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Excerpta: Löwenthal, Leo (2013): La herencia de Calibán, Revista Laguna 32, pp.

103-118
Por: Andrés Cubillos A.
Palabras clave: historia, individuos, limpieza, eliminación
La perspectiva que otorga el artículo de Löwenthal es meramente histórica y crítica, histórica en el sentido de hacer
una reconstrucción fundamentada de todos los hechos pasados que involucraron quema de libros, una
contextualización y un análisis de las causas que motivaron tales acciones. Crítica en tanto cuestiona que ejemplos
como el III Reich o la URSS en una época más contemporánea se hayan adscrito a ello como una forma de
eliminación sistemática de sujetos contrarios a sus intereses.
Con la destrucción de las obras, se destruye también a quien las creó (Löwenthal, 2013:107), la quema de libros
como un acto simbólico de destrucción del pasado es algo que ya ha sido tratado por la literatura universal de manera
amplia, Shakespeare y el mismo Goethe dieron buena cuenta de ello (Löwenthal, 2013:107-108), pero para el autor,
la ficción no es ajena a la realidad, muestra cómo a lo largo de la historia han existido acciones similares, la quema
de libros como símbolo de eliminación de los sujetos se manifestó desde en la misma Ilustración, en la cual “La
Enciclopedia también tuvo que haber sido alimento de las llamas, pero como había costado mucho dinero, la Iglesia
y los gobernantes prefirieron guardarla en los armarios de los venenos” (Löwenthal, 2013:108) e incluso en la
antigua China, donde “el fundador de la dinastía Chin, Schih Huang-Ti, en el siglo tercero antes de Cristo, mandó a
la hoguera las obras de Confucio y de otros filósofos, así como las obras de historia.” (Löwenthal, 2013: 108).
Siendo entonces la quema de libros un suceso aparentemente más significativo de lo que aparenta ser, y dados los
análisis que las Ciencias Sociales han dedicado a ello (Löwenthal, 2013: 109) el autor hace un esbozo en tres
dimensiones distintas, la primera, mostrando cómo la quema de libros puede representar un acto de eliminar la
historia precedente de una sociedad determinada, la segunda, cómo evitar la propagación de ideas contrarias al
régimen imperante (la “eliminación de la enfermedad”) y la tercera, cómo quemar libros puede contribuir a la
eliminación de la individualidad. (Löwenthal, 2013: 110).
Como indica el autor, refiriéndose a cómo la Alemania nacionalsocialista justificó la quema de libros contrarios al
pensamiento hegemónico, “La liquidación del pasado es el motivo que pone en juego el discurso de Goebbels con
ocasión del auto de fe del 10 de mayo de 1933: «hacéis bien en encomendar esta noche a las llamas la profanación
del pasado. Ésta es una acción fuerte, grande y simbólica... que debe mostrarse ante el mundo entero.” (Löwenthal,
2013: 112) básicamente la eliminación de la historia pone en juego la cuestión de reemplazar lo nuevo por lo viejo, la
cultura nacionalsocialista debió ser la única imperecedera en el tiempo, por ende, todo rastro anterior debía ser
borrado, quemar los libros no sólo resultaba en el mejor acto posible para eliminar a la “gentuza” como sujetos
históricos precedentes, sino también a su propia historia. (Löwenthal, 2013: 111-112).
La quema de libros puede ser entendida como un proceso de saneamiento ideológico (Löwenthal, 2013: 113) y los
ejemplos abundan desde Hitler, Stalin, China y la Inquisición por citar algunos, en los que el factor común responde
a evitar la propagación de la enfermedad a toda costa, y quemar libros constituye también una buena forma de
generar repudio y repulsión hacia quienes piensan de forma contraria al régimen. (Löwenthal, 2013: 113-114).
Löwenthal, en la tercera parte hace una relación entre la quema de libros y la disolución de la individualidad, que
trasciende no sólo al hecho en sí mismo, sino también a acciones como la prohibición de pensar de otras formas
diferentes a las permitidas, y de llevar al papel tales ideas (Löwenthal, 2013: 114-115), Básicamente aquello se
traduce en “La enemistad contra lo que está escrito, contra la escritura, se dirige contra la libertad de la interpretación
pluralista y hermenéutica. Esto es, individual. No el escribir, sino el grito, produce el carisma de una inmediatez que
no puede tolerar ningún discurso entre sujetos autónomos” (Löwenthal, 2013: 115).
El hecho de que se pretenda eliminar vestigios culturales precedentes en Alemania no es algo único del III Reich, el
autor hace una comparación entre lo ocurrido con Goebbels durante la quema de libros en Berlin, y lo ocurrido en la
fiesta de Wartburg, en la que Masssmann y Fries hablaban también de eliminar lo inútil de la cultura y filosofía
precedentes para la consecución de una nueva cultura alemana, y de alguna forma se terminó echando la culpa a los
judíos por ello. (Löwenthal, 2013: 116).
Como un último reducto de optimismo ante la represión que simboliza quemar libros en un contexto histórico
determinado, Löwenthal hace una reflexión: “Como último superviviente de la época fundacional de la Teoría
Crítica, el análisis crítico del pasado y la preocupación por la moralidad política del presente me resulta un asunto de
lo más urgente. Cuando hablé al principio del mecanismo de represión que caracteriza el fenómeno de la destrucción
de libros como un fenómeno histórico, es nuestro deber escapar de ese círculo diabólico tal como hacemos en este
coloquio.” (Löwenthal, 2013: 117).

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