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Colombia Internacional

ISSN: 0121-5612
colombiainternacional@uniandes.edu.co
Universidad de Los Andes
Colombia

González, Fernán E.
¿Colapso parcial o presencia diferenciada del estado en Colombia?: una mirada desde la historia
Colombia Internacional, núm. 58, julio-diciembre, 2003, pp. 124-158
Universidad de Los Andes
Bogotá, D.C., Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=81205806

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¿ Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia?: una mirada desde la historia

¿COLAPSO PARCIAL O PRESENCIA


DIFERENCIADA DEL ESTADO EN
COLOMBIA?: UNA MIRADA DESDE
LA HISTORIA
Fernán E. González1

recibido 09/16/003, aprobado 10/06/003

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Fernán González

El texto argumenta que la viabilidad de la democracia puede abordarse a


partir de tres enfoques. A partir de los dos primeros, el modelo ideal oc-
cidental de la democracia y la idealización del pasado como período de ar-
monía y orden, un Estado como el colombiano se consideraría como fa-
llido. Al contrario, el tercer modelo, referido a un proceso paulatino de
construcción del Estado, apuntaría a la reformulación diaria del Estado en
Colombia. A través de un recorrido histórico por el proceso de democra-
tización en Colombia, el autor se propone refutar la tesis del colapso del
Estado colombiano.

Palabras Claves: debilidad estatal, Estado en construcción, violencia,


clientelismo, populismo, modernización parcial, narcotráfico

The text argues that the problem of democratic viability can be a-


pproached through three perspectives. The first two, the Western ideal
model of democracy and the idealization of the past as a period of har-
mony and order, lead to interpretations of the Colombian state as failed
or collapsed. On the contrary, the third perspective, which refers to a
gradual process of state-building, suggests that the Colombian state is re-
formulated on a daily basis. The author examines the democratization
process in Colombia in order to refute the failed state thesis.

Keywords: state weakness, state-building, violence, clientelism, populism,


partial modernization, drug trafficking

Introducción armados de diferente signo ideológico


plantean al monopolio estatal de la

E
n este trabajo examina- fuerza y la justicia; así como los inten-
ré las condiciones de tos fallidos o parcialmente neutraliza-
viabilidad o sostenibili- dos de recuperar la legitimidad de las
dad de la democracia en la América instituciones representativas, han sido a
Latina contemporánea, donde la crisis veces interpretados como signos de
coyuntural de varios países ha llevado a una total bancarrota de la democracia
preguntarse sobre la posibilidad de su en el país.
eventual colapso o fracaso. En el caso A esta mirada apocalíptica han
colombiano, los desafíos que grupos contribuido el fracaso de las negocia-

1 Historiador y científico político. Investigados del CINEP.

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ciones del anterior gobierno con la gue- con una notable estabilidad política y
rrilla de las FARC (Fuerzas Armadas macroeconómica, junto con la fortale-
Revolucionarias de Colombia), la pene- za de algunas instituciones. En ese
tración de recursos derivados de los marco, Colombia podría definirse
cultivos de uso ilícito en la sociedad, como una democracia electoral bastan-
economía y política; la enorme canti- te consolidada, que cuenta con una
dad de población desplazada por causa larga historia de elecciones y con un su-
del conflicto fragio cada vez
armado; la El problema de la viabilidad de la menos restrin-
grave crisis democracia y de su eventual co- gido a pesar de
humanitaria lapso o fracaso en Colombia las escasas mo-
evidenciada vilizaciones
puede afrontarse desde tres pun-
en violacio- ciudadanas, el
nes a los tos de vista: desde un modelo alto nivel de
Derechos ideal; desde una visión idealizada abstención, y
Humanos y del pasado armónico y desde un del corte clien-
al Derecho proceso paulatino y conflictivo de telista que ha
construcción del Estado. caracterizado
la adhesión a
los partidos
Internacional Humanitario; y la expan- políticos durantes el siglo XIX y buena
sión del conflicto armado a las nacio- parte del XX. Cabe agregar que, esta
nes fronterizas como Venezuela, caracterización excluye de antemano la
Ecuador y Panamá. Esta mirada deses- aplicación de esquemas tomados de las
timulante ha llegado incluso a plantear transiciones de las dictaduras antipopu-
la posible secesión del país entre un listas o antipopulares a regímenes más
norte controlado por los grupos para- democráticos en el Cono Sur.
militares de derecha (“Castaño-lan- Esta paradoja obliga a consi-
dia”), un sur en manos de las guerrillas derar que el problema de la viabilidad
de las FARC (FARC-landia) y un centro de la democracia y de su eventual co-
controlado por el Estado central lapso o fracaso en Colombia puede
(Pizarro y Bejarano, 2003). Esta mirada afrontarse desde tres puntos de vista: a.
apocalíptica de buena parte de la socie- Desde un modelo ideal y abstracto de
dad influyó no poco en la acogida de democracia, generalmente bastante ide-
las propuestas de recuperación de la au- alizado, tomado de la experiencia de los
toridad estatal y lucha contra la corrup- Estados nacionales consolidados de
ción del actual presidente, Álvaro Uribe Occidente que se pone a prueba en
Vélez. nuestros subdesarrollados sistemas y
Sin embargo, esta visión caóti- países; b. Desde una visión idealizada
ca de la realidad colombiana contrasta de un pasado donde reinaba la armonía

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y el orden, una mítica edad de oro donde cia acuñada por Daniel Pecaut (1987)
los valores cívicos y cristianos eran res- en el título de una de sus obras princi-
petados, la ley era observada y las insti- pales, o en la de “legitimidad y violen-
tuciones estatales tenían pleno control cia”de Marco Palacios (1995). Así
de la sociedad, desde la cual el presente como para otros autores, como
se ve como decadencia o caída, pérdida del Eduardo Posada-Carbó (2003) sería
monopolio estatal de la fuerza; . c. Desde un precisamente la resistencia de las insti-
proceso paulatino y conflictivo de tuciones colombianos lo que hay que
construcción de las instituciones del explicar, no su colapso.
Estado, que poco a poco va integrando Sin embargo, Leal es de la opi-
las diferentes regiones del territorio na- nión de que la estabilidad macroeconó-
cional y articulando sus respectivas po- mica e institucional no debería identifi-
blaciones al conjunto de la vida nacio- carse con el beneficio de los más ricos,
nal, que implica también la gradual como ha ocurrido hasta hoy: la pacifi-
construcción del monopolio estatal de cación del país no es posible sin mejo-
la coerción legítima. rar las condiciones de los más pobres.
Si se adopta las dos primeras En otro trabajo, este autor señala que
perspectivas, se hablará de “Estado fa- este contraste refleja la existencia de un
llido” o “colapsado”, pero si se adopta Estado políticamente débil, que ha
el tercer enfoque, hablaríamos de “un dado ventajas para el enriquecimiento
Estado en construcción”, con una ex- fácil y cuya estabilidad institucional no
plícita referencia a los procesos de po- ha logrado canalizar la convulsión so-
blamiento del territorio, de organiza- cial, estos factores han propiciado la
ción de las sociedades en las respectivas ausencia de medios efectivos de control
regiones y de articulación de territorios social y oposición política democrática
y poblaciones al Estado Nación colom- (Leal, 1996: 22).
biano. Prueba de la estabilidad políti-
ca al igual que de la continuidad civilis-
Orden y violencia: la paradoja co- ta es que las dictaduras militares han
lombiana sido excepcionales a lo largo de la his-
En ese sentido, algunos analis- toria de Colombia. Son sólo dos casos,
tas como Francisco Leal Buitrago ambas de corta duración: el gobierno
(1995) han venido señalando la parado- del general José María Melo, quien des-
ja existente entre la coexistencia de la pués de su golpe militar en 1854, no al-
estabilidad política y económica casi sin canzó a durar un año; y el del general
parangón en América Latina, con la Gustavo Rojas Pinilla, que no comple-
persistencia de una violencia política y tó los cuatro años. Conviene también
social también casi sin antecedentes en tener en cuenta que en los dos casos,
el subcontinente. Este contraste se ex- los golpes de Estado se enmarcaron
presa en la paradoja de orden y violen- dentro de las tensiones internas y divi-

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siones de los partidos tradicionales y ca o la amenaza de reformas radicales,


fueron finalmente neutralizados por la sino por el funcionamiento del sistema
coalición de los dirigentes históricos de político bipartidista, con su mezcla de
esos partidos, que impusieron un go- política tradicional y moderna y su legi-
bierno de coalición entre ellos. timación electoral de corte clientelista.
Esta permanencia del control
bipartidista de la vida política durante
siglo y medio y la consiguiente ausencia Populismo ausente e inclusión
de gobiernos populistas no descarta el clientelista
surgimiento de algunos movimientos Para algunos autores como
de ese corte en dos momentos históri- Marco Palacios es precisamente la au-
cos diferentes, con algunas relaciones sencia o el fracaso de amplios movi-
con el bipartidismo, como el gaitanis- mientos populistas la causa de la vio-
mo en los años cuarenta (Pecaut, lencia crónica al lado de la estabilidad
1994:505-510) y el anapismo en el institucional y la explicación de la per-
Frente Nacional, que nunca lograron sistencia de poderes tradicionales con
acceder al poder. Y tampoco descarta la capacidad de bloquear sistemáticamen-
capacidad de integración e inclusión te los intentos reformistas y moderni-
que mantienen los partidos tradiciona- zantes. En cambio, en otros países de
les por medio de sus diferentes faccio- América Latina, el surgimiento y el
nes y disidencias, como es el caso del auge de movimientos populistas de en-
MRL (Movimiento Revolucionario vergadura obligaron a la ampliación de
Liberal), que recogía a los liberales re- la ciudadanía y a ciertas transformacio-
nuentes a aceptar el sistema de gobier- nes del Estado (Palacios, 2001).
no compartido del Frente Nacional, y En cambio, otros como Daniel
la ANAPO (Alianza Nacional Popular), Pecaut (2000), opinan que la inexisten-
del general Rojas Pinilla, que en sus ini- cia del populismo se debe precisamen-
cios recogía los conservadores opues- te a la precariedad del Estado, al mode-
tos a la alianza con el enemigo liberal y lo privatizado de economía y la inser-
a los sectores modernizantes del con- ción clientelista de la población en la
servatismo (Ayala, 1996). división creada por la subcultura bipar-
Por esta capacidad de integra- tidista, que impidió la consolidación de
ción y cooptación, el fracaso de estos una identidad nacional. En una línea si-
movimientos populistas para acceder al milar a Pecaut, pero más referida a las
bloqueo no se produce en Colombia relaciones entre ejecutivo y legislativo,
como en otros países latinoamericanos, Ronald Archer y Matthew Sobert
por la intervención de unas fuerzas ar- Shugart (2002) han señalado que la in-
madas, apoyadas por unos gremios em- capacidad del sistema político colom-
presariales alarmados ante el ascenso biano para generar mayorías estables
de las masas populares en la vida políti- hizo difícil la búsqueda de soluciones

