,
sus tamaños, sus ángulos, todo en ellos
fuera tal y como yo lo hubiera diseñado
si los hubiera inventado. La piel, el modo en que la piel
se endurece y se ablanda, su flexibilidad
el modo en que la cabeza apenas cabe en la garganta,
su punta casi tocando la válvula del estómago—
primeras
37
me encanta cuando
Me encanta cuando te das vuelta
y te ponés encima mío de noche, tu peso
continuo sobre mí como toneladas de agua, mis
pulmones como una pequeña caja cerrada,
la superficie firme de tus piernas con pelos
abriendo mis piernas, mi corazón crece
hasta convertirse en un guante de box
tenso y violeta y después
a veces me encanta quedarme ahí haciendo
nada, mis poderosos brazos vencidos,
sábanas de seda flotando desde la orilla,
tu hueso púbico una pirámide
punto de apoyo de otro punto
–– radiante piedra angular. Después, en la quietud,
/La fuente, 1997.
38
aquella época
plegaria de
39
el
padre
[1992]
su quietud
El doctor le dijo a mi padre, “Usted me pidió
que le diga cuando ya no se pueda hacer más nada.
Se lo digo ahora.” Mi padre
/El padre, 1992.
43
la mirada
Cuando mi padre empezó a atragantarse de nuevo
gritó ¡Masaje en la espalda! en tono monocorde,
/El padre, 1992.
44
la
celda
de
oro
[1987]
ciudad de new york
solsticio de verano,
Al final del día más largo del verano ya no pudo soportar más,
subió por las escaleras de hierro hasta el techo del edificio,
y caminó por la blanda superficie de alquitrán, hasta llegar al borde,
puso una pierna sobre el complejo estaño verde de la cornisa
y les dijo que si se acercaban un paso más, se terminaba todo.
Entonces la enorme maquinaria del mundo empezó a funcionar para salvar su vida,
los policías llegaron con sus uniformes azules grisáceos como el cielo de una tarde
nublada,
y uno se puso un chaleco antibalas, un
caparazón negro alrededor de su propia vida,
la vida del padre de sus hijos, por si
/La celda de Oro, 1987.
47
los
muertos
y los
vivos
[1983]
marilyn monroe
Los hombres de la ambulancia tocaron su frío
cuerpo, lo subieron, pesado como el hierro,
a la camilla, trataron de cerrar
muerte de
51
la ausente
/Los muertos y los vivos, 1983. (Para Muriel Rukeyser)
52
para mi hija
/Los muertos y los vivos, 1983.
53
satán
dice
[1980]
ese año
/Satán dice, 1980.
57
es tarde
/Satán dice, 1980.
58
ahogándose
(Para Emily Davidson)
59
satán dice
Estoy encerrada en una pequeña caja de cedro
que tiene una imagen de pastores en el frente,
/Satán dice, 1980.
60
el borde de una gran bisagra que se abre.
Decí: la pija del padre, la concha
de la madre, dice Satán, Voy a sacarte.
El ángulo de la bisagra se ensancha
hasta que veo el contorno del tiempo
antes de que yo existiera, cuando ellos estaban
encerrados en la cama. Cuando digo
las palabras mágicas, Pija, Concha,
amablemente Satán dice, Salí.
Pero el aire de afuera
es pesado y denso como humo caliente.
Vení, dice, y siento su voz
respirando desde afuera.
La salida es a través de la boca de Satán.
Entrá en mi boca, dice, ya estás ahí,
y la enorme bisagra
empieza a cerrarse. Ah no, también
los amaba, resguardo
mi cuerpo tenso
en la casa de cedro.
Satán se esfuma por el ojo de la cerradura.
Me quedo encerrada en la caja, él sella
el cerrojo en forma de corazón con la cera de su lengua.
Ahora es tu tumba, dice Satán.
Apenas escucho;
caliento mis manos
frías en el ojo de rubí
de la bailarina –el fuego,
Salto del Ciervo / Sharon Olds / Traducción de Natalia Leiderman y Patricio Foglia
61
en de Sharon Olds
stag’s
leap
[2012]
crazy
/Stag’s Leap, 2012.
67
the easel
/Stag’s Leap, 2012.
68
the worst thing
One side of the highway, the waterless hills.
The other, in the distance, the tidal wastes,
estuaries, bay, throat
of the ocean. I had not put it into
words, yet—the worst thing,
but I thought that I could say it, if I said it
word by word. My friend was driving,
/Stag’s Leap, 2012.
69
unspeakable
Now I come to look at love
in a new way, now that I know I’m not
standing in its light. I want to ask my
almost-no-longer husband what it’s like to not
/Stag’s Leap, 2012.
70
the last hour
Suddenly, the last hour
before he took me to the airport, he stood up,
bumping the table, and took a step
toward me, and like a figure in an early
/Stag’s Leap, 2012.
71
the healers
When they say, If there are any doctors aboard,
would they make themselves known, I remember when my then
/Stag’s Leap, 2012.
72
bruise ghazal
Now a black-and-blue oval on my hip has turned blue-
violet as the ink-brand on the husk-fat of a prime
cut, sore as a lovebite, but too
large for a human mouth. I like it, my
flesh brooch–gold rim, envy-color
cameo within, and violet mottle
/Stag’s Leap, 2012.
