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ERdIDAD NACJ01141..1/21.11VWFLI, UL ii1.

11120
DERECHO CONSTITUCIONAL
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS
Serie A: FUENTES, b) textos y estudios legislativos, núm. 81
Jorge CARPIZO
Jorge MADRAZO

DERECHO CONSTITUCIONAL

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

MÉxico, 1991
Primera edición: 1991

DR (:) 1991, Universidad Nacional Autónoma de México


Ciudad Universitaria, México, D. F., C. P. 04510
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS

Impreso y hecho en México

ISBN 968-36-2274-7
INDICE

ADVERTENCIA

L LA CONSTITUCIÓN DE MÉxico 7

1. Las fuentes del derecho constitucional mexicano. . 7


2. La Constitución mexicana: algunos criterios clasificadores. 11
3. Una nota característica: el aspecto social 11
4. La supremacía constitucional y la jerarquía de las normas 14
5. Las reformas constitucionales . 15

II. LOS PRINCIPIOS BÁSICOS 17

1. La declaración de derechos humanos 18


2. La soberanía 22
3. La división de poderes 24
4. El sistema representativo 28
5. El régimen federal 35
6. La justicia constitucional 40
7. La supremacía del Estado sobre las iglesias. 46

III. Los PARTIDOS POLÍTICOS 47

1. Su "constitucionRlización" 47
2. Su reglamentación. . 49

3. Su realidad . 51

IV. EL SISTEMA PRESIDENCIAL DE GOBIERNO 57

1. Fuentes 57
2. Características. 58
3. Supuestos matices parlamentarios. 58

114 ÍNDICE

4. Relaciones recíprocas de control entre los poderes ejecutivo


y legislativo 60
5. El predominio del poder ejecutivo . 64

V. ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO DEL PODER EJECUTIVO. . 65

1. El ejecutivo unipersonal 65
2. Requisitos de elegibilidad 66
3. Principio de no reelección. 67
4. Periodo presidencial 68
5. Sustitución presidencial 69
6. Secretarías de Estado y departamentos administrativos. 70
7. Facultades del presidente de la República . . 71

VI. ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO DEL PODER LEGISLATIVO. 77

1. El sistema bicamaral 77
2. Integración de las cámaras . 78
3. Requisitos para ser diputado y para ser senador. 80
4. Suplencia 81
5. Periodos de sesiones 82
6. Quorum de asistencia y de votación . 83
7. Irresponsabilidad e inmunidad. ...... 84
8. Clasificación de las facultades de las Cámaras desde el pun-
to de vista de la forma de su actuación y de la naturaleza
de sus actos 85
9. La ley y el decreto 85
10. El procedimiento legislativo . .. 86
11. Facultades del Congreso de la Unión. 87
12. Facultades exclusivas de la Cámara de Diputados. 89
13. Facultades exclusivas de la Cámara de Senadores. 89
14. La Comisión Permanente 92

VII. ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO DEL PODER JUDICIAL. . 94

1. órganos que integran el poder judicial federal . . . 94


2. Integración y funcionamiento de la Suprema Corte de Justicia 94
3. Requisitos para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia 95
4. Las garantías judiciales 96

ÍNDICE 115

5. Suplencia, renuncia y licencias .... . 98


6. Independencia del poder judicial federal. . . 98

VIII. LAS ENTIDADES FEDERATIVAS Y EL MUNICIPIO . . 99

1. La autonomía de los estados. 99


2. Las constituciones locales . . ..... 99
3. Bases constitucionales de organización de los poderes locales 100
4. Obligaciones positivas y prohibiciones absolutas y relativas. 101
5. La participación de las entidades federativas en la formación
de la voluntad federal 105
6. El municipio ........ 105

BIBLIOGRAFÍA . 110
Derecho Constitucional, editado por el
Instituto de Investigaciones Jurídicas de
la UNAM, se terminó de imprimir en
los talleres de IMPRESOS CIIÁVEZ, S. A.
DE C. V. el día 18 de diciembre de
1991. La edición consta de 2 000
ejemplares.
ADVERTENCIA

I. LA CONSTITUCIÓN DE MÉxico 7

1. Las fuentes del derecho constitucional mexicano. . . 7


2. La Constitución mexicana: algunos criterios clasificadores. 11
3. Una nota característica: el aspecto social 11
4. La supremacía constitucional y la jerarquía de las normas 14
5. Las reformas constitucionales . 15

II. Los PRINCIPIOS BÁSICOS 17

1. La declaración de derechos humanos . . 18


2. La soberanía . . . . 22
3. La división de poderes 24
4. El sistema representativo 28
5. El régimen federal 35
6. La justicia constitucional 40
7. La supremacía del Estado sobre las iglesias 46
DERECHO CONSTITUCIONAL

ADVERTENCIA

Hemos redactado este título relativo al derecho constitucional mexica-


no de acuerdo con los lineamientos generales que el Instituto de
Investigaciones Jurídicas determinó para esta obra. Se ha hecho énfasis
en los aspectos más importantes y singulares del constitucionalismo de
nuestro país y únicamente nos hemos referido a la doctrina en casos
indispensables.
El profesor Jorge Carpizo escribió los capítulos I, II, III y VI. El
profesor Jorge Madrazo escribió los capítulos IV, V, VII y VIII. Las
conclusiones son de ambos autores.
El trabajo está actualizado a diciembre de 1990. En su puesta al día
participó la doctora María del Pilar Hernández Martínez.

I. LA CONSTITUCIÓN DE MÉXICO

1. Las fuentes del derecho constitucional mexicano

México tiene un sistema federal. Por lo tanto, se puede justamente


hablar de un derecho constitucional general o federal y de un derecho
constitucional local o de las entidades federativas. Los principios básicos
de organización política del Estado mexicano se encuentran en el dere-
cho constitucional general y a él nos referiremos primordialmente.
Las fuentes del derecho constitucional mexicano son: a) la Constitu-
ción, b) la jurisprudencia, c) la costumbre, d) las leyes que reglamentan
preceptos constitucionales o que precisan los órganos creados por la
propia Constitución, e) la doctrina y f) algunas reglas de juego del
sistema político.
La fuente primera y más importante: la Constitución. La actual
Constitución fue expedida el 5 de febrero de 1917 y entró en vigor el
primero de mayo de ese año.
A su vez, las fuentes de la Constitución son de carácter a) mediato
y b) inmediato.
8 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

La fuente inmediata es quien hace la Constitución. La fuente mediata


es el por qué, la causa de la creación de la Constitución.
La fuente mediata de la Constitución mexicana de 1917 fue el movi-
miento social que principió en 1910 con la rebelión de Madero en
contra del presidente Díaz, quien había estado en el poder por treinta
años. Dicho movimiento perseguía fundamentalmente un objetivo polí-
tico: llevar a la ley fundamental el principio de no reelección del pre-
sidente y terminar con la larga permanencia de Díaz en el poder. En
1913, Carranza, gobernador de Coahuila, se levantó en armas en contra
del presidente Victoriano Huerta, quien había ordenado el asesinato del
presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez. Durante esta lucha
civil se fueron expidiendo decretos de carácter social, especialmente
para garantizar ciertos derechos a los trabajadores y a los campesinos,
los que estaban luchando no sólo para cambiar las estructuras políticas
y a los gobernantes sino primordialmente para asegurarse un mejor nivel
de vida. La nueva Constitución no tiene su fundamento de validez en
su antecesora, ya que se creó sin seguir el procedimiento que aquella
indicaba para su reforma, sino en la serie de hechos ocurridos entre
1910 y 1916, los cuales originaron que se creara una nueva Constitución
que fue aceptada por amplios sectores de la sociedad mexicana.
La fuente inmediata de la Constitución fue el Congreso Constituyente
que se convocó para que la redactara y aprobara. Dicho Congreso Cons-
tituyente, convocado por Carranza (jefe del movimiento que derrocó a
Victoriano Huerta), estuvo integrado por 214 diputados constituyentes
propietarios, que fueron electos por el pueblo de acuerdo con las reglas
generales de elección de los representantes para la Cámara Federal de
Diputados, reglas que se precisaron en el decreto convocatorio respecti-
vo. El Congreso Constituyente, en cuanto Colegio Electoral, comenzó
sus juntas el 21 de noviembre de 1916, y sus sesiones fueron oficial-
mente inauguradas el lo. de diciembre de ese año y clausuradas el 31
de enero de 1917.
La segunda fuente: ks jurisprudencia. La propia Constitución en su ar-
tículo 94 señala que la ley fijará los términos en que sea obligatoria la
jurisprudencia que establezcan los tribunales del poder judicial de la f.3-
deración acerca de la interpretación de la Constitución, leyes y regla-
mentos federales o locales y los tratados internacionales.
Así, el poder judicial federal tiene en sus manos, como regla general,
la interpretación última de la Constitución, interpretación que están
obligados a aplicar todos los tribunales del país, cuando se ha estable-
cido jurisprudencia.
DERECHO CONSTITUCIONAL 9

Se establece jurisprudencia del pleno de la Suprema Corte de Justi-


cia, cuando existen cinco sentencias no interrumpidas por otra en con-
trario y que han sido aprobadas por lo menos por catorce ministros. Las
salas de la Suprema Corte también establecen jurisprudencia cuando
existen cinco sentencias no interrumpidas por otra en contrario y que
han sido aprobadas por lo menos por cuatro ministros.
También los tribunales colegiados de circuito están facultados para
establecer jurisprudencia, la cual es obligatoria para todos los tribunales
y jueces que funcionen dentro de su jurisdicción territorial.
Los tribunales colegiados de circuito establecen jurisprudencia cuando
existen cinco sentencias no interrumpidas por otra en contrario, y apro-
badas por unanimidad de votos de los magistrados que integran el
tribunal.
La jurisprudencia se puede interrumpir; la Ley de Amparo señala los
requisitos necesarios y precisa una serie de sus aspectos.
En esta forma, como afirmamos párrafos arriba, por regla general, el
poder judicial de la federación tiene en sus manos la interpretación
última de la Constitución, salvo en algunos casos de naturaleza "poli-
tica"; incluso sobre esta misma materia, a veces la Suprema Corte ha
aceptado su competencia y en otras ocasiones, con los mismos argumen-
tos, la ha declinado. También como regla general, la Suprema Corte se
ha abstenido de examinar resoluciones del Senado cuando éste declara
que han desaparecido todos los poderes en una entidad federativa —algo
parecido, pero sólo parecido a una intervención federal—, y los pro-
blemas relacionados con las elecciones populares.
La tercera fuente: las costumbres o usos constitucionales. El orden
jurídico mexicano es primordialmente de carácter escrito. Una costum-
bre constitucional no puede derogar un precepto de la ley fundamental
porque éste sólo puede ser alterado o abrogado a través del procedi-
miento que para su reforma señala la propia Constitución; esto es con-
gruente con el principio de la supremacía constitucional.
Sin embargo, existen costumbres constitucionales en México. Como
ejemplo podemos señalar que el artículo 69 constitucional prescribe que
el presidente de la República presentará, en la apertura del primer peno-
de sesiones ordinarias del Congreso, un informe por escrito en el que se
exponga el estado general de la administración pública del país. El pre-
sidente mexicano cumple con este mandato cada primero de noviembre
con un informe que se convierte en un acto político de especial impor-
tancia: se suspenden las labores en todo el país, la ceremonia se trasmite
por todos los canales de televisión y radio, el presidente llega al edificio de
10 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

la Cámara de Diputados después de un recorrido por las calles repletas


de gente, lee un documento durante varias horas, y el presidente de la
Cámara de Diputados le contesta en términos generales. Este ritual,
esta costumbre constitucional, se ha hecho parte del informe presidencial.
La cuarta fuente: las leyes que reglamentan preceptos constitucionales
o que precisan los órganos creados en la propia Constitución. Como
ejemplo podemos señalar a la mencionada Ley de Amparo, que regla-
menta la garantía constitucional más importante del país, y el Código
Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, que reglamenta
lo relativo a los partidos políticos nacionales.
La quinta fuente: la doctrina que, aunque no es obligatoria, ha influi-
do en la legislación y en la jurisprudencia.
Se puede recordar el artículo 34 de la Ley de Amparo de 1882 que
indicó: "Las sentencias pronunciadas por los jueces (se refiere a los
de amparo) serán en todo caso fundadas en el texto constitucional de
cuya aplicación se trate. Para su debida interpretación se atenderá al
sentido que le han dado las ejecutorias de la Suprema Corte y las doc-
trinas de los autores". (Las cursivas son nuestras.)
En consecuencia, de acuerdo con el artículo mencionado, los jueces
debían. tomar en cuenta la doctrina para la interpretación de la Cons-
titución, con lo que se le otorgaba especial importancia a la doctrina.
Sin embargo, esa corriente nacida en 1882 no prosperó, y en la actuali-
dad el valor que tiene esa fuente es el que los legisladores y los jueces
decidan otorgarle.
La doctrina ha tenido importancia en México. Se puede mencionar
como ejemplo que Emilio Rabasa influyó con sus obras el funciona-
miento del sistema de gobierno asentado en la Constitución de 1917,
aunque no se le citara en el Congreso Constituyente por pertenecer al
grupo político perdedor. Empero su pensamiento sobre un ejecutivo
fuerte, las relaciones entre los poderes ejecutivo y legislativo, y la im-
portancia y funcionamiento del veto, influyeron decisivamente en el
constituyente mexicano de este siglo.
La sexta fuente: ciertas reglas de juego del sistema político. Estas
reglas no se encuentran escritas ni tienen carácter jurídico, pero existen,
conforman y modifican el funcionamiento de varias instituciones asen-
tadas en la ley fundamental. Por ejemplo: el presidente de la República
es el jefe real del partido preponderante y es quien, al escoger el candi-
dato del partido para la presidencia de la República, realmente está
decidiendo quién será su sucesor, ya que desde su fundación en 1929
ese partido preponderante no ha perdido ninguna elección presidencial.
DERECHO CONSTITUCIONAL 11

Junto con estas fuentes del derecho constitucional mexicano, hay que
tener presente también el método del derecho comparado que los mexi-
canos hemos utilizado abundantemente y con provecho. Especialmente
han inspirado instituciones político-constitucionales en nuestro país las
de España, Estados Unidos de Norteamérica y Francia. En los últimos
años hemos tratado de conocer más y mejor la evolución constitucional
de América Latina, y el sistema representativo mexicano configurado
en 1977 fue influido por el que existe en la República Federal de Ale-
mania. Hemos adaptado a las peculiares circunstancias y a la realidad
de México una serie de instituciones, con lo cual éstas han perdido su
"pureza", pero se han arraigado en nuestro sistema constitucional por
dar respuesta a necesidades concretas, y porque han auxiliado en la con-
secución del objetivo de mejorar nuestra organización jurídico-político-
constitucional.
2. La Constitución mexicana: algunos criterios clasificadores

Para tener una idea general de la Constitución mexicana de 1917,


vamos a aplicarle algunos de los criterios que se han formulado para
la clasificación de las constituciones.
De acuerdo con Wheare, la Constitución mexicana es suprema sobre
el órgano legislativo, porque para su reforma se sigue un procedimiento
más complicado que aquel que se necesita para alterar una norma ordi-
naria; es federal, es presidencial y es republicana.
La Constitución formal acepta en su artículo 41 el multipartidismo;
pero en la realidad somos un país con Constitución de partido predo-
minante, ya que en los últimos sesenta arios todos los presidentes, gober-
nadores, senadores y alrededor del 90% de los diputados federales, han
sido postulados por ese partido.
En la terminología de Loewenstein, tenemos una Constitución nominal,
ya que no existe concordancia absoluta entre la realidad del proceso
político y las normas constitucionales a causa de una serie de factores
sociales, económicos y políticos; pero hay la esperanza de que tarde o
temprano podamos alcanzar dicha concordancia y lograr una Constitu-
ción normativa.
3. Una nota característica: el aspecto social

Nuestra Constitución, como la inmensa mayoría de las constituciones,


posee una parte dogmática y otra orgánica, división que ya encontramos
en la Constitución mexicana de 1814.
12 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

La nota más característica de nuestra ley fundamental consiste en


que fue la primera en incorporar normas de contenido social. La Co-
misión de Constitución del Congreso Constituyente de 1916-1917 aceptó
adicionar al proyecto del artículo quinto, que contenía el principio de
la libertad de trabajo, con los principios —que tres diputados constitu-
yentes le habían propuesto— de la jornada máxima de ocho horas, el
descanso semanal y la prohibición de trabajo nocturno para mujeres y
niños. A su vez dicha Comisión rechazó otros principios que también
esos tres diputados le habían sugerido, tales como: a trabajo igual sala-
rio igual sin hacer diferencias de sexo, derecho a huelga, y estableci-
miento de juntas de conciliación y arbitraje.
La presentación del proyecto del artículo quinto dividió al Congreso
Constituyente. Una corriente opinaba que era necesario suprimir las
normas sociales de ese artículo porque una Constitución no debía esta-
blecer ningún precepto reglamentario. La otra, también se mostró incon-
forme con el proyecto del artículo, porque deseaba que se le incorpo-
raran todos aquellos principios que aseguraran la vida, la libertad y las
energías del trabajador, porque —argumentaban— era preferible sacri-
ficar la estructura de la Constitución y no al individuo; porque se debían
establecer bases precisas sobre las cuales se legislara en materia laboral,
y porque se debía hacer justicia a la clase trabajadora que había sido
factor importante en el triunfo del movimiento social. Esta última co-
rriente fue obteniendo el consenso del Congreso.
Entonces se propuso y se aceptó tácitamente que todos los principios
del aspecto laboral se trataran en un capítulo o en un título de la Cons-
titución, y un grupo de diputados, fuera de las sesiones del Congreso
Constituyente, se dio a la tarea de redactar ese título que, con ligeras
modificaciones, la Comisión de Constitución presentó al Congreso. Ya
la discusión no revistió mayor relieve, se aceptó que los aspectos gene-
rales del problema laboral fueran reglamentados en la Constitución: el
artículo 123, en sus veintiocho fracciones, fue aprobado por unanimidad.
Se hacían realidad las palabras que había pronunciado uno de los
diputados constituyentes, Cravioto, en una de las sesiones de debates
del aspecto laboral:

así, como Francia, después de su revolución, ha tenido el alto honor


de consagrar en la primera de sus cartas magnas los inmortales dere-
chos del hombre, así la Revolución Mexicana tendrá el orgullo legí-
timo de mostrar al mundo que es la primera en consignar en una
constitución los sagrados derechos de los obreros.
DERECHO CONSTITUCIONAL 13

Nacía toda una concepción del derecho constitucional, misma que


afloraría en la primera posguerra y con mayor vigor en la segunda: la
Constitución no sólo estructura políticamente a la nación, sino que
asegura al individuo un mínimo decoroso de existencia. El constitucio-
nalismo político se transformaba en social para enriquecerse. De aquí
surge el constitucionalismo político-social de nuestros días.
El aspecto laboral fue complementado con el agrario. Ya no se cues-
tionó en el Congreso Constituyente si esos preceptos debían o no formar
parte de la Constitución; el punto ya estaba ganado. En el artículo 27
se incluyeron las disposiciones sobre el problema de la tierra. Se pre-
ceptuó, primordialmente, entre otros aspectos; que la propiedad de las
tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional
corresponde originalmente a la nación, la que puede constituir la pro-
piedad privada imponiéndole las modalidades que dicte el interés pú-
blico; se estableció la dotación de tierras y aguas a los pueblos, ranche-
rías o comunidades que carecieran de ellas; se precisaron los elementos
de los cuales la nación es propietaria y sobre los cuales ejerce dominio
directo; se reglamentó el fraccionamiento de las grandes propiedades y
cómo debía efectuarse, y se autorizó la expropiación por causa de utili-
dad pública.
Debe quedar claro que con estas garantías sociales nunca se persiguió
menoscabar las de carácter individual sino, al contrario, complementar-
las, armonizarlas, para hacer realidad la igualdad, la libertad y la dig-
nidad humanas.
Así nació el constitucionalismo social. La Constitución mexicana tuvo
esta originalidad, que es desde entonces su sello distintivo.
Las instituciones políticas que quedaron plasmadas desde nuestra pri-
mera Constitución del México independiente, la de 1824, y que subsisten
hasta nuestros días, como los sistemas federal, representativo, presiden-
cial y de equilibrio de poderes, han venido evolucionando y, si bien con-
servan los principios de la institución, nuestras Constituciones los han
ido ajustando a nuestras necesidades y a nuestras aspiraciones, hasta
darles actualmente una serie de peculiaridades que nos permiten hacer
referencia, por ejemplo, al sistema presidencial mexicano o al sistema
representativo mexicano.
La Constitución mexicana de 1917 está concebida dentro del consti-
tucionalismo occidental, se reconoce a la persona como la base de todas
las instituciones sociales, se limita y subordina el poder, y se le asegura
al hombre una existencia realmente humana. Dentro de este contexto,
nuestra ley fundamental contiene algunas características propias, lo que
14 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

es natural, ya que cada país tiene sus propios problemas y sus propias
necesidades.

4. La supremacía constitucional y la jerarquía de las normas

El artículo 133 de la Constitución establece el principio de la supre-


macía constitucional y la jerarquía de las leyes en el orden jurídico
mexicano. Textualmente expresa:
Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen
de ella y todos los Tratados que estén de acuerdo con la misma,
celebrados y que se celebren por el Presidente de la República, con
aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión. Los
jueces de cada Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y
tratados a pesar de las disposiciones en contrario que pueda haber
en las Constituciones o leyes de los Estados.
El principio de supremacía constitucional se ha establecido en todas
las Constituciones mexicanas, si bien en algunos casos no se estableció
en forma muy clara. El artículo 126 de la Constitución de 1857 fue
tomada literalmente de la Constitución norteamericana y es el que quedó
en la actual Constitución, con reformas de 1934 a la redacción, no .al
sentido.
Del artículo 133, en conexión con otros artículos, especialmente el
16, el 103 y el 124, se desprende la jerarquía de las normas en el orden
jurídico mexicano, a saber: I) Constitución federal, II) leyes constitu-
cionales y tratados, III) derecho federal y derecho local.
Las leyes constitucionales son aquellas que afectan la unidad del
Estado federal, es decir, su ámbito de aplicación es tanto federal como
local; como ejemplo se puede señalar la Ley de Amparo.
Ahora bien, el problema es determinar cuál de las dos se aplica cuan-
do existe una aparente contradicción entre una ley federal y una local.
En México se quiso que la división de competencia entre la federación y
las entidades federativas fuera clara, tajante, sin ninguna ambigüedad,
y de aquí resulta: a) la redacción de nuestro artículo 124 constitucional,
al que posteriormente nos referiremos y que contiene el pensamiento
de que las facultades no concedidas expresamente a las autoridades
federales se entienden reservadas a las entidades federativas (nótese
que en la enmienda décima norteamericana, de la cual tomamos nuestro
precepto, no aparece la palabra expresamente) y b) que entre nosotros
no existen las facultades concurrentes, ya que ni la Constitución ni la
DERECHO CONSTITUCIONAL 15

jurisprudencia las admiten, y no existen precisamente por la razón arriba


apuntada.
Luego, en México, al problema propuesto se responde de la siguiente
manera: se aplica la ley que fue expedida por autoridad competente,
es decir, el problema en nuestro país no se presenta como de suprema-
cía de la legislación federal sobre la local sino como un problema de
competencia: ¿cuál es la autoridad que de acuerdo con la Constitución
es competente para legislar sobre esta determinada materia?
Y es más, el principio de autoridad competente, de acuerdo con el
artículo 16, constituye en México una garantía individual, un derecho
humano; y el artículo 103 señala la procedencia del juicio de amparo
cuando la autoridad federal o local actúan en exceso de su competencia.
Luego, se garantiza el principio de la competencia con el instrumento
procesal más efectivo con que cuenta el orden constitucional mexicano.
La jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia declara que la
constitucionalidad de una ley sólo puede examinarla el poder judicial
federal a través del juicio de amparo. O sea, esta jurisprudencia deja
como letra muerta la segunda parte del citado artículo 133. Parte de la
doctrina mexicana se ha manifestado en contra de esto, y la propia
Suprema Corte abrió un poco las puertas a su jurisprudencia al crear
lo que la doctrina denominó el recurso de inconstitucionalidad; en él,
la contraparte del quejoso es el juez común que, según el afectado, apli-
có un precepto anticonstitucional; no se enjuicia al poder legislativo por
su labor, sino se analiza la resolución del juez local, quien a pesar de lo
ordenado en el segundo párrafo del artículo 133 constitucional, aplicó
una norma anticonstitucional. Este recurso de inconstitucionalidad ha
tenido poca aplicación. La tradición pesa enormemente sobre nuestros
jueces locales, quienes prefieren no entrar al examen de la constitucio-
nalidad de las leyes.
En congruencia con la jurisprudencia mencionada, una autoridad ad-
ministrativa no puede examinar la constitucionalidad de una ley.

5. Las reformas constitucionales

La Constitución mexicana es de carácter rígido porque existen un


órgano y un procedimiento especiales para la reforma de un precepto
constitucional. Después de haberse ensayado otros sistemas, a partir de
la ley fundamental de 1857 se implantó el norteamericano. El actual
artículo 135 establece:
16 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

La presente Constitución puede ser adicionada o reformada. Para


que las adiciones o reformas lleguen a ser parte de la misma, se
requiere que el Congreso de la Unión, por el voto de las dos terceras
partes de los individuos presentes, acuerde las reformas o adiciones,
y que éstas sean aprobadas por la mayoría de las legislaturas de les
Estados. El Congreso de la Unión o la Comisión Permanente en su
caso, harán el cómputo de los votos de las legislaturas y la declara-
ción de haber sido aprobadas las adiciones o reformas.
El artículo 135 fija la regla general para las reformas constituciona-
les. Crea un órgano especial que parte de la doctrina ha denominado
poder revisor y que se integra por el órgano legislativo federal y los
órganos legislativos locales, órgano que se encuentra situado entre el
poder constituyente y los poderes constituidos. Está situado por abajo
del poder constituyente, pero tiene una jerarquía superior a los constitui-
dos, a los cuales puede alterar. Por ello el presidente de la República
no puede vetar la obra del poder revisor, por ser un órgano de mayor
jerarquía que él.
El procedimiento es más difícil que el que se sigue para la alteración
de una norma ordinaria, ya que en el Congreso federal se exige un
quorum de votación de las dos terceras partes de los legisladores pre-
sentes, cuando la regla general es que sea sólo de más de la mitad, amén
de que después el proyecto tendrá que ser sometido a la consideración de
las legislaturas locales.
La regla general establecida en el artículo 135 sufre una mayor rigidez
cuando se intenta formar una entidad federativa dentro de los límites
de las ya existentes, y las legislaturas de la entidad o entidades afectadas
no han dado su consentimiento. En este caso se aplican los principios
del artículo 135; pero la ratificación de las legislaturas locales deberá
ser efectuada por las dos terceras partes del total de ellas.
Y la Constitución reviste carácter flexible en un solo caso: cuando el
Congreso federal admite nuevos estados a la unión, ya que entonces
se reforma el artículo 43 con el mismo procedimiento que se sigue para
la norma ordinaria.
Obvio es que una Constitución tiene que irse adecuando a la cambiante
realidad, y esta adecuación puede realizarse principalmente a través de
dos métodos: la interpretación judicial y la reforma. En cada país se
presentan estos dos métodos, sólo que de acuerdo con el contexto cons-
titucional general prevalece uno de ellos. Bien sabido es que, por ejem-
plo, en los Estados Unidos de Norteamérica ha sido el de la interpre-
tación judicial; en México, el de la reforma. A partir de 1917, mejor
DERECHO CONSTITUCIONAL 17

dicho de 1921, cuando se realizó la primera, nuestra Constitución ha


sufrido más de 350 modificaciones. En otras palabras, reformar la
Constitución no ha sido difícil, y no lo ha sido porque la gran mayoría
de las reformas han sido presentadas por el presidente de la República.
Éste, a partir de 1929, es el jefe real del partido predominante, que
cuenta con abrumadora mayoría en los órganos legislativos del país. Es
decir, en la realidad la Constitución mexicana ha mostrado que es fle-
xible, y se le reforma —afirma Diego Valadés— porque se cree en ella
—esto sería un factor positivo—; porque se piensa que la respetan y la
cumplen no sólo los destinatarios del poder, sino también los detenta-
dores; porque se cree que al agotarse casuísticamente las posibles inci-
dencias de la vida del Estado, se logra la garantía de que esa vida co-
rrerá por los cauces constitucionales.
Cuestiones relacionadas con las reformas constitucionales se han pre-
sentado en diversos aspectos; citemos algunos ejemplos: en 1926 el
presidente de la República envió al poder revisor un proyecto para incluir
en la Constitución las proposiciones de la primera convención fiscal,
pero este proyecto nunca dejó de ser tal; en 1940, el presidente de la
República envió un proyecto con objeto de federalizar algunas materias
impositivas, y la Cámara de Diputados lo adicionó considerablemente;
en 1937, todo el procedimiento de reforma constitucional se efectuó con
la finalidad de otorgarle el voto activo y pasivo a la mujer, pero nunca
se llevó a cabo el cómputo de los votos de las legislaturas locales y en
consecuencia no se hizo la declaratoria respectiva ni, mucho menos, la
reforma constitucional.
La doctrina mexicana se encuentra dividida respecto a si el poder
revisor de la Constitución tiene límites o no. Algunos opinan que no tie-
ne ningún límite, mientras otros afirman que hay ciertos principios
que no pueden ser suprimidos; entre estos, el sistema federal y la división
de poderes. En la realidad mexicana, el poder revisor no ha respetado
ningún límite, como se demostró en 1928, cuando suprimió la existencia
del municipio libre en el Distrito Federal.

II. Los PRINCIPIOS BÁSICOS

Vamos a examinar siete principios básicos de nuestra Constitución;


aquellos que construyen y definen la estructura política y aquellos que
protegen y hacen efectivas las disposiciones constitucionales. Ellos son
la declaración de derechos humanos, la soberanía, la división de poderes,
18 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

el sistema representativo, el régimen federal, la justicia constitucional


y la supremacía del Estado sobre las iglesias.

