Contra las teorías tradicionales nacionalistas el autor plantea estudiar el proceso como unidad no
como aspectos separados, que termina con el Antiguo Régimen dando lugar a múltiples estados
independientes.
El rasgo más evidente de esa época es el cambio de conciencia que tienen los actores: se está
fundando un hombre nuevo, nueva sociedad, nueva política. Ese hombre nuevo es un hombre
individual, desgajado de los vínculos de la sociedad estamental y corporativa. La nueva sociedad,
contractual, surgida de un nuevo pacto social. La expresión de un nuevo soberano: el pueblo, a
través de la competición de los que quieren encarnarlo o representarlo. Lo radicalmente nuevo es
el triunfo de la Nación, del pueblo soberano, nuevos sujetos políticos que se constituyen para
conquistar esa nueva legitimidad. El término sintético con que se conoce este proceso es:
Modernidad. El nuevo sistema de referencias surge de medios diversos: burgueses, empleados
públicos, clérigos, nobles y patricios, todo un conjunto de hombres cuyo rasgo común no es una
común situación económica, sino su pertenencia a un mismo mundo cultural. La burguesía
triunfante es una burguesía que no aparece.
La polémica fue oponer lo francés, identificado con lo moderno, con lo español, identificado con lo
tradicional. La versión liberal de mitad de siglo XIX en América reivindica la independencia como
hija de la Revolución Francesa y consecuencia de sus principios. Contra esa versión va a surgir un
revisionismo que pone en cuestión dicho supuesto.
Nuevas corrientes: no solo las ideas de la revolución francesa son las que influyeron en las
independencias.
Para analizar la independencia hay que ver las tensiones entre la metrópoli y América, ver como se
rompe esa unidad política. Debemos partir del conjunto, de los factores comunes que unen a
Hispanoamérica.
Entre el siglo XVI y XVII se suceden conflictos entre las instituciones representativas (cortes,
estados generales, parlamento) y el Estado. Como resultado se genera en Francia la monarquía
absoluta, en Inglaterra una Monarquía Constitucional y en España un empate. Con los borbones en
España el absolutismo triunfa (por ej. se suprimen las cortes, como la de Aragón). Las cortes no
tiene representatividad ni poder. La monarquía hispánica tiende a asimilar el modelo político
francés. El crecimiento del Estado suprime el poder de los cuerpos, reemplazando por relación
soberano-súbditos. La sociedad se homogeniza. La ilustración es la victoria del individuo como
valor supremo, nueva forma de sociedad: asociación de individuos por voluntad en desmedro de
los estamentos, de la organización corporativa.
Existen muchos campos en común entre el absolutismo y las elites modernos: hostilidad hacia los
cuerpos, concepto unitario de la soberanía y una relación binaria de poder entre un órgano central
y los individuos. Estos rasgos comunes los unías más de lo que lo separaban: la lucha contra el
tradicionalismo y el pactismo.
Con la subida al trono de Carlos IV, la monarquía dejo de ser ilustrada. El despotismo ministerial
fue cuestionado. Las elites modernas ya no vieron en él un medio para lograr sus reformas y
objetivos. Los grupos privilegiados coinciden ahora en volver sobre los cuerpos tradicionales
(cortes, estados generales) para presionar a la monarquía. Se desarrolla así el constitucionalismo
histórico: el gobierno libre se ampara en una reivindicación de las viejas libertades y antigua
representación del reino. Jovellanos en España es exponente de esta corriente política.
Dos lógicas diferentes dentro de la revolución. La aspiración del gobierno libre se realiza sobre dos
concepciones diferentes:
- Libertad: nueva concepción utópica / vuelta a una edad de oro en la que reinaba armonía
entre el rey y el reino
- Libertad: individuos iguales bajo una misma ley / libertades y privilegios de los antiguos
cuerpos
- Nación: ente homogéneo, conjunto de individuos asociados por un pactos / el reino: una
realidad heterogénea producto de la historia de los pueblos
- Constitución: texto nuevo, pacto de una nueva sociedad, una nueva nación / leyes
fundamentales del reino
1 – MODERNOS / ABSOLUTISTAS: poder binario Estado – individuo, lucha contra privilegios de los
cuerpos, homogeneidad social.
La especificidad mayor de las revoluciones hispánicas con respecto a la francesa es que no hubo
fenómenos de tipo jacobino ni movilización popular moderna.
La revolución no empezara en el mundo hispánico por maduración interna, sino por la crisis de la
monarquía provocada por la invasión a España de Napoleón.
Las abdicaciones de Bayona llevan a la formación de juntas insurreccionales entre mayo y junio de
1808 en toda España. La reversión de la soberanía (del reino, pueblo o nación), en sus múltiples
sentidos, es una forma improvisada de representación de la sociedad es la respuesta para rechazar
la invasión napoleónica y asumir el poder ante la ausencia del Rey. Sin embargo estas tentativas
parciales no podían dar al conjunto de la monarquia un poder único e indiscutible. Tampoco fue
suficiente la formación en septiembre de 1808 de la Suprema Junta Central en Aranjuez, que
aunque tenía legitimidad por parte de españoles y americanos era débil ya que surgía de la
delegación de las juntas insurreccionales españolas. Luego se amplía el llamado a diputados
americanos (con menos representatividad).
Mayo de 1809 la Junta Central llama a las Cortes. Se abre el debate sobre la representación que
abre la puerta a la revolución española y a la Independencia americana: ¿Que es la Nación? ¿Cuál
es la relación entre la Península y América?
El otro tema era la igualdad entre españoles y americanos. El rechazo práctico por parte de los
peninsulares de la igualdad proclamada será la causa esencial de la Independencia de América.