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Mc Gill University
En R. Colwell (ed.). Handbook of research in Music Teaching and Learning. Reston: MENC – Shirmer Books.
(1992) Traducción: Luciano F. Bongiorno
FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS
FILOSÓFICOS
Eleanor V. Stubley
Qué es el conocimiento y de qué manera acceden al mismo los seres humanos son
interrogantes complejos que constituyen los fundamentos de la epistemología,
entendida como rama del discurso filosófico. Ambas preguntas son centrales incluso
para formular una filosofía de la investigación en cualquier campo del quehacer
educativo. La educación independientemente de la forma específica que asuma, es
definida por lo general, como la acumulación y transmisión del conocimiento. Su
realización formal requiere identificar (1) un cuerpo de conocimientos que constituye
el contenido educativo o materia de estudio, (2) métodos mediante los cuales dichos
conocimientos pueden ser transmitidos y (3) medios a partir de los cuales evaluar en
qué medida el conocimiento ha sido adquirido satisfactoriamente. Las investigaciones
en pedagogía, por último buscan informar este proceso al identificar, verificar, y
agregar al conocimiento aquello que lo convierte en un conocimiento posible de ser
enseñado, y cómo éste puede transmitirse de manera más eficiente en el contexto
educativo. Las diferentes concepciones del conocimiento y del modo en que los seres
humanos aprenden, influyen en las maneras en que se definen los contenidos de la
educación, los que a su vez, afectan los tipos de preguntas consideradas dignas de
estudio y los modos por los cuales se desarrollan los métodos de investigación y se
interpretan los resultados.
Los intentos para desarrollar una base filosófica para la investigación en educación
musical han sido tradicionalmente motivados por cuestiones metodológicas y por la
identificación de interrogantes específicos a los que las diferentes metodologías de
investigación efectivamente pueden conducir. La mayor parte del debate ha puesto el
foco en los problemas de objetividad, confiabilidad y validez, más que en el desarrollo
de una comprensión amplia del conocimiento, la cual pueda preguntarse acerca de la
naturaleza del mismo, de cómo se adquiere y cuáles son los modos en que se
relaciona con la música, si es que en verdad existe alguna relación. En otras palabras,
la educación musical ha confundido a menudo el concepto de investigación (camino
hacia el conocimiento) con el concepto de conocimiento en sí mismo. Hemos adaptado
modelos de investigación priorizando en gran medida la descripción de cómo la
información acerca de una disciplina o fenómeno particular puede ser
sistemáticamente adquirida, sin entender primero en qué consiste nuestra disciplina, a
menudo equiparando la información acerca de la música y la educación musical, con
el conocimiento potencialmente acumulado y transmitido mediante la música y la
educación musical. Si investigar es informar la práctica de la educación musical en
referencia tanto a la identificación y verificación del contenido educativo, como al
desarrollo de métodos de instrucción, los principios que gobiernan la formulación de
preguntas de investigación válidas y el desarrollo de metodologías de investigación,
necesitan fundamentarse en una concepción de la música como un modo de
conocimiento, como así también en los criterios mediante los cuales puede
establecerse la confiabilidad y validez de los resultados de la investigación.
El propósito de este capítulo es explorar aquellos desarrollos en el campo de la
epistemología que pueden contribuir potencialmente a una filosofía de la investigación
en educación musical. Las concepciones históricas del conocimiento proposicional
proporcionan una cierta revelación (insight) para los fundamentos epistemológicos de
la investigación, como un camino hacia el conocimiento de la música y de la educación
musical. Desarrollos más recientes pertenecientes a formas de conocimiento no
proposicionales ayudan a clarificar los modos por los cuales la música puede ser
considerada en sí misma un modo particular de conocimiento. La música es explorada
desde las perspectivas del auditor, el ejecutante y el compositor, con cuestiones
críticas desde el punto de vista epistemológico, que giran en torno a cada tipo de
experiencia musical considerada en su conjunto como una base para definir nuevas
metas y direcciones en la investigación. El intento no es desarrollar una filosofía amplia
y comprensiva de la investigación, sino más bien identificar un punto de partida para la
formulación de tal filosofía, al presentar un panorama de los principios
epistemológicos en los que una filosofía de investigación en educación musical podría
fundarse.
