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PARADIGMAS Y MODERNIDAD
Paradigma informacional: podría decirse que ha sido «el paradigma» por excelencia. Hasta la
naciente semiología de los años sesenta cayó rendida a sus pies. Sin embargo el paradigma
empírico-analítico ha sido el que mejor ha integrado dentro de su modelo al paradigma informacional.
La teoría de la información (o teoría matemática de la comunicación) de; Shannon y Weaver (1981)
ofrecía a los sociólogos un modelo sencillo para representar lo que para ellos era un proceso lineal
y directo que iba de un emisor a un receptor. La fusión de ambos modelos en el contexto de una
teoría del broadcasting toma cuerpo en la famosa tuba de Schramm (1972).
Paradigma crítico: este paradigma -un espacio discursivo central en las ciencias sociales del siglo
xx- encuentra su expresión más definida en la producción de la Escuela de Fráncfort. Desde las
reflexiones de Theodor Adorno y Max Horkheimer (1981) sobre la industria cultural y la
racionalización de la dominación en los años cuarenta hasta las denuncias del imperialismo
comunicacional de Armand Mattelart en los setenta, pasando por la lucidez inoxidable de Walter
Benjamin (1981), la escuela crítica siempre ha hecho oír su voz en las conversaciones de las teorías
de la comunicación de masas. El espíritu de Fráncfort siguió teniendo vigencia gracias a los trabajos
de Herbert Marcuse (2001), Jürgen Habermas (1998), Tomás Maldonado (1998) y otros
investigadores interesados en desmontar las estructuras de dominación de la sociedad capitalista.
Más allá de la mayor o menor simpatía que puedan despertar sus investigaciones de corte
administrativo, los nombres de Harold Lasswell (1927), Robert Merton (Lazarsfeld y Merton, 1986),
Paul Lazarsfeld (Lazarsfeld, Berelson y Gaudet, 1962) o Wilbur Schramm (1972) ya son parte de la
historia de los estudios de la comunicación de masas.
La comunicación usa los medios para transmitir mensajes. La forma en que esos mensajes son
apropiados por un grupo en especial, es un proceso cultural, mediado culturalmente ya por el grupo
mismo o asignado por otros grupos a estos (Ver Barbero). Hoy en día la tecnología ha logrado que
esos procesos de apropiación se produzcan a través de tecnologías digitales hipermediadas,
Las ciencias no nacen por generación espontánea. Por ejemplo, la semiología le debe mucho a la
lingüística, la teoría de la información, la antropología estructural y el psicoanálisis; los estudios
culturales británicos, por su parte, serían impensables sin los trabajos de Karl Marx, Antonio Gramsci,
Roland Barthes o Louis Althusser. Si nuestro objetivo es teorizar las hipermediaciones, además de
mirar hacia el pasado de las teorías de la comunicación de masas debemos también mirar hacia un
lado. Entre los posibles interlocutores contemporáneos de una teoría de las hipermediaciones
podemos mencionar la teoría del hipertexto (Bolter, 1991; Landow, 1995, 1997;"Scolari, 1994), los
estudios de la interacción persona-ordenador (Schneiderman, 1998; Laurel, 1989) y las
investigaciones sobre la comunicación mediada por ordenadores (Rheingold, 1993; Turkle, 1995).
Todos estos nuevos campos del saber, a su vez, tienen sus raíces en tradiciones académicas como
la narratología, la ergonomía, la sociología o la psicología. La mayoría de ellos puede ser integrada
bajo el paraguas de las ciberculturas, otro concepto básico en el camino teórico que conduce a las
hipermediaciones. Las ciberculturas, que analizaremos en esta sección, constituyen quizás el
interlocutor más rico pero al mismo tiempo más peligroso de una teoría de las hipermediaciones.
Sin embargo, una teoría de las hipermediaciones debería aspirar a más, por ejemplo a expandir las
teorías y los métodos que nos permitan aumentar la comprensión de los procesos de interacción.
Una teoría de las hipermediaciones debería tomar nota de estos cambios e incorporarlos en su
agenda de investigación. El diálogo con una todavía inexístente economía política de la
comunicación digital y la sociología del trabajo posfordista debería ser una de las prioridades de
aquel campo de estudios. La convergencia de diferentes lenguajes y medios en un único entorno es
otro de los rasgos distintivos de las hipermediaciones. Los pioneros del hipertexto siempre apostaron
por un sistema donde confluyera todo tipo de documentos (escritos, gráficos, etcétera). La
digitalización, además de facilitar la manipulación de los contenidos, está favoreciendo la integración
de todas las pantallas -la del televisor, la del teléfono móvil o la del ordenador portátil- al permitir que
un mismo contenido multimedia pueda aparecer, en formatos diferentes, en cualquiera de ellas.
También en este caso las conversaciones con la semiótica, los film studies o la narratología servirían
para consolidar una teoría de las hipermediaciones.
La interactividad abre un campo de interlocución inédito para los estudios de comunicación. Por un
lado las interacciones digitales nos obligan a reflexionar sobre nuestra concepción de interacción
con los medios masivos. Navegar por internet o moverse por los pasillos de Doom no es lo mismo
que hacer zapping o pasar la página de un libro: el sentido de inmersión y las consecuencias de las
acciones son radicalmente diferentes. A interlocutores clásicos como la semiótica o los estudios
culturales, una teoría de las hipermediaciones debería agregar el diálogo con los estudios de la
interacción persona-ordenador, un campo donde se integran las ciencias cognitivas con la psicología
de la percepción y, en estos últimos años, la etnografia.
El gráfico superior nos permite ver la relación que existe entre diversos campos afines y las teorías
comunicacionales. Todos aquellos que deseen hacer estudios comunicacionales con nuevas
tecnologías, deben considerar este mapa para dirigir su discurso desde un enfoque multidisciplinario,
ya que los fenómenos hipermediales actuales no se pueden analizar adecuadamente de forma
aislada.