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para los profundos problemas sociales líticos en los países centrales y en los
de Colombia, sobre todo la violencia periféricos. En los primeros, las clases
rural y urbana. bajas y sus organizaciones lograron in-
Así, es claro que en Colombia sertarse de modo más autónomo y
no se dan algunas de las condiciones menos vertical, ya que pudieron apro-
sociales donde surgen los movimientos vechar que la todavía restringida expan-
populistas de otros países hispanoame- sión del Estado permitía todavía la cre-
ricanos, ya que nunca experimentó ación de una sociedad civil fuerte. En
grandes booms exportadores que hicie- cambio, en las sociedades periféri-cas la
ran crecer los recursos fiscales del expansión del Estado y el paso de los
Estado que lo convirtieran en un “clubes de notables” a partidos políti-
Estado “rentista”, ni tampoco grandes cos de masas tuvo lugar en un contex-
migraciones de trabajadores europeos to donde las organizaciones sindicales y
que en otros países del continente fue- populares eran débiles y el Estado tenía
ron la base de movimientos sindicales suficiente fuerza para inhibir la forma-
de corte anarquista. En ese sentido, por ción de grupos autónomos de interés
una parte, la debilidad del Estado fue el (Mouzelis, 1994:466).
resultado de la pobreza fiscal, que no
permitió la aparición de una amplia bu- El clientelismo es una forma de de-
rocracia estatal ni consolidar un verda- sarrollo político que incorpora a las
dero “Estado del bienestar”; pero, por
clases medias y bajas en la arena
otra parte, tampoco se presentaron,
como el caso de otros países latinoame-
política alterando lo menos posible
ricanos una ampliación de las capas el discurso y el estilo organizativo
medias urbanas, ni grandes presiones del periodo oligárquico.
de las masas populares, que obligaran a
ampliar la ciudadanía ni a incrementar
el gasto público (Pecaut, 1987:227- Existen diferencias fundamen-
230). tales entre las dos formas de integra-
Por otra parte, autores como ción política: las redes verticales del
Nicos Mouzelis (1994) han mostrado, a clientelismo constituyen una buena so-
partir de la comparación entre los casos lución para los problemas creados por
de Grecia, Argentina y Brasil que las la ampliación de la participación políti-
formas de inclusión populista de las ca en países periféricos y semiperiféri-
masas populares no son esencialmente cos cuando ésta se produce de manera
diferentes de los mecanismos clientelis- gradual. En cambio, el populismo re-
tas presentes en la vida política colom- presenta otra manera, igualmente res-
biana. Este autor parte del contraste trictiva y vertical, de responder al au-
entre las maneras como son integradas mento de la participación política de las
las masas populares en los sistemas po- masas populares cuando la irrupción de

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ellas en la política es tan abrupta que rico y antropológico. En ese sentido,


sobrepasa la capacidad de las redes puede ser útil recordar las reflexiones
clientelistas para encauzarlas. que Francisco-Xavier Guerra (1982) y
En ese sentido, los partidos Fernando Escalante (1993) que han ela-
clientelistas de los regímenes postoli- borado sobre los efectos que produce
gárquicos pueden ser vistos comuna la superposición de formas e institucio-
cierta forma de centralización y mo- nes políticas, tomadas de la experiencia
dernización que muestra mayor conti- de países donde se ha consolidado el
nuidad con la política tradicional en dominio directo del Estado sobre la
comparación con los modos de inclu- población, sobre Hispanoamérica y es-
sión populista, que implican una mayor pecialmente sobre México, que es el
ruptura con el liderazgo tradicional: el ámbito de sus análisis. En ese sentido,
clientelismo es una forma de desarrollo Guerra sostiene la necesidad política del ga-
político que incorpora a las clases me- monalismo o cacicazgo electoral como interme-
dias y bajas en la arena política alteran- diario preciso entre sociedad tradicional y
do lo menos posible el discurso y el es- Estado moderno (Guerra, 1982). Al res-
tilo organizativo del periodo oligárqui- pecto, Escalante critica los enfoques
co. En la estructura clientelista buro- que suponen una radical incompatibili-
crática no hay una ruptura radical con dad entre formas clientelistas y formas
el sistema de notablato oligárquico, ciudadanas de actividad política y pre-
pues los nuevos jefes quiebran el domi- dicen una ineluctable evolución lineal
nio oligárquico pero transformando las entre las primeras y las segundas. Según
redes existentes de patronazgo en su este autor, estas concepciones se basan
propio beneficio, mientras que los jefes en la consideración simplista de que el
surgidos en la movilización populista poder del Estado viene aumentando
consolidan su nuevo poder con un esti- siempre a costa del poder de todas las
lo diferente de liderazgo, que deja de demás instituciones sociales: esta con-
lado los grupos de intermediarios y cepción hace percibir la permanencia
crea una organización administrativa de del clientelismo como una malforma-
relación más directa entre gobernantes ción congénita y una desviación del
y gobernados. Sin embargo, algunos proceso histórico de las tendencias
autores plantean que no hay una ruptu- hacia la individualización y estataliza-
ra tan total entre el clientelismo y el po- ción de la política, que “simula, jurídi-
pulismo, sino que puede haber una camente, un espacio social homogéneo,
combinación entre ambos (Arg üeyo, hecho de individuos”.
2001:227-231). En su crítica, Escalante señala
Esta cierta relación de conti- que estos procesos no agotan el campo
nuidad entre clientelismo, populismo y de la política por dos hechos: en primer
ciudadanía es corroborada de alguna lugar, lo social sólo existe en formas de
manera por estudios de carácter histó- conexión colectiva, pues ninguna socie-

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dad, por individualista y moderna que Gutiérrez, junto con Antanas Mockus y
sea, está totalmente “atomizada”, ni es Álvaro Uribe Vélez.
el resultado mecánico de la suma de in-
dividuos aislados, sino que está siempre
basada en comunidades, asociaciones y Crisis de representación política y
redes previamente existentes, aunque cambios en la percepción del con-
ellas no estén sancionadas legalmente. flicto armado
Y, en segundo lugar, el necesario papel La anterior descripción de
de intermediación que juega la clase Fernando Escalante parece dibujar la
política tradicional entre la sociedad y manera como buena parte de la opi-
el Estado es indispensable para que nión pública percibía la situación de la
operen los mecanismos del Estado: “la crisis política y de la violencia cuando
representación, la administración y la se producía la ruptura de las conversa-
toma de decisiones” (Escalante, 1993). ciones de paz entre las FARC y el go-
bierno Pastrana. La coyuntura de en-
Por lo tanto, para el análisis del tonces se caracterizaba en primer lugar,
caso colombiano, es importante consi- por una profunda polarización y frag-
derar la manera como Escalante descri- mentación del país en torno al proceso
be los problemas que se presentan de paz, especialmente a la existencia de
cuando una clase política entra en deca- una zona desmilitarizada. Y en segundo
dencia y se muestra incapaz de mante- lugar, por una igualmente profunda cri-
ner el orden, administrar los conflictos sis de representación política de la so-
y “reducir la complejidad de la vida so- ciedad, que tiende a percibir como ile-
cial”. Entonces su incapacidad hace ver gítimos a los partidos tradicionales y a
más escandalosos los arreglos, los po- descalificar la actividad política tradi-
líticos resultan ser no solo inescrupulo- cional como esencialmente corrupta.
sos sino también inútiles y se produce El escepticismo creciente de la
una reiterada demanda social por la le- opinión pública frente a las posibilida-
galidad, la mayor presencia del Estado des del proceso de paz con las FARC se
y nuevas formas de representación po- conjugó con el rechazo moralista de las
lítica por fuera de los partidos, exterior prácticas tradicionales de la política
al sistema político. Los casos que utili- para producir los resultados electorales
za este autor para ejemplificar estas que vimos en los pasados comicios.
tendencias son el Perú de Fujimori y la Esta coyuntura desembocó en el triun-
Italia de Berlusconi, pero menciona fo electoral de Álvaro Uribe Vélez,
también a “otros liderazgos de tipo bo- cuya votación principal se concentró en
napartista de “hombres nuevos” llega- las zonas más integradas a la economía
dos para barrer la corrupción de una del país, especialmente en las grandes
clase política caduca”. Hoy tendría que ciudades, recogiendo el descontento de
nombrar a Hugo Chávez y Lucio varios sectores de la opinión pública