1. La declaración de derechos humanos

La declaración de derechos humanos está contenida en dos partes: la


de garantías individuales y la de garantías sociales.
La Constitución comienza con la declaración de garantías individuales,
y así se intitula el capítulo I del título primero. Podemos decir que ésta
es la parte axiológica de la ley fundamental y la causa y la base de toda
la organización política.
El artículo lo. manifiesta: "En los Estados Unidos Mexicanos todo
individuo gozará de las garantías que otorga esta Constitución, las cuales
no podrán restringirse ni suspenderse, sino en los casos y con las condi-
ciones que ella misma establece".
Algunos autores consideran que este artículo asienta la tesis positivista
respecto a los derechos humanos. Nosotros sostenemos que la tesis que
se encuentra en el artículo primero es la misma que se halla en todo el
constitucionalismo mexicano: el hombre es persona jurídica por el hecho
de existir, y como persona tiene una serie de derechos.
Ahora bien, el título de este capítulo en la Constitución de 1857 fue:
"De los derechos del hombre" y el artículo lo. dijo: "El pueblo reco-
noce, que los derechos del hombre son la base y el objeto de las institu-
ciones sociales. En consecuencia declara, que todas las leyes y todas las
autoridades del país, deben respetar y sostener las garantías que otorga
la presente Constitución".
Luego, ¿existe, en el cambio de redacción del artículo lo. y del título
del capítulo, tesis diferente respecto a los derechos humanos entre los
textos de 1857 y 1917? No, no existe ningún cambio de tesis, es la mis-
ma, con sólo una diferencia: nuestra actual Constitución ya no expresó
la fuente de las garantías que otorga, sino que omitió este aspecto. Pero
es indudable que la fuente de nuestras garantías individuales es la idea
de los derechos del hombre. Baste observar la similitud que existe en los
contenidos de las dos declaraciones.
Además, los diputados integrantes del Congreso Constituyente de 1916-
1917 aceptaron la existencia de los derechos del hombre. Así, Múgica
manifestó:

la Comisión juzgará que esas adiciones que se le hicieron al artículo


son las que pueden ponerse entre las garantías individuales que tien-
DERECHO CONSTITUCIONAL 19

den a la conservación de los derechos naturales del hombre... tomó


la Comisión lo que creyó más conveniente bajo el criterio de que en
los derechos del hombre deben ponerse partes declarativas, o al menos,
aquellas cosas que por necesidad social del tiempo vinieron a consti-
tuir ya una garantía de los derechos del hombre.

En el Congreso Constituyente se habló indistintamente de derechos


del hombre y de garantías individuales. Por ejemplo, en la discusión
sobre el artículo de la enseñanza, en cuatro ocasiones se hizo referencia
a los derechos del hombre, y en quince a las garantías individuales.
Podemos concluir que mientras los derechos del hombre son ideas
generales y abstractas, las garantías, que son su medida, son ideas indi-
vidualizadas y concretas.
La declaración de garantías individuales que contiene la Constitución
Mexicana de 1917, abarca más de 80. Su clasificación se justifica única-
mente por motivos didácticos. No existe ninguna garantía que correla-
tivamente no tenga alguna obligación, y una garantía fácilmente podría
ser colocada en más de un casillero de cualquier clasificación. Para
mencionar cuáles son las principales garantías individuales que nuestra
Constitución asienta, seguimos una clasificación, pero sólo como método.
La declaración de garantías individuales se divide en tres grandes
partes: los derechos de igualdad, libertad y seguridad jurídica.
En la Constitución de 1917, las garantías de igualdad son: 1) Goce,
para todo individuo, de las garantías que otorga la Constitución (artícu-
lo 1); 2) Prohibición de la esclavitud (artículo 2); 3) Igualdad de
derechos sin distinción de sexos (artículo 4); Prohibición de títulos
de nobleza, prerrogativas y honores hereditarios (artículo 12); 5) Pro-
hibición de fueros (artículo 13); 6) Prohibición de ser sometido a pro-
ceso con apoyo en leyes privativas o a través de tribunales especiales
(artículo 13).
Las garantías de libertad se dividen en tres grupos: a) Las libertades
de la persona humana; b) Las libertades de la persona cívica, y c) Las
libertades de la persona social.
Las libertades de la persona humana se subdividen en libertades físicas
y libertades del espíritu. Las libertades de la persona humana en el as-
pecto físico son: 1) Libertad para la planeación familiar (artículo 4);
2) Libertad de trabajo (artículo 5); 3) Nadie puede ser privado del
producto de su trabajo, si no es por resolución judicial (artículo 5); 4)
Nulidad de los pactos contra la dignidad humana (artículo 5); 5) Po-
sesión de armas en el domicilio, y su portación en los supuestos que
20 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

fije la ley (artículo 10); 6) Libertad de locomoción interna y externa del


país (artículo 11); 7) Abolición de la pena de muerte salvo en los casos
expresamente consignados en la Constitución (artículo 22), aun cuando
dicha pena ha sido suprimida totalmente, al derogarse paulatinamente
las disposiciones respectivas de los códigos penales del Distrito Federal
y de todas las entidades federativas.
Las libertades de la persona humana en el aspecto espiritual son: 1)
Libertad de pensamiento (artículo 6); 2) Derecho a la información
(artículo 6); 3) Libertad de imprenta (artículo 7); 4) Libertad de con-
ciencia (artículo 24); 5) Libertad de cultos (artículo 24); 6) Libertad
de intimidad, que comprende dos aspectos: inviolabilidad de la corres-
pondencia e inviolabilidad del domicilio (artículo 16).
Las garantías de la persona cívica son: 1) Reunión con fin político
(artículo 9); 2) Manifestación pública para presentar a la autoridad una
petición o una protesta (artículo 9); 3) Prohibición de extradición de
reos políticos (artículo 15).
Las garantías de la persona social son: La libertad de asociación y
reunión (artículo 9).
Las garantías de la seguridad jurídica son: 1) Derecho de petición
(artículo 8); 2) A toda petición, la autoridad contestará por acuerdo
escrito (artículo 8); 3) Irretroactividad de la ley (artículo 14); Privación
de derechos sólo mediante juicio seguido con las formalidades del pro-
ceso (artículo 14); 5) Principio de legalidad (artículo 14); 6) Prohibi-
ción de aplicar la analogía y la mayoría de razón en los juicios penales
(artículo 14); 7) Principio de autoridad competente (artículo 16); 8)
Mandamiento judicial escrito, fundado y motivado, para poder ser mo-
lestado en la persona, familia, domicilio, papeles o posesiones (artícu-
lo 16); 9) Detención sólo con orden judicial (artículo 16); 10) Aboli-
ción de prisión por deudas de carácter puramente civil (artículo 17); 12)
Expedita y eficaz administración de justicia (artículo 17); 13) Prisión
preventiva sólo por delitos que tengan pena corporal (artículo 18); 14)
Garantías del auto de formal prisión (artículo 19); 15) Garantías del
acusado en todo proceso criminal (artículo 20); 16) Sólo el Ministerio
Público y la policía judicial pueden perseguir los delitos (artículo 21);
17) Prohibición de penas infamantes y trascendentes (artículo 22); 18)
Nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito (artículo 23);
19) LAS juicios criminales no pueden tener más de tres instancias (ar-
tículo 23).
DERECHO CONSTITUCIONAL 21

La declaración de garantías sociales está contenida primordialmente


en los artículos 3, 27, 28 y 123, que se refieren a la educación, al agro,
al régimen de propiedad y al aspecto laboral.
Las garantías sociales protegen al hombre como integrante de un gru-
po social y le aseguran un mínimo educativo y económico. Las garantías
sociales implican un hacer por parte del Estado, en cambio las garan-
tías individuales representan primordialmente una abstención por parte
del propio Estado.
A través de las garantías sociales se protege a los grupos sociales más
débiles. Así nacieron estas garantías y en parte así subsisten, sólo que
actualmente se han extendido para otorgar protección en general; tal es
el caso de la educación y de la seguridad social.
La idea de los derechos sociales lleva implícita la noción de: a cada
quien según sus posibilidades y sus necesidades, partiendo del concepto
de igualdad de oportunidades.
Para reglamentar estas garantías sociales, han nacido específicas ramas
del derecho. Por ello, nos vamos a referir sólo al artículo sobre la
educación.
El artículo tercero dispone que el Estado impartirá educación que será
gratuita, y que la educación primaria será obligatoria. Que la enseñanza
deberá desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano,
promoviendo el amor a la patria y la conciencia de la solidaridad inter-
nacional en la independencia y la justicia; que se mantendrá ajena a
cualquier doctrina religiosa; que será democrática, nacional, y deberá
contribuir a la mejor convivencia humana.
Resulta hermoso que a la idea de la educación se la relacione tan es-
trechamente con los otros pensamientos, y además la Constitución pre-
cisa qué entiende por ellos: la democracia no es sólo una estructura
jurídica y un régimen político, sino que es un sistema de vida fundado
en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.
La educación es nacional:

en cuanto —sin hostilidades ni exclusivismos— atenderá a la com-


prensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros re-
cursos, a la defensa de nuestra independencia política, al asegura-
miento de nuestra independencia económica y a la continuidad y
acrecentamiento de nuestra cultura, y contribuirá a la mejor convi-
vencia humana, tanto por los elementos que aporte a fin de robus-
tecer en el educando, junto con el aprecio para la dignidad de la
persona y la integridad de la familia, la convicción del interés general
de la sociedad, cuanto por el cuidado que ponga en sustentar los
22 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos los hombres,


evitando los privilegios de raza, de sectas, de grupos, de sexo o de
individuos.

Como se ve claramente se une toda una concepción de la existencia


humana, de la sociedad y de la convivencia, a la noción de educación.
En este artículo tercero, casi al comienzo de la Constitución, se definen
conceptos que tienen importancia para todos los demás artículos. Diga-
mos que implica una visión constitucional de la vida. Son declaraciones
cargadas ideológicamente que le dan a nuestra Constitución un tinte
especial; pero hay que dejar claro que toda declaración de derechos
sociales está marcada ideológicamente, sólo que la mexicana fue más
allá de lo que las constituciones occidentales suelen declarar; además,
debe hacerse notar que esta redacción del artículo tercero no proviene
de 1917 sino de 1946, cuando el país ya no vivía una época convulsio-
nada después de un movimiento social sino una etapa de tranquilidad
y madurez.
Nosotros estamos de acuerdo con este tipo de declaraciones en las
constituciones, porque las normas supremas son la síntesis histórica de
un pueblo, apuntan la meta hacia donde se dirige, y configuran la defi-
nición misma de la Constitución que es la norma por la que corren la
realidad y la vida. Y la vida sólo se entiende con definiciones y de-
cisiones.
Ahora bien, los particulares pueden impartir educación, pero respe-
tando los postulados del artículo tercero; respecto a la educación prima-
ria, secundaria y normal o la destinada a cualquier tipo o grado para los
obreros y los campesinos, se necesita, para que lo hagan, autorización
previa y expresa del poder público. Para los otros tipos y grados de
educación, el Estado podrá reconocer validez oficial a los estudios rea-
lizados fuera de los establecimientos públicos.

2. La soberanía

Las constituciones persiguen resolver los problemas de su época. Por


ello las primeras Constituciones mexicanas, las de 1814 y 1824, conte-
nían en sus primeros artículos la idea de la soberanía e independencia
de México. Nuestra actual Constitución, al igual que su antecesora de
1857, se ocupa de la idea de la soberanía después de hacerlo de las
garantías individuales, de la nacionalidad y de la ciudadanía.
DERECHO CONSTITUCIONAL 23

El artículo 39 dice: "La soberanía nacional reside esencial y origi-


nariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se ins-
tituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable
derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno".
¿Qué significa en la Constitución de 1917 que la soberanía nacional
reside esencial y originariamente en el pueblo?, ¿son los conceptos de
nación y pueblo equivalentes?, ¿qué es la soberanía nacional?
Al concepto de nación se le otorgó un significado esencialmente con-
servador; lo usaron los contrarrevolucionarios franceses y los monár-
quicos de aquel entonces. La nación, entendían esos pensadores, era la
historia del país, la cual tenía el derecho de permanencia, de impedir
cualquier movimiento violento que pudiera romperla.
En cambio, la noción de pueblo es el pensamiento de Rousseau, es
la idea de la Revolución francesa, es la idea de libertad, es el anhelo
de los hombres por alcanzar la felicidad y realizar un destino.
¿Es que la redacción de nuestro artículo apunta una tesis historicista,
o es que encadena a las generaciones presentes al modo de ser de las
anteriores generaciones?
Castillo Velasco, constituyente y exégeta del código supremo de 1857,
escribió:

La soberanía es la potestad suprema que nace de la propiedad que el


pueblo y el hombre tienen de sí mismos, de su libertad y de su dere-
cho... Reside, dice el artículo constitucional, y no residió, porque
aunque para el establecimiento de un gobierno delega el pueblo
algunas de las facultades de su soberanía, ni las delega todas, ni
delega algunas irrevocablemente. Encarga el ejercicio de algunas de
esas facultades y atribuciones a aquellos funcionarios públicos que es-
tablece; pero conservando siempre la soberanía, de manera que ésta
reside constantemente en el pueblo.
Como se ve, la idea en 1856-1857, que pasó íntegramente a la Cons-
titución vigente de 1917, no fue la concepción histórica francesa del
siglo pasado, sino la idea de pueblo de Juan Jacobo Rousseau.
Al decir que la soberanía nacional reside esencial y originariamente
en el pueblo, se quiso señalar que México, desde su independencia
como pueblo libre, tiene una tradición, tradición que no encadena, sino
que ayuda a encontrar a las generaciones presentes su peculiar modo de
vivir. México es una unidad que a través de la historia se ha ido
formando, y que como nación tiene una proyección hacia el futuro, pero
sin olvidarse de su pasado, y menos de su presente.
24 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

La soberanía nacional reside en el pueblo, en el pueblo de Rousseau,


en el pueblo que trabaja para su felicidad. Y reside "esencial y origina-
riamente". "Originariamente" quiere decir que jamás ha dejado de resi-
dir en el pueblo; aunque la fuerza haya dominado, no por ello prescribió
a su favor, porque uno de los elementos de la soberanía es su impres-
criptibilidad.
Y lo hace de manera "esencial" porque en todo momento el pueblo
es soberano; nunca delega su soberanía, sino que nombra a sus repre-
sentantes, los cuales están bajo sus instrucciones y mando. Ante la im-
posibilidad de reunirse personalmente y de decidir todas las cuestiones
que afectan la vida de la nación, el pueblo nombra a sus representantes.
La última oración del citado artículo 39 hay que relacionarla, tal fue
la intención de los constituyentes, con el artículo 135 que contiene el
procedimiento para reformar la Constitución. El pueblo tiene el derecho
de alterar o modificar la forma de su gobierno, pero a través del propio
derecho; a través de los cauces que indica la Constitución, ya que el de-
recho no otorga la facultad para abolirlo; en otras palabras el derecho
a la revolución es un derecho de la vida, de la realidad, metajurídico. Y
en este sentido se interpreta esta última frase del artículo 39.
El artículo siguiente, el 40, comienza expresando que: "Es voluntad
del pueblo mexicano constitutirse en una República representativa, de-
mocrática, federal. . ." Es decir, el pueblo en ejercicio de su soberanía
construye la organización política que desea darse. Su voluntad decide
su Constitución política, y en la propia ley fundamental precisa qué
características tendrá la República, el sistema representativo y el régimen
federal que está creando. Las notas que configuran el sistema democrá-
tico se encuentran en toda la Constitución, pero además, ésta definió, en
su artículo tercero, como asentamos, qué se entiende por democracia.

3. La división de poderes

El principio general de la división de poderes se encuentra en el ar-


tículo 49 que indica:

El Supremo Poder de la Federación se divide, para su ejercicio, en


Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
No podrán reunirse dos o más de estos Poderes en una sola per-
sona o corporación, ni depositarse el Legislativo en un individuo, sal-
vo el caso de facultades extraordinarias al Ejecutivo de la Unión
conforme a lo dispuesto en el artículo 29. En ningún otro caso, salvo
DERECHO CONSTITUCIONAL 25

lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo 131, se otorgarán


facultades extraordinarias para legislar.

La tesis mexicana, y que han seguido casi todas las Constituciones


de este país, es que no hay división de poderes, sino que existe un solo
poder; el Supremo Poder de la Federación que se divide para su ejer-
cicio; así, lo que está dividido es el ejercicio del poder. Cada rama del
poder —los poderes constituidos: legislativo, ejecutivo y judicial— es
creada por la propia Constitución, la que les señala expresamente sus
facultades, su competencia; lo que no se les atribuye no lo podrán ejer-
cer. Pero la propia Constitución construye la colaboración entre las
ramas del poder, o sea, que dos o las tres ramas del poder realizan parte
de una facultad o función. Como ejemplo podemos señalar: en el pro-
cedimiento legislativo, el presidente tiene la iniciativa de ley, la facultad
de veto y la publicación de la ley; el presidente resuelve, cuando las dos
cámaras legislativas no se ponen de acuerdo, la terminación anticipada
del periodo de sesiones; el senado ratifica los tratados internacionales
celebrados por el ejecutivo; el senado aprueba o no los nombramientos
de embajadores, agentes diplomáticos, consules, generales, coroneles y
demás jefes superiores del ejército, la armada y la fuerza aérea.
Ahora bien, una cosa es la colaboración entre las ramas u órganos
del poder, y otra muy diferente es la confusión de las facultades de los
órganos o la delegación de las facultades de un órgano en otro. La con-
fusión de poderes la prohíbe la Constitución al señalar expresamente
que no pueden reunirse dos o más de los poderes en una persona o
corporación, ni depositarse el legislativo en una persona, salvo en dos
casos que el propio artículo señala, en los supuestos: a) del artículo 29,
y b) del segundo párrafo del artículo 131. Es decir, en esos casos y con
los procedimientos que la propia Constitución señala, el presidente de la
República puede legislar. Examinémoslos.
El primero —reglamentado en el artículo 29— se refiere a la suspen-
sión de las garantías individuales y a las facultades extraordinarias para
legislar que el Congreso puede otorgar al presidente para superar la
emergencia en que se encuentre el país.
El artículo 29 dispone:

En los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública o de


cualquier otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto,
solamente el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, de acuerdo
con los titulares de las Secretarías de Estado, los Departamentos Ad-
ministrativos y la Procuraduría General de la República, y con apro-
26 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

bación del Congreso de la Unión, y, en los recesos de éste, de la


Comisión Permanente, podrá suspender en todo el país o en lugar
determinado las garantías que fuesen obstáculo para hacer frente,
rápida y fácilmente a la situación; pero deberá hacerlo por un tiempo
limitado, por medio de prevenciones generales y sin que la suspensión
se contraiga a determinado individuo. Si la suspensión tuviese lugar
hallándose el Congreso reunido, éste concederá las autorizaciones que
estime necesarias para que el Ejecutivo haga frente a la situación,
pero si se verificase en tiempo de receso, se convocará sin demora
al Congreso para que las acuerde.

El artículo 29 autoriza para que en casos graves y en los cuales se


ponga a la sociedad en peligro o conflicto de envergadura, se puedan
suspender las garantías individuales, pero siguiéndose el procedimiento
y con las limitaciones establecidas en el propio artículo. La última vez
que se han suspendido las garantías individuales en México, fue en 1942
con motivo de la Segunda Guerra Mundial.
El artículo 29 indica que el Congreso, y sólo el Congreso, podrá con-
ceder al presidente las autorizaciones que estime necesarias para que el
propio presidente pueda superar la situación de emergencia. En esta
frase se encuentran facultades extraordinarias de carácter legislativo
para el presidente. Bien entendido el artículo, esas facultades extraordi-
narias para legislar sólo se le pueden conceder al presidente si con ante-
rioridad se han suspendido las garantías individuales, ya que tales facul-
tades se le otorgan con la finalidad de que el país pueda superar tal
emergencia. Éste ha sido uno de los puntos críticos del constitucionalis-
mo mexicano. Primero se cuestionó —en 1876— si la frase mencionada
y que hemos resaltado —ya que los artículos respectivos en las consti-
tuciones de 1857 y 1917 son casi los mismos— realmente implicaba
facultades legislativas para el presidente de la República. El poder judi-
cial federal aceptó que sí, pero el problema adquirió matices delicados
cuando a partir de 1882, la Suprema Corte de Justicia aceptó como
constitucional el otorgamiento de facultades legislativas al presidente en
tiempos de paz; o sea, sin seguir los supuestos del artículo 29; sin que
antes se hubieran suspendido las garantías individuales.
A partir de entonces todos los presidentes mexicanos electos de acuerdo
con la Constitución de 1857, legislaron sin que antes se hubiera decla-
rado la suspensión de las garantías individuales.
En la inauguración del Congreso Constituyente de 1916-1917, Ca-
rranza criticó duramente esa situación. Sin embargo, el 8 de mayo de
1917, siete días después de haber entrado en vigor la Constitución, pidió
DERECHO CONSTITUCIONAL 27

y obtuvo facultades para legislar en el ramo de hacienda. En esa autori-


zación no se siguió el supuesto del artículo 29; no se habían suspendido
las garantías individuales. Y de aquí que también todos los presidentes
electos de acuerdo con la actual Constitución legislaran sin los supuestos
del artículo 29 hasta 1938, cuando el presidente Cárdenas quiso regre-
sar al sentido gramatical y correcto del artículo 29 y propuso una adición
al artículo 49, a saber; "En ningún otro caso se otorgarán al Ejecutivo
facultades extraordinarias para legislar". Este añadido repetía lo que ya
el artículo decía. La importancia que tuvo es que permitió regresar al
sentido correcto de la Constitución: de acuerdo con los artículos 29 y
49, el Congreso puede autorizar al presidente para legislar con la fina-
lidad de superar la emergencia, sólo si, precisamente por encontrarse el
país en una situación tal, con anterioridad se han suspendido las garan-
tías individuales.
El otro caso a que se refiere el artículo 49, es el del segundo párrafo
del artículo 131, párrafo que fue creado el 28 de marzo de 1951, y que
dice:

El Ejecutivo podrá ser facultado por el Congreso de la Unión para


aumentar, disminuir o suprimir las cuotas de las tarifas de exportación
e importación, expedidas por el propio Congreso, y para crear otras,
así como para restringir y para prohibir las importaciones, las expor-
taciones y el tránsito de productos, artículos y efectos, cuando lo
estime urgente, a fin de regular el comercio exterior, la economía
del país, la estabilidad de la producción nacional, o de realizar cual-
quier otro propósito en beneficio del país. El propio Ejecutivo, al
enviar al Congreso el presupuesto fiscal de cada año, someterá a su
aprobación el uso que hubiese hecho de la facultad concedida.
A través de este segundo párrafo del artículo 131, se puede autorizar
al ejecutivo para legislar ampliamente, ya que puede aumentar, disminuir,
suprimir o crear nuevas cuotas de importación y exportación respecto
a las expedidas por el Congreso. También puede prohibir importaciones
y exportaciones, así como el tránsito de productos, artículos y efectos.
El propio párrafo señala las finalidades que se persiguen con estas atri-
buciones concedidas al presidente: regular el comercio exterior, la eco-
nomía del país, la estabilidad de la producción nacional, o realizar
cualquier otro propósito en beneficio del país.
Cada año, el presidente someterá a la aprobación del Congreso el uso
que de estas facultades hubiere hecho. Si el Congreso no estuviere de
acuerdo en la forma que utilizó esas atribuciones, no hay nada que se
28 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

pueda hacer al respecto, pues se trata de hechos consumados; pero bien


pudiera influir con relación a la renovación de la concesión de las facul-
tades a que se refieren dicho artículo y párrafo, o en la nueva autoriza-
ción, pues el Congreso puede especificar algunas reglas que el presidente
deberá seguir en el ejercicio de las mencionadas facultades, ya que
quien puede lo más, puede también lo menos.
Ahora bien, además de los dos casos en que por medio del artículo
49 se autoriza al presidente para legislar, la Constitución le señala otros
tres, a saber:
a) La facultad reglamentaria.
b) Las medidas de salubridad, que son de dos órdenes: 1) Las que
establece el Consejo de Salubridad General, y 2) Las que establece la
Secretaría de Salud.
El artículo 73, fracción XVI, crea el Consejo de Salubridad General,
que depende directamente del presidente de la República, siendo sus
disposiciones generales obligatorias en todo el país. Las medidas que el
Consejo ponga en vigor en lo respectivo a la campaña contra el alcoho-
lismo y la venta de sustancias que envenenan al individuo o degeneran
la especie humana, y las expedidas para prevenir y combatir la conta-
minación ambiental, serán posteriormente revisadas por el Congreso en
los casos que le competen.
El inciso 2o. de la fracción que se analiza, faculta al Departamento de
Salubridad —hoy Secretaría de Salud— a que en caso de epidemias
de carácter grave o de peligro de invasión de enfermedades exóticas en
el país, dicte de inmediato las medidas preventivas indispensables, a
reserva de ser después sancionadas por el presidente de la Repúbl:ca, y
c) Los tratados internacionales. El presidente celebra los tratados
internacionales con la ratificación del senado, y de acuerdo con el ar-
tículo 133, los tratados son parte del orden jurídico mexicano y de apli-
cación interna. El presidente también legisla para el orden interno cuan-
do decide violar una ley internacional, derogar o denunciar un tratado.

4. El sistema representativo

El sistema representativo que configuró la Constitución de 1917 estaba


de acuerdo con la teoría clásica de la representación. Estos principios,
aunados a la existencia de un partido político preponderante, dieron
como resultado que durante muchos arios todos los senadores fueran
miembros de ese partido: Partido Revolucionario Institucional (PRI),
y que en la Cámara de Diputados la representación de los partidos de
DERECHO CONSTITUCIONAL 29

oposición fuera ridícula; veamos algunos datos: en las elecciones de 1955,


el Partido de Acción Nacional (PAN) obtuvo seis enrules, el Partido
Popular Socialista (PPS) dos y el Partido Auténtico de la Revolución
Mexicana (PARM) ninguna; en las de 1958, el PAN obtuvo cinco enru-
les, el PPS y el PARM una cada uno; en las de 1961, el PAN obtuvo
cuatro, el PPS una y el PARM ninguna. En ese lapso de diez arios, toda
la oposición obtuvo un total de 20 enrules en la Cámara de Diputadcs
sobre las 483 de ese periodo.
Esta situación dio como resultado que se reformase nuestro régimen
representativo en 1963; para crear en la Cámara de Diputados lo que
se denominó el sistema de diputados de partido, que perseguía fortalecer
la presencia de la oposición en dicha Cámara. En las elecciones de 1964,
el PAN obtuvo 18 enrules, el PPS 9 y el PARM 4; en las de 1967 el
PAN obtuvo 20, el PPS y el FARM 6; en las de 1970, el PAN obtuvo
20 enrules, el PPS 10 y el PARM 5.
En 1972 se realizó una reforma constitucional para reducir el porcen-
taje de 2.5% a 1.5% de la elección, que se exigía para que los partidos
tuvieran derecho a acreditar diputados de partido. Los resultados de las
elecciones con esta nueva reforma fueron: en las de 1973, el PAN obtuvo
22 enrules, el PPS 9 y el PARM 7; en las de 1976, el PAN obtuvo 20
enrules, el PPS 12 y el PARM 9. El PM logró en 1973, 189 enrules con
el 77.60%, de los votos y en 1976 ascendió al 84.86% de la votación.
En esta forma la voz de la oposición en el Congreso federal había
sido nula. Los partidos de oposición estaban en franca decadencia, con
divisiones internas, y grupos no registrados como partidos actuaban
políticamente representando a diversos sectores de la sociedad mexicana.
Por estos motivos, el 6 de diciembre de 1977 se reformaron los ar-
tículos 51, 52, 53, 54 y 55 constitucionales para modificar la integración
de la Cámara federal de Diputados. Se consideró que el sistema de dipu-
tados de partido, que indudablemente había constituido un avance, había
ya agotado todas sus posibilidades para impulsar democráticamente a Mé-
xico, y por tanto se buscaba una nueva forma de sistema representativo.
En la exposición de motivos de la iniciativa presidencial, claramente
se señaló que el sistema de representación que se proponía para la
Cámara de Diputados era un sistema mixto con dominante mayoritario
en el cual se incluía la tesis de la representación proporcional, con lo
que se perseguía que en la Cámara de Diputados se encontrara el mosaico
ideológico de la República.
Se afirmó en dicha exposición que no se debilitaría el gobierno de las
mayorías; pero que con el nuevo sistema se ampliaría la representación
30 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

nacional en tal forma que el modo de pensar de las minorías se encon-


trara presente en las decisiones de las mayorías.
La filosofía que vibra en esa exposición de motivos es: gobierno de la
mayoría; evitando que las decisiones de ésta se vayan a ver obstaculizadas;
pero la mayoría deberá oír y tomar en cuenta a las minorías antes de de-
cidir. Las mayorías son quienes deben gobernar, pero permitiendo la par-
ticipación politica de las minorías, ya que el gobierno que las excluye no
es popular. En síntesis: "gobierno de mayorías con el concurso de las
minorías; libertad, seguridad y justicia en un régimen de leyes que a todos
una y a todos obligue".
El sistema representativo mixto con dominante mayoritario que asen-
taron los artículos 51, 52, 53 y 54 constitucionales de México, tuvo
principalmente las siguientes características:
1. La Cámara de Diputados podría contar hasta con 400 diputados.
2. 300 de ellos, serían electos por votación mayoritaria a través del
sistema de distritos electorales uninominales.
3. Hasta 100 diputados podrían ser electos de acuerdo con el princi-
pio de la representación proporcional, mediante un sistema de listas
regionales que presentaban los partidos politicos para cada una de las
circunscripciones plurinominales en que se dividía el país.
4. Los 300 distritos electorales uninominales resultarían de dividir a
la población total del país entre esos distritos. La distribución de los
distritos uninominales entre los Estados se realizaría tomando en cuenta
el último censo general de población.
5. La representación de un Estado no podía ser menor de dos dipu-
tados de mayoría.
6. Las circunscripciones plurinominales podrían ser hasta cinco. Para
las elecciones de 1979 se determinaron tres circunscripciones plurino-
minales.
7. La elección de los 100 diputados, conforme al principio de repre-
sentación proporcional, se debería ajustar a las reglas siguientes:
a) Para tener derecho a presentar listas regionales, un partido político
debía acreditar que participaba con candidatos a diputados de mayoría
en cuando menos 100 distritos uninominales.
b) No tenían derecho a diputados de representación proporcional los
partidos que hubiesen obtenido 60 o más diputados de mayoría, y los que
no alcanzaran cuando menos el 1.5% del total de la votación emitida
para todas las listas regionales en las circunscripciones plurinominales.
c) Al partido político en cuestión se le asignaba el número de diputa-
dos de su lista regional conforme al porcentaje de votos obtenidos en la
DERECHO CONSTITUCIONAL 31

