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Servicio Bíblico Latinoamericano

Semana del 18 al 24 de noviembre de 2018 –


Ciclo B

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Domingo 18 de noviembre de 2018


33º ORDINARIO
Basílicas de Pedro y Pablo, Rosa Filipina Duchesne (1852)

Dn 12,1-3: Por aquel tiempo se salvará tu pueblo


Salmo 15: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
Heb 10,11-14.18: Cristo ofreció un solo sacrificio
Mc 13,24-32: Reunirá a sus elegidos

C ercanos ya al final del año litúrgico, la liturgia de hoy nos


presenta a través de la lectura del libro de Daniel y del evangelio,
textos relativos al final de los tiempos. En efecto, el pasaje de Daniel
anuncia la intervención de Dios a favor de sus fieles a través de
Miguel, el ángel encargado de proteger a su pueblo. Estas palabras
de Daniel hay que enmarcarlas en el marco amplio de todo el libro
cuyo género y estilo corresponden a la corriente apocalíptica
bastante popularizada a finales del período veterotestamentario.
Todo el libro de Daniel es un llamado a la esperanza, característica
principal de toda la literatura apocalíptica. No se trata tanto de una
revelación especial de lo que sucederá al final de los tiempos,
cuanto la utilización de imágenes que invitan a mantener viva la
esperanza, a no sucumbir ante la idea de una dominación absoluta
de un determinado imperio. El texto que leemos hoy es subversivo
para la época, pues invita al rechazo del señorío absoluto de los
opresores griegos de aquel entonces que a punta de violencia se
hacían ver como dueños absolutos de las personas, del tiempo y de
la historia.
Por su parte el evangelio nos presenta una mínima parte del
«discurso escatológico» según san Marcos. Un poco antes de
comenzar la narración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús,
los tres sinópticos nos presentan palabras de Jesús cargadas de
sabor escatológico.
El pasaje de hoy hay que leerlo a la luz de todo el capítulo 13.
Es más, conviene que en casa o en el grupo lo leamos completo y, de
ser posible, leamos también el discurso escatológico de Mateo y de
Lucas, eso nos ayudará a ver mucho mejor las semejanzas y las
diferencias entre los tres y, por otro lado, nos facilitará una mejor
comprensión del sentido y finalidad que cada uno quiso darle a esta
sección.
Tengamos en cuenta que en ningún momento hablan los
evangelistas del «fin del mundo», en sentido estricto, esa es una
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interpretación equivocada que no ha traído los mejores resultados ni
a la fe del creyente ni a su compromiso con el prójimo y con la
historia. No es éste, con palabras sacadas de aquí y de allá, el
«fundamento» bíblico o teológico de las «postrimerías del hombre»
de que nos hablaba el «catecismo del padre Astete», o de los
«novísimos» que nos enseñaba la teología... O, por lo menos, no se
debe reducir a eso.
Jesús no predica el fin del mundo, ése no era su interés. Las
imágenes de una conmoción cósmica descrita como estrellas que
caen, sol y luna que se oscurecen, etc., son una forma
veterotestamentaria de describir la caída de algún rey o de una
nación opresora. Para los antiguos, el sol y la luna eran
representaciones de divinidades paganas (cf. Dt 4,19-20; Jr 8,2; Ez
8,16), mientras que los demás astros y lo que ellos llamaban
«potencias del cielo», representaban a los jefes que se sentían hijos
de esas divinidades y en su nombre oprimían a los pueblos,
sintiéndose ellos también como seres divinos (Is 14,12-14; 24,21; Dn
8,10). Pues bien, en línea con el Primer Testamento, Jesús no
pretende describir la caída de un imperio o cosa por el estilo, para
él lo más importante es anunciar los efectos liberadores de su
evangelio; y es que el evangelio de Jesús debe propiciar, en efecto,
el resquebrajamiento de todos los sistemas injustos que de uno u
otro modo se van erigiendo como astros en el firmamento humano.
Jesús es consciente y sabe que la única forma de rescatar,
redireccionar el rumbo de la historia por los horizontes queridos por
el Padre y su justicia, es haciendo caer los sistemas que a lo largo de
la historia intentan suplantar el proyecto de la justicia querido por
Dios, con un proyecto propio, disfrazado de vida pero que en
realidad es de muerte. Esta tarea la debe realizar el discípulo, el
que ha aceptado a Jesús y su proyecto. Recordemos la
intencionalidad teológica y catequética de Marcos: a Jesús, el
Mesías (cuyo «secreto» se mantiene a lo largo de todo el evangelio),
sólo se le puede conocer siguiéndolo; y bien, el seguimiento implica
no sólo ir detrás de él, implica, además, tomar el lugar de él, asumir
su propuesta como propia y luchar hasta el final por su realización.
Discípulas y discípulos están entonces comprometidos en ese
final de los sistemas injustos cuya desaparición causa no miedo, sino
alegría, aquella alegría que sienten los oprimidos cuando son
liberados. Ésa debiera de ser nuestra preocupación constante y el
punto para discernir si en efecto nuestras tareas de evangelización y
nuestro compromiso con la transformación de lo injusto en
relaciones de justicia está causando de veras el efecto que debe
tener el evangelio, o si simplemente estamos ahí a merced de las
corrientes del momento esperando quizás que se cumpla lo que no
ni siquiera pasó por la mente de Jesús.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 105, «Dos