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frente a la manera como se había veni- pante el alarmante grado de impopula-


do negociando con la guerrilla, lo ridad del Congreso, cuyo papel aparece
mismo que su desconfianza frente a como carente de importancia para la
candidatos asociados con el estilo tradi- mayoría de la población colombiana.
cional de actividad política (Pecaut, En una encuesta de entonces, el 49%
2003). opinaba que el actual Congreso le apor-
Esta polarización en torno al ta poco al país mientras que el 28%
conflicto significó un cambio impor- cree que no le aporta nada, y solo el 9%
tante en las costumbres políticas del sostiene que le aporta mucho (Semana,
país, ya que el apoyo mayoritario a Ál- marzo 2002). Bajo el gobierno de
varo Uribe Vélez y a los parlamentarios Uribe, parecía mejorar un tanto la ten-
que habrían expresado su apoyo por la dencia: según la encuesta Invamer
“línea dura” que él impulsaba rompió Gallup (El Tiempo, 2003ª), del 23 de
las lealtades tradicionales a los partidos julio, el Congreso obtenía un 39% a
y a sus jefes locales y regionales, que se favor y un 44%. Pero, para la encuesta
vieron obligados a sumarse a Uribe, in- realizada por Napoleón Franco (El
cluso en contra de sus preferencias per- Tiempo, 2003b), pocos días después, la
sonales y lealtades previas a otros can- tendencia se mantenía: la aprobación
didatos. En ese sentido, la novedad de del Congreso era sólo del 21% pero la
las elecciones del año pasado fue la su- desaprobación también descendía al
peración de la tendencia histórica de la 44%; el partido liberal recibía un 34%
mayoría de la población colombiana a de aprobación contra un 39% de des-
alinearse con sus jefes tradicionales, re- aprobación, mientras el partido conser-
gionales y locales, normalmente adscri- vador caía a un 22% de favorabilidad y
tos a los partidos tradicionales2. Sin un 48% de desfavorabilidad.
embargo, esta tendencia fue contrasta- Estos índices contrastan enor-
da por una votación importante por memente con el 78% a favor y 21% en
políticos independientes de los parti- contra que otorga al presidente Uribe la
dos tradicionales (más de un millón de encuesta de Franco, y el 64% de apro-
votos), más cercanos a la salida nego- bación y el 26% de desaprobación que
ciada del conflicto. le da la de Invamer Gallup. Sólo su ges-
La tendencia antipolítica y la tión económica es descalificada (48% a
ruptura de las lealtades tradicionales se favor y 45% en contra). Por lo tanto, es
mostraba también en el creciente des- muy clara la tendencia al optimismo en
crédito de los congresistas y políticos la percepción de la situación. Al lado de
profesionales. No deja de ser preocu- este rechazo a la clase política tradicio-

2 Tanto el candidato conservador a la presidencia, Juan Camilo Restrepo, como el candidato liberal
al Congreso, Juan Martín Caicedo Ferrer, confesaron que varios jefes habían manifestado que ellos
eran personalmente seguidores suyos, pero que sus electores ya habían decidido apoyar a Uribe Vélez.

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nal, este virtual unanimismo en torno a nes parlamentarias y presidenciales se


la figura del presidente Uribe, y a su vez vieron polarizadas por las posiciones
a su ministra de defensa y el comandan- contradictorias frente a los diálogos
te de las fuerzas militares aparece liga- del gobierno Pastrana con las FARC y
do también a un cambio de la percep- muy especialmente frente a la zona des-
ción de la población colombiana sobre militarizada. Incluso, el mismo fracaso
el conflicto armado. En los años sesen- de estas negociaciones evidenció una
ta y setenta, el conflicto armado y la ac- falta de consenso de la opinión pública
tividad gue- colombia-
rrillera eran na sobre la
percibidos Los abusos de la guerrilla han lleva- naturaleza
por el grueso do al apoyo casi unánime de la po- y el origen
de la opinión blación a la propuesta del presiden- del con-
pública como te Uribe de recuperación de la auto- flicto ar-
algo que ocu- ridad del Estado. mado, que
rría lejos de es percibi-
las ciudades, do de ma-
en zonas de colonización campesina nera diferenciada por los diferentes
periférica, que no afectaba su vida co- sectores de la sociedad (Palacios, 2001).
tidiana ni la economía nacional. Este endurecimiento de la opi-
Recientemente, la violencia ha logrado nión pública en torno a las negociacio-
afectar a la economía, ataca la infraes- nes con la guerrilla y la zona de despe-
tructura vial y petrolera, irrumpe en la je se veía fortalecido por los conti-nuos
vida política mediante los secuestros de abusos que la guerrilla cometía en la
parlamentarios y políticos, cobra im- zona de despeje y en las regiones aleda-
puestos, secuestra en las carreteras no ñas, al lado de la manera ligera e impro-
solo a los más ricos sino a personas de visada como el gobierno Pastrana ma-
sectores medios y populares y realiza nejó el proceso del diálogo. Esta im-
acciones terroristas en las ciudades provisación se hizo evidente en la ma-
principales. nera como otorgó a las FARC la zona
Por otra parte, la opinión pú- desmilitarizada, sin condiciones previas
blica urbana y los medios masivos de ni controles y como dejó toda la inicia-
comunicación no perciben los trasfon- tiva de la discusión de las reformas so-
dos social, económico y político del ciales y económicas de la agenda con-
conflicto armado, pues éstos tienen venida en manos de este grupo guerri-
que ver más con los problemas del llero. Por eso, opinaba Hernando
mundo agrario y campesino, donde son Gómez Buendía (2002) que “la ruptu-
reclutados los miembros de las guerr- ra” del proceso de paz evidenciaba un
llas, de los paramilitares y del ejército malentendido fundamental” entre las
nacional. Por eso, las pasadas eleccio- partes: las FARC pensaban que las re-

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¿ Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia?: una mirada desde la historia

formas sociales eran la condición pre- años cincuenta. Como índices de esta
via para la suspensión de hostilidades, situación, Eduardo Pizarro Leongómez
mientras que la opinión pública insistía y Ana María Bejarano (2003) toma las
en que mientras las FARC continuara altas tasas de homicidio, la ineficiencia
su accionar violento, no había nada que y corrupción de la policía, la consi-
negociar. guiente expansión de la seguridad pri-
Estos malentendidos de la po- vada, la expansión difusa de la actividad
blación y los abusos de la guerrilla han de guerrilleros y paramilitares, la ero-
llevado al apoyo casi unánime de la po- sión del sistema de justicia con altos ín-
blación a la propuesta del presidente dices de impunidad, el aumento de
Uribe de recuperación de la autoridad armas en manos civiles y la falta de pre-
del Estado y a las medidas tomadas en sencia de las instituciones estatales en
su gobierno en esa dirección, como el algunas regiones del país, como las de
mayor control de las principales vías te- colonización.
rrestres, el fortalecimiento de las Para Paul Oquist (1978:47),
Fuerzas Armadas, la mayor presencia uno de los clásicos analistas de la
del ejército y policía en el territorio, la Violencia de los años cincuenta, dicho
creación de las zonas de rehabilitación colapso se manifestaba en la “crisis e
en regiones conflictivas, etc. Incluso, el inoperancia de las instituciones estable-
aumento de acciones terroristas como cidas, la pérdida de legitimidad del
la bomba de El Nogal y los fracasos Estado, la apelación del mismo a prác-
militares como el que ocasionó la ticas terroristas (...), la ausencia física
muerte del gobernador de Antioquia, del Estado en grandes regiones del país
Guillermo Gaviria, y su asesor, el ex y las contradicciones dentro del apara-
ministro Echeverri, terminaron aumen- to armado del mismo”. El enfoque de
tando su popularidad al refrendar la ne- Oquist (1978) centra el problema en las
cesidad de una política de “mano relaciones entre aparatos del Estado y
dura” contra la guerrilla (Pecaut, sociedades regionales. En ese mismo
2003:91-92). estilo de relación, Daniel Pecaut (2001)
prefiere hablar de “precariedad del
¿ Colapso parcial o precariedad del Estado” en el contexto de su polémica
Estado? con algunos autores que explican la
La situación de escalamiento y violencia reciente como una respuesta a
expansión de la violencia y el descrédi- las limitaciones, implícitas o no, que el
to de los partidos políticos y del régimen bipartidista del Frente
Congreso han sido leídos por algunos Nacional imponía a la vida política co-
como una reedición de la categoría de lombiana. Sin negar esas obvias restric-
“colapso parcial del Estado”, acuñada ciones, este autor recordaba el carácter
por Paul Oquist (1978) para describir la de pacto pacificador y civilizador que
situación creada por la Violencia de los tuvo este régimen, subrayando sus re-

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sultados innegables y mostrando cómo mente excluyentes no daba lugar para


no ahogó del todo la competencia polí- “una imagen unificada de la Nación, ni
tica. Según Pecaut el visualizar como para un Estado independiente de los
cerrado el Frente nacional significa partidos” (Pecaut, 2001:35).
una oposición a tener en cuenta lo que Sobre estas bases, la sociedad
él considera “el factor central de la his- colombiana avanzó en el siglo XX, sin
toria colombiana”: “la precariedad del que las estructuras y la concepción del
Estado nación... que sirve de contexto a la re- Estado hayan sido profundamente alte-
currencia de la violencia” (Pecaut, 2001. radas. Sin embargo, matiza Pecaut, esta
27-34). precariedad tuvo algunas ventajas, pues
Para Pecaut, algunos rasgos de contribuyó a la continuidad de la de-
esta precariedad son reconocidos por mocracia al privar de un eventual apoyo
los analistas: todos admiten que el a intervenciones militares o a tenden-
Estado no ejerce su autoridad en vastas cias autoritarias de sectores civiles y
regiones del país, como las de coloniza- hacer difícil el desarrollo de populis-
ción reciente, lo que deja el campo mos económicos y políticos. Pero impi-
abierto al “uso privado de la fuerza” y a dió también cualquier modernización
instituciones sustitutivas como las or- significativa del Estado que era necesa-
ganizaciones guerrilleras. Pero la falta ria para la regulación de la vida econó-
de autoridad estatal en esas zonas es mica y social, alimentó el clientelismo y
solo un aspecto de la precariedad del permitió que aflorara una violencia
Estado Nación, que reside fundamen- multifacética, que expresa la incapaci-
talmente en su incapacidad para conso- dad del Estado para detentar el mono-
lidar su influencia en la sociedad. Esta polio de la coerción legítima (Pecaut,
incapacidad, sostiene este autor, obede- 2001:35-36).
ce a que las simbologías de los inter-
vencionismos económico y social no
encontraron en Colombia condiciones Hacia la presencia diferenciada del
para su desarrollo: ni el sector exporta- Estado
dor cafetero ni la naciente industria tu- A nuestro modo de ver, tanto
vieron que recurrir al Estado para ali- el llamado “colapso parcial” como la
viar sus problemas en la depresión de designada “precariedad del Estado” ex-
los años treinta. Tampoco el interven- presan la manera diferenciada como
cionismo social se puso al servicio de la los aparatos del Estado hacen presencia
consolidación del Estado sino que fue en las diferentes regiones del país y la
un instrumento del partido liberal para ma-nera disímil como las diversas re-
consolidarse dentro del electorado ur- giones y sus poblaciones se han ido in-
bano, ya que, según él, la identificación tegrando a la vida nacional a través de
con los partidos tradicionales como los partidos tradicionales tanto como
subculturas contradictorias y mutua- federaciones de redes de poder local y

