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ISSN: 0121-5612
colombiainternacional@uniandes.edu.co
Universidad de Los Andes
Colombia
González, Fernán E.
¿Colapso parcial o presencia diferenciada del estado en Colombia?: una mirada desde la historia
Colombia Internacional, núm. 58, julio-diciembre, 2003, pp. 124-158
Universidad de Los Andes
Bogotá, D.C., Colombia
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Fernán González
E
n este trabajo examina- fuerza y la justicia; así como los inten-
ré las condiciones de tos fallidos o parcialmente neutraliza-
viabilidad o sostenibili- dos de recuperar la legitimidad de las
dad de la democracia en la América instituciones representativas, han sido a
Latina contemporánea, donde la crisis veces interpretados como signos de
coyuntural de varios países ha llevado a una total bancarrota de la democracia
preguntarse sobre la posibilidad de su en el país.
eventual colapso o fracaso. En el caso A esta mirada apocalíptica han
colombiano, los desafíos que grupos contribuido el fracaso de las negocia-
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ciones del anterior gobierno con la gue- con una notable estabilidad política y
rrilla de las FARC (Fuerzas Armadas macroeconómica, junto con la fortale-
Revolucionarias de Colombia), la pene- za de algunas instituciones. En ese
tración de recursos derivados de los marco, Colombia podría definirse
cultivos de uso ilícito en la sociedad, como una democracia electoral bastan-
economía y política; la enorme canti- te consolidada, que cuenta con una
dad de población desplazada por causa larga historia de elecciones y con un su-
del conflicto fragio cada vez
armado; la El problema de la viabilidad de la menos restrin-
grave crisis democracia y de su eventual co- gido a pesar de
humanitaria lapso o fracaso en Colombia las escasas mo-
evidenciada vilizaciones
puede afrontarse desde tres pun-
en violacio- ciudadanas, el
nes a los tos de vista: desde un modelo alto nivel de
Derechos ideal; desde una visión idealizada abstención, y
Humanos y del pasado armónico y desde un del corte clien-
al Derecho proceso paulatino y conflictivo de telista que ha
construcción del Estado. caracterizado
la adhesión a
los partidos
Internacional Humanitario; y la expan- políticos durantes el siglo XIX y buena
sión del conflicto armado a las nacio- parte del XX. Cabe agregar que, esta
nes fronterizas como Venezuela, caracterización excluye de antemano la
Ecuador y Panamá. Esta mirada deses- aplicación de esquemas tomados de las
timulante ha llegado incluso a plantear transiciones de las dictaduras antipopu-
la posible secesión del país entre un listas o antipopulares a regímenes más
norte controlado por los grupos para- democráticos en el Cono Sur.
militares de derecha (“Castaño-lan- Esta paradoja obliga a consi-
dia”), un sur en manos de las guerrillas derar que el problema de la viabilidad
de las FARC (FARC-landia) y un centro de la democracia y de su eventual co-
controlado por el Estado central lapso o fracaso en Colombia puede
(Pizarro y Bejarano, 2003). Esta mirada afrontarse desde tres puntos de vista: a.
apocalíptica de buena parte de la socie- Desde un modelo ideal y abstracto de
dad influyó no poco en la acogida de democracia, generalmente bastante ide-
las propuestas de recuperación de la au- alizado, tomado de la experiencia de los
toridad estatal y lucha contra la corrup- Estados nacionales consolidados de
ción del actual presidente, Álvaro Uribe Occidente que se pone a prueba en
Vélez. nuestros subdesarrollados sistemas y
Sin embargo, esta visión caóti- países; b. Desde una visión idealizada
ca de la realidad colombiana contrasta de un pasado donde reinaba la armonía
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y el orden, una mítica edad de oro donde cia acuñada por Daniel Pecaut (1987)
los valores cívicos y cristianos eran res- en el título de una de sus obras princi-
petados, la ley era observada y las insti- pales, o en la de “legitimidad y violen-
tuciones estatales tenían pleno control cia”de Marco Palacios (1995). Así
de la sociedad, desde la cual el presente como para otros autores, como
se ve como decadencia o caída, pérdida del Eduardo Posada-Carbó (2003) sería
monopolio estatal de la fuerza; . c. Desde un precisamente la resistencia de las insti-
proceso paulatino y conflictivo de tuciones colombianos lo que hay que
construcción de las instituciones del explicar, no su colapso.
