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El amor en los Buendía

Cien años de soledad es una novela escrita por Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura
en 1982 y padre del realismo mágico. Son muchas las críticas que han surgido a partir de la lectura
de esta obra. Escritores de la talla de Vargas Llosa hasta jóvenes han leído y analizado las diferentes
temáticas que se desarrollan a lo largo de este clásico. Entre esas la guerra y la violencia, la ambición
y la lujuria, el amor y, en especial, la soledad pues hace parte del título de la obra.

El tema del amor es un elemento que logra fascinar a lo largo de la historia. No solo como el romance
entre pareja, ni aquel prohibido o indebido, sino ese amor fraternal, familiar, el cual es propio de
Úrsula Iguarán.

La atracción pasional de los hermanos por la misma persona entra a jugar en el desenlace de esta
predestinada historia. Son los casos de la relación que tuvieron José Arcadio y Aureliano con Pilar
Ternera, de la cual nacieron Arcadio y Aureliano José, el primero intentó acercarse a Pilar con el
mismo fin que su padre, pero fue en vano. A este se suman los encuentros amorosos de José Arcadio
Segundo y Aureliano Segundo con Petra Cotes, quien siendo la amante del segundo lo acompaña
hasta el fin de sus días. La batalla “a muerte” entre Amaranta y Rebeca por contraer matrimonio
con el apuesto y educado Pietro Crespi es otro de estos eventos, aunque el amor florece más que el
deseo. Sin embargo, a diferencia del resto esta atracción por el mismo hombre termina por
perjudicar la relación familiar y por ser el eje de hechos fatales.

Asimismo, el amor prohibido e indebido también es parte de esta historia. El matrimonio entre
Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía siendo primos, dio paso a la serie de acontecimientos de
incesto, por más que Úrsula evitara, en el destino de los Buendía. Posteriormente, Rebeca y José
Arcadio desafiaron los lineamientos que regían a su familia, pues sin importar el compromiso nupcial
con Pietro, ni el parentesco que tenían, se embarcaron en un romance que terminó en tragedia y
en aislamiento total. Igualmente y causa de la tragedia final fue la relación que mantuvieron
Amaranta Úrsula, que fue motivo de su divorcio, y Aureliano Babilonia, quienes desconocían su
parentesco como tía y sobrino; de cuyo fruto amoroso nació Aureliano, el último de la generación y
quien cumplió con el presagio de nacer con cola de cerdo.

De igual forma, la atracción mental y poderosa de un cariño infantil sufrió el mismo riesgo. Es el caso
de la fascinación que sentía Aureliano hacia la pequeña Remedios de nueve años, quien con su
inocencia y carisma inundó de felicidad el hogar de los Buendía durante su corta permanencia, hasta
el punto de que su muerte se convirtió en un luto indeleblemente doloroso y su retrato fue digno
de honor y devoción.

En este tema del amor también se tiene en cuenta el respeto y la admiración, el cariño fraternal
hacia una comunidad que unida logra desarrollar y mejorar sus posibilidades de vida. Es el caso de
José Arcadio Buendía, quien luego de un tormentoso suceso decide escapar con Úrsula a otro lugar,
a ellos se les suma algunos de sus amigos quienes deciden acompañarlos a encontrar un nuevo
camino. Así es como en un sueño, luego de un descanso tras días de caminata, José Arcadio Buendía
imagina Macondo, y por ello, deciden quedarse en este lugar y fundar la aldea. Macondo poco a
poco empieza a crecer y a desarrollarse, a conocer, descubrir novedades e invenciones, a ser un
espacio libre que ve crecer y partir a muchos seres. De esto nace el respeto y la admiración por la
familia Buendía, fundadora del pueblo. Así como la unión entre los hombres que deciden ser parte
del ejército que lidera Aureliano como fórmula para enfrentar a los godos.

A lo anterior se suma el respeto que inspiraba Melquiades por su sabiduría, su fortaleza psíquica y
su avanzada edad. Entre él y José Arcadio Buendía creció una amistad sincera producto del estudio
de la Alquimia. Por este motivo, los Buendía, tras diversas situaciones, lo refugiaron en su lecho y lo
consideraron como parte fundamental de la familia. Este personaje junto a Úrsula Iguarán son
elementos principales para el transcurso de la historia de Macondo y de los Buendía.

Úrsula Iguarán, madre, abuela, bisabuela, tatarabuela siempre fue valiente y se esforzó por levantar
a su familia a pesar de los constantes errores que cometían, los cuales se repitieron a medida que
nació cada generación. Sin embargo, se vio forzada a vivir en el olvido y la soledad por la falta de
afecto, el desinterés y las pérdidas de uno por uno de su núcleo. El afecto y el amor se ven
totalmente reflejados en la que podría decirse es la madre de Macondo, la mamá grande.
Situaciones como recibir a Rebeca, Visitación y Catarino, hacerse cargo de los primogénitos de sus
hijos, hospedar y tratar con cariño a todo aquel que llega a la aldea o a su hogar, dedicarse y dar la
vida por su familia, son en efecto demostraciones de amor. En pocas palabras, “en ella descansa
todo el peso afectivo de la familia”, Miguel de Loyola.

A partir de esto es posible concluir que el amor, en todos sus aspectos, es imprescindible en Cien
años de soledad, así como en la vida real. Pues no es solo el encuentro de una persona que motive
y brinde un sentido diferente de vida, sino el encuentro con ese “yo” personal que vive en cada uno
de los personajes.

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