135
¿ Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia?: una mirada desde la historia

regional, Las dinámicas de violencia se en- distinta de la


como sub- tienden mejor si se abandona la que se des-
culturas po- imagen monolítica de nuestro mo- arrolla donde
líticas. La di- este dominio
delo de Estado y se enfatizan las
ferenciación del Estado
regional de
diferentes formas como el Estado debe ser ne-
la violencia, colombiano hace presencia en las gociado y ar-
señalada por regiones y localidades. ticulado con
Oquist y las estructu-
Roldán (1978), y el estilo precario de ras de poder, y otra, muy diferente, es
presencia de las instituciones estatales la violencia que se produce donde no se
en la vida económica y social del país, han logrado consolidar los mecanismos
mediado por las redes bipartidistas de tradicionales de regulación social, o
poder, enfatizado por Pécaut, nos han donde estos mecanismos están hacien-
llevado a pensar que esta diferenciación do crisis.
regional de la violencia y de la consi- En esas regiones, no hay un
guiente respuesta del Estado implica actor claramente hegemónico sino una
también una diferenciación regional de lucha por el control territorial con pre-
la presencia del Estado (González, dominios cambiantes según la coyuntu-
Bolívar y Vásquez, 2003:218-232). Esta ra, que dejan a la población civil ex-
diferenciación se expresa en distintos puesta al cruce de fuegos y a los cam-
tipos de relación con los “notables” de bios fluctuantes de “soberanías fluidas”
las sociedades locales y regionales, cuyo de uno u otro de los actores armados.
grado de poder determina hasta qué En estas regiones, los aparatos del
punto el dominio del Estado colombia- Estado se mueven como otro actor
no se aproxima a las categorías de do- local más, entremezclándose de manera
minación de tipo “directo” o “indirec- difusa con los poderes de hecho que se
to”, según la terminología de Charles están construyendo en ellas (González,
Tilly. Bolívar y Vásquez, 2003:197-236). En
Por eso, las dinámicas de vio- sentido similar, Malcolm Deas (1995)
lencia se entienden mejor si se abando- hace caer en la cuenta de que la mayor
na la imagen monolítica de nuestro mo- parte de los hechos violentos se produ-
delo de Estado y se enfatizan las dife- cen en zonas donde el Estado carece
rentes formas como el Estado colom- del monopolio de la fuerza y la lucha de
biano hace presencia en las regiones y la insurgencia se concentra en la dispu-
localidades, lo mismo que en los dife- ta con otros grupos por el control del
rentes tiempos en que esta presencia se territorio.
articula con los poderes que surgen en Por otra parte, este concepto
ellas. Una será la violencia que confron- permite tanto visualizar la importancia
ta el dominio directo del Estado, muy del bipartidismo en la vida política co-

136
Fernán González

lombiana como entender las razones de de un poder central en un territorio es


la permanencia del clientelismo: los la delimitación y fijación de la pobla-
partidos liberal y conservador a lo largo ción en él. Además, hay que considerar
del siglo XIX y buena parte del XX la manera paulatina como se consoli-
permitieron al Estado hacer algún tipo dan los mecanismos internos de regula-
de presencia en las regiones y crear ción social a los que se referían Oquist
algún tipo de articulación de los grupos y Roldán (1978) como elementos que
locales y regionales de poder, con sus compensaban la falta de regulación es-
respectivas clientelas, al conjunto de la tatal en los territorios integrados: estos
nación, junto con cierto sentido de per- mecanismos se construyen a partir de
tenencia suprarregional más allá de las los procesos de estratificación, jerarqui-
identidades locales y regionales. zación y cohesión social, que son la
Es una integración, desde arri- base de los poderes locales y regionales,
ba, de las clases populares a la vida po- que se articulan entre sí mediante las
lítica nacional por la vía del patro- federaciones laxas de poder de los par-
nazgo clientelista, que permite la legiti- tidos tradicionales y sus correspondien-
mación electoral de los partidos y go- tes adscripciones clientelares, que per-
biernos, y se complementa en algunos miten su funcionamiento como subcul-
momentos con una integración menos turas. Estas interdependencias entre eli-
vertical, cuando se movilizan de ma- tes regionales y locales, con sus respec-
nera menos subordinada a las clases tivas clientelas, vehiculadas por los par-
populares para respaldar los proyectos tidos liberal y conservador, permitieron
modernizantes o desplazar al adversa- al país compensar de alguna manera la
rio del poder. Así, el clientelismo cum- fragmentación regional que ha mostra-
pliría la función de inclusión vertical y do Marco Palacios (2002:21-58).
subordinada de las masas populares a la A nuestro modo de ver, tanto
vida política nacional, sin amenazar la los procesos de poblamiento como los
estabilidad del régimen político, lo de construcción de cohesión y regula-
mismo que de expresar las necesidades ción social tienen que ver con la ma-
e intereses particulares de grupos y re- nera particular como el país afrontó el
giones que pueden ser pasados por alto problema agrario y se reflejan especial-
por la mentalidad tecnocrática y buro- mente en el estilo particular de forma-
crática de los funcionarios del poder ción del Estado y el papel fundamental
central. que juegan en él los partidos políticos
Para entender mejor este tradicionales, el liberalismo y el conser-
papel, conviene tener en cuenta las di- vatismo (González,1997:21-70). No es
námicas del poblamiento del territorio extraño entonces que los movimientos
de la nación, ya que, como muestra guerrilleros y la producción de cultivos
Ernest Gellner (1992:22), una de las de uso ilícito surjan en zonas de coloni-
condiciones para configurar el control zación campesina marginal, donde es

137
¿ Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia?: una mirada desde la historia

escasa la presencia de los aparatos del des intrarregionales e interregionales


Estado y donde no se han consolidado por motivos de diversa índole, rivalida-
todavía los mecanismos internos de re- des económicas o conflictos de carác-
gulación social que permiten a los par- ter político-administrativos. En segun-
tidos tradicionales establecer sus bases do lugar, la existencia de intereses re-
regionales de poder. Ni que los movi- gionales y locales contrapuestos a los
mientos guerrilleros de las guerras civi- intereses de largo plazo y de conjunto
les del siglo XIX surjan en situaciones de la nación en formación. Y en tercer
semejantes y que la geografía de la vio- lugar, la existencia de varios proyectos
lencia de los años cincuenta tienda a de unidad nacional, expresados casi
coincidir con las zonas de colonización siempre por grupos de intelectuales y
aluvional y anárquica. burócratas, localizados generalmente
(pero no siempre) en la capital de la na-
ción. De ahí la importancia de analizar
El papel del bipartidismo en las relaciones que se establecen entre la
Colombia burocracia de la capital, las burocracias
En el caso de Colombia, los regionales y las redes de parentesco o
partidos tradicionales han desempeña- interrelación entre las élites regionales y
do, al menos durante el siglo XIX y la locales. (González, 1997:26-28)
primera mitad del XX, la función de Este papel del bipartidismo
mediación entre el Estado y los grupos hace que la historia política colombiana
dominantes de la sociedad como res- se mueva en dos niveles, el de la fede-
puesta a la fragmentación del poder en ración de grupos regionales y locales de
los niveles nacional, regional y local, poder y el de los proyectos del orden
que caracteriza la historia independien- nacional. Los primeros se mueven en
te del país al desaparecer el poder uni- una lógica política más tradicional, al
ficador de la Corona española. Para en- reflejar las jerarquías sociales y econó-
tender las vicisitudes de estos partidos, micas ya existentes en las regiones y sus
hay que combinar la mirada de los con- relaciones de tipo clientelar con la po-
flictos nacionales con la consideración blación de las respectivas regiones y lo-
de los conflictos en las localidades y re- calidades. Mientras que los proyectos
giones. Este proceso supone, en primer de orden nacional se mueven en un
lugar, la existencia de grupos oligárqui- mundo político más moderno, basado
cos que compiten entre sí por el con- en adscripciones más voluntarias de los
trol político de su región o localidad, pobladores, interesado en vincularse a
donde se mezclan los intereses econó- los mercados internacionales y al orden
micos con las rivalidades personales y político mundial. Esta relación entre
familiares, enfrentamientos intrafami- modernidad y tradición es compleja y
liares, choques generacionales, etc., dinámica, ya que se ha venido modifi-
combinada con la existencia de rivalida- cando con los diferentes intentos de

