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ESTRATEGIA COMPETITIVA
La estrategia competitiva tiene como propósito definir qué acciones se deben emprender
para obtener mejores resultados en cada uno de los negocios en los que interviene la
empresa.
Tema que en esencia nos lleva a plantear qué productos se deben manejar y qué
características deben reunir para aspirar el éxito.
En cierto sentido el producto juega un papel de enlace entre oferta y demanda, por lo que el
éxito al que se hace referencia está condicionado por la capacidad de la empresa para
superar a la competencia y desde luego, por la bondad del producto desde la perspectiva del
cliente.
Esto quiere decir que los límites del sector se trazan básicamente desde la
perspectiva del cliente, quedando dentro aquellos productos por los que un
individuo pudiera optar en su decisión de compra para satisfacer una necesidad o
algún deseo.
Una fórmula simple para identificar esos límites consiste en preguntarse hacia
dónde se dirigía la demanda ante un alza en los precios o escasez del producto, lo
que lleva a incluir tanto a competidores directos como a sustitutos.
Panorama del mercado: Tiene como propósito ofrecer una visión amplia, que
incluye una descripción de los productos manejados, de los principales grupos de
compradores a los que se dirigen y de las formas de comercialización.
Segmentación del mercado: Como el mercado no es homogéneo, un trabajo clave
consiste en identificar los sub-mercados o segmentos de que se compone.
Tipologías del consumidor: representan una alternativa para la división del
mercado.
Matriz producto-mercado: Se establece la relación entre las variaciones del
producto y las partes del mercado al que se dirigen.
Mercado meta: Es la parte del mercado hacia la que conviene dirigir la atención,
tomando en cuenta tanto su atractivo como la capacidad de la empresa para servir
con ventaja a esa parte.
Nichos de mercado: Son pequeños espacios del mercado en los que se aplican
estrategias específicas para su explotación.
Nichos de mercado: Son pequeños espacios del mercado en los que se aplican
estrategias específicas para su explotación.
Panorama del mercado: Al volver la vista al mercado vienen a la mente preguntas
como las siguientes: Quién compra, cuánto, a quién, por qué medio, etc. Que por
claridad conviene organizar en tres áreas:
o Situación del producto (oferta)
o Características de los compradores (demanda)
o Canales y puntos de venta (comercialización)
El tercer elemento bajo análisis y para muchos el eje de la estrategia competitiva, está dado
por las características del producto que se pone en el mercado.
Con tal motivo se han vuelto en lugar común voces que hablan de la calidad, la satisfacción
del cliente o la excelencia en el servicio como fórmulas garantizadas para el éxito.
Lo malo es que con frecuencia estas expresiones sólo quedan en frases amables, sin dejar
claro que la calidad es algo más que hacer bien las cosas o que cumplir con una norma y
que el buen servicio no se limita a un trato agradable.
El valor del producto tiene un carácter multifacético, que depende de la estimación que
hace el comprador de las distintas ventajas que el producto es capaz de reportar para
satisfacer sus necesidades o sus deseos, así como de la pertinencia de los servicios
asociados.
Servicio al producto: Incluye los servicios que de una u otra manera inciden en el
producto, ya sea antes, durante o después de la compra.
o Antes: Información, cotizaciones, demostraciones.
o Durante: Entrega rápida y segura, traslado, instalación.
o Después: Soporte, mantenimiento, reparaciones.
Servicio al cliente: Con frecuencia se dice que el verdadero precio de las cosas está
en la molestia para adquirirlas, lo cual habla de la importancia de los servicios al
cliente, que buscan facilitarle las cosas o simplemente agradarlo, sin que su
presencia o ausencia tenga alguna influencia en el producto mismo.
Conveniencia: Son servicios que buscan facilitarle las operaciones al cliente
(agilidad y confiabilidad en la toma de órdenes y en la facturación, crédito, cercanía,
estacionamiento, horario amplios, etc.)
Trato: Son servicios con los que simplemente se trata de agradar al cliente
(salvaguarda del cliente y sus pertenencias, hospitalidad, edecanes, pequeños
regalos, cuidado de niños, discreción, etc.)
Productos conexos: A las categorías anteriores se agrega una tercera que consiste
en apoyar al producto (y al cliente) ofreciendo en paquetes o por separado otros
productos que lo complementan.
Imagen: El tercer bloque del valor está dado por la imagen que se ofrece del
producto, que tiene como propósito apoyar al cliente para que conozca, infiera y
juzgue las ventajas del mismo, así como crear asociaciones que atraigan su interés o
simpatía.
