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La historia de Macondo y los Buendía, se unen de forma simultánea en la novela y no hay posibilidad
alguna de desligarlas. José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán comenzarán una familia que por cinco
generaciones pernoctará en Macondo.
El inicio de su vida matrimonial estuvo marcado por un crimen que atormentó durante toda su vida al
patriarca, quien al final, por sus desvaríos e inventos termina perdiendo la razón.
Capítulos del I al VI
José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán son un matrimonio de primos que temen el nacimiento de un
descendiente con cola de cerdo, debido al parentesco entre ambos. Este presagio desencadena una
tragedia, porque, en una pelea de gallos el perdedor, Prudencio Aguilar, le gritó a José Arcadio “A
ver si ese gallo le hace el favor a tu mujer”, aludiendo al rumor que afirmaba la ausencia de relaciones
íntimas en su matrimonio a un año de casados.
Se suscita un duelo entre ellos y José Arcadio mata a Prudencio Aguilar atravesando su garganta con
una lanza. El fantasma lo atormenta de tal manera que deciden irse a la sierra. Junto con un grupo de
otras familias parten en un éxodo tedioso que, termina cuando en un sueño, se le participa al
patriarca de los Buendía la llegada al lugar donde debe quedarse.
El auge económico no tarda en aparecer y el pueblo crece con gente que llega del otro lado de la
ciénaga. La enfermedad del sueño apareció en el pueblo y Melquiades el errante sabio la curó con
una pócima. Así, se ganó el derecho a permanecer en la casa de Úrsula y les dejó unos pergaminos
escritos por él, que nadie descifraba; lejos estaban de saber que, en esos pergaminos, estaba
escrita la historia tanto de la familia Buendía como la del pueblo.
Termina la guerra, el coronel Aureliano Buendía es hecho prisionero junto con uno de sus
lugartenientes; condenado a muerte, espera el fatídico día, pero su hermano lo libra de ser fusilado y
se levanta de nuevo en armas junto con el pelotón que debía cumplir la orden de ajusticiarlo.
José Arcadio hijo, murió asesinado de un tiro en el oído, nunca se supo quién lo hizo. El patriarca
fundador permaneció bajo el castaño; se comunicaba regularmente con Prudencio Aguilar, el amigo
al cual mató en duelo en su juventud. Aureliano, su hijo, tuvo una premonición y le comunico a Úrsula
que su padre moriría. Murió en su cama y una lluvia de flores amarillas minúsculas y persistentes,
cubrió el pueblo. Las guerras siguieron su curso hasta que el coronel Aureliano Buendía se percató
de lo fatuo de la revolución, reconociendo que se había transformado en un bochinche. Aceptó
firmar un acuerdo para acabar con ella después de veinte años de guerra inútil. Años después, con la
cabeza inclinada en el castaño del patio, donde tantos años estuvo amarrado su padre; murió
tranquilamente sin darse cuenta siquiera.
Amaranta Buendía tejió con anticipación una hermosa mortaja y la tarde del día en que la terminó,
murió; así se lo había anticipado la muerte cuando cosía con ella en el corredor.
Rebeca, su hermana de crianza, falleció entre las cuatro paredes de su desvencijada casa del
cementerio, sola y olvidada de todos; acabando así la segunda generación solitaria.
Macondo se transformó con la llegada de la electricidad y otros inventos modernos, llegaron las
compañías bananeras, y un falso florecimiento económico inundó todo. Estalló la huelga de los
trabajadores contra las bananeras: el Estado las repelió con fuego y más de 3.000
trabajadores fueron asesinados y lanzados al mar.
Esta tragedia marcó el principio del fin para Macondo. Al poco tiempo se desató un diluvio sobre el
pueblo llovió “cuatro años, once meses y dos días”. Úrsula, decrépita y medio ciega, deambulaba en
un febril hacer mientras vaticinaba que solo estaba esperando que cesara la lluvia para morirse. Cesó
de llover y se pudo constatar la destrucción:
AMARANTA ÚRSULA VIO A TRAVÉS DE LAS LÁGRIMAS, QUE ERA UN BUENDÍA DE LOS
GRANDES, MACIZO Y VOLUNTARIOSO COMO LOS JOSÉ ARCADIOS, CON LOS OJOS
ABIERTOS Y CLARIVIDENTES DE LOS AURELIANOS, Y PREDISPUESTO PARA EMPEZAR LA
ESTIRPE OTRA VEZ POR EL PRINCIPIO Y PURIFICARLA DE SUS VICIOS PERNICIOSOS Y SU
VOCACIÓN SOLITARIA, PORQUE ERA EL ÚNICO EN UN SIGLO QUE HABÍA SIDO
ENGENDRADO CON AMOR.
