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COMPRENSIÓN Y PRODUCCIÓN DE

TEXTOS
SESIÓN 5: PACE PUCV – 2° semestre 2018
Abstraer
Objetivo: Separar mentalmente determinadas propiedades y cualidades de un objeto o fenómeno para
ser examinadas desde una generalidad sin tener en consideración sus restantes relaciones y
propiedades particulares.

La vaca Palmira
El universo está en perpetuo movimiento. Las estrellas crecen, se enfrían, explotan
constantemente. La Tierra está sometida al mismo proceso: erosiónanse las montañas, desvíase el cauce
de los ríos, hácense más hondos los valles. Toda la vida cambia a través de sus fases de nacimiento,
crecimiento, decadencia y muerte. Hasta lo que llamamos materia inerte —las sillas, las mesas, las
piedras—, vista submicroscópicamente, es un vórtice de electrones. Si la mesa parece como era ayer, o
como fue hace cien años, no es que no haya cambiado, sino que sus cambios son demasiado minúsculos
para nuestra tosca percepción. La ciencia moderna no reconoce materia sólida. A nosotros nos lo parece,
porque el movimiento de sus elementos es muy rápido y microscópico para ser percibido. Tiene tanto
de solidez como de blancura un disco giratorio con todos los colores, o como de inmovilidad una peonza
en rotación. Nuestros sentidos son sumamente limitados, por lo cual usamos constantemente
microscopios, telescopios, velocímetros, estetoscopios y sismógrafos, entre otros muchos instrumentos,
para captar lo que nuestros sentidos no son capaces de percibir directamente. La forma en que vemos y
sentimos las cosas es resultado del funcionamiento peculiar de nuestro sistema nervioso. Hay objetos
visibles que no podemos ver y sonidos que no podemos oír. Por tanto, es absurdo creer que percibimos
algo tal como es.
Pero aunque nuestros sentidos son limitados, nos revelan muchas cosas con la ayuda de los
instrumentos. Los microorganismos descubiertos por el microscopio nos han permitido dominar la
invasión de las bacterias; ni vemos ni oímos ni sentimos las ondas electromagnéticas, pero podemos
producirlas y transformarlas a nuestro albedrío. La mayor parte de la conquista del mundo exterior por
la ingeniería, la química y la medicina, se debe a los artefactos mecánicos que incrementan la capacidad
de nuestro sistema nervioso. En la vida moderna, nuestros sentidos se quedarían a mitad de camino si
no tuviesen alguna ayuda para abrirnos caminos en el mundo. Sin ayudas mecánicas no podríamos
obedecer las leyes de la velocidad ni llevar la cuenta del gas o electricidad gastada en nuestro hogar.
Pero volvamos a la relación entre palabras y significados, y supongamos que tenemos delante a
una vaca llamada Palmira: es un organismo vivo, en constante cambio e ingestión de aire y alimento,
que transforma, para segregarlo después.
Circula su sangre; sus nervios transmiten mensajes. Vista microscópicamente, es una masa
ingente de corpúsculos heterogéneos, células y organismos bacteriales; desde el ángulo de la física
moderna, es una danza perpetua de electrones. No podemos saber lo que es en su integridad; aunque
podamos asegurar qué fue en un momento concreto, ha cambiado tanto en el siguiente que ya nuestra
descripción no es exacta.
COMPRENSIÓN Y PRODUCCIÓN DE
TEXTOS
Es imposible afirmar qué es Palmira, ni nada: además, la vaca no es un objeto estático, sino un
proceso dinámico.
Pero la Palmira que experimentamos es otra cosa. Sólo nos llega la experiencia de una fracción
muy pequeña de la vaca total: las luces y sombras de su figura exterior, sus movimientos, su forma
general, los ruidos que hace, las sensaciones que nos produce al tocarla. Y, debido a esta experiencia,
observamos después semejanzas entre Palmira y otros animales, a los que aplicamos la palabra “vaca”.