CONOCIMIENTO PROPOSICIONAL: LAS ESCUELAS DE PENSAMIENTO
Las teorías epistemológicas desde los griegos hasta el comienzo del siglo XX han
tendido a focalizar principalmente en el conocimiento proposicional, el tipo de
conocimiento que se entiende cuando alguien dice saber algo y efectivamente lo sabe.
Este término habitualmente es entendido para denotar la posesión de fragmentos
específicos de información que tienen una cierta verdad o validez y que pueden ser
lingüísticamente transmitidos a otros.
Algunos sostienen que esta posesión es un estado de la mente, una forma especial
de conciencia similar (pero mucho más fuerte) a la creencia, la adivinación, o la
imaginación. Otros lo ligan con una capacidad para ejecutar o responder de
determinada manera bajo ciertas circunstancias, adscribiendo el conocimiento sólo
cuando complejas condiciones cognitivas y de comportamiento han sido satisfechas.
Para dar respuesta a cuáles son los tipos de información a los que se alude como
conocimiento proposicional y cuál es el modo en que el mismo se adquiere se han
propuesto una amplia variedad de teorías que reflejan diferentes concepciones de la
mente humana y la relación de los humanos con el mundo natural. Las teorías de
Occidente han dominado mediante tres escuelas de pensamiento: el racionalismo, el
empirismo y el pragmatismo.
El racionalismo, teoría que prevaleció durante casi cuatrocientos años, entiende a la
mente como un profundo reservorio de conocimiento a priori, el cual es descubierto y
elaborado mediante el análisis racional de ideas, independientemente de los datos
empíricos o de pronunciamientos confiables. El conocimiento es concebido como un
cuerpo fijo de verdades inmutables y fundamentales, relevantes para todos los
tiempos y lugares. Las proposiciones expresan estas verdades, a menudo en términos
matemáticos, como formas ideales las cuales se entiende que se aproximan los objetos
y los fenómenos en el mundo natural.
Como una escuela particular de pensamiento, el racionalismo le debe mucho a las
doctrinas religiosas que gobernaron el pensamiento y la acción en las antiguas
civilizaciones occidentales. Se creía que los humanos, al igual que el mundo natural en
el que vivían, habían sido creados por Dios y ubicados en la tierra para realizar una
tarea particular entendida como parte de una visión más grande y omnipotente.
Adjudicando a los humanos el rol de preciados sirvientes, este pensamiento daba
sentido, propósito y dirección a la vida. También daba cuenta de variaciones formales
entre objetos naturales y fenómenos al postular la existencia de algún otro mundo más
ideal al que aspiraban todos los objetos y criaturas de la tierra. En el esquema mayor
de las cosas estas variaciones eran insignificantes, interpretadas de modo muy simple
como imperfecciones terrenales. Si los humanos debían cumplir los supremos
designios de Dios, lo que importaba más como conocimiento, eran las formas ideales a
las que aspiraban los objetos naturales y las criaturas.
El empirismo, al igual que el racionalismo, asume la existencia de un cuerpo fijo de
verdades fundamentales e inmutables relevantes para todos los tiempos y lugares. No
obstante, el parecido termina aquí. Al identificar como fundamento de todo
conocimiento a la información que se recibe directamente a través de los sentidos, el
empirismo disocia al conocimiento de todas las estructuras de creencia, doctrinas
religiosas, o ideas que no poseen una realidad verificable por medio de la percepción
en el mundo natural. La mente es concebida como un espacio en blanco, dotado desde
el momento del nacimiento con la capacidad para recoger, organizar y registrar
impresiones sensoriales. Los humanos aprenden a través de la observación al dividir al
mundo natural y a sus objetos constituyentes en partes progresivamente más
pequeñas, con la creencia de que el todo es igual a la suma de sus partes. Las
proposiciones expresan interrelaciones entre impresiones sensoriales bajo la forma de
generalizaciones empíricas o constructos teóricos abstraídos de los contextos
específicos en los cuales fueron identificados originalmente.