moneditas de cobre», de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López
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Vigil. El autio, el guión, y su comentario, pueden ser tomados de
aquí: https://radialistas.net/1o5-un-cielo-nuevo-y-una-nueva-tierra/

El planteamiento ordinario del fin del mundo dentro de las


religiones –al menos, ciertamente, dentro del judeocristianismo–, ha
adolecido de nuestro típico antropocentrismo: el fin del mundo se
equipara, exactamente, a lo que pasará al plan de la «historia de la
salvación» (humana) por parte de Dios... Aunque lo consideramos
como «el fin del mundo», en realidad es el final «de nuestro
pequeño mundo», del pequeño mundo de nuestra religión, que cree
que ella misma ocupa todo el escenario, toda la realidad... Así,
consideramos que los dos grandes protagonistas de la realidad
somos, exclusivamente, Dios y nosotros, y que el mundo va a acabar
cuando Dios decida que acabe nuestra aventura humana en
su/nuestra «historia de salvación. En esa perspectiva queda
totalmente olvidado el mundo mismo, o sea, la realidad cósmica, el
cosmos...
Para salir al paso de esta forma inconsciente de
antropocentrismo, un correctivo más eficaz de lo que pensamos
puede ser la visualización de sencillos videos disponibles en la red
(muy accesibles en la red) sobre el dinamismo físico del cosmos. Se
puede «preguntar», por ejemplo, en la barra de búsqueda de
YouTube, por «placas tectónicas dentro de mil años», «futuro de la
tierra»... y dejarse llevar por las opciones y enlaces. Hay
documentales muy buenos, y de base científica, para ver que
estamos en un planeta, dependiente de una estrella que, como
todas, nacen, crecen y mueren, y nuestro Sol está hacia la mitad de
su vida calculable. El cosmos también tiene algo que ver con el fin
del mundo; no es una cuestión simplemente religiosa.

Para la revisión de vida


¿Cuál es mi compromiso real y concreto en la transformación
del orden de cosas actual para que llegue el nuevo orden, el
futuro orden, el «otro mundo posible», el «sueño de Dios»?

Para la reunión de grupo


- Hacer un cuadro en el que aparezcan lo que se
denomina «discurso escatológico» de Jesús, según la versión de
Mt, de Mc y la de Lc. Establecer las semejanzas y las
diferencias. Elaborar sus propias conclusiones en orden a
corregir las falsas creencias que sobre algunas palabras de
Jesús nos han metido en la cabeza.
- El final de este mundo, en cuanto tal, es algo que en
principio no entra en nuestros cálculos humanos; nadie se
plantea la eventualidad de que pueda acontecer durante su
propia vida. En ete contexto, ¿qué pueden significar los relatos
evangélicos (y bíblicos en general) sobre «el final del mundo»?
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¿Bajo qué condiciones hermenéuticas (interpretativas) pueden
ser «significantes» para el hombre y la mujer actual?
- En la Edad Media, y aun mucho después, y en algunos
contextos culturales casi hasta hace muy poco tiempo, la
estrella principal del horizonte humano era la
salvación/condenación, la eternidad más allá de la muerte, el
fin del mundo-global o del mundo-personal por la muerte
cósmica o personal. La sociedad y la cultura occidental actual
ignora positivamente estas dimensiones. ¿Qué hacer para
hablar de ellas: repetición, reinterpretación, resignificación,
abandono…?
- Ver el video [https://www.youtube.com/watch?
v=411kWR4rSek] sobre el movimiento de las placas tectónicas
a lo largo de la historia de la Tierra. Comentar qué sensación
produce frente a frente a nuestra forma inconsciente de
considerar la tierra.