Estado, que poco a poco va integrando Sin embargo, Leal es de la opi-
las diferentes regiones del territorio na- nión de que la estabilidad macroeconó-
cional y articulando sus respectivas po- mica e institucional no debería identifi-
blaciones al conjunto de la vida nacio- carse con el beneficio de los más ricos,
nal, que implica también la gradual como ha ocurrido hasta hoy: la pacifi-
construcción del monopolio estatal de cación del país no es posible sin mejo-
la coerción legítima. rar las condiciones de los más pobres.
Si se adopta las dos primeras En otro trabajo, este autor señala que
perspectivas, se hablará de “Estado fa- este contraste refleja la existencia de un
llido” o “colapsado”, pero si se adopta Estado políticamente débil, que ha
el tercer enfoque, hablaríamos de “un dado ventajas para el enriquecimiento
Estado en construcción”, con una ex- fácil y cuya estabilidad institucional no
plícita referencia a los procesos de po- ha logrado canalizar la convulsión so-
blamiento del territorio, de organiza- cial, estos factores han propiciado la
ción de las sociedades en las respectivas ausencia de medios efectivos de control
regiones y de articulación de territorios social y oposición política democrática
y poblaciones al Estado Nación colom- (Leal, 1996: 22).
biano. Prueba de la estabilidad políti-
ca al igual que de la continuidad civilis-
Orden y violencia: la paradoja co- ta es que las dictaduras militares han
lombiana sido excepcionales a lo largo de la his-
En ese sentido, algunos analis- toria de Colombia. Son sólo dos casos,
tas como Francisco Leal Buitrago ambas de corta duración: el gobierno
(1995) han venido señalando la parado- del general José María Melo, quien des-
ja existente entre la coexistencia de la pués de su golpe militar en 1854, no al-
estabilidad política y económica casi sin canzó a durar un año; y el del general
parangón en América Latina, con la Gustavo Rojas Pinilla, que no comple-
persistencia de una violencia política y tó los cuatro años. Conviene también
social también casi sin antecedentes en tener en cuenta que en los dos casos,
el subcontinente. Este contraste se ex- los golpes de Estado se enmarcaron
presa en la paradoja de orden y violen- dentro de las tensiones internas y divi-
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para los profundos problemas sociales líticos en los países centrales y en los
de Colombia, sobre todo la violencia periféricos. En los primeros, las clases
rural y urbana. bajas y sus organizaciones lograron in-
Así, es claro que en Colombia sertarse de modo más autónomo y
no se dan algunas de las condiciones menos vertical, ya que pudieron apro-
sociales donde surgen los movimientos vechar que la todavía restringida expan-
populistas de otros países hispanoame- sión del Estado permitía todavía la cre-
ricanos, ya que nunca experimentó ación de una sociedad civil fuerte. En
grandes booms exportadores que hicie- cambio, en las sociedades periféri-cas la
ran crecer los recursos fiscales del expansión del Estado y el paso de los
Estado que lo convirtieran en un “clubes de notables” a partidos políti-
Estado “rentista”, ni tampoco grandes cos de masas tuvo lugar en un contex-
migraciones de trabajadores europeos to donde las organizaciones sindicales y
que en otros países del continente fue- populares eran débiles y el Estado tenía
ron la base de movimientos sindicales suficiente fuerza para inhibir la forma-
de corte anarquista. En ese sentido, por ción de grupos autónomos de interés
una parte, la debilidad del Estado fue el (Mouzelis, 1994:466).
resultado de la pobreza fiscal, que no
permitió la aparición de una amplia bu- El clientelismo es una forma de de-
rocracia estatal ni consolidar un verda- sarrollo político que incorpora a las
dero “Estado del bienestar”; pero, por
clases medias y bajas en la arena
otra parte, tampoco se presentaron,
como el caso de otros países latinoame-
política alterando lo menos posible
ricanos una ampliación de las capas el discurso y el estilo organizativo
medias urbanas, ni grandes presiones del periodo oligárquico.