circunscripción plurinominal correspondiente, y para dicha asignación se


seguía el orden que tenían los candidatos en las listas respectivas.
d) Si dos o más partidos con derecho a participar en la distribución
de las listas regionales —es decir, que no habían obtenido 60 o más
diputados de mayoría—, alcanzaban en su conjunto 90 o más constan-
cias de mayoría, entonces sólo se repartía el 50% de las curules que
debían asignarse por el principio de la representación proporcional.
Señalemos el por qué de algunos de los principios que conformaban
ese sistema representativo en México, porque muchas de esas razones
aún están vigentes en nuestro país.
El número de 400 diputados se debió a que, antes de esa reforma,
México era de los países en los cuales la proporción "población del país-
representante" era de las más bajas del mundo; por ello existió la idea
de duplicar el número de diputados, y ya en el plan básico de gobierno
aprobado, en septiembre de 1975, por la VIII asamblea nacional ordi-
naria del PM, se habló de que la Cámara de Diputados se debía integrar
con no menos de 400 diputados. En el dictamen de las comisiones res-
pectivas de esta Cámara, se asentó que aumentar los diputados de mayo-
ría a trescientos haría más estrecha la relación entre el diputado y sus
electores, lo que tiene importancia porque en nuestra tradición politica
el diputado debe ser legislador y gestor, debe entregar su esfuerzo a la
nación, pero sin olvidar los intereses del distrito en que fue electo.
El requerimiento de que un partido político —a fin de tener derecho
al registro de sus listas regionales para la elección de acuerdo con la
representación proporcional— debía acreditar que participaba cuando
menos en 100 distritos uninominales, es decir, en una tercera parte de
los distritos uninominales, se debía a que:
se trata de estimular la participación constante y verdadera de los
partidos minoritarios y de que no vegeten en la insuficiencia ideoló-
gica ni en el conformismo de la negociación por parte de sus dirigen-
tes. Si la ley no consignara esta exigencia, la reforma estaría destinada
a perecer en tiempo más breve del en que ha perecido de hecho el
sistema de los diputados de partido.
Ahora bien, un partido político para tener derecho a diputados con-
forme al sistema proporcional, debía alcanzar el 1.5% de la votación
emitida en todas las listas regionales en las circunscripciones plurino-
minales y no haber obtenido 60 o más constancias de mayoría.
La exigencia del 1.5% se debía a que no se deseaba auspiciar la pro-
liferación de partidos que no representasen ninguna fuerza social y fue-
32 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

ran sólo membretes. Se quería que el partido tuviera un mínimo de


representatividad; que realmente representara a un cierto número de ciu-
dadanos. Entendemos que la cifra se dejó en 1.5% porque cuando la
Constitución exigió el 2.5% para que se tuviera derecho a diputados
de partido, el porcentaje no fue alcanzado por varios de los partidos
políticos; ello fue causa de la reforma de 1972, que lo redujo a
1.5%. Lógico es que se haya ratificado ese 1.5%, ya que deriva de la
experiencia electoral inmediata; de haber aumentado dicha cifra, proba-
blemente se hubiera impedido que varios partidos hubieran podido
acreditar diputados en el régimen proporcional.
La disposición que señalaba que si dos o más partidos minoritarios
alcanzaban en su conjunto 90 o más constancias de mayoría sólo se asig-
narían 50 curules por el sistema proporcional, obedecía al pensamiento
de que siempre debía existir en la Cámara de Diputados una mayoría
clara que pudiera tomar las decisiones. No se deseaba inutilizarla por
la falta de mayoría, o que se fuera a repetir el fenómeno político que ha
acontecido en otros países: que la representación popular se pulveriza
y se fracciona a tal grado que las Cámaras dejan de cumplir con sus
funciones.
Ahora bien, las primeras elecciones federales que se realizaron con
el nuevo sistema representativo fueron en 1979 el PRI obtuvo 296 de
las 300 curules de mayoría, el PAN 43 curules, el PPS 11 y el PARM
12. Tres nuevos partidos con registro condicionado obtuvieron: 16 el
PCM, 12 el PDM y 10 el PST.
En 1986 se reformó la Constitución para de nueva cuenta modificar
nuestro sistema representativo, de acuerdo con los siguientes principios:
a) Se ratificó el sistema mixto con dominante mayoritario que se
había establecido en 1977.
b) Se aumentó a doscientos diputados, cien más, los electos confor-
me al principio de representación proporcional.
c) Para la elección de los diputados de representación proporcional
se dividió necesariamente al país en cinco circunscripciones electorales
plurinominales.
d) Para tener derecho a diputados de representación proporcional era
necesario haber alcanzado cuando menos el 1.5% del total de la votación
emitida para las listas regionales en las cinco circunscripciones pluri-
nominales.
e) El partido mayoritario podía tener diputados de representación
proporcional:
DERECHO CONSTITUCIONAL 33

i) si obtenía el 51% o más de la votación nacional efectiva, pero el


número de curules por representación de mayoría relativa era inferior
a ese porcentaje de votos, entonces tendría derecho a participar en
diputados de representación proporcional, hasta que la suma de di-
putados por ambos principios, representara el mismo porcentaje de
votos, y
ü) si ningún partido obtenía el 51% de la votación nacional efectiva y
por tanto no alcanzaba con sus representantes de mayoría relativa,
la mitad más uno de los miembros de la Cámara de Diputados; en-
tonces, al partido que tenía más constancias de mayoría le serían
asignados diputados de representación proporcional hasta alcanzar
la mayoría absoluta de la Cámara.
iii) si en el supuesto anterior se daba un caso de empate en el número
de constancias por el sistema de mayoría relativa, la mayoría abso-
luta de la Cámara se decidía en favor de aquel partido que hubiere
alcanzado la mayor votación a nivel nacional en el sistema de mayo-
ría relativa.

f) ningún partido tenía derecho a que se le reconocieran más de


trescientos cincuenta diputados que representaban el 70% de esa Cá-
mara, aunque hubiera obtenido un porcentaje de votos mayor.
Las reformas anteriores permitían a los partidos de oposición poder
contar con más diputados de representación proporcional tanto en nú-
mero como en porcentaje, pero se cuidó mucho que siempre existiera
un partido que tuviera la mayoría absoluta de curules en la Cámara de
Diputados para que la labor de gobierno no se fuera a ver obstaculizada.
Las elecciones de 1988 dieron un giro fuerte a la situación política que
prevalecía en México y cuestionaron el sistema electoral mexicano tanto
en su organización como en su calificación.
Lo anterior fue la razón para que una vez más se modificara nuestro
sistema representativo en 1990, mismo que aún no ha sido puesto en
práctica; lo será con las elecciones federales de 1991. Realmente el
régimen de 1990, ratifica las ideas de 1977 y 1986, afinando y preci-
sando algunos aspectos de los cuales dos son los importantes:
a) Para que un partido político pueda obtener el registro de sus listas
regionales, debe acreditar que participa con candidatos a diputados de
mayoría relativa en por lo menos doscientos distritos uninominales; es
decir, se pasó de exigir 100 a exactamente el doble.
b) Se insiste en la idea de que en la Cámara de Diputados debe existir
mayoría de un partido político para que realmente se pueda gobernar.
34 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

Es a lo que se le ha llamado la cláusula de gobemabilidad y sus prin-


cipios son:

i) si ningún partido político obtiene por lo menos el treinta y cinco


por ciento de la votación nacional emitida, a todos los partidos po-
líticos que cumplan con los requisitos constitucionales, les será otor-
gada constancia de asignación por el número de diputados que se
requiera para que su representación en la Cámara, por amabos prin-
cipios, corresponda en su caso, al porcentaje de votos obtenidos.
ü) al partido político que obtenga el mayor número de constancias de
mayoría y el treinta y cinco por ciento de la votación nacional, le
será otorgada constancia de asignación de diputados en número
suficiente para alcanzar la mayoría absoluta de la Cámara. Se le
asignarán también dos diputados de representación proporcional,
adicionalmente a la mayoría absoluta, por cada uno por ciento de
votación obtenida por encima del treinta y cinco por ciento y hasta
menos del sesenta por ciento, en la forma que determine la ley, y
iii) si un partido político obtiene entre el sesenta y el setenta por ciento
de la votación nacional, y su número de constancias de mayoría
relativa representa un porcentaje del total de la Cámara inferior a
a su porcentaje de votos, tendrá derecho a participar en la distribu-
ción de diputados electos según el principio de representación pro-
porcional hasta que la suma de diputados obtenidos por ambos
principios represente el mismo porcentaje de votos.

Ahora bien, si al sistema representativo nos referimos, hemos de decir


que la primera vez que se crearon mecanismos de gobierno semidirecto
en nuestro país, fue en 1977 en que fue modificada la 2a. base de la frac-
ción VI del artículo 73, que señala las facultades legislativas del Con-
greso de la Unión respecto del Distrito Federal, en la forma siguiente:
"los ordenamientos legales y los reglamentos que en la ley de la materia
se determinen, serán sometidos al referéndum y podrán ser objeto de la
iniciativa popular, conforme al procedimiento que la misma señale", y
en estos términos fue aprobada por el Congreso de la Unión. En 1987,
esta base nuevamente fue motivo de reforma abrogándose su contenido.
Lo novedoso de esta reforma de 1987, fue que crea en su 3a. base una
Asamblea de Representantes, como órgano de representación ciudadana
del Distrito Federal, integrada por 66 miembros electos cada tres años,
determinándose que por cada propietario existirá un suplente.
DERECHO CONSTITUCIONAL 35

De los 66 representantes, 40 son electos actualmente, y de confor-


midad con lo establecido en el Código Federal de Instituciones y Proce-
dimientos Electorales, según el principio de mayoría relativa, mediante
el sistema de distritos electorales uninominales. La elección de los 26
representantes restantes, se realiza según el principio de representación
proporcional, mediante el sistema de listas en una sola circunscripción
plurinominal. En 1990, nuevamente fue objeto de reforma la base 3a.
a efecto de determinar las bases conforme a las cuales se sujetaría la
elección de estos 26 representantes, amén de lo que en su caso determine
la ley que fue publicada el 15 de agosto de 1990.
Por lo que hace a la iniciativa popular, actualmente se encuentra con-
sagrada en la fracción VI, base cuarta, párrafo segundo del artículo 73
constitucional.
La realidad de la introducción de los referidos mecanismos de gobier-
no semidirecto en el Distrito Federal, responde a la necesidad de calmar
la inquietud política que existe, por la carencia de municipio libre en la
región más importante del país, desde cualquier punto de vista.

5. El régimen federal

El artículo 40 expresa que México es un Estado federal y que dicho


Estado está constituido por estados libres y soberanos; pero unidos en
una federación. La tesis que asienta nuestro precepto constitucional es
la teoría de Tocqueville, es la tesis de la cosoberanía: tanto la federación
como los estados miembros son soberanos.
El concepto asentado parece estar en contradicción con el artículo 39
que señala que la soberanía nacional reside en el pueblo. Lo que pasa
es que los constituyentes de 1916-1917 no tocaron este artículo pot
tradición, pero una interpretación hermenéutica de nuestra Constitución
nos indica que la naturaleza del Estado federal mexicano está señalada
en el artículo 41 que expresa que:
El pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión,
en los casos de la competencia de éstos, y por los de los Estados, en
lo que toca a sus regímenes interiores, en los términos respectivamen-
te establecidos por la presente Constitución Federal y las particulares
de los Estados, las que en ningún caso podrán contravenir las estipu-
laciones del Pacto Federal.
De este artículo claramente se desprende que las entidades federativas
no son soberanas sino autónomas, y que existe una división de com-
36 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

petencias entre los dos órdenes que la propia Constitución, norma su-
prema, crea y que le están subordinados: el de la federación y el de las
entidades federativas. La nota característica del Estado federal, que
acepta el artículo 41, es la descentralización política.
El artículo 115 dice "Los Estados adoptarán, para su régimen inte-
rior, la forma de gobierno republicano, representativo, popular, teniendo
como base de su división territorial y de su organización política y
administrativa el municipio libre".
Si comparamos las decisiones fundamentales que se expresan en el
artículo 40 con las mencionadas en el encabezado del artículo 115, vemos
que son las mismas, lo que configura a México como un tipo de Estado
federal.
Luego, de acuerdo con los preceptos citados, el Estado federal mexi-
cano sustenta los siguientes principios:
a) Las entidades federativas son instancia decisoria suprema dentro
de su competencia (artículo 40).
b) Entre la federación y las entidades federativas existe coincidencia
de decisiones fundamentales (artículos 40 y 115).
e) Las entidades federativas se dan libremente su propia Constitución
en la que organizan su estructura de gobierno, pero sin contravenir
el pacto federal inscrito en la Constitución general, que es la unidad
del Estado federal (artículo 41).
d) Existe una clara y diáfana división de competencia entre la
federación y las entidades federativas: todo aquello que no esté expre-
samente atribuido a la federación es competencia de las entidades fede-
rativas (artículo 124).
Así, como ya asentamos, la regla para la distribución de competencias
en el Estado federal mexicano sigue el principio norteamericano, sólo
que nosotros la hemos hecho rígida por medio de la palabra "ex-
presamente".
Algunas características de esta división de competencias son: a) Exis-
ten las facultades implícitas, pero no han tenido mayor desarrollo; la
federación ha adquirido nuevas facultades a través de reformas constitu-
cionales; b) Dentro del texto constitucional se encuentran facultades que
pueden examinarse tal y como lo realizó Bryce, facultades atribuidas a
la federación, atribuidas a las entidades federativas, prohibidas a la fede-
ración, prohibidas a las entidades federativas; c) Existen facultades
coincidentes que son aquellas que tanto la federación como las entida-
des federativas pueden realizar; ejemplo de ellas son: la educación y el
establecimiento de instituciones especiales para el tratamiento de meno-
DERECHO CONSTITUCIONAL 37

res infractores; d) Existen facultades coexistentes que son aquellas en


que una parte de la misma facultad compete a la federación y la otra
a las entidades federativas; ejemplos de ellas son: la salubridad general
y las vías generales de comunicación competen al Congreso federal, pero
la salubridad local y las vías locales de comunicación competen a las
entidades federativas; e) Existen las facultades de auxilio que son aque-
llas en que una autoridad ayuda o auxilia a otra por disposición cons-
titucional; ejemplo de ellas es que en materia de culto religioso y
disciplina externa, las autoridades obran como auxiliares de la federación;
f) No existen las facultades concurrentes, y g) La jurisprudencia de la
Suprema Corte de Justicia modifica los términos de la división de com-
petencias establecida en el artículo 124, siendo, como veremos, el caso
más notorio el que se refiere a la materia impositiva.
Analicemos lo referente a la garantía federal, o sea la protección que
la federación debe otorgar a las entidades federativas y que está normada
en el artículo 122, mismo que establece dos hipótesis; a saber:
a) Los Poderes de la Unión tienen la obligación de proteger a las
entidades federativas contra toda invasión o violencia exterior, y
b) La misma protección les otorgará la federación en los casos de
sublebación o conflicto interior, si esta ayuda le es solicitada por la le-
gislatura local o por el ejecutivo cuando el Congreso del Estado no se
encuentre reunido.
La primera hipótesis, tal y como se ha afirmado, resulta superflua
porque las entidades federativas carecen de personalidad internacional,
y por tanto ninguna de ellas puede ser objeto de ataque aislado por
alguna nación extranjera. El ataque a una porción del territirio nacional
lo es al Estado mexicano como tal, en su unidad, y no a una sola de
sus partes.
La segunda hipótesis configura un conflicto o problema doméstico
donde las autoridades locales sienten que no tienen los medios suficientes
para superarlo.
Y existe una tercera hipótesis de garantía federal: la forma republi-
cana de gobierno; sólo que ésta última no se encuentra señalada en el
artículo 122, sino en la construcción de la fracción V del artículo 76
que faculta al Senado para declarar que ha llegado el momento de nom-
brar un gobernador provisional porque han desaparecido todos los
poderes en esa entidad federativa. Y esta hipótesis se confirma con
la fracción V del artículo segundo de la Ley Reglamentaria del artículo 76,
fracción V; únicamente asentaremos que la aplicación que el Senado ha
38 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

hecho de esa facultad, la había convertido en uno de los principales pro-


blemas políticos del sistema federal mexicano.
Examinemos ahora la cuestión económica que reviste especial im-
portancia.
La jurisprudencia mexicana se ha apartado del texto gramatical del
artículo 124 constitucional respecto a la facultad tributaria, es decir, en
lo relativo a qué materias pueden ser gravadas por la federación, y cuáles
por las entidades federativas, y dicha jurisprudencia asienta que en Mé-
xico la facultad tributaria es coincidente de la federación y de las enti-
dades federativas, salvo en aquellas materias que la Constitución expre-
samente reserva, en el aspecto impositivo, a la federación.
Esta jurisprudencia es muy antigua en México, nos viene desde la
vigencia de la Constitución de 1857 y ha implantado, como se ha dicho,
la anarquía en materia fiscal con el consecuente problema de la doble
tributación.
En los años de 1925, 1933 y 1947 se llevaron a cabo convenciones
nacionales fiscales para proponer soluciones a la anarquía fiscal. Entre
los instrumentos legales más importantes que se han expedido con el
ánimo de superar este problema se encuentran: a) La Ley del Impuesto
sobre Ingresos Mercantiles del 30 de diciembre de 1947; conforme a
ella, si las entidades federativas celebraban convenio con la federación,
sólo ésta última cobraría un impuesto, una de cuyas partes se les reper-
cutiría; b) La Ley de 28 de diciembre de 1953 —de Coordinación Fiscal
entre la Federación y los Estados— creó la Comisión Nacional de Arbi-
trios y reforzó el sistema de participaciones, según el cual el gobierno
federal recauda el impuesto y participa a las entidades federativas y a los
municipios, de acuerdo con las disposiciones constitucionales o a través de
los convenios celebrados, y e) La Ley de Coordinación Fiscal del 27
de diciembre de 1978, que establece un Sistema Nacional de Coordina-
ción Fiscal de acuerdo con el cual una entidad federativa puede firmar
convenio con la federación, pero será en forma integral y no sólo en
relación con algunos de los ingresos de la federación. El artículo lo. de
esa ley señala las finalidades de la misma:
...coordinar el sistema fiscal de la Federación con los Estados, Mu-
nicipios y Distrito Federal, establecer la participación que corresponda
a sus haciendas públicas en los ingresos federales; distribuir entre ellos
dichas participaciones; fijar reglas de colaboración administrativa en-
tre las diversas autoridades fiscales; constituir los organismos en mate-
ria de coordinación fiscal y dar las bases de su organización y fun-
cionamiento.
DERECHO CONSTITUCIONAL 39

E1 resultado de dicha jurisprudencia ha sido el siguiente:

Ingresos de la Federación, Entidades


Federativas y Municipios:

Ario Federación Entidades federativas Municipios

1900 68.0% 24.1% 12.9%


1923 72.6 14.1 12.9
1929 71.1 21.2 7.7
1932 64.0 27.1 8.9
1940 71.4 23.3 5.3
1950 78.3 18.4 3.3
1960 71.1 26.3 2.6

En el informe del Banco de México, S. A., relativo a 1966, se pro-


porcionaron los siguientes datos:

1965 1966
Entidades Millones de pesos Millones de pesos

1. Federación 35.780.9-82% 41.839.4-83.4%


2. Estado y Territorios 4.272.6-9.8% 4.439.7-8.9%
3. Distrito Federal 2.223.1-5.1% 2.554.3-5.1%
4. Municipios 1.192.4-2.8% 1.310.9-2.6%
Total 43.469.0-100% 50.144.3-100%

El presupuesto de egresos para 1973 fue:


Federación $ 173,879,078,000.00

Distrito y territorios federales $ 9,289,930,000.00

29 entidades federativas $ 8,898,264,641.00

Es decir, los presupuestos de egresos de todas las entidades federativas


sólo representaban un 5.12% del presupuesto de egresos de la federación.
Así, el aspecto impositivo ha sido un factor centralizador de espe-
cial importancia. Existen otros elementos centralizadores como la creación
y proliferación de organismos y empresas descentralizadas, podero-
40 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

sos económicamente, cuyo campo de acción se extiende a toda la Re-


pública como en los casos del Instituto Mexicano del Seguro Social, la
Comisión Federal de Electricidad, Ferrocarriles Nacionales de México,
Petróleos Mexicanos, etcétera, y como la creación de bancos nacionales
para financiar aspectos importantes de la economía del país.

6. La justicia constitucional

La justicia constitucional mexicana está integrada por seis garantías:


a) El juicio de amparo. A nadie escapa que esta institución es la ga-
rantía constitucional más importante que contempla el orden jurídico
mexicano, motivo por el cual ocupa el primer término en nuestra atención.
La procedencia del juicio de amparo está determinada por el artículo
103 constitucional que señala que los tribunales de la federación resol-
verán toda controversia que se sucite por leyes o actos de la autori-
dad que violen las garantías individuales; por leyes o actos de la autoridad
que vulneren o restrinjan la soberanía de los estados y por leyes o actos
de las autoridades estatales que invadan la esfera de la autoridad federal.
Es evidente su funcionamiento como un instrumento procesal que
busca la preservación y, en su caso, el restablecimiento del orden cons-
titucional.
El juicio de amparo, a través de una bella evolución basada en los
artículos 14 y 16 constitucionales, ha ampliado su procedencia a casi
todos los preceptos de la Constitución y a las disposiciones de todo el
orden jurídico mexicano, ya que uno de los diversos aspectos que com-
prende es el examen de la legalidad de las leyes y actos de autoridad
tanto federal como local.
Sin que se pretenda una descripción detallada de su origen, evolución
y contenido, es necesario destacar que múltiples y muy variadas han sido
las modificaciones que ha sufrido tan notable institución desde su regla-
mentación en la Constitución de 1857.
En efecto, si en un principio se consideró que su función debería
reducirse a la defensa de los derechos fundamentales de la persona hu-
mana y como un medio de defensa del federalismo, hoy día, tal como lo
señala Héctor Fix-Zamudio, el amparo mexicano asume una doble
función: de garantía constitucional, por una parte, y de control de lega-
lidad, por la otra.
La reforma hecha al artículo 107 constitucional que, a partir de 1988,
establece que la Suprema Corte de Justicia de la Nación habrá de dedi-
carse al ejercicio del control de la constitucionalidad a través del juicio
DERECHO CONSTITUCIONAL 41

de amparo, en tanto que a los Tribunales Colegiados de Circuito les


corresponde ejercerlo en torno a la legalidad, delimitó y precisó los cam-
pos del amparo. Con esta reforma se fortaleció la presencia del amparo,
refrendándose así su carácter de medio jurídico por el cual se lleva a
cabo el control de la constitucionalidad de los actos ejecutados por los
órganos del Estado.
En resumen, por la vía del amparo se atribuyó al más alto tribunal
del país la interpretación última y definitiva de la Constitución y por
ende su protección y salvaguarda. Antes de esa reforma la Suprema
Corte ya tenía esa facultad en toda su plenitud; sin embargo, al supri-
mírsele casi totalmente el control de la legalidad, podrá concentrar toda
su actividad en lo que realmente le corresponde: el control de la cons-
titucionalidad.
En tal virtud, podemos afirmar que el amparo, además de ser una
garantía constitucional, es la institución mediante la cual las personas
físicas o morales pueden impugnar las leyes o actos que estimen vulne-
ran sus derechos fundamentales consagrados en la carta magna, acudien-
do para tal fin ante los tribunales federales a los que la propia ley
suprema encomienda el control de la constitucionalidad, mismo que,
como es sabido, se sigue a instancia de parte agraviada y cuya sentencia
tiene efectos relativos, esto es, se circunscribe a la persona que solicitó
la protección y sobre la materia solicitada, sin hacer ninguna declaración
general sobre la ley o acto que la motive.
b) La declaratoria, por parte del Senado, de que ha llegado el caso
de nombrar un gobernador provisional. La fracción V del artículo 76
constitucional establece que es facultad exclusiva de la Cámara de
Senadores: "Declarar cuando hayan desaparecido todos los poderes
constitucionales de un Estado, que es llegado el caso de nombrarle un
gobernador, quien convocará a elecciones conforme a las leyes constitu-
cionales del mismo Estado". En el mencionado artículo se señalan una
serie de detalles sobre el procedimiento que debe seguirse en el nom-
bramiento, destacándose que el nombramiento lo hará el Senado a partir
de una terna propuesta por el presidente de la República con aproba-
ción de las dos terceras partes de los senadores presentes y, en sus rece-
sos, por la Comisión Permanente.
Esta facultad del Senado es declarativa y no constitutiva, es decir, el
Senado no hace desaparecer los poderes sino tan sólo declara que debe
nombrarse un gobernador provisional porque han desaparecido todos
los poderes en una entidad federativa. Los supuestos que motivan tal
desaparición están previstos en la Ley Reglamentaria de la Fracción V
42 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

del artículo 76, publicada en el Diario Oficial de la Federación el día


29 de diciembre de 1978.
Antes de la publicación de dicha ley, que tardó muchos años en for-
mularse y aprobarse, los casos de desaparición de poderes tenían que
suponerse, lo que motivó, entre otras cosas, que en repetidas ocasiones
esta garantía constitucional fuera manejada como instrumento de control
del ejecutivo federal hacia los gobernadores.
Ya se ha señalado que el Senado, una vez que verifica la actualización
de las hipótesis contempladas en la ley reglamentaria correspondiente y
que en consecuencia han desaparecido los poderes, nombrará un gober-
nador provisional cuya función inmediata será la de convocar a eleccio-
nes, sin que este funcionario pueda participar en dicho proceso electoral.
La posibilidad de que el Senado o el ejecutivo federal utilicen esta
fracción con finalidades políticas ha quedado limitada con la existencia
de la ley reglamentaria correspondiente.
c) La competencia del Senado para resolver, en los términos de la
fracción VI del artículo 76 constitucional, las cuestiones políticas que
surjan entre los poderes de una entidad federativa. El Senado, una vez
restablecido en la Constitución de 1857 en virtud a las reformas de 1874,
fue facultado para actuar como un órgano imparcial y suprapartes para
intervenir y contribuir al mantenimiento del orden constitucional. Por
tal motivo, el Senado quedó facultado para intervenir a fin de resolvel
los conflictos de naturaleza política que surjan entre los poderes de un
Estado o que cuando con motivo de dichas cuestiones se haya interrum-
pido el orden constitucional mediante un conflicto de armas.
Se ha cuestionado si la resolución del Senado deberá estar fundamen-
tada en criterios de carácter político exclusivamente o si deberá atender
a consideraciones jurídicas. En este caso la respuesta es muy simple: su
resolución deberá estar dentro del marco establecido tanto por la Cons-
titución General de la República como por la del Estado de que se
trate. Lo anterior no quiere decir que el Senado vaya a emitir un fallo
judicial, sino que, con medidas de carácter político que estén dentro de
los lineamientos señalados por la ley suprema, habrá de restablecer el
orden constitucional. En lo anterior no existe contradicción, ya que aún
tratándose de cuestiones políticas, éstas deben resolverse a través de los
marcos jurídico-constitucionales.
d) La facultad de investigación que tiene la Suprema Corte de Justicia
de la Nación. Conforme a los párrafos 2o. y 3o. del artículo 97 cons-
titucional, el máximo tribunal del país ha sido facultado por el consti-
tuyente para iniciar de oficio (motu proprio) o a petición del Poder
DERECHO CONSTITUCIONAL

43

Ejecutivo Federal, de alguna de las Cámaras del Congreso de la Unión


o de los titulares de los poderes ejecutivos locales, las investigaciones que
le permitan conocer: la conducta de algún juez o magistrado federal;
un hecho o hechos que constituyan una grave violación de alguna garan-
tía individual; la violación del voto público, en cuyo caso se intervendrá
cuando los acontecimientos pusieran en duda la legalidad de todo el
proceso electoral de alguno de los otros poderes federales y, por último,
conforme a la Ley Orgánica del Poder Judicial Federal (artículo 12,
fracción XXXIV), la investigación sobre algún otro delito castigado
por ley federal.
Como puede advertirse, esta facultad se reduce solamente a la inves-
tigación de los hechos, y sus resultados habrán de turnarse a la autoridad
competente; no le corresponderá al máximo tribunal del país tomar
decisión alguna. Por tal motivo su actuación es como órgano de instruc-
ción, investido de imparcialidad, lo cual le confiere a esta facultad el
carácter de un procedimiento excepcional que habrá de emplearse en
aquellos casos que por su gravedad hayan provocado un verdadero es-
cándalo público o una conmoción nacional.
Para el desahogo de esta encomienda constitucional, la Suprema Corte
de Justicia de la Nación podrá nombrar a algunos de sus miembros, a
un juez de distrito o magistrado de circuito o bien a uno o varios comi-
sionados especiales para que procedan a realizar las investigaciones.
Con frecuencia se han presentado cuestionamientos en torno a posi-
bles conflictos o duplicidad de actuaciones motivadas por la función
investigadora de la Suprema Corte de Justicia. Al respecto sólo habre-
mos de referirnos a dos de las críticas que se presentan con mayor
regularidad.
1) Ante la posibilidad de que la investigación en torno a la violación
grave de garantías individuales duplique las funciones del juicio de am-
paro, la investigación sobre la violación de garantías individuales procede
cuando las infracciones sean de tal naturaleza que hagan imposible su
reparación, en tanto que el juicio de amparo procederá cuando haya lugar
a reparación. Como bien puede notarse, en este caso no existe duplici-
dad sino complementación.
2) Se ha dicho que con motivo de la investigación sobre delitos san-
cionados por la legislación federal se estarían invadiendo las funciones
del Ministerio Público Federal, al respecto debe destacarse que la facul-
tad de investigar no se refiere a cualquier clase de delitos federales, sino
que debe limitarse a aquéllos que por su naturaleza provoquen un
malestar generalizado en todo el país, esto es, sólo cuando la gravedad
44 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

del delito lo amerite habrá lugar a la participación de la Suprema Corte


de Justicia por la vía que comentamos.
e) El litigio o conflicto constitucional. El poder constituyente estable-
ció como competencia exclusiva de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación conocer de las controversias que se susciten entre dos o más
Estados, entre los poderes de un mismo Estado sobre la constituciona-
lidad de sus actos y de los conflictos entre la federación y uno o más
Estados, así como de aquellos en los que la federación sea parte según
lo establezca la ley correspondiente, en este caso la Ley Orgánica del
Poder Judicial de la Federación.
La participación de la Suprema Corte de Justicia resulta oportuna,
toda vez que los conflictos que dan motivo a su intervención son de
carácter jurídico y necesariamente versan sobre la constitucionalidad
de los actos realizados por las entidades públicas. Tomando en cuenta
el contenido de este mecanismo de protección, su carácter de garantía
constitucional no ha sido puesta en duda ni mucho menos cuestionada
la participación del más alto tribunal del país.
Con el objeto de evitar posibles confusiones, es conveniente distin-
guir el litigio constitucional del juicio de amparo. El litigio constitucional
es un mecanismo que permite a una entidad pública defender bien sea
su soberanía o las facultades y atribuciones que le han sido asignadas
en la Constitución, frente a la actuación de otra entidad de igual carácter.
En tanto que en el juicio de amparo se conoce y resuelve un conflicto
en el que un particular ha sido afectado por la actuación de una o varias
autoridades. Asimismo, debe señalarse que los efectos de la resolución
que se da al litigio constitucional es de carácter general, en tanto que
en el juicio de amparo la protección que se otorga es de carácter
particular.
El Congreso constituyente de 1917 encomendó la tramitación de cier-
tas garantías constitucionales al Senado de la República para que al
intervenir como órgano imparcial y supra partes contribuyera al resta-
blecimiento del orden fundamental violado por la actuación de los órga-
nos del poder.
Es en este sentido que debe analizarse la actuación de la Cámara de
Senadores en los términos del artículo 76 constitucional, que en sus
fracciones V y VI consagra dos garantías constitucionales.
f) El juicio de responsabilidad política, cuyos antecedentes son el
impeachment anglosajón y el juicio de residencia de la época de domi-
nación española. Mediante éste mecanismo se busca restablecer el orden

DERECHO CONSTITUCIONAL 45

constitucional, está contemplado en el título cuarto de la Constitución


Política de los Estados Unidos Mexicanos.
A efecto de actualizar el texto constitucional, el día 28 de diciembre
de 1982 se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto me-
diante el cual se reformó de manera sustantiva el referido título cuarto.
Mediante tal enmienda se definieron cuatro tipos de responsabilidad en
los que pueden incurrir los servidores públicos: penal, civil, política y
administrativa. Las dos primeras categorías se rigen por la legislación
civil y penal que también fue modificada; tanto la responsabilidad polí-
tica como la administrativa se rigen por la Ley Federal de Responsabi-
lidades de los Servidores Públicos, publicada en el Diario Oficial el 31
de diciembre de 1982.
A través de la reforma mencionada se amplió el número y la categoría
de los sujetos que puedan incurrir en responsabilidad por participar del
ejercicio de la función pública, esto es, se incluyó como sujeto de res-
ponsabilidad a todo servidor público de cualquiera de los tres poderes
de la Unión, de los Estados y municipios que además de violar la Cons-
titución o leyes federales, incurran en violaciones en el manejo de fondos
y recursos federales y se hizo extensiva tal denominación a los servidores
que integran la administración pública paraestatal.
Asimismo, en las modificaciones se precisó la naturaleza de la res-
ponsabilidad, el procedimiento para sustanciar el juicio y exigir la
responsabilidad política, la naturaleza de las sanciones que habrán de
aplicarse, los plazos para que opere la prescripción, etcétera. Situaciones,
todas ellas, contempladas en los artículos 108 a 114 de la Constitución
federal.
Como bien puede observarse se realizaron todas aquellas adecuaciones
que permiten fincar responsabilidad política y administrativa a todos los
servidores públicos que incurran en arbitrariedades, abusos o se excedan
en el ejercicio de las facultades que le son atribuidas por la ley suprema.
El juicio de responsabilidad política, entendido como garantía cons-
titucional, tiene como principal finalidad la represión y sanción a toda
violación que se corneta en contra de las disposiciones constitucionales
que señalan los límites de actuación de todo servidor público.
El juicio se tramita ante el Congreso de la Unión a través de dos
instancias: una primera que consiste en que la Cámara de Diputados
presenta la acusación ante la Cámara de Senadores y una segunda en
la que ésta última se convierte en gran jurado. Si las dos terceras partes
de los senadores presentes, una vez que han practicado las diligencias
correspondientes y que han escuchado al acusado, encuentran que éste
46 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

es responsable, se procederá a la aplicación de sanciones, que consistirán


en la destitución del servidor público y en su inhabilitación para desem-
peñar funciones, empleos, cargos o comisiones de cualquier naturaleza
en el servicio público, independientemente de las sanciones de tipo civil
y penal que resulten aplicables. Las resoluciones tendrán el carácter de
cosa juzgada y serán en consecuencia inatacables. Si el proceso concluye
con una resolución absolutoria, el servidor público inculpado podrá rea-
sumir sus funciones.
Por último, debe señalarse que la propia Constitución establece el
plazo para iniciar el juicio político, que será durante el periodo en que
el servidor público desempeñe su cargo y dentro del año siguiente. Asi-
mismo, las sanciones que correspondan deberán aplicarse en un periodo
no mayor de un año a partir de que se haya iniciado el procedimiento.
La finalidad de esta garantía constitucional es lograr que el desempeño
de los servidores públicos se caracterice por su legalidad, honestidad y
eficiencia, esto es, que esté ajustado a derecho y que en caso contrario
se procederá de inmediato a restablecer la plena vigencia y respeto a la
norma fundamental.