Resulta fundamental para el empirismo la convicción fuerte de que los humanos
pueden conocer sólo las cosas que pueden ser conocidas con total certeza. Mientras
que el racionalismo considera a la verdad como una propiedad autoevidente de las
proposiciones, el empirismo la define como un rasgo perceptualmente verificable que
debe ser confirmado o establecido repetidas veces en una amplia variedad de
situaciones que poseen importancia o significado universal. Esta perspectiva fue en
gran medida una respuesta al descubrimiento de Nicolás Copérnico que la Tierra
giraba alrededor del sol. Hasta entonces, se había creído que la Tierra era el centro del
Universo, un supuesto que se derivaba lógicamente de la creencia de que los seres
humanos y el mundo natural eran creaciones de Dios. Con el descubrimiento de que
éste no era el caso, las proposiciones que antes se pensaba no requerían explicación,
no podían más ser aceptadas sin cuestionamiento. Esta observación llevó a los
empiristas a concluir que el análisis racional, en la medida que estuviera basado en
proposiciones falsas, pudiera resultar potencialmente falible como camino al
conocimiento, así como para los racionalistas lo resultaban los datos empíricos. Si el
conocimiento tenía que ser conocido con certeza, entonces tenia que ser verificable.
Los seres humanos, en consecuencia, podían conocer sólo aquellas variantes y
aspectos objetivos del mundo natural que pudieran ser confirmados a través de los
sentidos y mediante repetidas observaciones.
El pragmatismo fue un desprendimiento del empirismo promovido por dos
desarrollos científicos de fines del siglo XIX. El primero fue el descubrimiento de los
campos electromagnéticos y la observación subsecuente de Niels Bohr de que los
bloques constituyentes de toda la materia podían, ser formados como partículas u
ondas, en el contexto establecido por el todo, determinando el comportamiento de las
partes. La observación de Bohr sacudió el supuesto subyacente al empirismo de que un
todo era igual a la suma de sus partes, y llevó a Albert Einstein a concluir en su
monumental teoría de la relatividad, que los conceptos físicos pensados alguna vez
como verificables perceptualmente eran en realidad creaciones de la mente humana,
sin importar cuán inequívocamente parecieran estar determinados por el mundo
natural. El segundo desarrollo fue la teoría de la evolución de J.B. de Monet Lamarck y
Charles Darwin; y la verificación de que el universo y todo lo que hay en él, están en
constante cambio.
Estos dos descubrimientos indicaban que el conocimiento no podía considerarse más
inmutable y fijo para todos los tiempos y lugares. Los pragmáticos, en consecuencia,
entienden que las proposiciones expresan hipótesis de trabajo más que axiomas de
cumplimiento obligado. Al igual que los empiristas, los pragmatistas sostienen que los
humanos adquieren conocimiento y comprensión del mundo a través de la experiencia.
Los pragmatistas, sin embargo, no ven a los humanos como espectadores observando
el mundo natural, sino que los humanos se encuentran en constante interacción con el
mundo natural intentando resolver los problemas que se plantean de manera creativa.
El conocimiento no es el producto de una mirada fija en algo, sino el resultado de un
constante proceso interactivo de acción desde y hacia el individuo. Los humanos
acceden al conocimiento identificando un problema o desequilibrio en la experiencia,
hipotetizando soluciones y explorando la necesidad de los resultados potenciales a
través de la acción directa.
El Pragmatismo, une el conocimiento a las acciones de un conocedor particular en un
contexto particular, construyendo conocimiento; con el proceso de conocer o adquirir
conocimiento.
Amplía el concepto de la mente sostenido por los empiristas, al de una herramienta
para recoger y alojar información, dotando a la misma con la capacidad para imaginar
y predecir resultados, tanto como para combinar, analizar, y categorizar impresiones
sensoriales. El pragmatismo también conecta de un modo intrincado la verdad con
problemas de propósito, significado y moralidad, redefiniendo los criterios mediante
los cuales se establece la verdad, para tomar en consideración el contexto y el hecho
de que los resultados reconocidos como deseables en una situación pueden no ser
igualmente deseables en otra.