Para la oración de los fieles


- Por los cristianos del mundo entero para que su
esperanza en la venida de Cristo se traduzca en un efectivo
compromiso de lucha por la justicia, oremos.
- Por quienes dirigen nuestras iglesias para que llenos de
esperanza sepan promover el bien entre los demás, oremos.
- Por nuestros grupos y comunidades para que nuestro
trabajo apostólico esté siempre orientado a la búsqueda de una
mejor calidad de vida para todos, oremos.
- Por quienes no creen o no aceptan el Evangelio, para
que viéndonos a nosotros lleguen a descubrir el reino de la
justicia y el amor, oremos.

Oración comunitaria
Dios Padre y Madre del ser humano, de la Tierra, del Cosmos,
de los miles de millones de estrellas que pueblan la noche… Tú
que eres el origen misterioso de los Astros, y el fin inefable del
Universo, danos un corazón sensato para comprender la
pequeñez de nuestra vida, y lúcido para ponerse al servicio de
la Vida hacia la que nos llamas. Tú que vives y haces vivir, por
los siglos de los siglos. Amén.
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Lunes 19 de noviembre de 2018


Ntra. Sra. de la Divina Providencia

Ap 1,1-4; 2,1-5a: Recuerda dónde has caído y arrepiéntete


Salmo 1: Al que salga vencedor le dará del árbol de la vida
Lc 18,35-43: ¿Qué quieres que haga por ti?

U n ciego está en el relato evangélico. Es un empobrecido al


borde del camino. La sociedad de consumo, también hoy, deja a
muchos hermanos al borde del camino, sin vida, sin posibilidades.
La propuesta que trae Jesús de Nazaret es de vida y de dignificación
para quién la acepte. El ciego de Jericó ruega a Jesús. El grito del
pobre, a través de Jesús, Dios lo escucha. Dios responde al clamor.
Jesús da orden al ciego que recobre la vista. Jesús devuelve la vista
a los que no pueden ver. Entrar en contacto con Jesús trae consigo
un cambio de lógica, de mirada. Hoy como ayer esto es lo que
acontece cuando una persona se encuentra con el Evangelio. Hemos
de vivir el discipulado sin la ceguera o la idea de un Mesías
poderoso, sucesor de David. Hemos de entrar por la lógica de un
Jesús pobre, sencillo y sin poder que nos devuelve la vista, para ver
con claridad el proyecto que el Padre Dios tiene para humanizar la
historia.
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Martes 20 de noviembre de 2018


Andrés Solá y comps. (1927)

Ap 3,1-6.14-22: Si alguien me abre, entraré y cenaré


Salmo 14: Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí
Lc 19,1-10: Quiero hospedarme en tu casa

Z aqueo, el recaudador de impuestos, es símbolo de impureza, de


maldición. Él no era pobre, sino rico. Su riqueza estaba construida
en la mentira. Ser recaudador de impuesto significaba para los
judíos alguien que vive fiel a la causa de Roma y en contra de la
lógica nacional judía. Jesús va a las fronteras de la impureza y lleva
la alegría del Evangelio a un hombre excluido de la lógica judía.
Dios, en Jesús, sale al encuentro de lo que el mundo y la religión
deja como desecho. Jesús acerca su propuesta de humanización a
los que no cuentan para aquella sociedad. En Zaqueo está
representada nuestra vida. Dios tiene para nosotros una propuesta
de vida, de humanidad. Hoy, como ayer, Dios visita nuestra casa. Así
como sucedió con Zaqueo, hoy cuando nos encentramos con la
Palabra de Dios, es Dios mismo que nos visita, quiere que le
abramos la puerta y le dejemos entrar, para establecer una relación
de amor con nosotros. ¿Estamos dispuestos a aceptarlo y a acoger
su proyecto de vida?
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Miércoles 21 de noviembre de 2018


Ntra. Sra. de Quinche, Ntra. Sra. de la Paz

Ap 4,1-11: Santo es el Señor


Salmo 150: Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo
Lc 19,11-28: ¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?