7. La supremacía del Estado sobre las iglesias

Este principio básico representa uno de los problemas más serios con
que ha tenido que lidiar México, aunque parece ser que en los últimos
años ha ido perdiendo su gravedad debido en parte a que no se aplican
varios de los principios del artículo 130 constitucional.
Durante la colonia española, la Iglesia católica tuvo un marcado poder
político que, a partir de la independencia en 1821, acrecentó al desco-
nocer que el gobierno mexicano pudiera sustituir al monarca español
en el patronato eclesiástico, medio a través del cual el rey español nom-
braba a los obispos y: "proveía beneficios eclesiásticos y gozaba de otros
privilegios lucrativos y pecunarios sobre las rentas eclesiásticas"; además,
la Iglesia católica era la principal propietaria en el país, y sus bienes
se convertían en bienes de manos muertas.
No podemos exponer ahora la historia de las relaciones entre el Estado
y la Iglesia en México, por tanto, sólo haremos resaltar como ejemplos
algunos episodios: durante la intervención norteamericana en 1847, la
Iglesia se dedicó a tratar de derrocar al gobierno; el papa Pío IX decla-
ró sin valor a la Constitución de 1857, y el clero mexicano costeó la
rebelión contra dicha Constitución; la Iglesia católica apoyó la interven-
ción francesa que impuso el imperio de Maximiliano de Habsburgo;
DERECHO CONSTITUCIONAL 47

ayudó al derrocamiento del presidente Madero y apoyó al usurpador


Huerta.
A partir de 1859, el presidente Juárez expidió ocho normas que han
recibido el nombre de Leyes de Reforma, y en donde se estableció la
separación del Estado y de la Iglesia, la nacionalización de los bienes
del clero, la libertad de cultos y la secularización de los actos relacio-
nados con la vida civil de las personas. Estos principios se elevaron
a rango constitucional en 1873.
En la Constitución de 1917 se superó el principio de la separación
del Estado y de las iglesias para configurarse la plena supremacía del
primero sobre las segundas, conforme lo dispone el artículo 130 consti-
tucional. Algunos de los postulados de dicho precepto son:
El Congreso federal no puede dictar leyes estableciendo o prohibiendo
alguna religión; todos los actos del estado civil de las personas son exclu-
siva competencia de los funcionarios y autoridades civiles; no se reco-
noce ninguna personalidad a las iglesias; los ministros de los cultos se
consideran como profesionistas y deberán ser mexicanos por nacimiento;
los ministros de los cultos no podrán intervenir en política, ni criticar
en reuniones públicas o privadas las leyes fundamentales o a las autori-
dades y funcionarios; no tienen voto activo ni pasivo ni derecho para
asociarse con fines políticos; a los estudios destinados a la enseñanza
profesional de los ministros no se les podrá otorgar validez oficial; las
publicaciones de carácter confesional no podrán comentar asuntos polí-
ticos nacionales; está prohibida la formación de agrupaciones políticas
cuyo título contenga alguna palabra o indicación de carácter religioso, y,
en los templos no se puede realizar ninguna reunión de carácter político.

III. Los PARTIDOS POLÍTICOS

1. Su "constitucionalización"

La Ley Electoral del 19 de diciembre de 1911, por primera vez en


México, otorgó personalidad jurídica a los partidos políticos. La Cons-
titución de 1917 no contenía ninguna mención a ellos, aunque sí pre-
supuso su existencia en el artículo 9 donde garantizó el derecho a la
libre asociación o reunión, estableciendo que solamente: "los ciudadanos
de la República podrán hacerlo para tomar parte en los asuntos políticos
del país". El artículo 35, que señala las prerrogativas del ciudadano, en
su fracción III indica que una de ellas es: "Asociarse libre y pacífica-
III. Los PARTIDOS POLÍTICOS 47

1. Su "constitucionalización" . . .. 47
2. Su reglamentación. . . . 49
3. Su realidad . 51

W. EL SISTEMA PRESIDENCIAL DE GOBIERNO 57

1. Fuentes 57
2. Características 58
3. Supuestos matices parlamentarios. 58
• ▪

4. Relaciones recíprocas de control entre los poderes ejecutivo


y legislativo 60
5. El predominio del poder ejecutivo 64

V. ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO DEL PODER EJECUTIVO. . 65

1. El ejecutivo unipersonal 65
2. Requisitos de elegibilidad 66
3. Principio de no reelección 67
4. Periodo presidencial 68
5. Sustitución presidencial 69
6. Secretarías de Estado y departamentos administrativos. 70
7. Facultades del presidente de la República . . 71

VI. ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO DEL PODER LEGISLATIVO. 77

1. El sistema bicamaral 77
2. Integración de las cámaras 78
3. Requisitos para ser diputado y para ser senador. 80
4. Suplencia 81
5. Periodos de sesiones . ...... 82
6. Quorum de asistencia y de votación 83
7. Irresponsabilidad e inmunidad 84
8. Clasificación de las facultades de las Cámaras desde el pun-
to de vista de la forma de su actuación y de la naturaleza
de sus actos 85
9. La ley y el decreto 85
10. El procedimiento legislativo 86
11. Facultades del Congreso de la Unión. . . 87
12. Facultades exclusivas de la Cámara de Diputados. 89
13. Facultades exclusivas de la Cámara de Senadores. 89
14. La Comisión Permanente 92
DERECHO CONSTITUCIONAL 47

ayudó al derrocamiento del presidente Madero y apoyó al usurpador


Huerta.
A partir de 1859, el presidente Juárez expidió ocho normas que han
recibido el nombre de Leyes de Reforma, y en donde se estableció la
separación del Estado y de la Iglesia, la nacionalización de los bienes
del clero, la libertad de cultos y la secularización de los actos relacio-
nados con la vida civil de las personas. Estos principios se elevaron
a rango constitucional en 1873.
En la Constitución de 1917 se superó el principio de la separación
del Estado y de las iglesias para configurarse la plena supremacía del
primero sobre las segundas, conforme lo dispone el artículo 130 consti-
tucional. Algunos de los postulados de dicho precepto son:
El Congreso federal no puede dictar leyes estableciendo o prohibiendo
alguna religión; todos los actos del estado civil de las personas son exclu-
siva competencia de los funcionarios y autoridades civiles; no se reco-
noce ninguna personalidad a las iglesias; los ministros de los cultos se
consideran como profesionistas y deberán ser mexicanos por nacimiento;
los ministros de los cultos no podrán intervenir en política, ni criticar
en reuniones públicas o privadas las leyes fundamentales o a las autori-
dades y funcionarios; no tienen voto activo ni pasivo ni derecho para
asociarse con fines políticos; a los estudios destinados a la enseñanza
profesional de los ministros no se les podrá otorgar validez oficial; las
publicaciones de carácter confesional no podrán comentar asuntos polí-
ticos nacionales; está prohibida la formación de agrupaciones políticas
cuyo título contenga alguna palabra o indicación de carácter religioso, y,
en los templos no se puede realizar ninguna reunión de carácter político.

III. Los PARTIDOS POLÍTICOS

1. Su "constitucionalización"

La Ley Electoral del 19 de diciembre de 1911, por primera vez en


México, otorgó personalidad jurídica a los partidos políticos. La Cons-
titución de 1917 no contenía ninguna mención a ellos, aunque sí pre-
supuso su existencia en el artículo 9 donde garantizó el derecho a la
libre asociación o reunión, estableciendo que solamente: "los ciudadanos
de la República podrán hacerlo para tomar parte en los asuntos políticos
del país". El artículo 35, que señala las prerrogativas del ciudadano, en
su fracción III indica que una de ellas es: "Asociarse libre y pacífica-
48 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

mente para tratar los asuntos políticos del país". Así, resulta claro que
nuestra carta magna sí previó la posibilidad de la existencia de partidos
políticos, aunque, siguiendo la tendencia constitucional entonces impe-
rante, no se refirió expresamente a ellos.
En el año de 1963, el vocablo "partido político", se introduce en la
Constitución como consecuencia de la implantación del sistema de dipu-
tados de partido a que hemos hecho alusión. También en 1963 se refor-
mó el artículo 63, a fin de señalar responsabilidad a los "partidos polí-
ticos" que, habiendo postulado candidatos en una elección para diputados
o senadores, acuerden que no se presenten a ocupar el cargo sus miem-
bros que resulten electos.
En diciembre de 1977, simultáneamente con las reformas que modifi-
caron el sistema representativo, se "constitucionalizó" a los partidos
políticos, agregándole cinco párrafos al artículo 41 constitucional.
El párrafo segundo de este artículo, y primero que se ocupa de los par-
tidos políticos, quedó redactado en la forma siguiente: "Los partidos
políticos son entidades de interés público; la ley determinará las formas
específicas de su intervención en el proceso electoral".
La categoría de entidades de interés público otorgada a los partidos,
los equipara a los sindicatos y a los ejidos; es decir, el Estado adquiere
la obligación de garantizarles las condiciones para su desarrollo, así
como la de propiciar y suministrar los elementos mínimos para su acción,
asegurándoles vida y concurrencia dentro del proceso político del país.
Dicha expresión no tendría mayor significado y sería sólo una más, si
no se la hubiera relacionado con el derecho al uso de los medios de co-
municación masiva, y el aseguramiento de los elementos necesarios para
poder subsistir.
En el tercero párrafo del artículo 41 al definir a los partidos políticos,
se expresa:

• . .tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida


democrática, contribuir a la integración de la representación nacional
y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos
al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, princi-
pios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, se-
creto y directo.

En la definición, las actividades que deben realizar los partidos en


busca de sus objetivos, no se circunscriben a las épocas de elección, sino
que deben ser constantes, ya que han de promover la participación del
DERECHO CONSTITUCIONAL 49

pueblo en la vida democrática, para lo cual se necesita educación cívica;


por lo mismo, los partidos tienen la obligación de procurarla.
Los tres siguientes párrafos garantizan a los partidos políticos: usar
en forma permanente los medios de comunicación social, de acuerdo
con las formas y procedimientos que establezca la ley; contar, en forma
equitativa, durante los procesos electorales federales, con elementos eco-
nómicos mínimos para realizar las actividades correspondientes a la
obtención del sufragio popular; y, participar, sin necesidad de nuevo
registro, en las elecciones estatales y municipales.

2. Su reglamentación

En congruencia con las reformas constitucionales de 1977, se expidió


una nueva ley reglamentaria, misma que fue publicada el 30 de diciem-
bre de ese año, y que se denominó Ley Federal de Organizaciones Polí-
ticas y Procesos Electorales. Esta ley estuvo vigente hasta 1987 en que
se publicó el Código Federal Electoral, que rigió durante tres años. En
virtud de las reformas a los artículos constitucionales 41, 54, 60 y 73
fracción VI, base 3a. publicadas el 6 de abril de 1990, fue abrogado,
rigiendo actualmente, en materia electoral, el Código Federal de Institu-
ciones y Procedimientos Electorales, publicado en el Diario Oficial de
la Federación el 15 de agosto de 1990. En dicho código, como en su
momento su antecesora lo hizo, se precisan las cuestiones relativas a los
partidos políticos. Veamos algunos de sus aspectos.
Un partido político deberá de satisfacer una serie de requisitos, a
saber : a) Contar con un número de afiliados no inferior a 65 000; b)
Que ellos se encuentren cuando menos en la mitad de las entidades
federativas con un mínimo de 3 000 afiliados en cada una, o tener cuan-
do menos 300 afiliados en cada uno de la mitad de los distritos electo-
rales uninominales; c) Haber efectuado en cada una de las entidades
federativas o en cada uno de los distritos uninominales donde se encuen-
tren los afiliados que debe tener, una asamblea en presencia de uno de
los funcionarios que señala el código, y d) Haber celebrado una asam-
blea nacional constitutiva.
El registro de los partidos podrá ser definitivo o condicionado al
resultado de las elecciones. En este último caso, el partido, para obtener
su registro definitivo, deberá haber logrado cuando menos el 1.5% del
total de la votación nacional, y si no lo obtiene perderá los derechos
y prerrogativas que señala el código.
50 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

Los derechos de los partidos políticos son: a) Participar conforme a


lo dispuesto en la Constitución y en el código, en la preparación, desa-
rrollo y vigilancia del proceso electoral; b) Gozar de las garantías que
otorga el código electoral para realizar libremente sus actividades; c)
Disfrutar de las prerrogativas y recibir financiamiento público; d) Pos-
tular candidatos a las elecciones federales; e) Sólo los que tienen registro
definitivo, formar frentes y coaliciones, así como fusionarse; f) También
sólo para los de registro definitivo participar en las elecciones estatales
y municipales, conforme a lo dispuesto en el sexto párrafo del artículo
41 de la Constitución; g) Nombrar representantes ante los órganos del
Instituto Federal Electoral (antes Comisión Federal Electoral); h) Ser
propietarios, poseedores o administradores sólo de los bienes inmuebles
que sean indispensables para el cumplimiento directo e inmediato de sus
fines; i) Establecer relaciones con organizaciones o partidos políticos
extranjeros, siempre y cuando se mantenga en todo momento su inde-
pendencia absoluta, política y económica, así como el respeto irrestricto
a la integridad y soberanía del Estado mexicano y sus órganos de go-
bierno; j) Nombrar representantes ante las casillas y representantes
generales.
Las prerrogativas de los partidos políticos nacionales son: a) Tener
acceso en forma permanente a la radio y la televisión; b) Gozar del
régimen fiscal que determine el código y las leyes en la materia; c) Dis-
frutar de franquicias postales y telegráficas que sean necesarias para el
cumplimiento de sus funciones; d) Participar del financiamiento público
correspondiente a sus actividades.
El código precisa los términos de éstas prerrogativas y es el Instituto
Federal Electoral el que, a través de la Dirección Ejecutiva de Prerroga-
tivas y Partidos Políticos y la Comisión de Radiodifusión, determina las
modalidades, formas y requisitos que deberán satisfacerse para el ejer-
cicio de las mismas.
Las obligaciones de los partidos políticos son: a) Conducir sus acti-
vidades dentro de los cauces legales y ajustar su conducta y la de sus
militantes a los principios del Estado democrático, respetando la libre
participación política de los demás partidos políticos y los derechos de
los ciudadanos; b) abstenerse le recurrir a la violencia y a cualquier acto
que tenga por objeto o resultado alterar el orden público, perturbar el
goce de las garantías o impedir el funcionamiento regular de los órganos
de gobierno; c) Mantener un mínimo de afiliados en las entidades fede-
rativas o distritos electorales, requeridos para su constitución y registro;
d) Ostentarse con la denominación, emblema y color o colores que ten-
DERECHO CONSTITUCIONAL 51

gan registrados; e) Cumplir sus normas de afiliación y observar los pro-


cedimientos que señalen sus estatutos para la postulación de candidatos;
f) Mantener en funcionamiento efectivo a sus órganos estatutarios; g)
Contar con domicilio social para sus órganos directivos; h) Editar por
lo menos una publicación mensual de divulgación, y otra de carácter
teórico, trimestral; i) Sostener por lo menos un centro de formación
política; j) Publicar y difundir su plataforma electoral en la radio y tele-
visión, el tiempo que utilicen no podrá ser menor del 50% del que les
corresponda; k) Designar a los presuntos diputados que integrarán el
Colegio Electoral y remitir la lista de los que le correspondan a la Co-
misión Instaladora de la Cámara de Diputados, dentro del plazo estable-
cido en la ley; 1) Comunicar al Instituto Federal Electoral cualquier
modificación a su declaración de principios, programa de acción o esta-
tutos, dentro de los diez días siguientes a la fecha en que se tome el
acuerdo correspondiente por el partido; m) Comunicar oportunamente
al Instituto el cambio de domicilio social o de los integrantes de sus
órganos directivos; n) Actuar y conducirse sin ligas de dependencia o
subordinación con partidos políticos, personas físicas o morales extran-
jeras, organismos o entidades internacionales y de ministros de cultos de
cualquier religión o secta; o) Abstenerse de cualquier expresión que
denigre a los ciudadanos, a las instituciones públicas o a otros partidos
políticos y sus candidatos.
Un partido político pierde su registro por las siguientes causas: a) No
obtener el 1.5% de la votación emitida, en ninguna de las elecciones
federales; b) Haber dejado de cumplir con los requisitos necesarios para
obtener el registro; c) Incumplir de manera grave y sistemática a juicio
del Consejo General del Instituto Federal Electoral las obligaciones que
le señala el código; d) Por no designar a los presuntos diputados que le
corresponda para integrar el Colegio Electoral, o no comunicar su desig-
nación oportunamente o porque acuerde la no participación de los designa-
dos o éstos no cumplan sus funciones; e) Haber sido declarado disuelto
por acuerdo de sus miembros, conforme a lo que establezcan sus esta-
tutos, y f) Haberse fusionado con otro partido político.

3. Su realidad

A partir de 1955 y hasta 1978, el sistema de partidos políticos en


México, contó principalmente con cuatro partidos nacionales registrados.
Digamos algo de ellos en el orden cronológico de su fundación.
52 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

El Partido Revolucionario Institucional (PR!). El 4 de marzo de 1929


se constituyó el PNR, antecedente del PR!, que más que un partido fue
una federación de partidos locales, fuerzas y grupos políticos que acep-
taron las órdenes de un comité ejecutivo nacional.
El PRI ha tenido larga evolución; entre algunos de sus principales
momentos se pueden señalar: en 1933, en su segunda convención se
determinó que la célula del partido era el individuo y no el club o la
organización política, y que los órganos del partido eran solamente
el Comité Directivo Nacional, el Comité Directivo de Estado o Terri-
torio y el Comité Municipal; el 30 de marzo de 1938 cambió su nombre
por el de Partido de la Revolución Mexicana (PRM), y esta modifica-
ción implicó una reforma en su estructura; se incluyó a la mayoría
organizada de los sectores obrero, campesino y medio, y con ellos y el
militar se formaron los cuatro sectores que lo constituyeron; las organi-
zaciones obreras y campesinas conservaban su autonomía, pero los cua-
tro sectores se comprometían a que todo acto político electoral lo reali-
zarían a través del partido; el 10 de diciembre de 1940 se suprimió el
sector militar; en 1943 se creó la Confederación Nacional de Organiza-
ciones Populares (CNOP) para comprender a los grupos del sector me-
dio; el 21 de enero de 1946, el PRM cambió de nombre a PM y co-
menzó a adquirir especial relieve el sector popular.
El Partido de Acción Nacional (PAN). El 16 de septiembre de 1939
se constituyó el PAN, y sus orígenes se encuentran en la sociedad deno-
minada La Base, que se integraba por grupos secretos de católicos. El
PAN nació como respuesta a la política de Cárdenas, y desde entonces
se considera que tiene una ideología conservadora. Es el segundo par-
tido en importancia por los resultados electorales, ha obtenido algunos
triunfos importantes en diversas presidencias municipales, y recientemente
logró su primera gubernatura.
El Partido Popular Socialista (PPS). El 20 de junio de 1948 se creó el
Partido Popular (PP) que estuvo completamente ligado a su fundador
Vicente Lombardo Toledano; nació este partido con la idea de ser inde-
pendiente del gobierno y con la de crear un frente revolucionario. En
1955, Lombardo Toledano propuso y logró que se aprobara que el parti-
do fuera de clase obrera, basado en la filosofía marxista, y como conse-
cuencia de ello en octubre de 1960 se le agregó al nombre del partido el
de Socialista (PPS). A partir de 1958 y hasta 1982, postuló a la presi-
dencia de la República al candidato del PM, situación que ya no ocurrió
en 1988.
DERECHO CONSTITUCIONAL 53

El Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM). El 28 de


febrero de 1954 se creó este partido por excombatientes de la revolu-
ción mexicana y personas cercanas al entonces presidente de la Repú-
blica. Sus postulados fueron los que originalmente sostuvo la revolución
mexicana. Los dirigentes de este partido han manifestado que coinciden
con la ideología del PRI, aunque discrepen de su línea táctica y estra-
tégica; pero nunca han precisado en qué consisten esas discrepancias. El
PARM, también a partir de 1958 y hasta 1982 postuló a la presidencia
de la República al candidato del PRI, situación que también cambió
en 1988.
El resultado de tres elecciones nacionales con la participación de esos
cuatro partidos, fue el siguiente:

1970 1973 1976


PRI 83.57% 77.60% 84.86%
PAN 14.20% 16.52% 8.98%
PPS 1.40% 3.83% 3.19%
PARM 0.83% 2.05% 2.67%

En mayo de 1978, se otorgó registro condicionado a tres partidos po-


líticos: Partido Comunista Mexicano (PCM), Partido Demócrata Me-
xicano (PDM), y Partido Socialista de los Trabajadores (PST).
El PCM fue fundado el 24 de noviembre de 1919, por tanto, fue el
más antiguo de los existentes. Su historia se ha caracterizado por la
formación de organizaciones obreras y campesinas, y por una serie inin-
terrumpida de rupturas internas. A fines de 1945, el partido solicitó
su registro, mismo que obtuvo en mayo de 1946 y que perdió en junio
de 1951 como consecuencia de una reforma a la ley electoral. Ha inter-
venido en los principales movimientos ocurridos en el país en los últimos
años —ferrocarriles, magisterial, médico y estudiantil— y a partir de
1973 sostiene su independencia frente al movimiento comunista interna-
cional, ya que afirma que en cada Estado el partido debe diseñar sus
estrategias de acuerdo con las peculiares circunstancias de ese país.
El PDM tiene sus antecedentes en la mencionada La Base y más cer-
canamente en la Unión Nacional Sinarquista; esto último, aunque lo
estuvo negando el partido, sale a flote cuando se comparan sus postula-
dos ideológicos y se ve el origen de sus cuadros humanos. El propio
PDM manifiesta que empezó su formación como una consecuencia de la
54 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

apertura democrática del presidente Echeverría, que en 1972 se comen-


zaron a efectuar las primeras asambleas constitutivas, y que los días 14
y 15 de junio de 1975 se realizó su asamblea nacional de esa índole.
El PST tiene su antecedente en la creación del Comité Nacional de
Auscultación y Coordinación (CNAC), en noviembre de 1971, fundado
por distinguidos intelectuales y dirigentes políticos y sindicales. Dicho
Comité sufrió varias separaciones, y una de éstas la encabezó Rafael
Aguilar Talamantes; este grupo después de haber realizado una serie de
actividades políticas, celebró la asamblea constituyente del partido el
lo de mayo de 1975. El PST contiene tesis de izquierda pero dentro
del contexto mexicano, de acuerdo con nuestra propia historia e institu-
ciones y no con modelos ajenos.
Así, en las elecciones nacionales realizadas en 1979, para elegir dipu-
tados federales, contendieron los siete partidos a los que hemos hecho
mención dentro del marco de un reformado sistema representativo, el
cual ya fue explicado. El resultado de esas elecciones fue el siguiente:

VOTACIÓN GENERAL

MAYORIA RELATIVA

Partido Votos Porcentaje


PAN 1,471,417 10.59
PRI 9,515,173 68.51
PPS 354,072 2.55
PARM 249,106 1.79
PDM 283,232 2.04
PCM 675,677 4.87
PST 280,576 2.02
Otros 9,496 0.07
Anulados 1,049,767 7.56

Totales 13,888,513 100.00


DERECHO CONSTITUCIONAL 55

REPRESENTACIÓN PROPORCIONAL

Partido Votos Porcentaje


PAN 1,525,111 11.06
PRI 9,418,178 68.35
PPS 389,590 2.82
PARM 298,184 2.16
PDM 293,495 2.13
PCM 703,038 5.10
PST 311,556 2.26
Anulados 839,778 6.09
Totales 13,788,930 100.00

En 1982, se llevaron a cabo elecciones para elegir presidente de la


República y renovar la Cámara federal de Diputados. El candidato del
PRI a la presidencia obtuvo el 68.4% de la votación total, y los resul-
tados, en tanto por ciento, para esa Cámara de diputados en las elec-
ciones de 1982 y 1985 fueron las siguientes:

1982 1985
PM 69.3 64.8
PAN 17.5 15.6
PDM 2.3 2.7
PARM 1.4 1.6
PPS 1.9 2.0
PST 1.8 2.5
PSUM 4.4 3.2
PRT 1.3 1.3
PMT 1.6
Otros 0.1 4.7

En las elecciones de 1982 contendió un partido más que en 1979, el


Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de clara afiliación
trotskista y ligado a la IV Internacional.
El PCM se transformó en PSUM —Partido Socialista Unificado de
México— para incorporar a cuatro organizaciones políticas socialistas,
56 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

realmente pequeñas. Esa unión persiguió fortalecerse como partido y tra-


tar de presentar una opción unitaria de izquierda, para candidatos a la
presidencia de la República, a las senadurías y a las diputaciones
federales.
En las elecciones de 1985 también hubo un partido más respecto a
1982: el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) cuyo origen
—como en el caso del PST— fue el ya mencionado Comité Nacional
de Auscultación y Coordinación. Fue un partido de izquierda que estuvo
principalmente ligado a algunas organizaciones obreras como el Movi-
miento Sindical Ferrocarrilero.
En 1988 se realizaron elecciones presidenciales y de renovación del
Congreso federal. Los resultados en las elecciones para presidente de la
República fueron:

PRI 50.74%
PAN 16.81%
PARM, PPS, PFCRN, PMS 31.06%
PDM 1.00%
PRT 0.39%

La coalición de cuatro partidos postuló a un mismo candidato presi-


dencial. El PST cambió de denominación a Partido del Frente Cardenis-
ta de Reconstrucción Nacional (PFCRN) y el PSUM y el PMT, en unión
de otras cuatro organizaciones políticas, se fusionaron en 1987 en el
Partido Mexicano Socialista (PMS).
Las elecciones de 1988 cambiaron el espectro electoral de México.
Dos partidos políticos —el PDM y el PRT— obtuvieron una muy baja
votación y al no haber alcanzado el 1.5% de la votación nacional, per-
dieron su registro como partidos políticos.
El PRI sufrió una seria e importante escisión al formarse la denomi-
nada Corriente Democrática que promovió la candidatura presidencial
del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, quien primeramente fue postulado
para ese cargo por el PARM y posteriormente por los otros tres partidos
políticos mencionados, los cuales formaron el Frente Democrático Na-
cional (FDN) que logró captar importante parte del descontento de los
votantes hacia el gobierno prhsta y la crisis económica.
Después de esas elecciones, el PMS "cedió" su registro al Partido de
la Revolución Democrática (PRM), el cual se integra por el partido
DERECHO CONSTITUCIONAL 57

cedente, la corriente cardenista y algunas pequeñas organizaciones polí-


ticas de tendencias socialistas.
En esta forma, para las elecciones federales de este ario de 1991,
existen seis partidos políticos con registro: PRI, PAN, PPS, PARM,
PFCRN y PRD. Otros tres con registro condicionado: el PDM, el PRT
y el PT (Partido del Trabajo). Habían solicitado también su registro
condicionado como partidos políticos otras diez asociaciones políticas,
de tendencia de izquierda, las que no lo alcanzaron por no reunir los
requisitos legales para ello.
Este es el panorama del sistema de partidos políticos en México. De
un partido hegemónico o predominante se está pasando a un sistema
en el cual se dan tres grandes partidos —PRI, PAN, PRD— y en donde
las votaciones son muy competidas como lo han demostrado las elec-
ciones locales de 1989 y 1990. Es claro que la evolución partidista en
México continuará y que aún no es posible hacer afirmaciones que sean
valederas por un largo tiempo. Sin embargo, lo que sí puede afirmarse
es que en los últimos seis años el pluralismo político en nuestro país
se ha enriquecido en forma notable, lo cual es, indudablemente, muy
saludable para México.