TEORÍA DE CONOCIMIENTO PR0P0SICI0NAL COMO MODELO PARA EL PROYECTO DE
INVESTIGACIÓN
Las tres escuelas de pensamiento anteriormente mencionadas, han tenido un gran
impacto en la investigación de las teorías de educación musical como modelo de un
proyecto de investigación, al definir los diferentes tipos de información acerca de la
música y de la educación musical que pueden clasificarse como conocimiento, y los
procedimientos a través de los cuales tal conocimiento sistemáticamente puede
reunirse y validarse. La investigación más antigua sobre la música pertenece al período
pitagórico, en la cual se pone el énfasis en las escalas y los principios matemáticos de
la acústica, siendo producto de las creencias y convicciones que subyacen al
racionalismo. La música era una valiosa asignatura para estudiar porque se creía que
constituía un puente que conectaba el abismo entre el cielo y la tierra. Lo que
importaba como conocimiento eran las formas ideales que la música parecía
corporizar. Los catedráticos intentaron definir estas formas identificando estructuras
de que gobiernan la organización de los materiales musicales y formulando los
principios acústicos de las esferas celestiales en las cuales se creía que dichas escalas
estaban basadas. El análisis racional constituía el camino hacia el conocimiento, con
las leyes de la lógica y las matemáticas utilizadas como criterios para establecer la
verdad y la validez. Aunque las composiciones individuales y los sonidos producidos
por los instrumentos musicales eran a menudo una fuente de inspiración, no
resultaban confiables como fuente de conocimiento, en la medida en que se
observaba que diferentes tipos de música originaban diferentes tipos de respuestas,
no siendo todas consideradas moralmente beneficiosas o deseables. Para alcanzar el
status de conocimiento, las proposiciones tenían que detallar formas que revistieran
una importancia y un valor universal.
Este tipo de investigación ha jugado un rol importante en la educación musical como
un medio para identificar, verificar y aumentar el conocimiento que constituye el
contenido educativo. En primer lugar, la susceptibilidad de la música a las
formulaciones matemáticas o proposicionales otorgó a la misma un lugar en el
currículum educativo como una rama diferente del conocimiento. Este status definió el
contenido de la educación musical, como el estudio de la teoría musical y de los
principios formales mediante los cuales se organizan y comprenden los materiales
musicales, principios que se mantienen como componentes significativos de la
educación musical incluso en el siglo XX. Más tarde, la teoría musical como una
disciplina académica dedicada al estudio de las formas musicales se transformó, y se
esforzó por entender el contenido de la educación musical; y por acomodar y explicar
los acontecimientos de la propia práctica musical. Aunque las convicciones religiosas y
las creencias que motivaron la obra de los primeros escolásticos ya no tiene ninguna
relevancia, muchos de los modelos más significativos de investigación de esta
disciplina eran racionalistas en su énfasis en la identificación de principios formales
que tienen relevancia universal, y en el análisis como un camino para tal conocimiento.
Recientes desarrollos en la teoría de conjuntos y los análisis de las composiciones de
Schenker como exfoliaciones de una única relación musical definida por los rasgos del
background, middleground y foreground que pueden no poseer una realidad
perceptiva verificable en la experiencia son ejemplos ilustrativos. La importancia que
los teóricos han asignado al concepto de escala en sus esfuerzos por entender la
música de otras culturas es otro ejemplo. En verdad, el concepto de escala ha sido tan
central en el pensamiento musical de Occidente que su validez como un constructo
universal ha comenzado a ser cuestionado sólo recientemente, mediante la obra de
etnomusicólogos y psicólogos cognitivos.
El empirismo como modelo de investigación dio un giro epistemológico, se pasó de
las formas musicales ideales como abstracciones teóricas de la música, hacia la música
como un fenómeno objetivo en el mundo natural. Su énfasis en la verdad y la certeza
demandaba que las proposiciones fueran formuladas sobre la base de observaciones
sistemáticamente obtenidas, de modo de asegurar su relevancia y generalización más
allá del contexto inmediato. Mediante la adaptación de los procedimientos utilizados
para explorar otros aspectos del mundo natural, los investigadores empiristas
avistaron una comprensión de la música a través de un análisis de las propiedades
perceptuales de sus elementos componentes y focalizaron el estudio en aquellos
aspectos de la música que podían ser conocidos mediante la observación directa. La
necesidad de llevar a cabo observaciones lo más seguras y confiables que fueran
posibles, obligaba la aplicación y el desarrollo de rigurosas herramientas de
observación. Las reiteradas aplicaciones de dichas herramientas y la obtención de
iguales resultados sostenidos en tiempo y lugar, servían para establecer la verdad de
las observaciones como conocimiento.