El proceso de abstracción
Por tanto, el objeto de nuestra experiencia no es la cosa en sí misma, sino la interacción entre
nuestro sistema nervioso (con todas sus imperfecciones) y algo extrínseco a él. Palmira es algo único;
no hay en el mundo nada exactamente igual a ella. Pero nosotros abstraemos o seleccionamos
automáticamente de ella los elementos en que se parece a otros animales, como forma, funciones y
hábitos, y la clasificamos como vaca.
Así, pues, cuando decimos que “Palmira es una vaca”, sólo notamos sus semejanzas con otras
vacas y pasamos por alto las diferencias. Más aún: saltamos por encima de un inmenso abismo: del
proceso dinámico que llamamos Palmira, torbellino de actividades electro-químicas-nerviosas, a la idea
relativamente estática que representa la palabra “vaca”. Invitamos al lector a que estudie la gráfica de
este capítulo titulada “La escala de la abstracción [1]”.
Como se observa en la gráfica, el objeto que vemos es una abstracción en su nivel más bajo, pero
abstracción al fin, porque prescinde de muchas características del proceso que es la verdadera Palmira.
Este nombre es el nivel verbal inferior de abstracción, porque omite otras características, como
las diferencias entre la Palmira de ayer, de hoy y mañana, y sólo selecciona la semejanza. La palabra
“vaca” sólo selecciona las semejanzas entre Palmira (vaca1) y las vacas 2, 3, 4, y así sucesivamente, y
por tanto, pasa por alto más peculiaridades de Palmira. La palabra “ganado” abstrae sólo los elementos
comunes entre Palmira, las ovejas, los cerdos, cabras, etc. La expresión “propiedad agrícola” sólo
selecciona los factores que
Palmira tiene en común con las dependencias, vallados, muebles, ganado, tractores, etc., de una
granja, por lo que está a un alto nivel de abstracción.
Quizá parezca extraño y fuera de lugar lo que estamos diciendo sobre el proceso de abstracción,
porque el estudio del lenguaje suele limitarse a cuestiones de pronunciación, ortografía, vocabulario,
gramática y estructura de las frases. Los métodos de enseñanza de composición y oratoria según
sistemas anticuados tienen en gran parte la culpa de esta idea tan extendida, de que el estudio del
lenguaje debe ceñirse exclusivamente a las palabras.
Pero nuestra experiencia cotidiana nos dice que la enseñanza del lenguaje no es sólo cuestión de
palabras, sino de relacionarlas con los objetos o hechos que representan. Aprendemos el lenguaje del
béisbol jugándolo o presenciándolo y estudiando cómo se desarrolla. No basta con que el niño aprenda
a decir “papá” o “perro”, sino que debe usar estas palabras aplicándoselas a sus objetos. Como ha dicho
Wendell Johnson: “El estudio del lenguaje comienza con el estudio de su significado”.
COMPRENSIÓN Y PRODUCCIÓN DE
TEXTOS
COMPRENSIÓN Y PRODUCCIÓN DE
TEXTOS
En cuanto empezamos a considerar lo que significa el lenguaje, estamos frente al problema de
cómo funciona el sistema nervioso humano.
Cuando llamamos perro, lo mismo a un pastor alemán que a un chihuahueño o a un pachón, tan
distintos en tamaño, aspecto y reacciones, es que nuestro sistema nervioso ha abstraído lo que es común
a todos ellos, prescindiendo de sus diferencias.

Por qué hay que abstraer


Este proceso de abstracción, de seleccionar unas características y dejar otras, es indispensable.
Supongamos que vivimos en una aldea aislada e integrada por cuatro familias, cada una de las cuales
tiene su casa, con su nombre particular. Necesitamos una expresión general, en un nivel más alto de
abstracción, que tome en cuenta las características comunes de las cuatro casas; pero como sería muy
complicado (y prolijo) repetir esa expresión-síntesis cada vez, hay que inventar un sonido abreviado, y
así elegimos la palabra “casa”. De necesidades así surgen nuestras palabras, que vienen a ser
expresiones taquigráficas. El invento de una nueva abstracción constituye un gran paso adelante,
porque hace posible la discusión, ya no de una posible quinta casa, sino de cuantas puedan construirse
o verse de viaje o en sueños.
Un productor de películas educativas dijo en cierta ocasión al autor de este libro, que no puede
filmarse el “trabajo”. Podrá filmarse el sinnúmero de actividades laborales que es capaz de desarrollar
el hombre, pero el trabajo en sí es una palabra taquigráfica, perteneciente a un nivel superior de
abstracción, imposible de llevar a la pantalla. En cuanto al “trabajo” que estudia la física, se deriva
evidentemente de la abstracción de características comunes a muchos tipos de trabajo.
Puede comprenderse lo indispensable de este proceso de abstracción, estudiando qué es lo que
hacemos cuando “calculamos”. Esta palabra procede del latín calculus, que significa china, o guijarro.
Los antiguos solían echar en un recipiente una de estas piedrecillas por cada oveja que salía del redil, y
así, cuando volvían por la noche, podían comprobar si se había perdido alguna. Será todo lo primitivo
que se quiera este ejemplo, pero muestra cómo operan las matemáticas. Cada guijarro es una abstracción
que representa la “unidad” de cada oveja; es decir: su valor numérico. Y como abstraemos de los hechos
extensionales principios claros y uniformes, los hechos numéricos de las piedrecitas son, salvo
circunstancias imprevistas, hechos numéricos sobre las ovejas. Nuestras x, nuestras y y demás símbolos
matemáticos son abstracciones de otras abstracciones numéricas, y las hay de nivel superior todavía.
Valen para predecir hechos y realizar operaciones matemáticas, porque son abstracciones
deducidas exacta y uniformemente del mundo extensional y, por tanto, las relaciones reveladas por esos
símbolos serán, salvo circunstancias imprevistas, repetimos, relaciones existentes en el mundo
extensional.

Hayakawa, Samuel I. El lenguaje en el pensamiento y en la acción.

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