IV. EL SISTEMA PRESIDENCIAL DE GOBIERNO

1. Fuentes

El sistema presidencial de gobierno es un principio originario de la


Constitución norteamericana de 1787, y por eso a éste se le considera
como el puro o clásico.
El sistema presidencial se estableció por primera vez en México en
la Constitución federal de 1824. Las fuentes que sirvieron de base al
Congreso Constituyente de aquel año, para la configuración del sistema
fueron la Constitución norteamericana de 1787 y la Constitución espa-
ñola de Cádiz de 1812; de la primera se tomaron los principios fun-
damentales y, de la segunda, algunos elementos como el refrendo mi-
nisterial, las relaciones del ejecutivo con el Congreso, y varias de las
facultades concedidas al presidente de la República.
La estructura del sistema presidencial establecido en la Constitución
de 1824 se ha conservado, aunque con diversas modificaciones, en el
constitucionalismo mexicano. El actual sistema presidencial tiene carac-
terísticas que le son muy propias, sin embargo, en cuanto a las normas
58 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

fundamentales que estructuran al sistema, hay múltiples coincidencias


entre la Constitución de 1824 y la de 1917.

2. Características

Las notas características del sistema presidencial puro son las si-
guientes:
a) El presidente de la República es a la vez jefe de Estado y jefe de
gobierno.
b) El presidente de la República es electo por el pueblo.
c) El presidente de la República nombra y remueve libremente a sus
secretarios de Estado.
d) El presidente y sus secretarios de Estado no son políticamente res-
ponsables ante el Congreso.
e) El presidente y sus secretarios no pueden ser al mismo tiempo
miembros del Congreso.
f) El presidente puede pertenecer a un partido político distinto al
de la mayoría del Congreso.
g) El presidente no puede disolver al Congreso, pues de lo contrario
estaría dando un golpe de Estado; si el Congreso diera un voto de cen-
sura al presidente, esto no lo obliga a renunciar.
Todas estas características las reúne el sistema presidencial mexicano,
por lo que es válido clasificarlo como puro.

3. Supuestos matices parlamentarios

a) El refrendo. Esta institución está prevista por el artículo 92 cons-


titucional, que establece:
Todos los reglamentos, decretos, acuerdos, órdenes del Presidente
deberán estar firmados por el Secretario de Estado o Jefe de Depar-
tamento Administrativo a que el asunto corresponda, y sin este requi-
sito no serán obedecidos.

Mucho se ha discutido en la doctrina sobre la función que cumple el


refrendo en nuestro actual sistema presidencial. Tomando como base
la facultad del presidente para remover libremente a sus secretarios de
Estado, se ha concluido que sólo cumple una función formal de carácter
certificativo y, cuando más, una limitación moral para el presidente. Por
DERECHO CONSTITUCIONAL 59

la razón apuntada no puede considerarse que el refrendo constituya un


matiz parlamentario.
b) Los informes de los secretarios de Estado. El artículo 92 constitu-
cional establece la obligación, para los secretarios de Estado y jefes de
departamento administrativo, de dar cuenta al Congreso del estado que
guardan sus respectivos ramos, así como la facultad de cualquiera de las
Cámaras para citar a los mencionados funcionarios y directores de orga-
nismos descentralizados y empresas de participación estatal mayoritaria,
para que informen cuando se discuta una ley o un negocio realtivo a sus
respectivas carteras. En un sistema parlamentario los ministros del gabi-
nete tienen también la obligación de rendir informes al parlamento, pero
la consecuencia de dichos informes puede ser la emisión de un voto de
censura para los ministros, lo que los coloca ante la obligación de re-
nunciar. En el sistema presidencial mexicano los secretarios de Estado
sólo son responsables políticamente ante el presidente de la República
y no ante el Congreso, por lo que un voto de censura de éste no los
obliga a renunciar.
c) El artículo 29 constitucional. Este artículo se refiere al régimen
de suspensión de garantías individuales y a las facultades extraordinarias
con que cuenta el presidente para legislar. De conformidad con este pre-
cepto, el presidente es el único facultado para solicitar al Congreso la
suspensión de garantías, pero previamente debe tener el acuerdo del con-
sejo de ministros, el que, en los términos del artículo 6 de la Ley Or-
gánica de la Administración Pública Federal, está integrado por los secre-
tarios de Estado, jefes de departamentos administrativos y el procurador
general de la República, presidido por el propio titular del poder ejecu-
tivo. Esta disposición tampoco constituye un matiz parlamentario, en
razón de que el consejo de ministros no es responsable políticamente
ante el Congreso por la actitud que adopte, pudiendo el presidente de la
República remover libremente al funcionario que se niegue a aprobar
la solicitud de suspensión.
d) El artículo 66 constitucional. Este artículo, en su segundo párrafo,
faculta al presidente de la República para resolver sobre la fecha de clau-
sura de las sesiones ordinarias del Congreso que, a partir de las reformas
publicadas el 7 de abril de 1986 y que surtieron efecto a partir del 19
de septiembre de 1989 se cuentan en dos, en el caso de que las dos Cá-
maras no hubiesen llegado a un acuerdo al respecto. Se ha pretendido
que, con un criterio sutil, esta disposición equivaldría a la disolución del
parlamento que el poder ejecutivo puede realizar en un sistema parlamen-
tario; sin embargo, éste no es el caso de la disposición citada, ya que
60 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

el presidente, en funciones arbitrales, sólo decide sobre la fecha de ter-


minación de los dos periodos de sesiones que constitucionalmente deben
concluir, a más tardar, el primero el 31 de diciembre, y el segundo el 15
de julio del mismo año. Si el presidente de la República disolviera al
Congreso, este acto no podría considerarse más que como un golpe de
Estado.
e) Los artículos 84 y 85 constitucionales. Estos artículos se refieren
al modo de proveer al reemplazo del presidente de la República cuando
éste falta. En el supuesto, compete al Congreso designar a quien debe
reemplazarlo, queriéndose ver en este mecanismo un matiz parlamentario,
ya que, en dicho sistema, el primer ministro es nombrado de acuerdo
con la mayoría parlamentaria. Tal argumentación no repara en el hecho
de que el individuo nombrado por el Congreso para cubrir la ausencia del
presidente, no es responsable ante el Congreso que lo designó, lo que
sí sucede en el sistema parlamentario.
f) El artículo 71 constitucional. Esta disposición otorga al presidente
la facultad de iniciar leyes o decretos; como en el sistema presidencial
norteamericano, que es el clásico, la Constitución no otorga esta facul-
tad al presidente, se considera que dicho alejamiento impregna a la dis-
posición mexicana de un matiz parlamentario. A este respecto hay que
advertir que aunque teóricamaente el presidente norteamericano no tiene
esta facultad, sí la ejerce en la práctica a través del cYangressman o me-
diante el proyecto que anexa al informe anual que rinde al Congreso. La
facultad de iniciativa del ejecutivo es una manifestación más del sistema
de coordinación de funciones, y tampoco constituye un matiz parlamen-
tario.

4. Relaciones recíprocas de control entre los poderes


ejecutivo y legislativo

Entre los órganos ejecutivo y legislativo existen controles políticos recí-


procos que tienen la finalidad de impedir que uno solo de ellos mono-
police el poder.
Los principales controles políticos que tiene el legislativo sobre el
ejecutivo son los siguientes:
A. En materia hacendaría hay tres actos fundamentales para el poder
ejecutivo que deben ser aprobados por el legislativo, ya sea por el Con-
greso de la Unión, o solamente por la Cámara de Diputados. Estos tres
actos son: la Ley de Ingresos, el presupuesto de egresos y la cuenta
pública.
DERECHO CONSTITUCIONAL 61

a) La Ley de Ingresos. El artículo 74, párrafo segundo de la fracción


IV, de la Constitución vigente, establece que es una facultad exclusiva
del presidente de la República la presentación del proyecto de la Ley de
Ingresos, y su aprobación una facultad del Congreso de la Unión, en los
términos de la fracción VII del artículo 73 constitucional, debiendo fun-
gir como cámara de origen la de diputados. La Ley de Ingresos consiste
en la enumeración de las materias sobre las cuales se pueden establecer
impuestos, derechos y aprovechamientos, y otros ingresos necesarios para
que la administración pública federal pueda prestar los servicios públicos.
De esta suerte, el presidente de la República sólo podrá contar con los
recursos económicos que le haya autorizado el Congreso de la Unión en
la Ley de Ingresos; esta ley tiene una vigencia anual, razón por lo que
si se llega a omitir en ella una fuente impositiva o de obtención de re-
cursos en general, ésta no podrá ser utilizada durante el año de vigencia
de la ley.
b) El presupuesto de egresos. La presentación del presupuesto de egre-
sos de la federación y del Departamento del Distrito Federal, es también
una facultad exclusiva del presidente de la República, en los términos
del párrafo primero, fracción IV, del artículo 74 constitucional, pero, a
diferencia de la Ley de Ingresos, su aprobación es una facultad exclusiva
de la Cámara de Diputados. El presupuesto de egresos es la relación de
Los gastos que anualmente se autorizan a los poderes federales, a las se-
cretarías y departamentos de Estado, a los principales organismos descen-
tralizados y empresas de participación estatal mayoritaria, y las eroga-
ciones por concepto de intereses y pago de la deuda pública. De esta
forma, la Cámara de Diputados debe controlar anualmente los gastos
de la administración pública. El presidente de la República sólo podrá
gastar lo que la Cámara de Diputados le autorice, bien sea en el propio
presupuesto de egresos o por una ley posterior; en este último supuesto
la facultad de expedir la ley corresponde al Congreso de la Unión y no
solamente a la Cámara de Diputados.
c) La cuenta pública. El párrafo cuarto, fracción IV, del artículo 74
constitucional, establece que la revisión de la cuenta pública "tendrá por
objeto conocer los resultados de la gestión financiera, comprobar si se
ha ajustado a los criterios señalados por el presupuesto y el cumplimiento
de los objetivos contenidos en los programas". En otras palabras, a tra-
vés de la cuenta pública el presidente de la República debe justificar, y
la Cámara de Diputados verificar, que los gastos efectuados se hicieron
conforme al presupuesto autorizado. La revisión de la cuenta pública es
una facultad exclusiva de la Cámara de Diputados, la que tiene a su ser-
62 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

vicio un órgano específico, llamado Contaduría Mayor de Hacienda, que


debe realizar un análisis técnico contable de la cuenta pública; con base
en el dictamen rendido por la Contaduría Mayor de Hacienda decide la
Cámara de Diputados. El quinto párrafo de la citada fracción IV del ar-
tículo 74 constitucional, dispone que en el caso de que: "aparecieran
discrepancias entre las cantidades gastadas y las partidas respectivas del
Presupuesto o no existiera exactitud o justificación en los gastos hechos,
se determinarán las responsabilidades de acuerdo con la ley".
Desafortunadamente, el sistema político mexicano ha hecho que estas
importantes facultades de control en materia hacendaria que tiene el po-
der legislativo se hayan transformado en meros formalismos.
B. En materia de nombramientos, de conformidad con el artículo 89
fracción II, el presidente de la República puede ejercer esta facultad
libremente con respecto a los secretarios de Estado, al procurador ge-
neral de la República, al gobernador del Distrito Federal y al procura-
dor general de justicia del Distrito Federal, así como a todos los demás
empleados de la unión cuyo nombramiento o remoción no estén deter-
minados de otro modo en la Constitución o en las leyes. Esto implica
que el Congreso federal puede dictar leyes en que se establezca un pro-
cedimiento distinto para el nombramiento y remoción de una serie de
funcionarios federales importantes, sustrayendo esta facultad del control
del ejecutivo o, por lo menos, limitándola al establecer ciertos requisitos
para su designación.
Asimismo, conforme a la fracción III del artículo 89, el presidente de
la República debe contar con la aprobción de la Cámara de Senadores
para el nombramiento de los ministros, agentes diplomáticos y cónsules
generales; coroneles y demás oficiales superiores del ejército, armada y
fuerza aérea nacional; empleados superiores de hacienda (fracciones IV
y V) y ministros de la Suprema Corte de Justicia (fracción XVIII). En
relación al nombramiento de magistrados del Tribunal Superior de Jus-
ticia del Distrito Federal, deberá contar con la aprobación de la Asam-
blea de Representantes del Distrito Federal (fracción XVII).
C. El presidente de la República tiene la facultad de celebrar tratados
internacionales; pero debe contar con la aprobación de la Cámara de
Senadores. El 6 de diciembre de 1977, se adicionó la fracción I del ar-
tículo 76 constitucional a efecto de facultar al Senado para "analizar la
política exterior desarrollada por el Ejecutivo Federal, con base en los
informes anuales que el Presidente de la República y el Secretario del
despacho correspondiente rindan al Congreso". Aunque a lo anterior se
le ha querido ver como una función de control del senado hacia el eje-
DERECHO CONSTITUCIONAL 63

cutivo, esto no es así, pues para ello sería necesario que se establecieran
las consecuencias del análisis realizado por el senado.
D. De acuerdo con la fracción XXX del artículo 73 constitucional,
el Congreso de la Unión está facultado para expedir todas las leyes, que
sean necesarias con objeto de hacer efectivas las facultades expresas con-
cedidas al propio Congreso de la Unión, en las 29 fracciones anteriores
consignadas en dicho artículo y en otras disposiciones constitucionales.
A la facultad consignada en la fracción XXX se le conoce con el nom-
bre de "implícita" y no constituye una nueva y distinta facultad, sino
que se trata de una facultad subordinada a una expresa. La facultad
implícita puede tener, aunque en México no acontece así, una enorme
importancia, pues a través de ella el Congreso podría dictar leyes para
hacer efectivas facultades constitucionales, en tal forma que se limitaran
o restringieran las facultades del poder ejecutivo.
E. El artículo 88 constitucional establece que el presidente de la Re-
pública no puede ausentarse del territorio nacional sin permiso del Con-
greso de la Unión o de la Comisión Permanente. Llegado el caso, esta
facultad podría ser un arma muy importante del Congreso contra el po-
der ejecutivo, en la hipótesis de que el presidente hubiese aceptado ir a
un cierto país y el Congreso no le diera el permiso.
F. La fracción V del artículo 74 constitucional faculta a la Cámara
de Diputados para conocer de las acusaciones hechas a los funcionarios
públicos de que habla la Constitución por la comisión de delitos oficia-
les, y, en su caso, formular acusación ante la Cámara de Senadores, así
como para desaforar a dichos funcionarios cuando son acusados por la
comisión de delitos del orden común. El presidente de la República, du-
rante su encargo, puede ser acusado por traición a la patria y por delitos
graves del orden común. Tratándose del titular del poder ejecutivo, aun
cuando el delito cometido fuese grave del orden común, la Cámara de
Diputados deberá acusarlo ante el senado como si se tratara de un delito
oficial. Así, llegado el caso, el Congreso de la Unión tendría la posibi-
lidad de destituir al presidente de la República.
Por su parte, las principales funciones del control que tiene el poder
ejecutivo sobre el legislativo son las siguientes:
A. El artículo 72, inciso b), de la Constitución, faculta al presidente
de la República para hacer observaciones a los proyectos de ley que le
envíe el Congreso, disfrutando de un plazo de diez días hábiles para
ejercer esta atribución. A esta facultad se le conoce con el nombre de
veto. Vetado un proyecto de ley, éste tiene que regresar al Congreso
para ser discutido nuevamente; para superar el veto es necesario un
64 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

quorum de votación calificado, que es de las dos terceras partes de los


legisladores presentes en ambas Cámaras. Superar el veto del presidente
es difícil en vista del quorum que se exige, y así el presidente de la Re-
pública puede paralizar diversas resoluciones del Congreso federal. El
veto, en nuestro sistema, además de ser un control político del ejecutivo
sobre el legislativo, tiene la finalidad de hacer corresponsable al presi-
dente de la República en la emisión de una ley, darle la oportunidad
para evitar la precipitación en el procedimiento legislativo y, con ello,
impedir que se aprueben leyes inconstitucionales.
B. La fracción I del artículo 89 constitucional otorga tres distintas
facultades al presidente de la República en relación con las atribuciones
del Congreso de la Unión de aprobar las leyes, que son: promulgación de
la ley, ejecución de la ley y facultad reglamentaria. A través de las dos
primeras facultades el presidente de la República decide el momento
de iniciación de la vigencia de una ley y la forma y procedimiento de
su ejecución. A través de la facultad reglamentaria, el presidente puede
fijar las precisiones de una ley expedida por el órgano legislativo.

5. El predominio del poder ejecutivo

Las características de la vida moderna han propiciado el desarrollo


de una tendencia prácticamente universal que se manifiesta en el pre-
dominio del poder ejecutivo sobre los otros poderes u órganos del go-
bierno.
En México, es indiscutible que el presidente de la República consti-
tuye el centro del poder político del sistema, y que ha ejercido un pre-
dominio sobre los órganos legislativo y judicial.
Ciertamente, el Constituyente de Querétaro plasmó en la ley funda-
mental el predominio del poder ejecutivo al investirlo con muchas y muy
importantes facultades, pero, también, otorgó a los otros dos poderes las
facultades necesarias para su control. Ya hemos mencionado las princi-
pales funciones de control que el poder legislativo debe ejercer sobre el
ejecutivo, sin embargo, las características particulares del sistema poli-
tico de nuestro país han propiciado que dichos controles no operen con
toda eficacia en la realidad. De esta forma el poder legislativo se ha
debilitado, y, consecuentemente, el ejecutivo se ha fortalecido.
Además de la ausencia de un efectivo control legislativo, existen otras
razones que explican el predominio del poder ejecutivo en México, entre
otras podemos señalar las siguientes: La jefatura que ejerce en el partido
predominante; la forma de designación de los ministros de la Suprema
DERECHO CONSTITUCIONAL 65

Corte; la concentración de las más importantes facultades en materia


económica y su intervención en la economía a través de los organismos
descentralizados y empresas de participación estatal; la institucionaliza-
ción del ejército; las facultades extraconstitucionales que ejerce; el con-
trol de la política internacional, etcétera.
Las últimas elecciones generales realizadas en México, permitieron a
la oposición alcanzar un importante número de cundes en la Cámara de
Diputados. Esta circunstancia, que en sí misma está generando impor-
tantes modificaciones dentro del sistema político, ha contribuido al sur-
gimiento de un balance distinto entre los órganos ejecutivo y legislativo.
Por otra parte, el proceso político mexicano ha demostrado que el poder
judicial federal tiene independencia respecto al presidente de la Repú-
blica, aunque dicha independencia no sea en términos absolutos; en ge-
neral los órganos del poder judicial federal gozan de independencia para
dictar sus resoluciones. No debe perderse de vista la importancia de las
resoluciones dictadas por el poder judicial federal, sobre todo en cuanto
a su función de control de la constitucionalidad, pues ello constituye una
limitación real al poder del presidente de la República.
La independencia del poder judicial federal se puede fortalecer a tra-
vés de ciertas medidas, cómo son: la modificación del sistema de desig-
nación de los ministros de la Suprema Corte; aseguramiento de un pre-
supuesto digno y decoroso y la declaración general de inconstitucionalidad
de las leyes.

V. ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO
DEL PODER EJECUTIVO

1. El ejecutivo unipersonal

El artículo 80 constitucional establece que: "Se deposita el ejercicio


del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión en un solo individuo, que se
denominará Presidente de los Estados Unidos Mexicanos".
En contraposición con el ejecutivo unipersonal o unitario ha habido y
hay sistemas con un poder ejecutivo plural o colegiado. En México,
solamente la Constitución de Apatzingán de 1814, estableció un ejecu-
tivo colegiado; pero, a partir de la Constitución de 1824, siempre hemos
tenido un ejecutivo unitario.
Si como dice el artículo 80 constitucional el poder ejecutivo se depo-
sita en un solo individuo, que es el presidente de la República, esto quiere
decir que los secretarios de Estado y jefes de departamento administra-
66 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

tivo no forman parte de dicho poder, por lo que sólo pueden ser consi-
derados como colaboradores del presidente.
2. Requisitos de elegibilidad

En los términos del artículo 81 constitucional el presidente de la Re-


pública es electo por el pueblo en forma directa. El sistema contrario, es
decir, el indirecto, en el que el pueblo vota por electores y, a su vez,
éstos votan por el presidente, fue el establecido por la Constitución de
1857. Fue hasta la Constitución de 1917 cuando se modificó el sistema.
Los requisitos para ser presidente de la República los establece el ar-
tículo 82 de la Constitución y son los siguientes:

I. Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno goce de sus de-


rechos, e hijo de padres mexicanos por nacimiento; II. Tener treinta
y cinco años cumplidos al tiempo de la elección; III. Haber residido
en el país todo el año anterior al día de la elección; IV. No pertene-
cer al estado eclesiástico ni ni ser ministro de algún culto; V. No estar
en servicio activo, en caso de pertenecer al Ejército, seis meses antes
del día de la elección; IV. No ser Secretario o Subsecretario de Es-
tado, Jefe o Secretario General de Departamento Administrativo, Pro-
curador General de la República ni Gobernador de algún Estado a
menos de que se separe de su puesto seis meses antes del día de la
elección; y VII. No estar comprendido en alguna de las causas de
incapacidad establecidas en el artículo 83.

El requisito establecido en la fracción I, en su primera parte, excluye


la posibilidad de que ocupen este cargo personas que hayan adquirido la
nacionalidad mexicana por naturalización; la ratio legis de esta exclu-
sión consiste en evitar que el presidente pueda seguir intereses que no
sean los de México. La segunda parte de la fracción que establece la exi-
gencia de la nacionalidad mexicana por nacimiento de los padres, es un
requisito novedoso de la Constitución de 1917 que trata de evitar que
una persona extranjerizante alcance la presidencia; muy criticado ha sido
este requisito al que se considera como excesivamente nacionalista. Se
ha dicho que este requisito se estableció para que una persona con las
características de José Ives Limantour no llegara a la presidencia de la
República.
Respecto al requisito establecido en la fracción II, la Constitución
supone que a la edad de 35 años existe ya un criterio maduro para poder
afrontar el cargo. Este mismo requisito se exige para la designación de
DERECHO CONSTITUCIONAL 67

los ministros de la Suprema Corte de Justicia y es la edad máxima que


llega a exigir la Constitución para ocupar un cargo.
El requisito establecido en la fracción III obedece a que la persona
que va a ocupar la presidencia de la República debe estar al tanto de
la realidad del país y conocer los problemas nacionales. Este requisito
no tiene ninguna excepción, como sí sucede respecto de los diputados y
senadores por lo que hace a la-vecindad.
La fracción IV no es más que una reiteración específica de lo dis-
puesto en el párrafo noveno del artículo 130, en el sentido de que los
ministros de los cultos no poseen el deredho al voto ni activo ni pasivo.
La razón es que dichas personas deben obediencia a poderes y a auto-
ridades extranjeras.
Las fracciones V y VI contienen requisitos de carácter negativo, que
persiguen que haya imparcialidad en las elecciones y que no se aprove-
che el cargo para ejercer algún género de presión o manipulación.
Las causas de incapacidad a las que se refiere la fracción VII, derivan
del principio de no reelección, del que nos ocupamos adelante.
Los requisitos establecidos en el artículo 82 valen por igual para
ocupar el cargo de presidente, aún en los casos de los interinos, provi-
sionales y sustitutos, en virtud de que el texto constitucional no establece
ninguna excepción.
El original artículo 82 contenía una fracción adicional, la VII, que
establecía el requisito de: "No haber figurado directa o indirectamente
en alguna asonada, motín o cuartelazo"; fue suprimida en enero de 1927.

3. Principio de no reelección

El principio de no reelección establecido en el artículo 83 de la Cons-


titución es el resultado de un proceso histórico operado en nuestro país.
La Constitución de 1857 permitió la reelección indefinida del presidente
de la República.
En el levantamiento de Díaz contra Lerdo de Tejada aquél tomó como
bandera el principio de la no reelección, mismo que incorporó al Plan
de Tuxtepec. Ya estando Porfirio Díaz en la presidencia, el 5 de mayo de
1878 se reformó la Constitución para asentar este principio con la
modalidad de la no reelección para el periodo inmediato. A través
de las reformas de 1887 y 1890 Díaz consiguió perpetuarse en el poder.
Madero asentó en el Plan de San Luis el postulado de la no reelección,
y, el 28 de noviembre de 1911, se elevó nuevamente este principio a
la Constitución.
68 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

La original Constitución de 1917, como era lógico, estableció el prin-


cipio de la no reelección; pero, en enero de 1927 se reformó el artículo
83 en el sentido de la no reelección para el periodo inmediato y en forma
absoluta después del segundo periodo. Con esta reforma se abría la puer-
ta para que Obregón ocupara nuevamente la presidencia de la Repú-
blica.
El asesinato de Obregón, que sucedió después de las elecciones pre-
sidenciales y antes de que éste fuera declarado presidente constitucional,
salvó a México de lo que muy seguramente hubiera sido una segunda
dictadura de estilo porfiriano. Este episodio propició la reforma de 29
de abril de 1933 por la que el artículo 83 tomó la forma que actualmente
tiene: no reelección absoluta, aún tratándose de presidente interino, pro-
visional o sustituto.
Algunos juristas mexicanos han sostenido que el principio de la no
reelección es antidemocrático porque limita la libertad del pueblo para
reelegir a la persona que en su sentir puede seguir ocupando el cargo
por sus características y patriotismo. Sin embargo, este principio repre-
senta una realidad histórica de nuestro país que no debemos olvidar y
cumple el cometido de fortalecer un sistema democrático como el me-
xicano.

4. Periodo presidencial

El ya citado artículo 83 constitucional establece que: "El presidente


entrará a ejercer su cargo el, 19 de diciembre y durará en él seis años".
El original artículo 83 de la Constitución de 1917 estableció que el
periodo presidencial sería de cuatro años; pero, en enero de 1928, se
reformó el precepto para ampliar el periodo a dos años más. El argu-
mento de la reforma consistió en que, siendo los procesos electorales
momentos potenciales de agitación, éstos no debían ser tan cercanos en
el tiempo.
El artículo 87 constitucional prevé que, al tomar posesión de su car-
go, el presidente debe rendir ante el Congreso, o ante la Comisión Per-
manente, la protesta que en el mismo texto del artículo se establece.
Teniendo el acto de protesta una naturaleza formal, no constitutiva, debe
entenderse que el presidente asume el cargo desde el primer segundo del
día 19 de diciembre, aunque la protesta la rinda horas o incluso días
después.
DERECHO CONSTITUCIONAL 69
5. Sustitución presidencial

Las constituciones mexicanas del siglo pasado establecieron diversos


mecanismos para proveer a la sustitución del presidente cuando éste lle-
gaba a faltar. Existió la vicepresidencia como un cargo autónomo (1824
y 1904); lo designaba el senado (1836 y 1843); lo designaba la Cámara
de Diputados (1847); asumía la presidencia otro funcionario (el presi-
dente de la Suprema Corte de Justicia en 1857; el presidente del senado
o de la Comisión Permanente en 1882; el secretario de Relaciones o el
de Gobernación en 1896).
Algunos de estos sistemas fueron la causa de muchas crisis políticas
que se sucedieron en nuestro país en el siglo pasado.
El sistema establecido en los artículos 84 y 85 de la Constitución vi-
gente parte de la base de que no debe saberse de antemano quién es la
persona que podrá sustituir al presidente.
La Constitución distingue entre faltas absolutas y faltas temporales.
Tratándose de faltas absolutas, el Congreso de la Unión (Cámara de Di-
putados y de Senadores conjuntamente), constituido en colegio electoral,
con un quorum de asistencia de las dos terceras partes del número de
miembros, en escrutinio secreto y mayoría absoluta de votos, nombrará:
a. Un presidente interino, si la falta ocurre en los dos primeros arios
del periodo; si la elección no estuviere hecha y declarada el primero de
diciembre, y, si al comenzar el periodo constitucional no se presentare
el presidente electo.
En estos casos el Congreso de la Unión debe expedir, dentro de los
diez días siguientes al de la designación de presidente interino, una con-
vocatoria para la elección del presidente que deberá concluir el periodo.
Entre la fecha de la convocatoria y la verificación de las elecciones de-
berá mediar un plazo no menor de catorce meses ni mayor de dieciocho.
b. Un presidente sustituto, si la falta ocurre en los últimos cuatro años
del periodo; el sustituto deberá concluir el periodo.
Si el Congreso se encontrare en receso, la Comisión Permanente debe-
rá nombrar un presidente provisional y convocar al Congreso a sesiones
extraordinarias para que éste nombre a un presidente interino o a un
sustituto, según el caso.
Tratándose de faltas temporales, el Congreso o, en su caso, la Comi-
sión Permanente, nombrará un presidente interino para que funcione
durante el tiempo de la falta; si la falta fuese por más de treinta días
y no estuviese reunido el Congreso, la Comisión Permanente deberá con-

70 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

vocar a sesiones extraordinarias para que sea el propio Congreso quien


resuelva sobre la licencia y nombre al presidente interino.
Hasta ahora, el procedimiento de sustitución ha operado con el nom-
bramiento de presidente interino de Portes Gil, ya que Obregón no se
presentó a ocupar el cargo por haber sido asesinado. Portes Gil convocó
a elecciones y en ellas fue electo popularmente Pascual Ortiz Rubio;
pero, en virtud de que este último presentó su renuncia antes de concluir
el periodo, fue designado Abelardo L. Rodríguez como presidente sus-
tituto.