Las herramientas de medida tomadas en préstamo de las ciencias naturales
inicialmente se limitaron al estudio de las propiedades físicas del sonido, explicando
efectos y fenómenos musicales particulares en términos de los cuatro elementos
esenciales del sonido: altura, duración, intensidad y timbre. Más tarde, estos cuatro
elementos se convirtieron en la base para la exploración auditiva, en los diferentes
componentes pensados para definir la aptitud musical, y en las variadas subdestrezas
consideradas como constitutivas de las habilidades de ejecución específica. Este
interés en la habilidad de los seres humanos para escuchar y responder a la música se
hizo posible por el desarrollo de herramientas de observación y medida en las ciencias
del comportamiento, que sometían a los humanos al mismo escrutinio objetivo como
si fueran objetos naturales y fenómenos. El interés fue en gran medida promovido por
el concepto empirista de la mente humana como una herramienta para recoger,
analizar, y alojar impresiones sensoriales. Si la investigación tenía que informar la
práctica de la educación musical, tanto en lo referente a la definición del contenido
como en cuanto a los métodos mediante los cuales tal conocimiento podía ser
efectivamente transmitido, era importante saber no sólo qué es la música en un
sentido objetivo, físico, sino también qué diferentes capacidades facilitaban la
habilidad de los humanos para responder a los sonidos como música.
El desarrollo de aparatos de medición y de herramientas de observación específicas
para los comportamientos musicales ha jugado un rol importante en la definición de la
investigación en educación musical como una rama de la investigación distinta de las
ciencias naturales y del comportamiento. Dichas herramientas han hecho posible
explorar la eficacia de diferentes estrategias de enseñanza y aprendizaje musical con
cambios positivos en las conductas musicales a través del tiempo, utilizados como una
medida del éxito o de la eficacia. Estas herramientas han jugado también un rol
importante en la definición del contenido de la educación musical, con los
comportamientos musicales que miden y con las actividades mediante las cuales
dichos comportamientos son medidos, volviéndose a menudo (estas herramientas), el
foco de interés de la instrucción. Los avances tecnológicos han posibilitado medidas
más seguras y han facilitado la identificación y evaluación de los variados
subcomponentes de habilidades y capacidades que antes se consideraban no
susceptibles de observar directamente. Las medidas elaboradas, que han sido
desarrolladas en años recientes para evaluar la ejecución coral e instrumental en
términos de logro a través de un sin número de sub-habilidades complejas, son
ejemplos notables.
Inicialmente, el Pragmatismo tuvo su impacto más significativo sobre la educación
musical como una aproximación instruccional. Como modelo de proyecto de
investigación, impulsó mejoras al modelo empirista en un esfuerzo por facilitar la
aplicación de los resultados de la investigación a la práctica.
Los principios subyacentes al pragmatismo tratan el proceso de enseñanza y
aprendizaje como un sistema interactivo, cuando el modelo empirista lo enfocaba en
términos de causa y efecto. Esto, más la asociación del conocimiento a un problema en
particular, cambió el foco de la investigación desde, el análisis de la música y las
conductas musicales, hacia el estudio de problemas particulares en la enseñanza y el
aprendizaje musical. Como lo ha descripto Clifford Geertz en su explicación del
conocimiento “local”, ha habido un movimiento en la manera de concebir la educación
musical, se pasó del sueño de encontrar de una vez y para siempre el modo en que
funciona la enseñanza, a una meta más modesta de tratar de resolver lo que está
sucediendo o sucedió en un contexto particular. Consecuentemente, ha habido un
creciente interés en cuestiones del desarrollo y en la necesidad de explorar un
problema particular en una variedad de contextos diferentes y desde una variedad de
perspectivas diferentes.
Este cambio en el foco de atención promovió dos refinamientos adicionales al
modelo empirista. En primer lugar llevó a los investigadores, tanto en el diseño de los
estudios de investigación como en la interpretación de los resultados, a distinguir
entre las percepciones de los alumnos y aquellas de los profesores, y a reconocer que
las soluciones a un problema particular en un contexto pueden no ser igualmente
deseables en otro. En segundo lugar, promovió la adaptación y el desarrollo de un
conjunto de metodologías de investigación y de herramientas estadísticas diseñadas
para desarrollar una comprensión de las características únicas de un contexto
particular. Varios diseños correlacionales y paquetes de análisis estadístico factorial
multidimensional, han permitido a los investigadores, por ejemplo, profundizar su
comprensión de los resultados de investigación identificando los factores y las
interrelaciones y variables que afectan a un resultado en particular
La introducción de técnicas etnográficas, tales como el estudio de casos, ha
permitido a los investigadores explorar el contexto de un problema particular o
situación a través de la interacción, directa con él. Desafortunadamente, sin embargo,
la información obtenida mediante estas herramientas no ha sido utilizada del mejor
modo, debido a que las metodologías han sido tratadas por caminos separados del
conocimiento en el sentido empírico, más que como un medio para generar hipótesis y
comprender sus aplicaciones potenciales en contextos particulares.