C ada persona recibe de Dios y de la vida unos talentos para


colocarlos al servicio de los demás. La vida es el espacio propicio
para que cada persona haga de su vida una experiencia memorable
en servicio y en entrega generosa por la vida de sus hermanos y
hermanas. El cristiano está invitado a vivir la vida colocando los ojos
fijos en el presente en el que Dios se revela y salva. Por ello su
conciencia ha de estructurarse en la vivencia seria del presente,
siendo responsable, dando lo mejor, en cuanto es el tiempo propicio
y único para la conversión. Cada cristiano está llamado a ser testigo
de Jesucristo con su vida, su manera de proceder y actuar. Por su
testimonio de vida, el mundo creerá en el Señor. Ese es el gran
compromiso del cristiano que quiere ser fiel a la obra de la
salvación. Ser fiel a Jesús y a su propuesta significa ser fiel al
proyecto de humanización querido y soñado por Dios. ¿Tu
testimonio de vida es transparente?
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Jueves 22 de noviembre de 2018


Cecilia, virgen y mártir (177)

Ap 5,1-10: El Cordero fue degollado


Salmo 149: Has hecho de nosotros para Dios un reino de sacerdotes
Lc 19,41-44: ¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!

H oy, San Lucas nos permite reflexionar en el amor que Dios nos
manifiesta en Jesús de Nazaret, que llora por Jerusalén. Jesús
experimenta dolor por el pueblo de Dios, por su actitud
arrogante, por su visión estrecha y mezquina desde donde
construyen las relaciones y la vida. Jerusalén no comprendió que
Dios les visitaba a través del Mesías Jesús. El pueblo de Dios perdió
la capacidad de mirar con hondura y de discernir los signos de los
tiempos y de los lugares. Y esa cerrazón es la que Jesús mira con
tristeza y con profundo dolor. Estamos invitados, como Jerusalén, a
reconocer en Jesús al enviado de Dios. la palabra definitiva de Dios.
Él presenta el plan de la voluntad del Padre. Acoger a Jesús y
abrazar su causa es comprender que Dios nos ha visitado de manera
definitiva en la persona del Hijo. Acojámoslo y seamos fieles a él y a
su palabra. ¿Descubres algunos signos de arrogancia o cerrazón en
tu comunidad cristiana? ¿Has perdido la capacidad de
discernimiento?
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Viernes 23 de noviembre de 2018


Miguel Agustín Pro (1927), Clemente I (97)

Ap 10,8-11: Tomé el librito y me lo comí


Salmo 118: ¡Qué dulce al paladar tu promesa!
Lc 19,45-48: Mi casa es de oración

J esús entra en conflicto con los hombres de religión de su tiempo.


Ahora la pelea es con el lugar sagrado, convertido por los
funcionarios religiosos en cueva de ladrones y de bandidos. Jesús
con su forma de proceder deja claro que el viejo Templo llega a su
fin. Ya no da más la figura del antiguo modelo religioso que tiene en
el centro el Templo como lugar fundamental de culto y de encuentro
con Dios. Ese modelo ofrecía al pueblo falsas seguridades y fue
generador de muerte y de exclusión, en especial al pueblo pobre y
oprimido. Jesús entonces inaugura un tiempo nuevo y definitivo. Él
presenta una nueva manera de relacionarse con Dios. Esta nueva
relación se hace como experiencia gratuita, libre sin comercializar
con la idea de Dios. El Maestro de Nazaret inaugura una nueva
experiencia relacional, ya no con un Dios privado, sino con un Padre
de todos, que garantiza la vida en comunidad. Jesús es la imagen
visible y real del Padre. ¿Nuestros templos son espacio de
encuentro, de fraternidad?
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Sábado 24 de noviembre de 2018


Andrés Dunc-Lac y comps. (1839)

Ap 11,4-11: Estos profetas eran un tormento para la gente


Salmo 143: Bendito el Señor, mi Roca
Lc 20,27-40: Dios es Dios de vivos

L a experiencia de la fe cristiana tiene su fundamento en la


resurrección del Señor, como atestiguan los Evangelios y el Nuevo
Testamento. Es en Jesús, muerto por el egoísmo del mundo y
resucitado por el amor infinito del Padre, donde el bautizado
encuentra sentido pleno de su vida y su quehacer en la historia. Es
del gozo de la Resurrección donde el hombre y la mujer de fe
reciben las fuerzas necesarias para abrazar la Cruz como itinerario
de seguimiento y de adhesión a la persona de Jesús y a su causa.
Solo quien asume la realidad de la Cruz experimenta la
Resurrección. Resucitar significa entrar bajo el amor total de Dios
Padre. El Cristianismo proclama la Resurrección de los muertos,
realidad que Jesús experimentó en su propia vida. Si toda la
Escritura tenía claro que Dios es un Dios de vivos y no de muertos,
con la experiencia de resurrección experimentada en Jesús quedó
clarificado de manera definitiva. ¿Cómo asumimos al Crucificado?
¿Cuáles son la señales de vida nueva en mi Comunidad?
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