de las masas populares, que obligaran a
ampliar la ciudadanía ni a incrementar
el gasto público (Pecaut, 1987:227- Existen diferencias fundamen-
230). tales entre las dos formas de integra-
Por otra parte, autores como ción política: las redes verticales del
Nicos Mouzelis (1994) han mostrado, a clientelismo constituyen una buena so-
partir de la comparación entre los casos lución para los problemas creados por
de Grecia, Argentina y Brasil que las la ampliación de la participación políti-
formas de inclusión populista de las ca en países periféricos y semiperiféri-
masas populares no son esencialmente cos cuando ésta se produce de manera
diferentes de los mecanismos clientelis- gradual. En cambio, el populismo re-
tas presentes en la vida política colom- presenta otra manera, igualmente res-
biana. Este autor parte del contraste trictiva y vertical, de responder al au-
entre las maneras como son integradas mento de la participación política de las
las masas populares en los sistemas po- masas populares cuando la irrupción de
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dad, por individualista y moderna que Gutiérrez, junto con Antanas Mockus y
sea, está totalmente “atomizada”, ni es Álvaro Uribe Vélez.
el resultado mecánico de la suma de in-
dividuos aislados, sino que está siempre
basada en comunidades, asociaciones y Crisis de representación política y
redes previamente existentes, aunque cambios en la percepción del con-
ellas no estén sancionadas legalmente. flicto armado
Y, en segundo lugar, el necesario papel La anterior descripción de
de intermediación que juega la clase Fernando Escalante parece dibujar la
política tradicional entre la sociedad y manera como buena parte de la opi-
el Estado es indispensable para que nión pública percibía la situación de la
operen los mecanismos del Estado: “la crisis política y de la violencia cuando
representación, la administración y la se producía la ruptura de las conversa-
toma de decisiones” (Escalante, 1993). ciones de paz entre las FARC y el go-
bierno Pastrana. La coyuntura de en-
Por lo tanto, para el análisis del tonces se caracterizaba en primer lugar,
caso colombiano, es importante consi- por una profunda polarización y frag-
derar la manera como Escalante descri- mentación del país en torno al proceso
be los problemas que se presentan de paz, especialmente a la existencia de
cuando una clase política entra en deca- una zona desmilitarizada. Y en segundo
dencia y se muestra incapaz de mante- lugar, por una igualmente profunda cri-
ner el orden, administrar los conflictos sis de representación política de la so-
y “reducir la complejidad de la vida so- ciedad, que tiende a percibir como ile-
cial”. Entonces su incapacidad hace ver gítimos a los partidos tradicionales y a
más escandalosos los arreglos, los po- descalificar la actividad política tradi-
líticos resultan ser no solo inescrupulo- cional como esencialmente corrupta.
sos sino también inútiles y se produce El escepticismo creciente de la
una reiterada demanda social por la le- opinión pública frente a las posibilida-
galidad, la mayor presencia del Estado des del proceso de paz con las FARC se
y nuevas formas de representación po- conjugó con el rechazo moralista de las
lítica por fuera de los partidos, exterior prácticas tradicionales de la política
al sistema político. Los casos que utili- para producir los resultados electorales
za este autor para ejemplificar estas que vimos en los pasados comicios.
tendencias son el Perú de Fujimori y la Esta coyuntura desembocó en el triun-
Italia de Berlusconi, pero menciona fo electoral de Álvaro Uribe Vélez,
también a “otros liderazgos de tipo bo- cuya votación principal se concentró en
napartista de “hombres nuevos” llega- las zonas más integradas a la economía
dos para barrer la corrupción de una del país, especialmente en las grandes
clase política caduca”. Hoy tendría que ciudades, recogiendo el descontento de
nombrar a Hugo Chávez y Lucio varios sectores de la opinión pública
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2 Tanto el candidato conservador a la presidencia, Juan Camilo Restrepo, como el candidato liberal
al Congreso, Juan Martín Caicedo Ferrer, confesaron que varios jefes habían manifestado que ellos
eran personalmente seguidores suyos, pero que sus electores ya habían decidido apoyar a Uribe Vélez.