138
Fernán González

modernización política y los cambios tereses locales y regionales frente al go-


de la sociedad en ese mismo sentido. bierno central y permitir la construc-
Así, las reformas de llamada ción de “maquinarias electorales”, que
Revolución Liberal de mediados del articulaban a los congresistas con el go-
siglo XIX trataron de insertar al país bierno central y las administraciones
en el mercado mundial y de ponerlo al departamentales y municipales. Sin em-
día con respecto al mundo moderno, lo bargo, en este período se producen al-
mismo que secularizar la sociedad y gunos intentos iniciales de moderniza-
ampliar la ciudadanía, con una concep- ción de la administración del Estado
ción leseferista de Estado. Sin embargo, colombiano, gracias a las recomenda-
tal y como muestra Malcolm Deas ciones de la Misión Kemmerer en
(1993:217-218), el Estado central no 1923: se dio así una mayor presencia
tenía entonces suficientes recursos para del estado en la economía nacional por
funcionar en ese estilo centralizado, medio de mayor gasto público, junto
pues antes de los años veinte del siglo con los primeros pasos para un nuevo
pasado la pobreza fiscal del gobierno papel del Estado en el proceso de mo-
hacía que no fueran muy fuertes los dernización del país.
nexos entre los gobierno central, de- Este proceso de moderniza-
partamental y local. Solo en los años ción del Estado se profundizaría con la
veinte se altera este equilibrio cuando llamada República Liberal de los años
llegan buenos precios del café, petróleo treinta, después del colapso de los pre-
y banano, la indemnización por cios del café y los problemas de la
Panamá y los grandes empréstitos ex- deuda externa, profundizados por la
tranjeros. Esto favoreció al gobierno crisis mundial de 1929. La reforma tri-
conservador de entonces al permitirle butaria de 1935, que hacía parte de un
fortalecer las cadenas del patronazgo programa más amplio de estabilización
del Estado central, pero aún entonces monetaria y fiscal y de una más ambi-
la pobreza generalizada de los munici- ciosa reforma social, significó un nota-
pios hacía que el aumento de los ingre- ble aumento de los ingresos estatales.
sos del Estado central siguiera siendo Este aumento de ingresos permitió al
insuficiente para satisfacer todas las ne- gobierno de entonces una presencia
cesidades. más significativa en la sociedad colom-
Esta situación llevaba a con- biana, pero sin lograr una política muy
centrar los recursos en las regiones y intervencionista para el desarrollo de la
políticos leales al gobierno en un repar- economía, en parte debido a la resisten-
to de favores que imposibilitaba un ma- cia de los sectores cafeteros e industria-
nejo racional y planificado de los recur- les, que no necesitaban el apoyo del
sos y modificó el sentido de la actividad Estado (Ocampo, 1987).
política local, al convertir a los gamona- Por otra parte, el manejo del
les locales en intermediarios de los in- Estado seguía moviéndose dentro de la

139
¿ Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia?: una mirada desde la historia

lógica del manejo partidista tradicional: titutiva de la identidad colectiva”, en


el personal administrativo del Estado palabras de Daniel Pecaut.
se recluta según la adscripción al parti- Además, los conflictos entre
do de gobierno y los altos cargos de la guerrillas liberales y comunistas contri-
política económica se llenan con diri- buyeron a la fragmentación del campe-
gentes prove- sinado. Por todo
nientes de los Uno de los resultados más esto, uno de los
gremios empre- notorios de la violencia fue resultados más
sariales, lo que "un proceso sin precedentes notorios de la
hace que los inte- violencia fue “un
de desorganización del cam-
reses privados proceso sin pre-
sigan prevale- pesinado", que queda ahora cedentes de des-
ciendo dentro atomizado y presionado a organización del
del propio go- migrar a las cabeceras campesinado”,
bierno. Esta si- municipales. que queda ahora
tuación es califi- atomizado y pre-
cada por Daniel sionado a migrar
Pecaut como verdadero “cogobierno” a las cabeceras municipales y ciudades
de los gremios y llega a Francisco Leal cercanas. Pero, paradójicamente, señala
a caracterizarla como “corporativismo Pecaut, otro de los resultados de la
en la sombra”, que se hará evidente en Violencia fue infundir mayor intensi-
la postura común de los gremios em- dad a la pertenencia a los partidos tra-
presariales frente al intervencionismo dicionales porque la refe-rencia al en-
estatal, a pesar de sus fisuras internas frentamiento bipartidista se convirtió
(Leal, 1995:30). en “la única posibilidad de dar sentido
a esta experiencia vivida por una gene-
Ahora bien, en ese ambiente ración de colombianos” (Pecaut, 1987:
de polarización política y social, el esta- 565-566 y 571-573). En ese sentido,
llido de la Violencia de los años cin- tanto la Violencia como el Frente
cuenta produce una desarticulación del Nacional reforzaron la función de los
poder en los niveles nacional, regional y partidos tradicionales para encuadrar la
local: ella hace aflorar la fragmentación mayoría de la población nacional lo
de poder oculta bajo la articulación del mismo que su papel de marco de refe-
bipartidismo ya que la lucha guerrillera rencia para las identidades colectivas de
liberal se desarrolla en el nivel local la mayoría de la población.
rural, con poca coordinación con el
mundo urbano y bastante desacuerdo Alcances y limitaciones del Frente
con la dirigencia liberal, aunque subsis- Nacional
ta la alusión a la pertenencia al partido En ese sentido, el Frente
liberal como la única “referencia cons- Nacional constituyó la solución a un

140
Fernán González

problema básico de Colombia, la falta tradicciones sociales surgidas a la som-


de orden político, mediante un intento bra, bajo el estímulo, o al margen del
importante de civilizar los enfrenta- enfrentamiento bipartidista” (Sánchez
mientos de los partidos. Se buscaba en- y Maertens, 1989). En esta misma línea
tonces un régimen para la convalecen- de análisis, Francisco Leal Buitrago
cia democrática, la deposición del dic- sostiene que lo que logró hacer el
tador militar y el retorno a los gobier- Frente Nacional fue “desmilitarizar” el
nos civiles mediante un filtro jurídico conflicto político, lo que produjo for-
institucional que moderara la compe- mas de “bandolerismo social” por la
tencia bipartidista de modo que no se desconexión explícita que efectuó el bi-
saliera de los cauces prefijados, pero partidismo frente a la violencia, lo que
que mantuviera una total apertura para dio paso a una nueva fase de hechos
la expresión de la lucha entre las faccio- violentos (1958-1965), que terminó en
nes internas de los partidos. La limita- 1965 con el exterminio militar de casi
ción de la competencia bipartidista todos los caudillos. En esta nueva fase,
buscaba la destrucción del sectarismo, la violencia deja entonces de ser media-
hasta entonces base de la adhesión po- da por el bipartidismo, lo que elimina
pular a los partidos, que se compensa- ciertas formas para su control y canali-
ba ahora con la ampliación burocrática zación por parte del régimen (Leal,
y el acceso a los recursos estatales 1987).
como respuesta pragmática a las de- A pesar de estas limitaciones,
mandas de jefes locales y regionales el Frente Nacional representó un
(Dávila, 2002:95) . nuevo intento de modernización del
Estado, pero su carácter de coalición
Sin embargo, el Frente Nacional no heteróclita de intereses parciales yuxta-
contó con una clara comprensión de las puestos planteaba límites serios a esos
formas como se producía la violencia, intentos. Este carácter impedía la con-
razón por la cual los planes de rehabi- solidación de instituciones estatales de
litación se vieron limitados. Según se- carácter moderno, expresadas en nor-
ñala acertadamente Gonzalo Sánchez mas objetivas e instituciones imperso-
(1988): estas limitaciones se reflejaron nales, basadas en una clara delimitación
en un recrudecimiento de los hechos entre lo público y lo privado. Esto co-
violentos durante el primer gobierno locaba al régimen bipartidista y al
del Frente Nacional y un surgimiento Estado a medio camino entre la socie-
de fenómenos de bandolerismo. En pa- dad tradicional y moderna.
labras de Sánchez, lo que quiso hacer e Esa coalición de tendencias
hizo el pacto bipartidista fue “disociar contradictorias hizo que la resistencia
el conflicto bipartidista del conflicto de los poderes tradicionales lograra
social y crear una artificial atmósfera de obstaculizar las tímidas reformas políti-
paz en un contexto de profundas con- cas y sociales y obligara a las institucio-

141
¿ Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia?: una mirada desde la historia

nes modernas del Estado, de carácter soletos los marcos institucionales y las
impersonal y burocrático, a una conti- referencias culturales que el país poseía
nua negociación con las estructuras de para canalizar y dar sentido a los proce-
poder previamente existentes en locali- sos sociales: la urbanización y metropo-
dades y regiones. Esta situación presen- lización rápidas de la población, produ-
ta una doble cara: por un lado, reduce cidas por la migración aluvional de los
las exigencias modernizantes del campesinos hacia las ciudades, sobre-
Estado central pero, por otro, modera pasaron la capacidad del Estado para
también sus tendencias excesivamente proporcionar servicios públicos ade-
centralizantes y homogenizantes, que cuados a la población urbana creciente,
generalmente expresan la mentalidad mientras que la industria nacional se
de las élites tecnocráticas, poco cons- mostraba igualmente incapaz para ab-
cientes de las diversidades regionales y sorber esta mano de obra en aumento.
locales3. Por otra parte, este estilo de En ese sentido, además, los
modernización, centrado en lo econó- problemas sociales, tanto en las ciuda-
mico y lo burocrático, produjo un efec- des como en el campo, se configuraron
to no deseado: un debilitamiento y un como un caldo de cultivo favorable
relajamiento de las formas tradicionales para las acciones violentas: en ese sen-
de cohesión social y política, que suplí- tido, las limitaciones de la reforma
an la carencia de un Estado moderno, agraria oficial y la criminalización de la
pero sin lograr la creación de las for- protesta campesina acentuaron el di-
mas modernas de cohesión social y po- vorcio entre movimientos sociales y
lítica, que respondieran a la nueva situa- partidos políticos tradicionales. Al res-
ción. Todo lo cual acentuaba la frag- pecto Jonathan Hartlyn (1993:212) se-
mentación del poder y disminuía las ñala como características de la relación
posibilidades de articulación entre las del Frente Nacional con los movimien-
diferentes instancias del poder, lo tos sociales la no-creación de organiza-
mismo que entre las diferentes lógicas ciones populares que controlaran y ca-
del quehacer político. nalizaran la movilización social por
Los problemas resultantes de medio de mecanismos corporativistas y
esta situación se hicieron evidentes en su consiguiente preferencia por una
una mirada de mediano plazo, a partir política de desmovilización –“divide y
de los años sesenta, cuando, como se- reinarás”- de las organizaciones autó-
ñalan Daniel Pecaut (1990) y Jorge nomas de los sectores populares. Sólo
Orlando Melo (1990), los rápidos cam- se presentaron dos intentos de estable-
bios de la sociedad pronto hicieron ob- cer alguna vinculación institucional

3 En ese sentido, convendría recordar los hallazgos de Julián Pitt-Rivers, 1989, Un Pueblo de la Sierra:
Grazalema, Alianza editorial, Madrid, que muestra cómo la estructura local o caciquil de poder sirvió
para moderar las reformas centralizantes y autoritarias del régimen de Franco en España.