Al voltearlo la comadrona se dio cuenta que tenía una cola de cerdo, esto no los preocupó, porque
desconocían el precedente familiar y la comadrona les dijo que aquella cola se podría cortar cuando
el niño mudara los dientes. La sangre voluptuosa y ardiente de Amaranta Úrsula no dejó de fluir, se
intentaron todas las estratagemas de las mujeres y solo paró cuando su perfil se afinó, y todos se
dieron cuenta que había muerto porque volvió a sonreír y su cutis de alabastro reapareció.
Aureliano, preso del dolor, se fue donde una prostituta amiga y pasó allí mucho tiempo. De pronto
recordó a su hijo y regresó para encontrarlo convertido en un cuerpo informe al que devoraban las
hormigas. Paralizado de estupor recordó vívidamente el epígrafe de los pergaminos de Melquiades:
Cuando leemos Cien Años de Soledad, desde el primer momento captamos esa sensación de vacío
espiritual, un desasosiego que va llenado la atmósfera de tristeza y abandono. Es difícil dejar su
lectura porque atrapa la atención de inmediato. La historia inicia con un paredón de fusilamiento,
donde el coronel Aureliano Buendía sería ajusticiado. No obstante, no se cumple la sentencia porque
su hermano lo libera. Se levanta en armas de nuevo y se va, sin despedirse ni siquiera de su madre,
que tan preocupada estaba. Su soledad entre la gente lo atormentaría siempre:
“En aquellos ratos de esparcimiento se revelaban los verdaderos gustos de Meme. Su felicidad
estaba al otro lado de la disciplina, en las fiestas ruidosas, en los comadreos de enamorados, en los
prolongados encierros con sus amigas, donde aprendían a fumar y conversaban de asuntos de
hombres”
Secuencia narrativa
La narración es circular; en ella converge una cadena de repeticiones en donde todo vuelve a
suceder en forma periódica. Los mismos nombres, las características personales se heredan de
generación en generación, los hechos guardan similitudes de principio a fin en la obra. Por ejemplo, la
afición de los Aureliano Buendía por descifrar los pergaminos de Melquiades y la comunicación del
sabio gitano con ellos aun estando muerto desde años inmemoriales:
Principales
o José Arcadio Buendía. Fundador de la familia.
o Úrsula Iguarán de Buendía. Fundadora de la familia.
o José Arcadio Buendía. Hijo.
o Aureliano Buendía. Hijo.
o Amaranta Buendía. Hija.
o Hija adoptiva de los Buendía.
Secundarios:
o Hijo de José Arcadio (hijo del patriarca) y Pilar Ternera.
o Aureliano José. Hijo de Aureliano y Pilar Ternera.
o Los 17 Aurelianos. Hijos del coronel Aureliano Buendía en 17 mujeres
diferentes.
o Santa Sofía de la Piedad. Concubina de Arcadio.
o Remedios la Bella. Hija de Arcadio y Santa Sofía de la Piedad.
o José Arcadio Segundo. Hijo de Arcadio y Santa Sofía de la Piedad.
o Aureliano Segundo. Hijo de Arcadio y Santa Sofía de la Piedad.
o Fernanda del Carpio. Esposa de Aureliano Segundo.
o José Arcadio Buendía. Hijo de Aureliano Segundo y Fernanda del Carpio.
o Renata Remedios (Meme) hija de Aureliano Segundo y Fernanda del Carpio.
o Amaranta Úrsula. Hija de Aureliano Segundo y Fernanda del Carpio.
o Hijo de Meme y Mauricio Babilonia.
o Aureliano Buendía. El último descendiente con cola de cerdo; hijo de Aureliano
con su tía Amaranta Úrsula.
o Gastón. Esposo de Amaranta Úrsula.
o Gerineldo Márquez.
o Las hermanas Moscote.
o Remedios Moscote. Esposa del coronel Aureliano Buendía.
o Don Apolinar Moscote.
o Visitación la india.
o Cataure el indio. Hermano de visitación.
o El gitano con actitudes sobrenaturales que escribió el principio y el fin de la
historia de la familia Buendía y de Macondo.
o Pilar ternera. Madre de los dos primeros miembros de la segunda generación
Buendía.
o Pietro Crespi. El maestro de baile motivo del odio entre Amaranta y Rebeca.
o Petra cotes. Concubina de Aureliano Segundo.
o El padre Antonio Isabel.