73
known to be left
If I pass a mirror, I turn away,
I do not want to look at her,
and she does not want to be seen. Sometimes
I don’t see how I’m going to go on doing this.
Often, when I feel that way,
within a few minutes I am crying, remembering
his body, or an area of it,
his backside often, a part of him
/Stag’s Leap, 2012.
74
one
secret
thing
[2008]
everything
/One secret Thing, 2008.
77
diagnosis
/One secret Thing, 2008.
78
the
unswept
room
[2002]
the empty nest
Slowly it strikes me how quiet it is.
sunday in
81
blood,
tin,
straw
[1999]
when it comes
Even when you’re not afraid you might be pregnant,
it’s lovely when it comes, and it’s a sexual loveliness,
right along that radiant throat
and lips, the first hem of it,
/Blood, tin, straw, 1999.
85
the babysitter
The baby was about six months old,
a girl. The length of her life, I had not
touched anyone. That night, when they went out
I held the baby along my arm and
/Blood, tin, straw, 1999.
86
/Blood, tin, straw, 1999.
once
I saw my father naked, once, I
opened the blue bathroom’s door
which he always locked — if it opened, it was empty —
and there, surrounded by glistening turquoise
tile, sitting on the toilet, was my father,
all of him, and all of him
was skin. In an instant my gaze ran
in a single, swerving, unimpeded
swoop, up: toe, ankle,
knee, hip, rib, nape,
shoulder, elbow, wrist, knuckle,
my father. He looked so unprotected,
so seamless, and shy, like a girl on a toilet,
and even though I knew he was sitting
to shit, there was no shame in that
but even a human peace. He looked up,
I said Sorry, backed out, shut the door
but I’d seen him, my father a shorn lamb,
my father a cloud in the blue sky
of the blue bathroom, my eye had driven
up the hairpin mountain road of the
naked male, I had turned a corner
and found his flank ungarded — gentle
bulge of the hip–joint, border of the pelvic cradle.
Salto del Ciervo / Sharon Olds / Traducción de Natalia Leiderman y Patricio Foglia
87
these days
/Blood, tin, straw, 1999.
88
the
wellspring
[1997]
early images
of heaven
It amazed me that the shapes of penises,
their sizes, and angles, everything about them
was the way I would have designed them if I had
/The wellspring, 1997.
91
i love it when
I love it when you roll over
and lie on me in the night, your weight
steady on me as tons of water, my
lungs like a little, shut box,
/The wellspring, 1997.
92
prayer during
93
the
father
[1992]
his stillness
The doctor said to my father, “You asked me
to tell you when nothing more could be done.
That’s what I’m telling you now.” My father
sat quite still, as he always did,
/The father, 1992.
97
the look
/The father, 1992.
98
the
gold
cell
[1987]
summer solstice,
new york city
By the end of the longest day of the year he could not stand it,
he went up the iron stairs through the roof of the building
and over the soft, tarry surface
to the edge, put one leg over the complex green tin cornice
and said if they came a step closer that was it.
Then the huge machinery of the earth began to work for his life,
the cops came in their suits blue-grey as the sky on a cloudy evening,
and one put on a bullet-proof vest, a
/The gold cell, 1987.
101
the
dead
and the
living
[1983]
marilyn monroe
The ambulance men touched her cold
body, lifted it, heavy as iron,
onto the stretcher, tried to close the
mouth, closed the eyes, tied the
/The dead and the living, 1983.
105
absent one
/The dead and the living, 1983. (For Muriel Rukeyser)
106
for my daughter
That night will come. Somewhere someone will be
entering you, his body riding
under your white body, dividing
your blood from your skin, your dark, liquid
/The dead and the living, 1983.
107
satan
says
[1980]
that year
/Satan says, 1980.
111
/Satan says, 1980.
late
The mist is blowing across the yard
like smoke from a battle.
I am so tired of the women doing dishes
and how smart the men are, and how I want to
bite their mouths and feel their hard cocks against me.
112
drowning
(For Emily Davidson)
113
satan says
I am locked in a little cedar box
with a picture of shepherds pasted onto
/Satan says, 1980.
114
the edge of a large hinge open.
Say: the father's cock, the mother's
cunt, says Satan. I'll get you out.
The angle of the hinge widens
until I see the outlines of
the time before I was, when they were
locked in the bed. When I say
the magic words, Cock, Cunt,
Satan softly says, Come out.
But the air around the opening
is heavy and thick as hot smoke.
Come in, he says, and I feel his voice
breathing from the opening.
The exit is through Satan's mouth.
Come in my mouth, he says, you're there
already, and the huge hinge
begins to close. Oh no, I loved
them, too, I brace
my body tight
in the cedar house.
Satan sucks himself out the keyhole.
I'm left locked in the box, he seals
the heart-shaped lock with the wax of his tongue.
It's your coffin now, Satan says.
I hardly hear;
I am warming my cold
hands at the dancer's
ruby eye--
Salto del Ciervo / Sharon Olds / Traducción de Natalia Leiderman y Patricio Foglia
115