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Espíritu santo
Coro
Espíritu santo ayúdame te pido
Espíritu santo eres mi amigo, Consuélame,
Espíritu santo, ayúdame te pido
Espíritu santo eres mi amigo, consuélame
Coro
Espíritu santo ayúdame te pido
Espíritu santo tu eres mi amigo, consuélame
Espíritu santo, ayúdame te pido
Espíritu santo tu eres mi amigo, consuélame
En Juan 10: 18 Jesús dijo " Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi
propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para
tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de mi Padre". Esas palabras
tan significativas de Jesús, nos muestran que todo lo que le sucedió ese
primer Viernes Santo - todo el dolor físico de los azotes, los golpes, la
corona de espinas clavadas en la cabeza, los clavos en sus manos y sus
pies, todo el dolor emocional del ser vituperado y del ser escupido; todo
el dolor espiritual que Jesús soportó cuando su padre volteó el rostro,
cuando tomó sobre sí mismo los pecados del mundo, todo aquello -
Jesucristo aceptó y sufrió voluntariamente para la gloria de su Padre
celestial y para el bienestar eterno de su pueblo. Nada de lo que le
sucedió a Jesús ese día lo tomó por sorpresa. Nada de eso fue algo
inesperado. Todo estaba previsto y tomado en cuenta por él cuando hizo
esa oración profética en Getsemaní, "No se haga mi voluntad, sino la
tuya" (Lucas 22:42). La imagen que vemos de Jesús en los relatos
evangélicos de la pasión, no es el de una persona que valientemente - si
bien algo desconcertada - se enfrenta a circunstancias imprevistas que
escapan a su control. No, la imagen es la de un control completo. Jesús
está en control total de cada aspecto de la situación. Es evidente durante
su entera pasión, durante su arresto, durante su presencia en el
"interrogatorio" ante las autoridades judías y ante Pilato, durante el
tratamiento brutal que recibió de parte de los soldados, mientras colgaba
en la cruz en agonía. Jesucristo no era una víctima indefensa, no, él era el
Todopoderoso, el Hijo de Dios soberano quien voluntariamente se
sometió a la humillación y al sufrimiento, dando su vida con voluntad
propia. Esa es la imagen de Jesús que vemos en los evangelios, y esa es
la imagen de Jesús que vemos en estas palabras de Juan 19 que el Pastor
Younge acaba de leernos, lo que constituye la quinta palabra de Jesús en
la cruz.
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