142
Fernán González

entre los partidos tradicionales y gru- muchos perciban el sistema político


pos amplios de población, las Juntas de como cerrado y como agotadas las vías
Acción Comunal y la ANUC, cuyas democráticas de reforma del Estado, lo
evoluciones posteriores confirmaron la que condujo a algunos grupos radicali-
ambivalencia del régimen frente a la zados a la opción armada.
movilización social y la debilidad de Sin embargo, el Frente
los esfuerzos corporativistas del Estado Nacional logró cierta modernización
colombiano. Por eso, puede afirmarse del aparato del Estado y alguna despo-
que bajo este régimen consocional se litización y profesionalización de los
da una cierta integración política del funcionarios estatales, pero la lógica de
sector popular, pero con una escasa la ampliación del empleo estatal, pro-
movilización de esos grupos por parte ducida por la necesidad de mantener el
de los partidos tradicionales (Archila, equilibrio burocrático entre los parti-
2003). dos, siguió siendo la contraprestación
Este divorcio entre movimien- de favores y el otorgamiento de pre-
tos sociales y partidos se agravó por la bendas, a las cuales tuvieron que adap-
presencia de movimientos de izquierda, tarse las nuevas instituciones.
interesados en la radicalización del mo- Obviamente, esto generaba inmovilis-
vimiento campesino y por la instru- mo e impedía una buena gestión. Sin
mentalización de algunos sectores de embargo, la dinámica de planeación
los movimientos sociales (grupos sindi- económica y administrativa logró im-
cales, líderes estudiantiles, movimientos portantes avances, después de superar
barriales, cívicos y populares) por parte algunos obstáculos por las negociacio-
de sectores partidarios de la opción ar- nes partidistas, gracias al apoyo de los
mada. Esto influyó en el aumento de la gremios empresariales y de la produc-
criminalización de la protesta social por ción, partidarios de la despolitización
la lectura complotista de la moviliza- partidista del manejo global de la eco-
ción social, lo que produjo el cierre de nomía, reforzados por la AID y orga-
espacios sociales para una alternativa nismos internacionales de financiación
de izquierda democrática, que hubiera (Dávila, 2002:77-81).
podido canalizar el descontento social En ese sentido, según Andrés
tanto de las masas populares del campo Dávila, que el Frente Nacional fue una
y ciudad como de las crecientes capas respuesta relativamente exitosa para los
medias urbanas. No surge entonces un problemas que pretendía solucionar,
movimiento político moderno capaz de pero su dinámica permitía entrever el
articular a los grupos descontentos con rasgo central de las críticas posteriores:
el sistema bipartidista, que empezó a era una solución estrecha para proble-
proliferar, en los años sesenta, entre in- mas de gran magnitud, lo que condujo
telectuales, sectores medios urbanos y a su agravamiento posterior. Sólo fue
capas populares. Todo lo cual hace que pensada como “una solución pactada y

143
¿ Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia?: una mirada desde la historia

reformista de reinstauración de la de- mitió la competencia interpartidista du-


mocracia “ por medio de una aparente- rante 16 años” (Dávila, 2002:95-97).
mente ”forma nueva de ejercer la polí-
tica en Colombia por medio de la re-
partición y negociación antes que la Efectos políticos de la moderniza-
competencia”. Y nunca fue concebida ción selectiva del Estado
como instrumento de un profundo El reformismo genera también
cambio social sino como “un reformis- la racionalización de la administración
mo dirigido desde arriba en la perspec- pública que a su vez produjo una con-
tiva de mantener el control de las elites secuencia no deseada por la vida políti-
sobre una sociedad en agudo proceso ca: la creciente deslegitimación de la
de cambio”. clase política tradicional más aún al
mostrar una dislocación creciente entre
Este reformismo terminaría los políticos que se movían principal-
luego “subordinado a la dinámica del mente dentro del ámbito nacional del
juego político y a los factores que en el poder y los que se movían primordial-
nuevo arreglo se consolidaban como mente en los niveles regional y local, lo
dominantes, específicamente los líderes mismo que una creciente separación
clientelistas de los niveles regionales”. entre una lógica modernizante de largo
Por eso, “su “honda preocupación por plazo y una tradicional de corto plazo,
modernizar el Estado y la política de al concentrar las reformas en la rama
acuerdo con un orden capitalista” re- ejecutiva. En este contexto, Ana María
sultaría neutralizada por “el pragmatis- Bejarano y Renata Segura (1996:52) han
mo politiquero”, aunque la conducción señalado la paradoja de que la tenden-
tecnocrática de la economía lograría cia a la modernización del Estado ter-
aislar significativamente la vida econó- minó fortaleciendo la descalificación de
mica de esos problemas. Y, adicional- la política, que pretendía relegitimar. El
mente, el pacto frentenacionalista logró carácter selectivo y desigual de esa mo-
contener “cualquier amenaza de movi- dernización produjo, como resultado
lización social autónoma” a la vez que no deseado, “una creciente separación
permitía “el paulatino fortalecimiento entre la sociedad y la clase política”,
de sectores medios “subvencionados” que tiende a ser percibida casi exclusi-
por las políticas estatales”, pero esta ex- vamente como “una realidad aparte,
clusión de la movilización social y el “autorreferenciada” y “dedicada a su
privilegio a los viejos actores de la vida autorreproducción”, al marginar a los
política “impidió el reconocimiento y órganos representativos de la discusión
acceso de nuevos sectores, varios de los de la problemática económica y social.
cuales se convirtieron en la punta de Esta separación, ya señalada anterior-
lanza de los cuestionamientos a la legi- mente por Pecaut como uno de los ras-
timidad de una democracia que no per- gos característicos de la evolución polí-

144
Fernán González

tica reciente, hará cada vez más ilegíti- no pasan normalmente por alto los lí-
ma a la clase política a los ojos de la so- mites que la realidad política impone a
ciedad, lo que no hace sino aumentar la los teóricamente excesivos poderes que
crisis de representación política de la la legislación, sobre todo a partir de la
sociedad colombiana (Pecaut, reforma de 1968, le otorga nominal-
1987:126). mente al presidente.
Esta modernización selectiva Esta situación conduce, según
inducida por una mayor racionalización Archer y Shugart (2002:126), a que el
de la administración público produjo Congreso colombiano no sea una arena
profundos enfrentamientos entre los importante para la formulación de po-
sectores tecnocráticos y los políticos líticas nacionales o la representación de
tradicionales Por otra parte, los avances los correspondientes grupos de interés.
electorales de la ANAPO, que aprove- Esto también tiene que ver con el siste-
chaba el descontento popular desatado ma existente de partidos, que refleja in-
por el estilo tecnocrático, obligaron a tereses clientelistas e intercambio de fa-
los gobiernos del bipartidismo, espe- vores de patronazgo y no una repre-
cialmente los de Misael Pastrana sentación programática nacionalmente
Borrero y Julio César Turbay Ayala a orientada: la autonomía de los políticos
reactivar los manejos clientelistas en el frente al liderazgo de su partido en el
plano local y regional y a moderar un Congreso hace que el ejecutivo carezca
tanto el enfoque tecnocrático. Años del poder adecuado para limitar sus ac-
más tarde, el Nuevo Liberalismo de ciones particularistas (Archer y
Luis Carlos Galán Sarmiento retomaría Shugart, 2002:145-160).
el tema, produciendo una disidencia Sin embargo, Gary Hoskin
dentro del partido liberal, que frustraría (1990) ha sostenido en varias ocasiones
el intento reeleccionista de Alfonso que los partidos tradicionales no han
López Michelsen y llevaría al triunfo sido los únicos responsables de la crisis
de Belisario Betancur en 1980. política que aqueja al país, ya que seña-
Después de la presidencia de la que los partidos no han hecho sino
Lleras Restrepo, sostienen Archer y representar fielmente “una extensión
Shugart (2002), todos los presidentes, de una estructura oligárquica del poder
unos más que otros, han intentado en que prevalece en la sociedad”, sosteni-
vano revivir de alguna manera los in- da “por un sistema social altamente es-
tentos de reforma política, que fueron tratificado”, que ha logrado frustrar sis-
siempre obstruidos por el Congreso. temáticamente los desafíos de los gru-
Esta obstrucción llevó a los presidentes pos disidentes gracias a la política de
a tratar de implementar algunos de sus cooptación de sus élites y el status mar-
aspectos pasando por encima del legis- ginal de la mayoría de la población. Por
lativo. Estos autores subrayan que los eso, sería irreal que los partidos se apar-
análisis del presidencialismo colombia- taran significativamente de las prefe-

145
¿ Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia?: una mirada desde la historia

rencias políticas de los grupos domi- sociales. Lo político terminó por iden-
nantes en la sociedad, aunque se desta- tificarse con las prácticas de la clase po-
can los cambios políticos que la urbani- lítica tradicional, cada vez más distante
zación produjo en detrimento del clien- de los intereses colectivos que dice re-
telismo, más característico de las áreas presentar.
rurales, lo mismo que la dinámica más Las transformaciones de corto
moderna de las elecciones presidencia- plazo
les (Hoskin, 1990:149-150), no obstan-
Esta situación se complica más
te, conviene precisar que esta pérdida
con la elección popular de alcaldes y
de funcionalidad del clientelismo y de
gobernadores, que desarticula el siste-
la clase política tradicional no significa
ma tradicional de las “maquinarias” po-
su desaparición de la escena política, ya
líticas por medio de las cuales los parti-
que su importancia como intermedia-
dos tradicionales mediaban entre las lo-
ria entre las regiones y la nación sigue
calidades, las regiones y el Estado cen-
siendo grande.
tral. Esto profundiza aún más la crisis
Finalmente, cace anotar que el
de legitimidad de la clase política profe-
resultado de todas estas transformacio-
sional, cuya actividad es cada vez más
nes en el conjunto de la opinión públi-
vista como carente de sentido, porque
ca del país fue la crisis de representa-
estos cambios no han sido compensa-
ción política que termina afectando
dos con reformas políticas que neutra-
profundamente la legitimidad de las
licen la tendencia a la fragmentación a
instituciones estatales y de las formas
las fuerzas políticas y que obliguen a los
de mediación política de la sociedad
partidos a democratizar su función
(Leal, 1988). La dificultad de los parti-
mediadora entre regiones, localidades y
dos tradicionales para modernizarse y
Estado central. La inexistencia de estas
la no-aparición de nuevas organizacio-
reformas termina por fortalecer el sis-
nes políticas más modernas y acordes al
tema clientelista y anarquizar aún más
momento histórico del país fue produ-
la actividad política, como se hace evi-
ciendo una creciente separación entre
dente en la proliferación de listas para
política y sociedad, que dificulta toda-
las elecciones para el Congreso, los
vía más la solución de los países que el
concejos municipales y las asambleas
país afronta. Incluso, el señalamiento
departamentales.
continuo de los vicios y prácticas co-
La conciencia de la crisis de le-
rruptas de la vida política, bastante jus-
gitimidad del régimen e instituciones
tificadas por la realidad del país, tuvie-
políticas condujo a la reforma constitu-
ron como consecuencia indeseada el
cional de 1991, que reconoció la plura-
descrédito generalizado de lo político
lidad del país en lo étnico, religioso, cul-
como instrumento colectivo de cons-
tural y regional, procuró una relación
trucción del orden social y como expre-
más equilibrada entre las ramas del
sión articuladora de los diversos intere-
poder y trató de corregir los vicios que
ses e identidades de personas y grupos