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formas sociales eran la condición pre- años cincuenta. Como índices de esta
via para la suspensión de hostilidades, situación, Eduardo Pizarro Leongómez
mientras que la opinión pública insistía y Ana María Bejarano (2003) toma las
en que mientras las FARC continuara altas tasas de homicidio, la ineficiencia
su accionar violento, no había nada que y corrupción de la policía, la consi-
negociar. guiente expansión de la seguridad pri-
Estos malentendidos de la po- vada, la expansión difusa de la actividad
blación y los abusos de la guerrilla han de guerrilleros y paramilitares, la ero-
llevado al apoyo casi unánime de la po- sión del sistema de justicia con altos ín-
blación a la propuesta del presidente dices de impunidad, el aumento de
Uribe de recuperación de la autoridad armas en manos civiles y la falta de pre-
del Estado y a las medidas tomadas en sencia de las instituciones estatales en
su gobierno en esa dirección, como el algunas regiones del país, como las de
mayor control de las principales vías te- colonización.
rrestres, el fortalecimiento de las Para Paul Oquist (1978:47),
Fuerzas Armadas, la mayor presencia uno de los clásicos analistas de la
del ejército y policía en el territorio, la Violencia de los años cincuenta, dicho
creación de las zonas de rehabilitación colapso se manifestaba en la “crisis e
en regiones conflictivas, etc. Incluso, el inoperancia de las instituciones estable-
aumento de acciones terroristas como cidas, la pérdida de legitimidad del
la bomba de El Nogal y los fracasos Estado, la apelación del mismo a prác-
militares como el que ocasionó la ticas terroristas (...), la ausencia física
muerte del gobernador de Antioquia, del Estado en grandes regiones del país
Guillermo Gaviria, y su asesor, el ex y las contradicciones dentro del apara-
ministro Echeverri, terminaron aumen- to armado del mismo”. El enfoque de
tando su popularidad al refrendar la ne- Oquist (1978) centra el problema en las
cesidad de una política de “mano relaciones entre aparatos del Estado y
dura” contra la guerrilla (Pecaut, sociedades regionales. En ese mismo
2003:91-92). estilo de relación, Daniel Pecaut (2001)
prefiere hablar de “precariedad del
¿ Colapso parcial o precariedad del Estado” en el contexto de su polémica
Estado? con algunos autores que explican la
La situación de escalamiento y violencia reciente como una respuesta a
expansión de la violencia y el descrédi- las limitaciones, implícitas o no, que el
to de los partidos políticos y del régimen bipartidista del Frente
Congreso han sido leídos por algunos Nacional imponía a la vida política co-
como una reedición de la categoría de lombiana. Sin negar esas obvias restric-
“colapso parcial del Estado”, acuñada ciones, este autor recordaba el carácter
por Paul Oquist (1978) para describir la de pacto pacificador y civilizador que
situación creada por la Violencia de los tuvo este régimen, subrayando sus re-
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¿ Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia?: una mirada desde la historia
nes modernas del Estado, de carácter soletos los marcos institucionales y las
impersonal y burocrático, a una conti- referencias culturales que el país poseía
nua negociación con las estructuras de para canalizar y dar sentido a los proce-
poder previamente existentes en locali- sos sociales: la urbanización y metropo-
dades y regiones. Esta situación presen- lización rápidas de la población, produ-
ta una doble cara: por un lado, reduce cidas por la migración aluvional de los
las exigencias modernizantes del campesinos hacia las ciudades, sobre-
Estado central pero, por otro, modera pasaron la capacidad del Estado para
también sus tendencias excesivamente proporcionar servicios públicos ade-
centralizantes y homogenizantes, que cuados a la población urbana creciente,
generalmente expresan la mentalidad mientras que la industria nacional se
de las élites tecnocráticas, poco cons- mostraba igualmente incapaz para ab-
cientes de las diversidades regionales y sorber esta mano de obra en aumento.
