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Es tan indiscreta la prudencia que pasa inadvertida antes los ojos de cada una de las

personas, en muchas ocasiones nos admiramos de las personas que normalmente toman
decisiones acertadas, dando la impresión de jamás equivocarse y tener éxito en todo lo
que se proponen, estas personas conservan la calma cuando tienen problemas, no
ofenden a los demás y no pierden la compostura. De la misma manera la prudencia es
decidida, activa, emprendedora y comprensiva.

La prudencia es una de las virtudes más importantes del ser humano, debido a que nos
permite actuar de forma justa, adecuada y con moderación, respetando la vida,
sentimientos y las libertades de las demás personas, además es una cualidad de
comunicación con un lenguaje claro, cuidadoso y acertado hacia los demás; con
sensatez, moderación y reflexión. El hecho de actuar con prudencia quiere decir que al
encontrarse ante una situación, siempre busca reflexionar, informándose de la mejor
manera, reconociendo perjuicios, sabiendo distinguir entre lo que puede ser un hecho u
opinión y a partir de esto toma una postura para tomar decisiones correctas que vayan
de acuerdo a los valores y así obtener como resultado un actuar acertado en cualquier
circunstancia de la vida. El valor de la prudencia es fundamental en una vida
plenamente consciente porque la persona prudente es aquella que reflexiona sobre las
consecuencias de sus actos antes de realizarlos.

Partes integrales de la prudencia

Santo tomas menciona ocho partes integrales de la prudencia, cinco pertenecen a la


prudencia como ciencia cognoscitiva (memoria, razón, entendimiento docilidad,
solercia) y tres en cuanto es preceptiva o imperativa de las virtudes (providencia,
circunspección y cautela)

Cognoscitiva

1. Memoria: recuerda hechos y conducta ocurrida en el pasado


2. Razón: parte indispensable de la prudencia, para lograr una conclusión adecuada
3. Entendimiento: principios rectos que conducen a conclusiones para aplicarlos a
la acción de las virtudes
4. Docilidad: aceptar con humildad y facilidad el concejo de los expertos
5. Solercia: Aprovecha la experiencia de los expertos y sigue sus concejos, por la
solercia el hombre investiga por si mismo

Imperativa

1. Providencia: consiste en una evaluación de lo que puede pasar en el futuro


2. Circunspección: analiza con cuidado las circunstancias en que debe actuar la
virtud
3. Cautela: no confundir lo malo con lo bueno, lo verdad con lo falso y otras
analogías de la vida
El valor de la prudencia no se forja a través de una apariencia, sino por la manera en que
nos conducimos ordinariamente. Posiblemente lo que más nos cuesta trabajo es
reflexionar y conservar la calma en toda circunstancia; la gran mayoría de nuestros
desaciertos en la toma de decisiones, en el trato con las personas o formar opinión, se
deriva de la precipitación, la emoción, el mal humor, una percepción equivocada de la
realidad o la falta de una completa y adecuada información.

En ocasiones la falta de prudencia siempre tendrá consecuencias a nivel personal y


colectivos, manifestándose en personas que están convencidas de que están actuando
bien, y es aquí donde la humildad nos invita a no considerarnos el centro del universo y
guardar silencio en el momento indicado, y pronunciarnos en el momento preciso, pero
con fundamento y sin menospreciar el punto de vista de los demás, de tal forma que
nuestro comentario rinda frutos en bien de una relación constructiva. Es importante
tomar en cuenta que todas nuestras acciones estén encaminadas a salvaguardar la
integridad de los demás en primera instancia, como símbolo del respeto que debemos a
todos los seres humanos

Para aprender a ser prudentes hay que estar atentos a las razones, pero más que todo
debemos controlar nuestras emociones, que son las que nos impulsan al error. Porque
generalmente somos dados a errar por apresurarnos en nuestros juicios, afirmando cosas
que no son claras al buen sentir, pero que estamos impulsados a expresarlas como
desahogo de nuestras pasiones

Por prudencia tenemos obligación de manejar adecuadamente nuestro presupuesto,


cuidar las cosas para que estén siempre en buenas condiciones y funcionales, conservar
un buen estado de salud física, mental y espiritual.

La prudencia, así como es apropiada para no desatar una guerra, también es importante
para emprender la paz y la reconciliación, en especial cuando priman más los
desacuerdos de una sociedad, cada vez más contenciosa, que los mismos acuerdos a que
puedan llegar las partes comprometidas en discordia.

La experiencia es, sin lugar a dudas, un factor importante para actuar y tomar mejores
decisiones, nos hace mantenernos alerta de lo que ocurre a nuestro alrededor
haciéndonos más observadores y críticos, lo que permite adelantarnos a las
circunstancias y prever en todos sus pormenores el éxito o fracaso de cualquier acción o
proyecto.

El ser prudente no significa tener la certeza de no equivocarse, por el contrario, la


persona prudente muchas veces ha errado, pero ha tenido la habilidad de reconocer sus
fallos y limitaciones aprendiendo de ellos. Sabe rectificar, pedir perdón y solicitar
consejo.

El valor de la prudencia nos hace tener un trato justo y lleno de generosidad hacia los
demás, edifica una personalidad recia, segura, perseverante, capaz de comprometerse en
todo y con todos, generando confianza y estabilidad en quienes le rodean, seguros de
tener a un guía que los conduce por un camino seguro.

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