146
Fernán González

consideraba más La conciencia de la crisis la nueva normativi-


evidentes de la de legitimidad del régimen dad, sostienen que
vida política co- e instituciones políticas el resultado fue
lombiana. Pero bastante decepcio-
condujo a la reforma
muchas de sus re- nante pues reducía
formas fueron
constitucional de 1991. los poderes del pre-
frustradas o limi- sidente, normal-
tadas por la legislación posterior y sus mente el impulsor de las reformas mo-
intentos de moralizar la vida política se dernizantes, y fortalecía los del
vieron pronto neutralizados por la rea- Congreso, generalmente el mayor obs-
lidad de la actividad política. En su aná- táculo a las reformas (Archer y
lisis del Congreso elegido inmediata- Shugart, 2002:160-171).
mente después de la Asamblea Curiosamente, la circunscrip-
Constituyente, Elizabeth Ungar ción nacional para el Congreso que
(1995:117.122) señala que su balance estos autores consideraban positiva por
de realizaciones no fue muy positivo o, disminuir la sobrerrepresentación de
por lo menos, que éstas distaron los sectores rurales, es hoy muy critica-
mucho de las expectativas que la nueva da por producir el resultado no desea-
constitución había generado en torno a do de una mayor fragmentación de los
la renovación de las prácticas políticas partidos y de la representación nacio-
por las cuales se criticaba a la institu- nal, al facilitar aún más la tendencia de
ción. los políticos tradicionales y modernos,
En lo que respecta al equili- a la construcción de “microempresas
brio pretendido entre las ramas del electorales”, que impiden una acción
poder, convendría recordar los comen- coordinada de los partidos en el
tarios de Ronald Archer y Matthew Congreso. En ese sentido, Eduardo
Shugart (2002) sobre el hecho de que el Pizarro Leongómez (1996:212-217)
teóricamente excesivo poder que la muestra cómo se profundiza entonces
Constitución de 1886 era más imagina- la tendencia a la fragmentación y ato-
rio que real, por estar compensado por mización de los partidos, evidenciadas
los poderes formales e informales de la en la profusión creciente de listas para
clase política, representada en el los cuerpos colegiados a partir de 1991.
Congreso. En ese sentido, afirman que En la práctica, afirma Pizarro,
la nueva constitución de 1991 es toda- el objetivo de la circunscripción nacio-
vía más irónica, porque impuso limita- nal para el Senado, promover lideraz-
ciones incluso mayores a la presidencia, gos nacionales que superaran el ámbito
a pesar de haber sido impulsada por el regional, terminó frustrado: incluso, es
ejecutivo y resistida siempre por el le- probable que se hayan debilitado los li-
gislativo. Por eso, estos autores, contra derazgos regionales sin que se hayan re-
del generalizado optimismo en torno a novado los liderazgos político-partidis-

147
¿ Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia?: una mirada desde la historia

tas de carácter nacional. Esto afecta, En ese sentido, estaríamos asistiendo a


según Pizarro, no solo a partidos tradi- la lenta y paulatina erosión de la capaci-
cionales sino también a los partidos y dad de los partidos para representar
movimientos políticos de creación más políticamente a la nación colombiana,
reciente, que tampoco logran canalizar que representa la también lenta y gra-
los intereses y problemas de los secto- dual superación de un modelo de
res que no se sentían expresados por Estado mediado por el bipartidismo,
los partidos tradicionales. Los nueve sin que aparezcan nuevos modelos de
partidos o movimientos que se presen- intermediación política organizada.
taron en la coyuntura electoral después Esta erosión se hace evidente
de 1991 habían casi desaparecido del en el divorcio entre movilización social
todo en el panorama electoral de 1994, y política, señalado por Mauricio
como ejemplifica la Alianza Archila en un libro próximo a aparecer,
Democrática M-19. Hasta el momento, que evidencia los crecientes problemas
sostiene este autor, se ha tratado más del Estado colombiano y de los parti-
de movimientos testimoniales y parti- dos tradicionales para seguir incorpo-
cularistas y no de verdaderos partidos o rando e integrando las luchas sociales
movimientos del orden nacional. El re- de los grupos subalternos. Esta crisis
sultado de esta situación, concluye política tiene como otra cara de la mo-
Pizarro, es que esta fragmentación y a- neda la emergencia de una amplia pero
tomización extremas de todos los par- dispersa movilización social y popular
tidos y movimientos políticos, sin ex- al margen de los partidos tradicionales,
cepción, constituye una ocasión que fa- que busca una ampliación de la ciuda-
vorece la penetración de los dineros ca- danía social pero no política, que se dis-
lientes en las campañas electorales tancia de la expresión política partidista
(Pizarro, 1996: 217). para inscribirse generalmente en una
tendencia cívica pero “antipolítica”.
Esta incapacidad de integración social
La crisis de la actual coyuntura por el sistema y el Estado se refleja en
El recorrido histórico hecho el desborde de las luchas sociales, que
anteriormente muestra que la actual hace cada vez más frecuente el recurso
crisis de representación que afecta a los a la represión, ilegalización y criminali-
partidos, especialmente a los tradicio- zación de la protesta, que era casi siem-
nales, no es tan nueva sino que viene pre considerada como instrumentaliza-
gestándose en las últimas cuatro déca- da por la guerrilla.
das: desde los años sesenta y setenta, se A mi modo de ver, esta des-
hizo notoria la creciente incapacidad de cripción de crisis puede ser leída como
los partidos tradicionales para expresar el resultado del lento y paulatino agota-
los rápidos y profundos cambios que miento del modelo decimonónico de
experimentaba la sociedad colombiana. Estado que había estado vigente en el

148
Fernán González

país desde los comienzos de nuestra apoyo de los grupos populares y clases
vida republicana hasta el fin de la pri- medias.
mera mitad del siglo XX.. Los partidos
tradicionales como subculturas y fede- No obstante, la erosión de la
raciones laxas de redes locales y regio- mediación partidista de la sociedad no
nales de poder habían sido los vehícu- significa la total desaparición de los
los de expresión y canalización de las partidos, que conservan todavía bas-
tensiones y contradicciones de la socie- tante capacidad de movilización y una
dad colombiana durante el siglo XIX y gran capacidad de adaptación a los
primera mitad del XX. cambios institucionales. Por otra parte,
el carácter pluriclasista de los partidos
Paradójicamente, los intentos en particular del Liberal resulta a veces
de modernización de los aparatos esta- problemático: sus matices reformistas
tales para adecuarse a los rápidos cam- lo separan de los grupos sociales esta-
bios de la sociedad terminar contribu- blecidos que también hacen parte de él,
yendo a la crisis de legitimidad de los mientras que la resistencia de éstos al
partidos, ya que su carácter selectivo cambio lo hacen inadecuado para tra-
produce tensiones y escisiones entre mitar las demandas populares. Estas
los sectores políticos de estilo tecnocrá- contradicciones internas permiten que
tico y los de corte tradicional tanto en Francisco Gutiérrez (2001:72-74) des-
esos aparatos como dentro de los par- criba su situación como “democratiza-
tidos tradicionales. Estas tensiones y ción anómala o fallida” para concluir
escisiones terminan por conducir a la que en Colombia no se debe hablar de
desarticulación de los poderes locales y “catástrofe” sino de descomposición,
regionales, existentes de hecho o de de- debido a la tradición histórica de los
recho, con relación a los aparatos del partidos y de las identidades de la po-
Estado central y la organización de los blación colombiana con ellos, junto
partidos en el ámbito nacional. Y esta con una enorme flexibilidad para adap-
pérdida de la capacidad articuladora de tarse a los cambios institucionales. Por
los partidos significa la desorganización el lado del partido conservador, como
de los mecanismos que permitían que muestra Mónica Pachón (2001), la si-
la presencia diferenciada del Estado no tuación parece más grave: su dirección
condujera a la ruptura interna entre las es débil tiene serias divisiones internas
diferentes lógicas de funcionamiento y poca proyección nacional, y ha sido
que ella implicaba. La paradoja del re- más golpeado por la urbanización del
formismo lleva a un callejón sin salida: país. Sin embargo, cuenta aún con
las reformas modernizantes son consi- algún capital electoral, especialmente
deradas excesivas por los políticos tra- en algunas regiones, lo que le permite
dicionales y poderes locales regionales, una importante figuración en el gobier-
pero demasiado tímidas para conseguir no y el Congreso. Y el caso de las ter-