Como se ha ilustrado en la discusión previa, los fundamentos epistemológicos
actuales de la investigación en educación musical deben mucho a las escuelas de
pensamiento racionalista, empirista y pragmática. El racionalismo definió el contenido
inicial de la educación musical como una rama diferente del conocimiento y llevó al
desarrollo de una disciplina académica dedicada a profundizar y extender el concepto
de la música como materia de estudio. El modelo empirista identificó una necesidad de
validar y evaluar la verdad y la certeza de proposiciones pertenecientes a la música y a
los desempeños musicales como fenómenos objetivos y brindó líneas de acción y
procedimientos bajo la forma de herramientas de observación y medida para facilitar
este proceso. El pragmatismo ha proporcionado los principios y procedimientos para
interpretar y aplicar los resultados de la investigación obtenidos mediante el modelo
empirista, arrojando luz acerca de las características particulares del contexto en el
cual las proposiciones serán aplicadas como hipótesis para seleccionar cursos de
acción específicos. El empirismo y el pragmatismo han influido también, en el
contenido de la educación musical, en la medida que los procedimientos utilizados
para obtener resultados y formular proposiciones, focalizan la instrucción en el
conocimiento acerca de aspectos particulares de la música o del logro de habilidades y
capacidades específicas definidas mediante herramientas de observación y medida.
Con excepción de las doctrinas filosóficas subyacentes a las formulaciones
racionalistas de la música, sin embargo, las tres escuelas han hecho poco para formar
una comprensión de la música como una forma distinta de conocimiento o un modo de
conocimiento en sí misma.
Las estructuras tonales a las que llamamos “música”, mantienen una fuerte similitud lógica con
las formas del sentimiento humano –formas de crecimiento y decrecimiento, de fluir y detención,
de conflicto y resolución, velocidad, pausa, excitación tremenda, calma, o lapsos de sutil
activación y somnolencia- no quizás alegría y tristeza pero sí la angustia de una de ellas o de
ambas –la enormidad y brevedad y el paso eterno de todo lo que se siente vital. Este es el patrón
o la forma lógica del sentimiento, y el patrón de la música, es esa misma forma elaborada en puro
sonido y silencio medido.
El proceso de ejecución es antes que nada escuchar en el interior de uno mismo la música a
medida que esta se va configurando; de permitir a la música crecer; de seguir tanto a la
inspiración como a la concepción a donde quiera que estas quieran llegar. Una frase, un motivo,
un ritmo, incluso un acorde, pueden contener en la imaginación del compositor la energía que
produce movimiento. Esto llevará al compositor, a través de la fuerza de su propio momento y
tensión, hacia otras frases, otros motivos, otros acordes.
NOTA FINAL
Las cuestiones epistemológicas concernientes a qué constituye el conocimiento y
cómo los seres humanos conocen, son centrales para la formulación de una filosofía
de la investigación en el campo educativo, teniendo en cuenta que la investigación
busca informar acerca de la práctica educativa como una transmisión y acumulación
del conocimiento. Estas cuestiones afectan no sólo la definición del contenido
educativo como tema u objeto de estudio, sino también la definición de la
investigación como un camino sistemático al conocimiento. En la educación musical, la
discusión filosófica de las metas y los objetivos de investigación se ha basado
mayoritariamente, en las escuelas históricas de pensamiento a través del pensamiento
proposicional, definiendo el tipo de información acerca de la música y de la educación
musical que puede clasificarse como conocimiento, y los procedimientos a través de
los cuales tal conocimiento puede ser reunido sistemáticamente y validado. El
Racionalismo, por ejemplo, ha proporcionado un modelo de investigación para
explorar las formas musicales como abstracciones teóricas, con la verdad y la validez
de las proposiciones que detallan los constructos formales ideales establecidos a
través de las leyes de la lógica y las matemáticas. El Empirismo ha suministrado pautas
y procedimientos para evaluar la verdad y la certeza de las proposiciones
pertenecientes a la música y a los comportamientos musicales como fenómenos
objetivos. El Pragmatismo ha proporcionado principios y procedimientos para
desarrollar una comprensión de los contextos en los que las proposiciones se formulan
empíricamente, en un esfuerzo por facilitar la aplicación de los resultados de las
diferentes investigaciones como hipótesis, para determinar cómo la enseñanza y el
aprendizaje, pueden ser aprovechados al máximo en un determinado contexto.