1 .4. Diseño de la estrategia competitiva
El diseño de la estrategia competitiva descansa en el análisis de tres partes clave, que son la
industria, el mercado y el perfil del producto, para definir con qué capacidad competitiva se
cuenta, cuáles son las necesidades del mercado y qué características debe reunir el
producto. Si bien esta tres partes son importantes y tienen un carácter complementario.
Los puntos siguientes se refieren al desarrollo de la estrategia competitiva desde tres puntos
de vista:
Dentro del conjunto genérico de las estrategias de negocio encontramos las estrategias
competitivas, que tienen como objetivo que la empresa pueda mejorar su posición
competitiva respecto a las empresas del sector. Esto se puede lograr de diferentes maneras,
pero una estrategia competitiva tiene como objetivo fundamental la obtención de
una ventaja competitiva, es decir, la definición de una característica o de una cualidad que
haga que la empresa supere a la competencia de manera genérica y sostenida.
Por tanto, podemos definir la estrategia competitiva como el conjunto de características
internas que la empresa tiene que desarrollar para obtener y reforzar una posición superior
respecto a las empresas competidoras.
La creación de valor: Un elemento que puede tener repercusión en la mejora de la
posición competitiva de la empresa es la creación de valor, es decir, la generación de un
valor añadido que pueda servir como elemento crucial para alcanzar el éxito en la asunción
de una estrategia competitiva.
La creación de valor es uno de los motores más importantes para poder alcanzar el éxito de
este tipo de estrategias, ya que en aquellos mercados donde hay mucha competencia y los
márgenes comerciales son reducidos, las estrategias de precios bajos no tienen efecto. En
estos casos, la creación de valor resulta una opción muy válida.
Muchas veces, la creación de valor implica que a un producto tradicional, muy explotado
competitivamente, se le añade una característica muy innovadora que permite diferenciarlo
y obtener una especial ventaja competitiva, siempre que sea un factor difícil de imitar por la
competencia.
Según el investigador Michael E. Porter, la cadena de valor es una forma de análisis de la
actividad empresarial mediante la cual una empresa desagrega su actividad global en
diferentes partes, con el objetivo de identificar fuentes de ventaja competitiva en las
actividades que generan valor. Mediante este análisis se concreta un conjunto de funciones
que añaden valor a los productos y servicios de una empresa y se intenta, en cada una de
esas funciones, obtener la máxima rentabilidad posible, reduciendo todo lo que sea
superfluo. De esta forma, si la empresa lo logra, consigue desarrollar e integrar las
actividades de su cadena de valor de forma menos costosa y mejor diferenciada que sus
rivales.
Una cuenta dirigida tanto a autónomos como a pymes que necesiten una cuenta para su
actividad profesional:
La ventaja competitiva es un concepto lanzado por Michael Porter en 1985, pero que
todavía sigue de plena vigencia en el mundo empresarial actual.
Una ventaja competitiva es una característica diferencial de una empresa que la hace
desmarcarse de la competencia y colocarse en una posición claramente superior respecto
del resto, a fin de obtener un rendimiento mayor. La ventaja competitiva ha de ser única en
su sector, apreciada por el consumidor o cliente final y capaz de mantenerse a través del
tiempo. Para llegar a ella, la empresa puede emplear cualquiera de estas 3 vías: las
estrategias competitivas genéricas de Michael Porter.
El producto o servicio no necesitan ser los mejores, solo tener una calidad
aceptable.
Los riesgos de esta estrategia son la imitación por parte de los competidores, la
posibilidad de que la innovación tecnológica deje desfasados los procesos de la
empresa y los cambios en el interés de los consumidores, que pueden pasar a valorar
otras características por encima del precio.
Esta cualidad única puede apoyarse en todo tipo de características: diseño, atributos
técnicos, desempeño, atención al cliente, rapidez de entrega, oferta de servicios
complementarios, etc.
A diferencia del liderazgo en costes, la diferenciación no es exclusiva de una sola
empresa de cada sector, sino que varias compañías pueden tenerla, p.ej. una de ellas
destaca por su diseño y la otra por un rendimiento superior.
No puede ignorar el coste, ya que el valor adicional percibido por el consumidor
debe ser superior a la diferencia en precio respecto a otros productos de la
competencia.
Es muy recomendable en mercados que sean poco sensibles al precio.
Sus riesgos son que la característica diferencial sea imitada por la competencia y
que los consumidores no la valoren en la medida suficiente.