149
¿ Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia?: una mirada desde la historia

ceras fuerzas tampoco escapa a las ten- mar que esa combinación de adscrip-
dencias hacia la fragmentación y desor- ciones nacionales y formación de gru-
ganización interna, como muestra pos regionales y locales fue funcional
Ricardo Peñaranda (2001) para el caso para la articulación de las redes locales
de los grupos indígenas. y regionales de poder al conjunto de la
Esta situación hace que Scott vida política nacional durante el siglo
Mainwaring considere que el sistema XIX y la primera mitad del XX. Esa ar-
colombiano de partidos es uno de los ticulación ha permitido una presencia
más singulares del mundo debido a su diferenciada del Estado que responda a
tendencia a la personalización y atomi- los diferentes momentos y situaciones
zación, expresada en una gran erosión locales a la vez que supere las tenden-
organizativa, una falta de control de las cias centrífugas de esos grupos
organizaciones sobre las listas de candi- Igualmente, es claro que el
datos, la feroz competencia intraparti- éxito de Uribe Vélez se enmarca en una
dista y la consiguiente proliferación de seria crisis de los partidos tradicionales
listas, cuyo resultado afecta el funciona- y en un rechazo mayoritario de la po-
miento del Congreso y la calidad de la blación a sus prácticas corruptas. Esta
representación. Pero, a pesar de esta crisis no es necesariamente perjudicial
erosión de las organizaciones partidis- pues supone una independencia frente
tas, los partidos tradicionales mantie- a los votos “amarrados” a las lealtades
nen su predominio electoral, conservan partidistas, la correspondiente consoli-
un alto nivel de lealtades (aunque dación del voto de opinión y la mayor
menor que antes) y experimentan poca correspondencia entre la vida política y
la vida de la nación, independientemen-
te de las maquinarias de los partidos, en
La experiencia histórica de Colombia
la actual coyuntura electoral. Todo esto
permitiría afirmar que esa combina- representa un avance en materia de cul-
ción de adscripciones nacionales y tura política moderna y una oportuni-
formación de grupos regionales fue dad para la superación de la crisis de re-
funcional para la articulación de las presentación política que aqueja al país.
redes locales y regionales de poder al Pero es preocupante que este voto de
conjunto de la vida política nacional. opinión pueda ser resultado de un hábil
manejo de los medios de comunicación
para montarse en el creciente descon-
volatilidad electoral (cambio de prefe- tento de la opinión pública en torno a
rencias de una elección a otra), en com- la actividad política tradicional y el re-
paración con otros países como chazo a la zona de despeje. También es
Ecuador, Venezuela, Perú o Rusia. preocupante el hecho de que muchos
En ese sentido, la experiencia de los candidatos en auge, de derecha o
histórica de Colombia permitiría afir- izquierda, apelen al rechazo de “la

150
Fernán González

Política” como estrategia política: una puestamente debería prestar el Estado


cosa es la crítica a los vicios y corrupte- es la vía clientelar, la intermediación de
las de la política tradicional y otra es la gamonales y caciques tradicionales, que
descalificación de la actividad política a veces cumplen la función de adaptar
en general, que puede profundizar aún y descentralizar normas pensadas
más la crisis de legitimidad de la vida desde el centro del país, que no tienen
política y favorecer el auge de solucio- en cuenta las particularidades de las re-
nes autoritarias. Además, no bastan giones y las localidades por responder a
medidas legislativas de reingeniería una lógica tecnocrática y burocrática,
constitucional para purificar los rasgos excesivamente homogeneizante.
criticados y criticables de la política tra- La recuperación de la Política
dicional mientras no se modifiquen las pasa entonces por una nueva lectura,
condiciones sociales, culturales y eco- más compleja, del fenómeno del clien-
nómicas que la hacen funcional y el telismo, que supere la condena mera-
tipo de Estado que hace presencia dife- mente moralista y lo enmarque dentro
renciada en la sociedad colombiana con del proceso de construcción del
poca capacidad para dirimir conflictos Estado, que muestre las funciones que
y garantizar a la población el pleno cumple en él, sus relaciones con las so-
goce de sus derechos y el acceso a los ciedades tan complejas donde surge y
bienes y servicios de la nación. Y estas su papel de instrumento de presencia
modificaciones pasan por la cultura po- diferenciada del Estado según las con-
lítica y por la recuperación de la digni- diciones de esas sociedades. Dentro de
dad de la política real y concreta como una lectura más procesual del desarro-
mecanismos para la búsqueda de solu- llo político del país, se podría sostener
ciones concertadas para la solución de que el clientelismo es la manera que
los problemas de la sociedad colombia- tiene el Estado de hacer presencia de
na. manera indirecta y gradual en determi-
Por otra parte, no siempre las nadas circunstancias de lugar y tiempo,
críticas a la política tradicional tienen lo mismo que como la respuesta de una
suficientemente en cuenta la heteroge- sociedad desigual y heterogénea frente
neidad interna de un país y de un a la superposición de una estructura
Estado solo parcial y selectivamente formalmente democrática, de carácter
modernizados: en realidad, la vida polí- homogeneizante. Así, el clientelismo
tica colombiana se caracteriza por una aparece como instrumento funcional
tensión entre formas tradicionales y cuando el Estado se moderniza sólo
modernas de actividad política. Y las parcial y selectivamente para buscar
formas tradicionales no dejan de repre- una mayor eficiencia en la planifica-
sentar a buena parte de la población co- ción y ejecución del gasto público
lombiana, cuya única posibilidad de ac- mientras persisten amplios sectores de
ceso a los bienes y servicios que su- la población y del territorio sin posibi-

151
¿ Colapso parcial o presencia diferenciada del Estado en Colombia?: una mirada desde la historia

lidad de acceso directo a los aparatos las élites y los técnicos, y el mundo de
de ese Estado selectivamente moder- la “pequeña política” de gamonales y
nizado, junto con poderes políticos de caciques: los primeros tratan, “a veces
orden tradicional que se resisten a la de manera infructuosa”, de ordenar la
modernización. En ese sentido, la ex- política estatal “desde arriba”, mientras
pansión actual del clientelismo respon- los segundos “tramitan dispersa y des-
de al divorcio entre el manejo de la po- ordenadamente las demandas de sus
lítica económica del Estado, cada vez clientelas”. Este contraste mostraría
más en manos de una élite tecnocrática precisamente que el Estado funciona
y burocratizada, bastante al margen de de manera diferenciada según las dife-
las adscripciones bipartidistas, y la polí- rentes circunstancias.
tica bipartidista que copaba la política Por otra parte, la erradicación
institucionalizada y dominaba la repre- de las corruptelas introducidas por el
sentación política en el Congreso. Y, clientelismo debería comenzar por me-
desde el punto de vista de la sociedad, jorar la eficiencia y cobertura de los
el clientelismo puede leerse como un aparatos del Estado moderno combi-
sistema primitivo y deformado de segu- nando la racionalidad tecnocrática con
ridad social, que se alimenta de las ne- una mayor sensibilidad frente a las dife-
cesidades de sectores populares y me- rencias culturales, sociales y económi-
dios de acceder a los servicios del cas de las diversas regiones y localida-
Estado y de la necesidad de legitima- des. Lo mismo que por la mejor institu-
ción electoral de la clase política tradi- cionalización de las relaciones de inter-
cional. mediación entre localidades, regiones y
Esta nueva mirada supone re- Nación, gobernadores de departamen-
cuperar “la función de inclusión políti- tos y los congresistas respectivos, para
ca”, aunque trunca, del clientelismo, superar el esquema de microempresas
que algunos autores como María electorales que los hacen elegir en el
Emma Wills (2001) le reconocen para Congreso sin contacto con las regiones
buscar su transformación positiva, en a las que supuestamente representan.
sentido democrático. Para ella, el clien- Esto supondría una mejor instituciona-
telismo se re- lización de las
produce dentro relaciones
de un “sistema El clientelismo se reproduce entre los po-
político agrieta- dentro de un "sistema político deres ejecuti-
do”, donde se agrietado", donde se presenta el vo, legislativo
presenta el contraste entre el mundo de la y judicial, la
contraste entre Gran Política, en manos de las mejor imple-
el mundo de la elites y los técnicos, y el mundo mentación y
Gran Política, de la "pequeña política" de ga- el mejor des-
en manos de monales y caciques. arrollo de la

152
Fernán González

carrera administrativa, para independi-


zar el manejo del Estado de la adscrip- Bibliografía
ción partidista y garantizar la financia-
ción de las campañas electorales y de la Archer Ronald y Matthew Soberg
clase política profesional. También ayu- Shugart, El potencial desaprovechado
daría bastante la actualización del censo del predominio presidencial en
electoral, que hoy representa una reali- Colombia. Scott Mainwaring y
dad demográfica superada hace déca- Matthew Soberg Shugart (Comp.),
das. Presidencialismo y democracia en América
El contraste que hemos reali- Latina, Buenos Aires: Paidós, 2002.
zado entre la situación actual de crisis y
una mirada histórica de largo y media-
no plazo nos sitúa muy lejos de una vi- ______________________________
sión apocalíptica que anuncia el inmi- El potencial desaprovechado del
nente colapso de las instituciones de- presidencialismo en Colombia. Scott
mocráticas y el régimen político de Mainwaring y Matthew Soberg Shugart
Colombia. Sin embargo, el recorrido (Comp.), Presidencialismo y democracia en
histórico que hemos mostrado nos América Latina, Buenos Aires: Paidós,
muestra una erosión gradual del mode- 2002.
lo de mediación que el bipartidismo
desarrollaba entre la sociedad y el Archila, Mauricio, Idas y venidas, vueltas y
Estado colombianos y que permitió el revueltas. Protestas sociales en Colombia,
funcionamiento de un Estado que 1958-1990, en prensa. , 2003.
hacía presencia diferenciada según las
situaciones regionales y locales durante
el siglo XIX y buena parte del XX. Esa Ayala, César Augusto, Resistencia y
erosión no es necesariamente negativa Oposición al establecimiento del Frente
pues puede significar una oportunidad Nacional. Los orígenes de la Alianza
para una más profunda democratiza- Nacional Popular (ANAPO), Colombia
ción de la nación, si se lograra un acer- 1953-1964, Bogotá:COLCIENCIAS y
camiento menos negativo a la realidad CINDEC, 1996.
política concreta para introducir las re-
formas políticas necesarias para esa de-
mocratización. Esa democratización Bejarano, Ana María y Renata Segura,
pasa por la recuperación de la dimen- El fortalecimiento selectivo del Estado
sión de la política como construcción durante el Frente Nacional. Controversia,
colectiva de nación, que tiene dimen- No. 169, Bogotá: CINEP, noviembre
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