6. Secretarías de Estado y departamentos administrativos

Los secretarios de Estado y jefes de departamentos administrativos son


empleados de confianaza del presidente de la República, que éste nom-
bra y remueve libremente. La institución de las secretarías de Estado es
muy antigua, y en nuestro sistema aparece ya con don Miguel Hidalgo,
y posteriormente en la Constitución de Apatzingán; en cambio, los de-
partamentos administrativos constituyen una novedad aportada por el
Congreso Constituyente de 1916-1917.
Los departamentos administrativos están supuestos por la Constitución
en su artículo 92 que, como antes se dijo, instituye la figura del refren-
do. En realidad la referencia que este artículo hace de los departamentos
administrativos se debe a un descuido del Congreso Constituyente. La
Comisión de Constitución del Congreso presentó un proyecto de artículo
90 que contenía la enumeración de las secretarías de Estado, y al final
indicaba la existencia de los departamentos administrativos; la exposición
de motivos del proyecto establecía que los colaboradores del presidente de
la República debían agruparse en dos clases distintas: las secretarías
de Estado, para el despacho de los asuntos políticos y administrativos, y
los departamentos administrativos, que sólo debían atender asuntos pre-
cisamente administrativos, sin tener nada que ver con los asuntos poli-
ticos. Sin embargo el Congreso, que en definitiva se opuso a que se
enumeraran las secretarías de Estado, no aprobó este proyecto sino
el de Carranza, que para nada hacía mención de los departamentos ad-
ministrativos. Al discutirse el proyecto del artículo 92, los constituyentes
no se percataron de la mención que se hacía de los departamentos admi-
nistrativos, que debía haber sido suprimida en razón de no haberse apro-
bado el proyecto del artículo 90.
Durante la vigencia de la actual Constitución se han llevado a cabo
distintas reformas que poco a poco han hecho desaparecer las diferencias
DERECHO CONSTITUCIONAL 71

entre secretarías de Estado y departamentos administrativos. En la ac-


tualidad la única diferencia que existe, a nivel constitucional, radica en
que la ley fundamental establece expresamente los requisitos para ser
secretario de Estado y no lo hace así con relación a los jefes de los de-
partamentos administrativos.
Los requisitos para ser secretario de Estado se enumeran en el artículo
91 constitucional y son: "ser ciudadano mexicano por nacimiento, estar
en ejercicio de sus derechos y tener treinta arios cumplidos".

7. Facultades del presidente de la República


El presidente de la República posee múltiples facultades que le son
conferidas por la Constitución y por las leyes ordinarias, además de otras
que se derivan en su favor de las características y condiciones del sistema
político mexicano, y no están previstas en ninguna norma jurídica.
La naturaleza de las funciones que desarrolla el órgano ejecutivo pue-
den dividirse actualmente en cuatro grupos: Las políticas, que se refieren
a la conducción del sistema político en general, con manifestaciones tales
como las relaciones con los otros poderes, la representación internacio-
nal, etcétera. Las administrativas por las que se encarga de aplicar la ley
a las causas no controvertidas, dando unidad a toda la burocracia. Las
económicas, por las que el presidente interviene en la regulación de la
economía a través de elementos como el gasto y la inversión pública,
la política bancaria y fiscal, el comercio internacional, etcétera. Las so-
ciales, como son la educación, el trabajo, la seguridad social, el campo,
etcétera.

A. Derivadas de la Constitución
Desde la promulgación de la original Constitución de 1917 a la fecha,
el ejecutivo federal ha ganado importantes facultades y, en cambio, real-
mente sólo ha perdido dos a este nivel. La primera fue la de convocar
por sí mismo al Congreso de la Unión para celebrar sesiones extraordi-
narias debiéndolo hacer, a partir de 1923, por intermediación de la Co-
misión Permanente.
La segunda consistió en la afortunada supresión de la facultad para
solicitar la destitución de autoridades judiciales por haber observado
"una mala conducta". Tal atribución que desapareció del texto constitu-
cional en 1982 significaba un serio obstáculo en el propósito de forta-
lecer la independencia del poder judicial.
72 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

a) Facultades en el procedimiento legislativo

Dentro del principio de colaboración de poderes que rige en nuestro


sistema, se faculta al ejecutivo para intervenir en el procedimiento de
formación de la ley. El presidente interviene en tres momentos: la ini-
ciativa, el veto y la promulgación o publicación de la ley.
En cuanto a la facultad de iniciar las leyes, que está consignada en el
artículo 71 constitucional, sólo debemos agregar que en la actualidad
es el presidente de la República quien envía al Congreso la inmensa ma-
yoría de las iniciativas de ley. Recientemente se ha acostumbrado que
en materias de relevante importancia el presidente de la República abra
un periodo de audiencias públicas para que los distintos sectores de la
población opinen al respecto, antes de que envíe la correspondiente ini-
ciativa al Congreso.
Respecto del veto, cuyo significado, finalidades y procedimiento ana-
lizamos anteriormente, hay que puntualizar que éste no procede res-
pecto de: las facultades exclusivas de cada una de las Cámaras; las fa-
cultades de la Comisión Permanente; las facultades del Congreso o de
alguna de las Cámaras cuando actúan como colegio electoral o en funcio-
nes de jurado, tanto de acusación como de resolución; las facultades del
Congreso cuando actúa como asamblea única; la Ley Orgánica del Con-
greso y las reformas constitucionales. Esto último se debe a que el ór-
gano revisor de la Constitución es un poder superior al poder ejecutivo,
que es un poder constituido.
La facultad de promulgar las leyes está concedida al presidente de la
República en la fracción I del artículo 89. La Constitución, en su artícu-
lo 72 incisos a) y c) usa como sinónimos las expresiones promulgar y
publicar, por lo que, a, pesar de que una parte de la doctrina hace una
distinción entre ambas, debemos caer en la cuenta de que cuando la ley
no distingue el intérprete no debe distinguir. Si llegado el caso, el presi-
dente de la República se negara a promulgar una ley, el Congreso puede
hacerlo motu proprio.

b) Facultades legislativas

Nuestro sistema de gobierno acepta la posibilidad de que en ciertos


casos el presidente de la República asuma funciones legislativas; pero,
para ello, es necesario que expresamente la Constitución lo permita.
Como ya asentamos anteriormente son cinco los casos previstos por la
DERECHO CONSTITUCIONAL 73

Constitución para ello, por lo que solamente me ocuparé de la facultad


reglamentaria que es la única que aún no se ha examinado.
La fracción I del artículo 89 constitucional establece como facultades
del ejecutivo: promulgar y ejecutar las leyes que expida el Congreso de
la Unión, y agrega: "proveyendo en la esfera administrativa a su exacta
observancia". En esta última frase se ha entendido que se encuentra la
facultad reglamentaria del presidente de la República. Las constituciones
anteriores a la de 1857 habían consignado expresamente que el ejecutivo
tenía la facultad de dictar reglamentos; pero la de 1857 no lo hizo, con-
signando en su lugar la expresión arriba transcrita. El Constituyente de
1916-1917 siguió en este aspecto a su antecesora. En la doctrina se ha
dado un interesante debate en torno a si en esta expresión se encuentra
verdaderamente la facultad reglamentaria. Hoy día nadie lo pone en
duda pues, a mayor abundamiento, la jurisprudencia de la Suprema Corte
de Justicia así lo afirma.
Los reglamentos tienen la misma naturaleza que una ley, es decir,
son actos abstractos generales e impersonales, sólo que mientras que las
leyes deben basarse necesariamente en la Constitución, los reglamentos
deben hacerlo en las leyes. La finalidad de los reglamentos es conseguir
una mejor aplicación de la ley. De esta forma el presidente legisla a tra-
vés de los reglamentos que él expide.

c) La ejecución de las leyes


Esta es la segunda de las facultades que otorga al ejecutivo la frac-
ción I del artículo 89. La facultad de ejecutar las leyes es la función
típica y natural de este órgano, tan es así, que de ella recibe su nombre.
Según Tena Ramírez la ejecución de una ley "consiste en la realización
de los actos necesarios para hacer efectiva, en casos concretos, la ley del
Congreso". Esta serie de actos se inician con la entrada en vigor de la
ley y culminan con su aplicación coactiva al remiso en su cumplimiento.

d) Nombramientos

Una de las más importantes facultades administrativas del ejecutivo


es la designación o nombramiento de una amplia gama de funcionarios.
A nivel constitucional, el artículo 89 en sus fracciones II, III, IV, V,
XVII y XVIII contiene las facultades de nombramiento del presidente.
Generalmente la doctrina divide en tres grupos los nombramientos que
hace el ejecutivo:
74 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

— Nombramientos absolutamente libres. De acuerdo con la fracción


II nombra y remueve libremente a: los secretarios de Estado, al procu-
rador general de la República, al gobernador del Distrito Federal. Por
lo que se refiere a los secretarios de Estado y al procurador general de
la República, el presidente deberá sujetarse a los requisitos que la Cons-
titución establece en sus artículos 91 y 102, respectivamente.
— Nombramientos sujetos a la ratificación del senado. Con la ratifi-
cación del senado nombra a: los ministros y agentes diplomáticos; los
empleados superiores de Hacienda; los cónsules generales; los coroneles
y demás oficiales superiores del ejército, la armada y fuerza aérea na-
cionales y a los ministros de la Suprema Corte de Justicia.
— En el caso de los magistrados del Tribunal Superior de Justicia
del Distrito Federal debe de someter su aprobación a la Asamblea de
Representantes del Distrito Federal.
Por lo que se refiere a la remoción de los miembros del ejército y de
los ministros de la Suprema Corte de Justicia, ésta no es una facultad
discrecional del presidente, sino que se tienen que seguir las reglas esta-
blecidas en la propia Constitución y en las leyes ordinarias.
— Nombramientos realizados con sujeción a lo dispuesto en leyes or-
dinarias. De acuerdo con el tercer supuesto de la fracción II del artículo
89, el presidente nombra y remueve libremente a los empleados de la
unión cuyo nombramiento o remoción no esté especificado de otro modo
en la Constitución o en las leyes. La ley que contiene los procedimientos
de admisión y cese de los empleados de la unión es la Ley Federal de
los Trabajadores al Servicio del Estado, cuyo artículo 59 enumera a los
trabajadores de confianza, que son los que nombra y remueve libre-
mente el ejecutivo.
En los términos de la fracción V del citado artículo 89, el presidente
nombra a los oficiales a partir de coronel del ejército, armada y fuerza
aérea nacionales, con_ arreglo a las leyes. La ley que regula esta clase
de nombramientos, que es en la que debe apoyarse el presidente, es la
Ley de Ascensos y Recompensas del Ejército y Fuerza Aérea Nacionales.
El presidente nombra a muchos otros funcionarios de muy alta cate-
goría en los términos de las leyes ordinarias, por ejemplo: al director ge-
neral del CONACYT, al director general y subdirectores de PEMEX; al
director general del IMSS, al director general del ISSSTE, al director ge-
neral de CONASUPO, etcétera.
DERECHO CONSTITUCIONAL 75

e) Otras facultades constitucionales

Muchas más facultades otorga la Constitución al presidente de la Re-


pública; pero por la naturaleza de este trabajo no las podemos abordar
particularmente.
Entre otras facultades se encuentran las siguientes:
— La declaración y conducción de la guerra (artículo 89, fracción
VIII). Por lo que se refiere a la declaración, debe entenderse que el eje-
cutivo tiene la facultad para iniciar ante el Congreso la ley de declara-
ción de guerra. En cuanto a la conducción de la misma, puede ordenar
todos los movimientos militares para el éxito de las acciones e incluso
asumir directamente el mando de las fuerzas armadas.
— La preservación de la seguridad interna (artículo 89, fracciones
VI y VII). Para ello puede disponer del ejército, armada y fuerza aérea
nacionales, así como de la guardia nacional.
— La dirección de las negociaciones diplomáticas (artículo 89,
fracción X). Esta facultad tiene las siguientes manifestaciones: represen-
tación del país hacia el exterior; reconocimiento de gobiernos extranje-
ros; ruptura de relaciones diplomáticas; declaraciones de política inter-
nacional; el voto del país ante organismos internacionales. En este mismo
renglón se ubica la facultad de celebrar tratados internacionales.
— La facultad de indulto (artículo 89, fracción XIV). El indulto con-
siste en la remisión que hace el ejecutivo de una pena impuesta en sen-
tencia irrevocable. El indulto se debe realizar en los términos previstos
por las leyes respectivas y puede ser necesario o discrecional.
— Expulsión de extranjeros (artículo 33). Ésta es una facultad dis-
crecional del presidente que se realiza sin la tramitación de un juicio
previo e inmediatamente que éste lo decida.
— Es la suprema autoridad agraria (artículo 27). El ejecutivo tiene
facultad para: reglamentar la extracción y utilización de aguas del sub-
suelo y establecer zonas vedadas; otorgamiento de concesiones para la
explotación, uso y aprovechamiento de recursos del dominio de la na-
ción; establecimiento y supresión de reservas nacionales; resolución sobre
límites de terrenos comunales; declaración de nulidad de contratos y con-
cesiones; nombramiento de cinco integrantes del cuerpo consultivo agra-
rio; expropiación por causa de utilidad pública y mediante indemnización
en materia federal y en el Distrito Federal, etcétera.
— Ejercicio de la acción penal (artículo 102). Esta facultad la ejer-
cita a través del procurador general de la República al que el presidente
nombra y remueve libremente.
76 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

— Gobierno directo del Distrito Federal (artículo 73, fracción VI,


base la.). Ésta facultad la ejerce a través del jefe del Departamento del
Distrito Federal.
— Celebrar empréstitos sobre el crédito de la nación (artículo 73,
fracción VIII). El Congreso de la Unión debe dictar las normas confor-
me a las cuales el ejecutivo puede celebrar empréstitos; la contratación
de ellos debe sujetarse a lo prescrito en la propia Constitución.

B. Facultades derivadas de la ley ordinaria

Además de la facultad para nombrar a una serie muy importante de


funcionarios, que ya hemos visto, la ley ordinaria otorga al presidente
de la República múltiples facultades de naturaleza política, económica y
social. A manera de ejemplo se pueden mencionar las siguientes:
— El control de los organismos descentralizados y empresas de par-
ticipación estatal, a través de la Ley Federal de Entidades Paraestatales.
Estas entidades realizan una función fundamental en la vida económica
y social del país; son, entre otras: PEMEX, a través de la cual el pre-
sidente fija la política de hidrocarburos; la Comisión Federal de Elec-
tricidad, que le da el control de la política eléctrica; el IMSS y el ISSSTE,
que le dan el control de la seguridad social; Ferrocarriles Nacionales de
México, Caminos y Puentes Federales de Ingreso, etcétera, que le dan
el control de las comunicaciones y transportes; CONASUPO, a través
de la cual interviene decididamente en materia de alimentos, etcétera.
— La participación en el proceso económico se le asegura a través de
la Ley sobre Atribuciones del Ejecutivo Federal en Materia Económica,
que le otorga facultades para intervenir en las actividades industriales o
comerciales relativas a la producción y distribución de mercancías y para
la prestación de servicios varios.
— El control y diseño de la política monetaria se le asegura a través
de la Ley Orgánica del Banco de México y así regula el encaje legal, la
emisión de billetes y acuñación de monedas, las operaciones de redes-
cuento, la compraventa de valores, etcétera.
— La inversión extranjera la regula y controla a través de los meca-
nismos establecidos en la Ley para Promover la Inversión Mexicana y
Regular la Inversión Extranjera.
— Intervención en el sistema educativo nacional a través de la Se-
cretaría de Educación Pública, y con apoyo en la Ley Federal de Edu-
cación.
DERECHO CONSTITUCIONAL 77

— Intervención en los medios de comunicación masiva a través del


otorgamiento y revocación de concesiones para los canales de radio y
televisión, así como su inspección y vigilancia, con apoyo en la Ley Fe-
deral de Radio y Televisión.

C. Facultades del sistema político


Estas facultades no encuentran apoyo en ninguna norma jurídica.
Nadie pone en duda que el presidente de la República es el jefe real
del partido predominante, partido que es una de las piezas clave del sis-
tema político mexicano. Dentro del propio partido las facultades más
importantes residen en el Comité Ejecutivo, a cuya cabeza está un pre-
sidente que, de hecho, es nombrado y removido libremente por el presi-
dente de la República. A dicho funcionario corresponde ejecutar las
decisiones tomadas por el presidente.
Esta jefatura del partido predominante ha repercutido en otras facul-
tades para el presidente, tales como la de intervenir decididamente en la
designación del candidato del partido a la presidencia de la República,
así como de los principales candidatos a diputados y senadores de su
partido y a las gubernaturas de las entidades federativas, aunque todo
parece indicar que estas facultades se están modificando al iniciarse una
transformación de ese partido predominante, aunque en este momento
es difícil percatarse de que profundos van a ser esos cambios.

VI. ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO


DEL PODER LEGISLATIVO
1. El sistema bicamaral

El poder legislativo en México está organizado bajo la base del sis-


tema bicamaral. El artículo 50 de la Constitución declara: "El Poder
Legislativo de los Estados Unidos Mexicanos se deposita en un Congreso
General, que se dividirá en dos Cámaras, una de Diputados y otra de
Senadores".
El sistema bicamaral nació en la Gran Bretaña. En el siglo XIV el
parlamento inglés se dividió en dos cámaras; la Cámara de los Lores
representaba a la nobleza y a los grandes propietarios, y la de los Co-
munes representaba a la burguesía.
La Constitución norteamericana imitó el sistema bicamaral británico;
pero, en vez de que las cámaras tuvieran la representación de clases
78 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

sociales, se ideó que la Cámara de Representantes tuviera la representa-


ción del pueblo y la de Senadores la de las entidades federativas.
A su vez, la primera Constitución del México independiente, que fue
la Constitución Federal de 1824, tomó el bicamarismo de la Constitución
norteamericana bajo la misma idea: La Cámara de Diputados tuvo la
representación del pueblo y la de Senadores la de los estados de la fe-
deración. Las demás constituciones mexicanas del siglo XIX, incluso las
centralistas, sostuvieron el bicamarismo. La original Constitución fede-
ral de 1857 estableció el unicamarismo; pero en 1874 se reformó para
regresar al sistema de dos cámaras.
La doctrina ha señalado las siguientes ventajas del sistema bicamaral:
a) Al dividir al poder legislativo éste se debilita, lo que favorece la
existencia de un equilibrio entre este poder y el ejecutivo.
b) Al existir dos cámaras, una de ellas puede fungir como mediadora
en caso de que el ejecutivo entre en conflicto con la otra.
c) Al existir dos cámaras, el proceso de formación de la ley es más
lento y, por ello, más meditado, lo que constituye una garantía contra
la precipitación legislativa.

2. Integración de las cámaras

A. De la Cámara de Diputados

El artículo 51 de la Constitución declara que esta Cámara "se com-


pone de representantes de la nación", es decir, según esta disposición,
los diputados son representantes de todo el pueblo y no solamente del
distrito que los eligió. Sin embargo, en la práctica, es fácil concluir que
cuando en dicha Cámara se discuten asuntos de interés nacional, efecti-
vamente los diputados actúan como representantes de toda la nación;
pero, cuando se discuten asuntos particulares del distrito que los eligió,
como es lógico, actúan como representantes de ese distrito.
De conformidad con el mismo artículo 51, la Cámara de Diputados se
renueva totalmente cada tres años, existiendo por cada diputado propie-
tario un suplente.
En la actualidad esta Cámara se integra, como ya explicamos, por
500 diputados, de los cuales 300 son electos mediante el principio de
votación mayoritaria relativa a través del sistema de distritos electorales
uninominales y 200 que son electos según el principio de representación
proporcional.
DERECHO CONSTITUCIONAL 79

En la calificación de la elección de diputados el artículo 60 constitu-


cional en su segundo párrafo, de conformidad con las reformas publica-
das el 6 de abril de 1990, determina que:

El Colegio Electoral de la Cámara de Diputados se integrará por cien


presuntos diputados propietarios nombrados por los partidos políticos
en la proporción que les corresponda respecto del total de las cons-
tancias otorgadas en la elección de que se trate.

Las particularidades del sistema electoral para la integración de la


Cámara de Diputados, han sido descritas en páginas anteriores.

B. La Cámara de Senadores

El artículo 56 establece que la Cámara de Senadores se compondrá de


dos miembros de cada Estado y dos del Distrito Federal electos en forma
directa. Tradicionalmente, la doctrina mexicana ha sostenido que los se-
nadores son representantes de las entidades federativas; esto resulta cierto
respecto del senado en la Constitución federal de 1824, según la cual los
senadores eran designados por las legislaturas locales; pero, en la actua-
lidad, debe entenderse que los senadores, al igual que los diputados, son
representantes de la nación, por las siguientes consideraciones:
a) Los requisitos para ser senador son los mismos que para ser dipu-
tado, con excepción de la edad.
b) Los senadores al igual que los diputados no pueden reelegirse para
el periodo inmediato; son inviolables por las opiniones que manifiesten
en el desempeño de sus cargos; no pueden disfrutar de empleos federa-
les o estatales remunerados; tienen una igualdad en sus responsabilidades.
c) Son electos directamente por el pueblo.
Siendo el régimen jurídico de los diputados y senadores el mismo, no
puede afirmarse que su representación sea distinta. En la práctica, al
igual que en el caso de los diputados, los senadores actuarán como re-
presentantes de la nación cuando se discuta un asunto de alcances nacio-
nales, y actuarán como representantes de su Estado cuando se discuta
un asunto relativo o concerniente a esa entidad federativa.
En 1986 se modificó la forma de renovación de la Cámara de Sena-
dores que imperaba desde el año de 1933, que consistió en la renovación
total de sus integrantes cada seis años. Con la reforma apuntada se re-
gresó al original sistema de la Constitución de 1917, que establece la
renovación por mitad de este órgano legislativo, es decir, cada tres años
80 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

deben verificarse elecciones para nombrar a 32 senadores: uno de cada


entidad federativa y uno del Distrito Federal.
A pesar de que ha habido varios intentos para que en el senado exis-
tan senadores de partido o de minoría, se sigue conservando el sistema
de mayoría relativa para su elección.
Para la calificación de la elección de los senadores se conserva el sis-
tema de autocalificación. El tercer párrafo del artículo 60 constitucional,
de conformidad con las reformas publicadas el 6 de abril de 1990 dis-
pone que:

El Colegio Electoral de la Cámara de Senadores se integrará, tanto


con los presuntos senadores que hubieren obtenido la declaración de
la legislatura de cada Estado y de la Comisión Permanente del Con-
greso de la Unión, en caso del Distrito Federal, como de los senado-
res de la anterior legislatura que continuarán en el ejercicio de su
encargo.

3. Requisitos para ser diputado y para ser senador

Los requisitos para ser diputado se establecen en el artículo 55 de la


Constitución y son los mismos que rigen para los senadores con excep-
ción de la edad.
Estos requisitos son los siguientes:

I. Ser ciudadano mexicano, por nacimiento, en el ejercicio de sus de-


rechos; II. Tener veintiún años cumplidos al día de la elección (para
ser senador se requiere la edad de 30 años, artículo 58); III. Ser ori-
ginario del Estado en que se haga la elección o vecino de él con resi-
dencia efectiva de más de seis meses anteriores a la fecha de ella;
Para poder figurar en las listas de las circunscripciones electorales
plurinominales como candidato a diputado, se requiere ser originario
de alguna de las entidades federativas que comprenda la circunscrip-
ción en la que se realice la elección, o vecino de ella con residencia
efectiva de más de seis meses anteriores a la fecha en que la misma
se celebre; IV. No estar en servicio activo en el Ejército Federal, ni
tener mando en la policía o gendarmería rural en el distrito donde
se haga la elección, cuando menos noventa días antes de la elección;
V. No ser secretario o subsecretario de Estado ni magistrado de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, a menos de que se separe
definitivamente de sus funciones noventa días antes de la elección; VI.
No ser ministro de algún culto religioso, y VII. No estar compren-
dido en alguna de las incapacidades que señala el artículo 59.
DERECHO CONSTITUCIONAL 81

Respecto a estos requisitos, vale la pena comentar lo siguiente: En


cuanto al requisito contenido en la fracción II debe aclararse que la ori-
ginal Constitución de 1917 estableció una edad de 25 años para ser
diputado y 35 para ser senador; pero, en 1972, los requisitos de edad
se redujeron a los actuales. La razón para esta reforma consistió en ar-
monizar el precepto con el artículo 34 que concedió la ciudadanía a los
18 años en vez de a los 21, como antes se hacía, y abrir la puerta a
la juventud, que constituye la inmensa mayoría en este país, para par-
ticipar en el ejercicio del poder político. La diferencia de edades que
se exige para ser diputado y para ser senador se debe a la idea que se
tiene del senado como Cámara equilibradora, función que requiere una
práctica política más prolongada. En cuanto al requisito establecido
en la fracción III, éste tiene como fundamento el que la población de un
distrito o entidad federativa tenga la oportunidad de conocer al candida-
to por el que votarán en las elecciones. Esta fracción también aclara que
la vecindad no se pierde por ausencia en el desempeño de un cargo de
elección popular. Con la reforma política de diciembre de 1977 se adi-
cionó un párrafo a esta fracción que dispone que los candidatos a dipu-
tados de representación proporcional deben ser originarios o vecinos de
alguna de las entidades federativas que comprenda la respectiva circuns-
cripción plurinominal. Las fracciones IV, V, VI y VII contienen requisi-
tos de carácter negativo; las dos primeras tienen como base el que no
se ocupe un cargo o realice una función que cerca del tiempo de elec-
ciones pueda utilizarse para ejercer algún género de presión que incline
las elecciones a su favor. La fracción VI es consecuencia de lo previsto
en el artículo 130 que establece que los ministros de los cultos no tienen
voto activo ni pasivo. El impedimento a que se refiere la fracción VII,
concordante con el artículo 59, consiste en que los diputados y senado-
res no pueden reelegirse para el periodo inmediato. Los representantes
propietarios no pueden jugar en las siguientes elecciones en forma abso-
luta; pero, los suplentes que no llegaron a estar en funciones de propie-
tario, si pueden participar como candidatos a diputados propietarios en
las siguientes elecciones.

4. Suplencia

Los artículos 51 y 57 de la Constitución establecen que por cada dipu-


tado o senador propietario se elegirá un suplente. Los suplentes reem-
plazan a los propietarios en caso de licencia, separación definitiva del
cargo, ausencia de las sesiones durante diez días consecutivos (lo que
82 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

hace presumir que ya no concurrirán sino hasta el siguiente periodo de


sesiones) y en la hipótesis del primer párrafo del artículo 63. La suplen-
cia, en sus orígenes, obedeció a la idea de que un diputado representaba
al distrito que lo elegía, por lo que, faltando éste, el distrito correspon-
diente carecería de representante. Sin embargo, dicho fundamento no
puede ser el mismo, pues actualmente los representantes lo son de la
nación.
Se ha considerado que la suplencia no tiene en la actualidad razón
doctrinaria ni práctica que la justifique, teniendo cuando más la ventaja
de que faltando en forma absoluta los propietarios, los suplentes fuesen
llamados para integrar un quorum; pero que esa ventaja desaparecería
si la ley electoral tuviera un procedimiento que permitiera realizar con
rapidez las elecciones de los representantes que faltaren.

5. Periodos de sesiones

Las sesiones del Congreso de la Unión se dividen en ordinarias y ex-


traordinarias. La original Constitución de 1917, haciendo a un lado una
larga tradición constitucional, estableció la existencia de un solo periodo
ordinario de sesiones que se iniciaba el primero de septiembre de cada
año y no podía prolongarse más allá del siguiente 31 de diciembre. Con
el ánimo de fortalecer al órgano legislativo, en 1986 se aprobó una re-
forma constitucional para regresar al sistema de dos periodos ordinarios
de sesiones anualmente. De acuerdo con las reformas a los artículos 65
y 66 el primer periodo ordinario de sesiones se inicia el 19 de noviembre y
concluye, por lo más tarde el 31 de diciembre. El segundo periodo se
inicia el 15 de abril, debiendo concluir el 15 de julio, a más tardar.
El artículo 69 constitucional dispone que a la apertura del [primer]
periodo ordinario de sesiones, el presidente de la República presentará
al Congreso un informe por escrito sobre el estado general que guarde la
administración pública del país. En este caso, las dos Cámaras se reúnen
en asamblea única. La presencia del ejecutivo en el Congreso se ha con-
siderado como un acto de cortesía de éste hacia el que se supone es el
primero de los poderes. De acuerdo con el artículo 8 de la Ley Orgá-
nica del Congreso General de los Estados Unidos, el presidente del Con-
greso: "contestará el informe en términos concisos y generales y con las
formalidades que correspondan al acto. El informe será analizado por
las cámaras en sesiones subsecuentes".
Por lo que se refiere a las sesiones extraordinarias, la Comisión Per-
manente motu proprio, o el ejecutivo con autorización de ésta, pueden
DERECHO CONSTITUCIONAL 83

convocar a alguna de las dos Cámaras, O a ambas, para celebrar estas


sesiones. La Constitución no establece la duración que puedan tener y
se limita a disponer que sólo podrán ocuparse de los asuntos para los
que fueron convocados, mismos que deberán constar expresamente en la
convocatoria respectiva.
En la segunda frase del artículo 69 se dispone que en la apertura del
periodo extraordinario de sesiones, del Congreso de la Unión o de una
sola de sus Cámaras, el presidente de la Comisión Permanente infor-
mará sobre los motivos que originaron la convocatoria.