locales3. Por otra parte, este estilo de En ese sentido, además, los
modernización, centrado en lo econó- problemas sociales, tanto en las ciuda-
mico y lo burocrático, produjo un efec- des como en el campo, se configuraron
to no deseado: un debilitamiento y un como un caldo de cultivo favorable
relajamiento de las formas tradicionales para las acciones violentas: en ese sen-
de cohesión social y política, que suplí- tido, las limitaciones de la reforma
an la carencia de un Estado moderno, agraria oficial y la criminalización de la
pero sin lograr la creación de las for- protesta campesina acentuaron el di-
mas modernas de cohesión social y po- vorcio entre movimientos sociales y
lítica, que respondieran a la nueva situa- partidos políticos tradicionales. Al res-
ción. Todo lo cual acentuaba la frag- pecto Jonathan Hartlyn (1993:212) se-
mentación del poder y disminuía las ñala como características de la relación
posibilidades de articulación entre las del Frente Nacional con los movimien-
diferentes instancias del poder, lo tos sociales la no-creación de organiza-
mismo que entre las diferentes lógicas ciones populares que controlaran y ca-
del quehacer político. nalizaran la movilización social por
Los problemas resultantes de medio de mecanismos corporativistas y
esta situación se hicieron evidentes en su consiguiente preferencia por una
una mirada de mediano plazo, a partir política de desmovilización –“divide y
de los años sesenta, cuando, como se- reinarás”- de las organizaciones autó-
ñalan Daniel Pecaut (1990) y Jorge nomas de los sectores populares. Sólo
Orlando Melo (1990), los rápidos cam- se presentaron dos intentos de estable-
bios de la sociedad pronto hicieron ob- cer alguna vinculación institucional
3 En ese sentido, convendría recordar los hallazgos de Julián Pitt-Rivers, 1989, Un Pueblo de la Sierra:
Grazalema, Alianza editorial, Madrid, que muestra cómo la estructura local o caciquil de poder sirvió
para moderar las reformas centralizantes y autoritarias del régimen de Franco en España.
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tica reciente, hará cada vez más ilegíti- no pasan normalmente por alto los lí-
ma a la clase política a los ojos de la so- mites que la realidad política impone a
ciedad, lo que no hace sino aumentar la los teóricamente excesivos poderes que
crisis de representación política de la la legislación, sobre todo a partir de la
sociedad colombiana (Pecaut, reforma de 1968, le otorga nominal-
1987:126). mente al presidente.
Esta modernización selectiva Esta situación conduce, según
inducida por una mayor racionalización Archer y Shugart (2002:126), a que el
de la administración público produjo Congreso colombiano no sea una arena
profundos enfrentamientos entre los importante para la formulación de po-
sectores tecnocráticos y los políticos líticas nacionales o la representación de
tradicionales Por otra parte, los avances los correspondientes grupos de interés.
electorales de la ANAPO, que aprove- Esto también tiene que ver con el siste-
chaba el descontento popular desatado ma existente de partidos, que refleja in-
por el estilo tecnocrático, obligaron a tereses clientelistas e intercambio de fa-
los gobiernos del bipartidismo, espe- vores de patronazgo y no una repre-
cialmente los de Misael Pastrana sentación programática nacionalmente
Borrero y Julio César Turbay Ayala a orientada: la autonomía de los políticos
reactivar los manejos clientelistas en el frente al liderazgo de su partido en el
plano local y regional y a moderar un Congreso hace que el ejecutivo carezca
tanto el enfoque tecnocrático. Años del poder adecuado para limitar sus ac-
más tarde, el Nuevo Liberalismo de ciones particularistas (Archer y
Luis Carlos Galán Sarmiento retomaría Shugart, 2002:145-160).
