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Reflexión sobre el bien y el mal.

Ensayo

Naturalmente la sociedad no puede superar los 150 individuos. Hace 10 mil años antes de Cristo
vivíamos en grupos no mayores a 100 personas, en pequeñas aldeas granjeras. Para los años 7 mil
antes de Cristo, ya habíamos logrado desarrollar complejas jefaturas de alrededor de 10 mil
personas. Pasamos a los estados arcaicos, macro-estados, mega-imperios y, finalmente, hasta hace
200 años antes de Cristo, logramos desarrollar naciones estados de hasta 100 millones de personas.
Haber logrado estas estructuras sociales a pesar de nuestras limitaciones naturales resulta en un
proeza sobre el proceso. Las ciencias sociales justifican que las sociedades mayores son posibles
gracias a construcciones culturales, asociadas a formas de comunicación y creencias. Estas
construcciones intermedian por los individuos para llegar a acuerdos sociales y forman normas de
colaboración que, a la vez, moldean redes de sentido; instituciones. De forma más específica, la
institución que nos permitió crear grandes sociedades fue dios. No obstante, su invención modificó
las percepciones de los humanos sobre el bien y el mal que, al mismo tiempo, retroalimentaban la
justificación de la existencia de deidades. Dado lo anterior, es inevitable una reflexión con un
enfoque a partir de lo científico.

Jean Jacques Rousseau decía que el ser humano es malo por naturaleza y que sólo al convertirse en
parte de una sociedad logra su humanidad. A través de un contrato social, el ser humano creaba
derecho verdadero; cuando se juntaba con otros seres humanos para formar una sociedad, se
creaban reglas, normas y costumbres que regulaban el comportamiento y limitaban la parte salvaje
del animal.

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