6. Quorum de asistencia y de votación

Se entiende por quorum de asistencia el número de diputados o sena-


dores necesarios para que las Cámaras puedan sesionar válida y legal-
mente. La regla general establecida por el artículo 63 constitucional es
la de un quorum de más de la mitad de los miembros para la Cámara
de Diputados y de dos terceras partes para la Cámara de Senadores. La
única excepción a esta regla general se encuentra en el artículo 84 cons-
titucional, y lo es únicamente para la Cámara de Diputados. El artículo
84 constitucional se refiere a la designación de presidente por el Congre-
so, para lo cual se exige un quorum de asistencia de las dos terceras
partes de representantes en las dos Cámaras.
Por quorum de votación se entiende el número de votos indispensables
que deben emitirse para que una resolución sea aprobada. La regla ge-
neral sobre quorum de votación es, en ambas cámaras, el de la mayoría
de votos de los miembros presentes.
Hay dos clases de mayorías, la absoluta y la relativa. La mayoría ab-
soluta implica que, existiendo dos proposiciones, se aprueba aquella que
reúne más de la mitad del total de votos de los presentes. Por su parte,
la mayoría relativa implica que, existiendo más de dos proposiciones, se
aprueba aquella que mayor número de votos obtuvo, sin importar que
no exceda de más de la mitad.
Las excepciones a la regla general sobre votación, son las siguientes:
a) En los términos del inciso 59, fracción III, del artículo 73 constitu-
cional, es necesario, para formar un nuevo estado dentro de los límites
de los existentes, que dicha erección sea votada "por dos terceras par-
tes de los diputados y senadores presentes en sus respectivas cámaras".
b) En los términos del artículo 135 constitucional, para reformar o
adicionar la Constitución se requiere: "que el Congreso de la Unión, por
84 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

el voto de las dos terceras partes de los individuos presentes, acuerden


las reformas o adiciones".
c) En los términos del artículo 72, inciso c, para superar el veto del
presidente de la República se requiere de las dos terceras partes de los
votos de los legisladores presentes en cada Cámara.
d) En los términos del artículo 79, fracción IV, para que la Comisión
Permanente convoque a sesiones extraordinarias es necesario: "el voto
de las dos terceras partes de los individuos presentes".
e) En los términos del artículo 110 y en materia de juicio político,
para que la Cámara de Senadores, erigida en jurado de sentencia, apli-
que la sanción correspondiente, se requiere de la votación de las dos
terceras partes de los miembros presentes.
f) En los términos de la fracción V del artículo 76, para que el senado
designe a un gobernador provisional se requiere la "aprobación de las
dos terceras partes de los miembros presentes". Este es un caso de ex-
cepción a la regla de la mayoría relativa.

7. Irresponsabilidad e inmunidad

Los diputados y senadores cuentan con dos clases de protecciones o


salvaguardias para que puedan ejercer su encargo con libertad e indepen-
dencia. Estas dos protecciones son la irresponsabilidad y la inmunidad.
La irresponsabilidad está prevista en el artículo 61, que dispone que:
"los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que mani-
fiesten en el desempeño de sus cargos y jamás podrán ser reconvenidos
por ellas". Esto quiere decir que, a pesar de que la opinión manifesta-
da por un representante pudiera constituir un delito, no podrá ejercerse ac-
ción penal en su contra, ni siquiera cuando hubiese terminado su mandato.
La inmunidad está prevista en el artículo 111 y consiste en que no se
puede ejercer acción penal en contra de un diputado o de un senador por
la comisión de un delito del orden común, si previamente la Cámara de
Diputados no los desafuera. El desafuero implica la separación del re-
presentante de su cargo; pero esto no quiere decir que la Cámara pre-
juzgue sobre el fondo penal del asunto. A diferencia de la irresponsabi-
lidad, la inmunidad sólo dura mientras se está en el ejercicio del cargo.
Si el delito en que hubiere incurrido el representante no fuese común,
sino oficial, debe substanciarse el juicio de responsabilidad política u
oficial previsto en el artículo 110.
DERECHO CONSTITUCIONAL 85

8. Clasificación de las facultades de las Cámaras desde el punto de vista


de la forma de su actuación y de la naturaleza de sus actos

Desde el punto de vista de la forma de actuación de las Cámaras, sus


facultades se clasifican en:
a) Facultades del Congreso de la Unión. Son aquéllas facultades que
se ejercitan por las Cámaras en forma separada y sucesiva, es decir, para
que la facultad se agote debe discutirse primero en una Cámara y luego
en la otra. El ejemplo típico es la ley. Estas facultades se enumeran, fun-
damentalmente, en el artículo 73.
b) Facultades exclusivas de cada Cámara. Son facultades que se ejer-
citan en forma separada, pero no sucesiva; la facultad se agota en la
Cámara competente sin tener que pasar a la otra. Las facultades exclu-
sivas de la Cámara de Diputados se enumeran en el artículo 74, y las
del senado en el artículo 76.
e) Facultades del Congreso como asamblea única. Son facultades que
ejercen las Cámaras en forma conjunta y simultánea, es decir, las Cáma-
ras se reúnen en una sola asamblea; las únicas ocasiones en que esto
ocurre son: en los términos de los artículos 84 y 85 de la Constitución
para hacer la designación de presidente a falta del titular; en los términos
del artículo 87 para recibir la protesta del presidente al tomar posesión
de su cargo, y, en los términos del artículo 69, para la apertura del [pri-
mer periodo] ordinario de sesiones.
d) Facultades comunes a las dos Cámaras. Son facultades que se ejer-
cen en forma separada y no sucesiva, sin ser facultades exclusivas de
cada Cámara. Estas facultades son de naturaleza administrativa y se enu-
meran en el artículo 77 constitucional.
La clasificación de las facultades de las Cámaras desde el punto de
vista de la naturaleza de los actos que realizan, es una manifestación
del sistema de coordinación de funciones que establece nuestra Constitu-
ción. Desde esta perspectiva, las Cámarts realizan facultades legislativas
formal y materialmente, y ejecutivas y jurisdiccionales materialmente. Las
Cámaras realizan actos materialmente administrativos, por ejemplo, en
los supuestos del artículo 77 constitucional, y materialmente jurisdiccio-
nales en el juicio de responsabilidad política u oficial, en los términos
del artículo 111.
9. La ley y el decreto
El artículo 70 constitucional establece que: "Toda resolución del con-
greso tendrá el carácter de ley o decreto"; sin embargo, no establece cuál
86 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

es la diferencia entre ambos tipos de resoluciones. La Constitución de


1857 incurrió en la misma omisión. La expresión comentada es una trans-
cripción del artículo 43 de la tercera ley de la Constitución centralista
de 1836; pero, este artículo sí hizo la citada diferencia, en los términos
siguientes:

El primer nombre corresponde a las que versen sobre materias de in-


terés común, dentro de la órbita de atribuciones del poder legislativo.
El segundo corresponde a las que dentro de la misma órbita, sean sólo
relativas a determinados tiempos, lugares, corporaciones, estableci-
mientos o personas.
Esta distinción es igualmente válida en la actualidad.

10. El procedimiento legislativo

Por procedimiento legislativo entendemos el conjunto de actos que de-


ben realizar los órganos competentes para crear una ley. Estos actos se
dividen en: Iniciativa, discusión, aprobación, sanción, publicación e ini-
ciación de la vigencia. Por lo que se refiere a la facultad de presentar
iniciativas de ley o de decreto esta facultad compete a los diputados y
senadores del Congreso de la Unión, a las legislaturas de los Estados y al
presidente de la República, quien presenta la mayoría de las iniciativas.
A este respecto sólo hay que agregar que el presidente tiene exclusividad
en la presentación de iniciativas en el caso de la Ley de Ingresos y para
la presentación del presupuesto de egresos y de la cuenta pública; pero
estas dos últimas son facultades exclusivas de la Cámara de Diputados.
Las iniciativas de los diputados deben presentarse ante la Cámara de
Diputados y las de los senadores ante la Cámara de Senadores.
Para la discusión y aprobación de las leyes o decretos cuya resolución
no sea exclusiva de alguna de las Cámaras, éstas toman los nombres de
Cámara de origen y Cámara revisora; la Cámara de origen es la que reci-
be la iniciativa de ley. Indistintamente las Cámaras de Diputados y Se-
nadores pueden ser de origen o revisora, excepto en los siguientes casos,
en que la Cámara de Diputados necesariamente debe ser la de origen:
En materia de empréstitos, contribuciones e impuestos y reclutamiento
de tropas.
La sanción corresponde al plazo del que goza el ejecutivo para inter-
poner su veto, facultad a la que se hace referencia más adelante. Tam-
bién adelante nos referimos a la promulgación y publicación, y respecto
DERECHO CONSTITUCIONAL 87

a la iniciación de la vigencia hay que señalar que publicada una ley en


el Diario Oficial se señala el momento a partir del cual entra en vigor.
Las diferentes hiptótesis que pueden presentarse en el procedimiento
de formación de una ley se establecen en el artículo 72 constitucional.

11. Facultades del Congreso de la Unión

La Constitución otorga al Congreso de la Unión múltiples facultades,


la mayoría de las cuales se consignan en el artículo 73. A lo largo de
este trabajo analizamos brevemente algunas de ellas. Como es imposible
hacer siquiera alguna referencia a todas las facultades del Congreso, he-
mos seleccionado una de las más importantes, como es la relativa al
Distrito Federal, para hacer su exposición, aunque sea sucintamente.
El artículo 73 de la Constitución, en su fracción VI, faculta al Con-
greso para "legislar en todo lo relativo al Distrito Federal..."
La institución del Distrito Federal es originaria de la Constitución nor-
teamericana, y la idea de su creación consistió en la inconveniencia de
que en un mismo territorio tuvieran autoridad o coexistieran los poderes
locales y los poderes federales. Por ello, se creó el Distrito de Colum-
bia, donde sólo se encuentran asentados los poderes federales.
La Constitución federal de 1824 tomó esta idea de la Constitución nor-
teamericana e instauró el Distrito Federal como lugar exclusivo de resi-
dencia de los poderes federales, aunque si bien es cierto sus bases de
organización fueron distintas. La institución del Distrito Federal trascen-
dió a las Constituciones federales mexicanas del siglo XIX.
Lo que podría llamarse Constitución del Distrito Federal viene a ser
la fracción VI del artículo 73, al encontrarse ahí sus principales bases de
organización. asta es una de las fundamentales diferencias entre el Dis-
trito Federal y las entidades federativas, pues mientras aquellas están
dotadas de autonomía, que les permite que el poder constituyente local
les dé su Constitución, éste no goza de autonomía y lo que pudiera lla-
marse su Constitución es obra del poder constituyente general. Por otra
parte, en las constituciones locales se crean los poderes del Estado y se
les atribuye competencia, mientras que, respecto al Distrito Federal, sus
poderes fueron creados en la propia Constitución federal.
Los poderes del Distrito Federal son: ejecutivo, legislativo y judicial.
El poder legislativo o legislatura del Distrito Federal es el propio Con-
greso de la Unión, el que en funciones de constituyente local dota de
competencia y organización a los otros dos poderes a través de la Ley
Orgánica del Departamento del Distrito Federal.
88 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

Así pues, el Congreso de la Unión tiene una doble función: la de ser


el poder legislativo federal y al mismo tiempo ser la legislatura local del
Distrito Federal. El Congreso de la Unión en cuanto legislatura del Dis-
trito Federal, tiene las mismas facultades que las legislaturas locales de
los estados. La regla para saber en qué materias puede legislar localmen-
te el Congreso es la misma que vale para las entidades federativas, es
decir, de acuerdo con el artículo 124, todo aquello que no esté expresa-
mente concedido al Congreso de la Unión como órgano federal, podrá
ser ejercido por él mismo en calidad de legislatura local. De manera inde-
pendiente al Congreso de la Unión en su carácter de legislatura local, en
1988 se creó como un órgano de "representación ciudadana" en el Dis-
trito Federal, la llamada Asamblea de Representantes del Distrito Fede-
ral, compuesta de 66 asambleístas, de los cuales 40 son electos mediante
el sistema de votación mayoritaria relativa y 26 por el sistema de repre-
sentación proporcional.
Esta asamblea creada con el fin de atemperar la notable desventaja
que en materia de representación política tienen quienes viven en el Dis-
trito Federal, no realiza funciones propiamente legislativas, sino regla-
mentarias en materias como: educación, salud, asistencia social, abasto,
mercados, rastros, espectáculos, seguridad pública, prevención y readap-
tación social, etcétera, adicionalmente cumple funciones de vigilancia del
gasto público, supervisión de servidores públicos del Distrito Federal,
tiene iniciativa legislativa respecto del Distrito Federal y aprueba los nom-
bramentos de magistrados del Tribunal Superior de Justicia del Distrito
Federal.
El poder ejecutivo del Distrito Federal es el propio presidente de la
República, quien, en los términos de la base 11 de la fracción VI del
artículo 73, ejerce el gobierno: "por conducto del órgano u órganos que
determine la ley respectiva". Al igual que respecto al poder legislativo,
en el presidente concurren las condiciones de ejecutivo federal y local.
La ley respectiva a la que se refiere la base 11 es la Ley Orgánica del
Departamento del Distrito Federal, esto quiere decir que el órgano a
través del cual el presidente ejerce el gobierno del Distrito Federal es un
departamento administrativo. Al frente de este departamento administra-
tivo hay un jefe que nombra y remueve libremente el presidente de la
República; éste es el único departamento administrativo que actualmente
existe.
El poder judicial del Distrito Federal es el único que no se identifica
con los poderes federales y está depositado en el Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal, cuyos magistrados son nombrados por el
DERECHO CONSTITUCIONAL 89

presidente de la República con la aprobación de la Asamblea de Repre-


sentantes del Distrito Federal, de conformidad con el artículo 73, frac-
ción VI, base 31, inciso H.

12.Facultades exclusivas de la Cámara de Diputados

Las facultades exclusivas de la Cámara de Diputados se enumeran en


el artículo 74 constitucional.
La fracción I faculta a la Cámara de Diputados para: "Erigirse en
Colegio Electoral para ejercer las atribuciones que la ley le señala res-
pecto a la elección del Presidente de la República". Esta facultad no debe
confundirse con la que los artículos 84 y 85 consignan en favor del Con-
greso y que se refiere a la designación de un presidente interino o sus-
tituto. La fracción I del artículo 74 se refiere a la facultad de la Cámara
de Diputados para que, erigido en Colegio Electoral, califique la elección
popular del presidente d ela República, en los términos del Código Fe-
deral de Instituciones y Procedimientos Electorales.
Las fracciones II y III del artículo 74 prevén la existencia de una
comisión de la propia Cámara para la vigilancia de la Contaduría Mayor
de Hacienda, y la facultad de la Cámara de Diputados para nombrar a
los integrantes de dicha contaduría.
La fracción IV se refiere a la facultad exclusiva de la Cámara de
Diputados de examinar, discutir y aprobar el presupuesto de egresos
de la federación y del Departamento del Distrito Federal, así como la
revisión y aprobación de la cuenta pública.
La fracción V faculta a la Cámara de Diputados para declarar la pro-
cedencia penal en contra de los funcionarios públicos de que habla la
Constitución (senadores y diputados al Congreso de la Unión, ministros
de la Suprema Corte de Justicia, secretarios de Estado, procurador ge-
neral de la República, presidente de la República), y para fungir como
órgano de acusación ante la Cámara de Senadores, por la comisión de
un delito oficial y para desaforar a los funcionarios que gozan de este
privilegio, por la comisión de un delito del orden común.

13. Facultades exclusivas de la Cámara de Senadores

Dentro de las facultades exclusivas más importantes concedidas al


senado figuran las contenidas en las fracciones V y VI del artículo 76
constitucional.
La fracción V faculta al senado para:
90 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

Declarar, cuando hayan desaparecido todos los poderes constituciona-


les de un Estado, que es llegado el caso de nombrarle un gobernador
provisional, quien convocará a elecciones conforme a las leyes cons-
titucionales del mismo Estado. El nombramiento de gobernador se
hará por el Senado, a propuesta en terna del Presidente de la Repú-
blica, con aprobación de las dos terceras partes de los miembros pre-
sentes, y en los recesos, por la Comisión Permanente, conforme a las
mismas reglas. El funcionario así nombrado no podrá ser electo go-
bernador constitucional en las elecciones que se verifiquen en virtud
de la convocatoria que él expidiere. Esta disposición regirá siempre
que las constituciones de los Estados no prevean el caso.

Esta disposición se incorporó a la Constitución de 1857 con las refor-


mas que se le hicieron en el año de 1874, a consecuencia de los trastornos
acontecidos en los estados de Yucatán y de Coahuila, trastornos de los
que resultó la necesidad de que la Constitución previera la forma de desig-
nar un gobernador provisional encargado de convocar a elecciones para
integrar nuevamente los poderes, en caso de que éstos hubieran desapare-
cido. Esta disposición, contenida en la fracción V del apartado B del
artículo 72 de la Constitución de 1857 pasó a la actual fracción V del ar-
tículo 76, con muy pocas diferencias. El último párrafo de la fracción
VI establece que: "La ley reglamentará el ejercicio de esta facultad y
el de la anterior". Esto implica la existencia de una ley reglamentaria de
la fracción V del artículo 76. Esta ley tardó 62 años en expedirse, lo
que ocasionó que la disposición comentada se convirtiera, por la docili-
dad del senado, en un arma política muy importante en manos del eje-
cutivo para deshacerse de los gobernadores que se apartaran de la línea
marcada por él. La ley reglamentaria de la fracción V del artículo 76
fue publicada en el Diario Oficial el 29 de diciembre de 1978.
De acuerdo con la fracción V del artículo 76, después de que el se-
nado ha verificado la desaparición de poderes, nombrará un gobernador
provisional, de la terna que para tal efecto le presente el ejecutivo, de-
biéndose aprobar el nombramiento por un quorum calificado de las dos
terceras partes de los presentes. La designación del gobernador provisio-
nal podrá hacerla también la Comisión Permanente, pero, sin que ésta
pueda declarar que ha llegado el caso de nombrar al gobernador provi-
sional. La función del gobernador provisional es la de convocar a elec-
ciones, y, de acuerdo con el precepto, este funcionario no podrá ser
electo gobernador constitucional en dichas elecciones. La fracción co-
mentada concluye con un párrafo que expresa; "Esta disposición regirá
siempre que las constituciones de los Estados no prevean el caso". Aquí,
DERECHO CONSTITUCIONAL 91

el problema consiste en saber a cuál de los tres párrafos que contiene la


fracción se aplica este último precepto. Si se aplicara al primero, se es-
taría creando un supra-poder en las entidades federativas con facultad
para declarar desaparecidos a los poderes locales; si se aplicara a la ter-
cera, se estaría contradiciendo el principio asentado en el artículo 115
que dispone la no reelección de los gobernadores interinos, provisionales,
etcétera, razón por la que sólo puede aplicarse al segundo párrafo, es
decir, que el nombramiento del gobernador se hará por el senado de terna
que le presente el ejecutivo.
Pocas constituciones locales tienen reglamentado este caso, y la ma-
yoría de las que lo hacen, lo hacen en una forma incorrecta.
La fracción VI del artículo 76 faculta al senado para:

Resolver las cuestiones políticas que surjan entre los poderes de un


Estado cuando alguno de ellos ocurra con ese fin al Senado, o cuando,
con motivo de dichas cuestiones, se haya interrumpido el orden cons-
titucional mediante un conflicto de armas. En este caso el Senado
dictará su resolución, sujetándose a la Constitución General de la Re-
pública y a la del Estado.

Tratándose de conflictos surgidos entre los poderes de un Estado, la


Constitución distingue entre conflictos constitucionales, para lo cual da
competencia a la Suprema Corte de Justicia, y conflictos políticos, para
lo cual otorga competencia al senado.
La fracción VI del artículo 76 se incorporó a la Constitución de 1857
mediante las reformas de 1874. Anteriormente, esta facultad correspon-
día a la Suprema Corte.
Esta facultad del senado para resolver las cuestiones políticas que sur-
jan entre los poderes de un Estado se surte de dos formas: a petición de
uno de los poderes o cuando con motivo de dichas cuestiones se haya
interrumpido el orden constitucional mediante un conflicto de armas.
Este segundo supuesto constituye una manifestación de la garantía fede-
ral consignada en la segunda hipótesis del artículo 122.
Actualmente no tenemos forma de saber qué debe entenderse por
"cuestiones políticas", para que se surta la competencia del senado, en
virtud de que no ha sido expedida la ley reglamentaria de esta fracción,
que está prevista constitucionalmente.
La fracción VII del artículo 76 faculta al senado para: Erigirse en
jurado de sentencia para conocer de los delitos oficiales de los funcio-
narios que expresamente designa la Constitución.
92 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

Esta facultad es la consecuencia de la facultad que se atribuye a la


Cámara de Diputados en la fracción V del artículo 74. Realizada la acu-
sación por la Cámara de Diputados, la de Senadores inicia un verda-
dero juicio en el que debe "practicar las diligencias que estime conve-
nientes y oír al acusado", para culminar en una sentencia que, en su
caso, podrá ser condenatoria. Si la sentencia, que deberá aprobarse por
las dos terceras partes del total de senadores, es condenatoria, se im-
pondrán al funcionario las penas de privación definitiva del cargo e in-
habilitación para ocupar otro. La sentencia del jurado constituye cosa
juzgada y en tal virtud es inatacable mediante cualquier recurso legal.

14. La Comisión Permanente

Esta institución de origen hispánico fue tomada por el constituciona-


lismo mexicano de la Constitución de Cádiz. La Constitución federal de
1824 la estableció bajo la denominación de Consejo de Gobierno y, desde
entonces, aunque con diversos nombres y modalidades, se ha conservado
en nuestro sistema constitucional. En su concepción original esta insti-
tución fue prevista como un elemento para conseguir el equilibrio entre
los poderes durante los periodos de receso del órgano legislativo.
La Constitución vigente, en su artículo 78, establece que: "Durante los
recesos del Congreso de la Unión habrá una Comisión Permanente com-
puesta de 37 miembros de los que 19 serán diputados y 18 senadores,
nombrados por sus respectivas Cámaras la víspera de la clausura de los
periodos ordinarios de sesiones".
De acuerdo con el artículo 109 de la Ley Orgánica del Congreso Gene-
ral de los Estados Unidos Mexicanos, la Comisión Permanente está diri-
gida por una mesa directiva, integrada por un presidente, un vicepresi-
dente y cuatro secretarios, de los cuales dos deben ser diputados y dos
senadores. La mesa directiva se nombra por mayoría de votos de los
miembros de la Comisión Permanente.
Dos críticas fundamentales se han levantado contra la integración y
forma de designación de la Comisión Permanente: la primera, se refiere
a que este órgano no está integrado de acuerdo a un criterio de propor-
cionalidad al número de miembros de cada Cámara, y la segunda, que
vista la mayoría absoluta de legisladores del PRI, los partidos de oposi-
ción no tienen oportunidad de participar efectivamente en la Comisión.
Las principales facultades que la Constitución otorga a la Comisión
Permanente se encuentran en el artículo 79 y en los artículos: 29, 37,
DERECHO CONSTITUCIONAL 93

apartado B, fracción IV; 74, fracción IV, párrafo sexto; 76, fracción V;
84 y 85.
La mayoría de las facultades de la Comisión Permanente se orientan
a sustituir al Congreso o a alguna de las Cámaras durante los periodos
de receso; pero ninguna de ellas es de naturaleza legislativa, sino más
bien de carácter burocrático. Algunas otras facultades de la Comisión
Permanente se dirigen a preparar el siguiente periodo ordinario de sesio-
nes del Congreso. La única facultad autónoma de la Comisión Perma-
nente consiste en convocar al Congreso o alguna de las Cámaras a se-
siones extraordinarias.
Alguna importancia podrían tener las facultades establecidas en los
artículos 29, 76, fracción V, 84 y 85, sin embargo, la Comisión Permanen-
te se encuentra muy limitada en este sentido. De acuerdo con el artículo
29, la Comisión Permanente tiene la facultad de aprobar la suspensión de
garantías solicitada por el ejecutivo, pero no puede concederle facultades
extraordinarias para legislar durante la emergencia. De acuerdo con el
artículo 76, fracción V, la Comisión Permanente puede hacer el nombra-
miento de gobernador provisional en caso de que hayan desaparecido los
poderes en una entidad federativa pero, lo que no puede hacer es decla-
rar cuando hayan desaparecido todos los poderes constitucionales de un
Estado, que es llegado el caso de nombrarle un gobernador provisional.
De acuerdo con los artículos 84 y 85, la Comisión Permanente puede
nombrar un presidente provisional en caso de falta del titular; pero, in-
mediatamente, debe convocar al Congreso a sesiones extraordinarias para
que designe al presidente interino o sustituto, según el caso.
En razón de la naturaleza y límites de las facultades de la Comisión
Permanente, ésta no puede ser considerada como un órgano que ejerza
un verdadero control sobre la actividad del ejecutivo, limitándose su im-
portancia a no retardar el despacho de asuntos burocráticos hasta el si-
guiente periodo ordinario de sesiones del Congreso. Si algún asunto emer-
gente o importante se presentara durante el periodo de receso, siempre
existe la posibilidad de convocar a sesiones extraordinarias. Una parte
de la doctrina mexicana ha insistido en que la Comisión Permanente debe
desaparecer de nuestro sistema.
VII. ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO DEL PODER JUDICIAL. . 94

1. Órganos que integran el poder judicial federal . . . 94


2. Integración y funcionamiento de la Suprema Corte de Justicia 94
3. Requisitos para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia 95
4. Las garantías judiciales 96
5. Suplencia, renuncia y licencias 98
6. Independencia del poder judicial federal 98

VIII. LAS ENTIDADES FEDERATIVAS Y EL MUNICIPIO . . 99

1. La autonomía de los estados 99


2. Las constituciones locales 99
3. Bases constitucionales de organización de los poderes locales 100
4. Obligaciones positivas y prohibiciones absolutas y relativas. 101
5. La participación de las entidades federativas en la formación
de la voluntad federal 105
6. El municipio 105

BIBLIOGRAFÍA . 110
94 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

VIL ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO


DEL PODER JUDICIAL

1. Órganos que integran el poder judicial federal

Los titulares del poder judicial de la federación, en los términos del


artículo 94 constitucional, son los siguientes: La Suprema Corte de Jus-
ticia; los tribunales de circuito, que funcionan en forma unitaria en ma-
teria de apelación y en forma colegiada en materia de amparo, y los
juzgados de distrito. De todos estos órganos, la Constitución sólo se
ocupa, por lo que se refiere a su organización, de la Suprema Corte
de Justicia, razón por la cual, nos referiremos casi con exclusividad a ella.
Los órganos del poder judicial federal llevan a cabo formal y material-
mente dos tipos distintos de funciones: la judicial propiamente dicha,
que se concreta en la tramitación de los juicios federales, y la función
de control de la constitucionalidad.

2. Integración y funcionamiento de la Suprema Corte de Justicia

El segundo párrafo del artículo 94 constitucional expresa que: La Su-


prema Corte de Justicia de la Nación se compondrá de veintiún minis-
tros numerarios y hasta cinco supernumerarios, y funcionará en Pleno o
en Salas. Los ministros supernumerarios formarán parte del Pleno cuando
suplan a los numerarios.
La original Constitución de 1917 estableció que la Suprema Corte de
Justicia estaría integrada por once ministros y funcionaría siempre en
pleno; sin embargo, el enorme rezago judicial que se había formado
en la Suprema Corte, como resultado de su actividad de tribunal casa-
cional, obligó a la reforma de 1928, por virtud de la cual se adoptó el
sistema de funcionamiento en pleno y en salas que, por cierto, ya había
sido establecido en el año de 1900.
Las salas' que se crearon en 1928 fueron tres: la civil, la penal y la
administrativa, y se dipuso que cada una de ellas estaría integrada por
cinco ministros; el presidente de la Corte no integraba sala, al igual que
en la actulidad.
El incremento de los conflictos obrero-patronales ocasionó la creación
de la sala de trabajo, en el año de 1934; con ello se elevó el número de
ministros a veintiuno. Al no poderse eliminar el rezago judicial, en el
año de 1951, se creó la sala auxiliar, con la idea de que funcionara
transitoriamente hasta concluir dicho rezago. Originalmente esta sala fue
DERECHO CONSTITUCIONAL 95

concebida para ayudar a la sala civil; pero, posteriormente, se amplió


su competencia para hacerlo también respecto de la penal y administra-
tiva; esta sala está integrada por cinco ministros supernumerarios.

3. Requisitos para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia

El artículo 95 constitucional establece los requisitos para ser minis-


tro de la Suprema Corte de Justicia, que son los siguientes:

L Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno ejercicio de sus


derechos políticos y civiles; II. No tener más de sesenta y cinco años
de edad, ni menos de treinta y cinco, el día de la elección; III. Poseer
el día de la elección, con una antigüedad mínima de cinco años, título
profesional de abogado, expedido por la autoridad o corporación le-
galmente facultada para ello; IV. Gozar de buena reputación y no
haber sido condenado por delito que amerite pena corporal de más
de un año de prisión; pero si se tratare de robo, fraude, falsificación,
abuso de confianza u otro que lastime seriamente la buena fama en el
concepto público, inhabilitará para el cargo, cualquiera que haya sido
la pena, y V. Haber residido en el país los últimos cinco años, salvo el
caso de ausencia en servicios de la República por un tiempo menor
de seis meses.

Merecen un comentario particular los requisitos establecidos en las


fracciones II y III. Con respecto al requisito establecido en la fracción
II, hay que advertir que éste es el único caso en que la Constitución
exige una edad máxima para ocupar un cargo. Debe aclararse que el
requisito consiste en no tener más de sesenta y cinco años el día de
la elección, lo que no significa que al cumplir esta edad los ministros
en funciones deban retirarse. La Ley de Retiros de los Funcionarios Ju-
diciales establece el retiro forzoso de los ministros de la Suprema Corte
de Justicia a la edad de 70 arios.
En cuanto a la fracción III que impone el requisito de poseer el título
de abogado y una experiencia profesional mínima de cinco años, hay que
recordar que la Constitución de 1857 no exigió este requisito; se era
elegible para ocupar el cargo con sólo estar instruido en la ciencia del
derecho. Hoy en día el requisito establecido en la fracción III se conside-
ra poco selectivo, habiéndose propuesto reiteradamente el establecimiento
de una auténtica carrera judicial a la que se ingrese mediante exámenes
y concursos de méritos.
96 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

4. Las garantías judiciales

Las garantías judiciales son los instrumentos que la ley consagra a efecto
de conseguir la independencia, imparcialidad y eficacia en la actividad de
los órganos jurisdiccionales, y que, por tanto, se traducen también en
garantías para los justiciables. Fix-Zamudio señala que dichas garantías
son las siguientes: la designación de los jueces, la estabilidad en sus fun-
ciones, dignidad de la profesión judicial, independencia económica, eje-
cución de los fallos y auxilio para el cumplimiento de sus decisiones. A
continuación se analizan las más importantes.

A) Designación

La original Constitución de 1917 estableció que los ministros de la


Suprema Corte de Justicia serían electos por el Congreso de la Unión,
de propuestas presentadas por las legislaturas locales. En 1928 se modi-
ficó el sistema por el que actualmente tenemos que, como hemos men-
cionado, consiste en la designación hecha por parte del presidente de la
República, con la aprobación del senado. Algunos sectores de la doctrina
y dentro de los medios políticos han considerado que el sistema de desig-
nación puede mejorarse y han propuesto alternativas como las siguientes:
Designación hecha por el presidente de ternas que, en turno, presen-
tarían los colegios de abogados, los miembros del poder judicial y las
escuelas y facultades de derecho de la República; establecimiento de una
carrera judicial a la que se ingrese por concurso, haciéndose los nom-
bramientos de ministros previo examen presentado ante un jurado cali-
ficador, que confirmara una opinión calificada para que, con base en ella,
el presidente de la República hiciera la designación. Establecimiento de
una carrera judicial independiente, sustrayendo totalmente de manos
del presidente el nombramiento de los ministros.