Sin dejar de ver su valor y aporte, estos principios y procedimientos son limitados a
la hora de fundamentar y comprender de manera amplia la investigación musical, en
cuanto a que priorizan las maneras en las que el conocimiento y la educación musical
pueden sistematizarse, y le restan importancia a la comprensión de la música como
modo de entendimiento con un valor educativo distintivo. Como profesionales, hemos
puesto en cuestión la validez, la certeza, la enseñanza y el aprendizaje, antes que
comprender qué es lo que debe ser enseñado y aprendido. Esto se ha debido en gran
medida, al hecho de que las teorías epistemológicas hasta el comienzo del siglo XX se
centraron, en su mayor parte, en el concepto de conocimiento proposicional (“conocer
qué”) como una forma de conocimiento que no reconoce el sentido del significado
universalmente asociado a la música.
Los avances en la teoría epistemológica en el siglo XX se enfocaron en el
conocimiento como una construcción de la mente humana, los cuales han sido de gran
ayuda para producir un cambio de pensamiento dejando de lado las cuestiones de
verdad y certeza, y dándole mayor protagonismo a las cuestiones referidas a la
comprensión y la representación. La obra de teóricos del simbolismo, tales como Ernst
Cassirer y Susanne Langer ampliaron el concepto de conocimiento, incluyendo el
conocimiento no proposicional, como forma de obtener respuestas en aquellos
terrenos de la experiencia humana, desvinculados a los dominios científicos, tales
como el arte, el mito, y la religión. Las explicaciones de la música como símbolo, sin
embargo, han probado también tener un valor limitado como fundamentación
epistemológica para la investigación en educación musical, dado que ninguna
explicación singular de la música como símbolo, puede acomodarse a los muy
diferentes sentidos en los que la música se experimenta como expresiva, y el valor
que varias tradiciones musicales han agregado a la ejecución musical.
Las interpretaciones epistemológicas del constructivismo, y la distinción de Gilbert
Ryle entre el conocimiento proposicional y el procedimental ofrecen un punto de
partida alternativo. La descripción fenomenológica del proceso a través del cual los
humanos conocen como un acto personal e intencional, que tiene dimensiones
históricas y sociales, centra la atención en las maneras a través de las cuales se forma
la experiencia musical. La música como un modo de conocimiento no se define por
ningún estilo musical particular, tradición histórica, o tipo de experiencia musical, sino
por las múltiples maneras en las que los eventos musicales pueden formarse o
construirse en cualquier momento dado de la historia. El concepto de Ryle de
conocimiento procedimental, define una nueva orientación para la epistemología, en
la que el conocimiento no se restringe a las palabras y a otros símbolos, sino que se
manifiesta también en el hacer.
La concepción de la música como objeto de estudio que emerge de estos avances
tiene muchas implicancias relevantes para el desarrollo de una filosofía de la
investigación. Primero, la investigación en educación musical no puede restringirse a
una simple definición del valor expresivo potencial de la música, o a un solo estilo o
tipo de experiencia musical. La investigación necesita ser formulada en un marco
filosófico que refleje las muchas líneas de significado potencial en música cuando se
experimenta como objeto, y aquellas hechas posibles a través de la ejecución y la
composición. Esto requiere atención en la formulación de los problemas o cuestiones
de investigación, el desarrollo de metodologías, y la interpretación de resultados para
(1) la cuestión del estilo musical como una construcción histórica y social, (2) el capital
personal de conocimiento que traen los individuos a la experiencia musical, y (3) las
maneras en las cuales las dimensiones individuales, sociales e históricas de la
experiencia musical interactúan en los diferentes contextos y situaciones. El marco
debería reconocer las maneras en las que las experiencias musicales del auditor, del
ejecutante y del compositor están conectadas y los diferentes tipos de conocimiento
constructivo de sí mismo y de la cultura que cada uno permite. También debería
ajustar el cambio y el crecimiento, reconociendo que la investigación es en sí misma
un modo de conocimiento que ocurre en un contexto social e histórico más amplio, el
cual está en constante evolución.
