Está en la página 1de 5

VERANEANDO EN ZAPALLAR

(Fragmento)

Personajes:

Procopio

Esperanza

Robustiana

Luchito

Amparo

Ernesto

Consuelo

Carabinero

La escena representa el último patio de la casa de don Procopio Rabadilla. En


primer término, a ambos lados, puertas que dan acceso a habitaciones interiores.
Al fondo, el muro blanqueado y cubierto de tejas. Hay una escala apoyada en el
muro. Alegran el patio diversas plantas, y principalmente, numerosas matas de
zapallo, con sus frutos destacándose visiblemente.

Al levantarse el telón, don Procopio, que es un hombre sencillo y bonachón, está


sentado en una mecedora, leyendo atentamente el diario; doña Robustiana, que
es una señora presuntuosa y ridícula, examina unos gurines de modas, junto a
una mesita de bambú.

Hay varias sillas en amable desorden. La acción se desarrolla en Santiago. Época


actual. Hora del atardecer. Se supone que han terminado de comer hace poco
rato.

Procopio: (Leyendo en un diario). “Se encuentra veraneando en Zapallar el


talentoso jurisconsulto don Procopio Rabadilla, su distinguida esposa doña
Robustiana Jaramillo, y sus encantadoras hijas Amparo, Consuelo y Esperanza...”.
¡Qué tal el parrafi to!, ¿eh...? No se podrá decir que escasean los adjetivos. ¡Ah,
Robustiana, cómo se nota que has metido la mano en esto...!

Robustiana: Procopio..., no me saques de mis casillas. En lugar de agradecerme


lo que hago por prestigiar nuestro nombre..., por asegurar el porvenir de nuestras
hijas..., por darte brillo...

Procopio: Sí..., ya lo tengo en la tela de mis trajes.

Robustiana: Intentas burlarte de mí... Procopio vulgar, hombre inútil.

Procopio: Mujer, no me insultes, si no quieres que...

Robustiana: Infame. Abogado sin pleitos...

Procopio:(Sin hacerle caso). ...Veraneando en Zapallar... Afortunadamente no


mentimos porque este último patio de la casa ostenta unas hermosas matas de
esa sabrosa legumbre. Pero no sé de dónde se te ocurrió meternos en este
berenjenal, o, más apropiadamente dicho, en este Zapallar. Ya que no podíamos
salir a la costa, o al campo, debido a la inflación, con habernos quedado en
Santiago –como lo estamos– y haber vivido la vida de costumbre, lo habríamos
pasado bien. Pero se te metió entre ceja y ceja el anunciar por los diarios que
habíamos salido fuera de la capital, y estamos condenados a prisión hasta
principios de marzo.

Robustiana: Claro. Muy justo. Muy natural. ¿Qué habrían dicho las amistades del
Barrio Alto si hubieran sabido que nos quedábamos en Santiago...? Se habrían
burlado de nosotras. Habríamos sido el hazmerreír de todas nuestras distinguidas
relaciones.

Procopio: Eres insoportable, mujer, con tus pretensiones ridículas. Tan bien que
estaría yo a estas horas dándome un paseo por los jardines del Parque Cousiño,
por las frescas avenidas del Santa Lucía o por las piscinas...
Robustiana: ...Atisbando a las polluelas, a las amas de cría... Sí, te conozco,
Procopio. Sí, sé que eres un eterno enamorado.

Procopio: Exageras, mujer. Lo que hay es que soy aficionado a la geometría, y


estudio en el terreno las rectas, las curvas, los catetos y las hipotenusas.

Robustiana: Pues, si quieres estudiar geometría, no tienes más que encerrarte en


tu cuarto.

Procopio:¡Ay, la suspirada libertad! Y se dice que las mujeres no mandan. Yo no


sé qué más pretenden las señoras con sus teorías feministas.

Robustiana: Nosotras somos las mártires del deber.

Procopio: Y nosotros los mártires por pagar las cuentas de la modista, del
zapatero, del sombrerero, del lechero, del casero y de todo. ¡Ah! Esta vida es
horrible, desesperante. (En alta voz y paseándose a grandes pasos). ¡Cómo
encontrar consuelo, cómo hallar una esperanza, en dónde buscar amparo a esta
crítica situación!

Amparo: (Entrando). ¿Nos llamabas, papá?

Consuelo: (Entrando). Aquí estamos...

Esperanza: (Entrando). ¿Qué desea?

Procopio: (Primero extrañado y recordando después). Ah, de veras. Me olvidaba,


hijas mías, que os llamáis Amparo, Consuelo y Esperanza, aunque precisamente
sois la antítesis de esos dulces nombres.

Amparo: ¿De qué conversabais...?

Robustiana: ¿De qué ha de ser, hijas mías...? De nuestra situación: de que tu


padre no cesa de protestar por el encierro voluntario a que nos hemos sometido
para guardar las apariencias.

Consuelo: Es una situación atroz...

Esperanza: Horrible.
Consuelo: (A don Procopio). ¿Cómo no lograste, papá, juntar dinero para salir a
las playas...?

Procopio: Porque los juicios son pocos. Ya la gente no litiga como antes. Ya se
está convenciendo de la verdad de ese aforismo de que “más vale un mal arreglo
que un buen pleito”. Y porque finalmente todo os lo habéis gastado vosotras en
trajes, sombreros, bailes, etcétera.

Amparo: (Escandalizada). ¿Has oído, mamá?

Robustiana: No le hagas caso. Por él, ojalá salierais vosotras con trajes de
percal, o sin trajes. Vuestro padre no sabe de lujo, ni de distinción.
(Despreciativamente). Desciende de la familia de los Rabadilla... mientras que yo
soy de noble y antigua estirpe... (Con mucha dignidad y orgullo). Soy de los Jara-
mi-llos... Entre mis antepasados se encuentran un general y un obispo. Sería pedir
peras al olmo pedirle a tu padre distinción, chic, savoir faire..., confort. No
pertenecerá jamás a la elite.

En: Rubén Unda Ureta. Teatro escolar representable I. Santiago de Chile:Editorial


Zig -Zag, 2009 (fragmento)

DESPUÉS DE LEER

Responde en tu cuaderno:

1. ¿Qué le ocurre a la familia presentada en este texto? ¿Cómo se relaciona la


situación que vive con el título de la obra leída?

2. ¿Quién idea el plan de veraneo y con qué fin?

3. ¿Cómo es Robustiana? ¿Cuál es la diferencia entre ella y su marido?

4. Según Robustiana ¿qué diferencia a los Rabadilla de los Jaramillo?

5. ¿Qué piensas de la conducta de Robustiana y sus hijas? ¿Por qué Procopio


acepta ser parte de esta simulación?
Comenta y desarrolla junto con tu compañero o compañera:

1. El texto leído corresponde al inicio de la obra. ¿Cómo creen que terminará?

2. Imaginen y escriban un final posible, incorporando a algunos de los personajes


que en el fragmento leído aparecen solo en el reparto.

También podría gustarte