el tema, produciendo una disidencia Sin embargo, Gary Hoskin
dentro del partido liberal, que frustraría (1990) ha sostenido en varias ocasiones
el intento reeleccionista de Alfonso que los partidos tradicionales no han
López Michelsen y llevaría al triunfo sido los únicos responsables de la crisis
de Belisario Betancur en 1980. política que aqueja al país, ya que seña-
Después de la presidencia de la que los partidos no han hecho sino
Lleras Restrepo, sostienen Archer y representar fielmente “una extensión
Shugart (2002), todos los presidentes, de una estructura oligárquica del poder
unos más que otros, han intentado en que prevalece en la sociedad”, sosteni-
vano revivir de alguna manera los in- da “por un sistema social altamente es-
tentos de reforma política, que fueron tratificado”, que ha logrado frustrar sis-
siempre obstruidos por el Congreso. temáticamente los desafíos de los gru-
Esta obstrucción llevó a los presidentes pos disidentes gracias a la política de
a tratar de implementar algunos de sus cooptación de sus élites y el status mar-
aspectos pasando por encima del legis- ginal de la mayoría de la población. Por
lativo. Estos autores subrayan que los eso, sería irreal que los partidos se apar-
análisis del presidencialismo colombia- taran significativamente de las prefe-
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rencias políticas de los grupos domi- sociales. Lo político terminó por iden-
nantes en la sociedad, aunque se desta- tificarse con las prácticas de la clase po-
can los cambios políticos que la urbani- lítica tradicional, cada vez más distante
zación produjo en detrimento del clien- de los intereses colectivos que dice re-
telismo, más característico de las áreas presentar.
rurales, lo mismo que la dinámica más Las transformaciones de corto
moderna de las elecciones presidencia- plazo
les (Hoskin, 1990:149-150), no obstan-
Esta situación se complica más
te, conviene precisar que esta pérdida
con la elección popular de alcaldes y
de funcionalidad del clientelismo y de
gobernadores, que desarticula el siste-
la clase política tradicional no significa
ma tradicional de las “maquinarias” po-
su desaparición de la escena política, ya
líticas por medio de las cuales los parti-
que su importancia como intermedia-
dos tradicionales mediaban entre las lo-
ria entre las regiones y la nación sigue
calidades, las regiones y el Estado cen-
siendo grande.
tral. Esto profundiza aún más la crisis
Finalmente, cace anotar que el
de legitimidad de la clase política profe-
resultado de todas estas transformacio-
sional, cuya actividad es cada vez más
nes en el conjunto de la opinión públi-
vista como carente de sentido, porque
ca del país fue la crisis de representa-
estos cambios no han sido compensa-
ción política que termina afectando
dos con reformas políticas que neutra-
profundamente la legitimidad de las
licen la tendencia a la fragmentación a
instituciones estatales y de las formas
las fuerzas políticas y que obliguen a los
de mediación política de la sociedad
partidos a democratizar su función
(Leal, 1988). La dificultad de los parti-
mediadora entre regiones, localidades y
dos tradicionales para modernizarse y
Estado central. La inexistencia de estas
la no-aparición de nuevas organizacio-
reformas termina por fortalecer el sis-
nes políticas más modernas y acordes al
tema clientelista y anarquizar aún más
momento histórico del país fue produ-
la actividad política, como se hace evi-
ciendo una creciente separación entre
dente en la proliferación de listas para
política y sociedad, que dificulta toda-
las elecciones para el Congreso, los
vía más la solución de los países que el
concejos municipales y las asambleas
país afronta. Incluso, el señalamiento
departamentales.
continuo de los vicios y prácticas co-
La conciencia de la crisis de le-
rruptas de la vida política, bastante jus-
gitimidad del régimen e instituciones
tificadas por la realidad del país, tuvie-
políticas condujo a la reforma constitu-
ron como consecuencia indeseada el
cional de 1991, que reconoció la plura-
descrédito generalizado de lo político
lidad del país en lo étnico, religioso, cul-
como instrumento colectivo de cons-
tural y regional, procuró una relación
trucción del orden social y como expre-
más equilibrada entre las ramas del
sión articuladora de los diversos intere-
poder y trató de corregir los vicios que
ses e identidades de personas y grupos
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país desde los comienzos de nuestra apoyo de los grupos populares y clases
vida republicana hasta el fin de la pri- medias.