Segundo, los avances recientes amplían el foco de atención de la investigación
desde la información acerca de la adquisición de las habilidades particulares y el
conocimiento acerca de la música, incluyendo aquellas cuestiones vinculadas al
significado de la música para el auditor, el ejecutante y el compositor. Finalmente, si la
investigación busca informar la práctica de la educación musical al identificar, verificar
y agregar el conocimiento para definir así el contenido educativo, y a la vez se propone
explorar cómo este conocimiento puede transmitirse más eficientemente en el
contexto educativo, las medidas para interpretar y evaluar el aprendizaje del
estudiante y la efectividad de las estrategias instruccionales, debe vincularse al
contenido con los procesos de la educación musical. En el caso de la audición musical,
no es suficiente saber cómo un individuo identifica el tiempo o el ritmo, como un
concepto musical abstracto. Si la música debe ser enseñada como un modo de
conocimiento, necesitamos desarrollar métodos de identificación y comprender los
diferentes significados, vinculados a los distintos tipos de relaciones musicales y no
musicales, dentro del contexto de una obra particular. Si estas diferencias son usadas
como forma de medir el crecimiento y el aprendizaje determinando la efectividad de
las diferentes estrategias instruccionales, existe una necesidad de comprender el rol
que juega en la estructura de la música como objeto, la experiencia auditiva, y los
tipos de conocimiento involucrados en la evaluación e identificación del aprendizaje.
Para el ejecutante y el compositor, necesitamos comprender qué constituye una
decisión musical, cómo se toman dichas decisiones, y qué criterios son usados para
juzgar lo artístico. Necesitamos comprender cómo el conocimiento acerca de la música
en si misma, la ejecución, la composición, y la cultura informa y afecta la toma de
decisiones en cuanto a lo musical en varios estadios de desarrollo, y cómo el potencial
de tal conocimiento puede maximizarse como una herramienta de aprendizaje. Para
hacer esto, debemos desarrollar una comprensión de cómo influyen las decisiones de
los intérpretes y los compositores en sus acciones, y cómo éstas pueden tomarse
como indicadores de crecimiento y aprendizaje.
Cuando nos dirigimos a estos temas, es esencial recordar que la enseñanza y el
aprendizaje musical también son modos distintivos de experiencia musical. Desde la
interpretación fenomenológica del Constructivismo, la enseñanza y el aprendizaje no
son experiencias independientes de la música. La enseñanza y el aprendizaje
musicales son diferentes modos de conocimiento de la música como auditor, como
ejecutante y como compositor. Los fundamentos epistemológicos de la investigación
en la educación musical deben explorar esos dos modos, no como enseñanza y
aprendizaje, sino como derivaciones de las experiencias más básicas de audición,
ejecución y composición en las que ellos se basan. Es aquí que las teorías
epistemológicas del lenguaje y otros medios simbólicos, y las teorías de comunicación
se vuelven importantes.
Como Vernon Howard ha ilustrado en su libro, Artistry (Lo artístico), el lenguaje y el
modelado son las herramientas de la instrucción musical, los vínculos entre el docente
y el alumno, con palabras, gestos, y sonidos que muestren cómo seguir, y los patrones
o criterios correctos de “interpretación”, en el amplio sentido de la palabra.
Como profesionales, necesitamos desarrollar una comprensión del potencial de esos
vínculos y las diferentes maneras en las que este potencial puede maximizarse para la
enseñanza y el aprendizaje musical en todas sus diferentes formas. Para finalizar,
intentaré modificar y adaptar una observación hecha por Maxine Greene, la tarea de la
filosofía de la investigación en educación musical, pareciera, en este momento,
despertar la profesión a un rango de significado potencial completo en la experiencia
musical, y alentar la reflexión sobre esa experiencia para que los insights y la auto-
comprensión se hagan posibles a través de las experiencias auditivas, interpretativas y
compositivas; y que sean estas las protagonistas de la situación de enseñanza y
aprendizaje musical.