B) inamovilidad

El último párrafo del artículo 94 constitucional establece que los mi-


nistros de la Suprema Corte de Justicia sólo podrán ser privados de sus
puestos en los términos del título cuarto de la Constitución; es decir,
previo el trámite del juicio político.
La original Constitución de 1917 consagró el principio de la inamovi-
lidad, aunque escalonadamente, pero en 1934, este principio fue supri-
mido y en su lugar se estableció que la duración en el cargo de ministros
DERECHO CONSTITUCIONAL 97

sería de seis años, lapso que coincidía con el periodo presidencial y que,
por tanto, permitió al titular del ejecutivo nombrar a la totalidad de los
ministros, menoscabando con ello la independencia del poder judicial.
En 1944 el principio de inamovilidad fue restablecido.
Muchas críticas se han enderezado en contra de la inamovilidad de los
ministros de la Suprema Corte, principalmente por el riesgo que implica
que un funcionario impreparado o corrupto ocupe el cargo vitaliciamen-
te; la única solución para ello es que se tenga gran cuidado y acierto en
el momento de hacer la designación.
Por lo que se refiere a los magistrados de circuito y jueces de distrito,
son nombrados por la Suprema Corte de Justicia para un periodo de seis
años; pero si al cabo de dicho periodo son ratificados o promovidos, al-
canzarán por este hecho la inamovilidad.
C) Remuneración

El penúltimo párrafo del artículo 94 constitucional prevé que: "La


remuneración que perciban por sus servicios los ministros de la Suprema
Corte, los magistrados de circuito y los jueces de distrito no podrá ser
disminuida durante su encargo".
Esta disposición se llevó a la carta fundamental a través de las refor-
mas de 1928.
La anterior disposición se complementa con el artículo 127 constitu-
cional, que a partir de su reforma publicada el 10 de agosto de 1987
dispone que:
El presidente de la República, los Ministros de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, los Diputados y Senadores al Congreso de la
Unión, los representantes a la Asamblea del Distrito Federal y los
demás servidores públicos recibirán una remuneración adecuada e irre-
nunciable por el desempeño de su función, empleo cargo o comisión,
que será determinada anual y equitativamente en los presupuestos de
egresas de la Federación y del Distrito Federal o en los presupuestos
de las entidades paraestatales, según corresponda.
La ratio juris del artículo 94 constitucional es la de asegurar la inde-
pendencia de los funcionarios judiciales.
D) Responsabilidad

Por lo que se refiere a los ministros de la Suprema Corte de Justicia,


el artículo 108 constitucional establece que son responsables por los,
98 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

delitos comunes que comentan durante el tiempo de su encargo y por


los delitos, faltas u omisiones en que incurran en el ejercicio de ese mismo
cargo.

5. Suplencia, renuncia y licencias

En caso de que un ministro numerario de la Suprema Corte de Jus-


ticia incurriera en una ausencia temporal, menor de un mes, debe ser
sustituido por un ministro supernumerario, pero, si la ausencia es por
un tiempo mayor, el presidente de la República con la aprobación del
Senado o, en sus recesos, de la Comisión Permanente, debe nombrar un
ministro provisional.
Tratándose de faltas absolutas por causa de defunción, retiro, renuncia
o separación forzada del cargo, debe hacerse nuevo nombramiento, con
el carácter de definitivo y de acuerdo con el procedimiento establecido
en el artículo 96 constitucional.
En cuanto a las renuncias de los ministros, el artículo 99 de la Cons-
titución establece que sólo proceden por causas graves, y debe hacer
esta calificación el presidente de la República con la aprobación del
senado o de la Comisión Permanente, en su caso.
Por último, en lo relativo a las licencias, si éstas no exceden de un
mes pueden ser concedidas por la propia Suprema Corte, en caso con-
trario deben ser concedidas por el presidente de la República con la
aprobación del senado o de la Comisión Permanente en los periodos
de receso. El artículo 100 constitucional establece que ninguna licencia
puede exceder del término de dos años.

6. Independencia del poder judicial federal

El proceso político mexicano ha demostrado que el poder judicial fe-


deral tiene una mayor independencia que el poder legislativo respecto
al presidente de la República. Aunque dicha independencia no es en
términos absolutos, en general los órganos del poder judicial federal
gozan de imparcialidad para dictar sus resoluciones, a menos que el eje-
cutivo esté especialmente interesado en que el asunto se resuelva en deter-
minado sentido. No debe perderse de vista la importancia de las resolu-
ciones dictadas por el poder judicial federal, sobre todo en cuanto a su
función de control de la constitucionalidad, sobre todo a partir de que
la Suprema Corte de Justicia sólo conoce de esta materia, pues ello
constituye una limitación al poder del presidente de la República.
DERECHO CONSTITUCIONAL 99

La independencia del poder judicial federal puede fortalecerse a tra-


vés de ciertas medidas, como son: la modificación del sistema de desig-
nación de los ministros de la Suprema Corte y el aseguramiento de un
presupuesto digno y decoroso.

VIII. LAS ENTIDADES FEDERATIVAS Y EL MUNICIPIO

1. La autonomía de los estados

La autonomía de los estados miembros es una característica esencial


del estado federal. Dicha autonomía consiste en la competencia de las
entidades federativas para darse su propia Constitución y reformarla.
Soberanía y autonomía son principios distintos, y si bien ambos se
traducen en el acto de dar una Constitución, difieren en cuanto que,
respecto al primero, no existen limitaciones jurídicas que condicionen o
determinen el contenido de las decisiones constituyentes, mientras que,
respecto al segundo, existe una zona de límites y determinantes jurídi-
cos creados por una voluntad distinta a la del constituyente local y que
necesariamente deben observarse en el acto de dar la Constitución. En
otras palabras, el poder constituyente local no se encuentra ante la nada
jurídica en el acto de hacer la Constitución para la entidad federativa,
sino que debe atender a las bases de organización creadas por el cons-
tituyente originario y plasmadas en la Constitución federal.
Nuestra Constitución vigente, en su artículo 41, recoge el principio
de la autonomía de los estados. A la inexacta expresión utilizada por el
artículo 40 constitucional, que reputa a los estados libres y soberanos,
ya se ha referido el doctor Carpizo en la primera parte de este trabajo.

2. Las constituciones locales

Al igual que la Constitución federal, las constituciones locales están


divididas en una parte dogmática y en una parte orgánica. En cuanto
a la parte dogmática no es indispensable que exista, pues las garantías
individuales consagradas en la Constitución federal valen para todas las
autoridades, tanto federales como locales. Las entidades federativas tienen
la facultad de ampliar y aumentar las garantías individuales, ya que éstas
constituyen mínimos y por tanto son susceptibles de superarse e incre-
mentarse. No sucede lo mismo respecto a las garantías sociales, las que
no pueden crearse ni aumentarse por el constituyente local, ya que. im-
100 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

plican restricciones a las garantías individuales consagradas en la Cons-


titución general de la República; asimismo tampoco pueden disminuirse.
En la parte orgánica se establece la forma de gobierno y se crean, or-
ganizan y distribuyen competencias a los órganos de gobierno local, a
través de los cuales los estados expiden su legislación ordinaria, la eje-
cutan y la aplican a los casos controvertidos, dentro del ámbito de vali-
dez de su respectiva competencia, y son dentro de ella, instancias deci-
sorias supremas.
En cuanto a la forma de gobierno ya ha quedado perfectamente esta-
blecido que el Estado federal mexicano se caracteriza por la identidad de
decisiones fundamentales entre la federación y las entidades federativas,
las que tienen por fundamental obligación la de adoptar, para su régimen
interior, la forma de gobierno republicano, representativo, popular, y te-
ner como base de su división territorial y de su organización política y
administrativa al municipio libre.
En cuanto al principio de división de poderes, la mayoría de las cons-
tituciones locales reproduce, con variación de detalles, la fórmula del ar-
tículo 49 de la Constitución federal, en el sentido de que el poder del
Estado se divide para su ejercicio en legislativo, ejecutivo y judicial y
que éstos no podrán reunirse en una sola persona o corporación ni de-
positarse el legislativo en un individuo. La mayoría de las constituciones
locales aceptan las facultades extraordinarias del gobernador para legis-
lar en épocas de emergencia.
Como caso verdaderamente excepcional es de citarse que la Constitu-
ción del Estado de Hidalgo, en un precepto hoy derogado, estableció la
división de poderes en legislativo, ejecutivo, judicial y municipal. Tena
Ramírez criticó esta situación advirtiendo que el poder municipal no
podía estar a la par de los otros tres porque los organismos municipales
no representaban la voluntad del Estado, sino la de cada uno de los mu-
nicipios dentro de los límites de su competencia.

3. Bases constitucionales de organización de los poderes locales


La Constitución federal, en el artículo 116 (antes en la fracción III
del artículo 115), a partir de las reformas publicadas en el Diario Oficial
de la Federación el 17 de marzo de 1987, establece las bases de orga-
nización de los poderes locales. Estas bases se refieren únicamente a los
poderes ejecutivo y legislativo, y dejan plena libertad a las constituciones
Locales para la organización del poder judicial. Respecto al poder eje-
cutivo la fracción 1 de dicho artículo determina las bases siguientes:
DERECHO CONSTITUCIONAL 101

a) Estará depositado en un gobernador, electo en forma directa y para


un periodo no mayor de seis años.
b) El gobernador electo popularmente, en elecciones ordinarias o ex-
traordinarias, no podrá reelegirse en forma absoluta y bajo ningún otro
carácter. El sustituto, interino, provisional y el designado para concluir
el periodo en caso de faltas absolutas, así como el designado para suplir
una falta temporal ocurrida en los dos últimos años del periodo, no podrá
ser electo gobernador en las elecciones inmediatas.
c) Los requisitos mínimos pra ser gobernador son: ser ciudadano me-
xicano por nacimiento; ser nativo de la entidad federativa o tener en él
una residencia efectiva no menor de cinco arios inmediatamente ante-
riores al día de la elección. Por tratarse de requisitos mínimos las cons-
tituciones locales pueden, y generalmente lo hacen, ampliarlos y estable-
cer otros distintos.
Además del desarrollo de estas bases constitucionales, las constitucio-
nes locales señalan que para el auxilio de las labores propias del gober-
nador, habrá un secretario general de gobierno cuyas funciones son, entre
otras, las de refrendar los decretos, acuerdos y órdenes del gobernador;
servir como conducto para las relaciones con los otros poderes e incluso,
algunas constituciones establecen que este funcionario suple ciertas ausen-
cias temporales, generalmente de muy poco tiempo, del gobernador.
Todas las constituciones locales se refieren al procurador de justicia
del Estado, y algunas se refieren al tesorero general de gobierno y a otros
funcionarios que integran lo que puede llamarse el gabinete del gober-
nador.
Respecto del órgano legislativo, la Constitución federal establece en la
fracción II del artículo 116, las siguientes bases:
a) Se depositará en una legislatura, electa por el pueblo en forma di-
recta e integrada en forma proporcional al número de habitantes de la
entidad federativa. En la actualidad todas las legislaturas locales son uni-
camarales, a pesar de no existir disposición en contrario.
b) El número mínimo de representantes con que deben contar las le-
gislaturas es el siguiente: Siete, en estados con población inferior a cua-
trocientos mil habitantes; nueve, si la población es superior a cuatrocientos
mil e inferior a ochocientos mil habitantes y, once, si la población es
superior a esta cifra.
c) De acuerdo con la legislación que se expida en cada Estado, se in-
troducirá el sistema de diputados de minoría en la elección de las legis-
laturas locales. La Constitución federal no establece el sistema a través
del cual deba elegirse a los diputados de minoría; deja esta materia para
102 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

ser regulada por las constituciones y leyes electorales que, para ello, han
establecido el sistema de representación proporcional.
d) En las legislaturas locales, los representantes propietarios no po-
drán reelegirse para el periodo inmediato ni con ese carácter ni con el
de suplentes. Los suplentes que no hubieran estado en ejercicio pueden
ser electos para el periodo inmediato con el carácter de propietarios.
Las constituciones locales, por lo general, han copiado y adaptado a
los regímenes interiores, una serie de instituciones establecidas en la
Constitución federal, tales como la suplencia de los legisladores, la Co-
misión o Diputación Permanente y la Contaduría Mayor de Hacienda,
entre otras.
Las constituciones locales establecen uno o dos periodos ordinarios
de sesiones de las legislaturas y la posibilidad de celebrar extraordina-
rias, teniendo facultades para convocarlas la diputación permanente o
el gobernador del Estado.
Respecto al poder judicial, la fracción III del artículo 116 de la Cons-
titución federal, como ya dijimos, no contiene bases de organización, es
regulado por las constituciones y leyes orgánicas locales en forma des-
igual. Sólo coinciden las constituciones de los estados, en señalar que el
órgano judicial máximo es un tribunal superior de justicia que funciona
en pleno o en salas y cuya composición es de lo más variado. En cuanto
a los demás tribunales y juzgados su organización es muy diversa; algu-
nos se componen de jueces de primera instancia, jurados, jueces menores
y jueces de paz; otros los designan como jueces letrados locales, jueces
legos locales y jueces auxiliares y, otros más, establecen jueces munici-
pales, jurados populares, jueces de letras y alcaides judiciales, etcétera.

4. Obligaciones positivas y prohibiciones absolutas y relativas

Además de las obligaciones que el artículo 116 constitucional impone


a las entidades federativas, los artículos 119 y 121 imponen otras de dis-
tinto género.
El artículo 119 establece la obligación de entregar, sin demora, los
criminales de otro Estado o del extranjero a las autoridades que los re-
clamen, señalando que el auto del juez que mande cumplir la requisito-
ria de extradición dará lugar a la detención por un mes, tratándose de
extradición entre los estados, y por dos meses cuando fuere internacional.
Por su parte, el artículo 121 impone a los estados la obligación de
dar fe y crédito a los actos públicos, registros y procedimientos judiciales
de todas las entidades federativas, facultándose al Congreso federal para
DERECHO CONSTITUCIONAL 103

expedir las leyes que prescriban la manera de probar dichos actos, re-
gistros y procedimientos y fijar sus limitaciones y alcances, de acuerdo
con las bases señaladas en el propio artículo 121.
Las prohibiciones a las entidades federativas están previstas en los
artículos 117 y 118 y son absolutas (que en ningún caso pueden ejer-
cerse), y relativas (que pueden ejercerse con consentimiento del Con-
greso de la Unión).
Las prohibiciones absolutas las enumera el artículo 117 y son las si-
guientes:

I. Celebrar alianza, tratado o coalición con otro Estado ni con las


potencias extranjeras; 55. Derogada; III. Acuñar moneda, emitir papel
moneda, estampillas, ni papel sellado; IV. Gravar el tránsito de per-
sonas o cosas que atraviesen su territorio; V. Prohibir, ni gravar di-
recta, ni indirectamente la entrada a su territorio, ni la salida de él, a
ninguna mercancía nacional o extranjera; VI. Gravar la circulación, ni
el consumo de efectos nacionales o extranjeros, con impuestos o dere-
chos cuya exención se efectúe por aduanas locales, requiera inspec-
ción o registro de bultos, o exija documentación que acompañe a la
mercancía. VII. Expedir, ni mantener en vigor leyes o disposiciones
fiscales que importen diferencias de impuesto o requisitos por razones
de la procedencia de mercancías nacionales o extranjeras, ya sea que
estas diferencias se establezcan respecto de la producción similar de
la localidad, o ya entre producciones semejantes de distinta proceden-
cia; VIII. Contraer directa o indirectamente obligaciones o empréstitos
con gobiernos de otras naciones, con sociedades o particulares extran-
jeros, o cuando deban pagarse en moneda extranjera o fuera del te-
rritorio nacional. Los Estados y los Municipios no podrán contraer
obligaciones o empréstitos sino cuando se destinen a inversiones pú-
blicas productivas, inclusive los que contraigan organismos descentra-
lizados y empresas pública, conforme a las bases que establezcan las
legislaturas en una ley y por los conceptos y hasta por los montos que
las mismas fijen anualmente en los respectivos presupuestos. Los Eje-
cutivos informarán de su ejercicio al rendir la cuenta pública, y IX.
Gravar la producción, el acopio o la venta del tabaco en rama, en
forma distinta o con cuotas mayores de las que el Congreso de la
Unión autorice.

Las prohibiciones establecidas en las fracciones: I, relativas a celebrar


alianza, tratado o coalición con potencias extranjeras; III, referente a la
acuñación y emisión de papel moneda y, VIII, respecto a contraer cora-
promisos económicos con el extranjero, son superfluas, pues están conce,
104 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

didas a la federación como facultades expresas en los artículos 76, frac-


ción I, 89, fracción X; 73, fracciones XVIII, X y VIII, respectivamente,
y al aplicar la regla del artículo 124 todo aquello que no esté expresa-
mente concedido a la federación, se entiende reservado a las entidades
federativas.
Del artículo 117 sólo son de destacarse las prohibiciones contenidas
en las fracciones IV, V, VI y VII, que intentan impedir que los estados
impongan impuestos alcabalatorios. Desde hace muchos años los esta-
dos han recurrido a la imposición de alcabalas con el objeto de cubrir sus
necesidades, dada la pobreza de los erarios locales. La prohibición de
las alcabalas no es general sino que está limitada a los específicos su-
puestos de las fracciones IV, V y VII y por los medios referidos en la
fracción VI. Si las entidades federativas establecieran un impuesto aleaba-
latorio distinto de los señalados en las citadas fracciones, éste no sería
inscontitucional pero sí podrá ser atacado por el Congreso de la Unión,
que está facultado en los términos de la fracción IX del artículo 73, "para
impedir que en el comercio de estado a estado se establezcan restric-
ciones".
Las prohibiciones relativas se enumeran en el artículo 118 y son las
siguientes:

I. Establecer derechos de tonelaje, ni otro alguno de puertos, ni im-


poner contribuciones o derechos sobre importaciones o exportaciones;
II. Tener, en ningún tiempo, tropa permanente, ni buques de guerra, y
III. Hacer la guerra por sí a alguna potencia extranjera, exceptuán-
dose los casos de invasión y peligro tan inminente, que no admita
demora. En estos casos darán cuenta inmediata al Presidente de la
República.

Estas prohibiciones relativas a los estados, son facultades expresas


concedidas por la Constitución al Congreso de la Unión y al presidente
de la República por los artículos 73, fracciones IX y XXIX y 89, frac-
ciones VI, VII y VIII. En un Estado federal, la federación debe tener
el control exclusivo e intransferible de las aduanas exteriores, de las fuer-
zas militares y de las relaciones internacionales. La delegación de estas
facultades de la federación a las entidades federativas es un grave ataque
al Estado federal en sí mismo pues, entre otras cosas, se estaría invis-
tiendo a los estados miembros de una personalidad internacional que no
poseen. La guerra se hace entre Estados soberanos y no entre fracciones
de ellos; la invasión que una nación extranjera hiciera a una entidad fe-
derativa es una invasión al país al que pertenece. Por estas consideracio-
DERECHO CONSTITUCIONAL 105
nes se ha insistido en que el artículo 118 debe desaparecer de nuestro
texto constitucional.

5. La participación de las entidades federativas en la formación


de la voluntad federal

Se ha sostenido que la participación de los estados en la formación


de la voluntad federal se realiza a través de una forma indirecta y de
una directa.
Se dice que la forma indirecta se concreta a través de la Cámara de
Senadores, en donde están representadas todas las entidades federativas.
Nosotros hemos expuesto que los senadores no son representantes de los
estados sino representantes de la nación, por lo que no estamos de acuerdo
en que ésta sea una forma de participación de los estados en la forma-
ción de la voluntad federal.
La forma directa se concreta en el procedimiento para reformar la
Constitución, el cual exige que las reformas o adiciones sean aprobadas,
además del Congreso de la Unión, por la mayoría de las legislaturas de
los estados. El sistema norteamericano de reformas a la Constitución,
que es el que recoge nuestro artículo 135, nació precisamente para
garantizar el status de las entidades federativas. Huelga decir que la par-
ticipación de los estados en las reformas constitucionales incide directa-
mente en el orden jurídico del Estado federal y no en el de la federación
que, en este sentido, es un orden jurídico delegado.

6. El municipio

El municipio es una de las formas más antiguas de la organización po-


lítico-social. En México, el primer municipio fue fundado por Hernán
Cortés, el 22 de abril de 1519, y fue denominado Villa Rica de la Vera-
cruz; su ayuntamiento invistió a Cortés de facultades legales para reali-
zar la conquista.
Durante la Colonia: el municipio fue reducido a una simple división
territorial y administrativa que, en términos generales, careció de libertad
y autonomía. En el constitucionalismo mexicano del siglo XIX el muni-
cipio fue objeto marginal del debate entre liberales y conservadores. La
Constitución federal de 1824 no reguló específicamente al municipio pero
las constituciones locales sí se encargaron de regularlo siguiendo los li-
neamientos de la Constitución de Cádiz. La Constitución federal de 1857
no estableció una regulación sistemática del municipio y aunque contuvo
106 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

muy breves referencias de él, fue bastante para que los estados estable-
cieran en sus regímenes interiores la institución municipal. Por su parte,
las constituciones centralistas de 1836 y 1843 regularon el municipio con
mucha mayor precisión, pero lo "sometieron a la rigidez de las institu-
ciones centralistas, les redujeron sus atribuciones y les negaron auténtico
sustento democrático".
El gobierno del general Díaz hizo desaparecer al municipio al crear
divisiones más amplias llamadas partidos, distritos y prefecturas a cuya
cabeza figuraba un jefe político dependiente del gobernador y del go-
bierno central y a quien se encomendó la preservación de la tranquilidad
y paz interior de las poblaciones, sin importar los medios para lograrlo.
La impopularidad de los jefes políticos, ganada a pulso por su crueldad
y despotismo, propició que se desplegara la bandera de la autonomía mu-
nicipal por el movimiento político social de 1910. La autonomía muni-
cipal fue incluida como principio básico en los planes de San Luis y de
Guadalupe. El 26 de diciembre de 1914, Carranza expidió el decreto
número 8, para reformar el artículo 109 de la Constitución de 1857, y
es conocido como Ley del Municipio Libre. Las bases de esta ley fueron
llevadas al proyecto de Constitución presentado por Carrania al Congre-
so Constituyente de 1916-1917; la idea del municipio libre era una de
las pocas innovaciones verdaderamente importantes que contenía dicho
proyecto. El proyecto de Carranza establecía que los estados tendrían
como base de su división territorial y de su organi7ación política al mu-
nicipio libre, que sería administrado por ayuntamientos de elección di-
recta y sin que hubiera autoridades intermedias entre el ayuntamiento y
el gobernador del Estado.
El problema central que se discutió en el Congreso Constituyente fue
el relativo a la autonomía financiera del municipio, sobre lo cual el pro-
yecto de Carranza no contenía regla alguna.
Al respecto, se presentaron varios dictámenes; el primero, proponía que
los municipios recaudaran tanto los impuestos municipales como los es-
tatales y que la legislatura señalara la contribución del municipio a los
gastos estatales; se nombrarían inspectores para la vigilancia de la con-
tabilidad municipal y establecía que en caso de conflicto hacendario entre
los municipios y los estados resolvería la Suprema Corte de Justicia. Los
diputados Machorro Narváez y Arturo Méndez presentaron un proyecto
que establecía la determinación constitucional de los ingresos municipa-
les y la regla de que en caso de conflicto entre el gobernador del Estado
y el municipio, resolvería la legislatura local y si el conflicto del muni-
DERECHO CONSTITUCIONAL 107
eipio fuese con ésta, resolvería el Tribunal Superior de Justicia del
Estado.
Desafortunadamente la atinada propuesta de Madhorro Narváez y Mén-
dez no fue adoptada por los constituyentes quienes, ya cansados por tan
prolongadas discusiones, apremiados por el tiempo y preocupados por
discutir la cuestión agraria, acabaron por aprobar una propuesta del
diputado Gerzayn Ugarte, redactada en los siguientes términos: "Los mu-
nicipios administrarán libremente su hacienda, la cual se formará de las
contribuciones que señalen las legislaturas de los estados y que, en todo
caso, serán las suficientes para atender a las necesidades municipales".
Con esta propuesta, que fue llevada a la fracción II del artículo 115,
se daba al traste con la autonomía económica del municipio. En otra
grave omisión incurrió el Congreso Constituyente al no incorporar en la
Constitución ninguna regla que permitiera saber cómo y quién resolvería
los conflictos suscitados entre el municipio y el gobernador y la legis-
latura local.
A partir de las sustanciales reformas que este artículo ha sufrido desde
1983, muy particularmente, y 1987, las bases constitucionales para la
organización municipal son las siguientes:
a) Los municipios están investidos de personalidad jurídica y maneja-
rán su hacienda conforme a la ley.
Lo anterior implica que el municipio tiene plena capacidad para ad-
quirir bienes y derechos, asumir obligaciones y contar con un patrimonio
propio. La legislación local establece las condiciones para que una pobla-
ción sea erigida en municipio.
b) El municipio libre constituye la base de la división territorial de los
estados de la federación y de su organización política y administrativa.
En realidad, el municipio no es la base de la división territorial de los
estados, sino son circunscripciones territoriales más amplias denominadas
distritos y utilizados con fines fiscales y electorales. "Lo que el precepto
quiso instituir a través de una fórmula imprecisa, fue la libertad del mu-
nicipio y al mismo tiempo sus vínculos de coordinación con el Estado".
c) Los municipios administrarán libremente su hacienda, la que se
formará de los rendimientos de los bienes que les pertenezcan, así como
de las contribuciones y otros ingresos que las legislaturas establezcan en
su favor y, en todo caso: contribuciones en los rubros que se señalan so-
bre la propiedad inmobiliaria; participaciones federales e ingresos deriva-
dos de la prestación de servicios públicos a su cargo.
La indeterminación de las fuentes impositivas que corresponden al
municipio habían dejado la autonomía y libertad municipal, hasta antes
108 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

de las reformas de 1983 ya señaladas, a merced de las legislaturas locales


y de los gobernadores que, invariablemente, las someten y controlan.
Con la desafortunada fórmula de la anterior fracción II del artículo 115,
las legislaturas locales eran las que fijaban los recursos municipales que,
en la mayoría de los aproximadamente dos mil setecientos municipios
que existen en el país, no bastaban siquiera para atender a sus más ele-
mentales necesidades. La participación de los municipios en los impues-
tos federales y locales era completamente anárquica y un vehículo que
favorecía la desigual distribución de la riqueza en México, ahora con la
celebración de convenios de coordinación fiscal en materia municipal la si-
tuación de desventaja de los municipios se ha paliado un tanto, dado
que el control económico que los gobiernos estatales ejercían sobre los
municipios hacía que éstos, que debían ser la célula básica de la demo-
cracia mexicana, quedasen reducidos a un burlesco remedo.
Dicho lo anterior, consideramos que una de las propuestas más cohe-
rentes que se han realizado para intentar resolver, aunque sea paracial-
mente, los grandes problemas económicos del municipio, consiste en aus-
piciar que las constituciones locales determinen específicamente los
renglones tributarios que les coresponden, estableciéndose en la Consti-
tución federal, concretamente en el artículo 115, las bases para realizar
dicha determinación.
d) Cada municipio será administrado por un ayuntamiento de elección
popular directa. Los presidentes municipales, regidores y síndicos no
podrán ser reelectos para el periodo inmediato; los suplentes pueden ha-
cerlo como propietarios en el caso de que no hubieran estado en ejercicio.
e) Entre los ayuntamientos y el gobierno del estado no habrá ningu-
na autoridad intermedia.
Este precepto, contenido en la fracción I del artículo 115, es el re-
sultado del deseo constituyente de extirpar para siempre a los prefectos
o jefes políticos, que existieron durante el gobierno del general Díaz.
f) A partir de la multirreferida reforma _de 1983, la fracción VIII úl-
timo párrafo, y después con las de 1987, en el primer párrafo de la mis-
ma fracción, se establece que en la elección de los ayuntamientos de todos
los municipios se introducirá el principio de representación proporcional.
Hasta antes de estas reformas, se establecía que los ayuntamientos de los
municipios con población de trescientos mil habitantes o más serían elec-
tos de acuerdo con el principio de representación proporcional; en caso
contrario debería hacerse de acuerdo con el sistema de mayoría relativa.
DERECHO CONSTITUCIONAL 109

El establecimiento de la representación proporcional en los municipios


es una obligación que la Constitución federal establece y que necesaria-
mente debe ser adoptada por los estados.
El control del partido político predominante no es algo ajeno a las
elecciones de los ayuntamientos municipales. La denuncia de la mani-
pulación del proceso y de los resultados electorales es cuestión que se
presenta con frecuencia. En este sentido urgen controles auténticamente
democráticos sobre los procesos electorales y respecto al desempeño de
los cargos municipales.
g) Los municipios están facultados para formular, aprobar y adminis-
trar la zonificación y planes de desarrollo urbano municipal; participar
en la creación y administración de sus reservas territoriales; controlar y
vigilar la utilización del suelo en sus jurisdicciones territoriales; intervenir
en la regularización de la tenencia de la tierra urbana; otorgar licencias
y permisos para construcciones; y participar en la creación y administra-
ción de zonas ecológicas, de conformidad con los fines señalados en el
párrafo tercero del artículo 27 constitucional.
Además de las anteriores facultades que se le otorgan al municipio,
Se encuentran aquellas relativas a la prestación de servicios públicos tales
como: agua potable y alcantarillado; alumbrado pública; limpia, merca-
dos y centrales de abasto; panteones, rastro; calles, parques y jardines;
seguridad pública y tránsito; para tales efectos podrán coordinarse y aso-
ciarse con otros municipios del mismo Estado (fracción III). Por otra
parte existe disposición constitucional en materia de planeación y regu-
lación de centros conurbados en el ámbito de su competencia. Final-
mente, en materia laboral, la reforma de 1983 en la fracción VIII,
determina que las relaciones de trabajo entre los municipios y sus
trabajadores, se regirán por las leyes que expidan las legislaturas de los
estados con base en lo dispuesto en el artículo 123 de la propia Consti-
tución y sus disposiciones reglamentarias.
A pesar del contenido del artículo 115 constitucional, las constitucio-
nes locales, por lo general, restringen, limitan y vulneran la ya de por sí
quebradiza e incierta libertad y autonomía municipal y desconocen la
personalidad jurídica del municipio.
110 JORGE CARPIZO Y JORGE MADRAZO

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