mera mitad del siglo XX.. Los partidos
tradicionales como subculturas y fede- No obstante, la erosión de la
raciones laxas de redes locales y regio- mediación partidista de la sociedad no
nales de poder habían sido los vehícu- significa la total desaparición de los
los de expresión y canalización de las partidos, que conservan todavía bas-
tensiones y contradicciones de la socie- tante capacidad de movilización y una
dad colombiana durante el siglo XIX y gran capacidad de adaptación a los
primera mitad del XX. cambios institucionales. Por otra parte,
el carácter pluriclasista de los partidos
Paradójicamente, los intentos en particular del Liberal resulta a veces
de modernización de los aparatos esta- problemático: sus matices reformistas
tales para adecuarse a los rápidos cam- lo separan de los grupos sociales esta-
bios de la sociedad terminar contribu- blecidos que también hacen parte de él,
yendo a la crisis de legitimidad de los mientras que la resistencia de éstos al
partidos, ya que su carácter selectivo cambio lo hacen inadecuado para tra-
produce tensiones y escisiones entre mitar las demandas populares. Estas
los sectores políticos de estilo tecnocrá- contradicciones internas permiten que
tico y los de corte tradicional tanto en Francisco Gutiérrez (2001:72-74) des-
esos aparatos como dentro de los par- criba su situación como “democratiza-
tidos tradicionales. Estas tensiones y ción anómala o fallida” para concluir
escisiones terminan por conducir a la que en Colombia no se debe hablar de
desarticulación de los poderes locales y “catástrofe” sino de descomposición,
regionales, existentes de hecho o de de- debido a la tradición histórica de los
recho, con relación a los aparatos del partidos y de las identidades de la po-
Estado central y la organización de los blación colombiana con ellos, junto
partidos en el ámbito nacional. Y esta con una enorme flexibilidad para adap-
pérdida de la capacidad articuladora de tarse a los cambios institucionales. Por
los partidos significa la desorganización el lado del partido conservador, como
de los mecanismos que permitían que muestra Mónica Pachón (2001), la si-
la presencia diferenciada del Estado no tuación parece más grave: su dirección
condujera a la ruptura interna entre las es débil tiene serias divisiones internas
diferentes lógicas de funcionamiento y poca proyección nacional, y ha sido
que ella implicaba. La paradoja del re- más golpeado por la urbanización del
formismo lleva a un callejón sin salida: país. Sin embargo, cuenta aún con
las reformas modernizantes son consi- algún capital electoral, especialmente
deradas excesivas por los políticos tra- en algunas regiones, lo que le permite
dicionales y poderes locales regionales, una importante figuración en el gobier-
pero demasiado tímidas para conseguir no y el Congreso. Y el caso de las ter-
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ceras fuerzas tampoco escapa a las ten- mar que esa combinación de adscrip-
dencias hacia la fragmentación y desor- ciones nacionales y formación de gru-
ganización interna, como muestra pos regionales y locales fue funcional
Ricardo Peñaranda (2001) para el caso para la articulación de las redes locales
de los grupos indígenas. y regionales de poder al conjunto de la
Esta situación hace que Scott vida política nacional durante el siglo
Mainwaring considere que el sistema XIX y la primera mitad del XX. Esa ar-
colombiano de partidos es uno de los ticulación ha permitido una presencia
más singulares del mundo debido a su diferenciada del Estado que responda a
tendencia a la personalización y atomi- los diferentes momentos y situaciones
zación, expresada en una gran erosión locales a la vez que supere las tenden-
organizativa, una falta de control de las cias centrífugas de esos grupos
organizaciones sobre las listas de candi- Igualmente, es claro que el
datos, la feroz competencia intraparti- éxito de Uribe Vélez se enmarca en una
dista y la consiguiente proliferación de seria crisis de los partidos tradicionales
listas, cuyo resultado afecta el funciona- y en un rechazo mayoritario de la po-
miento del Congreso y la calidad de la blación a sus prácticas corruptas. Esta
representación. Pero, a pesar de esta crisis no es necesariamente perjudicial
erosión de las organizaciones partidis- pues supone una independencia frente
tas, los partidos tradicionales mantie- a los votos “amarrados” a las lealtades
nen su predominio electoral, conservan partidistas, la correspondiente consoli-
un alto nivel de lealtades (aunque dación del voto de opinión y la mayor
menor que antes) y experimentan poca correspondencia entre la vida política y
la vida de la nación, independientemen-
te de las maquinarias de los partidos, en
La experiencia histórica de Colombia
la actual coyuntura electoral. Todo esto
permitiría afirmar que esa combina- representa un avance en materia de cul-
ción de adscripciones nacionales y tura política moderna y una oportuni-
formación de grupos regionales fue dad para la superación de la crisis de re-
funcional para la articulación de las presentación política que aqueja al país.
redes locales y regionales de poder al Pero es preocupante que este voto de
conjunto de la vida política nacional. opinión pueda ser resultado de un hábil
manejo de los medios de comunicación
para montarse en el creciente descon-
volatilidad electoral (cambio de prefe- tento de la opinión pública en torno a
rencias de una elección a otra), en com- la actividad política tradicional y el re-
paración con otros países como chazo a la zona de despeje. También es
Ecuador, Venezuela, Perú o Rusia. preocupante el hecho de que muchos
En ese sentido, la experiencia de los candidatos en auge, de derecha o
histórica de Colombia permitiría afir- izquierda, apelen al rechazo de “la
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¿ Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia?: una mirada desde la historia
lidad de acceso directo a los aparatos las élites y los técnicos, y el mundo de
de ese Estado selectivamente moder- la “pequeña política” de gamonales y
nizado, junto con poderes políticos de caciques: los primeros tratan, “a veces
orden tradicional que se resisten a la de manera infructuosa”, de ordenar la
modernización. En ese sentido, la ex- política estatal “desde arriba”, mientras
pansión actual del clientelismo respon- los segundos “tramitan dispersa y des-
de al divorcio entre el manejo de la po- ordenadamente las demandas de sus
lítica económica del Estado, cada vez clientelas”. Este contraste mostraría
más en manos de una élite tecnocrática precisamente que el Estado funciona
y burocratizada, bastante al margen de de manera diferenciada según las dife-
las adscripciones bipartidistas, y la polí- rentes circunstancias.
tica bipartidista que copaba la política Por otra parte, la erradicación
institucionalizada y dominaba la repre- de las corruptelas introducidas por el
sentación política en el Congreso. Y, clientelismo debería comenzar por me-
desde el punto de vista de la sociedad, jorar la eficiencia y cobertura de los
el clientelismo puede leerse como un aparatos del Estado moderno combi-
sistema primitivo y deformado de segu- nando la racionalidad tecnocrática con
ridad social, que se alimenta de las ne- una mayor sensibilidad frente a las dife-
cesidades de sectores populares y me- rencias culturales, sociales y económi-
dios de acceder a los servicios del cas de las diversas regiones y localida-
Estado y de la necesidad de legitima- des. Lo mismo que por la mejor institu-
ción electoral de la clase política tradi- cionalización de las relaciones de inter-
cional. mediación entre localidades, regiones y
Esta nueva mirada supone re- Nación, gobernadores de departamen-
cuperar “la función de inclusión políti- tos y los congresistas respectivos, para
ca”, aunque trunca, del clientelismo, superar el esquema de microempresas
que algunos autores como María electorales que los hacen elegir en el
Emma Wills (2001) le reconocen para Congreso sin contacto con las regiones
buscar su transformación positiva, en a las que supuestamente representan.
sentido democrático. Para ella, el clien- Esto supondría una mejor instituciona-
telismo se re- lización de las
produce dentro relaciones
de un “sistema El clientelismo se reproduce entre los po-
político agrieta- dentro de un "sistema político deres ejecuti-
do”, donde se agrietado", donde se presenta el vo, legislativo
presenta el contraste entre el mundo de la y judicial, la
contraste entre Gran Política, en manos de las mejor imple-
el mundo de la elites y los técnicos, y el mundo mentación y
Gran Política, de la "pequeña política" de ga- el mejor des-
en manos de monales y caciques. arrollo de la
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